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45 Nicodemo va a ver a Jesús de noche ***


CAPÍTULO 17
Nicodemo va a ver a Jesús de noche

JUAN 2:23-3:21
• JESÚS HABLA CON NICODEMO
• QUÉ SIGNIFICA “NACER DE NUEVO”

Mientras Jesús está en Jerusalén para celebrar la Pascua del año 30, hace milagros
asombrosos. Así que muchas personas empiezan a creer en él. Nicodemo, un fariseo y
miembro del tribunal supremo judío o Sanedrín, está impresionado. Como quiere saber
más acerca de Jesús, lo visita de noche, probablemente por temor a que otros líderes
judíos lo vean y se manche su reputación.
Nicodemo le dice: “Rabí, sabemos que eres un maestro enviado por Dios, porque
nadie puede hacer los milagros que tú haces si Dios no está con él”. Entonces, Jesús le
explica que para entrar en el Reino de Dios hay que nacer de nuevo (Juan 3:2, 3).
“¿Cómo puede alguien nacer cuando es viejo? —pregunta Nicodemo—. No puede
meterse en la matriz de su madre y nacer por segunda vez, ¿verdad?” (Juan 3:4).
No. Está claro que eso no es lo que significa nacer de nuevo. Jesús le explica lo que
quiere decir: “Si uno no nace del agua y del espíritu, no puede entrar en el Reino de Dios”
(Juan 3:5). Jesús nació “del agua y del espíritu” cuando fue bautizado y descendió
espíritu santo sobre él. Entonces, se oyó una voz que dijo desde el cielo: “Este es mi Hijo
amado; él tiene mi aprobación” (Mateo 3:16, 17). Con esas palabras, Dios anunció que
Jesús, en ese momento, se había convertido en un hijo espiritual con la perspectiva de
entrar en el Reino de los cielos. Más tarde, en el Pentecostés del año 33, Dios ungirá con
espíritu santo a un grupo de cristianos bautizados. De ese modo, estos nacerán de
nuevo, es decir, llegarán a ser hijos espirituales de Dios (Hechos 2:1-4).
A Nicodemo le cuesta entender lo que Jesús le está enseñando sobre el Reino. Por
eso, Jesús le da más detalles sobre la función especial que tiene en la Tierra como Hijo
de Dios. Le dice: “Así como Moisés alzó la serpiente en el desierto, así tiene que ser
alzado el Hijo del Hombre para que todo el que crea en él tenga vida eterna” (Juan
3:14, 15).
Siglos atrás, cuando unas serpientes venenosas mordieron a algunos israelitas,
estos tuvieron que mirar a la serpiente de cobre que hizo Moisés a fin de seguir vivos
(Números 21:9). De manera similar, todos los que deseen librarse del pecado y la muerte
y obtener vida eterna deben demostrar fe en el Hijo de Dios. A continuación, Jesús le
explica a Nicodemo el papel tan importante que tiene Jehová en todo esto: “Dios amó
tanto al mundo que entregó a su Hijo unigénito para que todos los que demuestren fe en
él no sean destruidos, sino que tengan vida eterna” (Juan 3:16). De modo que, aquí en
Jerusalén, unos seis meses después de empezar su ministerio, Jesús deja claro que él
es el camino a la salvación.
Luego, le dice a Nicodemo: “Dios no envió a su Hijo al mundo para que él juzgue al
mundo”. Esto significa que Jesús no fue enviado para condenar a la humanidad a la
muerte, sino, como él mismo declara, “para que el mundo se salve por medio de él” (Juan
3:17).
Nicodemo ha ido a ver a Jesús en la oscuridad por temor al qué dirán. Por eso, es
interesante que Jesús concluya la conversación con estas palabras: “Esta es la base del
juicio: que la luz [que es Jesús, con su vida y sus enseñanzas] vino al mundo y, en vez de
amar la luz, las personas amaron la oscuridad, porque las cosas que hacían eran malas.
Porque el que practica cosas malas odia la luz y no va a la luz, para que las cosas que
hace no sean puestas al descubierto. Pero el que hace lo que es verdadero va a la luz,
para que se vea que las cosas que hace están de acuerdo con la voluntad de Dios” (Juan
3:19-21).
Ahora le toca a Nicodemo —este fariseo y maestro de Israel— reflexionar en lo que
acaba de escuchar sobre el papel de Jesús en el propósito de Dios.
◊ ¿Por qué va Nicodemo a ver a Jesús, y por qué lo hace de noche?

Jesús está en Jerusalén para celebrar la Pascua del año 30, hace milagros
asombrosos. Así que muchas personas empiezan a creer en él. Nicodemo, un fariseo y
miembro del tribunal supremo judío o Sanedrín, está impresionado. Como quiere saber
más acerca de Jesús, lo visita de noche, probablemente por temor a que otros líderes
judíos lo vean y se manche su reputación.
¿Y por qué lo hace de noche?
Nicodemo le dice: “Rabí, sabemos que eres un maestro enviado por Dios, porque nadie
puede hacer los milagros que
tú haces si Dios no está con él”. Entonces, Jesús le explica que para entrar en el
Reino de Dios hay que nacer de nuevo (Juan 3:2, 3).
“¿Cómo puede alguien nacer cuando es viejo? —pregunta Nicodemo—

◊ ¿Qué significa “nacer de nuevo”?


Jesús le explica que para entrar en el Reino de Dios hay que nacer de nuevo (Juan
3:2, 3).
“¿Cómo puede alguien nacer cuando es viejo? —pregunta Nicodemo—. No puede
meterse en la matriz de su madre y nacer por segunda vez, ¿verdad?” (Juan 3:4).
No. Está claro que eso no es lo que significa nacer de nuevo. Jesús le explica lo que
quiere decir: “Si uno no nace del agua y del espíritu, no puede entrar en el Reino de Dios”
(Juan 3:5). Jesús nació “del agua y del espíritu” cuando fue bautizado y descendió
espíritu santo sobre él. Entonces, se oyó una voz que dijo desde el cielo: “Este es mi Hijo
amado; él tiene mi aprobación” (Mateo 3:16, 17). Con esas palabras, Dios anunció que
Jesús, en ese momento, se había convertido en un hijo espiritual con la perspectiva de
entrar en el Reino de los cielos. Más tarde, en el Pentecostés del año 33, Dios ungirá con
espíritu santo a un grupo de cristianos bautizados. De ese modo, estos nacerán de
nuevo, es decir, llegarán a ser hijos espirituales de Dios (Hechos 2:1-4).

A Nicodemo le cuesta entender lo que Jesús le está enseñando sobre el Reino. Por
eso, Jesús le da más detalles sobre la función especial que tiene en la Tierra como Hijo
de Dios. Le dice: “Así como Moisés alzó la serpiente en el desierto, así tiene que ser
alzado el Hijo del Hombre para que todo el que crea en él tenga vida eterna” (Juan
3:14, 15).
Siglos atrás, cuando unas serpientes venenosas mordieron a algunos israelitas,
estos tuvieron que mirar a la serpiente de cobre que hizo Moisés a fin de seguir vivos
(Números 21:9). De manera similar, todos los que deseen librarse del pecado y la muerte
y obtener vida eterna deben demostrar fe en el Hijo de Dios. A continuación, Jesús le
explica a Nicodemo el papel tan importante que tiene Jehová en todo esto: “Dios amó
tanto al mundo que entregó a su Hijo unigénito para que todos los que demuestren fe en
él no sean destruidos, sino que tengan vida eterna” (Juan 3:16). De modo que, aquí en
Jerusalén, unos seis meses después de empezar su ministerio, Jesús deja claro que él
es el camino a la salvación.

◊ ¿En qué sentido no ha venido Jesús para juzgar al mundo?


Luego, le dice a Nicodemo: “Dios no envió a su Hijo al mundo para que él juzgue al
mundo”. Esto significa que Jesús no fue enviado para condenar a la humanidad a la
muerte, sino, como él mismo declara, “para que el mundo se salve por medio de él” (Juan
3:17).
Nicodemo ha ido a ver a Jesús en la oscuridad por temor al qué dirán. Por eso, es
interesante que Jesús concluya la conversación con estas palabras: “Esta es la base del
juicio: que la luz [que es Jesús, con su vida y sus enseñanzas] vino al mundo y, en vez de
amar la luz, las personas amaron la oscuridad, porque las cosas que hacían eran malas.
Porque el que practica cosas malas odia la luz y no va a la luz, para que las cosas que
hace no sean puestas al descubierto. Pero el que hace lo que es verdadero va a la luz,
para que se vea que las cosas que hace están de acuerdo con la voluntad de Dios” (Juan
3:19-21).
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LECTURA ASIGNADA
(Juan 2:23-3:21)
23
Sin embargo, cuando estuvo en Jerusalén en la pascua, en la fiesta de esta, muchos
pusieron su fe en el nombre de él al ver las señales que él ejecutaba.
24
Pero Jesús mismo no se confiaba a ellos, porque los conocía a todos
25
y porque no tenía necesidad de que nadie diera testimonio acerca del hombre, porque
él mismo conocía lo que había en el hombre.
3 Ahora bien, había un hombre de los fariseos, Nicodemo era su nombre, un gobernante
de los judíos.
2
Este vino a él de noche y le dijo: “Rabí, sabemos que tú como maestro has venido de
Dios; porque nadie puede ejecutar estas señales que tú ejecutas a menos que Dios esté
con él”.
3
En respuesta, Jesús le dijo: “Muy verdaderamente te digo: A menos que uno nazca de
nuevo, no puede ver el reino de Dios”.
4
Nicodemo le dijo: “¿Cómo puede nacer el hombre cuando es viejo? No puede entrar en
la matriz de su madre por segunda vez y nacer, ¿verdad?”.
5
Jesús contestó: “Muy verdaderamente te digo: A menos que uno nazca del agua y del
espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.
6
Lo que ha nacido de la carne, carne es, y lo que ha nacido del espíritu, espíritu es.
7
No te maravilles a causa de que te dije: Ustedes tienen que nacer otra vez.
8
El viento sopla donde quiere, y oyes su sonido, pero no sabes de dónde viene ni
adónde va. Así es todo el que ha nacido del espíritu”.
9
En respuesta, Nicodemo le dijo: “¿Cómo pueden suceder estas cosas?”.
10
En respuesta, Jesús le dijo: “¿Eres tú maestro de Israel, y sin embargo no sabes estas
cosas?
11
Muy verdaderamente te digo: Lo que sabemos hablamos, y de lo que hemos visto
damos testimonio, pero ustedes no reciben el testimonio que damos.
12
Si les he dicho cosas terrenales y sin embargo no creen, ¿cómo creerán si les digo
cosas celestiales?
13
Además, ningún hombre ha ascendido al cielo sino el que descendió del cielo, el Hijo
del hombre.
14
Y así como Moisés alzó la serpiente en el desierto, así tiene que ser alzado el Hijo del
hombre,
15
para que todo el que cree en él tenga vida eterna.
16
”Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que
ejerce fe en él no sea destruido, sino que tenga vida eterna.
17
Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para que juzgara al mundo, sino para que el
mundo se salve por medio de él.
18
El que ejerce fe en él no ha de ser juzgado. El que no ejerce fe ya ha sido juzgado,
porque no ha ejercido fe en el nombre del Hijo unigénito de Dios.
19
Ahora bien, esta es la base para el juicio, que la luz ha venido al mundo, pero los
hombres han amado la oscuridad más bien que la luz, porque sus obras eran inicuas.
20
Porque el que practica cosas viles odia la luz y no viene a la luz, para que sus obras no
sean censuradas.
21
Pero el que hace lo que es verdad viene a la luz, para que sus obras sean puestas de
manifiesto como obradas en armonía con Dios”.

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INFORMACION (Juan 2:23-3:21)


JUAN CAPT 2:

*** it-2 pág. 274 Maestro, enseñanza ***


Otros aspectos que hicieron que la enseñanza de Jesús tuviera autoridad y fuera
eficaz fueron su comprensión del ser humano y su interés amoroso. Su agudo
discernimiento complementó el conocimiento milagroso de los antecedentes y la manera
de pensar de las personas. (Mt 12:25; Lu 6:8; Jn 1:48; 4:18; 6:61, 64; 13:11.) “Él mismo
conocía lo que había en el hombre.” (Jn 2:25.)

JUAN CAPT 3:

*** it-2 pág. 484 Nicodemo ***


NICODEMO

(Vencedor del Pueblo).


Fariseo, maestro de Israel y gobernante de los judíos (es decir, miembro del
Sanedrín), al que solo se menciona en el evangelio de Juan. Nicodemo quedó
impresionado por las señales que ejecutó Jesús en Jerusalén al tiempo de la Pascua del
año 30 E.C. Por esta razón lo visitó una noche y reconoció que tenía que haber venido
de Dios. (Es probable que escogiera el amparo de la oscuridad para esta primera visita
debido al temor a los judíos.) Fue a Nicodemo a quien Jesús habló de ‘nacer otra vez’ a
fin de ver el reino de Dios, de que ningún hombre había ascendido al cielo, del amor que
Dios mostró al enviar al Hijo a la Tierra, y de la necesidad de ejercer fe. (Jn 2:23; 3:1-21.)
*** w02 1/2 pág. 9 Una lección de Nicodemo ***
Tan solo seis meses después de haberse iniciado el ministerio de Jesús, Nicodemo
reconoce que es un ‘maestro que ha venido de Dios’. Impresionado por los recientes
milagros que Cristo ha realizado en Jerusalén durante la Pascua del año 30 E.C.,
Nicodemo lo visita de noche a fin de confesar que cree en él y aprender más de aquel
maestro.
*** w02 1/2 pág. 10 Una lección de Nicodemo ***
Además, le interesan los asuntos espirituales y hace gala de una humildad poco
común, pues no es nada fácil que un miembro del más alto tribunal judío admita que el
hijo de un simple carpintero es un hombre enviado por Dios.

*** w02 1/2 pág. 11 Una lección de Nicodemo ***


En primer lugar, Juan señaló que este gobernante judío “vino a [Jesús] de noche”
(Juan 3:2). Un escriturario propone la siguiente interpretación: “Nicodemo acudió de
noche, no por temor, sino para que las multitudes no interrumpieran su entrevista con
Jesús”. No obstante, Juan se refirió a Nicodemo como “el hombre que la primera vez
vino a [Jesús] de noche” en el mismo contexto donde afirma que José de Arimatea era
“discípulo de Jesús, pero secreto por su temor a los judíos” (Juan 19:38, 39). Por
consiguiente, es probable que Nicodemo realizara su visita al amparo de la oscuridad por
“temor a los judíos”, tal como a otras personas de la época les daba miedo tener algo que
ver con Jesús (Juan 7:13).
*** w09 1/4 pág. 5 Nacer de nuevo: ¿cuánta importancia tiene? ***
Para empezar, dijo: “A menos que uno nazca de nuevo, no puede ver el reino de
Dios” (Juan 3:3). Con las expresiones “a menos que” y “no puede”, Jesús dejó claro que
es imprescindible nacer de nuevo. Pongamos un ejemplo. Si alguien dice: “A menos que
exista el Sol, no puede haber luz en la Tierra”, está indicando que la existencia del Sol es
imprescindible para que haya luz en nuestro planeta. Del mismo modo, Jesús indicó que
volver a nacer es absolutamente necesario para “ver el reino de Dios”.
*** w09 1/4 págs. 5-6 Nacer de nuevo: ¿una decisión personal? ***
Cuando uno investiga este tema un poco más, se da cuenta de que Jesús no estaba
enseñando que cada cual decide si va a nacer de nuevo o no. ¿Por qué llegamos a esta
conclusión? Porque la expresión griega que se vierte “nazca de nuevo” también se
puede traducir “nazca de arriba” (Juan 3:3). De acuerdo con esto, el nuevo nacimiento
viene “de arriba”, o lo que es lo mismo, “desde el cielo” o “del Padre” (Juan 19:11; nota;
Santiago 1:17). En otras palabras, depende de Dios (1 Juan 3:9).
*** w09 1/4 págs. 7-8 Nacer de nuevo: ¿cuál es su función? ***
Sin embargo, ¿recuerda por qué dijo Jesús que había que nacer de nuevo? Porque “a
menos que uno nazca de nuevo, no puede ver el reino de Dios” (Juan 3:3). En efecto,
no dijo que fuera para ser salvo, sino para entrar en el Reino de Dios. “Pero ¿es que
no es lo mismo entrar en el Reino que ser salvo?”, puede preguntar alguien. La verdad
es que no. Para entender la diferencia, veamos primero qué significa la expresión “reino
de Dios”.
Puesto que un reino es una forma de gobierno, al hablar del “reino de Dios”, en
realidad se está aludiendo a un gobierno establecido por Dios. Según la Biblia,
Jesucristo —el “hijo del hombre”— es el Rey de este reino y cuenta con el apoyo de otros
gobernantes (Daniel 7:1, 13, 14; Mateo 26:63, 64). Una visión del apóstol Juan revela
que estos compañeros de Cristo son personas elegidas de entre “toda tribu y lengua y
pueblo y nación” y que “han de reinar sobre la tierra” (Revelación [Apocalipsis] 5:9, 10;
20:6). La Palabra de Dios también indica que estos reyes constituyen un “rebaño
pequeño” formado por 144.000 miembros “comprados de la tierra” (Lucas 12:32;
Revelación 14:1, 3).
Pues bien, ¿dónde está la sede del Reino de Dios? El hecho de que al “reino de Dios”
también se lo llame “reino de los cielos” indica que Jesús y quienes reinan con él
gobiernan desde el cielo (Lucas 8:10; Mateo 13:11). Por tanto, el Reino de Dios es un
gobierno celestial integrado por Jesucristo y por un grupo de discípulos suyos elegidos
de la humanidad.
En vista de esto, ¿a qué se refería entonces Jesús cuando dijo que había que volver
a nacer para entrar en el Reino de Dios? A que hay que nacer de nuevo para gobernar
con Cristo en el cielo. En resumen: la función de este nuevo nacimiento es preparar a un
grupo limitado de seres humanos para gobernar en el cielo.
*** w01 1/5 pág. 22 El espiritismo y la búsqueda de la verdadera espiritualidad ***
“A menos que uno nazca de nuevo, no puede ver el reino de Dios. No te
maravilles a causa de que te dije: Ustedes tienen que nacer otra vez.” (Juan
3:3, 7.)
Tiempo después, un apóstol escribió: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor
Jesucristo, quien según su grande misericordia nos ha hecho nacer de nuevo para una
esperanza viva por medio de la resurrección de Jesucristo de entre los muertos”
(1 Pedro 1:3, 4, Versión Reina-Valera Actualizada; Juan 1:12, 13). Está claro que el
renacimiento al que se refería Jesús era una experiencia espiritual que tendría lugar
mientras sus seguidores estuvieran vivos, no una reencarnación futura.
*** w95 1/7 págs. 9-10 Los Testigos cristianos con ciudadanía celestial ***
‘Nacer de nuevo’
3
Jesús reveló más información sobre este propósito divino en una reunión secreta
con un fariseo destacado. Este fariseo, Nicodemo, fue a Jesús durante la noche, y Jesús
le dijo: “A menos que uno nazca de nuevo, no puede ver el reino de Dios”. (Juan 3:3.)
Nicodemo, que como fariseo debió haber estudiado las Escrituras Hebreas, tenía cierto
conocimiento de la magnífica verdad del Reino de Dios. El libro de Daniel profetizó que el
Reino se daría a “alguien como un hijo del hombre” y al “pueblo que son los santos del
Supremo”. (Daniel 7:13, 14, 27.) El Reino ‘trituraría y pondría fin’ a todos los demás
reinos y subsistiría para siempre. (Daniel 2:44.) Es muy probable que Nicodemo pensara
que estas profecías se cumplirían en la nación judía; sin embargo, Jesús dijo que para
ver el Reino, la persona tenía que nacer de nuevo. Nicodemo no comprendió esta idea,
de modo que Jesús pasó a decir: “A menos que uno nazca del agua y del espíritu,
no puede entrar en el reino de Dios”. (Juan 3:5.)
4
Juan el Bautizante había hablado del bautismo con espíritu santo. Pero entonces
Jesús añade que la persona tiene que nacer del espíritu santo a fin de entrar en el Reino
de Dios. Este nacimiento singular hace posible que hombres y mujeres imperfectos
entren en una relación muy especial con Jehová Dios. Se convierten en sus hijos
adoptivos. Leemos: “A cuantos sí lo recibieron [a Jesús], a ellos les dio autoridad de
llegar a ser hijos de Dios, porque ejercían fe en su nombre; y ellos nacieron, no de
sangre, ni de voluntad carnal, ni de voluntad de varón, sino de Dios”. (Juan 1:12, 13;
Romanos 8:15.)
Hijos de Dios
5
Cuando Jesús habló con Nicodemo, el espíritu santo ya había descendido sobre él,
ungiéndolo para su gobernación futura en el Reino de Dios, y Dios lo había reconocido
públicamente como su Hijo. (Mateo 3:16, 17.) Jehová engendró más hijos espirituales en
el Pentecostés de 33 E.C. Se bautizó con espíritu santo a los discípulos fieles que
estaban reunidos en un cuarto superior de Jerusalén. A la misma vez, nacieron de nuevo
del espíritu santo para ser hijos espirituales de Dios. (Hechos 2:2-4, 38; Romanos 8:15.)
*** w92 15/11 pág. 3 ¿Quiénes nacen de nuevo? ***
¿Quiénes nacen de nuevo?
¿VAN todos los buenos al cielo? Aunque esa es una creencia muy difundida,
Jesucristo no concordó con ella. Él dijo lo siguiente a Nicodemo, gobernante judío que,
amparado por la noche, fue a verle en secreto: “Ningún hombre ha ascendido al cielo”.
(Juan 3:13.)
Ahora bien, Jesús le explicó a Nicodemo que llegaría el tiempo en que algunos
tendrían la oportunidad de entrar en el Reino de los cielos, pero respecto a estos dijo: “A
menos que uno nazca del agua y del espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que
ha nacido de la carne, carne es, y lo que ha nacido del espíritu, espíritu es. No te
maravilles a causa de que te dije: Ustedes tienen que nacer otra vez”. Nicodemo, no
obstante, se preguntó cómo podía alguien nacer de nuevo. (Juan 3:1-9.)
Puede que usted también se pregunte qué quiso decir Jesús. ¿Acaso aludía a las
conversiones súbitas de muchos que creen haberse llenado del espíritu santo de Dios?
*** g88 8/2 págs. 26-27 ¿Quiénes son los que han ‘nacido otra vez’? ***
Se aclara el enigma
¿A qué se refería Jesús cuando habló de ‘nacer del agua y del espíritu’? Nacer
significa comenzar. Un nuevo nacimiento significa un nuevo comienzo. En el caso de los
discípulos de Jesús, su primer paso con miras a nacer de nuevo tuvo lugar una vez que
se arrepintieron de sus pecados, se volvieron de su mal proceder y fueron bautizados en
agua. A partir del Pentecostés de 33 E.C., y en respuesta a tal acción, Jehová les dio
aquello que Pedro calificó como “un nuevo nacimiento a una esperanza viva [...]
reservada en los cielos”. (1 Pedro 1:3, 4; 3:21.) El espíritu santo de Jehová implantó en
ellos la convicción de que con el tiempo vivirían con Jesucristo en el cielo. Esto les dio un
nuevo concepto de la vida: un nuevo comienzo.
¿Se trataba simplemente de una experiencia religiosa emocional? No. El espíritu
santo de Dios los convirtió en algo enteramente nuevo, “una nueva creación”.
(2 Corintios 5:17.) Cuando nacieron como seres humanos, eran hijos pecaminosos de
Adán y heredaron toda la imperfección que este pasó a sus descendientes. Ahora, al
“nacer otra vez”, estos discípulos obtuvieron una posición limpia ante Dios. ¿Cómo? Por
medio de aplicárseles los méritos del sacrificio de Jesús. Debido a ello, Dios los
consideró justos aunque todavía eran humanos imperfectos. (Romanos 3:25, 26;
5:12-21; 1 Corintios 6:11.) Y eso no fue todo, Jehová ahora los reconocía como sus hijos.
El apóstol Pablo lo explica: “Porque todos los que son conducidos por el espíritu de Dios,
estos son los hijos de Dios”. (Romanos 8:14, 16.) Ahora eran aceptados como parte de la
familia celestial de Dios.
Y aún había algo más. Pablo sigue explicando: “Pues, si somos hijos, también somos
herederos: herederos por cierto de Dios, pero coherederos con Cristo”. (Romanos 8:17.)
*** w95 15/3 pág. 26 “Guárdense de la levadura de los fariseos y saduceos” ***
[Recuadro en la página 26]
JESÚS TENÍA EN CUENTA A SU AUDITORIO
JESUCRISTO enseñaba con claridad, teniendo en cuenta las ideas de sus oyentes.
Así lo hizo, por ejemplo, cuando habló al fariseo Nicodemo sobre el tema de “nacer” otra
vez. Nicodemo preguntó: “¿Cómo puede nacer el hombre cuando es viejo? No puede
entrar en la matriz de su madre por segunda vez y nacer, ¿verdad?”. (Juan 3:1-5.) ¿Por
qué estaba tan perplejo Nicodemo, si los fariseos creían que era necesario que los
conversos al judaísmo volvieran a nacer, y un dicho rabínico comparaba al prosélito con
un “niño recién nacido”?
A Commentary on the New Testament From the Talmud and Hebraica (Un comentario
sobre el Nuevo Testamento tomado del Talmud y la Hebraica), de John Lightfoot, nos
ayuda a entenderlo: “En la mente de este fariseo todavía prevalece la opinión general de
los judíos sobre el derecho de un israelita” y no puede “librarse fácilmente de su prejuicio
inicial [...]: ‘En tanto que los israelitas [...] tienen derecho a ser admitidos en el reino del
Mesías, ¿quiere decir tu expresión que es necesario que alguien entre por segunda vez
en la matriz de su madre, a fin de ser israelita de nuevo?’”. (Compárese con Mateo 3:9.)
Aunque Nicodemo creía que los prosélitos debían nacer de nuevo, consideraba que
esto era tan imposible para los judíos naturales como entrar de nuevo en la matriz.
*** jy cap. 17 pág. 44 párr. 4 Nicodemo va a ver a Jesús de noche ***
Jesús le explica lo que quiere decir: “Si uno no nace del agua y del espíritu, no puede
entrar en el Reino de Dios” (Juan 3:5). Jesús nació “del agua y del espíritu” cuando fue
bautizado y descendió espíritu santo sobre él. Entonces, se oyó una voz que dijo desde
el cielo: “Este es mi Hijo amado; él tiene mi aprobación” (Mateo 3:16, 17). Con esas
palabras, Dios anunció que Jesús, en ese momento, se había convertido en un hijo
espiritual con la perspectiva de entrar en el Reino de los cielos. Más tarde, en el
Pentecostés del año 33, Dios ungirá con espíritu santo a un grupo de cristianos
bautizados. De ese modo, estos nacerán de nuevo, es decir, llegarán a ser hijos
espirituales de Dios (Hechos 2:1-4).
*** it-1 pág. 69 Agua ***
El agua del bautismo. Jesús le explicó lo siguiente a Nicodemo: “A menos que uno
nazca del agua y del espíritu, no puede entrar en el reino de Dios”. (Jn 3:5.) Al parecer,
Jesús hablaba del agua del bautismo, cuando la persona se arrepiente de sus pecados,
se vuelve de su anterior proceder en la vida y se presenta a Dios por medio del bautismo
en el nombre de Jesucristo. (Compárese con Ef 4:4, 5, donde se habla de “un
bautismo”.)
*** it-2 pág. 454 Nacimiento ***
) Por otra parte, Jesús dijo que para entrar en el Reino, se debería ‘nacer del agua y
del espíritu’ en sentido espiritual. Esto implica el bautizarse en agua y ser engendrado
por el espíritu de Dios, y así llegar a ser hijo de Dios con la perspectiva de participar del
Reino celestial. (Jn 3:3-8; 2Co 5:17; 1Pe 1:3, 23.)
*** w96 1/7 pág. 16 párr. 13 El gran templo espiritual de Jehová ***
) Por medio del ‘agua (es decir, el bautismo) y el espíritu’, ‘nacen otra vez’ como hijos
espirituales de Dios. Como tales, esperan resucitar para vivir en el cielo en calidad de
hijos espíritus de Dios, con tal de que permanezcan fieles hasta la muerte. (Juan 3:5, 7;
Revelación [Apocalipsis] 2:10.)
*** g86 8/10 pág. 26 ¿Es necesario bautizar a los niños? ***
La mayoría de los que bautizan infantes basan su argumento en las palabras de
Jesús en Juan 3:5: “A menos que uno nazca del agua y del espíritu, no puede entrar en el
reino de Dios”. Arguyen que, puesto que el bautismo en agua es un requisito para entrar
en el cielo, hay que bautizar a los infantes para que no sufran en un infierno de fuego... o
que vaguen en el limbo.
Sin embargo, la Biblia declara que “los muertos [...] no están conscientes de nada en
absoluto”. (Eclesiastés 9:5; compárese con Salmo 146:4.) Puesto que los muertos están
inconscientes, no pueden experimentar ningún tipo de sufrimiento. Por lo tanto, los
padres no tienen por qué temer a consecuencias terribles si no bautizan a sus infantes.
Jesús indicó que habría personas que se salvarían que no irían al cielo. ¿A dónde
irían? Jesús dijo al malhechor que murió en un madero a su lado: “Estarás conmigo en el
Paraíso”. (Lucas 23:43.)
¿Había ‘nacido del agua’ alguna vez ese malhechor mediante el bautismo?
Obviamente no; por lo tanto, el cielo estaba cerrado para él. ¿Dónde, entonces, estaría
“el Paraíso”? Recuerde que Dios colocó a la primera pareja humana en un paraíso
terrestre, con la perspectiva de vivir para siempre. (Génesis 1:28; 2:8.) No obstante,
Adán y Eva optaron por rebelarse, de modo que fueron echados de su hermoso hogar
jardín. ¿Se perdió para siempre el Paraíso terrenal? No, pues las Escrituras dejan ver
con claridad que Dios finalmente restaurará el Paraíso en la Tierra. (Mateo 5:5; 6:9, 10;
Efesios 1:9-11; Revelación 21:1-5.) Y es a este Paraíso terrestre al que serán
resucitados la mayor parte de los que han muerto, entre ellos los infantes. (Juan
5:28, 29.)
*** w09 1/10 págs. 19-20 El Códice Vaticano: ¿por qué es tan valioso? ***
Veamos tan solo el caso de Juan 3:13, donde se dice: “Ningún hombre ha ascendido
al cielo sino el que descendió del cielo, el Hijo del hombre”. Al final de este versículo,
algunas versiones añaden la expresión “que está en el cielo”. De este modo dan a
entender que Jesús estaba al mismo tiempo en el cielo y en la Tierra, una idea que sirve
de fundamento para la doctrina de la Trinidad. Y aunque es cierto que estas palabras
aparecen en algunos manuscritos de los siglos V y X, no se encuentran en los códices
Vaticano y Sinaítico, que son más antiguos. Por eso, muchos traductores deciden
omitirlas. Al reproducir los manuscritos más antiguos, este versículo no crea ninguna
confusión sobre la identidad de Cristo y armoniza con el resto de las Escrituras.
En realidad, no indica que Jesús estaba en dos lugares a la vez, sino que había venido
del cielo y pronto regresaría allí o, como dice Juan 20:17, ‘ascendería a su Padre’.
*** w06 15/6 pág. 30 Preguntas de los lectores ***
Jesús aún no había regresado al cielo cuando habló con Nicodemo, un fariseo y
maestro de Israel. De hecho, ningún ser humano había muerto y ascendido al ámbito
espiritual, al cielo. Jesús mismo señaló que, aunque Juan el Bautista era un
sobresaliente profeta de Dios, “el que sea de los menores en el reino de los cielos es
mayor que él” (Mateo 11:11). Y el apóstol Pedro explicó que hasta el fiel rey David había
muerto y aún estaba en su tumba; no había ascendido al cielo (Hechos 2:29, 34). ¿Por
qué razón no fueron al cielo David, Juan el Bautista y otros siervos fieles que murieron
antes de Jesús? Porque murieron antes de que este abriera el camino o la posibilidad de
que los seres humanos fueran resucitados para vivir en el cielo. El apóstol Pablo escribió
que Jesús, como precursor, ‘inauguró un camino nuevo y vivo’ al cielo (Hebreos 6:19, 20;
9:24; 10:19, 20).
*** jy cap. 17 pág. 44 párrs. 5-6 Nicodemo va a ver a Jesús de noche ***
. Le dice: “Así como Moisés alzó la serpiente en el desierto, así tiene que ser alzado el
Hijo del Hombre para que todo el que crea en él tenga vida eterna” (Juan 3:14, 15).
Siglos atrás, cuando unas serpientes venenosas mordieron a algunos israelitas,
estos tuvieron que mirar a la serpiente de cobre que hizo Moisés a fin de seguir vivos
(Números 21:9). De manera similar, todos los que deseen librarse del pecado y la muerte
y obtener vida eterna deben demostrar fe en el Hijo de Dios.
*** it-2 págs. 1012-1013 Serpiente de cobre ***
Jesucristo dejó claro el significado profético de ese incidente que ocurrió en el
desierto relacionado con la serpiente de cobre cuando dijo a Nicodemo: “Además,
ningún hombre ha ascendido al cielo sino el que descendió del cielo, el Hijo del hombre.
Y así como Moisés alzó la serpiente en el desierto, así tiene que ser alzado el Hijo del
hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna”. (Jn 3:13-15.) Tal como
Moisés colocó la serpiente de cobre sobre un poste en el desierto, el Hijo de Dios fue
fijado en un madero, dando ante muchos la apariencia de ser un malhechor y un pecador
despreciable como una serpiente, alguien maldito. (Dt 21:22, 23; Gál 3:13; 1Pe 2:24.) En
el desierto, cualquier persona a la que hubiera mordido una de las serpientes venenosas
que Jehová envió a los israelitas tenía que mirar a la serpiente de cobre con fe. De
manera similar, para obtener la vida eterna mediante Jesucristo, es necesario ejercer fe
en él.
*** it-1 pág. 612 Culebra abrasadora ***
Se menciona por primera vez cuando Dios castigó a los israelitas rebeldes
enviándoles “serpientes venenosas (han neja·schím has sera·fím)”. Después de la
intercesión de Moisés, Jehová le ordenó que hiciera “una culebra abrasadora” y que la
colocara sobre un poste-señal, para que aquellos que hubieran sido mordidos y la
miraran pudieran curarse y seguir viviendo. Moisés hizo la serpiente de cobre. (Nú
21:6-9; 1Co 10:9.) Jesús dio un significado profético a este acontecimiento cuando dijo:
“Así como Moisés alzó la serpiente en el desierto, así tiene que ser alzado el Hijo del
hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna”. (Jn 3:14, 15.)
*** w17 febrero págs. 6-7 párrs. 14-16 El propósito de Jehová se cumplirá sin falta
***
14
(Lea Juan 3:16). Algunos de los que invitemos a la Conmemoración se sabrán este
texto de memoria. Pero la pregunta es: ¿Por qué es posible tener vida eterna gracias al
sacrificio de Jesús? La campaña para entregar invitaciones, la Conmemoración y las
revisitas que hagamos después a los que asistan nos darán oportunidades para ayudar a
las personas que están buscando la verdad a entender la respuesta a esta importante
pregunta. Puede que les impresione comprender mejor cómo se expresan mediante el
rescate el amor y la sabiduría de Dios. ¿Qué aspectos del rescate podemos destacar?
15
Jehová entregó a un hombre perfecto que podía rescatarnos. Este hombre tenía
que ser leal a Jehová y estar dispuesto a dar su vida por la humanidad, condenada a
muerte (Rom. 5:17-19). Dios transfirió del cielo a la Tierra la vida del primer ser que creó
(Juan 1:14). Así, Jesús se convirtió en un ser humano perfecto, igual que Adán. Pero, a
diferencia del primer hombre, Jesús estuvo a la altura de lo que Jehová esperaba de un
hombre perfecto. Incluso bajo las pruebas más extremas, nunca pecó ni violó ninguna
ley de Dios.
16
Como era un hombre perfecto, Jesús pudo salvar a la humanidad del pecado y la
muerte al dar su vida por ella. Él fue un hombre perfecto que demostró absoluta lealtad y
obediencia a Dios, exactamente lo que Adán debió haber sido (1 Tim. 2:6). El sacrificio
de rescate de Jesús les dio a hombres, mujeres y niños la oportunidad de obtener vida
eterna (Mat. 20:28). En realidad, el rescate es la clave para que se cumpla el propósito
de Dios (2 Cor. 1:19, 20). Gracias a este sacrificio, los siervos fieles de Jehová tenemos
la esperanza de vivir para siempre.
*** wp17 núm. 2 pág. 5 El mayor regalo de Dios. ¿Qué lo hace tan especial? ***
Dios “dio a su Hijo unigénito” (Juan 3:16). No podría habernos dado a nadie a quien
quisiera más. Durante los miles de millones de años en los que Dios creó el universo,
Jesús trabajó a su lado y llegó a ser aquel “con quien él estuvo especialmente
encariñado” (Proverbios 8:30). Jesús es su Hijo amado, “la imagen del Dios invisible”
(Colosenses 1:13-15). Nunca han existido dos personas más unidas.
Y sin embargo, Jehová estuvo dispuesto a entregar a su propio Hijo (Romanos 8:32).
En efecto, nos dio lo mejor que tenía. Ningún otro regalo le ha costado tanto.
*** jy cap. 17 pág. 44 párr. 6 Nicodemo va a ver a Jesús de noche ***
A continuación, Jesús le explica a Nicodemo el papel tan importante que tiene Jehová
en todo esto: “Dios amó tanto al mundo que entregó a su Hijo unigénito para que todos
los que demuestren fe en él no sean destruidos, sino que tengan vida eterna” (Juan
3:16). De modo que, aquí en Jerusalén, unos seis meses después de empezar su
ministerio, Jesús deja claro que él es el camino a la salvación.
*** it-1 págs. 1146-1147 Hijo(s) de Dios ***
Cristo Jesús, el Hijo de Dios. El evangelio de Juan pone de relieve particularmente
la existencia prehumana de Jesús como “la Palabra”, y explica que “la Palabra vino a ser
carne y residió entre nosotros, y tuvimos una vista de su gloria, gloria como la que
pertenece a un hijo unigénito de parte de un padre”. (Jn 1:1-3, 14.) Las propias
declaraciones de Jesús muestran que su condición de hijo era anterior a su nacimiento
como hombre; por ejemplo, en una ocasión Jesús dijo: “Cuantas cosas he visto con mi
Padre las hablo” (Jn 8:38, 42; compárese con Jn 17:5, 24); también lo muestra el claro
testimonio de los apóstoles inspirados. (Ro 8:3; Gál 4:4; 1Jn 4:9-11, 14.)
“Unigénito.” Algunos comentaristas cuestionan la traducción de la palabra griega
mo·no·gue·nḗs por “unigénito”. Dicen que la última parte de la palabra (gue·nḗs) no se
deriva de guen·ná·ō (engendrar), sino de gué·nos (clase), por lo que el término se refiere
al ‘único de una clase o género’. Debido a ello varias traducciones dicen que Jesucristo
es el “Hijo único” o “único Hijo” (BI, BJ, NBE, NVI, RH), más bien que el “hijo unigénito” de
Dios. (Jn 1:14; 3:16, 18; 1Jn 4:9.) Sin embargo, aunque los componentes de la palabra
no tengan que ver con la idea de nacimiento, el uso del término implica, sin lugar a
dudas, la idea de descendencia o nacimiento, pues la palabra griega gué·nos significa
“linaje; parentesco; prole; raza”. Se traduce “raza” en 1 Pedro 2:9. La Vulgata latina de
Jerónimo traduce mo·no·gue·nḗs por unigenitus. Muchos lexicógrafos reconocen esta
relación del término con nacimiento o descendencia
*** it-2 pág. 80 Jesucristo ***
En qué sentido es “Hijo unigénito”. El que a Jesús se le llame “Hijo unigénito” (Jn
1:14; 3:16, 18; 1Jn 4:9) no significa que las otras criaturas celestiales creadas no sean
hijos de Dios, puesto que también se las llama hijos. (Gé 6:2, 4; Job 1:6; 2:1; 38:4-7.) Sin
embargo, por ser la única creación directa de su Padre, el Hijo primogénito fue único,
diferente de todos los demás hijos de Dios, a los que Jehová creó o engendró mediante
ese Hijo primogénito. De modo que “la Palabra” era el “Hijo unigénito” de Jehová en un
sentido especial, igual que Isaac también lo fue de Abrahán en un sentido particular (su
padre ya había tenido otro hijo, pero no de su esposa Sara). (Heb 11:17; Gé 16:15.)
*** it-2 pág. 437 Mundo ***
De modo que uno de los significados básicos de kó·smos es: toda la humanidad. Por
ello las Escrituras dicen que el kó·smos, o mundo, es culpable de pecado (Jn 1:29; Ro
3:19; 5:12, 13) y necesita un salvador que le dé vida (Jn 4:42; 6:33, 51; 12:47; 1Jn 4:14),
lo que no puede aplicar a la creación inanimada ni a los animales, sino solo a la
humanidad. Este es el mundo al que Dios amó tanto que “dio a su Hijo unigénito, para
que todo el que ejerce fe en él no sea destruido sino que tenga vida eterna”. (Jn 3:16, 17;
compárese con 2Co 5:19; 1Ti 1:15; 1Jn 2:2.) Ese mundo de la humanidad constituye el
campo en el que Jesucristo sembró la semilla excelente, los “hijos del reino”. (Mt 13:24,
37, 38.)
*** it-2 pág. 440 Mundo ***
Fin del mundo impío; el mundo de la humanidad es conservado. Por lo tanto, el
kó·smos por el que Jesús murió tiene que ser el mundo de la humanidad en tanto familia
humana, toda carne humana. (Jn 3:16, 17.)
*** it-2 pág. 797 Reconciliación ***
Por consiguiente, aunque “Dios es amor” y “tanto amó [...] al mundo [de la
humanidad] que dio a su Hijo unigénito” a favor de él, el hecho es que toda la humanidad
ha estado enemistada con Dios, y Él ha manifestado al mundo de los hombres el amor
que se tiene a los enemigos, el amor que está fundado sobre los principios (gr. a·gá·pē)
más bien que sobre el afecto o la amistad (gr. fi·lí·a). (1Jn 4:16; Jn 3:16; compárese con
Snt 4:4.)
*** w14 1/3 pág. 3 ¿Qué ha hecho Dios por usted? ***
“Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que
crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna.” (Juan 3:16, Biblia de
Jerusalén)

Este es uno de los versículos más conocidos y citados de la Biblia. Se dice que
ningún otro texto “resume de manera tan clara la relación de Dios con los seres
humanos, así como el camino a la salvación”. Por eso no es raro que en algunos países
haya quienes muestren pancartas en partidos y espectáculos, pongan letreros en sus
autos o pinten grafitis con este versículo.
Esas personas están convencidas de que Dios las ama y de que por eso tienen
garantizada la vida eterna. ¿Qué piensa usted? ¿Cree que Dios ha hecho algo para
demostrarle que lo ama?
El apóstol Pablo explicó: “Por medio de un solo hombre el pecado entró en el mundo,
y la muerte mediante el pecado, y así la muerte se extendió a todos los hombres porque
todos habían pecado” (Romanos 5:12).
Pero Dios ama la justicia (Salmo 37:28). Por eso, aunque no podía pasar por alto este
acto deliberado de desobediencia, tampoco condenó para siempre a la humanidad a
sufrir y a morir por culpa de un solo hombre. Más bien, equilibró la balanza de la justicia
para poder devolver a los seres humanos obedientes la esperanza de vivir para siempre.
¿Cómo? Aplicando la norma de “vida por vida” (Éxodo 21:23, nota). Adán perdió su vida
perfecta, así que alguien tenía que ofrecer, o sacrificar, una vida equivalente a la de él,
una vida perfecta.
Obviamente, ninguno de los descendientes de Adán podía hacerlo, pero Jesús sí
(Salmo 49:6-9). Él nació sin pecado, era perfecto tal como lo había sido Adán. De modo
que al dar su vida pudo liberar a la humanidad de la esclavitud al pecado y devolver a los
hijos de la primera pareja humana la oportunidad de tener la vida que alguna vez tuvieron
Adán y Eva (Romanos 3:23, 24; 6:23). ¿Hay algo que debamos hacer para beneficiarnos
de esta generosa muestra de amor?

Si realmente estamos agradecidos por el sacrificio de Jesús, haremos cambios en


nuestra vida, dejaremos de concentrarnos en nuestros deseos y viviremos para Jesús,
quien murió por nosotros. Dicho de otra manera, poner en práctica los mandatos de
Jesús debe ser nuestra prioridad. Y los cambios deben reflejarse en nuestros valores,
decisiones y acciones.

*** cl cap. 23 pág. 235 párr. 12 “Él nos amó primero” ***
12
A·gá·pe se refiere al amor guiado por principios. No es, por tanto, la mera reacción
emotiva ante otra persona. Posee un campo de actuación más amplio y una base más
racional y deliberada. Sobre todo, está exento de egoísmo. Para ilustrarlo, volvamos a
Juan 3:16. ¿Qué es el “mundo” al que tanto amó Dios que dio a su Hijo unigénito? Es el
conjunto de seres humanos redimibles, entre quienes figuran muchos que viven en
pecado. ¿Los quiere Jehová como si fueran amigos íntimos, con el mismo cariño que
sentía por el fiel Abrahán? (Santiago 2:23.) No, pero es amoroso al tratarlos a todos con
bondad, aunque pague un alto precio por ello. Desea que todos se arrepientan y
cambien de proceder (2 Pedro 3:9). Muchos lo hacen, y entonces él se complace en
recibirlos como amigos.
*** w10 1/4 pág. 6 Enseñanzas de Jesús sobre Dios ***
Para empezar, enseñó que Jehová ama a todos los seres humanos. “Tanto amó Dios
al mundo —explicó— que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que ejerce fe en él
no sea destruido, sino que tenga vida eterna.” (Juan 3:16.) El término griego que aquí se
traduce “mundo” no se refiere al planeta Tierra, sino a la humanidad. De modo que fue
su inmenso amor por los seres humanos lo que lo impulsó a sacrificar a su Hijo más
querido. Así podría rescatar a sus siervos fieles del pecado y la muerte y darles la
esperanza de vivir eternamente. Apenas podemos imaginarnos —mucho menos medir—
la profundidad del amor de Dios (Romanos 8:38, 39).
*** w09 15/8 pág. 9 párr. 8 La vida eterna en la Tierra: ¿una esperanza cristiana? ***
8
Según Juan, la primera vez que Jesús mencionó la vida eterna fue en la
conversación que tuvo con un fariseo llamado Nicodemo. “A menos que uno nazca del
agua y del espíritu —le dijo—, no puede entrar en el reino de Dios.” Así es, para que
alguien pueda entrar en el Reino de los cielos, es necesario que “nazca de nuevo” (Juan
3:3-5). Pero después de decir eso, pasó a hablar de la esperanza que hay para todos los
seres humanos (léase Juan 3:16). Jesús se refería a la esperanza de la vida eterna en el
cielo para sus seguidores ungidos y a la esperanza de la vida eterna en la Tierra para el
resto de sus discípulos.
*** w08 15/12 pág. 12 El singular papel de Jesús en el propósito divino ***
El “Hijo unigénito”
3
Jesús no es uno más de los hijos de Dios. Es el “Hijo unigénito de Dios” (Juan
3:16, 18). La palabra griega traducida “unigénito” puede definirse como “solo en su
clase, único” o “el único miembro de una familia o género”. Ahora bien, puesto que
Jehová tiene millones de hijos espirituales, ¿en qué sentido es Jesús “el único miembro”
de su familia?
4
Jesús es singular en el sentido de que es la única creación directa de su Padre. Él es
“el primogénito de toda la creación”, “el principio de la creación por Dios” (Col. 1:15; Rev.
3:14). El papel que el Hijo unigénito desempeñó en la creación también fue singular.
Aunque Jehová es el Creador, se valió de él para crear todas las demás cosas (léase
Juan 1:3). El apóstol Pablo escribió: “Realmente para nosotros hay un solo Dios el
Padre, procedente de quien son todas las cosas, y nosotros para él; y hay un solo Señor,
Jesucristo, mediante quien son todas las cosas, y nosotros mediante él” (1 Cor. 8:6).
*** cf cap. 17 pág. 181 párrs. 19-20 “Nadie tiene mayor amor que este” ***
Jesús explicó quién es al decir: “Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito,
para que todo el que ejerce fe en él no sea destruido, sino que tenga vida eterna” (Juan
3:16). Dios nos ama tanto que dio a su Hijo como rescate, haciendo así posible nuestra
liberación del pecado y la muerte (Efesios 1:7). Sin lugar a dudas, el rescate es un regalo
valiosísimo que nos da Jehová, pero él no nos obliga a aceptarlo.
20
Nos toca a nosotros decidir si aceptamos este regalo de Jehová. ¿Y cómo lo
hacemos? ‘Ejerciendo fe’ en su Hijo. La fe, sin embargo, no consiste solo en palabras,
sino que se prueba por hechos, por nuestra manera de vivir (Santiago 2:26).
Demostramos que ejercemos fe en Jesucristo siguiéndolo día a día.
*** w90 15/11 pág. 12 párr. 7 “El mayor de estos es el amor” ***
7
¿Qué palabra griega usó Pablo en 1 Corintios 13:13, donde mencionó la fe, la
esperanza y el amor y dijo que “el mayor de estos es el amor”? Aquí la palabra es
a·gá·pe, la misma que usó el apóstol Juan cuando dijo: “Dios es amor”. (1 Juan 4:8, 16.)
Este es un amor guiado o regido por principios. Puede que incluya cariño y afecto, o
puede que no, pero es una emoción altruista o un sentimiento hacia hacer el bien a los
demás prescindiendo de si lo merecen o no, o de si el dador recibe o no beneficios en
cambio. Esta clase de amor hizo que Dios diera lo que más atesoraba su corazón, su
Hijo unigénito, Jesucristo, “para que todo el que ejerce fe en él no sea destruido, sino que
tenga vida eterna”. (Juan 3:16.) Como bien nos recuerda Pablo: “Apenas muere alguien
por un hombre justo; en realidad, por el hombre bueno, quizás, alguien hasta se atreva a
morir. Pero Dios recomienda su propio amor a nosotros en que, mientras todavía éramos
pecadores, Cristo murió por nosotros”. (Romanos 5:7, 8.) Sí, a·gá·pe hace el bien a otros
sin tomar en consideración la posición que ocupan en la vida ni el costo por expresar tal
amor.
*** sh cap. 10 pág. 244 párr. 13 El cristianismo... ¿era Jesús el camino a Dios? ***
, Jesús no enseñó —como sí lo hizo el Buda— que uno puede lograr su propia
salvación por la senda del conocimiento y la iluminación. Más bien, señaló a Dios como
la fuente de la salvación cuando dijo: “Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo
unigénito, para que todo el que ejerce fe en él no sea destruido, sino que tenga vida
eterna. Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para que juzgara al mundo, sino para
que el mundo se salve por medio de él”. (Juan 3:16, 17.)
*** ti pág. 16 ¿Qué dice la Biblia acerca de Dios y Jesús? ***
Así que la vida de Jesús, el Hijo unigénito, tuvo comienzo. Y al Dios Todopoderoso se
le puede llamar con razón su Engendrador, o Padre, en el mismo sentido que un padre
terrestre, como Abrahán, engendra un hijo. (Hebreos 11:17.) Por lo tanto, cuando la
Biblia dice que Dios es el “Padre” de Jesús, quiere decir lo que dice: que son dos seres
distintos y separados. Dios es el mayor, Jesús es el menor... en términos de tiempo,
posición, poder y conocimiento.
Cuando uno toma en cuenta que Jesús no fue el único hijo celestial creado por Dios
en los cielos, queda patente por qué se usó en su caso el término “Hijo unigénito”. A una
cantidad innumerable de otros seres celestiales creados —ángeles— se les llama
también “hijos de Dios”, con el mismo sentido que aplicaba a Adán el término, porque la
fuerza de vida en ellos había provenido de Jehová Dios, la Fuente de la vida. (Job 38:7;
Salmo 36:9; Lucas 3:38.) Pero todos estos seres celestiales fueron creados mediante el
“Hijo unigénito”, el único que fue engendrado directamente por Dios. (Colosenses
1:15-17.)
*** tp cap. 11 pág. 119 párr. 8 Los sobrevivientes ‘no pueden ser parte del mundo’
8
La Biblia muestra que Dios ama al mundo de la humanidad sencillamente como
criaturas humanas en estado imperfecto y moribundo y en desesperada necesidad de
ayuda. Por otra parte, Satanás ha organizado a la mayoría de la humanidad en oposición
a Dios. Es de ese “mundo” —la sociedad humana apartada de Dios y bajo el control de
Satanás— del cual tienen que separarse los cristianos verdaderos. (Santiago 1:27.) La
Palabra de Dios advierte contra amar los deseos y hechos malos o incorrectos de ese
mundo: “Todo lo que hay en el mundo —el deseo de la carne y el deseo de los ojos y la
exhibición ostentosa del medio de vida de uno— no se origina del Padre, sino que se
origina del mundo. Además, el mundo va pasando, y también su deseo, pero el que hace
la voluntad de Dios permanece para siempre”. (1 Juan 2:15-17.)

11
Podemos ver, pues, que amar al mundo como Dios lo hace difiere muchísimo de amar
sus malos deseos y prácticas, que él condena. El amor de Dios a la humanidad ha hecho
posible obtener libertad de esos deseos pecaminosos y sus malos resultados, entre los
cuales está la muerte misma. Él expresó ese amor dando a su propio Hijo para rescatar
a la humanidad. Pero si alguien rechaza ese sacrificio y continúa en la desobediencia, la
Biblia dice que “la ira de Dios permanece sobre él”. (Juan 3:16, 36; Romanos 5:6-8.)

*** w92 15/1 pág. 11 párrs. 7-8 A los dadores piadosos les espera felicidad eterna
7
Jehová Dios tenía una razón especial para enviar a Jesús a este empobrecido
mundo de la humanidad. El amor divino fue el motivo de esto, pues Jesús mismo dijo:
“Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que ejerce fe en
él no sea destruido, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo al mundo
para que juzgara al mundo, sino para que el mundo se salve por medio de él”. (Juan
3:16, 17.)
8
Por su amor Jehová envió a su Hijo unigénito en una misión de salvar a otros. Dios
no envió aquí a su Hijo para juzgar al mundo. Si al Hijo de Dios se le hubiera enviado en
una misión judicial como esa, no habría habido buenas perspectivas para ningún ser
humano. La sentencia de juicio adverso de Jesucristo contra la familia humana habría
sido la de condenación a muerte. (Romanos 5:12.) Por eso, mediante esa expresión
singular del amor divino Dios contrapesó la sentencia de muerte que la justicia absoluta
hubiera requerido.
*** it-2 págs. 1172-1173 Unigénito ***
El apóstol Juan dice repetidas veces que el Señor Jesucristo es el Hijo unigénito de
Dios (Jn 1:14; 3:16, 18; 1Jn 4:9), aunque este término no hace referencia a su
nacimiento humano ni a su condición de hombre. Como el Ló·gos o Palabra, “este
estaba en el principio con Dios”, incluso “antes que el mundo fuera”. (Jn 1:1, 2; 17:5, 24.)
Ya entonces, en su existencia prehumana, era el “Hijo unigénito”, a quien su Padre envió
“al mundo”. (1Jn 4:9.)
También se dice que tiene una “gloria como la que pertenece a un hijo unigénito de
parte de un padre” y que está “en la posición del seno para con el Padre”. (Jn 1:14, 18.)
Es difícil pensar en una relación entre un padre y su hijo más íntima o más amorosa y
tierna que esta. (Véase SENO, POSICIÓN DEL.)
Los ángeles del cielo son hijos de Dios, tal como Adán fue un “hijo de Dios”. (Gé 6:2;
Job 1:6; 38:7; Lu 3:38.) Pero el Ló·gos, a quien más tarde se llamó Jesús, es el “Hijo
unigénito de Dios”. (Jn 3:18.) Él es el único de esta clase, el único a quien Dios mismo
creó directamente sin la mediación o colaboración de ninguna criatura. Es el único a
quien Dios, su Padre, utilizó para traer a la existencia a todas las otras criaturas. Es el
primogénito y el principal entre todos los otros ángeles (Col 1:15, 16; Heb 1:5, 6), a los
que las Escrituras llaman “los que tienen parecido a Dios” o “dioses”. (Sl 8:4, 5.) Por lo
tanto, según algunos de los manuscritos mejores y más antiguos, al Señor Jesucristo se
le llama apropiadamente “el dios unigénito [gr. mo·no·gue·nḗs the·ós]”. (Jn 1:18; BAS;
CB; CEBIHA; DGH; EMN; Ga; NTI; PIB; UN; Val, 1989.)
Algunas versiones, en apoyo del concepto trinitario “Dios el Hijo”, traducen la frase
mo·no·gue·nḗs the·ós por “Dios Unigénito” (AF; AFEBE, 1972; NC) o por otras fórmulas
que recuerdan la fraseología trinitaria. No obstante, según expresa W. J. Hickie en su
Greek-English Lexicon to the New Testament (1956, pág. 123), resulta difícil entender
por qué estos traductores no traducen mo·no·gue·nḗs the·ós por “el Dios unigénito” o “el
unigénito Dios”, si traducen mo·no·gue·nḗs hui·ós por “el Hijo unigénito”.
*** w08 15/12 pág. 12 El singular papel de Jesús en el propósito divino ***
El “Hijo unigénito”
3
Jesús no es uno más de los hijos de Dios. Es el “Hijo unigénito de Dios” (Juan
3:16, 18). La palabra griega traducida “unigénito” puede definirse como “solo en su
clase, único” o “el único miembro de una familia o género”. Ahora bien, puesto que
Jehová tiene millones de hijos espirituales, ¿en qué sentido es Jesús “el único miembro”
de su familia?
4
Jesús es singular en el sentido de que es la única creación directa de su Padre. Él es
“el primogénito de toda la creación”, “el principio de la creación por Dios” (Col. 1:15; Rev.
3:14). El papel que el Hijo unigénito desempeñó en la creación también fue singular.
Aunque Jehová es el Creador, se valió de él para crear todas las demás cosas (léase
Juan 1:3). El apóstol Pablo escribió: “Realmente para nosotros hay un solo Dios el
Padre, procedente de quien son todas las cosas, y nosotros para él; y hay un solo Señor,
Jesucristo, mediante quien son todas las cosas, y nosotros mediante él” (1 Cor. 8:6).
*** w93 1/4 pág. 14 ¿Quiénes siguen a “la luz del mundo”? ***
Aman la oscuridad
3
Esa era la situación cuando Jesús estuvo en la Tierra. Dios había dado a Jesús
poder para ejecutar milagros extraordinarios y de este modo probar que era el Mesías.
Por ejemplo, un sábado devolvió la vista a un hombre que había nacido ciego. ¡Qué
maravilloso acto de misericordia, y qué agradecido estaba aquel hombre! ¡Podía ver por
primera vez en su vida! Sin embargo, ¿cómo reaccionaron los líderes religiosos? Juan
9:16 dice: “Algunos de los fariseos se pusieron a decir [acerca de Jesús]: ‘Este no es
hombre de Dios, porque no observa el sábado’”. ¡Qué perverso era su corazón!
Acababan de presenciar una curación extraordinaria, pero en vez de alegrarse por el
hombre que había estado ciego y reconocer al que lo había curado, condenaron a Jesús.
De este modo, indudablemente pecaron contra la manifestación del espíritu santo de
Dios, un pecado imperdonable. (Mateo 12:31, 32.)
5
Se vio claramente que estos hipócritas religiosos estaban pecando contra el espíritu
de Dios en otra ocasión, cuando Jesús resucitó de entre los muertos a Lázaro. Gracias a
este milagro mucha gente común puso fe en Jesús. Sin embargo, fíjese en lo que
hicieron los líderes religiosos. “Los sacerdotes principales y los fariseos reunieron el
Sanedrín y empezaron a decir: ‘¿Qué hemos de hacer, porque este hombre ejecuta
muchas señales? Si lo dejamos así, todos pondrán fe en él, y los romanos vendrán y nos
quitarán nuestro lugar así como nuestra nación’.” (Juan 11:47, 48.) A ellos les
preocupaba su posición y su prominencia. Querían complacer a los romanos a toda
costa, no a Dios. Por lo tanto, ¿qué hicieron? “Desde aquel día entraron en consejo para
[matar a Jesús].” (Juan 11:53.)
6
¿Fue eso todo? No. Lo que hicieron después muestra cuánto amaban la oscuridad:
“Los sacerdotes principales ahora entraron en consejo para matar también a Lázaro,
porque a causa de él muchos de los judíos iban allá y ponían fe en Jesús”. (Juan
12:10, 11.) ¡Es increíble tanta maldad! Aunque hicieron todo aquello para proteger su
posición, ¿qué ocurrió? En aquella misma generación se rebelaron contra los romanos,
quienes vinieron contra ellos en 70 E.C. y les quitaron su posición, su nación y la vida
misma. (Isaías 5:20; Lucas 19:41-44.)
*** w91 1/8 págs. 8-9 párrs. 2-4 “La luz ha venido al mundo” ***
2
Por consiguiente, para los cristianos genuinos el juicio de Dios es asunto de
importancia, y en realidad desean agradarle. ¿Cómo pueden hacerlo? Jesús nos da la
clave en Juan 3:19. Dice: “Esta es la base para el juicio, que la luz ha venido al mundo,
pero los hombres han amado la oscuridad más bien que la luz, porque sus obras eran
inicuas”. Sí, el juicio de Dios se basará en si amamos o no la luz más bien que la
oscuridad.
“Dios es luz”
3
En sentido espiritual, la oscuridad tiene que ver con la ignorancia y la desesperanza
que hay en el dominio de Satanás... aunque Satanás con frecuencia finge ser un “ángel
de luz”. (2 Corintios 4:4; 11:14; Efesios 6:12.) Por otra parte, la luz tiene que ver con el
entendimiento y el esclarecimiento que provienen de Jehová Dios. Pablo habló de la luz
cuando escribió: “Porque Dios es el que dijo: ‘De la oscuridad resplandezca la luz’, y él
ha resplandecido en nuestros corazones para iluminarlos con el glorioso conocimiento
de Dios por el rostro de Cristo”. (2 Corintios 4:6.) La luz espiritual se identifica tan
estrechamente con Jehová Dios que el apóstol Juan escribió: “Dios es luz”. (1 Juan 1:5;
Revelación 22:5.)
4
Jehová ha puesto la luz a la disposición de todos mediante su palabra, que hoy se
consigue libremente en forma escrita en la Santa Biblia. (Salmo 119:105; 2 Pedro 1:19.)
Por lo tanto, el salmista en realidad expresaba su amor a la luz cuando escribió: “¡Cómo
amo tu ley, sí! Todo el día ella es mi interés intenso. Mi alma ha guardado tus
recordatorios, y los amo en sumo grado”. (Salmo 119:97, 167.) ¿Ama usted la luz tanto
como obviamente la amaba el salmista? ¿Lee regularmente la Palabra de Dios, medita
en ella y se esfuerza con ahínco por aplicar lo que dice? (Salmo 1:1-3.) Si así es, usted
está esforzándose por recibir un juicio favorable de Jehová.
*** w05 1/1 pág. 9 párr. 10 Sigamos el modelo que puso Jesús ***
10
En cierta ocasión, Jesús dijo lo siguiente a un fariseo de nombre Nicodemo: “El que
practica cosas viles odia la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean
censuradas. Pero el que hace lo que es verdad viene a la luz, para que sus obras sean
puestas de manifiesto como obradas en armonía con Dios” (Juan 3:20, 21). Juan llamó a
Jesús “la luz verdadera que da luz a toda clase de hombre” (Juan 1:9, 10). Y Jesús
afirmó que odiamos la luz si practicamos “cosas viles”, es decir, lo que es malo e
inaceptable para Dios. ¿Podemos imaginarlo: odiar a Jesús y sus enseñanzas? Pues
bien, eso es lo que hacen quienes practican el pecado y no se arrepienten. Quizá ellos
no lo vean de esa manera, pero es evidente que Jesús sí.

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