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Tapa

CARLOS BOCCARDO La fantasía


la. edición, 1969
2a. edición, 1974
y lo fantástico
en
Roberto Arlt
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C" ADOLFO PRIETO
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Ni

IMPRESO EN LA ARGENTINA
Queda hecho el depósito de ley N° 11.723
© EDITORIAL TIEMPO CONTEMPORÁNEO, S. A., 1|
Viamonte 1453 - Buenos Aires
Los críticos señalan, con acierto, que
uno de los rasgos diferenciadores de la
literatura iberoamericana, está dado por
la relativa frecuencia de títulos que in-
dican interés por el género fantástico1.
Cualquier lector atento tiene la certeza
do que la crítica no se equivoca en esta
apreciación, aunque cualquier lector áten-
lo sospecha, asimismo, que las categorías
•;<> manejan sin demasiado rigor, y que
la ambigüedad de las definiciones y de
los sobreentendidos obstaculizan la exac-
ta evaluación del género en la literatura
nacional.
El nombre de Roberto Arlt, por ejem-
plo, uno de los escritores argentinos que
mayor atracción ha sentido por el género
fantástico, rara vez aparece mencionado
por los críticos, y esta omisión atestigua,
1 "La literatura fantástica argentina es una de
lu-i más ricas dentro de las de habla española.
(¡muido se la compara con la de otros países his-
pánicos llama la atención el número y la calidad
ilc los autores que la cultivan y el persistente in-
li'iéx en las creaciones de libertad imaginativa.
Onl/i'i suceda esto porque la Argentina es el país
Mineiieuno más abierto a las influencias extrah-
(i'ius. donde una de las características nacionales
i'» lu posibilidad de no encerrarse en lo nacional,
<ln Interesarse por las manifestaciones de otros
pnlfir\ y elaborarlas luego personalmente".
Ana María Barrenechea y Emma Susana Spe-
iiilll Pinero, La literatura fantástica en Argentina,
México. Imprenta Universitaria 1957.

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mejor aún que la abundancia del registro, y el gesto de la dignidad personal. El
la falibilidad del criterio utilizado para seguro talento del novelista acertó con
determinar el cauce de esta corriente li- los tipos representativos, con la expresión
teraria2. Es cierto que la mención de de las ideas y las fobias predominantes,
Roberto Arlt en un análisis específico y al incluir sus propias tensiones en la
de la literatura fantástica puede parecer urdimbre del cuadro, otorgó a éste la
extravagante, tanto pesa la imagen del impronta de un verismo desgarrador. Mu-
creador de El juguete rabioso, realista chos lectores acusaron entonces al no-
pertinaz y hasta obseso, testigo del mun- velista de usar y abusar de un realismo
do apasionado e insobornable. Pero basta de mal gusto; Arlt defendió su técnica,
releer sus obras, sin la presión de esa en el prólogo de Los lanzallamas advir-
imagen, para empezar a admitir que por tiendo que "entre las ruinas de un mundo
debajo, o junto con la indiscutible vo- social que se desmorona inevitablemente,
luntad del realismo, Arlt alimentaba una no es posible pensar en bordados". Esta
fuerte tendencia a manifestarse con fór- y oAs afirmaciones, cualquiera sea el
mulas en Jas que la fantasía juega aluci- matiz valorativo con que se las enuncie,
nantes contrapuntos con la experiencia han terminado por englobar la obra más
de lo real. importante de Arlt en una definición que
Los siete locos es, sin lugar a dudas, i>mite el reconocimiento de un fuerte ele-
una de las más vigorosas novelas de crí- mento de fantasía, elemento que distor-
tica social escritas en la Argentina hasta siona, a veces, por la propia gravitación
1930. La desorientación y la angustia de de su lógica interna, la organización y
la pequeña burguesía urbana halló en oí sentido general de la novela.
esta novela un impresionante registro de Se puede admitir, por ejemplo, que
algunos de los valores pulverizados por cada uno de los siete personajes funda-
la crisis económica posterior a la prime- dores de la Sociedad Secreta se corres-
ra postguerra: el sentido de la propiedad, pondan, en esencia, con personas de en-
la aureola del amor romántico, el decoro tidad real; pero los nombres con que
óstos son presentados, el signo de las
3 Así, por ejemplo, en el extenso prólogo con
que Nicolás Cócaro presenta su antología de
motivaciones por la cuales actúan, los
Cuentos fantásticos argentinos, Buenos Aires, objetivos y los medios propuestos por
Emecé Editores, 1963. la Sociedad Secreta, constituyen una de

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las más formidables fábulas inventadas
en nuestra literatura, y una fábula tan
goría, un espantable engendro pensado
por un loco. Esta observación, por su-
1
atractiva para el propio autor que es fácil puesto, no agota los puntos de vista so-
señalar la complacencia con que el mis- bre la novela, pero no parece desdeñable
mo se demora en algunos de sus aspectos si se aplica a una obra habitualmente
más seductores. La Sociedad Secreta, considerada exponente del realismo y si
empeñada en destruir una sociedad que abre una perspectiva distinta para escla-
ha dejado de ofrecer esperanzas al hom- recer la visión del mundo sustentada en
bre, tiene un indudable carácter alegó- la misma.
rico, y su postulación en la novela es la Sabido es que Arlt poseía una imagi-
más desoladora impugnación de la so- nación febril y que en la conciencia de
ciedad real; pero adviértase cómo la ale- este dominio afirmaba una suerte de or-
goría se transforma en principalísimo gullo profesional. Ya a los 25 años, y
ingrediente novelesco: arrastra los perso- estimulado por el efecto que la lectura
najes a su servicio; toma atajos impre- dF uno de sus cuentos produjera en el
visibles: ilustra seriamente, los planos singular auditorio de una lechería por-
de fábricas utópicas; desarrolla, en de- teña, improvisa una fábula sobre el ter-
talle, las fórmulas químicas que servirán cer ojo, "una especie de detector que
para la elaboración de elementos béli- permite ver lo que los ojos no alcanzan
cos; se convierte, casi, en un pleno de la a ver ni adivinar". César Tiempo, que
realidad similar al que sirve de apoya- recoge esta anécdota3, agrega que Arlt,
tura a los personajes y situaciones ofre- en la noche del sábado 25 ae julio de
cidos a la observación directa del autor. 1942, le dijo, al encontrarlo en el Círculo
La intromisión de elementos fantásti- de la Prensa:
cos en una novela realista, la inusitada
3 CÉSAB TIEMPO, Protagonistas, Buenos Aires,
importancia que se concede a los mismos,
Guillermo Kraft, 1954. La fábula que Arlt im-
y el afán de tratar los dos planos anti- provisa sobre "el tercer ojo" se conecta con una
nómicos con la misma técnica, contri- antiquísima tradición que afecta tanto a la his
buyen acaso a explicar la confusión que toria de la medicina como a la de la magia. Es
en el lector corriente suele provocar el probable que Arlt tuviera algún conocimiento dé
esta leyenda, o si se prefiere, de esta hipótesis,
conocimiento de esta novela; esa sensa- tan seductoramente explotada por algún autor, en
ción de que el mundo es una fantasma- nuestros días: Lobsang Aampa, El tercer ojo,

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mirada de nuestros ojos humanos. Al ter-
"¿Te acordás de la historia del tercer crr ojo se le está gastando la batería...".
ojo que le conté a los malandras de tu Ksta capacidad imaginativa, lejos de
lechería? La inventé en ese momento neniarse en el campo de la creación lite-
pero después resultó que las cosas eran raria, desbordó pronto al campo de ex-
tal cual las había inventado y el tercer periencias más o menos científicas, Arlt,
ojo no me deja dormir desde aquella no- :;c>;ún todas las constancias, se preocupó
che. He visto cosas increíbles, monstruo- seriamente por las posibilidades de la
sas, indescriptibles como ese Melstrom de química industrial, trazó varios proyec-
Edgar Poe que todo lo arrastra hacia su lo.s, y hasta los últimos días de su vida
vórtice. Las escribí todas para sacárme- confió en la materialización de alguno
las de aquí... y se señalaba la frente. Y de ellos. Debe agregarse que Arlt (como
ahora tengo miedo de ver en el enorme Krdosain, el protagonista de Los siete
vacío donde atisba el más allá esa mira- locos) esperaba enriquecerse con el pro-
da aterradora capaz de vaciarnos el alma j^icto de sus inventos, y que esa con-
y a la que es imposible oponer la simple nunza, notoriamente fantástica, apuntaba
a cubrir el sentimiento de profundas ca-
El médico de Tibet y El cordón de plata. La rencias personales.
originalidad de Arlt, y lo que certificaría la efi- El conocimiento de estos datos sugiere
cacia de su inventiva, aparece cuando incluye la necesidad de ahondar en los materia-
entre los hombres que teorizaron sobre la exis- les estrictamente biográficos, necesidad
tencia del tercer ojo, a un bisabuelo suyo, Fer- que no ha sido satisfecha hasta ahora, al
nando Arlt, oftalmólogo, profesor de la Univer-
sidad de Viena: menos con el bagaje instrumental que
"Por su parte un médico bohemio, Fernando requiere un buen análisis de psicología
Arlt, un bisabuelo mío que se hizo célebre a profunda. Esta circunstancia obliga a
mediados del siglo pasado como profesor de opinar con cautela si lo que se pretende
oftalmología en la Universidad de Viena, sostuvo es establecer algún tipo de correlación
que dicha glándula (la glándula pineal) era un
vestigio del tercer ojo. No se refería al ojo único entre un autor y su obra, y un tipo de
de Polifemo, el cíclope cegado por Ulises, ni al relación que supere lo meramente anec-
ojo supérstite del genial Luis Carlos López, el dótico.
tuerto de Cartagena de Indias, sino un ojo in- La hija del novelista, al trazar el es-
visible, eternamente desvelado detrás de la fren- corzo biográfico de Arlt, señala con
te, regañado y zahori...".
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i
precisión la influencia del núcleo fami- luir i í;mo; .. .otras veces quiere seguir en
liar en la constitución de determinados 1 1 . Inicuas de Edison; más tarde sus per-
rasgos de carácter del escritor, y destaca "ii. i jes soñarán con ser revolucionarios
un probable mecanismo de sublimación u n .heos, como el Astrólogo, e inventores
mediante el cual la literatura se habría romo Silvio, Erdosain o Erqueta" *.
convertido para aquél en una válvula lv.l.a opinión, por venir de quien viene,
de escape, un mundo artificial adecuado • v¡ de singular importancia, y parece ad-
para soportar las connotaciones negati- vertirnos con claridad que el mecanismo
vas de un mundo real percibido bajo los i.mi.asioso de Arlt, cualquiera fuere la
efectos de la frustración y del resenti- ponderación de sus raíces, actuaba en un
miento. "Durante su infancia —dice medio de acción lo suficientemente am-
Mírta Arlt— la frialdad, la severidad y plio como para efectuar tanto las deter-
la tristeza de quienes le rodearon, le pri- minaciones y actos personales como el
varon, acaso, de esa primera posibilidad relieve y las características de los perso-
que tiene el ser humano de expresar su najes creados para la ficción literaria. La
afectividad. Allí es donde, a mi entender, magnitud oe este mecanismo fantasioso,
el hombre experimenta en el niño la pri-
mera frustración de su vida, y a aquello el vigor con que estimula, interfiere y
sigue el desgarramiento del abandono, el 4 En Roberto Arlt, novelas completas y cuen-
de no estar enraizado en nada, el de que- tos, Buenos Aires, Compañía General Fabril Edi-
dar librado a una soledad de la cual se tora, 1963, t. I.
defiende creando mundos de fantasía fo- Mirta Arlt ofrece otros datos de notable interés
lletinesca que en parte le devuelven los sobre el núcleo familiar que influyó en la infancia
del novelista. En la ponderación de estos datos
bienes de su realidad incumplida... Los no debe omitirse, sin embargo, el preciso marco
demás pasos estarán un poco fatalmente de referencias dentro del cual padres e hijos
condicionados por esa iniciación pequeña ajustaron o distorsionaron sus aspiraciones indi-
y mezquina: Roberto Arlt desde el co- viduales y las de la clase a la que se sentían
adscriptos. Inmigrantes, pequeño-burgueses, mar-
mienzo va a ser pastor de fantasmas; y cados por el permanente riesgo de la proletari-
el primero es quizás el fantasma de sí zación. No por casualidad Roberto Arft fue el
mismo; un Roberto Arlt magnífico, ban- más duro y sarcástico crítico de la baja clase
dido grande como Rocambole, el que qui- media, y no por casualidad concebía la Felicidad,
tará a los ricos para dar a la viuda y al en el abandono de muchas de sus fantasías, en
.
términos reductibles a la seguridad y al dinero.
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decide en tan diversos niveles de la es-
tructura psíquica, sugiere la hipótesis de • i . n i u en la obra literaria. Arlt, sabemos,
que el mismo no puede ser reducido al iiil'.c i ibió desde un comienzo a los postu-
rol estricto de un mecanismo de compen- lados del realismo literario y redactó los
saciones, sino que debe ser considerado i u i moros cuentos y su primera novela
también como un instrumento de per- M'j;i'm las exigencias de esa técnica. Pue-
cepción autónomo. En efecto, el conoci- < ! < • ;i firmar se que fue siempre, deliberada-
miento de los datos biográficos, y la pro- monte, un escritor realista; sin embargo,
yección de éstos en la obra literaria, in- va desde Los siete locos los elementos
dican con bastante nitidez que el trabajo fantásticos intervienen con variada inten-
de la fantasía no siempre descansa en la :;idad, y pronto se verá obligado a recu-
slaboración de proyectos o situaciones co- 1 1 ir al tono convencional de la farsa
mo respuesta a determinadas carencias o cuando la extrapolación de lo fantástico
frustraciones vinculadas al mundo efec- vuelve intolerable la pretensión realista
tivo; por lo contrario, a veces, la fantasía de los primeros relatos.
es un elemento de tensión que agudiza En 1936, jjp. vísperas del estreno de El
notoriamente el sentimiento de carencia, fabricante de fantasmas, Arlt precisa al-
pues abre perspectivas utópicas cuyo gunos juicios sobre su propia obra, y, lo
necesario fracaso despierta un sórdido que es muy curioso, indica ilustres ante-
sentimiento de humillación y de culpa. cedentes de la literatura universal: "Los
La fantasía parece integrar así un cir- espantables personajes que animan el
cuito de tipo masoquista, en el que los drama, el Jorobado, la Ciega, el Leproso
estímulos reales son exagerados o reem- y la Coja, aparte de que en germen se
plazados simplemente por estímulos ima- encuentran en mis novelas Los siete locos
ginarios. Operando de una o de otra ma- y El jorobadito, son una reminiscencia
nera, la fantasía tiende a bloquear la de mi recorrido por los museos españoles:
capacidad de realización y a reducir el Goya, Durero y Bruheguel el Viejo, quien
marco de racionalidad desde el que se con sus farsas de la Locura y de la Muer-
toman las decisiones y desde el que se te reactivaron en mi sentido teatral la
trazan las coordenadas para la compren- afición a lo maravilloso que hoy, insisto
sión del mundo circundante. nuevamente, se atribuye con excesiva li-
Veamos ahora el correlato de este enun- gereza a la influencia de Pirandello, como
si no existieran los previos antecedentes
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i
de la actuación de la fantasmagoría en to, se afirma en la gradación de finos
Calderón de la Barca, Shakespeare y matices hasta que la atmósfera de terror
Goethe"s. irrumpe con la utilización de elementos
Esta apelación a antecedentes litera- Un insólitos como cargados de sugeren-
rios indica ya una necesidad de justifica- * lúa. Por los efectos de estos recursos, el
ción en un autor cuyo programa litera- luctor puede prever tanto el desenlace de
rio, expuesto en Los lanzallamas (año 11 un hecatombe cósmica como la consuma-
1931), excluía, notoriamente, toda vincu- • ion de un castigo apocalíptico. El elevar
lación con precursores. La experiencia n •• ..is dimensiones un hecho cuya natu-
teatral debió estimular, sin duda alguna, i.ii«v.a depende del esfuerzo de los hom-
el ejercicio de una fantasía soterrada ape- l ' i . • : ; , desrealiza ese hecho, lo vuelve
nas en los primeros relatos novelísticos, in.iieria de sueño, de pesadilla, mitifica
y a partir de entonces, es fácil conjeturar! e I horror y al mitificarlo lo cuelga sobre
que el autor debió advertir el riesgo de I n cabeza de los hombres como un peli-
traicionar, por ese camino, su declarada i!'i» desconocido^que amenaza aplastarlos
voluntad de realismo. Ya en algunos de Mln remisión.
los cuentos incluidos en El jorobadito KM El traje del fantasma, relato de
(1933) pueden señalarse rasgos que acu- • i irle policial, Arlt propone un ingenioso
san un agudo forcejeo entre ambas ten- - xpediente para abrir las compuertas de
dencias. La luna roja, por ejemplo, in- ln fantasía, sin abjurar de su fidelidad
tenta resolver con equilibrio una notable 'iI realismo. Gustavo Boer, protagonista
tensión entre la idea generadora del cuen- 'Irl cuento, sale desnudo a la calle para
to, idea adscripta a una actitud de com- .u i ni lar un ataque de locura, y escribe
promiso con la realidad del mundo un relato de los sucesos propio "de un
circundante, y la fábula propuesta para <niai;mativo poético completamente nor-
su desarrollo. Arlt quiere denunciar el "inl". Kl ataque de locura y la redacción
peligro de una nueva guerra, pero esta
idea sólo se vuelve explícita al final de leí relato son coartadas, ineficaces, por
un relato verdaderamente alucinante. La •cuitar el asesinato de un marinero. Sal-
fábula desborda la idea-núcleo del cuen- • • . 1 . 1 nota aclaratoria del autor, la tota-
i n i . n l del relato (uno de los más extensos
5 Citado por RAÚL LABRA, en Roberto Arlt. iio:; por Arlt) refiere las peripecias
El torturado, Buenos Aires, 1956. ||i<l protagonista.
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Gustavo Boer parece, en efecto, a tra- "Mirando en derredor descubrí varios
vés de muchas páginas, "un imaginativo caminos trazados por la planta del hom-
poético completamente normal", y los bre y todos en dirección a la cadenuela
sucesos extravagantes o maravillosos que de montañitas; y, efectivamente, cinco
refiere no pasan, con frecuencia, del nivel días después de echar a andar por allí sin
dé las composiciones escolare? corrientes: percance digno de mención llegué a la ciu-
así la aparición de un barco fantasma con dad de las orillas, cuyo nombre no se pue-
sus tripulantes, o la mención de perso- de decir, porque es un secreto, y cuento lo
najes o países más o menos imaginarios, que vi en estilo enfático, porque es ésta
Gladira, Astapul, Pojóla. Pero con no me- una de las ciudades de las que única-
nor frecuencia, en la descripción de he- mente se puede conversar con palabras
chos y personas, la fantasía excede esos escogidas y giros cuidadosos".
esquemas convencionales y postula, coi» Arlt describe esa extraña ciudad, sus
notable eficacia, la existencia de mundos habitantes, sus costumbres, con un cui-
o parcelas de mundos imaginarios. Creo dado estilístico excepcional dentro de su
que en ningún otro momento de su obra obra. Desde luego, Hky también aquí,
Arlt se permitió mayores franquicias. como en cualquiera de sus páginas, com-
Cumplido el requisito de atribuir el re- binaciones cacofónicas, durezas expresi-
lato a un hábil simulador, justificado por vas, repeticiones, pobreza de léxico, pero
la lógica interna que presupone ese punto de lejos se advierte la voluntad de ajus-
de partida, Arlt se lanza a la tarea de tar el lenguaje a la solemnidad del pro-
inventar situaciones, lugares y personas pósito anunciado. ¿Y puede ser casual
sin otro motivo aparente que el mismo este maridaje de tentación retórica, con
goce de la invención, o el menos verifi- el más neto desborde de fantasía en la
cable de proyectar fantasías significati- obra escrita hasta entonces por Arlt? El
vas desde y para la historia personal, o gesto ornamental se corresponde exacta-
el muy visible de favorecer ejercicios de mente con la ingravidez de las situacio-
estilo habitualmente vedados al cronista nes imaginarias.
y al testigo de la opaca realidad. Repá- El relato, sin embargo, no es siempre
rese, por ejemplo, en el rodeo y las ex- terso ni consecuente con la actitud sun-
cusas con que Arlt introduce la descrip- tuaria revelada en el estilo; por momen-
ción de una misteriosa ciudad: tos aflora a la superficie del mismo un
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I
turbio regusto de humillación y fracaso, fecta, la alegría flamante, la generosidad;
un golpe de onda que quiebra la ilusión, las notas se entretejen y conjugan en una
cuando la ilusión parece desasirse del catedral de sonidos y pronto despiertan
contexto y segregar un mundo regulado en el autor la ambición de elevar una de
con normas diferentes. Así ocurre cuando esas notas al cielo. Boer arranca ese mi-
Gustavo Boer, en un punto de su viaje lagro de la caja, y en ese preciso instante
imaginario, se encuentra con siete hadas vio pintarse el espanto en el rostro de las
cuya belleza y generosidad perturban su hadas. Precedido de una infernal cáfila
alma. "Entonces las siete exclamaron de personajes, se acerca el más horrendo
nuevamente y con voces tan graduadas de todos: ".. .una voz entre las jovenci-
que parecían pertenecer a un coro: tas exclamó:
—¿Este es nuestro amigo? ¡Y ha lle- —Huyamos. Es el Rey Leproso.
gado. ..; ha llegado cuando menos lo es- Y yo, a pesar de mi uniforme de capi-
perábamos!" "Y las siete, pasando su tán de corbeta, eché a correr desespera-
brazo sobre mi cuello, aguardaban en si- damente".
lencio mirándome fijamente, como si hu- En 1935 Arlt escribiój^ma serie de re-
bieran sido mis hermanas, y yo única- latos, agrupados luego en volumen bajo
mente sentía un gran deseo de llorar y el título de El criador de gorilas (1936).
de llamarlas hermanas mías y no decir El deslumbramiento del paisaje africano,
más nada y morir así para siempre". el colorido de sus ciudades, la seducción
Gustavo Boer siente la necesidad de de sus leyendas impresionó tan viva-
corresponder a la generosidad de las ha- mente al novelista que —circunstancia
das, y no disponiendo de lenguaje ade- curiosa si la referimos a un testigo fiel
cuado para comunicarse con ellas, acepta de la realidad, tal como se manifiesta en
un violín que le ofrece una de las hadas, las Aguafuertes españolas, escritas con-
aunque "no conocía música, e incluso temporáneamente— el novelista no vio, o
ignoraba cómo se esgrime el arco y se no sintió la necesidad de transmutar en
coloca la caja en el hombro". Pero Gus- términos artísticos el abigarrado mundo
tavo Boer, tocado por una magia desco- africano sino en aquellos aspectos sus-
nocida, arranca al instrumento un caudal ceptibles de satisfacer el gusto por el co-
maravilloso de melodías. Las notas ex- lor local o el mero vuelo de la fantasía.
presan el sentimiento de la amistad per- Cuentos como los titulados Los bandidos
24 25
de Uad-Djuari y Halid Majid el achicha- camotear la realidad objetiva, que existe
rrado, no pasan de ser discretos entrete- independientemente de la conciencia, y
nimientos pintorequistas; mientras que pregona que la vida es un engaño, siendo
Los hombres fieras y Odio desde la otra imposible vivir fuera de las ilusiones; los
vida sugieren fenómenos parapsicológicos protagonistas de Arlt al cabo de sus sue-
comunes a la corriente literaria inspirada ños están chocando con esa realidad que
fundamentalmente en Poe. se aparece casi siempre brutal, terrible"6.
La fantasía, en efecto, puede colorear y
Con posterioridad a la publicación de enriquecer de posibilidades el mundo
este volumen de cuentos, Arlt dedicó pre- circundante, puede reducirlo a símbolos,
ferente atención a la literatura dramá- transformarlo en sueño, pero la fantasía,
tica, y ya señalamos de qué manera esa en esa suerte de juego maniqueo con el
actividad estimuló su inclinación a incor- mundo circundante, termina siempre por
porar elementos fantásticos a su mundo
expresivo, y cómo la preponderancia de testimoniarlo con su propia derrota.
estos elementos convirtió a sus piezas Esta tendencia del mecanismo fantasio-
dramáticas en "farsas", donde el límite so de Arlt cristaliza^iotablemente, en uno
entre la realidad y el sueño, entre lo serio de sus últimos relatos: Viaje terrible7.
y lo grotesco, entre lo documental y lo Publicado en 1941, un año antes de la
alegórico, se quiebra y se confunde per- muerte del novelista, Viaje terrible debe
manentemente. Ya en 300 millones, como destacarse, por varios motivos, como un
después en Saverio el cruel, en El fabri- texto digno de atención. Apenas citado
cante de fantasmas, en África y en La por la crítica especializada, desgajado
fiesta, del hierro, los planos de la realidad casi siempre de la consideración total de
y,de la fantasía se desglosan y se enfren- su obra, este relato aporta, sin embargo,
tan en un juego qué a menudo ha sido elementos de indiscutible interés para la
llamado pirandelliano, con apelación a buena comprensión de las tendencias ge-
una analogía que aclara bastante la uti- nerales de la misma, y del rumbo que
lización de una técnica, pero que no in- 6 RAÚL LABKA, op. cit.
daga en las distintas motivaciones de uno 7 Viaje terrible. Relato inédito, Colección
y de otro autor. Con alguna reserva, pue- Nuestra Novela, Año I, núm. 6, Buenos Aires,
de suscribirse en este punto la opinión de 1941. No ha sido incluido en las Novelas com-
pletas y cuentos.
Larra: "Pirandelló niega o trata de es-
27
ellas tomaban al producirse la muerte ferencias parciales, el desenlace de la
del autor. tragedia, y estas primicias contribuyen,
Viaje terrible puede definirse como ex- sí, qon eficacia, a la creación de esa sin-
presión neta del género fantástico. A di- gular atmósfera de terror que suscita la
ferencia de tentativas anteriores, Arlt no presencia de lo ominoso.
se preocupa de partir de una situación Junto a la voluntad de escribir un
real o comprometida con la realidad, para extenso relato con los recursos y los ele-
injertar después en ella los elementos mentos característicos del género fantás-
imaginarios, sino que invierte los térmi- tico, debe señalarse que Arlt intenta des-
nos, parte de una situación imaginaria plegar una vasta alegoría, en la que un
y usa luego los elementos de la realidad grupo de personas, con una evidente sim-
para confrontarlos con aquélla. El "viaje bología de clases, instituciones, creencias
terrible" es el de los pasajeros del Blue y razas, representa a la Humanidad en
Star, buque que zarpa del puerto chileno trance de vivir una situación límite. Un
de Antofagasta y que sufre, en plena millonario peruano, el hijo de un emir
travesía, los efectos de una megasismo, árabe, algunas familias inglesas, una vieja
curioso fenómeno descripto en los ma- anglicana, un aristócrata arruinado, un
nuales de geología como fractura de las pastor metodista y su esposa, un falso
fosas oceánicas. El megasismo produce médico, un pintor mejicano, un diplomá-
un gigantesco remolino que atrapa a las tico japonés, un contrabandista, una fe-
naves y las conduce, inexorablemente, a minista sueca, constituyen el complejo
la destrucción. Este punto de arranque, elenco que reabre el universal debate so-
con su pizca de ciencia ficción, sirve para
bre el amor, la religión, la moral, el po-
crear un clima en el que lo extraordina-
rio e inverosímil adquieren la gravitación der. Cuando se oye el rugido de la cata-
de sucesos reales y corrientes. Con escasa rata oceánica, la proximidad segura de
felicidad, Arlt pretende graduar un ritmo la muerte toca en cada uno de los per-
de suspenso cinematográfico, para lo que sonajes la consistencia de su propio re-
recurre tanto al inquietante don profético pertorio de respuestas: el reto pagano, la
de algún pasajero, como a la simple desesperación animal, el consuelo reli-
combinación de supersticiones y cabalas gioso, la conformidad, el simple aturdi-
populares. Adelanta, asimismo, con re- miento.

28 29

,
En esta pretensión alegorizante hay
que advertir el extremo de una actitud amarillo y curvado, pero esto no era lo
muy desarrollada por Arlt en sus incur- grave, lo grave consistía en que yo care-
siones por el género dramático. También cía de una profesión, lo cual me ponía en
de la experiencia teatral parece proceder inferioridaó! de condiciones frente a An-
el tono de farsa que acompaña la totali- nie. Esta incapacidad podía transformarse
dad del relato y que arroja ambigüedad en el eje de nuestra futura desdicha.
sobre cualquier perspectiva que se elija Dije anteriormente que Annie era in-
para dotar de un sentido determinado al geniero químico y esta referencia puede
despliegue alegórico. El Viaje terrible es carecer de importancia cuando los infor-
entonces una fantasmagoría, un sueño o mados carecen de conocimientos cientí-
pesadilla que agrupa, en asociaciones más ficos que le permitan apreciar cuánto
o menos libres, imágenes cuya vincula- trabajo y estudio se requiere para alcan-
ción con los soportes reales es objeto de zar este título. Annie era un sabio o poco
adivinación antes que de análisis. Con menos que una sabia. Su especialidad
todo, y en lo que interesa de cerca a mi eran los coloides, y dentro de los coloides
propósito, es importante destacar que en 'la goma, es decir, el caucho, o mejor di-
la fantasmagoría desbordada del relato, cho, el látex. A lo que parece, Annie
entre símbolos y asociaciones de ambiguo había descubierto un procedimiento para
contexto, irrumpe la proyección de fuer- evitar que la deshidratación del látex
tes contenidos autobiográficos. provocara su coagulación, lo que le per-
El protagonista de Viaje terrible relata mitiría efectuar poco menos que una re-
volución, en la industria de los tejidos
en primera persona las peripecias" del
engomados, o mejor dicho, a mi enten-
Blue Star, y presenta a cada uno de los
der, en la industria de los impermeables.
pasajeros del mismo. Casi al promediar
Annie me hablaba constantemente de la
el relato se refiere a Annie, mujer de
revolución o ruina que les acaecería a los
la que se enamora y con la que proyecta
fabricantes de impermeables en cuanto su
un viaje a China: invento se pusiera en marcha".
"Annie en cambio me abría las puertas
de otro mundo más allá en el Oeste. Yo Más adelante el médico le asegura que
desconocía el idioma de aquel mundo Annie está loca, turbada mentalmente
por la muerte de su único hermano, un
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entre 1941 y 1942, dice que el novelista
ingeniero-químico que sufrió un acciden- estaba muy entusiasmado con su invento
te en un laboratorio. Pero el relator se y "creía que eso lo convertiría en hombre
resiste a aceptar el peso de tamaña con- independiente y rico. Pensaba que, al fin
fidencia: "Ninguno de los juicios, de las podría dedicarse a escribir lo que le vi-
palabras, de las actitudes de miss Annie niera en ganas"8.
revelaban a una persona que sufre tras- Esta confianza se trasvasa al relato
tornos mentales. En cuanto a su invento como proyecto de un viaje a China, país
para perfeccionar la industria de las telas desconcido cuya simple mención abre las
engomadas, aunque parezca disparatado instancias de lo utópico; pero esa misma
a simple vista, no lo es en modo alguno, confianza, al excederse en su dominio,
ya que la industria de la tela engomada provocará la reacción de un mecanismo
técnicamente ha sufrido considerables hondamente polarizado. La exaltación
transformaciones desde sus comienzos, de la fantasía provoca la humillación por
y estas transformaciones fueron obras de la fantasía. Y así será primero la sospe-
inventores desconocidos, pero que en sus fccha, y luego la completa certidumbre de
momentos ganaron abundantes sumas de que Annie está loca. La fantasía del viaje
dinero". a China, de la riqueza, de la aventura, de
La invención atribuida a Anníe se co- la disponibilidad, era la fantasía de un
rresponde casi exactamente con la fórmu- loco. La flotilla de aviones que aparece
la experimentada por Arlt en los mismos en el momento oportuno para salvar a
días en que escribe el relato. En lugar los sobrevivientes de la catástrofe próxi-
del engomado de impermeables, Arlt ma, sorprende al relator sentado, "tris-
probaba el engomado de las medias, con temente en la orilla de la litera". Luego
desciende por una escalerilla hasta un
un procedimiento que garantizaría su bote: "Yo iba junto a mi muchacha como
transparencia y multiplicaría el promedio un muerto"9.
de duración de las medias corrientes. En
una carta dirigida a su hija Mirta, ase- 8 Recuerdos de mi padre, en "Ficción", N1? 15,
gura que su invento pronto se realizará Buenos Aires, 1958.
en escala industrial y descuenta el buen 9 No parece irrelevante el hecho de que el

éxito del mismo. Mirta Arlt, comentando novelista atribuya a una mujer la manía inven-
tiva y que identifique esa propensión con la
la correspondencia enviada por su padre
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Tal vez no pueda citarse otro texto de percepción de la realidad, cuando la vo-
Arlt en el que aparezca el funcionamiento luntad expresa del autor ha sido perci-
del mecanismo fantasioso, tan nítidamen- bida como un testigo, como un observa-
te, como en su último invento novelístico. dor crítico, razonador, objetivo. Los siete
Viaje terrible condensa, en este sentido, locos y Los lanzallamas manifiestan un
los rasgos y el modo de operar de la abierto conflicto entre el narrador, ape-
fantasía del escritor: una pantalla de pro- gado a una crónica insobornable de los
yección sobre la que se recortan mundos hechos, y el mundo anímico de casi todos
ilusorios, estrictamente vinculados a ex- los personajes, bullente de proyectos utó-
periencias personales; mundos ilusorios picos, de obsesiones, de meras fantasías.
que apuntan, a veces, a satisfacer situa- En El amor brujo, el narrador dedica
ciones compensatorias, pero que casi pasajes enteros al registro minucioso de
siempre concluyen por soldar un circuito la pequeña burguesía urbana, tal como
de tipo masoquista en el que la humilla- se manifiesta en el Buenos Aires de 1930,
ción y el sentimiento de culpa suceden, mientras Balder, el protagonista, soñaba
necesariamente, a la exaltación fanta- cWn "realizar creaciones magníficas, edi-
siosa. ficios monumentales, obeliscos titánicos,
La obra de Arlt, tan fuertemente im- recorridos internamente de trenes eléc-
pregnada de contenidos autobiográficos, tricos. La confrontación de este tipo de
permite interceptar con bastante facili-
fantasías con la realidad, convierte a
dad, el pasaje de determinadas experien- Balder en un fracasado, en un tránsfuga
cias personales a su versión literaria.
de la existencia, materia disponible para
Puede así reconocerse la ingerencia de
los elementos fantásticos y establecer sus cualquier aventura, para el necesario
naufragio en la abyección y en el absur-
vínculos psicológicos con el creador. Una
do. Un tajante deslinde parece marcarse
dificultad mayor implica ponderar el
modo cómo la fantasía interfiere en la entre el punto de vista del narrador y la
virtualidad de los personajes que deam-
locura. Tampoco puede pasar inadvertida la bulan siempre como seres humillados,
circunstancia de que la mujer viva su locura casi como víctimas de sus propias ilusiones,
por delegación: el trauma por la muerte de su y en ese deslinde sebe señalarse la pre-
hermano inventor. sencia de un fuerte mecanismo fantasioso
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que sirvió a los intereses del escritor y
del hombre, y que concluyó convirtien-
do al escritor y al hombre en sus víctimas Viaje terrible
propiciatorias w.

10 Contrariamente a leí que sost'ene Zum Pelele


(índice crítico de la literatura hiscanoamericana,
t. II), la fantasía aumentó con el transcurso de
los años su ingerencia en el proceso creador de
Arlt. Las obras elramáticas, el volumen entero
de El criador de gorilas, y el Viaje terrible, es-
crito un año antes de su muerte, no estimulan
dudas al respecto.

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