Los hemoderivados registrados constituyeron un grupo particular y diferenciado
dentro de las especialidades farmacéuticas. Conceptualmente se entiende por hemoderivados aquellas especialidades farmacéuticas cuyo principio activo proviene del plasma de donantes humanos sanos a travésde un proceso de fraccionamiento y purificación adecuado. Los hemoderivados de uso terapéutico, dada su estructura proteica compleja, no pueden obte nerse mediante los métodos de síntesis química y biológica generales aplicados a la síntesis farmacológica. Los hemoderivados deben obtenerse, pues, a partir de la única fuente natural conocida: el plasma de donantes humanos sanos a través del fraccionamiento selectivo de dicho plasma. A escala industrial, la obtención de hemoderivados se constituye como un proceso de fraccionamiento global del plasma de grandes «pools» donantes. El objetivo básico del fraccionamiento consiste en someter el plasma a una serie de procesos feonológicos de purificación y concentración que permiten obtener, en último extremo, un producto que permita la utilización terapéutica de los distintos hemoderivados en un vehículo seguro y eficaz. Los métodos de fraccionamiento empleados por la industria farmacéutica se basan en la crioprecipitación y en la precipitación fraccional de grupos de proteínas con etanol frío en condiciones controladas y a baja temperatura. Básicamente se han seguido dos esquemas principales: el método Cohn-Oncley y el de Kistler- Nishmann. Ambos métodos se basan en cinco variables: concentración de etanol, pH, fuerza iónica, temperatura y concentración proteica. Variando la concentración de alcohol y la constante dieléctrica de la mezcla proteica se consigue una precipitación selectiva de las p roteínas plasmáticas. En cada fracción separada se obtiene, tras purificaciones posteriores, una proteína específica con interés terapéutico. Las características fundamentales de este grupo de fármacos son: tener una estructura proteica compleja, lo que obliga a que su administración sea exclusivamente parenteral, intravenosa en la mayor parte de los casos. El origen plasmático hace que el riesgo de transmisión de infecciones transfusionales no esté completamente descartado. Este riesgo está prácticamente abolido al menos en lo que se refiere a los virus patógenos conocidos, tanto para el receptor como para el manipulador. El fraccionamiento impone una mayor variabilidad en las características interlote, que debe ser considerada. Finalmente, los hemoderivados presentan un contenido proteico elevado tanto por el propio principio como por las proteínas plasmáticas contaminantes que lo acompañan (purificación limitada); proteínas que por otro lado y debido al proceso tecnológico de fraccionamiento, purificación e inactivación pueden estar, en una proporción elevada, estructuralmente alteradas. Recientemente se han comercializado «hemoderivados» obtenidos a partir de procesos de recombinación genética (concentrados de factor VIII). Otros productos de idéntico origen están pen - dientes de comercialización o en desarrollo. Parece claro que la recombinación genética es una alternativa al hemoderivado clásico a partir de dos características básicas: el plasma es una materia prima limitada en cantidad, la recombinación genética permite obtener cantidades prácticamente ilimitadas de cualquier hemoderivado. Al menos desde un punto de vista conceptual los productos de origen recombinante son seguros en relación a la posibilidad de transmisión de virus transfusionales. De hecho, algunas proteínas plasmáticas (factores de crecimiento hematopoyéticos) se han comercializado directamente como preparados de origen recombinante. En cualquier caso, la actitud profesional ante estos preparados no debe ser diferente, en principio, de la adoptada frente al resto de hemoderivados. En relación a la administración, una actitud recomendable es el control minucioso y personalizado por lote (registro lotes/pacientes). Las razones del registro por lote provienen de las propias características de los hemoderivados: la mayor variabilidad interlote (1-20 por 100) y la identificación de la aparición de reacciones adversas a determinados lotes lo aconsejan. Los principales hemoderivados con interés terapéutico son: concentrados de factores de la coagulación (conc. FVIII, conc. FIX y conc. comp. protrombínico), inmuniglobulinas (IM, IV o IV específicas), antitrombina-III y albúmina, como ejemplos más conocidos, y fibrinógeno, Cl-esterasa inhibidor, alfa-1-proteasa, colinesterasa… menos utilizados. Durante los días 9 y 10 de noviembre ha tenido lugar en Barcelona el I Curso de Introducción a la Farmacoterapia de los Hemoderivados. Las principales conclusiones en cuanto a criterios de selección y utilización han sido los siguientes: Los concentrados de factor VIII (hemofilia A) o IX (hemofilia B) deben utilizarse bajo protocolo siguiendo dos estrategias de tratamiento: demanda o profilaxis. En cuanto a los preparados a emplear existe actualmente un cierto consenso en que los concentrados de factor V I I I obtenidos por recombinación genética debieran utilizarse preferentemente en aquellos pacientes hemofílicos no tratados anteriormente o que sean VIH y VHC negativos. Las formas severas de la enfermedad de von Willebrand deben tratarse con concentrados de factor VIII que contengan factor von Willebrand estructuralmente activo. Los concentrados de factores del complejo protrombínico (CP) [factores II, VII, IX y X (factores vitamina K dependientes)] deben emplearse en el tratamiento de déficits combinados de dichos factores —fundamentalmente adquiridos: hepatopatía, intoxicación/reversión de an - ticoagulación oral—. Debe valorarse la elección del preparado comercial en relación a la seguridad. En principio no se deben emplear CP para tratamiento sustitutivo de déficits congénitos selectivos ya que existen preparados específicos. Al no existir unas indicaciones universalmente aceptadas, la utilización racional de albúmina exige (incluso más que otros hemoderivados) una protocolización de indicaciones que debiera considerar varios aspectos, entre los que cabría descartar los siguientes: sólo son candidatos aquellos pacientes con niveles plasmáticos inferiores a 20-25 g/l, en muchas situaciones es preferible la utilización de cristaloides y/o expansores del plasma, la protocolización debería poner especial atención en la duración del tratamiento. Los criterios de selección y utilización de inmunoglobulinas intravenosas (IGIV) deben contemplar varios aspectos: a) Indicación. Debe ser una indicación autorizada o como mínimo ampliamente aceptada por la bibliografía internacional y/o conferencias de consenso. Este punto es importante ya que, a veces, existen situaciones en que este hecho no se tiene en cuenta. b) Características técnicas. En ciertas situaciones el perfil técnico de una determinada inmunoglobulina puede ser un factor de decisión. Los aspectos más relevantes a tener en cuenta son: — Conocimiento de la política de donantes del fabricante: cantidad, controles, procedencia… — Método de purificación empleado y grado de seguridad de no transmisión de partículas víricas. — Contenido en IgA. — Porcentaje de polímeros y fracciones. Distribución de subclases. — Integridad del fragmento Fc. — Contenido en determinados anticuerpos: tétanos, citomegalovirus, hepatitis B… — Criterios de costes. La inmunoglobulinas de administración intramuscular (IGIM) sufren un proceso de fraccionamiento menos selectivo, que desnaturaliza una parte de las inmunoglobulinas, por lo que no deben administrarse por vía intravenosa —riesgo de activación del complemento—. La IGIM con interés terapéutico son la antitetánica, antihepatitis B y anti-Rh. La antitrombina III es necesaria para que el efecto anticoagulante de la heparina se manifieste. De hecho cuando existe un déficit importante de esta última la acción anticoagulante de la heparina disminuye. Sin embargo, y a la luz de los conocimientos actuales, no existe un consenso universalmente aceptado sobre las indicaciones de la antitrombina III. Su uso podría estar justificado en pacientes con déficit congénito de antitrombina III con riesgo de trastornos tromboembólicos (intervenciones quirúrgicas, parto, etc.). Sus indicaciones son más controvertidas en déficit adquiridos. Existen otros hemoderivados, cuantitativamente menos importantes, pero que presentan indicaciones concretas: concentrados de fibrinógeno, inhibidor de Clesterasa o a1-antitripsina, algunos no registrados en España, sometidos a pasteurización y por tanto con riesgo mínimo de transmisión de partículas víricas.
ELABORACIÓN DE HEMODERIVADOS
Los criterios para la preparación de los hemoderivados incluyen:
" Donaciones seguras provenientes de donantes sanos. " Análisis individual de cada donación contra patógenos conocidos, especialmente VHB, VHC y VIH 1 y 2. " Procesamiento rápido y diestro que conserve las cantidades activas presentes del factor de coagulación y mejorar el rendimiento final. " Uso de una tecnología de reducción viral para garantizar que los productos son seguros y no transmitirán enfermedades virales.
Los factores de coagulación se encuentran en las siguientes preparaciones de
tratamiento ordenadas según su concentración de menor a mayor:
" Sangre completa
" Plasma " Crioprecipitado " Concentrado de factor VIII
La cantidad de cualquiera de los factores de coagulación en la sangre completa o
en el plasma es insuficiente en proporción al volumen necesario para una terapia adecuada en la gran mayoría de los episodios de sangrado.
En muchos casos de hemofilia A leve y en la mayoría de los casos de la
enfermedad de von Willebrand, el propio organismo es capaz de liberar suficiente Factor VIII si es estimulado por la hormona sintética llamada Desmopresina (DDAVP). Esta hormona puede ser administrada intravenosamente, por inyección subcutánea o en una preparación altamente concentrada, con un atomizador intranasal.
Las hemorragias graves o las cirugías requieren terapia de reemplazo continua o
intermitente para mantener niveles adecuados de los factores de la coagulación.
La atención integral involucra una variedad de tratamientos y control cuidadoso:
episodios hemorrágicos, tratamiento sustitutivo, detección de inhibidores, evaluaciones músculo-esqueléticas e inmunológicas, evaluaciones para fisioterapia y ejercicios, apoyo psicológico, asistencia odontológica, etc. Los miembros del equipo de atención integral trabajan para prevenir problemas o para tratarlos en sus etapas iniciales antes de que afecten la salud o bienestar del individuo.
Plasma
El plasma humano es la parte líquida de la líquida de la sangre humana que queda
después de separar los glóbulos rojos, blancos y plaquetas. Se obtiene al centrifugar la sangre completa y luego puede ser utilizado en los pacientes como plasma fresco congelado (PFC) o puede ser fraccionado a nivel industrial para obtener una variedad de productos plasmáticos (Fig. 17). Si el plasma no se almacena congelado a -20°C o menos, los factores de coagulación tales como Factor VIII se deterioran rápidamente y el rendimiento se reducirá considerablemente. Una bolsa con PFC contiene de 200 a 250 ml que a su vez contienen de 70 a 90 unidades/dl de Factor VIII, Factor IX y Factor vW y otros factores plasmáticos de la coagulación. El uso de plasma completo está limitado por la cantidad de expansión del volumen intravascular que puede tolerar el paciente. Las reacciones alérgicas son comunes en pacientes que han recibido plasma frecuentemente. El plasma se usa para tratar deficiencias de factores de coagulación para los cuales no hay concentrados disponibles.
Crioprecipitado
Se prepara al congelar rápidamente el plasma recién extraído en un congelador a
-60°C o en un baño de hielo seco y etanol. Después se descongela lentamente entre 2° y 4°C y el precipitado se recolecta por centrifugación. El crioprecipitado es rico en Factor VIII, factor von Willebrand y fibrinógeno y puede ser usado para terapia sustitutiva en pacientes con hemofilia A o con enfermedad de von Willebrand. No contiene factor IX y por lo tanto no puede ser usado para la Hemofilia B. El crioprecipitado tiene un volumen de 30 ml aproximadamente y debe ser almacenado en un congelador a temperaturas inferiores a los -20°C. Tiene una vida útil de hasta un año cuando se almacena a -30°C o menos.
La concentración del Factor VIII en el crioprecipitado es de 80 U de FVIII y FvW y
de 200 a 300 mg de fibrinógeno, diez a quince veces menor que en la de los concentrados de Factor VIII comerciales. Debe ser transportado y almacenado congelado. Se pueden presentar reacciones alérgicas en personas sensibles. Generalmente no es tratado con ningún método de inactivación viral. Se usa algunas veces para tratar pacientes con enfermedad de von Willebrand cuando no es adecuado usar el DDAVP o para tratar la hemofilia A leve o las deficiencias de fibrinógeno.
Pasos claves en la producción de crioprecipitado y concentrados de factor