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La Celestina es una obra tragicómica en que se mezclan y fusionan elementos de los dos
presenta al autor para llamar a su obra y el paso de la primera versión de dieciséis autos
Calisto en este horizonte genérico, pues, a pesar de que es, sin duda, un personaje con
función cómica, en tanto que sirve de vehículo para parodiar al amante de la novela
sentimental, la manera en que se construye esta comicidad propia del amante permite que
dicha función se vea alterada en cierto momento y que Calisto comience a pisar los terrenos
En una obra como La Celestina, construida únicamente a través del diálogo, los
de los diálogos y reacciones de los personajes que lo rodean, de esta manera el personaje no
es más que un agregado de discursos –el del propio personaje en relación con los discursos
Semiótica, 90). Para Russell, por ejemplo, cada uno de los personajes de La Celestina,
“tiene un fondo de individualidad estable y una personalidad que se define no sólo por sus
propias palabras, sino por las de aquellos con quienes está en contacto” (Russell,
“Introducción”, 79), y no sólo se define, agregaría, sino que se construye. Con esto puede
explicarse, por ejemplo, la duda que se presenta al abordar problemas como la verdadera
como éstas están sujetas a la confrontación de discursos diversos, tanto por el personaje que
particular que tienen los ‘solos’, así como los apartes que cada personaje dirige a sí mismo,
personaje de Calisto que presento a continuación, pues es a través de ella que podemos
constituir la parodia del amante cortés. Para Severin, por ejemplo, Calisto es el personaje de
la Comedia más claramente marcado con un matiz cómico (Severin, “Introducción” 27),
Leriano, el protagonista de la Cárcel de Amor de Diego de San Pedro (29); sin embargo,
aclara que en los actos añadidos de la Tragicomedia, Rojas trata de dar a Calisto una
una figura más “seria e interesante” (30). Desde mi punto de vista, la comicidad de Calisto
no es una característica intrínseca del personaje, por lo que dicha transformación en los
actos interpolados no responde a un intento por proveerlo de cierta dignidad, sino que
sentimental, Lida de Malkiel enfatiza el que existe con el personaje femenino Fiammetta de
Boccaccio:
Como Calisto, Fiammetta yace insomne, sin probar alimento, hablando y actuando desatinadamente,
entregada a su cavilación melancólica, en coloquio incesante consigo misma [...] Como él [...] es
fuerte sólo para arrobarse en su pasión, inerme para lo demás. [...] su vida “normal” nada tiene que
ver con la realidad, la sociedad ni la familia. Fiammetta y Calisto viven ensimismados dentro de su
Y sobre la novela sentimental española en concreto, Lida comenta que: “El aspecto
en que las novelas de Diego de San Pedro más se acercan a La Celestina es el carácter de
sus protagonistas, inactivos para lograr su amor y dedicados a gastar su vida no sólo en
amar sino en mirarse amar” (393), pero, a diferencia de Severin, no hace referencia a lo
paródico de dicha semejanza. Sin embargo, sí comenta la comicidad del personaje cuando
alude a la relación de dependencia que tiene éste con sus criados: “Rojas, nada reacio a
presentar a su “héroe” a una luz cómica, satiriza tal dependencia” (348), comentario con el
que se pone de manifiesto la estrecha relación que existe entre los criados y la comicidad
del amante, su carácter paródico. Cabe aclarar que sigo la definición de Beristáin de que la
parodia es la “imitación burlesca de una obra, un estilo, un género, un tema, tratados antes
Melibea, característico de la tradición del amor cortés, y el carácter paródico del amante no
comienza a manifestarse, me parece, hasta la cuarta escena del primer acto, en que
Sempronio se burla de la pena de amor de su amo, iniciando así una serie de burlas relativas
contra él asestara sus tiros! ¡O soberano Dios quán altos son tus misterios! ¡Quánta premia pusiste en
el amor, que es necessaria turbación en el amante! Su límite posiste por maravilla. Paresce el amante
que atrás queda. Todo rompen, pungidos y esgarrochados como ligeros toros. Sin freno saltan por las
barreras. Mandaste al hombre por la muger dexar el padre y la madre; agora no sólo aquello, mas a ti
y a tu ley desamparan como agora Calisto; del qual no me maravillo, pues los sabios, los santos, los
A esta primera burla, que se presenta de manera indirecta pues se trata de un ‘solo’
del criado, seguirán una serie de apartes en los que se comienza a parodiar más claramente
parlamentos entreoídos con el que se enfatiza la comicidad. Como ejemplo podemos ver los
comentarios que hace Sempronio ante la descripción que de Melibea hace Calisto:
Sempronio. (Aparte) ¡Qué mentiras y qué locuras dirá agora este cativo de mi amo!
Sempronio. Dixe que digas; que muy gran plazer havré de lo oýr. (Aparte). –Así te medre Dios,
Calisto. ¿Qué?
Calisto. Pues, por que ayas plazer, yo lo figuraré por partes mucho por estenso.
Sempronio. (Aparte) ¡Duelos tenemos! ¡Esto es tras lo que yo andava! De passarse havrá ya esta
importunidad.
Calisto. Comienço por los cabellos. ¿Vees tú las madexas del oro delgado que hilan en Arabia? Más
lindos son, y no resplandecen menos. Su longura hasta el postrero asiento de sus pies; después,
crinados y atados con la delgada cuerda como ella se los pone, no ha más menester para convertir los
hombres en piedras.
1
En las citas de La Celestina, cito en romanos el número de auto, en arábigos el de escena y el número de
página.
Sempronio. (Aparte) ¡Más en asnos!
de burla, de crítica de los tópicos amorosos que Calisto encarna y que terminará por
contagiarlos, de manera que, aunque las palabras aisladas del amante no difieran
la misma manera que lo hacen los criados, en este caso, Sempronio, inmersos ya no en la
fantasía del amor cortés, sino en la realidad, pues es ahí en donde se encuentra el
amante.
Celestina se une a la crítica del amante cuando habla con Sempronio a la vuelta de
casa de Calisto:
Sempronio. Este nuevo enfermo no sabe qué pedir. De sus manos no se contenta; no se le cueze el
pan. Teme tu negligencia. Maldice su avaricia y cortedad porque te dio tan poco dinero.
Celestina. No es cosa más propia del que ama que la impaciencia. Toda tardança les es tormento,
ninguna dilación les agrada. En un momento querrían poner en efeto sus cogitaciones; antes las
querrían ver concluydas que empeçadas. Mayormente estos novicios que contra cualquiera señuelo
buelan sin deliberación, sin pensar el daño que el cevo de su desseo trae mezclado en su exercicio y
de Calisto, sino a todos los amantes, poniendo de relieve el contraste mencionado. Así,
cuando la crítica se vuelve ya una burla directa, nos encontramos con que el personaje de
Calisto sirve como ejemplo de la parodia que se hace del amante de la novela sentimental,
sin que esto implique la caracterización del propio Calisto como un personaje paródico.
Calisto, pues se trata de una escena de marcada comicidad paródica. Si observamos los
diálogos del amante en esta parte, aislados de la interacción con los de los demás personajes
presentes, podemos ver que las palabras de Calisto no difieren particularmente de las de
cualquier representante del amor cortés, pues, incluso, la interpelación al objeto de la dama
¡O nuevo huésped! ¡O bienaventurado cordón, que tanto poder y merescimiento toviste de ceñir
aquel cuerpo que yo no soy digno de servir! ¡O ñudos de mi passión, vosotros enlazastes mis
servís y yo adoro y, por más que trabajo noches y días, no me vale ni aprovecha. ( VI, 2, 362-363)
Sin embargo, la burla constante a que Calisto se ve sometido tanto por los criados
“Sempronio. Señor, ¿por holgar con el cordón no querrás gozar de Melibea?” (VI, 2, 365),
como por Celestina “Cessa ya, señor, esse devanear; que a mí tienes cansada de escucharte
y al cordón roto de tratarlo” (VI, 2, 364), es la que convierte el discurso en una parodia.
Como vemos, aquí la burla ha evolucionado, pues ha salido del espacio del aparte para
amorosa, no se da cuenta del tono cómico subyacente en las palabras que le dirigen, pues
discursos: el suyo propio, el del amante, el del ensueño poético; y el de los criados y
alcahueta, en los que se parodia la conducta del primero. Es aquí, entonces, donde surge la
pregunta que da título a mi trabajo ¿es Calisto un personaje paródico o es, más bien, el
depositario de la parodia y como tal un personaje parodiado por un entorno en el que su
discurso se encuentra desacreditado por el discurso realista de los otros? Me inclino por la
segunda de estas opciones, pero no sólo por lo hasta aquí expuesto, sino porque ¿qué pasa
Celestina, ha dejado de existir? Veamos lo que pasa con el personaje Calisto tras la muerte
Con el inicio del auto XIII, la tensión creada al final del auto precedente se distiende,
pues nos encontramos con un parlamento de Calisto en que habla de su buena fortuna tras
la entrevista con Melibea: “¡O, cómo he dormido tan a mi plazer después de aquel
açucarado rato, después de aquel angélico razonamiento! [...]” (XIII, 1, 501-502), a lo que
malaventurado yo! ¡O qué pérdida tan grande! ¡O deshonrra de la casa de mi amo! ¡O qué
mal día amanesció éste! ¡O desdichados mancebos!” (XIII, 2, 503) El auto concluye,
que hasta este momento había presentado pues se lamenta de la muerte de sus criados y la
¡O día de congoxa! ¡O fuerte tribulación! ¡Y en qué anda mi hazienda de mano en mano y mi nombre
de lengua en lengua! Todo será público quanto con ella y con ellos hablavan, quanto de mí sabían, el
negocio en que andavan. No osaré salir ante gentes. ¡O pecadores mancebos, padecer por tan súpito
desastre! ¡O mi gozo, cómo te vas disminuyendo! Proverbio es antiguo, que de muy alto grandes
caýdas se dan. Mucho havía anoche alcançado, mucho tengo oy perdido. Rara es la bonança en el
piélago. Yo estava en el título de alegre, si mi fortuna quisiera tener quedos los ondosos vientos de
mi perdición. ¡O fortuna, quánto y por quántas partes me has combatido! Pues, por más que sigas mi
morada y seas contraria a mi persona, las adversidades con igual ánimo se han de sofrir, y en ellas se
prueva el coraçón rezio o flaco. No ay mejor toque para conoscer qué quilates de virtud o esfuerço
Este parlamento, como podemos notar, se encuentra marcado ya con un claro matiz
trágico, no sólo por su contenido temático, más por el leguaje que utiliza y los recursos
retóricos que contiene, pero no adentraré en esto. Aquí cabe recordar las palabras de
Severin al decir que Rojas, en los actos interpolados, intenta salvar a su protagonista de un
pues, con los actos añadidos, se extiende la participación del personaje en la obra con lo
que el cambio en éste es más perceptible que en la primera versión de dieciséis actos en que
Es, también, como consecuencia de la muerte de los criados que Calisto termina de
sellar su destino trágico, pues, ahora sí en los actos interpolados, vuelve a lamentarse de la
[...] el dolor de mi deshonra. ¡Ay, ay!, que esto es. Esta herida es la que siento agora que se ha
resfriado, agora que está elada la sangre que ayer hervía, agora que veo la mengua de mi casa, la falta
mis criados se ha seguido. ¿Qué hize? ¿En qué me detuve? ¿Cómo me pude soffrir, que no me
mostré luego presente, como hombre injuriado, vengador, sobervio y accelerado de la manifiesta
Sin embargo, termina por olvidarse del problema, lo que completa su deshonra, pues
decide vivir sólo en su fantasía amorosa cuando, inmediatamente después de estas líneas,
recuerda a su amada y se desentiende de las consecuencias que trae la muerte pública de sus
criados: “no quiero con enojo perder mi seso, por que, perdido, no cayga de tan alta
possesión. No quiero otra honrra, otra gloria, no otras riquezas, no otro padre o madre, no
otros deudos ni parientes” (XIV, 7, 526). Con esta decisión, Calisto sella su destino trágico,
pues, si alguna posibilidad había de que tuviera un final feliz con Melibea, esta deshonra,
aceptada por el propio personaje, la imposibilita, pues “la pérdida de la honra implica el
prácticamente a la comunidad social en que vive.” (Correa, “El doble aspecto”, 104), como
el mismo Calisto acepta en el mismo parlamento: “De día estaré en mi cámara, de noche en
aquel paraýso dulce, en aquel alegre vergel, entre aquellas suaves plantas y fresca verdura”
(XIV, 7, 526).
poética que ha sido parodiada anteriormente, sellando también ese destino, el de ser
depositario de la crítica al amante, pero, al no estar presente la crítica de los personajes que
tenía, sino más bien de la aceptación de un destino trágico, de una pasión que lo trasciende
y a la cual no puede hacerle frente y que lo llevará a una muerte, si bien es cierto un tanto
ridícula, deshonrosa tanto por el lugar en que sucede –fuera del huerto de Melibea—como
por encontrarse en pecado, pues como comenta Tristán: “¡O mi señor y mi bien muerto! ¡O
mi señor y nuestra honrra despeñado! ¡O triste muerte y sin confessión!” (XIX, 6, 587).
esta diferencia resulta esencial al analizar el horizonte genérico en el que se mueve, pues la
función cómica que desempeña en la obra no le es intrínseca sino que se deriva de la
contraposición de su discurso con el de los demás, de manera que en Calisto tenemos ese
En segundo lugar, no debemos pasar por alto que, tras la muerte del contexto
parodiante, Calisto se transforma, pasa de ser el amante cortés parodiado a ser el amante
perfectamente a este género preparando el ambiente que dominará la tragedia final, esto es:
tragicómico, en el que se fusiona la comedia que le da el ser parodiado con la tragedia que
CORREA, GUSTAVO. “El doble aspecto de la honra en el teatro del siglo XVII” en Hispanic
EUDEBA, 1970.