Sunteți pe pagina 1din 4

Papers 65 001-195 12/2/02 11:58 Página 188

188 Papers 65, 2001 Ressenyes

de la integración de los inmigrantes en pensador al publicar, con escaso rigor argu-


Europa, la vehemencia de la polémica desa- mentativo, unos pensamientos ya recu-
tada por la aparición de este libro, en cier- rrentes en ámbitos más profanos.
tos círculos intelectuales, está vinculada a la
pretensión de cientificidad y conocedor de Kátia Lurbe i Puerto
la causa en la que se sitúa la figura del autor Universitat Autònoma de Barcelona

BAERT, Patrick
La teoría social en el siglo XX
Madrid: Alianza, 2001 (e.o. 1998), 272 p.

Raras son las ocasiones en que podemos Conocíamos ya a Baert por la publi-
disfrutar de un libro que sea profundo, cación, en 1992, de la que había sido su
crítico y original, al tiempo que consti- tesis doctoral: Time, Self and Social Being
tuya un texto básico o recomendable para (Aldershot: Avebury), un interesante
estudiantes de licenciatura, huyendo del intento de fundamentación de una «socio-
tedioso formato del manual o del más logía temporalizada» a partir de una rein-
fragmentario e irregular de la recopilación terpretación de las aportaciones de George
de artículos de diferentes autores. Éste es, Herbert Mead. Ya en este libro asomaba la
sin embargo, el caso del libro que nos promesa de futuros desarrollos y origina-
ocupa: Patrick Baert ha conseguido, en les ideas que, aun sin tomar una forma
efecto, pertrechar a los lectores con un sistemática, continúan elaborándose en
texto a la vez riguroso, claro y sintético el texto que comentamos. Pues, en efecto,
sobre la teoría social del siglo que acaba- no se trata de una obra meramente exegé-
mos de dejar atrás. tica: ocurre más bien que Baert, al tiempo
Riguroso, porque Baert no se refugia que analiza diferentes autores y escuelas,
en vaguedades ni usos retóricos e impre- deja entrever algunas concepciones teóri-
cisos del lenguaje, que tanto tenemos que cas propias. Tanto la introducción como
sufrir en estos tiempos los que gustamos las conclusiones del libro son buena mues-
de la teoría social, y porque su argumen- tra de ello. En la primera, el autor defien-
tación crítica es a un tiempo impecable e de una determinada concepción de la
implacable, porque consigue sin aparen- teoría social como disciplina abstracta,
te esfuerzo que las teorías más complica- generalista y con sentido propio, que no
das y abstractas resulten perfectamente todos los científicos sociales aceptarían de
comprensibles: ante un libro como éste, buen grado (abocados, como están
ya no valen excusas del tipo «este autor muchos de ellos, a ver en la teoría social
no se entiende» o «esta teoría no dice un mero «libro de recetas» cuya única
nada». Y sintético, porque resulta asom- finalidad es la de servir instrumentalmente
broso que un análisis de tanta calidad a la «investigación aplicada»). Pero ade-
como el que hace el autor de las princi- más, quiere Baert huir —y lo consigue—
pales corrientes de teoría social del siglo XX de tres tipos de falacias muy corrientes en
pueda caber en cantidad tan relativamente las discusiones teóricas en sociología:
pequeña de páginas (unas 250), si la com- a) La primera es la falacia del perspec-
paramos con la de otros textos de similar tivismo, según la cual cada teoría ve la
intención mucho más confusos y super- realidad «desde su perspectiva», y no exis-
ficiales. tirían, por tanto, patrones para la com-
Papers 65 001-195 12/2/02 11:58 Página 189

Ressenyes Papers 65, 2001 189

paración y evaluación de teorías rivales; cionalismo, las teorías de la elección racio-


todo el libro de Baert es, sin embargo, nal o las teorías biologistas); se trata de
una magnífica prueba de lo contrario: nos otro signo de pereza intelectual que exime
muestra que hay aspectos mutuamente de tratar con detalle los argumentos en
incompatibles entre teorías distintas; hay juego; claro que siempre hay posibles apli-
otros puntos comunes que no presentan caciones y consecuencias políticas en las
más que problemas de «traducción»; hay teorías, y que a veces pueden ser poco esti-
contradicciones internas, tensiones irre- mulantes, pero eso no autoriza a la con-
sueltas, algunos argumentos sencillamente fusión conceptual ni a la argumentación
impecables y otros simplemente chapu- ad hominem (y además, si tal lógica de
ceros; en definitiva, no sólo es posible eva- razonamiento se aplicase en general, avia-
luar y comparar las teorías sociales, sino dos estaríamos).
que resulta de lo más necesario y aleccio- Partiendo de esta estimulante declara-
nador. ción de principios, el contenido del libro
b) La segunda es la falacia del externa- va pasando revista a los autores y a las
lismo, consistente en plantear descalifica- corrientes más influyentes de la teoría
ciones globales «desde fuera» de las pro- social contemporánea: desde el estructu-
pias teorías que se analizan (otra ralismo y el funcionalismo —con sus deri-
lamentable y extendida práctica que en el vaciones actuales en las obras de Bourdieu
peor de los casos puede encubrir buenas o de Luhmann—, pasando por el inte-
dosis de ignorancia culpable o de pereza raccionismo simbólico y la etnometodo-
intelectual). Baert nos muestra cómo suele logía, hasta llegar a autores como
ser más eficaz y fructífero, aunque requie- Giddens, Foucault, Habermas o los teó-
ra mayor esfuerzo de comprensión y más ricos de la elección racional y los juegos
trabajo, el hacer críticas internas, que de estrategia. El tratamiento es a la vez
además permiten avanzar y plantear pro- expositivo y crítico: Baert nos sitúa pri-
blemas nuevos y significativos. Una fre- mero en el contexto y la personalidad de
cuente variante de esta falacia es la de cri- cada autor o escuela y nos indica sus
ticar al teórico por no hacer lo que no influencias teóricas, para exponer después
pretendía hacer; suele tomar la siguiente de forma brillante y fidedigna las princi-
forma: 1) Fulano dice A; 2) B es cierto; pales ideas en juego, y acabar con una eva-
3) Fulano no dice B; 4) luego A es falso luación crítica que identifica de forma
(o, como mínimo, irrelevante). Baert se harto certera los puntos fuertes y débiles
niega con razón a utilizar esta estrategia de cada uno de ellos. No me extenderé
retórica tan habitual, con el obvio argu- aquí en la consideración de cada capítulo,
mento de que nadie lo puede decir todo. pues no es menester sustituir la lectura
De hecho, la misma línea de crítica —si es del propio texto, pero baste apuntar que
que se la puede llamar así— podría apli- el discurso de Baert tiene atractivos aña-
carse a cualquier libro, incluido el de didos al mero resumen: rebate lugares
Baert, donde se pueden detectar algunas comunes tan tradicionales como discuti-
ausencias (la más clamorosa es sin duda bles, aboga por recuperar las fuentes pri-
la del marxismo en sus diferentes deriva- marias (algo esencial en autores como
ciones y escuelas), que no por ello reba- Mead, por ejemplo), presenta giros inter-
jan la calidad de la obra. pretativos que sitúan bajo una luz nueva
c) La tercera es la falacia política, a a algunos autores (es el caso de Foucault),
saber, la descalificación de teorías basada deja entrever la vaguedad y/o banalidad
en sus supuestas implicaciones o utiliza- de algunas afirmaciones (vean si no el
ciones ético-políticas (como ha ocurrido capítulo dedicado a Giddens) o sugiere
hasta la saciedad, por ejemplo, con el fun- pistas para futuros desarrollos y lecturas.
Papers 65 001-195 12/2/02 11:58 Página 190

190 Papers 65, 2001 Ressenyes

A todo ello hay que añadir un último críticos de cada capítulo, probablemente
capítulo, dedicado a las filosofías de la lo mejor del libro, dan buena fe de ello.
ciencia (incluido el «realismo crítico» de Pero aún nos reserva el autor una última
autores como Roy Bhaskar, tan descono- carta: las consideraciones que enumera en
cido en nuestro país), que no por poco el último epígrafe son el esbozo de un
habitual resulta menos relevante para el «programa de futuro», y constituyen sin
resto de la argumentación del libro, hasta lugar a dudas una prometedora base para
el punto de que bien hará el lector aveza- vislumbrar las vías por las que habrá de
do en leerlo en primer lugar (dado que, de transitar la teoría social del siglo XXI. He
hecho, cualquier capítulo es susceptible aquí algunas de tales sugerencias:
de lectura independiente). a) Los individuos que estudian los teó-
No ocultemos, sin embargo, alguna ricos no están «encerrados» en el conoci-
irregularidad: los tratamientos de miento tácito del «sentido común», sino
Habermas y de Luhmann, por ejemplo, que pueden ser autorreflexivos, desarro-
resultan de lo más flojo del libro; el autor llar conciencia teórica, e incluso ser fuen-
no aparece aquí con la soltura en el mane- te de inspiración permanente para el cien-
jo de fuentes y la habilidad conceptual tífico social; «la teoría social», afirma
que despliega en el resto de su obra. Más Baert, «tendría que tomarse en serio el
acertada, aunque demasiado breve, es la simple hecho de que los individuos son
sección dedicada a Bourdieu. El resto de capaces de reflexionar sobre sus circuns-
los capítulos y secciones resulta excelen- tancias y que pueden actuar en función
te, aunque con alguna afirmación discu- de ese conocimiento» (p. 243); más aún:
tible en el caso de Foucault (como la ads- «lo característico de las condiciones de la
cripción del segundo y tercer volúmenes alta modernidad es precisamente la ten-
de la Historia de la sexualidad a la genea- dencia de las personas a no dar las cosas
logía, cuando constituyen una etapa por hechas y a reflexionar de forma regu-
diferente en su evolución teórica). La lar sobre reglas y presupuestos antes táci-
bibliografía, comentada y dividida por tos» (p. 247). El autor nos previene así
capítulos, es también excelente (aunque contra teóricos que, como Bourdieu, han
en muchos casos no se indican las tendido a veces a atribuir esta capacidad al
ediciones en castellano, y hay un error científico social pero no a los «legos». La
—cabe pensar que tipográfico— de bulto: pregunta clave es, entonces, «¿en qué con-
el ensayo «Funciones manifiestas y laten- diciones puede surgir la autorreflexión de
tes» se atribuye, en la página 82, a Parsons segundo orden?» (p. 248).
en vez de a Merton). En cuanto a la tra- b) En relación con lo anterior, Baert
ducción, resulta en general bastante cree —y no le faltan argumentos— que
correcta, siendo únicamente discutible la la teoría social del siglo XX, incluso la pre-
de ciertos términos (el self de Mead, por tendidamente «crítica», ha estado domi-
ejemplo, sigue su peripecia caótica de ver- nada por una «tendencia conservadora»
siones en castellano: en esta ocasión se a preocuparse fundamentalmente por
vierte como «sujeto», lo que se añade a cómo surge, se mantiene y se reproduce
otras traducciones previas como «perso- el orden social (ya sea como orden sisté-
na» o «sí-mismo», probablemente la más mico, estructural, de dominación, tácito
afortunada puestos a traducir; asimismo, o cotidiano, simbólico o significativo).
la agency de Giddens unas veces se tradu- ¿No cabría desarrollar una teoría social
ce como «agencia» y otras como «acción»). diferente, que se preocupase de cómo y
Al llegar a las conclusiones, debería ser en qué condiciones los individuos cam-
ya evidente para cualquiera que Baert no bian y cuestionan el orden social, en vez
se ha «casado» con nadie: los apartados de reproducirlo?
Papers 65 001-195 12/2/02 11:58 Página 191

Ressenyes Papers 65, 2001 191

c) La comprobación empírica no es el nomía, la biología evolucionaria, la física


único árbitro para la valoración de teorías, o las ciencias cognitivas. El purismo cor-
y sugiere Baert que a menudo no es ni porativista que lleva a defender una
siquiera el principal (algo que, por otro supuesta «autonomía» y «especificidad»
lado, ya demostró lógicamente Quine en de «lo social», como ciudadela sitiada cuya
los años cincuenta, aunque desde enton- pretendida «pureza» hay que proteger de
ces muy pocos se han dado por aludidos la «contaminación» externa, resulta para
en la práctica). Baert absurdo y contraproducente a estas
d) La teoría social pide a gritos un alturas. Buscar analogías y herramientas
esfuerzo de precisión lógica y un mayor conceptuales en otras disciplinas y difu-
grado de unificación de vocabulario y minar las fronteras con las mismas no
conceptos. Baert considera a las teorías implica verse reducido a ellas, ni asumir
de la elección racional como un intento todas sus implicaciones.
encomiable en este sentido (aunque cri- En definitiva, todo indica que Baert
ticable por otras razones), frente a pre- apuesta por una profunda renovación de
tendidas síntesis que se pagan al precio la teoría social, que no vacile en abando-
de la vaguedad y la imprecisión, cuando nar marcos teóricos tradicionales o libros
no al de priorizar el efecto retórico frente de cabecera ya superados, por muchos
a la claridad, el orden y la consistencia de vínculos inerciales o afectivos que poda-
los argumentos. Hay que abandonar el mos tener con ellos (pues sería irónico
ensayismo a-sistemático, la retórica, los que fueran los teóricos sociales los que
juegos del lenguaje, la grandilocuencia y, menos aplicasen la «reflexividad de segun-
si cabe, las aspiraciones literarias, para do orden»). Cabe certificar, entonces, que
tomarse en serio de una vez las exigencias debemos seguirle la pista al autor y espe-
formales de la lógica y del discurso teóri- rar futuros desarrollos de las ideas que
co: «no se puede estar al plato y a las taja- aquí aparecen simplemente apuntadas.
das» (p. 236), dice Baert, probablemente Pero, aun sin esta sucinta apuesta final, el
pensando en autores como Bourdieu, los libro de Baert es una obra necesaria, que
posmodernos o los foucaultianos, pero debería estar, con el lomo y las páginas
también, aunque en menor grado, en desgastadas, en la estantería de cualquier
algunas partes de la obra de Giddens o estudiante o profesor de teoría social.
Habermas.
e) La teoría social debe perder el miedo José Antonio Noguera
a ser «invadida» si se abre a aportaciones Universitat Autònoma de Barcelona
y avances actuales procedentes de la eco- Departament de Sociologia

BLANCO, Cristina
Las migraciones contemporáneas
Madrid: Alianza Editonal, 2000

El acelerado crecimiento económico de Ya desde finales de los ochenta, algu-


España ha llegado a la etapa en que nece- nos investigadores sociales señalaron la
sita importar mano de obra no cualificada, trascendencia de los cambios que se aveci-
y nuestra modernizada sociedad se enfren- naban. Pocos años después, paralelamente
ta ahora a las múltiples transformaciones a la creciente preocupación política,
y desafíos que supone la presencia creciente mediática y social, el auge de investiga-
de extranjeros no comunitarios. ciones sobre el fenómeno migratorio nos

S-ar putea să vă placă și