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1 Educación Indígena:
El proyecto de una educación indígena en Costa Rica es uno de los mayores esfuerzos
del ministerio de educación pública por recuperar, precisamente, un enfoque
educativo que tenga una mayor capacidad de síntesis, una mayor capacidad de
aprehender esa unidad de lo intercultural
El centro educativo como escenario de pluralidad cultural. Los y las participantes del
Congreso de Educación Intercultural asumimos como norte la política del Consejo
Superior de Educación: “El centro educativo de calidad como eje de la educación
costarricense”. Esta política que allana notablemente el camino para la educación
intercultural, es el resultado de un gran esfuerzo de deliberación iniciado con la
convocatoria del Ministro de Educación Pública al Acuerdo Nacional por la Educación
en el año 2005, continuado durante los años 2006 – 2007 y concluido el 25 de
septiembre del año 2008.
El acuerdo del Consejo Superior de Educación expresa muy bien lo que el país ha
aceptado desde la década de los años noventa del siglo pasado por medio de la
ratificación de convenios internacionales y la promulgación de leyes nacionales: la
Nación costarricense es plural
en términos culturales y la pluralidad es una vivencia cotidiana que debe verse
reflejada en las prácticas educativas de todos los centros educativos del país
La discusión generada en estas actividades tuvo como ejes centrales para la discusión y
el intercambio: la pluralidad y la educación intercultural en cada región, los elementos
del currículo relacionados con el contexto regional, nacional y global, la
contextualización del currículo en las regiones y su integración y aportes al currículo
nacional.
Los objetivos planteados para el desarrollo de los foros fueron los siguientes:
intercultural.
23 y 24 de septiembre de 2008.
1. Principales hallazgos
En cada uno de los foros realizados, los y las representantes comunales, a través de un
diálogo orientado por una guía de preguntas generadoras, reconstruyeron una versión
de lo local, que para efectos conceptuales ha sido integrado en la categoría lo propio.
Esta hace referencia a diversos elementos, tales como: › Los orígenes, hitos y
aprendizajes principales en el desarrollo local y regional. › Los grupos humanos que
han existido y existen en cada zona, sus rasgos y expresiones originales y las
adaptaciones culturales que han sufrido, así como los aportes al desarrollo local y
regional.
› La situación cultural de la región en el presente, con respecto a las tradiciones,
costumbres y principales rasgos distintivos que se evidencian (considerando el aporte
de los diversos grupos humanos).
Esta reflexión, que fue abordada en primera instancia por los y las representantes
comunales y luego retroalimentada en plenaria, correspondió a un espacio de
autoconocimiento y sistematización, a partir del cual se pudo priorizar elementos que,
en criterio de los y las participantes, resultan necesarios de incorporar en la educación
de las nuevas generaciones, como contenidos y como prácticas, en lo que se definiría
como una educación contextualizada y pertinente.
A lo largo de este libro, esto se hará más que evidente al lector, tanto por medio de
reflexiones analíticas y conceptuales como y, sobre todo, por medio de un sinnúmero
de experiencias, manifestaciones y hasta anécdotas de cómo nuestras y nuestros
jóvenes, sus madres y padres y los miembros de sus comunidades educativas van
construyendo, diariamente, su identidad y de cómo lo hacen en un mar de
interrelaciones que están lejos de ser monótonas, homogéneas o aburridas. Más
interesante aún fue el interés que despertó la discusión en todos estos grupos. En
efecto, a partir del tema aparentemente esotérico de la “interculturalidad”, parece que
se tocó una fibra que resonó mucho más de lo que pudiéramos habernos imaginado,
brindándonos tanto ejemplos como luces y enseñanzas sobre este complejo proceso
de construcción de la identidad y, en especial, del papel que puede y debe jugar en él
la educación; aunque no siempre lo juega, o – incluso – lo juega en un sentido
perverso. De ahí el reto que enfrentamos.
Creo que el tema de fondo en todas estas discusiones es el mismo tema de fondo de
cualquier proceso educativo: la identidad o, más exactamente, los procesos
individuales y sociales de construcción de nuestra identidad.
Pero la identidad no es algo que se tiene desde siempre y para siempre y que sólo
necesitamos reencontrar. La identidad es, más bien, algo que se va construyendo en
interacción con los otros a lo largo de nuestra vida. En un pequeño pero iluminador
librito llamado, precisamente, ‘En nombre de la Identidad’4, Amin Maalouf – libanés,
cristiano, francés, escritor – nos dice que, por separado, cada una de nuestras
afiliaciones nos une y nos identifica con todos los que la comparten: ser libanés – dice
– me une e identifica con los libaneses; ser cristiano, con todos los cristianos; ser
francés con los franceses; escritor con los escritores... Pero, tomados en conjunto, la
suma de esos lazos nos diferencia de todos y nos identifica como algo único: somos la
síntesis viva y en permanente construcción de todas nuestras afiliaciones o, como
dijimos al inicio, somos la síntesis de múltiples determinaciones y, por tanto, unidad de
lo diverso.
Por eso los participantes en las reuniones plantearon – como se verá – que “la
pertinencia curricular debe ser el producto de un ejercicio de contextualización del
currículum nacional básico “de arriba hacia abajo” y también un ejercicio de
contextualización de “abajo hacia arriba”, porque cada región y cantón de nuestro país
tiene un aporte que hacerle a la pluralidad cultural de la Nación costarricense.
Aún en el lugar más alejado los estudiantes de todos los centros educativos y
pertenecientes a cualquier etnia, nacionalidad o edad viven su contexto local, nacional
y global al mismo tiempo deben contar con las herramientas para saber convivir en
todos esos contextos de manera simultánea, porque son ciudadanos y ciudadanas de
su comunidad, de su país, de su mundo y nos importa mucho que las raíces les
lleguen bien profundo y las alas les lleven bien alto”
Es, en otras palabras, educación para la recuperación del calendario; para poder fijar
los recuerdos que dan fecha a nuestras diferencias, eso es, marcar los momentos
memorables Que dan sentido a lo que somos y que nos orientan en lo que hacemos.
Por eso, en un segundo momento, la filosofía intercultural propone que una educación
Para la capacitación de los seres humanos a ser universales tiene que contemplar
prácticas que enseñen competencias contextuales
Algo muy similar fue expresado por los participantes en nuestros talleres, de donde se
concluye que este esfuerzo por construir y reconstruir la identidad no puede limitarse a
que se den “lecciones sobre la cultura propia, sino que se impartan desde la cultura
propia”; y se reafirma con claridad: “Ciertamente, los y las estudiantes no esperan que
su visión y conocimiento se limite a su comunidad, si bien resulta evidente la
necesidad de fortalecer las iniciativas actuales, profundizando en el conocimiento de la
cultura regional y local, es necesario también complementar ese conocimiento con una
visión más profunda y actualizada sobre las otras regiones, con una cultura, historia y
realidad nacional y con la realidad del mundo más amplio, con el que interactúan, que
les permita comprenderse y valorarse a sí mismos, como una nueva generación, con
preguntas y respuestas propias, distintas pero no desvinculadas de las que tenían las
generaciones precedentes y de las que se tienen en otros espacios.