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¿Cuál es la mejor manera de enseñar las normas de clase?

10 Consejos para enseñar de forma efectiva y con éxito las normas


de clase.
Aquí van algunos consejos o pautas que creo que pueden mejorar el buen cumplimiento de las normas
de clase. Antes de continuar, me gustaría dejar claro que este artículo no tiene la intención de dar a
conocer qué normas deberían aplicarse a los centros educativos. Dichas normas son normas que deben
elaborar los centros y sería realmente conveniente que las consensuaran con toda la comunidad
educativa. Hecha esta aclaración, aquí van algunas consideraciones sobre cómo gestionar las normas
de clase en un aula:

1. Normas pogresivas. Se trata de evitar dar todas las normas de golpe y en la misma sesión lectiva. Si
das todas las normas en una misma sesión, estas suelen quedar muy diluidas y al alumno le cuesta
retenenerlas.
2. De lo urgente a lo importante. Es fundamental enseñar a los alumnos que no todas las normas de
clase tienen la misma consideración. Si estas normas se enseñan de forma progresiva, podrá
conseguirse que el alumno aprenda distinguir entre las esenciales y las importantes.

3. Menos es más. En función de la edad de tus alumnos, el número de normas debería ser distinto.
Según la edad se podría optar por 3, 5 ó 10 normas de clase. En este sentido creo que las normas de
clase nunca deberían se más de 10. Y si me apuras, creo que el número 5 sería un número excelente.

4. De la teoría a la práctica. En muchas ocasiones se piensa que con enunciar una norma de clase esta
norma ya queda fijada en el grupo de alumnos. Desgraciadamente, esto no suele ocurrir. De nada sirve
explicar las normas de clase. Las normas de clase no se explican. Las normas de clase deben
enseñarse y la mejor manera de hacerlo es a través de la puesta en práctica, es decir, dar a conocer
casos prácticos en los que los alumnos se puedan sentir identificados. Sería bueno que fueran los
alumnos los que explicaran casos prácticos que conozcan.

5. Me puede pasar a mí. El alumno hará suya una norma si es consciente de que esa norma de clase le
puede afectar directamente a él en algún momento del curso escolar. ¿Qué significa esto? Que debes
intentar que el alumno interiorice esa norma y se la haga suya.

6. De la palabra al texto. Para fijar una norma de clase no es suficiente con enunciarla en voz alta. Por
tanto, de lo que se trata es de fijar dichas normas de clase por escrito. Una actividad que funciona
realmente bien es colocar a los alumnos en grupos y que cada grupo trabaje con una norma
determinada. Dicho trabajo podría ser un collage, una norma dibujada de una situación determinada, etc.
Una vez trabajadas estas normas, cada grupo a través de un portavoz la explicaría al resto de sus
compañeros. Finalmente, se pordrían colgar en las paredes del aula.

7. Acción y reacción. Otro aspecto que me gustaría destacar a la hora de dar a conocer las normas de
clase tiene que ver con las consecuencias de no cumplir con dichas normas. De nada sirve enseñar una
norma si el alumno desconoce cuál es la consecuencia de incumplirla. En este sentido, hay que ser muy
claro porque cada derecho implica en cierto modo un determinado deber.

8. Las normas y sus circunstancias. Es importante hacer ver a los alumnos que el cumplimiento de
una norma va en consonancia a las circunstancias que pueden rodear dicha norma, circunstancias que
tienen que ver con la edad, el grupo, la materia, el entorno escolar, etc. De ahí que sea realmente útil
hacer supuestos con el grupo y ver los posibles matices que toda norma encierra.

9. Las normas también se hacen mayores. Otro aspecto que me gustaría destacar es que las normas
no deberían ser algo que se enseña solamente a principio de curso y quedan como algo inamovible. La
normas deben ser algo vivo y deberían estar sujetas a los cambios que se producen por determinadas
circunstancias. Esto quiere decir que se deberían poder eliminar, incorporar, matizar e cambiar su orden
importancia.
10. La finalidad de una norma. He querido acabar estos consejos u orientaciones acerca de las normas
de clase haciendo hincapié en la importancia de no sólo enseñar una norma, sino de transmitir a los
alumnos qué finalidad tienen cada una de las normas trabajadas en el aula. Entonces, ¿para qué sirve
una norma? Una norma debería ayudar a un alumno a crecer en su desarrollo personal, a asumir
determinadas responsabilidades y a tomar las mejores decisiones.

Normas de clase. A modo de conclusión.


Hasta aquí el artículo de hoy. Un artículo en el que he querido reflexionar sobre la importancia no de las
normas en sí, sino sobre la pedagogía que toda norma debería guardar. Soy consciente de que los
centros educativos deben regirse por unas normas, por unos límites, pero creo que con este artículo te
habrás dado cuenta de que hay muchas maneras de hacerlo.

MANERAS EFICACES DE HABLAR


EN EL AULA QUE REGULAN EL
COMPORTAMIENTO.
Mª CARMEN PÉREZ · 22 NOVIEMBRE, 2016

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Muchas veces escuchamos que el comportamiento de los alumnos nos quita mucho tiempo de trabajo en el aula.
Tenemos que recordar constantemente las normas, hablar sobre problemas en los pasillos, patios u otros
espacios. ¿Es realmente una pérdida de tiempo tratar estos problemas? ¿Cómo podemos ayudar a nuestros
alumnos para que regulen el comportamento? ¿Qué puedo hacer yo para mejorar esta situcación? Aquí
algunas ideas de gestión del aula para atraer a los alumnos a un comportamiento más educado.(Adaptadas
de Tom McIntyre en www.BehaviorAdvisor.com)

1º Sustituir el tú por el yo.

Cuando ves una conducta inadecuada en un alumno o grupo de alumnos, lo que te sale muchas veces es acusar
diciendo: ¿Por qué estás hablando? ¿Por qué le has pegado? ¡Deja de molestar! ¡Escucha!

Este tipo de frases suenan acusadoras en los oídos de nuestros alumnos y no ayudan a cambiar su conducat. Si
quieremos un cambio en su actitud el punto de vista debe cambiar tambión. Dar información al alumno sobre
lo qué está bien hecho y lo que te gustaría observar. Así por ejemplo,

EN LUGAR DE:

¿Por qué estáis hablando ? Lo sustituimos por lo que esperamos.

Estoy decepcionada con lo que estoy viendo en el aula, no espero ver esa falta de respeto en este curso , ya
estamos en 1º de Primaria.

O utilizar el plural al hablar, por ejemplo; “todos tenemos que estar en silencio para que podamos escuchar la
explicación de nuestro compañero de clase”

Más ejemplos en el que cambiamos la palabra tú por yo o nosotros.

EN LUGAR DE:
“No estabas escuchando, no vas a saber hacer bien la tarea”, podemos usar “Quiero que escuchéis muy
atentos para poder hacer bien la tarea!

EN LUGAR DE:

“Si vuelves a decir una palabrota te mandaré al despacho del director” podemos decir “Necesito escuchar sólo
palabras apropiadas el resto de la mañana. Seguro que nuestra directora se sentirá orgullosa de tener un centro
con alumnos tan bien educados.” o “A todos nos gusta escuchar palabras bonitas, vamos a ver de qué manera
podemos decir las cosas lo más educadamente posible “.

Las frases dichas de esta forma son menos conflictivos y acusadoras. Las posibilidades de obtener el
cumplimiento y la cooperación aumentan. La formulación inicialmente puede ser un poco engorrosa, pero
se vuelve más fácil con la práctica. Si no te sale de forma natural prueba a hacer un esfuerzo consciente para
mejorar nuestras instrucciones verbales a los niños, seguro que lo consigues.

Cuando tenemos que llamar la atención de un alumno concreto y consideramos que necesitamos ser más
directivos, puede ser necesario especificar el alumno, utiliza su nombre para ello precedido del por favor. La
manera de decirlo, el tono de voz, el gesto, la actitud es importante, así que intenta que sea respetuosa.

Otro tema importante es hablar de nuestros sentimientos.

Si quieremos educar en las emociones, es importante hablar de ellas. Expresa a tus alumnos cómo te sientes
ante sus conductas. En ocasiones las hacemos cuando son negativas pero no olvides todos los momentos en los
que sientes cuando algún alumno o grupo de alumnos tiene un comportamiento adecuado. Remarca esos
momentos buenos para que sean capaces de repetirlo en otro momento.

EN LUGAR DE:
“¿Por qué no estáis trabajando? ¿Cuándo piensas abrir tu libreta? ¡Así no vas a aprender nada!”
TRATAR:
Puedes decir: “Me pongo impaciente cuando veo que no nos va a dar tiempo a terminar la tarea, falta solo una hora
para ir a casa y aún nos queda mucho. He preparado esta tarea con mucha emoción porque es un tema
importante. Me encanta cuando trabajáis concentrados en lo que estáis haciendo y seguro que podeís hacerlo
ahora, ¿estáis preparados?”.

EN LUGAR DE:
“¿Cómo podéis se tan malos, es muy cruel burlándose de alguien que tartamudea?”
TRATAR DE DECIR:
“Me molesta ver alumnos en nuestro grupo se creen graciosos hiriendo los sentimientos de otro alumno.
Espero que nuestra clase trate a todos sus miembros con respeto, porque así es como nos gusta que nos
traten a nosotros mismos”

LA PALABRA “OTRA VEZ”

¿Cuántas veces utilizamos la palabra “otra vez”?

 Juan, ¡siéntate en la silla! ¿Te lo tengo que decir otra vez?


 ¿Otra vez estás molestando a Julia?
 Cómo no, ¡tenías que ser tú otra vez!
 Has vuelto a equivocarte.
 ¿Se ha vuelto a caer el estuche? No me lo puedo creer. Van tres veces hoy.
 Otro día más sin hacer los deberes. Así no vas a aprobar.
 Cómo no, María no está sentada.
 Pedro, ¿por qué siempre se te olvidan los libros?
 Como siempre, el payaso del grupo está actuando.
 Ya me extrañaba que estuvieras prestando atención.
Vamos a intentar cambiar este tipo de frases por otras menos acusadoras. Este tipo de frases únicamente
refuerzan al alumno lo mal que hace las cosas y cuántas veces lo hace. El alumno no espera que nadie crea
que pude hacerlo mejor.

Al principio puede ser que no nos salgan de forma muy natural y tengamos que pensar en nuestras respuetas
pero, la práctica hace la perfección.

EVITAR DECIR LA PALABRA NO

Muchas veces utilizamos la palabra no para dar instrucciones, no gritar, no correr, no molestar, no se pega, no
se grita … Cuando estás diciendo el No , no das al alumno un ejemplo de lo que esperas de ellos con lo cual no
es fácil que ocurra. El comportamiento es una asignatura más a enseñar, si no enseñas al alumno a tener un
comportamiento adecuado posiblemente no lo tendrá.

Decirle a los niños, podéis bajar al patio pero nó corrais, expresa que lo que esperas de ellos es que corran así
que estás avirtiendole de lo que no quieres que pase porque imaginas que ocurrirá.

Hoy en día, como adultos, no nos gusta cuando alguien nos regaña. Tampoco nos gustaba cuando eramos
estudientes. Eso nos hacía sentir mal. Las conferencias son ineficaces, incendiarias o dañinas. Mantenga los
mensajes correctivos breves y sencillos.

Por ejemplo, en lugar de:

“Francisco, has salió de nuevo sin tu mochila. ¿Dónde tienes la cabeza? Estabas hablando con tu compañero y
no has prestado atención a lo que yo he dicho. Os he recordado a todos que tenías que coger vuestras mochilas
antes de salir de clase. A veces pienso que perderías la cabeza si no estuviera unida a tu cuello”
Esto es lo que escucho Fran: bla, bla, bla, bla, bla, mochila, bla bla bla…

Prueba utilizar únicamente: ¡Francisco, tu mochila!

Esta técnica evita: avergonzar, imagen negativa de si mismo, rabia…


Las declaraciones breves motivan a los alumnos a:
-pensar en la información importante
-identificar el problema
-diseñar una solución
-ejercer su propia iniciativa y resolver el problema.

Respuestas repetuosas si queremos alumnos respetuosos. Este tipo de problema lo tenemos constantemente
en las aulas y es importante aprender a gestionarlo. Muchos alumnos con TDA-H olvidan materiales, se les
caen, prestan atención a otras cosas… y estan en nuestras aulas. Fortalecer su autoestima y enseñarle a
autorregular su comportamiento es importante.

DAR INFORMACIÓN

La forma en que damos información es muy importante. Aquí algunas ideas.

Por ejemplo, en lugar de:

¡Tapa del rotulador!

¡No toques la planta!

¡No se pinta en la mesa!


Podemos decir:

Los rotuladores dejan de funcinar si pasan un tiempo sin tapa, cuando queramos usarlo otro día no
funcionará.

“Me alegro que te hayas dado cuenta de que tenemos una planta nueva en clase. ¿Es bonita verdad? Sus hojas
son muy delicadas, si las tocamos se pueden romper”.

“Si queremos estar en una clase limpia tenemos que cuidar nustros espacios. Cuando veamos que hay algo
sucio podemos coger una toallita y limpiarla, muchas veces también la mía se ensucia y la limpio. Así nuestas
mesas estarán como nuevas cuando termine el curso. Seguro que los alumnos mayores están cuidando
también sus mesas para vosotros el próximo curso”.

ENVIAR UNA NOTA

Dar una nota escrita tiene un gran impacto en nuestros alumno porque no las suelen recibir. Pueden ser
eficaces para cortar rápidamente un comportamiento o mantenerlo.

Algunos ejemplos:
-Estela, recuerda levantar la mano si quieres intervenir en el aula.

-Quedan 15 minutos para terminar la clase, estoy segura que te dará tiempo a terminar.

– Estoy muy orgullosa ti, has recogido toda la mesa.

– Gracias por hablar tan educadamente hoy. Da gusto tenerte como alumno.

Agradecer a nuestros alumnos o hijos es importante si queremos que sean agradecidos. Hablarles
educadamente si queremos que sean educados. Confiar en su capacidad si queremos que sean capaces. Está en
nuestras manos cambiar nuestras prácticas.

¿Qué es la dispedagogía y cómo tratarla?


Publicada el 30 noviembre, 2016 por admin
Vacío en el aprendizaje. Es así como se define al término dispedagogía, un problema de aprendizaje que
aparece cuando los conocimientos adquiridos por el estudiante no son lo suficientemente
consolidados durante su etapa académica ¿Cómo puede usted identificar si su hijo padece de este
inconveniente, y de qué forma podría ayudarlo a superarlo?
Según el reconocido neuropedagogo argentino, director y fundador del centro psicopedagógico Aletheia
Internacional, Jaime Kusnier, la dispedagogía es una situación muy común en los colegios de
Latinoamérica, en donde los maestros tienen pautadas sus sesiones de clases, las cuales avanzan sin
preocuparse por si el alumno ha comprendido o no los conceptos.
Es justamente esta acelerada marcha la que ocasiona que varios niños pasen de grado, pero con evidentes
deficiencias cognitivas, principalmente en materias básicas como las de lenguaje o matemáticas.

La dispedagogía refleja un mal sistema educativo. No es la responsabilidad exclusiva de un maestro o


escuela en particular; en cambio, se trata de una falla generalizada en la metodología académica. El
programa establecido en las escuelas, no le permite al estudiante atrasarse o avanzar, porque el desnivel le
generaría una crisis de conocimientos.
Además de las evidentes bajas notas, que se acentúan con el pasar de los años, la dispedagogía causa baja
autoestima, depresión y malas relaciones familiares. Por otro lado, también aparecen deficiencias en la
comunicación, conflictos en las habilidades sociales, desmotivación, pesimismo, problemas orgánicos,
funcionales y emocionales.
Lamentablemente, la dispedagogía es un trastorno complejo de diagnosticar; ya que, varios la
confunden con otros trastornos de aprendizaje. Para identificarla lo mejor es, someter al estudiante a una
profunda evaluación a manos de especialistas en pedagogía, como los psicopedagogos. Uno de estos
análisis, altamente recomendado, es el Examen Psicopedagógico que ofrece Aletheia Internacional.
A través de este análisis, los especialistas pueden descubrir si se trata o no de un vacío del aprendizaje, y en
caso fuera, esclarecer desde cuándo existe el conflicto. Solo con dicha información es posible iniciar una
rehabilitación educativa que nivele los conocimientos del estudiante según su grado académico.

“El papel de los padres es fundamental conociendo qué es lo que deben exigir a sus hijos, si se exige
donde hay alguna dispedagogía, la situación emocional y académica en el colegio empeorará”, explica Kusnier.
El neuropedagogo hace hincapié en que la recuperación del niño depende de varios factores, como el apoyo en
el hogar y la comunicación familiar.
Después del análisis inicial, el terapista nivela al alumno utilizando un método de aprendizaje que involucra a
ambos hemisferios cerebrales, para desarrollar su creatividad, pensamiento, imaginación y razonamiento.
Aptitudes que anteriormente no pudo explotar y que son sumamente importantes para el éxito estudiantil.

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