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Canoni)
Acudimos a Francesca Gargallo, Angelika Krebs y Alison Jaggar para dar una
pequeña muestra de lo producido por las escritoras feministas en torno a la ética.
Las construcciones míticas han sostenido los prejuicios, pero también han dado
los cimientos para lograr identificaciones subjetivas particulares y colectivas. Por
estas causas, si bien es necesario desnaturalizarlas, también es cierto que
constituyen una herramienta de arraigo y homogeneización de las poblaciones
que las continúan sosteniendo. Tan fuerte es la mimetización que producen las
sociedades con sus estructuras míticas que han materializado sus creencias en
tótems, templos, elementos comunes de identificación. Los rasgos más
relevantes de estas materialidades tienen simbólica y legalmente un
reconocimiento.
La teoría ética feminista se distingue por explorar las formas en las cuales la
devaluación cultural de las mujeres y lo femenino se refleja y se racionaliza en
los conceptos y métodos centrales de la filosofía moral1.
1
JAGGAR, Alison M., Ética Feminista. http://elsevier.es
2
JAGGAR, Alison M., Op. Cit.
1
La subalternidad es el lugar de las mujeres, nunca el poder hegemónico. Detrás
de un gran hombre hay una gran mujer, y frases similares han llenado las hojas
de muchos escritos de gran porte y tirado. La marginalidad, el borde, una simple
nota al pie.
Gilligan era colaboradora de Lawrence Kohlberg, este psicólogo crea una escala
de madurez moral que consiste en seis etapas, en la primera de las cuales bueno
es lo que se premia y malo lo que se castiga, y en la última de las cuales bueno
es tomar en cuenta imparcialmente los intereses de todos- esta última etapa
corresponde a la ética universalista kantiana.
3
KREBS, Angelika, La ética feminista. Una crítica a la racionalidad discursiva, Areté revista de filosofía,
Vol. VI, N°2, 1994, pp. 253-272.
2
sospecha era que esta escala tenía una impronta masculina, es decir, que estaba
guiada por las competencias morales masculinas dejando de lado las
competencias morales femeninas, de modo que no había de sorprender en
absoluto si al final las mujeres resultaban siendo en promedio menos maduras
que los hombres.
Ética feminista es la que, actuando contra el privilegio moral y social del macho
de la especie humana, reconocido como universal en la cultura, descubre que
éste constituye la injusticia inicial sobre la que se ha construido un sistema
lógico-político que ha llevado a la humanidad por una senda de destrucción e
incapacidad de paz4.
Como feminista, por tanto, actúo responsablemente en contra del sistema cada
vez que lo descalifico en una de sus injusticias. Asimismo, mediante esta acción
ética me libero. De tal modo la liberación ética feminista es la que impulsa mi
acción y es el resultado de mi accionar. Esto implica que, para mí, en la ética
feminista no hay fin ni medios para alcanzarlo, ya que ambos momentos de la
acción se confunden, son lo mismo.
4
GARGALLO, Francesca, Ética, ética feminista y libertad, en Ximena Bedregal (coord.), Ética feminista, 2°
edición, fem-e libros/Creatividad feminista, Ciudad de México, 2004.
3
El feminismo no se agota en la lucha (palabra de contenido competitivo
patriarcal) por la liberación de las mujeres, ni es un instrumento de recuperación
de los ideales más elevados de las utopías pasadas; el feminismo es una ética
porque no deja fuera de su razonamiento a ningún elemento de lo humano. Al
reivindicar que lo privado es también público, ha ampliado la esfera de la ética
(como acción individual libre y responsable) a la política (como acción de y en la
sociedad), negando a ésta última como ámbito desligado de la acción individual.
El feminismo es una ética y como tal una propuesta civilizatoria distinta, una
transformación de todas las relaciones que el ser humano es capaz de producir.
La ética es, por lo tanto, una acción de libertad relacional, una humanización.