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4 GAP
Existen una serie de ideas sobre cuáles son las consecuencias de la politización y la
mayoría de estas consecuencias aparecen como negativas. En términos administrativos
se cree que un sistema administrativo politizado será mucho menos eficiente que un
sistema asociado al mérito. La existencia de un número elevado de cargos que dependen
de la confianza de sus superiores políticos genera incentivos negativos en todos los
niveles organizativos, porque los que están arriba del todo no tienen ni el tiempo ni los
incentivos suficientes para adquirir los conocimientos necesarios para gestionar
eficientemente su área de dirección, y los que están abajo y no pertenecen al partido
tampoco tienen incentivos para dar lo mejor de ellos mismos e intentar progresar en la
escala organizativa.
Se produce una pérdida de confianza en las instituciones del gobierno, puesto que la
visión que se tiene de la burocracia es más positiva que la visión del gobierno, entonces si
las políticas del gobierno tienen una connotación más negativa que la burocracia la
politización puede perjudicar a la legitimidad de la burocracia. La imagen a la que
actualmente están ligados los políticos españoles es la de la corrupción y son numerosos
los estudios que señalan que una de las causas de esta corrupción es la politización de
las instituciones públicas y además se señala que las administraciones más proclives a la
corrupción son aquellas con un mayor número de empleados públicos que han sido
seleccionados por nombramiento político. Los empleados públicos con un horizonte
laboral limitado por la incertidumbre de lo que pueda ocurrir en las próximas elecciones
serán más propensos a aceptar sobornos a cambio de favores, hecho que ocurre en
menor medida cuando un empleado público tiene un puesto y contrato estable. Además,
los políticos tienen un objetivo común, que es ganar las próximas elecciones, lo cual hace
que se toleren más los comportamientos ilícitos y las tentaciones para otorgar favores a
cambio, por ejemplo, de financiación son más elevadas.
La consecuencia final sería que la responsabilidad de la burocracia pública puede ser aún
más limitada, puesto que como consecuencia de la Nueva Gestión Pública la
responsabilidad se ha profesionalizado y se basa en estándares más objetivos de calidad.
Aunque las connotaciones del término, como hemos visto, son casi siempre negativas, el
autor del manual de referencia ha intentado apuntar que también pueden existir aspectos
positivos como una burocracia más comprometida, puesto que un mayor compromiso
político puede revitalizar el servicio público aspecto que no sería posible con un servicio
público neutral.
Como hemos apuntado, una vez en el gobierno los líderes políticos intentan controlar la
maquinaria burocrática para poder poner en marcha las políticas de su programa
electoral. En España existen los denominados puestos híbridos en lo más alto de la
burocracia que sirven a los dirigentes políticos para incrementar la democracia política en
el interior de la administración e intensificar el control sobre los funcionarios. La selección
y cese de estos funcionarios que ocupan los puestos políticos se basa sobre todo en
lealtades personales y afiliaciones partidistas. Los nombramientos políticos se pueden
adjudicar tanto a funcionarios políticos como a personas de fuera de la administración.
Tradicionalmente, los burócratas han intentado evitar la intromisión política creando lo que
hoy en día se denominan cuerpos que actúan como grupos de presión dentro del propio
sector público.
Por último cabe apuntar que los partidos políticos son cada vez más dependientes del
estado por motivos financieros puesto que el número de miembros se ha reducido pero la
profesionalización de las organizaciones partidistas se incrementan. Si los partidos
políticos se están convirtiendo en una especie de cartel entonces la politización tiene
mucho más sentido, puesto que su objetivo será el control de los activistas del partido
sobre el gobierno y el mantenimiento de la élite. La politización abierta parece ser la más
exitosa y tolerable entre todas las formas de involucración política. Es ampliamente
conocido y aceptado por el público que un cambio de gobierno significa un cambio en una
serie de puestos administrativos que controla el gobierno e incluso en algunos casos los
propios funcionarios empiezan a dimitir una vez que se acercan las elecciones. El público
ha ido aceptando con poca e incluso ninguna resistencia este sistema y la población
asume como normal el hecho de que una vez sustituido el gobierno también se tienen que
sustituir ciertos tipos de puesto que actualmente se consideran de designación política.
Como conclusión podemos afirmar que parece ser que durante los últimos años, la línea
que separaba lo político de lo apolítico se ha movido en dirección a lo político y muchos
altos cargos de la administración ahora son de designación política, algo que por ejemplo
durante la época de Franco, como se ha especificado al comienzo del ensayo, era
impensable. Las consecuencias de la politización a largo plazo aún están por determinar,
pero lo que está claro es que si esta tendencia continua su curso el control que ejercerán
los políticos sobre el funcionariado y el sector público será muy grande, con lo cual se
produciría un cadena muy difícil de frenar y cuyas consecuencias, en mi opinión, no serán
nada deseables. Desde mi punto de vista, la excesiva politización crea incentivos
perversos dentro de los partidos políticos, además, por supuesto, de debilitar al sector
público.