Sunteți pe pagina 1din 15

TEMA 4: EL SISTEMA CONSTITUCIONAL DE FUENTES DEL DERECHO.

El Ordenamiento Jurídico está compuesto por aquellas normas que rigen en una sociedad,
quedando ordenadas de forma racional y sistemática; estas normas quedan sometidas al que
las dicta para regular las conductas que se buscan. Estas normas, que son impuestas por el
Estado, son las que aseguran la buena conducta, poseyendo capacidades y siendo un poder
jurídico.2 Las normas pueden ser clasificadas según su origen (determinando su alcance
jurídico; esto es si queda subordinada o prima sobre otra norma), órgano productor y sus
competencias; siendo estas ordenadas de un modo jerárquico u horizontal.

El Derecho puede ser interpretado en un sentido sociológico que es referente a los grupos
sociales con potestad de creación normativa (orientado hacia los individuos, grupos sociales,
clases, etc.); o en un sentido formal, referente a los hechos, actos o principios de los que
emanan las normas jurídicas, es decir un ámbito material propiamente jurídico. Los hechos son
los sucesos realizados por el hombre sin necesidad de una acción voluntaria; el acto es una
acción humana con una voluntariedad y buscando un fin concreto; y los principios, que son los
axiomas inmateriales o valores de las personas. Estos dos sentidos quedan interrelacionados
dando lugar a las fuentes del Derecho, a través de una forma escrita o una forma no escrita
(como la costumbre y siendo característico de los grupos no estatales), primando en nuestro
Derecho la forma escrita y estatal.

En el artículo 1.1 del Código Civil se dice “Las fuentes del ordenamiento jurídico español son la
ley, la costumbre y los principios generales del derecho.” La ley es la fuente de primer grado
del Derecho, y puede verse desde un sentido material o genérico (todo acto de un poder
público por el que se crean normas), o desde un sentido estricto (haciendo referencia al
órgano al que se dirige); a ella ha de acudirse inexcusablemente. La costumbre es de uso social
y es capaz de crear e imponer; es una norma de carácter consuetudinaria, que surge por el uso
repetido de una acción, de carácter no escrita, de origen anónimo y de aparición imprecisa; es
fuente de segundo grado del derecho y no se contradice con la moral, teniendo que demostrar
su existencia la persona que lo alegue. Por último, los principios generales del derecho son los
axiomas básicos del Ordenamiento Jurídico con carácter inmaterial (pues son previos a la
normas y no configuran derechos y obligaciones concretas); posee un carácter informador,
pues toda aplicación de normas (legales o consuetudinarias) han de hacerse acorde a estas,
proporcionando referencias muy generales; y es una fuente supletoria de tercer grado.

2 Este poder no es homogéneo. Encontramos diversos órganos productivos que quedan


organizados y ordenados.

Encontramos, a la hora de hablar de las fuentes del Derecho, unos criterios de ordenación de
las fuentes. El primer criterio es el jerárquico, donde las fuentes quedan ordenadas según su
grado de importancia (superiores o inferiores, sin poder las inferiores contradecir a las
superiores), destacando como en el artículo 9.3 de la CE se habla del principio de jerarquía
normativa, y en el 1.2 del Código Civil de la carencia de validez de aquellas normas que
contradigan a una superior; a grandes rasgos podemos señalar de carácter superior a inferior
la CE, las leyes y los reglamentos. El segundo criterio es el de temporalidad, donde la norma
posterior prevalece sobre la anterior y posee la capacidad de derogar a la anterior (artículo 2.2
del Código Civil), siempre y cuando ambas normas procedan de una misma fuente o una
fuente subordinada; y además, una norma posterior nunca podrá derogar una anterior de
superior jerarquía. El tercer criterio es el carácter material, donde se produce un
desdoblamiento normativo en función de la materia que regule la norma, haciendo referencia
a la ley orgánica o a la ley ordinaria, y siendo una característica especial del sistema legislativo
español instaurado por la Constitución de 1978. Por último encontramos el criterio territorial,
haciendo referencia a que las normas solo se rigen en el territorio en el que la fuente es
reconocida como tal; destacando aquí el Derecho Internacional y las Leyes Autonómicas.

En el artículo 9.3 de la CE encontramos los principios constitucionales, es decir, los principios


inspiradores de nuestro Ordenamiento Jurídico: “La Constitución garantiza el principio de
legalidad, la jerarquía normativa, la publicidad de las normas, la irretroactividad de las
disposiciones sancionadoras no favorables o restrictivas de derechos individuales, la seguridad
jurídica, la responsabilidad y la interdicción de la arbitrariedad de los poderes públicos.” Sirven
para garantizar la posición jurídica de los individuos frente a los poderes públicos. Ninguno de
estos principios está protegido por los procedimientos de defensa de derechos fundamentales
contemplados en el artículo 53.2 de la CE, aunque pueden sustentar el carácter de
inconstitucionalidad de una ley o cualquier otra norma por parte del Tribunal Constitucional,
así como de cualquier disposición de rango inferior a la ley por parte de los tribunales
ordinarios. En conjunto suponen la doctrina que defiende nuestro Ordenamiento y los
derechos fundamentales.

La legalidad supone el sometimiento de los poderes públicos a la ley, una plasmación jurídica
del principio político del imperio y primacía de la ley, operando de manera diferente con el
legislador que respecto al resto de poderes del Estado, pues sería incoherente que el poder
legislativo no respetase las propias leyes que él ha aprobado, aunque su desacuerdo puede
suponer la derogación o modificación de la misma ley, quedando únicamente limitado por la
Constitución. Para los restantes poderes del Estado y cualquier otro órgano público, recupera
su plenitud, destacando como únicamente cabe un acatamiento de la ley por parte de estos.
En el poder ejecutivo, el sometimiento a la Constitución se encuentra mediatizado por la
interpretación que de esta haya efectuado el legislador. El poder judicial queda sometido a la
ley en el procedimiento judicial y en las normas a aplicar; donde en el artículo 117.1 de la CE se
establece que los jueces y tribunales son independientes y quedan sometidos únicamente al
imperio de la ley.

La jerarquía a la organización del Ordenamiento, donde las normas de rango superior


prevalecen sobre las de rango inferior, sin poder estas últimas contradecir a las superiores,
adoleciendo a un vicio de invalidez ab origine y siendo derogadas por la superior (las normas
de mismo rango poseen la misma fuerza normativa). Esta jerarquía posee una estructura
piramidal escalonada, habiendo un carácter de homogeneidad entre las pertenecientes a un
mismo escalón, donde prima la Constitución, considerando que la infracción hacia esta supone
la invalidez, la inconstitucionalidad o la ilegitimidad constitucional de la norma. Este criterio
determina también la vigencia temporal de la norma.

La publicidad de las normas referente al conocimiento de estas por los sujetos de derecho
antes del reclamo de su cumplimiento. En los Estados contemporáneos se publica en un medio
conocido y accesible (BOE, Diarios oficiales de las Comunidades Autónomas…). Podemos decir
que las disposiciones secretas pugnan con el principio democrático y con el conjunto de
valores y principios jurídicos básicos del Estado de Derecho. Por último, se habla de la
necesidad de una norma capital para el Ordenamiento Jurídico, estableciendo en el artículo 6.1
del Código Civil, que la ignorancia de las leyes no excusa de su cumplimiento.

La irretroactividad hace referencia, como queda puntualizado, a las disposiciones


sancionadoras no favorables, afectando pues al Derecho Penal y al Derecho Administrativo
Sancionador. Es referente a la validez de las normas donde la prohibición de la retroactividad
para determinado tipo concreto de normas tiene sentido porque el legislador sí tiene
capacidad para dotar a la ley de eficacia retroactiva. La eficacia retroactiva ha de contemplarse
por la ley, quedando esta posibilidad limitada por la Constitución (art. 9.3 y 83b)) y por una
razón de justicia material, donde se impide que se sancione una acción con normas más duras
que aquellas vigentes cuando se cometió la infracción; deducido por el Tribunal Constitucional
el mandato de las normas penales más favorables. La irretroactividad de las disposiciones
restrictivas de derechos individuales hace referencia a aquellos derechos fundamentales
reconocidos en el Título I de la Constitución.

Señalar también el principio de competencia que no viene reafirmado en el artículo 9.3 de la


CE. En el podemos destacar tres manifestaciones: la orgánica, donde se trata la necesidad de
que cada norma sea dictada por el órgano que posea la potestad normativa correspondiente;
la territorial, donde solo son válidas aquellas normas o actos procedentes de los órganos de un
ente territorial cuando han sido dictados dentro de la competencia propia del ente territorial
que se trate; y normativa, donde supone que determinadas categorías de normas tienen un
ámbito material prefijado por la propia Constitución y justifican el distinto ámbito material
para la ley ordinaria y la ley orgánica.

La seguridad jurídica, según el TC, viene a ser la síntesis de los demás preceptos reconocidos
en el precepto; implica la previsibilidad de actuación de los poderes, la regularidad o
conformidad del derecho; y presupone la posibilidad de conocimiento tanto de las normas que
integran el ordenamiento como los actos de aplicación del

mismo. Solo en un sistema en el que prima dicho principios, los individuos podrán defender
sus intereses y derechos adecuadamente; y llega a vincular hasta al propio legislador.

La responsabilidad por la que los poderes públicos imponen sanciones (a las personas que
realizan las infracciones) e indemnizaciones (a las personas perjudicadas por dichas
infracciones). El incumplimiento de lo establecido en las leyes y la Constitución ha de ser
sancionado. Los particulares a priori solo se ven afectados de manera directa por el poder
ejecutivo y judicial.
La arbitrariedad por la que los poderes públicas se ciñen a los textos normativos sin verse
influenciado por otros intereses que no sean los de la ley. Los poderes solo actúan en beneficio
del interés público.

Además las normas pueden ser categorizadas según su validez y su eficacia. Una norma válida
es aquella que queda establecida por unos procedimientos adecuados, por un órgano
competente y que además posee un ámbito territorial, personal, material, temporal, etc.;
además la validez puede ser calificada como validez-existencia (implicando la pertenencia de la
norma al Ordenamiento y, por tanto, el desarrollo de sus efectos) o como validez-legitimidad
(implicando la formalidad de la norma con el parámetro de juricidad establecido por el
Ordenamiento). La eficacia se basa en la interrelación de una norma con el resto de normas,
poseyendo un sentido formal y otro jurídico (eficacia real); o la potencialidad jurídica (eficacia
formal) referente a los efectos jurídicos de esta, la aplicabilidad por el agente jurídico y la
obediencia por los destinatarios, o la relación de la norma con el propio Ordenamiento.
Pueden existir normas eficaces que carecen de validez jurídica. Toda norma podrá perder su
validez como consecuencia de la publicación por el miso órgano de una nueva norma
incompatible o por la decisión de un órgano de control. Destacando aquí la derogación, debido
al imperio de una norma superior o posterior sobre una inferior o anterior, que puede ser
expresa (la norma superior o posterior identifican claramente la fuente concreta donde se
incluyen las normas que van a ser derogadas), implícita (se regula un nuevo sector normativo
completo, sin referencias al anterior vigente) y tácita (la incompatibilidad se genera de modo
evidente en el propio contenido de las normas), pudiendo ser total o parcial; y la anulación,
cuando un órgano de control considera una norma incompatible con el Ordenamiento.

Por último la vigencia temporal de la norma se inicia al incorporarse esta al Ordenamiento. La


vigencia de una norma comienza con el inicio de su propia existencia como norma, cuando hay
una conexión entre la validez y eficacia de la norma, y, generalmente, cuando esta es
publicada, implicando entonces que la vigencia no dependa siempre del momento de
publicación de la norma, previendo un plazo de 20 días dispuesto en el artículo 2.1 del CC
referente a la vacatio legis (entonces, esta no puede ser eficaz hasta que no adquiera vigencia,
aunque sí que puede ser aplicable y tener un ámbito de validez temporal superior a su período
de vigencia). Aunque en nuestro Ordenamiento se exige la publicación oficial para que esta
pueda entrar en vigor.

TEMA 5: LA CONSTITUCIÓN COMO NORMA JURÍDICA SUPREMA.

La Constitución es la norma suprema y fundante de nuestro Ordenamiento Jurídico. Es de


aplicación directa por todos los poderes públicos, siendo de carácter inmediato pero sin que
las normas tengan el mismo alcance y significado. Además, todas las normas son aplicables por
todos y vinculan a todos en un principio. Los preceptos de la Constitución poseen diferentes
vigencias temporales y se pueden clasificar según la necesidad o no de un desarrollo
legislativo, siendo:
1. Los que no tienen necesidad de desarrollo legislativo, como los principios y valores. 2.
Aquellos que requieren un desarrollo legislativo pero no poseen una obligatoriedad
constitucional. Como los principios que necesitan de los poderes públicos, o aquellos que
requieren una mayor eficacia. 3. Aquellos que poseen la obligatoriedad de desarrollo
legislativo. Como ciertos derechos fundamentales o preceptos relacionados con las Cortes
Generales, el Tribunal Constitucional, el Consejo de Ministros o el Consejo de Estado.

La Constitución se encuentra en el vértice superior de nuestro Ordenamiento Jurídico, siendo


pues la norma suprema. Es auténtico derecho integrado en el Ordenamiento Jurídico (artículo
9.1 de la CE, “los ciudadanos y los poderes públicos están sujetos a la Constitución y al resto
del Ordenamiento Jurídico”), ha de ser aplicada como norma según cada uno de sus preceptos,
y es vinculante con todos los sujetos del Derecho, aunque no de igual manera, como los
poderes públicos (a los que se les destina la parte orgánica de la Constitución en el sentido de
competencias, composición, etc.), los ciudadanos… Esta vinculación ciudadana puede ser
directa o indirecta (necesita la intervención de un poder público para que se pueda recurrir).
Según a quienes vayan destinados los mandatos constitucionales, la doctrina habla de una
doble eficacia, una eficacia directa (referente a los poderes públicos que ordena su desarrollo)
y una eficacia indirecta (referente a los ciudadanos, que necesitan una “interpositio
legislatioris” para cumplir con la vinculación del precepto constitucional). Para perpetuar la
legitimidad democrática del régimen constitucional que se ha creado, se transforma el
principio político de soberanía popular en la fórmula de la supremacía constitucional.

El carácter de norma superior de la Constitución se debe a que posee un carácter de única


norma suprema, es una norma primaria de carácter imperativo sobre el resto de normas,
emanada de un poder constituyente. Por lo tanto podemos decir que toda ley posterior a la CE
es inferior a esta. Las normas jurídicas elaboradas a raíz de esta se establecen a través de
órganos cualificados, estos a su vez poseen potestad de establecer Decretos-leyes. Para
asegurar el carácter efectivo de la Constitución es fundamental la labor de los Tribunales
ordinarios, pues les corresponde la parte

principal en cuanto a la aplicación directa de la norma constitucional y la interpretación


conforme a ella del resto del Ordenamiento. El resto de normas son de carácter secundario y
su validez depende de la propia Constitución. Por lo tanto, la supremacía jerárquica formal de
la Constitución sobre el resto de normas y su protección frente a leyes superiores se deben al
carácter fundante de la Constitución de nuestro Ordenamiento.

La Constitución posee además una serie de potestades como la potestad legislativa (atribuida
a las CCGG y se les dota de capacidad de dictar leyes), potestad de dictar decretos-leyes
(atribuida al Gobierno, quien por motivos de urgencia y extrema necesidad puede crear
normas con carácter de ley, aunque quedan controladas por el Congreso), la potestad de crear
decretos-legislativos (es decir, normas con fuerza de ley, donde por lo general las CCGG
atribuyen esta capacidad al Gobierno), la potestad reglamentaria (donde el Gobierno atribuye
normas de categoría inferior a la ley), potestad a las Cámaras legislativas para dictar
reglamentos internos y la potestad reglamentaria interna de otros órganos o instituciones
contemplados por la propia Constitución.

Debemos diferenciar entre qué es un poder constituyente y un poder constituido.


El poder constituyente es el poder originario, creador de un orden nuevo, que no se apoya en
ninguna legalidad anterior, que carece de límites para actuar y es la expresión de la soberanía,
y ejercido por representantes extraordinarios (que actúan como comisionados). Según
Schmitt, este es superior al poder que crea y a los órganos que crea, además de no estar
vinculado a ningún procedimiento. Aunque este concepto se vio fortalecido con el estallido de
la Revolución Francesa, la titularidad del poder constituyente ha ido variando según el
momento histórico en el que se encontraba, siendo, en orden cronológico, Dios, el rey y, hoy
en día, el pueblo (derivado de una democracia representativa). Dentro de este debemos
distinguir un poder constituyente originario (aquel poder que ha podido crear desde la nada
una Constitución) y el poder constituyente derivado (es un poder jurídico vinculado por la
Constitución creada por el poder constituyente originario).

El poder constituido es un poder derivado del poder constituyente, al que se le ha permitido


establecer normas y queda sujeto a unos límites establecidos.

Hay diferentes tesis a cerca de estas dos definiciones, destacando sobre todo aquella que dice
que el poder constituyente es una fuerza creadora que nada tiene que ver con el poder
constituido; y la que dice que el poder constituyente y el constituido son lo mismo, pues se
basa en que la naturaleza de estos es la misma, aunque su etapa de actividad es distinta: una
etapa originaria y una etapa de continuidad. Encontramos un término intermedio entre estos
que es el poder constituyente constituido, referente a un poder de reforma y subordinado a la
legalidad constitucional pero capaz de modificar la Constitución.

A la hora de interpretar la Constitución no puede haber una norma que contradiga a la CE. La
Constitución sirve para establecer los límites de las normas debido a que a

veces es bastante genérica. En la aplicación legislativa, la CE supone que todos los poderes
públicos (sobre todo los tribunales) apliquen e interpreten la ley. Los principios
constitucionales suelen ser normas bastante abiertas; pudiéndose clasificar según su origen
como auténtica (dado por el propio autor que realiza la norma), usual (dado por un tribunal) y
doctrinal (elaborado por la propia doctrina); y según sus resultados como literal, declarativa,
correctiva y derogatoria3. Sobre la interpretación constitucional encontramos dos teorías: la
interpretación subjetiva (donde se busca la finalidad del legislador) y la objetiva (donde se
busca la voluntad de la ley). Esta interpretación es llevada a cabo por diversos autores
capacitados, que son fundamentalmente los poderes públicos, quedando limitados por sus
propias competencias y por la propia Constitución; y puede ser vinculante (por la que se les
obliga a crear verdaderas normas) o no vinculante (no se busca la aplicación pero sí la
orientación a los poderes públicos; se controla difusamente, a modo de opinión, esas normas).
Aunque hay problemas relacionados con los diversos titulares de la interpretación de la CE: el
poder Legislativo se encarga de la concreción de la Constitución, el Judicial interpreta y aplica,
la posición de la Administración, o el Tribunal Constitucional que es el máximo valedor de la
CE. Además encontramos dos tesis sobre la interpretación constitucional: la de Hesse, que
dice que la CE se interpreta para concretar los casos; y la de Rubio Clarente, que dice que si no
hay unidad interpretativa, de esta se encargará el juez.

Por último, enunciar los principios de interpretación jurídica: Principio de unidad: la CE es


interpretada en un único sentido, la interpretación armónica de todos los preceptos.
Concordancia práctica: se busca proteger los bienes establecidos. Corrección funcional: la
interpretación se realiza dentro del ámbito competencial. Eficacia integradora: donde se
busca una unidad política.

3 Esta clasificación está llevada a cabo por Federico de Castro.

TEMA 6: GARANTÍA DE LA SUPREMACÍA DE LA CONSTITUCIÓN

La Constitución necesita estabilidad, estos es, perdurar en el tiempo, para que sea vinculante
con los ciudadanos, siempre y cuando se adapte a las nuevas situaciones. Podemos hablar de
una rigidez constitucional, aunque se puedan realizar cambios en ella. Estos puede ser directos
(a través de la reforma constitucional) o indirectos (a través del Tribunal Constitucional, siendo
esta reforma más lenta). Es por ello que se afirma que la reforma constitucional es el cambio
político del régimen de un poder constituyente, y para ello la Constitución establece
mecanismos para llevar a cabo esta reforma.

Referente a la reforma constitucional encontramos el Título X de nuestra Constitución, donde


resaltamos los artículos 167 (referente al proceso ordinario) y 168 (referente al procedimiento
agravado). Estos procedimientos son rígidos y complejos, pero abren la posibilidad de poder
reformar todo lo que dicta la Constitución, es decir, no existe limitación material. Aunque aquí
encontramos una crítica que dice que sí que hay un límite material implícito pues para llevar a
cabo la reforma han de respetarse los valores y principios constitucionales.

Los órganos legitimados para realizar la reforma constitucional vienen enunciados en el


artículo 166, diciéndonos que son todos aquellos señalados en los apartados 1 y 2 del artículo
87, siendo pues el Gobierno, el Congreso de los Diputados, el Senado y las Asambleas de las
CCAA (siendo un poco perspicaces podemos observar cómo queda al margen la capacidad de
reforma popular, señalada en el 87.3 de la CE).

Para que la iniciativa del Congreso de los Diputados sea tomada en consideración, ha de ser
apoyada por un mínimo de dos grupos parlamentarios o por 1/5 de miembros de la Cámara.
Para que sea procesada la propuesta del Senado ha de ser también respaldada por dos grupos
parlamentarios o por al menos 50 senadores. El Gobierno la podrá llevar a cabo a través de un
proyecto de ley. Las Asambleas de las CCAA partirán a raíz de un proyecto asambleario, siendo
posteriormente propuestas al Gobierno o al Congreso (por lo tanto es considerada de carácter
indirecto).

Como ya hemos mencionado, los procedimientos de reforma quedan fijados en el artículo 167
ó 168 de la CE. Aunque en el artículo 169 encontramos una limitación temporal, pues se
prohíbe llevar a cabo la reforma en momentos en que el Estado se encuentra en situación de
sitio, de alarma, de excepción o de guerra; y además no se puede tampoco concluir el proceso
aun habiéndose iniciado ya.

El artículo 167 de la CE fija el procedimiento ordinario de la CE:


1. Los proyectos de reforma constitucional deberán ser aprobados por una mayoría de tres
quintos de cada una de las Cámaras. Si no hubiera acuerdo entre ambas, se intentará
obtenerlo mediante la creación de una Comisión de composición

paritaria de Diputados y Senadores, que presentará un texto que será votado por el Congreso y
el Senado. 2. De no lograrse la aprobación mediante el procedimiento del apartado anterior, y
siempre que el texto hubiere obtenido el voto favorable de la mayoría absoluta del Senado, el
Congreso, por mayoría de dos tercios, podrá aprobar la reforma. 3. Aprobada la reforma por
las Cortes Generales, será sometida a referéndum para su ratificación cuando así lo soliciten,
dentro de los quince días siguientes a su aprobación, una décima parte de los miembros de
cualquiera de las Cámaras.

En segundo lugar, encontramos el artículo 168 de la CE que hace referencia al procedimiento


agravado de reforma, y es considerado más democrático y legitimado pues supone una mayor
participación popular. Este reza:

1. Cuando se propusiere la revisión total de la Constitución o una parcial que afecte al Título
preliminar, al Capítulo segundo, Sección primera del Título I, o al Título II, se procederá a la
aprobación del principio por mayoría de dos tercios de cada Cámara, y a la disolución
inmediata de las Cortes. 2. Las Cámaras elegidas deberán ratificar la decisión y proceder al
estudio del nuevo texto constitucional, que deberá ser aprobado por mayoría de dos tercios de
ambas Cámaras. 3. Aprobada la reforma por las Cortes Generales, será sometida a referéndum
para su ratificación.

Hay además ciertos procedimientos para asegurar la defensa jurisdiccional de la Constitución.


Referente a esto encontramos dos modelos: el modelo americano (o difuso) que surge de
forma espontánea a raíz de la práctica judicial; y el modelo europeo (o concentrado) donde
hay un órgano concreto para garantizar la Constitución.

En el sistema difuso destacamos como todos los órganos jurisdiccionales, a la vez que ejercen
su función jurisdiccional, tienen en cuenta la constitucionalidad o no de la ley, es decir, que no
existe un órgano concreto de garantía constitucional y la función de declarar la inaplicabilidad
o no de la ley le corresponde a todos los jueces, por ello decimos que el juez posee una función
declarativa, pues aunque puede inaplicar una norma, no puede anularla; una vez declarada la
invalidez de la norma, esta tendrá efectos ex tunc4. Es además incidental pues la declaración
de inconstitucionalidad de la norma se da a partir de un caso concreto, suponiendo esta
inconstitucionalidad de eficacia inter-partes. Posee además un carácter retroactivo. Los
tribunales inferiores quedan vinculados a los superiores, teniendo como cúspide al Tribunal
Superior.

El sistema concentrado se basa en la teoría de Hans Kelsen por la que dice que ha de haber
mecanismos que garanticen la concepción formal de la Constitución. Es necesario crear un
órgano independiente que garantice y posea una función jurisdiccional
4 Ex tunc es una locución latina, que en español significa literalmente "desde siempre",
utilizada para referirse a una acción que produce efectos desde el momento mismo en que el
acto tuvo su origen, retrotrayendo la situación jurídica a ese estado anterior.

(formado por magistrados elegidos por los tres poderes y que poseen las mismas prerrogativas
que el juez pero a nivel constitucional). Este mecanismo que propugna Kelsen es un órgano
constitutivo porque el órgano competente puede anular la ley considerada inconstitucional
para todos, teniendo efectos ex nunc5; es un concentrado porque solo el TC tiene capacidad
de dictar la inconstitucionalidad o no de una norma; y es de carácter principal pues la
declaración de inconstitucionalidad es el resultado de un juicio general y abstracto, teniendo
un valor erga omnes6. Posee un carácter irretroactivo y es además posee un carácter principal
en el sentido en que sobre la ley general se aplica la inconstitucionalidad (tiene efectos sobre
todos).

En el modelo español, destacamos como órgano supremo de garantía constitucional al


Tribunal Constitucional, analizado en el Título IX de la CE. Es considerado como máximo
intérprete de la CE y se le considera como un poder más sin iniciativa propia. Además está
inspirado en el Tribunal de Garantías Constitucionales y Libertades Públicas característico de la
Constitución de 1931. Es un órgano de carácter constitucional y que tiene la función de juzgar
y declarar la inconstitucionalidad de una norma, aunque no forma parte del poder judicial,
como queda dicho en el artículo 1 de la LOTC, “es el intérprete supremo de la Constitución”. El
TC queda sometido a la propia Constitución y a su Ley Orgánica. A pesar de pertenecer al
modelo concentrado, posee rasgos del modelo difuso como la constitucionalidad de una ley,
pues el juez puede considerar el elevar la cuestión de inconstitucionalidad al TC. Es un órgano
único en su orden, independiente, supremo y vinculante; creador de Derecho (a través de sus
sentencias) y de orientación política e integrador (controla que nadie se desvíe de sus
competencias). Es además un órgano creador de Derecho pues sus sentencias son fuentes de
derecho y no posee iniciativa pues propia pues únicamente se pronuncia a instancia de parte.

Hay una serie de críticas frente al TC como la interpretación de este como un “superpoder”
(pues vincula a todos los poderes), puede ser una tercera Cámara (ya que complementa la ley,
precisa su aplicación o anula preceptos) sin legitimidad democrática (pues sus componentes
no son elegidos por procedimientos representativos), favorece la inseguridad jurídica y se le
considera como instancia política (pues afecta al ámbito político).

El TC no es el único órgano que debe aplicar e interpretar la Constitución, sino que lo tienen
que hacer todos los poderes y ciudadanos, pues como dice el art.9.1 de la CE, estos quedan
vinculados; aunque el TC sí que es máximo intérprete a la hora de unificar las diferentes
interpretaciones.

El Tribunal Constitucional está compuesto, y según el artículo 159.1diferi de la CE, por 12


miembros nombrados por el Rey a propuesta de: 3/5 del Congreso de los Diputados (4), 3/5
del el Senado (4), el Gobierno (2) y 3/5 del Consejo General del Poder
5 Es decir, desde que se produce la sentencia. 6 Erga omnes es una locución latina, que
significa "respecto de todos" o "frente a todos", utilizada en derecho para referirse a la
aplicabilidad de una norma, un acto o un contrato.

Judicial (2). Los magistrados elegidos por el Congreso y el Senado han de ser respaldados por al
menos 3/5 de la Cámara.7

Las condiciones de elegibilidad quedan ratificadas en el artículo 159.2 de la Constitución


Española donde se garantiza la independencia de estos. Los miembros pueden ser juristas de
reconocida competencia profesional y prestigio, como magistrados, fiscales, profesores de
universidad, funcionarios o abogados; siempre y cuando hayan ejercido más de 15 años dicha
profesión. Esta función es incompatible con todo mandato representativo, desempeño de
funciones directivas de un partido político o sindicato, ejercicio de la carrera judicial y fiscal,
cualquier actividad mercantil o profesional… En caso de que sea elegido una persona
incompatible, esta podrá renunciar a su cargo para ser magistrado. La independencia e
inamovilidad de los magistrados queda citada en el artículo 159.5 de la CE. Además, en la Ley
Orgánica del TC se establece que los magistrados una vez agotada su magistratura quedarán
como magistrados en funciones hasta la elección de uno nuevo, sin poder presentarse a la
magistratura inmediatamente posterior, salvo que haya ocupado el cargo por un plazo no
superior a tres años8. En el artículo 26 de la LOTC se determina que la responsabilidad criminal
de los magistrados del TC será exigible ante la Sala de lo Penal del TJ.

Encontramos ciertas causas de cese de los magistrados como son las decretadas o acreditadas
por el presidente del TC (fallecimientos, renuncias o expiaciones de cargos), las decretadas por
decisión de la mayoría simple del pleno (incompatibilidad sobrevenida o causas de
incapacidad), por decisión de ¾ del Pleno (falta de diligencia en el desempeño del cargo,
violación de la reserva propia de su función, la condena por delito doloso o culpa grave, o la
concurrencia en la responsabilidad civil por dolo),

El TC queda encabezado por un presidente, siendo este elegido primero por mayoría absoluta,
si no por mayoría simple, si no otra vez por mayoría simple, si no por mayor antigüedad como
magistrado, y si no por el magistrado de mayor edad9, durando su presidencia tres años y
siendo solo reelegible una vez; preside y convoca el Pleno y la Sala Primera, convoca la Sala
Segunda, comunica las vacantes de magistrados, ejerce las potestades administrativas sobre el
personal al servicio del Tribunal y adopta las medidas necesarias para el buen funcionamiento
de este. Después encontramos al Vicepresidente del TC que preside la Sala II del TC, sustituye
en caso de necesidad al Presidente y es elegido por el mismo procedimiento, posee las mismas
competencias y duración de mandato que el Presidente. Las Salas quedan divididas en
Secciones. Hay también una Secretaria General donde hay letrados de carrera para ayudar
aunque los

7 Por esto se entiende que el TC es un órgano politizado. Esta teoría es rechazada pues para
elegirlos y debido a la necesidad de alcanzar una mayoría cualificada se necesita el pacto entre
partidos, según el artículo 159 de la CE; los mandatos duran 9 años (más que una legislatura) y
se van renovando los magistrados cada 3 años por terceras partes: primero los elegidos por el
Congreso, luego los del Senado, y luego los del Gobierno y el CGdPJ. 8Si un magistrado se
ocupa como consecuencia del fallecimiento o dimisión de otro magistrado solo se desempeña
el cargo hasta el final del mandato del magistrado de quien se trae causa. 9 Los “si no” son
referentes a en caso de empate…

magistrados pueden elegir a sus propios letrados. También encontramos una Administración
de Justicia.

Por último, destacar la división del TC en: el Pleno, las Salas, las Secciones, la Secretaría
General; y la existencia del personal al servicio del TC como son los Letrados y los Secretarios
de Justicia. El Pleno está compuesto por el Presidente y el resto de magistrados, con una
necesidad de quorum de 2/3 y sometiendo los votos a mayorías y en caso de empate dando
voto de calidad al Presidente, conoce todos los asuntos competenciales del TC salvo los
recursos de amparo, con competencias gubernamentales para la elección del Presidente y
Vicepresidente, verifica todas las acciones producidas dentro del TC, elabora el presupuesto y
ejerce la potestad reglamentaria del Tribunal; las Salas quedan divididas en Sala I (Presidente)
y Sala Segunda (Vicepresidente), cada una integrada por seis magistrados con el mismo
quorum y exigencias de voto que en el Pleno, pueden resolver los recursos de
inconstitucionalidad de mera aplicación de doctrina y cuestiones de inconstitucionalidad que
les sean deferidas, al igual que los recursos de amparo, pueden plantear cuestiones de
inconstitucionalidad al Pleno y pueden conocer cualquier otro asunto deferido por el Pleno o
avocados a las Secciones. Las Secciones están divididas en cuatro, con necesidad de dos
miembros para el quorum (tres en caso de discrepancia, que son todos los miembros), tratan
la decisión de admisibilidad o no de los recursos y los recursos de amparo deferidos por las
Salas. La Secretaría General es elegido en el Pleno por los letrados, ostenta la jefatura de los
letrados y la dirección de todos los servicios del tribunal, recopila, califica y publica la doctrina
del TC, prepara ejecuta y liquida el presupuesto…

Como ya hemos mencionado, quedan al servicio del TC los Letrados y Secretarios de Justicia.
Los Letrados, cuya función principal es la de asistir a los magistrados, son seleccionados
legalmente por concurso-oposición donde se valora la especialización en Derecho Público de
los aspirantes, destacando al Letrado de libre designación (referente a la figura del letrado de
adscripción temporal, que ostenta los mismos derechos y deberes que el resto de letrados, es
nombrado libremente por el Pleno y que ha de ser licenciado en Derecho). El Secretario de
Justicia provee el Pleno o su Sala correspondiente, designados por concurso de méritos entre
los Secretarios de la Administración de Justicia que estuviera en condiciones de acceder al TS y
que ejerce la fe pública. Por último encontramos otro personal al servicio del TC que se
encarga de la contratación laboral, de la realización de labores auxiliares de carácter
instrumental o apoyo administrativo…

Al tener el tema 7 el mismo título que el anterior, lo pondremos como continuación del T6 y no
como tema aparte en la siguiente página
El control de constitucionalidad de las leyes puede adoptar dos diferentes objetivos que,
según su naturaleza, pueden ser de control externo o formal (a través del cual se verifica si una
ley se ha aprobado o no según las reglas de competencia y siguiendo los procedimientos
establecidos en la Constitución) y de control interno o material (donde se verifica si una ley
entra en contradicción o no con los establecido en la Constitución).

A través de estos medios de control se busca asegurar la supremacía de la CE y siendo objeto


de esta las leyes y disposiciones normativas con fuerza de ley como los Estatutos de
Autonomía, las Leyes Orgánicas, las leyes ordinarias, los decretos-leyes, los decretos-
legislativos… Encontramos también el Derecho comunitario, que es aplicable directamente por
el Estado y desplaza a la ley interna, encargándose de su control el Tribunal de Justicia de las
Comunidades Europeas.

Las leyes preconstitucionales, como su propio nombre indica, son las que preceden a la
Constitución. Sobre ellas la CE posee efectos apoyándose para ello en ciertos criterios como el
de vigencia, el de temporalidad, el jerárquico o el de validez (valorado por el TC). A la hora de
analizar el marco de enjuiciamento de una norma debemos saber que la inconstitucionalidad
de esta puede venir determinada por motivos formales (no con respecto a las normas
preconstitucionales y no necesariamente conlleva la nulidad de la norma) donde prima el
principio de proporcionalidad que modula el efecto que en cada caso posea el vicio; para
valorar estos vicios a veces debemos acudir a otras normas como los reglamentos
parlamentarios, los tratados o convenios internacionales, los repartos competenciales entre
CCAA y Estado… o por motivos materiales.

Sobre los procedimientos de control de normas hacer especial hincapié en las competencias
del Tribunal Constitucional, establecidas en el artículo 161 de la CE y en el artículo 2.1 de la
LOTC. Sus competencias son de carácter abierto y pueden ser completadas por leyes
orgánicas. Sus principales competencias son el control de la constitucionalidad (mediante el
recurso de inconstitucionalidad, la cuestión de inconstitucionalidad, la autocuestión de
inconstitucionalidad y el control previo de los tratados internacionales), los recursos de
amparo, la resolución de conflictos competenciales…

El control de constitucionalidad de las leyes y disposiciones con rango de ley puede ser llevado
a cabo tanto por el Estado como por las CCAA, ejerciendo el control a través de una vía directa
(mediante el propio recurso de inconstitucionalidad) o una vía incidental (mediante una
cuestión de inconstitucionalidad promovida por jueces y tribunales). Las sentencias tienen
efectos tras su publicación en el BOE, donde destacamos que la nulidad es solo de los
preceptos afectados de inconstitucionalidad sin tener un efecto retroactivo salvo respecto de
sanciones penales o administrativas más desfavorables en su origen, la eficacia erga omnes y
donde el valor de lo juzgado puede ser analizado desde un punto de vista formal (la sentencia
no es susceptible de recurso) y un punto de vista material (donde no es posible volver a
plantear el mismo asunto por el mismo motivo y vía salvo que se produzca un cambio de
jurisprudencia).
El recurso de inconstitucionalidad queda recogido en los artículos 161.1.a) y 162.1.a) de la CE
y los artículos 31 a 34 de la LOTC. Es un recurso que se da en una vía directa y puede
promoverse contra las leyes o actos con fuerza de la ley a partir de su publicación oficial.
Supone pues un control abstracto de la constitucionalidad y se promueve en los primeros
meses de vigencia de la norma impugnada, siempre con independencia de cuál sea su
aplicación concreta en la vida real. Son objeto de ellas las normas estatales (tratados
internacionales, leyes orgánicas, decretos legislativos, etc.) y las normas autonómicas (leyes,
decretos-leyes, reglamentos de asambleas regionales, etc.). La legitimación de este recurso
frente a normas estatales y autonómicas supone la iniciativa del Presidente del Gobierno, el
Defensor del Pueblo, 50 diputados o 50 senadores; y solo ante las normas estatales que
afecten al ámbito de la autonomía, necesitarán el apoyo de los ejecutivos de las CCAA o de los
parlamentarios de estas. Para ello ha de cumplirse el siguiente procedimiento: un plazo de
presentación de 3 meses desde la publicación oficial de la norma, o 9 meses si se reúne la
comisión bilateral de cooperación Estado-CA (Presidente del Gobierno y ejecutivos de las
CCAA) para resolver la discrepancia y comunicará el acuerdo adoptado al TC dentro del plazo
de los 3 primeros meses; una admisión a trámite y traslado al resto de sujetos legitimados,
contando con 15 días para las alegaciones; y una elaboración de la sentencia con un plazo
máximo de 30 días.

La cuestión de inconstitucionalidad queda decretado en la CE en el art. 163 y en los art. 35-37


de la LOTC, llevándose a cabo por un control en vía incidental, prejudicial o indirecta. Esto
supone que cuando un juez o tribunal de oficio a instancia de parte, considera que una norma
con rango de ley aplicable al caso que está conociendo, y de cuya validez dependa el fallo,
puede ser contraria a la Constitución, debe plantear la cuestión al TC. Es un control concreto
pues la inconstitucionalidad de la norma surge de la confrontación de la norma con un
supuesto real de la vida, a la que la misma se debe aplicar en un litigio real por un juez. Queda
legitimado por jueces y tribunales ordinarios de oficio o a instancia de parte. Por último, su
procedimiento a de cumplir unos requisitos procesales (donde ha de existir una duda de
constitucionalidad relevante para el fallo en el seno del proceso jurisdiccional, y motivar
suficientemente que no se encuentra interpretación alguna de la norma conforme a la CE) y un
proceso ante el juez ordinario (a quo10) donde se audiencia a las partes y al ministerio fiscal, y
concluso el procedimiento, y antes de adoptar resoluciones del mismo, ha de ser elevado el
auto al TC. El proceso ante el TC será ad quem11 donde se produce un control de concurrencia
de los requisitos procesales, una admisión o inadmisión, y una sentencia a los 30 días,
notificando al juez a quo y a las partes, y vinculando al juez a quo para resolver el caso.

La autocuestión de inconstitucionalidad deriva del recurso de amparo, quedando señalado en


el artículo 55.2 de la LOTC. Ha de quedar estimado por la Sala o Sección en cuestión, debido a
que la norma con rango de ley aplicada lesiona algún derecho fundamental o alguna libertad
pública. Para ello se lleva a cabo el siguiente

10 Que marca el principio de un período de tiempo de un proceso. 11 Dicho de un juez o


tribunal- Que se recurre a él frente a una resolución de otro juez o tribunal inferior. Que marca
el final de un período de tiempo, de un proceso.

procedimiento: elevación de la cuestión al Pleno, suspensión del plazo para dictar la sentencia
de amparo y la aplicación de los trámites propios de la cuestión de inconstitucionalidad. Estas
sentencias tienen efecto una vez publicadas en el BOE. Además es derivada del conflicto en
defensa de la autonomía local.

El control previo de los tratados internacionales queda dispuesto en el art. 95 de la CE y en el


78 de la LOTC. Para ello el tratado no debe haber sido ratificado por España, permitiendo así
compaginar la supremacía constitucional con la responsabilidad internacional del Estado.
Posee una naturaleza consultiva pues comprueba si existen obstáculos constitucionales a la
prestación del consentimiento a un tratado internacional, aunque la decisión sea vinculante.
Esta labor queda legitimada al gobierno, el Congreso y al Senado. El procedimiento se inicia
con la realización del requerimiento, el traslado de este al resto de órganos y el dictado de la
correspondiente resolución por el TC. Posee efectos una vez publicado en el BOE, siendo
vinculante para el Estado la declaración del TC. Si se da el caso de incompatibilidad entre un
tratado internacional y la Constitución, el Estado puede no ratificar el tratado, renegociar el
tratado para ratificarlo, introducir declaraciones interpretativas o reservas al tratado, o
reformas la Constitución para ratificarlo.

Las sentencias del TC en los procesos de control de constitucionalidad poseen unos efectos
suspensivos, aunque no automáticos. Si el recurso de inconstitucionalidad es planteado por el
Gobierno con respecto a una norma autonómica y utiliza la técnica complementaria de la
impugnación producirá la suspensión de la disposición recurrida. El TC intentará ratificarla o
levantarla en un plazo no superior a 5 meses. Posee también efectos definitivos, efectos
comunes ratificados en el art. 38.1 de la LOTC. Las sentencias recaídas en procedimientos de
inconstitucionalidad tendrán el valor de cosa juzgada, vinculará a todos los poderes públicos,
producirá efectos generales desde la fecha de la publicación en el BOE y para las cuestiones de
inconstitucionalidad el TC comunicará inmediatamente su fallo al órgano judicial competente
para la decisión del procedimiento.

Los efectos de las sentencias estimatorias se dan por razones de forma (defectos
insubsanables o no subsanados en los requisitos procesales que hayan impedido entrar en el
fondo del asunto, poseyendo valor de cosa juzgada pero de naturaleza limitada pues nada
impide que los mismos u otros sujetos, una vez subsanados los defectos de forma, puedan
volver a plantear una cuestión idéntica) y por razones de fondo (cuando el tribunal no ha
encontrado justificaciones jurídicas suficientes para declarar la inconstitucionalidad, teniendo
en principio efectos generales cuando se trata de recursos de inconstitucionalidad,
refiriéndose con estos efectos generales solo a un nuevo planteamiento de la cuestión en la
misma).

Por último, los efectos de las sentencias estimatorias al declarar la inconstitucionalidad de la


norma se supone la nulidad de los preceptos afectados, esto es, como si nunca hubieran
formado parte del Ordenamiento. El objeto de la nulidad se da cuando afecta a algún precepto
y no a toda la norma, llegando a distinguir la LOTC tres supuestos: la sentencia puede ser
totalmente estimatoria si declara

inconstitucionales todos los preceptos de una norma que impugnan los recurrentes o
parcialmente estimatoria si únicamente se refiere a alguno de ellos; la sentencia puede
declarar inconstitucionales otros preceptos de una norma no impugnados, por considerar que
la nulidad debe extenderse a ellos por conexión o consecuencia; y la sentencia podrá fundar la
declaración de inconstitucionalidad en la infracción de cualquier precepto constitucional, haya
o no sido invocado en el curso del proceso. Además posee efectos retroactivos reafirmados en
el artículo 40 de la LOTC salvo en el caso de los procesos penales o contenciosos
administrativos referentes a un procedimiento sancionador en que, como consecuencia de la
nulidad de la norma aplicada, resulte una reducción de la pena o de la sanción o una exclusión,
exención o limitación de la responsabilidad.

S-ar putea să vă placă și