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Un tóxico es una sustancia o agente de cualquier origen (natural o artificial) que provoca un
efecto adverso sobre los organismos vivos (Vallejo, 1997), dicha sustancia o agente puede
ser un elemento puro (Cd, Pb, Hg, Cr, entre otros), o un compuesto (como el Cianuro y los
Hidrocarburos), y encontrarse en cualquiera de las tres formas físicas posibles.
La toxicología, por ende, es la ciencia que estudia el efecto nocivo y la habilidad del tóxico
(toxicidad) para alterar la estructura y respuesta de un organismo vivo dada la exposición al
mismo, teniendo en cuenta la ocurrencia, naturaleza, incidencia, mecanismos y factores
de riesgo que lo caracterizan. Esta ciencia, tiene gran relevancia y aplicación en la
evaluación y prevención de daños en la salud y bienestar de los seres vivos (Roberts &
Williams, 2000).
Fuente: Adaptado de Loomis, T. A & Hayes, W. (1996). Loomis’s essential of toxicology (4a Ed.). USA: Academic
Press.
Fuente: Adaptado de Landis, W. G & Yu M. (2003). Introduction to environmental toxicology: Impacts of chemicals
upon ecological systems (3a Ed.). Florida: Lewis Publishers.
Podría considerarse que la ecotoxicología es una ciencia más específica que la toxicología
ambiental, en cuanto a su sujeto de estudio, pero que fundamentalmente tienen el mismo
objetivo y estructuración, proveniente de la definición de toxicología.
Por ejemplo, los metales hacen parte de los elementos que conforman el suelo, siendo
algunos de ellos micronutrientes esenciales para plantas y animales, como el Cobre, que es
constituyente de proteínas y enzimas y que regula además procesos tan importantes para
las plantas como la formación de tejidos estructurales a través del proceso de lignificación
(Bonilla, 2000). Sin embargo, en altas concentraciones el cobre puede inhibir la actividad
fotosintética, y en mamíferos rumiantes ocasionar daños en el hígado y anemia (Bjerregaard
& Andersen, 2007)
Fuentes
Principales sustancias
Entrando en los factores inherentes a la sustancia encontramos que sus propiedades físicas
y químicas son determinantes en la toxicidad que producen (Tabla 1).
(CAS) Registro de la Chemical Abstract Service, una división de la American Chemical
Society.
· Estabilidad en el medio: Por otro lado, si una molécula no es soluble en agua y además
su estructura tiene un predominio de enlaces químicos muy estables, es una sustancia poco
reactiva y, por ende, se convierte en un agente fácilmente acumulable dentro de un individuo
o ecosistema. El DDT, un agroquímico organoclorado conocido por su alta toxicidad, es
degradado en un 50% en un periodo de 2 a 15 años, dependiendo del tipo de suelo
(ATSDR, 2002). La presencia de halógenos y de anillos aromáticos en las moléculas brindan
a las sustancias las características de permanencia descritas (Figura 3).
· Fácil degradación o eliminación: Los tóxicos solubles en agua son fácilmente excretados
por el cuerpo, los grupos hidroxilos y carboxilos, presentes en cadenas abiertas de pocos
carbonos, son los responsables de darle a la sustancia tal característica. Dichos grupos
unidos a anillos aromáticos otorgan polaridad a la molécula, lo que favorece su solubilidad y
su degradación.
Figura 3. Estructura química de algunos grupos y sustancias caracterizados por su alta
permanencia en el ambiente (A, B y D) o por su alta reactividad (C).
Nota. (A) Benceno. (B) Naftaleno. (C) Trinitrotolueno. (D) DDT –diclorodifeniltricloroetano-
Teniendo en cuenta que las identificaciones de las características de una molécula están
relacionadas con su comportamiento físico y químico, resulta de mucha utilidad poder
predecir cuál o cuáles serán los efectos que una sustancia conocida puede tener. En este
contexto, el QSAR (Quantitative Structure Activity Relationship) se propone como un método
de estimación de la toxicidad de un agente, basado en los efectos observados para
sustancias con propiedades físicas y estructurales parecidas a aquel objeto de estudio.
QSAR es una herramienta útil que tiene en cuenta el aporte de cada característica de la
estructura molecular, permitiendo calcular su toxicidad potencial. Este método permite la
selección de sustancias químicas de menor impacto en el medio ambiente, que igual
cumplen con las propiedades deseadas a nivel industrial (Landis & Yu, 2003)
Otros factores inherentes a los agentes químicos y que determinan su toxicidad son: Las
vías de ingreso al organismo, la magnitud a la exposición y la toxicocinética de la sustancia.
Estos temas serán abordados y profundizados en las próximas lecciones.
LECCIÓN 3. TIPOS, RUTAS Y VÍAS DE EXPOSICIÓN
Los tipos de exposición se clasifican de acuerdo a: (1) la concentración del tóxico asociada a
la dosis, (2) al tiempo de exposición y (3) a la aparición de los efectos, obteniendo tres
categorías principales (Vallejo, 1997):
Aguda o instantánea:
En la cual la exposición está dada por una dosis, en un solo evento, generando efectos a
corto plazo, es decir inmediatos o dentro de las 24 horas siguientes.
Es una exposición en dosis bajas que se produce en varios eventos, está asociada a las
actividades del individuo, especialmente a las jornadas laborales en los seres humanos. La
respuesta o alteración dañina depende del grado de exposición.
Se produce por exposiciones a muy bajas concentraciones del tóxico, en periodos largos o
vitalicios, generando efectos tardíos que pueden aparecer después de meses o años. Está
asociada a la cotidianidad y está principalmente relacionada a contaminación del agua, aire
y/o los alimentos.
Dos aspectos adicionales y de importancia son la ruta y la vía de exposición, estos términos
participan en la caracterización y evaluación del estado inicial de la toxicidad. La ruta de
exposición hace referencia al proceso del tóxico desde el lugar de emisión hasta el contacto
con el individuo o población, constando así de cuatro principales elementos: la fuente de
liberación, el mecanismo de transporte, el punto de contacto con el individuo o población, y
la vía de ingreso o de exposición al organismo (Peña et al., 2001).
Para describir la ruta se tienen en cuenta los cuatro elementos, asociados a aspectos
importantes tal y como se observa en la Tabla 2.
Fuente: Peña, C. E., Carter D.E & Ayala-Fierro F. (2001). Toxicología Ambiental: Evaluación de Riesgos y
Restauración Ambiental.
La vía de exposición al ser el elemento final, es un término de gran importancia, dado que
determina la entrada del tóxico al organismo. Este ingreso puede darse principalmente de
tres formas (Loomis & Hayes, 1996; Vallejo, 1997):
Vía Oral: Vía de ingreso de las sustancias tóxicas que sean ingeridas. Las condiciones de
pH y los fluidos particulares del tracto digestivo, hacen que la respuesta al tóxico sea
particular al mismo, es decir, existen algunos tóxicos, como los fenoles, que a determinadas
concentraciones dañan solamente las mucosas que recubren el aparato digestivo, llegando
a una necrotización o muerte del tejido. Cuando los tóxicos son absorbidos por las mucosas
y pasan a otros órganos se producen alteraciones que pueden resultar sistémicas. Una
variable adicional a la toxicidad iniciada por ésta vía es la interacción del tóxico con las
secreciones gástricas, biliares y pancreáticas, y el contenido preexistente del estómago,
puesto que la toxicidad puede aumentar o disminuir acorde a dicha interacción.
LECCIÓN 4. TOXICOCINÉTICA
Absorción:
Es la etapa inicial, el paso del exterior a la circulación dentro del organismo. El tóxico debe
traspasar en ésta etapa las barreras y membranas biológicas, lo cual realiza a través de
mecanismos de transporte como:
Difusión simple, para moléculas polares de bajo peso, preferiblemente hidrófobas, que
depende del gradiente positivo entre el medio contaminado y la sangre (o sistema
circulatorio del organismo).
La Difusión facilitada, en la cual se requieren de proteínas especializadas para
transportar moléculas hidrofílicas.
Transporte Activo, en el que las proteínas transportan solutos de alto peso molecular
en contra del gradiente de concentración, consumiendo energía (Curtis y Barnes, 2000).
Fuente: Curtis, H & Barnes, N.S. (2000). Biología (6a Ed.). Buenos Aires: Editorial Medica Panamericana.
Los tejidos que recubren el tracto gastrointestinal y el aparato respiratorio, así como la piel,
son las superficies más comunes de absorción, dado que estas son las principales vías de
exposición. Estos tejidos además de estar particularmente expuestos a tóxicos, son aquellos
responsables del intercambio de sustancias vitales para el organismo, siendo eficientes en
este proceso, gracias a su alta irrigación sanguínea, al aumento en la superficie de
absorción (ej. Vellosidades del intestino), al bajo espesor de la membrana (ej. Los alvéolos
pulmonares) y a un periodo prolongado de exposición (O’ Flaherty, 2000; Peña et al., 2001).
En ésta etapa el tóxico deja de estar en el sistema circulatorio para pasar a ubicarse en
otros tejidos y órganos del cuerpo. Los compartimentos de destino pueden ser órganos de
almacenamiento o el blanco del tóxico.
Los mecanismos de defensa en esta fase, que logran proteger a órganos más susceptibles
e importantes del cuerpo, están dados por la acumulación en órganos especializados y por
la existencia de membranas o barreras de exclusión que impiden la entrada del tóxico.
Como ejemplo de las barreras de exclusión, está la barrera cerebro-sangre o BBB (Blood-
Brain Barrier), cuyo mecanismo de protección consiste en una membrana constituida por
células capilares estrechamente unidas que no permiten la difusión pasiva, dada la ausencia
de poros o espacios, una capa adicional de células gliales, y una baja concentración de
proteínas transportadoras de lípidos (Barile, 2008).
Nota. Fuente: Vallejo, M. (1997). Toxicología ambiental: Fuentes, cinética y efectos de los
contaminantes. Bogotá: Fondo Nacional Universitario.
Metabolismo:
Es el conjunto de biotransformaciones que sufre el tóxico dentro del organismo, que tienen
por objetivo reducir su efecto (detoxificación) y pasar de un complejo liposoluble a uno
hidrosoluble, facilitando su eliminación. Esta etapa está dada por lo general, pero no
exclusivamente, en el hígado (Vallejo, 1997) y es mediada en su totalidad por enzimas. La
biotransformación de los contaminantes se divide en dos fases (Landis & Yu, 2003):
· Fase II: Son reacciones de conjugación, en las que el metabolito primario, producido en la
Fase I, es combinado con sustancias endógenas para formar un complejo más hidrosoluble.
Los sustratos endógenos utilizados en la conjugación son el ácido glucorónico
(gluconidación), ácido sulfúrico (sulfatación) y el glutatión.
Excreción:
Etapa final del proceso en la que el contaminante es expulsado del organismo. El tóxico
puede ser eliminado en su forma original o como el metabolito resultante de las fases de
biotransformación (Barile, 2008).
La excreción se da por:
Vía pulmonar: Algunos gases y líquidos volátiles son expulsados por difusión simple a
través de la exhalación, su eliminación por este medio es inversa a la solubilidad de
estos en la sangre, así por ejemplo el dióxido de etileno al ser poco soluble en la
sangre es fácilmente exhalado, contrario al cloroformo y al etanol.
Una vez el tóxico entra a la hoja se desplaza por el espacio intercelular donde puede
permanecer en su forma original o cambiar a un estado de mayor actividad, si el tóxico entra
a las células puede ser acumulado, en tejidos como el parénquima, o causar daños
directamente en las membranas, enzimas y organelos de las células, alterando procesos tan
importantes como el de la fotosíntesis. No obstante, la planta a través de sustancias
endógenas, como el ascorbato, logra neutralizar algunos contaminantes. La excreción
puede darse por el aparato estomático y/o por medio de secreciones (Landis & Yu, 2003).
Las etapas y el proceso ADME son análogos en un ecosistema, tomando a éste como un
organismo. El contaminante puede llegar a un ecosistema por medio del aire y/o las
descargas de desechos domésticos e industriales a los cuerpos de agua. Una vez se da la
exposición, el tóxico puede distribuirse libremente a través de los compartimientos del
ecosistema (aire, agua, suelo, flora, fauna) y ser secuestrado por alguno de estos (ej. Suelos
arcillosos), retrasando así sus efectos (Woolley, 2003). De las características del
contaminante, del medio en el que se encuentra y de la magnitud de la exposición, depende
la expansión, permanencia o fácil eliminación del mismo.
Figura 6. Ruta de Absorción, Distribución, Metabolismo y Excreción en
Vertebrados. Fuente: Landis, W. G & Yu M. (2003). Introduction to environmental toxicology: Impacts of
chemicals upon ecological systems (3a Ed.). Florida: Lewis Publishers.
Como parte de la descripción del proceso que sufre un tóxico dentro de un determinado
ambiente, se encuentran fenómenos de bioacumulación, bioconcentración, biomagnificación
y persistencia. Términos de la toxicología ambiental asociados a la disponibilidad final que
alcanza el agente contaminante dentro del ambiente infectado y que por ende, influyen en
su toxicidad.
Bioacumulación
BAF = C1 / Cm
Por tanto, el análisis adecuado de los fenómenos de acumulación debe tener en cuenta las
características de la especie objeto de estudio, y estar basado, tanto en los resultados de los
factores BAF o BCF, como en la concentración de exposición del tóxico en el ambiente, Cm.
Biomagnificación
BMF ó TTF = C1 / C2
La edad no es un aspecto muy común en este tipo de análisis, no obstante a través del
estudio de McIntyre & Beauchamp (2007) se demuestra que predadores de mayor edad
tienen una tasa de biomagnificación mayor que los predadores juveniles. La cantidad de
lípidos en el organismo es una variable normalmente asociada a una mayor acumulación,
especialmente de tóxicos liposolubles, en éste caso las sustancias organocloradas; sin
embargo, el estudio no encontró relaciones significativamente fuertes que muestren una
relación causal entre la proporción de tejido adiposo y la magnificación de los contaminantes
analizados, mostrando así que cada ambiente es un objeto de estudio particular a describir.
Persistencia
El Endosulfan, pese a su restricción, es uno de los pesticidas más utilizados en los países
en vía de desarrollo, gracias a su bajo costo y amplio rango de acción. Tal como lo
menciona Jayashree & Vasudevan (2007), algunos trabajos reportan los efectos
genotóxicos, neurotóxicos, y las alteraciones sobre el ambiente acuático y las gónadas de
los mamíferos, ocasionados por el pesticida.
El sulfato de endosulfan, resultante del proceso de oxidación que realizan hongos y algunos
microorganismos, es el metabolito más persistente del pesticida, éste fue precisamente
encontrado por Jayashree & Vasudevan (2007) en la cascarilla (0.09 mg/kg) y en el grano de
arroz (2.2 mg/kg) de los cultivos con aplicación del pesticida.
Las respuestas sistémicas más comunes se dan en los riñones, en el hígado y en el sistema
nervioso, debido a sus estructuras y funciones, así pues la capacidad de inducir daños en
dichos órganos se denominan: nefrotoxicidad, hepatoxicidad y neurotoxicidad,
respectivamente.
Según Middendorf & Williams (2000), los riñones son los principales órganos de excreción
del cuerpo. Su función principal es filtrar la sangre, removiendo los residuos y eliminándolos
a través de la orina. Los daños en estos órganos se pueden manifestar inicialmente a través
del incremento en el contenido de proteínas en la orina y cambios en el volumen de la
misma.
La vasoconstricción (reducción del volumen del vaso sanguíneo), que disminuye, tanto
la cantidad de sangre a filtrar como la entrega de oxígeno al órgano,
El daño directo a las estructuras especializadas en la filtración dentro de los riñones
(glomérulos, túbulos proximal y distal, asa de Henle), causando un desbalance en la
regulación de las sustancias importantes para el cuerpo (glucosa, amino ácidos) y las
que deben ser eliminadas (tóxicos).
Neurotoxicidad
El sistema nervioso es una red intercomunicada de neuronas que se distribuye por todo el
cuerpo. Su función de regulación y control está ligada al resto de sistemas del organismo,
por lo que las alteraciones neurotóxicas se pueden manifestar en cambios en las
frecuencias cardiaca y respiratoria, en la percepción sensorial, coordinación y hasta en
niveles cognitivos y comportamentales, lo que dificulta muchas veces su adecuada
identificación, cuantificación y manejo.
Hepatoxicidad
El hígado es el órgano del cuerpo encargado de filtrar la sangre proveniente del tracto
gastrointestinal, encargándose del almacenamiento y metabolismo de carbohidratos, de la
formación de la bilis y de la urea, del metabolismo de grasas y hormonas, y de la
biotransformación de los agentes extraños posiblemente tóxicos.
Los mecanismos de acción son principalmente intracelulares, afectando los organelos de las
células hepáticas, lo que deriva en la degeneración y necrosis (muerte de un conjunto de
células) de los tejidos o del órgano en conjunto. Los daños celulares ocasionan alteraciones
en las funciones hepáticas, las cuales se manifiestan en daños vasculares, cirrosis, hígado
graso, colestasis y formación de tumores (Roberts, James & Franklin, 2000).
Fuente: Curtis, H & Barnes, N.S. (2000). Biología (6a Ed.). Buenos Aires: Editorial Medica Panamericana.
Fuente: Teaf, C & Middendorf, P. J. (2000). Mutagenesis and Genetic Toxicology. En P. L. Williams, R. C. James &
S. M. Roberts (Eds.), Principles of toxicology: Environmental and industrial applications (pp 239 - 265). New York:
John Wiley & Sons, Inc.
Los mecanismos a través de los cuales se producen las mutaciones, son clasificados
por Philp (2001) en:
Conociendo los tipos y vías de exposición, y ahora los efectos o respuestas tóxicas,
podemos entonces identificar las asociaciones más comunes entre estos términos, tal como
lo hace Vallejo (1997) a través de la Figura 11.
Fuente: Vallejo, M. (1997). Toxicología ambiental: Fuentes, cinética y efectos de los contaminantes. Bogotá:
Fondo Nacional Universitario.
Los aspectos relacionados con el organismo y su ambiente son factores extrínsecos a las
sustancias que alteran significativamente los efectos que ésta produce. Dentro de los
factores ambientales tenemos:
Condiciones climáticas
Las características de una región, lugar o estación (presión atmosférica, humedad y
temperatura), influyen en las propiedades, movilización y eliminación de un determinado
agente tóxico. Por ejemplo, en regiones con climas cálidos (o en el verano) vías de
eliminación como el sudor se incrementan, facilitando la eliminación de algunos tóxicos.
Las particularidades de índole geográfica y cultural de una región o país, determinadas por
la dieta, el grado de industrialización, la cotidianidad, el marco legislativo, entre otros
aspectos, determinan las características de exposición de la población allí residente a
agentes contaminantes.
Ocupación
Edad
En los extremos de la vida de un individuo (ej. niñez y vejez) algunos procesos, como la
biotransformación y la excreción de sustancias, se hacen menos eficientes. En neonatos, el
desarrollo completo del sistema enzimático se cumple entre los 6 y 12 meses de edad,
incrementando el riesgo de intoxicaciones en bebes con edad inferior.
Sexo
Factor genético
Los procesos de biotransformación están regulados por varios genes, la diferencia en uno
de ellos determina la variabilidad en la respuesta a nivel poblacional o individual en su
proceso ADME, puesto que la variación puede derivar en efectos distintos entre organismos
para una misma sustancia (Peña et al., 2001).
Enfermedades
Estado nutricional
El régimen nutricional influye en la toxicidad de una sustancia, la interacción del tóxico con
alimentos, antes o después de su ingesta, altera los efectos del mismo. Es así como, por
ejemplo, la deficiencia de proteínas y de ácidos grasos, y el exceso de carbohidratos afectan
la fase II de la Biotransformación (ver lección 4), al limitar tanto la disponibilidad de
sustratos, como la síntesis de enzimas importantes para las reacciones de ésta etapa
(Peña et al., 2001).
LECCIÓN 9. RELACIÓN DOSIS – RESPUESTA.
Conociendo los tipos de respuesta y las variables asociadas a la naturaleza del agente
tóxico, del organismo y del medio que intervienen en la misma, se profundizará en esta
lección acerca de la relación entre la cantidad de sustancia por unidad de peso corporal
(dosis) y la magnitud del efecto que se produce.
Una forma clara y práctica de describir, entender y representar la respuesta de una enzima,
un organismo, población o comunidad biológica a un rango de concentración de un agente
tóxico, es una gráfica conocida como curva dosis – respuesta (Landis & Yu, 2003). El efecto
a analizar puede estar a cualquier nivel (molecular, órgano, organismo, poblacional), lo
importante es que sea medible y tenga un valor de cero cuando la dosis sea cero.
Como se observa en la Figura 12 la curva inicia en el origen o punto cero, continúa con una
región en la que no se observa respuesta a pesar del suministro de tóxico, una vez se llega
a la dosis en la que empieza a observarse efecto, que es equivalente a la dosis máxima a la
que no se tiene efecto se denomina NOAEL (Dosis de efectos adversos no observados).
Posteriormente, al ir aumentando la dosis se comienza a manifestar levemente el efecto
(aumento gradual en la pendiente de la curva), punto conocido como LOAEL, llegando a un
valor máximo en la pendiente en el que la respuesta es directamente proporcional a la dosis
(región de la curva en línea recta). Finalmente, a dosis mayores la pendiente comienza a
decrecer hasta llegar a cero, punto en el cual el efecto es máximo (Emax).
La eficacia se mide a través de la respuesta máxima (Emax), una sustancia es más eficaz
que otra si el porcentaje de respuesta es mayor (Hughes, 1996; Peña et al., 2001). En
la Figura 13 se observa la curva dosis – respuesta de dos sustancias, la curva roja
(sustancia A) describe a un agente potente pero menos eficiente, y la curva azul (sustancia
B) a un agente eficaz pero menos potente.
La exactitud y precisión de los estimadores de los parámetros hallados a través del gráfico o
la curva dependen de características del ensayo como: el uso de una población
representativa y el número de réplicas. Existen otros métodos estadísticos para analizar la
relación dosis – respuesta y hallar los estimadores, estos son: (1) Método Probit, (2) Método
de Litchfield-Wilcoxon, y (3) Método de Sperman-Karber. La selección del método a ejecutar
depende del experimento y de los datos obtenidos, tal como lo explica Díaz Báez, Bulus &
Pica (2004).
Los estimadores hallados a través de la relación dosis – respuesta (DL50, CL50, CI50,
CE50 y Emax, entre otros) están asociados a la caracterización de la toxicidad de una
sustancia, que a su vez, da la posibilidad de compararlas entre sí. No obstante, en el medio
ambiente se presentan mezclas de los agentes tóxicos, generando interacciones
(Sinergismo, Antagonismo, Adición) que modifican su toxicidad individual, similar a lo que
sería un efecto conjunto.
La Unidad Tóxica (TU, por sus siglas en inglés) es uno de los métodos de aproximación que
buscan establecer la toxicidad de cada uno de los componentes de una mezcla. La TU,
propuesta por Sprague (1970), estima la toxicidad individual de una sustancia (subíndice i) a
través de la relación entre su concentración (ci) y el efecto medido o determinado (ECxi). La
expresión matemática para la TU de una sustancia i se define como:
La toxicidad de la mezcla en conjunto TUmix, según el método, será la sumatoria de las TU
individuales, manteniendo, por supuesto, el mismo porcentaje de efecto para todos los
componentes, resultando la siguiente expresión, donde n es el número de componentes de
la mezcla (i = 1,2, 3... n):
El método es empleado con éxito en casos donde los componentes tienen un mecanismo de
acción similar, como es el caso de algunos pesticidas, aunque es preciso decir que, bajo
condiciones de mecanismos diferenciales, la estimación está por encima o por debajo en un
factor de 2.6 (Junghans, Backhaus, Faust, Scholze & Grimme, 2006), lo que hace necesario
el empleo de otros métodos más complejos de estimación.
Algunos de los índices de toxicidad más comunes son el margen de seguridad (MS), la dosis
de referencia (RfD) o concentración de referencia (RfC), la ingestión diaria aceptable (ADI),
y la ingestión tolerable (TI), utilizados o referenciados según el país o la institución.
El margen de seguridad (MS) relaciona las curvas de respuesta tóxica y respuesta leve de
un agente, entre más alto sea el valor del índice, más seguro es utilizar la sustancia
(James et al., 2000).
Para hallar el índice se utilizan, generalmente, las dosis que producen un efecto del 50% en
las respectivas curvas, tal como lo muestra laFigura 14.
Figura 14. Curvas dosis – respuesta de una sustancia con efectos de diferentes
magnitudes
Nota. SD: curva de efectos leves (irritación leve en ojos y nariz), TD: curva de efectos
tóxicos (daño en órganos), y LD: curva de efectos letales.
Los demás índices toxicológicos estiman el nivel de exposición diaria que no genera
respuestas negativas en poblaciones humanas, incluyendo subpoblaciones sensibles
(Instituto Nacional de Ecología & SEMARNAT, 2003; Peña et al., 2001). En la obtención de
los índices se tiene en cuenta el tipo y vía de exposición, el efecto evaluado, los datos
obtenidos de la relación dosis – respuesta (NOAEL o LOAEL) y los factores de incertidumbre
(FI).
Nota. Fuente: Adaptado de México, Instituto Nacional de Ecología & Secretaría de Medio
Ambiente y Recursos Naturales – SEMARNAT-. (2003). Introducción al análisis de riesgos
ambientales. México.
Los índices son el cociente entre la dosis máxima a la cual no se observan efectos tóxicos
(NOAEL) y la multiplicación de los FI. Como ejemplo de lo anterior, se tomará la RfC del
cloruro de vinilo hallada por la USEPA y reportada por el Instituto Nacional de Ecología &
SEMARNAT (2003):
El cloruro de vinilo es un tóxico capaz de producir quistes en las células hepáticas de ratón,
así los investigadores, al extrapolar los resultados de estudios en ratón a seres humanos,
encontraron una concentración NOAEL de 2.5 mg/m 3. Los FI establecidos fueron: Un factor
de protección a poblaciones sensibles (FIS) de 10 y un factor de extrapolación de animal al
ser humano (FIH) de 3. Entonces, la RfC para el cloruro de vinilo es:
Capítulo 3. Evaluación y análisis de riesgo
LECCIÓN 11. INTRODUCCIÓN AL ANÁLISIS DE RIESGOS
Señala INE (2003) que los riesgos nos rodean en la vida cotidiana, existiendo en varios
niveles o con diferentes grados de severidad, en actividades de diversas índoles como
conducir un vehículo, tomar medicamentos o invertir dinero. Para el caso de riesgos
asociados a la salud INE (2003) incluye una diferenciación entre aquellas exposiciones
voluntarias, en las que media una intención de realizar la actividad con conocimiento de sus
posibles consecuencias, como el caso del hábito de fumar, frente a aquellas exposiciones
involuntarias, cuyo caso más relevante es la contaminación ambiental.
El peligro que se asocia a un agente, tóxico en nuestro contexto, gira en torno a establecer
si dicho agente puede causar efectos adversos en la salud humana o sobre el medio
ambiente. De aquí que INE (2003) señala que la identificación del peligro no contempla una
cuantificación sino que se basa en la revisión de la información disponible (epidemiológica –
toxicológica) para dicho agente en particular, lo que resulta en una característica tipo
presencia – ausencia.
La evaluación del riesgo se constituye en una herramienta de la que disponen los actores en
la toma de decisiones, en muchos campos de la gestión, no solamente científicos, pues
como señala Tarazona (2003) involucra la totalidad de los campos científicos, que resultan
fundamentales en los ámbitos de decisión sobre salud humana, seguridad alimentaria y
protección del medio ambiente.
La evaluación de riesgo es uno de tres pasos o fases del de análisis del riesgo, cada uno de
los cuales serán abordados en una lección particular de éste capítulo, dichas fases incluyen
además la gestión del riesgo y la comunicación del riesgo, como se presenta en la Figura15.
Vale la pena mencionar que la evaluación del riesgo es la fase que mayor cantidad de
herramientas de base científica tiene. Como señala MAVDT (2007a), este hecho permite que
el conocimiento científico se incorpore en la toma de decisiones aportando en claridad y
transparencia a las bases de la evaluación y de la incertidumbre de la misma, separándola
de los demás criterios que median la toma de decisión, como la viabilidad económica, el
impacto social, entre otros.
Del análisis de riesgo se derivan las posibles medidas o acciones que deberán tomarse para
prevenir, mitigar o reducir los riesgos que han sido identificados. Dentro de estas acciones
deberán contemplarse las alternativas disponibles en cada contexto, contemplando factores
sociales y económicos, para soportar la decisión más adecuada.
De otra parte, dado que el desarrollo de una evaluación de riesgo requiere una gran
cantidad de información, de una naturaleza técnico-científica en su mayoría, es importante
establecer una metodología que optimice los recursos que se inviertan a su consecución.
Por tanto, MAVDT (2008) señala los niveles en la evaluación de riesgos que serán descritos
mas adelante.
Una etapa inicial y necesaria en la evaluación del riesgo, de nivel bajo o alto, es el
planteamiento y descripción del problema. La definición del problema, como propone INE
(2003), comprende los factores causantes de estrés ambiental, los efectos ecológicos
potenciales y las características de los ecosistemas involucrados (en riesgo). El proceso de
definición o descripción del problema requiere de información que describa las condiciones
del sitio, a nivel geográfico, hidrogeológico, ecológico, así como el tipo de uso que las
poblaciones le han asignado. Esto determina, entre otras, las condiciones de dispersión de
los agentes tóxicos, las vías de exposición para los receptores y además, el tipo de medidas
de manejo que pueden ser consideradas para mitigar los efectos.
Las evaluaciones de riesgo de bajo nivel (o nivel I), toman como referencia valores
propuestos por normatividad específica aplicable al sitio que se está considerando. Dado
que en muchos casos, como el de Colombia, esta normatividad específica aplicable no ha
sido consolidada o está en proceso de ser expedida, pueden ser usadas normas o niveles
de referencia de otros países o regiones. Generalmente se usanDirectivas Europeas y
normas o estándares norteamericanas (EEUU y Canadá).
En general, como describe MAVDT (2007a), los modelos conceptuales base para la
evaluación a este nivel son simplificados, se asignan valores fijos a cada compartimiento
considerado (agua, aire, suelo, alimentos) y se determina la concentración más alta
esperada en cada uno de éstos a la hora de estimar la exposición de los receptores. Así
mismo, para evaluar la magnitud de los efectos, se usan ensayos toxicológicos estándar,
propuestos en normativas o estándares internacionales, que usan organismos muy
sensibles de cada grupo taxonómico relevante, para tomar como punto de referencia aquel
que resulte más sensible.
Como puede observarse, este proceso tiene un alto nivel de seguridad al cubrir “los peores
casos teóricamente posibles”, aunque puede resultar, como señala MAVDT (2008) “poco
real”, sobreestimando el riesgo, y llevando a tomar medidas extremadamente cautelosas y
por ende más costosas. Frente a estos casos, MAVDT (2008) recomienda tomar medidas de
mitigación de riesgos como primera opción, y realizar una evaluación de riesgo de mayor
nivel, sustituyendo los modelos conceptuales y las estimaciones de exposición y de efectos
tóxicos.
En conclusión, puede decirse que al encontrar un riesgo alto en este nivel de evaluación se
puede incurrir en una sobreestimación, pero si por el contrario, se obtiene como resultado de
la evaluación un bajo riesgo, ésta puede ser de entrada y con seguridad la finalización del
proceso.
Para desarrollar una evaluación de riesgo de alto nivel se requiere una mayor y mejor
información técnica-científica, lo que corresponde a un modelo conceptual mucho más
detallado y depurado que el previsto anteriormente. Esto está directamente relacionado con
los costos de la evaluación, dado que el personal encargado y los medios tecnológicos
usados para medición son especializados. No obstante, al obtener una estimación mucho
más real, los costos de remediación o mitigación, como señala MAVDT (2008), pueden ser
menores por aplicarse tecnologías más económicas o llegar más rápido a la meta de
remediación.
Las técnicas para mejorar o refinar las estimaciones en cada etapa del proceso de
evaluación de riesgo, pueden ser tan específicas y complejas como se quiera, así mismo las
estimaciones se acercarán mucho más a la situación real del sitio considerado. Además de
lo anterior, estos métodos tienen unos niveles de incertidumbre asociados, que pueden
calcularse de forma precisa, y ser reportados con claridad, para que aquellos encargados de
la toma de decisión puedan contemplarla de igual forma.
La caracterización del riesgo es, como propone MAVDT (2007a), la comparación de los
niveles de exposición (concentraciones o dosis estimadas o determinadas) frente a los
efectos esperados para el agente causal. Por ende, como insumo para la caracterización del
riesgo es preciso conocer, por un lado, el comportamiento de la sustancia que determina la
exposición y, por otro lado los efectos tóxicos esperados o previstos para el agente causal,
para determinar con certeza, como señala INE (2003), qué tan significativos son esos
efectos que se pronostican dadas las condiciones de exposición.
Exposición
Se deberán tener en cuenta los elementos descritos previamente sobre las rutas de
exposición, pero como complemento importante se encuentra el uso de modelos
matemáticos desarrollados para la estimación de dispersión de sustancias en los diferentes
compartimientos ambientales (agua, aire, suelo) y que ofrecen datos cuantitativos sobre la
cantidad esperada de las sustancias en función del tiempo y de la posición.
Estos métodos tienen unos niveles de incertidumbre que pueden ser medidos o
determinados a partir de ensayos de calibración en campo. Ejemplo de estos modelos, para
el caso de calidad del agua, son OTIS (http://water.usgs.gov/software/OTIS/) y QUAL2K
(http://www.epa.gov/athens/wwqtsc/html/qual2k.html), que son modelos matemáticos de
simulación usado para describir la dispersión de sustancias en corrientes de agua. Las
ventajas, limitaciones, supuestos y/o requerimientos de información para aplicar los modelos
matemáticos, así como la incertidumbre asociada, deben ser plenamente conocidas por el
experto del equipo técnico encargado.
2. Las tablas HEAST (Health Effects Assessments Summary Tables) cuya información está
disponible enhttp://cfpub.epa.gov/ncea/cfm/recordisplay.cfm?deid=2877, Se publican
anualmente en el marco de programas de la USEPA en materia de gestión de sitios
contaminados (programa Superfund) que proveen una lista de evaluaciones de riesgo
que contemplan exposición a sustancias químicas por vías inhalatoria y oral.
3. La ATSDR (Agency for Toxic Substances and Disease Registry) es una agencia de salud
pública en los EEUU, publica las hojas informativas sobre sustancias químicas,
describiendo propiedades toxicológicas y efectos potenciales sobre la salud asociados
a dichas sustancias. Estas hojas están disponibles para consulta en español
en http://www.atsdr.cdc.gov/es/toxfaqs/es_toxfaqs_index.html.
Para evaluaciones de riesgo de un nivel más alto, como señala INE (2003), la
determinación de los umbrales de concentración de las sustancias y los efectos que
producen debería hacerse usando las especies nativas del sitio, incluso aplicando pruebas
in-situ, lo que implica no solo un gran despliegue técnico, sino que deriva en unos costos
muy altos. En consecuencia, la mayoría de los casos se usan especies de organismos con
pruebas estándar, asumiendo que las poblaciones nativas tienen un comportamiento similar
a éstos y considerando, por consiguiente, la incertidumbre asociada a la extrapolación de los
efectos de una especie a otra, además de aquella debida a las diferencias en los factores
externos a la sustancia característicos del sitio considerado.
En este sentido MAVDT (2007a) propone que, en aras de armonizar los criterios para decidir
cuándo un nivel de agente se considera como de riesgo aceptable, puede considerarse la
metodología que algunas normativas proponen y es comparar la cantidad (concentración)
estimada del contaminante, frente a las referencias para toxicidad aguda y crónica, tal que,
si la concentración de agente es 1.000 veces menor que la toxicidad aguda y 100 veces
menor que la toxicidad crónica para la especie de receptor más sensible, el riesgo se
considera aceptable.
Para la CAE se pueden presentar tres posibles expresiones, descritas por MAVDT (2007a):
La CTE puede ser estimada por extrapolación a partir de valores de referencia encontrados
en bases de datos como las toxicidades aguda y crónica anteriormente mencionadas por
MAVDT (2007a). No obstante, se debe tener en cuenta que este es un cálculo que servirá
como criterio cualitativo: un cociente elevado, mayor que 1, indica que a ese nivel de
exposición pueden, con cierta certeza, presentarse efectos adversos.
De acá que INE (2003) propone considerar la variabilidad intrínseca de los organismos y de
los ecosistemas, para identificar aquellos cambios relevantes que se dan naturalmente y no
como consecuencia de la exposición a un agente tóxico, señala además que en muchas
ocasiones se deben tomar decisiones con pocos datos o con información poco clara, por lo
que es fundamental el criterio del técnico, apoyado en evidencias y basado en la
experiencia.