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JUAN 2:23-3:21
• JESÚS HABLA CON NICODEMO
• QUÉ SIGNIFICA “NACER DE NUEVO”
Mientras Jesús está en Jerusalén para celebrar la Pascua del año 30, hace milagros
asombrosos. Así que muchas personas empiezan a creer en él. Nicodemo, un fariseo y
miembro del tribunal supremo judío o Sanedrín, está impresionado. Como quiere saber
más acerca de Jesús, lo visita de noche, probablemente por temor a que otros líderes
judíos lo vean y se manche su reputación.
Nicodemo le dice: “Rabí, sabemos que eres un maestro enviado por Dios, porque
nadie puede hacer los milagros que tú haces si Dios no está con él”. Entonces, Jesús le
explica que para entrar en el Reino de Dios hay que nacer de nuevo (Juan 3:2, 3).
“¿Cómo puede alguien nacer cuando es viejo? —pregunta Nicodemo—. No puede
meterse en la matriz de su madre y nacer por segunda vez, ¿verdad?” (Juan 3:4).
No. Está claro que eso no es lo que significa nacer de nuevo. Jesús le explica lo que
quiere decir: “Si uno no nace del agua y del espíritu, no puede entrar en el Reino de Dios”
(Juan 3:5). Jesús nació “del agua y del espíritu” cuando fue bautizado y descendió
espíritu santo sobre él. Entonces, se oyó una voz que dijo desde el cielo: “Este es mi Hijo
amado; él tiene mi aprobación” (Mateo 3:16, 17). Con esas palabras, Dios anunció que
Jesús, en ese momento, se había convertido en un hijo espiritual con la perspectiva de
entrar en el Reino de los cielos. Más tarde, en el Pentecostés del año 33, Dios ungirá con
espíritu santo a un grupo de cristianos bautizados. De ese modo, estos nacerán de
nuevo, es decir, llegarán a ser hijos espirituales de Dios (Hechos 2:1-4).
A Nicodemo le cuesta entender lo que Jesús le está enseñando sobre el Reino. Por
eso, Jesús le da más detalles sobre la función especial que tiene en la Tierra como Hijo
de Dios. Le dice: “Así como Moisés alzó la serpiente en el desierto, así tiene que ser
alzado el Hijo del Hombre para que todo el que crea en él tenga vida eterna” (Juan
3:14, 15).
Siglos atrás, cuando unas serpientes venenosas mordieron a algunos israelitas,
estos tuvieron que mirar a la serpiente de cobre que hizo Moisés a fin de seguir vivos
(Números 21:9). De manera similar, todos los que deseen librarse del pecado y la muerte
y obtener vida eterna deben demostrar fe en el Hijo de Dios. A continuación, Jesús le
explica a Nicodemo el papel tan importante que tiene Jehová en todo esto: “Dios amó
tanto al mundo que entregó a su Hijo unigénito para que todos los que demuestren fe en
él no sean destruidos, sino que tengan vida eterna” (Juan 3:16). De modo que, aquí en
Jerusalén, unos seis meses después de empezar su ministerio, Jesús deja claro que él
es el camino a la salvación.
Luego, le dice a Nicodemo: “Dios no envió a su Hijo al mundo para que él juzgue al
mundo”. Esto significa que Jesús no fue enviado para condenar a la humanidad a la
muerte, sino, como él mismo declara, “para que el mundo se salve por medio de él” (Juan
3:17).
Nicodemo ha ido a ver a Jesús en la oscuridad por temor al qué dirán. Por eso, es
interesante que Jesús concluya la conversación con estas palabras: “Esta es la base del
juicio: que la luz [que es Jesús, con su vida y sus enseñanzas] vino al mundo y, en vez de
amar la luz, las personas amaron la oscuridad, porque las cosas que hacían eran malas.
Porque el que practica cosas malas odia la luz y no va a la luz, para que las cosas que
hace no sean puestas al descubierto. Pero el que hace lo que es verdadero va a la luz,
para que se vea que las cosas que hace están de acuerdo con la voluntad de Dios” (Juan
3:19-21).
Ahora le toca a Nicodemo —este fariseo y maestro de Israel— reflexionar en lo que
acaba de escuchar sobre el papel de Jesús en el propósito de Dios.
◊ ¿Por qué va Nicodemo a ver a Jesús, y por qué lo hace de noche?
Jesús está en Jerusalén para celebrar la Pascua del año 30, hace milagros
asombrosos. Así que muchas personas empiezan a creer en él. Nicodemo, un fariseo y
miembro del tribunal supremo judío o Sanedrín, está impresionado. Como quiere saber
más acerca de Jesús, lo visita de noche, probablemente por temor a que otros líderes
judíos lo vean y se manche su reputación.
¿Y por qué lo hace de noche?
Nicodemo le dice: “Rabí, sabemos que eres un maestro enviado por Dios, porque nadie
puede hacer los milagros que
tú haces si Dios no está con él”. Entonces, Jesús le explica que para entrar en el
Reino de Dios hay que nacer de nuevo (Juan 3:2, 3).
“¿Cómo puede alguien nacer cuando es viejo? —pregunta Nicodemo—
A Nicodemo le cuesta entender lo que Jesús le está enseñando sobre el Reino. Por
eso, Jesús le da más detalles sobre la función especial que tiene en la Tierra como Hijo
de Dios. Le dice: “Así como Moisés alzó la serpiente en el desierto, así tiene que ser
alzado el Hijo del Hombre para que todo el que crea en él tenga vida eterna” (Juan
3:14, 15).
Siglos atrás, cuando unas serpientes venenosas mordieron a algunos israelitas,
estos tuvieron que mirar a la serpiente de cobre que hizo Moisés a fin de seguir vivos
(Números 21:9). De manera similar, todos los que deseen librarse del pecado y la muerte
y obtener vida eterna deben demostrar fe en el Hijo de Dios. A continuación, Jesús le
explica a Nicodemo el papel tan importante que tiene Jehová en todo esto: “Dios amó
tanto al mundo que entregó a su Hijo unigénito para que todos los que demuestren fe en
él no sean destruidos, sino que tengan vida eterna” (Juan 3:16). De modo que, aquí en
Jerusalén, unos seis meses después de empezar su ministerio, Jesús deja claro que él
es el camino a la salvación.
LECTURA ASIGNADA
(Juan 2:23-3:21)
23
Sin embargo, cuando estuvo en Jerusalén en la pascua, en la fiesta de esta, muchos
pusieron su fe en el nombre de él al ver las señales que él ejecutaba.
24
Pero Jesús mismo no se confiaba a ellos, porque los conocía a todos
25
y porque no tenía necesidad de que nadie diera testimonio acerca del hombre, porque
él mismo conocía lo que había en el hombre.
3 Ahora bien, había un hombre de los fariseos, Nicodemo era su nombre, un gobernante
de los judíos.
2
Este vino a él de noche y le dijo: “Rabí, sabemos que tú como maestro has venido de
Dios; porque nadie puede ejecutar estas señales que tú ejecutas a menos que Dios esté
con él”.
3
En respuesta, Jesús le dijo: “Muy verdaderamente te digo: A menos que uno nazca de
nuevo, no puede ver el reino de Dios”.
4
Nicodemo le dijo: “¿Cómo puede nacer el hombre cuando es viejo? No puede entrar en
la matriz de su madre por segunda vez y nacer, ¿verdad?”.
5
Jesús contestó: “Muy verdaderamente te digo: A menos que uno nazca del agua y del
espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.
6
Lo que ha nacido de la carne, carne es, y lo que ha nacido del espíritu, espíritu es.
7
No te maravilles a causa de que te dije: Ustedes tienen que nacer otra vez.
8
El viento sopla donde quiere, y oyes su sonido, pero no sabes de dónde viene ni
adónde va. Así es todo el que ha nacido del espíritu”.
9
En respuesta, Nicodemo le dijo: “¿Cómo pueden suceder estas cosas?”.
10
En respuesta, Jesús le dijo: “¿Eres tú maestro de Israel, y sin embargo no sabes estas
cosas?
11
Muy verdaderamente te digo: Lo que sabemos hablamos, y de lo que hemos visto
damos testimonio, pero ustedes no reciben el testimonio que damos.
12
Si les he dicho cosas terrenales y sin embargo no creen, ¿cómo creerán si les digo
cosas celestiales?
13
Además, ningún hombre ha ascendido al cielo sino el que descendió del cielo, el Hijo
del hombre.
14
Y así como Moisés alzó la serpiente en el desierto, así tiene que ser alzado el Hijo del
hombre,
15
para que todo el que cree en él tenga vida eterna.
16
”Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que
ejerce fe en él no sea destruido, sino que tenga vida eterna.
17
Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para que juzgara al mundo, sino para que el
mundo se salve por medio de él.
18
El que ejerce fe en él no ha de ser juzgado. El que no ejerce fe ya ha sido juzgado,
porque no ha ejercido fe en el nombre del Hijo unigénito de Dios.
19
Ahora bien, esta es la base para el juicio, que la luz ha venido al mundo, pero los
hombres han amado la oscuridad más bien que la luz, porque sus obras eran inicuas.
20
Porque el que practica cosas viles odia la luz y no viene a la luz, para que sus obras no
sean censuradas.
21
Pero el que hace lo que es verdad viene a la luz, para que sus obras sean puestas de
manifiesto como obradas en armonía con Dios”.
_________________________________________________________________________
_________________________________________________________________________
JUAN CAPT 3:
Este es uno de los versículos más conocidos y citados de la Biblia. Se dice que
ningún otro texto “resume de manera tan clara la relación de Dios con los seres
humanos, así como el camino a la salvación”. Por eso no es raro que en algunos países
haya quienes muestren pancartas en partidos y espectáculos, pongan letreros en sus
autos o pinten grafitis con este versículo.
Esas personas están convencidas de que Dios las ama y de que por eso tienen
garantizada la vida eterna. ¿Qué piensa usted? ¿Cree que Dios ha hecho algo para
demostrarle que lo ama?
El apóstol Pablo explicó: “Por medio de un solo hombre el pecado entró en el mundo,
y la muerte mediante el pecado, y así la muerte se extendió a todos los hombres porque
todos habían pecado” (Romanos 5:12).
Pero Dios ama la justicia (Salmo 37:28). Por eso, aunque no podía pasar por alto este
acto deliberado de desobediencia, tampoco condenó para siempre a la humanidad a
sufrir y a morir por culpa de un solo hombre. Más bien, equilibró la balanza de la justicia
para poder devolver a los seres humanos obedientes la esperanza de vivir para siempre.
¿Cómo? Aplicando la norma de “vida por vida” (Éxodo 21:23, nota). Adán perdió su vida
perfecta, así que alguien tenía que ofrecer, o sacrificar, una vida equivalente a la de él,
una vida perfecta.
Obviamente, ninguno de los descendientes de Adán podía hacerlo, pero Jesús sí
(Salmo 49:6-9). Él nació sin pecado, era perfecto tal como lo había sido Adán. De modo
que al dar su vida pudo liberar a la humanidad de la esclavitud al pecado y devolver a los
hijos de la primera pareja humana la oportunidad de tener la vida que alguna vez tuvieron
Adán y Eva (Romanos 3:23, 24; 6:23). ¿Hay algo que debamos hacer para beneficiarnos
de esta generosa muestra de amor?
*** cl cap. 23 pág. 235 párr. 12 “Él nos amó primero” ***
12
A·gá·pe se refiere al amor guiado por principios. No es, por tanto, la mera reacción
emotiva ante otra persona. Posee un campo de actuación más amplio y una base más
racional y deliberada. Sobre todo, está exento de egoísmo. Para ilustrarlo, volvamos a
Juan 3:16. ¿Qué es el “mundo” al que tanto amó Dios que dio a su Hijo unigénito? Es el
conjunto de seres humanos redimibles, entre quienes figuran muchos que viven en
pecado. ¿Los quiere Jehová como si fueran amigos íntimos, con el mismo cariño que
sentía por el fiel Abrahán? (Santiago 2:23.) No, pero es amoroso al tratarlos a todos con
bondad, aunque pague un alto precio por ello. Desea que todos se arrepientan y
cambien de proceder (2 Pedro 3:9). Muchos lo hacen, y entonces él se complace en
recibirlos como amigos.
*** w10 1/4 pág. 6 Enseñanzas de Jesús sobre Dios ***
Para empezar, enseñó que Jehová ama a todos los seres humanos. “Tanto amó Dios
al mundo —explicó— que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que ejerce fe en él
no sea destruido, sino que tenga vida eterna.” (Juan 3:16.) El término griego que aquí se
traduce “mundo” no se refiere al planeta Tierra, sino a la humanidad. De modo que fue
su inmenso amor por los seres humanos lo que lo impulsó a sacrificar a su Hijo más
querido. Así podría rescatar a sus siervos fieles del pecado y la muerte y darles la
esperanza de vivir eternamente. Apenas podemos imaginarnos —mucho menos medir—
la profundidad del amor de Dios (Romanos 8:38, 39).
*** w09 15/8 pág. 9 párr. 8 La vida eterna en la Tierra: ¿una esperanza cristiana? ***
8
Según Juan, la primera vez que Jesús mencionó la vida eterna fue en la
conversación que tuvo con un fariseo llamado Nicodemo. “A menos que uno nazca del
agua y del espíritu —le dijo—, no puede entrar en el reino de Dios.” Así es, para que
alguien pueda entrar en el Reino de los cielos, es necesario que “nazca de nuevo” (Juan
3:3-5). Pero después de decir eso, pasó a hablar de la esperanza que hay para todos los
seres humanos (léase Juan 3:16). Jesús se refería a la esperanza de la vida eterna en el
cielo para sus seguidores ungidos y a la esperanza de la vida eterna en la Tierra para el
resto de sus discípulos.
*** w08 15/12 pág. 12 El singular papel de Jesús en el propósito divino ***
El “Hijo unigénito”
3
Jesús no es uno más de los hijos de Dios. Es el “Hijo unigénito de Dios” (Juan
3:16, 18). La palabra griega traducida “unigénito” puede definirse como “solo en su
clase, único” o “el único miembro de una familia o género”. Ahora bien, puesto que
Jehová tiene millones de hijos espirituales, ¿en qué sentido es Jesús “el único miembro”
de su familia?
4
Jesús es singular en el sentido de que es la única creación directa de su Padre. Él es
“el primogénito de toda la creación”, “el principio de la creación por Dios” (Col. 1:15; Rev.
3:14). El papel que el Hijo unigénito desempeñó en la creación también fue singular.
Aunque Jehová es el Creador, se valió de él para crear todas las demás cosas (léase
Juan 1:3). El apóstol Pablo escribió: “Realmente para nosotros hay un solo Dios el
Padre, procedente de quien son todas las cosas, y nosotros para él; y hay un solo Señor,
Jesucristo, mediante quien son todas las cosas, y nosotros mediante él” (1 Cor. 8:6).
*** cf cap. 17 pág. 181 párrs. 19-20 “Nadie tiene mayor amor que este” ***
Jesús explicó quién es al decir: “Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito,
para que todo el que ejerce fe en él no sea destruido, sino que tenga vida eterna” (Juan
3:16). Dios nos ama tanto que dio a su Hijo como rescate, haciendo así posible nuestra
liberación del pecado y la muerte (Efesios 1:7). Sin lugar a dudas, el rescate es un regalo
valiosísimo que nos da Jehová, pero él no nos obliga a aceptarlo.
20
Nos toca a nosotros decidir si aceptamos este regalo de Jehová. ¿Y cómo lo
hacemos? ‘Ejerciendo fe’ en su Hijo. La fe, sin embargo, no consiste solo en palabras,
sino que se prueba por hechos, por nuestra manera de vivir (Santiago 2:26).
Demostramos que ejercemos fe en Jesucristo siguiéndolo día a día.
*** w90 15/11 pág. 12 párr. 7 “El mayor de estos es el amor” ***
7
¿Qué palabra griega usó Pablo en 1 Corintios 13:13, donde mencionó la fe, la
esperanza y el amor y dijo que “el mayor de estos es el amor”? Aquí la palabra es
a·gá·pe, la misma que usó el apóstol Juan cuando dijo: “Dios es amor”. (1 Juan 4:8, 16.)
Este es un amor guiado o regido por principios. Puede que incluya cariño y afecto, o
puede que no, pero es una emoción altruista o un sentimiento hacia hacer el bien a los
demás prescindiendo de si lo merecen o no, o de si el dador recibe o no beneficios en
cambio. Esta clase de amor hizo que Dios diera lo que más atesoraba su corazón, su
Hijo unigénito, Jesucristo, “para que todo el que ejerce fe en él no sea destruido, sino que
tenga vida eterna”. (Juan 3:16.) Como bien nos recuerda Pablo: “Apenas muere alguien
por un hombre justo; en realidad, por el hombre bueno, quizás, alguien hasta se atreva a
morir. Pero Dios recomienda su propio amor a nosotros en que, mientras todavía éramos
pecadores, Cristo murió por nosotros”. (Romanos 5:7, 8.) Sí, a·gá·pe hace el bien a otros
sin tomar en consideración la posición que ocupan en la vida ni el costo por expresar tal
amor.
*** sh cap. 10 pág. 244 párr. 13 El cristianismo... ¿era Jesús el camino a Dios? ***
, Jesús no enseñó —como sí lo hizo el Buda— que uno puede lograr su propia
salvación por la senda del conocimiento y la iluminación. Más bien, señaló a Dios como
la fuente de la salvación cuando dijo: “Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo
unigénito, para que todo el que ejerce fe en él no sea destruido, sino que tenga vida
eterna. Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para que juzgara al mundo, sino para
que el mundo se salve por medio de él”. (Juan 3:16, 17.)
*** ti pág. 16 ¿Qué dice la Biblia acerca de Dios y Jesús? ***
Así que la vida de Jesús, el Hijo unigénito, tuvo comienzo. Y al Dios Todopoderoso se
le puede llamar con razón su Engendrador, o Padre, en el mismo sentido que un padre
terrestre, como Abrahán, engendra un hijo. (Hebreos 11:17.) Por lo tanto, cuando la
Biblia dice que Dios es el “Padre” de Jesús, quiere decir lo que dice: que son dos seres
distintos y separados. Dios es el mayor, Jesús es el menor... en términos de tiempo,
posición, poder y conocimiento.
Cuando uno toma en cuenta que Jesús no fue el único hijo celestial creado por Dios
en los cielos, queda patente por qué se usó en su caso el término “Hijo unigénito”. A una
cantidad innumerable de otros seres celestiales creados —ángeles— se les llama
también “hijos de Dios”, con el mismo sentido que aplicaba a Adán el término, porque la
fuerza de vida en ellos había provenido de Jehová Dios, la Fuente de la vida. (Job 38:7;
Salmo 36:9; Lucas 3:38.) Pero todos estos seres celestiales fueron creados mediante el
“Hijo unigénito”, el único que fue engendrado directamente por Dios. (Colosenses
1:15-17.)
*** tp cap. 11 pág. 119 párr. 8 Los sobrevivientes ‘no pueden ser parte del mundo’
8
La Biblia muestra que Dios ama al mundo de la humanidad sencillamente como
criaturas humanas en estado imperfecto y moribundo y en desesperada necesidad de
ayuda. Por otra parte, Satanás ha organizado a la mayoría de la humanidad en oposición
a Dios. Es de ese “mundo” —la sociedad humana apartada de Dios y bajo el control de
Satanás— del cual tienen que separarse los cristianos verdaderos. (Santiago 1:27.) La
Palabra de Dios advierte contra amar los deseos y hechos malos o incorrectos de ese
mundo: “Todo lo que hay en el mundo —el deseo de la carne y el deseo de los ojos y la
exhibición ostentosa del medio de vida de uno— no se origina del Padre, sino que se
origina del mundo. Además, el mundo va pasando, y también su deseo, pero el que hace
la voluntad de Dios permanece para siempre”. (1 Juan 2:15-17.)
11
Podemos ver, pues, que amar al mundo como Dios lo hace difiere muchísimo de amar
sus malos deseos y prácticas, que él condena. El amor de Dios a la humanidad ha hecho
posible obtener libertad de esos deseos pecaminosos y sus malos resultados, entre los
cuales está la muerte misma. Él expresó ese amor dando a su propio Hijo para rescatar
a la humanidad. Pero si alguien rechaza ese sacrificio y continúa en la desobediencia, la
Biblia dice que “la ira de Dios permanece sobre él”. (Juan 3:16, 36; Romanos 5:6-8.)
*** w92 15/1 pág. 11 párrs. 7-8 A los dadores piadosos les espera felicidad eterna
7
Jehová Dios tenía una razón especial para enviar a Jesús a este empobrecido
mundo de la humanidad. El amor divino fue el motivo de esto, pues Jesús mismo dijo:
“Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que ejerce fe en
él no sea destruido, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo al mundo
para que juzgara al mundo, sino para que el mundo se salve por medio de él”. (Juan
3:16, 17.)
8
Por su amor Jehová envió a su Hijo unigénito en una misión de salvar a otros. Dios
no envió aquí a su Hijo para juzgar al mundo. Si al Hijo de Dios se le hubiera enviado en
una misión judicial como esa, no habría habido buenas perspectivas para ningún ser
humano. La sentencia de juicio adverso de Jesucristo contra la familia humana habría
sido la de condenación a muerte. (Romanos 5:12.) Por eso, mediante esa expresión
singular del amor divino Dios contrapesó la sentencia de muerte que la justicia absoluta
hubiera requerido.
*** it-2 págs. 1172-1173 Unigénito ***
El apóstol Juan dice repetidas veces que el Señor Jesucristo es el Hijo unigénito de
Dios (Jn 1:14; 3:16, 18; 1Jn 4:9), aunque este término no hace referencia a su
nacimiento humano ni a su condición de hombre. Como el Ló·gos o Palabra, “este
estaba en el principio con Dios”, incluso “antes que el mundo fuera”. (Jn 1:1, 2; 17:5, 24.)
Ya entonces, en su existencia prehumana, era el “Hijo unigénito”, a quien su Padre envió
“al mundo”. (1Jn 4:9.)
También se dice que tiene una “gloria como la que pertenece a un hijo unigénito de
parte de un padre” y que está “en la posición del seno para con el Padre”. (Jn 1:14, 18.)
Es difícil pensar en una relación entre un padre y su hijo más íntima o más amorosa y
tierna que esta. (Véase SENO, POSICIÓN DEL.)
Los ángeles del cielo son hijos de Dios, tal como Adán fue un “hijo de Dios”. (Gé 6:2;
Job 1:6; 38:7; Lu 3:38.) Pero el Ló·gos, a quien más tarde se llamó Jesús, es el “Hijo
unigénito de Dios”. (Jn 3:18.) Él es el único de esta clase, el único a quien Dios mismo
creó directamente sin la mediación o colaboración de ninguna criatura. Es el único a
quien Dios, su Padre, utilizó para traer a la existencia a todas las otras criaturas. Es el
primogénito y el principal entre todos los otros ángeles (Col 1:15, 16; Heb 1:5, 6), a los
que las Escrituras llaman “los que tienen parecido a Dios” o “dioses”. (Sl 8:4, 5.) Por lo
tanto, según algunos de los manuscritos mejores y más antiguos, al Señor Jesucristo se
le llama apropiadamente “el dios unigénito [gr. mo·no·gue·nḗs the·ós]”. (Jn 1:18; BAS;
CB; CEBIHA; DGH; EMN; Ga; NTI; PIB; UN; Val, 1989.)
Algunas versiones, en apoyo del concepto trinitario “Dios el Hijo”, traducen la frase
mo·no·gue·nḗs the·ós por “Dios Unigénito” (AF; AFEBE, 1972; NC) o por otras fórmulas
que recuerdan la fraseología trinitaria. No obstante, según expresa W. J. Hickie en su
Greek-English Lexicon to the New Testament (1956, pág. 123), resulta difícil entender
por qué estos traductores no traducen mo·no·gue·nḗs the·ós por “el Dios unigénito” o “el
unigénito Dios”, si traducen mo·no·gue·nḗs hui·ós por “el Hijo unigénito”.
*** w08 15/12 pág. 12 El singular papel de Jesús en el propósito divino ***
El “Hijo unigénito”
3
Jesús no es uno más de los hijos de Dios. Es el “Hijo unigénito de Dios” (Juan
3:16, 18). La palabra griega traducida “unigénito” puede definirse como “solo en su
clase, único” o “el único miembro de una familia o género”. Ahora bien, puesto que
Jehová tiene millones de hijos espirituales, ¿en qué sentido es Jesús “el único miembro”
de su familia?
4
Jesús es singular en el sentido de que es la única creación directa de su Padre. Él es
“el primogénito de toda la creación”, “el principio de la creación por Dios” (Col. 1:15; Rev.
3:14). El papel que el Hijo unigénito desempeñó en la creación también fue singular.
Aunque Jehová es el Creador, se valió de él para crear todas las demás cosas (léase
Juan 1:3). El apóstol Pablo escribió: “Realmente para nosotros hay un solo Dios el
Padre, procedente de quien son todas las cosas, y nosotros para él; y hay un solo Señor,
Jesucristo, mediante quien son todas las cosas, y nosotros mediante él” (1 Cor. 8:6).
*** w93 1/4 pág. 14 ¿Quiénes siguen a “la luz del mundo”? ***
Aman la oscuridad
3
Esa era la situación cuando Jesús estuvo en la Tierra. Dios había dado a Jesús
poder para ejecutar milagros extraordinarios y de este modo probar que era el Mesías.
Por ejemplo, un sábado devolvió la vista a un hombre que había nacido ciego. ¡Qué
maravilloso acto de misericordia, y qué agradecido estaba aquel hombre! ¡Podía ver por
primera vez en su vida! Sin embargo, ¿cómo reaccionaron los líderes religiosos? Juan
9:16 dice: “Algunos de los fariseos se pusieron a decir [acerca de Jesús]: ‘Este no es
hombre de Dios, porque no observa el sábado’”. ¡Qué perverso era su corazón!
Acababan de presenciar una curación extraordinaria, pero en vez de alegrarse por el
hombre que había estado ciego y reconocer al que lo había curado, condenaron a Jesús.
De este modo, indudablemente pecaron contra la manifestación del espíritu santo de
Dios, un pecado imperdonable. (Mateo 12:31, 32.)
5
Se vio claramente que estos hipócritas religiosos estaban pecando contra el espíritu
de Dios en otra ocasión, cuando Jesús resucitó de entre los muertos a Lázaro. Gracias a
este milagro mucha gente común puso fe en Jesús. Sin embargo, fíjese en lo que
hicieron los líderes religiosos. “Los sacerdotes principales y los fariseos reunieron el
Sanedrín y empezaron a decir: ‘¿Qué hemos de hacer, porque este hombre ejecuta
muchas señales? Si lo dejamos así, todos pondrán fe en él, y los romanos vendrán y nos
quitarán nuestro lugar así como nuestra nación’.” (Juan 11:47, 48.) A ellos les
preocupaba su posición y su prominencia. Querían complacer a los romanos a toda
costa, no a Dios. Por lo tanto, ¿qué hicieron? “Desde aquel día entraron en consejo para
[matar a Jesús].” (Juan 11:53.)
6
¿Fue eso todo? No. Lo que hicieron después muestra cuánto amaban la oscuridad:
“Los sacerdotes principales ahora entraron en consejo para matar también a Lázaro,
porque a causa de él muchos de los judíos iban allá y ponían fe en Jesús”. (Juan
12:10, 11.) ¡Es increíble tanta maldad! Aunque hicieron todo aquello para proteger su
posición, ¿qué ocurrió? En aquella misma generación se rebelaron contra los romanos,
quienes vinieron contra ellos en 70 E.C. y les quitaron su posición, su nación y la vida
misma. (Isaías 5:20; Lucas 19:41-44.)
*** w91 1/8 págs. 8-9 párrs. 2-4 “La luz ha venido al mundo” ***
2
Por consiguiente, para los cristianos genuinos el juicio de Dios es asunto de
importancia, y en realidad desean agradarle. ¿Cómo pueden hacerlo? Jesús nos da la
clave en Juan 3:19. Dice: “Esta es la base para el juicio, que la luz ha venido al mundo,
pero los hombres han amado la oscuridad más bien que la luz, porque sus obras eran
inicuas”. Sí, el juicio de Dios se basará en si amamos o no la luz más bien que la
oscuridad.
“Dios es luz”
3
En sentido espiritual, la oscuridad tiene que ver con la ignorancia y la desesperanza
que hay en el dominio de Satanás... aunque Satanás con frecuencia finge ser un “ángel
de luz”. (2 Corintios 4:4; 11:14; Efesios 6:12.) Por otra parte, la luz tiene que ver con el
entendimiento y el esclarecimiento que provienen de Jehová Dios. Pablo habló de la luz
cuando escribió: “Porque Dios es el que dijo: ‘De la oscuridad resplandezca la luz’, y él
ha resplandecido en nuestros corazones para iluminarlos con el glorioso conocimiento
de Dios por el rostro de Cristo”. (2 Corintios 4:6.) La luz espiritual se identifica tan
estrechamente con Jehová Dios que el apóstol Juan escribió: “Dios es luz”. (1 Juan 1:5;
Revelación 22:5.)
4
Jehová ha puesto la luz a la disposición de todos mediante su palabra, que hoy se
consigue libremente en forma escrita en la Santa Biblia. (Salmo 119:105; 2 Pedro 1:19.)
Por lo tanto, el salmista en realidad expresaba su amor a la luz cuando escribió: “¡Cómo
amo tu ley, sí! Todo el día ella es mi interés intenso. Mi alma ha guardado tus
recordatorios, y los amo en sumo grado”. (Salmo 119:97, 167.) ¿Ama usted la luz tanto
como obviamente la amaba el salmista? ¿Lee regularmente la Palabra de Dios, medita
en ella y se esfuerza con ahínco por aplicar lo que dice? (Salmo 1:1-3.) Si así es, usted
está esforzándose por recibir un juicio favorable de Jehová.
*** w05 1/1 pág. 9 párr. 10 Sigamos el modelo que puso Jesús ***
10
En cierta ocasión, Jesús dijo lo siguiente a un fariseo de nombre Nicodemo: “El que
practica cosas viles odia la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean
censuradas. Pero el que hace lo que es verdad viene a la luz, para que sus obras sean
puestas de manifiesto como obradas en armonía con Dios” (Juan 3:20, 21). Juan llamó a
Jesús “la luz verdadera que da luz a toda clase de hombre” (Juan 1:9, 10). Y Jesús
afirmó que odiamos la luz si practicamos “cosas viles”, es decir, lo que es malo e
inaceptable para Dios. ¿Podemos imaginarlo: odiar a Jesús y sus enseñanzas? Pues
bien, eso es lo que hacen quienes practican el pecado y no se arrepienten. Quizá ellos
no lo vean de esa manera, pero es evidente que Jesús sí.