Documente Academic
Documente Profesional
Documente Cultură
IVÁN CARVAJAL
Hernán Malo: La universidad y la crisis de la razón............................................... 33
CARLOS PALADINES
La Universidad Católica y la historia de las ideas en el Ecuador:
décadas de los 70/80................................................................................................... 51
IVÁN CARVAJAL
La PUCE y los desafíos hacia el futuro..................................................................111
BORIS TOBAR
La PUCE y la relación con la comunidad.............................................................125
L
P. GILBERTO
FREIRE, S.J. a Pontificia Universidad Católica del Ecuador está celebrando sus 70
Provincial años de servicio al Ecuador y al mundo. Con este motivo, queremos
compartir con ustedes esta publicación, la misma que recoge, en apre-
tada y certera síntesis, el pensamiento que hizo surgir este Centro Educativo y su
desarrollo a lo largo de estos 70 años.
Uno de los apostolados que impulsa la Compañía de Jesús en el mundo
entero es la Educación Universitaria. La legislación actualizada de la Compañía
de Jesús, denominada “Normas Complementarias”, en el número 289.3., dice
lo siguiente: “Las universidades de la Compañía, como partícipes de su misión,
deben descubrir en su propia contextura institucional y en sus genuinos objeti-
vos un ámbito específico y adecuado, conforme a su propia naturaleza, en el que
se promueve la fe que obra la justicia”. Este hilo conductor estuvo presente en
quienes promovieron la creación de la PUCE y ha permanecido a lo largo de su
fructífera historia institucional.
En las páginas de esta publicación encontraremos el pensamiento ignacia-
no que inspira el cumplimiento de la misión global de la Compañía de Jesús al
servicio de la Iglesia, el pensamiento del apostolado educativo universitario y la
respuesta de la PUCE dentro del contexto de la Compañía de Jesús en el Ecuador
que impulsó las humanidades, el desarrollo filosófico, la ciencia y la tecnología.
Como todo centro educativo universitario, la PUCE a lo largo de estos 70
años, ha tenido una constante evaluación, se ha proyectado hacia el futuro y se
ha transformado a sí misma para responder, en sintonía con toda la humanidad,
a las nuevas necesidades del Ecuador y del mundo.
Generar y mantener una estrecha relación de la PUCE con la sociedad y
con la Iglesia es una característica fundamental de nuestro apostolado educativo.
Nuestros estudiantes y profesionales graduados reciben no solo una excelente
preparación académica sino ante todo valores humanos y cristianos para poner-
los al servicio de la colectividad, especialmente de las personas más necesitadas.
La celebración de estos 70 años de vida de nuestra querida Universidad
son la ocasión propicia para agradecer a Dios por tanto bien recibido, de agrade-
cer a la sociedad ecuatoriana y a la Iglesia por habernos brindado la oportunidad
de servirla. También es la oportunidaad para reiterar nuestro compromiso de
seguir respondiendo a las preguntas que nos hizo el Santo Padre, Francisco, en
el estadio de la PUCE, en el Encuentro con el mundo de la enseñanza, el 7 de
julio de 2015: “Como Universidad, como Centros Educativos, como docentes y
estudiantes, la vida nos desafía a responder a estas dos preguntas: ¿Para qué nos
necesita esta tierra? ¿Dónde está tu hermano?”.
La primera pregunta nos desafía a dar sentido a la formación universitaria,
que en última instancia es la perfección de la creación, el “desafío urgente de pro-
teger nuestra casa común” (Laudato Si, n. 13), mientras que la segunda pregunta
nos invita al servicio de los demás, especialmente el servicio al hermano que está
perdido y se halla en situación de vulnerabilidad.
5
Laboratorio de lenguas.
El Pensamiento Ignaciano y
la Universidad Contemporánea
«Creyendo que aquel era el tiempo oportuno, pido y suplico al Padre
[Ignacio] que tenga a bien explicarnos cómo el Señor le había dirigido
desde el comienzo de su conversión, de modo que aquella explicación
pudiese servirnos de testamento y enseñanza paterna»
(P. Jerónimo Nadal, S.J.)
E
FRANCISCO
l ensayo, como género literario, presenta la flexibilidad requerida cuan- RACINES
do se pretende describir la unidad de una secuencia de movimientos MERA
mentales, conforme con la valoración atribuida a la distancia que existe
entre un tiempo y otro. Pero, conocer la forma que mejor se adecua al ejercicio
discursivo que se intenta realizar no es suficiente para resolver la pregunta que lo
motiva: ¿qué movimientos debemos realizar para traer el pensamiento ignaciano
a nuestra modernidad contemporánea y, una vez aquí, situarlo en una de sus es-
tructuras referenciales más emblemáticas –como lo es la universidad– y proceder
luego a valorar su pertinencia y relevancia actual?
Preguntas similares a esta han surgido una y otra vez durante los últimos
30 años, generando una abundante producción documental y convirtiendo lo ig-
naciano en lugar común del hablar de las instituciones educativas jesuitas. De la
importancia que tiene su formulación no cabe duda: basta constatar el asombro-
so despliegue de esfuerzo intelectual que este tipo de pregunta ha provocado y
continúa provocando alrededor del mundo y, en virtud del cual, ahora se cuenta
con documentos orientadores de alta significación y alcance para el quehacer aca-
démico institucional, se trabaja en la creación y dinamización de espacios de rela-
cionamiento universitario a nivel nacional, regional e internacional, y se acomete
la formulación, gestión y ejecución de planes, programas o proyectos académicos
conjuntos a nivel suramericano.
Pero esta fecundidad de esfuerzos, resultados y efectos visibles que viene
suscitando el cuestionarse, rememorar y reflexionar sobre lo ignaciano, parece
mostrarse insuficiente cuando se intenta que lo ignaciano atraviese las fronteras
de lo puramente ‘espiritual-religioso’ y se espera empiece su obrar sobre todas y
cada una de las funciones, acciones y operaciones académicas que configuran la
estructura y determinan el funcionamiento de una universidad. Pues, entre ese
intento y esa espera, lo que se observa, se escucha, se lee y más se siente es la
activación de procesos de acercamiento y generalización hacia el pensamiento
ignaciano, que culminan igualando cosas que son distintas, atenuando diferencia-
ciones y distinciones conceptuales de diversa índole, o desestimando sentidos a
favor de lograr un efecto.
El carácter generalizado de la presencia de este fenómeno en las institucio-
nes educativas jesuitas da cuenta de la persistencia de un déficit de certezas respecto
al modo en que ha de llevarse a la práctica el pensamiento ignaciano en el ámbito
académico. No se trata de una situación provocada por una falta de interés. Tam-
El Pensamiento Ignaciano y la Universidad Contemporánea
8 FRANCISCO RACINES MERA
1. En el presente documento, la poco una que responda a la ausencia de contenidos y rigurosas argumentaciones.
expresión ‘comunalidad universitaria’
la entendemos como el pensamien-
Antes bien, y esta es nuestra sospecha, este fenómeno parece responder a ‘pér-
to y la acción de una universidad didas de racionalidad’ o ‘pérdidas de sentido’ producidas por las formas en que
(lógica institucional) que resulta del
relacionamiento entre los miembros
las comunalidades universitarias1 acceden y se apropian del pensamiento ignaciano.
que se pertenecen a ella y del modo en Y es que, dentro de las distintas modalidades con las que usualmente se
que estos se apropian socialmente de
los recursos significativos, cognitivos y
pretende exponer la propuesta de nuestro Padre Ignacio (conferencias, talleres,
tecnológicos que configuran la estruc- escritos no oficiales), su pensamiento usualmente se presenta y trabaja, o bien
tura, funcionamiento y posibilidades
de desarrollo institucional. (Cf. Nava,
desde algún enfoque histórico-hermenéutico sustentado en referentes concep-
2006). tuales soteriológicos y expresado en un lenguaje religioso, al que la mayoría de
sus receptores no está habituado, o bien se lo hace descuidadamente, empleando
2. “Las superteorías son teorías con
pretensiones universalistas, lo cual cualquier enfoque y marco teórico-conceptual –sea pedagógico, administrativo o
quiere decir que incluyen tanto a de desarrollo social– que cumpla con la exigencia de que en su discurso se hable
sus adversarios como a sí mismas”
(Luhmann, 1998: 29). de ‘humanismo’, ‘liderazgo’, ‘responsabilidad’, ‘decisión’, ‘calidad’, ‘excelencia’, o
cualquier noción que confiera a lo ignaciano un aire de actualidad. Ciertamente,
a través del primero de estos casos es posible –aunque no necesariamente de
manera segura– que las comunalidades universitarias logren apropiarse del ‘sen-
tido’ del pensamiento ignaciano pero, en general, les resultará difícil o imposible
ponerlo en práctica en ámbitos organizativos o sociales. Sin embargo, la mayor
pérdida se localiza en el segundo de los casos, pues, en este, las comunalidades
universitarias se exponen al peligro de perder sentido y funcionar dentro de ló-
gicas que corrompen, desvirtúan y debilitan el poder y rango del pensamiento
ignaciano, en grados de extensión y hondura incomparablemente mayores a las
que produjo, en esta materia y precisamente dentro del ámbito del conocimiento,
la reinterpretación propuesta por Descartes (2011, [1639]) a la Anotación Tercera
de los Ejercicios Espirituales ignacianos.
En todo caso, la eliminación o minimización de los déficit de certezas que
impiden llevar el pensamiento ignaciano hacia una praxis y una práctica académi-
cas es, a nuestro entender, el mayor desafío que enfrentan las universidades cuya
propuesta educativa se nutre de este pensamiento. Porque para asistir al presente
y participar en la construcción de futuros, para estar en el ‘presente futuro’ e
incidir en los ‘futuros presentes’, para ser contemporáneas y no tan solo actuales, las
universidades necesitan de historias y de esencias, de procesos y de acciones, de
un obrar y de un comienzo. Y el pensamiento ignaciano, al menos en el modo
en que se nos ha dado a interpretarlo, induce a creer que cumple los requisitos
para provocar todo ello, en virtud de que detrás del discurso con que se muestra
a nuestros ojos, se oculta una superteoría2 de amplio rango y alto poder de trans-
formación humana y social.
que puedan ser comprendidos y transmitidos como un legado que, por provenir
de un testamento formalizado –una Autobiografía– sus herederos se encuentren
obligados a respetarlos.
«El comienzo», el preguntarse ‘por dónde iniciar’, ‘por dónde adentrarse’
para configurar un acto, no es un problema que haya sido formulado de manera
generalizada, y en todos los tiempos, por parte de individuos y sociedades. Antes
bien, es una de las novedades que trajo la modernidad europea del siglo XI, con-
secuencia de las cancelaciones con la ‘tradición’ medieval, y de la introducción
de valores hasta ese entonces desconocidos en los órdenes religioso, político,
sociocultural, económico y técnico, que produjo el ascenso de un nuevo sentido
acerca del origen de lo existente. (Echeverría, 2010; Martin, 2005; Luhmann,
1996; Le Goff, 1991). Mas, por tratarse de una pregunta autorreferencial, una
pregunta que se dirige a la misma persona o sistema sociocultural que la formu-
la, la respuesta que ella genera siempre es la resultante de operaciones internas
producidas en la psiquis de tal persona o en el componente organizacional del
sistema sociocultural que la realiza (Ashby, 2004; Ashby, 1954). Esta propiedad
del comenzar hace que pueda observarse la respuesta lograda, pero que muy rara
vez se pueda conocer y reproducir el operar interno que posibilitó su emergencia.
De ahí que la historia usualmente pueda hablar de los procesos que se generan
en el obrar de un acto e incluso del acto mismo, pero guarde silencio sobre el
comienzo que los configuró. (Le Goff, 1991; Arendt, 1993). Y que las ciencias,
una vez olvidado o eliminado el componente metafísico del método que les per-
mite identificar y relacionar los objetos científicos que dan origen a sus discursos,
puedan luego presentar sus teorías conteniendo únicamente hechos observables
o demostrables y libres de toda intencionalidad (Andler et al, 2015; Courant y
Robbins, 2010; Morris y Nagel, 1934). Y que, en general, resulte difícil reprodu-
cir transformaciones de amplio rango y alto poder ocurridas en otros espacios
o tiempos, como claramente lo explica Rae (1834) para lo que tiene relación con
los temas económicos.
La dificultad de conocer y comprender los ‘comienzos’ de los actos y sus
subsiguientes obrares es lo que dota de singularidad a toda hazaña memorable
de la historia humana, hasta convertir en utópico cualquier intento de dar con-
tinuidad, con fidelidad suficiente, “lo que fue capaz de agrandar el concepto de
‘hombre’ y llenarlo de un contenido más bello” –como diría Nietzsche. Mas, esta
pérdida de factibilidad no ocurre en lo que respecta al pensamiento ignaciano. La
Autobiografía de Ignacio de Loyola, el texto más humilde y no obstante, el más funda-
mental de los que salieron de su pensamiento, garantiza y valida –a todo quien lo
acoge con corazón descalzo– cualquier intento de dar continuidad a su proyecto
de transformación humana y social.
De lo expuesto se puede inferir que traer a nuestra modernidad contem-
poránea el pensamiento ignaciano no es el problema, pues, siempre será posible
en tanto exista una memoria que guarde su comienzo. La complicación más bien
se encuentra en la forma y modo en que realizamos esta tarea, lo que –a nuestro
parecer– ataca directamente al tema del método que utilicemos para decodificar
el discurso ignaciano y para alcanzar mayores niveles de comprensión, criticidad
(discernimiento) y capacidad constructiva.
El Pensamiento Ignaciano y la Universidad Contemporánea
10 FRANCISCO RACINES MERA
de Dios entre los hombres. En virtud de la naturaleza de esta finalidad, los enfo-
ques sistémicos a ser utilizados en los procesos de comprensión y construcción
del pensamiento ignaciano deben ser del tipo funcional-estructuralista (vg. Diseño de
un cerebro de Ashby [1954]) y no del tipo ‘estructural-funcionalista’ (vg. Sistema
social de T. Parsons [1951]), a fin de garantizar que las universidades ignacianas
sepan cómo preguntarse a sí mismas, cómo examinarse de manera continua a sí
mismas, acerca de la función que cumplen en las sociedades en que se encuentran
insertas (Cf. Rodríguez, 1997) y, a través de ello –mediante la aplicación de modos
semejantes a los que se consideran en los ejercicios espirituales ignacianos– ad-
quirir capacidades para adecuarse a sus ‘tiempos, lugares y personas’ y para responder
a las exigencias que se les presente.
A estas propiedades de lo ignaciano debemos añadir una tercera, de alta
significación: su autorreferencialidad y autopoiesis. Pues, una cualidad cardinal del
pensamiento ignaciano está en su condición de ser “un pensamiento que se piensa”,
i.e., ser un pensamiento que tiene la capacidad de considerarse a sí mismo objeto
de su pensar y de diferenciar ese pensar frente a otros pensares (Cf. Luhmann,
1998). En razón de ello y su sociodoxia, el pensamiento ignaciano es un pensamien-
to generador de conciencia, orientado a la producción de elecciones personales
y, sobre la base de estas elecciones personales, un pensamiento que configura la
producción de decisiones, relaciones y acciones organizativas y sociales, como
tan sutilmente nos describe el Padre Ignacio en su Autobiografía. La evidencia e
importancia que otorga lo ignaciano a esta propiedad se observa claramente en el
libro de los Ejercicios Espirituales y en las Constituciones de la Compañía de Jesús, donde,
una vez establecido el Principio y Fundamento y presentada la Fórmula del Instituto
que les da comienzo, sigue lo que tiene relación con el Examen, esto es, con la
introducción de la estructura que representa el pensar de la persona u organización
en la estructura del pensar mismo de esa persona u organización, permitiendo a
cada una de ellas reconocer por sí misma y consigo misma –mediante compara-
ciones– puntos de congruencia o incongruencia entre ‘lo que dice ser o quiere ser’ y
‘lo que ahora es’. Gracias a lo cual se abren las posibilidades de identificar los temas
hacia los que esa persona u organización debe dirigirse y en los que debe ocupar
sus esfuerzos, las acciones que debe perfeccionar para alcanzar su todo humano,
y las operaciones sobre las que debe ejercitarse para adecuarse a las condiciones
de tiempo, de lugar y de personas que enfrenta.
Estas tres propiedades que observamos en lo ignaciano es lo que justifica
que, desde un tiempo a esta parte, creamos que se debe conferir especial valor
a la Teoría de los Sistemas Autorreferenciales y Autopoieticos de Niklas Luhmann y
considerarla como una de las principales fuentes de referencia conceptual para
decodificar los textos del Padre Ignacio. Desde nuestra perspectiva, la teoría de
Luhmann ayuda a entender la theoria (contemplación) que subyace en la praxis (acción)
ignaciana y por lo mismo, a comprender cómo desarrollar una práctica (actividades
y productos) que haga de las universidades ignacianas “comunalidades de contemplativos
en acción”. (Nadal, 1945; Arrupe, 2003).
4. Lamentablemente se nos han extra- puede traerse a la modernidad contemporánea sin requerir actualización, a través
viado las referencias acerca de La Vida de una adecuada aproximación metodológica. Todo esto, en razón de que se nos
de Santos (Leyenda Aurea), de Jacobo
de Verazze, pero si el lector lograra ha legado su comienzo. Pero, ¿cómo se comienza un comienzo? La mejor manera
acceder a esta fuente, notaría que se de comenzar es por la mitad, se nos dice. Y la Autobiografía del Padre Ignacio (1990)
encuentra escrita en lenguaje caballe-
resco, i.e., se trata de un texto que uti- cumple con este adagio. Inicia fijando el punto de inflexión que requiere cual-
liza los mismos referentes lingüísticos quier transformación: “Hasta los 26 años de su edad fue [lo que no era]…” Pero el
que gustaban a nuestro Padre Ignacio,
‘muy dado a libros de caballería’, pero trazo de aquello que induce a todo ser humano a “dejar de no-ser”, solo lo acomete-
otorgándoles otro significado. Creemos rá a partir de la anotación [8], al decirnos: “Había todavía esta diferencia…” ¿Por qué
que eso es una clave importante en el
proceso de aprendizaje – enseñanza podemos afirmar esto?, ¿por qué establecer aquí, precisamente en la anotación
transformativo y que tiene relación [8], el inicio del comienzo?
con la Anotación 18 de los EE, acerca
de no dar a otro cosas que no pueda Todo lo que existe en el mundo y en los asuntos humanos tiene un nombre
descansadamente llevar y aprovecharse que lo indica (Arendt, 1996). Mas, si se puede indicar es porque se puede distinguir.
de ellas.
Y si se puede distinguir es porque en algún momento hubo motivo para hacerlo.
Sin embargo, solo existe motivo cuando tiene lugar un descubrir de contenidos a
los que se les confiere diferente valor. (Spencer-Brown, 1972). Y es precisamente ese
descubrir ignaciano el que se relata en la anotación [8] de la Autobiografía. Es un
descubrir que asombra y maravilla. Uno, que por el uso de la tercera persona en la
narración, se sabe que no es para nadie en particular, sino para todos, sin excepción.
A través de él se nos devela que: «la elección entre un mero existir y un verdadero vivir
depende, en última instancia, del propio ser humano». Es él, siempre él –el ser
humano– quien tiene que elegir entre llevar una vida vacía y fuera de sí mismo (‘seco y
descontento’) o llevar una vida que le hace encontrarse consigo-mismo y lo motiva (‘contento y
alegre’). Se trata de una elección nacida y posibilitada por el conocimiento de la vida
de Jesús, el Cristo, y de la vida de los santos, que cual caballeros habían entregado
su existencia para dar continuidad a la victoria de su Señor.4 En otras palabras, la
diferencia de la elección ignaciana es una diferencia que necesita ser comunicada, obrada
y predicada a los próximos y a los otros con ciencia, pensamiento y práctica, para que
viendo, oyendo, sintiendo y gustando, se dé cumplimiento a lo que constituye la
mayor gloria de Dios: ‘que el ser humano cambie y viva’ (Ez. 33, 11).
A efectos de comunicar, obrar y predicar esta buena nueva que se busca
para la mayor gloria de Dios, el pensamiento ignaciano tiene un modo particular
para lograrlo, una gracia, complementaria pero distinta a la gratia baptismatis y a
la gratia religionis. Nos referimos a la gratia Societatis, por la que se establece que el
propósito ignaciano es ‘no solo atender a la salvación y perfección de las almas propias con
la gracia divina, mas con la misma intensidad procurar ayudar a la salvación y perfección de
las de los próximos’. Para operar esta gracia, como lo explica el P. Nadal, S. J. (1945),
se requiere una continua interacción entre un yo y su prójimo, entre la universidad
y su entorno, que posibilite un crecimiento y desarrollo mutuos. Este movimiento
circular está claramente descrito en la anotación [231] de los Ejercicios Espirituales,
estableciendo que “el amor consiste en comunicación de las dos partes, es a sa-
ber, en dar y comunicar […] De manera que si el uno tiene ciencia, dar al que no
la tiene, si honores, si riquezas, y así en el otro al otro”.
Las implicaciones que conlleva esta diferencia y su orientación social en la
configuración de procesos académicos significativos, tanto a nivel de las personas,
las comunalidades universitarias, como a nivel de las sociedades, no pueden ser mayo-
res. Introducir la diferencia de la elección ignaciana en las universidades, en tanto
El Pensamiento Ignaciano y la Universidad Contemporánea
FRANCISCO RACINES MERA 13
diferencia directriz, i.e., como diferenciación que guía las posibilidades de procesa-
miento de la información para la producción de decisiones en todas las actividades
académicas, presupone que tales universidades cuentan también con una posición
y una imagen acerca de la sociedad que se necesita construir, con suficiente precisión para
ser utilizada como criterio de valoración y ordenamiento de decisiones internas y
relacionamiento externo, así como para ser fuente proveedora de sentido, que re-
mite hacia y recibe desde poblaciones y sistemas socioculturales, información acerca
de otras posibilidades de vivencia y acción, que develan la presencia de Dios entre
los hombres y del Jesús humano y del Espíritu que acompaña.
De esta manera, el acoger el pensamiento ignaciano ofrece no solo la posi-
bilidad de que las universidades sean contemporáneas. También entrega una praxis,
bajo la modalidad de ‘principios para la acción’, que permite desarrollar capacida-
des para incidir en la transformación de poblaciones y sociedades, sobre la base de
la generación de conocimientos sentidamente pensados, la emisión de comunica-
ciones con alto contenido de información, la construcción de redes académicas de
gran escala, así como el desarrollo de líneas de investigación y planes de innova-
ciones organizativas, técnicas y productivas focalizados, pertinentes y significativos.
Y, a través del manejo de imágenes acerca de la sociedad que se busca para alcanzar un todo
humano, brinda la solución para que ‘la intención’ que permite reconocer toda pro-
puesta educativa, no quede expuesta y se convierta en simple enunciado retórico,
sino que sirva como garantía de unidad de las comunalidades universitarias.
A modo de conclusión
La contemporaneidad nos remite a una relación singular entre universidad y tem-
po. Se dice que una universidad es contemporánea si logra establecer relaciones
que la mantengan unida a su tempo pero, al mismo tiempo, le posibiliten tomar
distancia de ese tempo. Para lograr esto, como describe Kafka en su parábola
“Él” (vide Arendt, 1996), una universidad requiere necesariamente encontrarse
en posesión de un pensamiento. En este ensayo hemos tratado de mostrar que,
al menos en lo que respecta a las universidades ignacianas, ese pensamiento no
solo que existe, sino que él mismo es contemporáneo y cuenta con una praxis que
permite desarrollarlo como una práctica.
Las cualidades del pensamiento ignaciano se tornan indispensables en nues-
tra ‘modernidad contemporánea’. Nuestra contemporaneidad es la del tempo en la
que el mundo ha olvidado toda ternura antropológica. Sin duda muchos factores
El Pensamiento Ignaciano y la Universidad Contemporánea
FRANCISCO RACINES MERA 15
han incidido en ello, pero ninguno como la tecnología. El tránsito desde la inge-
niería energética hacia la ingeniería de control, que empezó desde mediados del s.
XX, tiene la particularidad de observar al ser humano como la fuente de los erro-
res a ser eliminados (Bertalanffy (2012). No se trata de un cambio de tecnología
simplemente, es un cambio del entorno tecnológico. Su emergencia, por tanto, ha
repercutido en todo el orden económico mundial, dando lugar a economías cuya
sostenibilidad ha dejado de fundamentarse en la relación entre capital y trabajo, para
hacerlo sobre la relación entre capital y tecnología, con consecuencias graves para la
condición humana y la forma de mirar al ser humano (Bauman, 2007). Este nuevo
fundamento económico ha dado lugar al fenómeno de la globalización, haciendo
que estrategias de grandes corporaciones (Ruigrok y Tulder, 2007) sean observadas
como un hecho total e incontestable, aunque destruyan y pongan en riesgo las
capacidades productivas y reproductivas culturales de nuestras sociedades. En sus
despliegues, estas estrategias, a su vez, han venido afectando la sostenibilidad de los
recursos naturales, al punto de reconocerse la necesidad de un nuevo paradigma
de desarrollo mundial que incorpore la variable ambiente, e incidiendo en la con-
figuración de un nuevo orden político mundial bajo el término de gobernanza. En
todos estos hechos, el ser humano, sus condiciones de vida y las categorías de cómo
observarlo y pensarlo, están sufriendo grandes modificaciones.
Dentro de este contexto general, el panorama regional tampoco se
presta a antojo. En el proceso de restructuración global político-económico
entre Occidente y Oriente, que tanta guerra está causando, América Latina
no ha logrado erigirse como actor mundial, lo que la está dejando en una
posición extremadamente vulnerable. Los procesos de integración econó-
mica regional han llegado a los límites que los enfoques sobre los que están
diseñados permiten, y en lo que tiene relación a la integración política pocos
avances se registran, dada la primacía concedida a intereses coyunturales de
grupo sobre aquellos de las poblaciones nacionales y regionales. Y en lo que
respecta a América del Sur, su valor estratégico para el nuevo paradigma de
desarrollo con criterio ambiental, si bien le abre grandes oportunidades, tam-
bién le deja expuesta a grandes amenazas, para las cuales no necesariamente
estamos preparados. Quizá no las hemos pensado.
Este entorno internacional y regional se ha de completar con el entorno
nacional, marcado por una imperiosa necesidad de transformar una estructura
productiva que tiene poco para garantizar las condiciones de existencia y de vida
futuras de las poblaciones ecuatorianas. Pero toda transformación económica
debe mantener correspondencia con y precisa de transformaciones sociales que
permitan reconfigurar las relaciones entre un sistema de necesidades y un conjunto de
recursos naturales y artificiales, y sobre los cuales hay que saber elegir adecuadamente
para garantizar su ordenamiento y su intencionalidad. ¿Estamos trabajando en
ello?, ¿estamos preparados para ello?
Con estas preguntas, y las respuestas a las que lleguemos, podemos valo-
rar, por nosotros mismos, si trabajar para incorporar el pensamiento ignaciano y
hacerlo praxis y práctica de nuestras actividades académicas, resulta pertinente y
relevante para nuestro querer ser universidades contemporáneas.
Quito, septiembre, 2016
El Pensamiento Ignaciano y la Universidad Contemporánea
16 FRANCISCO RACINES MERA
BIBLIOGRAFÍA
Adler D., Fagot-Largeault A. y Saint-Sernin B. (2015). Filosofía de las ciencias.
Fondo de Cultura Económica. México.
Arendt, H. (2002). La vida del espíritu. Ediciones Paidós. Barcelona. España.
Arendt, H. (1996). “La brecha entre el pasado y el futuro”, en: Entre el Pasado y el Fu-
turo. Ocho ejercicios sobre la reflexión política. Ediciones Península. Barcelona. España,
pp. 13-32.
Arendt, H. (1993). La condición humana. Ediciones Paidós. Barcelona. España.
Arrupe, P. (2003). El modo nuestro de proceder. Conferencia del 18 de Enero de 1979.
Centro Ignaciano Pedro Arrupe. Quito. Ecuador.
Arzubialde, S., Corella, J., García, J. (eds.). (s.f.). Constituciones de la Compañía de Jesús.
Introducción y notas para su lectura. Universidad Pontificia de Comillas - Ediciones Mensajero
- Sal Terrae. Bilbao. España.
Arzubialde, S. (1991). Ejercicios Espirituales de S. Ignacio. Historia y Análisis. Mensajero
- Sal Terrae. Bilbao. España.
Ashby, R. (2004). “Principles of the self-organizing system” en: E:CO. Special double
issue. Vol. 6. 1-. Pp. 10 - 16.
Ashby, R. (1954). Design for a brain. John Wiley & Sons Inc. New York. USA.
Barthes, R. (2011). “Loyola” en: Sade, Fourier, Loyola. Ediciones Cátedra. Madrid,
pp. 51-92.
Bauman, Z. (2007). La sociedad individualizada. Ediciones Cátedra. Madrid.
Bertalanffy, L. von (01). Teoría general de sistemas. Fondo de Cultura Económica. México.
Bertrand, D. (2003). La política de san Ignacio de Loyola. El análisis social. Ediciones
Mensajero - Sal Terrae. Bilbao. España.
Catillo, J. M. (2009). La humanización de Dios. Editorial Trotta. Madrid. España.
Courant R. y Robbins H. (2010). ¿Qué son las matemáticas? Conceptos y métodos
fundamentales. Fondo de Cultura Económica. México.
Descartes, R. (2011, [1639]). “Meditaciones metafísicas seguidas de las objeciones y respues-
tas” en: Descartes. Editorial Gredos. Madrid, pp. 153-413
Echeverría, B. (2010). Modernidad y blanquitud. Ediciones Era. México.
Gomes, M. (2009). La realidad y el valor estético. Configuraciones del poder en el ensayo
hispanoamericano. Editorial Equinoccio - Universidad Simón Bolívar. Baruta. Venezuela.
Gould, S. (2004). La estructura de la teoría de la evolución. Tus Quets Editores. Barce-
lona. España.
Heidegger, M. (2004). Lógica. La pregunta por la verdad. Alianza Editorial. Madrid. España.
Le Goff, J. (1991). Pensar la historia. Modernidad, presente, progreso. Ediciones Paidós.
Barcelona. España.
Loyola, san Ignacio de. (1999) Ejercicios Espirituales de san Ignacio de Loyola. Ediciones
Abraxas. Barcelona
Loyola, san Ignacio de. (1990). El Relato del Peregrino. Autobiografía de Ignacio de Loyola.
Ediciones Mensajero. Bilbao. España.
Luhmann, N. (1998). Sistemas Sociales. Lineamientos para una teoría general. Universidad
Iberoamericana - Editoral Anthropos - Centro Editorial Javerino. Barcelona. España.
Luhmann, N. (1996). La ciencia de la sociedad. Universidad Iberoamericana - ITESO
- Editorial Anthropos. México.
Luhmann, N. (1996b). “La homogeneización del comienzo. Sobre la diferenciación de la edu-
cación escolar” en: Teoría de la educación y pedagogía. Ediciones Paidós. Barcelona. España.
Luhmann, N. (1976). “The future cannot begin: temporal structures in modern society” en:
Social Research. Vol. 43. 1. Interaction between European and American Social Science.
The New School, pp. 130-152.
Martin, A. von (2005). Sociología del renacimiento. Fondo de Cultura Económica. México.
Melloni, J. (2001). La mistagogía de los Ejercicios. Ediciones Mensajero - Sal Terrae.
Bilbao. España.
El Pensamiento Ignaciano y la Universidad Contemporánea
FRANCISCO RACINES MERA 17
Aurelio Espinosa
Pólit, S.J.
Biblioteca PUCE.
19
E
MANUEL
n este ambiente de una postmodernidad confusa y difusa, se me ofrece CORRALES
PASCUAL, S.J.
la oportunidad de decir un par de cosas sobre Aurelio Espinosa Pólit
S.J., uno de los fundadores y primer Rector de la hoy Pontificia Universidad
Católica del Ecuador (PUCE).
Y, por lo pronto, me sale al encuentro una preocupación que debo co-
municar con mis eventuales lectores: ¿saben muchos de nuestros conciudada-
nos quién fue este personaje? Me temo que la debilidad de nuestra memoria
histórica –que tantos desfavores nos ha hecho y nos sigue haciendo a lo largo
de la vida– nos haga insinuar, tal vez avergonzados, una lamentable respuesta
negativa. Y lo peor del caso en los acelerados tiempos que vivimos es que
aquello de que no se habla, no es que no se conozca, es que sencillamente no
existe. Así, pues, me temo que para muchos ecuatorianos la figura y la obra de
Aurelio Espinosa Pólit en favor de su país sencillamente no existen … Y esto,
ya de por sí, es sumamente grave.
Diré de una buena vez, para no andarme con rodeos, que Aurelio Es-
pinosa Pólit es una de las personas que más hizo por su patria sobre todo en el
ámbito cultural y educativo. Pero también en otros muchos campos.
2. Id., op. cit., p. 32. Recibe el diploma de bachiller el 23 de agosto de 1911. Dicho diploma,
otorgado “en nombre de su majestad el Rey de los Belgas”, habilita a nuestro
flamante graduado para los exámenes de ingreso a la Universidad en Filosofía y
Letras, y Notaría, y lo exime de la prueba preparatoria para el examen de candi-
dato en Ciencias Físicas y Matemáticas e Ingeniería.
Pero Aurelio no había de seguir ninguno de esos caminos universitarios:
el 17 de setiembre de ese mismo año ingresaba como novicio en la Compañía de
Jesús en Granada (España).
Dos años más tarde, en 1913, inicia los estudios humanísticos tradicio-
nales de la Compañía, conocidos con el nombre de Juniorado. Esta etapa de su
formación no añadió nada a lo que había recibido en su excelente bachillerato
humanístico de Namur, como él mismo confiesa:
interrumpidos y si hubiera podido terminar sus tres años en la Universidad, habría 3. Id., op. cit., p. 57.
obtenido un muy alto grado.
El Reverendo Aurelio Espinosa ha satisfecho totalmente a las Auto- 4. Tal es el caso de los doce discursos que
pronunció entre 1946 y 1952. Publicados
ridades, y parte de Fitzwilliam House y Cambridge con nuestros mejores deseos con el título de Posiciones católicas en
para su futuro.3 Educación, doce discursos, Quito, Tip. La
Prensa Católica, 1953 (Colección “Pensa-
En setiembre de 1928 regresa al Ecuador. Había estado fuera de su patria miento Católico” de Cultura, vol. II). Como
un total de 30 años: había salido de ella muy tierno, con apenas cuatro años de veremos enseguida, en esos discursos
expone con claridad meridiana su pen-
edad, y volvía hecho un hombre, con una preparación privilegiada y una limpia samiento y sus convicciones acerca de la
ilusión de dar todo lo que espiritualmente había atesorado en sus largos años de educación, y también sus ideas medula-
res acerca de la educación superior —de
preparación académica, y, sobre todo, de darse por entero al servicio de su patria. la Universidad. Precisamente el primero,
Vendrían enseguida las tareas docentes: primero un curso de filosofía sumamente breve, es el pronunciado en
la ceremonia inaugural de la Universidad
(1928-1929), y después, y hasta su muerte, los cursos de Humanidades Clásicas, Católica del Ecuador (4 de noviembre de
sobre todo Virgilio, Sófocles, Horacio ... Y las conferencias, dentro y fuera del 1946). Varios comienzos del año acadé-
mico serán también ocasión privilegiada
país. Y la participación en las políticas educativas: en 1940 comienza a colaborar para que Aurelio Espinosa se refiera a
con el Ministerio de Educación. Su participación en el Consejo Nacional de Edu- estos asuntos. En la misma publicación a
la que nos estamos refiriendo se recogen
cación había de ser decisiva para la estructuración de unos estudios secundarios varios de esos discursos. Es, pues, obvio
serios, rigurosos y consistentes. que acudamos a esta importante fuente
a lo largo del presente ensayo.
El 4 de noviembre de 1946 abre sus puertas la Universidad Católica del Ecua-
dor. Su primer rector es Aurelio Espinosa Pólit. Ya unos años antes, en 1938,
había solicitado del Ministerio de Educación la aprobación de un Bachillerato en
Humanidades Clásicas. Lo conseguiría, y conseguiría también, en 1941, que el
Colegio Loyola de Quito, donde se impartía ese tipo de bachillerato, fuese recono-
cido oficialmente. El paso subsiguiente en esta institucionalización académica de
los estudios humanísticos sería la fundación del Instituto Superior de Humanidades
Clásicas como unidad autónoma de la Universidad Católica, donde se desarrollarían
currículos universitarios de licenciatura y doctorado.
Y las publicaciones. En 1932 aparece su primer libro: Virgilio el poeta y su
misión providencial. Alguno de sus discípulos asegura –y con razón– que Aurelio
Espinosa todo lo que decía lo ponía, antes o después de decirlo, por escrito, y
–desde luego– lo publicaba. Y así fue.4 Por ello disponemos hoy de una amplia y
riquísima documentación de primerísima mano para cualquier investigación que
se quiera hacer sobre su pensamiento y sus aportes a la cultura ecuatoriana. El
último libro, Síntesis virgiliana, lo dejó listo para la imprenta pocos meses antes de
su muerte: en 1966 había de aparecer como obra póstuma.
Entre esas dos obras dedicadas a su autor predilecto, hay una larga se-
rie. En ella ocupan un lugar muy especial las Dieciocho Clases de Literatura que dictó
en 1945. Aparecieron impresas dos años más tarde, en 1947, bajo el patrocinio
de la Academia Ecuatoriana de la Lengua.
Aurelio Espinosa falleció en Quito el 21 de enero de 1961 a las 11h47.
No había cumplido aún los sesenta y siete años.
5. Eludimos en este momento pregun- Cuando –por ejemplo– quienes hemos alcanzado a vivir los primeros
tarnos por las causas de la extremada
facilidad con que en los últimos años del años del tercer milenio, contemplamos la facilidad con que en el Ecuador han
siglo XX y primeros del XXI se aprobaron proliferado instituciones sedicentes educativas con el nombre de “universi-
tales instituciones …
dad”, aprobadas sin mayor dificultad por las instancias previstas en la Ley, ape-
6. Aurelio Espinosa Pólit S.I., Los católicos nas logramos comprender que en 1946, para que pudiera nacer y funcionar le-
y la política, Quito, La Unión Católica C.
A., 1959. galmente la actual Pontificia Universidad Católica del Ecuador, fuera necesario nada
7. Los católicos y la política (1959), op
menos que un decreto presidencial: el que expidió el Dr. José María Velasco
cit. p. 3. Ibarra el 2 de julio de aquel año, y que el 8 del mismo mes apareció publicado
en el n.º 629 del Registro Oficial. Y hemos de anotar que en aquel entonces solo
existían en Quito dos instituciones de educación superior: la Universidad Central
y la Escuela Politécnica Nacional.
¿A qué se debían las dificultades que entonces encontraban los promo-
tores de una institución privada de educación superior?5 En pocas palabras: A
partir de la revolución liberal de 1895, y hasta bien entrado el siglo XX, en el
Ecuador existía prácticamente un monopolio del estado en el terreno educativo.
Es cierto que, con grandes esfuerzos y no pocas dificultades, se toleraban esta-
blecimientos privados de educación primaria y secundaria, la mayoría de ellos
regentados por comunidades religiosas católicas. Pero aun así, y durante varios
lustros, los colegiales de estos centros, habían tenido que rendir sus exámenes de
final de curso y de grado en los planteles oficiales asignados por el Ministerio de
Educación. Gracias en buena parte a las gestiones del propio Aurelio Espinosa
Pólit, esta dura sujeción se alivió un tanto: se autorizó que tales exámenes los rin-
dieran los colegiales en sus propios centros; pero, junto al profesor o profesora
de la materia, los corregían y calificaban profesores designados por el Ministerio
a través de la instancia ministerial correspondiente. Lo de la plena autonomía de
ciertos centros de educación secundaria privados, en cuanto a la administración
académica, es cosa bastante reciente en el Ecuador.
En todos los escritos donde Espinosa Pólit aborda este tema, lo hace
desde un punto de vista y de un modo apologético, polémico. Pero al mismo
tiempo con una serenidad, con una claridad, con una firmeza y con una mesu-
ra evidentes. Y, además, desde una posición clara y paladinamente definida: En
1959, por invitación de los Antiguos Alumnos del Colegio San Gabriel de Quito,
pronuncia una conferencia titulada significativamente Los católicos y la política, cuyo
texto había de ser publicado ese mismo año.6 Desde el comienzo de esta confe-
rencia, Aurelio Espinosa define su posición de manera que no deja lugar a la duda
ni a las ambigüedades:
En toda ocasión y sobre cualquier materia que haya tenido que tratar,
sagrada o profana, siempre he procurado hablar o escribir como sacerdote, como
religioso. Más que nunca lo he de hacer, al abordar hoy un tema como el que se
me ha pedido: la actitud del católico ante la política, tema tan resbaladizo y tan
mal mirado por muchos en boca de un sacerdote, que son de opinión que debiera
estarle vedado como impropio de su ministerio, todo de espíritu, todo de paz,
ajeno a los intereses de la tierra; tema, al contrario, no solo lícito, sino obligatorio
para el sacerdote, porque tiene por misión formar las conciencias y enseñar a las
almas los deberes que tienen con Dios. Y deberes con Dios existen en el ejercicio
de la política. Por esto he aceptado la invitación y el tema; si no, ciertamente no
lo hubiera hecho.7
El primer rector de la PUCE
MANUEL CORRALES PASCUAL, S.J. 23
tario, como universitario creyente, como sacerdote, como hombre de una pieza. 9. Por cierto, hay una base de ética
natural en esta exposición de A. Espinosa,
Y en el texto que acabamos de citar lo explicita de manera que su auditorio y hoy que no solo interesa a los católicos, sino
día sus lectores sepan a qué atenerse. a todas las personas razonables, sean
católicas o no, sean o no creyentes. Y si
De una vez por todas, y de manera tajante, fulmina uno de los sofismas esa base la consideraran muchos políticos
que en aquel entonces y todavía hoy inficionan las mentes de muchas y mu- ecuatorianos de nuestro tiempo, es muy
posible que al Ecuador le fuera mucho
chos, a saber: el que consiste en vedar al sacerdote el tratamiento de ciertos mejor, no solo en el ámbito político …
temas, so color de que su misión y ministerio es “todo de espíritu, todo de 10. Ibíd.
paz, ajeno a los intereses de la tierra”. De entrada, pues, define la misión del 11. Ibíd.
sacerdote frente a la sociedad a la que sirve. Este tema concretamente, el de la
política, es “no solo lícito, sino obligatorio para el sacerdote, porque tiene por
misión formar las conciencias y enseñar a las almas los deberes que tienen
con Dios. Y deberes con Dios existen en el ejercicio de la política”. Si una de
las misiones del sacerdote es, como él dice, formar y orientar, sería abdicar
de tal misión renunciar a formar y orientar a las personas y particularmente a
los católicos en el ámbito de la política. Y, por si nos quedara alguna duda en
este punto, dice inmediatamente:
Con esto dejo asentado desde el primer instante, cortando, antes de em-
pezar, todo equívoco y toda interpretación antojadiza, que no vengo a hablar de
la política como político, sino como sacerdote; que, por tanto, mi enfoque no es
técnico sino ético; que no versa mi materia sobre problemas prácticos inmediatos,
sino sobre el planteamiento del gran problema moral que implica la política, más
exactamente, sobre los múltiples problemas morales que deben preocupar al ca-
tólico con respecto a ella.8
No querer tomar parte alguna en la vida pública sería tan reprensible como
no querer prestar ayuda alguna al bien común. Tanto más cuanto que los católi-
cos, en virtud de la misma doctrina que profesan, están obligados en conciencia a
cumplir estas obligaciones con toda fidelidad.10
12. Ibíd. todos sus actos, lo mismo de los públicos que de los privados”.11 Con esta idea
13. Ibíd. está asestando un golpe mortal a la afirmación usual por parte de aquellos que
14. Ibíd. llevan la aconfesionalidad del estado y de la vida pública a límites sectarios. Solían
–y suelen– sostener tales ciudadanos, que lo moral, lo religioso, las convicciones
íntimas de las personas pertenecen al fuero interno, nada tienen que ver con lo
público, y menos con lo político (“La religión para la sacristía”, solían –y suelen–
decir). Pero, además, explicita una consecuencia fundamental de esta unicidad de
la conciencia:
de su alma, se extiende a la eternidad. Estamos, pues, en lo justo al juzgar que no 15. Ibíd.
es lícito al hombre, ni tampoco a la sociedad civil (la cual no existe sino para el
16. Ibíd.
hombre y para ayudarle a obtener su fin) dedicarse a la consecución de los bienes
terrenos prescindiendo de la relación moral de los mismos con el destino eterno.15 17. Este discurso inaugural fue
posteriormente publicado en Aurelio
Espinosa Pólit, S.I., Posiciones católicas en
Al enfrentar las consecuencias prácticas de estas premisas, Aurelio Es- Educación, doce discursos, Quito, Tip. La
Prensa Católica, 1953, pp. 1-3. (Colección
pinosa muestra una firmeza y una valentía indiscutibles. Y al mismo tiempo un “Pensamiento Católico” de Cultura, vol. II).
respeto y una delicadeza para con las personas, especialmente para con aquellas En los comienzos de los años sesentas del
siglo XX, en el rectorado del P. Luis E. Ore-
que no comparten sus convicciones, fuera de toda duda. Y tengamos en cuenta llana Ricaurte S.J., posteriormente obispo
que en aquellos tiempos, como ya hemos sugerido, quienes no compartían sus auxiliar de Quito, obtuvo la Universidad el
título de Pontificia.
convicciones eran precisamente quienes desde hacía más de medio siglo detenta-
ban el poder político en el Ecuador. Oigámosle una vez más:
Su idea de Universidad
El 4 de noviembre de 1946 comenzaba su andadura la entonces llamada Universi-
dad Católica del Ecuador. El P. Aurelio Espinosa Pólit, su primer Rector, pronunció
un brevísimo discurso en el que esbozaba con sobria claridad las modestas carac-
terísticas de la institución que acababa de nacer:17
Nace la Universidad Católica con el doble sello de las obras de Dios: la hu-
mildad y la serenidad. Humildad, que la empequeñece a los ojos del mundo: en
casa estrecha y prestada, entre zozobras y apresuramientos, con fondos escasos y
totalmente desproporcionados a las exigencias de tan vasta empresa. Serenidad,
El primer rector de la PUCE
26 MANUEL CORRALES PASCUAL, S.J.
Es oportuno ahora evocar el principal argumento que en aquella memo- 21. Ibíd.
rable ocasión expuso nuestro primer Rector: Según él –y los datos históricos lo 22. Ibíd.
respaldan– la tradición universitaria en nuestro país se remonta a los tiempos 23. Ibíd.
de la Real Audiencia de Quito. Hubo en ella, no una, sino tres instituciones de 24. Ibíd.
educación superior: la más antigua fue el “studium generale” de San Fulgencio,
fundado por los padres agustinos en 1581. Los jesuitas fundan la Universidad San
Gregorio en 1622. Algo más tarde surgiría por iniciativa de los dominicos la Uni-
versidad de Santo Tomás. Aurelio Espinosa subraya, citando estos hechos históricos,
que la tradición universitaria ecuatoriana hunde sus raíces en iniciativas indiscu-
tibles de la Iglesia Católica.
Y es que está persuadido de que “el crecimiento de la cultura, el crecimien-
to de la conciencia nacional es obra de generaciones. La difusión en el cuerpo de
la sociedad de un espíritu superior es el resultado de un afinamiento gradual que
solo se logra a través de las centurias”.21 Estas ideas enriquecen, sin duda, los fun-
damentos de su convicción: una Universidad no existe porque su creación conste
en una ley o en un decreto: necesita madurar a lo largo del tiempo.
Pero … esa tradición, a juicio de Espinosa Pólit, queda truncada por la
irrupción del laicismo en todo el sistema educativo ecuatoriano; pero de un
modo particular en la educación superior:
25. Cfr. Discurso citado, Ibíd. nos (consagrado en la constitución) a elegir el tipo de educación que desean. Consi-
26. Cfr. Discurso citado, Ibíd. deremos su pensamiento sobre este particular en las siguientes citas:
27. La aprobada por la Asamblea Nacional
y promulgada el 12 de octubre del 2010, y En su aplicación a los individuos, el laicismo educativo en ningún caso pue-
vigente cuando redactamos este ensayo. de ser objeto de imposición.
(Cfr. Registro Oficial (Quito), n.º 298, Suple-
mento, martes 12 de octubre del 2010). Aun allí donde el Estado haya adoptado la posición laica para su educación
28. Cfr. Ley Orgánica de Educación Superior oficial, no la puede hacer obligatoria para todos los individuos; esta educación lai-
(LOES), artículo 5, h). ca debe quedar para quien la quiera y no puede ser impuesta a quien no la quiere.
El decreto firmado por el Excmo. Sr. Dr. José María Velasco Ibarra el 2 de
julio de 1946, no hizo otra cosa que consagrar abiertamente el principio constitu-
cional de la no obligatoriedad individual del laicismo educativo, y hacer posible su
rechazo efectivo en la educación superior.26
la Universidad Católica encarna la liberación de la esclavitud mental que impone 29. Cfr. Discurso citado, Ibíd.
el laicismo. 30. Cfr. Discurso citado, Ibíd.
No es esta una vana paradoja. Si suena a paradoja, la planteamos con plena
conciencia. Los que se han acostumbrado a oír anatemizar a la Iglesia Católica como 31. Con el título de “La Universidad
Católica: sus vicisitudes”, su discurso fue
a opresora del pensamiento humano, como a la que con sus dogmas coarta el libre publicado posteriormente en Posiciones
juego de la inteligencia y el avance despejado de la investigación científica, deben al católicas en Educación, doce discursos
fin escuchar la afirmación rotunda de que es exactamente lo contrario, y de que en por el P. Aurelio Espinosa Pólit, S.I., Quito,
las aulas donde impera la doctrina católica se está promoviendo la verdadera libertad Tip. La Prensa Católica, 1953, pp. 64-71.
de pensamiento e impulsando el avance triunfante de la investigación. (Colección “Pensamiento Católico” de
Cultura, vol. II).
Hombres que se constituyen en personeros de la ciencia pura no parecen
darse cuenta de lo anticientífico de un método que en el planteamiento de un pro- 32. Ibíd.
blema empieza por excluir a priori una de las soluciones posibles.29
Vicisitudes y contratiempos
Los que hemos pertenecido varios decenios al claustro académico de la Pontificia
Universidad Católica del Ecuador (PUCE), y hemos ejercitado en ella cargos de cierta
responsabilidad, recordamos haber vivido etapas críticas en la vida institucional.
Crisis suscitadas, no solo por instancias de fuera de ella, sino también causadas
por la ambición de algunos de sus mismos miembros.
Tales crisis no son nuevas. Ni son solamente las actuales autoridades gu-
bernamentales de la educación superior las que no acaban de entender la distin-
ción entre lo público y lo privado en el ejercicio educativo. Tampoco son nuevos
los groseros atentados contra la autonomía universitaria que hemos padecido y
seguimos padeciendo en nuestros tiempos. El 2 de octubre de 1950, en la inau-
guración del curso académico 1950-1951, denunció Aurelio Espinosa los riesgos
que corría por aquel entonces su Universidad.31
Al filo de sus palabras, evoquemos brevemente aquellos riesgos y aus-
cultemos el pensamiento de Aurelio Espinosa precisamente sobre la autonomía
universitaria.
Según cuenta el mismo Espinosa Pólit al comienzo de su discurso, se ha-
bía presentado al Senado ecuatoriano un “Proyecto de Ley de Educación Supe-
rior” para su debate y eventual aprobación. Parece ser que tal proyecto no llegó
a discutirse. Sin embargo, por la amenaza que algunas de sus disposiciones con-
tenían contra la educación superior particular y, en concreto, contra la Universidad
Católica, nuestro primer Rector consideraba que debía comentarlo y poner en
guardia a la comunidad universitaria para, llegado el caso, actuar en forma apro-
piada. He aquí, en palabras del mismo Espinosa Pólit, el estado de la cuestión y
la exposición sucinta de sus consecuencias:
Oigámosle:
¿Qué significa “autonomía”? -Sus dos raíces griegas (autos: uno mismo y nomos:
ley) están diciendo que es el régimen en que uno se impone la ley a sí mismo. Autonomía
es, pues, el régimen que corresponde a quien ya es capaz de determinar qué normas de
conducta debe seguir, y que tiene suficiente energía para imponérselas a sí propio.33
Como filólogo de rancia estirpe, Aurelio Espinosa ha configurado en
estas palabras una definición de autonomía radicada etimológicamente. Y certe-
ramente ha dado en el núcleo de su significación. Añade a renglón seguido este
importante comentario:
Como pueden notar mis amables lectores, Aurelio Espinosa nos propor-
ciona en esta reflexión elementos sustanciales para entender rectamente lo que
es y lo que significa autonomía universitaria. Muchos años después, en la Ley Or-
gánica de Educación Superior promulgada el año 2000, encontraremos la definición
de autonomía universitaria que más me convence. Dice este instrumento legal en
su artículo 4.º:
¿Cómo habría actuado Aurelio Espinosa Pólit frente a los atentados con-
tra la autonomía universitaria de tiempos recientes? Pienso que la mejor manera
de rematar este breve ensayo sobre la figura universitaria del primer Rector de la
hoy Pontificia Universidad Católica del Ecuador pueden ser estos párrafos que publi-
qué en el desaparecido diario Hoy el 19 de setiembre del 2012, p. 4 y ed. digital:
La autonomía universitaria es la potestad que tiene la universidad para
regirse mediante normas y órganos de gobierno propios.
El primer rector de la PUCE
MANUEL CORRALES PASCUAL, S.J. 31
2 de agosto de 2016
32
H
La universidad, sede de la razón
ernán Malo González (Cuenca, 1931 - Cuenca, 1983) desarrolla buena
parte de sus tesis sobre la universidad en el contexto intelectual del
pensamiento católico posterior al Concilio Vaticano II. Como se indi-
có anteriormente, a su retorno al país luego de estudiar teología con Karl Rahner
en Innsbruck y filosofía en la Universidad Gregoriana de Roma, y antes de ser
designado rector de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE), fue
decano de la Facultad de Filosofía San Gregorio.
En el primero de los encuentros de Filosofía organizados por la PUCE,
Hernán Malo lee su conferencia «Universidad, sede de la razón» ([1976] 1996).
Esta conferencia sobre los presupuestos de la universidad moderna implica una
reflexión sobre el concepto de razón, y en consecuencia, una indagación, más
bien implícita en el texto de la conferencia, sobre los alcances del legado de la
Ilustración, del Idealismo alemán y del Romanticismo a que se ha hecho re-
ferencia anteriormente en esta investigación. Antes de exponer su tesis, Malo
procede de una manera algo escolástica a señalar algunos breves «prenotandos
sobre la razón»: una serie de definiciones que van desde el logos heraclitiano hasta
el concepto de razón en Hegel y Schelling. En estos prenotandos se presenta
el profesor de Filosofía Antigua que nos aclara el contenido del vocablo latino
ratio en relación con distintos términos griegos y sus significados (logos, dianoia,
noesis…), y que luego procede a la crítica de la noción de razón en el racionalismo
moderno, pues «la razón se racionaliza en la edad moderna» –esto es, en Descar-
tes, Spinoza, Leibniz, Kant, Hegel–. Luego, apunta la crítica a este proceso de
racionalización iniciada en la propia modernidad: «Los síntomas de superación
[del pensamiento filosófico frente al racionalismo] se manifiestan en su primera
fase en una reacción antirracionalista, representada por Schelling y los pioneros
* Este artículo es tomado del libro Uni-
de la corriente vitalista francesa, y en una segunda etapa a la reintegración de la versidad. Sentido y Crítica (2016). Quito:
razón a la complejidad del pensamiento humano; piénsese en la riqueza humana Centro de Publicaciones PUCE.
del existencialismo»1 (Malo, [1976], 1996). Resulta sorprendente el procedimien- 1. Malo había trabajado antes, para
to de Malo: si bien ha anunciado en el título de su ponencia su tesis, esto es, que su tesis de doctorado, sobre un filósofo
considerado como un precursor o iniciador
la universidad es la sede de la razón, lo que hace pensar en la referencia necesaria de esa «corriente vitalista francesa», Félix
a Kant, Humboldt y el Idealismo alemán, lo primero que hace en sus prenotan- Ravaisson, quien influyó en Bergson y aun
en Paul Ricoeur (Malo, 1976).
dos es poner bajo sospecha precisamente el concepto de razón. A partir de las
Hernán Malo: La universidad y la crisis de la razón.
34 IVÁN CARVAJAL
o la razón práctica vuelven necesariamente político el quehacer universitario», 2. Esta imagen de Sócrates, que en el
contexto de la conferencia del filósofo
momento en que resurge la imagen de Sócrates2. Recordemos que Malo dice cuencano guarda relación con el «caba-
esto en la coyuntura de las dictaduras militares en el Cono Sur y Brasil, y de las llero de la razón» que aparece unas líneas
más adelante, contrasta con otra figura
violentas confrontaciones en América Central. heroica que será acuciante para Malo, el
3) El compromiso de la universidad con la razón crítica: La crítica debe ser, en «caballero de la fe» kierkegaardiano.
primer lugar, crítica interna, crítica de la razón: de sus objetivos, planteamientos, 3. El título alude irónicamente a las
métodos, logros. Debe ser crítica de la crítica y crítica de la propia institución uni- críticas vertidas en ese período a las
universidades, tanto por políticos y
versitaria. Solo a partir de ello puede y debe ser crítica externa, es decir, «análisis gobernantes como por los medios de
constante de la sociedad en todas sus manifestaciones». Este es el acto político comunicación de masas.
eminentemente universitario, que debe «llevarse a cabo con enorme rigor bajo las
reglas del juego de la razón».
4) La vinculación de la universidad con la razón dialéctica: «La universidad prac-
tica la razón como cuerpo, en perpetuo diálogo sobre todo entre quienes la con-
forman». La razón es esencialmente dialógica, y esto lleva a Malo a poner una
alerta contra el espíritu sectario: «La cerrazón sectaria es enemiga de la razón y
por lo mismo de la universidad».
5) El compromiso de la universidad con la razón práctica: Para Malo, «la gran cri-
sis actual de la universidad brota primordialmente de la razón práctica: o esta se
relega a un rincón, convirtiéndose en la torre de marfil típica, o se dan a la praxis
formas no universitarias que terminan por perjudicar a la razón sin más». La uni-
versidad debe ser gobernada por sí misma, «en íntima relación con la constancia
suprema de la razón teórica»; su praxis ha de revestir características universitarias,
pero además, «sin excluir efectos inmediatos, tiene que tener en mucho el carácter
de lo mediato […] Revestida de paciencia, la universidad tiene que meditar su
obrar, debe planearlo, debe medirlo en toda su complejidad y sus alcances».
Malo insistirá en estas cinco condiciones esenciales en su artículo «La
Universidad, institución perversa»3, que aparece en una primera versión como
estudio introductorio de su antología Pensamiento Universitario Ecuatoriano (Malo,
1996). En este ensayo añade una observación acerca de la razón práctica que
debe ser tomada seriamente en consideración: «Una universidad no política es a
la postre una universidad no comprometida con la sociedad y, al ser tal, es una
universidad cercenada y carente de sentido para el hombre». En la argumentación
de Malo se destacan tres cuestiones que merecen una especial atención: su inquie-
tud frente al concepto de razón, al que contrapone las nociones de pensamiento
y sabiduría; la distinción entre razón dialéctica o dialógica y la razón matemática
o analítica, que determinan dos tipos de instituciones universitarias modernas; y
finalmente, la relación entre razón teórica y razón práctica. Para abordarlas, es
necesario desplazarse desde el «pensamiento universitario» de Malo hacia sus
trabajos filosóficos.
Hay en este fragmento de Roig algunas cuestiones que ameritan que se las
tome en cuenta; de inicio, sorprende la confusión, semejante a la de Malo ya seña-
lada, entre el concepto racionalista de razón y la razón misma. En efecto, ¿cuál es el
«centro» de la razón? ¿Acaso las «formas y las expresiones» de los «filósofos europeos
paradigmáticos»? Sin embargo, Roig acierta al apuntar el desplazamiento que procura
Malo hacia los «márgenes» de la filosofía occidental con el propósito de encontrar
un concepto más adecuado de razón: por una parte, el filósofo cuencano se desplaza
hacia la comprensión del mito y el símbolo como formas del pensamiento humano;
por otra, hacia la búsqueda de un «estilo» de filosofar que coloque al pensamiento
filosófico más allá de la definición aristotélico-escolástica que lo inscribe en el ámbito
de la ciencia o episteme; y por último, hacia vertientes del pensamiento filosófico que
ponen en cuestión el racionalismo moderno. Este intento de pensar desde los márge-
nes de la filosofía racionalista plantea a Malo una aproximación crítica a Kieerkegaard,
a la filosofía existencialista (Sartre), a la filosofía crítica (Marcuse), y a la etnología (el
Lévi-Strauss de La pensée sauvage).
No es este el lugar para analizar críticamente el conjunto de los trabajos
filosóficos de Malo González; lo que interesa destacar es que antes y después de
su conferencia «La Universidad, sede de la razón», sea en sus cursos, sea en sus
artículos y sus conferencias pronunciadas en los encuentros de Filosofía de esos
años, Malo mantiene lo que podríamos denominar un proyecto de reflexión en
torno a una pregunta que precisa Roig en su estudio introductorio: «¿Cómo “sal-
Hernán Malo: La universidad y la crisis de la razón.
IVÁN CARVAJAL 37
y colega Arturo Roig, a cierta forma discursiva sobre lo político y lo social, que
no se inscribe propiamente en los paradigmas de las disciplinas de las llamadas
ciencias sociales, pero tampoco en los de la filosofía occidental–. En esta búsque-
da, Malo destaca momentos significativos que contribuyen a la apertura del con-
cepto de razón, incluso dentro de la tradición filosófica. Es el caso del thaumazein
aristotélico, que en el horizonte del pensamiento griego implica, a juicio de Malo,
un enriquecimiento de la actitud frente a la naturaleza, «una revaloración de lo
sensible, pero siempre con la nota de distancia».
que fue un hombre radical y su gran peligro y el del Kierkegaardismo es el del radicalismo fa- 5. Malo procede luego a contraponer la
nático […] Por lo demás, este hombre monstruoso, monstruoso y contradictorio, tiene a la vez posición católica: «como Dios es dueño
delicadezas infinitas, es un ser trágico, es un poeta, es un hombre que cultiva el amor en medio absoluto de toda realidad y de toda ley,
creador de la Ley, puede suspender la ley
del conflicto en que vive de modo radical e irreductible [los énfasis son añadidos]. eterna y entonces, hace que matar a ese
niño no sea delito».
6. De alguna manera, esta distinción En contraste con la intensidad de esta conferencia sobre el pensamiento
se correlaciona con la diferencia entre la
idea humboldtiana de universidad y la de Kierkegaard, el ensayo que unos años antes había dedicado a Marcuse a pro-
napoleónica. pósito de una supuesta visita del filósofo al Ecuador por invitación de un grupo
de estudiantes que habría tenido lugar en 1969, semeja más bien una reseña de
El hombre unidimensional y El final de la utopía (Malo, 1989: 223-232). Sin embargo,
en ese artículo se destacan dos cuestiones: la valoración del profetismo –«El
profetismo es quizás la única fuerza espiritual capaz de producir un viraje rápido
en la mente de la humanidad»– y la relativa adscripción a la crítica de Marcuse a
la condición unidimensional del hombre contemporáneo. Además, Malo aprove-
cha la ocasión para apuntar su crítica hacia el estructuralismo y hacia Foucault,
y para tomar distancia respecto del «padre» del estructuralismo, Lévi-Strauss. El
núcleo de esta crítica es su defensa del humanismo frente a la supuesta amenaza
de abolición del hombre: «Michel Foucault, su ideólogo estelar [¡nada menos
que del estructuralismo!], señala el objetivo de este sistema alarmantemente uni-
dimensional: la abolición de la Filosofía y con ella del hombre». Más allá de la
incomprensión de la crítica foucaultiana al humanismo y de las relaciones del
filósofo francés con el estructuralismo, interesa aquí destacar que Malo ve una
doble amenaza al humanismo: una que proviene del monstruo solitario, del lobo este-
pario kierkegaardiano, y otra que llega de su opuesto, del sistema o la estructura,
que él considera emparentada con el pensamiento unidimensional que critica
Marcuse. Por otra parte, nos advierte que esta doble amenaza al humanismo
es consecuencia del pensamiento moderno, de Lutero y Descartes en adelante,
aunque Kierkegaard y los estructuralistas –Lévi-Strauss, Foucault, Barthes–, cada
uno desde su ribera, pongan en cuestión esa deriva del pensamiento moderno.
La universidad humanística
¿Qué quiere decir entonces, en referencia al conjunto de sus reflexiones filo-
sóficas, la tesis de Hernán Malo que postula que la universidad es la sede de la
razón? Al diferenciar la «universidad humanística» como sede de la razón en
tanto pensamiento o sabiduría, de la «universidad técnica» que sería «sede del
pensar matemático»6, Malo afronta ya una primera dificultad: la distinción entre
dos formas de la razón: una que se orienta a la consideración integral del ser hu-
mano y del mundo, es decir, hacia el sentido, y otra que se orienta a las ciencias
y la técnica, es decir, el conocimiento. De alguna manera, y en referencia a las
tesis del Idealismo alemán sobre la universidad, que colocaban la filosofía como
sustento de la universidad, dado que la filosofía es la ciencia par excellence –de
la que luego se separarían las ciencias en sentido moderno–, Malo alude a una
cuestión inquietante: la problemática relación de las ciencias y las técnicas con
la condición humana y por tanto con la ética, de ahí que el pensador cuencano
ponga su énfasis en la antropología. Por otra parte, no puede dejar de confrontar
la crisis de la filosofía. Esa crisis es también crisis del humanismo y consiguiente-
mente de la antropología filosófica: es sintomático que Malo se acerque a Sartre
–al Sartre existencialista– para destacar su «estilo» filosófico y el humanismo de
su existencialismo, mientras evita comentar y adentrarse en el pensamiento de
Heidegger. ¿Hasta qué punto, cabe preguntarse entonces, Malo logra salir de la
crisis de la razón moderna? ¿Hasta qué punto su horror a la monstruosidad del
Hernán Malo: La universidad y la crisis de la razón.
IVÁN CARVAJAL 41
E
CARLOS
l proyecto evangelizador de la Compañía de Jesús ha sido, desde sus orí-
IGNACIO
genes en el siglo XVI, una propuesta innovadora, por lo tanto dinámica MAN GING, S.J.
y creativa, que surge como respuesta a necesidades reales de formación
humana y espiritual. En América Latina y particularmente en nuestro país, la
creación de instituciones educativas es el fruto del requerimiento de la sociedad
y del discernimiento mediante la experiencia espiritual de los Ejercicios de San
Ignacio1, cuyo culmen es la comunicación de los dones recibidos (Contemplación
para alcanzar amor, EE 230-237). De allí se desprende la aventura de un grupo de
“compañeros” enviados a las fronteras del mundo conocido, en misión de cuer-
po apostólico y con un horizonte de trascendencia y eternidad.
Desde el inicio de la Orden se fundan colegios con la finalidad de servir
a la mayor gloria de Dios y el bien de las almas. De singular importancia para la
provincia de la Compañía de Jesús en el Ecuador ha sido la creación de semina-
rios y centros de formación para sus propios miembros, así como la de colegios y
universidades para la niñez y juventud del país. Traer a la memoria estos sucesos
históricos fundacionales sería una excelente oportunidad para hacer honor a la
iniciativa y colaboración de muchas personas que apostaron por la educación
como elemento de transformación de la sociedad. Sin embargo, no es el propó-
sito de estas reflexiones y además sería una tarea muy extensa y difícil de determi-
nar, pues han sido numerosos y variados los procesos educativos en toda la geo-
grafía nacional. Más bien, se presenta a continuación una solución intermedia: se
mencionarán aquellas instituciones que todavía hoy responden a las necesidades
educativas del Ecuador, la relación existente entre ellas con la PUCE, así como
algunas reflexiones según la naturaleza propia de dicho apostolado desde las ins-
piraciones y principios que nacen de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio.
La manzana jesuítica
La huella cultural de la Compañía de Jesús persiste en el espacio geográfico latinoa-
mericano; ni la modernidad ni el paso del tiempo han podido borrarla. Llama la
atención al turista y al viajero el hecho de encontrar en el centro histórico de algunas
ciudades de nuestro continente una manzana jesuítica que rememora épocas pasadas
de una intensa actividad en los campos de las artes, religión, ciencia y cultura. Hoy
son la evocación de un proyecto evangelizador integral que no excluía lo religioso
del apostolado educativo y/o misionero. Aquí nos encontramos nuevamente con la
fuente inspiradora de los Ejercicios Espirituales, cuyo modo y orden (EE 2) es una de
las claves de formación esencial en los institutos de la Compañía. Estos complejos
arquitectónicos de singular belleza englobaban otras instituciones que interactuaban 1. Ejercicios Espirituales de San Ignacio
de Loyola, (1986). Sal Terrae, Santander.
entre sí: iglesia, residencia, colegio, seminario, universidad, revistas editoriales, procura En adelante se citará la fuente entre
de misiones, etc. Su impacto se evidencia en los documentos históricos, gramáticas de paréntesis con la sigla EE seguida del
numeral correspondiente.
lenguas nativas, cartografía, libros espirituales y de teología, entre otros.
La PUCE y las obras educativas de la Compañía de Jesús en el Ecuador.
44 CARLOS IGNACIO MAN GING, SJ
territorios a los jesuitas? Sin lugar a dudas, una obra de tal envergadura alcanza
su punto de equilibrio a través de la continua abnegación y búsqueda de un valor
superior a las propias fuerzas mediante oblaciones de mayor estima y mayor momento
(EE 98). Es la libertad espiritual alcanzada por san Ignacio la que se traduce en
las características de la educación de la Compañía. El apostolado educativo de
los jesuitas integra la tensión y el equilibrio entre el impulso misionero centrífugo de
su propio carisma (buscar y hallar la voluntad de Dios, EE 1) y la estabilidad espiritual
centrípeta para crecer y fortalecerse al nutrirse de una cultura determinada (Con-
templación de la Encarnación, EE 101-109). Esta espiritualidad integra un mundo
de deseos y potencialidades según un movimiento que va desde la búsqueda del
mayor bien (magis) hasta llegar al centro del anuncio y del mensaje evangelizador
que es la persona de Jesucristo (sumo capitán y Señor nuestro, EE 136).
Poco tiempo después de la fundación de los primeros colegios en las pe-
nínsulas ibérica e itálica (el colegio de Mesina fue el primero que se abrió para
estudiantes no jesuitas en 1548) y en el continente europeo, los jesuitas difundie-
ron un documento que permanecería incólume durante casi cuatro siglos: la Ratio
atque Institutio Studiorum Societatis Iesu (1599). En ella se plasmó una concepción fi-
losófico-pedagógica como plan oficial de estudios de la Compañía de Jesús. Con-
sistía en un compendio de métodos pedagógicos orientados al desarrollo de la
persona en virtud y letras. Entre dichos métodos se incluían gramática y retórica
(clase ínfima), física y filosofía (clase media), escritura y teología (clase suprema), entre
otras asignaturas. La alternancia de actividades, el análisis y la interpretación, las
concertaciones y disputas, academias y actos públicos, así como las repeticiones
y los juegos (Roma y Cartago), eran parte del ritmo y ejercicio metodológico que
favorecía la comprensión, desarrollo y asociaciones del trabajo del estudiante.
La pedagogía ignaciana favorece el proceso de aprender a aprender, cuya fi-
nalidad es el crecimiento de la persona en excelencia humana y cristiana. Es necesa-
rio enseñar a pensar de forma gradual, ordenada en interrelación con otros campos
del saber, tanto científicos como humanísticos. Este enfoque pedagógico demanda
creatividad pues coloca al estudiante al centro del proceso educativo como su prota-
gonista principal, invitándolo a ser más autónomo y en contacto con el mundo real.
Los cinco pasos en que se estructura este paradigma abarcan la situación o contexto,
la experiencia del aprendizaje, la reflexión humanista, la acción que brota del discerni-
miento y la evaluación holística. El educador es un acompañante de la libertad: el edu-
cando va descubriendo paulatinamente su propia humanidad a través de elecciones y
cuestionamientos que lo confrontan con su propia verdad. Sin embargo, la originali-
dad de este sistema pedagógico radica no tanto en la novedad del mismo, sino en la
integración de las mejores prácticas escolares vigentes, articuladas coherentemente.
Cristo. El siguiente paso es fruto del anterior: crece el interés por conocer me-
jor la realidad, valorándola críticamente tanto en sus luces y en sus sombras. Se
espera entonces un compromiso en profundidad y como consecuencia lógica, la
transformación de ciertas estructuras injustas de la sociedad.
Todo este proceso educativo se sintetiza en las imágenes que Jesús emplea
para mostrar el trabajo necesario para obtener el fruto esperado. La imagen del
sembrador a la que Jesús aludía como la parábola predilecta del Reino puede ayu-
dar a comprender el dinamismo de estas fuerzas: Salió un sembrador a sembrar (Mc
1, 4-20). Esta comparación implica la escucha atenta de la Palabra para acogerla
con verdadera humildad y alegría, echar raíces, y finalmente vencer la esterilidad.
De ahí que se trate de un trabajo silencioso y constante al igual que una semilla
sembrada con fe para dar frutos que otros cosecharán.
a) Acoger la Palabra: el encuentro fecundo.
Se trata de una propuesta pedagógica que parte del contexto existen-
cial de la persona y en el que las propias experiencias y reflexiones son toma-
das en cuenta por la importancia del valor de la persona. Este enfoque peda-
gógico pretende conocer a Jesús no solo cognitivamente, sino despertar en
la persona el llamamiento para que pueda amarlo y seguirlo. El sentir y gustar
de las cosas internamente (EE 2) supone una mayor afectación: es el período de
la gestación de todo el proceso en el que se implican tanto el entendimiento
como la voluntad, siendo este último elemento el de mayor reverencia (EE3)
porque implica un mayor impacto a través del poder de los afectos.
b) Echar raíces: vivimos en un mundo de relaciones.
El desarrollo humano y espiritual al que propende la pedagogía
ignaciana no se circunscribe a una relación intimista con Dios, sino que
supone las relaciones con otras personas. La fecundidad del encuentro
dependerá del grado de apertura a la acción del Espíritu, lo que posibilita
tejer un mundo de relaciones nuevas. Esta pedagogía es realista: parte del
supuesto de la necesidad de ordenar la vida, pero lo hace con una visión
dinámica y positiva del ser humano. Implica el diálogo como una actitud
fundamental en que se concede mayor autonomía y ejercicio de la respon-
sabilidad al propio estudiante. Para todo ello es menester volver a las indi-
caciones de san Ignacio, quien invita tanto al que da los Ejercicios como
al que los recibe a salvar la proposición del prójimo (EE 22). El presupuesto
inicial de la confianza está tanto en la base del diálogo intraeclesial (sen-
sus Ecclesiae) como del diálogo intercultural (Ad gentes). Una confianza que
brota de la comunicación de bienes a nivel interinstitucional, consolidada
tanto a nivel nacional como internacional. De esta forma, el encuentro de
apertura y el tejido de relaciones nuevas hace posible salir de su propio amor,
querer e interés (EE). En el caso de la PUCE esto se manifiesta a través de
convenios con otras universidades y su pertenencia a las redes AUSJAL
(Asociación de Universidades de la Compañía de Jesús en América Lati-
na), FIUC (Federación Internacional de Universidades Católicas) y ODU-
CAL (Organización de Universidades Católicas de América Latina y el
Caribe), así como el reciente convenio interinstitucional de la PUCE con
la Compañía de Jesús en el Ecuador (1.8.2016).
La PUCE y las obras educativas de la Compañía de Jesús en el Ecuador.
CARLOS IGNACIO MAN GING, SJ. 47
Vista PUCE.
Christoph Hirtz.
51
La Universidad Católica
y la historia de las ideas en el
Ecuador: décadas de los 70/80
CARLOS
PALADINES
N
Pre-notando
arrar o contar la historia de una institución universitaria que cumple
siete décadas de vida: 1946-2016 exige desarrollar un conjunto de ope-
raciones complejas y diversas.1 Por ejemplo, implica investigar y se-
leccionar los más sobresalientes acontecimientos; sistematizar y organizar los
diversos materiales que se ha logrado acumular en 70 años de labor; examinar la
coherencia de los datos recogidos con la dimensión sincrónica y diacrónica de los
mismos –contextos–; juzgar los abundantes testimonios históricos de actores,
documentos, publicaciones, obras y proyectos que el tiempo acumuló; recoger lo
más destacado de lo producido en el campo de la docencia, la investigación, la
extensión cultural y la formación profesional, y todo ello, además, requiere ser
sopesado en balanza de precisión y valorado en su justa medida; rescatar a los
actores o sujetos individuales y colectivos que pusieron el hombro para empujar
el avance de la institución, etc.
El relato sobre la construcción de uno de los campos teóricos y académi-
cos que se levantaron en la década de los setenta y ochenta del siglo pasado en
la Universidad Católica es igualmente tarea compleja, no solo porque aún no se
cuenta ni con investigaciones ni con trabajos especializados sino también porque
el escenario, los procesos y los actores no es fácil sintetizar en unas cuantas pági-
nas y mucho menos hacer justicia a todos ellos.
En esta ocasión, se concentrará la información en uno de esos campos
teóricos y académicos que alcanzó esplendor; en algunos hitos que permitieron
florezca una «primavera filosófica» entre 1975-1995, en cuanto a estudios e in-
vestigaciones, publicaciones y encuentros nacionales e internacionales, docencia
y compromiso con el país.
Para el efecto, se recurrirá, en un primer acápite a la delimitación del
escenario o contexto nacional e internacional; en segundo lugar a informar sobre
los principales programas, proyectos y actividades de esa primavera; finalmente se
expondrá el punto de partida o las bases y fundamentos de este singular período
de desarrollo de los estudios sobre Filosofía Latinoamericana y Pensamiento
Ecuatoriano.
Antecedentes
En América Latina, a finales de la década de los sesenta del siglo pasado soplaban
vientos de renovación, que alimentaron la esperanza de cambio y de corrección
de las injustas y obsoletas estructuras en que se debatían la mayoría de los paí-
ses y regiones. La tercera revolución industrial y tecnológica con su secuela de
mutaciones en el sistema productivo; la consolidación de la revolución cubana
convertida en hito histórico por sus éxitos en el campo de la salud, la educación,
1. 2 de julio de 1946 decreto de Presiden-
la vivienda y la seguridad social; las desigualdades crecientes entre los países del te Velasco Ibarra. Las clases comenzaron
primer y segundo mundo y al interior de ellos; las crisis cíclicas que afrontaba el 5 de noviembre del mismo año.
La Universidad Católica y la historia de las ideas en el Ecuador: décadas de los 70/80
52 CARLOS PALADINES
2. Centro de Investigación y Acción tanto el sistema capitalista al igual que el comunista; las necesidades básicas insa-
Social, CIAS, “La descripción sociográfica
de la realidad nacional, Quito, T. I-II y III. tisfechas por amplias capas de la población en cuanto a trabajo, salud, educación,
(1968?); Julio Terán Dutari, “Encuesta vivienda, etc. abrieron las puertas al afán de reformas, presagio de cambios subs-
sobre las actividades filosóficas y
teológicas de los jesuitas latinoamerica- tanciales en el panorama mundial.
nos”, Coordinación latinoamericana para Al interior de la Iglesia Católica también soplaban vientos de cambio. El
filosofía y teología, Quito, 1974.
Concilio Vaticano II (1962-1965) convocado por el papa Juan XXIII, posteriores reunio-
nes del Concejo Episcopal Latinoamericano CELAM y sus documentos, como el de Buga
(1967) y sobretodo el de Medellín (1968), el más radical de esa década, trataron
de concretar la modernización de la iglesia y de sus universidades e igualmente
reformar o desvincular a la iglesia de sus compromisos con los poderes de este
mundo, con las oligarquías y la propiedad de la tierra, con los partidos políticos
de corte conservador. El giro que se requería dar estaba ya encarnado en una
figura emblemática de la iglesia de aquellos tiempos, tanto en la persona de Mons.
Leonidas Proaño, ‘el obispo de los pobres y de los indios’, como en la diócesis
por él regentada.
En esos tiempos numerosos jesuitas, luego de varios años de estudio en
EE-UU y Europa en ciencias de corte secular: sociología, historia, periodismo,
sicología, antropología, filosofía, lingüística,… retornaron al Ecuador cargados
de ilusiones e iniciaron conversaciones para la transformación de la Facultad de
Filosofía San Gregorio en Facultad de Ciencias Humanas.2
¿Por qué era necesaria en la Universidad Católica una nueva facultad y
de Ciencias Humanas? ¿Qué traían a sus espaldas y qué extrañaban o deseaban
para su patria? ¿Qué se podía aportar al país a través del cultivo de las ciencias
humanas? Con la nueva facultad se aspiraba a generar una praxis universitaria
diferente a la tradicional, marcar una línea de división entre los antiguos y los
nuevos paradigmas. La Universidad y el país, a su criterio, requerían de un lugar
de análisis, investigación y reflexión sobre los acuciantes problemas sociales,
políticos, antropológicos, históricos y filosóficos de aquella época. La crisis
económica, los gobiernos de tipo populista, el reiterado recurso a los militares,
los sistemas de injusticia y de pobreza e incluso de miseria vigentes, el retraso
general del país, reclamaba el aporte de una facultad concentrada en la inves-
tigación de tan críticas limitaciones. Además, no cabía una universidad que
haga honor a tal nombre, sin la generación de conocimientos de tipo univer-
sal –Universitas– sin una facultad de ciencias sociales o humanas. Las ciencias
físicas y de la naturaleza, las profesiones técnicas u orientadas al mercado y la
producción eran importantes, pero también las ciencias del hombre debían
ocupar un sitio en tal tipo de universidad. Por otra parte, el lugar de la filosofía
en el mundo contemporáneo era en diálogo con las ciencias humanas. Ellas
enriquecían a la filosofía y ella aportaba a las ciencias. No cabía el desarrollo de
las ciencias humanas sin la epistemología de dichas ciencias.
realidad social y sus entornos, con la naturaleza, con la población y sus culturas, 3. Disponible en: http://www.puce.edu.
ec/portal/content/Ciencias%20Huma-
con el pasado y el devenir histórico y con las nuevas formas del convivir. Debe, nas. Consulta en julio 2016.
por otra parte, saber relacionarse con grupos humanos múltiples y diferentes,
4. Hernán Malo, Pensamiento
lograr aptitudes para la organización y manejo de grupos, desarrollar la capacidad Universitario, Quito, Corporación Editora
de análisis para interpretar los hechos naturales, sociales, políticos y culturales”.3 Nacional, 1996, p. 44.
Con el reemplazo de la Facultad de Filosofía San Gregorio por la Facultad
de Ciencias Humanas se juzgó factible iniciar una nueva concepción académica,
capaz de poner en marcha una serie de orientaciones que se juzgaba indispensa-
ble en una reforma universitaria:
yy «Ecuatorianizar» la universidad. Este emblemático eslogan,
presentado en la primera conferencia de prensa que ofreció el flamante rector
de la Universidad Católica, Hernán Malo González, en 1971, sintetiza una
preocupación general y no dejó de llamar la atención. ¡Acaso una universidad
situada físicamente en espacio ecuatoriano puede no ser ecuatoriana! No es
contradictorio o al menos redundante proponer ecuatorianizar lo ecuatoriano.
¿A qué apuntaba el rector? ¿Qué había descubierto? ¿Qué dudas o ‘sospechas’
sobre la universidad se le habían despertado? ¿Es necesario ‘ecuatorianizar’ a
los docentes, sus investigaciones, su docencia, sus publicaciones,…? ¿A qué
intereses, grupos, partidos se acercaba ella? ¿Respondía a su pueblo, especial-
mente a los más desprotegidos?
yy «Transformar a una institución perversa». También esta
hipótesis no dejó de causar escozor. ¿Si la universidad es la ‘sede de la ra-
zón, podría la razón ser tildada de perversa? ¿Quiénes son los perversos:
los docentes, las autoridades, los alumnos, la institución en su conjunto?
En términos de ese entonces: ¿qué estructuras eran un lastre? Habíamos
sido formados en la visión de la educación en general y la universitaria
especialmente, como eximia expresión de la formación y cultura humana.
No había mejor inversión que aquella que hiciesen los gobiernos en edu-
cación. De la academia universitaria dependía la formación profesional de
los individuos, el desarrollo de la industria, el comercio y la producción
en general, sin descontar la vinculación de la universidad con la madu-
ración de la esfera política. Hernán Malo “sospechó” y propuso ver en
otra forma la realidad universitaria. Un segundo nivel de planteamientos
que enfatizan la relación entre la universidad y la construcción de los nue-
vos tiempos; la universidad y su inclusión o exclusión social y política,
la autonomía o la dependencia universitaria; la calidad académica y las
limitaciones y deficiencias de la universidad vigente. En palabras de suyas:
“Hay un sentir generalizado y que viene desde hace años sobre la deficiencia cuasi
apocalíptica de nuestras universidades”. “Si en el Ecuador de un considerable tiempo
a esta parte queremos escoger la entidad que ha venido constituyendo el arquetipo de
nuestra perversidad, no hay género de duda de que, incluidas las fuerzas de represión,
el fallo caerá sobre la universidad ”.4
yy «Purificar un clima emocional exaltado» en instituciones que
por vocación y profesión debían dar ejemplo de discusión serena y lógica de
los problemas, respeto a la opinión ajena, duda de la propia opinión, toleran-
cia activa ante las posiciones diversas,... Los sofismas, las falacias de atinencia,
de ambigüedad, ad hominen, ad baculum, ad verecundiam, ad populum, etc. y
sobre todo los brotes de una “salvaje violencia universitaria “debían ser barri-
La Universidad Católica y la historia de las ideas en el Ecuador: décadas de los 70/80
54 CARLOS PALADINES
5. Hernán Malo, “Universidad sede de dos del campus académico del que se habían enseñoreado. La “visceralidad”
la razón”, Rev. de la Universidad Católica
del Ecuador, Quito, No. 13, 1976. había hecho perder perspectivas como la histórica, la visión de totalidad o
sistema, la autocrítica, y nos habría hundido en visiones parciales, exageradas
6. En las tareas de reforma universitaria e hipercríticas, en blanco o negro. Era el llamado a una estrategia de trabajo y
participaron: Estuardo Arellano, Simón
Espinosa, Pedro Escobar, Leonardo Izu- diálogo, en clara contraposición con la de enfrentamiento, exclusión, ataque
rieta, Hernán Malo, Carlos Moncayo, José personal y descrédito del opositor o “enemigo”.
Gonzales Poyatos, Luis Heladio Proaño,
Marco Vinicio Rueda,… (jesuitas). Entre yy «Universidad sede de la razón», tanto más que se la percibía
los profesores y administrativos civiles a ella “no como una esperanza sino como una desilusión, no como un bien sino como un
cabe recordar a Ernesto Albán, Tito
Cabezas, Carlos Egas, Osvaldo Hurtado, peligro”. Había que “emprender un proceso nacional de reivindicación y dignificación
José Vicente Troya, Julio César Trujillo, al de la universidad ”. El puntal, a su vez punto de partida y meta de llegada, era
dominico José María Vargas. Entre los
estudiantes que en un inicio conforma- la ‘Razón’, definida como la capacidad específica del ser humano para aproximarse al
ron el Movimiento de Transformación mundo, interpretarlo y así disponerse en forma específicamente humana a obrar. Su instru-
Universitaria MTU y posteriormente apo-
yaron al proceso desde la Federación de
mento más apto es el raciocinio, pero su nota más profunda es la reflexión”.5 En 1976,
Estudiantes, FEUCE: Enrique Ayala, Luis el rector de la universidad, en su célebre trabajo Universidad sede de la razón
Bilbao, René Calderón, Rita Camacho, profundizó en las condiciones para su florecimiento: la ‘crítica’, la ‘dialéctica’,
José Bolívar Castillo, Roque Espinosa,
Patricio Donoso, Jaime Durán, Juana la vinculación con la historia y el compromiso intrínseco con la razón y con
María Freire, Beatriz Galarza, Rosario su comunidad o contexto.
Gallegos, Carmen Gangotena, Bertha
García, Dennis García, Rafael Granja, yy «Construir una Facultad de Ciencias Humanas» como par-
Edgar Machado, Luis Mora, Ximena te del proyecto nacional de ecuatorianizar la universidad y de vincularla con la
Moreno, Silvio Nájera, Fernando Nieto,
Santiago Ortiz, Carlos Paladines, Rafael transformación de lo político y lo social más que con el desarrollo del merca-
Paredes, Jorge Rodríguez, Mónica Ruiz, do y la demanda de profesionales. Se juzgaba que la universidad tradicional,
Ximena Moreno, Álvaro Sáenz, Fernando
Velasco, Alberto Wray…
ya privada, ya pública, se había reducido a formar profesionales para las suso-
dichas demandas del desarrollo y del mercado.
Todas estas y otras ‘sospechas’, ‘críticas’ y ‘sueños’ sobre la universidad
de los sesenta-ochenta, pasaron a actuar no solo como un mero diagnóstico,
una radiografía sobre un enfermo en situación crítica, “retórica vacía” o for-
mal, sino como el paso previo para esbozar un plan de recuperación. Entre
1971-78, junto a Hernán Malo un compacto grupo de docentes, administrati-
vos y estudiantes logró poner en marcha varias propuestas tendientes a gene-
rar una universidad de diferente signo a la vigente.6 Por ejemplo, se dio paso e
impulsó la contratación de profesores a tiempo completo como la condición
para conformar equipos de investigación en la mayoría de las facultades y
superar la concentración del quehacer académico en las tareas docentes sin
respaldo de la investigación; a la elección de autoridades, cuando estas eran
designadas a dedo, como mecanismos de democratización y acceso al poder,
pero diferente del régimen de “cogobierno paritario” que tanto mal generó
en las universidades; a la ‘pensión diferenciada’ como mecanismo de acceso
a la PUCE de estudiantes de escasos recursos económicos y como forma de
redistribución de la riqueza en un país de desigualdades sociales tan marca-
das; a la evaluación de los aspirantes a la universidad por contenidos en un
comienzo y por destrezas y competencias posteriormente, para democratizar
el acceso a la universidad y favorecer así a estudiantes que no pertenecían
a los colegios de la élite social; a un plan maestro en el que participaron
autoridades, docentes y estudiantes en un debate que sin dejar de ser tenso
fue fructífero; a la creación de sedes y facultades llamadas a responder a las
necesidades regionales y a concentrar la atención en ‘ecuatorianización’ los
estudios universitarios; al diálogo entre universidad confesionales y fiscales
para enfrentar los retos nacionales,…
La Universidad Católica y la historia de las ideas en el Ecuador: décadas de los 70/80
CARLOS PALADINES 55
9. Zea Leopoldo, Filosofa de la historia toma de conciencia de esta limitación o minusvaloración. “El esfuerzo por desha-
americana, México, Fondo de Cultura
Económica: 1978, p. 13. cerse del pasado y rehacerse según un presente extraño no se acreditó precisamente de ser un
esfuerzo menos utópico que ningún otro. Porque si el rehacerse según un presente extraño no
10. Hernán Malo González, Prólogo a la parece imposible, en cambio, el deshacerse del pasado parece absolutamente imposible. ¿No será
obra Esquemas para una Historia de la
Filosofía Ecuatoriana, Quito, Universidad fundamentalmente por eso por lo que la actitud de los pensadores hispanoamericanos ha venido
Católica, 1ra. Ed. 1977; 2da. Ed. 1982, quizá lentamente al principio, velozmente en estos últimos años, de toda forma iniciando una
3ra. Ed. 2013.
nueva etapa de pensamiento en Hispanoamérica...? Si éste ha podido encuadrar como lo hace su
11. A la tarea filosófica y a la de rescate material, es porque lo ve desde la altura de una nueva filosofía de la historia de Hispanoaméri-
del pensamiento ecuatoriano se suma-
ron los profesores argentinos: Arturo ca... En vez de deshacerse del pasado, practicar con él una Aufhebung;... y en vez de rehacerse
Roig, Rodolfo Agoglia, René Marder, según un presente extraño, rehacerse según el pasado y el presente más propios, con vista al más
Ricardo Gómez, Horacio Cerutti y el
chileno Enzo Mella y algunos profesores propio futuro” 9
visitantes: Enrique Dussel, Leopoldo Zea,
Francisco Miró Quezada, Emilio Terzaga,
Daniel Prieto,… A partir de estos y otros supuestos, con colegas nacionales y latinoame-
ricanos se inició una larga jornada de investigación, publicaciones y debates en
12. Ídem. p. 11.
el Departamento de Filosofía, alrededor de dos décadas: 1980/90, tendiente a
13. Ibídem. rescatar y valorar el pensamiento ecuatoriano y la filosofía latinoamericana, en
cuyos pliegues intuíamos la problemática de la identidad como elemento clave.
Los estudios de la filosofía y de la cultura en general y de la historia de las ideas y
de la filosofía latinoamericana en particular recobraron, así, mayor importancia y
se logró establecer una infraestructura e institucionalización mínima, comparable
a una especie de «primavera filosófica» que generó abundante producción y logró,
al menos por una década, terminar con las acciones de carácter aislado que carac-
terizaron el quehacer filosófico de los años 50 y 60.
Entre las acciones que en estos años de auge económico o de boom petro-
lero fueron consolidando el área en referencia, cabe destacar:
yy En 1976/78 se conformó un Equipo de Investigación 14. Cfr. Arturo Andrés Roig, “La “Historia
de las Ideas” cinco lustros después”, En:
del Pensamiento Ecuatoriano con la misión de rescatar materiales, Rev. Historia de las Ideas, Nros. 1 y 2,
autores, escuelas, tendencias del pensamiento ecuatoriano, bajo criterios reedición, Quito, Ed. Banco Central del
Ecuador, 1984.
y metodologías renovadoras. De los primeros trabajos historiográficos
que instauraron esa nueva metodología y tendencia en materia de
comprensión y análisis del pensamiento y la filosofía, en clara superación
de aquellas viejas tradiciones historiográficas que aún supervivían en el
Ecuador. Bajo los nuevos parámetros floreció una abundante producción
filosófica, como se desprende de los trabajos de Arturo Andrés Roig,
particularmente de su ya célebre obra: Teoría y crítica del pensamiento
latinoamericano, o los trabajos de Rodolfo Agoglia, Hernán Malo, Horacio
Cerutti, Carlos Paladines, Carlos Freile, Samuel Guerra, Nancy Ochoa,
Jaime Peña, Marcelo Villamarín, María Elena Albán,… empeñados en
recuperar un “legado” cultural y, especialmente, los desarrollos específicos
del pensamiento ecuatoriano en su tarea de reflexión sobre nuestros
problemas fundamentales.14 Cabe destacar dos obras más: Esquemas
para una historia de la filosofía en el Ecuador y Espejo, Conciencia Crítica de
su Época (1978). Posteriormente, el Equipo de Pensamiento Ecuatoriano,
por iniciativa y coordinación de Arturo Roig, logró constituir el Centro
de Estudios Latinoamericanos, CELA, según resolución del Consejo
Universitario dictada el 5 de mayo de 1980. El CELA organizó ese
mismo año un Seminario de Historia de las Ideas, con la participación de
expertos nacionales y de otros países de la Patria Grande, uno de cuyos
frutos fue la edición de un estudio sobre El Pensamiento Latinoamericano
en el siglo XIX, 1986, editado en México, por el Instituto Panamericano
de Geografía e Historia. La obra contó con la colaboración de Rodolfo
Agoglia, Arturo Ardao, Jorge Mario García Laguardia, Francisco Soler
Grima, Leopoldo Zea,... El “Fondo de Documentación” del Centro de
Estudios Latinoamericanos, CELA, contaba con 600 obras especializadas
en pensamiento ecuatoriano y latinoamericano, un fondo de fotocopias
de 1.647 documentos y 60 revistas en canje. Quedó así constituido un
fondo documental considerable, levantado a partir de la nada. Cerraron
sus puertas en el 2005.
yy En esos años también se ampliaron las tareas de valoración y di-
fusión del pensamiento ecuatoriano gracias al renacimiento de la Revista de
Historia de las Ideas, 1982, acción iniciada por Benjamín Carrión y Leopol-
do Zea a mediados de los años cincuenta, interrumpida por más de dos déca-
das y retomada por el Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad
Católica, CELA. El Banco Central del Ecuador colaboró en la reimpresión
de los dos primeros volúmenes y la Casa de la Cultura, en la edición de once
números. El objetivo central de la Revista era tender un puente de informa-
ción y relación entre los países de la Patria Grande, editando los trabajos que
sobre pensamiento y filosofía latinoamericana elaboran investigadores de la
región. La colaboración de profesionales venezolanos, peruanos, colombia-
nos, argentinos, mexicanos, centroamericanos e incluso de americanistas que
laboran en otros continentes alimentó permanentemente a la Revista y dio
testimonio del “latino americanismo” que supone la tarea de acumulación de
“memoria histórica” en nuestros pueblos.
La Universidad Católica y la historia de las ideas en el Ecuador: décadas de los 70/80
58 CARLOS PALADINES
yy Otra iniciativa editorial, con menor suerte que la anterior, co- 15. Cfr. mi trabajo: “Planeación de la
integración y la difusión de los estudios
rresponde al Proyecto de Biblioteca San Gregorio, 1982, denominación latinoamericanos: el caso ecuatoriano”,
que hace honor al nombre de la primera universidad que tuvo la Audiencia En: Rev. Latinoamérica, Nro. 13, México,
Ed. Universidad Nacional Autónoma
de Quito: la Universidad de San Gregorio. El objetivo en este caso fue dar a de México, UNAM, 1980; “Filosofía e
conocer una etapa importante en la evolución de nuestro quehacer filosófico: Historia de las Ideas en la década de los
setenta: el caso de Ecuador”. En: Rev.
la Colonial, toda vez que la Biblioteca Básica se había concentrado en la etapa Hispanorama-Rundbrief des Deutschen
moderna y contemporánea. A través de autores y temáticas propias de la épo- Spanischlehervervads. Numberg,
ca, se pretendía mostrar algunas de las expresiones valiosas del pensamiento Alemania, Junio l981, Nro. 28. También
en Rev. Cultura, Nro.11, Ed. Banco Central
escolástico y colonial en el campo de la retórica, la lógica, la física, la filosofía del Ecuador, Sept.-Dic. l981.
y otras ciencias.
yy En el contexto que venimos narrando cabe insertar una se-
rie de encuentros nacionales e internacionales de Filosofía. El I y II
Encuentro Nacional de Filosofía, 1976 y 1977, se realizaron en las ciudades
de Quito y Cuenca, respectivamente, sobre «La Crisis de la Razón», y el III
Encuentro Nacional de Filosofía sobre «Problemas actuales de la Filosofía en
el ámbito latinoamericano», que además de contar con representantes de dife-
rentes universidades del país, tuvo la presencia de invitados latinoamericanos:
Francisco Miró Quesada, Roig, Zea, Agoglia, etc. Sede del IV Encuentro fue
Guayaquil y del V, nuevamente, Cuenca. Buena parte de esta producción se
difundió semanalmente gracias a la apertura del diario El Comercio, que en
su Suplemento Dominical a lo largo de más de un año entregó a los lectores
información sobre filosofía y pensamiento latinoamericano y ecuatoriano.
yy Se expandió aún más el radio de acción de este tipo de estudios,
en otras universidades, con la incorporación del pensamiento ecuatoriano
y latinoamericano bajo distintas modalidades al pénsum de carreras
como sociología, historia y filosofía. A nivel del bachillerato el éxito no fue
mayor, a pesar de que se consiguió un Acuerdo Ministerial del 29 de marzo de
1979 por el cual se introdujo, por vez primera, en los Programas de Educa-
ción Media, las materias de pensamiento latinoamericano y ecuatoriano. A
partir de 1980, en los colegios del país que conferían el Bachillerato en Huma-
nidades, se debían reformular sus programas y textos, aspectos que quedaron
más en el plano de los “sueños” que de la realidad.
16. Paladines Carlos, “Perspectivas de De modo repentino se develó que gastábamos años en estudiar el pensamiento
cambio en la Educación Básica y en el
Bachillerato. Ecuador: 2007-2013-2016”. europeo y no se había recibido un solo curso sobre el pensamiento latinoameri-
Quito. Agosto 2016. (Documento de cano, ni se habían leído los autores ecuatorianos y no se tenía información alguna
trabajo).
sobre los pensadores de diversas provincias del país. El nivel de desconocimiento
17. Universidad de Santo Tomás, Home- y minus-valoración de lo nuestro no podía ser mayor, y bajo esos paradigmas de
naje a Roig Arturo, Teoría del discurso y educación y formación surgieron sentimientos de indignación que nos hicieron
pensamiento latinoamericano, Bogotá,
1991, p. 45. sentir vergüenza de hacer filosofía bajo tales parámetros. Era la reacción al mar-
cado “eurocentrismo” que caracteriza a nuestras élites. En educación los países
llamados “desarrollados” aún nos fascinan (neocolonialismo académico).16
Además, si la universidad atravesaba una crisis estructural, similar fue la per-
cepción que se desarrolló como ciudadanos en un país visto en crisis y atravesado
no solo por limitaciones de la más diversa índole: alto analfabetismo, desempleo y
subempleo, carencia de servicios básicos en la mayoría de la población, latifundismo,...
sino también por dramáticas situaciones y estructuras de explotación e injusticia. En
pocas palabras se reveló, en los años setenta, la existencia de una realidad afligente
más allá de las aulas, una realidad social, económica y política injusta e inhumana
para la mayoría de la población y de acumulación de riqueza en pocas manos. En
definitiva, una realidad inequitativa que fue asumida como negativa o deficitaria, lo
que a la vez suscitó un discurso contestatario y de denuncia, «discurso crítico», orientado
a develar esa realidad con la fuerza de la investigación y la razón y de este modo poner
en marcha un proceso de liberación y construcción de un futuro diferente al presente.
En este escenario vivido apasionadamente y que se presentaba como «afli-
gente» se desencadenó el intento por racionalizar los procesos vividos, encontrar un
sentido, el sentido en última instancia de la vida y con ello una nueva praxis de for-
mación y de estudios. En palabras de un docente de aquellos tiempos: “La filosofía no
se enriquece por sí misma. Depende en su progreso de horizontes de comprensión y de una apertura
hacia esos horizontes, que no responden estrictamente a problemas teoréticos. La filosofía se instala
sobre ellos como un intento de racionalizar los procesos vividos, de encontrar un sentido, el sentido en
última instancia de la vida. (…) Esta fue la experiencia: (…) un descubrir, más allá de las aulas de
las academias, la existencia de una realidad afligente que abría hacia una nueva comprensión y con
ello hacia un nuevo descubrimiento de la filosofía. Y esto como una cuestión jugada desde una clara
conciencia de la realidad de una estructura social injusta e inhumana, en medio de una situación gene-
ral de dependencia. De ahí que surgiera una generación que sintió vergüenza de haber hecho filosofía
y que comenzó a hablar de filosofía de la liberación”.17
u objetividad del conocimiento sino que pretende ser también un saber al que le
interesa el sujeto que conoce, en su dimensión individual y social, en sus modos de
adjetivación y subjetivación gracias a los cuales las personas y los pueblos de nues-
tra América han organizado y han realizado su vida social, como su cultural mate-
rial y simbólica. Esta tercera dimensión de la crítica, es la que ha permitido que ella
sea un saber histórico, cargado de praxis y de teoría y por eso capaz de preguntarse
y cuestionar el presente e incluso proyectar el futuro.
Ahora bien, estas y otras tareas, bajo los parámetros sucintamente desarro-
llados, serviría además para enfrentar la crisis de identidad que también se visibilizaba
en aquellos tiempos con carácter de aguda y en múltiples ámbitos del quehacer na-
cional, especialmente en el plano cultural. Además, al implementar la investigación
y estudio del pensamiento ecuatoriano y latinoamericano se produjo abundancia de
materiales y reflexiones, bajo nueva perspectiva, sobre lo que hemos sido, sobre lo
que somos, valemos y queremos ser, como también sobre el proceso de gestación
y reconstrucción de nuestro pensamiento y de los principales discursos y prácticas
tendientes a la construcción de nuestra identidad. En las batallas por la identidad
se manifestó que no solo estaba en juego la conciencia de la alienación reinante y
la posibilidad de nuestra liberación o emancipación de situaciones de dominación,
inequidad e injusticia sino también la valoración de la riqueza y los tesoros que
encierra nuestra geografía, historia, la diversidad de nuestras etnias, al igual que
nuestra producción cultural: arte, artesanías, literatura, poesía, música,...En síntesis,
el reconocimiento y valoración de lo propio y de nosotros mismos resultó un apor-
te invalorable a nuestra identidad, con repercusión en las pequeñas batallas sociales
y políticas en que tocaba actuar en la vida cotidiana.
En fin, el vigor de la investigación sobre la Historia de las Ideas en el Ecuador,
impulsado y sostenido a lo largo de dos décadas, puso de relieve la articulación de las
ideas y los discursos con las estructuras materiales, los conflictos sociales y la praxis
política concreta, lo que dio pie a una «ampliación metodológica» que coadyuvó a
vincular los textos o discursos con su contexto, a descubrir sus funciones, motivacio-
nes y estrategias; a develar sus contenidos ideológicos; a dar con los sujetos o actores
del discurso más allá de la concepción individualista o formal de los mismos; a deter-
minar los programas y las mediaciones requeridos para institucionalizar el mundo de
las ideas y los sueños, en el suelo.
Resultó así la Historia de las Ideas un espacio de encuentro y desencuentro
pero también de convergencia con otras disciplinas: sociología, historia, antropolo-
gía,…y con ámbitos en que se cruza lo eidético con los imaginarios colectivos, con
biografías personales, con estudios culturales, con movimientos sociales,… En pocas
palabras, esa primavera filosófica de los años setenta/ochenta coadyuvó a la amplia-
ción que en la teoría y en la práctica realizó a lo largo de América Latina la corriente
de Filosofía de la liberación que acompañó, desde la academia, a la lucha por el ‘recono-
cimiento’ de los movimientos sociales y políticos excluidos por el sistema.
En otros términos, el discurso y las prácticas relacionadas de modo explícito e
implícito con la realidad latinoamericana o ecuatoriana, con las «circunstancias propias»
vividas apasionadamente, requería ser rescatado, revalorado y difundido con todas
las otras formas de expresión que describen, analizan y reflexionan sobre nuestros
orígenes y nuestro futuro, sobre nuestro devenir y sobre nuestro presente a fin de
resolver y construir, en la medida de lo posible, el espacio y el tiempo en que quisiéramos
vivir. No habría salvación más que en la vida y en sus conflictivas circunstancias,
La Universidad Católica y la historia de las ideas en el Ecuador: décadas de los 70/80
62 CARLOS PALADINES
que encierra una riqueza inagotable y hace de punto de arranque, plataforma desde
la que despega el pensamiento y los valores de liberación o de dominación, de
reconocimiento o de exclusión. Esta vida y sus conflictivas circunstancias, carácter
básico este de la vida en general y de lo social y político en particular, han de ser
asumidas como un proceso complejo pero dinámico de acuerdos y desacuerdos,
encuentros y desencuentros en diversos niveles y con múltiples sujetos que actúan no
solo como individuos exclusivamente sino también en cuanto sujetos históricos que
representan a determinados grupos y estructuras económicas, sociales o políticos.
Por eso la categoría de identidad trabajada intensamente en esos años se reveló no
como unívoca o uniforme sino más bien como una unidad con diferencias, como una
«identidad de identidades».
Esta función o tarea milenaria de la reflexión para comprender y transformar la
realidad requería de investigación para detectar las raíces, los cambios y los conflictos
de las estructuras y los procesos básicos de la sociedad; requería ponderar, en balanza
de precisión, las posibles respuestas y actores que tuvieron la capacidad de orientar
el curso de los procesos, que aportaron a la solución de nuestros retos y problemas.
La filosofía latinoamericana y el pensamiento ecuatoriano, la riqueza y fecundidad
encerrada en ellos nos orientaron a visualizar y valorar el predominio en nosotros
del pensamiento social, político, educativo,… sobre el formal, giro este de carácter
decisivo para superar los planteamientos modernos e instaurar una visión renovada
de la ya centenaria problemática identitaria.
En definitiva, la construcción de la filosofía y el pensamiento
latinoamericano y ecuatoriano se levantó ‘en aquel tiempo’, a partir de una
realidad adversa que en las décadas de los sesenta y setenta asolaba al país,
que fue asumida por regla general como negativa o deficitaria e injusta, lo
que suscitó un discurso contestatario y de denuncia, «discurso crítico», orientado
a develar esa realidad con la fuerza de la palabra y de este modo ejercer la
función reguladora, incluso liberadora y de futuro que ella encierra. La filosofía
nos permitía «soñar» un país posible y al mismo tiempo diferente al real, pero
con potencial para tornarse verdadero y existente «función crítica y utópica del
discurso de liberación».
Por supuesto, no faltaron limitaciones. Se “olvidó”: p. ej. que nuestro enfo-
que de la pobreza, la exclusión y la marginalización de los pueblos indígenas y otros
sectores de la población los percibía como extraños al sistema, como excluidos y
víctimas del mismo. La exclusión o la marginalidad desde el lente o perspectiva de
la “teoría de la modernización” nos había enseñado a dividir a la población entre
un segmento tradicional y otro moderno, siendo el primero el principal obstáculo
para alcanzar el crecimiento económico, la estabilidad y participación políticas y los
beneficios sociales y culturales dado su grado de retraso, de falta de asimilación de
las normas, valores y formas que caracterizan a las sociedades modernas; el segun-
do (la élite moderna) era la meta que debían alcanzar nuestros países a la brevedad
posible. Bajo esta perspectiva los sistemas ancestrales de producción, las formas
de organización y los valores culturales de los pueblos conquistados fueron vistos
como negativos y se cerró los ojos a los múltiples aportes que desde tiempos in-
memorables, sea en las minas, en los obrajes, en las haciendas,… o desde el arte, la
historia, la vida campesina y urbana de los pueblos vencidos nunca han faltado. En
otras palabras, la marginalidad, la pobreza y la exclusión no fueron percibidas como
una situación estructural generada por un modelo de producción y relaciones hu-
La Universidad Católica y la historia de las ideas en el Ecuador: décadas de los 70/80
CARLOS PALADINES 63
manas que privilegia el aporte de la una cara de la moneda y desconoce el aporte de 18. Ver: Paladines Carlos, “¿Muere o
sobrevive la filosofía en el Ecuador?:
la otra. En ese marco se configuró una sociedad desigual, en virtud de la cual los razones de su descrédito y propuestas
de “adentro” construían barreras, protegían sus dominios contra los de “afuera” para su renacimiento”, en LOGOS, Rev.
De la Facultad de Filosofía y Teología
y restringían el acceso de la mayoría a los bienes de una sociedad que se construía de la Pontificia Universidad Católica del
precisamente con el aporte de los de “afuera”, como en los tiempos últimos cuan- Ecuador, Quito, 1998.
do los migrantes repatriaban ingentes sumas de dinero para manutención de los de
adentro. En pocas palabras, transportamos modelos y valores de una cultura hacia
otras culturas y, a su vez, “ocultamos” y minusvaloramos los valores de nuestro
entorno intercultural. Se inclinó la cabeza a la cultura hegemónica, “eurocentris-
mo” que ha dominado en los últimos siglos y ha impuesto una lógica, unas formas
de pensar, de percibir y valorar el mundo, que además excluye y minusvalora a
culturas y etnias diferentes. Por estos y otros “olvidos”, con ingenuo optimismo
se sobrevaloró la función de la academia y se minusvaloró a las fuerzas sociales y
políticas, ellas con mayor capacidad de transformación de la historia; se juzgó que
un extraordinario «legado académico» era suficiente para afianzar los derroteros sobre
los que caminaría la «praxis» y el «discurso» de liberación.
Estudiantes.
Archivo Central PUCE.
65
C
IRVING IVÁN
onmemorar es recordar en comunidad y públicamente sostenía Ortega y ZAPATER
Gasset en una de sus tantas lecciones sobre la misión de la universidad.
Ahora, varios autores vinculados en una u otra forma a la Pontificia
Universidad Católica del Ecuador, contribuimos con este libro, en comunidad y
públicamente, al recuerdo de su fecha fundacional, hoy hace setenta años.
En el tiempo histórico que vivimos es frecuente escuchar que la misión
de la universidad resulta de una combinación de objetivos orientados a privi-
legiar la instrucción y la investigación. Una universidad que corresponda a las
exigencias del desarrollo de la sociedad y que, insertándose en ella, privilegie la
profesionalización de sus educandos y aborde la investigación científica como un
instrumento para favorecer la eficiencia productiva. Los estándares de calidad
vigentes para las universidades, las escalas de prestigio que se configuran como
una clasificación con metodologías de carácter cuantitativo, se enfocan hacia las
antedichas variables. Existen tantas metodologías cuantos fines se pretenda lo-
grar en el ámbito de la academia privilegiando una visión de mercado, esto es,
considerando a los servicios que brinda la universidad como una mercancía que
se oferta en nuestra sociedad de consumo. Una de estas metodologías, de las más
conocidas y respetadas, considera que lo importante es contar con profesores de
alta especialización y sobrados títulos –mejor si poseen el Nobel–, un considera-
ble acervo de investigaciones que se expresen en artículos publicados en revistas
indexadas y un alto rendimiento académico. El puesto en aquella tan venerada
clasificación se lo obtiene a través de una sencilla operación matemática en la
cual el elemento divisor es el número de profesores a tiempo completo con que
cuente la universidad.1
Esta forma de apreciar la labor de una universidad, su misión, está tan ex-
tendida, que bien puede ser calificada como una de las tantas modas del tiempo
presente; se ha convertido en un canon, una regla para medir el resultado de la
1. Se ha llegado al extremo de establecer
gestión universitaria, algo a lo cual es complejo cuestionar, sin que por ello me- una lista de las universidades que más
rezca ser lo óptimo. Como bien lo decía hace ya un buen trecho de años el profe- millonarios producen. Una investigación
elaborada por la firma Wealthinsight ha
sor Jacob Vinner, la moda es una manera de proceder aceptada voluntariamente llegado a la conclusión que nueve de las
por los que la practican, aunque a veces sin darse cuenta. diez universidades primeras de la lista
se encuentran en los Estados Unidos. (El
Habría que preguntarse si a esta visión puramente economicista, conven- Comercio, Quito, 10 de septiembre de
dría trasvasar un sentido humanista, concibiendo a la universidad como deposita- 2016, p.2). Y en nuestro país, una antigua
universidad ha festejado recientemente
ria y transmisora de la cultura. Desde antiguo, a las universidades ha correspondi- con una “marcha de celebración”, en la
do una misión que va más allá de formar y preparar profesionales pues ha debido que han participado zanqueros, chivas y
bandas musicales, su ascenso a la cate-
responder a los grandes interrogantes de cada tiempo histórico, ilustrando, guian- goría B del escalafón previsto en nuestra
do y, en no pocas veces, conduciendo. legislación.
Nuestra Universidad Católica y la cultura
66 IRVING IVÁN ZAPATER
2. Juan Pablo II, Constitución Apostólica Y es aquí que la cultura en la vida universitaria asume un papel inaprecia-
“Ex corde ecclesiae”, 41, 43.
ble. El propio Ortega y Gasset decía a este propósito que, si se quiere delimitar la
misión primaria de la universidad, habría que considerarla, antes que nada, como
una institución en la cual se enseña al estudiante medio a ser un hombre culto y
un buen profesional.
Ser hombre culto, más allá de lo que a primera vista se supone, es el resul-
tado del cultivo de los dotes naturales de cada uno en orden a una apropiación
consciente de las ideas y valores del tiempo histórico en el cual le corresponde
vivir. Es culto quien ha hecho de la instrucción que ha recibido su propio sa-
ber. Por lo tanto, se debe reconocer que la universidad siempre habrá de estar
orientada a ejercer una autoridad intelectual y moral en la sociedad mediante la
utilización de los recursos humanos más capaces, más creativos y despiertos, más
críticos, a fin de brindar una educación orientada a la generación y transmisión
de los saberes –aceptando siempre el relativismo de estos– y en la cual sea impo-
sible prescindir de los valores de la cultura. Una universidad con dicha capacidad
motriz no solo estará a tono con la realidad de la que es parte sino que será capaz
de transformarla.
Habría que preguntarse, entonces, ¿cuál el papel de la cultura, cuáles los
modos y formas de insertar y articular esto que llamamos cultura en la vida uni-
versitaria?
Para responder a esta cuestión convendría situar el asunto en dos planos
diferentes pero complementarios entre sí. Uno de ellos, el punto de partida, el de
la enseñanza. Y el otro, el que para algunos autores podría calificarse como de
representación de la universidad, al interior del campus o fuera de él. Empero,
como se verá, los límites entre cada uno de estos dos planos son en muchos casos
significativamente leves.
Nuestra Universidad Católica ha efectuado apreciables aportes en cada
uno de estos dos niveles. Siete décadas no solo constituyen un período suficiente
para intentar recuperar dichos aportes y volcarlos a la memoria social en estos
días conmemorativos, sino que nos permite apreciar las diversas respuestas que
en dicho lapso nuestra comunidad ha sido capaz de dar a los retos de la cultura,
en tanto universidad católica y universidad ecuatoriana.
El carácter propio de una universidad católica le confiere responsabili-
dades complementarias en su misión cultural, afines a principios de orden ético
compatibles con una visión humanista de corte cristiano.
Una universidad católica, decía S. S. Juan Pablo II en su Constitución
Apostólica “Ex corde ecclesiae” de 15 de agosto de 1990, “es el lugar primario
y privilegiado para un fructuoso diálogo entre el Evangelio y la cultura”, no sin
antes advertir que “por su misma naturaleza, la universidad promueve la cultura
mediante una actividad investigadora, ayuda a transmitir la cultura local a las
generaciones futuras mediante la enseñanza y favorece las actividades culturales
con los propios servicios educativos”.2
Pero un lustro antes, el propio pontífice nos había advertido, en el discur-
so dirigido al mundo de la cultura, pronunciado en la iglesia de la Compañía, en
Quito, el 30 de enero de 1985, nuestro deber para con la tarea de evangelización
de la cultura. Decía en dicha ocasión:
Nuestra Universidad Católica y la cultura
IRVING IVÁN ZAPATER 67
10. Universidad Hoy, publicación del varios profesores de primera línea entre los cuales destacaban las figuras de los
Decanato de Coordinación Académica,
No. 1, noviembre de 1973, p. 2. doctores Arturo Andrés Roig y Rodolfo Mario Agoglia; la incorporación de
jóvenes profesores con estudios en el exterior como el antropólogo Segundo
11. Universidad Hoy, publicación del
Decanato de Coordinación Académica, Moreno Yánez y los filósofos Carlos Paladines y Carlos Freile Granizo; los
noviembre de 1976, p. 2. varios encuentros organizados por el Departamento de Filosofía así como los
diversos trabajos encaminados a la edición de la “Biblioteca San Gregorio”;
el establecimiento en 1974 del Centro de Investigaciones Arqueológicas; los
estudios sobre pensamiento latinoamericano fruto del trabajo en las cátedras
del propio Departamento de Filosofía; los ciclos doctorales de Literatura e
Historia que se abren con buenos auspicios y que años después impulsarán la
creación de la Escuela de Historia, al día de hoy el único espacio especializado
en la formación de nuestros historiadores a nivel de pregrado.
Los setenta fueron en la Universidad años de efervescencia, de cuestio-
namientos severos al estatus, de un apropiarse entusiasta a la idea de que la uni-
versidad es una institución perversa como lo pensaba el padre Malo González,
de atrevidas posturas en el ejercicio de la cátedra por jovencísimos profesores
de ciencias sociales y ciencias humanas, de innumerables actividades extracurri-
culares complementarias a la cátedra, foros, conferencias –nos visitarían Jorge
Luis Borges, Ángel Rama, Mario Benedetti y Eduardo Galeano en repletos au-
ditorios–, de la presencia de filósofos de la talla de Leopoldo Zea o Francisco
Miró Quesada, de discusiones con marcadas posiciones ideológicas y discutidas
preferencias estéticas.
Al cumplir 27 de años de fundada, la Universidad sostenía la necesidad
de ejercer un liderazgo intelectual, que lo estimaba originado en un “cambio de
valores que necesariamente proviene del cambio cultural, que forma el clima de
este siglo, nuestra patria en el tiempo”.10 Y tres años después, al cumplir treinta
de fundada, la Universidad anunciaba que uno de sus objetivos era “tender a ser
humanística en cuanto integra su actividad en torno al hombre total, evitando la
visión meramente profesionalizante”.11
La comprensión del papel de la cultura en la Universidad llega en el recto-
rado del padre Malo González a inspirar proyectos que por desgracia no llegan a
cumplirse pero que revelan el elevado espíritu humanístico que conllevan. En el
número 3 de la publicación Universidad Hoy, correspondiente a febrero de 1974,
anuncia la necesidad de crear un Instituto de las Artes pues, “en la formación
académica que imparte la Universidad no debe prescindirse de las artes en todas
sus manifestaciones” y, a la vez, la próxima creación de una orquesta de cámara
“como un cuerpo musical permanente que tendrá a su cargo la difusión de la
música al más alto nivel académico y con propósitos didácticos”.
Un dato que conviene no olvidar es el referido al trabajo de tesis realizado
en 1979 en la Facultad de Lenguas y Lingüística por parte de Amanda Andrade
de Grunauer y Patricia López de Jaramillo quienes, advertidas de que para el es-
tudio y comprensión de una lengua extranjera, de lo que significa más allá de ser
un instrumento de comunicación, investigaron sobre la enseñanza de la cultura
en el aprendizaje del inglés en el Ecuador. Un trabajo precursor que nueve años
después sería replicado por María Eugenia Falconí alrededor del aprendizaje del
francés, y que parte de la idea de que lengua y cultura son dos sistemas estructura-
Nuestra Universidad Católica y la cultura
IRVING IVÁN ZAPATER 71
dos que nacieron y crecieron integrados formando una unidad y que la existencia 12. En este mismo orden de ideas, resulta
interesante advertir un trabajo previo a
del uno necesariamente supone la del otro, destacando el equívoco de enseñar la obtención del título de ingeniero de
una lengua desprovista de la comprensión de la cultura del país donde se la habla. sistemas en la Escuela de Sistemas de
la Facultad de Ingeniería por parte de
Igual referencia podría hacerse, por ejemplo, en los estudios de derecho, siguien- los señores Juan Andrés Marcial Coba y
do los postulados de Savigny y de los cultores de la Escuela Histórica.12 Bolívar Saith Portalanza Garcés, quienes,
en 2008, se propusieron realizar un
El rectorado del padre Julio Terán Dutari, que va de 1985 a 1995, fue análisis sistémico sobre la relación del
de enorme trascendencia en la representación cultural interna y externa de la arte en el ethos y la visión del mundo de
las culturas primitivas de nuestro país.
Universidad, como se verá. Pero en su entorno, la aparición de ciertos síntomas “A través de esta tesis -dicen los dichos
propios de la postmodernidad fue alterando la visión hasta el momento existente. estudiantes- nos encaminamos a un
estudio cultural de épocas primitivas del
En esta nueva etapa, no fue raro observar que el interés individual sobrepasaba Ecuador, partimos de este tiempo para
a la preocupación social, que el éxito profesional se medía casi solo en términos llegar a determinar cómo su nivel social
experimentó cambios sistémicos, donde
monetarios, que la eficiencia y la eficacia se imponían a la solidaridad colectiva. su avance tecnológico y artístico influyó
Contagiados por la irrupción de un modelo que pronto recibiría el calificativo de permanentemente en el modo de vida,
en su espiritualidad y en su relación con
“neoliberalismo”, íbamos cambiando en forma paulatina y firme. En este orden el entorno”.
de cosas, va perdiendo vigor esa tendencia humanista de alto contenido cultural
13. En algunas facultades se continua-
que había sido la tónica general en el medio universitario. ron manteniendo eventos de carácter
Sería injusto si, como excepción, no se mencionaran ejemplos como la cultural como, por ejemplo, los concursos
de cuento y poesía “Pablo Palacio” que
creación de la Facultad Experimental de Arquitectura y Diseño, según resolución durante algunos años organizaron los
del Consejo Superior de 30 de junio de 1995, y el aporte de carácter cultural que estudiantes de Derecho.
esta ofreció en la cátedra y en los programas de investigación, sobre todo en su
primera etapa. Y en igual forma, el establecimiento de una oficina dependiente
de la Dirección de Estudiantes que asiste a los educandos con programas de
extensión cultural, como se describirá luego. De igual modo, se debe advertir el
interés de los gremios estudiantiles por incorporar proyectos culturales en sus ac-
tividades anuales y la participación de algunos alumnos en actividades musicales,
sobre todo del coro, y de teatro.13 Pero mucho de esto último que se habla se en-
contraba por fuera de la rutina de la cátedra diaria, sin conexión alguna con esta.
La limitada preocupación por temas de la cultura, por la historia, las
letras y el movimiento artístico, el desapego a la lectura, nuevos valores so-
ciales que desplazan a los del intelecto, se vuelven, así, en constantes de un
alto porcentaje de los alumnos. Las explicaciones a este fenómeno, a más de
las señaladas en párrafo anterior, se ubican en notorias limitaciones de los
planes de estudio de los niveles medios de educación, la prescindencia en es-
tos de materias tan importantes como la historia o la filosofía y muchas veces
también de la literatura, la idea generalizada de la inutilidad de cursos que no
sean de naturaleza instrumental y apropiados para afrontar situaciones prác-
ticas, los continuos ejemplos que proporciona el diario acontecer nacional,
incluso en el propio seno familiar.
Como se señaló en los primeros párrafos de este artículo, otra forma de
apreciar el papel de nuestra Universidad en la cultura, es el de su representación.
El primer proyecto cultural, sostenido en el transcurso del tiempo por
exigencias académicas y culturales, ha sido el de la biblioteca. Su servicio a la
comunidad ha ido incrementándose en forma notable y amplía su aceptación por
parte del público. En todos estos años, notoria la transformación de su estructura
física, apreciable el incremento de su acervo, la serie de prestaciones comple-
mentarias que brinda.
Nuestra Universidad Católica y la cultura
72 IRVING IVÁN ZAPATER
con que contaba el Ecuador hacia finales de la primera mitad del siglo XX. Dicho 14. Francisco Febres Cordero en recentísi-
ma publicación titulada El sabio ignorado
museo se encontraba en un ala de su propiedad ubicada en Quito conocida como (Grijalbo, Bogotá, 2016, 176 páginas
“La Circasiana” y mantenía debidamente ordenadas diversas colecciones, entre más ilustraciones), considera que este
desconocimiento “Es como si la moder-
las que destacaban la arqueológica, la paleontológica y la artística, esta última con nidad quisiera dar la espalda a este sabio
obras coloniales y republicanas del siglo XIX. por tres pecados mortales que no han
encontrado absolución posible: haber
A Jijón y Caamaño caracterizaba un espíritu generoso y magnánimo para sido aristócrata, haber sido dueño de una
todo aquello que significaba salvar y recuperar nuestro patrimonio cultural. Fi- gran fortuna y haber sido conservador.
Eso en la modernidad pesa más, mucho
nanció investigaciones, publicó obras inéditas importantes para el conocimiento más que todo lo que hizo por el país”.
de la historia ecuatoriana; de su peculio se publicaron los primeros números del
15. Según lo que relata el doctor Julio
Boletín de la Sociedad de Estudios Históricos Americanos, que luego devendrá en la Aca- Tobar Donoso en el ya citado artículo pu-
demia Nacional de Historia; ayudó a artistas y escritores y formó los más impor- blicado en el primer número de la Revista
de la Universidad Católica del Ecuador,
tantes museo, biblioteca y archivo de propiedad particular que se tenga noticia en el señor Jijón entregó a la Universidad
la historia cultural de nuestra patria. Empero, la recuperación de su memoria no el valor de la expropiación de las aguas
de la acequia de los caciques ubicada
ha sido correspondida por el país en la forma debida.14 en el fundo “San José” y que ascendió a
La vinculación que Jijón y Caamaño tenía con el proyecto de creación S/. 423.000. Fue, en palabras del propio
doctor Tobar, “la que podríamos llamar la
de la Universidad Católica fue siempre entusiasta, al punto de ser uno de primera donación” a la Universidad.
sus fundadores y de entregar la primera donación para su funcionamiento.15
16. El padre José María Vargas, al pre-
Trece años luego de su muerte, sus herederos resolvieron donar el museo a sentar el número 19 de la Revista de la
la Universidad en forma irrevocable, voluntad que se concretó en escritura Universidad Católica, número monográ-
fico dedicado al Museo Jijón y Caamaño,
pública de 14 de diciembre de 1963 y en la cual el rector de aquella época, el correspondiente a julio de 1978, afirmaba
padre Luis Enrique Orellana, al propio tiempo que agradecía este gesto “por en este mismo orden de ideas: “No podía
perpetuarse mejor el espíritu de don
el inapreciable servicio patriótico que hacen a la Universidad, a la juventud, Jacinto Jijón y Caamaño que confiando
a la ciencia, y al arte ecuatorianos” dejaba constancia que el nombre de los su patrimonio artístico a una institución,
destinada de suyo a promover la cultura
donantes “y del insigne sabio y mecenas […] han de ser objeto del perenne del país con inspiración cristiana”.
del recuerdo y de la gratitud de cuantos aprovechen para sus estudios el mag-
nífico Museo”.16
Durante un tiempo, este museo continuó funcionando en el antiguo local
de la Circasiana, a la avenida Colón. Fue nombrado para la función de director el
padre José María Vargas, quien la desempeñó hasta su muerte en 1988.
En 1973 el museo fue transferido a una antigua propiedad del plantel
ubicada en la esquina de la avenida 12 de Octubre y Ladrón de Guevara y cua-
tro años después se inauguró oficialmente en el nuevo edificio ubicado en el
campus universitario, donde prestará servicios a la ciudadanía durante muchos
años con una exposición permanente curada por el arquitecto Hernán Crespo
Toral. La presencia del padre Vargas en la dirección del Museo supuso, no solo
la prestancia de su figura, sino la celebración de un sinnúmero de proyectos
de extensión como cursillos de arte, seminarios y conferencias alusivas a la
naturaleza de esta dependencia. Un hecho destacado, entre varios, fue la orga-
nización de un concurso por los 75 años de la fotografía en el Ecuador, a más,
por cierto, de las diversas muestras temporales que el muy limitado espacio de
entonces lo permitía.
Un siguiente y definitivo cambio de local se produjo al construirse el edi-
ficio del Centro Cultural. En la nueva sede del Museo se alojan las diversas co-
lecciones que pertenecieron al señor Jijón y Caamaño así como otras recibidas
en años posteriores, en especial las del doctor Luis Bossano y de la señora María
Cecilia Lynn de Navarro, y adquisiciones realizadas por la propia Universidad. Su
Nuestra Universidad Católica y la cultura
74 IRVING IVÁN ZAPATER
17. Jorge Villalba Freire, “La Universidad acervo asciende a algo más de 15.000 bienes culturales, parte de los cuales, algo
Católica de Quito recibe la donación del
Archivo del General Juan José Flores”, así como 1.200, se encuentran expuestos en diversas salas aprovechando mo-
Revista de la Universidad Católica, No. 3, dernas tecnologías que permiten a los visitantes una mayor comprensión de las
junio de 1974, p. 112.
piezas que se exponen. Desde su reapertura, el 29 de mayo de 2014, ha recibido
numerosos visitantes.
Otro museo existente en la Universidad aloja la colección formada y donada
en 1986 por Eugene e Hilda Weilbauer, posteriormente cuidada por el padre Pedro
Porras Garcés, quien la incrementó con piezas obtenidas de las excavaciones que
realizó. Debido al entusiasmo del propio padre Porras, este museo abrió sus puer-
tas en abril de 1988 en la antigua casa que antes había sido ocupada por el Museo
Jijón Caamaño, para luego ser también trasladado al edificio del Centro Cultural.
Hace poco, en septiembre de 2015, se lo ha reinaugurado con nuevos servicios, en
especial una sala con recreaciones en cerámica que permite una apreciación táctil de
las mismas, dedicada a personas con deficiencias de carácter visual.
El tercer más importante acervo que posee la Universidad es el Archivo
Flores, de carácter documental en su mayor parte, e integrado por la corres-
pondencia del general Juan José Flores y de su hijo, el doctor Antonio Flores
Jijón, los dos ex presidentes de nuestra república, una serie de condecoracio-
nes recibidas por estos, así como documentos varios de los primeros años de
nuestra vida independiente. La entrega de este archivo se debió a la voluntad
de los herederos de estas dos personalidades, por decidida acción de las señoras
Amalia Flores de Georgis y Mercedes Flores Chiriboga, nietas del general Flo-
res. La Universidad, si bien aceptó en 1965 esta donación “que servirá mucho
para estudios de investigaciones en la especialización de Historia de nuestra
Facultad de Ciencias de la Educación”, según palabras del rector de la época,
solo recibiría estos bienes ocho años después, a finales de 1973, luego de largas
y variadas gestiones judiciales y diplomáticas.17 Una de las primeras empresas
que acometió el archivo Flores fue la publicación del Epistolario del Libertador Si-
món Bolívar con el general Juan José Flores y de los de Vicente Rocafuerte y Antonio
José de Sucre, en asocio con el Banco Central del Ecuador, y, por cuenta de la
Universidad, el epistolario diplomático de Gabriel García Moreno y la corres-
pondencia de José Joaquín Olmedo con el general Flores. En este momento
dicho archivo se encuentra abierto a la consulta pública en las instalaciones del
Centro Cultural.
La contribución de la Universidad a la cultura nacional al preservar y po-
ner en servicio a la comunidad estos dos museos y el archivo, es de alta significa-
ción. Mucho necesita nuestro país en cuanto a afirmar una conciencia del valor
de sus bienes culturales muebles e inmuebles, así como del patrimonio intangible
que posee. La recuperación de nuestra memoria histórica no solo permite desta-
car un sentido de identidad nacional sino que eleva nuestra autoestima, algo así,
o más, que el fugaz triunfo de nuestra selección en una lid deportiva. A lo dicho,
habría que agregar las investigaciones que continuamente realizan profesores y
estudiantes sobre estos acervos, lo cual incrementa su valor testimonial y su pro-
yección académica.
El aporte que la Universidad ha brindado a la cultura nacional puede me-
dirse también en otros ámbitos. Uno de los más destacados, el Premio “Aure-
Nuestra Universidad Católica y la cultura
IRVING IVÁN ZAPATER 75
lio Espinosa Pólit” concebido “con el fin de mantener viva en la conciencia 18. Universidad Hoy, No. 9, agosto de
1974, p.1.
nacional la imagen humanista del padre Aurelio Espinosa Pólit y estimular de
manera efectiva la vocación literaria de la juventud ecuatoriana”, según palabras 19. Revista de la Universidad Católica del
Ecuador, No. 2, p. 117.
del doctor Rafael Arias Michelena, Director del Departamento de Letras y uno
de sus propulsores, al anunciar su creación en 1974.18 Desde el año siguiente, al
concederse la presea a la novela La Linares de Iván Egüez, los trabajos premia-
dos en los géneros de novela, cuento, poesía, teatro y ensayo, han ido marcando
sucesivos a la par que diversos ciclos de nuestra literatura en las últimas cuatro
décadas. Un reglamento especial, dictado por el Consejo Superior en sesión de 8
de abril de 1992, establece las bases de este galardón y confieren la mayor riguro-
sidad y seriedad en el proceso de su otorgamiento.
Otro ámbito de interés constituye la obra efectuada por el Centro de Pu-
blicaciones fundado en 1974 con el objetivo de realizar “la publicación de libros
de verdadero aporte cultural elaborados por miembros de la comunidad uni-
versitaria”.19 Una primera etapa de enorme dinamismo y orden, de importante
labor editorial y claro sentido académico, estuvo dirigida durante varios lustros
por el padre Marco Vinicio Rueda. A un ciclo posterior de relativa decadencia, ha
sucedido en estos últimos años uno de envidiable producción bibliográfica con
valores añadidos como el cuidado diseño gráfico y la ampliación de las coleccio-
nes. Prolongación en varios años de la tarea del Centro, ha sido la Feria del Libro,
cuya primera edición se efectuó en 1971 y que fue adquiriendo importancia na-
cional por la iniciativa de la Universidad en hacer nutridas importaciones de las
obras que se exhibían y vendían. Hoy día busca lograr un espacio dentro de los
varios certámenes de este tipo que se realizan en el país y en un mercado siempre
problemático por el limitado acceso de la población a la lectura, así como por
la aparición de nuevos soportes diferentes al papel gracias a recientes descubri-
mientos tecnológicos.
Las diversas publicaciones periódicas que se han venido editando en to-
dos estos años, han confirmado el aporte de los investigadores de las diversas
unidades académicas de la Universidad y su proyección externa. Inicialmente,
estas publicaciones fueron producidas en el seno de los gremios estudiantiles
de las primerizas facultades y son dignos de destacar los casos de la Revista de la
Asociación Escuela de Derecho, fundada en 1949, y de Economía, a mediados de los
sesenta, dirigida por Fernando Velasco Abad. Luego, espaciada y firmemente,
han ido apareciendo otras revistas en cada una de las unidades académicas. Largo
sería mencionar a todas ellas, aunque interesa citar, a más de la revista oficial de
la Universidad y de Humanidades ya antes aludida, a Quitumbe del Departamento
de Historia, Antropología. Cuadernos de Investigación de la Escuela de Antropología,
Apachita dirigida por Ernesto Salazar como un boletín del área de arqueología,
Geopuce de la Escuela de Ciencias Geográficas, Índex revista de arte contemporá-
neo de la carrera de artes visuales de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Artes,
la Revista Ecuatoriana de Medicina y Ciencias Biológicas de la Facultad de Medicina,
Economía y Humanismo del Instituto de Investigaciones Económicas, Logos de la
Facultad de Ciencias Filosóficas y Teológicas, Nuestra Ciencia de la Facultad de
Ciencias Exactas y Naturales, Innovare de la Facultad de Ciencias Administrativas
y Contables. Y hasta los profesores jubilados mantienen una: Olivos, laureles y ac-
Nuestra Universidad Católica y la cultura
76 IRVING IVÁN ZAPATER
20. La primera obra que representó ción. Unas pocas de ellas han dejado de circular, cierto es, pero las investigaciones
el TEUC fue “Réquiem para un girasol”
de Jorge Díaz bajo la dirección de José publicadas son todavía materia de consulta y de apropiación científica.
Ignacio Donoso, quien en el programa Otro ámbito es el del coro y el teatro. El conjunto coral se fundó en
sostenía la necesidad de un teatro
universitario “no solamente por el 1975 y su primer director fue el compositor Carlos Bonilla; desde su primera
carácter de núcleo cultural que tiene función, efectuada el 30 de abril de 1976 como uno de los actos conmemo-
la universidad, sino porque ella cuenta
con la futura gente de teatro; personas rativos del trigésimo aniversario de la fundación de la Universidad, ha repre-
de todos los rincones y tendencias pero sentado a nuestro plantel en diversos acontecimientos culturales y certámenes
con un mismo gran destino cósmico
que supone una gran fe en el hombre, y ha permitido que estudiantes con dotes musicales se hayan dado a conocer
ilimitada valentía y terrible violencia públicamente. El teatro ha tenido también su presencia en múltiples ocasiones
contra sí mismo”. Al referirse al trabajo
de esta primera obra dada por el con- con la representación de importantes piezas por alumnos interesados en este
junto, Francisco Febres Cordero decía: arte, pero el caso más destacado del aporte de la Universidad en el campo de las
“El trabajo, que nos llevó seis meses, fue
rico en elementos pantomímicos y logró artes escénicas fue el “Teatro Ensayo de la Universidad Católica”, TEUC, fun-
dar a la acción -una empresa de pompas dado en 1970 por insinuación de la Federación de Estudiantes en el rectorado
fúnebres para animales domésticos- el
verdadero sabor del humor negro en del padre Alfonso Villalba y clausurado después de algo más de quince años de
el que estaba enmarcada”. (Revista de actividad.20 Representó trece obras bajo la dirección de José Ignacio Donoso,
la Universidad Católica, No. 3, junio de
1974, p. 115). En los días de la clausura, Francisco Febres Cordero, Víctor Carvajal y Vicky Frey y funcionó como un
que parecería se debió a las reacciones café-teatro en un local pequeño pero acogedor en la vieja casona a la avenida
que causó el montaje de la obra de Ál-
varo Sanféliz “La herida de Dios”, Susana 12 de Octubre y Ladrón de Guevara. El TEUC tuvo una vida muy activa y el
Cordero de Espinosa se lamentaba del nombre de la Universidad se difundió no solo en el país sino en el exterior a
cierre del TEUC porque fue “una voz de
llamado y de respuesta, que salía del través de las funciones que brindó, de los festivales a los que asistió y de los
seno de la Universidad con la convicción cursos y seminarios que se dictaron bajo su dirección.
de que no existe comunicación tan eficaz
como la que se logra a través del arte”. La Universidad ha contribuido también a nuestra cultura al organizar
(Hoy, 2 de agosto de 1986). eventos o al acogerlos en sus instalaciones. Cabe recordar, entre otros, en or-
den cronológico, los varios seminarios realizados entre 1974 y 1975 en el De-
partamento de Letras, en especial uno sobre la obra de César Dávila Andrade;
el Coloquio Internacional de Escritores, a finales de noviembre de 1978; el
seminario sobre Historia de las Ideas en noviembre de 1982; el IV Encuentro
Ecuatoriano de Filosofía en julio de 1984; en 1986, el Ciclo de conferencias
sobre fe y cultura, el Coloquio Ecuador y el simposio sobre los 250 años de la
misión científica franco-española a la América Ecuatorial; el Seminario sobre
Estado, Cultura y Sociedad organizado por el Departamento de Sociología en
1989 y, en ese mismo año, el I Congreso Ítalo Latinoamericano de Derecho
Romano auspiciado por la Facultad de Jurisprudencia; la Exposición del Li-
bro Científico Español, con especial énfasis en el área de ciencias históricas,
en las postrimerías de 1995; el 49º Congreso de Americanistas realizado del
7 al 11 de junio de 1997 y del cual fue su presidente el rector de la Universi-
dad padre Hernán Andrade y secretario general el profesor Segundo Moreno
Yánez y, al mes siguiente, el III Congreso Mundial de Filosofía Cristiana
presidido por el cardenal Paul Poupard.
La Universidad tampoco ha descuidado la inclusión de los estudiantes en
actividades de orden cultural y desde 1993 ha institucionalizado un programa es-
pecial, primero por iniciativa de la Federación de Estudiantes y, luego, a través de
la Coordinación de Cultura, dependiente de la Dirección General de Estudiantes.
Este programa ha venido incorporando diversos proyectos, que van desde un
ensamble de guitarra hasta un grupo de danza española, de talleres de pintura,
escultura a conjuntos de teatro o talleres de actuación, al menos catorce grupos,
Nuestra Universidad Católica y la cultura
IRVING IVÁN ZAPATER 77
en los cuales los estudiantes interesados pueden participar libremente y hasta 21. Julio Terán Dutari, Segundo informe
anual del rector, Ediciones PUCE, Quito,
obtener becas parciales. El mérito de este programa va en la línea de sensibilizar 1987.
a los jóvenes por el arte y promover su talento, así como difundir la imagen del
22. Julio Terán Dutari, Séptimo informe
plantel al exterior en las varias presentaciones que realizan los grupos, aunque el anual del rector, Ediciones PUCE, Quito,
alcance de sus iniciativas es todavía limitado, ya sea por el número de alumnos 1992, p. 19
que participan en el mismo, ya por la corta ayuda que brinda la misma Universi- 23. Ibíd.
dad en orden a su financiamiento.
Y para cerrar esta relación, que a todas luces se va volviendo larga, convie-
ne hacerlo con una de las instituciones de más larga y fecunda trayectoria en las
últimas dos décadas, el Centro Cultural.
Su promotor e impulsor, a quien la comunidad universitaria debe mu-
cho por ello, fue el padre Julio Terán Dutari. En su segundo informe a la
comunidad universitaria, noviembre de 1987, anunciaba la constitución del
Centro como propuesta del rectorado al Consejo Superior y comunicaba, a
la vez, que ya se trabajaban los planos para que en él puedan tener cabida el
museo, bibliotecas y salas de exposición así como “una iglesia, un audito-
rio-teatro y un centro de medios de comunicación social”.21 Al año siguiente,
el propio rector mencionaba que el propio Consejo Superior le había otor-
gado su respaldo para realizar todas las gestiones conducentes al desarrollo
del proyecto y autorizado para efectuar aquellas encaminadas a conseguir, en
comodato, los fondos documentales de las Bibliotecas Ecuatoriana Aurelio
Espinosa Pólit y de la Jijón y Caamaño, esta ya entonces de propiedad del
Banco Central del Ecuador.
Habrán de pasar algunos años todavía para la concreción física del proyec-
to. Recién a fines de 1992, el propio rector decía que estaba a punto de iniciarse
la construcción del edificio “que tan buenos servicios va a prestarnos, no solo
para cultivar y aprovechar mejor, en irradiación hacia el pueblo y la sociedad toda,
nuestros valiosísimos fondos documentales, históricos y artísticos, sino para crear
espacios a fin de ubicar los nuevos tesoros culturales que vendrán y desarrollar
importantes actividades académicas desde hace mucho tiempo planificadas…”.22
En el mismo informe, el padre Terán Dutari aclaraba que uno de los objetivos de
lo que él llamaba ‘política de desarrollo hacia afuera’, debía consistir en “la pro-
yección hacia los más importantes ámbitos universales del quehacer universitario
en el mundo de la cultura”.23
Tal el interés de Terán por el proyecto del Centro Cultural, que, alboroza-
do, celebraba una misa de acción de gracias el 15 de julio de 1993, al concluirse
la primera loza del edificio en construcción. Más, como suele ocurrir en ocasio-
nes, no podrá ver concluido su proyecto, como rector en ejercicio, por diversas
dificultades, en especial de orden económico. Tampoco podrá ver realizado su
sueño que el edificio albergue la Biblioteca Ecuatoriana Aurelio Espinosa Pólit
por la oposición de un sector de la comunidad jesuita y de algunas personalidades
vinculadas a ella, así como la del Banco Central, por contradecir los objetivos de
política cultural que esa institución había ya establecido.
El Centro Cultural inicia sus primeras actividades antes de estar com-
pletamente concluida su edificación. En 1996 se inaugura, en la sede todavía
inconclusa, una muestra documental de los países americanos destinada a ser
Nuestra Universidad Católica y la cultura
78 IRVING IVÁN ZAPATER
24. Catálogo de AQ. Arte Feria. Quito exhibida en Estambul, sede de la Conferencia Internacional Habitat II. Re-
2015, PUCE, Quito, 2016, p. 9
cién en julio de 1997, el Centro concluye todas las obras de su infraestructura
25. Luis Ugalde, “Educación universitaria al convertirse en sede del 49º Congreso de Americanistas, un acto de relieve
cincuenta años después”, Actualidad, No.
15, octubre de 2004, p. 20 mundial en el orden académico. Desde ese momento, su actividad proyecta
la imagen de la Universidad hacia el mundo de la cultura en forma amplia y
eficaz, contribuyendo, así, a concretar lo que el propio padre Terán Dutari
manifestaba en cuanto a que toda universidad solo encuentra su adecuado
marco de referencia en la cultura.
Varias las muestras emblemáticas que se han realizado en el Centro. Sería
largo enumerar al menos a las que mayor acogida tuvieron por parte del público
y de la crítica. Algunas de ellas, a vía de ejemplo, “La Pasión en el arte quiteño”,
“María y la eucaristía” y “El apostolado en el esplendor barroco”; las antológicas
de Oswaldo Guayasamín, Eduardo Kingman, Oswaldo Viteri y Estuardo Mal-
donado; dos exposiciones de Omar Rayo; “La huella del grabado” con obras de
la Estampería Quiteña, la Calcografía Nacional de España y el Proyecto ACE de
Argentina; los salones de diseño de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Artes;
una titulada “La magia de Dalí” y otra con obras de Goya, Picasso y Miró, al
cumplirse sesenta años de la Universidad.
Pero no solo han sido muestras de arte lo que forma parte de la memoria
del Centro en veinte años de actividad sino un considerable número de otros
eventos: conferencias, seminarios, encuentros, foros, presentaciones de grupos
corales y musicales, representaciones teatrales, actos universitarios, exposiciones
de los trabajos de fin de curso de los estudiantes, exposiciones fotográficas como
la dedicada en 2015 al Yasuní, merecedora de los más entusiastas elogios.
Dos hechos más no pueden ser olvidados en la vida del Centro. El uno,
la apertura en el rectorado del padre José Ribadeneira, del memorial dedicado al
doctor José María Velasco Ibarra, que recopila condecoraciones, muebles, foto-
grafías y documentos que pertenecieron al ex primer magistrado del país, a quien
la Universidad debe su fundación, donadas tanto por sus familiares cercanos
cuanto por las señoras Inés Ibarra de Chiriboga y Victoria Samaniego de Salazar.
El otro hecho constituye “AQ. Arte Feria. Quito 2015”, la cual, en palabras
de Hernán Pucurucu, su curador, es “un intento no solo de promover el proceso
de venta de obra entre los coleccionistas, galeristas y marchantes” sino propiciar
un “debate profundo de lo que está pasando en relación al futuro artístico y la
economía del arte como elemento fundamental para la futura permanencia de
todo el sistema-mundo de arte de este país”.24
Hacia octubre de 2004, el padre Luis Ugalde, en una visita hecha a nuestra
Universidad, manifestó que ella “debe cultivar simultáneamente el estudio y la
comprensión más integral del mundo y del ser humano e introducir elementos
claves para una visión más armónica del desarrollo de los pueblos y de la condi-
ción humana”.25
De todo lo referido en este artículo, síntesis más que incompleta de lo
realizado por la PUCE en el ámbito de la cultura, no queda otra certeza que
comprender que en el cumplimiento de su misión educativa no puede prescin-
dir de la necesidad de sembrar en el joven estudiante los elementos indispen-
sables que despierten su sensibilidad y estimulen su creatividad en el amplio
Nuestra Universidad Católica y la cultura
IRVING IVÁN ZAPATER 79
campo de las artes y, así, forjar seres humanos en el pleno sentido del término. 26. Fernando Ponce León, Presentación
al Catálogo de AQ Arte Feria 2015, p. 10
Se vuelve una certeza, además, la necesidad de entender que una universidad,
y más que nada una nacida bajo inspiración cristiana, es parte integrante y fun-
damental de la sociedad, debe trabajar para ella, en su obligación de cooperar
al fortalecimiento espiritual del ser humano. Lo que el padre Fernando Ponce
Léon, actual rector de la Universidad, ha dicho en cuanto a que “el ser humano
importa y esto quiere decir todo ser humano y todo el ser humano”26 Un ca-
mino, entonces, todavía largo por recorrer, pero alumbrado por una tradición
de servicio ya septuagenaria.
80
Laboratorio de Química.
Archivo Central PUCE.
Seminario Profesores
Ciencias 1967.
Archivo Central PUCE.
81
D
LAURA ARCOS
esde su nacimiento en el año 1946, la Pontificia Universidad Católica TERÁN
del Ecuador (PUCE) surge como una institución de educación supe- ROMMEL
rior que contribuye al “desenvolvimiento de la cultura superior y pre- MONTÚFAR
parar a la juventud para las profesiones liberales, funciones públicas e investiga-
ciones científicas” (Art. 1. Estatutos de la PUCE). Durante las primeras décadas
(1946-1970), la universidad desarrolló un enfoque a la docencia; labor fructífera
que ha proporcionado un aporte significativo a la sociedad con profesionales en
varias ramas del conocimiento. En este período, la PUCE implementó de forma
paulatina institutos, escuelas y facultades que dieron inicio a lo que serían las fu-
turas unidades académicas de la universidad.
Las primeras iniciativas para generar espacios formales de investigación
científica surgen a partir de la década de los años cincuenta. Para octubre de 1958
comienza a funcionar el Instituto de Investigaciones Económicas de la PUCE
con el apoyo del Banco Central del Ecuador. En el año 1959 se crea la Biblioteca
General “Jacinto Jijón y Caamaño” y posteriormente su consolidación organi-
zativa en 1963 con la asesoría técnica de la universidad de San Luis-Missouri
(Estados Unidos). Para el año 1969 se forma el Museo de Zoología (QCAZ) y
en febrero de 1970 se funda el Herbario (QCA) en el Departamento de Ciencias
Biológicas. Estas iniciativas constituyeron importantes esfuerzos institucionales
para desarrollar capacidades humanas y técnicas de investigación.
Un hecho relevante para la consolidación académica y el impulso al desa-
rrollo científico de la PUCE fue la firma del convenio de asistencia técnica con
la Universidad de Saint Louis-Missouri (Estados Unidos) en febrero del 1963,
el cual facilitó la obtención de fondos de la USAID para el desarrollo de la uni-
versidad y sobre todo la asesoría académica de expertos norteamericanos que
ayudaron al desarrollo de la docencia y la investigación, la formación de talento
humano y adquisición de equipos. La cooperación con la Universidad de Saint
Louis duró un período de 10 años.
A pesar de los esfuerzos mencionados, para inicio de la década de los 70
la investigación se encontraba en un estado de gestación. Ya en el 1973, a los
27 años del aniversario de la PUCE, el Rector Dr. Hernán Malo S.J. menciona
en la editorial de la Revista Universidad Hoy, tomo I “nos toca crecer al menos
en dos aspectos fundamentales de la vida universitaria: investigación y liderazgo
intelectual” (Universidad Hoy 1973). A partir de esta década, se dan las primeras
proyecciones que definirán la dinámica de la investigación científica en la PUCE;
y es justamente en este período en donde la Escuela de Biología dio un salto
cualitativo al desarrollo de la ciencia y tecnología.
Áreas de investigación
Ya que el Ecuador es un laboratorio natural por su variedad geográfica y riqueza
natural de especies animales y vegetales, la meta obvia de Ciencias Biológicas fue
el estudio de los organismos en general en cuanto a su clasificación sistemática
y evolución, así como los aspectos ecológicos; pero a esta visión se unieron es-
tudios más finos y específicos que constituyen los estudios celulares, genéticos,
bioquímicos, moleculares y microbiológicos.
Las áreas de estudio pueden clasificarse en: Zoología de Vertebrados,
Zoología de Invertebrados, Botánica, Ecología animal, Ecología vegetal, Biolo-
gía del Desarrollo, Genética, Bioquímica, Microbiología y Biología Molecular. De
estos pilares se han ido diversificando diversas líneas de investigación que en la
actualidad permiten ampliar el conocimiento sobre nuestra biodiversidad.
BOTÁNICA. El Herbario QCA es un lugar de investigación y se lo con-
sidera como uno de los mejores herbarios a nivel nacional no solo por sus co-
lecciones, sino por el mantenimiento de los especímenes y su organización que
permite un mejor conocimiento de los ejemplares.
Se inició en 1970 con el Dr. Bruce MacBride, de la Universidad de Saint
Louis, quien fue el primer director del Herbario, trabajó ad honórem y donó al
Herbario 1.500 especímenes.
En enero de 1979 se establece una cooperación con el Instituto de Botá-
nica de la Universidad de Aarhus, Dinamarca, y vino al Ecuador el Dr. Lauritz
Holm Nielsen como Director del Herbario y permanece hasta 1981, dicta clases,
identifica numerosos especímenes y realiza colecciones en la mayoría de las re-
giones del país.
La PUCE: Ciencia y Tecnología
86 LAURA ARCOS TERÁN - ROMMEL MONTÚFAR
gativa que ha aportado con ideas, opiniones y nuevas técnicas enmarcadas dentro
de la Ética Cristiana.
BIBLIOGRAFÍA
Del Pino Veintimilla, Eugenia, 1974. “10 años de enseñanza de la Biología en la
Universidad Católica del Ecuador”. Revista de la Universidad Católica del Ecuador, Año
II. No. 3. Quito: Centro de Publicaciones PUCE, p. 81-107.
Arcos Terán, Laura, 1985. “El desarrollo del Departamento de Ciencias Biológi-
cas”. Revista de la Universidad Católica del Ecuador. Año XII, No.42. Quito: Centro de
Publicaciones PUCE, p.193-208.
Arcos Terán, Laura, 1991. “Sesión inaugural”. En M. Ríos y H. Borgtof Pedersen
(ed.). Las plantas y el hombre. Memorias del Primer Simposio Ecuatoriano de Etnobotáni-
ca y Botánica Económica. Quito: Herbario QCA-Abya-Yala, p. XI-XIV.
Arcos Terán, Laura, 1998. Orígenes, Actividad y Proyección de la Facultad de
Ciencias Exactas y Naturales. Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, Prospecto Gene-
ral, 10 años al servicio de la comunidad, septiembre 1988-1998.
Arcos Terán, Laura, 1996. “Facultad de Ciencias Exactas y Naturales: sus oríge-
nes, actividad y profesión”. En Libro de Oro. Pontificia Universidad Católica del Ecuador
1946-1996. Quito: Centro de Publicaciones PUCE.
92
Centro de Investigaciones
para la Educación
Indígena 1981.
Archivo Central PUCE.
93
E
YÁNEZ COSSÍO
l Ecuador, país multilingüe y pluricultural integrado por varias naciona-
lidades indígenas (quichua, shuar, achuar, chachi, tsachi, siona, secoya,
huao y a’i), requería contar con un sistema educativo para atender sus
problemas sociales, culturales, políticos y pedagógicos.
Cuando se inició el programa de educación indígena, el grupo más nume-
roso era el quichua ubicado en la región interandina y en menor cantidad en la
Amazonía con pueblos restantes localizados en zonas aisladas de la costa y de la
región oriental del país.
La educación que el Estado y las instituciones privadas ofrecían a la po-
blación indígena hasta 1980, era casi en su totalidad en español por lo que se
preparó una propuesta innovadora con las características expuestas en el modelo
educativo “Macac”.
A inicios de los 70, existían en el país distintas tendencias que defen-
dían un tipo u otro de escritura de la lengua quichua marcando controversias
con, relativamente, un bajo nivel de discusión de un problema académico en
el que la PUCE defendía el empleo del sistema fonético internacional. En
esta década, el Padre Luis Enrique Orellana crea el Instituto de Lenguas y
Lingüística dependiente de la Facultad de Ciencias de la Educación y el Padre
Marco Vinicio Rueda se hace cargo del Centro de Publicaciones imprimien-
do la primera versión del método audio-visual para la enseñanza de quichua
“Ñukanchik llaktapak shimi” con lo que se inicia la enseñanza de este idioma
a nivel universitario.
Con la designación del Dr. Hernán Malo González como Rector de la
PUCE en el año 1971 comienza la apertura hacia la implementación de la edu-
cación intercultural en lengua quichua y posteriormente en otros idiomas como
son el secoya y el huao contando siempre con su apoyo para el desarrollo del
proceso hasta el año 1978 cuando le sucede en el Rectorado el Dr. Hernán An-
drade Tobar.
En 1973 se crea en la Facultad de Ciencias de la Educación de la PUCE
el primer programa de licenciatura para la formación de lingüistas y profesores
indígenas y mestizos de varias provincias de la sierra norte. El programa se rea-
liza en Quito los fines de semana con cursos intensivos de verano, además de
un programa de extensión en la ciudad de Ibarra. En 1975 se habían organizado
cátedras con el método audio-visual “Ñukanchik” en universidades de Quito y
Cuenca. Los derechos de su autoría fueron donados a la PUCE para el programa
de alfabetización.
La PUCE y los aportes a la educación nacional. La educación intercultural bilingüe
94 CONSUELO YÁNEZ COSSÍO
repercutió en los ámbitos cultural, social, económico y político del país como
no ha sucedido con otros programas educativos. Las nacionalidades indíge-
nas se han fortalecido; las investigaciones sobre aspectos culturales han sido
tomadas por diversos organismos universitarios y no gubernamentales; la si-
tuación económica de las comunidades de la sierra, el oriente y la costa de-
muestran un considerable avance aparte de la participación de la población,
sus dirigentes y organizaciones en la vida política del país. Es innegable que
la Universidad, a través del programa de educación indígena, dio un impulso
insoslayable al desarrollo de la sociedad ecuatoriana.
BIBLIOGRAFÍA
Centro de Publicaciones, Ediciones PUCE, año XV No. 46, Quito, 1985.
C. Yánez, Macac, Teoría y práctica de la educación indígena, CELATER. Cali, 1990.
Macac, Informe General 1978-2015, En preparación, Quito.
98
E
Introducción TAMAYO
ste ensayo1 es un primer acercamiento a un proceso poco conocido y
valorado, que contribuyó a la generación del movimiento social más re-
levante del Ecuador de fines del s. XX, el movimiento indígena. Destaca
la potencia y protagonismo de la movilización social de las décadas de los años
1960 y 1970, donde las universidades y sus estudiantes, gestaron procesos trans-
formadores, no solo de la educación, sino del país. Descubre el probable traslado
de la iniciativa de cambio, de la universidad pública a la privada, en particular de la
PUCE, en los años 1970, en los que le tocó dirigir la institución al doctor Hernán
Malo González, en su momento sacerdote jesuita.
El ensayo presenta la relación proactiva y tensa, de académicos democráti-
cos, en particular de la doctora Consuelo Yánez Cossío; universidad, organizacio-
nes comunitarias y Estado, en el desarrollo de una propuesta transformadora, de
reivindicación de las lenguas y culturas de los pueblos y nacionalidades indígenas,
históricamente excluidas y marginadas. Reconoce la relevancia de los contenidos
del proyecto, en los ámbitos de la investigación, docencia, y de coparticipación
con la comunidad.
El acercamiento a este hecho, conduce a reconocer el valor de la iniciativa
docente, la importancia de la formación de los nuevos líderes sociales y acadé-
micos, la inspiración y profundidad de una propuesta universitaria humanista al
servicio de la comunidad, y el reconocimiento de un liderazgo nacional, de esta-
distas democráticos, como el presidente Jaime Roldós Aguilera.
Luego de esta lectura, se puede afirmar, que los aportes y objetivos del
proceso revisado, de alguna manera inconcluso, son vigentes, potentes y están
todavía pendientes de cumplirse.
2. El Esqueleto de Don Quijote, La El levantamiento indígena de 1990 además de sus propuestas transfor-
redención social del indio, Revista de
la Cámara de Agricultura de la primera madoras del Estado y de la sociedad, tuvo dentro de sus motivaciones centrales
zona, N. 1, Año II, Quito, julio de 1938, p. una sustantiva reivindicación identitaria a través de la proclama de la aceptación y
6, en Milton Luna, La modernización, la difusión de sus lenguas. Planteó como política pública la Educación Intercultural
fiesta popular, los indios, el aguardiente,
las elites y el Estado, ¿Modernización? Bilingüe EIB. Así, la lucha por EIB fue un factor político estructurante del mo-
Ambigua experiencia en el Ecuador, vimiento indígena contemporáneo.
IADAP, 1993, pp. 75
La presencia poderosa e influyente del movimiento indígena fue de la
3. Idem, pp. Nota a pie de página 109, mano de un liderazgo propio, encarnado en jóvenes indígenas que deslumbraron
pp. 115. a la sociedad con su alto nivel de preparación ideológica, política y académica.
Tras del movimiento, de sus líderes y de su proyecto hubo largas décadas
en las que se amasó semejante aparecimiento. Uno de los ingredientes germinales
estuvo ligado a la educación bilingüe y a la lucha por la educación. Y, seguramen-
te, una de las experiencias más fecundas, poco conocidas y valoradas, se desarro-
lló en el seno de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador.
El telón de fondo
Desde la fundación del Ecuador la “integración” de los indígenas a la “nación”
fue un tema del Estado y de las élites. A medida que el país se ajustaba a las rela-
ciones capitalistas creció la preocupación de tal integración. En 1938 la Cámara
de Agricultura se quejaba: “El indio de la sierra ecuatoriana, en las actuales condi-
ciones que actualmente está, constituye un poderoso obstáculo para el desarrollo
económico y cultural del país”.2
Entonces para que el Ecuador salga adelante y genere riqueza, había que
invertir y empujar la industria y el comercio, para lo que se requería que am-
plios sectores de la población, particularmente los indígenas, se convirtieran en
eficientes trabajadores modernos y en anhelantes consumidores. El indio debía
civilizarse, occidentalizarse, convertirse, sentirse “hombre”: ¿humano? Para tal
fin, el mejor vehículo era la educación. Sobre este punto, los pensadores de la
Cámara de Agricultura decían a fines de los años treinta:
Despertar en el indio joven ambiciones de mejoramiento, crearle necesi-
dades, educarle a fin de que sienta estímulo para satisfacerlas y ayudarle para esa
satisfacción… educar al indio, no en el sentido de simplemente, enseñarle a leer
y escribir; hacer que sea capaz de una vida mejor; procurar que se sienta hombre3
8. Entrevista a Consuelo Yánez realizada del desarrollo de la comunidad” (Iñiguez Samuel & Guerrero Gerardo: 1993: 27).
por Milton Luna, 30 de Agosto de 2016.
El proceso fracasó ya que se encargó de esta política al ILV.
9. Entrevista a Luis Montaluisa realizada En esta encrucijada, la iniciativa de la educación indígena intercultural
por Milton Luna, 31 de agosto de 2016. pasó a la PUCE.
En el año 75, voy a la Católica y me encuentro con que se va a abrir una li-
cenciatura en lingüística, kichwa y con la modalidad de viernes, sábado y domingo...
Y ahí conocí a Consuelo Yánez, como mi profesora. Yo no fui de la primera pro-
moción, porque ya había habido una antes, hubo tres promociones de esta licencia-
tura. Y ahí fui enterándome un poco del trabajo de Consuelo Yánez, porque era la
directora del Instituto de Lenguas, lo que ahora es la Facultad de Lingüística. Todo
el mundo decía que ella era una persona enérgica. Pero entré y cuando la conocí, me
pareció una persona muy inquieta. Ahí me enteré de que antes de eso, había hecho
dos cosas más, primero había logrado que en la Católica se ponga el departamento
de kichwa, con cursos de kichwa para todos y que había hecho un método, el único
método audiovisual que hay hasta ahora. Si alguien quiere aprender kichwa, ese es
el mejor método, no hay más… Y me entere de que había hecho ese método y que
lo publicó en el año 75, y ella en primera instancia, quería que los profesores de
las escuelas rurales aprendan el kichwa porque ese era el objetivo. Después a ella se
le ocurrió que no aprendan solo el kichwa sino también lingüística… Por eso crea
estos programas, a los que entran indígenas y no indígenas, que previamente apro-
baran la lengua, antes de entrar al primer año de lingüística. Si hubo algunos no
indígenas que entraron. Yo entré directamente porque yo ya sabía la lengua, lo que
sí tuve que aprender es la escritura unificada, porque antes uno escribía como podía,
pero ella ya lo hacía con k, con w, ya con criterio lingüístico… Consuelo Yánez, una
vez que hace esos programas de licenciatura, da un paso más. Porque estos pro-
gramas eran solo los fines de semana y los profesores podían venir, había algunos
de Otavalo, de Cotopaxi, que trabajaban hasta el mediodía, venían en la tarde, y se
quedaban hasta la noche y el sábado. Entonces Consuelo Yánez se da cuenta de que
esto era demasiado lento, que unos pocos se iban a formar pero la idea era hacerlo
masivamente. Entonces, se le ocurrió ir por la alfabetización y firma un convenio, ya
finalizando la dictadura, con el Ministerio de Educación para preparar un programa
experimental de alfabetización en kichwa.9
a pesar de desacuerdos, oposiciones e incomprensiones internas10, prendan y 10. En la entrevista la doctora Yánez
menciona una serie de problemas que
se desarrollen. Esto último se explicaría por los efectos de la política y voluntad enfrentó el proyecto, incluso habla de
reformista del rector Hernán Malo, que generó y dejó una universidad sensibili- aspectos de tipo racista frente a inves-
zada para procesos sustantivos de investigación, docencia y desarrollo dirigidos tigadores indígenas del CIEI. Entrevista
a Consuelo Yánez realizada por Milton
a establecer contacto con la comunidad, especialmente con la más débil social y Luna, 30 de agosto de 2016.
económicamente. Así lo reconoce la misma Consuelo Yánez: “¿Qué hizo la Ca-
11. Entrevista a Consuelo Yánez realizada
tólica? Yo diría que el que hizo el programa fue Hernán Malo, porque me aguan- por Milton Luna, Quito, 30 de agosto
taba todo. Claro yo iba con cosas racionales porque él era un hombre racional, y de 2016.
él me abrió las puertas… Y claro Rueda como antropólogo entendía el problema
indígena…”11.
Varias de las acciones impulsadas por Consuelo Yánez en la PUCE se
concretaron en múltiples productos y acciones de importancia hasta la actuali-
dad, como la publicación y utilización del método audiovisual para la enseñanza
del kichwa: “Se inicia el proceso de identificación de las lenguas indígenas y se
formaliza la enseñanza de la lengua quichua a nivel universitario” (Yánez Cossío:
s.f.: 40). A partir de esto se iniciaron investigaciones de lengua kichwa, para lo
que se integró a estudiantes indígenas como investigadores.
En 1973 se inició el programa de licenciatura para la formación de lingüis-
tas y de profesores indígenas de kichwa. Con este impulso en 1975 se crearon
cátedras de este idioma en universidades de Quito y Cuenca.
En 1975, se organizó el Departamento de Investigaciones Lingüísticas del
Instituto de Lenguas de la PUCE. En 1977 se planteó la necesidad de devolver
a las comunidades el resultado de las investigaciones a través de la educación. Se
pensó en realizar un proceso de alfabetización en idioma kichwa. Las fases de
investigación y experimental se desarrollaron en la comunidad Macas Grande de
la provincia de Cotopaxi.
El programa de alfabetización apostó a sacar a la universidad de sus mu-
ros; a que tuviera mayor contacto y responsabilidad con la realidad. A su vez, se
establecieron relaciones de colaboración y dialogo universidad-estado, muy com-
plicada y distante desde décadas pasadas, en especial con la universidad pública.
Estas relaciones se tejieron en primera instancia con el ministerio de edu-
cación de la dictadura del triunvirato militar de fines de los años 70, con quien se
estableció un primer convenio. Pero el impulso mayor y fecundo se dio con el ad-
venimiento de la democracia en 1979, particularmente con los gobiernos de Jai-
me Roldós y Osvaldo Hurtado, quienes personalmente se comprometieron con
la idea de la alfabetización masiva de la población indígena en su idioma original.
El contacto de la PUCE, con el presidente electo, Jaime Roldós, se dio
a través de un hecho sencillo y significativo que llevó al nuevo mandatario del
Ecuador a incorporar y leer una parte de su mensaje de posesión presidencial
en kichwa. Toda una novedad, aplaudida por la mayoría del pueblo ecuatoriano.
Fue una manera simbólica de parte del poder de valorar a los pueblos y nacio-
nalidades indígenas, a través de resaltar su idioma, en el discurso de inicio de la
administración de un gobierno de corte democrático radical, que subió con alta
confianza y respaldo popular.
Este hecho es recordado por Luis Montaluisa:
cación, mandamos las tres cartas. Para sorpresa nuestra, recibimos la respuesta del
12. Entrevista a Luis Montaluisa
realizada por Milton Luna el 31 de agosto Presidente Roldós, pidiéndonos traducir su discurso en kichwa.
de 2016. En la Católica, en el CIEI, este grupito chiquito todavía informal, que ya se
llamaba así, pero no estaba con documentos de la Universidad. Consuelo Yánez me
13. Entrevista a Luis Montaluisa encarga con Luis de la Torre, otro compañero indígena, que recién se incorporaba
realizada por Milton Luna el 31 de agosto conmigo, profesor antiguo en Imbabura, traducir el discurso. Roldós mandó todo
de 2016.
el discurso y mandó a traducir desde tal página a tal página.
14. Yánez Cossío, Consuelo, “Teoría y Vino un poco a través de Alexandra Vela. Después, Consuelo Yánez me
práctica de la educación indígena”, p.7. contó como Roldós se interesó. El que en realidad se interesó fue Hurtado de la
Católica, quien le sugirió esta idea. Y Alexandra Vela, secretaria de Roldós, con
Hurtado, mandan ese texto a la Católica y hacemos la traducción.
Faltando dos días para la posesión de Roldós, estaba en Quito, instalado en
el Hotel Quito, mandamos a Lucho Macas para que entrene a Roldós para leer por-
que estaba escrito además con k. Y entonces Lucho Macas le había hecho repasar...12
Las acciones relatadas se llevaron a cabo a través de un espacio ágil, mon-
tado en la PUCE, el Centro de Investigación para la Educación Indígena CIEI.
Con tal experiencia la universidad aprendió a manejar proyectos de gran calado,
que involucró también el establecimiento de alianzas y cooperación con expe-
riencias técnicas de otras partes del mundo. Este hecho recuerda Luis Montalui-
sa: “Al equipo se incorporó un francés”:
quedó admirado”.19
La PUCE y los orígenes de la educación intercultural bilingüe
108 y del movimiento indígena contemporáneo - MILTON LUNA TAMAYO
20. Ídem, p 29. Además el proyecto, debido a sus conceptos de impulso a la organiza-
21. Entrevista a Luis Montaluisa realizada ción y participación indígena, estimuló la construcción de líderes y espacios
por Milton Luna. Agosto 31 de 2016. que luego se constituirían en la base del movimiento indígena contempo-
ráneo. Es el caso de dirigentes como Luis Macas, que fue parte del equipo
22. Entrevista a Luis Montaluisa, op. cit.
del proyecto y luego líder máximo del levantamiento indígena de 1990; Luis
Montaluisa, primer responsable nacional de educación de la CONAIE, y el
apoyo para la constitución de la Confederación de Nacionalidades Indígenas
del Ecuador, CONAIE.
El aporte más significativo, fue la entrega de los cuadros técnicos y po-
líticos, la base conceptual y la experiencia acumulada, para la conformación del
sistema de Educación Intercultural Bilingüe, y su modelo pedagógico MOSEIB,
que fuera bandera del movimiento indígena y de la CONAIE, y que recibiera la
aprobación del gobierno del presidente Rodrigo Borja.
Sin embargo, factores internos y externos afectaron la marcha del proyec-
to. Por fortuna, luego de la muerte del presidente Roldós, el nuevo mandatario,
Osvaldo Hurtado continuó con el apoyo. Dentro de la universidad el rector, P.
Hernán Andrade, S. J., también facilitó su instalación y continuidad. Tales ele-
mentos permitieron la existencia del programa hasta 1985, cuando se produjo la
salida de la doctora Consuelo Yánez, del proyecto y de la universidad.
En todos esos años se habían acumulado tensiones del proyecto con fun-
cionarios del ministerio de educación, que bajo un prejuicio racista, consideraban
a los “técnicos indígenas como inferiores”.
Dentro de la universidad, según Consuelo Yánez se presentó un “cienti-
ficismo” colocado como un “obstáculo para el proyecto Macac” (Yánez Cossío:
29). Un ejemplo de ello fue el pedido de títulos académicos a los técnicos indí-
genas, como requisito para la integración al equipo del proyecto: “Un obstáculo
duro de superar fue el de los títulos. Las disposiciones legales establecen la
necesidad de título académico para el ejercicio del magisterio, pero en el caso
Macac, era mejor en muchísimos casos recurrir a personas de la comunidad y
la cultura, que a titulados, pues era indispensable contar con otro tipo de cono-
cimientos que no los proporcionan los Normales”20. Este tipo de situaciones
incrementó las relaciones tensas entre el equipo del proyecto y las instancias
administrativas de la universidad. Por otra parte hubo distancias entre el pro-
yecto y las escuelas de la Facultad de Ciencias Humanas: “Consuelo Yánez
comenzó a tener resistencias en los sectores de la sociología, de la antropología,
que en teoría eran radicales”.21
Las organizaciones sociales obreras, de orientación de izquierda dura,
siempre vieron con desconfianza a la universidad católica. De la misma forma,
las propias organizaciones indígenas quisieron controlar la administración del
proyecto: “la directiva de la ECUARUNARI… había exigido a Consuelo Yánez
que ellos iban a nombrar al personal, inclusive secretarias y conserjes”.22
Por último ciertas discrepancias dentro del propio proyecto, sumado a
la reducción de recursos de parte del gobierno de León Febres Cordero, bajó
la intensidad del proyecto. Todos estos aspectos influyeron en la decisión
de Consuelo Yánez de dejar el proyecto e incluso la universidad. Asumió
la dirección temporal del CIEI Luis Montaluisa, quien además presenció el
incremento del control de parte del Ministerio de Educación y ve que la ex-
periencia “llega a un punto”.
La PUCE y los orígenes de la educación intercultural bilingüe
y del movimiento indígena contemporáneo - MILTON LUNA TAMAYO 109
BIBLIOGRAFÍA
Alvear, Jorge, (1998), “Educación y reproducción social en Latinoamérica actual. La cultu-
ra dominante frente a la pluriculturalidad social”, en Landázuri, Cristóbal (compilador), Memorias
del Primer Congreso ecuatoriano de Antropología, Vol. 1, Quito.
De La Torre, Luis & Soto Ileana, (1998), “Aportes para un análisis crítico de la educación
intercultural bilingüe en el Ecuador”, en Landázuri, Cristóbal (compilador), Memorias del Primer
Congreso ecuatoriano de Antropología, Vol. 1, Quito.
Iñiguez Samuel & Guerrero Gerardo, (1993), “Rasgos históricos de la educación indígena
quichua en el Ecuador”, en KüperWolfgang, Pedagogía Intercultural Bilingüe, experiencias de la
región andina, Abya Yala, Quito.
Luna Tamayo, Milton, (1993), “La modernización, la fiesta popular, los indios, el aguar-
diente, las élites y el Estado,” en ¿Modernización?, ambigua experiencia en el Ecuador, IADAP,
Quito.
Luna Tamayo, Milton, (2014), “Políticas educativas en el Ecuador, 1950-2010. Las acciones
del Estado y las iniciativas de la sociedad”, Tesis Doctoral, UNED, España.
Montaluisa, Luis (2008), “Trayectoria histórica de la educación intercultural bilingüe del
Ecuador, en Educación Intercultural Bilingüe y participación social, CARE - Contrato Social por
la Educación”. Quito.
Yánez Cossío, Consuelo, (s.f.) “Teoría y práctica de la educación indígena”, Macac,
Yánez Cossío, Consuelo & Endara Tomaselli, Lourdes, (1990), “Educación Bilingüe inter-
cultural: una experiencia educativa”, Abya Yala. Quito.
Vélez Catalina, (2008), “La incorporación de la interculturalidad en las propuestas edu-
cativas oficiales ecuatorianas en la década de los 90”, en Dietz Gunther, Mendoza Zuany Rosa
Guadalupe, Téllez Galván Sergio, Multiculturalismo, educación intercultural y derechos indígenas
en las Américas, Abya Yala, Quito.
ENTREVISTAS
Entrevista a Consuelo Yánez Cossío realizada por Milton Luna, Quito, 30 de agosto de 2016.
Entrevista a Luis Montaluisa, realizada por Milton Luna, Quito, 31 de agosto de 2016.
110
Autoridades y
Primeros profesores
4 noviembre de
1946.
Archivo de la
Dirección de
Comunicación y
Promoción PUCE.
Escuela de Enfermería.
Archivo Central PUCE.
111
E
Introducción
n este ensayo intentaré bosquejar algunas cuestiones que podrían tomar-
se en cuenta para pensar los desafíos que se presentan ante la PUCE, o
ante cualquier otra universidad ecuatoriana, frente a los grandes proble-
mas de nuestra época. Retomaré aquí algunas consideraciones expuestas en mi li-
bro Universidad. Sentido y desarrollo que acaba de publicar la PUCE, y también plan-
teamientos que han surgido en los debates del Seminario sobre la Modernidad de
la UNAM, fundado por Bolívar Echeverría y hoy dirigido por Raquel Serur, que
este año ha estado dedicado a reflexionar sobre el «calentamiento global». A fin
de facilitar la lectura, y como se trata de un ensayo y no de un artículo académico
convencional, he prescindido de citas y otras referencias; la bibliografía indica
en todo caso las fuentes de las que me he servido para la elaboración del ensayo.
Agradezco al Dr. Fernando Ponce León S.J., y en él a la Universidad, por
la invitación que me dirigieran a fin de compartir las reflexiones que suscita el
septuagésimo aniversario de la PUCE.
rior ecuatoriana y de las políticas estatales. Sin embargo, los profesores, los estu-
diantes y los funcionarios universitarios deberían estar conscientes de que el peso
de los controles burocráticos no cesará del todo, pues la burocratización corres-
ponde a las circunstancias de la actividad universitaria de nuestra época; en todas
partes se levantan las protestas contra las dificultades que provoca el peso cre-
ciente de la burocratización de la actividad universitaria para el desarrollo de las
ciencias, la reflexión filosófica, la invención artística o la formación de los profe-
sionales. Este es un aspecto de la forma en que las tecnocracias ejercen su domi-
nio sobre la vida cotidiana.
No obstante, sería un error que las universidades consideraran a las ac-
ciones perturbadoras y absurdas que emanan de los organismos burocráticos
de control como el centro de sus preocupaciones actuales. Lo que está frente a
nosotros, frente a «la humanidad», lo que se pone como cuestión decisiva es nada
menos que la catástrofe que tiene lugar en el planeta, catástrofe de una dimen-
sión desconcertante, insoportable, tanto que frente a ella, frente a sus múltiples
manifestaciones cotidianas, nos tornamos indiferentes, procuramos no verla,
dispersamos nuestra atención en cuestiones de menor importancia, en asuntos
intrascendentes. Esa es la tragedia que nos compete.
más cercanos parientes, los homínidos, los grandes mamíferos. Vastas zonas del
planeta se desertifican o pierden su biodiversidad por los cultivos extensivos, los
usos de insecticidas o fungicidas. Se contaminan las aguas de lagos, ríos y mares,
se contamina el aire, el suelo. Se extinguen corales, especies de peces. Mueren
ballenas, focas, pájaros enredados en desechos de plásticos o afectados por de-
rrames de petróleo.
A la vez, el desarrollo tecnológico es vertiginoso; cada día asistimos a nue-
vos y sorprendentes inventos. El avance de las tecno-ciencias deriva en invencio-
nes que nos permiten comunicarnos en «tiempo real» con personas localizadas
en cualquier lugar del planeta, es decir, des-localizadas. La genética humana en
poco tiempo permitirá actuar sobre los embriones para evitar enfermedades o
defectos, es decir, asistimos al cumplimiento de los sueños eugenésicos. Se alarga
la expectativa de vida por la mejora de las condiciones de salubridad y los avances
de la medicina; cada vez habrá más personas centenarias, y hay quienes sueñan
en la inmortalidad. Si se pierden especies, se puede en cambio modificar las exis-
tentes, crear otras; se producen bacterias para que consuman petróleo o plásticos.
Más aún, es hoy posible preparar, al menos para una parte de la humanidad, la
huida del planeta. El astrofísico Stephen Hawking ha venido insistiendo en que
solo la colonización de un exoplaneta podrá salvarnos, es decir, podrá asegurar
la continuidad de la especie humana. Esa salida de la Tierra sería el gran objetivo
de este milenio.
El ecocidio en marcha probablemente no llevará a la extinción de la espe-
cie humana, pero esta parece transitar hacia una mutación sin precedente. Gran-
des masas de la población, las más vulnerables por su grado de pobreza, sobrevi-
ven en condiciones de miseria o están afectadas por guerras, obligadas a emigrar,
a volcarse hacia los desiertos o los mares, a venderse a toda suerte de traficantes
y mafias; son poblaciones desechables para el capitalismo actual, y serán las prin-
cipales víctimas de la catástrofe en curso. El desarrollo tecnológico incorpora
cada vez más procesos automáticos, lo que incrementa la amenaza de pérdida
de puestos de trabajo; en los países más desarrollados crece el precariato y en el
resto del mundo la desocupación. A la vez, la población humana mundial crece
de modo acelerado: había 1.000 millones de habitantes en 1800, 7.000 millones
en 2011, se espera que alcance 10.000 millones en 2035. Crecen las megalópolis,
caóticas, con graves problemas sociales y ambientales que parecen irresolubles.
Sin embargo, en el otro polo, en una mínima minoría y de manera impúdica se
concentran grandes riquezas. En este horizonte se hace previsible el crecimiento
de las tensiones sociales, de las confrontaciones, de la violencia, de las guerras,
aunque es previsible que las grandes potencias mantengan entre sí las políticas
de distención. Si se mira el conjunto del planeta, se puede advertir un panorama
donde priman los regímenes autoritarios; incluso ahí donde se mantiene la for-
malidad de la democracia electoral prosperan los populismos, es decir, la delega-
ción del poder de decisión en los caudillos, fruto de la desconfianza y el malestar
de los ciudadanos. Las democracias liberales arrastran una prolongada crisis, y
junto a ella declinan los estados de bienestar que se configuraron en Europa y
Estados Unidos después de la Segunda Guerra Mundial. El autoritarismo, la vio-
lencia, el terror de Estado y el terror fanático de los fundamentalismos aparecen
La PUCE y los desafíos hacia el futuro
IVÁN CARVAJAL 121
como graves amenazas en el ámbito mundial. De otra parte, es evidente que las
posibilidades de detención de la catástrofe en curso, o incluso de un cambio de
rumbo que torne menos terrible el efecto de la actividad humana sobre nuestra
casa, nuestro planeta, solo pueden sustentarse en un despliegue de las posibilida-
des tecnológicas, por tanto, en el avance de las tecno-ciencias. Mas, esa tendencia
obligaría a una drástica regulación de la economía mundial, a un freno a la vo-
racidad del capitalismo corporativo (privado y estatal), a un cambio radical de la
conducta de los seres humanos en las distintas sociedades, es decir, obligaría a
profundas transformaciones éticas, políticas, jurídicas, culturales.
Ojalá seamos capaces de dejar atrás al hombre del humanismo, del antro-
pocentrismo. La cuestión es saber si es posible otra figura de lo humano, construi-
da sobre los restos de aquella que queda atrás. Es en torno a esta posibilidad que
se juega el destino de la especie, su continuidad, sus probables transformaciones.
Y es en torno a esa posibilidad donde hoy se configuran los debates filosóficos,
éticos, políticos, jurídicos, religiosos, los debates o diálogos decisivos. Una nueva
figura de lo humano solo será posible construir a partir de la destrucción de una
serie de nociones que han primado durante milenios. Sin embargo, a lo largo de
la historia han surgido conceptos y representaciones diversas, reprimidas mu-
chas veces por los poderes, condenadas por heterodoxas: habría que rastrear
en ellas. Especialmente, en las últimas décadas, junto al avance de las ciencias
naturales, que en sí mismas ponen en cuestión el antropocentrismo, han surgido
varias tendencias críticas, entre ellas las que provienen de los feminismos, de las
nuevas artes y literaturas. Se ha configurado un horizonte donde se despliegan
las posibilidades de unas «nuevas humanidades», lo que es decisivo para pensar
en las nuevas «misiones» que tienen las universidades. En este campo, habrá una
lucha constante entre las exigencias tecnocráticas, las demandas corporativas, los
tradicionalismos (culturales, políticos de izquierda y de derecha, religiosos, jurí-
dicos, los hábitos de consumo, de producción) y las posiciones críticas, abiertas
a reinventar lo humano.
De igual manera, la telemática permite derrumbar definitivamente los mu-
ros del claustro universitario. Hay que abandonar la idea de claustro, y con ello
repensar la idea de autonomía universitaria. Cada vez se imponen con mayor
urgencia la interdisciplinariedad y la transdisciplinariedad en los campos del co-
nocimiento, la cooperación entre universidades, la agrupación para avanzar en el
conocimiento; urge ampliar los escenarios, los espacios públicos para los debates,
el diálogo, la polémica, para los acuerdos y las disensiones. Las universidades que
demanda nuestra época ya no pueden organizarse en torno de las viejas estruc-
turas de facultades y escuelas cerradas, de carreras rígidas diseñadas al detalle por
la burocracia. Los estudios deben aprovechar las posibilidades que se ofrecen a la
flexibilidad, a la combinación de múltiples líneas de trabajo académico, tanto en
la formación como en la investigación.
A la vez, es necesario afirmar la convivencia democrática como funda-
mento del quehacer académico; la universidad es un espacio de libertad y respon-
sabilidad compartidas, donde todo puede someterse a crítica, a examen, donde
se puede dudar para avanzar en los conocimientos, donde han de debatirse los
asuntos que tienen que ver con la condición de lo humano, con la sociedad, con
el planeta, con el destino de «nuestra casa común». Esa es la razón por la cual
no puede abandonarse la necesaria autonomía de las universidades, que vivirán
ciertamente en medio de las presiones de los gobiernos, las corporaciones y otros
poderes, pero que no pueden sucumbir a las decisiones de esos poderes sobre los
destinos de la humanidad, de la vida, del planeta.
Conclusión
¿Habría, entonces, que dejar atrás la «ecuatorianización» de la universidad? En
cierta manera, sí, pues el centro de la «misión» de una universidad en los inicios de
La PUCE y los desafíos hacia el futuro
IVÁN CARVAJAL 123
BIBLIOGRAFÍA
Carvajal, I. (2016). Universidad. Sentido y crítica. Quito, PUCE.
Ceballos, G.; P. R. Ehrlich, A. D. Barnosky, A. García, R. M. Pringle, T. M. Pal-
mer (2015) Accelerated modern human–induced species losses: Entering the sixth mass extinction.
Documento recuperado el 20.06.2016 de: http://advances.sciencemag.org/content/1/5/
e1400253.full-text.pdf+html
Clark, W. C., P. J. Crutzen, H. J. Schellnhuber (2005). Science for Global Sustainabili-
ty: Toward a New Paradigm. Harvard University, John F. Kennedy School of Government.
Documento recuperado el 15.02.2016 de https://www.hks.harvard.edu/content/down-
load/69374/1250306/version/1/file/120.pdf
Cohen, Tom; Claire Colebrook y J. Hillis Miller (2016). Twilight of the Antropocene
Idols, London, Open Humanities Press. Recuperado el 15.02.2016 de http://www.openhu-
manitiespress.org/books/titles/twilight-of-the-anthropocene-idols/
Derrida, J. (2001). La Universidad sin condición. (C. d. Peretti, Trad.) Madrid, España: Trotta.
Herbrechter, S. (2013). Rosi Braidotti (2013) The Posthuman, en Culture Machine,
documento recuperado el 10.08.2016 de http://www.culturemachine.net/index.php/cm/
article/viewfile/495/516
Hernández Busto, Ernesto (2016). Poshumano, demasiado poshumano, El País,
Madrid, 28 Mayo 2016. Recuperado de http://www.elpais.es
Innerarity, D. (2011). La democracia del conocimiento: por una sociedad inteligente.
Barcelona, España: Paidós.
Joignot, F. (2016). Robotisation générale, Le Monde, Culture & Idées, 2-3-4.01.2016, pp. 4-5.
Krebs, V. J. (2014). La imaginación pornográfica. Contra el escepticismo en la cultura.
Lima, Perú: Lápix Editores, serie Filsofía Pop.
Lyotard, J. F. (1994). La condición postmoderna, informe sobre el saber. Madrid, España:
Cátedra.
Neslen, Arthur (2016). «Workers face “epidemic of heat-related injuries” due to
climate change», en London, The Guardian, 28 Abril 2016. Recuperado de http://www.
theguardian.com
Nussbaum, M. C. (2010). Sin fines de lucro. Por qué la democracia necesita de las humani-
dades. Buenos Aires, Argentina: Katz.
Papa Francisco I, (2015), Encíclica Laudato Si’ (24.05.2015). Documento recupe-
rado el 10.08.2016. http://w2.vatican.va/content/francesco/es/encyclicals/documents/
papa-francesco_20150524_enciclica-laudato-si.html
Virilio, P. (2007). L’Université du désastre. Paris, Francia: Galilée.
Zylinska, J. (2014). Minimal Ethics for the Antropocene. University of Michigan y Open
Humanities Press. Recuperado el 15.06.2016 del sitio http://openhumanitiespress.org/
books/download/Zylinska_2014_Minimal-Ethics-for-the-Anthropocene.pdf
124
La PUCE y la relación
con la comunidad
BORIS
TOBAR
La comunidad escenario de servicio, inter-aprendizaje y
H
resignificación de la vida
oy la vinculación de la universidad con la comunidad junto con la do-
cencia, la investigación y la gestión interna, hace parte de la misión
esencial de los centros de educación superior, y por tanto, se ha con-
vertido en uno de los criterios más importantes de evaluación de la calidad uni-
versitaria. La comunidad, entendida como un colectivo que tiene un horizonte
compartido de valores y símbolos, que puede o no compartir un espacio territo-
rial, está presente en el imaginario de la universidad como escenario para ejercer
la responsabilidad y la solidaridad. La celebración de los setenta años de servicio
al país de la PUCE, es ocasión para revisar la práctica de la relación entre univer-
sidad y comunidad, analizar los modelos subyacentes desde los que se construye
esta relación, identificar los rasgos pedagógicos más importantes que generan
dicha vinculación y valorar el aporte existencial que produce el encuentro entre
todos quienes participan en esta interrelación.
Las siete décadas de vinculación de la PUCE con la comunidad se puede
esquemáticamente dividir al menos en cuatro momentos, inspirados implícita o
explícitamente en formas-modelos de concebir la relación universidad-sociedad,
que si bien se pueden identificar históricamente, también conviven simultánea-
mente hasta el presente. Al inicio la Universidad Católica se relaciona con la co-
munidad desde el modelo, “universidad claustro del conocimiento” que prepara
profesionales competentes al servicio de la sociedad. En un segundo momento,
bajo el modelo “difusionista”, la Universidad se proyecta hacia los sectores po-
pulares de la mano de estudiantes, que realizan actividades de extensión con la
gente en vista de su concientización o de aplicación técnica de lo aprendido en el
aula. En un tercer momento se ensaya el modelo de “acción social”, que se dinami-
za desde el Departamento de Extensión Social Universitaria (ESU), a través de
proyectos de apoyo comunitario, regularmente con el voluntariado de los estu-
diantes. Un cuarto momento de vinculación con la comunidad emerge inspirado
en el principio de “responsabilidad social universitaria”, que ofrece a los estudiantes
y docentes la oportunidad de realizar proyectos de solidaridad, de contar con un
espacio de inter-aprendizaje entre universidad y comunidad y, como fruto del
encuentro cara a cara, resignificar la vida a partir de valores como la solidaridad,
la justicia y la responsabilidad.
su identidad. Julio Tobar subraya la importancia que desde los inicios de la Uni-
versidad, tiene el estudio del pensamiento social de la Iglesia y considera que “la
esencia distintiva de la Universidad es ejercer su profesión en católico e intervenir
en la vida pública como católicos” (Tobar, 1972).
de idiomas que ofrece el Instituto y la cooperación estrecha que tiene con otras
instituciones (Fierro, 1974). En otro informe se comunica que se da entrena-
miento a “Profesores Bilingües (Quichua-Español) con asistencia de maestros y profesionales
en su mayoría indígena, de Imbabura, Pichincha, Cotopaxi, Chimborazo y Loja” (Informe
de decanos y directores, 1975).
La Facultad de Teología: El presidente de la AET informa que participó del
Encuentro sobre Extensión Universitaria con el fin de “organizar mejor los
trabajos que hacen los estudiantes de la Universidad en sectores populares tanto
durante el año lectivo como durante el verano” (Ortiz, 1974). Posteriormente no
se registra labores de extensión universitaria, pero dado el carácter de la Facultad,
sus estudiantes mantienen contacto cercano con parroquias populares.
La Facultad de Administración: Desde su nacimiento ofrece cursos de exten-
sión ad intra, por ejemplo, se informa que la Facultad ha ofrecido 30 cursos sobre
temas de administración de empresas, y en convenio con el Ministerio de Finan-
zas cursos sobre gestión administrativa y financiera de negocios (Terán, 1988).
Los cursos de extensión durante los años ochenta son permanentes y tiene muy
buena acogida en la colectividad (Terán, 1990).
La Dirección Pastoral Universitaria abre espacios de diálogo entre: fe y vida,
fe y justicia, fe y ciencia. Particular interés tiene para la vinculación con la co-
munidad la creación de la Escuela de Teología para Laicos (ESTELA), fundada
en 1989 con el propósito de ofrecer un servicio a los laicos de comunidades,
parroquias y movimientos eclesiales para que den razón de su fe en el mundo
contemporáneo y sean “Testigos creíbles del Evangelio” (Sanfelíu, Historia de
ESTELA, 2016).
De lo registrado, se destaca el deseo de los estudiantes, de vivir la cercanía
del encuentro con los pobres, comunidades indígenas, campesinas o barrios pe-
riféricos y la decisión de la Universidad de impulsar y acompañar estas labores.
Con frecuencia son acciones puntuales o semestrales que no responden a pro-
yectos de largo aliento, pero que sirven para construir el imaginario de cercanía
entre universidad y comunidad. Hay estrecha colaboración entre la PUCE y las
instituciones del Estado que para la época y desde su visión está empeñado en el
desarrollo social. Algunas Facultades comprenden la extensión universitaria solo
como oferta de cursos ad intra sin contacto directo con el territorio. En 1980, La
Facultad de Ciencias Humanas ante un proyecto de “Acción Social Universitaria
y Promoción Comunitaria” considera que “no se trata pues de hacer caminos o cursos
de agua o prestar servicios esporádicos asistenciales, sino de desarrollar métodos por medio de los
cuales la población misma sea capaz de construir las soluciones a sus problemas” (Facultad
de Ciencias Humanas , 1980), palabras que resultan ser tambien una evaluación
implícita a la extensión universitaria que se lleva en la PUCE.
El modelo que define ese período es el “difusionista” o de proyección
social, que implica que el saber humanístico, científico y técnico que adquieren
los estudiantes, se extiende a la colectividad vista como destinataria de la acción
de los universitarios que van a enseñar y aplicar sus conocimientos; la comuni-
dad es destinataria y no cogestora de su desarrollo. Tal vez, porque el modelo
difusionista considera que el saber está en la Academia y debe proyectar su luz
hacia fuera.
La PUCE y la relación con la comunidad
130 BORIS TOBAR
prácticas estudiantiles. Desde el año 2001 hasta el 2009, está a cargo de Acción
Social Universitaria el Arq. Eduardo Gortaire, quien coordinaba durante muchos
años las prácticas de extensión en la facultad de Ingeniería.
Para reconocer la tendencia, de la relación universidad y comunidad, de
esta época se señala algunos proyectos, igualmente no exhaustivos sino indicati-
vos, tanto los que realiza el Departamento como los que ejecutan las diversas
facultades, iniciativas que de alguna manera colocan al estudiante en el escenario
comunitario:
El Departamento de Extensión Social Universitaria y Comunitaria: En los años
1994-1995 se informa de la ejecución de las siguientes acciones: Proyecto de
implementación de una unidad de atención integral para la madre adolescente en
la Maternidad Isidro Ayora; proyecto de consultorios médicos, jurídicos y socia-
les en los recintos penitenciarios del país; proyecto Operación Rescate Infantil,
ORI, en el que participan el Ministerio de Bienestar Social y organizaciones co-
munitarias; Campaña Nacional de Inscripciones tardías. En casi todos los proyec-
tos participan estudiantes y docentes de Jurisprudencia, Medicina, Enfermería,
Psicología y Trabajo Social (Valdes, 1995). Años más tarde, la Coordinación
de Acción Social informa que con la participación de coordinadores, docentes
y estudiantes de las unidades académicas continúa la ejecución de proyectos en
organizaciones gubernamentales y no gubernamentales en barrios urbano mar-
ginales de Quito, Guayaquil, Imbabura, Carchi, Cotopaxi, Chimborazo, Manabí
y Tungurahua: “Durante el período se contó con la participación de 570 estu-
diantes en 35 proyectos en el semestre académico y en el período de vacaciones”
(Corrales, Informe Anual 2008).
Las facultades por su parte tienen nuevas visiones y proyectos:
• Jurisprudencia mantiene los Consultorios, ofrece pasantías, y talle-
res de educación legal para la comunidad. Además, se valora la acogida
del centro de DD.HH. por el incremento de la participación de los estu-
diantes (Corrales, Informe Anual 2008).
• En Economía se destaca la asesoría a “Fe y Alegría” y otras ins-
tituciones (Corrales, Informe Anual 2008).
• Enfermería mantiene curso de capacitación en varios sectores.
• En Trabajo Social sus estudiantes participan en el Servicio Ig-
naciano de Voluntariado y en proyectos de emprendimiento como
los de “Reciclaje”, “Un Techo para mi País”, o “Taxi Solidario” (Co-
rrales, 2007).
• Comunicación Lingüística y literatura desde el año 1999 desarrolla
vinculación con comunidades de Cotopaxi, sobre todo Sigchos, donde
se impulsa la construcción de obras físicas y proyectos de producción y
comercialización de quesos.
• En Ciencias Humanas, la Escuela de Hotelería y Turismo expre-
samente registra vinculación con la sociedad por medio de convenios
con empresas y diseña un proyecto ecoturístico en Yasuní con partici-
pación de la comunidad Huaorani.
• Administración desde 1996 realiza actividades de inserción en co-
munidades urbano-marginales a través de la realización de campamentos
La PUCE y la relación con la comunidad
132 BORIS TOBAR
“El aporte fundamental del Programa de Liderazgo de los jóvenes de la Católica para
nuestra comunidad ha sido incentivarnos a la organización, a planificar las cosas desde las
necesidades concretas de la parroquia, descubrir que todas las tareas deben tener un comienzo,
seguimiento y un final. Esto incluso nos ha servido para la Junta Parroquial. Además, han
sido ejemplo de trabajo organizado y que se mantiene por años con buenos resultados”
(Testimonio de Rosa Guamán, lideresa de la parroquia rural de Gualea)
los y las estudiantes deberán acreditar servicios a la comunidad mediante prácticas o pasantías
pre-profesionales, debidamente monitoreadas, en el campo de su especialidad, de conformidad
con los lineamientos generales definidos por el Consejo de Educación Superior ” (art. 87 Ley
Orgánica de Educación Superior, 2010).
En los informes del Rector, Acción Social empieza a tener un espacio
propio y se visibiliza su accionar: “Durante el 2012 la PUCE contribuyó con las comu-
nidades más necesitadas del Ecuador a través de la realización de 47 proyectos de acción social
universitaria. Se calcula que estos proyectos tuvieron aproximadamente 167.400 beneficiarios.
Como un reconocimiento a esta contribución, el Gobierno Provincial de Pichincha le otorgó por
segunda vez a la PUCE el Reconocimiento “General Rumiñahui, contribución de Responsa-
bilidad Social. Somos orgullosamente la única Universidad que ha recibido tal reconocimiento”
(Corrales, informe 2013). En el año 2013 el mismo Rector informa que “se
realizaron 68 proyectos de acción social universitaria en diferentes zonas del país, con 98.000
beneficiarios aproximadamente. Se logró que todas la facultades de la PUCE incluyeran acción
social universitaria en sus currículos ” (Corrales, informe 2014). En el año 2014 se
informa “La PUCE a través del trabajo de los miembros de la comunidad universitaria
elaboró diferentes proyectos de Acción Social Universitaria (ASU), y de esta forma contribuyó
a la promoción de la justicia, solidaridad y equidad social. Al año siguiente se realizaron 100
proyectos multidisciplinarios que tuvieron aproximadamente 131.000 beneficiarios. Estos pro-
yectos se realizaron con la participación de todas las unidades académicas que coordinaron sus
esfuerzos para brindar respuestas a las demandas de los sectores más vulnerables de nuestro
país ” (Corrales, Informe 2014).
“La PUCE contribuye al desarrollo de los sectores más vulnerables del país a través
de proyectos interdisciplinarios de acción social. En los últimos años se han planteado diversos
proyectos en varias zonas geográficas del Ecuador. En los planes han participado estudiantes,
profesores y personal administrativo de la PUCE. En los últimos 5 años hubo más de 300
proyectos, beneficiando a aproximadamente 400.000 personas ” (Dirección de Comunica-
ción Institucional y Relaciones Públicas, 2015).
De igual forma las Unidades Académicas siguen sus modos particu-
lares de relación comunitaria, sobre todo, desde prácticas pre-profesiona-
les donde los estudiantes tienen la oportunidad de conocer más de cerca la
realidad de personas, colectivos y comunidades: Jurisprudencia, siguiendo su
larga trayectoria en los Consultorios Jurídicos Gratuitos atiende a personas
de escasos recursos. El Centro de DD.HH., acompaña casos jurídicos em-
blemáticos desde los cuales se busca crear precedente en el ejercicio judicial.
Ciencias de la Educación, apoya proyectos de refuerzo escolar, estimulación
musical sensomotriz, etc. Administración ofrece espacios de acción social, en
el Núcleo de Apoyo Contable y Fiscal (NAF) en convenio con el Servicio de
Rentas Interna y en Consultorios administrativos para prestar servicios a la
comunidad. Gestión Social vincula a sus estudiantes con actores sociales a tra-
vés de las prácticas pre-profesionales. Ciencias Humanas desde 1998 ofrece
el programa de Estudios Especializados que se creó con el objeto de ofrecer
al público, un programa de extensión y educación continua. Enfermería aplica
un plan de capacitación para el personal del centro de reposo San Juan de
Dios, y otro para la formación de auxiliares de enfermería. Economía orien-
ta los programas al desarrollo de capacidades de sectores vulnerables, en el
La PUCE y la relación con la comunidad
BORIS TOBAR 135
Conclusiones
Al examinar los setenta años de la vinculación de la PUCE y Comunidad, se eviden-
cia la existencia de la relación entre estos dos escenarios, sin duda marcada en cada
época por un modelo sea este el de claustro, el de difusión, el de acción social y hoy,
el de responsabilidad social, que con aciertos y límites han abierto canales para que
sobre todo, los universitarios se acerquen a rostros comunitarios. Además, se toma
conciencia que el escenario comunitario, no solo es el espacio para realizar un
proyecto, sino un lugar pedagógico en el que la palabra de los diversos actores es va-
lorada, y cada uno a su modo aporta en la construcción de alternativas ético-sociales
y técnicas. Por último, el encuentro con las comunidades, sobre todo con las más
vulnerables, es una oportunidad para que los ideales humanistas y cristianos que ins-
piran a la PUCE, se pongan en práctica, y en algunos casos, estudiantes y docentes
resignifiquen sus opciones personales, sociales y profesionales.
Hoy la vinculación con la comunidad desde el principio de Responsabilidad
Social debe crear vínculos respetuosos, orgánicos y sostenibles entre la academia
y el tejido social de organizaciones y comunidades, para planificar de manera com-
partida e interdisciplinaria programas, proyectos y acciones encaminados a mejo-
rar la calidad de vida. Convertirse en lugar de investigación interdisciplinaria para
evidenciar los desafíos que la realidad en su complejidad, demanda a la sociedad y
a la academia y por último, para que la docencia se realice y retroalimente teniendo
presente los espacios contextuales de interlocución.
BIBLIOGRAFÍA
S. Louis University. (1966). Program of Cooperatión Between the PUCE and Saint Louis University. Quito.
Andrade, H. (1975). Informe presentado a la Asamblea General de Ciencias de la Educación,
el 9 de Enero de 1975. Quito .
Bermeo, R. (28 de Julio de 2016). La PUCE y la vinculación con la Comunidad.
(Boris Tobar, Entrevistador).
Cevallos, J. (2016). Informe sobre los Consultorios Jurídicos Gratuitos de la PUCE. Quito .
Corrales, M. (2008). Informe Anual 2007-2008. Quito.
Corrales, M. (2009). Informe Anual 2006-2007. Quito.
Corrales, M. (2013). Informe del Rector 2011 y 2012. Quito.
Corrales, M. (2014). Cuenta y Razón... Informe del Rector 2013. Quito.
Corrales, M. (2015). Informe del Rector 2014. Quito.
Decanato de Coordinacion Académica. (1976). Escuela de Psicología. Un trabajo
social comprometido. PUCE, pág. 13 y 15.
Decanato de Coordinación Académica. (1972). Acción Social Universitaria.
Dirección de Comunicación Institucional y Relaciones Públicas. (2015). Dirección de
Formación Continua y Vinculación con la Colectividad. Actualidad N. 28, 18-20.
Dirección de Relaciones Públicas. (8 al 12 de Febrero de 1999). Campaña de Navidad
de Ingenieria. Entérate. Quito .
Dirección de Relaciones Púbicas. (15 al 19 de noviembre de 1999). Acción Social que
realiza Arquitectura. Entérate . Quito .
Dirección de Relaciones Públicas. (9 al 13 de Marzo de 1998). Brigadas de Solidari-
dad con Guayaquil. Entérate. Quito.
Dirección de Relaciones Públicas. (7 al 11 de Junio 1999). Acción Social en la facultad
de Admnistración. Entérate. Quito.
Dirección de Relaciones Públicas. (2 al 6 de Febrero de 1998). Admnistración. Cursos
de Extensión. Entérate. Quito.
La PUCE y la relación con la comunidad
BORIS TOBAR 137
Autoridades y primeros
egresados 1952.
Archivo Central PUCE.
Archivo de la Dirección de
Comunicación y Promoción PUCE.
139
E
1. Fundación y primeros años. SEVILLA
n el Ecuador, durante la mayor parte del siglo XIX, y principalmente PÉREZ
durante la etapa garciana (1860-1875), se delegó a la Iglesia, y en parti-
ALEJANDRO
cular, a ciertas órdenes religiosas, la educación estatal primaria y secun-
LÓPEZ
daria, además de la universidad con la creación de la Escuela Politécnica de Quito VALAREZO
regentada por la Compañía de Jesús (Ossenbach, 1996; Williams, 2007; Tobar
Donoso, 1940; Sevilla y Sevilla, 2015; Miranda, 1975). Esta situación cambió con
las políticas secularizadoras del período liberal, especialmente bajo la presidencia
de Leonidas Plaza donde la educación laica se instaló en el sector público con
la Constitución de 1906. En ese momento, se confinaron al sector privado los
colegios religiosos, pues se determinó que el Estado y los municipios no subven-
cionarían otra educación que no sea seglar y laica (Ayala, 1996a). Así, el conflicto
entre una educación laica y pública y una educación religiosa y privada permane-
ció durante las primeras décadas del siglo XX (Ossenbach, 1996).
Por otro lado, la década de 1940 estuvo acompañada de importantes acon-
tecimientos para el Ecuador, en 1941 la guerra con Perú determinó la pérdida de
una gran parte del territorio nacional y también marcó el fin de un ciclo político.
El partido liberal representado por Carlos Alberto Arroyo del Río fue derrocado
por el levantamiento popular conocido como “La Gloriosa” en 1944. Este movi-
miento popular determinó la llegada de Velasco Ibarra al poder por segunda vez
y con él, una postura conciliadora entre el conservadurismo y el liberalismo no
doctrinario (Gómez, 2016). Como bien lo han notado Rosemarie Terán Najas y
Guadalupe Soasti (2006), el proyecto educativo velasquista tenía tres componen-
tes principales: 1) el papel moralizador, higienista y disciplinario de la educación,
2) la despolitización de la educación y por ende, la desnacionalización a favor
de inculcar un sentimiento universalista, y 3) un empuje a la formación científi-
co-técnica en conexión con el resto del mundo. Es por esto que en 1935 durante
su primera presidencia, Velasco Ibarra reabrió la Escuela Politécnica Nacional.
Así mismo, luego de “La Gloriosa” se dieron una serie de negociaciones
iniciadas por el Arzobispo de Quito Carlos María de la Torre y un grupo de des-
tacados conservadores que incluían a Julio Tobar Donoso, Enrique Arízaga Toral
y Ruperto Alarcón Falconí, que derivaron en la creación de la primera universi-
dad privada en el Ecuador: la Universidad Católica. Mediante el Decreto Nº 128
publicado en el Registro Oficial Nº 629 del lunes 8 de julio de 1946 y firmado
por el presidente José María Velasco Ibarra, se autorizó la fundación y el funcio-
namiento de las universidades particulares considerando “necesario extender la
libertad de enseñanza a los estudios superiores” (Velasco Ibarra, 1946 citado en
PUCE, 1996:14). Es así que el 4 de noviembre de 1946, se inauguró oficialmente
la Universidad Católica del Ecuador en las instalaciones ubicadas en la calle Bolí-
var 343, concretándose con este hecho un sueño de larga data por parte de la so-
ciedad civil católica, la consolidación de una universidad que permitiera romper
el monopolio de la Universidad estatal laica (Tobar, 1972:14).
Breve historia de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador
140 ELISA SEVILLA PÉREZ Y ALEJANDRO LÓPEZ VALAREZO
1. Primer Horario de Clases. Archivo Los estatutos aprobados por el Ministerio de Educación, mediante el
Central de la PUCE.
acuerdo Nº 1174 del 6 de agosto de 1946 (Tobar, 1972:14), determinaron el ca-
rácter de los primeros años de vida de la Universidad:
2. Jacinto Jijón y Caamaño realizó la Sin embargo, los rápidos avances del contexto global condujeron a significativos
donación del precio del caudal de aguas
de la Acequia Grande de los Caciques cambios en la Universidad.
de Urcuquí, por un valor de S/. 430.000
(cuatrocientos treinta mil sucres) (ACPU-
CE SEC 1, vol. 13, f.58). 2. Expansión, administración jesuita, y el discurso del desarrollo.
El primero de estos cambios tiene que ver con el traslado de la sede de la Uni-
3. Testamento Leonor Heredia. Archivo
Central PUCE. versidad, desde la calle Bolívar hasta la avenida 12 de octubre. La nueva sede se
dio gracias a la donación de varios bienes por parte de la señorita Leonor Here-
4. Es interesante notar que la colabo-
ración de la Universidad de Saint Louis dia en su testamento. Como primera universidad particular del país, su principal
en América Latina fue extensa, tanto fuente de financiamiento durante la primera etapa como Universidad fue la de
con universidades, programas de alfa-
betización y asistiendo al Cuerpo de Paz; donaciones y aportes de ciudadanos que apoyaron la misión de la Institución. Es
abarcando desde Puerto Rico, pasando así que la biblioteca y parte del financiamiento vinieron de donaciones hechas
por México y toda Centroamérica, Repú-
blica Dominicana, Colombia, Venezuela por Jacinto Jijón y Caamaño2, uno de los fundadores de la Universidad. Incluso
y Argentina, a parte del importante en su discurso de condecoración del Estandarte de la Universidad Católica del
proyecto en Ecuador (Report, 1966).
Ecuador, el presidente José María Velasco Ibarra (1988 [1955]: 253) rescata “el
esfuerzo particular” por la investigación científica, por la cultura espiritual, por
mantenerla financieramente.
Volviendo a la nueva sede, la señorita Leonor Heredia mediante un testa-
mento notariado, heredó a la Universidad dos lotes de terreno con una extensión
de cinco hectáreas y media, varias casas renteras y tres millones de sucres. Gracias
a esta donación, se construyeron los primeros cuatro edificios en 1957. Leonor
Heredia entregó el terreno y la suma de dinero a la Universidad con el único fin
de que la institución se fortaleciera y a través de la construcción de edificios y el
usufructo de los bienes, la Universidad fuera capaz de autosustentarse3.
Ya en el nuevo campus, la Universidad continúo su crecimiento y como
parte del mismo, en 1961 durante el Rectorado del Dr. Luis Orellana Ricaurte S.J.,
la Iglesia ecuatoriana entregó a la Compañía de Jesús la dirección y administra-
ción de la institución. Así mismo, en 1963 el Papa Juan XXIII otorgó el carácter
de Pontificia a la Universidad Católica del Ecuador. Ese hecho representa un hito
en la historia de la Universidad, ya que representó una trasformación en el carác-
ter de la institución, hacia un espacio en la que se ejercía la fe desde una práctica
enfocada hacia el desarrollo y la presencia en toda la sociedad ecuatoriana y ya
no desde el debate por la educación laica (Paladines, 2006:230). En la corres-
pondencia entre el Cardenal de Quito y el General de los Jesuitas, P. Janssens,
al recibir la dirección de la Universidad Católica, ofrecía “la decidida voluntad
de la Compañía de Jesús de dar a esta obra la mayor atención de nuestra parte”
(PUCE, 1996: 23). En este espíritu, a penas posesionado el nuevo rector, solicitó
a la Universidad de Saint Louis4, universidad jesuita en Missouri, el apoyo para
desarrollar la Universidad en Quito. Este proyecto de transferencia de capacida-
des y equipamiento se financió con los fondos de cooperación estadounidenses
ligados al Programa Alianza para el Progreso (Program of Colaboration, 1963).
Como veremos a continuación, esta nueva etapa de la Universidad se inclinó
hacia la excelencia educativa en sectores de vinculación con la sociedad, más que
con la política.
Este cambio de dirección se adelantó a la Declaración de los Obispos La-
tinoamericanos en Buga sobre La misión de la Universidad Católica en América Latina
(1967), donde se aseguraba que la discusión sobre la educación laica ya había sido
Breve historia de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador
ELISA SEVILLA PÉREZ Y ALEJANDRO LÓPEZ VALAREZO 143
superada, y que la misión de las universidades católicas en la región debía ser el 5. En 1960, también se creó el Banco
Interamericano de Desarrollo como un
cultivo serio y desinteresado de las ciencias, además de ser centros de reflexión y organismo que pretendió atender el
creación de cultura. Esta declaración también promueve un vínculo vivo y cons- financiamiento del desarrollo regional.
tante entre Universidad y Sociedad.
El segundo impulso que recibió el crecimiento sostenido de la Universi-
dad Católica del Ecuador está relacionado con el aporte del Punto IV y Programa
Alianza para el Progreso de los Estados Unidos. Empero, para comprender las
acciones de la cooperación internacional en la década de 1960 cabe profundi-
zar en el contexto continental. Luego de la finalización de la Segunda Guerra
Mundial, el mundo buscó alternativas para la solución de los problemas econó-
micos de los países afectados por la contracción del mercado y por los efectos
de los conflictos bélicos globales. Así se concibió el Punto IV, un programa de
asistencia técnica del Presidente estadounidense Harry Truman para combatir el
subdesarrollo esbozado en su discurso de posesión presidencial de 1949 donde
presentó un programa de política internacional que en su cuarto punto aseveró la
voluntad de “volver asequible a las naciones menos desarrolladas, los adelantos
técnicos y económicos de los Estados Unidos” (Villalba, 1972: 93), y así “forta-
lecer y generalizar la paz por todo el mundo al contrarrestar las condiciones eco-
nómicas que predisponen a la inestabilidad social y política, y a la guerra” (Hayes
citado en Paterson, 1973).
En el marco de la Guerra Fría, la palabra desarrollo enmarcó un im-
portante debate no solo a nivel político, sino también al interior de las ciencias
sociales latinoamericanas (Assadourian, et al., 1975). Durante los primeros treinta
años posteriores a la culminación de la Segunda Guerra, la promesa del desarro-
llo parecía alcanzarse. El crecimiento económico de la región se dio de la mano
de la industria textil, otras manufacturas y la agricultura. Los salarios mejoraron y
los países latinoamericanos crecieron en infraestructura pública y en acumulación
del capital, aunque las desigualdades sociales no desaparecieron y por tanto el
germen de la revolución cubana y el avance de las izquierdas estuvieron presentes
en toda América (Thorp, 1998: 171). Sin embargo, en países como Ecuador, Pa-
raguay y Bolivia, sus economías crecieron tanto por el aumento en la exportación
de productos, como por unas acrecentadas relaciones con Estados Unidos.
En 1960, debido a la expansión política de Cuba, el presidente John F.
Kennedy creó el programa denominado Alianza para el Progreso cuyo fin era
neutralizar los avances de la izquierda. En ese sentido, se retomó el programa del
PUNTO IV, que se convertiría, bajo la presidencia de Kennedy, en la Agencia
de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID). Esta entidad
financió proyectos relacionados “con la integración, planificación, reforma tribu-
taria, reforma agraria y modernización e inversión en el sector social”, mismos
que no recibieron financiamiento del Banco Mundial5 (Thorp, 1998: 154).
En ese contexto y en un país con una creciente demanda por la educación de
sus jóvenes, la Universidad Católica reconoció que no eran suficientes los aportes
privados, estatales y el valor de las matrículas para el correcto funcionamiento de la
institución (Programa de Desarrollo para la Enseñanza Universitaria del Ecuador
1965-1975, 1965:10-11). Por lo tanto, se hizo necesario el aporte de la cooperación
internacional para el desarrollo de nuevas carreras e infraestructura, teniendo en
Breve historia de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador
144 ELISA SEVILLA PÉREZ Y ALEJANDRO LÓPEZ VALAREZO
6. Este tipo de colaboraciones técnicas cuenta que existía un contexto favorable para la obtención de recursos. En ese
con fondos de Alianza para el Progreso
se implementaron en la misma época sentido, la cooperación internacional se materializó a través de la asistencia presta-
también entre la Universidad de Pittsburg da a la Universidad Católica a través de la Universidad de Saint Louis con fondos
y la Universidad Central, y entre la
Universidad de Houston y la Universidad USAID6. El convenio de cooperación se firmó en 1963, el objetivo central del
de Guayaquil, con menor éxito que para proyecto fue el de incidir en el sistema educativo a fin de que la universidad esté
la Católica.
en capacidad de ofrecer a la comunidad ecuatoriana profesores capacitados para
la educación secundaria, así como trabajadores sociales, ingenieros y enfermeras.
Este giro de las carreras que ofrecía la universidad hacia la pedagogía (o
educación), la enfermería y el trabajo social, es una manera de vincular la Univer-
sidad con la sociedad a través de sectores de preocupación de la Iglesia y sectores
seglares. Responde, además, a la tendencia de la Universidad Católica de absorber
y potenciar académicamente a escuelas e institutos ligados a la Iglesia, como fue
la adhesión de la Facultad de Filosofía San Gregorio y El Instituto de Humanida-
des Clásicas de los Jesuitas al Instituto de Pedagogía de la Universidad en 1955, la
Escuela Superior de Servicio Social “Mariana de Jesús” en 1954, y la Escuela San
Vicente de Paúl de las Hermanas de la Caridad donde se formaban enfermeras
religiosas en 1965. La Escuela de Trabajo Social fue fundada e impulsada por la
Dra Isabel Robalino Bolle, primera abogada mujer graduada de la Universidad
Central del Ecuador. Todas estas carreras eran novedosas en el Ecuador y reci-
bieron gran acogida por parte de la sociedad (PUCE, 1996).
Por otro lado, la apertura de la Facultad de Ingeniería en 1961 y la crea-
ción del Instituto de Ciencias en 1963 bebía del discurso del desarrollo a través
de la aplicación de las ciencias a la construcción y a la producción. De la misma
manera, se crea la Escuela de Tecnología Médica, que desde 1968 situó a la Uni-
versidad Católica como pionera en el campo de la microbiología en el Ecuador.
Luego, se convertiría en Escuela de Bioanálisis ofertando distintas licenciaturas y
carreras técnicas para el trabajo dentro de laboratorios clínicos. El Padre Orella-
na, junto con la asesoría de la Universidad de Saint Louis, vio como fundamental
fortalecer las ciencias básicas tanto para la formación de profesores en ciencias,
así como para tener buenos ingenieros, enfermeras y tecnólogos médicos (Pro-
gram of colaboration, 1966).
El padre Robert J. Henle, S.J. de la Universidad de Saint Louis identificó en
1966 algunas fortalezas de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador luego
de tres años de colaboración, de las cuales resaltamos las siguientes: (1) Total apo-
yo administrativo al proyecto y la visión sobre el liderazgo educativo del Padre
Luis Orellana S.J. El Padre Orellana estuvo convencido de la necesidad de reno-
vación que experimentó la Universidad debido a los cambios que experimentó así
mismo la sociedad ecuatoriana. (2) La Universidad contaba con una importante
reputación de excelencia en lo referente a estándares académicos. El propósito
del proyecto fue el de elevar el potencial del talento humano de la Universidad
y de esta manera, construir una Universidad autosustentable y de excelencia, en
palabras del Padre Henle: “nuestra meta es hacernos obsoletos” (Report from
Ecuador, 1966:10).
La firma del convenio de Cooperación Internacional ratificó el espíritu de
tolerancia y de libertad religiosa y académica de la Universidad Católica. Antes
de la firma del convenio, el Padre Orellana debido a una controversia con el
Breve historia de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador
ELISA SEVILLA PÉREZ Y ALEJANDRO LÓPEZ VALAREZO 145
el rectorado, el Padre Malo González, puesto que encarnó desde sus inicios
la incorporación de profesores graduados en el exterior que aplicaron los
principios de interdisciplinaridad, la departamentalización y la “ecuatoriani-
zación” a través del trabajo de campo e investigación aplicada al caso ecua-
toriano (Malo, 1996; Paladines, 2006; PUCE, 1996). Entre los opositores del
programa de reforma de Malo estaba el mismo Velasco Ibarra, que como
hemos visto defendía una educación universalista, por lo que se públicamen-
te habló en contra del programa de «ecuatorianización» de la universidad de
Malo (Ayala, 1996b). Vale destacar el trabajo de los filósofos Rodolfo Ago-
glia, Arturo Roig y Enzo Mella y el sociólogo René Marder, exiliados por la
dictadura en Argentina, que formaron parte de la planta docente de la Facul-
tad de Ciencias Humanas. Bajo la dirección de Hernán Malo González, este
grupo trabajó en el estudio del pensamiento latinoamericano y ecuatoriano,
trabajos que fueron luego difundidos desde la Corporación Editora Nacional
bajo la colección “Biblioteca Básica del Pensamiento Ecuatoriano”.
En la Universidad Católica los departamentos que formaban parte de la
Facultad de Ciencias de la Educación maduraron para formar sus propias Es-
cuelas o Facultades donde se formarían, ya no profesores en Ciencias Naturales
o Historia y Geografía, sino biólogos, historiadores y geógrafos con un perfil
de investigador.
Por un lado, los Departamentos de Historia y Geografía se despren-
dieron de la Facultad de Ciencias de la Educación para formar parte de la
nueva Facultad de Ciencias Humanas. La investigación en esta nueva facultad
se canalizó en un principio a través del Centro de Estudios Latinoamericanos
CELA que se crea en 1980 bajo la dirección del Dr. Roig. Este Centro se en-
cargó de la publicación de la revista Historia de las Ideas gracias a un convenio
con la Casa de la Cultura Ecuatoriana y de organizar encuentros nacionales
e internacionales sobre este mismo tema (PUCE, 1996). Además, bajo el
arqueólogo P. Pedro Ignacio Porras se iniciaron las clases de arqueología
dentro de Historia en 1970 y se creó el Centro de Investigaciones Arqueo-
lógicas que él dirigió durante 20 años. Los estudios antropológicos y socio-
lógicos aparecen en esta época. Personalidades a destacar son Julio Terán
Dutari S.J., Alfonso Gortaire, Augusto Pozo y Marco Vinicio Rueda S.J., entre
otros, quienes buscaron poner en práctica las ideas de Hernán Malo donde
se combinaron el estudio técnico de la realidad ecuatoriana en el campo, con
reflexiones filosóficas sobre el hombre universal (Malo, 1996; PUCE, 1996).
Por otro lado, el Instituto de Ciencias que nació y se fortaleció con el pro-
grama de colaboración con la Universidad de Saint Louis y los fondos USAID,
siguió incorporando a ecuatorianos formados en el exterior y la colaboración
de profesores extranjeros. La Dra. Laura Arcos Terán, quien había estudiado en
Alemania, fue contratada por la Universidad Católica en 1973. Ella contribuyó
decididamente para la creación del Programa de Licenciatura en Ciencias Bio-
lógicas en la Universidad Católica y se destacó como administradora científica
promoviendo la colaboración internacional. Siempre tuvo profundo respeto a
la independencia académica de los profesores. En efecto, este departamento
comenzó a ofertar la carrera en Ciencias Biológicas en 1976-1977.
Breve historia de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador
ELISA SEVILLA PÉREZ Y ALEJANDRO LÓPEZ VALAREZO 149
Los departamentos de Ciencias Biológicas, de Ciencias Físicas y Ma- 7. Esta sede cerró sus puertas en 1990.
temática y de Ciencias Químicas se organizaron como Facultad de Ciencias
Exactas y Naturales en 1988, fortaleciendo su vocación por la investigación a
través de la colaboración internacional, como por ejemplo, a través del Progra-
ma de Apoyo al Desarrollo de Dinamarca y la Universidad de Aarhus, así como
el Instituto de Investigación para el Desarrollo (IRD) de Francia, y la contrata-
ción de personal a tiempo completo, especialmente en biología (PUCE, 1996;
Arcos, 2006).
Durante este período se fortalecieron también los procesos de partici-
pación estudiantil al interior de la Universidad postulando temas de debate al
interior de la institución como “reforma de los institutos de la universidad, cogo-
bierno, programación de nuevas carreras, métodos nuevos de docencia, apertura
de sedes, reglamento de autoridades, profesores y alumnos, adelantos en ciencias
e investigación”, entre otros (Paladines, 2006:231).
En este período se fortaleció la investigación en ciencias sociales. El Dr.
Osvaldo Hurtado recuerda que debido a su contratación como profesor a medio
tiempo en la Universidad, pudo dedicarse a la elaboración de su obra El poder
político en el Ecuador (1977) desde el Instituto de Investigaciones Económicas de la
Universidad Católica (Hurtado, 2016).
América Latina experimentó algunos años de expansión económica
debido al fortalecimiento del precio del petróleo en 1973, los resultados de la
bonanza económica fueron mejoras en la competitividad y la transformación y
expansión del mercado internacional, lo que a la postre significó una separación
entre “las finanzas por un lado y el comercio y la inversión, por el otro” (Thorp,
1998:218). Estos cambios en el contexto influirían en años posteriores en el ám-
bito académico y epistemológico con el aparecimiento de nuevas universidades
y carreras, enfocadas en las finanzas, la publicidad y las nuevas tecnologías de la
información. Asimismo, en el contexto de expansión y crecimiento de la econo-
mía ecuatoriana a raíz del boom petrolero, la Universidad se enfrentó al reto de
ofrecer una formación profesional diversa a una mayor cantidad de estudiantes.
Con el crecimiento del sector privado, tuvieron gran acogida la Escuela de Con-
tabilidad y Auditoría creada en 1968 y la Escuela de Administración de Empresas
creada en 1973. Estas Escuelas se trasladaron de la Facultad de Economía a la de
Ciencias Administrativas en 1980.
Paralelamente, la Universidad Católica optó por desarrollarse en el pla-
no geográfico a través del establecimiento de sedes en distintas partes del país:
Cuenca en 19687, Ibarra en 1976, Esmeraldas en 1981, Ambato en 1986, Manabí
en 1993 y Santo Domingo en 1995.
plasmado en el Modelo Educativo para una Nueva Universidad, ligado al 8. Durante el mes de agosto de 2016 se
entrevistaron a la Dra. Eugenia del Pino, a
nuevo Campus de Nayón, que comenzó a concebirse en 2008. En este docu- la Dra. Susana Cordero de Espinosa, al Dr.
mento se estipula que educación impartida en la universidad es “eminente- Luis Macas y al Dr. Osvaldo Hurtado.
mente práctica y orientada a resolver problemas de la sociedad mediante un
espíritu de transformación de la docencia y de la investigación, con personas
profesionales útiles que a la vez sean justas y humanas, solidarias con los más
pobres y en búsqueda del sentido profundo de la vida mediante la responsa-
bilidad ética profesional” (PUCE, 2012).
En cuanto a la investigación, la PUCE continúa destacándose en las cien-
cias biológicas, pues en el índice Nature Index de 2016, la PUCE es la institución
ecuatoriana que más publica en ciencias biológicas dentro de una muestra de 68
revistas del más alto prestigio académico (nature INDEX, 2016).
Uno de los propósitos de este artículo fue el de integrar los testimonios de
algunos personajes relevantes durante la historia de la Universidad o de una tra-
yectoria pública notoria luego de su paso por esta institución educativa8. De esta
experiencia se derivan elementos de identidad puntualizados por los y las entre-
vistadas, mismos que permitirán a la Pontificia Universidad Católica del Ecuador,
desde nuestro criterio, enfrentar los desafíos contemporáneos de la sociedad y la
educación superior.
El prestigio académico de la Universidad Católica se sustenta fundamen-
talmente en la pasión con la que los profesores transmiten sus conocimientos al
alumnado, así como por su vocación a la investigación. La Dra. Susana Cordero
destacó que durante sus años como estudiante, profesores como el Padre Juan
Espinosa Pólit o Hernán Malo, supieron transmitir el conocimiento con sabi-
duría y bondad, pero sobre todo con un real compromiso por el pensamiento
académico y la realidad social, esto fue lo que marcó el aprendizaje y el poste-
rior desempeño docente de la Dra. Cordero. Asimismo, recalcó que una de las
fortalezas de la Universidad Católica es su tradición humanista y filosófica, de
exigencia académica y de pertinencia. “Si algo hace falta en el Ecuador entero,
es una Universidad humanista a fondo”. Según la directora de la Academia
Ecuatoriana de la Lengua, a pesar de que los cambios de la sociedad impulsan
el surgimiento de nuevas carreras, la relevancia del pensamiento universitario
en los campos de la Historia, de la Filosofía, la Antropología y la Lingüística
permitirán la formación de profesionales que no se preocupen únicamente por
la producción de dinero (Cordero, 2016).
En ese mismo sentido, los entrevistados han recalcado otros elementos im-
portantes en la trayectoria universitaria. La pluralidad de voces y el respeto al traba-
jo profesional de los maestros, el rigor académico y la investigación como las razo-
nes fundamentales de la Universidad Católica y finalmente una relación contextual
con los problemas del presente, es decir, la PUCE como un espacio de reflexión
que plantee programas de investigación pertinentes a la realidad ecuatoriana.
Breve historia de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador
152 ELISA SEVILLA PÉREZ Y ALEJANDRO LÓPEZ VALAREZO
BIBLIOGRAFÍA
ENTREVISTAS
Cordero, Susana (2016). Entrevista realizada el 29 de agosto de 2016 por Alejandro
López.
Del Pino, Eugenia (2016). Entrevista realizada el 17 de agosto de 2016 por Ale-
jandro López.
Hurtado, Oswaldo (2016). Entrevista realizada el 29 de agosto de 2016 por Ale-
jandro López.
Macas, Luis (2016). Entrevista realizada el 18 de agosto de 2016 por Alejandro López.
DOCUMENTOS
Program of Cooperation (1966). Archivo Central PUCE (ACPUCE). Quito.
Donación del precio del caudal de aguas de la Acequia Grande de los Caciques de
Urcuquí, por Jacinto Jijón y Caamaño. ACPUCE SEC 1, vol. 13, f.58.
Report from Ecuador (1966). ACPUCE. Quito.
Testamento de Leonor Heredia. ACPUCE. Quito.
154
Microbiografías
de los autores
IVÁN CARVAJAL
Doctor en Filosofía, escritor, fue catedrático en las Escuelas de Filosofía y, luego, de
Lengua y Literatura de la PUCE. Fue profesor de la Universidad Central del Ecuador
y de otras universidades ecuatorianas. Fue docente y Director de Investigación y Post-
grados de la PUCE. Entre otras funciones, se desempeñó como Secretario General
del Consejo Nacional de Universidades y Escuelas Politécnicas, dirigió el Proyecto
“Misión de la Universidad Ecuatoriana para el siglo XXI”; y tuvo a su cargo la Direc-
ción de Investigación y Posgrados de la PUCE. Su último libro, Universidad. Sentido
y Crítica ha sido editado este año por la PUCE.