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Leonardo Sin
Antes de la llegada de los españoles nadie niega que existieran las borracheras entre
los indígenas, entre los cuales el consumir bebidas embriagantes era parte de una acción
política – religiosa. No cualquier persona podía tomar de la bebida que se consumía en esa
época, la ya conocida bebida de los dioses, pues su consumo estaba permitido sólo a los
nobles y a los guerreros; los viejos podían consumir el pulque aunque también llegaba a haber
borracheras populares durante los rituales a los dioses, pero había castigos portales actos. A
pesar de ser un tema interesante, no se conoce demasiado de la manera como se llevaba a
cabo el consumo de esta bebida embriagante, tanto por la falta de fuentes como por el ya poco
interés de esta época.
Sin embargo, hay más estudios sobre el tema en la época colonial, con distintos
objetivos y directrices, con discusiones como si el consumo de estas bebidas embriagantes a la
llegada de los españoles aumento entre los indígenas, si se generalizo ó si esta generalización
de la embriaguez era síntoma de una relajación de las costumbres o era parte de la reacción a
la represión de la que eran victimas tanto indios, como mestizos españoles y criollos pobres.
Una idea que ha sido aceptada es esta última en la cual un representante es Juan Pedro
Viquiera Albán, que argumenta que aun con la prohibición de pulquerías cerradas y el
aumento de impuestos al pulque entre otras reglas más que se adoptaron para regularizar su
consumo, las pulquerías se volvieron centros de sociabilidad populares, lugares donde el
consumo del pulque era parte del desahogo compulsivo ante la realidad de miseria y
humillación constante, dando así lugar a una situación que ocasionaba múltiples y constantes
desordenes; así pues las pulquerías fueron tratadas por los poderes como si fueran zonas de
tolerancia.
Así pues, había el ambiente propicio para que se dieran las borracheras en la ciudad de
México, tanto en vía pública como en lugares dedicados a la venta de bebidas alcohólicas. En
esta época se generalizó la embriaguez y cualquier pretexto era bueno para pegarse varios
días a la copa. La entrada de un virrey a la ciudad de México, una boda, la fiesta patronal de un
lugar, y qué decir de los carnavales que con la llegada de los españoles y la religión católica se
integraron a las tradiciones de los mexicanos que no tardaron en adaptarse y disfrutar de los
goces que trae consigo la festividad. En estas fiestas se veían borrachos por todas partes, se
instalaban puestos de comida, músicos y desde luego las pulquerías y tabernas, que en
combinación con el ambiente trajeron muchos problemas para el orden social que se buscaba,
pues estas fiestas permitían entrar en el pecado, ver a hombres con mujeres tomando en el
mismo lugar, peleas, pecados de sexo entre otros tantos contratiempos que traían
consigo estas festividades de cuaresma.
También en esta época de cuaresma había una distracción más en el lago que
comunicaba a Chalco con la ciudad de México. Este recorrido por trajinera se generalizó en el
siglo XVIII, el cual era un paseo por las orillas del canal. Así mismo en las orillas no faltaban los
puestos que vendían las dotaciones para poder hacer ameno el paseo, se vendía comida,
pulque y se veían músicos en las trajineras amenizando el recorrido en donde también los
desordenes no faltaban por culpa del alcohol. En nuestros días nos queda un poco de canal
pero la diversión en las trajineras parece no ha cambiado demasiado en Xochimilco.
Fueron distintas las medidas que se buscaron establecer y aun así el consumo siguió y
tuvo que ser tolerado pues era una fuerte fuente de ingresos a la real hacienda y era parte
del control de una sociedad que, si bien hacia desfiguros cuando se embriagaban y daban mal
aspecto a la vía pública, preferían eso a rebeliones que muchas veces pensaban se podían dar
en estos sitios de reunión. Por eso reglas como la de no haber pulquerías cerradas por el
miedo a alguna organización en contra del gobierno.