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El pacto narrativo en «El coloquio de los perros» de M.

de Cervantes

Autor real: Miguel de Cervantes


Lector real: Cualquier consumidor de la obra
Autor ficticio: El alférez Campuzano
Lector ficticio: El licenciado Peralta
Narrador: Dramático (implícito) / Berganza
Narratario: Implícito / Cipión

«El coloquio de los perros» es una de las Novelas ejemplares de Cervantes, una
colección de novelas cortas siguiendo el modelo establecido en Italia, como el
Decameron de Boccaccio. A diferencia de este, no presenta un marco narrativo que
engarce las historias, independientes entre sí. La excepción es precisamente «El
coloquio», que se inserta como un relato metadiegético –en términos de Genette- en la
novela anterior, «El casamiento engañoso», presentándose como obra de uno de los
personajes, el alférez Campuzano –autor ficticio-, y es leída por otro, el licenciado
Peralta –lector ficticio-. En la novela Cervantes reflexiona sobre la ficción y el propio
acto de la escritura.

«El coloquio de los perros» tiene un narrador en modo dramático –terminología


de Friedman; heterodiegético con focalización cero para Genette-, que se limita a
transcribir las palabras pronunciadas por los personajes antecedidas por su nombre, por
lo tanto se encuentra implícito. En palabras del propio alférez: «púselo en forma de
coloquio por ahorrar de dijo Cipión, respondió Berganza, que suele alargar la
escritura». El hecho de conocer al autor ficticio en el nivel superior, y que además
asegure haberse limitado a transcribir un diálogo que realmente escuchó, puede
hacernos suponer que se trata de un narrador testigo. Sin embargo, en la obra de «El
coloquio» en sí no se manifiesta en primera persona ni se explicita el narrador de
ninguna manera. También el narratario permanece implícito en ella. Como dijera el
licenciado: «Yo alcanzo el artificio del coloquio y la invención y basta».

La historia de Berganza, narrada por él mismo, constituye un relato


metadiegético dentro de «El coloquio» que comprende la mayor parte del material
diegético de la novela. En él Berganza es el narrador protagonista –autodiegético- y
Cipión se convierte en narratario intradiegético. Este relato no se presenta de forma
continua, sino interrumpido por continuas digresiones por parte de ambos
interlocutores, que constituyen saltos de nivel narrativo. La distinción entre los dos
niveles es necesaria para conciliar el narrador protagonista típicamente picaresco que
entraña Berganza y el narrador dramático que reproduce las palabras de ambos perros
en la conversación.

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