MÚSICA INMORAL Muerdaaaaa. ¡Sí!
, como lo está leyendo
Ilustración: Delvy Betancourt
< ¿Qué le interesa?…todo aquello que
sea inmoral> se escucha en el video clic
de Bocanada, el segundo álbum del
exvocalista de Soda Stereo Gustavo
Cerati. Su fecha no importa, -búsquenla
en la web- los elementos del rock
alternativo, pop, neopsicodelia se
escuchan a simple oído. Pero lo
interesante no es eso, los datos son
irrelevantes ante semejante obra musical.
¡Claro! Gustavo Cerati. ¿Quién?...
¡Vamossssss, dice el porteño! La
obviedad salta a la vista. Pero espere, no
se afane, piense que en realidad no es tan
sencillo. Estos chicuelos no digieren tan
fácil lo que la industria musical les da
para el consumo diario. No es culpa de
estos pobres muchachos, o sí. Al fin y al
cabo, hay que tener tres dedos en frente
como para… no se deje meter los dedos a
la boca. ¡Y sí! Lamentablemente si,
-sucede-, por más advertencia de la
abuela. La metida de dedos es entera, no
sublime, contundente y voraz.
muerdaaaaa. No suave sino categórico,
insaciablemente, como si le quisiera dar
una lección única a ese que no quiere que
jamás le vuelva a meter los dedos en su
exquisita y sabrosita boquita.
Pero bueno a ¿qué debe todo esto? Pues a
esto. Qué inmoral era este tipo. Cantando
cosas impúdicas, sin vergüenza, se tiró la
generación de los 80´y 90’ y más, -por
fortuna para muchas y muchos-. Al igual
que Café Tacvba en El Baile y el Salón se
escucha Voleuz-vous coucher avec moi?,
sin antes haber cantado… “Y así bailando
quiero, que me hagas el amor, de hombre
a hombre”. ¡No!, esto es la tapa.
Pero aquí aún usted se pregunta si es tan
así que eso que escucha su hija o hijo le
está moviendo la cabeza, en realidad no lo
sabe, ya que ni siquiera la entiende y
pretende no entenderla. Pero ojo, la oye,
no la escucha, dos ejercicios totalmente
diferentes. Seamos sinceros, lo que
percibe con el oído ya fue, se escapó a
sus demás sentidos maternales y
paternales. ¡Ya está hecho el mal! Tal cual
como el Naegleria fowleri el parasito
regueteneris musicalis o rancherus
depremedus y por ahí el pop comercialis
no entra por la nariz, sino por ese órgano
corporal que permite distinguir y oír los
sonidos, para luego incrustarse
salvajemente en las mentes de estos
pobres jóvenes. Y ¡zas! Muerte absoluta,
diría la tía o el tío remilgoso, “…y tan
buen muchacho que era”. ¿Es acaso la
música la culpable? Claro Rebel Rebel,
Baby I love you the Ramones, Rock the
Casbah the Clash, Psycho Killer de
Talking Heads o al otro extremo Noelia
de Nino Bravo, Gracias a la Vida de
Mercedes Sosa o Café y Petróleo de Ana
y Jaime, en fin no tuvieron así la misma
dinámica de la industria musical y por
supuesto, del consumo. Todas las
anteriores canciones y grupos escribían
música para expresar su inconformidad,
sentimientos, ideales anticapitalistas, o
benevolencias del mundo sensible y
suprasensible. Es lo mismo. No nos
quedemos en el sonsonete, aunque usted
no comparta el mensaje de muchas letras
de estas canciones o no las entienda, haga
el deber de comprender y de superar la
barrera de su generación x, y y milenial.
No vaya a expresar, cómo va comparar,
en mi época nuestra música era social, en
mi época esta gente si cantaba, en mi
época tenía talento, ahora cualquier canta,
en mi época…!basta! Sáquese por unos
minutos esa época que ya fue e intente
escuchar eso que el otro escucha.
Al buen estilo de Rancière1, emancípese.
¡Vaya! agarre un cd, aún existen o la usb
que seguro debe tener conectada a la cpu
su hija o hija por ejemplo, coloque alguna
pista de esas que seguro tararea un poco
– no se haga, sabemos que algo le gusta
esa pelea de latoneros- y, demuéstrese a
usted mismo que puede escucharla, no
oírla, ya sabe que son dos cosas
diferentes. Cierre los ojos y verá que
posiblemente en unos cuantos segundos
está llevando el ritmo con el pie o
golpeando el dedo índice en la mesita en
donde está puesto el compu. Bueno, si es
medio hostil, este baboso artículo lo
1
Rancière Jacques. El espectador emancipad.
Ellago Ediciones, 2010.
manda pa´el carajo y sigue con el otro o,
simplemente hará el ejercicio
emancipador y se dará cuenta de que
usted es más pilo que cualquier otro
sujeto que está leyendo estas espléndidas
y sabías palabras.
Como podrá darse cuenta no es algo que
se le esté pidiendo del otro mundo, es
más, es de otro mundo si aprende
escuchar, sabrá que se está perdiendo de
sonidos maravillosos.
Ya se da a la idea para dónde vamos.
¿No? Pues…tranquila, tranquilo. Esto es
simple. No importa lo que escuche su
muchacha o muchacha, le debe dar igual
en la medida que lo escucha. Es más para
bajarle la moral y decirle que la batalla
esta perdida, lo canta a pulmón tendido,
se la sabe y lo peor la ha dedicado a
cualquier tarado o bella damisela. Pero,
no de los brazos a torcer. Escribí
<batalla>, no guerra. Y claro está, esta no
está perdida, hay que dar batalla siempre
para triunfar en la guerra. Lo curioso es
que a ella o a él le pasara lo mismo en
unos cuantos años, así que no se
preocupe, se sacará la espina y le dirá,
“pero de que se queja, si usted era igual
o peor” ¿se acuerda de las sabias palabras
de mamá o papá?, esa si esta buena.
¿Está impaciente? Iré al grano. Tenemos
la siguiente situación. Un joven que
escucha eso que usted demoniza, viste
con una pinta rara o, usa esa vestimenta
de esos videos y como que sabe qué
carajos está metiendo.
Este personaje le dice: En primera
medida, no oiga escuche, si no sabe lo
que es, busque en el diccionario, ya lo
leyó dos veces. Dos, haga el ejercicio
sabiendo la diferencia de escucharla y
hacerse una idea inicialmente vaga, en
seguida más que tenue, para continuar
con una más razonable para concluir con
un razonamiento crítico, -no criticón-
comparando su época con esta o cualquier
otra de las que haya vivido, sino al
contrario, aproveche el acceso a internet y
busque información de eso que escucho,
nútrase con un poco de contenido literario
sobre lo que escucho, -sacando sus
prejuicios eso sí-. Ahora comparte esa
información con su hija o hijo, ella o él
sabrá que hará con ella. Tal vez haga de
eso un bucle infinito de interrogantes que
le permitan interactuar con lo que ella o él
sabe y así establecer un dialogo casi
nunca dado o, no. No les interesa en lo
más mínimo que usted entienda lo que
ella o él escuchan, les parecerá ridícula o
ridículo que su padre, acudiente, tío,
abuela, abuelo, primo que lo duplica en
edad, la amiga de la madre entrometida,
la vecina metiche, en fin, tanto talentos
habidos y por haber, que la dejara a un
lado. Pero no se preocupe. Perdió una
batalla de muchas. Siga intentándolo. No
se quede con el simplismo de la
inmoralidad, no es una cuestión moralista,
ni ético ni mucho menos religioso. Es
más, le pido intenten sacar un poco de eso
y sacudirse el polvo del prejuicio y en
ocasiones mal intencionado que tenemos
todas y todos cuando pronunciamos tal
convincentemente y clasificamos a ese
otro como rapero, metacho, rasta,
punquero, en fin, sin antes llenar de
argumentos sociohistóricos y
socioculturales para poder dar una
apreciación desde la historicidad y no
desde una corriente reflexiva que circula
solo para estigmatizar y señalar como ese
diferente que no es igual a mí. Por suerte
nadie tiene la suerte de parecerse a otro.
Si escuchan lo que quieren escuchar, esa
es la idea de un país que se declara
democrático, pluricultural, tolerante y
respetuoso. Sin embargo, ahora haga el
intento de ver al otro lado del espejo. No
considera que sus exclamaciones y
señalamientos se basan solamente por lo
que el otro como sujeto identitario y
reconocido como otro dentro de una
sociedad que desde la diferencia
promociona la igualdad de eso que
escucha. Pero dejemos de tanta palabrería
y digamos las cosas como son. Andrés
sufre de depresión, ¡claro! escuchando
Radiohead antes no se ha cortado las
venas. Ese man consume que da miedo,
es que con esa música quién no,
cualquiera escuchando Enter Sandman.
Te acuerdas de la hija del vecino, pone
ese reggaetón toda la tarde, ya entiendo
de dónde saca esas pintas.
¡Pero antes! se la pasa escuchando korr,
mamaaaaaá, es Korn, con ene al final, mi
mamá no sabe nada.
¡Uhhhhhh, ya no más garrote! No es
garrote, ni un jalón de orejas, nada que se
le parezca. Al contrario, indague sobre la
relaciones de poder desde los lenguajes
propios de la música, analice la posición
sociocultural y política de la mujer en la
letras de cualquier género musicales.
Pregunte sobre la identidad masculina y
el machismo en esas letras que tararea
cuando su hija o hijo y -usted, no se
haga- colocan haciendo el aseo
dominical. Analice sobre la imagen y la
sexualidad en la música, explore la
construcción de identidad o identidades a
partir de la música. ¡Vaya! Ahora si
entiende que el rollo de la película puede
ser otro. Aclaro, no necesita tener
maestría en estudios culturales, ni
especialización, ni tener un doctorado en
ciencias sociales o alguna esas vainas que
le suenen a que es más preparado que un
yogurt. Solo inquiétese, haga un eje de
inflexión por un momento en su vida y
reflexione. Las relaciones de aprendizaje
y enseñanza están a la orden del día. ¡Sí!
Usted puede hacerlo, tal y como le
refiero, no necesita un Ph.D, haga el
intento, únase a esta relación tal y como
lo hizo Jacotot quien sin saber holandés
logró que sus estudiantes de la
Universidad de Lovaina aprendieran
francés, leyendo el Telémaco (1699), de
François de Salignac de La Mot Fénelon.2
Pero bueno, no es necesario que se vaya a
leer el Telémaco, ¡no exagere!.
Igual a estas alturas del partido no le
servirá, pero sí que lea lo que le permitirá
establecer una relación discursiva con su
hija o hijo y con ese otro que tal vez
2
Jacotot Joseph. Lengua Materna. Enseñanza
universal. Buenos Aires. Editorial Cactus, junio
2008.
considere un raro por el simple hecho de
vestir de negro.
Permítase entrar a eso que usted sataniza
y dele un arrebato intelectual como para
poder trasformar esa capacidad de
espectador e introducir en su vida a ese
excesivo y desbordado aprendizaje por
aquello que le teme porque simplemente
lo desconoce. No se quede a que otros –
digo nosotros- seamos los autores de
semejante osadía con sus hijas o hijos.
Vera que haciendo este sencillo ejercicio
intelectual, podrá esclarecer un poco esa
ímpetu prejuiciosa y de señalamientos
–apuntando el dedo- descontrolada y
focalizará sus energía en algo productivo
que le dará a corto, mediano y largo plazo
buenos resultados desde la relaciones con
el otro y consigo mismo. Comprenderá
que estamos en un mundo diverso y al
mismo tiempo raro, -eso es lo divertido
del asunto-, puede ser, y no está mal, pero
no se quede ahí. Vaya más allá de lo que
dicen y del susurro que transporta los
vientos y prepare su afilada reflexión para
comprender y construir nuevas
reflexiones en pro de las futuras
generaciones.
Autor:
Luis Andrés Torres Rodríguez.
Especialista en Gestión Cultural
Universidad de Buenos Aires.