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Jacques-Alain Miller : 64S El hueso de un anidlisis Traduccidn del francés y establecimiento del texto de Marcela Antelo Prdlogo de Florencia Dassen tH TRES HACHES EDITORIAL TRES HACHES Disefio: J.P Hustraci6n de rapa: Otévio Filho Ja, edicién, 1998 © Jacques-Alain Miller © de esta edicidn en castellano, Editorial Tres Haches, Junin 558, piso 9°, of. 905, (1026) Buenos Aires, Argentina LS.B.N. 987-9318-00-5 Queda hecho el depésito que marca la ley 11.723. Impreso en Argentina - Printed in Argentina La reproduccién total o parcial de este libro, por cualquier método, idéntica 0 smodificada, no autorizada por los editores, viola derechos reservados. Mattiz de disefio: Adriano Oliveira. Revisién: Alicia Calderén de la Barca y Jorge Bafios Orellana. Establecimiento de la edicién portuguese: Sonia Vicente EL HUESO DE UN ANALISIS 5 Prélogo 1. Del hueso a los huesos En el camino mismo que es un psicoandlisis hay obstaculos. _ Un psicoandlisis es un huseso duro de roer, para usar la elocuencia de a expresion que ofrece el castellano, y su dureza es mayor desde que no es un hueso sino mds bien un roer que encuentra huesos en su tarea, Un andlisis opera con el bueso con el fin de modificar su 430, asi Miller puede decir en algin momento de exe libro que lo (que estd intentando es “disecar el hueso de una cura’, Por otro lado El hueso de un andlisis, ef sétulo de este Seminario establecido a partir dela tres intervenciones oftecidas por Jacques-Alain Miller en abril de 1998 durante el VII Encuentro Brasilero del Campo Freudiano, estd expresado en singular, pero el camino que el mis- ‘mo Miller va haciendo al andar impone el plural: los huesos de un psicoandlisis, termina diciendo, son varios. El hueso es el objeto a ~4 ‘hueso es lo imaginario, el bueso es el plano de la; identificacio- nes, el buero es el fantasa, el hueso por tiltimo es el sintoma como 5 artenaire de goce del patlétre. Ee EI al” Ea EI “ 2, Del cuerpo mortficado al cuerpo sexuado El tono de este Seminario estd marcado por lo que Miller anuncia, no sin precaucién, como “una conversién de la perspecti~ ua’, que refiere a dos efectos del significante en el cuerpo: el de la mortificacién, y el de ser causa de. gore, del plus de gozar; de ellos el 6 JACQUES ~ ALAIN MILLER que merece la maxima relevancia para el psicoandlisis es el egun- do, es decir, no el que hace al fantasma, sino el que conduce al sintoma, En caso de que uno se quede sélo con el Lacan que en algin momento hizo del fin de andliss a asuncién de la muerte como forma de la asuncién de la barra que divide al sujet, y se crea que Freud, al hacer de la muerte un Tie, silo dice que la verdad del goce es la muerte, en ese caso, dice Miller, el psicoand- lisis no tendria nada que decir que no haya ticho la religion. La religién estd mds cerca de la muerte, el psicoandlisis estd mds cerca de lo real del sexo, En esto Miller sigue a Freud: “Freud lice que en elfin del camino hay una piedra, hi ra dl la roc tiene que ver con la asuncién del sexo y no de la muerte.” una roca, 3: De la tragedia a la comedia "A la pregunta de por dénde se entra a un andlisis una res puertpatbioe po Teer por el cuerpo mortificada, ELneurdtico es el que es ‘victima de si mismo en su propia mortificacién, en tanto sdlo puede “hacer sabe ificdndose a él, y este exceso siempre és mortificante. Si hay una pequefia. tragedia.del neuréti- “Woes que atin no puede hacer de cozar, ni Tracer del Otro un medio de su goce, tan sélo lo Zao evel funtasma misma, Miller en cierta ocasién, al decir que hay un modo por el cual el pase nos concierne a todos, usé la figura de tun sol negyo, a la uz del cual, en perspectiva, se debia avanzar en la transmision del psicoandlisis, Ese sol negro del pase atraviesa toda la ligica de este Seminario. Conforme a ella la produccién de ‘Miller e inscribe del modo mds responsable con el ltimo Lacan y con el pase, por cuyos resultados se deja ensefiar para continuar despejando lo que es un fin de andlisis, Hay una insstencia por iparte de él en resituar la teorla del pase ya no por el fantasma, como lo pensé Lacan en su Proposicién, sino por el sintoma, Esa TEETH LI Id EL HUESO DE UN ANALISIS 7 insistencia misma habla de un obstdculo, una piedra dura que es apiedra del dogma, la mds antianalttica, la que no deja reinventar el pase, lo cual es un modo de no poder reinventar el psicoandlisis, tarea continua a la que, dijo Lacan, los analistas estamos forza- dos... Miller en su enseftanza lucha contra este hueso. Si Lacan (pensé el pase por el atravesamiento del fantasma, Miller se aven- ‘ura a decirnos que ésta es una perspectiva frdgil, y que su apuesta es avanzar. Estd decidido a continuar en el camino que el mismo Lacan dejé abierto, en sus tiltimos Seminarios, los posteriores a Encore: la via del sintoma. El fantasma es. solidario de la mortifi- cacién, no inscribe de qué modo el cuerpo como sustancia, anise Pay el modo. singular por os que a parlétre quedd afectado por el len- ‘guaje. El fantasma silo goza de un cuerpo, renegando de la marca significante sobre él; si se quiere es un goce sin amor. Sélo dice sobre cémo un resto de goce, el objeto a, viene a taponar la falta, el menos fi, El fantasma siempre estd. del lado de la légica edipica, del todo y del Uno, de la falta y sus tapones. No en vano Lacan Tabls eva Propostcn Toposicion del duelo como afecto que prima en elfin de andlisis, cuando el objeto deja de velar la falta. El riesgo es hacer de esa falta el rasgo del desconsuelo, y no advertir como nos advierte Miller: "...para que haya ese a miniisculo es necesario que haya vida, es necesario que haya lo vivo, es preciso que haya cuer- po.” El sintoma es el anudamiento mismo de ese cuerpo vivo, de tragedia que hace a Ta [alta misma, CON su Matiz Tandiges Ha- cerse aun modo de gozar en el fin de andlisis esta del lado de la comedia, no de la tragedia. Dejar de cargar la piedra es hacere a epee qu cae wo apo cota eu eee cerle éstima, Si d franquedmiento de todas las demds piedrds de tun psicoandlisissehaladas por Miller consiste en una desinvestidura, a tiltima piedra de este camino es una investidura, ‘yo soy como yo $220 el mada en gue Miller escribe la idesifcaién alsintoma. 7 we & JACQUES - ALAIN MILLER 4. Unas palabras sobre el estilo Leer la letra de Miller en estas intervenciones es asistir a la combinacién misma de las operaciones con las que él expone la estructura lbgica en la que se sostiene un psicoandliss. El nos habla de la amplificacién significante y de la reduccién, La tltima se desbroza a su vex en tres operaciones, la repeticién, la convergencia yl evitacién, &ta considerada por Miller una reduccién a lo real, allt estd el hueso.... mientras las otras dos sean operaciones de reduccién a lo simbélico. Miller comienza habléndonos de un poe- ma, dejdndose tomar por el encanto de la palabra poévica, y alld vemos su modo de gozar de ea amplificacién significante en el despliegue de la belleza de su decir como lector de poesia. Luego entra en el desencanto de la ligica que le permitird poner al des- rnudo la estructura misma de la reduccién que supone lo mds pro- pio de un psicoandlisis,y se adentra en lo matematizable de dicha experiencia, en la ligica del nudo borromeo, aunque no lo mencio- ne ni una vez. Y esto con la combinacién al modo mds cldsico de ejemplos clinicos de la histeria, la obsesion la paranoia. Final- ‘mente el goce de lo cémico de la palabra, la de la comedia de los hombres y de las mujeres, aguello de lo que le toca hablar a un psicoanalista Siel estilo es el Otro al que uno se dirige, cabe preguntarse a quien se dirige Miller. El mismo dice algo: se dirige a los analistas mineralizados por los slogans lacanianos, aquellos que quedaron petrificados por la palabra de Lacan. Las intervenciones que com iponen este libro son una muestra de un estilo singular, del refina- miento con el que Miller se impuso desenredar los clichés con los que se leey se sostiene una prdctica lacaniana, Allfsitta su lucha, que es su estilo mismo. Un fin de andlisis es poder aleanzar el estilo encarnado que cada uno es. Aldarse vuelta para echar una tltima ‘mirada a este libro lo que se deja sentir como resto de un deseo de HELI Ttr1t EL HUESO DE UN ANALISIS 9 transmisién es una invitacién a abandonar el rostro de muerte que puede tomar la pulsién, esto es, a desprenderse de la cara de pie- dra... y prestarse ala intrusién de un estilo nuevo... 5. De mujeres y de hombres El rostro de la piedva es el que toca al lado masculino, tanto para los de un género como para los de otro. Miller habla de ‘lo bruto de los hombres’, no analizados, que sélo se prestan a la condi- cin fetiche del goce, ese goce Tocalizado en el Otro, en una mujer, (pero no se dejan tocar por la condicién erotomantaca, por lo flim mujeres de hoy que sdlo piensan como sujetos de derecho, en sime- tria con la posicién de los hombres, Miller inventa un neologismo que condensa mascara y masculino Ta mdscara-ulina de la mu- Jet. Ta paradoja & que cuanto mds la mujer existe desde el pun- to de vista del sujeto de derecho, tanto mds desaparece bajo la mdscara masculina.” A Miller, lector de lo contempordneo, se lo puede parafrasear ast: ‘mujeres, obtengan sus derechos, pero no ipierdan su encanto, el de ese rapto que las hace a ustedes mujeres, 7 nosotros hombres.” Esto mismo es indice de algo que se propone, deshacer uno de los tantos slogans del lacanismo, el del estrago. Del lado de lo femenino el Todo no hace Uno, y eso hace que una de las consecuencias a pensar de la incidencia del Otro barrado sea el punto de infinito del que estd afectado siempre el medio de goce, la pareja-sintoma del lado femenino, Acudiendo a la etimologia de ravage, que viene de ravir, incluyendo tanto la idea del rapto, como la de la transportacién a la mds absoluta felicidad, y ravager, devastar, concluye que un hombre puede ser entonces tanto la de- vastacion para una mujer, como aquello que la transporta... Miller sabe que no es posible por medio del derecho alcanzar la neutralizacién de la diferencia de los sexos, lo cual no impide 10 JACQUES ~ ALAIN MILLER que los analistas no estén dormides, incluso deprimidos. No per- derse en lo contemporéneo es la posibilidad misma de leer sus sig- nos, de aprender de ellos. Proust comparé al contempordneo con el sujetoceloso, diciendo que ambos ein demasiado cerca, que no saben nada... El llamado de Miller es triple: « los hombres los convoca: analicense, van a des-embrutecerse; alas mujeres: anallcense, para ser femeninas, y aunque el no lo diga yo agrego: para no ser locas SE “ry a Tos anallistas, mds que un llamado, les hace una Sauttacidnra una Tectura del dleimo Lacan ya resitwar el lugar de 1 Gfecuacién del pase, En cuanto al rueso final de wp-azdsis ese! ve ‘sintoma, 0 mejor, el partenaire-sinsoma, &a es Ta via de acceso al Ouro sexuado, la genuina ruta hacia el saber para quienes, ueden osar azn cuerpo, Reinventar eU pase 6 enar mds cerca del pi- Florencia Dassen Junio, 1998. EL HUESO DE UN ANALISIS a Uno Decimos en francés: “hay un hueso” para decir hay un obstdeu- lo, una dificultad. Se puede decir por ejemplo: “yo pensaba que esto ibaa funcionar solo pero he aqui que hay un hueso”. Creo que esta expresién “hay un hueso” no se usa con este sentido en el Brasil. El hueso en portugués no esté dotado de este valor semdntico suplementario como en francés, que en ciertos con- textos, puede hacer de él el significante del obstculo. Busque- mos un equivalente brasilefio, podria ser: “hay una piedra”. Jor- ge Forbes aporté la referencia del poeta Carlos Drummond de ‘Andrade, el poema “No meio do caminho” en la coeténea Ten- tativa de exploracio e de interpretagao do estar no mundo’. El poema comienza por los siguientes cuatro versos: “No meio do caminho tinha uma pedra tinha uma pedra no meio do caminho ‘Andrade, Carlos Drummond de: Antologia Poétca. Rio de Janciro, Editora Re- cord, 36° edigfo, p. 196, 1997, R JACQUES ~ ALAIN MILLER tinha uma pedra no meio do caminho tinha uma pedra Desde que escuché y lef este 20ema, 0 més precisamente algunos versos, me da vueltas en la cabeza, Hay una especie de encantamiento que me detiene en estos versos, me captura una cierta satisfaccién. Pensé que podria liberarme, comentindolos, para introducir este seminario. Fs una alegoria exacta del hueso de una cura, ~ ~ Este poema dice bien lo que dice, lo que quiere decir, y lo logra repitiendo el “habfa una piedra” cuatro veces, una por cada uno de los versos que les recordé, Esta repeticién insistente, sen sible al obstéculo que la piedra representa, tiende a repetirse en el aparato ps{quico, La insistencia regetitiva de esa frase actualiza, en la sintaxis, la presencia misma dela piedra, de la piedra inelu- dible atravesada en medio del camino. Sil lenguaje sirviese slo para expresar una significacién bastaria decirlo solamente una vez. Seria una constatacién, un enunciado denotativo, como suele decirse de una manera un poco pedante, Enunciado que afirma Ja existencia de una piedra en medio del camino. La repeticidn significante cuatro veces con variaciones de posicién sintécticas, enriquece y vuelve més pesada la significa- cién; le da el peso de una piedra y eleva esa piedra al lugar del obstéculo fundamental, del obstaculo que me impide recorrer el camino que decid recorrer. El obstéculo que traba mi inten- 2 Poema completo: “No meio do caminhotinha uma pedra I tinba uma pedra no meio camino nha una pedea no mci do cavin tin ma pea 1) Mace me ‘esquecerei dese acontecimento na vida de minhas retinas fatigadat./ Nunca me eqguecerei ‘que no meio do caminko /tinha uma pedra I sinha uma pedra no meio do camino no meio do caminko tinha wma pedra." HHT fit rrririt EL HUESO DE UN ANALISIS 13 cién, bloquea mi movimiento y me obliga a repetir el enuncia- do de la evidencia. Evidencia que se me impone de tal forma que quedo sujetado a salmodiar mi desgracia, a desgracia frente alo que encuentro en mi camino. Para hacerme entender acabo de decir “yo” y “mi” camino, sin embargo, si prestamos atencién advertimos que el primer verso no dice “yo”, no dice “mi” camino, no hay yo. Por el con- trario, esos primeros versos enuncian de una manera impersonal elhecho de que hay una piedra en medio del camino. Pero es la repeticién significante lo que llama al lector, al recitador, para que se ponga en aquel lugar del camino como si fuese “su” cami- no, Es ella Ja que lo convoca para que sea afectado por la piedra obstéculo infranqueable, obligando al sujeto dela enunciacién a repetir inconsolablemente: “habia una piedra”, a repetir la evi dencia de esa presencia contra la cual nada puede hacer. Pasemos ahora ala piedra que hay en medio del camino de un andlisis, obligando a quien lo camina a una repeticién incon- solable. ;Cual es el obstéculo? Es la piedra que el andlisis trans- pone? ;Cémo hacerlo? Introduzcamos un poco de dialéctica entre el obstaculo y clcamino, Inicialmente ¢s la existencia de un obstculo que hace existirla repeticién, pero es porque hay repeticién que se percibe y.aisla el obstdculo. Existe una picdra en el camino, todo el mundo lo sabe, pero es obstéculo porque me puse a caminat. Por eso el poeta dice que ella estd en medio del camino; ella esté cen su lugar, en el lugar que ocupa, el lugar es suyo porque lo ocupa, ocupndolo sin intencién —la piedra no tiene ninguna intencidn de incomodarme en mi camino. La piedra de Carlos Drummond de Andrade es como la rosa de Angelus Silesius: “4 JACQUES - ALAIN MILLER existe sin por qué, No esté alli para incomodarme, eso pasa por- que yo voy por el medio del camino; porque yo instauré el mundo en el cual seencuentra la piedra, un camino que encuen- tra la piedra que me detiene. No Ta creé, ella existe, Habla una piedra—me repito—, ya estaba allf antes de reencontrarla, De- pendié de mf, fue por mi causa que una piedra que existe en el mundo se vuelva la piedra que encuentro en medio de mi cami- 120, El camino, sin embargo, no existe en el mundo de la misma manera que existe la piedra. El camino existe sélo porque me puse a caminar, existe por mi causa; la piedra no existe por mi causa. El secreto de estos versos sublimes y misteriosos es que el camino crea la pied-a que se encuentra en su lugar. Ese medio no es la mitad geométrica, la mitad de un segmento que irfa de Aa B. El “estar en medio”, del poema, no ¢s este estar en el medio geométrico. “Medio” quiere decir que la piedra se encuentra en el camino. El poema dice de la conexidn entre el camino y la piedra. No hay obsticulo si no hay camino, pero no hay camino sin piedra, sino hubiese una piedra que me detenga, y ala que esté obligado a ver, y me obligue a repetir lo que veo con mis ojos cansados. ;Seré que sabria que estoy en camino? El poema nosevoca la piedra como un bloque de materia, sélida y pesada, ustedes conocen las piedras. Es algo més que un gtiijarro que se aparta del camino con un puntapié, pero tam- bign es menos que una montafia, la masa de una montafa aplas- tarla el camino, o también, sobre una montafia puede trazarse un camino. No es un guijarto, no es una montafia, es una pie- dra. Un pedazo de tierra, un pedazo del propio suelo que reco- EL HUESO DE UN ANALISIS 5 so, pedazo distinguido de la tierra que se elevé en mi direccién para decirme no. Voy a continuar atin alrededor de este asunto, es la alegoria de nuestro tema. La piedray el camino suponen la tierra, sin em- bargo el camino es la tierra que dice sf, es la tierra que acepta ser recorrida mientras quella piedra esa tierra que dice no. En ambos, camino y piedr i abla. Si aqui hay un poema no es porque un sujeto habla, un sujeto que dirfa lo que quieres es porque la propia tierra habla. Es porque el poeta le presta su voz y canta: “en medio del cami- no habfa una piedra’. Sila tierra habla, si dice s{ cuando camino yno cuando encuentro la piedra, ella habla es porque en me- dio de la tierra hay un ser hablante que se pone a caminar y encuentra una piedra. No habria camino ni piedra sin seres hhablantes. Sino hubiese ser hablante ;para quign hablaria la tie- ra? ;Cudl es el camino del ser hablante? Elser hablante tiene muchos caminos, vay viene, no para en el lugar, o si lo hace es por poco tiempo. Esté en casa, va al trabajo, vuelve, visita a sus amigos, viaja por vacaciones, va aun congreso, muchos, innumerables caminos. Todo ser hablante tiene un camino més esencial, tinico, que recorre mientras con- tinda siendo hablante, ¢s el camino de su palabra. Pero el camino que le permanece, invisible, inaudible, desconocido, es también ia piedra de su camino de palabra. Es sdlo en aquello que se Tama cura analitica que percibe estar en el camino de su palabra y queen ese camino hay una piedra. La cura analitica es la expe- tiencia de aquello que significa étar en la palabra” Carlos flencia de ea estar en {a pala’ Drummond de Andrade sieda $u obra podtica bajo l titulo: “Tentativa de exploragio e de interpretagao de estar no mundo” y Paaettthis , 16 JACQUES ~ ALAIN MILLER digamos que el psicoandliss ¢s una tentativa de exploracién ¢ in- terpretacién de estar en la palabra Para nosotros el camino del que se trata es el cami palabra y la piedra es también la piedra de la palabra. Sefialemos ‘que cuando al significance se introduce en el mundo, Ia piedra, la dificultad, el obstéculo, se introduce al mismo tiempo. Es la piedra de Zenén, aquello que impide a cualquier ser que se mueve llegar a su objetivo y hasta dejar su punto de partida. Hago alu- sién simplemente al razonamiento de Zenén de Elea: A M Mw BB Sea el segmento A > By un punto en el medio. Un mévil lo recorre pero una ver llegando al medio de A > Bes preciso atin que llegue al medio del segmento M + By después sera necesario llegar al medio del segmento M’-> B, y después al medio del segment B”— B, de tal manera que mupie estard separado de su punto de llegada por una mitad inextinguible, una mitad definitiva que podrd volverse imperceptible, infinitesimal, pero que siempre le impedira llegar a B. Podemos pensarlo inversamente como la imposibilidad de partir. Para llegar a Mes necesario hacer la mitad del camino y para llegar a M’es preciso, primero, hacer la mitad del camino. -d sed siempre en me introducida por la superposicién del significante sobre el espa- Lapiedra de Zs EL HUESO DE UN ANALISIS 7 ‘cig. Ustedes saben que este problema suscit6 la atencién de filé- sofos y matematicos durante muchos siglos y todas hs solucio- nes son deslizamientos del problema. La piedra de Zenén esté siempre en el medio del camino. Por qué no decir que el significante vuelve imposible el movimiento, que él también opera en un mundo muerto? El movimiento, la vida, sélo es concebible si agregamos un ele- mento suplementario y hablando con propiedad, impensable, Ja mitad indivisible, por lo tanto no comparable a los elementos div mentari les por el significante, Esta picdra es ese elemento suple- , digamos que es lo que Lacan llama objeto a suple- mentatio en relacién al orden regulado por el significante. El pequefio a ¢s la piedra que hay en todo camino dela palabra. En Francés este peguetio as el hueso. Bl hueso es una “especie de piedra que hay en el cuerpo. Desde ese Tiaeso pode- eel cual wote eramente El eaepo, la piel la carne, envuelven la piedra dsea; desde el origen de los tiempos cuando el cuerpo deviene un resto, una mortaja, lo colocamos bajo una piedra. Como solemos decir: “Hacia alli va toda la carne” [“Del barro somos y al barro volvemos"), ese es el camino de lacarne, ésta va en direccién al hueso, ala piedra. ¢Serd la muerte el hueso de una cura analitica? Pensemos en la maravillosa serie de ilustraciones de Hans Holbein en la que la muerte es representada bajo la forma de un esqueleto que viene a apresar de la manga alos vivos, ocupados en sus menesteres, para llamarlos, para recordarles que la verdad viltima es la muer- te, y que todos los objetos de sus intereses, sus ocupaciones, sus investiduras —para usar un término de Freud— todo lo que les apasiona, que moviliza su libido, sdlo es ilusién en relaciénala ~~ 18 JACQUES = ALAIN MILLER muerte, todo sirve apenas para velar la realidad tltima que ¢s la muerte, En esta serie de Holbein, como en muchas obras del renacimiento y de la época clésica, la muerte aparece como fun- cidn de la verdad, En medio del camino esté la muerte. Hay una piedra que es aquella que te sepulta. Precisamente porque la muerte no puede ser mirada de frente, su representa- cidn frecuente seduce a los artistas bajo la forma de un hueso. Recordemos Los Embajadores, cuadro del propio Holbein don- dela muerte es representada como un crénco deformado por la anamorfosis y parece un hueso seco —la forma del erénco en el cuadro aparece con la forma de este hueso. Eneste cuadro estan reunidos todos los prestigios del saber como algo de vanidad en relacién a la muerte. El hueso hace intrusién como si estuviese deformado porque viene de otra dimensién. Hice de este cuadro el emblema propio del pase; notamos que el créneo sélo aparece con su forma cuando al dejar el aposento nos damos vuelta para dar una ltima mirada hacia atrds. El pase ¢s esta tiltima mirada sobre el propio andlisis. La muerte es aqui encarnacién de la verdad. Esta seria lo que hay por debajo de las imagenes, por debajo del prestigio, de la fasci- nacién. Verdad dura e inmévil bajo el movimiento de las ilusio- nes como si pudiésemos decis: yo, la verdad, soy la muerte. Lacan dijo alguna vez cosas més o menos asf: que el hueso de una curaes la mucite, que hay que prepararse para la muerte, que el fin del andlisis es la asuncién dela muerte y que el andlisis permitirfa la anticipacién de la muerse absisndo Ja via de otra manera de vivit la vida. Para ello es necesario franquear el plano imaginario, plano ordenado por el yo y sus conflictos con sus dobles, en direecién EL HUESO DE UN ANALISIS 19 alo que llama §, a fin de realizarse como sujeto del significante, ya muerto por el hecho de estar sujeto al significance. Es habitual que al referirme al primer Lacan, haya dicho queel hueso de una cura sla asuncida de la muerte y sin embar- g0,,no creo que sca és la verdad iltima de aquello de lo que se trata en un andlisis. No lo creo y por las mejores razones, porque el propio Jacques Lacan muestra otra via. ;Acaso la leccién de un andlisis es que todo lo que hace tu placer sea apenas nada? dAcaso laleccién de un anilisis es a desvalorizacién del placer y dslagocs? Hay un gran género clisico que desaparecié como género literario, la oracién funebre. El cardenal Bossuet? pronunciaba oraciones finebres frente a Luis XIV y fue muy brillante en ese estilo. Es de los més bellos fragmentos de la literatura francesa. Asistimos alli a un_discurso en el que el significante es movilizado por la muerte. La muerte se aleja con un movimien- to de la palabra, la muerte se celebra como un momento esen- cial de la vida, como verdad del goce. Puede parecer que cuando Freud inventé el paradojal Todstrieb, |a pulsién de muerte, dijo esto como si el secreto de la pulsion fuese la muerte, como sila verdad del goce fuese la muer- te. Pero si eso fuese lo que Freud decta, el psicoandlisis no tendria nada que decir que no fuese religién, y ademés lo compartirfa con la sabiducia. Las sabidurfas manifiestan el cardcter ilusorio de la vida y de las investiduras de la libido, su direccién es destacar una verdad esencial en el mas alli. Es verdad que hay en el psicoandlisis como en la religién y * Bossuet: Ona Champailler, C 1 fndbres— Panteyrigucr. Edicion de Bernard Vela t d'Yvonne lection Bibliochéque dela Pliade, Gallimard, 1936. x" 20 JACQUES ~ ALAIN MILLER en las sabidurias, una dindmica de desnudamiento del sex. ¥ esta dindmica de desnudamiento del ser es comtin al psicoanlisis, a la religién y a las sabidurfas pero alli hay que hacer la diferencia, 1 Enel andlisis esta dindmica comporta un doble franqueamiento. (001 Primer franqueamiento: De lo imaginario alo simbélico, FTE clnombre de este franqueamiento en Lacan, es la asuncién dela pase =—s NYQH- Segundo franqueamiento: De lo simbélicg a lo real, su fol. nombre es atravesamienco de fantasma S— A , Comenzaré ahora el examen detallado de la estructura de ese franqueamiento: se produce en el movimiento en direccién aalgo central y es en ese movimiento que se encuentra el hueso, la piedra, que saben que el mismo Freud Ilamaba: la roca. Es el término que usa hacia el final de Andlisis serminable e intermi- nable para calificar el obstéculo tiltimo de la cura analitica, Freud dice: hacia el final del camino hay una piedra, una roca que para A tiene que ver con laasuncign del sexo yno dela muerte, En el camino analitico de la palabra hay una piedra que tiene que ver con el sexo. Lacan agrega que es posible que esa piedra sea pre- iosa, un diamante, algo que en griego llamé agalma. Al final del camino hay una piedra preciosa. Cuando alguien Ilega a un andlisis lo acogemos sin prejui- cios, sin saber, sin memoria, y lo acogemos en el comienzo de su camino de palabra con nosotros. Sin embargo, vino porque trope76, porque existe para él un hhueso, una piedra en el camino, Lo invitamos a hablar y lo que hos guia en la escucha es que existe en el camino de su palabra un hueso y anticipamos —tal vez la Unica anticipacién que podemos nermirienne— ane on nalahea oirard en tomo de ese hueso. en LEEEHEL LLL at EL HUESO DE UN ANALISIS 2 spiral, crcunscribiéndolo més y més cerca hasta esculpis, si ast puedo decir, exe hueso. Es la metéfora que se lee en los textos de Lacan cuando se trata de circunscribit, de cercar. Hay que pasar de a alegorfa ala légica. Digamos qe hay en elandlisis una operas reduecn, por cierto bien conocida en | EE.UU. donde’ los ablistas se los lama reductores de cabezas, los shrinks, Fenomenal percepcién de que hay una reduccién pre- sente en un andlisis, de esa reduccién al hueso. Qué es esa reduc- cién? ;Cémo procede? {Cudles son sus mecanismos? Qué obtiene como resulta~ do? Para aprender de lo que se trata en esta reduccién como operacién analitica pensé oponerla—es mi manera habitual de reflexionar—a la amplificacién significante. En el lenguaje hay un poder esencial de proliferacién, por eso opongo ampiificacion y reduccién. Tenemos de la amplifi- cacién un ejemplo paradigmético en el poema de Carlos Drummond de Andrade. Asistimos allf a la multipl.cacién de sintagmas idénticos, al incansable decir sin variacién. Yo mismo al comienzo practiqué la amplificacién significante. Lo escrito esté siempre prefiado de esas posibilidades, tam- bign el habla. Proliferan como malas hierbas. También puede observarse la amplificacibn en el registro del sentido, en el soni- doy también en la referencia. Amplificacin ep el plano del sentido: todo lo que se dice lificacign cp cl plano del sentido puede ser fnrerrogado sobre lo que eso quiere decir de modo tal que el habla que se explica esté obligada a proseguir sin fin, a complicarse, a enroscarse en si misma. La palabra bebe el senti- do, se deleita en él, como la tierra que, demasiado seca, nunca 2 JACQUES ~ ALAIN MILLER esté saciada, Cuando el sonido comanda la danza macabra, la palabra se desenvuelve al sabor de las asonancias, de las homofontas y el sentido la sigue como puede, por ejemplo, en la fuga de ideas caracteristica de la manfa. La palabra referencial esté también siempre sujeta a la amplificacién —tanto la palabra que describe como la que cuen- ta—animada de un movimiento virtualmente infinito y parece estar siempre en rettaso frente a lo que hay que decir. Los analistas saben bien de eso, de cémo el habla prolifera, cémo se amplifica. Hay, por ejemplo, en anilisis, aquellos que se acuerdan de todo, es que en ellos la palabra esté al servicio de la memoria, y con frecuencia hay una hipermnesia; tal sujeto se acuerda con lujo de detalles de! efecto que le produjo ala edad de dos afios que su madre haya perdido su chupete y para contar los pensamientos que tuvo en la ocasién, una sesién es muy poco. Se acuerda muy bien de todo acerca de su vida y nunca tendré tiempo de contarlo atin para un analista de la IPA, Es la Madame Funes si queremos hacer tna referencia al personaje de Borges. _Estan los pacientes que quieren contar todo lo que pasa, la palabra al servicio del acontecimiento; los cuatro suefios de Ta ~Toche precedente, lo que les dijeron en el trabajo, lo que respon- dieron, el accidente de coche en el camino y el tiempo de una sesidn no basta. Existen los que gustarfan de explicar todo, esto éno dela ra esta palabra al servicio de la ra lizacién, pala- bra que busca el por qué y da la respuesta para restituir el tejido “Borges, Jonge Luis: Funes, el memorioso, en Fiociones, Emecé Editora, Buenos Aires, 1990. EL HUESO DE UN ANALISIS 2B dela causalidad, Aquellos para los cuales la propia palabra es su propia opacidad, ¢s la palabra al servicio del misterio,Ta propia palabra como oriculo dicho porel Otro donde intentan leer sus verdades al descomponerlo. Memoria, acontecimiento, raz6n, mistetio son los vectores delamplificacign significante en el andlisis. No quiero hacer la tipologia de los analizantes, seria de mal gusto y no serfa de manera alguna exacto. Se tratarfa antes de enunciaciones, de modos de enunciacién que nutren la amplifi- cacién significance. No quiero impedirme decir que la amplificacién es bien conocida por la retérica clésica. Alli es explorada con el fin del bien decir, aquello que se llamaba precisamente la copia. Palabra latina que dio el sentido con el que utilizames la copia hoy cuya raizes copis que teenvia a ops, abundancia; habia una diosa que se llama asf, “Ops”, la Diosa de la Abundancia La copia es una virtud retérica, es la copia discendi —la abundancia en el decie—, el discurso elocuente que es siempre un discurso abundante en los cldsicos. Hay también una cortiente minoritaria que dice que debe- mos ser breves; es el estilo de Séneca, Tacito. Elocuencia es siné- nimo de abundancia, decir abundante que es propio de la maes- trla del orador, con capacidad de dar muchas palabras y encon- rar enel significante el recurso al significante. Miren el poema de Carlos Drummond de Andrade, él hizo este poemna con su piedra y su camino, ¢s decir con casi nada, sin embargo, es de una soberbia amplificacién significante, y debo decie, minimalista, Una vez enunciada, la piedra se torna el propio recurso del poema, el cuerno de la abundancia, su cornucopia, el Ye-& 24 JACQUES ~ ALAIN MILLER recurso desu abundancia. Alli Erasmo se distingue por ser el autor del Manual de la doble abundancia de palabras y copias®, manual destinado a ensefiar a escribir en latin de manera abundante. Hay mucho que decir sobre la abundancia. Me remiro a un libro muy itil de un erudico inglés, Terence Cave, autor de The Cornucopian Text ©, Oxford, 1979, quien hizo su estudio sobre la literatura francesa. La copia remitea la explotacién de recursos acumulados en el lugar del significante. Uno de los sentidos particulares de copia esel Thesaurus, de manera tal que la copia para nosotros, remite al gran A, que acabo de introducir como contraste con la reduc- cin, La redugcion 10 OJ cién analitiga se disi - siipsons alicisa se dirige a la ver requefio a. Fi bien decir analitico apunta ala reduccién, lo fnverso de la copia. El psicoanilisis realiza una operacién de re- duccién. si Me gustarfa estudiar esto como tema, el procedimiento, los resultados, son ellos el hueso de una cura, su kern, su mticleo, lo que hace su dificultad, lo que es preciso resolver y que tal vez sea concebido por los analistas de maneras diversas Entonces comencemos tomando la palabra reduccién, pa- labra usada por Freud a propésito del Witz. Es la operacién que consiste en explicitar, en descomponery enumerar los compo- nentes que entran en la produccién del efecto propio del chiste, En el chiste paradojalmente, la operacién reduecién se produce a partir de un texto més largo que el chiste y que en sf mismo no > Erasmo de Rotterdam, De duplici copia verborum ae rerum. © Cave, Terence, The Cormucopian Text: Problems in Writing in she French Renaisance. Toseeskar 1086 ela Hniversiny Proce EL HUBSO DE UN ANALISIS 2 es.un chiste, es un texto plano en el cual esos elementos conden- sados por los mecanismos del chiste se aislan unos de otros. En la cura la operacién reduccidn no es ésa, podemos incluso decir que ¢s una operacidn inversa. El sujeto analizante, de hecho, trae a la cura los elementos de sirhistoria, los vuelca, los enumera, puede hasta contarlos, cTementos de esa biografia surge alguna cosa que se parezca a Witz. Cuando Freud habla del chiste, aquello que llama reduccién es la descomposicidn de los elementos del mismo y eso, por su- puesto, dard un texto més largo que el chistes serfa entonces nece- sario, para explicar el chiste, explicar las palabras que estan even- tualmente condensadas. A veces es preciso explicar el contexto histérico y social del chiste y los mecanismos que lo formaron; eso ¢s lo que Freud llamaba reduccién. La operacién que digo de reduccién en el andlisis es lo con- cos desu Biograffa, uno a uno, los acontecimientos, los pensamientos y, trario. El material que el analizanve trac $01 bien decir como el del ~Tacan compara el pase con el Witz, identifica la estructura del pase con la del chiste. Aplicada también en la légica matemitica, la reduccién sir- ve para designar la operacién que permite reducir la extensién de las férmulas para calcular mds répidamente su valor de verdad. Elempleo ldgico de la palabra reduccién esta sin duda lleno de resonancias para aquello de lo que se trata en Ia operacién de reduccién propia al tratamiento analitico. Sobre qué incide la 6 JACQUES - ALAIN MILLER eI EL HUESO DE UN ANALISIS 7 operacién reduccién en una cura analitica? eS ‘Tomemos un ejemplo; un hombre que se llama Héctor Incide sobre el 8, es la reduccidn subjetiva que se coloca en cuenta su amor por Maria, cuenta suamor por Anay que dejé a un plano mas alld de la rectificacion subjetiva. El sujeto del que Marla por Ana, y luego cuenta su amor por Esther. Si bien cada Waarano SUPT Gue al inicio delseminario llamé ser hablan- FB hisroria es diferente, lo que aparece es que las tes presentan el te, El poeta es el sex hablante en su estatuto eminente. El sujeto mismo rasgo, que lastres son superponibles, y que los aconteci- es antes poema que poeta, Lacan lo indica asl sue EJ _mnientos obedecen en defintiva ala misma estructura, Podemos hablado. decir que la repeticién conduce a una operacién reduccién que ‘Sobreel posma subjetivo el psicoandlisis eliza un tipede Eg esunaformalizacion, endlisfyrextyal, tiene por efecto extraer el elemento patético a Las tres son mujeres de las que nunca esté seguro de su fin de destacar el elemento légico. Eg fidelidad y esa duda es determinante de la condicién de la elec- Mi intencién es entrar en el detalle de la operacién reduc- = cidn de objeto, de la condicién de amor. cién y para ello practicar distinciones sutiles, situar los diferentes . Por més diversas que ellas sean, presentan el mismo rasgo y mecanismos en juego y los resultados obtenidos y colocarlosen =H ——_ocupan paracelsujeto el mismo lugar. Un mismo lugar ocupado su lugar. Es la primera vez.que intento hacerlo asi, espero que se por personajes diferentes es el substratum de la experiencia anall- sostenga. EJ ica puesto fifo en dl inconsciente que se puede escribir con Ta Entre los mecanismos en juego en la operacién reduccién, ' Srmula de la funcién proposicional lc primer mecanismo sla repetiign. Laliberad dada lanali- geese—ay “rae suceen diferentes personas, como variable: zante de decir todo lo que quiere, la exhortacién que lo afecta Tandon por la regla analitica de no disimular lo que viene a su pensa- Sq Podemos de miento, ¢5 tanto més manifiesta cuando el sujeto es conducido a duccién que procede de la repeticién, En el fondo es la reduc- ir que ésta es, en esencia, la operacién de re- re-decir, a repetir lo mismo. Le damos toda la libertad de hablar cién proposicional: podemos decit que forma parte de la for- _y constatamos la reperici6n de lo.mismg. No es ficcidn, es un EAL Caacidn del analista saber operar esa reduccién proposicional, Recho, es aquello de lo cual esté hecha la experiencia en el divin saber reducirla a una constante, es decir, captar la funcién en Ke Spero y aquello que asistimos desde el silln, En el fondo es un saber Telacin a la cual existen las vatiables, Podemos decit que esa de los analizantes y de los analistas, que es as{ que eso ocurre, que : Teduccién ala constante ¢s la ¢ el sencia de la construccién en cl Jo mismo pueda surgir a partir de la produccién de lo diverso =I andlisis. Un paso mas consistirfa en encontrar el prototipo su- Esto sirve para retomar el tema de esta mafiana sobre lo puesto de las variables, cl personaje supuestamente original del Multiple y lo Uno —hago referencia al Congreso de miembros — cual derivan los otros personajes, variables. En el caso de Héctor de la Ercole Brasileira de Prcandlise hoy por la mafana. esti clato que el personaje prototipico es la madre. Baste pensar 28 JACQUES - ALAIN MILLER en los andlisis de Freud sobre a vida amorosa, pues precisamen- te lo que él resalta es el punto en comtin entre la madre y la prostituta alos ojos del nifio. Ella se ocupa de otro hombre y no de él, En el fondo la condicién de amor de Héctor lleva esa marca ed{pica y agrego, sin comentatlo, que decir simplemente: “es un celoso”, no resuelve nada. til) El segundo mecanismo después de larepeticiénes a con- vergencia. La cura hace aparecer que los enunclados del sujeto Convergen én un enunciado esencial. Decir uno es una simplifi- ‘cacion pues puede haber varios enunciados esenciales en un and- lisis. Aqut pueden presentarse dos casos. Puede suceder que este enunciado esencial se destaque en el propio discurso delanalizante y que se hable de alguna cosa que nunca se olvid6, algo que fue dicho y que se inscribié para siempre. Que siempre determind todos los percances de la existencia, alguna cosa dicha que pudo tomar valor de ordculo, ya sea que se haya dedicado a verificarlo © precipitado a desmentirlo, Es claro como para el sujeto tiene relacidn con laexpectati- va de sus padres respecto de su sexo. Si el sujeto fue deseado como vardn y nace nifia, 0 tiene consecuencias que marcan; si no fue deseado, este enunciado es la marca més dolorosa que existe. Con certeza eso no se puede generalizar, pero en un andli- sis vemos los efectos sorprendentes, impresionantes, de la ins- cripcién de alguna palabra dicha en la historia del sujeto. Elanalizante, aveces, conoce este entinciado prevaleciente desde su entrada en anilisis y, poco a poco descubre hasta qué punto ése es el enunciado mis verdadero que puede saber. Trae la marca de este enunciado y descubre, entonces, que los avatares de su vida son reductibles al efecto de este decir. Puede ser un EL HUESO DE UN ANALISIS 29 enunciado de los personajes que encarnaron el gran Otro para él, sea bajo la forma de un imperativo, “/Té debes!”, sea bajo la forma de una afirmacién eternizada “Tu serds siempre eso” y otras veces tuna palabra anodina que toms resonancias excepcio- nales. A veces, puede también ser por un equivoco, por una homofonia oftecida por la lengua. Hay otra variante sobre esa nibrica. El caso en el que el enun- ciado sobre el que el discurso converge no es producido por el ‘nalizance, Es cl analista quien debe producto como interpreta- feel caso de una interpretacién inolvidable, a veces tinica, y que el analizante conserva de su cura analitica Por tanto el segundo mecanismo que afslo de la operacién reduccién es ese enunciado de convergencia que ¢s el significante amo del destino del sujeto. ‘Mafiana continuaré con otros mecanismos de la operacién reduccién. ‘Cartos Epuarno Leat (EBP-Rio de Janeiro):— Querfa inicial- mente agradecer esta bellisima exposicién, principalmente sobre el ‘poema de Carlos Drummond de Andrade y enseguida preguntar si podrlamos colocar al pase como siendo aquello que concierne al tinico punto de resolucién de la paradoja entre la piedra y el cami- no, entre el yo y el ser; si el pase es el consentimiento del yo y al mismo tiempo la continuacién del camino, 0 atin. La cuestién del pase es claramente ésta: como dejar de ira 30 JACQUES - ALAIN MILLER ver al analista de la buena manera. Precisar esa buena manera exige tener una idea més compleja, més refinada del hueso de una cura. Lacan presenté varias formas, varias concepciones de este hueso, Mafiana voy a ver una manera de orderiarlas, no so- lamente para poder colocarlas de modo diacrénico o sincrénico, sino para tratar de captar bien la ldgica de lo que se trata. Pienso haberlo encontrado precisamente con la f6rmula de la conver- gencia y esas distintas maneras de concebir el obsticulo y el franqueamiento del obstaculo. Esto es lo que trataré de presen- tar mafiana, ANGELINA HARaRI (EBP-San Pablo):— zPodréamos pensar en des- doblar igualmente los mecanismos de reduccién en relacién al matema? Me parece que mafiana podremos examinat y resituat al- gunos matemas de Lacan que dan testimonio de la operacién reduccidn. No debemos olvidar por ejemplo, la extrema com- plejidad que tiene en Melanie Klein la nocién de fantasia que a veces parece terrorifica, extremadamente complejay que Lacan traté de presentaren una formula tinica y muy simplificada des- tacando sus dos elementos fundamentales. Ciertamente esto tes- timonia bien el tema de la reduccidn, porque el matemaes una formalizacién reductiva. Sin embargo, no se trata de ir mds alld de los matemas sino més bien de entender la motivacién légica que los sustenta. Lacan precisé de mucho tiempo para la realiza- cién de este trabajo y en el que creo haber dado un pequefio paso mis. EL HUESO DE UN ANALISIS 3I Dominique FINGERMAN (EBP-San Pablo):— En una nota de Lacan en el seminario “El acto analitico” hay una frase que dice —y pienso que él tiene razén— “el andlisis, eso hace alguna cosa” yun poco mds tarde, dice “la poesia, eso hace alguna cosa”. Mi cuestidn es a propésito de ese ‘eso hace alguna cosa’, de la diferen- cia entre ellos que usted subrayé hoy. gSerd que podemos decir que en el andlisis ese “eso hace alguna cosa” es del orden del acto, de lo performativo en el sentido de Austin, cuando decir es hacer; y del lado de la poesia es del orden del hacer es decir? Para retomar su alegoria, ;serd que podemos decir que la poesia es hacer un camino apartir de una piedray el andlisis hacer una piedra a partir de un camino? Hay en su propia pregunta una distincién interesante que se podrfa pensar. Lo cierto es que el analista —es la cuestién de 1o se mueye. Hace algo muy importan- te, hace de piedra, pero hacer de pie cil dado que elser hablante no es normalmente una piedra, al contratio, Se iueve por todas partes, Entonces Ta escuela de psicoandlisis serfa una escuela de piedras, de cémo hacer bien de piedras. suacto y de su hacer Mineralizacién del analista: tratamos de hacer algo distinto en el Campo freudiano. Las cosas que se mueven son las cosas que caminan y yaes muy dificil estar en su lugar y eso trae algunos efectos patoldgi- cos en los analistas después de quedarse horas haciendo de pie- dras, A vec tumbre y la capacidad de hacer y eso es peligroso. Lo que me parece mucho mis grave es la peligtosidad del andlisis para el analisca y también, trataré de decirlo, para el analizante, porque necesitan moverse un poco si no pierden la cos- 32 JACQUES ~ ALAIN MILLER con toda esa operacién de reduccién llegar hasta su propia pi dray no conseguir franquearla, vivir con su piedra es algo pesa- do para ély también para los demds. Quiere decir que para hacer eleccién de piedras hay que hacer una distincién después del pase, y €50, finalmente, se parece para algunos a la entrada de los jesuitas, alo que le conviene a cada uno. ‘Anta Leserne (EOL-Argentina):— Si he seguido su desarrollo, ‘podemos pensar el camino del analizante, como el camino hacia el (pase, yen el pase mismo nos encontrariamos con una reduccién del tiempo. Una conexién entre tiempo y real, ya que no se trata de una dimensién de duracién lineal como la descripta entre naci- miento y muerte, ni tampoco un tiempo de eterno retorno, ni un tiempo de resroaccién. Tampoco se trata del tiempo de “Funes el memorioso”, que usted citaba, a quien describir un dia le llevaba un dia entero, en tanto no hay olvido, Es decir que la reduccién del tiempo tendria el valor de constante, en el sentido que la re- duccién del tiempo de sesién implica la posibilidad de que la se- cuencia del descifiamiento del inconsciente llegue a un punto de detencién, ya que todo desciframiento es un ciframiento, Se trata- ria del manejo del tiempo por parte del analista, como conexién entre el circuito del significante y el circuito pulsional. Manoet DA Morta (EBP-Rio):— Retomando la pregunta de Dominique, dea referencia de Lacan diciendo que la poesta hace alguna cosa, mi pregunta dice respecto al efecto que produce la poesia sobre el sujeto que escribe. Esto es, tomando el ejemplo de ‘Lacan al respecto de Sade: “Il n'etait pas dupe de son fantasme’, la pregunta es la siguiente: si exsten efectos de atravesamiento en el ‘escrito literario, principalmente en el escrito pottico, que pueden LLTiftHtt titi EL HUESO DE UN ANALISIS 33 ‘er colocados en correlacién con el andlisisy que no van apenas en la direccién de la redundancia, de la amplificacin. Si la poesia pue- de caminar también en un atravesamiento que signifique reduc- cidn, si es posible pensar en algo de ese género, sila obra pottica que es una obra literaria, como Lacan dijo de Joyce, produce un efecto equivalente al final de un andlisis, si eso puede significar una poe- sia més alld del caso Joyce. Ciertamente toda la literatura tiene esa amplificacién y en este poema habfa un efecto de amplificacién, o mejor, a ampli- ficacién es un mecanismo, un procedimiento de la retérica, muy distinto de la retdrica de convencer al otro que es muy distinto dela literatura como tal. Ciertamente la literatura moviliza otros mecanismos ademis de la amplificacién. Por otto lado, estoy de acuerdo con lo que usted dice. EL HUESO DE UN ANALISIS 35 Dos StvutLvo sobre mis pasos de ayer a la noche veo esto: parece que introduje, aqui en Salvador, un nuevo éngulo, ni mds ni menos, tun nuevo dngulo respecto de los fundamentos de la préctica analftica. Intento considerar su método y su resultado en una perspectiva inédita. Es una perspectiva que se presenta como una cierta generalizaci6n. No estoy hablando del final del anli- sis —o al menos no estoy haciéndolo explicitamente. No ha- blo, pues tenemos soluciones prontas; eso es exactamente lo que me gustarfa cuestionar: nuestras férmulas, los slogans, que nos gulan, ademds en la préctica del anzlisis y en la practica del pase No queria desvalorizarlos completamente, tampoco, pero me gustaria volver a pensarlos, repensar la l6gica que nos conduce y, por eso, creé un concepto bien general, que someto a prueba: la operacion de reduccién. Me pregunto cusles son sus procedi- mientos y sus resultados. Me parece que este concepto general me permite reagrupar 36 JACQUES - ALAIN MILLER conceptos y datos bien conocidos y revelarlos bajo una nueva J, {ue como solucionesal problema que formu righ) No voy a explicar, otra vez, lo que dije anoche sobre la rv repeticién y la convergencia. Voy a tomar el tercer mecanismo dela operacién reduccién que aqui llamo: evitacién. De hecho, €s un concepto que viene en oposicidn a la repeticidn y a la convergencia y, al mismo tiempo, son ellas mismas, la repeti- cién y la convergencia, las que hacen posible este mecanismo de evitacién, Un ejemplo bien simple y conocido que extraigo de los Escritos de Lacan —felizmente traducidos integralmente de ahora en adelante en el Brasil—, me refiero a la introduccién del “Seminario de La Carta Robada’, y patticularmente la red de Lacan articulada por los aByS. Es un esquema que pone en evi- dencia la repeticién. Tal vez no sea imutil que retome su cons- truccién, simplificéndola. La aparicién de los significantes en la asociacién libre puede representarse por una serie aleatoria de simbolos (+) y simbolos (-). Piensen, por ejemplo, en el juego de la moneda que cae cara o cruz. En este nivel el (+) y el (-) aparecen, en cada caso, al azar. Si arrojo una moneda ignoro de qué lado vaa caer. Atin sabiendo el resultado de la jugada prece- dente la jugada siguiente es imprevisible. Existe la probabilidad que nos ensefia, gracias a la matemdtica tanto como a una expe- riencia obstinada, que cuanto més aumenta el numero de juga- das, la propoi in entre (4) y (-) tenderd a aproximarse a la mitad, Por otto lado, no es justamente equivalente a la emer- gencia de una sintaxis que se produce desde que se reagrupan los simbolos (+) y (~). Entonces supongan que arrojo una moneda que cae de un lado o del otro al azar y marco un lado (+) y un lado (-). Puedo obtener al azar la sucesién siguiente: FI. HUESO DE UN ANALISIS 7 ter ten Enseguida viene la operacién de ciframiento. Simplifico mucho el razonamiento de Lacan. Puedo llamar aa la sucesi6n (+ +), puedo Hamar B a la sucesi6n (+ -), a la sucesién (- +) Mamarla y, y a la sucesién (— -) la llamo 8. Ha (+-)B CH (8 Entonces, sustituyo una combinacién de dos s{mbolos por un solo simbolo que, de alguna manera, es su nombre. Bien, si parto de la secuencia aleatoria que escribf en el pi- zarr6n, para (+ +) escribo a, para (+ -) escribo B, para (- +) esctibo y, para (+ ~) esctibo B y para (- ~) escribo 8. eoy 8 mom t$—-4-- LI us BB Entonces de alguna manera sustituf una primera serie aleatotia por una segunda que la nombras la segunda depende de la primera. Si la cafda de la moneda es diferente debo escribir, diferentemente, la segunda serie. La serie B, depende de la serie A que es la obtenida puramente al azar. 38 JACQUES ~ ALAIN MILLER SERIE A SERIE BY aoByp Ss A pesar de que la serie B depende de la serie Ayla serie B cbedecoalenesmioneee-quelepsimera no obedece a levalguna sla paradoja: quel serie dependiente tenga una ley mientras la “Undependientgng la tiene. La Tey sintdctica a la cual obedece la Segunda serie es muy simple de escribirse: partiendo del punto a que tiene (+ +) la serie puede continuarse en (+) de tal manera que escribo un vector que se cierra; esta serie de (+) se puede romper por un (-), quiere decir que puedo ir de a af. B no puede repetirse a s{ mismo ya que si después de un (-) tenemos otto (~) eso nos conduce a6 y si después del (-) tenemos un (+) esto nos conduce ay. Si continuamos examinando los lazos de ‘yd podremos completar este grafico de la siguiente manera: A Boy Ns tt-t-- Este es el gréfico que determina todas las escrituras posibles de la serie ay8 y que determina, por ejemplo, que podamos tener una larga serie de a que podrfa continuar infinitamente, pero si acaso se detuviese, sélo podrfa detenerse en un B, porque no hay otro vector que partiendo de a no vaya.a B (aca); pero no puede haber dos B. Después de B no se puede tener sino y 0 8. Entonces obte~ EL HUESO DE UN ANALISIS 39 nemos una verdadera sintaxis que determina una escritura mien- tras que en el punto de partida tenfamos una serie en la cual el (4) yel ©) podian estar en cualquier orden. Basta este razona- miento para poner de relieve que existen escrituras imposibles; por cjemplo que después de un a no se encontrard nunca dizec- tamente un 8. El camino més corto entre a y 6 pasa necesaria- mente por B. Entonces podemos escribir el gréfico inverso que es el gré- fico de lo imposible de la sucesi6n: voy a escribirlo conservando los mismos nombres en las diferentes posiciones; el gréfico in- verso muda el sentido de todos los vectores ¢ igualmente son los otros puntos los que permiten una reflexidn; esa alternancia aqui ¢s vertical mientras que en el primer gréfico era horizontal. JN Ce |} 1D NZ Lacan quiso demostrar con un razonamiento de este tipo, perfectamenté elemental, la emergencia de lo imposible a partir del azar. Por ejemplo, ustedes nunca van a tener a3 0 85 no pueden pasar de «a sin la condicién de que aparezca al menos tun B entre los dos términos. Vale la pena reflexionar un poco sobre este tipo de fendmeno. Por ejemplo, si por convencién se representa la relacién sexual por la sucesién deo ¢ 8 estamos obligados a concluir que tun elemento significante debe interponerse entre los dos para que la relacién sea posible (a8). En un otro momento de su ensefianza, Lacan determina ese significante con el falo () al 40 JACQUES ~ ALAIN MILLER que podemos darle un valor diferente segtin se trate de la rela- cién del hombre a la mujer (oi/8) 0 de la relacién de la mujer al hombre (8//a) yen ese caso es un y que se interpone (bya). Por lo tanto es otra definicién del falo la que entra en cuestién en este momento en la construccién de la ensefianza de Lacan. als bila aps bya Sélo estoy presentando esta construccién a titulo de ejem- plo de la evitacidn. Existen sucesiones que no pueden aparecer, como si la maquina significante las contornease. Eso es exacta- mente lo que Lacan, en los Escritos, llama “kaput mortem” del significante, su cabeza de muerto, su calavera, el hueso de esa méquina significante, el residuo imposible del funcionamiento dela repeticién. Es como si el grafico inverso escribiese aquello que siempre evita la repeticién, como si lo més importante a repetirse fuese la evitacién. El grafico tal como lo escribi representa la repeticién bajo Ja forma de un saber; Lacan llama saber a alguna cosa del orden de ese grafico. Podemos también decir que ese grifico representa la convergencia. Y, podemos hacer de ese grafico el significante amo de un sujeto, el que prescribe lo que éste puede o no decir. Este gréfico representa la repeticién, la manifestacidn de los ele- mentos que se repiten; representa la convergencia. El propio gri- fico es ese elemento tinico que da la ley y el principio que dever- minan lo que Lacan llama: una frase que modula la eleccién de EL HUESO DE UN ANALISIS a un sujeto sin que él lo sepa y a largo plazo. En tercer lugar, representa la evitacién, esto es, que en todos los casos hay ele- mentos que no aparecen, elementos cuya evitacién se repite. De la misma maners, en una anilisis, esto aparece bajo la forma de la asociacién libre. No hay que fascinarse simplemente con la repeticién y la convergencia, con la constante de la presencia, pues existe tam- bién la repeticién de la ausencia, de la evitacién, de aquel con- torno que se constituye para el sujeto como una piedra donde topieza, Situando la evitacién del lado de la repeticién y de la convergencia comenzamos a entrever otra dimensién de la cues- tidn. Repeticién y convergencia designan en la experiencia anali- tica la reduccién a lo simbélico: la reduccién del discurso del paciente, aleatorio, confuso y abundante, a formas simbélicas elementales, Pero hay algo més, esa evitacién que no esté en la presencia pero que introduce otra reduccién que aqui llamaré: reduccién alo real. Abordamos otro plano de la reduccidn psicoanalitica mas alld de la reduccién simbélica, més allé de la evidencia de f6r- mulas comprimidas, de la emergencia de esos oréculos particu- lares a cada uno, que la experiencia analitica permite hacer surgit. Es verdad que cada uno esté marcado por una frmula simbéli- «a, pero hay més. Tal vez podamos abordar este plano del més allé formulando la siguiente pregunta: zpor qué tal palabra del Otro, tal palabra del padre, de la madre, de algiin otro, tomé un valor determinante para el sujeto? Por qué tal malentendido, tal homofonta en la lengua? ;Por qué eso acerté en el blanco para un sujeto? Esta cuestién se ubica en otro plano, en uno bien diferente a aquel de nuestras méqi as. Hasta este momento 2 JACQUES ~ ALAIN MILLER estibamos en el plano de la articulacién significante, podfamos fornalizar los términos que se repiten, los términos que conver- gen, los que son evitados, tachados, sustrafdos. En todos los casos se trata de la misma cosa. Aqui, ademés, el imposible apa- rece exactamente como el revés de la méquina repetitiva y con- vergente. En todos los casos se trata de una reduccién alo nece- sario —es decir que estamos en presencia de términos que no cesan de escribirse, que es la versi6n que ha dado Lacan de la necesidad— y a lo imposible, correlativamente —es decir a lo que no cesa de no escribirse y es lo que nos da en particular el grifico inverso. El primer grifico nos da lo que no cesa de escri- birse mientras que el segundo nos da lo que no se puede escribii Sea del lado de lo necesario o del lado de lo imposible estamos en la misma dimensién Iégica y deductible. $i Romildo, por cjemplo, esctibe en este papel, al azar, a... B... puedo colocar esta linea en la m4quina y la méquina me dir4 si puedo 0 no escribirlo, si es legitimo o no. La mdquina puede responder; justamente, en el anilisis, la maquina no puede responder. Cuando nos preguntamos por qué tal término x, tal signi- ficante, tal expresién, tal palabra gana tanto valor para el sujeto se trata de otra cosa. De ninguna manera llegamos a lo necesario y alo imposible. ;Por qué para tal sujeto su nombre propio tiene un valor fundamental en su existencia y para otro no tiene ninguna importancia? Cuando nos preguntamos por qué tal tér- mino tiene tal valor en el psiquismo de un sujeto, siempre nos remitimos a la contingencia, a la contingencia de una historia particular, justamente a alguna cosa que, en los términos de La- can, cesa de no éscribirse. Desde que nos preguntamos por qué para tal sujeto tal significante tiene un valor fundamental, nada EL HUESO DE UN ANALISIS B podemos deducir pues estamos delante de una contingencia, al- guna cosa que fue encontrada y aunque podria haber sido de otra manera, en ese nivel sélo pudo ser asi. jAtencién! Porque todo lo que concierne al andlisis —el goce, el modo de gorar, la emergencia de un modo particular de goce para un sujeto— todo eso dice respecto de la contingencia Y no, justamente, de lo necesario ni de lo imposible. jLlega a ser increfble hasta qué punto en el ser humano todo lo que se rela- ciona con su goce esta verdaderamente abierto al encuentro! {Hasta qué punto eso no esté programado? Hay, verdaderamen- te, una falla de programacién a nivel desu goce. Es cierto que el ser humano estd programado para desenvolverse de cierta mane- ra en el plano fisico, por ejemplo, estd programado para usar, a cierta edad, el lenguaje;a tal punto que Chomsky considera que cl lenguaje es un verdadero érgano que, en un momento dado, brota en el cuerpo. Pero, en fo que tiene que ver con el goce, no hay programacidn. Existen cosas que parecen programadas, po- demos hablar del despertar sexual en la adolescencia, pero en lo que hace verdaderamente al goce particular de cada uno, se trata dela dimensién de la contingencia. Podemos decir que esto se ubica con gran relieve especialmente en la perversién, en la que el sujeto de buen grado alega un mal encuentro primordial. De la misma manera en el neurético, en la formacién de los rasgos de perversién, se ve la presencia de la funcidn del encuentro con- tingente. Me parece esencial aprender a distinguir esos dos registros, el registro de lo necesario y de lo imposible, en los que se ais la f6rmula simbélica y el registro de la contingencia en el cual se sitda la experiencia de goce. Esto no era ignorado por Freud de “4 JACQUES ~ ALAIN MILLER ninguna manera, sino que era, justamente, lo que él Ilamaba el factor cuantitativo (Das Quantitativ Moment). El factor cuanti tativo, segtin Freud, designa exactamente la investidura libidinal que la estructura neurética es capaz de captar cuando se trata de la neurosis. En el fondo, Freud distingu‘a la estructura, la for- macién significante inconsciente y la libido que esas formacio- nes significantes eran capaces de caprar; ¢s lo que llama: investi- dura (Beseteung). Podemos formular, puesto que es asf como ocurre en la experiencia analitica, 0 por lo menos, es as{ como llegamos a conceptualizar esa experiencia, que entre la articulacién y la in- vestidura, que entre la articulacién significante —es decir el sa- ber tal como lo representamos hace poco— y la investidura libi- dinal, existe un hiato, una falla, una ruptura de la causalidad. Una articulacién es una construccién formal, jamés puede por s{ misma indicarnos el valor de goce que el sujeto le otorga. Me arriesgo a decir que no podemos deducis, de una articula- cién significante, la cantidad de investidura libidinal que capta hacia s. Vale la pena derenerse un poco en este principio, ya que es justamente con el significante que hacemos célculos. Podemos, siguiendo a Lacan, intentar calculas a parti del significante los efectos del significado; es lo que Lacan presenté como metifora y metonimia, Metéfora y metonimia son dos modos del signi- ficado que dependen de dos tipos distintos de articulacisn signi ficante. Esto llegé a parecer la esencia del lacanismo: que se pu- diese situar el significado como una funcién del significante; segiin tengamos una combinacién 0 una sustitucién, tendre- EL HUESO DE UN ANALISIS 6 do. Fue eso lo que Lacan explicé como metéfora y metonimia. Lacan tenta la idea de que, en funcidn de la articulacién signifi- cante, podria calcularse el lugar del sujeto que se deduce de alli: fiS) +s El principio que formulo, a partir de la experiencia y apo- yado en Freud, es que no hay célculo de la libido. Hay céleulo del significado, hay célculo del sujeto pero no hay célculo dela libido, Seguramente en Freud hay una disyuncién; por ejemplo, cuando él habla de la histeria, observa que los fantasmas deriva- dos de las pulsiones reprimidas pueden ser tolerados, durante mucho tiempo, junto la vida psiquica normal y sin perturbarla, 0 sea, sin efectos patogénicos, hasta el momento en que estos fantasmas reciban una sobreinvestidura (UberBeserzung) causa- da por lo que él llama una revolucién de la economia libidinal (Unschwung). Esta es una palabra muy graciosa para comentar. Entonces, puede muy bien haber articulacién significante del fantasma en la histeria, durante mucho tiempo, y eso no impide vivir muy bien, no provoca ningiin disturbio; en un momento determinado, se percibe que esos fantasmas son acti- vados, investidos, y empiezan a perturbar la existencia del suje- to. Si Freud habla de revolucién, es para decir que no hay una relacién de causalidad evidente sino que, precisamente, entra alli una contingencia. No es como la pequefia maquina que gira con sus significantes, es de otro orden, de otro nivel, de otra perti- nencia que el cardcter invariable de la repeticién y la convergen- Eenarn nna cera ce camnrenda noraue introduce una nue 6 JACQUES ~ ALAIN MILLER va problemética. Vimos, sin mucha dificultad, lo que puede ser la reduccién simbélica, pero ;qué decir de la reduccién del fac- tor cuantitativo en el anilisis? ;Qué se puede decir de la desinvestidura de las articulaciones significances patogénicas? Esta es una cuestidn verdaderamente dificil que, con certeza, no per- tenece al mismo orden de la reduccién significante. En primer lugar existe una reduccién ala contingencia y no ala necesidad, una reduccién al encuentro y hasta al traumatis- mo, que es el modo normal de la intrusién del goce en el ser humano. En segundo lugar, la reduccién de esa contingencia, la reduccién cuantitativa propiamente dicha, no es nunca sino del orden de lo posible, es decir que en un momento dado cesa de eseribirse. ‘Me parece que alli se inscribe el acto analitico y se juega su destino. Exactamente, en el margen, entre la reduccién signifi- cantey la reduccién cuantitativa. All{ se inscribe el pase a titulo de posibilidad. ‘Tomemos, por ejemplo, la obsesidn. El sujeto es retenido por determinadas formulas y la cuestin no es tanto aislarlas, sino saber cbmo llega él a ceder el goce que estas formulas apor- tan, Como dice Lacan, es necesatio que acabe por ceder, pero no podemos deducir esa cesién. Se introduce aqui, un tiempo que no es calculable, es lo que se constata también en los relatos de pase. Existen sujetos que elucidaron su repeticién, que cifieron cl significante de su destino, pero a pesar de eso su andlisis no estard terminado en la medida en que ellos no cedan el goce que permancce fijado a esa repeticién y a ese significante. ‘Aqui hay algo a pensar teéricamente. Hay que pensar la FL HUESO DE UN ANALISIS a atraccién de la libido por la articulacién significante. Hay que pensar elsignificante més la libido, esto es, la investidura libidi- nal del significante y, también, la separacién del significante y la libido, el significance menos la libido, lo que Freud denomina- ba desinvestidura. Por lo tanto, lo que debe ser pensado es la conexién entre el significante y el goce. {Cémo la pensé Lacan? Espero que el Angulo que abro per- mita reordenar los datos bien conocidos de su ensefianza. Primeramente, Lacan pensé que era suficiente postular que era la imagen la que atraia libido y no el significante. Exacta- mente, esto es lo que el primer Lacan se meta trabajando para explicar. Claro que es muy ttl distinguis, en la préctica analiti- a, lo imaginario y lo simbélico. Pero, desde al punto de vista en que aqui abordamos la préctica, podemos decir que la libido satura al significante, que la libido imagineria bloquea por su inercia el buen funcionamiento de la méquina significante. Por Jo que ¢s una solucién rudimentaria, y nada conforme a la expe- riencia. Por eso Lacan la abandons. En segundo lugar: ;cémo abordé Lacan la conexién del significante y del goce, que aqui encontramos como el proble- 1? En el fondo, buscé la solucién por medio de la identificacién. La identificacién, es ma mayor de la operacién reducci como un traje mal cortado, pucs de un lado esté Ja imagen y del otro el significante. Lacan pensé que podia resolver el problema que formulamos imaginando que aquello que capta la libido es tuna imagen significantizada, lo que llamé en alguna oportuni dad un significante imaginario, eso que atrae y fija al sujeto en fancién del goce que le permite. Es lo que denominé: identifi- cacidn filica. Es una bella solucién, hay que decirlo. Consiste en 8 JACQUES ~ ALAIN MILLER responder, al problema freudiano, diciendo que existe un signi- ficante especial, que en lo simbélico, atrae la investidura libidi- nal. Lo dijo a partir del deseo, set el falo tiene el valor de ser deseado por la madre. Después denominé al falo como significante del goce. Pero Jo que importa es que hizo del fale el significante investido, el significante eminente més el factor cuantitativo que atrae la libido y conduce por eso mismo al sujeto a colocatse bajo su primacfa. Hay una tercera solucién y debo decir que hasta ahora es la més popular, a solucién clésica, aquella con la cual funcionamos nosotros mismos. Es la solucién por el fantasma. El fantasma es l lugar por excelencia donde se juntan el significante y el goce. Es tuna buena solucién porque en él se juntan lo imaginario, lo sim- bélico y lo real. El fantasma es en si mismo una representacién, tuna escena del orden imaginario, esuna articulacién significante donde esté presente el sujeto del significante yes, atin, completada por un monto libidinal marcado pos el pequefio a—escribo para aquellos que ain no escucharon hablar de esto, la férmula de! fantasma: ($ 0 a), el sujeto tachado en su relacién con cl monto libidinal lacaniano, que se escribe pequefio ay que es, de alguna manera, la representacién del factor cuantitativo freudiano. Pode- mos decir que esta escritura, en s{ misma, pone de relieve el cardc- ter heterogéneo de dos términos que tienen dos fuentes distintas, den lado, el significante y, del otto, el factor goce. Entonces, enumerando esos tres momentos en Lacan, ima- ginario, identificacién y fantasma, doy los tres estatutos, las tres formas del hueso de una cura que nos dejé Lacan y, al mismo tiempo, las formas de desinvestidura que dl artculé, Inicialmente, la reduceién de lo imaginario bajo la forma de un franqueamiento EL HUESO DE UN ANALISIS 9 del plano imaginario, la reduccién de las identificaciones, espe- cialmente de la identificacién falica concebida como una calda, yen tercer lugar, la reduceién del fantasma concebida como un atravesamiento. Dice esto cémo puede el sujeto desprenderse del goce que lo retiene en lo imaginario, que lo retiene en la identificacién filica 0 que lo retiene en el fantasma? Por el simple hecho de construir esta serie a partir de mi pregunta, percibimos que es necesario generalizarla y que es preciso tomar estas soluciones bajo un nuevo dngulo. Esto me lleva a decir que hay alguna cosa, una x que se presenta bajo la forma de un imaginatio a franqueas, bajo la forma de una identificacién que debe caer, y bajo la forma del fantasma que debe ser atravesado. Son tentativas diferentes de cefiir esa x, Esa xtiene un nombre, un nombre que Lacan le dio, uno que frecuentemente subrayé, puntué, pero sin llegar a po- nerlo exactamente en su lugar. Esta xes el sentido gozado (ouis- sens) y viene de una consideracién muy simple. Lo que tal vez sabemos mejor es que el significante tiene un efecto seméntico. Es lo que escribt: AS) — s. Entonces la hipétesis para responder a la cuestién freudia- na—a la observacién de Freud acerca de la que hice una pregun- ta, la ruptura dela causalidad entre la articulacién significante y el goce—es que la libido viene a investir el efecto semnéntico del significance, viene a asociarse a este efecto; esto es lo que Lacan llamé sentido gozado, es la investidura de la significacién. Lo que es vilido tanto para lo imaginario como para la identifica- ci6n félica y el fantasma. Entonces, gcémo pensat la investidura libidinal de la signi- 50 JACQUES ~ ALAIN MILLER ficacién? Porque algunas significaciones tienen un valor excep- cional y determinante para un sujeto. Voy a dar un ejemplo. Tomemos el més comiin, esta significacién deli “ser exeluido” isa, exquisita: . Es verdaderamente la significacién més comin; no podemos decir que se trata de una investidura particular pues ¢s un universal, y es por eso mismo que la tomo como ejemplo ya que dice algo para todos. La exclusién es el estatuto original del sujeto —es lo que el matema de Lacan $ esctibe. El sujeto se produce como (-1) y la libido inviste de manera electiva ese (- 1). Es evidente que es en la histeria donde constatamos el goce de no estar nunca en su lugar. El goce es eventualmente doloro- so yes claro, es el goce de no tener lugar. Atin cuando lo tiene no se lo dieron de la buena manera. Es el goce de ser no clasificable. Vemos al sujeto en lo simbélico esforzarse en verificar de todos los modos posibles que él es rechazado, que lo separan de su lugar. Esta exclusién, ese (-1), puede encarnarse en el cuerpo como vértigo o en la pérdida de sentido. El (-1) no estd menos investido en la obsesién. Allf toma la forma de la retraccién voluntaria del sujeto, su retraccién en relacién a todos los otros, su autoclausura, en un lugar que se construye como una fortaleza que lo protege de la intrusién del otro, al precio de aprisionarse a s{ mismo. En esa fortaleza, pue- de gozar sélo de su soledad bajo una forma que puede compor- tar el goce masturbatorio. Por lo tanto, presento aqu/ la histeria y la obsesién como dos modos de investidura del (-1), el primero bajo el modo del desvanecimiento y el segundo mas ficilmente bajo el modo de la densidad del ser. De un lado, el acento en la falta en ser y del otro, el énfasis en el suplemento de ser. Y si fuese nuestro tema EL HUESO DE UN ANALISIS 5 podriamos deducir dos conductas esenciales, en la histeria yen la obsesién, por un lado, la intriga que esté en todo lugar y, por lotto, la obstinacién malévola. Podemos incluir aqui, a psico- sis paranoica, en la cual la significacin de (-1) se inviste como set aparte, ser excepcional, debatiéndose contra la hostilidad universal pero, a pesar de eso, prometido a un destino incompa- rable. Estos son ejemplos de investidura libidinal de una signifi- cacién. {Cual es la idea de Lacan sobre esto? Pensar la significacién libidinalmente investida bajo el modelo del célculo de significa- do. Partiendo de nuestra férmula (AS) ~ s], producimos el significado, el efecto de significacién, bajo un modo calculable. Esto nos lleva a admitir que el efecto de significado se deduce de una articulacién significante. Estaes la esencia de lo que Lacan inguié como metéfora y metonimia, como ya lo he dicho, indicando que hay dos modos posibles del significado, uno marcado por un (+) y otto por un (-), segtin que la significacién emerja en la metéfora o quede debajo en el caso de la metoni- mia ® AS) > s Oo En cierto modo, Lacan distinguié otros dos efectos de sig- nificado, ya no en referencia a la retérica. Entonces propongo: Lacan distinguié un efecto neutro del significado, un efecto no investido libidinalmente, efecto éste que nos permite hacer fun- cionar nuestro pequefio esquema: cfBy6 libremente, sin ocupar- 52 JACQUES - ALAIN MILLER nos de la libido. Ese efecto neutro del significado es lo que escri- bimos como funcién del significante que conduce al sujeto ta- chado: AS) > 8 De hecho, el sujeto tachado es concebido por Lacan como el efecto no libidinal del significante y, por la mejor razén del mundo, se trata de un sujeto muerto; el sujeto que esté presente en el gréfico de «376 es un sujeto radicalmente separado de todo goce. Por esta razén, Lacan estuvo obligado a colocar, al contra- rio, un efecto investido del significado, que es precisamente lo que llamé objete pequeiio a. fS) +4 Esto ya no es metéfora y metonimia, sino efecto neutro y efecto investido del significante. Son dos efectos que estén re- unidos en el matema del discurso del Amo, donde de hecho encontramos la articulacién significante (S1 ~ $2) yen la linea inferior los dos efectos antinémicos del significante, el efecto muerte, el efecto de mortificacién significante (8) y del otro lado, el efecto goce (a), que supone la vida. S39 3 a Es también, lo que permite percibir la necesidad de la r- mula del fantasma que conjuga los dos efectos ($4). Por eso, Lacan nos explicé que es justamente en el fantas- EL HUESO DE UN ANALISIS 3B ma que la libido se articula al efecto de significante. El fantasma esel lugar por excelencia dela investidura, ése es el hueso de uria cura, la piedra del camino analitico de la palabra. Es allf, nos explicé, que se desarrolla en el andlisis el destino de la desinvestidura del cual depende el final del anzdlisis como mo- mento de pase. Esa desinvestidura es lo que Lacan Ilamé: atravesamiento del fantasma. Prometo ahora examinar lo que esa solucién tiene de fré- gil, de insatisfactoria. Voy hacerlo con mucha prudencia porque cl pase fue inicialmente formulado por Lacan a partir del fantas- ma. El pase designa el momento de desinvestidura, en la medida en que el fantasma es el lugar de su efectuacién. Voy con precaucién en direceién a la nocién de que hay que cambiar el lugar de efectuacién del pase. Ese lugar no es por excelencia el fantasma y el propio término “atravesamiento” tal ver no es el més adecuado. Aclaro que me aventuro en esa direc- cin apenas porque lo lef en la propia elaboracién de Lacan. Como no voy a poder continuar mucho mds tiempo esta noche itar mafiana. voy a darles el punto de llegada que voy a -expl En el fondo los invito a una conversién de la perspectiva, que consiste en postular que el significante no tiene un efecto de mortificacién sobre el cuerpo —es lo que supone la teoria del fantasma— sino que lo esencial es que el significante es causa del goce y, porlo tanto, que el significante no captalla libido sino que la produce bajo la forma del plus de gozar. El significante tiene fundamentalmente una incidencia de goce sobre el cuerpo y es lo que Lacan lama sintoma. En este sentido, el sintoma va més alld del fantasma, porque el fantasma supone el cuerpo mottificado por el significante, mientras que oo JACQUES ~ ALAIN MILLER el sintoma, se refiere al cuerpo vivificado. Si nos ocupamos hoy del s{ntoma cs porque Lacan nos demostré que el significante se refiere al cuerpo bajo la modali- dad del sintoma. Eso quiere decir algo muy simple que percibt Ja semana pasada; el lugar tedrico del s{ntoma, en Lacan, es exac- tamente el lugar donde Freud escribe la pulsién, el concepto que permite pensar la relacién de la aticulacién significance al cuer- po. Quiere decir que en Freud la pulsién es la interface entre lo ps{quico y lo somatico, mientras que en Lacan el sintoma es la conexidn entze el significante y el cuerpo. La diferencia esencial ¢s que, en Freud, la pulsi6n es un mito, mientras que Lacan nos muestra en qué sentido el s{ntoma es real. Entonces, no haga- mos de lo real del s{ntoma un slagan, sin ver que eso responde exactamente al cardcter mitico de la pulsién en Freud. ReINALDO Pamponet (EBP-Bahia):— Su instigante conferencia me hizo formular algo, no s¢ si divé una pavada. Cuando en la “Apertura dela Seccién Clinica” Lacan habla de la razén en Freud dice que la restituye a partir de la escritura de la Carta 52. Para Lacan es la escritura primitiva del significante; esjustamente des- pués del rasgo de percepcién y de la reprerentacién de palabra que se inscribe el rasgo significante primario. Mi pregunta es si podemos hhacer una equivalencia enere esa evritura de la Carta 52 y esa segunda escritura de lo contingente. Si podemos hacer equivaler el B al rasgo primario de perversién. EL HUESO DE UN ANALISIS 5 Si. Lacan buscé durante mucho tiempo en Freud todo lo que apoyase su concepcién del significante. De hecho, él usé la Carta 52 como apoyo a su concepcidn. Es lo que Freud llamaba dimensién econémica, aquella que dice respecto de las investiduras y a la contingencia de las mismas. El pens6 que podria dar cuenta de esto por un ejercicio de escritura. Por ejem- plo su escritura (-9) que, de alguna manera, vino a marcar la investidura de diferentes términos. Pero digamos que eso no satura las propiedades de la investidura libidinal. Por una razén de fondo, esa investidura no es calculable, y todo lo que tiende a conducitla a una funcidn calculable no da cuenta de lo que pasa en la experiencia analitica. ANTONIO Cartos Caires Aratjo (EBP-Bahfa):— Pediria una aclaracién sobre su punto de llegada, el tiltimo, que el significante no tiene efecto de mortificacién sobre el cuerpo, que el significante es causa de goce. Este primer punto también lo podriamos enten- der como Lacan dice en “Una cuestidn preliminar...” que el sujeto entra en esta vida como muerto, pero es como vivo que él tiene que jugar. Pero, por otro lado, cuando usted dice que el fentasma supo- ne un cuerpo mortificado, scémo entenderiamos lo que dice Lacan en “Kant con Sade”: que es el fantasma el que concede placer al goce? ara darles un punto de llegada, fue necesario que suprimie- se varias paginas de mi exposicién de mafiana. Es por eso que estén delante de un pequeho hiato pues ya expliqué mucho ef efecto de mortificacién del significante sobre el cuerpo, conti- rnuando las explicaciones de Lacan. Es un simple deslizamiento de 56 JACQUES ~ ALAIN MILLER perspectiva. Escribf hace casi diez affos atrés la férmula siguiente, que coloqué en el pizarrén en Buenos Aires, una semana después que lo pronuncié en Parfs, y que decia que el efecto del signifi- cante —del Otro como lugar del significante— sobre el cuerpo era la anulacién del goce: A x En el fondo éste es el matema de la mortificacién del cuer- po. Freud estudiando las migraciones de la libido, marca bien queen el ser hablante el goce esté, de una cierta manera, vaciado. Pero él preserva allfciertas zonas, ciertos lugares del objeto que son como restos de goce que Lacan llamé de objeto a, zonas erégenas, objeto oral, anal, etc. 4—@ x La conversin de perspectiva es la siguiente: si nos ocupa- mos del lado izquierdo de la formula colocamos la mortifica- cién significante del cuerpo, pero si nos ocupamos del lado de- echo, al contrario, se puede tomar el punto de vista de que el significante es la causa del goce y esto es precisamente lo que Lacan introduce a partir de su seminario Asin; que el cuerpo del ser hablante es, por lo contratio, vivificado de goce por el signi- ficante, de plus de gozar. Lacan sefiala que el goce tiene en el hombre mucho mis valor que en el animal. Es preciso desorga- nizar un poco al animal para que éste acepte sacrificar su vida EL HUESO DE UN ANALISIS 7 por el goce. Hace tiempo usé el ejemplo de un ratén al que le colocan electrodos en el cerebro que activaban el centro de pla- cer, y descubre que podfa gozar simplemente apretando una pa- lanca con su pata, y entonces aprieta esa palanca hasta mori, No es lo que los ratones hacen habitualmente; esto vuelve humanizado al ratén, él encarna la pulsi in de muerte, y es en ese sentido que el significante es causa de goce. Quiero decir quea través de un electrodo se introdujo el plus de gozar en el ratény que del plus de gozar, nunca se tiene lo suficiente. Esa es la con- versién de perspectiva. FERNANDO Grosst (EBP-Minas Gerais):— ;Usted podria comen- tar la lbgica de su exposicion a partir del discurso del capitalismo que Lacan formalizé como el modo de pensar la relacién problemd- tica del sujeto con el goce? Pienso en la nocién de contingencia sobre a que usted resalté, si entendé bien, su importancia tanto para el ‘fintasma como para elstntoma, como modo de relacién del sujeto con el gace. :Cémo pensar a partir del discurso del capitalismo esa relacién del sujeto con el goce? Debo decir que eso esté bien lejos de mi pensamiento ac- tual, Estoy intentando disecar el hueso de una cura y, de hecho, no pienso ni siquiera un poco, actualmente, cn el capitalismo. ‘Lo que voy a hacer mafiana, es demostrar cémo esta conversién de petspectiva nos obliga a cambiar muchos términos que nos son familiares. Eso es lo que el propio Lacan introdujo. Estoy intentando pensar en el capitalismo, pero no veo nada nuevo que pueda agregar. 58 JACQUES ~ ALAIN MILLER Sexcto LAA (EBP-Minas Gerais):— Ye que usted retomé la ex- ppresiin freudiana: factor cuantitativo de la libido, me gustaria saber si habria, dentro de esta perspectiva que usted trae, alguna elaboracién sabre cuando Freud en “El problema econémico del masoguismo” redimensiona toda la problematica de la pulsién a partir de la mencién del factor cualitativo. {Quées el factor cualicativo? Sércio Lata:— Freud usa esa expresién. Va a decir que de acuer- do con el factor cualitativo el alivio de la tensién estd siempre liga- do al placer pero ese factor cualitativo permite pensar el aumento de la tensibn como productor de satisfaccién. Esta me parece una referencia muy buena. Es cierto que lo que Lacan llama de plus de gozar esté siempre més del lado de la tensién y no del lado de la rutina del esquema significante y, al mismo tiempo, es en ese sentido que podemos decir que el signi- ficante es causa de goce, de plus de gozar. El significante no sélo mortifica sino que desorganiza y, en el fondo, es lo que aprende- mos con la experiencia analitica, hasta qué punto ¢s la propia pala- bra la que esta implicada en el goce. Intentaré considerar esto mafiana. Por ejemplo, para que tuna mujer pueda gozar es preciso que el homore hable, no exac- tamente en el acto peto es necesario que haya palabras y, even- tualmente, puede ser que sélo haya palabras. Pero, por ejemplo, para el hombre es muy diferente, y llevado hasta el limite, puede hasta ser sin palabras, Esto no es anecdético, son datos de estruc- tura. Voy a presentar esto mafiana, en la via del sintoma, porque EL HUESO DE UN ANALISIS 39 eso hace a dos tipos bastante diferentes de pareja-sintoma. Hay algo del significante sobre el que decir mortificar es demasiado simple, porque el significante se introduce en el ciclo del goce, para mejor y para peor, y al introducirse alli, desorganiza el ciclo del goce. Al mismo tiempo, sin duda, en la especie humana, hay tun goce més intenso que en las otras especies animales donde el goce es mucho mds parte del ciclo del placer, del principio del placer. Sonia ALBERT (EBP-Rio de Janeiro):— Usted justified mientras hablaba, y ahora nuevamente, al sujero como lugar de la mortifi- cacién. Me gustaria una aclaracién sobre el otro lado, el objeto en el lugar del goce que supone la vida. Hago este pedido de aclara- cidn porque lo encuentro muy enriquecedor en relacién a cuestiones ain un poco confusas para mi, Con relacién a las cuestiones que Sérgio Laia también tocé, sobre la cuestion del principio del placer ‘y del mds alld del principio levando en consideracién la cuestién de la desimbricacién pulsional en Freud que estd relacionada con la pulsion de muerte, para mi, el objeto a siempre tenia también alguna relacién con la desimbricacin pulsional, Vaa ser dificil responder a todo lo que usted acaba de pe- dir. La dificultad principal es que, dado su punto de partida, el campo del lenguaje, la funcién de la palabra, Lacan nos hablé del sujeto y del sujeto tachado y de su gran Otro al cual esté enlazado porque habla. Precisa del Otro porque el cédigo estd en el Otro, porque el lenguaje estd en el Otro y al final de cuen- «as, el sujeto s6lo puede hablar a partir del Otro. Eso es un par, una pareja. Pero el correlato del sujeto tachado es el cucrpo 6 JACQUES ~ ALAIN MILLER mottificado y el sujeto tachado de Lacan es hasta un sujeto sin cuerpo. Por eso estuvo obligado a buscar su famoso comple- mento, a mintiscula, para que ese sujeto sienta alguna cosa, para que haya vida y no apenas fancionamiento significante. El Gni- co problema es que, para que haya ese a mintiscula, es necesario que haya vida, que haya viviente, es preciso que haya cuerpo. Lacan introdujo el cuerpo paso a paso en su ensefianza, como si hubiese alli el monoblock del gran Otro que agarra un trozo de cuerpo y otro més, y otro més, y cada vez que él mortifica una parte, hay simplemente algo que escupe de vuelta y contintia palpitando vida y goce. Fue por eso que Lacan enfatizé mucho la pulsién de muerte, la relacién profunda entre el goce y la muerte. Pero lo que muda de perspectiva es simplemente resti- tuir la funcién de la vida, atin si mortifica; esto es impensable sino colocamos en su lugar aquello que denominamos sustancia gozante. Esto destruye muchas cosas de la ensefianza de Lacan, mejor decir, esto obliga a resituar muchas cosas de la ensefianza de Lacan y, particularmente, no podemos mas hablar simple- mente del sujeto, debemos resituarlo como un efecto produci- do en el interior de lo que Lacan denomina ser hablante, de parlétre, alguna cosa que va mis alld del sujeto tachado, que lo desborda porque incluye el cuerpo. El concepto de parlérre in- cluye el cuerpo. Qué dijo Lacan entonces? Dijo que necesaria- mente debe cambiarse la definicién del sujeto y debe necesaria- mente cambiarse la definicién del gran Otro y es eso lo que amo pareja-sintoma, es el cortelato del parlétre. Usé la expresién pareja-sintoma sirviéndome de términos que estaban en Lacan y me parece que la dupla del parlétre y de la pareja-sintoma es aquello que precisamos para pensar el final EL HUESO DE UN ANALISIS a del anilisis en otros términos, en términos mds realistas. Ademiés, Lacan dijo’ que su pase era un fracaso. El pase, tal como él lo definié inicialmente por el atravesamiento del fan- tasma es un fracaso, y ademés es lo que observamos en los pases efectivos. En un pase efectivo, observamos alguna cosa més com- pleja que un atravesamiento y es eso lo que me gustaria indicar para que en el gran trabajo colectivo de las escuelas y de la AMP estemos més cerca de aquello que hacemos efectivamentey que, sin duda, es més modesto que un atravesamiento, pero mucho mAs efectivo. Me alejé un poco a partir de su cuestién. Le pido disculpas. EL HUESO DE UN ANALISIS Tres Les AGRADEZCO haberme acompafiado dos veces por este cami- no en el que no hay una, sino varias piedras. Sf, es un camino pedregoso. Hoy intentaré hacerlo un poco més facil, pero no puedo prometer nada de antemano. En nuestra exploracién surge una primera observacién: el ‘goce no es posible sin referirlo al cuerpo. Este es un principio de Lacan, es preciso que haya un cuerpo para gozar, solamente un cuerpo puede gozar. Esa observacién cobra relieve a partir dela formulacién siguiente, la articulacién significante como tal, es independiente de cualquier referencia al cuerpo. Como observé ayer, la articulacién del més y del menos no precisa para soste- nerse de ninguna referencia al cuerpo, y si, evidentemente, a la letra escrita, Es un funcionamiento de légica significante pura. Segunda observacién: Lacan, 0 mejor “el primer Lacan”, crey6, en cierto sentido, poder pasar de la referencia al cuerpo. ‘Ms precisamente pensé poder dejar el cuerpo fuera de lo sim- oO JACQUES ~ ALAIN MILLER bélico, exterior a la articulacién significante. Ese es el sentido profundo, que aqui se revela, de su clésica distincién entre ima- ginario y simbélico. Empezs situando el cuerpo en el orden imaginario, como cuerpo especular del estadio del espejo; y ala libido circulando entre ay a’ como libido del yo. En el incons- ciente no hacia intervenir lo corporal sino como simbolizado. Esa construccién, que se torné clésica, es tan operatoria y se volvié tan fécil de ser ensefiada, que todos estamos marcados por ella; es un esfuerzo llegar a desprenderse de estos supuestos. “Tercera observacién: la construccién que reposa en la opo- sicién entre lo simbélico y lo imaginario no podia dejar de si- tuar una satisfaccién interna para lo simbélico. Lacan deja la libido y el cuerpo en lo imaginario, pero su construccién no puede sostenerse sin que, en Jo simbélico, haya una satisfaccién que apunte al sujeto. Es una satisfaccién puramente significante, precisamente, un goce sin cuerpo. Es lo que él llamaba en térmi- ros hegelianos: el reconocimiento. El reconocimiento ocurrfa en una dialéctica que suponfa que el sujeto debia reconocer al Otro para poder ser, a su vez, reconocido por el Otro. Y, en el fondo, era ésa la satisfaccién que él encontraba en lo simbélico de manera distinta ala encon- trada en el cuerpo. En este cuadro, el s{ntoma mismo pod{a ser definido como falta de reconocimiento, una falta de la satisfaccién significance del reconocimiento, Hoy, el reconocimiento me aparece como tuna satisfaccidn subjetiva de orden puramente significante. Es la satisfaccién del sujeto, como falta en ser, que le viene del Otro de Ja palabra como lugar del significante. En el avance que hacemos estos dias aqui, toda esa cons- EL HUESO DE UN ANALISIS 6 truccién resulta un verdadero obstéculo epistemolégico que impide coneebir el sintoma del parlétre. Serla preciso desarro- Iarlo aqui, pero no lo haré. sPor qué se situa la cuestién de una manera diferente en Freud? Porque él cree en el aparato ps{quico y lo define como capaz de Lust, capaz de goce. Es un funcionamiento donde hay gastos, donde se hacen economias, y cuando ese aparato hace economia existe una ganancia de goce, el famoso Lustgewinn. @Por qué progresivamente se introduce el cuerpo en la en- sefianza de Lacan? Por una necesidad, la necesidad que la libido exige dela referencia al cuerpo. En Freud, lo que responde a esa exigencia es el concepto de pulsién, que dice respecto de las 20- nas particulares del cuerpo y de los objetos que pierde: el objeto oral, el objeto anal. El mismo concepto de castracién exige una referencia al cuerpo. En Lacan, el cuerpo sélo se introduce con la condicién de ser simbolizado, de set significantizado y, como subrayé la tiltima ver, simbolizado quiere decir mortificado. No voy a hacer aqu‘ la trayectotia detallada de la introduc- cién progresiva del cuerpo en la ensefianza de Lacan. Me con- tento con decir que el cuerpo es eminentemente introducido como falo, esto es, en tanto partes significantizadas del cuerpo y por eso mismo mortificadas, es lo que escribe el famoso simbo- lo 9). Siguiendo a Freud, Lacan introduce al cuerpo como pul- sién, aunque s6lo puede hacerlo tornéndolo equivalence a la demanda, Fue siempre asi que expliqué cl matema de Lacan con el cual se transcribe la pulsién freudiana (8) D) y donde, a su vez, se escribe la pulsién como relacién del sujeto a la demanda. Lo que quiere decir, entonces, que reduce la pulsién a una arti- 66 JACQUES ~ ALAIN MILLER culacién a la cadena significante. Como expliqué hace tiempo, en el Grafo de Lacan, en la segunda linea, la superior, se transcribe Ja pulsién como articulacién significante, es decir mostificéndo- ha (0D) El cuerpo también aparece como estos objetos parciales que Lacan inicialmente presenta como objetos significantes de la demanda. Cuando, debido a las dificultades mismas de esta cons- truccién, debe situar este goce que no puede ser mortificado, que no puede ser anulado, él lo escribe con el simbolo (®). Finalmente el cuerpo entra en la ensefianza de Lacan como objeto a. Es preciso decir que permanecemos ahi, en ese plano. Quedamos con la idea de que el cuerpo mortificado por cl significante deja lugar para excepciones, restos suplementarios que escapan a la mortificacién y que son los objetos a. Digamos que la punta extrema de la ensefianza de Lacan, en esa direccién, termina colocando la equivalencia del A y el cuerpo (A = cuer- po). Pero es el cuerpo como corpse en el sentido inglés, quiere decir el cuerpo como cadaver, el cuerpo mortificado. Reenvioa “Radiofonia’ al comentario de Lacan que tuve la oportunidad de comentar. Entonces, en relacién a esta equivalencia lamé la atencién formulando: PPR HEE EL HUESO DE UN ANALISIS 7 A A_.@ x Lo expuse hace diez afios y, ademds, resume la férmula del fantasma. El objeto a viene a complerar al sujeto del cuerpo mortifi- cado porque el sustrato del fantasma es (-9). Bo a) 9) Para ir mds de prisa y sobre todo para aquellos que no estén familiarizados con esta escolistica, dirfa que la ensefianza de La- can se desenvuelve en partida doble. Dibujo una linea, encima coloco el A, el Otro de la palabra, 1 Otro del significante; el concepto que le corresponde es La Cosa. El deseo viene del Otro y el goce del lado de La Cosa. Escribo encima el $ y abajo el @. Encima de la linea escribo el cuerpo mortificado y abajo el plus de goce (a). Encima atin el objeto perdido y abajo la felicidad de la pulsién donde no existe fata. Aiin sobrela linea escribo (-g) y en la linea inferior falo simbélico (©) sin negativizar. Podemos decir que esa doble dimensién que continiia en toda la ensefianza de Lacan converge en un punto fundamental que es precisamente el lugar del fantasma (8/4). Es preciso una conversién de la perspectiva, ya que para que haya goce, atin si es el goce residual del plus de goce, es necesario el cuerpo, el cuerpo vivo. Como subrayé ayer, existen dos efectos del significante en el cuerpo, uno que es la mortifica- 8 JACQUES - ALAIN MILLER cidn y el otro ques la produccién de plus de goce. Si el signifi- cante mata el goce, al mismo tiempo, lo produce. Es por eso que, de una cierta manera, se produce alo largo de la ensefianza de Lacan una puesta en continuidad entre esos dos lados. Silos tomamos como el derecho y el revés, podemos decir, que se establece entre ese revés y ese derecho una relacién moebiana, conforme a la Banda de Moebius, en la que el revés estd en continuidad con el derecho. Voy a indicarlo con estas dos fle- chas en direccién contraria y que podemos representar del si- guiente modo: de un lado el objeto ay la causa del deseo que establece la relacién entre la linea superior y la linea inferior y por otro lado, el significante como causa del objeto @ en la di- reccién contraria, Vemos en la ensefianza de Lacan que él pasa r4pidamente de un punto al otro: I Otro deseo _$ cuerpo mortificeo objeto perdido -p Cosa goce a plusdegozar felicidaldelapulsion Entonces, la inversién de perspectiva que necesitamos en- frentar es que lo esencial no es que el significante tenga un efecto de mortificacién sobre el cuerpo, sino que, el significante ¢s cau- sa de goce, que tiene una incidencia de goce sobre el cuerpo. Eso es lo que Lacan llama el sintoma. De cierta manera eso viene al mismo lugar de lo que él llama fantasma, excepto que éste su- pone la distincién radical entre el orden del significante y el or- den del goce. SIGNIFICANTE cock & 0 a) EL HUESO DE UN ANALISIS © El fantasma aparece como una mediacién entre esos dos érdenes, en tanto que el sintoma, inscribe una relacién mucho mis ditecta entre el significante y el goce. Esto supone que no se puede ni siquiera definir el significante sin el goce y tampoco definirel goce sin el significante yes ésta la nueva definicién del significante lacaniano, que el significante como tal se refiere al cuerpo y esa referencia se hace sobre la modalidad del sintoma. Es por eso que pude decir ayer, y confirmo hoy, que alli donde en Freud existe la pulsién, en Lacan esté el sintoma. Pero, mientras Freud no presenta la pulsién sino como tin mito, no- sotros podemos pensar al sintoma como un real y éste es real- mente el desplazamiento que permite medir el paso de Freud a Lacan. FREUD LACAN Pulsién = Mito Real Es otra concepcién del poder del significante. No es la que mortifica el cuerpo, no que apenas lo recorta, no sélo que libera de lel plus de gozar sino que determina el régimen de goce del ser hablante. Es el significante en particular el que sostiene el principio del placer. El principio del placer en el parlétre no es lo mismo queen el animal. El Lustprinzip tiene necesidad del sig nificante, precisa de la palabra. El goce del que se trata, por eso mismo, no es solamente el goce del cuerpo, es también el goce del lenguaje en la medida que el sujeto tiene un cuerpo. El goce del cuerpo es el goce de un cuerpo habitado por un sujeto del significante, es decir, no es un goce en bruto, no es un goce 70 JACQUES ~ ALAIN MILLER anterior al significante. En el parlétre el goce del cuerpo se vin- cula al significantey aparece como su consecuencia. Es preciso leer el fantasma de “Pegan a un nifio”; ese fantas- ma no es la anulacién del goce en la direccién del sujeto tachado Bo de (-g). Se trata de la produccién de goce por el significante, pues el goce del cuerpo en el parlétre se supone marcado por el significance. En la especie del parlétre, gozar de un cuerpo pasa siempre, por golpear al cuerpo, arruinarlo de alguna manera, chocarse con él, y atin destruirlo. Esto es lo que el fantasma “pegan aun nifio” revela, éste es el sadismo del significante. Co- rrelativamente, hay el goce del lenguaje o mejor de Jalengua, en Ja medida en que el sujeto tiene in cuerpo. Es por eso que Lacan hace entrar el cuerpo en el psicoanilisis al mismo tiempo en que hace entrar el goce de la palabra. El parlétre goza cuando habla. La simbolizacién no solamente no anula el goce sino que lo sostienc. No ¢s solamente sobre el cuerpo propio que la palabra tiene efectos de goce; también los tiene sobre el cuerpo del Ouro. Y, para completar, agrego el goce de la escritura, que Lacan tam- bign trata al mismo tiempo. Dejaré esto por hoy. Esta perspectiva comporta un cuestionamiento del térmi- no sujeto, porque el sujeto es un elemento siempre mortificado que, ademés, Lacan definié como falta en ser: es en ese cuestionamiento que hace entrar el cuerpo vivo en el psicoandli- sis. Sustituyendo el término sujeto por el de parlétre, que es lo contrario de falta en ser. El parléere es el sujeto més el cuerpo, ¢s el sujeto mas la sustancia gozante. Pero de esta forma el concep- to de gran Otro también resulta cuestionado. No fue sino para fijar las ideas que introduje, en nuestro vocabulatio, el término pareja-sintoma como siméttico al de parlétre. EL HUESO DE UN ANALISIS 7 Resumamos esto escribiendo en el pizatr6n la relaci6n del sujeto al Otro en la linea superior y en la inferior la relacién del parlétrey de la pateja-sintoma: 3 0 Oro parlétre 0 ph El Otro del que se trata en la pareja-s{ntoma no es mds un cuerpo mortificado, vaciado de su goce, sino que es un cuerpo vivo. Fl Otro es representado por un cuerpo vivo y eso nos obliga a percibir que este cuerpo es sexuado. Correlativamente, el parlévre tiene también un cuerpo sexuado y es por €s0 que, necesariamente, se ubica la cuestién de la relacién sexual, cues- tién que estaba apagada en la perspectiva de a relacién del sujeto al Otro. En esa direccién avanzamos ahora, con la cuestién dela pareja-sintoma, es un cambio de perspectiva en la relacién del sujeto al Otro. Enel nivel de la palabra hay una relaciéa entre el sujeto y el Otro. Por ejemplo, el Otro que tiene el cédigo es el que puede dar respuestas; luego, el sujeto estd en una relacién necesaria con 4. En el fondo, nosotros adoramos explicar esto, esta légica implacable, rigurosa, necesaria, de la relacién significante del sujeto al Otro. Pero, en el nivel sexual, no hay relacién signifi- cante necesaria entre el Uno y el Otro. ‘Ahora lo que vamos a explicar —y antes de explicar es ne- cesario que nosotros mismos lo entendamos— son precisamen- te las relaciones establecidas en la contingencia; hablaremos de su relacién y no de proporcién, porque la proporcién es el té1- mino matemético que implica la necesidad. Vamos a hablar de rR JACQUES - ALAIN MILES. relacién a nivel sexual. Reservaremos el término proporcién para el nivel significante y tomaremos el de relacién para lo que se establece a nivel sexual. Y a nivel sexual la relacién pasa por el goce, por el goce del cuerpo y por el goce de lalengua, pasa por el sintoma, Es as{ que ingresaremos en la dimensién de la pareja-sinto- ma toméndola como el hueso, la médula misma de la cura. A esta pareja no podemos fundarla sobre la proporcién significan- te en el nivel sexual, la pareja se funda sobre la relacién al nivel del goce. {Qué significa, entonces, el término pareja-sintoma? En la definicién que propongo hoy significa lo siguiente: la relacién de la pareja supone que el Otro se torna el sintoma del parlésre, esto es, se torna un medio de goce. Si retomamos la pregunta acerca del hueso de la cura va- mos a recordar primeramente lo imaginario, luego la identifica- cién falica el fantasma y hasta llegar la tltima respuesta que puedo dar hoy: el hueso de una cura es el sintomay mis precisa- mente la pareja-sintoma, Lo que quiere decir un modo de gozat, tun modo de gorzar primeramente del inconsciente, del saber in- consciente, de la articulacién significante, dela investidura libi- dinal del significante y del significado y por eso mismo, en se~ gundo lugar, es un modo de gozar del cuerpo del Otro. Pero, el cuerpo del Otro es tanto el propio cuerpe como el cuerpo de cualquier otro. Entonces, si el hueso de una cura es lo imaginario, el final del andlisis consiste en superar el plano de lo imaginario; si el hhueso de una cura es la identificacién falica,el final dl andliss es dejat caer las identificaciones; y, si el hueso de una cura es el EL HUESO DE UN ANALISIS B fantasma, el final del andlisis serd su atravesamiento. Ahora bien, siel hueso de la curaes el s{ntoma, geudl seré el final del analisis? Sobre esto no hay una respuesta unfvoca de Lacan; él hablé solamente una ver de idensificarse al sintoma, ;Qué quiere deci esto? Quiere decir, en todo caso, que el sintoma no se franquea a diferencia del plano de lo imaginario. Quiere decir que, a dife- rencia de las identificaciones, al sintoma no lo hacemos cacti y que, a diferencia del fantasma, el s{ntoma no se atraviesa. Quiere decir que con el s{ntoma tenemos que vivit, que debemos — como se dice en francés— faire-avec (hacer con). Quiere decir que debemos vérnosla con di: legar a identificarse con el s{nto~ ima significa que yo soy tal como gozo. Eso quiere decir atin muchas cosas més, que no estén totalmente pensadas, que no estén totalmente escritas sino vislumbradas, indicadas por La- can, Esto quiere decir, ademis, algo esencial y es que el pase no es un simple caso de desinvestidura libidinal. A veces hicimos en el Campo freudiano un slogan técnico del hecho de ir contra el goce. Esto tiltimo quiere decir que concebfamos el trabajo analf- tico como la progresién de la desinvestidura libidinal de tal suerte que cl avance del anilisis se medirfa por la mortificacién. En este sentido, el atravesamiento del fantasma era concebido como la desinvestidura del fantasma; pero esto no resuelve nada precisa- mente porque la libido de Freud es una cantidad constante. Por lo tanto, sila se etira del fantasma, ;dénde va a investirse? Esta es la verdadera cuestidn del pase. Suponiendo que la libido sea mal investida, y suponiendo que ella pueda desinvestirse del mal lugar, adnde wolveria a investirse? Ninguna desinvestidura puede impedir que per manezca el modo de gozar, que permanezca el 4 JACQUES ~ ALAIN MILLER sintoma como modo de gozar. Entonces, tomemos la cuestién de la pareja-sintoma, que es una nueva definicién del gran Oxro, es el gran Orro definido como medio de goce. Esto concierne al gran Otro de dos for- mas: primero, el Otro se revela asi como representado por el cuerpo y, en segundo lugar, como lugar del significante, ya que la promocién del cuerpo en Lacan no anula absolutamente al Otro como lugar del significante, sino que simplemente destaca que el significante mismo es un medio de goce. De ahf toma su sentido la formula: no hay relacién sexual, Puesto que quiere decir que el parlétre como ser sexuado no hace pareja a nivel del significante puro, sino a nivel del goce, y que esa relacién es siempre sintomdtica. Pasemos ahora a examinar la relacién del goce con la pareja- sintoma, {Cémo yen qué condiciones el Otro se torna medio de mi goce? ¢Cémo es que el parlétre se sirve del Otro para gozar? {Cémo es que el parlétre hace entrar al Otro en su circuito de goce obedeciendo al Lustprinaip? Es necesario ser aqui muy precisos. Comencemos por reunir los términos con esta férmula: el goce se produce en el cuerpo del Uno a través del ewerpo del Otro. Esto viene a decir que, en un cierto sentido, ese goce es siempre autoerdtico, siempre autistico como ya dije, pero, al mismo tiem- po, siempre aloerdtico, porque siempre incluye al Otro y es preci so mantener siempre esos dos aspectos juntos para no perderse por este camino. Entonces, tomemos el modelo del goce autoerético, la masturbacién masculina en la que el érgano en cuestién es iden- tificable. Podemos decir que es autoerstica, pero debemos agre- EL HUESO DE UN ANALISIS 75 gar que se produce con un sentimiento de exteriotidad con res- pecto al cuerpo, como lo subrayé Lacan, yes ah{ que el cuerpo propio se revela como cuerpo del Otro, en el momento del goce. Voy a representarlo de un modo muy simple, voy a arries- garme a representar el cuerpo propio con un cfrculo, como Uno y como Todo, o sea correspondiendo a la férmula del Para Todo x (No voy a usar aqui el simbolo légico ordinario, voy a usar simplemente una A). Ax ° a El goce falico, como autoerstico, se produce fuera del cuer- po, o sea en el punto de excepcién. Me inclino por representar la localizacién distinta del goce fernenino en funcién del No-Tado. En este caso, el lugar del goce no esté fuera del cuerpo, se produce en el cuerpo; sin embargo, ese cuerpo no hace un Todo, no tiene unidad, de lo que se deriva que el cuerpo femenino sea el goce otrificado. Es lo que Lacan explica diciendo que la mujer es Otra para ella misma. 76 JACQUES - ALAIN MILLER Indico entre paréntesis la ausencia de puntos fuera del cuer- po, en la medida en que el cuerpo se volvi6 Otro pata el parlérre. No faltan testimonios femeninos sobre la extrafieza de un goce habitando un cuerpo con los efectos de ilimitacién que son, en el fondo, prescripros por el No-Todo. Tenemos aqui las estructuras significantes del cuerpo del lado masculino y del lado femenino. Evidentemente la inclusién entre los hombres o las mujeres es, para el psicoandlisis —si seguimos a Lacan— una cuestién de eleccién, puesto que no sigue necesariamente al sexo bioldgico. Esas estructuras significantes del cuerpo determinan la pareja-sintoma como medio de goce. Y llegaria a decir que la estructura del Todo x determina necesariamente la pareja-sinto- ma del hombre partir del pequefio a, mientras que la estructu- rasignificante del No-Todo determina la pareja-sintoma del lado femenino como gran Otro tachado. Es ¢s0 lo que voy a intentar explicar y justificar. p= (2) Ax Ay xK ——+ pr El pequefio aes una unidad de goce, es una unidad discreta de goce, separable, contabilizable. Lo que Lacan acentia en él no es del orden del significante, sin embargo el objeto a conser- va la forma del significante, por eso podemos decir que hay un objeto 4, podemos localizarlo, enumeratlo, referislo en la exis- tencias el propio Lacan hace girar a esos objetos a en los discur- sos con términos significantes. Por el contrario, del otro lado, la pareja ¢s forzada a tomar la forma del No-Todo. EL HUESO DE UN ANALISIS 7 Siento que seria preciso que a esto le dé una encarnacién para ustedes, que les permita representar las cosas. Bs un punto bastante sugestivo y tanto més si usamos una indicacién de La- can: la pareja-s{ntoma del hombre tiene la forma del fetiche, mientras que la pareja-sintoma del parléere femenino tiene la forma erotomaniaca, Esto se ve en el pase: al comienzo los hom- bres tienen que resolver la cuestién del fantasma, la forma feti- che que sus fantasfas imponen ala pareja, mientras que, en sus comienzos, el parlétre femenino en andlisis tiene que resolver la cuestién del amor, esto es, a erotomanfa. Y dela misma manera que la Biblia dice: *...el hombre tendrd Sodoma y la mujer ten- drdé Gomorra”, podsiamos creer que hay una maldicién que dirfa que: el hombre tendré el fetiche y la mujer la erotomanta. Como dije al pasar ayer, el modo de gozar de la mujer exige que su pareja Ic hable yla ame. Para ella el amor esté tejido en el goce y es preciso fundamentalmente que la pareja sea A que dl sea aquél al quele falta alguna cosa, y que esa falta lo haga hablar, Sin duda, existe un cambio de época, la mujer tiene hoy més libertad de la que tenfa antes, pero nada cambié en la es- tructura por ello. Para el hombre, su modo de gozar exige que su pareja responda a un modelo y eso puede ir hasta a exigencia de un pequefto detalle, de un detalle pequefio 4. Me acuerdo de tun analizante que pe-segufa la meta de encontrar en una mujer tun cierto pliegue entre la base de la nariz-y la boca. Otro que exigia de su pareja-sintoma ung precisa forma de trasero que s6lo podia descubrir después de ira la cama, siesta condicién no esté, no le pasa nada, no consigue nada. El goce masculino pue- de ser sostenido por el silencio, ya lo dije ayer. Es lo que se encuentra realizado con toda claridad en la homosexualidad 78 JACQUES - ALAIN MILLER masculina, en la que la pareja-sintoma puede ser localizada y seducida sin palabras. Esto se realiza también en la relacién con la prostituta y también en la masturbacién, que ocupa en el hombre un lugar mucho més importante. Para el hombre, el goce siempre tiene algo de limitado, de circunscripto, de locali- zado y de contabilizable. Existen buenas indicaciones de eso en el relato de la EBP para Barcelona, lo que agrego es que esa estructura citcunscripta, limitada y contabilizable del goce se reencuentra impuesta a la pareja-sintoma. Del lado femenino, el parlétre impone ala pareja una for- ma distinta en funcién de lo ilimitado del goce. Para entenderlo pensemos en el papel central de la demanda de amor en la sexua- lidad femenina. La demanda de amor desempefia en la sexuali- dad femenina un papel incomparable con el masculino. La de- manda de amor comporta en si misma un cardcter absoluto y tuna tendencia hacia el infinico que es manifiesta en el hecho de que el Todo no estd formado, el Todo no hace Uno y eso se abre hacia el infinito, més all{ de todo lo que pueda ofrecérsele como prueba, Es una demanda que incide sobre el ser de la pareja y que deja al desnudo su forma erotomanfaca, la de que el otro la ame. Lacan empleé una vez ese término, erotomanfa femenina. Lacan fue alumno del psiquiatra Clérambault, que aislé el sin- toma de la erotomania psicética. No es casualidad que Lacan hable de erotomania, estaba también presente en el caso del Pre- sidente Schreber, para quien era Dios quien lo amaba, quien lo perseguia con su amor y es exactamente por ahi que Schreber es empujado a la posicién femenina, es lo que produce el efecto de cempuje a la mujer, Por eso Lacan puede correlativamente decir EL HUESO DE UN ANALISIS 79 que todas las mujeres son locas. Todas la mujeres son locas por- que ellas tienen como pareja el A—voy a ser mal visto después de esto si subrayo demasiado que todas la mujeres son locas. Lacan cortigié inmediatamente esto mismo diciendo que ellas no son locas del todo, que no son para nada locas {aqui tenemos tun juego de palabras, pas de tout]. Yo voy a corregitlo de otra forma: todas las mujeres son locas, sin duda, porque la pareja es ese Aque esté por detris de ellas, pero todos los hombres son brutos, embrutecidos por el detalle de su fantasma. Todos los hombres estén embrutecidos excepto los hombres analizados. (Risas) Entonces, para la pareja del parlétre femenino hay dos axio- ‘mas que debemnos guardar en el espiritu si no queremos ser em- brutecidos. Primero, para amar es preciso hablar, el amor es in- concebible sin la palabra, justamente porque amar es dar lo que no se tiene y no se puede dar lo que no se tiene a no ser hablan- do, porque es hablando quie damos nuestra falta en ser. Tanto mejor cuando hablamos de amor, pero no es de manera alguna necesatio, ya que hay mujeres que se satisfacen muy bien si la pareja las critica, con tal de que él hable. El verdadero problema del lado femenino es forzar el hombre a hablar; en lugar de mi- rar televisién, leer el diario, o ir al partido de fiitbol. Las més inteligences van con ellos al fixbol. Ademés para el hombre es mejor hablar, porque si él no habla va a ser ella quien lo haga y para icclamarle que hable. Segundo axioma, para gorar es preci- so amar. Esta ¢s verdaderamente una exigencia del lado femeni- no y podria escribir la secuencia: hablar, amar, gozar. Del lado femenino, no se puede gozar sino del habla, con preferencia del habla de amor, He aqui un matrimonio moderno del cual me 80 JACQUES - ALAIN MILLER hablaron recientemente, Es un matrimonio que dura desde hace veinte afios, se puede decir que fue duradero, la tinica particula- ridad es que el marido vive en una ciudad y la mujeren otra. Se ven cada seis meses. {Cémo se mantiene el matrimonio? Porque el marido la lama todos los dias. Otro ejemplo, una mujer que se queja de que su marido hace poco el amor con ella. Ella se queja de eso, pero después de veinte afios el lazo se mantiene; gserin solamente los nifios los que sustentan ese lazo? Después de mucho tiempo escuchéndola en anilisis no me parece, para {cso se esclarecié el dia en que ella me hizo saber que su mari- do habla siempre bien de ella y, es por eso que se sostiene. EL hombre a su tumno, puede gozar sin palabras y sin amor, pero cs en fin, una pequefia cuota de goce. El resultado es que el hombre es siempre un monstruo y la mujer es siempre una “pe- sada’: en todo caso son éstas la rectiminaciones que cada sexo hace al otto. En fin la erot6mana pesada es aquella que no puede impedirse hacer la pregunta: zme amas...?, escrutando el amor del otro, porque ella goza por amor. Puede ser también que acontezca que la pareja hable mal de ella o que la insulte; expuse un caso en mi curso, pero lo que cuenta es que él le hable. Lo- gramos percibir, escuchando mujeres en andlisis, hasta qué pun- to ellas estén apasionadamente ocupadas de lo que se dice de ellas y especialmente de lo que dice de ellas el hombre que las amay es asi que, un tal analisis, sigue el ritmo de las palabras de la pareja, que nunca son aquellas que a ellas les gustaria oft. Entonces la demanda de amor en su cardcter potencialmente infinito retorna al parlétre femenino. Voy a esctihir esto apenas para fijar las ideas: EL HUESO DE UN ANALISIS a demanda de amor Ax ——___——— kK devastacion Escribo: el hablante femenino como el No-Todo que se dirige a la pareja y se dirige entonces por la demanda de amor, de la que dije que es potencialmente infinita y que le retorna preci- samente bajo la forma del estrago. En efecto, podemos decir que en funcién de la estructura del No-Todo, la pareja-sintoma de la mujer se torna la pareja- cestrago. El estrago es la otra cara del amor, es el retorno de Ia demanda de amor, esto quiere decis, que es como el sintoma, excepto que tiene un indice infinito. El sintoma tiene algo de localizado, algo de elemental, algo de la estructura del lado mas- culino y es por eso, ademés, que podemos hablar de sintomatologfa: porque a los sintomas podemos identificarlos, podemos cefiirlos, reducirlos a uno, contarlos, clasificarlos, po- demos hacer un cuadro de los s{ntomas, mientras que el sinto- ma del lado femenino es marcado por el infinito de la estructura dd No-Todo. Es por eso que de éste lado toma la forma del estrago (tuve tiempo de explicarlo en Parfs hace quince dfas). {Qué implica el estrago, es decir, ser devastado? Hablamos de devastacién cuando hay un saqueo que se extiende a todo, que no termina, que no conoce limites y es en funcién de esa estructura que un hombre puede ser la pareja- estrago de una mujer, para lo mejor y para lo peor, porque en la palabra ravage (estrago, devastacién) hay ravie (deslumbrar) y es lapalabra ravissement (deshimbramienta) la que da tfrule a la novela de Marguerite Duras El deslumbramiento del Lol V. Stein (taducida al castellano como “El arrebato...”). Entonces un hom- a JACQUES - ALAIN MILLER bre puede ser una devastacién para una mujer, pero puede tam- bién ser el modo por el que acontece su deslumbramiento. En Parls pude comentar el sentido clésico de la palabra deslumbra- miento, que quiere decir conducir a un estado de felicidad extre- ma, es una transportacidn, que es también un término mistico. Eso significa que somos atrafdos, que somos raptados por una fuerza, Es ademds, en funcién de esto, que en el teatro clésico no se cansan de raptar a las mujeres. No le recomiendo a nadie raptar mujeres atin siesté en la estructura. Yo como ustedes soy contemporineo, Entonees examinemos un poco la pareja contempordnea, porque podrfamos decir que esa oposicién es de otra época y es verdad que ocurrieron mutaciones extraordinatias en los tlti- mos veinte afios en la relacién entre los sexos. Digamos que nos estamos dirigiendo al agotamiento del double standard. Este doble padrén fue sobre todo llevado adelante en Occidente, pero esté presente en todas partes. {Qué es lo que propone? Que serfa mejor que la nifia Ilegase virgen al casamiento y que fuese fiel como esposa, y en cuanto al joven, al contrario, que serfa mejor que hiciese conquistas antes del casamiento, para luego despre- ciarks y casarse con la buena doncella. ‘Vale decir que la infidelidad masculina sin ser tomada como valor, era sin embargo aceptada. Podemos decir, que hoy vivi- mosyaen otro mundo en el cual la virginidad femenina perdié valor, la infidelidad masculina, el machismo, es menos soporta- da por el Otro sexo que ahora se prepara para vengarse del hom- bre. O sea hay una mutacién que va en el sentido de una igual- dad, una igualdad en nombre del significante en la medida en que, tanto el hombre como la mujer, son sujetos de derecho, lo HEHEHE IAEA EL HUESO DE UN ANALISIS 83 que quiere decir que en la relacién entre los sexos viene a inter- ponerse el discurso jurfdico —Ia historia del presidente Clinton sel ejemplo universal. Ahora bien, el discurso del derecho es el discurso del reparto del goce y en el fondo eso implica, del lado femenino, un cierto abandono del infinito; esto implica la adop- cién del modelo masculino pero bajo la forma del semblante. Se puede decir que es una méscara; en francés dirfa que es le ‘masque-lin de la femme, en espasol habsia que dat con el neolo- gismo que condense méscara y masculina, propongo: la mascara -ulina de la mujer. Es claro; Ja mujer moderna tiende a hacer del hombre un pequefio a, ella le dice “eres apenas un medio de goce” y es0 va junto con una desvalorizacién del amor, pero no es verdad, es puro teatro. No tengo tiempo ahora de citar, con cierto mimero de de- talles, un estudio sociolégico muy preciso que se hizo sobre los adolescentes, muestra que las chicas estan siempre ocupadas con el amor; ellas le cuentan sus suefios, sus devaneos y fantasfas amorosas al encuestador, exactamente en la misma proporcién cen que los chicos contabilizan las chicas que tuvieron. Es verdad que ellas van a la cama més ficilmente, es verdad que la propor cién de las que llegan virgenes al matrimonio cayé de manera sensacional, pero es preciso destacar aquf por qué van ellas ala ‘cama antes del casamiento; ellas van a la cama por amor y cuan- do juegan a separar la actividad sexual del amor para hacer como los chicos, eso se les torna problemético, tanto para ellas mismas como para los chicos. Esto me llevaa decir que, del lado hombre, la relacién pa- reja-sintoma se escribe (a 8) mientras que del lado mujer eso of JACQUES - ALAIN MILLER se escribe (A a). Es por lo menos el esqueleto de la relacidn de pareja. La mujer es llevada a hacerse fetichizar en la relacién de pareja, es levada a sintomatizarse, se ve forzada a velarse, a en- ‘mascararse y a acentuar su semblante. Mientras que ella hace de su pareja un A comporta igualmente que de su goce ella nada sepa. Aquiere decir también eso, que ella no sabe qué decir de su goce, micntras que el hombre, por su lado, fetichiza a la mujer al precio de eclipsarse en su fantasma, Un hombre sabe mucho mas de su goce que una mujer, él sabe mucho més sobre los detalles que condicionan su goce pero evidentemente eso es mucho menos interesante. Estos pequefios esquemas, si se desarrollan, permitirfan mostrar en qué el masoquismo femenino no es més que una apariencia. Como se sabe, el secreto del masoquismo femenino sla crotomanta, porque no es que él le pegue lo que cuenta, es que ella sea su objeto, que ella sea su pareja-sintoma, y tanto mejor si eso la devasta. Voy a parar por aqui y voy a decirles lo que me interesarfa més: los testimonios mds que las preguntas. Me deslumbrarfa si hubiese testimonios en vez de preguntas. EL HUESO DE UN ANALISIS 85 Sica Fiscrier (EBP-Minas Gerais): — Voy a tener que contra- riar su gusto, porque me quedé con esta pregunta desde ayer. Hoy rusted afirmé que el final de andliss es el atravesamiento del fan- tasma en la neurosis. Me gustarla preguntar, y eso estd en mi tra- bajo, gcdmo se concluye el andlisis con pricbticos, si es que acaso concluye? AncELINA Harari (EBP-San Pablo): —Anoté una pregunta antes de que Jacques-Alain Miller pidiese tstimonios, quedard mi pre- _gunta para otro momento y dejaré la palabra para los testimonies. ‘La pregunta es, en rigon, del lado del paslétre femenino, cémo podriamos postlar la identificacién con el tntoma, ya que la pare- ja devastaciin implica pensar que no hay un resto sintoma. Ah{ usted esté echéndome una carnada. Vemos, a veces, queen el final de andlisis femenino, el parlétre femenino se iden- tifica ala devastacién. Hay en la historia del psicoandlisis gran- des devastadoras; pensemos en Melanie Klein, por ejemplo. No hay duda que ella se presenté como una tempestad, ella real- mente no tenfa miedo de nada y por lo tanto, puede ser una salida posible, puede ser una gran devastadora pero, de cualquier manera eso no estéal alcance de cualquier uno. Otra salida posi- ble es ser una gran devastada. Esperemos que haya otras solucio- nes, obviamente. En relacién al final de andlisis del psicético: qué intenta- mos hacer con un psicético? Intentamos fabricar un sintoma, 0 sea, reducir el desborde de su libido para traetla a proporciones vivibles; lo convidamos a desinvestir el A que esté tras él y si eso se sostiene mas 0 menos bien, consideramos que esté bien asf,

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