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AUTORAS INVESTIGACIÓN

RECIBIDO
María del Pilar Martínez-Costa 18 de septiembre de 2006
ACEPTADO
Universidad de Navarra 11 de enero de 2007
marcosta@unav.es
PÁGINAS
De la 69 a la 79
Susana Herrera Damas ISSN: 1885-365X
Universidad de Piura (Perú)
sherrera@udep.edu.pe

La crónica radiofónica: entre las rutinas


profesionales y la calidad informativa
The radio chronicle: between the professional
routines and the informative quality
La crónica radiofónica es un modelo de representación de la realidad en el que un periodista, en
calidad de testigo, narra y describe un suceso desde una perspectiva individual y contextualizadora.
Se trata de un texto que deja cierto margen a la libertad expresiva de su autor. En consecuencia, no
es fácil ofrecer recetas o pautas de redacción para elaborarlo. Una forma de abordarlo es explorar
las rutinas erróneas que nos alejan de la caracterización de este género radiofónico tan presente en
la radio actual. Este es precisamente el propósito de este artículo: alertar sobre los riesgos que se
deberían evitar a la hora de elaborar una crónica radiofónica.

The radio chronicle is a model of representation of the reality in whom a journalist, as witness, narrates and describes
an event from an interpretative and individual perspective. It is a type of text that leaves certain margin to the expressive
freedom of his author. This is the reason why it is not easy to offer recipes to elaborate it. Far from it, it would be interes-
ting to aim what does not turn out to be correct. And this one is precisely the intention of this paper: to alert on the risks
that should be born in mind at the moment of elaborating a chronicle for radio.

Palabras clave: Crónica, radio, género periodístico, cronista


Key Words: chronicle, radio, journalistic genre, chronicler

0. Introducción
La importancia de los géneros para la práctica periodística ha sido paralela a la consolida-
ción misma de la profesión. Cuando se afirma que la desaparición de los géneros “signi-
ficaría la desaparición misma de la profesión periodística y el ocaso del periodismo como
actividad humana” (Martínez Albertos, 1998: 77), se confirma la relevancia de los géneros
como modelos de representación de la realidad. En este sentido, los géneros cumplen
funciones muy importantes para los profesionales que formulan los mensajes, para quie-
nes los reciben y también para quienes los estudian, y adoptan rasgos propios según las
peculiaridades de cada medio de comunicación y sus rutinas profesionales. Por ello es
que podemos hablar de los géneros radiofónicos como modelos de representación de
la realidad que otorgan estructura y orden a los contenidos de la radio para conseguir la

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creación de sentido por parte del emisor y Como modelo de representación de la conexión por teléfono o por unidad mó- género y aunque se adopte la estructura
la interpretación de sus mensajes por par- realidad, la crónica se caracteriza por ser vil. Habitualmente, es el género que más formal y técnica de una crónica e incluso
te del receptor (Martínez-Costa y Herrera, un texto de carácter narrativo-descriptivo, practican los reporteros, corresponsales que se le anuncie en antena como tal, no
2004 y Martínez-Costa y Herrera, 2005). en el que los hechos aparecen matiza- y enviados especiales y su emisión se estamos ante la presencia de una cróni-
Con este marco teórico general, la cró- dos por el yo del cronista. Es un género suele producir en directo, lo que ayuda a ca radiofónica. Cuando esto ocurre, se
nica radiofónica se define como de inspiración factual, que se centra en el construir un ritmo narrativo ágil y defrauda las expectativas de la audiencia
un modelo de representación relato y la descripción de hechos, y en el dinámico. con la consiguiente pérdida de credibilidad
de la realidad en el que un que -sin embargo- tiene cabida el punto La crónica no tiene au- que esto supone. Para evitarlo, describi-
periodista, en calidad de de vista del cronista porque ha asistido al tonomía programática, mos a continuación en qué consiste cada
testigo, narra y descri- desarrollo de un acontecimiento y habla es decir, no puede uno de estos peligros.
1La crónica be un suceso desde en calidad de testigo. La crónica tiene una convertirse por sí mis-
La crónica
radiofónica se una perspectiva in- intención testimonial, distinta de la que se ma en un programa. 2.1. Falta de contextualización
no tiene
define como dividual y contextua- percibe en aquellos relatos meramente Lo habitual es que La crónica se caracteriza por la primacía
autonomía
un modelo de lizadora, utilizando expositivos en los que se cuenta una sín- se presente junto a del elemento informativo. En ella predo-
para ello los recursos tesis de los datos y hechos conocidos a programática otras crónicas y no- mina lo informativo, la información. De
representa-
de producción y reali- través de fuentes indirectas, como pueden ticias dentro de los hecho, ésta es una de las diferencias, por
ción
zación característicos ser las agencias de noticias. Este carácter informativos más im- ejemplo, entre la crónica y otros géneros
de la radio. Se trata de testimonial otorga al autor cierto margen portantes de la emisora, dedicados a emitir opinión como el edito-
un género muy presente para su libertad creativa que, no obstante, en los tramos informativos rial, el comentario o la tertulia:
en la actual programación debe observar siempre los elementos más de los magacines y en los pro- “El cronista debe dar cuenta necesaria-
y que, sin embargo, ha sido poco estrictamente informativos. Su contenido gramas especiales generados por mente de hechos, de forma que siempre
estudiado. Con el propósito de defender es descriptivo y, por ello, se valora la pre- una situación informativa extraordinaria. exista una referencia con la realidad sin que
la autonomía de los géneros en radio, al sentación de detalles de alta carga visual. En función del hecho o de la acción que sea posible elaborar una crónica allí donde
margen de los utilizados por la prensa, el En lo formal, predomina la palabra fren- describa y narre, una crónica puede tener no haya noticia” (Merayo, 2000: 179).
presente artículo desea contribuir a mejo- te a otros elementos del lenguaje radiofó- continuidad y regularidad en la emisión, lo Los hechos, las acciones y declaracio-
rar la práctica de este género. nico. Su estructura suele ser simple y se que permite al cronista establecer cierto nes son por tanto la materia prima con la
Es cierto que no es fácil ofrecer recetas ordena en tres partes: apertura, desarrollo vínculo de familiaridad con la audiencia y que se elaboran las crónicas. Igual que las
para elaborar un texto en el que, además, y cierre. Habitualmente, se articula a tra- ofrecer una fotografía en movimiento de noticias. Sin embargo, se trata de géneros
el autor cuenta con cierto margen para su vés del monólogo, lo que confiere al texto los hechos que describe a partir de las su- diferentes porque:
libertad expresiva. Por eso, tal vez más un carácter cerrado. En ocasiones, se ad- cesivas intervenciones en la antena.
que presentar un extenso repertorio de mite una presentación dialoga- 1) en la crónica existe un afán de con-
pautas de redacción, lo que convenga sea da previamente pactada, 2. Los peligros en la crónica textualizar y
explorar aquellas rutinas que no se corres- lo que da lugar a textos radiofónica 2) en la crónica se incorpora el punto de
ponden con la naturaleza del género. Este abiertos. Esto ocurre Delimitados los rasgos del género, hay vista del cronista
es precisamente el propósito del presen- en las crónicas que La estructura que decir que la crónica ofrece cierto mar-
te artículo: alertar de los peligros y ries- contienen diferen- de la crónica gen de libertad estilística a su autor. Dicho En el primer caso, el periodista ubica
gos de los que hay que huir a la hora de tes aspectos rela- de otra forma: la crónica tiene nombres y el contenido de su relato en un contex-
se ordena en
elaborar crónicas radiofónicas. Para ello, tivos a un mismo apellidos, es un género de autor. Este ras- to mayor, tratando de profundizar en sus
hemos realizado una revisión bibliográfica tema. Su estilo es tres partes: go subraya sus fortalezas como modelo de causas, antecedentes, consecuencias, re-
exhaustiva y crítica, al tiempo que hemos coloquial culto y su apertura, representación pero también es el origen percusiones, etc. Hoy, esta necesidad de
incorporado la perspectiva analítica que duración breve, de desarrollo y de muchos de los excesos o peligros de trascender lo estrictamente informativo es
otorga nuestra experiencia profesional y 60 ó 90 segundos, cierre los que hay que huir. Estos peligros son: más urgente que nunca:
académica. Con el fin de centrar nuestro si bien cabe justificar “Nunca como ahora se ha sentido el in-
objeto de estudio, presentaremos primero duraciones mayores si i) falta de contextualización dividuo abrumado por tantas noticias, pero
los rasgos que caracterizan a este género se recurre al diálogo. ii) presencia de juicios de valor al mismo tiempo nunca hemos necesitado
y procederemos después a describir las En cuanto a sus condiciones iii) pretensión sólo estilística y más que tales hechos dispersos nos fue-
distintas amenazas o riesgos. de producción y realización, la crónica se iv) abuso de la improvisación ran engarzados en un conjunto coherente
trasmite desde el lugar de los hechos con para encontrarles su auténtico valor. De
1. La crónica como género lo que la emisión se produce siempre a Cuando se cae en alguno de estos ex- no ser así se nos escapa el sentido último
radiofónico distancia, normalmente a través de una cesos, se rompe con las convenciones del de los acontecimientos y nos perdemos

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en el torbellino de los aconteceres nimios” 1986: 127). nicas donde lo que predomina es lo infor- un turista se detuvo a admirar “la inmensa
(Cantavella, 2004: 396). De esta manera, quien escucha la cró- mativo, porque no da tiempo a introducir mole” de las pirámides de Egipto. Esto es
Así, por decirlo en palabras de Burguet, nica acepta -y espera- que el cronista le valoración (tarea indudablemente más una evaluación, porque estamos califican-
la mejor información no es la que se ciñe traslade también sus propias impresio- laboriosa): porque es mucho más rápi- do de determinada forma el famoso mo-
estrictamente a los hechos, sino la que nes, su personal lectura de los hechos. do contar lo que ocurre que explicar las numento de la antigüedad, pero realmente
los contextualiza, explica, inter- Es cierto que la crónica no es un género causas de lo que ha sucedido y podríamos sostener esa afirmación con
preta y, en definitiva, la que de opinión, sobre todo porque su intencio- las previsibles consecuencias argumentos indiscutibles.
es capaz de resituar el nalidad primera es informar pero también que pueden desprenderse. Sin embargo, con los juicios de valor
fragmento de la actua- lo es que “el relato rezuma el talante del Con ese panorama lo ocurre algo diferente. Los juicios de valor
La intención lidad en un contexto cronista”, como ya señalaba Gomis para que encontramos son ya no admiten una fundamentación cien-
de la crónica de interpretación el caso de la prensa (1989: 148). Una vez multitud de crónicas tífica sino que son las impresiones que
El profesional
es ubicar los que reconstituya la más, ese punto de vista se puede explici- donde apenas asoma los hechos producen en la sensibilidad de
calidad de la noticia tar de manera más o menos intensa pero, debe de algún que otro atis- las personas. Siguiendo a Casado, sobre
hechos y que
y avale la categoría resulta tan fundamental que, por ejemplo, contextualizar bo de interpretación, estos últimos juicios de valor “sería vano
el receptor
informativa del he- una crónica sin firma resultaría inconcebi- la noticia pero no ese enfoque pretender un consenso universal, pues
comprenda cho reportado: “Para ble ya que no se trata de un texto aséptico, desde el principio al fi- estarían en función de la formación de
su verdadera entendernos, se trata sino de un relato testimonial “marcado por nal” (Cantavella, 2004: las personas, de sus gustos, de las mo-
magnitud de devolver a la instan- las aportaciones personales que el autor 406-407). das culturales, etcétera” (cit. en Grijelmo,
tánea de la actualidad su superpone a ese primer nivel donde se En efecto, cuando esto 1997: 88). Pues bien: lo que queremos
condición de fotograma de halla situada la noticia” (Cantavella, 2004: sucede, la conexión informa- decir es que la crónica debe huir de estos
una historia donde se encuentra 397). tiva pierde la oportunidad de cons- juicios de valor que, en realidad, resultan
o crece su sentido informativo” (Burguet, En ocasiones, se llama crónica a relatos truir una crónica y se convierte en una noti- más propios de otros géneros:
2004: 129). La intención de la crónica es que carecen de ese componente testimo- cia que se emite a larga distancia y que no “El cronista ha de situarse en un plano
ubicar los hechos en su contexto de forma nial por parte del cronista. Este hecho sue- tiene más valor que el de haberse escrito de igualdad respecto a lo que ocurre, para
que el receptor comprenda su verdadera le tener que ver con la limitación de tiempo a unos cuantos kilómetros de la redacción procurar explicarlo, y no en un plano su-
magnitud. Este grado de contextualización y la celeridad en la transmisión de noticias, (Faus, 1981: 294). El peligro, insistimos, perior que le permite juzgar. Por tanto, ten-
será mayor o menor, según el tema y la lo que hace de la crónica una simple re- consiste en que el profesional se limite a derá a narrar la situación de modo que el
crónica, pero, en todo caso, debe trascen- petición de los hechos que ya se conocen transmitir la noticia desde el lugar de los lector conforme su propio juicio, y no debe
der la emisión de los datos, informaciones en la redacción. En este sentido, debe te- hechos, la presente como una crónica y transmitir el juicio mascado y sin otra op-
o hechos puros. Se trata, en definitiva, de nerse en cuenta que, en los últimos años, se olvide de que debe contextualizar y dar ción” (Grijelmo, 1997: 88).
dejar claro que el cronista “estuvo allí”. el aumento de la competencia entrada a su visión personal sobre lo ocu- En otras palabras: el cronista puede -y
Ese “estar allí” nos remite a la segunda entre los medios y las emi- rrido. debe- aportar su punto de vista
diferencia entre la crónica y la noticia: la soras y la incorporación siempre y cuando esté
incorporación del punto de vista del cro- progresiva de nuevas 2.2. Presencia de juicios de valor sustentado sobre el
nista. Pues bien: ese punto de vista se tecnologías, cada El aumento de En el extremo opuesto, el cronista se en- elemento informati-
incorpora en la medida en que el cronista vez más accesi- la competencia frenta también al peligro contrario: el de vo –juicios de he- El cronista
“estuvo allí” y asistió, en calidad de testi- bles, obligan a olvidar los límites de toda crónica radio- chos- pero, con esta debe estar
entre los
go, al desarrollo de los acontecimientos. multiplicar las co- fónica y terminar haciendo de la contex- excusa, no puede sustentado por
La voz, el “yo” del autor, cobra en la cróni- nexiones informa- medios obliga tualización un “placebo” (González, 1997: sentenciar, calificar,
a multiplicar el elemento
ca una importancia especial: tivas aunque no 30). En estos casos, el periodista tiende enjuiciar o descalifi-
las conexiones informativo
“Lo que distingue a la verdadera crónica todas se concreten a creer que, en ese afán de trascender car de manera “gra-
de la información es precisamente el ele- en crónicas radiofó- informativas lo estrictamente noticioso, valen todos tuita” o desconectada
mento personal que se advierte, ya porque nicas. Esta dinámica los comentarios y opiniones. Para aclarar de los hechos. Tampoco
va firmada, ya porque el escritor comenta, exige del reportero un las cosas, tal vez resulten útiles los con- caben las opiniones propias
amplía y ordena los hechos a su manera; alto rendimiento, ante la ceptos de “juicios de hecho” y “juicios de o apropiadas que pueden ser muy discu-
ya porque, aunque la crónica sea informa- necesidad de que elabore infor- valor”. Los juicios de hecho son aquellos tibles o los juicios de valor que sólo son
tiva, suele poner en ella un lirismo sutil, maciones sobre temas muy diversos y con que pueden ser demostrados o al menos fruto de la subjetividad de quien enuncia y
una dialéctica y un tono característicos diferentes niveles de contextualización: admitir una fundamentación científica. Si- que tienen cabida en otros géneros1.
que vienen a ser el estilo de su esencia “¿Qué puede salir de esa presión labo- guiendo a Grijelmo (1997: 88), podemos En realidad, la necesidad de que el cro-
misma” (Graña, 1930 cit. en Martín Vivaldi, ral a que está sometido? Pues, seudocró- hacer un juicio de hecho si contamos que nista no extrapole su misión informativa ha

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sido una constante que han recordado la te también del peligro de que el cronista plasmar la brillantez más o menos literaria
mayor parte de los estudiosos de los gé- traspase indebidamente la frontera de los “Quizá bajo muletillas como ‘fuentes de su autor. El buen estilo es algo nece-
neros periodísticos. Así, ya en el año 1974 géneros para quedar convertido en co- generalmente bien informadas’ y ‘círculos sario y muy recomendable en la crónica
Martínez Albertos adviertía de que un abu- mentarista. El que recibe el texto lo perci- allegados a’ se introducen con demasia- ya que -como dijimos- se trata de un texto
so de juicios editorializantes convertiría a be “y no es extraño que manifieste su con- da frecuencia valoraciones personales in- que ofrece cierto margen para la creativi-
la crónica en comentario, en un trariedad”. Comparte este parecer Cebrián admisibles, pero que encuentran dad del autor, tanto a la hora de organizar
exceso de funciones por Herreros (1992: 50) cuando afirma que lo justificación cuando se fa- su contenido como de escoger el lengua-
parte del periodista que sustantivo en la crónica es el relato o la cilitan las fuentes y se je. En este sentido, hay que decir que la
habría usurpado el exposición de los hechos “y no la subjetivi- refleja el ambiente crónica radiofónica comparte todos los re-
papel de editorialista dad del autor”. Además, el autor recuerda La omisión de con objetividad. quisitos estilísticos del buen hacer de este
del medio, olvidan- que la carga subjetiva de la crónica, aun- La omisión de las medio: la claridad, la brevedad, la precisión
El afán las fuentes es
do que, como cro- que existe, es “secundaria en relación con fuentes de infor- terminológica, la redundancia y la ordena-
nunca es nista, su papel se la exposición de los hechos” y también el principio mación es el prin- ción lógica; a los que se puede añadir el
editoriali- parece más al de que la crónica supone la “conjunción de la para entrar en cipio para entrar vocabulario amplio pero comprensible, el
zante reportero: subjetividad con la objetividad en la que la la pendiente en la pendiente ritmo de presentación ágil, los arranques
“Los juicios de balanza está inclinada en todo momento crónica- de la crónica-co- atractivos, el desarrollo rico en imágenes
valores, las inter- del lado de ésta” (1992: 94 y 111). comentario mentario o, si se sonoras y los cierres rápidos, entre otros.
pretaciones y análisis A juicio de Grijelmo, el autor de una cró- prefiere, del comen- Todos estos elementos se alejan a su vez
típicos del estilo de so- nica debe tener una gran habilidad para tario solapado de cró- del mal estilo que tiene que ver con la po-
licitación, es mejor que pa- que no se le “vaya la mano y cargue las nica” (Faus, 1981: 295). breza de expresión, el lenguaje vulgar, el
sen poco menos que inadvertidos tintas en sus juicios personales”. Es ne- Para Grijelmo (cit. por Canta- abuso de verbos como ser, estar o haber,
en una buena crónica periodística, subor- cesario que evite opiniones que “queden vella, 2004: 403) el peligro se encuentra el empleo de tópicos o lugares comunes,
dinados siempre al principal cometido de desnudas y se conviertan en frases edi- también en “la frase aparte con que apos- la reiteración inútil, los estiramientos de
este género reservado para reporteros: la torializantes que se han colado de rondón tillamos el dato, que en cuanto nos descui- frases, el abuso de frases intercaladas, la
narración de sucesos y la exposición de en un género que no les corresponde” damos cae como una losa de contundente abundancia de adverbios, etc.
datos” (Martínez Albertos, 1974: 126). (Grijelmo, 1997: 82-83). En ese instante, opinión en lo que no tenía que alejarse de Esto estrictamente en cuanto al texto,
En este sentido, Fagoaga afirma que, la crónica se desvirtúa y queda convertida la interpretación”. Frente a esto, es nece- ya que en el caso de la crónica radiofó-
aunque la crónica ofrece cierto margen en un texto de opinión. sario que el cronista presente los hechos nica, la voz de quien cuenta la crónica
para la valoración personal del cronista, el Así lo expresa también Abril (2003: 22) desde su punto de vista pero que deje suma unos rasgos estilísticos propios y
afán nunca es editorializante. Las diferen- cuando dice que la crónica no oculta la también margen para que sea el propio re- diferentes. El estilo de la crónica se com-
cias entre ambos conceptos son claras: participación de su autor aunque ceptor quien termine de juzgar lo narrado: pleta en la enunciación a través
“El propósito editorialista se manifies- éste “no debe abandonar “El cronista debe presentar los hechos de la voz del profesional
ta claramente en párrafos encabezados su lugar secundario”. con humildad, sin omnisciencia, de modo -sus inflexiones, sus
con frases como “no estamos de acuerdo Cantavella (2004: que el lector aun tenga la oportunidad de pausas, el manejo de
en…” “resulta inadmisible que”, “pedimos 397) insiste en este elogiarlos o censurarlos por sí mismo. La los tonos apropia-
una actuación clara” y otras similares mismo punto al re- La crónica mezcla de frases objetivas y subjetivas dos- y se anuncia El estilo de
que pueden analizarse en los comenta- cordar que, en la “no debe (juicios de valor) deja indefenso a quien explícitamente
la crónica se
rios editoriales o firmados, cuyo lengua- crónica, “la valo- abandonar los lee, porque no tiene la obligación de con la firma de la
je se muestra claramente bien lejano de ración se basa en discernir entre unas y otras, ni de anali- crónica. Muchas completa con
su lugar la voz del
las fórmulas empleadas en los mensajes los conocimientos, zar los textos y separar el grano y la paja” veces esa cerca-
secundario”. profesional
interpretativos. Mientras que el análisis no en la subjetivi- (Grijelmo, 1997: 91). nía de la voz que
planteado en los mensajes interpretativos dad del firmante”. Como recordábamos antes, la expre- enuncia sumado a
se basa en la explicación de los hechos Tal como puede sión de opiniones del autor es función de su aparición regular
y ahí se mantiene su substrato esencial; verse, han sido mu- otros géneros ampliamente representados en antena permite dar
los mensajes propios del periodismo de chos los autores que han en la radio actual. cuenta de las cosas de un
opinión analizan los hechos con el único subrayado la necesidad de que modo más directo, llano y des-
propósito de ofrecer juicios morales y, en el cronista sea consciente de sus límites y 2.3. Exceso en la pretensión estilística enfadado (Martínez Albertos, 1993: 348),
definitiva, de canalizar las opiniones públi- sepa hasta dónde puede llegar su contex- Junto a los peligros descritos, se encuen- y llega a crear un estilo personal reconoci-
cas” (Fagoaga, 1982: 79). tualización. Por este motivo, no debe omi- tra también el riesgo de tratar de hacer de ble y reconocido por la audiencia.
Por su parte, Gomis (1989: 150) advier- tir sus fuentes de información: la crónica un mero ejercicio de estilo, para Por ello además de tener una voz co-

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rrecta, agradable, amigable, que informe y Ya lo afirmaba Martín Vivaldi (1986: 132 que la crónica se está elaborando en el de los hechos. En muchos casos puede
capaz de crear la tensión y el ritmo apro- y ss.) cuando sentenció que el estilo es mismo momento en el que se está difun- no existir un texto previamente planificado
piado a la naturaleza de los hechos y/o libre, en el sentido de que el cronista no diendo o, en el mejor de los casos, ha sido pero la amplia experiencia y conocimiento
acciones que se describen en el relato, el se debe someter a esquemas prefijados elaborada pocos minutos antes. del cronista sobre el tema permiten cons-
cronista debe procurar transmitir credibili- de redacción pero esa libertad estilística Esta es una práctica mucho más habitual truir excelentes crónicas aparentemente
dad, confianza, seguridad y auto- siempre tiene el límite del hecho noticioso de lo que sería deseable. Las ra- improvisadas, con alta carga visual y total-
ridad en todas sus presenta- sobre el que versa: “La crónica está some- zones que explican esto son mente verosímiles, como es el caso de las
ciones. Así conseguirá un tida a su núcleo comunicativo, al mando de diversa naturaleza. Por crónicas deportivas.
estilo de enunciación a la noticia”. O como expresaba también: un lado, se encuentra el Esta improvisación repercute en el re-
conversacional culto, “Al buen cronista se le permite el lenguaje aumento de la com- gistro que se emplea que, en el caso de
El estilo de inteligente pero no in- metafórico, siempre y cuando sus imáge- “El periodismo petencia entre los las crónicas, suele ser coloquial. Recorde-
la emisora telectual, con fuerza nes sean claras, justas, oportunas y co- de nuestro medios y entre las mos que lo coloquial se define como:
impone descriptivo-narrativa herentes” y se enmarquen en una norma país carece de emisoras y la incorpo- “El habla tal como brota, natural y es-
unas rutinas pero no excitado, e fundamental de claridad comunicativa:
rigor expositivo
ración progresiva de pontáneamente en la conversación dia-
concretas que implicado pero obje- “No valen -no deben valer- ni el oscu- nuevas tecnologías ria, a diferencia de las manifestaciones
tivo porque conoce de rantismo expresivo, ni el retorcimiento es- y técnico” que permiten emitir lingüísticas conscientemente formuladas,
el cronista
primera mano aquello tilístico, ni la imprecisión, ni la vaguedad, de forma instantánea. y por tanto más cerebrales, de oradores,
debe respetar
que cuenta. ni la vana palabrería, ni la ampulosidad Otras veces lo que ocu- predicadores, abogados, conferencian-
A todo ello hay que su- verborreica, ni la complicación concep- rre es que la difusión efí- tes, etc., o las artísticamente modeladas
mar el estilo de la propia emi- tual” (Martín Vivaldi, 1986: 132) mera del mensaje radiofónico y engalanadas de escritores, periodistas o
sora que impone unas rutinas con- Dicho de otro modo: a pesar de su li- lleva -erróneamente- a pensar que poetas” (Beinhauer, 1991: 9).
cretas que el cronista debe respetar. De bertad expresiva, la crónica no es pro- las palabras dichas no tienen la misma im- O como concreta aún más Briz:
esta forma, la crónica participa también piamente literatura y, por tanto resultan portancia que si aparecieran “negro sobre “Llamamos coloquial, entendido como
del denominado “sonido exclusivo de emi- inadmisibles figuras o recursos que sí se blanco” y, en consecuencia, se justifica nivel de habla, a un uso socialmente acep-
sión” que se define como “el modo y el es- dan en una novela o en un ensayo (Alva- una planificación menor y un abuso de la tado en situaciones cotidianas de comu-
tilo peculiar que caracteriza al proceso de rado, 1991: 26). Tampoco es un simple improvisación. nicación, no vinculado en exclusiva a un
ideación, producción y realización de cada ejercicio de estilo. El afán estilístico y el Ya sea por necesidad o por desidia, el nivel de lengua determinado y en el que
una de las partes que dan vida a la pro- “lucimiento literario” (Vigil, 1972: 172-173) caso es que el cronista se ve a menudo vulgarismos y dialectalismos aparecen en
gramación, así como a su totalidad, que que olvida la misión de la crónica deben en la obligación de ir hilvanando su dis- función de las características de los usua-
concede a la emisora una personalidad y quedar descartados. Todo está supeditado curso a medida que lo está produciendo. rios” (Briz, 1996: 25-26).
sonido típicos que permiten al oyente con- a la función informativa y con- En estas circunstancias, es habitual caer En la crónica, este registro
cebir una imagen sonora para identificarla textualizadora de la cró- en la tentación de improvisar demasiado, coloquial se manifiesta en
y diferenciarla del resto de la competencia nica. O, por decirlo en algo sobre lo que ya alertaba hace años el empleo de constan-
del dial” (Moreno y García, 2004: 143). palabras de Grijelmo Martínez Albertos: tes como la concate-
En síntesis, el estilo del autor y de la (1997: 304), lo más “Como resultado de esta tentación -muy nación de enuncia- 1La
El último
emisora debe aparecer en las crónicas. importante, “antes española y muy latina- hacia la improvi- dos, un alto grado improvisación
peligro al
Ahora bien: lo que no resulta admisible es que lucirse, es ha- sación literaria, el periodismo de nuestro de redundancia, repercute en
anteponer la ambición de lograr un estilo cerse entender”. que debe país carece del rigor expositivo y técnico enunciados sus- el registro, en
determinado, característico y reconocible enfrentarse en que suele tener en países anglosajones. pendidos, pre- el caso de las
a la función comunicativa de toda crónica 2.4. Abuso de la cronista es el Unos reporteros-corresponsales menos li- sencia de relatos,
crónicas suele
radiofónica: improvisación abuso de la terarios hubieran producido un tono medio estilo directo, en-
“Hay que procurar así todo que el es- El último peligro al periodístico de mayor seriedad, de rango tonación expresiva,
ser coloquial
improvisación
tilo personal no se imponga demasiado que se debe enfren- superior al que actualmente es detectable tendencia a la inten-
y anule la función y obligación de primer tar cualquier cronista no sólo en el periodismo español sino en sificación o hipérbole,
orden de toda crónica, la de informar. De es el del abuso de la im- buena parte del periodismo latino. La im- reducción del léxico co-
ahí que las pautas generales propuestas provisación, entendida como la provisación y la creación literaria son co- mún, utilización de conectores
en el estilo de la crónica sean las mis- capacidad para saber expresar de pronto sas que deben quedar reservadas para los pragmáticos, etc.
mas que en cualquier otra información: y sin estudio ni preparación alguna cual- genios” (Martínez Albertos, 1993: 349). No se trata aquí de censurar el registro
claridad, sencillez y concisión” (Abril, quier cosa con sentido. Muchas veces la Frente a la improvisación sin sentido hay coloquial, que es habitual en la radio y se
2003: 11). necesidad de improvisar se produce por- que anteponer el estudio y la ponderación hace presente en la crónica radiofónica.

La crónica radiofónica: entre las rutinas profesionales y la calidad informativa por María del Pilar Martínez-Costa y Susana Herrera Damas Revista Comunicación y Hombre · Número 3 · Año 2007
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El problema se presenta cuando el abuso


de lo coloquial e improvisado deriva en
de mayores dosis de contextualización y,
por ende, también de mejores crónicas.
La crónica radiofónica: entre las rutinas
lo vulgar y la pobreza de expresión. Para Frente a estos riesgos y rutinas profe- profesionales y la calidad informativa
evitar caer en ello, se recomienda dedicar sionales erróneas, hay que recordar que
un tiempo para redactar o, al menos, do- la crónica como modelo de enunciación y María del Pilar Martínez-Costa
cumentar las crónicas radiofónicas. En los de recepción requiere: Susana Herrera Damas
casos en que esto no fuera posible, se su- - Situar los hechos en su contexto, ya
giere que el cronista se apoye en el cono- que trasladar este escenario o ambiente a
cimiento de los hechos, el dominio léxico
de lo que se describe y el control de los
la audiencia será su valor añadido frente a
los géneros expositivos.
Bibliografía
procedimientos técnicos que concurren en - Incluir el punto de vista y el testimonio ABRIL, Natividad (2003): Información interpretativa en prensa, Madrid, Síntesis.
el relato. del profesional, pero sin traspasar los jui- ALVARADO, María Victoria (1991): Análisis estilístico de la crónica periodística, Tesis de Licenciatura, Piura, Universidad de Piura.
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3. Conclusión tos y demostraciones empíricas.
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Madrid, Ciencia 3.
ción son los riesgos que amenazan la la- hechos y su contexto, y aprovechando los DALY, Emma (2002): “El corresponsal de guerra”, en FUENTES, Julio, Morir para contarlo, Madrid, La Esfera de los libros.
bor del cronista. Muchos de estos riesgos recursos de producción y realización del FAGOAGA, Concepción (1982): Periodismo interpretativo. El análisis de la noticia, Barcelona, Mitre.
encuentran su origen en la situación actual medio. FAUS, Ángel (1974): La radio, introducción a un medio desconocido, Madrid, Latina Universitaria.
FAUS, Ángel (1981): La radio, introducción a un medio desconocido, Madrid, Latina Universitaria, 2ª edición.
a la que se enfrenta el profesional. Una si- - Planificar el contenido y la estructura GOMIS, Llorenc (1989): Teoría dels gèneres periodístics, Barcelolna, Generalitat de Catalunya.
tuación que se caracteriza por la alta com- de la presentación, aún cuando se elabore GONZÁLEZ, Norberto (1997): La interpretación y la narración periodísticas, Pamplona, Eunsa.
GRAÑA, Manuel (1930): “Ejercicios y orientaciones de periodismo”, Madrid, CIAP.
petencia entre medios y emisoras y por la una crónica mientras los hechos se están GRIJELMO, Álex (1997): El estilo del periodista, Madrid, Grupo Santillana de Ediciones.
incorporación de nuevas tecnologías que produciendo. LEGUINECHE, Manuel y SÁNCHEZ, Gervasio (eds.) (2001): Los ojos de la guerra, Barcelona, Plaza Janés
simplifican y aceleran el proceso de pro- De esta forma se conseguirá superar MARTÍN VIVALDI, Gonzalo (1986): Géneros periodísticos. Reportaje, crónica, artículo, Madrid, Paraninfo, 4ª edición.
MARTÍNEZ ALBERTOS, José Luis (1974): Curso general de redacción periodística, Madrid, Paraninfo, 1ª edición.
ducción de textos radiofónicos. En lo in- los riesgos y responder a las condiciones MARTÍNEZ ALBERTOS, José Luis (1993): Curso general de redacción periodística, Madrid, Paraninfo, 2ª edición.
formativo, este contexto coincide también originales de este modelo de representa- MARTÍNEZ ALBERTOS, José Luis (1998): “Los géneros periodísticos en los medios de comunicación impresos, ¿ocaso o vigen-
con un volumen de información mayor y ción de la realidad que es la crónica ra- cia?”, en Comunicación y estudios universitarios, núm. 8, pp. 67-78.
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en Global Media Journal, en español, núm. 3, Instituto Tecnológico de Monterrey, en la dirección electrónica: http://gmje.mty.itesm.

Notas al pie mx/articulos3/articulo_7.html


MERAYO, Arturo (2000): Para entender la radio, Salamanca, Universidad Pontificia de Salamanca, 2ª edición.
1
Las relaciones entre la información y la opinión ha sido uno de los asuntos más estudiados en periodismo. En la práctica, este tema sigue abierto y todavía no MORENO, Elsa y GARCÍA, Aurora (2004): “La identidad de la emisora en el mercado: la programación como imagen de marca”, en
se han aportado respuestas cerradas. De todas las soluciones que se han propuesto, recogemos aquí la que recientemente ha formulado Burguet, porque, sin MARTÍNEZ-COSTA, M.P. y MORENO, E. (coords): Programación radiofónica. Arte y técnica del diálogo entre la radio y su audiencia,
llegar a ser estrictamente original, está muy bien expresada. Compartimos con el autor la idea de que en periodismo ha sido habitual hacer una sacralización de Ariel, Barcelona, pp. 141-159.
los hechos y una satanización estratégica de la opinión que ha llevado, por ejemplo, a hablar de la dicotomía de la información-opinión como si se tratara del bien
RONDEROS, María Teresa, LEÓN, Juanita, SÁENZ, Mauricio, GRILLO, Andrés y GARCÍA, Claudia (2002): Cómo hacer periodismo,
Bogotá, Aguilar.
o el mal o incluso a pensar, que cuando se habla de que es necesario separar escrupulosamente la información y la opinión, se entiende que el problema es la
SAIZ, Jesús (2005): Periodismo de Radio. De los estudios al ciberespacio, Valencia Servicio de Publicaciones de la Universidad
opinión y no la información: como si el “agente tóxico” fuera la opinión (Burguet, 2004: 9-17). Sin embargo, no es así. La presencia de la opinión es muy necesaria
Cardenal Herrera-CEU.
en periodismo. Pero para ella se destinan otros géneros. TULLOCH, Christian, D (2004): Corresponsales en el extranjero: mito y realidad, Pamplona, Eunsa.
VIGIL, Manuel (1972): El oficio de periodista. Noticia, información, crónica, Barcelona, Dopesa.

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