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Joan llega a consulta llevado por sus padres cuando tenía cinco años y medio por agredir,
pegar, arañar, morder a los demás niños del colegio, hacer berrinches y tratar de pegarles
a los padres de igual manera. No le ponen límites y en general presenta una conducta
antisocial. El niño padece terrores nocturnos, se despierta llorando y angustiado. Refiere
soñar con lobos que llegan a comerlo y romperlo y llevarlo a su cueva. Como dato
importante, en esas noches de angustia no permite que la madre se le acerque, no la deja
tocarlo y solo permite ser consolado por el padre.
Todos estos datos en la clínica son de suma importancia ya que como considera Didier
Houzel existen cuatro tiempos para determinar el inicio de una psicoterapia y uno de ellos
es identificar los síntomas y describirlos con la mayor precisión posible, considerando los
aspectos cualitativos y cuantitativos. Esto se lleva a cabo con el fin de deducir del
diagnóstico clínico el tratamiento más adecuado para el paciente.
Este caso aborda una problemática difícil de tratar puesto que se trata de un niño
adoptado. Joan tenía tres años cuando fue adoptado junto a sus dos hermanas de cinco y
siete años respectivamente. Por lo tanto son pocos los datos que se tienen del niño
respecto de sus primeros años de vida y considerando la importancia que tiene esa época
en el desarrollo y constitución del psiquismo de cualquier sujeto, implica un abordaje
terapéutico diferente y un reto para el psicoanálisis la posibilidad de una re-construcción
de ese pasado. En este caso era necesario poder pensar los primeros encuentros del
bebé con el mundo que lo rodeaba y con la figura materna en particular, ya que es una
etapa esencial y determinante para la formación del niño y para tener en cuenta en el
caso que lo sea necesario las carencias del mismo.
Cuando Joan llega al consultorio con el terapeuta, lo hace con actitud de agrado
refiriéndose a los enfados por los que hace pasar a su padre y trata de hacer lo mismo
con el terapeuta abriendo la caja de juguetes y tirándolos por todo el piso. Mantiene una
actitud oposicionista y comienza a cuestionarlo todo, aunque en el momento en el que él
mismo hace referencia al tema de la adopción y le pregunta al terapeuta si él es adoptado
también o viene de una mamá, el analista hace una intervención muy atinada
respondiendo con una afirmación a la pregunta: “tú también naciste de una mamá”. Joan
se enoja y amenaza con romperlo todo si le vuelve a hablar del tema.
Son muchos los autores que le otorgan una destacada importancia al juego en las
diferentes edades, trabajando el significado del mismo desde la perspectiva
psicoanalítica. Algunos consideran el juego como forma de expresar y repetir lo que al
niño le causa placer pero también aquellas situaciones que le causaron dolor o
representaron un trauma para el sujeto. A través del juego el niño va a representar y
transformar un suceso real en una situación de juego y lo hace utilizando algún juguete
como una herramienta que le permita sobrellevar aquellas situaciones que lo aquejan.
“Podemos por tanto considerara el juego como un medio utilizado por los niños para
dramatizar, representar, comunicar, descargar sus propias fantasías inconscientes, y
también para elaborar y modular el ansia y las angustias conectadas con estas fantasías,
y además para probar <identificaciones anticipadas>” Alvarez (1988), citado por Ferro
(1998, p. 88)
Esto se daba sobre todo cuando el niño pedía ir al baño y dejaba sus cacas sin tirar de la
cadena. Durante este tiempo del análisis, es claro observar las competencias de Joan con
el analista en los juegos que va planteando y como va proyectando y desplegando su
violencia hacia él. En la práctica y con el fin de situar un campo analítico favorable para el
trabajo de intervención e interpretación, es necesario que el analista sea un receptor
hospitalario de esas agresiones por parte del niño, intervenir utilizando el juego como
herramienta fundamental para acceder a su inconciente, trayendo a flote todos aquellos
elementos traumáticos vividos, para luego ser simbolizados y procesados.
“En el juego es donde el niño puede asumir el rol protagónico con mayor libertad. Es en el
juego donde se pueden ofrecer las mayores oportunidades para que él desarrolle sus
propias iniciativas, sus propias concepciones, sus propios gustos y habilidades. Donde
logrará desarrollar prioritariamente su propia personalidad, donde encontrará y desplegará
sus sentidos personales” (Valeros, 1997:335)
Nuevamente en relación a la agresividad de Joan durante el juego, algunos autores como
Annie Anzieu mencionan que estos actos remiten a las pulsiones primarias y ese tipo de
respuestas tienen una intencionalidad defensiva inconciente que el niño manifiesta. Es
importante realizar las interpretaciones pertinentes ya que esto va a permitirle al niño
proyectar afuera las mociones pulsionales con las que se siente identificado, así como la
evocación de las vivencias corporales arcaicas internas y externas, reavivadas por el
juego. Se debe evitar reforzar la agresividad o su inhibición completa, ya que hay riesgo
de que el niño se halle frente a un adulto perseguidor (analista) y para que el análisis no
se vivido por el niño como una persecución y como consecuencia se sienta inhibido de
expresarse libremente.
Melanie Klein, también mantenía una postura abierta y una conceptualización favorable
de la agresividad del niños durante el proceso analítico, ya que es esencial se mantenga
la alternancia entre las oscilaciones de amor y odio que se ven reflejadas en el niño a la
hora de jugar y es tarea del analista permitir que el niño, a través del juego, pueda
experimentar sus emociones tal cual aparecen y que no tenga incidencia la crítica o moral
del analista. Para que se pueda conservar este proceso, el analista debe generar un
campo propicio, estimulando que el niño exprese sus sentimientos, emociones, fantasías
y que éstas por más que sean destructivas y agresivas no deben ser reprochadas e
incitadas por él; se pretende en el espacio psicoanalítico entender el psiquismo del niño e
intentar transmitirle que es lo que sucede en él.
CONCLUSIONES
En el psicoanálisis de niños han ido cambiando con el pasar del tiempo las estrategias
para subsanar las problemáticas del infante, pero considero de gran relevancia la técnica
del juego como una herramienta que estimula y habilita al niño para que pueda
expresarse y darle nuevos sentidos a su realidad. En el juego aparecen los temores,
lasangustias, las represiones, el miedo, sentimientos terribles que el niño muchas veces
no puede expresar a través de la palabra. Es muy basta la información sobre los autores
quecoinciden en que el juego es una actividad lúdica de expresión creativa y que tiene un
papel fundamental en la constitución del psiquismo del niño.
Todas esas señales deben ser respondidas mediante una mirada sostenedora, escucha
activa, a través de su presencia, generando de esta manera un campo de interacción
entre el bebé y su madre, en el cual se satisfacen las necesidades del mismo. Cuando
esto no sucede, es trabajo del psicoanálisis y función del analista satisfacer esas
necesidades primarias y brindar sustento y todo tipo de significaciones privilegiando la
mirada y la escucha activa en el encuentro con el niño, en donde el terapeuta también se
involucra en el acto creativo y expresivo, produciendo nuevos sentidos en su realidad
infantil.
REFERENCIAS
UNIVERSIDAD DE LONDRES
03 de Febrero 2018