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Algunos fragmentos del libro:

"La Celestina"
COInO
contienda literaria
-castas y casticismos-
Américo Castro

(,El nacimiento « Todas las cosas


de la novela ser criadas a manera
y drama modernos de contienda o batalla,
en las duze aquel gran sabio
páginas ge Eraclio ...
La Celestina y como sea cierto
no fue que toda palabra
un fenómeno divertido. del hombre sciente
La auténtica novela está preñada,
surgió de ésta
de un se puede dezir
sentimiento trágico que, de muy hinchada
de la vida ». y llena quiere rebentar ... »
Américo Castro Fernando de Rojas

22
América Callro, dl.erpulo
de Glner de 101 Riol y
MenendeL Pldat , mlambro
dallacado del Centro da
eltudlo. HI.t6rlco. y
e mbajador de le Rapubllu
e n Alemania; el autor
fec und o y epe.lonado,
dolido da una origInalidad
de conce pto. y un.
exprellvldad lIIerarla de la
que e. muel lra .U obra
" La realidad hl.16rlca de
e .pañ • • , qua h.
pro vocado fuerte.
polé mlc ...

íiilSTE libru, qUe aspira a astll1fO l/Ila eUroS/IOII dI! IIwlt'lI- despruvistas de realidad y de
~ M:r claro en su peque-
Ji\..'/.. mUestra cómo del caos /i-
{igfuso p udieron surgil- dura-
bles maravillas. Por lo pronto,
.. ,
.lel1dida honra lu/(:;oll(lI.

La nución hWlI(ma de casta y


"ida hisróricamenre captables.

• * •
ah. está La Celestina. de castizo 11II11ca eSTUVO pre- El final dd sig lo XV. sobre
sente para los histo/'iógra(os de todo desde 1492, presenta di-
• • * los españoles. En las páginas mensiones máximas y culmi-
Nada más cen/ral y a la ve;;: que siguen, e/lector (110 predis- nanh:s respecto de toda la his-
/l/enos Ie/údo en cuenta que el puesto de antel/WllO a llamar a lUda antt.Tior. Dos soberanos
hecho hlcOIllroverlible de haber lo blanco /legro) notará la dire- actúan como uno solo, caso
surgido la vida colecti\'G lla- nmcia el1fre Wl enfoque histó- inaudito. España, tanto Casti-
mada espw101a del entrelace de rico fundado en supuestos rea- ll a como Aragón , ensancha el
[res t:astas v de tres casi icis- les, y lus basados s(¡bre la a- eampo de sus atenciones y ta-
mos: el crisl ¡ano, el jl/dio y el Ira/la idea de-st!r los españoles rcas hada d reino de Nápoles,
1110ro. Y 110 se tiene en el/eH/a, (igl/ras abslraclas, sólo euro- el norte de Africa, y muy
por haberse hecho de este peas, parladoras de ideologías pronto hacia e l occidente
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la existencia del problema he-
brcocspañol, y pretenden ha·
cel' de aquel la casta un acci·
dente o un cuerpo extraño sin
mucho sentido. no se dan
cuenta de que los judíos de
origen español continúan
llamándose españoles, _scfar-
dim ... En ningún otro lugarde
Europa su patl'ia ocasional se
encarnó en e llos. ni ellos en
ella. No hay judlos qUe se de·
nominen colectivamente _po-
lacos .. o _a lemanes» .
•••
Si para los propios españoles
su pasado es hueso duro de
rocr, no nos asom bremos si en
e l extranjero se producen

~\
n!acciones extrañas en quie-
nes se enfrentan de golpe con
el hecho ineludib le de loS tres
L, casticismos españoles. ¿Hasta
que punto es esta civilización
europea? Yocn..-'O que SI lo cs. y
me afirmo cada vez más en la
idea dt, que, pese a la Inquisi-
ción y a todo Jo restante, mu-
chas obras españolas llegaron
a ser altamente ilustres. jus-
tamente por la peculiar. pro-
blemática y polemica estruc·
tura de la vida española. Ante
los inadmisib les juicios a que
comienza a dar lugar la acep·
Lación de mis modos de ver, lo
.. ¿Oue pi'o.... c:ho le 1'•• elene, mil ... ''''dur .. ? .. , p,.vunu. M,lib •• y e.ntlO r•• poncll; real de estos modos de ver. he
.. S.ñOfe, el que quler. com.r el '''', qultl primero 1,. plum .....
de aclarar en cuanto me sea
posible lo escl;to en mis li-
atlántico. Con Carlos V. en Europa. Ese atroz desgarrón
bros. Digo asi. que lo creado
1519. el imperio se encamina tendrá inevitables y muy Se·
por gentes de casta judia en
hacia lo descomunal. La Tie- rias consecuencias -de carác·
los siglos XV y XVI es tan es-
rra. al ser circunvalada . s ..: ter sobre todo cconóm ko se
pañol como es americano y L"S
hace tema de expcrh:ncia vi- cr~Ja hasta hace poco. Los es·
ingles lo hecho y t!scrilo por
\iblc, y deja de ser una csfcl'a pañoles de casta hebrea que pt!rsonas de abolengo irlandés
ideal o incógni tao España y permanecieron en la Pentnsu· y católicas de religión en los
Portugal pasaban en muy bn.!- la. tambien Intclaron una
Estados Unidos y en Inglate-
ves años de una situación co- larga vida de insl..'guridades.
rra.
It.!ctiva de escaso-relieve. a ci- tensa de angustias y rcedos. e
mas dl.!slumbrantl.'S de pud\.:- indinada pOI' necesidad hacia •••
no. A más bajo nivel. como un lo inesperado y lo excesivo. El Pero no C::'LUy polemizando.
rumor tenue de voces rotas y no haber tenido en CUl..'nta eSe sino afirmando simplemente
dispersas, muchos millares de voluminoso e ineludiblc fe· el hl..'Cho de haberse dirigido
españules. sin más horizonte nómeno h3 retardado mu<.:ho mi intercs hacia el posil ¡vo y
afectivo que España. vagan en la <.:omprensión de lo aconte· valioso resultado del drama y
busca de impl"Ovisados hoga- ciclo en España entr'c 1492 y de la angustia de la vida espa·
res por las uri lIas del Medi (\.."- 1600. ñola . Mi fórmu la del _"bir
rráncu. por el pró;\imu • •• dcsviviendose . carga 1..,1
Oriente)' por donde pueden en Quienes ho} gustan de ignurar acenlO sobre el vivir. El interes
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por los aspectos isla micos y La Celestina fue un caso de li- como un rasgo de epoca n'na-
judaicos de la estructura es- teratura caballeresca «a lo al- centista. La Celesthla se abre
pañola de "ida Se orienta ha- cahuético y a 10 rufianesco .. , paso en Europa por su pro-
cia la faz española de lo islá- un fenómeno literario sin an- blematismo , tan auténtico
mico y lo judaic.:o. tecedentes, sólo inteligible y como inquietante,
••• convivible para quien se aden-
tra en lo único de su realidad, •••
Tras de la obra de Fernando de Esa realidad consiste en cómo La literatura tremendamente
Rojas , dt' Juan dd Encina. de fueron vividas. renejadas y angustiada y personal de la
gran parte de la lill:raLura y utilizadas, y mental e imagi- época española ahora obser-
dcl saber del siglo XVI. vamos nativa mente recreadas, las vada, fue pórtico y vía para el
percibiendo el dcsesperado circunstancias de lugar y futuro literario de Europa. Y
desconcierto que hizo posible tiempo en las cuales la vida el «caos litigioso» era el de un
tan espléndidos frutos en el interior de Rojas se desespe- connicLO de casticismos, el de
arca de la cultura. raba y se iluminaba -y supe- cómo se podía existir como
• • • raba su «caos litigioso». Desde persona, de cómo era posible
El problema judeoespañol (lo 1492, la litel'a tura amplia el poseer honra, de cual iba a ser
repito) me impona sólo en la radio de sus di mensiones so- el sentido de los valores vigen-
medida t'n que permite convi- ciales y enfila energicamenlc tes , de las promesas de reden-
vir ideal y \'italmL'ntc con su proa hacia el porvenir, La ción, la de la cristiana y la de
unas cuantas figuras excelsas. conciencia del «caos litigioso » la judaica. Quienes no entren
que se crearon a SI mismas se hará siempre presente en en el juego entrechocado de
gracias a un conflicto y a una una u otra forma, no sólo estas circunstancias y en el
brega sin rL'poso, que parece
hay especial inten.!s en con-
vertir en oquedad histórica.
Por fortuna no lo conSL'guidn.
porque la realidad posee mas
fuerL.a que cuanto se haga por
disfrazarla u ocultarla, Y la
realidad es que la presión
ejercida sobre los mejol' dota-
dos de la casta hispanohebrl.!a ,
abrió a la cultura española
perspectivas nacionales e in-
ternacionales antes inexisten-
tes (La Celestina, Luis Vives .
Pedro Núñez, Garcia de Orla ,
Francisco de Vitoria, Juan de
Valdés. Miguel Servct, el tea-
tro iniciado con Juan del En-
cina. la novela picarl.!sca, la
pastoril, la mística y en rela-
ción con los nuevos rumbos
iniciados con La Celestina, la
novela de Miguel de Cervan-
tes). La anterior lista no
abarca en toda su extensión
los positivos resultados del
choque entre lascaslas ,y sirve
sobre todo como punto de par-
tida. Porque como en su dia
habra de ser dicho. la comedia
de Lope de Vega, voz de la
casta cristiano-vieja. no ha-
bria exist ido sin el conOicto de
que fue expresión el primer
IL'alro de Juan del Encina. 0 •• 0. .. comleru.o el "nel de ... obre.lleme.lmp... c:eble ..... lqull.n en mooo. mu, .,.no. lo.
oe.eo .. l•• aplracklne. ,l•• lIu.lon ... M. . . dlterencl. d.lo que ec:ontec•• n .... obr ..
• • • ••e"Ic •• o mor...... llne.ndlo ml.mo f ••eZn. ,dellumbl'll.
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área \'ital de quienes las \iúe· lo escrito expresión del alma en el fin baxo que le pongo, no
ron y padecieron, esos eSHln de un conn'rso, cxpresare mi nombre. , por
condenados a no.entender ni a rccelo de quienes son capaces
estimar las "alias de la hislO· dc «rep rehender . y no de «sa-
na española; o a algo pL'or, a Acontcce esto cn La Celestina ber inventar •. Un siglo más
continuar engañándose y de· en forma más directa y com· tarde Cervantes se lIamaria a
soricntando a quienes lean sus plicada que en el Libro de BlteH SI mismo «ra ro invcntor •.
huidizas y esquivantes razo· Amor. Roja!:; no onlltó el nom· La cplstola .. a un su amigo»
nes, bre del autor del primer acto \'ale como una primcra linea
porque aSI a veces se hubiese de defensa frente a un publico
••• hccho en la Edad Media, Tras cuya presencia se injiel'c, por
los misterios," hábiles manio· vez primera, en la textura de
, ..Aludi a cómo el autor expre· bras para «celar e encubrir su
saba la vivencia de estar el una obra española, El miedo a
nombre., latla el temor de los ese publico llevó a Rojas a ser
presente en su obra, .. Al nuc\o «de tractores . y de . Ias noci·
(0110 personal de la literatura a
poco veraz una y olra vez,
bies lenguas., una situación p<?I'quc aquella obra no se jus·
fines del siglo XV; entre el au· nada. medieval, y carac tcris·
tor y su obra aparece el públi. lificaba por . Ia necesidad que
tica de un medio y de un mo· nuestl'at:omúlI palda (1) tiene
ca, con el cual entabla tácito mento en quc el mabinismo
diálogo quien escribe, porque de la presente obra, por la mu·
acosaba al crbtiano nuevo, o a chcdumbre de galanes y ena·
de su relación con lo que aquel quien tema que pasar por ser·
opinara, dependería su honra morados mancebos que po·
lo. sec». ¿Mas era pensable que el
o su deshonra, su destino hu· •• •
mano, Siempre que en esta enamoramiento y sus riesgos
época un autor exhiba, ex· Cada frase en csta simulada
prese su vivencia de cómo está eplstola «a un su amigo» era (1) ¿Qué semido puedo: leller _cm1l/"h
el presente en su obra, su ambigua, escurridiza y caute· dl'.~p¡¡I'S do:
.. "lIestra JO} ¿Es Wltl ¡roma en
preocupación por la manera losa. Rojas se asigna en ella d la pluma de quien experimetltaba en .~u
pmpia ,,¡da que la patria, la tiUTa de los
en qucel público la interprete, humilde papel de terminador pad~_~. 110 era comú II y moral pertenen,
podemos estar seguros de scr de la obra: «no mc L'ulpcis si cla dl' wdo'¡ Ius lJacidos nI ella.'

SI l.uc,eel. p.,m.nee. ".,e. d. au •• ño, •. y oye "u.nlo P'" .nlr•• 11. y C.,l.lo .•• P'" que •• d •• h'lII' .d. d.nt.ra ~ y I.m.nl. '"
d •• del'l.GII POI lo. e,l.cto. d. c.u.to.
26
SI C.... un. conl.mpl•• 1')'\Inl.mlenlo d. Pjrm.no)' Areu ••, •• p.r. h.c.r .. nll,.u .. norio !JObr• • H.;)'. no.olro", .lde.nlv.l.nl", .u
.n.rgl. Imp.r.I....,. )' .u ••nllld.d ••• u.l

fueran peculiaridades caste- mas en que discurre la obra Al observar la «contienda_ en-
llanas a fines del siglo XV? estilísticamcnte. La acción y tablada por el iniciador de la
la reflexión se entrelazan sin obra -muy intensificada por
••• proporción ni mesura. La vida
visible y la Intima se expresan
Fernando de Rojas- descu-
brimos aspectos no manifes-
No deja de ser sorprendente,
que el noble empeño de adoc- en estilo rápido o lento. didác- tados por el análisis de las
trinar castamente a sus com- ti ca mente digresivo, en la vo- fuentes, de 105 lópicos y de los
patriotas expusiese a tantos luta de una glosa moral o ex- precedentes tipológicos de La
riesgos a Fernando de Rojas , a plicativa. La creación litera- Celestina. Su perfil y su estruc-
unos riesgos que procedian de ria se manifiesta como un lura son irregulares, su est ilo
tres sectores: de una opinión desdoble artístico de SI mis- es sinuoso y tensa mente di-
ya predispuesta en contra ma. námico; nada de lo cual es
(<<los que me arguyen ... , a mí ••• descrihible ni estimable con
criterios sólo bidimensionales
están cortando reproches .... No me parece, por consiguien-
envidia y murmullos_); del te. que a Rojas le interesara en y estáticos.
mismoconlenido del libro (un este caso favorecer la tenden- Fernando de Rojas precediÓ a
«dulce cUt:nto_ en el que Rojas cia española a lo llano y anti- Cervantes en la a\'entura de
ha metido «píldora amarga»). rretórico, sino enfocar desde trastornar el sentido de \a ma-
En fin. el autor se precave con- otro punto de vista el connicto teria literaria anterior a ellos,
tra quienes juzguen «m i lim- O litigio entre la demora con- de servirse de ella para fines
pio motivo », porque él mismo tcmpl~tiva y la acción rauda. imprevisibles, como un pre-
se siente «ce rcado de dudas y
antojos_o No caben más titu- • • • texto más bien que como un
texto. La finalidad de esta
beos y no pedidas excusas. Estaobra, para tantos lectores «tragicomedia. no fue mora-
admirable, surgió como una
••• ruptura de la tradición litera-
lizar, ni criticar primordial-
mente el orden social o reli-
Los propósitos de Rojas apa- Tia de la Europa medieval y de gioso. Lo que de esto haya es
recen tan revueltos)' conten- la grecorromana. reflejo secundario de otros
ciosos como las mismas for- ••• propósitos más hondos: la
27

. =
*11'*1

perversión y el trastorno de IIcza, nunca antes profanado imposible prescindir de las


las jerarquías de valoración por quienes venían morando circunstancias que concreta-
vigentes, de los ideales poéti- en él desde hacia siglos. mente he denominado so-
cos y caballerescos. Encon- cialmente «conOictivas ... las
tra mos negados los signos po- ••• del conOicto de las castas, que
sitivos de lo literariamente l1evaba a las gentes a la ho-
admitido, no con miras a des- No me interesa el psicoanáli- guera, o a la tortura. o al sam-
truir por destruir, sino a fin de sis. sino cnlender y gozar estas benito, o a la huida a las In-
poner al desnudo la escueta páginas admirables inte- dias,o al extranjero, y siempre
voluntad de existir, de demos- grando su perspectiva inme- a la deshonra. El expresarse
trar la posibilidad de que una diata con la esfumada y des- con insinuaciones y mediante
figura literaria continúe sub- vanecida en sus lejanias. No dobles sentidos era inexcusa-
sistiendo privada de su mal'co ha de forzarse la intrusión en ble, y de ello tenemos ejem-
tipico, como una negación de la obra de las circunstancias plos, y cada vez serán estos
su forma previa. como un re- autobiográficas ni de lo extra- más numerosos. No es nin-
belde que compensa con su literario; mas tampoco cabe guna ligereza, insisto, suponer
desatada violencia la pérdida eludir el hecho de ser la crea- que Fernando de Rojas, de as-
de lo que había sido serena e ción artística resultado tanto cendencia judía por los cuatro
indiscutida perfección. Véase de acciones como de omisio- costados. tuviera presentes
(IX)· qué hace Fernando de nes. Al ser preguntado el es- ciertas ideas sobre la vida fu-
Rojas con el romance de Lo. cultor Jean Baptistc Carpeaux tura, o sin futuro. las unas y
misa de amor (llamado tam- por la norma que seguia al la- las otras lan antiguas en el ju-
bién La dama de Aragón), cuan- brar sus figuras, su respuesta daísmo como sus básicas
do la figura de Celestina loma fue: «poner y quitar • . Los mo- creencias. Para entender ple-
por asalto aquel recinto de be- tivos para suprimir son, por namente La Celestina hay que
• Los numcrus romanos indican las supuesto, indeterminables, tener presente el Antiguo Tes-
escenas en la obra original aunque en el caso de Rojas es lamento -la Ley-, tal como
28
...

Lo. CIIdj .... f • • d •


....'d. d _n ~pul'll •

o
• 1 nlhll_; lo. d. La
C•••• tlna -como lo.
d. la DI... ln.
Com.dI., to. da

-
&ha ••• pe.'. ,
OlfO_ eau.a,'.n l.
b.-neafTole d. la mj.
fuart. .mp,•••
fun.,.,I . : no a.
"¡an ..pull.'

era entendida y debatida por hermosa hizo a Melibea, todo . La leña que gasta lu llama
los creyentes y versados en está ahí, viene de muy alto y son almas y vidas de humanas
cHao Por lo mismo yo no sé, si de muy atrás , ocupa amplísi. criaturas. las cuales son tan-
Ca listo al decir a Mclibca, mas áreas, pero ahora todo tas, que de quien comen~ar
«soy cierto de tu limpieza de ello va a ser tratado como ma- pueda. apenas me ocurre.
sangre. (XI]), piensa en la teria reduct i ble, manejable (XXI). La erudicción, las citas,
«limpieza. cristiana o en la para otros fines. para organi· sirven como de _cicerone . a
judía, o simplemente ironiza. zar una descomunal con· los visitantes de estas gran·
tienda entre los valores y los diosas ruinas.
••• contravalores. en la cual con-
•••
Ahora bien, el fondo ideológi- l ienda el hecho mismo de la
co, de creencias religiosas, po- pugna acaba por dominar so· La Celesrina no es, insistamos
see aquí significación ¡itel"aria bre la cuestión de cuanto en ello, ni medieval ni rena·
en la medida en que Rojas lo valga esto y cuanto aquello. centista. Su motivación ha de
estructure como contienda, Los au tares de esta enorme buscarse en la catástroFe que
conOictivamente. El que Me- _axiomachia . pusieron todo los judíos aún rememoran y
Iibea resultara ser cristiana o su canal o en dotar de dinami- equiparan a )a destrucción de
judía careceria de interés es- cidad y agresividad suficien· su Templo por los romanos: la
tructural, funcional. dentro de les -gigantescas en el caso expulsión de 1492. Desde el
la obra. Lo que ahora cuenta de la figura máxima- a los punto de vista temporal. esta
es que Melihea se enfrenta con participantes en aquel torneo obra es española, y tambien
Dios, ni más ni menos que en el cual Ciclo y Tierra. europea; como español. el ju-
como Celestina se yl.!rgue. sin Natura y Conciencia se harían dío se sentía europeo y ligado
decirlo, contra el romance de a la postre mutuamente añi- a su tradición literaria (de ahí
la Bella dama en misa . Dios, cos. un _caos litigioso •. Dios. la presencia de lo medieval , de
los padres. la caballeria, la be- Natura. Amor, todo Funcio- Petrarca y del humanismo ita·
lla poesía, la. Natura . que tan nará como llama consuntiva: liana de) siglo XV). Desde la
29

.
primera a la última página se peariano, es la coordinación mico de esa ruptura se vuelve
entabla el litigio entre la «ley de su tono gravemente dramá- cresta remontada sobre las
vieja_ literaria y la .Iey nue- tico con sus estridencias vertientes de un enfurecido e
va_,la que se inventó el autor cómico-grotescas. En una se- incontenible oleaje humano.
(para mí uno, aunque sean gunda lectura va uno obser- Incluso en las descripciones
dos). De la que para entender- vando que aquel conjunto de del acto sl!xuaI. predomina el
nos, llamamos ahora «ley humanidad camina hacia un interés por la violencia sobre
nueva. está ausente la idea de despeñadero. a la vez que sus la complacencia. Areúsa ha de
Redención (la neoplatónica , figuras van apareciendo como entregarse a Pármeno aque-
por ejemplo), porque lo real reflejadas en la superficie de jada de dolor: «ha cuatro ho-
artísticamente es el denodado un espejo medio cóncavo. me- ras que muero de la madre,
litigio entre uno y otro mundo dio convexo, haciéndose y que la tengo sobida en los pe-
literario. Su único posible vér- deshaciéndose en el diálogo. chos. que me quiere sacar
tice seria. tal vez, un poder La descripción «medieva l. y deste mundo. Que no soy tan
Supremo, tácito e impasible, tópica de la hermosura de Me- viciosa como piensas. (Vll).
algo como el Nerón del frag- Iibea (<<los ojos verdes. rasga- Celestina. rectora de toda esta
mento de romance cantado dos. las pestañas luen- acción, ha de hacerle fuerza
por Sempronio, a fin de ani- gas», cte.). se refleja, nada para que ceda y acepte a Pár-
qui lar la cortesana e inane medievalmente, en las rene- meno. Areúsa se resigna: «An-
queja de su señor (<<¿qué dolor xiones de Sempronio: «traér- les me quebraré un ojo que
puede ser tal, que se iguale con gela he hasta la cama_o Que- enojarte. (VII). En otra es-
mi mal? _): dan así rotas las conexiones cena gemela a ésta, aunque a
enlre las formas literarias más alto nivel. Rojas pone una
. Mira Nero de Tarpeya idealilantes y la figura ideali- nota de sadismo en la posesión
a Roma como se ardía; zada. con lo cual el acto dimi- de Mdibca por CaJisto. con la
gritos dan niños y viejos.
y él de nada se dalia».

Desde el comienzo al final de


la obra. llamas implacables
aniquilan en modos muy \'a-
rios los deseos. las aspiracio-
nes y las ilusiones. Mas a dife-
rencia de lo que acontece en
las obras ascéticas o morales.
el incendio mismo fascina)
deslumbra. Lo más próximo
en literatura serían los desen-
laces de ciertas tragedias sha-
kespearianas. de inmensa re-
sonancia cósmica,aún no pre-
sente. aunque ya alboreara en
La Celestina. Nada enseñan.
contra nada previenen. Al fi-
nal nos preguntamos: .¿para
qué?. Pero el mismo proceso
litigiosa mente caótico de lo
acontecido continúa latiendo
en el ánimo del espectador.
del lector, como un doble desu
corazón. La literatura de di-
mensión durable siempre fu l'
así.
Lo nuevo en La Celestina. lo
que nada tiene de preshakes-

EI.utor no d.'len. IU di"ogo p,r, d,c:lrno.


c:6mo , •• de v.rd.d C.I.,tln,. E. . . . IU
gr'n ""lll:go. 1I alllorgo .
• lgunh ....I.loGllm.n

30
criada Lucrccia junto a ellos, Al autor no le interesa la lasci- no acontecen entre vicios y
como testigo de oído si no de via ni la moralidad, sino man- virtudes, placeres y renexio-
vista:. No medeslroces ni mal- tener su rilmo quebrado, de nes, sino entre cimas y caídas.
tyates como sueles. ¿~..."é pro- notas contrapuestas -pla.cer y mi idea es que ~ patrones
vecho te trae dañar mis vesti- y dolor-, ensalzar y destruir, Ii terarios se despeñan ni más
duras?, pregunta Melibea. Y espejismos y nihilismos. En ni menos que las vidas de estas
Calisto responde: .Señora, el La Celestilla no hay desengaño figuras, sobre las cuales des-
que quiere comer el ave, quita ejemplar o ascetico, por falta cuella. a la vez grotesca y
primero las plumas. (XIX). de todo término de referencia grandiosa. la de Celestina,
Lo de .señora. y lICias plumas. moral o religioso. El «Nerón. cuya morada es la única que
en tal momento, al pronto pa- impasible, por nada se con- perdurará en la memoria de
rece chiste; pero puesto en co- mueve. Si Celestina contem- las gentes.
nexión con el .destrozar. y pla el ayuntamit!nto de Pár-
• maltratar. previos subraya meno y Areúsa, es para hacer •••
el sostenido intento de conver- sentir su señoriosobre ella; y a Más bien que de alternancia
tir, incluso las uniones de na- nosotros, el desnivel entre su cabria hablar de saltos, de
turaleza más elemental. en un energía imperativa y su seni- caer o abatirse sobre una pre-
contraste violento, dolorido. lidad sexual. Si Lucrecia per- sa, de blancos sobre los cuales
N'"ada acontece simple y nor- manece cerca de su señora, y asestar un Oechazo. En las
malmente; todo aparece eri- oye cuanto pasa entre ella y canciones de Lucrecia para
zado de púas, y lo más llano se Calisto, es para que se deshaga aliviar la impaciencia de Me-
vuelve abrupto como en un . de dentera » y lamente ser libea , hay este significativo
caminar -dejémosle la pala- desdeñada por los criados de pasaje:
bra a Góngora-, «entre espi- Calisto. .Saltos de gozo infinitos
nas. crepúscu los pisando . Las alt".'rn~ndas l'n t.'sta obra da el lobo viendo el ganado;
con las letas, los cabritos;
Melibea con su amado •.
(XIX)
Saltos, brincos, situarse sin
reposo entre el impulso feroz,
el ansia de nutrirse, el anhelo
de amar y el objeto codiciado,
arrebatada mente conseguido.
En las escenas lúbricas antes
aludidas, y que tantos buscan
en esta obra, Rojas Se evadió
de las visiones idealizadas,
flotantes como figuras bar ice-
lIescas, tanto como de descri-
bir lo sólo interesante por su
obscenidad, por exhibir des-
vergonzadamente lo que ca-
rece de dimensión pública.
•••
La sexualidad, tratada direc-
tamente y sin complejidad
irónica o simbólica. carece de
posibilidad artística, reve-
la pobreza de ingenio y va-
cuidad imaginativa. Rojas
tensó y movilizó en forma
nueva tanto la literatura mí-
tica como la de tema porno-
gráfico. Intentó hallar qué ca-
bía hacer con un mundo lite-
rario sentido por él como
ruina e insuficiencia. Y para
comenzar se instaló en él, a fin
31

~~---------------------------------------------
de convivir y de tratar de ma·
nejar unas figuTa'5 "S unas si·
tuaciones cuyos papeles y
propósitos necesitaba tras·
tornar. A la postre, Rojas con·
siguió hacer habitable artisti·
camente el más litigioso caos
con que, hasta entonces, se
habia enfrentado la literatura
de Occidente.
* * *
La abertura hacia lo público,
latente en La Celestina, tenia
forzosamente que obturarse.
La vida española estaba re-
gida por una casta cuya razón
de ser y de dominar era ¡nse·
parable de su dimensión reli·.
giosa, coincidente con la di·
mensJOn de la conducta·
honrosa, imperativa, hidalga.

* * *
La dimensióll privada del liti·
gioso conflicto, ésa sí pudo
mantenerse y ser desarrollada
en la forma novelística que
Cervantes convertiría en «ca·
beza de linaje » literario. A lo
que en la poesía de Garcilaso
era un «dolorido sentir», pa-
trimonio inalienable de la
persona, correspondía en La
Ce/estilla la expresada con-
ciencia de estar realizándose
la figura literaria como un ser
libre y «exento », que diría
Areúsa. El tema de estas figu-
ras no consistía en hacercstoo
lo otro. sino en expresar la
conciencia de estar haciéndo-
lo . de necesitar hacerlo:
«O tras cosas he menester más
que de comer», afirma Sem·
pronio (V).
* * *
La ideal generalidad de los ti·
pos li terarios pone así la proa
hacia la expresión de situa·
ciones y vivencias individua-
les. porque al tipo (alcahueta,
caballero. rufián. meretriz, lo
que sea) no le sirve ya de ti·
monel la idea que encarna,
sino la realidad vital de una
vida. Areúsa no es ti ta prosti-
tuta», sino la mujer que
32
Qulene. brac.an con .u mortal ..-I..-Ir"
perecen, coe.llten con qulenel Ion
te'llgol da lanla <:II1"trola, , contlnuan
e.lallendo an .. remolino creado po1'
aquella.

picnsa y expresa las razones


que le mueven a VIVir como
tal, razones que importaban
mucho a Rojas, y por lo mis·
mo amplifica en la edición de
1S02. De la narración y des·
cripción de lo típico y cn-
marcado, se pasa a la expre·
sión de las vivencias del pro·
pio vivir, que Areúsa expresa
en primera. no en tercera per-
sona: "Por esto. madre. he
querido más bivir tm mi pe·
qu.eña casa ... », no en la grande
de su señora.
La Celestina incluye el es-
quema de una situación lite-
rariamente típica y los arietes
empleados por el autor para
destruirla.
• ••
La Celestil1a es algo más que
un intento de deformar la vi-
sión ideal del amor y de la ca-
ballería , algo más que com·
placcncia en sacar a luz la fra·
gilidad del goce sexual y efí·
mero. Tampoco refleja sim·
pIe mente el asco vital de los
cundenados, por el hecho de
haber nacido, a coc'(istir
opri midos por una sociedad
adversa. Tampoco Coi cierto
que todo ello se nos aparezca
en un ambiente sin autentici-
dad artística, y resonante de
moralidades, esgrimidas con
fines didácticos. Las estupen·
das figuras en esta obra sor-
prendente no son pretexto
para formular moralejas es-
carmentadoras. La Celeslina.
Fernando de Rojas, expresan
en palabras las vivencias del
vivir y del morir, fat.almente
entrelazados por el amor y por
la muerte: .Sempronio... ¿Qué
es esto, desvariado? Reirme
querria. sino que no puedo.
¿Ya todos amamos? El mundo
SI.! va a perder» (VJlI). ¿Broma.
sarcasmo de quien compara el
complejo amor de CaJisto con
33


el subitoregodeode Pármeno?
Tal vez, pero aquí hay risa y
también preocupación. Estas
gentes en torno a Calisto y por
bajo de Celestina, saben del
vivir más que sus nobles seño-
res--están llenos de profecías,
como las sibilas.
Este mundo (¡para nosott·os
un libro, no lo olvidemos!) se
pierde y simultáneamente se
salva como memorable expre-
sión de la vivencia de la con-
tienda que es el humano vivir.
Quienes bracean con su mor"-
tal vivir y perecen, coexisten
con quienes son testigos d~
tanta catástrofe, y continúan
existiendo en el remolino
creado por aquella. La vida se
hace y se deshace, pero lo
mismo acontece a las formas
Iiteradas -heroísmo caball~­
resco, belleza y amor irra-
diantes. estrellados contra la
pétrea existencia de Celest ina.
Se hundieron e hicieron añi-
cos para remontar provistos
de una nueva forma, recrea-
dos, en la de Celestina. El len-
guaje de los juicios literarios
está condenado a formularse
en metáforas. Por lo mismo ha
de reaccionar contra su meta-
forismo para afirmar, que lo
aniquilado por Fernando de
Rojas era sólo un momento
del proceso de reencarnarse
en un nuevo ser. Los cadáveres
de verdad son «pulvis et
nihil_; los de La Celestina
La IOlaUdad di 1101 qUlhacer Inlellclual lupone una 'eCClón maglllfl' di 'nlplflelon '1 de
---como los de ¡aDivina Come- tale"to. A 101 11'1 a"ol de 1101 d .. ap.,IeIOn nOI plegunl.mol con MIIl Aub: ~¡Eht, jOlllne••
dia, los de Shakespeare y ¿dOndl 11011 Am'rlool di ho)'7M.

otros- causarían la banca-


rrota de la más fuerte empresa Sus figuras humanas saben el diálogo, según ha visto GiI-
funeraria: no se dejan sepul- unas de otras. se representan man (3).
tar. unas a otras en vanas formas; Estos buenos o malos ángeles,
no se afectan unas a utras sólo caídos desde el cielo literario,
Fernando de Rojas ha iniciado por lo que hacen, sino a través
la técnica del perspectivismo escapan al perfil absoluto de
de cómo son vividas por las sus moldes, y se encarnan en
literario, ya notada desde otras; están relativizadas. es
hace mucho en Cervantes (2). formas abiertas, relativiza-
decir, humanizadas. Celestina das. Los modelos de bella
es interpretada de un modo perfección -Iseo, Beatriz.
(2) Co" motIvo dí! /05 morisco)) tn Id QuIJolI'.
drclQ JO tH 1915;.lA C'f).madiuióH $.: prc.sfnlQ por Ca listo, de otro por Pár- Laura. Oriana, la Bella en mi-
d~ t5lt modo; d puma dt "ISIQ oficiAl ts qllf 105 meno, por Sempl'onio, por sa, Griselda, Trislán, Amadís
mOrt.sco.s.5VPI fAd,onu. cL:a,-,Q. e''''; fkl'tl O' d
p"n'o d~ vis,a dt fos mor,)co.-J Ambos n'DI! Elida, etcétera. El autor no y sus afines- son despajados
aplleslos. (El pen.. mlo"'IO de C........ nlef;. detiene su diálogo por decir-
p. 196). • ReO/llt chalo.VAnlt' ata u(ltu ¡;/lis uu nos cómo sea de verdad Celes-
Sf;>mb,ts. m/lis QI<:t ptrspect¡\'es 1<n'JUI"S p'o- (JI S Glh",;m . • La Eap.ñ. Me F .. rnando de
!,,,,tino (Ce ......nl ... PA'is. 19J/. p. 67/. tina. Ese es su gran hallazgo. RoJ ....

34
I.!n el artistico taller de Rojas asoman las voluntades de llamados prerrdormistas rc-
de su lejana e inalterable rea~ quienes intentan emprender ligiosos. Los únicos rumores
Iidad-un doble humano de la un rumbo propio en sus' exis- esperanzados para el arte y
ilusoria ofrecida por las estre- tencias, olvidados por un para la vida percibidos en La
llas del alba y del ocaso. Al momento de lo alto y de 10 ba- Celesrina provienen de quie-
punzar despiadadamente los jo, de 10 público y de 10 mtimo nes sobreviven de aquella ca-
globos de nuestra ingenua vi- y callado, atentos únicamente tástrofe; Elicia y Areúsa, So-
sión, el encanto se desvanece y al asunto que traen entre ma- sia que baja al río cantando a
surgen nuevos e insospecha- nos, el de ellos -Areúsa, EIi- la luz de la luna mientras sus
dos problemas. ¿No ha acon- cia, Sosia, Scmpronio. Son cé- piernas jóvenes oprimen el
tcncidocosa parecida en otros lulas de textura novelística, lomo de su caballo en pelo.
campos de la cultura huma- erectos secundarios, chispas Todos ellos son nuncios de un
na? erráticas, novelisticas, des- futuro de vida suya, que han
••• prendidas de una trayectoria de hacerse, sin Celestina, sin
literaria, que al volverse \'cr- señores, todos muertos. Las
La obra de Fernando de Rojas tiginosas han hecho quc las fi- muchachas se afirman en su
es significativa como ejemplo guras se desencajen de sus soledad. Sin proponérselo.
de arremetida nocritica,y di- marcos, y estos de aquellas. surge en la lejanía la figura de
rectamente lanzada contra la Pero esas chispas erráticas no Sancho Panza, sin msulas, sin
sociedad en torno (según ha- extinguen su dinamicidad, gobierno, sin señor, ahincado
cian ciertos erasmistas, mu- pues se integran en una ex· en su sí mismo, que incluye un
chos escritores ascéticos y los lructura por incipiente que )'0 y un él, aprestados a enrren-
inquisidores, a la vez temero- esta sea. tarse con lo que venga, es de·
sos y enfurecidos), sino contra ••• cir, con la vida de este mundo,
la sociedad ideal de las valo- con su novela.
Con todo 10 cual no he hecho
raciones literarias. Lo hecho
por Rojas carece de antece- sino llamar la atención sobre •••
dente y de paralelo en su algunos temas, muy aptos to- La finalidad de las anteriores
tiempo. Rojas no hizo «evolu- dos ellos para estructurar en páginas ha sido menos el de-
cionar .. las formas o géneros forma inteligible la realidad Seo de convivir a estas alturas
literarios; opuso audazmente de ciertos renómenos de vida de la vida con una obra impe·
y en forma grotesca lo que po- española, los cuales, desco·
recedera (el deseo era grande),
dría llamarse -para enten- nectados de las vidas huma-
que el interés por penetrar en
demos- la di mensión épica nas y de las círcunstanciasque
la intimidad de un momento
(los aspectos dinámicos, am- los hicieron posibles, no reve-
decisivo para el curso de la ci-
plios, públicos, colectivos y laban su auténtica significa-
vilización española. El des-
movibles de las imaginacio- ción. viar yo la atención del obser-
nes literarias) y la dimensión ••• vador hacia el esfuerzo inno-
lírica íntima, sensible y eróti- El mundo literario en que a vante de los españoles decasta
ca, presente en la poesía y en Rojas le habia tocado existir. judía, no significa que los
la prosa tradicionales. La ten- para él carecía de sentido. NJ grandes hechos culturales de
dencia a lo expansi vo, a lo ofrecia salidas a la cerrazón de los siglos XVI y XVII sean ecun
numeroso, a lo abierto y a lo las vías y de los horizontes. Al rraude .. , según afirman cier-
notorio choca con la opuesta autor no le atraían las empre- tos historiadores británicos
inclinación a permanecer en sas de la ascét ica o de la mís- -a la vez que reconocen la
el recinto de los goces íntimos, tica (Francisco de Osuna, Bcr- realidad de mi idea acerca de
de la soledad contemplativa, nardino de Laredo, por ejem· los «casticismos .. españoles.
en disociación con el mundo plo), ni cabía en sus posibili· El que la gran civilización es-
exterior. Al mismo tiempo,los dades nada como el Elogio de pañola no sea loda e\\a
marcos típicos aparecen con la locura (Erasmo), o la SllIlti- «cristiano-vieja .. , en nada
contenidos incongruentes e (era Navis, de Sebastian arecta a su autenticidad. La
inesperados -Celestina, con Brant. En lugar de proferir cuc.:stión es conplejisima,
dimensión épica, emprende el opiniones o de imaginar sáti- dado que la acometividad
ataque contra la doncellez de ras, Rojas optó por derribar creadora y combativa de la
Mdibea como si se U'atara de idealmente las estructuras li- casta judeo-española no es es-
vencer al gigante encastillado terarias, a fin de que 10 de cindible de la realidad de ha-
sobre una '·oca. Todo al revés, ardba apareciera abajo, y vi- llarse aquella situada, co·
todo trastornado. Por entre los ceversa. Su problema nada habitando , en la morada \'ilal
resquicios de tanta conrusión, tenia que hacer con el de los de los españoles . • A. C.
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