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los primeros pueden formar parte de la vida mejor.4' Pese a tal puntuali-
zación, lo cierto es que la felicidad, si bien consiste esencialmente en acti
vidades intelectuales, incluye también cierto placer. Lo más sorprendente
en la concepción platónica de la felicidad, incluso en esta última versión
más «moderada», es la ausencia total de cualquier referencia a la fortuna,
o a circunstancias externas que puedan influir positiva o negativamente en
la felicidad. Dicho de otro modo: la felicidad parece depender única y ex
clusivamente del hombre. Así, aunque en sus últimos diálogos Platón ate
núa el carácter ascético de la felicidad, sigue concediéndole una dimensión
autárquica. No obstante, en general, desde sus obras de juventud hasta sus
obras de vejez, Platón considera la felicidad no tanto como una condición
del hombre, sino como una condición del alma, y en este aspecto permane
ce fiel a su maestro Sócrates.
Puesto que el bien supremo debe ser la felicidad, no puede ser una idea
trascendente, mero objeto de contemplación, sino algo que el hombre, de
algún modo, pueda poner en práctica.
Ello no excluye que, para Aristóteles, también deba ser un bien «per
fecto» (teleion), un fin en sí mismo (de telos, «fin»), deseable por sí mismo
y no por otra cosa y «autosuficiente» (autarches), aunque en un sentido dis
tinto al que suele darse a este término.
|...| se comprenderá cuál es el acto típico (ergon) del hombre. Y así como para
un flautista, un escultor, un artesano y, en general, para todos aquellos que tie
nen su propio modo de obrar, el bien y el éxito parecen consistir en sus propias
obras, así también debe ser para el hombre, si es cierto que el hombre también
posee un modo de obrar propio. ¿Es posible que haya obras y actividades pro
pias de un carpintero y de un zapatero, y que no haya ninguna propia del
hombre, que éste sea inactivo por naturaleza? ¿Y, del mismo modo que exis
te un modo de obrar típico del ojo, la mano, el pie o de cada una de las partes
del cuerpo, no podríamos también indicar un modo de obrar propio del hom
bre, además de los citados?4''
266 En el principio era la maravilla
Es evidente que la felicidad, como hemos dicho, precisa bienes externos, pues
es imposible, o muy difícil, realizar bellos actos sin disponer de recursos. Mu
chos actos se llevan a cabo usando como instrumentos a los amigos, el dinero
o el poder político. Y si no poseemos ciertas cosas, como buena cuna, buena
descendencia o belleza, nuestra dicha se ve afectada. Por eso no es feliz quien
¿Qué es lafelicidad? 267
Príamo era un rey muy poderoso, por lo cual se suponía que debía ser fe
liz; sin embargo, tuvo que ver cómo destruían su familia y su ciudad, y se
convirtió en símbolo de la precariedad, la fragilidad y la desventura. Aris
tóteles, a lo largo de un capítulo entero, insiste en la importancia de la for
tuna, aunque también afirma que «el hombre verdaderamente bueno y
sensato sabrá soportar con decoro todos los eventos que le depare la fortu
na»,5' y al final concluye que es feliz «quien obra conforme a la virtud y
posee los suficientes bienes externos, no durante un período de tiempo,
sino durante la vida entera».51
Tras identificar la virtud como principal — aunque no único— com
ponente de la felicidad, Aristóteles dedica el resto de la Ética Nicomáquea
a ilustrar las virtudes. Son muchas, pues consisten en las distintas capaci
dades de llevar a cabo, conforme a la razón, las funciones propias del alma
humana, y dicha alma es una realidad compleja. La parte vegetativa del
alma carece de razón y, por tanto, no posee ninguna virtud; la segunda
parte participa de la razón, pues es capaz de obedecer a la misma y, por
consiguiente, es capa/, de tener virtud. Este segundo componente del alma
268 En el principio era la maravilla
Cada virtud posee el efecto de llevar a buen término aquello de lo que es vir
tud, y de hacer que realice bien su obra. Así, por ejemplo, la virtud del ojo
hace que el ojo y su obra sean excelentes, dado que vemos bien gracias a la vir
tud del ojo. Del mismo modo, la virtud del caballo hace que el caballo sea ex
celente y sirva para correr, llevar al jinete y estar quieto ante el enemigo. Y si
esto es así para todas las virtudes, también la virtud del hombre será el estado
habitual gracias al cual un hombre es bueno y realiza bien su obra.”
Como puede verse, para Aristóteles, lo mismo que para Platón y los grie
gos en general, virtud significa excelencia, y su significado no es sólo mo
ral. Es importante tener en cuenta este aspecto si se quiere comprender
bien la identificación entre felicidad y virtud.
¿Qué es la felicidad? 269
Las leyes se pronuncian acerca de todo y velan por el bien común de todos, de
los mejores o de quien gobierna conforme a la virtud, o conforme a otro crite
rio equivalente. De modo que, en uno de los sentidos del término, decimos
que es «justo» aquello que proporciona y preserva la felicidad y las partes de
la misma en interés de la comunidad política.57
[los hombres) desean vivir para compartir lo que más les gusta con sus amigos;
por eso hay quienes beben juntos, quienes juegan a los dados, quienes hacen
gimnasia en común, o van a cazar o filosofan juntos \sumphilosophousin\, y así
todos pasan sus días haciendo lo que más les gusta en la vida.66
En este pasaje aparece por primera vez en la literatura griega el verbo sum-
philosophein, que aquí significa realizar juntos actividades intelectuales cuyo
fin es el conocimiento en general. No obstante, la situación que describe
Aristóteles también puede aplicarse a la filosofía en sentido estricto, es decir,
a la indagación de las causas primeras. Por lo tanto, la felicidad consiste en
practicar estas actividades no solos, sino con los amigos o seres queridos.
En la misma dirección va el libro X de la Ética Nicomáquea, interpreta
do por algunos como máxima expresión del intelectualismo aristotélico.
La estudiosa norteamericana Martha Nussbaum sostiene que los capítulos
en los cuales se identifica la felicidad con la vida teorética contradicen los
libros precedentes, y por eso considera que son apócrifos o que reflejan la
herencia de un platonismo juvenil. Es cierto que, en estos capítulos, Aris
tóteles considera la felicidad como una actividad elegida por sí misma, lo
más autosuficiente posible, continua y agradable, y que la identifica con la
vida teorética, vida mediante la cual los hombres se asemejan a los dioses
lo máximo posible y pueden alcanzar la inmortalidad.67 Con todo, esta te
sis requiere algunas explicaciones. En primer lugar, por «vida teorética»
no debe entenderse una vida dedicada a la pura contemplación, lo cual es
un concepto nacido con el cristianismo, en concreto con las órdenes mo
násticas dedicadas a la vida contemplativa. Para Aristóteles, en cambio, no
hay un Dios al cual contemplar, sino unas causas primeras que deben in
vestigarse. El término theoria, que a menudo se traduce como «contempla
ción», significa indagación con vistas a conocer, o conocimiento como fi
nalidad en sí mismo; en este sentido, la vida teorética es la vida dedicada a
la investigación, o, como diríamos hoy, la vida del científico.
274 En el principio era la maravilla
Priva de la felicidad a los custodios, pero sostiene que el legislador debe hacer
feliz a tocia la ciudad, cuando es imposible que el todo sea feliz si todas sus
partes, o muchas, o algunas de ellas no lo son. Y es que la felicidad no es como
los números pares, cuya suma puede tener propiedades que no tenga ninguna
de sus partes. Eso es imposible en el caso de la felicidad, y si los custodios 110
son felices, ¿quién lo será? Desde luego, no lo serán los obreros, ni la masa que
se dedica a los trabajos mecánicos.79
Este pasaje demuestra que, para Aristóteles, la ciudad sólo es feliz si lo son
los ciudadanos, y que el bien de la ciudad, aun siendo superior al bien del
individuo, no debe entenderse en sentido colectivo, sino en sentido disiri-
¿Qué es lafelicidad? 279
butivo, pues consiste en crear las condiciones necesarias para que cada uno
pueda alcanzar su bien individual.
No podemos exponer aquí toda la teoría aristotélica de las constitucio
nes políticas; basta recordar que Aristóteles sigue la clasificación tradicio
nal de monarquía, oligarquía y democracia, y que, para cada tipo de cons
titución, establece una forma buena, en la cual quien gobierna vela por el
bien de los gobernados, y una forma corrupta, en la cual quien gobierna
sólo vela por su propio interés. Además, según el Estagirita, entre las bue
nas formas de gobierno, reino, aristocracia y politia, no hay ninguna que
sea mejor en un sentido absoluto, pues cada una de ellas puede resultar
más adecuada que las otras si se aplica en una determinada situación.
Y, puesto que las formas de gobierno más difundidas son la oligarquía
(gobierno de los ricos) y la democracia (gobierno de los pobres), el «térmi
no medio» entre ambas, es decir, la forma de gobierno «media», será la
mejor. En esta última, la población, en su mayoría, está constituida por
ciudadanos que no son ni demasiado ricos ni demasiado pobres, sino «li
bres e iguales».8" Aristóteles, a diferencia de los filósofos políticos moder
nos, no se interesa únicamente por las formas de gobierno, sino también
por el tipo de vida que una determinada constitución puede garantizar, y
dedica los dos últimos libros de la Política a disertar sobre cuál es la mejor
constitución desde este punto de vista.
Tras recordar que la felicidad comprende bienes externos, bienes del
cuerpo y bienes del alma, pero que, sobre todo, consiste en estos últimos,
esto es, en las virtudes, Aristóteles observa que los dos primeros tipos de
bienes dependen de la fortuna y el tercero, del hombre.
La ciudad debe velar por los bienes externos y los bienes del cuerpo a tra
vés de lo que hoy llamaríamos política económica y sanitaria, y debe velar
En el principio era la maravilla
por los bienes del alma, esto es, por las virtudes de los ciudadanos, a través
de la educación.
A continuación, Aristóteles se pregunta si es preferible llevar una vida
que comporte una participación activa en la ciudad y los cargos públicos, o
bien una vida en la que se rehuya tal participación, «como, por ejemplo,
cierta forma de vida teorética, que, según algunos, es la única propia del fi
lósofo».8* Después critica esta última concepción, la cual, por tanto, no
puede identificarse con la idea expuesta en el libro X de la Ética Nicomá-
quea, y así se explica que algunos atribuyan dicha concepción a Arístipo.
De todo ello se infiere que la vida teorética propuesta por Aristóteles no
excluye la participación en la villa política. El Estagirita objeta lo siguien
te a la postura que, presumiblemente, sostiene Arístipo:
[...| alabar más la inacción que la acción no responde a la verdad, porque la fe
licidad es actividad, y las acciones de los hombres justos y prudentes conducen
a muchos y muy nobles resultados.®1
Hombres iguales deben tener por turnos aquello que es noble y justo, comí)
corresponde a un criterio de paridad e igualdad. En cambio, es algo contra na
tura que hombres equiparables tengan aquello que no es paritario, y que
hombres iguales tengan aquello que no es igual; y lo que es contra natura nun
ca es bello.',,
¿Qué es lafelicidad?
Por eso es buena la vida activa en la cual todos, por turnos, participan en el
gobierno, sin que ello signifique que es la mejor vida en términos absolu
tos. Es cierto que la felicidad reside sobre todo en la acción, y no en la in
acción, pero Aristóteles va más allá:
|...| la vida activa no debe ser necesariamente tal en relación con los demás, a
diferencia de lo que piensan algunos, y los pensamientos a partir de los que se
obra con vistas a resultados concretos no son los únicos pensamientos prácti
cos, pues más lo son aquellos razonamientos y pensamientos |theorias /(ai dia-
noeseis] que constituyen una finalidad en sí mismos y se desarrollan por sí mis
mos. En realidad, «estar bien» es un fin y, por tanto, una forma de acción.
Decimos, sobre todo, que obran por sí mismos, incluso cuando hay acciones
externas, quienes dirigen la acción con los pensamientos.86
1...I quienes son capaces de realizar todas las actividades del alma, o dos, deben
preferirlas, pues, para cada uno, lo preferible siempre es aquello que represen
ta el término más alto que puede alcanzarse.9"
Ello significa que, quien pueda, debe intentar alcanzar todas las virtudes
éticas y dianoéticas,es decir, la sabiduría y la prudencia. Y quien no pueda
lograrlas todas, por lo menos debe alcanzar las dos virtudes que vienen
después de la sabiduría, es decir, las virtudes éticas y la prudencia. Esto es
algo que el legislador debe tener en cuenta a la hora de programar la edu
cación para la virtud.
Toda la concepción aristotélica de la felicidad, tanto individual como
cívica, se halla resumida en estas palabras:
debe conducir a la paz, el trabajo, al ocio y las cosas necesarias y útiles, a las co
sas bellas. F.I político debe crear leyes pensando en todo esto, tanto en lo refe
rente a las partes del alma como a sus acciones y, especialmente, a los bienes
más altos y los fines. Y obrará del mismo modo respecto a las formas de vida
y la conducta elegida, pues es preciso trabajar y luchar, pero lo es mucho más
quedarse en casa pacífica y ociosamente, y es preciso hacer cosas necesarias e
útiles, pero lo es más aún hacer cosas bellas. Por consiguiente, con estos obje
tivos debe educarse a los hombres cuando aún son muchachos, y también en
otras edades, mientras necesiten ser educados.9'
Son necesarias muchas cosas para poder estar ocioso. La ciudad debe ser pru
dente, valerosa y fuerte, porque, como dice el proverbio, no hay ocio para los
esclavos, y quienes no saben afrontar el peligro con valor son esclavos de
los agresores. Se debe poseer valentía y fuerza para el trabajo, amor a la sabi
duría \philosophia ] para el ocio, y templanza y justicia para ambas condiciones,
sobre todo cuando se está en paz y ocioso.9*
única c igual para todos.9* Así, todos deben tener la oportunidad de ejerci
tarse en todas las virtudes y, por tanto, de ser felices. La educación pública
ha de incluir gimnasia, que sirve para educar el cuerpo y desarrollar la vir
tud de la valentía, y gramática y dibujo, disciplinas con múltiples aplica
ciones y muy útiles en la vida. No obstante, el núcleo de la educación es la
«música», término con el cual Aristóteles designa todas las actividades
presididas por las musas (canto, danza, música instrumental, poesía, etc.).
Dichas actividades son útiles, pero también bellas, pues constituyen una fi
nalidad en sí mismas y no se practican para obtener algo, sino debido al
placer que proporcionan por sí mismas.
Podría suponerse que ésta e$ la causa por la cual los hombres intentan alcan
zar la felicidad mediante dichos placeres. La dedicación a la música no pue
de explicarse únicamente por dicha razón, porque también sirve para re
lajarse. No obstante, podría investigarse si ello es accidental, aunque la
naturaleza de la música es más elevada de lo que permite suponer el uso cita
do, y, por tanto, no debemos limitarnos al mero placer que proporciona, pues
la música constituye un placer natural en sí misma del que gustan gentes de
todas las edades y caracteres, sino que debemos observar su influjo en el ca
rácter y en el alma.**4