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“Y la vida eterna es: que te conozcan a Ti, solo Dios verdadero, y a Jesucristo Enviado tuyo” Jn 17,3

La inclinación al conocimiento de la verdad es tan natural al hombre que es constitutiva de su


inteligencia. Le es propia según su definición de «animal dotado de razón». El amor a la verdad es, en
este sentido, el deseo más humano. Se manifiesta ya en la simple curiosidad, tan espontánea en el
hombre, particularmente en el niño, que se le podría definir como un animal curioso, siempre atraído
por la novedad, como los atenienses del tiempo de san Pablo o los lectores de periódicos de hoy en
día.

Aristóteles pone el deseo de conocer en los orígenes de la filosofía: «Todos los hombres desean por
naturaleza conocer. Signo de ello es el uso de los sentidos. Queremos usar nuestros sentidos aun
prescindiendo de su utilidad, y especialmente el sentido de la vista. Incluso cuando nada tenemos que
hacer, tenemos placer en mirar. La causa de esto es que la vista es el sentido más apropiado al
conocimiento y discierne mejor la diferencia de las cosas» (I Metaph., c. 1). Es por el asombro y la
admiración, sobre todo ante los fenómenos de la naturaleza, por lo que los hombres han comenzado
a filosofar (cf. I Metaph., 982 b 11; santo Tomás, lect. 3).

“Y la vida eterna es: que te conozcan a Ti, solo Dios verdadero, y a Jesucristo Enviado tuyo” Jn 17,3.

“Haec est vita aeterna ut cognoscant”. Sobre esto debemos recordar que solamente llamamos vivos
a aquellos que se mueven a sí mismos para realizar alguna operación; en cambio aquellas cosas que
son movidas por otros no las llamamos vivos, sino muertas. Ahora bien, las operaciones por las cuales
decimos que alguien tiene vida son: querer, entender, sentir, crecer y moverse.

Ahora bien, de los seres vivientes, la operación más elevada es la de los seres dotados de razón que
son capaces de entender. Conviene distinguir entre el que entiende y lo que entiende. Si el que conoce
solo conoce las cosas temporales, decimos que tiene una vida temporal. Pero si el que conoce, conoce
las realidades eternas tiene vida eterna. Pues es cierto que el que conoce y lo conocido se asemejan.

“a Ti, solo Dios verdadero y a Jesucristo Enviado tuyo”. Pero si Jesús dice aquí que solo Dios es Dios
verdadero, luego él no es Dios verdadero… entonces ¿Jesús es Dios verdadero? Sí lo es. Y esto lo afirma
por ejemplo 1Jn 5,20 diciendo: “sabemos que ha venido el Hijo, Jesucristo. Este es el verdadero Dios y
la vida eterna”.

En esta frase dice que hay un solo Dios verdadero para resaltar la unidad divina, y la distinción de
personas…

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