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PROBLEMAS ACTUALES DE LA

AFECTIVIDAD SEXUAL

UNIVERSIDAD MARISTA DE GUADALAJARA

MAESTRÍA EN CONSEJERÍA PSICOLÓGICA


Y ACOMPAÑAMIENTO INTEGRAL

PROBLEMAS ACTUALES
DE LA AFECTIVIDAD SEXUAL

CRISTIANISMO Y
SU VISIÓN SOBRE EL PLACER

ALFREDO MATUS ISRADE

14 DE MARZO DE 2018
PROBLEMAS ACTUALES DE LA
AFECTIVIDAD SEXUAL

CRISTIANISMO Y SU VISIÓN SOBRE EL PLACER

El placer, al ser una experiencia humana deleitable, encuentra su


expresión en la Biblia a través de momentos de plenitud y felicidad, de un
deseo insaciable e inmediato de estar en presencia del Amado. Si bien no
aborda el tema de manera explícita, contiene muchos textos sobre paz,
alegría, fiesta y bienaventuranza. Silva (s/f), pone por ejemplo el inicio del
libro Cantar de los Cantares, donde la esposa es una figura cargada de
sensualidad y erotismo:
¡Que me bese con los besos de su boca! Mejores son que el vino tus amores;
mejores al olfato tus perfumes; ungüento derramado es tu nombre, por eso
te aman las doncellas.
Llévame en pos de ti: ¡Corramos! El Rey me ha introducido en sus
mansiones; por ti exultaremos y nos alegraremos. Evocaremos tus amores
más que el vino; ¡con qué razón eres amado!

El cristianismo hunde sus raíces en la cultura judía y se sustenta


en las Escrituras Sagradas de este pueblo, encontrando su particular
forma de ser en el mundo en el seguimiento del Cristo (el Ungido): su
persona, actitudes y enseñanzas, que se encuentran en dos vertientes:
los libros que integran el Nuevo Testamento de la Biblia y la Tradición,
que se transmite a través del magisterio de la Iglesia. En este sentido, el
Papa, obispos y teólogos -sin excluir a las iglesias ortodoxas, protestantes
y anglicana-, mediante la exégesis y ante un contexto sociopolítico y
cultural específico en tiempo y lugar, han ofrecido una interpretación y
directrices para instruir a su grey.

Sin embargo, hay que distinguir la influencia del pensamiento


occidental que muy pronto permeó en el cristianismo, desde la cultura
romana del morbo y prejuicio que saca de la experiencia para encerrarse
en cuestionamientos y justificaciones sin fin, hasta el predominio del
pensamiento griego, preponderantemente de Platón y Aristóteles, con el
cual se dio énfasis al dualismo que hasta la fecha encuentra promotores,
como la contraposición Dios-demonio, Cielo-infierno y alma-cuerpo. De
acuerdo con Queijeiro (2017), una corriente filosófica que ha influenciado
fuertemente es el Estoicismo, además de los autores neoplatónicos y
Pseudo-Dionisio Areopagita. La diversidad, riqueza y tendencias griegas
encuentran una síntesis muy particular en pensadores cristianos como
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San Agustín y Santo Tomás de Aquino, por sólo citar a dos hombres
cumbre en el pensamiento filosófico cristiano.

Sirva de ejemplo lo que señala Enríquez (1999), al referir que para


Platón el cuerpo de un hombre de placer es una vasija resquebrajada,
siempre llenándose y nunca llena.

Con el contexto anterior, Manzano (2013) considera como herencia


de los griegos que el placer no es el bien supremo, pero forma parte de los
elementos que constituyen la felicidad en esta Tierra. El placer no
es el bien, pero en sí mismo es un bien. La naturaleza nos lo muestra,
pues cuando realizamos nuestras potencialidades experimentamos
placer. Siendo un bien, podemos usarlo mal, como el exceso de alcohol
puede causar una enfermedad mortal. Frente a esta posibilidad, algunas
escuelas griegas llegaron a considerar el placer como algo malo.

En los primeros siglos del cristianismo ya se vislumbra cierto miedo


al placer, debido sobre todo al influjo de aquellas escuelas griegas que lo
veían como algo malo. Manzano (2013) señala que Nietzsche acusó al
socratismo de reducirnos a lo apolíneo mal entendido, esto es, a un Apolo
reducido a racionalidad fría, a una razón que debía domeñar los sentidos,
aunque esto último no lo enseñaron los grandes filósofos griegos. Para
Platón, en concreto, toca a la razón ver por el bien de los sentidos, no
aplastarlos. Influyó también la espiritualidad propia de Occidente que,
sabiendo que Cristo resucitó, subraya el aspecto de su pasión; y algunos
exageraron la conclusión de que para imitar a Cristo, la vida del cristiano
consistiría en sufrir y, por tanto, el placer quedaba vedado. Pronto se
añadió la doctrina de los maniqueos, para quienes el espíritu (en concreto,
el alma) es bueno, y la materia (en concreto, el cuerpo) es mala. Aunque
la Iglesia condenó esta doctrina como herética, el maniqueísmo sigue
ejerciendo su fascinación.

En la Edad Media se siguió por estos carriles, aunque hubo una voz
calificada que indicó una vía sana: la de Tomás de Aquino. Manzano
(2013), refiere que Tomás se pregunta si las pasiones —entre ellas la del
placer— son malas. Y responde que no, sino que son los medios que Dios
nos ha dado para entrar al reino de los cielos. Importa darles un buen
cauce, dirigidas por la razón, pero lo dice al estilo de los grandes griegos:
a la razón no toca aplastar las pasiones, sino ver por su conveniente
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realización. Sin embargo, La voz de Tomás no fue muy escuchada, y en la


Edad Media prevaleció el miedo al placer, al cuerpo y a los sentidos.

Continuando con la aportación de Manzano (2013), en el


Renacimiento hubo tres papas a quienes Nietzsche alaba porque
quisieron devolver la inocencia a los sentidos; sin embargo, fracasaron
porque Lutero se escandalizó. En todo caso, el pueblo, y entre él los
eclesiásticos, vivía libremente, pero el miedo continuaba oculto en el
interior.

Desde el Renacimiento y hasta nuestros días, se mantiene esa


herencia del miedo al placer, al cuerpo, a los sentidos. Un miedo interior
y solapado, no obstante los desenfrenos reales, que perturba
profundamente nuestra psique. Además, es claro que a través del miedo
que se transmite desde el púlpito, pasando por las etapas de la Edad
Media hasta nuestros días, se han generalizado en la sociedad las ideas
de inadecuación del placer, la cultura de la culpa y del sacrificio mal
entendido.

Afortunadamente hoy, desde diferentes trincheras, teólogos,


biblistas y misioneros, abordan y exponen la espiritualidad enraizada en
la humanidad, remitiéndose a la propuesta original de Cristo, donde la
libertad extiende sus alas y la responsabilidad es fruto de la consciencia
y convicción para vivir bien y haciendo el bien a los demás; y por otro
lado, la búsqueda de espiritualidad que cada vez más personas realizan,
donde van implicados sus intereses cotidianos y experiencias profundas,
como la vivencia de su sexualidad, divorcio, preparación para un mejor
ejercicio de la paternidad, soltería, adicciones, pérdidas, preferencia
sexual, etc., quienes encuentran recursos de alta calidad, ya sea en libros,
cursos, talleres y conferencias, tanto en espacios religiosos como en
universidades.

El Papa Francisco (2016), en su encíclica pondera los extremos del


placer y así expone:
En el matrimonio conviene cuidar la alegría del amor. Cuando la búsqueda
del placer es obsesiva, nos encierra en una sola cosa y nos incapacita para
encontrar otro tipo de satisfacciones. La alegría, en cambio, amplía la
capacidad de gozar y nos permite encontrar gusto en realidades variadas,
aun en las etapas de la vida donde el placer se apaga. Por eso decía santo
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Tomás que se usa la palabra «alegría» para referirse a la dilatación de la


amplitud del corazón.

La alegría matrimonial, que puede vivirse aun en medio del dolor, implica
aceptar que el matrimonio es una necesaria combinación de gozos y de
esfuerzos, de tensiones y de descanso, de sufrimientos y de liberaciones,
de satisfacciones y de búsquedas, de molestias y de placeres, siempre en
el camino de la amistad, que mueve a los esposos a cuidarse: «se prestan
mutuamente ayuda y servicio».

Asimismo, Francisco (2016), más adelante señala que por algo será
que un amor sin placer ni pasión no es suficiente para simbolizar la unión
del corazón humano con Dios y que:
Deseos, sentimientos, emociones, eso que los clásicos llamaban «pasiones»,
tienen un lugar importante en el matrimonio. Se producen cuando «otro» se
hace presente y se manifiesta en la propia vida. Es propio de todo ser
viviente tender hacia otra cosa, y esta tendencia tiene siempre señales
afectivas básicas: el placer o el dolor, la alegría o la pena, la ternura o el
temor. Son el presupuesto de la actividad psicológica más elemental. El ser
humano es un viviente de esta tierra, y todo lo que hace y busca está
cargado de pasiones.

La propuesta de Francisco (2016), podría resumirse en vivir las


diferentes situaciones que presenta la vida y las relaciones de manera
integral, sin pretender desaparecer algunas y hacer que prevelezcan
otras:
La educación de la emotividad y del instinto es necesaria, y para ello a
veces es indispensable ponerse algún límite. El exceso, el descontrol, la
obsesión por un solo tipo de placeres, terminan por debilitar y enfermar al
placer mismo y dañan la vida de la familia. De verdad se puede hacer un
hermoso camino con las pasiones, lo cual significa orientarlas cada vez más
en un proyecto de autodonación y de plena realización de sí mismo, que
enriquece las relaciones interpersonales en el seno familiar. No implica
renunciar a instantes de intenso gozo, sino asumirlos como entretejidos con
otros momentos de entrega generosa, de espera paciente, de cansancio
inevitable, de esfuerzo por un ideal.

Por otro lado, Van Treek (2010), contempla dos posturas opuestas
entorno al placer: la del rigorismo, que reduce el goce del placer al
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mínimo, o la del liberalismo, que se adentra en una experiencia cada vez


más carente de límites. La solución puede darla el discernimiento sobre
lo que plenifica la vida de las mujeres y los hombres de hoy.

Un cuestionamiento de interés actual lo propone Van Treek (2010),


al plantear la pregunta: ¿Qué nos pueden aportar los textos de la Biblia
hebrea para discernir y elaborar una vivencia del erotismo en el horizonte
del Evangelio de Jesucristo hoy? La respuesta la formula desde una visión
propositiva, sencilla y rigurosa, basada en el estudio profundo y
científicos de los textos, organizada en tres partes: Transformaciones de
la vivencia de la intimidad y el placer, la experiencia del placer en el
Antiguo Testamento y una proposición de claves para una síntesis entre
erotismo y espiritualidad hoy.

En cuanto a las transformaciones suscitadas en la modernidad, la


vivencia del amor ha pasado de ser un amor romántico a ser un amor
convergente o democrático. El primer esquema concibe el amor de pareja
como un amor heterosexual, monogámico, estable y patriarcal, el cual ha
llegado a considerarse un estado ideal e imperfectible. Sin embargo, en
este esquema se dan diversas formas de violencia, dominación,
invisibilización y materninación de la relación (Van Treek, 2010).

En el esquema convergente, las parejas consideran que la


satisfacción de vida de los compañeros tiene mayor valor que la
institucionalidad de la pareja; se aprende a negociar los espacios de
igualdad, justicia y desarrollo equitativo de diversas áreas de la vida. El
“otro” es concebido como alguien abierto a expresar su intimidad en un
contexto de no violencia, donde ninguno de los dos pueda tomar el control
abusivamente (Van Treek, 2010).

Otro elemento de transformación en la cultura es la legitimación del


deseo y placer sexual femenino. Las mujeres van dejando de ser
consideradas como proveedoras de hijos y del placer de su cónyuge.

Para dar sentido a la transformación actual vinculada a la vivencia


espiritual, Van Treek (2010), establece como referentes varios elementos
bíblicos sobre el placer, donde el descanso del Shabat o la ofrenda de
sacrificios se distinguen con adjetivos como deleitable, agradable y
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placentero, evidenciando la experiencia agradable en el encuentro con el


Señor. En el líbro de Siráside se lee:
Pero yo, Señor, a ti dirijo mi oración.
En el momento de gozo (placer),
Por tu gran fidelidad, respóndeme oh Dios,
Con tu firmeza salvadora. (Si 69,14).

Van Treek (2010), concluye su exposición destacando que el placer


está integrado en la relación entre los seres humanos y el Señor,
enfantizando que Dios no está ajeno ni rechaza la experiencia de placer
para él mismo ni para el ser humano; y aun más: la alianza, para ser
vivida, no puede prescindir del placer, del gozo y del reconocimiento.
Señala que deberíamos sospechar de inautenticidad cristina una
espiritualidad excesivamente ritualista o centrada exclusivamente en una
obediencia que mantiene un yugo sobre los seres humanos o sobre la
tierra; al igual que el promover una ideología de desarrollo económico
ilimitado o una explotación despiadada de la tierra. El cristianismo se
sustenta en la alegría y en el placer de una relación justa y reconociente
con Dios, con los seres humanos y con la Tierra.

El placer tiene un rol en las relaciones justas y equilibradas, no sólo


como indicador, sino también como promotor de una relación profunda
cuando éste no es vivido como necesidad de autoafirmación sobre otros
(Van Treek, 2010).

Finalmente, al remitirse al dato original de la fe, Manzano (2013),


concluye que el placer, como todas las realidades existentes, proviene de
Dios, y nos toca verlo con ojos limpios, pues, para Jesús, la imagen
privilegiada del Reino es un banquete.

CONCLUSIÓN.
El placer y el cuerpo, por sólo referir algunos elementos que
integran la persona, han sufrido presión y rechazo ante diversas
ideologías dualistas que se tiñen de religión y, curiosamente, tienen
mayor presencia en el pensamiento y cotidianeidad de las personas
“religiosas” de México, más aun que hacer el bien, amarse a sí mismo,
dignificarse y dignificar a los demás, etc. Pareciera que las ideas
dominadoras de consciencias tienen mayor influencia gracias al sentido
de culpa o al miedo al “infierno eterno”.
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Por otro lado, cabe cuestionarse quién saca provecho de esa actitud
ante el placer, de verlo como una falta. Manzano (2013), considera que la
respuesta es fácil: los grandes opresores, cuyo interés no es que seamos
libres, sino robots productores a su servicio. Ellos se encargan de
proporcionarnos placebos, sustitutos del verdadero placer, para que
tengamos la oculta satisfacción del pecar. Y es que el verdadero placer es
signo de libertad y de vida.

REFERENCIAS:
Biblia de Jerusalén (1998). España: Desclée de Brouwer.
Francisco (2016). Exhortación Apostólica Postsinodal Amoris Lætitia.
Recuperado de http://w2.vatican.va/content/francesco/es/
apost_exhortations/documents/papa-francesco_esortazione-
ap_20160319_amoris-laetitia.html
Manzano, J. (2013). Cristianismo y placer: esquema sucinto. Recuperado
de https://magis.iteso.mx/content/cristianismo-y-placer-
esquema-sucinto
Queijeiro, E. (2017), Influencia de la filosofía griega en el cristianismo.
Recuperado de https://www.elisaqueijeiro.mx/single-
post/Influencia-de-la-Filosofia-Griega-en-el-Cristianismo
Van Treek, M. (2010). Expresión literaria del placer en la Biblia hebrea.
España: Verbo Divino. 45-73. Recuperado de
http://www.verbodivino.es/hojear/2742/expresion-literaria-del-
placer-en-la-biblia-hebrea.pdf
Silva, J. (s/f). Que me bese con besos de su boca… Reflexiones acerca del
placer y el erotismo en el encuentro con el “Otro Amado” en la
mística Medieval y su actualidad. Revista Digital Non Nobis;
Tradición, Filosofía Y Enigmas, (2). Recuperado de
https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/4758081.pdf
Enríquez, J. (1999). En defensa del cristianismo. Recuperado de
https://books.google.com.mx/books?id=JavYbT5-
PROBLEMAS ACTUALES DE LA
AFECTIVIDAD SEXUAL

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