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Entrada publicada en Filosofía y etiquetada Cuales son las teorias sobre el origen de la sociedadPrincipales teorías sobre el orígen de la sociedadTeoria del origen de la sociedadTeorias acerca del
origen de la sociedad el junio 29, 2013 por tusdeberes.
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anarquía. Los hombres son iguales por naturaleza; de esta igualdad brota la desconfianza, y de la
desconfianza procede la guerra de todos contra todos. Hobbes se opone con esta visión a los teóricos
del derecho natural y a todos aquellos que defienden la inclinación natural del hombre a la
sociabilidad.La sociedad política no es, pues, un hecho natural, sino que surge de un “pacto social”,
de un contrato entre los individuos que deciden darse un soberano que los gobierne y que es el único
que puede ejercer de manera legal la violencia para reprimir todo atentado que vaya contra este pacto
y contra las leyes que brotan de él. Desde esta perspectiva, el contrato lejos de limitar la soberanía, la
funda.Rousseau parte de una concepción en parte opuesta a la de Hobbes. El estado de naturaleza
del hombre, no es ni una guerra de todos contra todos, ni una vida sociable, sino un estado de
dispersión y de aislamiento. A diferencia de Hobbes, señala que el hombre es bueno en este estado
de naturaleza. Pero donde es más feliz es en la sociedad naciente, es decir, en un estadio intermedio
entre el estado de naturaleza y la sociedad ya establecida, tal y como la conocemos. Es esta sociedad
la que hace desgraciado al hombre; en ella reina la injusticia social y el hombre carece de verdadera
libertad, pues cada individuo está sometido por las constricciones de la sociedad, que está por encima
de él.De ahí que Rousseau vea la necesidad de un nuevo modelo político que será fruto de un
Contrato Social. El contrato social garantizará la igualdad y la libertad de los individuos. Para que
esto sea así, la soberanía debe recaer en el pueblo, en la voluntad general, que es la voluntad de la
comunidad de los individuos libremente asociados. Sólo desde esta consideración se puede
comprender que el hombre, para Rousseau, realice su libertad obedeciendo a las leyes. Rousseau
puede ser considerado como el padre de la democracia moderna, que se sustenta en la soberanía
popular y el sufragio universal. Además, para él, en este nuevo modelo de sociedad la educación es
un elemento indispensable, una educación que haga no sólo ciudadanos, sino hombres en el más
pleno sentido de esta palabra.
TEORÍAS INDIVIDUALISTAS: El liberalismo y capitalismo.La expresión política de las
teorías que defienden la supremacía de los intereses del individuo por encima de los intereses
sociales se conoce como liberalismo; del mismo modo, la expresión económica de esta concepción
se manifiesta en el capitalismo. Nosotros, nos vamos a centrar en estudiar el liberalismo que es la
filosofía de fondo que subyace al capitalismo.La historia de las ideas políticas en el s. XIX está
dominada por el progreso del liberalismo. El liberalismo es inicialmente una filosofía del progreso
irreversible, una idea que irá decayendo a lo largo de este siglo. Además el liberalismo es uno de los
elementos originarios de la filosofía burguesa, estrechamente vinculado a los intereses de esta clase
que emergió con fuerza a finales del siglo XVIII.En el s. XVIII el liberalismo aparecía como la
garantía de las libertades, como doctrina de la libertad. Pero en la misma medida en que el
liberalismo aparece como la filosofía de la clase burguesa, no asegura más que la libertad de la
burguesía; por ello los movimientos revolucionarios tratarán de establecer una concepción de la
libertad que no sea la del liberalismo.El liberalismo económico del siglo XIX descansa sobre dos
principios: riqueza y propiedad privada; se opone al dirigismo, esto es a la intervención del Estado,
que se debe limitar a administrar Justicia (por supuesto no la entiende como justicia social), aunque
acepte los “favores” que a través de las leyes favorecen sus intereses. Su modelo político es la
democracia parlamentaria y representativa.
TEORÍAS SOCIALES: Marxismo y anarquismo.La idea central que Marx legó al siglo XX se
puede expresar así: el crecimiento espontáneo, supuestamente “libre”, de las fuerzas del mercado
capitalista desemboca en concentración de capitales; la concentración de capitales desemboca en el
oligopolio y en el monopolio; y el monopolio acaba siendo negación no sólo de la libertad de
mercado sino también de todas las otras libertades. Lo que se llama “mercado libre” lleva en su seno
la serpiente de la contradicción: una nueva forma de barbarie.
Marx, como los anarquistas, era consciente que la primera crítica que debía hacerse era la de la
religión, puesto que esta era la ideología dominante, que favorecía la situación de miseria y
alienación en la que vivía la mayor parte de la población. Marx parte del reconocimiento de que el
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hombre hace la religión y no la religión al hombre. La religión es al mismo tiempo autoconciencia y
autosometimiento del hombre en una fase en la cual el hombre no se ha encontrado todavía a sí
mismo. La religión es conciencia invertida del mundo producida por el hombre en una sociedad y un
Estado que son precisamente el mundo al revés. La religión aparece como teoría general del mundo
invertido, lo que ha dado entusiasmo y consuelo popularmente a los hombres. Por eso la religión
expresa al mismo tiempo la miseria realmente existente y la protesta contra esa miseria, es el suspiro
de la criatura abrumada y a la vez el sentimiento de un mundo sin corazón, el espíritu de una
situación sin espíritu. En ese contexto ambivalente aparece la frase de Marx tantas veces citada: “la
religión es el opio del pueblo.” Para Marx la religión es la expresión de un mundo invertido y
miserable, la crítica de la religión, la lucha contra la religión, es ya lucha contra este mundo, y
expresa, pues, la exigencia de la verdadera necesidad del hombre: superación de las ilusiones en una
situación que necesita ilusiones, crítica de este valle de lágrimas. A lo que aspira la crítica es a
configurar un hombre sin ilusiones que ha alcanzado ya la mayoría de edad de la razón.Otro de los
puntos claves de Marx es que pretendía aproximar a los trabajadores a la ciencia, no dejar ésta en
manos de los representantes del capital, para que pudieran comprender la situación en que vivían y
las causas que provocaban su miseria y alienación. El análisis de la cultura burguesa, de la política y
de la economía capitalista va en este sentido. “Nunca jamás la ignorancia ayudó a nadie”, expresaba
Marx con rotundidad.Al analizar los sistemas políticos vigentes en su época se dio cuenta de que
democracia y revolución son inseparables. Hay que partir del hecho de que en el siglo XIX las
democracias, entonces realmente existentes, presentaban algo más que un déficit en la cuestión
social. Esto llevó a Marx a una conclusión que le alejaba definitivamente del liberalismo político del
momento, a saber: que, en el futuro, sólo la participación directa del proletariado en los asuntos
políticos, y ésta por vía revolucionaria (en ninguna parte los derechos son otorgados a los de abajo
sino que se conquistan), podía garantizar realmente la democracia.La consecución del estado
comunista, que es el objetivo último de la concepción política marxista, suponía un movimiento
político y social: una vieja tradición en favor de la emancipación humana con una forma moderna y
también un partido en sentido amplio: el sector de los trabajadores que quiere ser más consciente y
más resuelto en la lucha de clases. Comunismo era, además, para Marx, hablando filosóficamente,
libertad concreta. O sea, no sólo conciencia de la libertad frente a la constricción política o externa,
sino también libertad en un sentido positivo, a saber: superación de las alienaciones, hombre nuevo,
nueva cultura, nuevo modo de vivir, nueva red de relaciones sociales.El momento intermedio hasta
llegar a esta sociedad sin clases, que supone también la desaparición del Estado, es la dictadura del
proletariado, de la que Marx empezó a hablar en 1849. Esta no es una forma de Estado, ni un
régimen político que se oponga a la democracia, sino la postulación de una situación transitoria en un
proceso revolucionario inspirada en el modelo jacobino francés.Es interesante reseñar por último tres
aspectos de la cultura o civilización burguesa a los que Marx ha prestado atención.El primero se
refiere a la imbricación existente en ella entre aspiración tecnocientífica y alienación. El hombre a
medida que domina la naturaleza, el hombre domina también a otros hombres y se envilece.Después,
Marx ha relacionado esta ambivalencia del progreso tecnocientífico característico de la civilización
burguesa con la persistencia de dos actitudes complementarias que se reiteran a lo largo de todo un
período histórico: la resignación positivista ante lo dado, ante lo que hay, la añoranza romántica del
pasado (un pasado idealizado ante la deshumanización del presente). La conclusión de Marx es
radical: ésta es una civilización que mira al pasado o se queda en el presente, que no quiere verse a sí
misma como un tránsito, que no mira el futuro.Por último, al analizar, ya en “El Capital”, la
industrialización del campo y el proceso de introducción de la química en la agricultura Marx ha
precisado un aspecto nuevo, y muy relevante, en la consideración de todo sistema económico
productivista, en el caso de la agricultura, las fuerzas productivas no sólo se convierten en
destructivas en el sentido de ser liquidadoras de trabajo y devastadoras del trabajador, como en el
caso de la industria, sino también depredadoras de la naturaleza.En los últimos años del s. XIX y
primeras décadas del XX el anarquismo alcanzó un éxito considerable en los medios populares y en
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ciertos círculos intelectuales de Francia, España, Italia y Rusia.La filosofía anarquista se podría
resumir bastante bien en los siguientes lemas: “Ni Dios, ni patria, ni amo” y “Anarquía es orden sin
autoridad”.Efectivamente el anarquismo parte de una crítica radical a la religión, como el marxismo,
que le lleva a un antiteísmo absoluto. Ni siquiera hay que demostrar que Dios no existe o que no es
más que un “reflejo” del hombre: hay que sublevarse pues el hombre no puede reconocer ninguna
subordinación de su ser. “Si Dios existiera realmente habría que hacerle desaparecer” (Bakunin).La
segunda consecuencia, de tipo político, es el rechazo de toda legislación, toda autoridad. La razón es
la misma que la del ateísmo: el hombre es bueno, inteligente y libre; ahora bien “todo Estado, como
toda teología, supone al hombre esencialmente perverso y malvado” (Bakunin) e intenta subyugarlo.
Esto no supone una exaltación del individuo (individualismo), el anarquismo tiene ante todo una
aspiración popular que llevaría a una especie de fraternidad entre todos los hombres.En el plano
económico los anarquistas se han pronunciado siempre contra la propiedad privada. Lo que condenan
en ella es que es la fuente de todas las desigualdades y el germen de toda autoridad; de ahí que
apuesten por una colectivización de la misma, que no supone, como en el caso del marxismo, una
organización económica autoritaria y global planificada.Para los anarquistas la ilusión más peligrosa
consiste en que cabe “dejar sitio” al Estado y encontrar un modelo que limite su maldad. Para ellos,
esto supondría admitir la necesidad del Poder como corrección a la naturaleza egoísta del hombre.
De ahí que rechacen el régimen de democracia del pueblo o socialista e incluso los “Gobiernos
revolucionarios”.
TEORÍAS TOTALITARIAS: El fascismo, y el nacionalsocialismo.
El fascismo no es una doctrina; y el nacionalsocialismo lo es aún menos. “Nuestra doctrina es el
hecho”, declaraba Mussolini. En estas teorías la acción prima sobre la palabra, el fascismo no
necesita un dogma, sino una disciplina: “creer, obedecer, combatir”. El punto de referencia es la
Nación, que se confunde con el Estado Totalitario, que está por encima de cualquier interés
particular. “Todo para el Estado, todo por el Estado”. En él no hay separación de poderes, el Estado
es un todo, un bloque indivisible y omnipotente. En esta concepción la economía esta subordinada a
los intereses políticos estatales.Los principios o las instituciones importan menos que la adhesión al
sistema, por ello Hitler afirmaba que todos los programas políticos eran inútiles. Lo único importante
es la adhesión a la Nación y al líder carismático que la representa, se llame Führer, Duce o
Caudillo.Paradójicamente, el fascismo y el nacionalsocialismo nacieron de la situación de miseria y
de la crisis, del paro y del hambre, que se daban en Alemania e Italia. En su origen aparecen como
movimientos de desesperanza y de rebeldía contra el liberalismo y los viejos mitos del progreso. Para
los fascistas la democracia política había degenerado a causa de la industrialización y de un excesivo
intelectualismo. A partir de aquí pretendían realizar “el verdadero socialismo” nacional, que defendía
la sustitución de la lucha de clases por una etérea “solidaridad nacional”, que mantenía el poder de la
oligarquía y del gran capital.Tanto uno como otro, no son sino dictaduras conservadoras que se
apoyan en la figura de un jefe carismático que arrastra a las masas desalentadas hacia un supuesto
Estado ideal frente al caos universal reinante. Este Estado se confunde con el mito de la grandeza de
la Nación: un nuevo Imperio Romano, en el caso de Italia; la refundación del Sacro Imperio Romano
Germano, en el caso de Alemania; o la vuelta a los valores del Imperio Español, en el caso de nuestra
nación.El fascismo y el nacionalsocialismo tienen una concepción antiigualitaria de la sociedad y,
por ello mismo, son hostiles a los principios de la democracia y del sufragio universal. En el
fascismo italiano esto se manifiesta en la superioridad de los gobernantes y en el nazismo en la
superioridad de la raza aria y en la misión del pueblo alemán.A modo de conclusión, siguiendo a
Emilio Gentile podríamos definir el fascismo como:“Un fenómeno político moderno, nacionalista y
revolucionario, antiliberal y antimarxista, organizado en un partido milicia, con una concepción
totalitaria de la política y del Estado, con una ideología activista y antiteórica, con fundamento
mítico, viril y antihedonista, sacralizada como religión laica que afirma la primacía absoluta de la
Nación a la que entiende como una comunidad orgánica étnicamente homogénea y jerárquicamente
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organizada en un Estado corporativo con una vocación belicista a favor de una política de
grandeza, de poder y de conquista encaminada a la creación de un nuevo orden y de una nueva
civilización”.
EL PODER Y SUS FORMAS DE COERCIÓN.En la experiencia cotidiana nos encontramos con
que existen determinados individuos, que en determinadas situaciones, deciden, ordenan y mandan
sobre otros que obedecen o cumplen lo mandado por los primeros. Estas situaciones, que podemos
remontar en la historia del hombre hasta sus orígenes, es lo que se conoce como el ejercicio del
poder.
El poder es la capacidad o actitud que tienen ciertos individuos o grupos sociales para dirigir a otros
individuos o grupos. La forma de concebir este poder ha variado en la historia, desde los momentos
en que se consideraba al individuo que lo ejercía como investido de una cierta aura divina (faraones
o reyes absolutistas) hasta la concepción del poder como algo que emana de un contrato social
(Hobbes y Rousseau) o de la voluntad general (soberanía popular).El poder, en sí mismo, exige
obediencia y, en algunos casos, sumisión hacia los gobernante. Por ello es necesario un contrapeso,
para evitar que el poder pueda ser ejercido de manera autoritaria y absolutista.En este sentido, las
posibilidades de desobediencia dependen de la forma en que el poder pretenda imponerse, de su
forma de ejercerlo, que puede ser legítima o ilegítima moral y socialmente. No es lo mismo el poder
de una tiranía que violenta los derechos básicos de los ciudadanos y la dignidad de la persona
humana, contra el que será justo rebelarse; que el poder que brota de un estado democrático que
representa la voluntad general y que mantiene ciertos niveles donde puede haber una disidencia
frente a las tesis de la mayoría.Las formas a través de las cuales se ejerce el poder y en las que se
apoya el poder suelen ser las siguientes:
–La fuerza física. Es la violencia que unos individuos pueden ejercer sobre otros. Es posiblemente
la forma más antigua y sólo es legítima cuando la fuerza física la ejercen determinados individuos,
en nombre de un estado democrático y de sus leyes para impedir la violencia indiscriminada de unos
sobre otros.-La coacción social. La ejercen las distintas instituciones, normas, costumbres que
constituyen una sociedad y “educan” al individuo, lo que conocíamos como socialización es la
expresión de este poder difuso que ejerce toda sociedad sobre los individuos. Si la sociedad es
cerrada el poder será absoluto, si la sociedad es abierta los individuos tienen ciertos márgenes para la
discrepancia.-La económica. Es la presión que ejercen determinados individuos o grupos sobre
otros, en función de las desiguales condiciones económicas de los mismos, pudiendo determinar los
que poseen el capital, las condiciones laborales, sistemas de producción y de distribución de los
bienes de consumo, etc.-La coacción psicológica. Esta forma de ejercer el poder se utiliza, desde las
relaciones sociales más próximas (familia, escuela, grupo de amigos) pasando por el mercado de
consumo hasta la política. Suele ejercerse de manera sutil, de modo que se pueda conseguir una
obediencia por parte de los individuos, sin que éstos aprecien que se está ejerciendo una imposición
sobre ellos. Los fenómenos de manipulación de masas descansarían en este tipo de ejercicio del
poder, es lo que se conoce como propaganda.
EL PODER POLÍTICO.
No toda forma de poder es política, el poder político es el que emana de una sociedad
estructuralmente organizada que se rige a través de unas leyes y disposiciones que determinan y
rigen el comportamiento de los individuos. El Estado, sea a la manera de las polis-estado de la
Grecia clásica o el estado nacional moderno, e incluso los posibles supraestados que se puedan dar
en el futuro (Estados Unidos de Europa), es una de las formas de poder político. La concepción del
Estado soberano moderno se remonta al Renacimiento y se refuerza con los nacionalismos del s.
XIX. Esta concepción del Estado soberano se caracteriza porque los derechos de los individuos se
supeditan a una denominada voluntad superior a cualquier otro tipo de poder que es lo que se conoce
como: soberanía. La soberanía en los estados absolutistas recaía en el rey, mientras que en los
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estados democráticos reside en el pueblo.La soberanía en un estado democrático se manifiesta en
aquella institución a la que se subordinan todas las demás instituciones: el Parlamento, como
máximo órgano de expresión popular. En las antiguas monarquías absolutistas el rey era el único
soberano. En España, aun teniendo un régimen monárquico, la soberanía nacional, como marca la
Constitución, “reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado”(Título
preliminar, art. 1). El pueblo es, pues, el único soberano.
EL ORIGEN DEL PODER POLÍTICO. –El poder emana de los dioses. En las primeras formas
de gobierno el poder ejercido por los reyes, faraones, emperadores o caudillos, se consideraba que
provenía de los dioses o de Dios (“por la gracia de Dios”). De ahí que su autoridad fuese considerada
suprema y se ejerciese de un modo absolutista y despótico. En esta concepción el representante de la
divinidad en la tierra sólo tenía que darle cuentas a ella.-El poder se basa en la propia naturaleza
de los hombres. Fue en Grecia donde se dio por primera vez esta concepción, según la cual los
hombres descubren la naturaleza social del ser humano e intentan fundamentar de manera racional
las relaciones sociales y el ejercicio de la autoridad que pasará a estar depositado en la Asamblea y
en las leyes que emanan de ella. El hombre es concebido fundamentalmente como ciudadano, el
ciudadano es el “hombre libre” sujeto a unos derechos y deberes cívicos, frente a los esclavos y
metecos (extranjeros) que carecen de los derechos civiles.-El poder brota de un acuerdo racional
entre los hombres: el pacto social. A partir de la Edad Moderna y como consecuencia de la ruptura
con la concepción teocrática de los Estados, comienza a articularse una nueva forma de entender el
poder que llevará en el s. XVIII a los primeros Estados democráticos. Según estas teorías son los
propios hombres que se han unido para busca un beneficio común los que son el origen de todas las
formas de poder. Esta concepción ha llegado hasta nuestros días con las llamadas teoría
neocontractualistas que subrayan la vigencia de este pacto fundacional en la creación de los Estados
modernos, en los cuales las normas que brotan del ejercicio de la razón buscan el primado de la
justicia, la igualdad de derechos y la libertad del individuo compatible con la libertad de todos.
LA LEGITIMACIÓN DEL PODER.El sociólogo alemán Max Weber menciona en su obra “El
político y el científico” que existen tres tipos de justificaciones internas, de fundamentos de legitimar
el poder, la dominación de unos hombres sobre otros: -La legitimidad tradicional. En ésta la
legitimación del poder proviene de la tradición y de las costumbres. En ellas se integran viejas
normas, prejuicios, soluciones prácticas, sabiduría popular, etc. Es la legitimidad que se daba en las
antiguas sociedades patriarcales y las monarquías de viejo cuño.-La legitimidad carismática. La
legitimidad provenía en ésta de la autoridad de la gracia personal y entrega, lo que se conoce como
“carisma” de una persona. Es la capacidad para crear e impulsar ideales colectivos, en virtud de las
revelaciones, el heroísmo u otras cualidades de caudillo que el individuo carismático posee. Es la
autoridad de los grandes profetas, jefes guerreros y líderes políticos con quienes los pueblos se
sienten identificados y a los que siguen de una manera ciega.-La legitimidad legal-racional. Es una
legitimidad basada en la “legalidad”, en la creencia en la validez de los preceptos legales y en la
“competencia” objetiva fundada sobre normas racionalmente creadas, es decir, en la orientación
hacia la obediencia a las obligaciones legalmente establecidas. El ejemplo más significativo son los
actuales Estados de derecho, regidos por una Constitución y otras leyes que determinan las
competencias de los distintos poderes y de los “servidores del Estado”Esta última es la propia de las
sociedades democráticas modernas, aunque en su seno existan todavía instituciones que reciben su
legitimidad de la tradición y aunque sigan existiendo líderes carismáticos que arrastran a los pueblos.
EL CONCEPTO DE UTOPÍA.Etimológicamente, utopía es un neologismo derivado de dos
términos griegos: u-tópos que literalmente significaría: “ningún-lugar”, “ninguna-parte” y, por ello,
hace referencia a lo que no se da en el espacio.“Utopía” fue el término que en 1516 utilizó Tomás
Moro, por primera vez, para dar título a una obra suya, donde se describía una sociedad ideal. Toda
utopía, como la que describe Tomás Moro, en una supuesta isla, responde al deseo de los hombres de
crear una sociedad perfecta, donde no existan las desigualdades e injusticias sociales que acompañan
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siempre a toda sociedad. Las utopía se han proyectado unas veces en un supuesto pasado ideal o
“edad de oro” tal como la que describe Cervantes, por boca de D. Quijote, o hacia un futuro todavía
inexistente como la famosa “sociedad sin clases” de Marx.Tomás Moro no es el primero, ni el
último, que imagina una sociedad perfecta, la historia de estas utopías -aunque no se las llamase así-
se remonta a “La República” de Platón, y tendrá su continuidad en obras como la “Ciudad del
sol” de Tommaso Campanella o las antiutopías de “Un mundo feliz” de A. Huxley o “Fahrenheit
451″ de Ray Bradbury.
a) CARACTERÍSTICAS DEL PENSAMIENTO UTÓPICO.1) IMAGINACIÓN Y
RACIONALIDAD.
Las utopías son siempre fruto de la imaginación, pero no sólo de ella. A la vez son también fruto de
la racionalidad más estricta. Obedecen a un intento de racionalizar el mundo, de desterrar
comportamientos sociales que son más bien tienen su origen en la irracionalidad humana, para
alcanzar un modelo de sociedad donde todos los hombres puedan convivir de manera pacífica y
justa. Las obras utópicas están hechas con la intención de convencer a sus lectores u oyentes de los
beneficios de los modelos de sociedad que describen, teniendo presente siempre las dificultades
reales y los límites de toda realización humana.
2) INSATISFACCIÓN Y EMANCIPACIÓN.La sociedad perfecta que presentan las utopías tiene
como trasfondo último una profunda insatisfacción ante la sociedad realmente existente en que vive
el autor de las mismas. La reacción de estos autores ante un mundo radicalmente desigual, injusto,
violento e insolidario, es la búsqueda de un nuevo horizonte que posibilitase unas nuevas relaciones
sociales y un nuevo modelo de instituciones sociales. El utópico parte de la confianza en las
posibilidades del hombre para construir por sí mismo un mundo mucho mejor.
3) CONOCIMIENTO DE LA REALIDAD.Proponer un mundo alternativo al mundo real implica,
siempre, un conocimiento adecuado de las condiciones sociales del mundo presente. Un
conocimiento que permite al utópico seleccionar los aspectos que deben ser corregidos y los que, en
cambio, se pueden conservar. Porque lo que se pretende, a fin de cuentas, no es inventar un mundo
distinto, sino idear un mundo mejor, donde se de solución a todos los problemas reales existentes en
éste. Por ello mismo, en las utopías no se encuentran soluciones fantásticas, sino propuestas
diseñadas racionalmente que pretenden solventar los problemas de las sociedades existentes. Las
soluciones que se presentan en las sociedades utópicas se consideran como posibles de realizar.
4) IDEALISMO Y CARÁCTER REVOLUCIONARIO.El pensamiento utópico podemos
calificarlo de idealista en dos sentidos: por una parte, porque en él prima “lo ideal” más que lo
convencional y, por otra parte, porque su fuerza está en “las ideas” más que en las acciones que
siempre se subordinan a aquéllas. Sin embargo, el idealismo utópico no es un idealismo vacío, una
simple enumeración de principios abstractos ajenos a la realidad, sino que se propone transformar
realmente la sociedad existente a partir de las alternativas ideales que propone. En este sentido todo
pensamiento utópico tiene un carácter revolucionario. El proyecto de sociedad ideal es radical y
reniega de los cambios sociales paulatinos, es decir, de las meras reformas.
b) FUNCIONES DEL PENSAMIENTO UTÓPICO.
1) FUNCIÓN CRíTICA.Quizás la más característica de las funciones del pensamiento utópico sea
la función crítica. El utopismo parte de la no aceptación de que el mundo sea inevitablemente como
es y dedica todas sus fuerzas al análisis racional de esa realidad, buscando las causas que provocan
las situaciones de desigualdad e injusticia social y reflexionando sobre las posibilidades de la
construcción de un nuevo modelo de sociedad.El utopismo niega todo inmovilismo histórico, toda
fatalidad, todo determinismo social, toda aceptación ingenua de la realidad y propone, como
alternativa, la creación de un mundo mejor, estableciendo las condiciones mínimas indispensables
para que ello pueda ocurrir.
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2) FUNCIÓN LIBERADORA.Esta función es una consecuencia de la anterior y supone:-En
primer lugar, la liberación del hombre de los sufrimientos e injusticias que padece en una sociedad
mal organizada. En este sentido nos incita a la acción y nos hace asumir nuestras responsabilidades
en la tarea de transformar la sociedad para mejorarla.-En segundo lugar, conlleva la liberación del
hombre de todos los tópicos y prejuicios de su época, es decir, nos incita a superar lo conocido y
proyectar un ideal de sociedad posible. -En tercer y último lugar, el hombre deja de ser un sujeto
meramente pasivo, determinado por los imperativos sociales y se transforma en un sujeto activo,
protagonista de su propia historia en la lucha por la construcción de aquello que todavía no existe.
3) FUNCIÓN EXPERIMENTADORA.Toda utopía es esencialmente una reflexión descriptiva
acerca de una realidad y prescriptiva de unas normas o leyes que lleven a la consecución de una
sociedad mejor. Así pues, debe entenderse como una elaboración intelectual que desde el análisis de
los problemas de una determinada sociedad, anticipa las posibles soluciones, lo que supone
claramente una función de experimentación intelectual.En algunos casos, casi excepcionales, estos
diseños intelectuales de una sociedad ideal han intentado experimentarse en la práctica en distintas
épocas de la historia humana (intentos de Platón en Siracusa, las Reducciones del Paraguay, la
Comuna de París, los primeros momentos de la Revolución Rusa, los primeros momentos de las
revoluciones cubana y nicaragüense, etc.), pero bien, por el surgimiento de problemas y
contradicciones internas a los propios proyectos utópicos o bien, por las presiones desde los viejos
modelos sociales que se resisten a desaparecer, estos proyectos utópicos han fracasado, aunque se
mantengan vivos como expresiones de los deseos humanos de mejorar las condiciones de una
sociedad plenamente insatisfactoria.
ORIGEN DE LA SOCIEDAD
Autor: J. M. M. Caminero.
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Publicado: December 12, 2015
¿Cuál o cuales son las hipótesis sobre el origen de la sociedad? ¿o dicho de otro modo cual es el origen de la sociedad según distintas
ideologías? ¡En definitiva, usted cuándo piensa cual es el origen de la sociedad, en cual de todas esta se integra! ¿Si usted bucea en
este problema o cuestión se dará cuenta, que al final, esto es un problema racional filosófico, y no solamente empírico científico?
¿Porque todo el mundo habla de sociedad? ¿De ella depende que deba la sociedad a la misma sociedad, al individuo, cómo organizar el
Estado? ¿En definitiva como se inserta usted en usted mismo y usted en la sociedad y en el Estado, y viceversa?
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1. Analicemos mínimamente algunos aspectos. El concepto de origen o de origen de la sociedad:
- Cuando hablamos de origen de la sociedad, la palabra origen no significa el comienzo en el tiempo de cualquier comunidad social, ni
siquiera con respecto a la primera unidad social que es la familia. El origen significa las causas o razones de por qué los seres humanos
- Origen significa, también, la finalidad, que se persigue en la constitución de una determinada comunidad.
- Cuando hablamos de origen nos estamos planteando el origen de la familia, como de la comunidad social y la política, y por tanto
- El problema del origen de la sociedad, es un problema filosófico y no sociológico, como se puede pensar. Hay cinco grandes
Según Aristóteles relaciona el individuo y la sociedad, vinculando el desarrollo natural y moral del ser humano a la vida social, a la
comunidad política. El ser humano no es autosuficiente, sólo puede ser autosuficiente, si se es una bestia o se es un dios, en palabras
En síntesis dice Aristóteles: De todo esto resulta, pues, manifiesto que la ciudad es una de las cosas naturales, y que el hombre es, por
Otros autores: Platón, Tomás de Aquino, Hugo Grocio, Adan Smith, teorías biológistas.
Estas teorías postulan un acuerdo expreso o tácito de los ciudadanos como fundamento de la sociedad, de la moral social, del derecho y
el Estado.
Entre otros autores: Protágoras, Trasímaco, Epicuro, Maquiavelo, Hobbes, Rousseau, Locke, J. Rawls.
John Rawls (1921) en su obra Teoría de la justicia (1971), defiende una versión actualizada de la teoría del contrato social, como
- El contrato social es una idea de la razón práctica. (es un enunciado normativo que no necesita ser deducido desde una situación ideal
- Para Kant, y por tanto para Rawls, el contrato social y su idea de la voluntad general legisladora, representa un ideal de la razón.
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- La justicia es considerada por Rawls como la virtud principal de las instituciones sociales.
- El problema del contrato es la única sociedad justa posible, aquella que distribuya los bienes y derechos básicos según los principios
que una asamblea ideal de sujetos perfectamente racionales e iguales habría aceptado por unanimidad.
- Los sujetos deben ser situados bajo un “velo de ignorancia”, para que así todo sujeto diseñe una sociedad lo más justa posible, aunque
él no sepa hipotéticamente donde le va a tocar vivir o desarrollar su rol, o en que estrato social estará situado. El modelo de Rawls está
Lo social y la sociedad prima sobre el individuo. Como cualquiera de estas hipótesis hay muchas diferencias y matices entre unas
5. Teorías organicistas.
La prioridad de la sociedad sobre los individuos, estos resultan meras partes y funciones de la realidad social objetiva. Comte es
positivista.
Para Durkheim, representa el holismo social. Para él, la sociedad es una entidad independiente, una estructura autónoma, que configura
la realidad de la vida de las personas individuales, que sin ella no pasarían de ser seres amorfos incapaces de desarrollar sus dotes
naturales. Solo a través de la sociedad, que el provee de los instrumentos lingüísticos, racionales e institucionales, el ser humano puede
ordenar sus impulsos y desarrollar sus capacidades, alcanzando una vida verdaderamente humana.
Nozick. En Anarquía, estado y utopía (1974) defiende un liberalismo radical: El Estado mínimo es el Estado más extenso que se puede
justificar, cualquier otro Estado más extenso viola los derechos de todos. Critica tanto el utilitarismo y el socialismo. Pero sus críticas van
contra el Estado del bienestar. Presenta el liberalismo clásico en clave utópico-libertaria. Nozick representa la vertiente ética del
programa liberal y político y económico que representan Friedman y la Escuela de Chicago y F.A. Hayeck.
El individuo tiene una primacía cuasi-absoluta frente a la sociedad y el Estado. Los derechos individuales poseen un valor superior a
todos los demás valores. El único límite a los derechos individuales son los derechos de los demás individuos. Esta primacía de los
derechos individuales les denomina una primacía de los derechos libertarios. Por tanto es una absolutización del derecho de propiedad,
que considera la base de todos los demás derechos del individuo. El Estado debe limitarse a hacer respetar los derechos de los
individuos, para lo que dispone del monopolio legal y moral de la violencia. El único Estado legítimo, es, pues, el Estado mínimo. Nozick
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no admite ningún contrato social alguno. El intento de imponer una justicia distributiva implica una violación de la “igualdad” moral
individual. Las cosas llegan al mundo vinculadas a las personas y este título de propiedad es inviolable, pues es la base de la libertad, y
la redistribución supondría una restricción no legítima de la libertad de iniciativa individual. Existe el derecho ilimitado de la propiedad
privada.
7. Es obvio que en un artículo de opinión no se puede desarrollar, ni siquiera lo mínimo de una cuestión tan importante. Pero si he
querido que usted vea un panorama de este tema, este tema que condiciona, consciente o inconscientemente su modo de ver al ser
humano, la sociedad, el Estado y quizás, sin usted darse cuenta el voto que ha ido realizando durante estos últimos años o lustros o
décadas.
De lo que usted crea en estos campos, así creerá cómo debe actuar el Estado sobre el individuo y del Estado sobre la sociedad y todas
las relaciones entre individuo, sociedad, Estado y multitud de otros temas, por ejemplo, educación, impuestos, privacidad, defensa,
En el fondo se suele decir, que el origen de la sociedad es natural, pero que después el ser humano tiene que llegar a consensos y
acuerdos concretos y prácticos. Algo así como el lenguaje, es una capacidad natural, pero después cada ser humano según su época o
TEORIAS NATURALISTAS:
Estas teorías defienden que la sociedad es anterior al individuo.
1. Antigüedad, Platón
a. Platón, en la república señala que el hombre no es autosuficiente. Es preciso que se una con otros hombres y que cada uno aporte a
la totalidad su trabajo.
b. Aristóteles, en la política, expone que, aunque el individuo, la familia y la aldea son anteriores al estado, no lo son naturalmente. Un
hombre que no viva en sociedad no es un hombre, sino una fiera o un dios.
2. En la Edad Media, la filosofía escolástica su máximo representante, Tomas de Aquino, seguirá fielmente las tesis aristotélicas. La
sociedad es natural al hombre.
3. Los hombres han nacido para agruparse siguiendo un instinto o impulso natural guiado por el interés y la utilidad.
4. Lo que el hombre es, depende de sus relaciones sociales, y estas, a su vez, se determinan por el lugar que ocupa en la estructura de
la sociedad.
TEORIAS CONTRACTUALISTAS CLASICAS:
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El contractualismo es una teoría filosófica según la cual la sociedad y el estado deben su origen a un pacto o contrato social libremente
establecido por los hombres.
1. El estado de naturaleza es el punto de partida: Se trata de imaginar cómo sería el hombre en estado salvaje, sin organización
política.
2. El contrato social es un artificio necesario: Como estas situaciones ideales de partida no son posibles, es necesario construir una
sociedad civil artificial a partir de un contrato.
3. El sistema político se funda en la legitimidad del contrato: Las reglas del pacto social configuran el tipo de estado resultante.
1. El estado natural del ser humano es el estado de guerra de todos contra todos. Esta situación es insostenible.
2. El contrato obliga a todos los individuos, que ahora se convertirán en súbditos, a ceder todas las libertades a un ser que ostenta todo
el poder, que es el soberano.
3. Da lugar al absolutismo político. Este es el origen del estado.
--
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Universidad de Panamà, C.R.U. Bocas del Toro
Resumen:
El concepto de sociedad humana se define como una agrupación de personas interrelacionadas a través de un conjunto de actividades
económicas, sociales, culturales y políticas, que cumplen, con la cooperación de sus integrantes. Su origen no es muy claro se presentan tres
Introducción:
La sociedad humana es una agrupación o reunión de personas, conjunto de familias, o de fuerzas sociales con un nexo en común. Existen
La Teoría Divina
La Teoría Evolucionista
La Teoría Sociológica
Contenido:
La sociedad humana es un término que engloba la agrupación humana buscando solución a sus necesidades, por lo que mantiene un estrecho
vínculo o trato basado en la solidaridad de grupo. Debido a que la sociedad ha evolucionado culturalmente se han ido creando disciplinas o
ciencias para investigar y comprender de mejor manera su organización y sus mecanismos de respuesta a su necesidad. Estas son las ciencias
sociales. Entre las disciplinas dedicadas a investigar la sociedad tenemos: la geografía, la historia, la economía, la arqueología, antropología,
sociología entre otros. todas estas disciplinas sirven con sus conocimientos para que los nuevos miembros de la sociedad cumplan con los
fundamentos de transmisión de valores que debe reunir para contribuir con su acción al progreso y mejoramiento de la sociedad en el cual vive.
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Teorias sobre el Origen del Hombre:
1. Origen de la Sociedad según la Teoría Divina o Creacionista: para esta teoría, el ser humano, al igual que el resto de todo lo
existente, fue creado por la voluntad de un dios (yhwh, Yavé o Jehová) quien decidió crear el universo para su propia satisfacción.
en un proceso de creación por la palabra, en el sexto día Yavé hizo al hombre y a la mujer. Atendiendo a los textos bíblicos (Gen. 2),
la creación del hombre y la mujer por Yavé, ocurrió en un lugar geográfico recorrido por cuatro ríos, dos de los cuales continúan
llevando el nombre bíblico de Tigres y Eufrates, es decir la primera pareja humana fue creada en el país llamado antiguamente
2. Origen de la Sociedad Humana según la Teoría de la Evolución: esta teoría fue formulada por el
naturalista ingles Carlos Darwin a mediados del siglo XIX, el la que planteo que un remoto pasado el ser humano tuvo un ancestro
común a los actuales antropoide: simios, gorilas y chimpancés. "con las declaraciones de Darwin se inició una controversial polémica
que duro generaciones. se contemplo como contrario a las declaraciones de la bíblia, según esta teoria el hombre es biológicamente
un animal que a pasado por una serie de cambio fisicos u orgánicos que le han permitido transformar y dominar la naturaleza para
3. Origen de la Sociedad según la Teoría Socilógica: En el siglo XIX los sociólogos y economistas aplicaron los conceptos evolucionistas
a la sociedad humana a traves de varias corrientes intelectuales. Según esta teoría la sociedad humana surgió como producto de una
lenta evolución de las relaciones de trabajo entre los individuos que vivían en grupo debido a sus instintos gregarios de
supervivencia: necesidad de alimentación, defensa y preocupación. A raíz de la satisfacción de estas necesidades se formaron grupos
que sobrevivían en forma comunitaria, unidos por lazos de ayuda mutua y solidaridad, necesario para solucionar su problemas
fundamentales de existencia
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Bibliografía:
Publicado en 1928
Capítulo 8:
El origen de la sociedad. Tesis
Aquí se estudiará por qué existe la sociedad, no cuando apareció. Aquí se pretende explicar cuál es el vínculo
que une a los hombres de un conglomerado, no desde cuándo están unidos. Es decir, en este párrafo se
inquiere no un problema histórico, sino uno filosófico: a que es debida la existencia de las sociedades.
Cuatro han sido hasta ahora las soluciones que se han dado a este problema. A la pregunta, ¿por qué existe la
sociedad?, cuatro han sido las respuestas, a saber: la tesis contractualista, la tesis organicista, la tesis
naturalista y la tesis ecléctica.
Tesis contractualista
La idea de contrato o pacto social presente en los pensadores del siglo XVII y de la primera del siglo XVIII,
representa una parte esencial del bagaje intelectual que nutre las reflexiones actuales sobre la sociedad y el
Estado, la libertad y la autoridad, la política y el derecho.
Los principales representantes de esta teoría son: Hobbes, Locke, Montesquieu, Rousseau, Grocio y otros.
El tratamiento de este tema abarcaría amplios espacios, mas como el propósito de este libro es dar un enfoque
introductorio, sólo se hará mención de algunos planteamientos centrales representados por algunos de sus
exponentes.
Para John Locke, según el propio juicio de Dios, el hombre había sido creado en una condición tal que no
convenía que permaneciese solitario; lo colocó, pues, en la obligación apremiante por necesidad, utilidad y
tendencia a entrar en sociedad, siendo la unión entre el hombre y la mujer como esposa, la primera sociedad
que se estableció.
De ella nació la sociedad entre los padres y los hijos; y esta dio origen, a la sociedad entre el amo y los
servidores suyos.
La sociedad conyugal se establece por un pacto voluntario entre el hombre y la mujer. Su finalidad principal es la
procreación.
Juan Jacobo Rousseau coincide con Locke, al afirmar que la más antigua de las sociedades, y la única natural,
es la familia. Esta es, pues, si se quiere el primer modelo de las sociedades políticas: el jefe es la imagen del
padre; el pueblo es imagen de los hijos.
Esta doctrina estima que la vida social no es sino la manifestación de una voluntad de los individuos, el resultado
de un acuerdo que se ha producido entre ellos. Es de tal contrato del que nació la sociedad, y actualmente
todavía, tal sociedad no tiene otras reglas que la que les da el entendimiento de sus miembros.Las fuerzas y las
leyes que la dirigen son entonces, jamás de orden biológico, sino de origen psicológico y voluntario. No es
producto de la naturaleza, sino precisamente una creación del arte humano.
El contrato social aborda el problema de la justificación filosófica de la sociedad; repetimos que no trata de
resolver sobre su origen histórico. El contrato social es la idea que señala cómo debe ser constituido el orden
jurídico, para que los derechos que el hombre tiene por naturaleza sean conservados íntegros en la organización
social.
Tesis organicista
Según esta doctrina el hombre es un organismo. Es un ser sometido a leyes biológicas, la sociedad integrada
por organismos humanos es, igualmente, un organismo. Y como es un organismo existente y funciona como un
organismo.
La doctrina organicista, cuyo más célebre intérprete moderno fue Herbert Spencer, para hacer comprender la
naturaleza de los seres sociales, se esfuerza en aproximarlos a los seres a los cuales nadie les niega naturaleza
independiente: los organismos vivientes, vegetales, animales, hombres. Sin asimilarlos a tal o cual especie de
éstos en particular, afirma que se puede encontrar en ellos todos los caracteres que presentan estos últimos en
lo general. Muestra para ello, en su constitución y en su actividad, las fuerzas y las leyes de la vida tal como los
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biólogos las han deducido. Propone entonces comprenderlos en el grupo de la naturaleza animada creando
simplemente un conjunto nuevo: el reino o imperio social.
Los contractualistas que creen que el hombre creó la sociedad, son partidarios de una tesis en que predomina la
espontaneidad.
Los organicistas, que creen que la sociedad ya estaba hecha, son partidarios de una tesis en que predomina la
coacción.
Tesis naturalista
El principal representante de esta doctrina fue Aristóteles, quien se ocupó a fondo de los problemas de la
sociedad y el Estado en los ocho libros de su Política.
Para Aristóteles el hombre es un zoon politikón, un animal político. El hombre no es sólo naturalmente social,
sino que también es esencialmente social.
Aristóteles reacciona frente a los sofistas y los cínicos, que por diversas razones interpretaban la ciudad, la polis,
como nómos, ley o convención. Aristóteles, por el contrario, incluye la sociedad en la naturaleza. Su idea rectora
es que la sociedad es naturaleza y no convención; por tanto, algo inherente al hombre mismo, no simplemente
estatuido.
Aristóteles considera el origen de la sociedad. Su forma elemental y primaria es la casa o familia, formada por la
unión del varón y la hembra para perpetuar la especie; a esta primera función sexual se une la de mando,
representada por la relación amo-esclavo; esta segunda relación tiene como fin lograr la estabilidad económica
de la oikía; por esto, para los pobres, el buey hace las veces del esclavo, como dice Hesiodo. La agrupación de
varias familias en una unidad social superior produce la aldea o kóme. Y la unión de varias aldeas forma la
ciudad o polis, forma superior de comunidad para Aristóteles.
Aristóteles concede un gran papel a la voluntad en lo social, y no distingue entre sociedades «naturales», como
la familia, en la cual uno se encuentra involuntariamente, y asociaciones fundadas por un acto voluntario, como
un círculo, al cual se pertenece o se deja de pertenecer cuando se quiere.
Se considera que el pensamiento de Aristóteles respecto a la sociedad es de tal manera valioso, que nadie lo ha
superado hasta antes de Comte.
Tesis ecléctica
La posición de Fouillée puede llamarse la de un conciliador, que trata de armonizar las dos tesis en lucha.
Ambas tesis -la contractualista y la organicista-se han combatido con furor. Ambas han estado en error. Antes de
que el hombre apareciera, había ya sociedad, se ha dicho a los contractualistas. ¿Cómo es posible que sin
lengua, producto eminentemente social, se hayan entendido? ¿Y conforme a qué normas jurídicas pudo
pactarse la sociedad, sin el derecho igualmente producto de la sociedad, no existía? A los organicistas, a su vez,
se les ha dicho que el organismo social es un todo discreto y que se llegaría al absurdo de que su conciencia
estuviera distribuida en todos sus miembros.
Se llama teoría ecléctica (del griego Eklegoo; ek, fuera, leggo, escoger), a la que carece de doctrina propia, pues
estima como mejor procedimiento para alcanzar la verdad hacer la selección de lo mejor de los sistemas en
pugna. En este caso, Fouillée ha tomado de los organicistas una parte de su tesis y ha desechado otra parte; y
de los contractualistas ha tomado algo, rechazándoles otra muy considerable.
Así acepta de los organicistas que la sociedad fue un organismo en épocas remotas; pero les rechaza que por
modo exclusivo, en todo tiempo haya sido un organismo. Es aquí cuando acepta a los contractualistas que hubo
un momento en que una horda vencedora obligó a la vencida a incorporarse a su órbita en ciertas condiciones
pactadas o impuestas; es decir, que hubo una especie de contrato en esta formación de una nueva sociedad;
pero rechaza de los contractualistas la idea de que al inicio de toda sociedad haya habido un contrato. Y
entonces la solución ecléctica es: las sociedades son organismos contractuales.
De las cuatro soluciones propuestas al problema del origen de la sociedad, no podríamos decir cuál es la
acertada. Sin embargo, sí se puede afirmar que tanto la contractualista y la organicista -en sus versiones
originarias- son erróneas. En la tesis ecléctica de Alfredo Fouillée hay una solución muy próxima a
convencernos; y la naturalista del gran Aristóteles es la que, en general, más nos cautiva.
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obliga a los miembros de la sociedad a conspirar con sus actos a la prosecución del bien
común.
Pues bien, ahora sentemos bases de lo que realmente es el hombre, ya que el error de las
teorías contemporáneas sobre el origen de la sociedad estriba principalmente en la
concepción errada de las características del hombre. El hombre es una sustancia individual de
naturaleza racional, que posee tres elementos constitutivos, a saber, existencia substancial
(existe por sí mismo), Individualidad (es distinta de otra) y espiritualidad (está conformado
por alma racional y cuerpo, fusionados en unidad). Además el hombre posee características
únicas, heredadas de su alma racional: libertad, responsabilidad, conciencia, sociabilidad
innata y dignidad.
Por lo tanto se puede concluir que la persona humana es el origen y fin esencial de la
sociedad, es decir, es el fundamento, sujeto y fin de toda actividad social.
El hombre, el primer hombre, fue creado por Dios en el paraíso terrenal, con toda suerte de
dones sobrenaturales y preternaturales (los cuales perdió por culpa del pecado mortal),
quedándole solamente los dones naturales y condenado a la enfermedad, dolor, trabajo
penoso y muerte, así como a la lucha constante entre su razón y su concupiscencia. Esta serie
de hechos, conocidos por revelación divina, pero fácilmente respaldados por la razón,
encuentran su antítesis en teorías ateas como la teoría evolucionista o transformista, que
postula que el hombre proviene del mono y poco a poco fue evolucionando hasta convertirse
en lo que es hoy, es decir, pasó de un ser irracional con alma sensitiva, a un ser humano
social con alma racional, cosa absurdísima a mi parecer.
Retomemos nuestro tema principal. La teorías que tratan de explicar las causas por las cuales
el hombre vive en sociedad son varias, pero todas ellas puede concentrase en el
reconocimiento del hecho de que, para que pueda vivir, el hombre necesita encontrarse en
sociedad.
1. Contrato social. (Thomas Hobbes y Juan Jacobo Rousseau)
Según esta doctrina, los primeros hombres se regían por la ley del egoísmo y por ella vivían
en perpetua lucha para poder satisfacer sus necesidades. Para terminar con esa lucha, la
libre voluntad humana, compelida por la conveniencia, convino en reunirse en sociedad.
Esta teoría es del todo punto falsa, ya que niega, primero, el instinto de sociabilidad natural
innata que el hombre posee desde que es hombre; segundo, concede al hombre una libertad
irrestricta antes de dicho contrato, cosa que es falsa, porque el hombre siempre tiene una
conciencia moral grabada en su mismo ser; y tercero, el hombre se encuentra inclinado al
bien, no al mal.
2. Evolución mutualista
La sociedad no es mas que una fase, la última conocida hasta ahora, de un proceso evolutivo
de la primera subsistencia que por un proceso indefinido se ha ido elevando cada vez más a
formas superiores, conducida en su movimiento de ascensión por la ley inflexible del
determinismo universal.
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Esta teoría también es falsa, por varios motivos, primero, pretende aplicar el historicismo a
los actos humanos (los actos humanos están siempre determinados, y progresan siempre al
marxismo); segundo, postula la ley del determinismo, negando la libertad inherente que el
hombre posee en todos sus actos; y tercero, defiende la ley del progreso indefinido,
postulación que es falsa, ya que la historia tiene indefectiblemente un fin (intrahistórico y
supra histórico).
3. Naturaleza social.
Prueba que el hombre es social por naturaleza, por el hecho de ser hombre, argumentando
que: el hombre tiene instinto de sociabilidad, ha desarrollado un lenguaje articulado, y
siempre se encuentra necesitado de alguien más
Esta teoría, defendida en parte por Platón y Aristóteles, y explicada cabalmente por Santo
Tomás y San Agustín, es la más apegada a la realidad, ya que defiende la naturaleza social y
racional del hombre.
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hombre e implica una búsqueda de los bienes del espíritu como son la verdad, la
justicia y el amor.
19
económica debe ejercerse siguiendo sus métodos y leyes propias, dentro del ámbito
del orden moral, para que se cumplan así los designios de Dios sobre el hombre”.
“El crecimiento económico debe orientarse al bien-ser del hombre y de todos los
hombres y no sólo al bien-estar. El crecimiento económico no puede ser un fin en sí
mismo, sino un medio –necesario- para responder a las necesidades esenciales de
los pueblos y, luego, para promover el bien-ser de todos. Un desarrollo económico
del sólo tener sería un error, porque es parcial y no abarca a todo del ser humano ni
a todas las personas.”
La política económica, así como la organización del mundo del trabajo, debe
hacerse de forma que favorezca la riqueza y la estabilidad de las familias, célula
básica de la sociedad. Esto pasa por el respeto a la mujer y a su feminidad sin
pretender que asuma roles masculino que no le corresponden. Conocemos cómo
los mecanismos económicos afectan la configuración de la familia y esto es
inevitable, pero tanto el Estado como la sociedad deben idear los mecanismos
necesarios, a través del mismo gobierno o de instituciones intermedias, como las
asociaciones de obreros, para que no sea disminuida en sus funciones esenciales y
en su dimensión personalista.
Sea cual sea el sistema que se emplee, debe buscar satisfacer las aspiraciones
más altas y nobles del hombre e introducirlas en la lógica misma de la producción,
distribución y consumo. Por este respeto al hombre, es necesario que las
estructuras económicas y sociales permitan actuar, interactuar y vivir en un ámbito
de libertad. Sólo en la libertad el hombre puede alcanzar su pleno desarrollo
logrando así que se respete su dignidad como persona. Por esto el mercado debe
ser libre, no sólo por ser actualmente el modelo más adecuado desde el punto de
vista financiero. Pues si este fuera el fundamento que rige, sería fácil que se
pisoteara la libertad del hombre argumentando tener un mejor sistema económico
donde no se respeten estas libertades, como puede ser actualmente el caso de
algún país asiático.
Ahora bien, en el mercado libre no pueden entrar al mismo nivel quien tiene fuerzas
y recursos y quien tiene sólo su cuerpo y su dignidad para venderlas y conseguir
con ello lo necesario para satisfacer sus necesidades básicas. “Es necesario valorar
el trabajo como dimensión de realización y de dignidad de la persona humana. Es
una responsabilidad ética de una sociedad organizada promover y apoyar una
cultura del trabajo”.
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obligación de hacerlos producir para el bienestar de los demás hombres. La
organización económica debe tener como prioridad al individuo, y, por tanto,
defender y cuidar el bienestar de la familia y su unidad.
El trabajo humano
21
ofreciendo sus fuerzas para el trabajo, las ponían a disposición del grupo de los
empresarios, y que éste, guiado por el principio del máximo rendimiento y por tanto
por una mentalidad puramente utilitarista, trataba de establecer el salario más bajo
posible para el trabajo realizado por los obreros.
Ante este hecho, la Iglesia defiende el principio de la prioridad del “trabajo” frente al
“capital”. Este principio se refiere directamente al proceso mismo de producción,
respecto al cual el trabajo es siempre una causa eficiente primaria, mientras el
“capital”, siendo el conjunto de los medios de producción, es sólo un instrumento o
la causa instrumental. Este principio es una verdad evidente, que se deduce de toda
la experiencia histórica del hombre.
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pueda constituir un motivo de contraste social en el trabajo. La propiedad se
adquiere ante todo mediante el trabajo, para que ella sirva al trabajo. Esto se refiere
de modo especial a la propiedad de los medios de producción. Estos no pueden ser
poseídos contra el trabajo, no pueden ser ni siquiera poseídos para poseer, porque
el único título legítimo para su posesión es que sirvan al trabajo; consiguientemente
que, sirviendo al trabajo, hagan posible la realización del primer principio de aquel
orden, que es el destino universal de los bienes y el derecho a su uso común.
El hombre que trabaja desea no sólo la debida remuneración por su trabajo, sino
también que sea tomado de tal manera que sea consciente de que está trabajando
“en algo propio”. Esta conciencia se extingue en él dentro del sistema de una
excesiva centralización burocrática, donde el trabajador se siente engranaje de un
mecanismo movido desde arriba; se siente por una u otra razón un simple
instrumento de producción, más que un verdadero sujeto de trabajo dotado de
iniciativa propia. Las enseñanzas de la Iglesia han expresado siempre la convicción
firme y profunda de que el trabajo humano no mira únicamente a la economía, sino
que implica además y sobre todo, los valores personales. El mismo sistema
económico y el proceso de producción redundan en provecho propio, cuando estos
valores personales son plenamente respetados. Según el pensamiento de Santo
Tomás de Aquino[i], es primordialmente esta razón la que atestigua en favor de la
propiedad privada de los mismos medios de producción. Hay que hacer todo lo
posible para que el hombre, incluso dentro de este sistema, pueda conservar la
conciencia de trabajar en “algo propio”. En caso contrario, en todo el proceso
económico surgen necesariamente daños incalculables; daños no sólo económicos,
sino ante todo daños para el hombre.
23
El origen histórico de la sociedad política no hay que confundirlo con el origen
institucional de la misma sociedad política. Por origen institucional se entiende el origen
de su especial estructura y planificación, tal como al correr de los tiempos se ha
presentado en la historia, cualquiera que haya sido el Estado o sociedad política donde se
haya verificado. Por origen histórico se entiende, por el contrario, aquellas causas
históricas, que hayan dado existencia temporal e histórica a una determinada sociedad
política o Estado. Son dos conceptos distintos, que plantean dos cuestiones o problemas
distintos. Aunque tal vez las respuestas puedan ser coincidentes. Así sucede en la Teoría
liberal, para la que el origen institucional de la sociedad política, por ser convencional, es
el mismo que le da origen histórico, el pacto social y quienes realizan ese pacto. Más aún,
no tiene sentido separar las dos cuestiones.
Son, pues, dos las causas que concurren y determinanla existencia de una sociedad civil:
los «Hechos asociativos», que preparan y disponen el elemento material, las familias; y la
ley natural, que obligue al hombre a realizarse de la mejor manera posible, que esté a su
alcance; y esa manera es, en esa circunstancia, asociándose políticamente. Meyer en sus
famosas Institutiones Iuris naturalis formula así esta teoría: «Supuesta la existencia de
familia reunidas por la evolución natural y orgánica o por libre determinación, la
obligación estable por la cual el Estado existe jurídicamente se origina inmediatamente de
la ley natural". (Tesis 33; II n.', 290). De ahí su nombre, Teoría histórico-natural.
Claro que esta Teoría no excluye de entre los hechos históricos asociativos el acuerdo
social;
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«No puede negarse -nos dice Meyer- que alguna vez pudiera el consentimento mutuo y el
pacto dar lugar a la formación de la sociedad civil. Esto ocurre en casos extraordinarios,
cuando algún obstáculo accidental se opone a la labor orgánica ordinaria de la naturaleza,
o cuando el cuerpo orgánico ya preexistente se deshace por un acontecimiento eventual,
como el de una anarquía plena. Pero de ordinario esa formación es el resultado de una
elaboración lenta orgánica, al modo de una cristalización moral, a la que contribuyen
innumerables fuerzas naturales unas, históricas otras ; a las que no falta tampoco la varia
y libre cooperación de los hombres, pero siempres indirecta y casual 8ib. I, nº 427 y 361)
Los "Hechos asociativos" son aquellos acontecimientos históricos, que han contribuido al
nacimiento temporal e histórico de una determinada sociedad civil o Estado. No sólo
circunstancias de tiempo y geografía, sino una serie de hechos históricos, como
migraciones, invasiones, guerras, revoluciones, desmembraciones, pactos, federaciones,
etc., que influyen de hecho en la existencia y fisonomía propia no sólo del cuerpo, sino
también del espíritu social de una determinada sociedad o Estado. Estos hechos
asociativos se clasifican en primitivos y derivados.
Primitivos son los que dan origen por primera vez a una sociedad política sin presuponer
la existencia de otra, de la que de alguna manera deriven.
Derivados son los que dan origen a una sociedad política o Estado, pero presuponiendo la
existencia de otra sociedad política o Estado, de la que se deriva de alguna manera.
25
independientes, se unen políticamente entre sí para formar un nuevo Estado, de mayor
extensión y poderío económico. En la Edad Media estas confederaciones solían realizarse
a través de los pactos matrimoniales entre las familias reinantes. 5) Nueva fundación, por
la que se forman nuevos Estados, agregando o disgregando otros ya existentes,
generalmente como resultado de victorias bélicas. Así muchos Estados europeos después
de la guerra de 1914, nacidos de la paz de Versalles, o los Reinos fundados por Napoleón
el siglo pasado.
La Teoría del Pacto social para explicar el origen histórico de la sociedad política es la
teoría clásica, defendida por los doctores católicos hasta llegado el siglo XIX. Tiene por
sus principales representantes a Suárez y Bellarmino. El origen histórico de la sociedad
política se explica -hay que explicarlo según estos autores- no sólo por la concurrencia de
los «Hechos asociativos», que, sin duda, intervienen y consideran necesarios para
preparar y disponer el elemento material de la sociedad en cuestión, sino también y
principalmente por el consentimiento o pacto social, al menos implícito, entre las familias
y demás entidades o sociedades incompletas, que forman la trama social básica. Este
pacto entra como causa inmediata y efectiva del vínculo social.
Suárez, con la claridad y profundidad que le caracterizan. nos expone así su pensamiento:
»Otra manera de multiplicación de las familias es con distinción doméstica y cierta unión
política, que no se hace sin algún pacto expreso o tácito de ayudarse mutuamente, y sin
alguna subordinación de cada una de las familias y personas a algún superior o dirigente
de la comunidad, sin el cual tal comunidad no puede subsistir, como más largamente dije
en Defensio Cathol. III,c.1 y 2.
26
dieram, Y, c. 7, n.° 3; De leg. III, c. 2, n.° 4)
El Pacto social o Contrato social es aquel convenio por el cual una o más personas, que
quieren formar sociedad con otra u otras, se obligan con ellas y mutuamente a colaborar a
la realización del bien común de esa sociedad. Este convenio puede ser expreso o tácito.
Para la formación de la sociedad civil no es necesario que este pacto sea expreso, es decir,
formulado con palabras o consignado por escrito. Basta y sobra que sea un pacto tácito,
implícito en acciones y gestos, que suponen esa voluntad interior de obligarse
mutuamente, por la adhesión usual, la aceptación práctica del orden establecido o en vías
de establecerse, mediante la permanencia libre en el territorio sujetándose en la practica a
lo que todos los demos se sujetan, etcétera.
«Un modo de prestar ese consentimiento -nos dice el Doctor Eximio- se verifica cuando
se da por partes (paulatim) y como sucesivamente, a medida que va aumentando el
pueblo, como, vg. en la familia de Adam, de Abraham y otros casos semejantes.
Primeramente, en estos casos, se obedecía a Adam como a Padre o Jefe de familia
(tamquam patrifamilias); más tarde, aumentándose el pueblo, puede aquella .sumisiónm
(subjectio) continuarse y extender el corrsentimiento u obedecerle también como rey,
cuando aquella comundad empezó a ser pertecta. Y quizá, añade Suárez, muchos reinos;
(y en particular el primer reino de la ciudad de Roma) empezaron así. Y de este modo la
potestad real y la comunidad perfecta pueden juntamente tener principio». (Defensio fidei
cath. III c. 2, n.', 19)
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El pacto social para la escuela católica se requiere únicamente como razón y causa del
origen histórico de una determinada sociedad política; de ninguna manera de su origen
institucional. La sociedad política es una sociedad natural cuya estructura social
especifica, en sus líneas fundamentales, no queda al arbitrio ni convención de los que la
pactan. Es Dios quien la ha concebido y planeado como complemento natural y necesario
del hombre, cabeza de familia, que por sí solo aisladamente no puede conseguir el
desarrollo y perfeccionamiento que está llamado a conseguir; pero sí asociado a otros.
J. Pérez
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