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Unidad 1: Introducción a los profetas

1. Introducción.
2. El término “profeta” en la Biblia.
3. Rasgos principales del profeta.
4. Clasificación.
5. Características de su mensaje.
6. Contexto histórico de los profetas. Siglo de oro de la profecía. Extinción del
profetismo bíblico.
7. Los libros proféticos. Principales géneros literarios. Cómo se compusieron los libros
proféticos.
8. Los profetas y el anuncio del Mesías: distintas concepciones mesiánicas, el término
mesías en la Biblia hebrea. Significado y contenido del término mesías. Profecías
mesiánicas.
9. Ser profetas hoy

1. Introducción

Generalmente cuando hablamos de los


profetas es común que muchos tiendan a pensar
en alguien que es capaz de predecir o adivinar el
futuro. En esta misma línea se piensa en los
profetas como personas cuya misión era
únicamente anunciar la llegada del Mesías. Pero
también es cierto que en los ambientes cristianos
el término profeta señala la misión que tenemos
todos los bautizados de ser anunciadores de la
Palabra de Dios. En el primer caso el acento recae
en el futuro y en el segundo caso en el presente.
En esta unidad nos proponemos ver quiénes eran
estos personajes a los que se denomina profetas y
que se encuentran en muchas páginas de la Biblia
y entonces veremos que tanto el presente, el
pasado y también el futuro marcaron la actividad
y la palabra profética.

2. El término profeta en la Biblia

El término que nuestras Biblias traducen como “profeta” es en hebreo: nabí. Palabra
de origen extranjero (muy probablemente derivado del acádico: nabú) que significa “el que
ha sido llamado”, “el que tiene una vocación”. Y nuestra palabra “profeta” se origina en el
griego (a través del latín: propheta), pro-phetes que significa “hablar en vez de” o “hablar
ante alguien”, “hablar en voz alta”. Este término prophetes es utilizado con frecuencia en la
versión griega del AT y en el NT.

1
El término nabi es utilizado unas 315 veces en el AT y es el más frecuente para
referirse a los profetas. 1 Sin embargo dicho término se aplica de manera diversa a personas
bastante diferentes. Veamos algunos ejemplos:

• Antes de la conquista de la tierra prometida

 Gn 20,7 “Pero ahora devuelve la mujer a ese hombre, porque es un profeta; él rogará
por ti para que vivas. Pero si no la devuelves, sábete que morirás sin remedio, tú y todos los
tuyos.” Se refiere a Abrahán en la función de interceder.

 Ex 7,1-2 “Yahvé dijo a Moisés: «Mira, yo te hago un dios para el faraón, y tu hermano
Aarón será tu profeta. Tú le dirás cuanto yo te mande, y Aarón, tu hermano, se lo dirá al
faraón, para que deje salir a los israelitas de su país.”

 Ex 15,20 “María, la profetisa, hermana de Aarón, tomó en sus manos un tamboril y


todas la mujeres la seguían con tamboriles y danzando.” Se trata de la hermana de Moisés y
Aarón.

 Dt 18,15 “Yahvé tu Dios te suscitará, de en medio de ti, de entre tus hermanos, un


profeta como yo: a él escucharéis.” Se trata de Moisés.

Como vimos en el Pentateuco estas cuatro personas son denominadas profetas: Abrahán,
Aarón, María y Moisés que es considerado mayor que cualquier profeta: Dt 34,10 “No ha
vuelto a aparecer en Israel un profeta como Moisés, a quien Yahvé trataba cara a cara.”

• En la tierra prometida

Sobre todo, en los libros que la Biblia hebrea llama “profetas anteriores” (libros de
Josué, Jueces, 1 y 2 Samuel, 1 y 2 Reyes) es donde más veces aparece el término y donde su
uso se hace más habitual adquiriendo toda su riqueza.

 1 S 3,19-20 “Samuel crecía y Yahvé estaba con él. Y no dejó caer en tierra ninguna
de sus palabras. Todo Israel, desde Dan hasta Berseba, supo que Samuel estaba acreditado
como profeta de Yahvé.”

 Jc 4,4 “En aquel tiempo, Débora, una profetisa, mujer de Lapidot era juez en Israel.”

También aparecen los llamados “nebiim” que son grupos de profetas que utilizan la
música para entrar en éxtasis.

1
Los profetas también son llamados de otro modo, aunque en pocas ocasiones, como “hombre de
Dios” (Cf. 1 S 9,6), “vidente” (Cf. 2 S 24,11; Am 7,12).

2
 1 S 10,5 “Llegarás después a Guibeá de Dios, donde se encuentran los gobernadores
de los filisteos. A la entrada de la ciudad tropezarás con un grupo de profetas que bajan del
alto, precedidos del añafil, el adufe, la flauta y la cítara, en trance profético.”

 1 S 19,20 “Mandó Saúl emisarios para prender a David; vieron éstos la agrupación
de los profetas en trance de profetizar, con Samuel a la cabeza. Entonces el espíritu de Dios
vino sobre los emisarios de Saúl, que se pusieron también en trance.”

 2 S 24,11 “Cuando David se levantó por la mañana, le había sido dirigida la palabra
de Yahvé al profeta Gad, vidente de David, en estos términos”

 2 S 7,1 “Cuando el rey se estableció en su casa y Yahvé le concedió paz de todos sus
enemigos de alrededor, dijo el rey al profeta Natán”.

Como hemos visto en este breve recorrido el

‫נָבִ יא‬
término nabí se aplica a personas de características bien
diferentes. A Abrahán, a María hermana de Moisés y
Aarón, al mismo Moisés, a Samuel y a Débora que
fueron jueces de Israel, a hombres como Gad y Natán
ligados a la monarquía y así podrían multiplicarse los
ejemplos. Elías (1 R 18,36), Eliseo (2 R 6,12), Hulda (2 R 22,14), etc. A partir de estos datos
entonces podemos decir que un “nabí manifiesta elementos de éxtasis, mientras otro se
presenta como mediador de la palabra, uno predica, otro entona un himno o promulga las
maldiciones de la ley, uno consulta a Dios, otro es taumaturgo, otro es claramente intercesor
entre Dios y el pueblo, unas veces actúan en grupo, otras de forma individual.” 2

Todos los casos que hemos mencionado hacen referencia a personajes que aparecen
dentro del Pentateuco y sobre todo en estos libros que la Biblia hebrea llama “Profetas
anteriores” pero hay profetas cuyo mensaje fue recogido en colecciones en los libros que
llevan su nombre. Se trata de los libros proféticos propiamente dichos a los que la Biblia
hebrea denomina “Profetas Posteriores”.

2
J.M Abrego de Lacy, Los libros proféticos, Ed. Verbo Divino, Navarra, 1993.

3
Los profetas anteriores Los profetas posteriores
Josué Profetas mayores:

Jueces • Isaías
• Jeremías
1 y 2 de Samuel • Ezequiel

1 y 2 de Reyes Los doce profetas menores (Oseas, Joel,


Amós, Abdías, Jonás, Miqueas, Nahúm,
Habacuc, Sofonías, Ageo, Zacarías,
Malaquías.

3. Rasgos principales del profeta


Aunque en algunos casos las tradiciones sobre los profetas son muy escasas y limitadas
podemos esbozar algunas características generales sobre estos personajes.

• El profeta es sobre todo una persona que tiene clara conciencia de haber sido llamado
por Dios, no por el rey ni tampoco por los sacerdotes. Es por lo tanto un hombre inspirado
en el sentido más profundo de la palabra.
• Sabe también que su vocación no es para vivir una experiencia mística de Dios de
tipo individual (aunque la hayan vivido) sino que es mediador de Dios ante el pueblo siendo
portador de su Palabra. El profeta es llamado para darse a los otros y su vida está atravesada
y marcada por este llamado. Está allí donde se hace necesaria su presencia y su mensaje,
mensaje que no le pertenece, sino que comunica de parte de Dios.
• El profeta ha recibido un “carisma”, el carisma profético que rompe todas las barreras,
las del sexo porque hay profetas mujeres y varones, la de las clases sociales, hay profetas
vinculados a la corte (como Isaías) y simples campesinos (como Miqueas), las religiosas, ya
que hay profetas que también fueron sacerdotes (como Ezequiel) y muchos que no lo fueron.
Profetas de mediana edad y profetas jóvenes como Jeremías.
• El profeta “interpreta” la historia siendo también protagonista activo de ella. Para
interpretar su presente mira hacia el pasado, hacia la Historia de la Salvación sobre todo hacia
el Éxodo y la Alianza y así vislumbra el futuro.
• En muchas ocasiones los profetas tuvieron una relación tensa con los reyes y
sacerdotes ya que no pocas veces se enfrentaron a ellos denunciando las injusticias, la
infidelidad a la Alianza, la idolatría, etc.

4
4. Clasificación

Los profetas se pueden clasificar de diversos modos.

1. De acuerdo al orden de los libros que adopta la Biblia hebrea: 3

• “Profetas Anteriores” se les llama a los libros de Josué, Jueces, 1 y 2 de


Samuel y 1 y 2 de Reyes, dado que en estos libros aparecen varios profetas
actuando y sobre todo porque analizan la historia con una mirada profética.
• “Profetas Posteriores” a los libros que sí son específicamente proféticos (y
a los que nos estaremos refiriendo en esta materia) y que se dividen en
“Profetas Mayores” (libros de Isaías, Jeremías y Ezequiel) y “Profetas
Menores” (los 12 libros proféticos restantes)

2. De acuerdo con la época en que actuaron se los puede clasificar en:

• Pre-exílicos, antes del 587 a.C.


• Exílicos, durante el exilio en Babilonia
• Post-exílicos, después del 538 a.C.

5. Características de su mensaje

Cada profeta actuó en una época diferente lo cual supone distintas realidades sociales,
religiosas, políticas, haciendo que el mensaje profético varíe de acuerdo a esto. No será igual
el mensaje de un profeta que se encuentra en tiempos anteriores al exilio babilónico que el
mensaje de un profeta que actúa durante el exilio. Cada profeta tiene un mensaje para
transmitir que ha recibido de Dios y que se adecúa a su época, por ello es necesario dentro
de lo posible situar a cada profeta en su contexto existencial. En general y simplificando
mucho, se podría decir que los profetas que predicaron antes del exilio babilónico centran su
mensaje en estos temas:

• la crítica a reyes y poderosos ante las situaciones de injusticia social


• la crítica al culto
• la idolatría

Es decir que se trata de un mensaje predominantemente de denuncia.

3
Como vimos en el cuadro anterior y como se estudió oportunamente en la materia AT I (Unidades 1
y 3).

5
“El culto a Yavé, los sacrificios que se le ofrecen eran radicalmente distintos de los sacrificios
y el culto de los pueblos que rodeaban a Israel, aún cuando Israel ha tomado muchas veces de ellos sus
fiestas, sacrificios o ritos. Pero a Yavé no se lo conforma con la escrupulosidad ritual, con la pureza
legal o con ofrecerle terneros bien gordos, solamente. En efecto, ¿quién es Yavé? Cualquier chico de
catecismo judío hubiera respondido sin titubear: el que nos libera de Egipto. Yavé es el que oyó los
gemidos de los israelitas oprimidos en Egipto y no pudo permanecer indiferente ante esa situación.”

“¿Puede, por lo tanto, este Dios, que se conmovió ante el clamor de un puñado de esclavos y
se puso de su parte, ¿aceptar un culto que vaya unido (legitimándola) a la explotación del hombre por
el hombre? ¡Por supuesto que no! Esto significa, también que el culto auténtico al Dios del Éxodo y la
Alianza, Dios esencialmente liberador es concientizador. Si el culto a Yavé no hace tomar conciencia
al hombre de los deberes de justicia para con el hermano marginado, es un culto idolátrico. Porque
iguala a Yavé con los dioses paganos, preocupados por ellos mismos, alimentados por la carne y la
sangre de los sacrificios, cosa inconcebible en Yavé.”

Enzo Giustozzi, Para leer La Biblia, Palabra de Dios, Hoy, Ed. Guadalupe.

Y en los profetas que predicaron durante o después del exilio babilónico predomina un
mensaje de esperanza en el retorno a la tierra prometida y su reconstrucción. Mensaje
alentador que ayudará a sobrellevar la situación tan penosa que supuso el destierro.

Veamos algunos ejemplos de la predicación de los profetas pre exílicos y notemos como
el profeta denuncia las injusticias cometidas contra los más débiles y también un culto
demasiado exterior y carente de verdadero sentido:

 Is 10,1-2 “¡Ay! los que dictan normas inicuas, y los que firman decretos vejatorios,
excluyendo del juicio a los débiles, atropellando el derecho de los pobres de mi pueblo,
haciendo de las viudas su botín y despojando a los huérfanos.”

 Os 6,6 “Porque yo quiero amor, no sacrificio, conocimiento de Dios mejor que


holocaustos.”

 Mi 6,6-8 “¿Con qué me presentaré ante Yahvé y me inclinaré ante el Dios de lo alto?
¿Me presentaré con holocaustos, con terneros añojos? ¿Aceptará Yahvé miles de carneros,
miríadas de ríos de aceite? ¿Ofreceré mi primogénito por mi delito, el fruto de mis entrañas
por mi propio pecado?» —«Se te ha hecho saber, hombre, lo que es bueno, lo que Yahvé
quiere de ti: tan sólo respetar el derecho, amar la lealtad y proceder humildemente con tu
Dios.”

Ahora veamos ejemplos de la predicación en tiempos del exilio o posteriores a él notando


como cambia el tono y el profeta lleva un mensaje esperanzador a su pueblo.

6
 Is 40,1-5 “Consolad, consolad a mi pueblo—dice vuestro Dios—. Hablad al corazón
de Jerusalén y decidle bien alto que ya ha cumplido su servidumbre, ya ha satisfecho por su
culpa, pues ha recibido de mano de Yahvé castigo doble por todos sus pecados. Una voz
clama: «Abrid en el desierto un camino a Yahvé, trazad en la estepa una calzada recta a
nuestro Dios. Que todo valle sea elevado, y todo monte y cerro rebajado; que lo escabroso se
vuelva llano, y las breñas, planicie. Se revelará la gloria de Yahvé, y toda criatura a una la
verá. Pues la boca de Yahvé ha hablado.»

 Ag 1,13-14 “Entonces Ageo, el mensajero de Yahvé, habló así al pueblo, en virtud


del mensaje de Yahvé: «Yo estoy con vosotros, oráculo de Yahvé.» Y Yahvé movió el
espíritu de Zorobabel, hijo de Sealtiel, gobernador de Judá, el espíritu de Josué, hijo de
Josadac, sumo sacerdote, y el espíritu de todo el Resto del pueblo. Y vinieron y emprendieron
las obras del Templo de Yahvé Sebaot, su Dios.”

6. Contexto histórico de los profetas

Como ya se dijo anteriormente para comprender mejor el mensaje profético es


necesario ubicar a cada profeta dentro del contexto donde vivió y actuó, por ello es necesario
tener presente los acontecimientos principales de la Historia de la Salvación que vimos en la
materia IBI I (Unidad 2). Los profetas aparecen como fenómeno en la época de la instalación
de los israelitas en la tierra prometida en Canaán, las primeras manifestaciones están referidas
a los llamados grupos de profetas, donde la característica principal es el éxtasis (Cf. 1 S 10,5-
6). Luego son mencionados, Samuel, Natán y Ajías.

Los más destacados irán apareciendo en Israel en tiempos de David y crecen en la


monarquía y el exilio. Junto con el rey y su institucionalización y la del sacerdote aparece el
carisma profético.

En el siglo VIII se da un fenómeno nuevo en la profecía de Israel y se trata de la


aparición de profetas que dejarán su obra por escrito y por ello se los llama “profetas
escritores” aunque sabemos que no es muy adecuada la denominación ya que en general los
profetas no se dedicaron a escribir. En medio siglo aparecen cuatro profetas de gran
importancia: Amós, Oseas, Isaías y Miqueas y es por ello por lo que al siglo VIII se lo
denomina “el siglo de oro” de la profecía.

El contexto de este siglo es el siguiente

• A nivel religioso: el culto a los dioses extranjeros, fundamentalmente Baal, que se ve


en especial en el libro de Oseas, y la falsa idea de Dios fomentado por un culto vacío, una
piedad sólo exterior, una fe mal interpretada. Un intento de manipular a Dios eliminando sus
exigencias éticas ofreciendo sólo sacrificios de animales, rezos, peregrinaciones. El Dios de
la justicia no tolerará la opresión de los débiles. Los cuatro profetas mencionados
reaccionarán contra esto.
• A nivel político: sube al trono de Asiria Tiglatpileser III (año 745 a.C.) quien luego
será sucedido por Salmanasar V, Sargón II y Senaquerib transformando el Antiguo Oriente

7
en un campo de batalla al querer someter a pequeños pueblos y tribus dispersas. Egipto
aparece como la única potencia capaz de oponérsele. Así surgirá en Israel y Judá dos partidos
contrarios: los que están a favor de Asiria (o asirófilos) y los que están a favor de Egipto (o
egiptófilos) que causará vaivenes en la política que se moverá de un bando a otro. Oseas e
Isaías defienden la neutralidad y se oponen a las rebeliones contra Asiria y las alianzas con
Egipto, pero finalmente nadie les hará caso, ni la autoridad ni el pueblo.

A la edad de oro de la profecía siguen unos 75 años de silencio. Se debe, en parte a que
Manasés que fue un rey despótico y cruel reinó durante largo tiempo (55 años del 698 al
643). El texto de 2Re 21,16 hace pensar que si surgieron profetas en su tiempo es probable
que los silenciara. 4

En el año 642 la muerte de Manasés abre un período de crisis en Judá. En el año 640
fue asesinado su hijo Amón y lo sucedió Josías (con tan solo 8 años de edad). Asiria se
debilita y no puede mantener el control sobre los territorios conquistados. Josías podrá
entonces consolidar su reinado y promover reformas en el orden religioso principalmente,
aunque también políticas con el deseo de restaurar el imperio de David. La reforma comienza
en el año 632 y culmina al descubrir el “libro de la Ley” (2Re 23,4-24; 2Cr 34—35). 5

Será a fines del siglo VII donde aparecen nuevamente voces proféticas tales como
Sofonías, Habacuc y Jeremías. Estos profetas viven un período diferente marcado por el
año 609, fecha en que muere Josías en la batalla de Meguido (Cf. 2 R 23,29ss.) y le sucede
su hijo Joacaz que tan solo durará 3 meses en su reinado. El faraón Necao impone a Judá un
tributo de 3000 Kg. de plata y 30 de oro y nombra sucesor a Joaquín, hombre despótico que
igual se ganará el ánimo del pueblo y del profeta Jeremías. El profeta Ezequiel es
contemporáneo de Jeremías y tal vez más joven que él. Su actividad se sitúa por completo en
Babilonia. Vivirá los mismos acontecimientos de la monarquía judía, pero desde lejos y con
otra perspectiva.

En el año 609 en Babilonia surge Nabucodonosor quien con el tiempo marchará


contra Jerusalén (598). En el 594-593 habrá un intento de rebelión y en el 588 Sedecías rey
de Judá negará el tributo a Babilonia desencadenando la guerra que luego de año y medio de
asedio a Jerusalén caerá en manos de Nabucodonosor terminando con el exilio a Babilonia
de gran parte de la población.

4
Algunos autores datan en su reinado al profeta Nahum en cuyo caso sería el único conocido en esta
época, pero la mayoría lo ubican en otro tiempo.

5
En esta época se desarrolla una intensa actividad literaria: queda redactado gran parte del libro del Dt
y la primera redacción deuteronomista.

8
Los años de la restauración

En el año 538 el rey persa Ciro promulga el edicto que permite la vuelta a los
desterrados. Un grupo al mando de Sesbasar aprovechó la ocasión, pero la situación que
encontró al regresar fue desastrosa: ciudad en ruinas, campos abandonados o en manos de
otras familias, murallas y Templo destruidos. La predicación de Ageo sugiere que entre los
que permanecieron en la tierra cundió el desánimo y sólo se ocuparon de sobrevivir, sin
intenciones ni deseos de reconstruir nada.

Ageo, Zacarías y el Trito Isaías se sitúan en las primeras décadas del regreso a la
tierra. Ageo insiste en la reconstrucción del templo y fomenta la esperanza de un nuevo rey
davídico al que identifica con Zorobabel. Zacarías se mueve en una temática similar, pero
con gran originalidad de imágenes que luego aprovechará la literatura apocalíptica.

Extinción del profetismo bíblico

En la etapa final de la profecía israelita se incluyen libros de difícil datación tales


como: Joel, Jonás, Malaquías. Y a esta etapa se debe la redacción final de la mayoría de los
libros proféticos.

Entre los siglos IV y III, es decir ya comenzada la época helenística, el profetismo


bíblico comenzará a extinguirse lo cual será vivido por el pueblo como una carencia según
lo manifiestan algunos textos que transcribimos a continuación:

 1 M 4,46 “y depositaron sus piedras en el montículo del templo, en un lugar


conveniente, hasta que surgiera un profeta que dijera qué hacer con ellas”.

 1 M 9,27 “Tribulación tan grande no sufrió Israel desde los tiempos en que dejaron
de aparecer profetas”.

 Sal 74(73),9 “No vemos nuestras enseñas, ya no tenemos profetas, nadie que sepa
hasta cuándo”.

Podremos preguntarnos a que se debió este silencio de la profecía luego de tiempos


tan gloriosos como vivió el profetismo. Según la investigación algunos se inclinan a pensar
que la profecía evolucionó hacía la corriente apocalíptica a la que dio lugar. También es
factible que al desaparecer la monarquía cese el profetismo ya que éste estaba vinculado a
ella. Y la puesta por escrito de la Ley (la Torá) cuya redacción final se estima en el siglo V
hizo que se diera mayor importancia y autoridad a los maestros de la ley acallando la voz
profética ya que en la Ley el pueblo podía encontrar la voluntad de Dios sin necesitar la voz
de los profetas. Por último, también es cierto que los temas proféticos con el tiempo se fueron
empobreciendo.

9
A pesar del cese del profetismo la profecía gozó de prestigio en Israel ya que había
gran estima por los antiguos profetas y se esperaba en el futuro la llegada de un gran profeta.
1 M 4,46 14,41.

Esta corriente hablaba de un profeta como Moisés (Cf. Dt 18,18, Ml 3,23) Elías sería
el que volvería. Esta esperanza se cumple para nosotros los cristianos en Juan Bautista y en
Jesús (Cf. Mt 21,45-46; Mt 21,10-11 y Lc 7,16).

Fecha Profetas
XII al XI Débora
Samuel
Grupos proféticos
X al IX Natán, Gad, Ajías, Miqueas ben Yimlá
Elías y Eliseo
A partir de acá la Biblia hebrea denomina a estos libros “profetas posteriores” (son
los tres profetas mayores y los doce menores)
VIII Amós
Oseas
Siglo de oro de la profecía Isaías
Miqueas
Nahúm (700-648 ¿?)6
VII Sofonías
Jeremías
Habacuc
Ezequiel (1ra.parte)
VI (585-540) Ezequiel (2da.parte)
Deuteroisaías 7
VI (538-518) Tritoisaías
Ageo
Zacarías
Fines del siglo VI a principios del siglo V Malaquías
Abdías
Joel
Jonás

6
Se coloca la fecha entre signos de interrogación ya que no se puede precisar con certeza el período
de actuación de este profeta.

7
El libro del profeta Isaías comprende la actuación de tres profetas diferentes: Isaías, el segundo Isaías
o deuteroisaías y el tercer Isaías o tritoisaías.

10
7. Los libros proféticos

Como ya vimos, en la Biblia encontramos libros proféticos propiamente dichos sobre


alguno de los cuales iremos profundizando en las primeras unidades de esta materia.

En primer lugar, aclarar porque razón se los denomina


“profetas mayores” y “profetas menores”. No se debe a su
importancia sino más bien a la extensión de sus escritos. Los
libros de Isaías, Jeremías y Ezequiel por ser tan extensos fueron
escritos cada uno en un rollo diferente. En cambio, los llamados
“profetas menores” cuyos libros son más breves ocuparon entre
todos un solo rollo.

Principales géneros literarios presentes en los libros proféticos

Dentro de los libros proféticos, que ya asumen características literarias que hacen que
se los clasifique como “género profético” siendo este el género literario mayor, 8 encontramos
también “géneros menores”: relatos de vocación, oráculos, visiones, acciones simbólicas,
oraciones, etc. Algunos géneros fueron tomados del culto, de la vida cotidiana, del ámbito
judicial y otros como el oráculo que son estrictamente proféticos. Veamos, aunque sea
brevemente algo al respecto.

Relatos de vocación: se trata de narraciones biográficas o lo que es más común


autobiográficas donde el profeta cuenta como ha sido llamado por Dios para la tarea que le
fue encomendada. Es posible que de este modo el profeta (o sus discípulos) además de
comunicar la experiencia vital que han vivido, dejen en claro que su misión no es iniciativa
propia sino un llamado de Dios. Son ejemplo de relato vocacional los siguientes:

 Jr 1,4-10 “Me dirigió Yahvé la palabra en estos términos: Antes de haberte formado
yo en el vientre, te conocía; antes que nacieses, te había consagrado yo profeta; te tenía
destinado a las naciones. Yo respondí: «¡Ah, Señor Yahvé! Mira que no sé expresarme, que
soy un muchacho.» Pero Yahvé me dijo: No digas que eres un muchacho, pues irás donde yo
te envíe y dirás todo lo que te mande. No les tengas miedo, que contigo estoy para protegerte
-oráculo de Yahvé-. Entonces alargó Yahvé su mano y tocó mi boca. Después me dijo Yahvé:
Voy a poner mis palabras en tu boca. Desde hoy mismo te doy autoridad sobre las gentes y
sobre los reinos para extirpar y arrasar, para destruir y derrocar, para reconstruir y plantar.”

 Is 6,1-13 “El año de la muerte del rey Ozías vi al Señor sentado en un trono excelso
y elevado, y sus haldas llenaban el templo. Unos serafines se mantenían erguidos por encima
de él; cada uno tenía seis alas: con un par se cubrían la faz, con otro par se cubrían los pies,
y con el otro par aleteaban. Uno a otro se gritaban: «Santo, santo, santo, Yahvé Sebaot: llena

8
Recordar Unidad 1 de la materia IBI III: Los géneros literarios.

11
está toda la tierra de su gloria.» Se conmovieron los quicios y los dinteles a la voz de los que
clamaban, y el templo se llenó de humo. Yo me dije: «¡Ay de mí, estoy perdido, pues soy
un hombre de labios impuros y vivo entre gente de labios impuros; y he visto con mis propios
ojos al rey Yahvé Sebaot!» Entonces voló hacia mí uno de los serafines con una brasa en la
mano, que con las tenazas había tomado de sobre el altar, 7 y tocó mi boca diciendo: «Como
esto ha tocado tus labios, se ha retirado tu culpa, tu pecado está expiado.» Y percibí la voz
del Señor que decía: «¿A quién enviaré?, ¿quién irá de nuestra parte?» Dije: «Yo mismo:
envíame.» Respondió: «Ve y di a ese pueblo: ‘Escuchad bien, pero no entendáis; ved bien,
pero no comprendáis.’ Embota el corazón de ese pueblo, endurece sus oídos y ciega sus ojos,
no sea que acabe viendo y oyendo, que su mente recapacite, y se convierta y se le cure.» Yo
pregunté: «¿Hasta dónde, Señor?» Respondió: «Hasta que se vacíen las ciudades y queden
sin habitantes, las casas sin hombres, la campiña desolada, y haya alejado Yahvé a las gentes,
y cunda el abandono dentro del país. Si queda una décima parte, volverá a ser devastada,
como una encina o un roble, tras cuya tala queda un tocón: semilla santa será su tocón.»”

Oráculos: Se trata del género literario que más abunda en los libros proféticos. El
término “oráculo” aparece muchas veces en los libros proféticos y se trata de una declaración
en nombre de Dios. Hay distintos tipos de oráculos según el tema del mismo y el destinario
al que se dirijan (puede ser a un individuo que representa a un grupo o al pueblo de Dios o a
otras naciones). Respecto a los temas: puede tratarse de un oráculo de salvación o de juicio.
Observemos en el cuadro algunos ejemplos.

Tipo de oráculo Destinatario Texto bíblico


De juicio Contra las naciones extranjeras (el profeta anuncia un Ez 25,1-15
juicio a las naciones vecinas: moabitas, edomitas,
filisteos, etc.) Is 19,1-15

Contra Israel Am 2,6-16


De salvación A Israel Is 59,21

Jr 31,31-33

Requisitoria profética (ryb en hebreo tiene diversas traducciones: pleito, litigio,


requisitoria). Forma literaria que procede del ámbito judicial y su función es señalar por
medio de un mensajero que el vasallo no ha respetado los términos estipulados. Domina
siempre en este género el estilo Yo – Tú. Su estructura es la siguiente: Introducción,
acusación general en forma de pregunta, artículos de acusación basados en la historia,
vanidad de las compensaciones cultuales, invitación al cambio (ryb de advertencia) o anuncio
de destrucción (ryb de condenación).

Miq 6,1-8 “Escuchad lo que dice Yahvé: «¡Levántate, llama a juicio a los montes
y que las colinas escuchen tu voz!» Escuchad, montes, el juicio de Yahvé, prestad oído,
cimientos de la tierra, pues Yahvé entabla juicio con su pueblo, se querella contra Israel:

12
«Pueblo mío, ¿qué te he hecho? ¿En qué te he molestado? Respóndeme. Pues yo te saqué del
país de Egipto, te rescaté de la esclavitud y mandé delante de ti a Moisés, Aarón y María.
Pueblo mío, recuerda lo que maquinaba Balac, rey de Moab, y lo que le contestó Balaán, hijo
de Beor, ...desde Sitín hasta Guilgal, para que comprendas la justicia de Yahvé.» —«¿Con
qué me presentaré ante Yahvé y me inclinaré ante el Dios de lo alto? ¿Me presentaré con
holocaustos, con terneros añojos? ¿Aceptará Yahvé miles de carneros, miríadas de ríos de
aceite? ¿Ofreceré mi primogénito por mi delito, el fruto de mis entrañas por mi propio
pecado?» —«Se te ha hecho saber, hombre, lo que es bueno, lo que Yahvé quiere de ti: tan
sólo respetar el derecho, amar la lealtad y proceder humildemente con tu Dios.»

Los “ayes”: Se lo llama así porque comienza con ¡Ay! ¡Ay! que era un grito de las
plañideras que acompañaban el cortejo fúnebre y los profetas los utilizaron para indicar una
acusación hacia una persona o grupo, seguido de un castigo. Los “ayes” suelen aparecen en
serie. En Is 5,8-23 aparece una serie de 7 ayes.

 Is 5,8- 11 “¡Ay, los que juntáis casa con casa, y campo a campo anexionáis, hasta
ocupar todo el espacio y quedaros solos en el país! 9 He oído jurar a Yahvé Sebaot: «¡Muchas
casas quedarán desiertas, grandes y hermosas, pero sin moradores! 10 Porque diez yugadas
de viña darán sólo una medida, y una carga de simiente producirá sólo una medida.» 11 ¡Ay,
los que ya por la mañana andan detrás del licor; los que siguen hasta el ocaso, enchispados
por el vino!”.

Acciones simbólicas: como su nombre lo indica se trata de una acción, un gesto que
realiza el profeta por indicación de Dios y que está cargado de significado que hay que
interpretar. Por ejemplo: el hatillo del deportado en Ez 12,1-16 o el cinturón desgastado de
Jr 13,1-11texto sobre el que volveremos cuando veamos al profeta Jeremías.

Visiones: son otro medio de comunicación del mensaje divino y las hay de diversos
tipos, visiones centradas en objetos, animales o personas. Visiones donde predomina lo
“visual” y otras donde predomina lo “auditivo”. Pueden referirse a un futuro inmediato o a
un futuro lejano.

 Za 2,5-9 “Alcé la vista y tuve una visión: Era un hombre con un cordel de medir en
la mano. Le pregunté: «¿Adónde vas?» Me contestó: «A medir a Jerusalén, a ver cuánta es
su anchura y cuánta su longitud.» En esto, salió el ángel que hablaba conmigo, y otro ángel
salió a su encuentro y le dijo: «Corre, habla con
ese joven y dile: Jerusalén será habitada como
ciudad abierta, debido a la multitud de hombres y
ganados que albergará en su interior. Y seré para
ella —oráculo de Yahvé— muralla de fuego en
torno y gloria dentro de ella.»”

¿Cómo se compusieron los libros


proféticos?

13
Para ver como tuvo lugar la composición de los libros proféticos debemos
preguntarnos primero: ¿De qué manera transmite el profeta su mensaje? ¿Cuáles son los
medios de transmisión del mensaje?

Los medios de transmisión del mensaje son:

a) La Palabra hablada

b) Las acciones simbólicas

c) La palabra escrita y los libros

La Palabra hablada

Entre los libros de todo el Antiguo Testamento los libros proféticos son, tal vez, los
más difíciles de ser interpretados. Esto se debe a que ellos reflejan un contexto existencial
(histórico, cultural, político, etc.) que es necesario descubrir si se quiere lograr
comprenderlos. La voz del profeta viene encarnada en la realidad de su época, a lo que hay
que agregar que muchas veces utilizan en su expresión un lenguaje poético.

Muchos oráculos proféticos que en su tiempo calaron hondo en los destinatarios, hoy
pueden resultarnos incomprensibles y no apreciarlos debidamente.

Los profetas además de transmitir un mensaje que fuera comprensible trataron de


expresarlo de una manera, podríamos decir “poética”. Por ello utilizan a veces juegos de
palabras atrayentes al auditorio y recurren también a imágenes llamativas.

Las acciones simbólicas

Los profetas emplearon en muchas ocasiones acciones simbólicas que tenían la


capacidad de atraer la atención del oyente aún más que las palabras. Entre los profetas del
siglo VIII es difícil encontrar acciones simbólicas lo cual demuestra que su importancia
siempre es relativa.

La palabra escrita y los libros

Es la palabra escrita el tercer medio de transmisión del mensaje profético, aunque


debemos aclarar que su labor literaria no fue tan grande como se pensaba en otro tiempo
donde se le atribuía la escritura de todos sus libros. Pero algunos emplearon la escritura y
podríamos preguntarnos por qué escribieron los profetas si eran hombres de la palabra
hablada. Algunos comentaristas creen que al ser la profecía casi siempre un mensaje divino
sobre el futuro (futuro cercano en la mayoría de los casos) sólo se lo podía verificar si existía
una consignación por escrito que demostrara su verdad y la del mensajero que la transmitía.
Otros opinan que escriben para que sus contemporáneos no sólo escuchen su mensaje, sino
también para que puedan verlo y leerlo (Cf. Is 8,1; Hab 2,1-4), también para que sirva de

14
testimonio y acusación contra un pueblo que no quiere convertirse, así cuando ocurra lo
anunciado nadie pueda decir que no había oído el mensaje. Por último la palabra profética se
escribe para sacudir al pueblo (Cf. Jr 36). Es decir que no se escribe sólo con el interés de
conservar lo dicho en el pasado sino como un llamado al presente del pueblo.

La formación de los libros proféticos

Estamos acostumbrados a atribuir a un solo autor una obra literaria desde su principio
a su fin. En el caso de los libros proféticos este no es el caso ya que no procede toda la obra
de un mismo autor y esto es notable en los cambios de estilo y de temática. En el proceso de
formación de estos libros se pueden señalar cuatro partes:

1. La palabra del profeta

En primer lugar la palabra original del profeta, es decir la palabra hablada y


pronunciada directamente ante el público, y luego seguirá su consignación por escrito. Los
profetas como ya adelantamos raramente escribieron sus mensajes. Las veces que así lo
hicieron obedecieron a una orden de Dios. A veces transcurre un cierto tiempo entre la
proclamación del mensaje y su escritura como es el caso de Jeremías 36,1-. Si Jeremías recibe
su vocación por el año 627 recibirá la orden de escribir el contenido esencial de su mensaje
veintidós años después. Este escrito fue tirado al fuego por el rey Joaquín (v.28) pero luego
recibe la orden de volver a escribir y se señala en el texto: y se añadieron otras muchas
palabras semejantes (v.32). Esto quiere decir que entre el primer y el segundo volumen hay
una diferencia siendo el segundo más extenso. Este volumen contiene el núcleo del libro de
Jeremías y aunque no se puede asegurar con exactitud que capítulos actuales se encontraban
en aquel volumen primitivo es importante recalcar que el libro de Jeremías se remonta a una
actividad personal del profeta. Lo mismo sucedió con los libros de Isaías, Amós, Oseas, etc.,
cuya palabra hablada dio lugar muy probablemente a una serie de “hojas sueltas” que luego
se agruparían en pequeñas colecciones. Ejemplo de esto último son el libro de la consolación
(Jr 30--31) los oráculos a la Casa de Judá (Jr 21,11—23,6).

En algunos casos el proceso es inverso ya que primero se escribió el texto y luego se


proclamó. Por ejemplo los relatos de vocación (Jr 1,4-10, Ez 1-3), las Confesiones de
Jeremías, etc.

2. La obra de los discípulos y de seguidores

El paso siguiente en la formación de los libros proféticos lo dará un grupo muy


complejo al que se suele llamar discípulos o bien seguidores. Por discípulos entendemos a
aquellos hombres que estuvieron en relación directa con su maestro. Sin embargo en su
redacción no sólo intervinieron estos hombres sin también otros muy alejados temporalmente
del profeta aunque en su esfera espiritual, es decir continuadores de su pensamiento. Estos
discípulos y seguidores contribuyeron especialmente en tres direcciones: redactar textos
biográficos sobre su maestro, reelaborar algunos de sus oráculos y crear nuevos oráculos. En
el primer caso se puede señalar como ejemplo los cap. 34—45 de Jeremías, proceda o no de

15
su secretario Baruc. En el segundo caso la reelaboración de los oráculos puede haberse
realizado en época distante del profeta primitivo. Otras veces la reelaboración consiste sólo
en un añadido en el texto anterior. Los discípulos y seguidores también coleccionan y
ensamblan los oráculos primitivos y los aquellos que se han ido añadiendo. No siempre el
criterio de los redactores fue cronológico sino más bien temático.

3. Los añadidos posteriores

Luego de las etapas señaladas los libros sufren algunos retoques más tales como
añadidos e inserciones. Por el año 200 a.C. los libros proféticos ya estaban redactados en la
forma actual.

8. Los profetas y el anuncio del Mesías


Tal como se dijo al principio muchas personas creen que los profetas tenían
únicamente la misión de anunciar la llegada del Mesías, pero ya hemos visto y dejado claro
que su mensaje se enraíza en la situación que le tocó vivir y que justamente se adecuó a ella
con un anuncio para el presente de sus destinatarios. Pero también es cierto que los libros
proféticos contienen lo que habitualmente se conoce como “profecías mesiánicas” donde se
entrelazaron el presente y el futuro, la situación de la época y la esperanza futura. Es
importante para la comprensión del tema saber que la idea de un mesías se fue gestando en
el Judaísmo de a poco y también fue evolucionando, se trata de un tema apasionante pero de
gran complejidad y que excede el tema que estamos viendo: los profetas. No obstante, por su
importancia le dedicaremos al tema este apartado.

La esperanza mesiánica tuvo características diferentes a lo largo del tiempo y en los


diferentes círculos en donde se gestó y se enriqueció y de acuerdo con sus expectativas.

Veamos algunos ejemplos:

• En torno a la monarquía se fue gestando un “ideal”. El rey era ungido por Dios y
recibía el espíritu de Yahvé que cambiaba su corazón y le otorgaba el poder para
liberar a su pueblo (Cf. 1 R 1,31; Sal 21,5; 72,1-5) y su relación con Él era la de
“hijo” (Cf. Sal 2,7). El don que Dios le otorgaba como rey se traducía en equidad
y bendición para gobernar con justicia (Cf. Sal 72,1) y llevar prosperidad a su
pueblo (Cf. Sal 72,6.16). Todo lo que se esperaba del rey fue gestando un ideal
sobre la monarquía que de algún modo miraba al futuro ya que nunca llegaba a
llevarse a cabo este ideal por las falencias de los reyes de turno. Algunas veces
la mirada se ponía en alguien que ya existía o bien de pronta aparición creyendo
que éste llevaría a cabo el ideal. Esta esperanza estaba ligada a la casa de David,
a su dinastía de donde nunca se apartaría el amor de Yavé desde el célebre oráculo
del profeta Natán (Cf. 2 S 7,2-16; 1 Re 8,15). El ideal monárquico no cumplido
nunca plenamente da lugar a la esperanza futura cuyo núcleo es la soberanía de
Yahvé expresada en frases como esta: “Yahvé se ha hecho rey”. La idea de
soberanía real de Yahvé, el reino de Dios fue el concepto religioso central de la

16
esperanza futura de los judíos cuyo expresión más clave es el llamado “Día de
Yahvé” (Am 5,18ss). Cada vez que se presentaba alguna situación histórica
decisiva, por ejemplo la caída de algún imperio, esta esperanza futura volvía a
parecer en escena y nacían nuevos textos o se reeditaban antiguas profecías para
expresar dicha esperanza. Y el Mesías sería ese rey del reino futuro, nacional y
religioso que un día se establecería gracias a la intervención milagrosa de Yahvé. 9

• La situación vivida en el destierro hizo propicia la importancia dada al sacerdocio


debido a la ausencia de reyes, con lo cual la figura del Sumo Sacerdote cobró
importancia como jefe del pueblo. Textos redactados después del exilio van
mostrando como los sacerdotes eran ungidos, cosa que no sucede en los textos
anteriores al mismo. Textos sacerdotales tardíos como Ex 29,7 y 30,22-33 nos
muestran una unción sacerdotal remontándola a los tiempos de Moisés para
resaltar así su importancia. Primero la unción recae sobre la persona del Sumo
Sacerdote y luego se aplicará a todos los sacerdotes (Cf. Ex 28,40-41; 40,15). En
el texto de Lv 4,3.5.16 se ve como el Sumo Sacerdote pasa a ser un “mesías”
como en otro tiempo lo fue el rey y más tarde en 2 M se lo llamará “sacerdote
ungido”. Algunos autores califican entonces de “mesiánica” a esta esperanza en
las instituciones sacerdotales. Si bien este mesianismo sacerdotal tiene sus límites
es cierto que acompañó al pueblo durante largo tiempo cuando se encontraban
dominados por potencias extranjeras. Al rey davídico se le había prometido una
alianza eterna, luego se resalta la promesa en un sacerdote eterno hecho a Aarón
y toda su casa (Cf. Ex 40,14-15; Num 25,12-13). Algunos profetas relacionan
monarquía y sacerdocio (Cf. Jr 33,14-18; Ez 45,1-8; Zc 4,1-14) y esta idea
aparece luego en algunos grupos tales como los esenios que esperaban para el
futuro dos mesías: uno sacerdotal primero (descendiente de Leví) y luego un
monarca (descendiente de Judá). Veamos un escrito de Qumrán: “Y serán regidos
por las ordenanzas primeras en las cuales los miembros de la comunidad
comenzaron a ser instruidos hasta la venida del profeta y de los mesías de Aarón
y de Israel” (1 QS 9,11)
• También se relacionó la esperanza mesiánica con la enigmática figura del “Hijo
del hombre”. Esta expresión “Hijo de hombre” aparece en el libro de Ezequiel
(Cf. Ez 2,1.3) y en otras partes del AT (Cf. Nm 23,19; Sal 8,4-5) donde tiene el
sentido simple y sencillamente de hombre, ser humano. Pero será en el libro de
Daniel donde adquiere otro significado: sobre las nubes del cielo aparece como
“un hijo de hombre” (Dn 7,13). Esta figura del Hijo del hombre es una figura que
se ubica en el futuro, es decir es de índole escatológica, dado que se presenta
como alguien que ha de venir, lo que hizo que en el pensamiento judío (sobre

9
Existió una cierta tensión entre el reinado de Yahvé y la soberanía del Mesías que el judaísmo tardío
(s. II a.C. al II d.C.) supo mermar. Algunos profetas como el deuteroisaías y Zacarías contienen textos que
insisten en el reinado de Yahvé sin que aparezca mencionada la intervención del Mesías.

17
todo en ambientes apocalípticos) fuera vista como el mesías a pesar de sus
diferencias originales.

Lo que hemos visto, aunque brevemente, nos sirve para comprender que ciertamente
no existía una “esperanza mesiánica única”, sino que existieron y hasta convivieron
diferentes modos de concebirla. Cuando nace Jesús en Palestina diferentes movimientos
encarnaban los distintos conceptos de la expectativa mesiánica, lo que en parte explica el
rechazo de Jesús a aceptar el título de Mesías que la gente le atribuía.

La palabra “mesías” en la Biblia hebrea 10

El término “mesías” (en heb. Meshiah) aparece en la Biblia hebrea 38 veces (algunas
Biblias traducen el término hebreo como “ungido”)

• En la Ley cuatro veces: Lv 4,3.5.16; 6,15.


• En los profetas anteriores dieciocho veces: 1 S 2,10.35; 12,3.5; 16,6; 24,7.11;
26,9.11.16.23; 2 S 1,14.16.21; 19,22; 22,51; 23,1. Nunca en los libros de Josué,
de Jueces ni de Reyes.
• En los profetas posteriores dos veces: Ha 3,13; Is 45,1.
• En los Escritos catorce veces: Sal 2,2; 18,51; 20,7; 28,8; 89,39.52; 105,15; 132,
10.17; Lm 4,20; 1 Cro 16,22 y 2 Cro 6,42 y Dn 9,25.26.

Como se puede apreciar este término aparece mayormente en los libros de Samuel y
en los Salmos y designa en la mayoría de los casos al rey. Otras veces se refiere al sacerdote,
por ejemplo en el libro del Levítico, a los patriarcas en Sal 105,15 y al escudo en 2 S 1,21.
En el libro de los Salmos es más complicado interpretar el sentido del término debido a que
el Salterio (como colección) se compuso después del período monárquico y el pueblo ya no
tenía reyes. Lo mismo en Dn 9 por su carácter apocalíptico. ¿Dónde podemos encontrar
entonces el sentido primitivo del término meshiah? En los libros de Samuel que nos narran
los albores de la monarquía. En estos libros a veces se habla del mesías de forma general
como es el caso de 1 S 2: el cántico de Ana donde mesías equivale al rey que recibe su fuerza
de Dios. Otras veces el mesías es Saúl, aunque no tanto su persona si no su oficio y su
dignidad (Cf. 1 S 24,6.11). Y en otros textos se refiere a David y lo mismo que en el caso
anterior señala su función. En un sólo caso se refiere a un rey extranjero Ciro, el persa en Is
45,1.

10
Cf. H. CASELLES, El Mesías de la Biblia, Barcelona, Editorial Herder, 1981, 24.

18
Significado y contenido del término “mesías 11

El término mesías deriva de la raíz hebrea masah (ungir) y se trata de una forma
pasiva masiah, es decir “que ha sido ungido”. En el AT aparece mayormente como “el mesías
de Yahvé”.

En Oriente era común la unción de personas y también de objetos (por ejemplo, de


piedras para el culto) con aceites perfumados. Su sentido era el de santificación, tal vez en la
creencia de que el aceite poseía un cierto poder sagrado.

En el AT el “ungido de Yahvé” era especialmente el rey y es claro que el término


expresa su relación profunda con Dios. En Israel, más que hablar de “coronación del rey” se
hablaba de “unción del rey”. Esta unción consagraba su ministerio y su persona. Costumbre
ésta tomada de los cananeos. Se puede afirmar que en casi todos los pasajes del AT donde se
menciona al “ungido de Yahvé” se refiere a un rey que gobernaba de la casa de David. La
mención por parte de Isaías que llama a Ciro “Ungido de Yahvé” constituye una excepción.

En tiempos post exílicos los sacerdotes también fueron ungidos, y hay algunos casos
también de profetas que recibieron la unción (Cf. Is 61,1).

“La palabra “mesías” no se halla en el AT como título o nombre aplicable a un rey


escatológico, sino que aparece por vez primera en la literatura del judaísmo tardío”, 12 es decir
que el término mesías no se utiliza en el AT como salvador definitivo de los últimos tiempos
dado que primitivamente el ungido era una figura claramente política que no designaba al
Mesías escatológico. Recién en el judaísmo tardío adquiere un sentido escatológico, es decir
su sentido de figura del futuro. Ángeles Alonso, en el libro El Mesianismo en el cristianismo
antiguo y en el judaísmo, habla de “mesías con minúscula” y “Mesías con mayúscula”. El
primero aplicable a los monarcas reinantes y el segundo al rey de los últimos tiempos.13 Hay
que tener presente que los autores se refieren al término mesías y no a la concepción
mesiánica que hallaremos en otros textos del AT que no emplean el término Mesías pero que
hablan de una figura de índole escatológica que traerá la salvación.

Profecías mesiánicas

Aunque el término mesías aparece en los libros proféticos sólo dos veces (Cf. Ha
3,13; Is 45,1) es en ellos donde encontramos las fuentes más autorizadas sobre el concepto
de mesías. Se tratará de establecer si este concepto de mesías, según la datación de las fuentes
proféticas, es pre exílico o no y la antigüedad de esta fe mesiánica, teniendo en cuenta que

11
Cf. S. MOWINCKEL, El que ha de venir, Madrid, Ediciones Fax, 1975, 3-10.

12
Ibíd., 8.

13
Cf. A. Alonso, El Mesianismo, 15.

19
los libros proféticos, como ya se explicó, muchas veces contienen oráculos correspondientes
a discípulos del profeta que da nombre al libro y que son de fecha posterior (siendo un
ejemplo clásico el libro de Isaías).

Nos detendremos brevemente (ya que una exégesis de los textos excede el tema como
ya se adelantó) en los siguientes textos proféticos, siguiendo al autor Sigmund Mowinckel
en su obra El que ha de venir, 14 quién los señala como pasajes para analizar en relación con
el tema. Veremos lo que cada profeta dice o parece decir sobre el Mesías y establecer, en la
medida de lo posible la época a la que pertenecen sus afirmaciones.

Is 4,2; 7,10-17; 9,1-6; 11,1-9; 16,5; 32,1-8; 55,3-4; 61,1-3

Jr 17,25; 23,5s (=33,17s.) 30,9,21.

Ez 17,22-24; 34,23s; 37,22-25.

Os 3,5

Am 9,11-12

Mi 4,8; 5,1-3

Zc 9,9-10

En el profeta Isaías

Is 4,2 “Aquel día el germen de Yahvé será magnífico y glorioso,


y el fruto de la tierra será la prez y el ornato de los supervivientes de
Israel.”

Se trata de una paráfrasis de unas palabras de Isaías de época


posterior ya que se da por supuesta la dispersión judía. El término
“germen” aparece también en Jr 23,5 y Za 3,8 señalando a un rey
futuro.

 Is 7,10-17 “Volvió Yahvé a hablar a Ajaz en estos términos: «Pide para ti una señal
de Yahvé tu Dios, bien en lo más hondo del Seol o arriba, en lo más alto.» Respondió Ajaz:
«No la pediré, no tentaré a Yahvé.» Dijo Isaías: «Escucha, pues, heredero de David: ¿Os
parece poco cansar a los hombres, que cansáis también a mi Dios? Pues bien, el Señor mismo
va a daros una señal: Mirad, una doncella está encinta y va a dar a luz un hijo, al que pondrá

14
S. Mowinckel es un teólogo protestante de origen sueco, permanentemente citado en la bibliografía sobre el
tema mesiánico por lo cual lo consideramos una voz muy autorizada. Cf. S. MOWINCKEL, El que ha de venir,
Madrid, Ediciones Fax, 1975, págs. 17-23 y 109-130.

20
por nombre Emmanuel. Comerá cuajada y miel hasta que sepa rehusar lo malo y elegir lo
bueno. Porque antes que sepa el niño rehusar lo malo y elegir lo bueno, será abandonado el
territorio de esos dos reyes que tanto temes. Pero Yahvé atraerá sobre ti, sobre tu pueblo y
sobre la casa de tu padre días como no los hubo desde aquel en que se apartó Efraín de Judá
(el rey de Asiria).”

Se señala el nacimiento de un niño (“el Emmanuel”) de una madre un tanto misteriosa.


Saber quién era el niño y la joven fue y es tema discutido ampliamente. La señal no habla de
un Mesías ya que no se menciona aquello que era propio de él, es decir: reinar, ser de estirpe
real, liberar al pueblo. El niño es sólo una señal para suscitar la fe del rey Ajaz que debe
ponerse en manos de Dios. El autor explica que no se trata de la llegada de un Mesías sino
de un príncipe futuro, el rey Ezequias mediante quien el futuro se aseguraba. Es notable como
la versión de los LXX al traducir del hebreo al griego “muchacha” o “doncella” (en heb.
Almah) utiliza el término “virgen” dando así mayor precisión al término. Con el tiempo esta
profecía será interpretada como mesiánica ya que encuentra su sentido pleno en el nacimiento
virginal de Jesús.

 Is 9,1-6 “El pueblo que andaba a oscuras percibió una luz cegadora. A los que vivían
en tierra de sombras una luz brillante los cubrió. Acrecentaste el regocijo, multiplicaste la
alegría: alegría por tu presencia, como la alegría en la siega, como se regocijan repartiendo
botín. Porque el yugo que les pesaba y la coyunda de su hombro —la vara de su tirano— has
roto, como el día de Madián. Porque la bota que taconea ruidosa y el manto empapado en
sangre serán para la quema, pasto del fuego. Porque una criatura nos ha nacido, un hijo se
nos ha dado. En su hombro traerá el señorío, y llevará por nombre: «Maravilla de Consejero»,
«Dios Fuerte», «Siempre Padre», «Príncipe de Paz». Grande es su señorío, y la paz no tendrá
fin sobre el trono de David y sobre su territorio, para restaurarlo y consolidarlo por la equidad
y la justicia, desde ahora y hasta siempre. El celo de Yahvé Sebaot piensa ejecutar todo eso.”

Este oráculo trata sobre el nacimiento de un niño, un hijo que trae luz al pueblo que
estaba en tinieblas. Pero, ¿a quién se refiere el profeta? ¿A un rey futuro o a un rey
contemporáneo? Es difícil saberlo dado que los verbos en hebreo no diferencian los tiempos
y podría tratarse tanto de un pasado como de un futuro. No obstante, prescindiendo de la
tradicional lectura mesiánica cristiana, todo parece indicar que ya ha nacido un príncipe dado
que este era el modo común de comunicar un nacimiento al padre (Cf. Jr 20,15; Jb 3,3).

Respecto a la identidad del niño el autor mencionado no da nombre, en cambio J.L.


15
Sicre piensa en el rey Josías que tantas esperanzas suscitó en el pueblo judío.

15
Cf. J.L. SICRE, De David, 224.

21
Este oráculo ha sido atribuido al propio Isaías. Aporta algunos elementos a la
formación de la esperanza futura tales como el hecho de que Dios mismo, a través de un
hombre con facultades divinas establecerá la justicia y la salvación.

Estos dos últimos textos (Is 7,10-17; 9,1-6) pertenecen al propio Isaías y por lo tanto
son pre exílicos. Aunque ambos, no serían mesiánicos en sentido estricto, según la opinión
del citado exegeta noruego, expresan el ideal de realeza que será la base de la fe mesiánica.
Algo así como una “etapa preliminar” de esta fe.

 Is 11,1-9 “Dará un vástago el tronco de Jesé, un retoño de sus raíces brotará.


Reposará sobre él el espíritu de Yahvé: espíritu de sabiduría e inteligencia, espíritu de
consejo y fortaleza, espíritu de ciencia y temor de Yahvé. Y se inspirará en el temor de
Yahvé. No juzgará por las apariencias, ni sentenciará de oídas. Juzgará con justicia a los
débiles, con rectitud a los pobres de la tierra. Herirá al hombre cruel con la vara de su boca,
con el soplo de sus labios matará al malvado. Justicia será el ceñidor de su cintura, verdad el
cinturón de sus lomos. Serán vecinos el lobo y el cordero, y el leopardo se echará con el
cabrito, el novillo y el cachorro pacerán juntos, y un niño pequeño será su pastor. La vaca y
la osa pacerán, juntas acostarán a sus crías, el león, como los bueyes, comerá paja. Hurgará
el niño de pecho en el agujero del áspid, y en la hura de la víbora el recién destetado meterá
la mano. Nadie hará daño, nadie hará mal en todo mi santo Monte, porque la tierra estará
llena de conocimiento de Yahvé, como las aguas colman el mar.”

Este pasaje es diferente del anterior dado que la monarquía ya parece haber
desaparecido, dado que ha sido talada la dinastía davídica y se promete de todos modos el
futuro de esta. “Dará un vástago del tronco de Jesé, un retoño de sus raíces brotará” (Is 11,1).
¿De quién habla el profeta? O bien de un rey concreto o de un rey futuro ideal. Las opiniones
varían, pero es cierto que este texto aporta el compromiso que debe tener el rey futuro que
administrará la justicia: “espíritu de sabiduría e inteligencia, espíritu de consejo y
fortaleza…”

 Is 16,5 “Y se afirmará un trono en la gracia (hesed) y se sentará sobre él con lealtad


(emet), en la tienda de David, un juez y buscador del derecho, un experto en la justicia”.

Lo mismo que Miqueas y Sofonías, este texto de Isaías no le da el título de rey y le


otorga como característica la mishpat (el derecho) y sedaqab (justicia) que Ezequiel extiende
a todo el pueblo.

 Is 32,1-8 “Si un rey gobierna para hacer justicia y los príncipes juzgan según
derecho, serán como refugio contra el viento, como cobijo contra el temporal, como fluir de
aguas en sequedal, como sombra de peñón en un erial. Los ojos de los que miran no se
cerrarán, los oídos de los que escuchan podrán entender, la mente de los alocados se esforzará
en aprender, y la lengua de los tartamudos hablará claro y ligero. No se llamará ya noble al
necio, ni al desaprensivo le dirán magnífico. El necio y el noble. El necio profiere necedades
y su mente planea insensateces, cometiendo impiedades y profiriendo contra Yahvé
desatinos, dejando vacío el estómago hambriento y privando de bebida al sediento. El

22
desaprensivo urde maldades, se dedica a tramar maquinaciones para sorprender con mentiras
al pobre cuando el pobre expone su causa. Pero el noble medita cosas nobles y en las cosas
nobles está firme.”

Se trata de un poema sapiencial que expresa la bendición de tener un rey justo, no de


una profecía. La tradición de Isaías más tardía interpretó a este poema como promesa del rey
justo futuro.

En el deutero Isaías 16

La voz del deutero Isaías se escucha en estos tiempos con un mensaje diferente que
habla a un pueblo desterrado o bien que ha permanecido en Palestina, pero ambos con el
sufrimiento de la opresión extranjera.

La esperanza toma entonces otro rumbo. El ungido de Yahvé no es alguien del pueblo
sino Ciro, el rey persa (Cf. Is 45,1) que ha sido elegido por Él. Sin embargo, Ciro, no conoce
a Yahvé y su siervo sigue siendo el pueblo al que llama Jacob o Israel (Cf. 45,4-5). El Espíritu
recae sobre el pueblo (Cf. Is 44,3) y no sobre Ciro, al igual que en Ezequiel. Y vemos en Is
48,16 que será el profeta el portador del Espíritu.

En estos capítulos nos encontramos con los denominados “Cantos o poemas del
Siervo de Yahvé”. Estos poemas se construyen alrededor de una figura que es el llamado
“Siervo de Yahvé”. Henri Caselles opina que si bien estos cantos por momentos interrumpen
las palabras del profeta Isaías no pueden separarse su interpretación de las imágenes y del
vocabulario de los capítulos 40—55. Otros autores, en cambio analizan estos poemas aislados
del deutero Isaías. La pregunta clave es: ¿Quién es el siervo de Yahvé de estos cantos? Sin
entrar en un análisis riguroso, sólo decir que las características del personaje central de estos
cuatro poemas hicieron pensar en un profeta (Is 49,1 Cf. Jr 1,5; Is 53,7 Cf. Jr 11,19). Pero
también, otros ven características reales (Cf. Is 42,1; 53,10) y a esto último se inclina el autor
que ve a la figura del Siervo como la de un monarca. Muchos autores, José Luis Sicre 17 entre
ellos, se inclinan por una interpretación colectiva del Siervo (el pueblo), pero aclara que estos
cantos pueden ocupar un lugar en la reflexión acerca del Mesías agregando nuevas ideas, la
de la muerte y el sufrimiento a favor del pueblo. Esto no podía ni soñarse en Is 9,1-6 o en
11,1-9.

En contra de una interpretación colectiva S. Mowinckel argumenta que los profetas


del AT nunca dijeron que el pueblo de Dios hubiera padecido sin culpa o que sufriera
silenciosamente como se describe a la figura del Siervo. Por el contrario, los profetas ven que

16
Cf. H. CAZELLES, El Mesías, 108-110.

17
Cf. J. L. SICRE, De David, 238.

23
el pueblo sufre a causa de su infidelidad (Cf. Is 40,2; 42,18.24; 51,17-20). Pero también,
aunque sostiene que se trata de un individuo, éste representa a la nación entera.

Es interesante ver la postura de Mowinkel respecto a los cantos del Siervo:

“No son mesiánicos en el sentido que dan al término tanto el judaísmo


primitivo como el tardío. Pero buscan y predican una figura que, de hecho,
reemplaza al Mesías, o mejor dicho, que será lo que nunca se pensó que fuera
el Mesías en el período temprano, a saber, un verdadero mediador de
salvación, alguien que traiga la salvación al pueblo, que posibilite la
conversión y la transformación religiosas y morales sin las cuales no puede
haber salvación y en las que ésta consiste supremamente”. 18

Ciertamente la idea de un Mesías sufriente no era lo que se esperaba, sino más bien
la de un rey victorioso. Es por ello que, en general, esta idea no caló hondo en la concepción
mesiánica del AT ni del judaísmo. Será, obviamente en Jesús donde aparece por primera vez
esta idea. Tampoco hay ningún elemento que indique que al Siervo se lo considerara del
linaje de David, por lo cual, no se le consideraba como un “Mesías” en el sentido que el AT
le da al término.

 Is 55,3-4 19 “Escuchadme y acudid a mí; oíd, y vuestra vida prosperará. Haré con
vosotros una alianza eterna: las fieles promesas hechas a David. 4 Le nombré testigo de las
naciones, caudillo y legislador de los pueblos.”

En estos versículos el profeta parece transferir la promesa hecha a David al pueblo


sellando con él una alianza perpetua. Esto supone un gran cambio, aunque tal vez más que
transferir al pueblo la promesa la interpretó desde un principio como promesa hecha a Israel.

En el trito Isaías 20

 Is 61,1-3 “El espíritu del Señor me acompaña, por cuanto que me ha ungido Yahvé.
Me ha enviado a anunciar la buena nueva a los pobres, a vendar los corazones rotos, a
pregonar a los cautivos la liberación, y a los reclusos la libertad; a pregonar año de gracia de
Yahvé y un día de venganza de nuestro Dios; para consolar a todos los que lloran, para darles

18
S. MOWINCKELL, Eqh., 265.

19
Cf. J.L. SICRE, De David, 236.

20
Cf. Íbid., 239.

24
diadema en vez de ceniza, perfume de fiesta en vez de duelo, alabanza en vez de espíritu
abatido. Se les llamará robles de justicia, plantío de Yahvé para gloria suya.”

En esta tercera parte del libro de Isaías no aparece David, sí un ungido por Dios. “El
espíritu del Señor Yahvé está sobre mí, por cuanto que me ha ungido Yahvé” (Is 61,1).
Torrey opina que a partir de este texto aparece por primera vez la concepción del “Ungido”
de carácter ético y espiritual, mientras que antes el término “ungido”, con minúscula
diríamos, se utilizaba como adjetivo. En este texto más que como rey se lo ve como profeta.
Sicre agrega que este texto y los cantos del Siervo nos ayudan a ver como el ungido va
teniendo características diferentes según los autores que resaltarán su realeza, otros su
aspecto profético o espiritual.

En el profeta Jeremías 21

La enseñanza mesiánica de este profeta podemos hallarla en 23,5-6


(= 33,15-16):

 “Mirad que vienen días, oráculo de Yahvé, en que suscitaré a


David un Germen justo, reinará un rey prudente, practicará el derecho y
la justicia en la tierra. En sus días estará a salvo Judá, e Israel vivirá en
seguro. Y este es el nombre con que lo llamarán: Yahvé, justicia nuestra”.

El profeta utiliza una imagen que aparece en Is 11,1 y en Zc 3,8 y 6,12. Se trata del
término vástago o germen, según las traducciones (semah) con el cual se refiere al rey
futuro. En Zacarías se utiliza para hablar de Zorobabel en quien se habían volcado las
esperanzas de restauración luego del destierro. Este término será luego un término técnico
que indica al Mesías. Ya que la utilización de esta imagen por parte de Jeremías dependería
de Zacarías el texto de Jr 23,5-6 es posterior a la época de este último profeta.

En los profetas menores 22

 Os 3,5 “Después volverán los israelitas; buscarán a Yahvé su Dios y a David, su


rey, y acudirán con temor a Yahvé y a sus bienes en los días venideros.”

Este versículo es considerado de tiempo posterior al profeta, una glosa que se da en la


misma línea de Jr 30,9 y Ez 34,23 y de corte apocalíptico. Muchos autores (Dessler, Van
Hoonacker, Mejía) ven en este pasaje un texto mesiánico relevante dado que sitúa al
personaje junto a Dios y no se trataría de un rey cualquiera sino de un nuevo David. Otros
autores, en cambio niegan la interpretación mesiánica. Respecto a la época en que se debe
situar la esperanza de la que habla el versículo sobre un nuevo David, la opinión es variada

21
Cf. S. MOWINCKEL, El que ha de venir, 21-22.

22
Cf. J. L. SICRE, De David, 285-314.

25
y está relacionada con el modo en que dicho versículo se interprete. Si David es visto como
un personaje del futuro se sitúa en el exilio o posteriormente. De lo contrario, si David es el
que será aceptado por el reino del Norte podría ser del tiempo del rey Josías.

 Am 9,11-12 “Aquel día levantaré la cabaña ruinosa de David; repararé sus brechas,
restauraré sus ruinas; la reconstruiré para que quede como en los días de antaño, para que
lleguen a poseer lo que queda de Edom y todas las naciones sobre las que se invocó mi
nombre, oráculo de Yahvé, el que hace esto.”

Se ha discutido la autenticidad de estos versículos que parecen ser posteriores al


profeta. La “cabaña ruidosa de David” a la que se hace referencia puede ser la dinastía de
David, el imperio de David o bien la ciudad de Jerusalén. Sólo si se trata de la dinastía de
David entonces el pasaje puede relacionarse con el mesianismo, aunque no habla de un rey
ideal. Sicre descarta a este texto como mesiánico, salvo que se lo interprete en un sentido
muy amplio.

 Mi 4,8 “Y tú, torre del rebaño, colina de la hija de Sión, recobrarás la soberanía de
antaño, la realeza volverá a la hija de Jerusalén.”

 Mi 5,1-3 “En cuanto a ti, Belén Efratá, la menor entre los clanes de Judá, de ti sacaré
al que ha de ser el gobernador de Israel; sus orígenes son antiguos, desde tiempos remotos. 2
Por eso, él los abandonará hasta el momento en que la parturienta dé a luz y el resto de sus
hermanos vuelva con los hijos de Israel. 3 Pastoreará firme con la fuerza de Yahvé, con la
majestad del nombre de Yahvé su Dios. Vivirán bien, porque entonces él crecerá hasta los
confines de la tierra.”

Ambos pasajes son de fecha de redacción discutida, aunque algunos autores ubican en
época posterior al profeta cuando ya había caído la monarquía, es decir en el exilio o
posterior a él. La “parturienta” es tal vez, para algunos autores, la muchacha de Is 7,14, la
madre del mesías, o la del rey. O bien se trata de Jerusalén que es presentada como mujer
parturienta. El “resto de sus hermanos” pueden ser los desterrados del reino del Norte o del
Sur, etc. Lo cierto es que este pasaje con el tiempo se convirtió en un texto mesiánico. Isaías,
en la misma línea que Miqueas no utiliza la expresión ungido de Yahvé ni tampoco lo llama
rey. Y como en Isaías 9,1-6 la salvación aparece ligada al retoño de David que saldrá de
Belén de Efratá (Cf. 5,2.4; 4,10).

Isaías y Miqueas ponen su acento en que el pueblo obtendrá la salvación mediante una
elección por parte de Dios de la dinastía davídica. El retoño de Jesé recibirá el Espíritu, lo
mismo que Saúl que lo recibió en su unción (aunque lo perdió) y David, pero de una manera
nueva (Cf. Is 11,1-9). Es un juez justo para el pobre y el huérfano. Tendrá la justicia y la
fidelidad (11,5) en lugar de armas.

 Zc 9,9-10 “¡Exulta sin freno, Sión, grita de alegría, Jerusalén! Que viene a ti tu rey:
justo y victorioso, humilde y montado en un asno, en una cría de asna. Suprimirá los carros

26
de Efraín y los caballos de Jerusalén; será suprimido el arco de guerra, y él proclamará la
paz a las naciones. Su dominio alcanzará de mar a mar, desde el Río al confín de la tierra.”

Este texto aporta elementos nuevos al tema mesiánico. Primero habla de “tu rey” como
de un personaje ya conocido y deseado. Se trata de un rey humano. Se dice que es “justo,
victorioso y humilde” y algunos piensan en el Siervo de Dios de Is 53. Es humilde porque
viene sobre un asno como los antiguos jefes (Cf. Gn 49,10-11; Jc 5,10; 10,4; 2 S 19,27) pero
su dominio es grande y traerá paz. Este rey futuro adquiere las características de humildad y
grandeza. La fecha de composición propuesta también es variada: desde el siglo VII al IV.
El Comentario Bíblico Internacional aclara que, entre los siglos II y I a.C. ya se lo
interpretaba de forma mesiánica. 23

 Ha 3,13 “Tú sales a salvar a tu pueblo, a salvar a tu ungido. Estrellas la cabeza de


la casa del impío, desnudas sus cimientos hasta el cuello.”

Si bien este texto no agrega nada al tema se menciona por ser el único texto profético
que emplea la palabra “mesías” (a excepción de Is 45,1 que habla de Ciro). El ungido podría
ser el pueblo o bien el rey.

En el profeta Ezequiel 24

 Ez 17,22-24 «Esto dice el Señor Yahvé: También yo tomaré un tallo de la copa del
alto cedro, de la punta de sus ramas escogeré un ramo y lo plantaré yo mismo en una montaña
elevada y excelsa: en la alta montaña de Israel lo plantaré. Echará ramaje y producirá fruto,
y se hará un cedro magnífico. Debajo de él habitarán toda clase de pájaros; toda clase de aves
morarán a la sombra de sus ramas. Y todos los árboles del campo sabrán que yo, Yahvé,
humillo al árbol elevado y elevo al árbol humilde, hago secarse al árbol verde.”

El profeta Ezequiel, quien fuera deportado a Babilonia en el 587 no habla con


frecuencia, ni tampoco con claridad de la monarquía ni de la esperanza en su futura
restauración. El pasaje de Ez 17,22-24 no resulta claro en sus afirmaciones por lo que los
autores dividen sus opiniones. Mientras que algunos autores como: Zimmerli, Criado,
Caquet, sostienen que este pasaje es mesiánico, otros (Coppens, Becker) no lo tienen tan
claro y aplican las palabras al pueblo, y otros directamente lo niegan. Sicre afirma que
aunque el pasaje no menciona al mesías definitivo es indudable la promesa de restauración
de la monarquía de la que habla el pasaje.

23
Cf. Pablo R. ANDIÑACH, “Zacarías” en: Comentario Bíblico Internacional, Navarra, Editorial
Verbo Divino, 2005, 1086.

24
Cf. J. L. SICRE, De David, 268-273.

27
Ez 34,23 «Yo suscitaré un solo pastor que las guíe y las apaciente: a mi siervo David.
Él las apacentará y será su pastor.”

En cambio el pasaje de Ez 34,23 resulta más claro que el anterior. En él, al nuevo
David no se le da el título de rey (melek) sino de príncipe (nasí) que volverá a reaparecer en
37,22-25. Tal vez este cambio en el nombre se deba a que Ezequiel llama rey sólo a los de
las grandes potencias como Mesopotamia y Egipto, y a los reyes pequeños los llama
príncipes. Ezequiel no parece entonces pensar en un rey como el de las potencias extranjeras
sino en un pastor como la tradición sacerdotal llama a los representantes de las tribus. Este
personaje no es ungido por Dios ni enviado desde el cielo, ni tampoco adquiere una función
salvadora. Es simplemente “pastor” que dará unidad a Israel.

Así David en Ezequiel será “nasí” para siempre lo mismo que en Isaías el “Emmanuel
será padre para siempre”. La clásica fórmula: “ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios” se
dice “Yo Yahvé seré su Dios y mi siervo David será nasí en medio de ellos” (v.24). Se
mantiene así la elección davídica en términos de alianza pero no eterna, sólo será alianza de
paz.

La caída de la dinastía davídica lleva a Ezequiel a dar a la alianza del pueblo un carácter
perpetuo de la elección dinástica aunque condicionada por una alianza nueva que también
será suscitada y mantenida. Esto trae aparejado un cambio en el mesianismo que será “sin
unción”. El Espíritu de Yahvé que era conferido por la unción actúa ahora sobre el profeta y
por él. Ninguna vocación profética había hablado del Espíritu, ahora el Espíritu es el que
“viene sobre el” (2,1), lo mantiene en pie, lo levanta (3,12) y “cae” sobre él. Será este Espíritu
el que vivifica los huesos desecados (1,12.20), se difunde por la casa de Israel (39,29) y es
dado a quienes reciben el agua pura (36,25-27). Este Espíritu cambia los corazones y los
espíritus de quienes lo reciben, los que podrán obedecer los mandamientos y practicar el
derecho (mishpat) y la justicia (sedaqah). Vemos como cambia el mesianismo en Ezequiel.
Este profeta conoce la enseñanza tradicional según la cual justicia y prosperidad son el
fundamento de la monarquía de David pero la justicia y la prosperidad dejan de ser la virtud
del rey por excelencia (como en Jr 23,6) y lo serán de quienes practiquen las leyes y
costumbres del Señor. 25

A modo de conclusión y luego del recorrido por los textos proféticos podemos
establecer:

1. Que todos los pasajes que se han titulado como mesiánicos del AT datan de época
posterior a la caída de la monarquía. Según S. Mowinckel son postexílicos lo que hace
concluir que la fe mesiánica pertenece a la época del judaísmo.

25
Cf. H. CASELLES, El Mesías, 102-103.

28
2. Sólo dos textos de los que hemos visto: Is 7 y 9,1ss pueden datarse en tiempos
preexílicos pero no serían estrictamente mesiánicos, aunque se va gestando en ellos
la esperanza mesiánica en una etapa preliminar.
3. Los textos van aportando características diferentes al “ungido” resaltando algunos su
realeza, otros su aspecto profético o espiritual: un príncipe en medio del pueblo para
Ezequiel, un rey justo, victorioso y humilde para Zacarías, un germen justo, para
Jeremías.

Muchos textos fueron utilizados por los autores del Nuevo Testamento, pero el uso
que se hizo de ellos no fue literal sino más bien se los leyó e interpretó en clave cristológica
para describir e iluminar algunos rasgos de la persona y la obra de Jesús, en Quién los
cristianos hemos visto la realización plena de muchos oráculos proféticos.

29
Integrando los saberes:

Es momento de “conectar” e “integrar” lo que hemos aprendido en la materia IBI III


(Unidad 4) donde estudiamos los diferentes sentidos de la Escritura y tal vez convenga releer
ese punto para su aplicación concreta en el tema que estamos viendo acerca de las profecías
mesiánicas. En “sentido literal” algunas profecías vieron su cumplimiento en el presente de
sus destinatarios, ejemplo: Is 7,10-17 donde se anuncia el nacimiento de un niño,
probablemente el rey Ezequias, pero este texto alcanzará su “sentido pleno” con el
nacimiento del “Emmanuel”, el Dios con nosotros en la persona de Jesús (Cf. Mt 1,22-23).
Esto puede aplicarse también a otros textos proféticos de índole similar que tal vez en un
principio no fueron “mesiánicos” en el sentido de la esperanza en un “Mesías futuro” pero
con el tiempo fueron re leídos e interpretados en clave mesiánica.

9. Ser profetas hoy

El documento conciliar Lumen Gentium en el punto 35 habla de la función profética


que tenemos todos los cristianos.

“Cristo, el gran Profeta, que proclamó el reino del Padre con el


testimonio de la vida y con el poder de la palabra, cumple su misión
profética hasta la plena manifestación de la gloria, no sólo a través de
la Jerarquía, que enseña en su nombre y con su poder, sino también
por medio de los laicos, a quienes, consiguientemente, constituye en
testigos y les dota del sentido de la fe y de la gracia de la palabra
(cf. Hch 2, 17-18; Ap 19, 10) para que la virtud del Evangelio brille en
la vida diaria, familiar y social.”

Por el sacramento del Bautismo quedamos asociados a la misión profética de Cristo, el


gran Profeta. Durante la celebración del sacramento del Bautismo el ministro ordenado dice
estas palabras antes de ungir la cabeza del bautizado: “Dios Todopoderoso, Padre de nuestro
Señor Jesucristo, que los liberó del pecado y los hizo renacer por medio del agua y del
Espíritu Santo, los unge ahora con el crisma de la salvación, para que incorporados a su
pueblo y permaneciendo unidos a Cristo, sacerdote, profeta y rey, vivan eternamente”.

30
Todo bautizado entonces está
llamado a ser profeta, es decir a
testimoniar su fe, a promover la
verdad, la justicia, la paz, el cuidado
de la naturaleza, a denunciar toda
situación de injusticia, de mentira y
todo aquello que de un modo u otro se
oponga o dañe la vida de las personas.
Todo bautizado está llamado a
interpretar la historia a la luz de la
Palabra de Dios, como lo hicieron los
profetas bíblicos.

Para concluir esta unidad veamos lo que dice el Papa Francisco en una de sus homilías:26

“Cuando falta la profecía en la Iglesia, falta la vida misma de Dios y predomina el


clericalismo. El profeta es el que escucha las palabras de Dios, sabe ver el momento y
proyectarse en el futuro. Tiene dentro de sí estos tres momentos: el pasado, el presente y el
futuro. En el pasado: el profeta es consciente de la promesa y tiene en su corazón la promesa
de Dios, la mantiene viva, la recuerda, la repite. Después mira el presente, mira a su pueblo
y siente la fuerza del Espíritu para decirle una palabra que lo ayude a levantarse, a continuar
el camino hacia el futuro. El profeta es un hombre de tres tiempos: promesa del pasado,
contemplación del presente, valentía para indicar el camino hacia el futuro. El Señor siempre
ha custodiado a su pueblo, con los profetas, en los momentos difíciles, en los momentos en
los que el Pueblo se desanimaba o era destruido, cuando el Templo no estaba, cuando
Jerusalén estaba bajo el poder de los enemigos, cuando el pueblo se preguntaba dentro de sí:
"¡Pero Señor tú nos hiciste esa promesa! ¿Ahora qué pasa?".

Es lo que sucedió en el corazón de la Virgen cuando estaba a los pies de la Cruz. En


estos momentos es necesaria la intervención del profeta. Y el profeta no siempre es recibido,
muchas veces es rechazado. El mismo Jesús dice a los fariseos que sus padres asesinaron a
los profetas, porque decían cosas que no eran agradables: decían la verdad ¡recordaban la
promesa! Y cuando en el pueblo de Dios falta la profecía, algo falta: ¡falta la vida del Señor!

Cuando no hay profecía la fuerza cae en la legalidad, predomina el legalismo. Así, en


el Evangelio, los sacerdotes iban a Jesús a pedirle la cartilla de la legalidad: "¿Con qué
autoridad haces estas cosas? ¡Nosotros somos los señores del Templo!". No entendían las

26
Misas matutinas en la Capilla de la Domus Sanctae Martahe. Lunes 16 de diciembre de 2013. Fuente:
L Osservatore Romano, ed. sem. en lengua española, n. 49, viernes 20 de diciembre de 2013.

31
profecías. ¡Habían olvidado la promesa! No sabían leer los signos del momento, no tenían ni
ojos penetrantes ni habían escuchado la Palabra de Dios: ¡solo tenían la autoridad!:

Cuando en el pueblo de Dios no hay profecía, el vacío que deja es ocupado por el
clericalismo: es ese clericalismo que le pregunta a Jesús: "¿Con qué autoridad haces estas
cosas? ¿Con qué legalidad?". Y la memoria de la promesa y la esperanza de seguir hacia
delante se ven reducidas solo al presente, ni pasado ni futuro esperanzador. El presente es
legal: si eres legal vas hacia delante.

Pero cuando reina el legalismo, la Palabra de Dios no está y el pueblo de Dios que
cree, llora en su corazón, porque no encuentra al Señor: les falta la profecía. Llora "como
lloraba la mamá de Ana, la mamá de Samuel, pidiendo la fecundidad del pueblo, la
fecundidad que viene de la fuerza de Dios, cuando Él despierta la memoria de su promesa y
nos empuja hacia el futuro, con la esperanza. ¡Este es el profeta! Este es el hombre del ojo
penetrante que escucha las palabras de Dios.

Que nuestra oración en estos días, en los que nos preparamos para la Natividad del
Señor sea: Señor, ¡que no falten los profetas en tu pueblo! Todos los bautizados somos
profetas.
Señor, ¡que no nos olvidemos de tu promesa!

¡Que no nos cansemos de seguir hacia delante! ¡Que no nos encerremos en la


legalidad que cierran puertas!

Señor, libera a tu pueblo del espíritu del clericalismo y ayúdalo con el espíritu de
profecía.

32

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