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La música está atada a su contexto

La música antigua y contemporánea expresan más que un conjunto de notas con ritmo y métrica,
representan culturas, épocas, momentos que influyen en la vida de una persona, alterando
directamente su forma de pensar y su desarrollo en el entorno. Nadie debe ser juzgado por lo que
escucha.

No es correcto exaltar o demeritar un tipo de música, estaría clasificando personas de acuerdo a


su personalidad, lo que no tiene sentido; ese es el error común que padecen muchos, el de
generalizar.

La música en sus inicios fue concebida como la educación del espíritu según su etimología griega,
la cual se perfecciona ahora en un arte consistente en dotar los sonidos y silencios de organización;
si partimos de este punto, los sonidos que escuchamos provenientes de tantas partes, conforman
en un momento música, como lo es la música clásica, los boleros, el mismo reggaetón, conjuntos
de sonidos que buscan la misma intención: comunicar un mensaje.

Es conveniente ahora abordar el papel de “todo tipo de música” en las personas, digo todo tipo,
porque a una persona no le gusta todo tipo de música, si no ciertos estilos que han influido dentro
de sí; es aquí donde la música toma tanta importancia que es capaz de revivir emociones,
situaciones y sentimientos que han marcado fuertemente a una persona.

Pero, ¿Por qué una canción (algo externo) puede hacer llorar a alguien que recuerda a un ser
cercano que falleció?

En el transcurso de la vida las vivencias se van guardando en el cerebro, por ejemplo: en el


cumpleaños de los abuelos se suelen contratar tríos que logran despertar en ellos recuerdos de su
juventud y en un segundo plano y sin darse cuenta se va inscribiendo en cada uno ese momento
también, y al escuchar esas canciones logran remitirse al cumpleaños del abuelo cuando estaba
vivo. Pienso que de eso se trata la existencia de la música, intervenir para que lo vivido no se
olvide, pues esto forja en últimas la personalidad de cada persona.

Ahora esos momentos guardados dentro de cada uno dependerán de nuestro contexto, cada vez
nuevos artistas sorprenden con la unión de las mismas notas de antes, con mensajes diferentes,
por ello hay tanta venta y compra de material discográfico; así como la importancia de esos
momentos vividos en familia se guardaron con la música, los jóvenes buscan también identificarse
de manera diferente a sus padres, y buscan grupos con los que comparten ciertos intereses, en
este caso el musical, dice Martín Comas de la Universidad Nacional de Lanús: “… a los jóvenes les
es preciso poseer una serie de bienes culturales para formar parte de la comunidad cultural”, los
dos ejes de la sociedad, la familia y el mundo, tan importante la música de los jóvenes para
acercarse al mundo; así entonces es un error ir en contra de la música juvenil que hace parte de la
identidad del joven en una época, y las letras responden a las preguntas que los jóvenes se hacen
en determinado periodo; comparemos la música y sus mensajes por edades: en la edad antigua la
música buscaba la unión del ser con la naturaleza; en la edad media, moderna y contemporánea
busca el encuentro y descubrimiento consigo mismo; no todas responden a la misma pregunta y
no por eso se repudia la música “pasada”, porque en su contexto significa emociones,
sentimientos y vivencias de personas que aportaron a que la historia no se olvide, así como la
música contemporánea evita que olvidemos quienes somos en el fondo.

No busco con esto hacer que nuestros ancianos escuchen reggaetón o los jóvenes permanezcan
horas deleitándose con Beethoven, lo que quiero es invitar al respeto por la música que cada uno
escucha, no interrumpir esos momentos en los que el espíritu se eleva a un estado superior de
recuerdo y esperanza como se menciona al comienzo, ni tampoco es conveniente atacar el
mensaje de determinadas canciones tergiversándolo y mucho menos destruir el argumento que
une canción con receptor; si todo tipo de música merece respeto y cada cual percibe la música de
distinta manera, entonces todos merecemos respeto por la manera como percibimos la música;
cada cual con el tipo de música que le gusta sin necesidad de dar explicaciones del por qué.

Hundres

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