Sunteți pe pagina 1din 23

En portada: “Terremoto a Valparaiso [1822]”. Colección Museo Histórico Nacional.

ENTRE RUINAS y
ESCOMBROS
Los terremotos en Chile durante
los siglos Xvi al Xix

Alfredo Palacios ROA

Ediciones
Universitarias
de Valparaíso
P ontificia U niversidad
C atólica de V alparaíso
© ALFREDO PALACIOS ROA, 2015
ENTRE RUINAS Y ESCOMBROS
Los terremotos en Chile durante los siglos Xvi al Xix

Inscripción Nº 253.411
ISBN: 978-956-17-0631-6

Derechos Reservados
Tirada: 500 ejemplares

Ediciones Universitarias de Valparaíso


Pontificia Universidad Católica de Valparaíso
Doce de Febrero 187 - Casilla Postal 1415 - Valparaíso - Chile
Fono (32) 2273086 - Fax (32) 227 34 29
E-mail: euvsa@ucv.cl
www.euv.cl

Dirección de Arte: Guido Olivares S.


Diseño: Mauricio Guerra P.
Diseño: Alejandra Larraín R.
Corrección de Pruebas: Osvaldo Oliva P.

Imprenta Salesianos

HECHO EN CHILE
Índice

ABREVIATURAS Y SIGLAS. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7

PRESENTACIÓN. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9

INTRODUCCIÓN: ¿POR QUÉ REALIZAR UN ESTUDIO “TELÚRICO”


SOBRE EL TERRITORIO CHILENO?. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13
Objetivos, fuentes y metodología . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 20

EL EFECTO DE LOS SEÍSMOS EN LAS COMUNIDADES


INDÍGENAS CHILENAS. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 25
Palabras, dioses, reacciones y rituales. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 30
Las sublevaciones indígenas entre terremotos y tsunamis. . . . . . . . . . 39

EL IMPACTO DE LOS TERREMOTOS EN LAS PRIMERAS


CIUDADES CHILENAS (SIGLOS XVI AL XVIII). . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 49
El desarrollo urbano entre la guerra y la paz. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 52
Los primeros terremotos registrados en Chile: 1570 y 1575 . . . . . . . . . . . 53
Nuevo siglo, nuevos sismos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 58
El “terremoto magno” de 1647 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 62
El “horrible terremoto” de 1657. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 73
Del renacer a la ruina. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 77
El “gran terremoto” de 1730. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 94
Los últimos tres grandes seísmos del siglo XVIII: 1737, 1751, 1796. . . . . 104
6 A l f r e d o Pa l ac i o s R o a

LOS TERREMOTOS, ARQUITECTOS POR


EXCELENCIA (SIGLO XIX). . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 123
El “gran temblor” de 1822. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 129
El año de “la ruina”: 1835 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 149
1837. La “ruina” se expande en el sur. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 161
Camino a la catástrofe del Norte Grande. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 165
El fin de un trágico recuento: Arica 1868, Iquique 1877. . . . . . . . . . . . . . 176

EL EFECTO DE LOS TERREMOTOS EN LA SOCIEDAD Y EN LA


RELIGIOSIDAD DE LOS CHILENOS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 197
De las “bolas de fuego” a la destrucción. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 198
Terapia antisísmica. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 202
Procesiones y rogativas: remedios espirituales por excelencia . . . . . . . . 214
La comunidad extranjera frente a los movimientos de la tierra . . . . . 221
¿Castigo divino o causa natural?. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 235

Consideraciones Finales. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 243

Anexo 1. Equivalencias de medidas y pesos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 253

Referencias Bibliográficas. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 255


Fuentes manuscritas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 255
Fuentes impresas. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 257
Periódicos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 268
Bibliografía. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 269
7

Abreviaturas y Siglas

ACS Actas del Cabildo de Santiago de Chile


AGI Archivo General de Indias
AGNA Archivo General de la Nación Argentina
ANCH Archivo Nacional de Chile
AUCH Anales de la Universidad de Chile
BNMBA Biblioteca Nacional de Chile, Manuscritos Barros Arana
BNMM Biblioteca Nacional de Chile, Manuscritos Medina.
BRAHE Biblioteca de la Real Academia de la Historia de España
CEPAL Comisión Económica para América Latina y el Caribe
DRAE Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española
RCHG Revista Chilena de Historia y Geografía
9

PRESENTACIÓN

Abordar el estudio de diferentes sociedades partiendo del análisis


de sus comportamientos durante momentos coyunturales o de
crisis, como pueden ser la ocurrencia de los mal llamados desastres
naturales, nos permiten aproximarnos al conocimiento de aquellas
representaciones y conductas humanas que muchas veces perma-
necen ocultas o son menos evidentes durante los tiempos de “nor-
malidad”. En este sentido, considero que la Historia debe tomar la
iniciativa y aportar el conocimiento de la frecuencia y el efecto de
las catástrofes provocadas por los riesgos naturales y sus caracte-
rísticas; por ello, esta disciplina debe adquirir un rol protagónico ya
que posee todas las herramientas necesarias para poder responder
de forma acertada en todo lo concerniente a la respuesta humana
frente a los desastres.

Teniendo en cuenta lo anterior, la investigación realizada por el


Dr. Alfredo Palacios Roa nació de la observación y de la vivencia
cotidiana de quienes habitaron y habitan en el territorio de Chile.
Este libro cobra validez si se considera que la relación que tiene
10 A l f r e d o Pa l ac i o s R o a

este país sudamericano con los movimientos de la tierra es paradójica, ambivalente


y siempre ha estado en un eterno conflicto, ya que los seísmos han sido –y serán– un
elemento que ha estado estrechamente ligado a la evolución de la sociedad chilena
definiendo el emplazamiento de algunos asentamientos urbanos y determinando el
bienestar económico y sociocultural de sus habitantes.

Si tenemos en cuenta que Chile, debido a su particular ubicación en el “Cinturón de


Fuego del Pacífico”–lugar donde se concentran algunas de las zonas de subducción
más activas e importantes del planeta–, los temblores y terremotos son sucesos
frecuentes; aun así, tanto los chilenos como los extranjeros que residieron de forma
esporádica o permanente en el país, jamás han sido capaces de superar sus impactos
debido a su forma de pensar, construir y habitar los distintos pueblos y villas que por
entonces conformaban el territorio chileno.

De esta manera, los diversos terremotos que remecieron al país a lo largo de estos
cuatrocientos años de estudio demostraron ejercer poca influencia en el urbanismo
y en la arquitectura de sus ciudades. En consecuencia, el desarrollo de este trabajo
de investigación, junto con describir y analizar los distintos efectos que provocaron
los seísmos y tsunamis asociados en aquellos asentamientos, además de señalar las
pérdidas humanas y materiales generadas por los procesos geológicos combinados
ocurridos entre los siglos XVI y XIX, y describir la evolución urbana y arquitectónica
que se dejó ver luego de la manifestación de estos procesos naturales, rescató algunos
testimonios y experiencias con el fin de estudiar los cambios y permanencias en las
actitudes y reacciones de la sociedad chilena frente a este tipo de eventos para lograr
establecer una interpretación coherente con el tono de la vida de aquellos siglos.

Por otra parte, y luego de justificar la total ausencia de este tipo de estudios dentro del
largo período en Chile, asimismo el Dr. Palacios desarrolló una metodología orientada
a convertir los resultados de esta investigación en un instrumento fundamental para
el desarrollo de estudios aplicados en Chile en el ámbito de la planificación territo-
rial. Del mismo modo, y para potenciar dicho marco metodológico, buscó validar la
información histórica contrastando diversas fuentes para darle a sus conclusiones
E N T R E R U I N A S y E S C O M B ROS 11

una aplicación actual y verosímil; para ello, cotejó diversas fuentes provenientes de
distintos archivos y bibliotecas. Sobre este último aspecto debo destacar que trabajó
con diversa documentación en archivos de Chile, Argentina, España, Francia e Italia,
ampliando considerablemente el conocimiento que se tenía en el país sobre el efecto
de los terremotos en la sociedad chilena desde el siglo XVI hasta el siglo XIX. Así, las
cartas, documentos oficiales, libros, relatos de viajeros y periódicos de época encon-
trados y utilizados, le ofrecieron un dividendo adicional que le permitió conocer la
situación política, económica e ideológica de la época. Por tal motivo, la investigación
cobró un valor adicional y adquirió una vocación interdisciplinar y transversal ya que
se abrió a las contribuciones de otras áreas científicas para comprender de mejor
manera la problemática del efecto de los terremotos de gran magnitud registrados
en Chile durante los siglos XVI al XIX.

En síntesis, el análisis de casi cuatrocientos años de historia chilena bajo la mirada


del efecto de los terremotos y procesos asociados como tsunamis y remociones en
masa, no solo le permitieron valorar la calidad de las infraestructuras a través del
tiempo y la evolución de los tipos constructivos y de las propias villas y ciudades que
realmente tendrían que haberse adaptado de una mejor forma a la geodinámica del
territorio chileno, sino que también a través de este estudio, se concluye que cuanto
mayor sea el conocimiento de nuestra historia sísmica tanto mayor será la posibilidad
que tengamos como sociedad para prevenir y mitigar los daños que, en muchas oca-
siones, conllevan estos fenómenos naturales que se volverán a repetir en el tiempo.

Departamento de Historia de América de la Universidad de Sevilla


13

INTRODUCCIÓN: ¿POR QUÉ REALIZAR UN


ESTUDIO “TELÚRICO” SOBRE EL TERRITORIO
CHILENO?

Todo el reino de Chile es sujeto a terremotos, por


la razón de ser todo él de costa, como dicen los
naturales.

Alonso González de Nájera1

El estudio de los desastres causados por los peligros naturales –ini-


ciado en los años veinte del siglo XX2– promovió, una vez finalizado

1
González de Nájera, Alonso. Desengaño y reparo de la guerra del reino de Chile.
Santiago, Imprenta Ercilla, 1889, p. 18. Si bien la denominación de “reinos” para
los dominios de Indias no significó ninguna categoría especial y solo fue el uso de
un nombre equivalente a “provincia”, lo cierto es que, en la práctica, ningún otro
país indiano tuvo, salvo incidentalmente, tal calificación, ni en el lenguaje corrien-
te ni en el oficial. Un completo y documentado estudio sobre este calificativo pue-
de ser consultado en: Campos Harriet, Fernando. “Notas sobre el uso del nombre
reino de Chile”, en RCHG, núm. 30, 1963, pp. 21-37.
2
Virginia García refirió que el primer estudio empírico en el campo de los desas-
tres lo realizó el sociólogo canadiense Samuel Prince en 1920. Él, a partir de la
descripción de la explosión de un barco de municiones en Halifax, Nueva Escocia,
sugirió que los eventos catastróficos inducen a un rápido cambio social. A partir
de entonces, según lo esbozado por esta antropóloga e historiadora mexicana,
la mayor parte de las investigaciones desarrolladas en este ámbito han tomado
como punto de partida la conocida “hipótesis de Prince” y se han dedicado a
comprobarla o a refutarla, arrojando como resultado que: “algunos han encon-
trado que los desastres no dejan efectos de larga duración en las comunidades
que afectan, simplemente las desorganizan temporalmente; otros insisten que los
desastres pueden acelerar o disminuir la velocidad del cambio, pero en general no
14 A l f r e d o Pa l ac i o s R o a

el denominado “Decenio Internacional para la Reducción de los Desastres Naturales


(DIRDN, 1990-1999)”3, la aplicación de un cambio conceptual mediante el desarrollo
de investigaciones y acciones internacionales orientadas a lograr la reducción de los
efectos causados por los mismos, poniendo énfasis en el rol esencial que juega la
acción humana en su prevención y mitigación.

Indudablemente, la actitud actual que existe con respecto a los desastres viene dada
por la certeza de que no existe ninguna ciudad que se encuentra libre de verse afectada
por algún tipo de evento de origen natural que sea destructivo, como por ejemplo
terremotos, tsunamis, erupciones volcánicas, inundaciones y huracanes. Se insiste en
que lo más importante es saber resolver las situaciones coyunturales, y luego tener
la capacidad de recuperación, la que en cada comunidad, y dependiendo del fenó-
meno concreto que la afectó, sería distinta (y es lo que se conoce como resiliencia)4.

provocan cambios trascendentales”; por otra parte, un tercer grupo de investigadores han considerado
que algunos desastres sí han producido cambios importantes que se pueden proyectar en un análisis de
largo alcance. Al respecto, véase: García, Virginia. “Enfoques teóricos para el estudio histórico de los
desastres naturales”, en García Acosta, Virginia (coord.). Estudios históricos sobre desastres naturales en
México: balance y perspectivas. México, Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropolo-
gía Social, 1992, p. 21.
3
Partiendo de la premisa de que: “los desastres naturales han causado la muerte de numerosas perso-
nas, afectando a muchas otras y causando daños gravísimos a infraestructuras y bienes especialmente
en los países en vías de desarrollo”, la Asamblea General de la ONU estableció –mediante la resolución
44/236 de 22 de diciembre de 1989– la adopción de un “Decenio Internacional para la Reducción de los
Desastres Naturales”. Dicha proclamación, junto con anunciar que aquella década comenzaría el 1 de
enero de 1990, fijó un marco de acción internacional concertado que buscaría reducir las pérdidas de
vidas, los daños materiales y trastornos socioeconómicos causados por los desastres generados a partir
de fenómenos naturales, sobre todo en los países tercermundistas. Para un mayor conocimiento de
este “decenio”, sus resoluciones, objetivos, actividades y financiamiento, puede consultarse: Lahore,
Juan. “El Decenio Internacional para la Reducción de los Desastres Naturales”, en Primer congreso ibe-
roamericano sobre técnicas aplicadas a la gestión de emergencias para la reducción de desastres naturales:
Ponencias y comunicaciones [Valencia], 1992, pp. 1-6. Molin, Helena. “Decenio Internacional para la Re-
ducción de los Desastres Naturales (DIRDN)”, en Lavell, Allan (comp.). Viviendo en riesgo: Comunidades
vulnerables y prevención de desastres en América Latina. Bogotá, La Red, 1994, pp. 361-367.
4
Sobre este último concepto encontramos los siguientes estudios que permiten conocer en profundi-
dad su definición y aplicación. Calderón, Georgina. “Lo ideológico de los términos en los desastres”, en
E N T R E R U I N A S y E S C O M B ROS 15

Así, y para aunar criterios de acción, la comunidad científica y las políticas públicas
orientadas a desarrollar diversos mecanismos para aminorar el impacto causado
por los desastres, llegaron a un acuerdo generalizado con respecto a tres conceptos
principales –peligros naturales, vulnerabilidad y riesgo–, a los cuales se les aplican
las siguientes definiciones:

- Peligros Naturales: representan los efectos físicos de un proceso natural


potencialmente perjudicial5.
- Vulnerabilidad: describe el grado de resistencia o susceptibilidad de un
sistema socioeconómico con respecto al impacto de los peligros naturales;
por lo tanto, el grado de vulnerabilidad (de 0 a 100%) se determinará por una
combinación de factores, incluyendo la concienciación existente sobre estos
peligros, las condiciones que presentan las poblaciones y la infraestructura,
junto con las políticas relacionadas con la gestión de los desastres6.
- Riesgo: probabilidad de consecuencias perjudiciales o pérdidas esperadas
(muertes, lesiones, propiedad, medios de subsistencia, interrupción de la
actividad económica), como resultado de la interacción entre los procesos
naturales y las condiciones de vulnerabilidad de determinados sectores7.
Para complementar el uso de estos conceptos, y para evitar la confusión que puede

Revista Geográfica de América Central, número especial EGAL, 2011, pp. 1-16. Naranjo, Rolando. “Neu-
rología de la resiliencia y desastres”, en Revista Cubana de Salud Pública, vol. 36, núm. 3, 2010, pp. 270-
274. Musset, Alain. “Vulnerabilidad social, justicia espacial y resiliencia: Concepción, Chile, entre dos
terremotos 1751-1835”, en Musset, Alain (dir.). Ciudad, sociedad, justicia: un enfoque espacial y cultural.
Mar del Plata, Editorial de la Universidad Nacional de Mar del Plata, 2010, pp. 31-64.
5
Organización de las Naciones Unidas. Marco de acción para la implementación de la Estrategia Interna-
cional para la Reducción de Desastres (EIRD). s/e, 2001. Disponible en: http://www.eird.org/esp/acerca-
eird/marco-accion-esp.htm.
6
Vargas, Jorge. Políticas públicas para la reducción de la vulnerabilidad frente a los desastres naturales y
socio-naturales. Santiago, CEPAL, 2002, p. 16. Aneas de Castro, Susana. “Riesgos y peligros: una visión
desde la geografía”, en Geocrítica, núm. 60, 2000. Disponible en: http://www.ub.edu/geocrit/sn-60.htm
7
Organización de las Naciones Unidas. Vivir con el riesgo: informe mundial sobre iniciativas para la reduc-
ción de desastres. Ginebra, s/e, 2004, p. 18. Calvo, Francisco. “La geografía de los riesgos” en Geocrítica,
núm. 54, 1984. Disponible en: http://www.ub.edu/geocrit/geo54.htm
16 A l f r e d o Pa l ac i o s R o a

generar el uso de los términos “fenómeno natural” y “desastre”, debemos decir que
algunos fenómenos naturales son destructivos, pero no siempre causan desastres,
como por ejemplo un terremoto que ocurre en una zona despoblada. En definitiva,
un desastre es siempre un producto social en el cual el proceso físico no determina
necesariamente el resultado8. En otras palabras, existe el riesgo de que ocurra un de-
sastre cuando uno o más peligros naturales se manifiestan en un contexto vulnerable,
por lo que, una evaluación de riesgo debe considerar la siguiente ecuación: Riesgo=
Peligro × Vulnerabilidad9.

De dicha fórmula, se pueden desprender dos enfoques para analizar los desastres.
El primero, y el más extendido, ha tomado como punto de partida la idea de que
estos nefastos eventos son característicos de procesos naturales peligrosos; es decir,
que los peligros naturales son los elementos que determinan el carácter del desas-
tre, articulando lo que algunos investigadores han denominado como “naturaleza
violenta”10. El segundo, el menos difundido, considera que el elemento activo de
los mismos es la vulnerabilidad y los procesos y estructuras socioeconómicas que la
conforman. En consecuencia, sería la vulnerabilidad la que determina el carácter y
alcance de los desastres11.

Sobre este último punto, la CEPAL –dentro del marco del mejoramiento de la meto-
dología empleada en la evaluación de los daños causados por los desastres naturales–

8
Herzer, Hilda. “Los desastres no parecen tan naturales como parecen”, en Medio Ambiente y Urbaniza-
ción, núm. 30, 1990, p. 5.
9
Maskrey, Andrew. El manejo popular de los desastres naturales. Estudios de vulnerabilidad y mitigación.
Lima, Tecnología Intermedia, 1989, p. 19. Dentro de esta lógica, la ONU en su marco de acción para la
reducción de desastres, incorpora los “desastres tecnológicos y ambientales” solamente cuando estos
son causados por peligros naturales; por lo tanto, dichos desastres, describen situaciones en las que los
desastres naturales se combinan con la ocurrencia de daños tecnológicos u ambientales. Organización
de las Naciones Unidas, Marco de acción…, disponible desde internet: ttp://www.eird.org/esp/acerca-
eird/marco-accion-esp.htm.
10
Gascón, Margarita. “Los desastres naturales en las ciudades latinoamericanas”, en Entelequia, Revista
Interdisciplinar, núm. 2, 2006, pp. 265-266.
11
Maskrey, El manejo popular…, p. 20.
E N T R E R U I N A S y E S C O M B ROS 17

junto con puntualizar los factores y definir las tres categorías de la vulnerabilidad (la
exposición destructiva ante una determinada amenaza, la incapacidad de reaccionar
adecuadamente cuando la amenaza se presenta y la incompetencia para lograr la
recuperación de las condiciones de vida normales), presentó el siguiente esquema
para entender de mejor manera su funcionamiento y aplicación: Vulnerabilidad= f
(Grado de Exposición, Resistencia)12.

En esta lógica, el énfasis puesto en la vulnerabilidad como el “agente activo” de los


desastres y no el fenómeno natural en sí mismo, constituye una interpretación válida
para nuestro estudio. De esta manera, y partiendo de la base que la vulnerabilidad no
se determina por “peligros naturales”, sino por ciertos procesos sociales, económicos y
políticos, las regiones más vulnerables serían aquellas que presentan mayores índices
de pobreza y un mayor grado de dependencia. Así, y como lo explica la especialista
Virginia García, esta desfavorable situación sería el resultado de la evolución de múl-
tiples procesos sociales y económicos que, asociados a determinadas condiciones
geofísicas, elevan el porcentaje de vulnerabilidad de determinadas sociedades13.

Ahora, como bien advierten los teóricos, estos dos enfoques deben ser tratados como
dos extremos de un espectro amplio que contiene una variedad de opciones, ya que
las investigaciones pueden tomar, dependiendo de su objetivo, distintos caminos
para su consecución, aunque todas estas opciones tienen como común denominador
la concepción de que los desastres son característicos de los fenómenos naturales
peligrosos que, como agentes activos, actúan sobre condiciones vulnerables pasivas.
En efecto, algunos enfoques teóricos y estudios de casos que analizan el equilibrio
precario de determinadas poblaciones, y el riesgo que les ofrece el entorno natural

12
Vargas, Políticas públicas..., p. 17. Para efectos de esta ecuación, el “grado de exposición” correspon-
derá al tiempo y modo sometido de un ecosistema a los efectos de una actividad potencialmente peli-
grosa, es decir a cuánta energía potencialmente destructiva recibe y por cuánto tiempo. Por su parte,
la “resistencia” será definida como la capacidad de las sociedades humanas para hacer frente a los de-
sastres.
13
García “Enfoques teóricos…, p. 24.
18 A l f r e d o Pa l ac i o s R o a

donde se desenvuelven, han planteado las siguientes directrices para ser usadas en
los estudios sociohistóricos:

a) Los desastres de orden natural siempre interrumpen un cierto desarrollo.


b) Los desastres provocados por los eventos naturales deben estudiarse y ana-
lizarse como parte de los procesos sociales y económicos de la región y/o el
país afectado.
c) Se debe aprovechar la capacidad organizativa y creativa de quienes padecen
los efectos de las catástrofes para proyectar la prevención de las mismas en
el futuro.
d) Conocer los estragos que algunas calamidades han provocado en el pasado
ayudaría a disminuir la vulnerabilidad de determinadas poblaciones14.
Teniendo en cuenta todos estos aspectos, podemos decir que los fenómenos naturales
no serían necesariamente los agentes que provocan el desastre, puesto que solo se
convertirían en el “detonador” de una situación crítica preexistente. A este respecto,
el investigador Alfredo Rodríguez, al referirse a los efectos “no-naturales” de los pe-
ligros naturales, indica que muchas veces éstos alcanzan la categoría de “desastres”
por falta de previsión, o bien, por la precaria realidad de algunas poblaciones. Por lo
tanto, al momento de desencadenarse un evento natural, se desvelaría una parte de
la realidad urbana que permanecía oculta, esto es: poblaciones precarias, materiales
de construcción inadecuados, fábricas mal ejecutadas, localizaciones inseguras, etc.15.

En síntesis, pensamos que se deben conocer y analizar las condiciones sociales, políti-
cas, económicas e ideológicas, junto con las técnicas de construcción predominantes
en determinadas épocas y sociedades, para entender los efectos y las respuestas dadas
por la población frente a determinados desastres. Igualmente, y para complementar

Caputo, María Graciela; Herzer, Hilda y Morello, Jorge. “Introducción”, en Caputo, María Graciela;
14

Hardoy, Jorge y Herzer, Hilda (comps.). Desastres naturales y sociedad en América Latina. Buenos Aires,
Grupo Editor Latinoamericano, 1985, pp. 9-12.
15
Rodríguez, Alfredo. “Desastres urbanos, fenómenos no-naturales”, en Medio Ambiente y Urbaniza-
ción, núm. 30, 1990, pp. 11-12.
E N T R E R U I N A S y E S C O M B ROS 19

lo anterior, entendemos que una de las primeras acciones para poder establecer los
parámetros de peligro, vulnerabilidad y riesgo, sería contar con un registro histórico
específico en las distintas regiones del planeta.

Dentro de este marco, y en lo que se refiere a la importancia que las calamidades na-
turales han tenido en el pasado, las distintas ciencias sociales, en especial la historia y
la geografía, han debido integrar las reflexiones que esos fenómenos han incitado en
sus disciplinas. En dicho contexto, y como antecedente histórico, la geografía europea
–dentro de la denominada geografía de las calamidades– comenzó a interesarse por
los eventos desastrosos en sus debates sobre el medio natural en el primer cuarto del
siglo XX. Así, su primera concreción epistemológica llegó de la mano del geógrafo
suizo Raoul Montandon quien, en 1924, planteó lo siguiente:

La reunión de elementos estadísticos juiciosamente interpretados permitirá


descubrir el futuro de algunas de las leyes a las que obedecen esos fenómenos
recurrentes y periódicos; y cuando conozcamos esas leyes estaremos mejor
preparados para defendernos y para limitar las consecuencias desastrosas
de las catástrofes tan diversas que asuelan a la humanidad16.

La propuesta de Montandon se convirtió en una de las más significativas a la hora de


plantear estudios sobre las mitigaciones de riesgo (estructurales o no estructurales)17, y
su posterior aplicación en la planificación territorial. Resultado de aquello, los listados

16
Montandon, Raoul. “La geógraphie des calamités”, citado y traducido en: Buj, Antonio. “Los desastres
naturales y la geografía contemporánea”, en Estudios Geográficos, tomo LVIII, núm. 229, 1997, p. 558.
17
Entenderemos como medidas preventivas estructurales (o medidas de control) a aquellas que orien-
tan la búsqueda de soluciones técnicas viables, tales como cambios estructurales en las viviendas y
reforzamientos en las construcciones en general. Por su parte, las preventivas no estructurales (o alter-
nativas de adaptación) serían aquellas destinadas a aminorar el impacto de un desastre en el mediano y
largo plazo, como son los sistemas de alerta temprana y las campañas de educación. Más detalles sobre
estas medidas y su aplicación en: Larraín, Patricio y Simpson-Housley, Paul. “Personalidad y Percepción
de Terremotos en Alhué, Chile”, en Revista de Geografía Norte Grande, núm. 12, 1985, p. 3. Ayala-Car-
cedo, Javier y González, África. “Mitigación de los desastres naturales en el mundo y el desarrollo sos-
tenible”, en Ayala-Carcedo, Javier (coord.). Riesgos naturales y desarrollo sostenible: impacto, predicción
y mitigación. Madrid, Instituto Geológico y Minero de España, 2007, pp. 36-38.
20 A l f r e d o Pa l ac i o s R o a

cronológicos de los desastres causados por procesos naturales (catálogos) unidos


a sus características, son fundamentales en el conocimiento de los mecanismos de
generación y estimación de magnitudes y periodicidades; por ello, tienen un valor
añadido para las ciencias de la Tierra y para la realización de los estudios de riesgo.

En este sentido, y con la finalidad de potenciar el estudio de las calamidades para


ayudar al devenir de la humanidad, el geógrafo hispano Ricardo Beltrán y Rózpide
habló, en 1927, de un proyecto mundial para la prevención de las calamidades natu-
rales, y éste debía recoger una lista cronológica de los desastres con indicación de las
causas, regiones afectadas, víctimas humanas y daños materiales. Todo ello, según
el citado Beltrán y Rózpide, serviría para establecer el coeficiente de frecuencia e in-
tensidad de cada calamidad. No obstante, y tal como lo aventuraba este catedrático
al decir que la idea de prever y evitar las catástrofes solo se podría realizar cuando el
hombre hubiese descubierto las funciones de la Tierra18, su proyecto recién pudo ser
posible a partir de los años sesenta del siglo pasado, cuando la comunidad científica
internacional comenzó a aceptar como válida la teoría de la “tectónica de placas” y
se desarrollaron nuevos estudios en este ámbito.

Objetivos, fuentes y metodología

Muchos siglos debieron transcurrir para que la humanidad se pudiera liberar del yugo
mental de la creencia sobre el “origen divino” de los terremotos. Sin embargo, recién
en los últimos cien años, y luego de que la ciencia entregara una respuesta verosímil
sobre las causas que los producían, se comenzaron a elaborar estudios para abordar
esta materia desde distintas ópticas, pero aun así estos trabajos no pudieron evitar
importantes pérdidas humanas y materiales cada vez que se manifestaron las fuer-
zas internas y externas de la Tierra. Por tal motivo, pensamos que es el momento
de presentar una investigación de largo aliento que incluyera una visión de conjunto
sobre los desastres causados por los peligros naturales, y en este caso en concreto

Beltrán y Rózpide, Ricardo. La Unión Internacional de Socorro y la geografía de las calamidades. Madrid,
18

Imprenta del Patronato de Huérfanos de Intendencia e Intervención Militares, 1928, 19 p.


E N T R E R U I N A S y E S C O M B ROS 21

los terremotos que se han dejado sentir en el territorio chileno desde la llegada de
los hispanos hasta fines del siglo XIX. La idea es poder colocar estos resultados a la
par del conocimiento experimentado por algunos países del continente americano y
europeo, donde el estudio histórico y sistemático de los sismos ocurridos en el pasado
no solo ha demostrado lo importante que resulta ser la labor que los historiadores que
se desempeñan en la investigación de estas materias (las cuales han estado dominadas
por la geografía, la geofísica y la geología), sino que también han arrojado numerosas
obras que ilustran estas experiencias académicas desde una concepción holística, y
que han contribuido directamente a la prevención de estos nefastos eventos.

A este respecto, y de acuerdo a la evolución de las corrientes históricas tanto en Euro-


pa como en América, creemos conveniente hacer una distinción entre estos aportes,
ya que para algunos estudiosos el interés “telúrico” se ha centrado en recuperar la
información sísmica y mejorar los listados cronológicos, limitándose a considerar las
pérdidas materiales con el objeto de calcular las intensidades y magnitudes que al-
canzaron algunos de estos fenómenos naturales en el pasado19. En cambio, para otros
investigadores el objetivo ha sido generar un trabajo interdisciplinario, analizando
la ocurrencia de un seísmo en particular, o bien, una secuencia sísmica con paráme-
tros temporales delimitados y enmarcados en un contexto más amplio; es decir, no
sería el sismo propiamente tal el objeto de estudio, sino que este fenómeno sería
un instrumento más para explicar la secuencia de otros procesos –ya sea de orden
político, económico o social– en un momento histórico determinado20. Finalmente,

19
Algunos modelos de estos trabajos se pueden encontrar en: Udías, Agustín y Muñoz, Dolores. “Es-
tudios de la sismicidad histórica de España”, en Seminario sobre sismicidad y riesgo sísmico en el área
Ibero-Magrebí [Córdoba], 1983, pp. 35-40. Rojas, Teresa (coord.). Y volvió a temblar: cronología de los
sismos en México, de 1 pedernal a 1821. México, Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en
Antropología Social, 1987, 201 p. Giesecke, Alberto y Silgado, Enrique. Terremotos en el Perú. Lima,
Ediciones Rikchay, 1981, 142 p. Seiner, Lizardo. Historia de los sismos en el Perú. Catálogo: siglos XV-
XVII. Lima: Universidad de Lima, 2009, 444 p. Historia de los sismos en el Perú. Catálogo: siglos XVIII-XIX.
Lima, Universidad de Lima, 2011.
20
Como ejemplo de este segundo tipo de estudios podemos citar las siguientes obras: García, Virginia
y Suárez, Gerardo. Los sismos en la historia de México. México, Ediciones Científicas Universitarias, Fon-
do de Cultura Económica, 1996-2001, 2 vols. Altez, Rogelio. El desastre de 1812 en Venezuela: sismos,
22 A l f r e d o Pa l ac i o s R o a

encontramos un tercer tipo de estudios que presta una mayor atención a la perspec-
tiva social para analizar los desastres que, asociados a los seísmos, ocurrieron en el
pasado. Estos últimos son de reciente aparición, y se suelen enmarcan en perspectivas
teóricas desarrolladas por las ciencias sociales en las últimas dos décadas21. Dichos
estudios superan la descripción de los hechos para construir historias en las que los
desastres, asociados a la ocurrencia de un seísmo en concreto, se configuran como
el resultado de procesos sociales y económicos más amplios.

De acuerdo a esto último, y con el objetivo de emprender el rastreo exhaustivo de las


manifestaciones sísmicas ocurridas en el territorio chileno entre los siglos XVI y XIX
para analizarlas en base a los conceptos vigentes de peligro, vulnerabilidad y riesgo
se revisaron diversas fuentes manuscritas e impresas, y en lo posible se procuró ac-
ceder a los originales y primeras ediciones con el fin de cotejar con el mayor nivel de
fiabilidad la información, ya que en determinados casos algunos errores tipográficos
o de transcripción le han asignado fechas o descripciones erróneas a determinados
seísmos.

De esta manera, la metodología empleada prestó una especial atención al cruce y


comparación de las diversas fuentes consultadas. Por ello, y con el objeto de identi-
ficar aquellos terremotos y tsunamis que más daño causaron dentro del período de
estudio, uno de los primeros pasos metodológicos fue la revisión de libros y artículos
de autores contemporáneos en los que aparecían listados de diferentes paroxismos en
Chile. Una vez identificados, la información se cotejó y completó con datos directos
de las fuentes históricas y, en caso de ser necesario, se corrigieron algunos errores
difundidos en catálogos respecto a fechas, e impactos de algunos sucesos ocurridos
entre los siglos XVI y XIX.

vulnerabilidades y una patria no tan boba. Caracas, Universidad Católica Andrés Bello, 2006, 522 p. Espi-
nosa, Manuel (comp.). Historia de los terremotos y las erupciones volcánicas en el Ecuador, siglo XVI - XX.
Quito, Taller de Estudios Andinos, 2000, 202 p.
21
A este respecto, véase: García, Virginia (coord.). Historia y desastres en América Latina. Bogotá, La
Red, 1996-2008, 3 vols. Altez, Rogelio. Terremotos, historia y sociedad en Venezuela. Caracas, Editorial
Alfa, 2010, 316 p.
E N T R E R U I N A S y E S C O M B ROS 23

Asimismo, y pensando en la aplicabilidad de los resultados de nuestra investigación,


a distintos programas de riegos geológicos y planificación territorial en Chile, la infor-
mación consignada en este estudio se trabajó con un lenguaje actual y científico; es
decir, junto con convertir las antiguas medidas registradas en las fuentes a medidas
actuales (cambiando por ejemplo las leguas a kilómetros o los pies a metros), se
sustituyeron los antiguos y/o coloquiales conceptos aparecidos en la documentación
por términos modernos, como por ejemplo “un terremoto y posterior salida del mar”
por “un seísmo con generación de tsunami”. Suponemos que este último esfuerzo le
otorga un valor adicional a nuestro estudio ya que, además de consultar y comentar
algunas fuentes y relatos de viajeros que antes no eran asequibles, realizará aporta-
ciones concretas a esta parcela con importantes vacíos de la historia chilena.

S-ar putea să vă placă și