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XI. GUERRA Y NACION EN EL SIGLO XIX CHILENO: DEL AMERICANISMO AL NACIONALISMO. ‘Ana Marfa Stuven* yrropuccion El cronista espaol Alonso de Géngora Marmolejo compars la fisono- mia de Chile con “la vaina de una espada". La metéfora, aplicada a la forma de un pafs largo y estrecho, anticip6, cual profecfa autocumplida, a afirmacién del historiador Mario Gongora respecto de que el pais fue siempre una frontera de guerra.! Como reducto menor y alejado de los centros de poder del Imperio que “la experiencia de Ia guerra constituyé una experiencia historica fundamental que se grabs profundamente en la conciencia y en el sub- consciente colectivo del pueblo chileno”. Efectivamente, atin bajo la destacamento permanente para contener las incursiones, prinipalmente ‘mapuches, asf como para apoyar la empresa de conquista y consolidar + Universidad Catdica de Chile, Universidad Diego Postales. de Chile, Centro de Estudios Bicentenario, 2008, p13. 25 276 GUERRA, VIOLENCIA Y CONSTRUCCIONES INSTITUCIONALES. modelo de Charles Tilly, llamado también “enfogue belicisia”, segan el ccual Ia guerra creé los Estados de la Europa moderna, y estos a su vez hhacen la guerra para acrecentar y centralizar su poder,? Centeno com- plementia el argumento estableciendo. durante el siglo x1x, justamente debido a que sus elites no tuvieron esa fortaleza social, pues se encontraron sumidas en rencillas que provoca: dads, msiruccion de nacién en América Latina, Bogota, Universidad de Nacional de 2014) * Chaties Tilly eral, The Formation of National States in Westom Europe, Princeton, Princeton University Press, 1975, GUERRA Y NACION EN EL SIGLO XIX CHILENO an ‘ban una gran violencia interna, En ausencia de la fuerza centrfpeta que producirfa la presencia de amenazas de violencia externas, s aria El argumento es muy sugerente y probablemente muy ros casos de algunos pases latinoamericanos donde la anarguta nal gracias a la pronta y eficiente instit es importante tener en cuenta que esta se concepcién republicana excluyente que permit Hablamos de consotidacién nacional como un proceso que incluye a la nacién misma, pues esta es fundamentalmente dinamica aunque se encuentra asociada a un territorio determinado, a sus caracteristicas culturales y sociales, asf como a la relacién entre sus miembros y con el Estado; de ah que Simon Collier puede incluso identificar unos momen- han manifestado un sentido de nacionalidad fuerte is de Centeno demostrarfa entonces como que esta misma col ires guerras importantes en el hha argumentado que tan solo la existencia de w suficiente para fortalecer la cohesién nacional esto es cierto para las elites, como han demostrado Juli ‘onstruccion de una Repibica, Politica «ideas, 1830-1865, Santiago de Chile, Universidad Calica de Chile, 2005, p. 78 278 GUERRA, VIOLENCIA Y CONSTRUCCIONES INSTITUCIONALES. “soldadios de la patria en las primeras décadas del silo. Atin mis, os 1en que, incluso en la guerra de independencia, “las ins- ss de activacién popular mas auténoma parecen haber favorecido reno donde comenzaba a desplegarse una opi- in piiblica que debatia sobre el pueblo de manera inclusiva, pueden fectarse identificaciones populares con la nacién. Es el caso, por ejem- , de la situacién de conflicto con Argentina en 1860 por problemas suficientes para construir una enemistad y conciencia de conflicto chi Jeno-argentino, asi como pai i servar Ja guerra como una decision politica que se vincula directamente con conflictos internos de los paises en su proceso de consolidacién institucional, como sostienen Centeno y Fernando ‘L6pez-Alves, permite, para el caso chil rada que incorpore lo estratégico-politico que involucra al Estado, sino relacionarla con la construccién de la nacién y afirmar su poten -y Vale divia, en el sentido de que no existfa en Chile una conciencia de nacién teleol6gica preexistente a la Independencia, sf puede constatarse tem- pranamente una identidad con el territorio y con la comunidad forjada en los afios de dependencia de la metrépoli e incentivada desde el aisla- miento de su territorio.3 En consecuencia, la nacién, sometido a un mismo gobierno y a una nica legislacién, Julio Pinto y Verénica Valdi Leonardo Led, "Rechts for ‘euerra de la Independencia, 18 , eChilenos fodos?, op. cit, p. 334; véase también esertores de la patra: el bao pueblo chileno en a . 1 vol Journal of Politica Science, vol 43, nim. 3, 2008, 9p. 451-465. "8 Julio Pinto y Verdnica Valdivia, Chileno todos? op. cit p89, GUERRA Y NACION EN EL SIGLO XIX CHILENO 2» donde residiera la soberania popular y se crearan las condiciones part ‘que la representacién y la ciudadania pudieran ejercerse.!4 La creencin en el progreso y en la misiGn civilizadora de la educacién serviria de medio eficiente para lograr el propésito. Compartir objetivas, c sitos y simbolos nacionales ¢ idear un sentido de unidad son todos req sitos para los cuales tun campo de batalla comtin es terreno f Al propésito de afianzar el cuerpo politico de la nacién sirvié Ia Expedicion Libertadora de Pe 9, complet6 esta “trilogia patrié- Las décadas transcurridas desde ico exigen reconocer que la trilogfa se com. a las necesidades de expansién en una sociedad ca liberal y se propuso situarse en un sitial de prestigio entre las naciones americanas. Por otta parte, la sociedad chilena se habia diversificado y ampliado hacia sectores que crecientemente presionaban por sus dere- chos civiles y politicos. En ese contexto, et llamado "Estado portaliano” legar a sus limites. Un nuevo discurso debfa com la guerra; la amenaza politica que significaba el poder virrei en 1824 ol mariscal Santa Cruz en 1836 no era sutficien ficé entonces que Pert y Bolivia se convirtieran también en 1 chilena, a su superioridad como nacién ya consti integrantes, Isidoro Errézuriz y Eulogio Altamirano, entre otros, recor daron en momentos clave de la contienda que el desierto habia sido “fecundizado con el sudor de los hombres de trabajo antes de ser regado La lista de definiciones del concepto “nacién’ es larga Para el propésito de articulo, baste consignar que entenderemos ese concepio siguiendo a Anthoy D. Smith, nombre propio, que oc {errtorio propio y que posee unos milos comunes yuna historia compartida una cultura pablica comin, un sistema econémico nico y unos derechos deberes gue afeclan todos sus miembros thony D. Smith, Nacionalisma.Teorta dcoosta, Historia, Ma. 2011, Este autor ha hecho un aperte fundamental al estudio dela guerra como enomens tural y su influeneia en la conformacion de la nacionaliad chilena a 280 GUERRA, VIOLENCIA Y CONSTRUCCIONES INSTITUCIONALES 30, os atrevemos a afirmar que la guerra se peled en 8 Es el momento, como sostiene Carmen Me Evoy, cen que el lenguaje y las representaciones ai Ja declaratoria de la guerra muestran lo dansa comprometida con los ideales patrios representados tado. Ello exigié que Pert y se convirtieran, como eseri- riador Benjamin Vicufia Mackenna, en dos “desventurados la América espariola, condenados al eterno vaivén de sus pro- pias desasosegadas olas’.2 Para comprender la complejidad de la rela- ccion entre la guerra y la identidad nacional, como un, el Estado ysusclases drigentes, yen parte motiva las decisiones de sus actores, la necesidad de apoyar un orden pol les primero la narrativa americanista y luego la nacionalista, Para explicar esta compleja relaci6n se hace necesario desprenderse del relato teleol6gico y heroico que pasa por alto las motivaciones y pasio- cepablica nacional orepiblica continental? El discurso reps Ia Guerra del Pacifico, % Carmen Me Bvoy, Guerreros eiviicadores, op cit, P18. (GUERRA ¥ NACION EN FL SIGLO XIX CHILENO. 261 nes de todos los actores involucrados, incluida la opi bastante consolidada hacia fines de siglo, con el objetivo de ‘a nuevas identidades patriéticas y nacionales, Reflexionar desde la dint- mica de la guerra como fenémeno social, y seguir el proceso de encade- de los acontecimientos, permite ientes Estados ya sus nuevos adentrarse en los nudos que ata actores: clases dirigentes, guerl asignacién del peso ‘cada Sector en la icionalidad creada por la Independencia. Obviamente ese tres conflictos cada hacia la preservacion de la reptiblica, amenazada interna y exter- namente, y con una vocacién americanista pragmatica,?! De ahi que el Senado de 1820 declarara antes de su zarpe: “Esta empresa colmard las le" 22 La segunda, la Confederacién Perti-Bol imagen de un Estado repul incapaz de mantenerse a la altura precolombino y de su poderfo virrei pendencia de Chile”, como ordena Pot Encalada cuando asume el mando del de identificarse contra “estos dos pueblos confe larga, por la comunidad de origen, lengua, habit tumbres, formarén un solo nicleo".?3 La tercera Portales, 2007, pp. 642-64. 282 GUERRA, VIOLENCIA Y CONSTRUCCIONES INSTITUCIONALES. expresado.con fuerza en la prensa ?4y en la relectura dela gue! también en clave nacionalista.25 Debia ser una “guerra de ch escarmienta”, que de el publicista chileno Ram6n Pacheco en el periédico al comandante del ejército, Pat ‘La guerra al Peri y a Bolivia no solo ¢esde imprescindible necesidad porel honor, sino de indecible deber para sincerarnos ante la opinién de Ja América, La EXPEDICION LiBERTADORA Justificada por el deseo de liberar a Pent la invasién por tierra y mar al ‘iltimo reducto realista, planificada por José de San Martin y el director supremo chileno Bernardo O'Higgins, figura historiograficamente como un esfuerzo mancomunado por asegurar el fin de las guerras de inde- pendencia, En efecto, mientras que Lima continuara vinculada a la ndependentista no se encontraba terminado. La inal era un Iunar maligno en la nueva piel , sostenemos que hubo una empresa “patris- tica americana” para expulsar al espafiol y consolidar un republicanismo de dimensiones continentales. Es también la visién que recogié el esta- dounidense Henry M. Brackenridge cuando dijo que *Chile y Argentina eran como una sola nacién”28 No obstante, es preciso también relati- vizar esta visi6n heroica matizando las diferencias, y tener en cuenta en 2 Mauricio Rubllr, "Escrito por chilenos, par fa prensa y el per stado ynacidn en Chiley Bras ene sion. San ‘e Chile, 21 eect GUERRA Y NACION EN FL SIGLO XIX CHILENO 23 la explicacién sobre el desenlace de la expedicién, por ejemp! O'Higgins, aunque autoritatio, siempre fue fel a su credo republicano, mientras que San Martin no abjuré de sus inclinaciones mor Elamericanismo que exultan los organizador tadora es en realidad expresién atin de un criollismo més que de un sentimiento nacional; si este hubiera sido preponderante, dificilmente podria haber surgido lo que fue un ejército comiin en lugar de dos ejér- Citos asociados. sponde a dindmicas internas. En ese con- nterpretacién complaciente yteleologica lealista y americanista de ambos genera- terpretacién lo separa de la cotidianidad les en la instauracién de un Estado repu- ue esta inmerso, San Martin no da cuenta del sentido de su postura. Como transité desde una amis. cn el abrazo de la Logia Lautaro y su declina- ci6na favor del chileno hacia las “facultades omnimodas” que le ofrecié el gobie que exalta tan solo el espirit les. Respect de las luchas blicano en Chil La hipétesis es que transitar de la guerra de independencia a la paz republicana implicaba un desafio pol ‘mente resolver el problema de un ejército licenciado, tun proceso de adecuacién mental para redireccionar la mirada desde el ‘enemigo extemno peninsular hacia las convulsiones y contradicciones internas, Terminado el conflicto que aglutinaba a la sociedad contra la monarqufa en nombre de una repiiblica definida casi exclusivamente como contraria al poder real, se creaba un espacio vacfo que debia lle- narse desde un proyecto de construccién politica en torno al cual fuera cohesionandose l interior de los territorios que ellas mismas habfan independizado, y visualizaban nftidamente los posibles fantasmas que podian acechar st hegemonia social: el pueblo y los caudillos. Redireccionar la posicién del enemigo hacia los territorios adyacentes era un paliativo para ese temor al vacfo, al mismo tiempo que vinculaba el orden politico con un espacio fisico que aseguraba el lugar de Chile en el imaginario que construfa el nuevo mapa americano. Es probable que esto haya influido en que los establecer la repablica dando un golpe a la clase dirigente de la qui se sentfa parte. San Martin, para dejar el poder sobre el gobierno de Chile ‘en manos de O'Higgins, yalejarse de los vaivenes politicos de las Provin- clas Unidas, encontrar su lugar en el mundo del poder, convirtiéndose en el Bolivar de América del Sur: No sabemos el nivel de coneiencia con uno elaboraba estas ecuaciones; en el caso de O'Higgins, su fad ante la clase dirigente era evidente; en el caso de San Martin, .ciones para la expedicién se inicia iunfo de Maipi, cl 5 de abril de 1818, cl “enigma” persiste.29 Las nego ron inmediatamente después del tauraci6n de un gobierno chileno confiado a Bernardo O'Higgins. chilena. Sin embargo, una vez consolidada esa carrera, y asumido su caracter republicano, se imponfa darle gobernabilidad al nuevo Estado, Sus otras bases de poder radicaban en una clase dirigente 's, de la cual dependian las finanzas del Luego de Maipt, Chile asumié el sustento del ejército,pilar esencial para que el pafs continuara inserto en la logica de la guerra y para planificar foturas acciones. Pero el , licenciado, constituia un peligro y ya econémico en tina clase dirigente de la que no formaba parte, O'Higgins 2 Con la perspectiva del tiempo, podemos especular contafactualmente que si San fra respetado las cldustlas del acuerdo que referiremos, tl vex el destino wrdzaval Laan, Sait [GUERRA ¥ NACION EN BI SIGLO XIX CHILENO 25, se habfa autoimpuesto la tarea de evidente ante tan poderosos vecinos. O'Higgins tenia claro que de la independencia no podfa plantearse en términos estrecham a cabo, a pesar de las vicisitudes politicas y econémicas por las que atravesaba su gobierno. Su vocacién de militar republicano impuls6a O'Higgins a una visién de la independencia como una era “transicional’, es decir, ‘completa con las vietorias chilenas sobre las tropas realistas, que debia reproducirse en distintos frentes bélicos hasta su consumacién en una América republicana.*9 La necesidad de aumentar el comercio con Peri, desbloqueando su acceso, aportaba una justificacién atin mayor, pues se consideraba que la “guerra a muerte” tenia inmovilizadas las provin- cias del sur-y que, por otra parte, desde Peri se preparaba la recupera- ion de los tervitorios virreinales. Durante el largo ao de preparacién de la expedicién, San Martin bbusc6 infructuosamente el apoyo de su gobiemo. O'Higgins, mientras tanto, obtuvo la aprobacién del Senado chileno, en noviembre de 1818, ante su insistencia en la necesidad de “hacer la expedicién contra Lima’, lo cual fue considerado de inmediato, previo reconocimiento de los problemas presupuestarios.3! El director supremo opinaba que esta expedicién proporcionarfa alivio “al pueblo de Chile de los ingentes gastos que ha tenido que sufris” 22 argentina, incluyendo el mandato de San Martin regulacion jridica de la Expedicion ‘de 1820)", en Botettn dela Academia Letlir, See siones de los Cuerpo Lailativs dels Repbicn de Chile, op ci 286 GUERRA, VIOLENCIA Y CONSTRUCCIONES IN lo un gobierno por voluntad tados convinieran ‘chileno, por su parte, general admitiera un empl no zarpaba antes de dos meses. no llevamos la guerra al Peri, preciso que sucumbamos. Las innumerables fan a nuestro pais y posteridad, la afrentosa 10s aguardarfa ...] despedaza mi corazén, me arranca ligri- (O'Higgins enfrentaba una encrucijada: si evitaba la guerra perdfa su legitimidad como gobernante y su posible eficacia militar ante un ejército licenciado; sila hacia, arviesgaba las arcas fiscales. Entre Escila -vio que el fracaso de la expedicién le costaria la vida, lo cual probablemente fue el impulso que lo llevé a emprenderla y ponerse en parte en manos de San Martin. El Censor de la Revolucion, periédico gobiernista, es un excelente medio para aquilatar la situacién. En su. edicién del 20 de abril de 1820 presioné abiertamente para la realizacién. in; escribié que si esta no se realizaba, “desde ahora hace- te pronéstico a la actual administracién. Ella seré victima del odio publico, perdera el derecho a los sacrificios y confianza de sus stibditos [...] Ser4 responsable a toda la América, cuyos destinos penden hoy de los esfuerzos de Chile: mereceré la indignacién de la Europa”.5# Diez dias después, el mismo periddico advirtié que sino se Hevaba a cabo la campaiia, “antes de un afio los espafoles visitarén a en julio declars que si el gobierno no cumplia con la expedici caido sobre ét la execracién universal” 36 19, en Se 3 Berarelo O'Higgins al Senado Conservador,sesién del 36 bid, 10 de julio de 1820, [GUERRA ¥ NACION EN BL SIGLO XIX CHILENO 27 de agosto de 1820 zarpé la Expedicién Libertadora e cia del propio O'Higgins, dando un respiro y idad de for al débil Estado chileno, cuyo destino era tan incierto después de Mai ‘como la posicién politica del director supremo. Aunque transando espiritu de fronda, la elite habia depositado en O'Higgins el poder; significaba el apoyo a su estilo autoritario, ni a su republicanism ultranza, nia su anticlericalismo, No era uno de sus filas, sino un hor Ss capts el ugar (0 para que la clase ‘a.su nuevo rol sin. que debfa ocupar en la his dirigente permitiera qu: forzarlos a una ban atin en condi Segiin Benjamin Vicufia Mackenna, Vicufia, puso en boca de este la siguiente “Alggin dia me harén justicia los chilenos, no reconociendo en mi los servicios presta- dos a la Independencia, sino el que he practicado libertando a Chile de cesta fuerza que tres afios nos ha subyugado a todos” 37 Esa fuerza seria 1 ejército que él mismo cre6 y comand6. La evolucién de la p chilena demostrs lo certero de estas palabras, aunque irénicamente la Expedicién Libertadora fuera la puerta al exilio, justamente en Pert, y el reconocimiento legara muchas décadas después. nes de aceptar facilmente su retiro a los cuartces. gins, Joaquin LA GUERRA CONTRA LA CONFEDERACION PERO-BOLIVIANA Laderrota de las fuerzas iberales en la guerra civil de 1829-1830 implics Ja inauguracién del perfodo al que lahistoriografia ha tidado de “orden portaliano”, por el rol de protagonista que desempefié en diversos perio- dos del gobierno del general Joaquin Prieto el ministro Diego Portales. Impuesto sin concesiones hacia sus opositores, el orden imperé en un pais regido por estados de excepcién y denuncias de conspiracién. Simul- t4nea y paraddjicamente también se construfa una tucionalidad fu- tura con el dictado de la Cor id de convivencia entre Ja paz interior y el Estado de derecho. La clase dirigente chilena era consciente de que 2 Benjamin Vicia Mackenna (comp), Historia genera dela Replica de Chie desde su Lindepeeencia hasta restos dias, Santiago de Chil, Inyprenta Nacional, 1868, p. 84, nota, 20 GUERRA, VIOLENCIA ¥ CONSTRUCCIONES INSTITUCIONALES. rioridad chilena ante el enemigo.*® Portales pagé su ceguera con Ja vida, aunque con ello contribuyé a apaciguar las enemistades internas ¥y, muy especialmente, a unificar al jército en torno a una guerra que recién entonces asumi6 el cardcter de legStima.4® epidérmico”, sostenido principalmente por el poder de expresién del consenso de la clase in de la ley con tun comentari ‘de afianzar el i os a que estaba expuesto en la actual res porla tranquilidad salen del seno de los representantes del pueblo” #8 Cuatro meses més tarde, el presidente Prieto recalcé el punto al inau- gurarla apertura de las Sesiones Ordinarias del Congreso, cuando afirms tener “un grato presenti en el patriotismo de los vindicado en todos alorden, quees el jvo de una inmensa mayoria de los chilen ‘Appesar de que en su primera etapa la guerra habfa sido motivo de discordia, el nuevo frente encontréa un pafs unido en torno.a su gobierno. Por ejemplo, El Minero, justo un mes antes de que el general Manuel Bulnes zarpara hacia Per’ al mando de su escuadra, y en un triunfo naval anticipara el fin del ambicioso proyecto federativo del mariscal Andrés Santa Cruz, escribié: 4 Un dato es revelador: Chile contaba con 3.000 soldados contra 7,000 del ejéreito « Publicado en Bl Arauecan, Santiago de Chile, 2 de junio de 1837. (GUERRA Y NACION EN EL SIGLO XIX CHILENO ai Lanacién se ha declarado toda en favor del sistema politico que el Portales logré hacer flotar sobre el piglago de las disensiones ines ase del nuevo derecho piblico que ha proc Chile a la faz del mundo, y que sostendra a todo trance, con todo su p xy la cooperacién de todos los patriotas que conservan en toda su pureza la ‘conciencia de sus derechos, de su dignidad y de su fuerza.50 Para Jas de su on superioridad politica y moral, la cual le imponta la también los “6rdenes” perdidos en otros Estados. gobierno y sus ideas, El Araucano reforzaba esta idea planteando que “ellos {los peruanos] han visto otra ver. nuestras armas como tutelares de su existencia politica y de la nuestra”.5! La elite dirigente chilena no habia olvidado su participacién en la Expedicién Libertadora que habia independizado a Pera del dominio espaiiol. Ser participes de lo que ella concebfa como la “segunda inde- pendencia” de Pert fue una meta que se impuso a fin de consolidar el modelo republicano chileno, protegerlo contra amenazas externas y jtimar su centralismo autoritario continentalmente como sistema toso para los Estados desmembrados de la dominacién espatiola. La superioridad republicana chilena no solo se plantes desde los sectores afines al gobierno: el peri6dico opositor Valdiviano Federal, sostiene que a Pent, ese “suelo sagrado en el que el més glorioso triunfo sell6 para siempre la Independencia del Nuevo Mundo, se lo profana hoy con una instituci6n propia a destruir la igualdad Republicana”.s? ‘Santa Cruz.amenazaba la vida politica, que debia ser resguardada por partida doble justamente por la debilidad de la repiiblica naciente. La repiblica solo podia apoyarse para sobrevivir en sus leyes, amenazadas por la ambicién que se le adjudicaba a Santa Cruz desde 1829.53 Al pre- ‘ender erigirse como “monarca’, exacerb6a los defensores de os principios republicanos y, por lo tanto, la guerra contra este nuevo poder colonial # idades chilenas, en Ja guerra se jugaba la consolidacién 50 EI Minero de Coquimbo, La Serena 17 de unio de 1838, 5 Bl Araucano, Santiago de Chile, 20 de enero de 1837. 3 El Valdviano Fe 5) La Awora,Valparai 34 Balas alos Taide onde Ci 20d nero de 138 292 GUERRA, VIOLENCIA Y CONSTRUCCIONES INSTITUCIONALES E] argumento sirvié para que el presidente Prieto arengase al Fj Restaurador en 1837 para independ y darle “un gobierno na¢ nal republicano”.55 A propésito de un aniversario de la declaracién Cruzes tan nacional como la que se ha tenido con los espafioles. Se ‘en consecuencia todo ciudadano en la obligacién de ofrecer sus servicios, yel gobierno en la de ocupar en los destinos a los que crea titiles”.$6 Es decir, la defensa de Chile exigia una nueva liberacién de Perti “contra el tirano y los advenedizos que lo rodean: he aqui el blanco de que es el que se halla en flagrante delito con el sis- tema en que se estriba la existencia politica de la América republicana” 5? Santa Cruz quiere ofrecer en América el vergonzoso escéndalo de un gobierno abso- luto que impera sobre dos Repitblicas [..]. vita en verdad a Jos que apre: cian en algo el honor del nombre americano, 0 que simpatizan de agin ‘modo con las instituciones populares proclamadas en c: lidad de nuestro continent la aparicién de un poder monstruoso por sus formas.>" LA GUBRRA DRL PACIFICO El general Manuel Bulnes, héroe de Yungay, arribé triunfante a la pre- sidencia de Chile en 1841.5 Su figun ‘unidad nacional y de efervescencia del orden institucional. Crecientes expresiones de la opinién pablica daban cuenta de un pais al cual el triunfo bélico habia dado paso a un Araucono, Santiago de Chile, 1° de septembre de 1837. “rosy GUERRA Y NACION EN EL SIGLO XIX CHILENO coy estado de conformidad y seguridad en sf mismo, que hasta la fecha su clase dirigente no habia dis aron, permitiendo que el pafs volcara su mirada hacia dentro y necesidad de construir una ciudadanta: 9 con sus enemigos tradicionales para mantenerse dentro in que permitié derrotar el modelo autoritario cuyo con- ent6 Antonio Varas en las elecciones de 1861. Las dos décadas que preceden a la guerra del Pacifico son test una transformacién importante en las bases econémicas de la clase diri- especialmente por cl auge de la mineria, y también en las bases 's que sustentaban el régimen portaliano. Las reformas dela década dde 1870 que restringieron la potestad presidencial y democratizaron el acceso al sufragio son ejemplo de lo que Mario Géngora llama un “ethos republicano elocuente” #! que no se despliega en ple econémico incierto ante la presencia de una iernacional que afecté negativamente sus exportaciones, con conflictos en el sur del pais con las comunidades indgenas y con dificultades para la mantenc la seguridad interior en las provincias. El comienzo de la guerra i6 con las “vacas flacas”, de que hablé Ramén Subercaseaux, y que lo llev6, ya anciano, al convencimiento de que "si no hubiera habido guerra [del Pactfico}, habria tenido Iugar alguin trastorno interior” 2 Son evidentes las coincidencias con el periodo inmediatamente ante- rior alas guerras analizadas hasta ahora en relacién con un frente interno Isionado: Ia situacin de inestabilidad econémica e inseguridad en la Expedicién Libertadora y el descontento y la dificultad por parte del Estado para controlar a la oposicién y a las fuerzas centrifugas a pesar del autoritatismo portaliano en la guerra contra la Confederacién. En 1879, como ha sostenido Carmen Mc Evoy, las autoridades chilenas apelaron ala dimensién violenta del republicanismo, que permite “hacer uso de la guerra para salvar a la Reptiblica de cualquier peligro tanto © Ana Maria Sten, La seduccin de un onden, op cit Mario Gongora, Ensayo histérico sobre la nacign de Estado, op. c © Ramén Subercaseatx, Memorias de ochenta aos, vol, ‘mento, 1936, p. 369. 284 GUERRA, VIOLENCIA ¥ CONSTRUCCIONES INSTITUCIONALES ferno, la guerra hi externo como interno” 6 En el frente pol aflorar este con el gobierno; a diferencia de 1837, una opinién publica asent: ponia en mayor riesgo la autoridad. Ademas, a la crisis politica se agre iacién muy delicada en el frente econémico y, también muy ional donde la diplomacia chilena enfrentab trofe con Argentina. Mc Evoy menci las dudas de generales como Justo Arteaga y Erasmo Escala de su cay cidad de enfrentar a Jos enemigos externos, asf como la necesidad cibida en las filas del ejército de cambiar los paradigmas de “el arte de combatir”, la cual era representada por la generacién de Baquedano.! Elpresidente Anibal Pinto no tenia los galardones militares de O'Hi ni de José Joaquin su jefe de campafa, y de Antonio Varas, jefe de gabinete, astuto y fogueado en las, icas desde los afios cuarenta. Surge entonces la pregunta: ¢cmo se explica la “nacién en armas" ‘que describe Gonzalo Bulnes,$ dispuesta a emprender una guerra 6 contra pueblos barbaros sino se tiene en cuenta la necesidad un combate desigual con un mpresa sea la epopeya que conocemos? La repiblica, es la fortaleza sobre la cual causa chilena.®7 A diferencia de las guerras anteriores, la guerra del 6 Carmen Me Evoy, Guerreros eWilizadores, op. et, p. 62 Ibid. pp. 69 y 70, en Rafael Sagredo y Cristian Gazmur (comps), Historia de a vida privadaen Chile, Santiago de Chile, Taurus, 2006, pp. 237-273. GUERRA Y NACION EN EL SIGLO XIX CHILENO 295, Pacifico desafié al Estado de un pats en erisis, con un presidente poco carismético. Sin embargo, presté el escenario para que el aprendi politico chileno rindiera su examen de madurez. En diversos momen- tos y frentes, Rafael Sotomayor, Eulogio Altamirano y Patricio Lyn Antonio Varas y sus enemigos de antafio —especialmente Domingo ‘Santa Maria—, José Francisco Vergara, en suma, nacionales y iberales que habfan combatido en trincheras opuestas, se abrazaron en el con- vencimiento de que esta nueva guerra también salvaria a Chile. Asi- mismo lo declaré, por otra parte, Isidoro Errézuriz en 1880 ante el La construccién de la superioridad chiens se expresa en el despre io histérico hacia el contenedor. La pluma de Vicufia Mackenna sera de las mas virulentas. Pert y “el revoltijo de sus tori. Respecto de su relacién con El Correo de Quillota EL Pert no ha podido olvidar que fuimos en un tiempo inferior a su posi- cidn brillante en tiempo de Ia metrépoli; que a pesar de nuestra insignific ceancia supimos levantarnos por si solos, hasta llegar a tocar su puerta y despertario del adormecimiento cobarde que entumecta todos sus miem- bros, mientras la América republicana se mecfa en su cua de laureles y alorias? Como en 1837, reaparece en el discurso le} Las cdmaras legislativas y demds altos cuerpos del Estado han funcio- nado y siguen funcionando con una regularidad normal 68 Carmen Me Evoy, Guereros cvizadores, op cit, pp. 1Sy 16. "La Coalicin’ en El Core de Quillota, Oxillota, 6 de abil de 1879, 296 GUERRA, VIOLENCIA Y CONSTRUCCIONES INSTITUCIONALES. {...]. La prensa continda gozando de la amplisima libertad que al asegurada’.7 La superioridad republicana se suma, parad6j paldo a la guerra, a la valoraci6n de la paz come dis 5 adquirié fama de honrado y: adelant6 por los caminos de ‘diferencia de la guerra contra Santa Cruz, en a cual el Estado chileno apoyé la empresa belica, en parte porque el mariscal intentaria subvertir clorden intemo apoyando a sus opositores y también porque amenazaria con su poderto y extensién la supervivencia misma del Estado, en 1879 Chile se posicionaba como un Estado consolidado, cuyos intereses habfan sido amenazados, y su honor ultrajado por el incumplimiento del tratado de 1866 y del pacto de 1874. En el manifiesto que el gobierno de Chile dirigio a las potencias amigas con motivo del estado de guerra con el gobiemo de Peni y que firmé Alejandro Fierroen abril de 1879, seconsigna: Chile no ha sabido jams olvidar la senda que le wazaran el patriotismo de sus hijos, Ja energia que alienta el convencimiento de Ia justicia vulnerada, y sunnombre histérico, entre las naciones eWvilizadas. Es el Peri quien ha medi= tado y querido la guerra; que sea el Per quien recoja sus amargas responsa bilidades, mientras Chile entrega su porvenira la proteccién de Dios, al firme ‘corazén de los ciudadanos yal fallojusticiero de los pueblos ilastrados.”= En palabras del sacerdote Rafael Vergara Anttinez, “Chile amaba el sosiego tanto como la serenidad de su cielo, y por conservarlo ha hecho 79 Citado por Marfa José Schnever, “La Repablica modelo: el discurso de superioridad ‘de Chile ene! procesa dela formacién del Kenta nacional urate esiglo ess de ‘doctorado, Instituto de Historia, Pontificia Universidad Catsica de Chile en proceso, 7 "Por qué ha vencido Chile, en EI Independiene, Santiago de Chil, 8 de diciembre de 1879, 7 "Manifesto que el Gobierno de Chile die & las potencias amigas con motivo del estado de guerra con el gobiemo del Per", Santiago de Chile, Imprenta Nacional, 1879, pis (GUERRA Y NACION EN EL SIGLO XIX CHILENO at hasta hoy cuanto era compatible con su dignidad de nacién soberana y Sus soldados son Jo que Mc Evoy llama “guerreros ci- ‘porque son también guerreros republicanos y cristianos: Pero el derecho natural, el derecho de gentes y el derecho divino estén de acuerdo en afirmar que la guerra, por dolorosa que sea, esa veces severa e imperiosa necesidad y un Jina Providencia sabe sacar tora recién citada, la para Jo cual la pluma de eclesiasticos esparcidos por el territorio y el grito de los sacerdotes desde el pilpito sirvieron de poderosa arenga patridtica y nacionalista. Si, como sostuvo Mario Gongora, la in ‘mental en dar posibilidad a lan desecharon los arqi tilena. Las pastorales se con- virtieron en vehiculo de propaganda naconalista y en espacio de defensa del principio de guerra justa aplicado al conflicto entre Chile y sus veci- xnos.77 La guerra fue, para el obispo de Concepcién, Hi castigo de la divinidad: “La mano vengadora del Seftor Telesia fue “Ia roca” que no el padrén de ignominia en las frentes culpables por la violacién de la fe prometida en Jos pactos, o por el engafio y la perfidia en las relaciones 113 de abril de 1879", en Discuss raliiosopatrstcospredicados en la Catedral de Sas ago. Op. ct, . 7. 5; im. 1, 2006, pp. 5-44 208 UERRA, VIOLENCIA ¥ CONSTRUCCIONES INSTITUCIONALES sociales. Y gracias a Dios, nuestra Patria no se halla manchada con el ‘optobio de estos atentados contra el derecho de gentes”.78 Concwusion \s guerras de los afios 1820 y 18: ‘América Latina eran provocadas por la necesidad de acomodar| tes de los nuevos Estados, pero también expresaban las ambi ico, ena medida en que ocontribuyeron arefor dificultad del trénsito hacia la paz, ‘momento cfvico, Reenfocar la direccién de la mirada desde el enemigo cexterno imperial hacia las convulsiones y contradicciones internas reque- fa una complicada adecuacién mental que influyé en que los dos liber- tadores concibieran la liberacién de Pert como el camino para continuar en la l6gica de la guerra independentista. También, para ambos genera- Jes, maestros de la guerra pero iniciados en la lucha politica subyacente, la Expedicién Libertadora combin6 la estrategia politica con la militar, no solamente enfocada hacia la liberacién de Peri, sino también hacia la proyeccién del lugar que aspiraban ocupar, para lo que cada uno era vital para el otro. O'Higgins fue débil ante San Martin y permiti6 que este traicionara Jas expectativas republicanas chilenas al autoproclamarse Protector del Pent, La necesidad de equilibrar el poder civil con el militar que surgia jos Hipalito Sala, Carta pastoral que el Imo, Sr: Obispo dela Concepcisn de Chile ‘sus diocesanos, ordenardo precespiblicas durte la actual guerra on el Prd ¢ olivia i pidiondo auxiios para el eercito, Concepcion, Imprenta de La Libertad Catica, 1879, p. 4. "7" Brian Loveman, For la Patria Poliis and she Armed Forces in Latin Ameri, Wilng ton, sk Books, 1999, p29. GUERRA Y NACION EN EL SIGLO XIX CHILENO 29 de la simultaneidad de la instauracién del Estado y la guerra de pendencia, sumada a su marginalidad respecto del consenso oligarqui chileno, hace inteligible su cafda. El puso en juego fuerzas cuyo equ brio solo se logré después de su abdicacién y que otorgaron credibi su credo republicano autoritario, Ast fue que la clase dirigente logré convocar seis congresos distintos, varios de ellos constituyentes, y nume- rosas magistraturas unipersonales y colegiadas, a las cuales se les deleg6 provisoriamente el mando supremo y asumieron tareas no solo legisla tivas sino ¢jecutivas entre los afios 1823 y 1829. Como tuvieron corta duracién, hubo una constante representacién y relevo entre subgrupos que comenzaron a surgir durante la época. Estos fueron los {que Julio Heise ha denominado “aos de aprendlizaje politico”,® y para Jos cuales la Expedicién Libertadora fue funcional. La guerra era el antecedente necesario y anterior a la constitucién de los Estados. Como escribié un periddico en 1821: "La experiencia ensefié a Chile que mien- tras tuviese enemigos solo debfa ocuparse en destruirlos, reservando a mejor tiempo cl constituirse por unas leyes andlogas a su indole”. ¥ también “nosotros [los chilenos}, sin libertar al Peri no podiamnos con- tar con nuestra existencia politica” Ja guerra no solo fue necesaria para el ign cumpli6 una importante funcién podia asumir roles més, La Guerra contra la Confederacién se relaciona directamente con 1 temor de Portal jdencia interna del pafs como a la nueva entidad py primer sentido, el enfrentamiento entenderse como el resultado de las tensiones que enfrentaba el régimen pportaliano en su proyecto de consolidar un orden social al amparo de sun Estado de derecho. Que la Constituci6n era una necesidad republi- ‘cana lo reconoce también Portales; sobre su posibilidad real de conseguir Coleccin de noticias documentadas por diversos papeles publicos que dan wa idea del actual estado politico de Europa y Anaricey dela influencia que resulta de fos sucesos «favor de a libertad americana, Santiago de Chile, 9 de noviembre de 1821 300 GUERRA, VIOLENCIA ¥ CONSTRUCCIONES INSTITUCIONALES © preservar un orden social y dar forma a una sociedad civil, no estaba nada convencido, y la guerra externa permitfa mantener estados de desviar a la vez las inseguridades hacia i no, epor qué un hecho de poca relevancia politica y menos él acto de attojo ciego de Ramén Freire al intentar ‘liana con la angustia de icional consolidado gra- -a tanto la invasi6n de Santa Cruz. como la oposi algunos de sus detractores, La mo conciencia de superioridad poli de superioridad de origen nacional ‘apogeo unificando a los chilenos en especial después del triunfo obi: por las tropas del general Bulnes, reafirmado, como sucederia m mente en la guerra del Pacifico, por la intervenci6n divina. “Nuestro ‘enemigo contaba segura nuestra pérdida; pero no se acordaba del Dios de los ejércitos. BI habia decidido la causa a nuestro favor, y nuestro triunfo era ya necesario", sentencié el vicario Juan Francisco Meneses ismo chileno aleanz6 su ido. * Bs interesante Ia distincJon que hace Maurizio Virli entre patrotlsmo y nacons lismo alos GUERRA Y NACION EN FL SIGLO XIX CHILENO 0 con motivo del triunfo de Yungay- “Dios se ha dectarado a favor de la reptiblica”, como anticipé décadas antes el autor de “Catecismo de los atriotas”, Camilo Henriquez.§# El afo 1879 encuentra a Chile sumido en una profunda crisis eco- némica y débil, incluso diplomaticamente, ante su vecino argentino. A un espiritu de decaimiento contribufa también la alicaida figura del presidente Anfbal Pinto, quien no obstante tuvo claridad respecto del bienestar econémico que traerfan los yacimientos mineros de la peruana provineia de Tarapacd, Obtener el respaldo politico, pero especialmente generar adhesién en tomo a una guerra peleada en territorio extranjero y de desenlace dudoso, era una tarea no menor: Incluso el ejército que debfa comandar las opera surso nacionalista y construyeron una imagen del otro ajeno, inferior, y particularmente decadente*® La famosa la repiblica democratica® y el proyecto de Bello asociado a la educacién habfan dado como resultado una nacién civilizada, La superioridad chilena, entonces, habia transitado desde su. en el Estado republicano hacia una justificacién cultural, exce- lentemente expuesta en las menciones de Zorobabel Rodriguez hacia su vocacién pactfica, iustrada, honrada e industriosa. Para la clase politica chilena, la consecuencia natural de esa evolucién yano solo defenderse de Pei ‘ambién la posibilidad de establecer su poder en la antigua sede virreinal. Como expresara en 1880 Mariano §8 Citado en Gabriel Cid, Za Guerra contra la Confederacn, op. * *Catecismo de los pttiotas", en ET Monitor Arauedno, Santa ciembre de 1813. Carmen Me Evy, “Bella Lima ya tlemblas lorosa del triunfante cheno en poder: tuna aproximacién a los elementos de genero en el discurso nacionalista chiles’, en Narda Henriques (comp), Et hechio de as imagenes. Bstatus social poner yeiicidadten 'e historia peruana, Lima, Pontificia Universidad Catlica del Peri, 2000, pp. 197-222, "La Repablica es el sistema que hay que adoptar; pero sabe cin yo la entiendo para estos paises? Un Gobierno fuerte, centralizador, cuyos hombres sean ve dedi 302 GUERRA, VIOLENCIA ¥ CONSTRUCCIONES INSTITUCIONALES. Sanchez Fontecilla en el discurso pronunciado en el Club de la Unién ‘en honoral comandante del Cochrane, Juan José Latorre, los territorios ‘conquistados “eran ya el fruto de nuestra industria”, pues sus antiguos “sefiores de la tierra” vivfan en la “ociosidad y en la mo Tales pueblos estén fatalmente condenadas a desaparecer, dejando libre el ‘campo a los mis dignos’.*7 La guerra no solamente apoyé la estabilidad litica de Chile y su tun elemento decisivo en la aglut tomo aun Estado que generaba adl seguridad y apor taba triunfos,Siguiendo a Clément Thibaud y su andlsis de la puerta como un factor ena formacién dela nacién paraeelcaso grancolombiano,** 5 bélicos para el caso chileno contribuyeron de forma capacidad de emprender una empresa més acionalista discurso de Benjamin Chile “de esclavo fue libre, y di carecia.%? Finalmente, la guerra del Pacifico, oponiend chilena a los barbarismos peruano: bolivianos logré cor ista donde su superioridad opacaba a un enemigo infer dels Confederacidn aporté al nacionalismo chileno. GUERRA Y NACION EN BL SIGLO XIX CHILENO 03 clamarse una nacién triunfante entre las demas, ¢ incluso superiora dos de ellas, al menos. La guerra apoyé la consolidacién politica y la construcci6n nai Los tres conflictos se iniciaron en contextos de inest iranscurso lograron la adhesin de la clase di \6 en torno a su Estado para obtener la victoria, Centeno, el caso chileno demuestra la fuerza qu aun Estado en guerra la cohesi6n interna.%! De todos ell .ce de la guerra, No obstante, en. de la guerma y la violencia que trajo consigo dispositivos de sustento. La guerra del Pacifico fue mente dramitica, por el niimero de victimas de todos los lados yporla violencia, ademés simbélica, de la ocupacién de Lima, la antigua sede virreinal. Una clase dirigente, atrincherada en La Moneda, no habria logrado por sf sola la cohesion que el discurso republicano le consiguis, expresado desde los palpitos y por su maquinaria de guerra en el frente ‘mismo. El republicanismo justificé la violencia en su nombre; construir un enemigo ajeno a la virtud republicana fue un recurso exitoso. El esfuerzo de construccién institucional chileno durante el siglo x1x fue, ‘en definitiva, su carta de triunfo tanto en Ta paz como en la guerra. Miguel Angel Centeno, Blood and Deb, op cit ° Charles Tilly etal, The Formation of National States in Westem Europe, op. cit. ¥ Fernando Lépes-Alves, a formacin del Estado yla democracia en América Latin, 7.

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