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Obviamente aquí no hay un todo por nada, pides mucho, pides casi igual
que lo que ofreces el único problema es que tu sexo te coloca por encima
de mí, crees estar por encima y no te culpo; la verdad. Te he dejado creer
que así es, con mi debilidad, con mi fragilidad, con mi poca capacidad de
supervivencia, con mi obstinada necesidad e un héroe más que la de un
compañero de vida y se lo debo todo a mi pequeña niña, a esa niña que
un día fui y la que se pasaba horas mirando la TV, imaginando al chico
perfecto, la vida perfecta y todo eso…
Mira esta vida, pequeña niña. mira esta vida vacía y adolorida, te he
fallado de mil maneras, no te he dado un futuro digno y prospero, ocupada
en el buscar el hombre que resolviera mi vida sólo me he hundido más,
intentando escapar de la realidad que no me parecía, me he perdido en
mil cosas y todas ellas vacías, destructivas e incluso adictivos y es que ya
no conozco otro estilo de vida, ya no sé como hacer para dejar de lado el
sufrimiento pues lo he hecho parte de mí.
Disculpa las cosas que no he cumplido, no vengas a mirar nuestra
decadencia, déjalo a un lado, mira par allá donde el sol sigue brillando, no
me busques, no intentes venir aquí para asegurarte que sea como debe,
quédate en el pasado en el que perteneces y busca la manera de
enchufarte a la vida real, de aprender y leer más para que no necesites al
héroe todo poderoso que puedes ser tú misma.
Aunque jamás te olvide, sé
que me volveré a enamorar
Nuestra relación estuvo llena de pequeños instantes atiborrada
de significados, de sentimientos, fueron pequeños instantes que
armaron mi vida por algunos años, los años que viví a tu lado.
Recordé las risas, nuestras largas charlas que no tenían fin, recordé
como tu mano me sujetaba al manejar y esos besos especiales que
me dabas sin importar la gente y el lugar.
Recordé que sin pedírtelo hiciste mil cosas por mí. Fuiste caballeroso,
tierno, romántico, detallista y mi súper héroe, hombres como tú ya
están en peligro de extinción. Recordé nuestra relación y exhalé todo el
aire que había en mis pulmones… cuanto la eché de menos, cuanto
te eché de menos. Nuestros paseos, las escapadas y el cómo estando
a tu lado no importaba más nada.
1. No solo se trata de
organización
Para un cristiano del siglo XXI, la única manera de poder
hacer tiempo para Dios es organizándose, y reservando en
su horario unos minutos para alguna actividad piadosa –
tiene que ser por la mañana porque o sino imposible–. Es
cierto que el organizarse para poder alcanzar a alguna
misa o rezar una novena o un rosario ya constituye un reto,
pero lo verdaderamente difícil es que, al llegar a esos
ratos reservados, logres entablar un diálogo con Dios
en medio de tanto ajetreo.