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Hace cuatro años, miles de ca cultores, como Restrepo, se unieron en el primer paro cafetero de la
historia de Colombia. Durante 11 días, los agricultores pararon la producción para reclamar mejores
condiciones al Gobierno y la Federación Nacional de Cafeteros de Colombia (FNC), que agrupa a los
cerca de 560.000 productores del país.
Una crisis de los precios internacionales provocó que el precio que la FCN garantiza a los
ca cultores alcanzara su nivel más bajo en los últimos sesenta años, según datos de la
organización analizados por este medio. En protesta, los pequeños productores descontentos con
la marcha del sector unidos a través Movimiento de la Dignidad Cafetera, convocaron el paro.
El café colombiano se cultiva en pequeñas extensiones. El 95% de los productores tienen menos de
5 hectáreas y controlan el 50% del área sembrada, según datos analizados del Censo Agropecuario
Nacional de 2014. Estos agricultores se ven sacudidos por los precios internacionales, la falta de
mano de obra, el poco acceso a las ayudas y las malas condiciones de vida.
El mercado del café colombiano es cada vez menos competitivo, aún así el 38% del café que
produce termina en Europa. Allí, los españoles beben, en promedio, casi una taza de café al día, los
alemanes, 1,2, y los holandeses beben 2,4. Ninguno de ellos sospecha que quienes han cultivado su
bebida se enfrentan a condiciones adversas para lograrlo.
El productor vende hoy la carga de café (125 kg) a unos 300 dólares. Durante la crisis de 2013 ese
precio llegó a caer a 125 dólares. Alexander Taborda, un pequeño ca cultor con 2,4 hectáreas de
cultivo especial en Andes y portavoz de Dignidad Cafetera, calcula que los costos de producción de
una carga son de aproximadamente 220 dólares.
La Federación garantiza una tasación fuertemente sometida a los vaivenes del mercado
internacional. Desde el 2000, este precio estuvo más del 44% del tiempo por debajo de los costes
de producción, según los datos analizados por este medio.
Con este modelo, los pequeños ca cultores, la base de la producción colombiana, son los que
disponen de menor capacidad de reacción y recursos que los grandes sembradores ante posibles
caídas de precio, los efectos del cambio climático o las plagas que acechan a los cultivos.
Así ha evolucionado este precio desde 1954, ajustado al índice de precios (IPC) en Colombia.
Sin embargo, Luís Gonzaga, productor de Caldas, en pleno Eje Cafetero, cree que la teoría de
Dussán no concuerdan con la práctica del día a día a pie de cultivo. “No hay celeridad en el sector
nanciero. Uno necesita un crédito para comprar fertilizantes. Pero el crédito termina por
demorarse y cuando se lo dan ya ha pasado la época para fertilizar. O el ciclo para fumigar, si es
que lo pide para fumigar”, asegura.
El director ejecutivo del comité de la FNC en Huila, departamento al sur de Colombia, Jorge Enrique
Montenegro, va más allá y asegura que no hay una política real de apoyo al sector cafetero: “se
piensa más en generar recursos para otras economías del país”, señala.
“El estado debe dar créditos de intereses blandos. No digo gratis, digo que esos préstamos generen
intereses que vayan coordinados con los sistemas productivos. Y eso no está ocurriendo”, lamenta
Montenegro, que representa al departamento con mayor producción (18% del total).
El gerente de la FNC, Roberto Vélez, cree necesaria la creación de un crédito de fomento para el
café. “Pero eso ya es un tema de Estado. Se lo hemos comunicado el Gobierno a través de nuestro
Comité Nacional y también al Presidente, Juan Manuel Santos, en nuestro último Congreso
Cafetero. Más no podemos hacer”, sentencia.
Apenas el 1% de los productores cafeteros superan las 20 hectáreas, según el censo nacional.
Daniel Felipe Henao es, con 320 hectáreas de cultivos repartidas en varias ncas familiares, uno de
esos pocos grandes productores que hay en Colombia. Aunque también es una rara avis en el
sector: tiene 32 años cuando la media de edad del ca cultor es de 58.
“¿Qué va a pasar en diez años? No va a quedar nadie para recoger café. Estamos produciendo al
70%, con pérdidas porque no podemos sacar todo el grano”, explica en el zaguán de una de sus
ncas, La caja de oro, en Antioquia. “Hace falta un revolcón mecánico”, remata.
Se re ere a la falta de tecni cación en el sector. “Si no hay mano de obra que recoja el café,
tendríamos que pensar en un sistema para su recolección”, dice Henao resumiendo uno de los
principales reclamos que hacen los cafeteros a la FNC.
En teoría, cada departamento recibe una cantidad de fondos proporcional a la producción de café.
Por ejemplo, si el departamento de Antioquia, el segundo en producción, genera el 16% del grano
nacional, recibirá un 16% de los recursos.
El Comité está formado por un representante de cada uno de los 15 comités departamentales. Los
representantes de los ca cultores en estos comités se eligen en las elecciones cafeteras, en las
que pueden participar todos los ca cultores federados en la FNC. Se eligen seis delegados por cada
departamento, 90 en total. En las últimas elecciones cafeteras de 2014, el movimiento Dignidad
Cafetera obtuvo 21 de los 90 puestos.
eligen
180 representantes
12 por cada uno de los
15 comités departamentales
Comités Departamentales
proponen
15 miembros para
Las inversiones del Fondo Nacional del Café se deciden por votación. Cada integrante del Comité
tiene un voto, al igual que los representantes gubernamentales. Salvo el ministro de Hacienda, cuyo
voto puede suponer tantos como sean necesarios para lograr un empate en una votación.
“De ahí la falta de independencia. Muchas veces se decide la construcción de infraestructuras que
en realidad son competencia estatal. Nuestra utilidad de productores se incrementaría si esos
fondos se destinaran en realidad a subsidiar fertilizantes o pesticidas, a avanzar en tecni cación y
en créditos especiales”, continúa Cano, pequeño ca cultor.
Roberto Vélez, gerente de la FNC, sale al paso y asegura que los recursos del Fondo Nacional del
Café van en cinco direcciones: la investigación en mejoras de cultivos y tecni cación a través de
Cenicafé, la promoción en el exterior con la marca Juan Valdez, el servicio de ingenieros agrónomos
gratuitos para ca cultores, los subsidios a través del Banco Agrario y la garantía de compra. “La
Federación tiene la obligación de tener siempre la capacidad de comprar todo el café que se
produce en Colombia”, revela Vélez.
El gerente explica también que en la década de los 60 y 70, la FNC sí suplió el papel del Estado en la
construcción de infraestructuras. “En zonas cafeteras construíamos acueductos, escuelas. Pero
eso son deberes del Estado. Lo que sucede hoy es que junto a fondos gubernamentales, de las
gobernaciones y de las alcaldías, incluimos parte de los nuestros. Pero esa parte es mínima. Es
decir, por un peso que pone la FNC se consiguen 25 del Estado. Así se pueden llevar a cabo
programas de infraestructura con muy poca inversión de nuestro lado. En realidad aportamos más
’know how’, que plata”.
Sea como sea, ni Vélez ni ninguna otra persona de la FNC ha querido facilitar a esta investigación el
desglose de las inversiones del Fondo Nacional del Café que en el cierre anual de 2016 arrojó un
resultado de 91.000 millones de pesos, alrededor de 32 millones de dólares.
“La FNC no está por defender los intereses de los productores. No es sólo que uno de cada cuatro
sacos de café lo exporta ella misma, sino que los tres restantes lo hacen exportadoras privadas. Es
decir, que las tres cuartas partes del negocio del café está en manos de exportadoras privadas. Y
ellas son los que terminan in uyendo en la FNC a través del Gobierno”, argumenta Aureliano Suárez,
economista, fundador de Dignidad Cafetera (aunque ya fuera del movimiento) y excandidato a la
gerencia de la Federación en 2015.
Fuente: Imágenes satelitales de ESRI World Imagery. Mapas realizados con CARTO. Fotografía de Iván M. García.
El índice de precios de Colombia (IPC) fue obtenido del Departamento Nacional Administrativo de Colombia
(DANE). Todos los datos de comercio internacional usados en este reportaje provienen de la base de datos de
comercio internacional de BACI, basándose en datos originales de la División Estadística de la ONU.