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LUIS HERNÁNDEZ / Perú (1941-1977)

GÉMINIS

Es extraña nuestra canción. Es demasiado triste y antiguo lo que cantamos. Nuestra canción no nos
pertenece. Y si se nos oye en las noches, en las ferias, es porque no somos ajenos al cansancio y la
gloria, porque la paz que encontramos alcanzará a cubrir por un día el deseo.
Hemos llamado en ayuda a la fatiga. Hemos subido los muros. Hemos dejado en casa al hermano, al
mismo hermano que guarda -quizá sea que volvamos- el gastado cuaderno de sus labios.
Hemos ascendido los mares, uno a uno llegado. Y es que Nave, lo más Sur y vencido, nos guarda. Y tal
vez este juego que inventamos, este juego en que ardemos confundidos, ha venido de sus manos a las
nuestras.
Y en nuestro corazón, que jamás fue duro, es poniente ahora. Porque pese a que fuimos simples e
inalcanzables, hemos sobrevivido al hermano.
Lo hemos dejado, ciego y amargo, en sus viajes no emprendidos: sólo trazos de los dedos silenciosos
sobre el mapa.

DIFÍCIL BAJO LA NOCHE

1.
Alguna vez existió un hombre marcado por el estigma crudelísimo de la música. Durante sus primeros
años vivió solitario en su espíritu, demasiado difícil bajo la noche.
Una tarde, sin embargo, escuchó que sus manos jamás se habían posado sobre algún mortal.
Abandonó entonces su habitación y su flauta, y dijo: Noche ondulante, húmedo viajero. Hace ya tiempo
que desde el silencio de mi corazón te acechaba. Sin deseo he vagado de ventana en ventana. Debo
ahora ascender en tus brazos incontables, noche gemela de las muchas noches.

2.
Una melodía inimitable lo colmó, y no fue más la luna presagio de desdichas. Los altos muros de
granados, los densos muros lo acogieron en sus sombras. Dijo su alma a los astros, los jamás solitarios
e infinitos: muchas veces soñé con la marea, con el lento reflujo de las rosas en el dulce planeta
inconcebible. Sé que de mi corazón y su luz brotarán los días nuevos, sé que la lluvia habrá de negarme
para siempre el infortunio.
HAY UNA CANCIÓN

Hay una canción que sólo nosotros conocemos, una canción que corre tras los letreros de gaseosas:
Fanta, Coca-Cola, en las playas celestes del Balneario de La Herradura.
Es una canción que no quiebra el silencio, como aquello demasiado dorado para ser el sol.
Hay una canción que dice de algo lo cual es decir
Una canción que ha de contar una historia
Una difícil Historia.
Es una curiosa novela de ciencia ficción, como cuando Galileo veía tierras e imaginarias luces en la luna.

EL CAPITÁN DEXTER

Digamos que eres un muchacho, que una noche azul de neblina sales a la ciudad. Para encontrar
diariamente lo inencontrable. Digamos que los vidrios burilados y el aserrín de los bares te llaman a la
quietud. Y vas solo, infinitamente solo. Pero llevas contigo una flor que es extraña. La flor de lo que
jamás fue tuyo: muchas veces el Amor es lejano.

El Capitán Dexter observó la red-spot del planeta Júpiter. Y luego el astro inmenso. Y sus lunas: los
astros de Medicis. No sé cómo es el verso de Milton pensó Dexter. Y recitó mentalmente, mientras
corregía el rumbo mediante la ecuación de Lörenz.

CHAPTER THE SECOND

El capitán Dexter computó a mayor velocidad que la máquina verde Nilo que ocupaba la pared lateral
izquierda de la astronave. No sintió ningún orgullo ante su habilidad. Más bien contempló los eclipses y
la incesante madurez de la superficie del astro.
Dexter buscaba aquella estrella demasiado dorada para ser el Sol. Y, a diferencia de otros
cosmonautas, "...es un intento del espíritu humano para llegar a una concepción del universo . . ."
Había leído cuando joven la más alta ciencia. Pero ahora dijo: éste es el universo: aquello que leí en
los ojos un día, de alguien. El cielo con dos, culminó Dexter.
Como la tarde lluviosa en la que decidió navegar por los espacios del curvado universo. Recordaba
como en ensueños la Geometría analítica, los Cálculos, la Metafísica Aristotélica, el grass con el regalo
del rocío, el agua mineral, la Teoría de la relatividad Restringida, como se restringe el uso del alcohol
antes de los años, restricción que jamás se acata. Y luego el Campus de la Universidad, cubierto de
fragmentos de cristal, de mala hierba, pero la necesidad era la de aprender la scientia possibilium.
Un asteroide se mostró fugaz a través del vidrio con un ligero resplandor.

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