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UNIDAD 1.

FUNDAMENTOS DE TOXICOLOGÍA AMBIENTAL


LECCIÓN 1. TOXICOLOGÍA, TOXICOLOGÍA AMBIENTAL Y ECOTOXICOLOGÍA

Un tóxico es una sustancia o agente de cualquier origen (natural o artificial) que provoca un
efecto adverso sobre los organismos vivos (Vallejo, 1997), dicha sustancia o agente puede
ser un elemento puro (Cd, Pb, Hg, Cr, entre otros), o un compuesto (como el Cianuro y los
Hidrocarburos), y encontrarse en cualquiera de las tres formas físicas posibles.

La toxicología, por ende, es la ciencia que estudia el efecto nocivo y la habilidad del tóxico
(toxicidad) para alterar la estructura y respuesta de un organismo vivo dada la exposición al
mismo, teniendo en cuenta la ocurrencia, naturaleza, incidencia, mecanismos y factores
de riesgo que lo caracterizan. Esta ciencia, tiene gran relevancia y aplicación en la
evaluación y prevención de daños en la salud y bienestar de los seres vivos (Roberts &
Williams, 2000).

La naturaleza multidisciplinaria de la toxicología permite su práctica y lógica división en tres


ramas: La Toxicología Médica, Económica y Ambiental (Figura 1). La toxicología
ambiental, a diferencia de las otras dos divisiones o disciplinas, le da una mayor importancia
a los efectos dañinos producidos en el medio ambiente, sin dejar de destacar las
alteraciones en los seres humanos (Loomis & Hayes, 1996), ya que de la interacción del
hombre con su entorno también se derivan daños a la salud humana, tal como lo resalta
Vallejo (1997) al citar “las enfermedades son la respuesta del individuo a su ambiente y la
estructura de estas es un reflejo de las condiciones ambientales de su entorno”.

Así como la toxicología y otras fuentes de conocimiento se retroalimentan, la toxicología


ambiental interactúa con diferentes sectores de la sociedad para aportar en conjunto a la
comprensión del ambiente y al manejo adecuado de los recursos. Sectores como el de
la comunidad científica, el industrial, las instituciones de control y el público en
general (Figura 2).

La toxicología ambiental y la ecotoxicología son términos que en algunos contextos pueden


ser usados indiscriminadamente. No obstante, es importante precisar que la ecotoxicología
hace referencia específicamente al efecto de los tóxicos sobre los ecosistemas, es decir
que para esta ciencia el sujeto de estudio principal es realmente el conjunto constituido por
las poblaciones, la biocenosis y el hábitat, teniendo por tanto que analizar y describir unas
condiciones poco controladas y un gran número de interacciones (Woolley,2003).
Figura 1. Naturaleza multidisciplinaria de la toxicología y su división.

Fuente: Adaptado de Loomis, T. A & Hayes, W. (1996). Loomis’s essential of toxicology (4a Ed.). USA: Academic
Press.

Figura 2. Sectores que interactúan con la toxicología ambiental en el manejo del


medio ambiente.

Fuente: Adaptado de Landis, W. G & Yu M. (2003). Introduction to environmental toxicology: Impacts of chemicals
upon ecological systems (3a Ed.). Florida: Lewis Publishers.

Podría considerarse que la ecotoxicología es una ciencia más específica que la toxicología
ambiental, en cuanto a su sujeto de estudio, pero que fundamentalmente tienen el mismo
objetivo y estructuración, proveniente de la definición de toxicología.

En una era industrial, mecanizada y atómica, la toxicología y en especial la toxicología


ambiental, se ha potencializado, convirtiéndose en una ciencia dinámica, responsable de
evaluar las consecuencias de la producción masiva de nueva sustancias y de nuevas formas
de contaminación. Una herramienta fundamental para apoyar las decisiones frente a la
conservación de los recursos naturales y los seres vivos, con miras al crecimiento,
desarrollo y bienestar de la sociedad humana.
LECCIÓN 2. SUSTANCIAS TÓXICAS

La presencia o el exceso en la concentración de una sustancia o agente (físico, químico o


biológico) en un determinado medio con alteraciones dañinas se considera contaminación
(Vallejo, 1997). Es importante resaltar que la mayoría de efectos nocivos son consecuencia
del exceso en la presencia de un determinado agente.

Por ejemplo, los metales hacen parte de los elementos que conforman el suelo, siendo
algunos de ellos micronutrientes esenciales para plantas y animales, como el Cobre, que es
constituyente de proteínas y enzimas y que regula además procesos tan importantes para
las plantas como la formación de tejidos estructurales a través del proceso de lignificación
(Bonilla, 2000). Sin embargo, en altas concentraciones el cobre puede inhibir la actividad
fotosintética, y en mamíferos rumiantes ocasionar daños en el hígado y anemia (Bjerregaard
& Andersen, 2007)

La contaminación biológica se produce cuando un virus, bacteria, parásito o especie


invasora, aumenta su presencia o se adueña de un nuevo sustrato, generando en uno o
varios organismos efectos negativos. La contaminación física por su parte, se refiere a un
cambio significativo en formas de energía (ruido, temperatura o radiación) que igualmente
causan alteraciones a niveles neurológicos y sensoriales (Vallejo, 1997)

Las sustancias químicas, de origen natural o sintético, capaces de modificar negativamente


al medio ambiente y al ser humano, son los tóxicos principalmente estudiados por la
toxicología ambiental, por tanto, constituyen la base de los temas y ejemplos que serán
desarrollados en este curso.

Sustancias químicas contaminantes

Fuentes

Son producidas por la industria. Según el registro CAS actualmente se comercializan


51.667.003 sustancias químicas, un número elevado de sustancias que son procesadas,
manipuladas, usadas y posteriormente desechadas sin el adecuado conocimiento de su
toxicidad. Las emisiones industriales constituyen el 39% de los contaminantes atmosféricos
liberados por año, haciendo su mayor aporte las industrias metalúrgicas y de petróleo.
Vallejo (1997) reporta como el 0.1 % del petróleo transportado por vía marítima es arrojado
al mar, contaminando los cuerpos de agua.

Principales sustancias

Agentes químicos de mayor uso y toxicidad: metales, hidrocarburos, compuestos orgánicos


volátiles, dioxinas, furanos, plaguicidas, fertilizantes, bifenilos policlorados y compuestos
bromados retardantes de llama.

La toxicidad es la capacidad de una sustancia para producir una alteración dañina en un


organismo vivo. Esta cualidad del tóxico depende de factores inherentes a la sustancia,
factores del organismo expuesto y de las condiciones ambientales en las que se encuentra
el individuo (Vallejo, 1997).

Entrando en los factores inherentes a la sustancia encontramos que sus propiedades físicas
y químicas son determinantes en la toxicidad que producen (Tabla 1).
(CAS) Registro de la Chemical Abstract Service, una división de la American Chemical
Society.

Tabla 1. Propiedades físico-químicas que influyen en la toxicidad de una sustancia.

Con respecto a la estructura química, la presencia de ciertos grupos funcionales dentro de


la molécula, le otorga a ésta ciertas cualidades que determinan su toxicidad, se pueden
citar:

· Alta reactividad: La molécula es capaz de reaccionar con grupos endógenos del


organismo, aumentando la capacidad del tóxico de alterar procesos metabólicos. Ejemplo de
ello es la oxidación, por parte de los grupos nitro (NO2) y amino (NH2), del ion ferroso que
contiene la hemoglobina de la sangre. Esta interacción impide el transporte eficiente de
oxígeno en el individuo y puede provocarle grandes daños. Otros grupos de alta reactividad
son los alquilos de azufre o de fósforo.

· Estabilidad en el medio: Por otro lado, si una molécula no es soluble en agua y además
su estructura tiene un predominio de enlaces químicos muy estables, es una sustancia poco
reactiva y, por ende, se convierte en un agente fácilmente acumulable dentro de un individuo
o ecosistema. El DDT, un agroquímico organoclorado conocido por su alta toxicidad, es
degradado en un 50% en un periodo de 2 a 15 años, dependiendo del tipo de suelo
(ATSDR, 2002). La presencia de halógenos y de anillos aromáticos en las moléculas brindan
a las sustancias las características de permanencia descritas (Figura 3).

· Fácil degradación o eliminación: Los tóxicos solubles en agua son fácilmente excretados
por el cuerpo, los grupos hidroxilos y carboxilos, presentes en cadenas abiertas de pocos
carbonos, son los responsables de darle a la sustancia tal característica. Dichos grupos
unidos a anillos aromáticos otorgan polaridad a la molécula, lo que favorece su solubilidad y
su degradación.
Figura 3. Estructura química de algunos grupos y sustancias caracterizados por su alta
permanencia en el ambiente (A, B y D) o por su alta reactividad (C).

Nota. (A) Benceno. (B) Naftaleno. (C) Trinitrotolueno. (D) DDT –diclorodifeniltricloroetano-

Teniendo en cuenta que las identificaciones de las características de una molécula están
relacionadas con su comportamiento físico y químico, resulta de mucha utilidad poder
predecir cuál o cuáles serán los efectos que una sustancia conocida puede tener. En este
contexto, el QSAR (Quantitative Structure Activity Relationship) se propone como un método
de estimación de la toxicidad de un agente, basado en los efectos observados para
sustancias con propiedades físicas y estructurales parecidas a aquel objeto de estudio.
QSAR es una herramienta útil que tiene en cuenta el aporte de cada característica de la
estructura molecular, permitiendo calcular su toxicidad potencial. Este método permite la
selección de sustancias químicas de menor impacto en el medio ambiente, que igual
cumplen con las propiedades deseadas a nivel industrial (Landis & Yu, 2003)

Otros factores inherentes a los agentes químicos y que determinan su toxicidad son: Las
vías de ingreso al organismo, la magnitud a la exposición y la toxicocinética de la sustancia.
Estos temas serán abordados y profundizados en las próximas lecciones.
LECCIÓN 3. TIPOS, RUTAS Y VÍAS DE EXPOSICIÓN

En términos de la toxicología, la Exposición se entiende como el contacto, de un organismo


o una población, con un agente tóxico (Peña, Carter & Ayala-Fierro, 2001), considerándose
como el estado inicial de la manifestación de la toxicidad.

Los tipos de exposición se clasifican de acuerdo a: (1) la concentración del tóxico asociada a
la dosis, (2) al tiempo de exposición y (3) a la aparición de los efectos, obteniendo tres
categorías principales (Vallejo, 1997):

Aguda o instantánea:

En la cual la exposición está dada por una dosis, en un solo evento, generando efectos a
corto plazo, es decir inmediatos o dentro de las 24 horas siguientes.

Subcrónica o repetida por periodos cortos:

Es una exposición en dosis bajas que se produce en varios eventos, está asociada a las
actividades del individuo, especialmente a las jornadas laborales en los seres humanos. La
respuesta o alteración dañina depende del grado de exposición.

Crónica o continua por periodos largos:

Se produce por exposiciones a muy bajas concentraciones del tóxico, en periodos largos o
vitalicios, generando efectos tardíos que pueden aparecer después de meses o años. Está
asociada a la cotidianidad y está principalmente relacionada a contaminación del agua, aire
y/o los alimentos.

Dos aspectos adicionales y de importancia son la ruta y la vía de exposición, estos términos
participan en la caracterización y evaluación del estado inicial de la toxicidad. La ruta de
exposición hace referencia al proceso del tóxico desde el lugar de emisión hasta el contacto
con el individuo o población, constando así de cuatro principales elementos: la fuente de
liberación, el mecanismo de transporte, el punto de contacto con el individuo o población, y
la vía de ingreso o de exposición al organismo (Peña et al., 2001).

Para describir la ruta se tienen en cuenta los cuatro elementos, asociados a aspectos
importantes tal y como se observa en la Tabla 2.

Tabla 2. Elementos y aspectos importantes en la descripción de una ruta de


exposición
Figura 4. Ejemplo de la caracterización de una ruta de exposición

Fuente: Peña, C. E., Carter D.E & Ayala-Fierro F. (2001). Toxicología Ambiental: Evaluación de Riesgos y
Restauración Ambiental.
La vía de exposición al ser el elemento final, es un término de gran importancia, dado que
determina la entrada del tóxico al organismo. Este ingreso puede darse principalmente de
tres formas (Loomis & Hayes, 1996; Vallejo, 1997):

Vía inhalatoria: Mecanismo de ingreso de tóxicos en forma gaseosa, y de partículas y


fibras que no superen 10 µm de tamaño. La contaminación atmosférica es común en
ambientes industriales y en áreas urbanas con alta densidad poblacional, lo que ha hecho
que entidades de vigilancia y control establezcan y supervisen las concentraciones
permitidas de compuestos químicos emitidos a la atmósfera, por las chimeneas de las
industrias como Dioxinas y Furanos, o por tubos de escape de vehículos, como los óxidos
de azufre o plomo.

Vía Oral: Vía de ingreso de las sustancias tóxicas que sean ingeridas. Las condiciones de
pH y los fluidos particulares del tracto digestivo, hacen que la respuesta al tóxico sea
particular al mismo, es decir, existen algunos tóxicos, como los fenoles, que a determinadas
concentraciones dañan solamente las mucosas que recubren el aparato digestivo, llegando
a una necrotización o muerte del tejido. Cuando los tóxicos son absorbidos por las mucosas
y pasan a otros órganos se producen alteraciones que pueden resultar sistémicas. Una
variable adicional a la toxicidad iniciada por ésta vía es la interacción del tóxico con las
secreciones gástricas, biliares y pancreáticas, y el contenido preexistente del estómago,
puesto que la toxicidad puede aumentar o disminuir acorde a dicha interacción.

Vía Cutánea: Aunque la piel es un órgano eficiente de aislamiento y protección, existen


tóxicos especialmente liposolubles capaces de producir reacciones adversas al tener
contacto con la piel, como por ejemplo el ácido fórmico, que logra alterar la integridad de la
piel rompiendo su capa superficial.

Por lo general, la respuesta inicia en el lugar de la exposición, no obstante esta puede


extenderse y convertirse en sistémica. Los principales factores que determinan la capacidad
de una sustancia para atravesar la piel son el pH, el tamaño molecular, la liposolubilidad y el
lugar del cuerpo donde hizo contacto.

LECCIÓN 4. TOXICOCINÉTICA

La Toxicocinética estudia el proceso que sufre un tóxico desde el ingreso a un organismo


hasta su eliminación. Dada la exposición, la sustancia genera toxicidad siempre y cuando
supere las estrategias de protección a los tejidos diana (inmovilización, inactivación y
eliminación), que el organismo le presenta (Peña et al., 2001). Este proceso ha sido dividido
en cuatro etapas principales: Absorción, Distribución, Metabolismo y Excreción, por lo que
es conocido como ADME.

Absorción:

Es la etapa inicial, el paso del exterior a la circulación dentro del organismo. El tóxico debe
traspasar en ésta etapa las barreras y membranas biológicas, lo cual realiza a través de
mecanismos de transporte como:

 Difusión simple, para moléculas polares de bajo peso, preferiblemente hidrófobas, que
depende del gradiente positivo entre el medio contaminado y la sangre (o sistema
circulatorio del organismo).
 La Difusión facilitada, en la cual se requieren de proteínas especializadas para
transportar moléculas hidrofílicas.

 Transporte Activo, en el que las proteínas transportan solutos de alto peso molecular
en contra del gradiente de concentración, consumiendo energía (Curtis y Barnes, 2000).

Figura 5. Tipos de transporte en la membrana celular.

Fuente: Curtis, H & Barnes, N.S. (2000). Biología (6a Ed.). Buenos Aires: Editorial Medica Panamericana.

Los tejidos que recubren el tracto gastrointestinal y el aparato respiratorio, así como la piel,
son las superficies más comunes de absorción, dado que estas son las principales vías de
exposición. Estos tejidos además de estar particularmente expuestos a tóxicos, son aquellos
responsables del intercambio de sustancias vitales para el organismo, siendo eficientes en
este proceso, gracias a su alta irrigación sanguínea, al aumento en la superficie de
absorción (ej. Vellosidades del intestino), al bajo espesor de la membrana (ej. Los alvéolos
pulmonares) y a un periodo prolongado de exposición (O’ Flaherty, 2000; Peña et al., 2001).

Dentro de los mecanismos de protección o defensa contra la absorción de contaminantes


desarrollados por estos tejidos encontramos:

 Para el tracto gastrointestinal: pH bajo, degradación y/o transformación por la actividad


enzimática y microbiana (flora intestinal).

 En el aparato respiratorio: Filtrado de los vellos nasales, expulsión física (estornudo),


producción de moco nasal.

 En la piel: Baja permeabilidad, disposición de varias capas, baja irrigación sanguínea en


las capas externas, ausencia de transporte activo.
Distribución:

En ésta etapa el tóxico deja de estar en el sistema circulatorio para pasar a ubicarse en
otros tejidos y órganos del cuerpo. Los compartimentos de destino pueden ser órganos de
almacenamiento o el blanco del tóxico.

Algunos contaminantes tienen afinidad por ciertos tejidos, lo cual influye en su


distribución, como es el caso de los hidrocarburos aromáticos policíclicos y su especificidad
hacia la melanina del ojo, o de algunos metales que se fijan a las proteínas hepáticas para
posteriormente depositarse en huesos y dientes, otros ejemplos citados por Vallejo (1997) se
observan en la Tabla 3.

Los mecanismos de defensa en esta fase, que logran proteger a órganos más susceptibles
e importantes del cuerpo, están dados por la acumulación en órganos especializados y por
la existencia de membranas o barreras de exclusión que impiden la entrada del tóxico.

Teniendo en cuenta las propiedades físicas y químicas antes mencionadas, el contaminante


puede estar almacenado temporalmente o ser rápidamente eliminado (Landis & Yu, 2003).
Los órganos de depósito son principalmente los pulmones, los riñones, el hígado, el tejido
óseo y el adiposo. En el caso de los riñones y el hígado, debido al predominante mecanismo
de transporte activo y su alta irrigación, se favorece la tendencia a la acumulación del tóxico
y por ende su susceptibilidad a una intoxicación.

En el tejido adiposo pueden quedar atrapados contaminantes hidrofóbicos, no obstante esta


acumulación no es permanente y permite que el tóxico vuelva a circular en el cuerpo, ligado
a los lípidos que se movilizan en la sangre, producto de una actividad prolongada del
organismo. En el tejido óseo específicamente, se tiene el depósito de potasio y el sitio de
acción de los fluoruros (Peña et al., 2001).

Como ejemplo de las barreras de exclusión, está la barrera cerebro-sangre o BBB (Blood-
Brain Barrier), cuyo mecanismo de protección consiste en una membrana constituida por
células capilares estrechamente unidas que no permiten la difusión pasiva, dada la ausencia
de poros o espacios, una capa adicional de células gliales, y una baja concentración de
proteínas transportadoras de lípidos (Barile, 2008).

Nota. Fuente: Vallejo, M. (1997). Toxicología ambiental: Fuentes, cinética y efectos de los
contaminantes. Bogotá: Fondo Nacional Universitario.
Metabolismo:

Es el conjunto de biotransformaciones que sufre el tóxico dentro del organismo, que tienen
por objetivo reducir su efecto (detoxificación) y pasar de un complejo liposoluble a uno
hidrosoluble, facilitando su eliminación. Esta etapa está dada por lo general, pero no
exclusivamente, en el hígado (Vallejo, 1997) y es mediada en su totalidad por enzimas. La
biotransformación de los contaminantes se divide en dos fases (Landis & Yu, 2003):

· Fase I: Se caracteriza por la introducción de un grupo polar (hidrofílico) al contaminante, a


través de reacciones de oxidación, reducción o hidrólisis, obteniendo un metabolito primario.

· Fase II: Son reacciones de conjugación, en las que el metabolito primario, producido en la
Fase I, es combinado con sustancias endógenas para formar un complejo más hidrosoluble.
Los sustratos endógenos utilizados en la conjugación son el ácido glucorónico
(gluconidación), ácido sulfúrico (sulfatación) y el glutatión.

Es importante decir que algunos contaminantes durante las fases de biotransformación


pasan a su forma activa (bioactivación), o logran vencer las defensas del organismo,
generando una respuesta tóxica.

Excreción:

Etapa final del proceso en la que el contaminante es expulsado del organismo. El tóxico
puede ser eliminado en su forma original o como el metabolito resultante de las fases de
biotransformación (Barile, 2008).

La excreción se da por:

 La orina: Los riñones son el órgano más importante en la eliminación de tóxicos,


puesto que remueven los contaminantes de la sangre. La excreción por este medio es
posible gracias al bajo pH de la orina y al aumento de la solubilidad en agua del tóxico,
producto del metabolismo.

 Heces: Los tóxicos transformados en el hígado, los no absorbidos, los acumulados en


la flora intestinal y los que pasan por difusión pasiva de la sangre al intestino, son
eliminados a través de la materia fecal.

 Vía pulmonar: Algunos gases y líquidos volátiles son expulsados por difusión simple a
través de la exhalación, su eliminación por este medio es inversa a la solubilidad de
estos en la sangre, así por ejemplo el dióxido de etileno al ser poco soluble en la
sangre es fácilmente exhalado, contrario al cloroformo y al etanol.

 Secreciones de la glándula mamaria: La leche producida durante la época de


lactancia es una sustancia acuosa con un elevado componente lipídico, lo que
conlleva al paso sin mayor restricción de cualquier sustancia tanto hidrofílica como
hidrofóbica a la leche, constituyéndose en un factor de riesgo para los consumidores
de la misma.
 Otras secreciones: Las lágrimas, la saliva, el sudor y los folículos del cabello, son
otros mecanismos de eliminación de contaminantes.

En plantas la toxicocinética es similar, dada la exposición a un contaminante atmosférico, el


ingreso del mismo al organismo vegetal está determinado inicialmente por la forma,
orientación y características de la epidermis de las hojas. La siguiente barrera está mediada
por el aparato estomático (Abertura de la epidermis de las hojas y tallos, rodeada de células
oclusivas que regulan el intercambio gaseoso).

Una vez el tóxico entra a la hoja se desplaza por el espacio intercelular donde puede
permanecer en su forma original o cambiar a un estado de mayor actividad, si el tóxico entra
a las células puede ser acumulado, en tejidos como el parénquima, o causar daños
directamente en las membranas, enzimas y organelos de las células, alterando procesos tan
importantes como el de la fotosíntesis. No obstante, la planta a través de sustancias
endógenas, como el ascorbato, logra neutralizar algunos contaminantes. La excreción
puede darse por el aparato estomático y/o por medio de secreciones (Landis & Yu, 2003).

Las etapas y el proceso ADME son análogos en un ecosistema, tomando a éste como un
organismo. El contaminante puede llegar a un ecosistema por medio del aire y/o las
descargas de desechos domésticos e industriales a los cuerpos de agua. Una vez se da la
exposición, el tóxico puede distribuirse libremente a través de los compartimientos del
ecosistema (aire, agua, suelo, flora, fauna) y ser secuestrado por alguno de estos (ej. Suelos
arcillosos), retrasando así sus efectos (Woolley, 2003). De las características del
contaminante, del medio en el que se encuentra y de la magnitud de la exposición, depende
la expansión, permanencia o fácil eliminación del mismo.
Figura 6. Ruta de Absorción, Distribución, Metabolismo y Excreción en
Vertebrados. Fuente: Landis, W. G & Yu M. (2003). Introduction to environmental toxicology: Impacts of
chemicals upon ecological systems (3a Ed.). Florida: Lewis Publishers.

Figura 7. Estructura de la hoja.


Fuente: Curtis, H & Barnes, N.S. (2000). Biología (6a Ed.). Buenos Aires: Editorial Medica
Panamericana

LECCIÓN 5. DISPONIBILIDAD DEL TÓXICO EN EL AMBIENTE

Como parte de la descripción del proceso que sufre un tóxico dentro de un determinado
ambiente, se encuentran fenómenos de bioacumulación, bioconcentración, biomagnificación
y persistencia. Términos de la toxicología ambiental asociados a la disponibilidad final que
alcanza el agente contaminante dentro del ambiente infectado y que por ende, influyen en
su toxicidad.

Bioacumulación

Se entiende Bioacumulación como el aumento de la concentración del tóxico dentro de los


organismos respecto a la concentración del tóxico en el ambiente (Landis & Yu, 2003). La
Bioacumulación se evalúa como consecuencia del conjunto de las vías de exposición
(inhalación, cutánea y oral).

Para analizar la proporción en la que se está acumulando el agente, se usa el factor de


bioacumulación (BAF por sus siglas en inglés), el cual relaciona la concentración del tóxico
en el organismo (C1) y la del medio (Cm) de acuerdo a la expresión:

BAF = C1 / Cm

En la literatura puede encontrarse el término Bioconcentración para describir también el


incremento en la concentración del agente, no obstante, en un sentido estricto, al hablar de
bioconcentración no se tiene en cuenta la dieta, es decir, la exposición oral dada por la
ingesta de alimentos contaminados (Mackay & Fraser, 2000).
DeForest, Brix & Adam (2007) en una investigación en ambientes acuáticos evaluando
diferentes metales, encontraron que el factor de Bioacumulación (BAF) excede al factor de
bioconcentración (BCF) de 100 a 1.000 veces, mostrando la importancia de la dieta en la
exposición. Adicionalmente, hallaron una correlación negativa entre los factores y la
concentración de exposición en el agua, para la mayoría de especies evaluadas, la cual
relacionaron con mecanismos metal-especie específicos, como regulación interna, sistema
de absorción saturable y la existencia previa de metales presentes en el organismo. No
obstante, encontraron también algunas especies con mecanismos deficientes de protección
y/o excreción, es decir con tasas de absorción proporcionales a la concentración del medio.

Por tanto, el análisis adecuado de los fenómenos de acumulación debe tener en cuenta las
características de la especie objeto de estudio, y estar basado, tanto en los resultados de los
factores BAF o BCF, como en la concentración de exposición del tóxico en el ambiente, Cm.

Biomagnificación

La biomagnificación es la transferencia de un agente contaminante a través de la dieta,


obteniendo una mayor concentración en el organismo que en la fuente o alimento del mismo
(Connell, 1989 citado en Gray, 2002). En el análisis de éste fenómeno se utiliza
principalmente como objeto de estudio las cadenas alimenticias o redes tróficas (Figura 8).

El factor de biomagnificación (BMF, por sus siglas en inglés) es la relación entre la


concentración del organismo o la de un tejido determinado (C1) y la de su alimento
(C2). Dicho factor también es conocido como factor de transferencia trófica (TTF por sus
siglas en inglés) (DeForest et al., 2007) calculado de acuerdo a la expresión:

BMF ó TTF = C1 / C2

No obstante, el uso de ésta herramienta es limitado, teniendo en cuenta que un solo


individuo tiene varias fuentes de alimento, cada una con concentraciones diferentes del
agente (Mackay & Fraser, 2000), lo que hace necesario el uso de condiciones controladas
dentro de un laboratorio, o el empleo de modelos particulares para cada objeto de estudio.
Figura 8. Ejemplo del proceso de biomagnificación del DDT.
Fuente: Greenpeace España. (2004). El DDT en España, un caso único en Europa. España.
Investigaciones en cadenas alimenticias de ambientes acuáticos muestran como el
fenómeno de magnificación está influenciado por variables como edad, sexo, cantidad de
tejido adiposo, posición en la cadena alimenticia, tiempo (estaciones) y espacio (gradientes
de la concentración de exposición). McIntyre & Beauchamp (2007) estudiaron el fenómeno
de biomagnificación del Mercurio y de algunas sustancias organocloradas, asociándolo a la
red trófica del Lago Washington. La investigación encontró que la edad y la posición dentro
de la red son las variables de mayor influencia en la magnificación de los tóxicos evaluados.

La edad no es un aspecto muy común en este tipo de análisis, no obstante a través del
estudio de McIntyre & Beauchamp (2007) se demuestra que predadores de mayor edad
tienen una tasa de biomagnificación mayor que los predadores juveniles. La cantidad de
lípidos en el organismo es una variable normalmente asociada a una mayor acumulación,
especialmente de tóxicos liposolubles, en éste caso las sustancias organocloradas; sin
embargo, el estudio no encontró relaciones significativamente fuertes que muestren una
relación causal entre la proporción de tejido adiposo y la magnificación de los contaminantes
analizados, mostrando así que cada ambiente es un objeto de estudio particular a describir.

Persistencia

La persistencia de un contaminante en el ambiente, es un fenómeno relacionado con la


resistencia de la sustancia a ser degradada por procesos, químicos o biológicos, que se dan
de forma natural en el ambiente. Muchas investigaciones sobre el fenómeno están
asociadas concretamente al estudio de los agroquímicos utilizados como pesticidas,
especialmente los que pertenecen a los organoclorados (DDT, HCH, Endosulfan, entre
otros).

El Endosulfan, pese a su restricción, es uno de los pesticidas más utilizados en los países
en vía de desarrollo, gracias a su bajo costo y amplio rango de acción. Tal como lo
menciona Jayashree & Vasudevan (2007), algunos trabajos reportan los efectos
genotóxicos, neurotóxicos, y las alteraciones sobre el ambiente acuático y las gónadas de
los mamíferos, ocasionados por el pesticida.

La persistencia en el ambiente es medida a través del monitoreo de la sustancia o del


metabolito resultante. El endosulfan, por ejemplo, está constituido por la mezcla de dos
isómeros: el α-endosulfan y el β-endosulfan. En estudios sobre cultivos arroceros de la India,
la concentración de β-endosulfan en el suelo recién aplicado el pesticida fue de 6.39 mg/kg,
disminuyéndose a 0.8 mg/kg en un periodo de 150 días (Jayashree & Vasudevan, 2007).

El sulfato de endosulfan, resultante del proceso de oxidación que realizan hongos y algunos
microorganismos, es el metabolito más persistente del pesticida, éste fue precisamente
encontrado por Jayashree & Vasudevan (2007) en la cascarilla (0.09 mg/kg) y en el grano de
arroz (2.2 mg/kg) de los cultivos con aplicación del pesticida.

El monitoreo de la concentración de los agentes contaminantes en los diferentes


componentes del ambiente, es importante para conocer la tasa de degradación y eliminación
del tóxico, así como el periodo de acción y la concentración que permanece a través de la
ruta de exposición.

Capítulo 2. Caracterización de la respuesta tóxica


LECCIÓN 6. CLASIFICACIÓN DE LAS RESPUESTAS TÓXICAS

La exposición a un agente contaminante y su posterior proceso dentro del organismo


(ADME), genera en el individuo o en el objeto de estudio un conjunto de efectos negativos o
respuestas tóxicas (intoxicación). La caracterización de las respuestas tóxicas está
asociada, en primer lugar, al tipo de contacto con el contaminante, es así como tenemos
parámetros de clasificación similares para la exposición y para las intoxicaciones.

Intoxicación aguda: Alteraciones en el organismo inmediatas, o en un periodo máximo de


24 horas, dadas por una dosis, generalmente sobredosis, de un agente tóxico

Intoxicación Subaguda: Respuestas tóxicas que se manifiestan a mediano plazo, siendo


originadas por exposiciones repetitivas o en varias dosis. Asociada frecuentemente en
humanos a su ocupación y jornada laboral.

Intoxicación Crónica: Se presentan efectos tardíos o a largo plazo, producidos por


exposiciones a muy bajas concentraciones del tóxico, en periodos largos o durante todo el
ciclo de vida del organismo.

Además de la clasificación por el tipo de exposición, Vallejo (1997) menciona clases de


efectos determinadas por alcance, duración y tiempo de manifestación, tal como se muestra
en la Tabla 4. Es importante resaltar que un mismo efecto puede clasificarse en varias
clases, por ejemplo, la quemadura con un agente químico por lo general ocasiona efectos
locales, reversibles e inmediatos. Por ende, la caracterización de la respuesta tóxica es la
combinación adecuada de las categorías.

Las respuestas sistémicas más comunes se dan en los riñones, en el hígado y en el sistema
nervioso, debido a sus estructuras y funciones, así pues la capacidad de inducir daños en
dichos órganos se denominan: nefrotoxicidad, hepatoxicidad y neurotoxicidad,
respectivamente.

Tabla 4. Clasificación de las respuestas tóxicas


Nefrotoxicidad

Según Middendorf & Williams (2000), los riñones son los principales órganos de excreción
del cuerpo. Su función principal es filtrar la sangre, removiendo los residuos y eliminándolos
a través de la orina. Los daños en estos órganos se pueden manifestar inicialmente a través
del incremento en el contenido de proteínas en la orina y cambios en el volumen de la
misma.

Los mecanismos de acción de los agentes nefrotóxicos, son:

 La vasoconstricción (reducción del volumen del vaso sanguíneo), que disminuye, tanto
la cantidad de sangre a filtrar como la entrega de oxígeno al órgano,
 El daño directo a las estructuras especializadas en la filtración dentro de los riñones
(glomérulos, túbulos proximal y distal, asa de Henle), causando un desbalance en la
regulación de las sustancias importantes para el cuerpo (glucosa, amino ácidos) y las
que deben ser eliminadas (tóxicos).

Los principales nefrotoxicos son: cadmio, mercurio, plomo y cloroformo.

Neurotoxicidad

El sistema nervioso es una red intercomunicada de neuronas que se distribuye por todo el
cuerpo. Su función de regulación y control está ligada al resto de sistemas del organismo,
por lo que las alteraciones neurotóxicas se pueden manifestar en cambios en las
frecuencias cardiaca y respiratoria, en la percepción sensorial, coordinación y hasta en
niveles cognitivos y comportamentales, lo que dificulta muchas veces su adecuada
identificación, cuantificación y manejo.

Los mecanismos de acción de los neurotóxicos se basan principalmente en la interrupción


de la red neuronal, a través del daño de las células, de la síntesis o función de los
neurotransmisores, y la alteración de enzimas reguladores del proceso de neurotransmisión
(Donkin & Williams, 2000).

Hepatoxicidad

El hígado es el órgano del cuerpo encargado de filtrar la sangre proveniente del tracto
gastrointestinal, encargándose del almacenamiento y metabolismo de carbohidratos, de la
formación de la bilis y de la urea, del metabolismo de grasas y hormonas, y de la
biotransformación de los agentes extraños posiblemente tóxicos.

Dadas sus funciones, el hígado es un paso obligado de los contaminantes, especialmente


aquellos que ingresaron por la vía oral. Si el proceso de biotransformación ocasiona la
activación del agente o la formación de metabolitos tóxicos, es el hígado el órgano que
inicialmente recibe el impacto del mismo, haciéndose susceptible a intoxicaciones.

Los mecanismos de acción son principalmente intracelulares, afectando los organelos de las
células hepáticas, lo que deriva en la degeneración y necrosis (muerte de un conjunto de
células) de los tejidos o del órgano en conjunto. Los daños celulares ocasionan alteraciones
en las funciones hepáticas, las cuales se manifiestan en daños vasculares, cirrosis, hígado
graso, colestasis y formación de tumores (Roberts, James & Franklin, 2000).

LECCIÓN 7. GENOTOXICIDAD: MUTAGÉNESIS Y CARCINOGÉNESIS

El ácido desoxirribonucleico (ADN) es una molécula conformada por dos cadenas de


nucleótidos entrelazados que forman una doble hélice (Figura 9). El ADN contiene la
información que codifica y determina la expresión de las proteínas del cuerpo (Griffiths,
Gelbart, Miller & Lewontin, 2000).

En la actualidad, un gran rango de agentes naturales y sintéticos es capaz de inducir


alteraciones en el ADN (Genotoxicidad), generando cambios en la estructura y por ende en
la información contenida en la molécula (mutación).
Figura 9. Estructura del nucleótido y de la doble cadena en espiral del ADN.

Fuente: Curtis, H & Barnes, N.S. (2000). Biología (6a Ed.). Buenos Aires: Editorial Medica Panamericana.

La mutagénesis (generación de cambios en el ADN) puede afectar células somáticas o


germinales (Figura 10). En las células somáticas (cualquier célula del cuerpo) la mutación
puede transmitirse por división celular ocasionando degeneraciones, como el cáncer, o
muerte celular. En las células germinales (óvulo, espermatozoide) causa disminución en la
fertilidad, abortos espontáneos, y defectos en las progenie, estas alteraciones pueden ser
dominantes o recesivas, es decir manifestarse o no en la primera generación (Teaf
& Middendorf, 2000).

Los daños en las células somáticas embrionarias, causados después de la concepción y


antes del nacimiento, es decir durante el desarrollo del feto, se denomina teratogénesis, este
tipo de alteraciones se producen cuando la hembra en gestación se expone a un agente
tóxico. La teratogénesis es consecuencia de diferentes tóxicos, no sólo aquellos asociados a
genotoxicidad (Vallejo, 1997; Philp, 2001).

Figura 10. Esquema de los efectos producidos por un genotóxico

Fuente: Teaf, C & Middendorf, P. J. (2000). Mutagenesis and Genetic Toxicology. En P. L. Williams, R. C. James &
S. M. Roberts (Eds.), Principles of toxicology: Environmental and industrial applications (pp 239 - 265). New York:
John Wiley & Sons, Inc.

Los mecanismos a través de los cuales se producen las mutaciones, son clasificados
por Philp (2001) en:

· Mutaciones puntuales: Alteración de unas pocas pares de bases, a través de la deleción,


adición, o sustitución de pares de bases.

· Aneuploidización: Cambio en el número de cromosomas.

· Clastogénesis: Daños en el cromosoma dados por fragmentación y/o translocaciones en la


estructura del mismo.

La carcinogénesis es la proliferación anormal de células, consecuente a una mutación, que


induce la producción de tumores malignos, los cuales destruyen los tejidos adyacentes y se
distribuyen (metástasis) a través de la sangre (Vallejo, 1997). La inducción de cáncer ha sido
descrita en tres pasos principales, tal como los describe Philp (2001).

1. Iniciación: la interacción del agente genotóxico con el ADN,

2. Promoción: Es el incremento en la tasa de crecimiento de los tumores o la reducción de


su estado de latencia, a través de agentes promotores que no interactúan con el ADN.
Algunas sustancias además de promotores pueden ser co-carcinógenos (agentes que junto
a los carcinógenos aumentan la producción de tumores).
3. Progresión: Desarrollo particular de la enfermedad.

Conociendo los tipos y vías de exposición, y ahora los efectos o respuestas tóxicas,
podemos entonces identificar las asociaciones más comunes entre estos términos, tal como
lo hace Vallejo (1997) a través de la Figura 11.

Figura 11. Categorías de exposición y efectos de los agentes tóxicos

Fuente: Vallejo, M. (1997). Toxicología ambiental: Fuentes, cinética y efectos de los contaminantes. Bogotá:
Fondo Nacional Universitario.

LECCIÓN 8. FACTORES EXTRÍNSECOS A LA SUSTANCIA QUE AFECTAN LA


RESPUESTA TÓXICA

Recordemos que la toxicidad, y por ende la respuesta tóxica, dependen de factores


inherentes a la sustancia (referidas en lecciones anteriores), de factores del organismo
expuesto y de las condiciones ambientales en las que se encuentra el individuo.

Los aspectos relacionados con el organismo y su ambiente son factores extrínsecos a las
sustancias que alteran significativamente los efectos que ésta produce. Dentro de los
factores ambientales tenemos:

Condiciones climáticas
Las características de una región, lugar o estación (presión atmosférica, humedad y
temperatura), influyen en las propiedades, movilización y eliminación de un determinado
agente tóxico. Por ejemplo, en regiones con climas cálidos (o en el verano) vías de
eliminación como el sudor se incrementan, facilitando la eliminación de algunos tóxicos.

País de residencia (cultura – tradiciones)

Estudios epidemiológicos demuestran, que la población de un determinado país es más


propensa a cierta enfermedad, que los habitantes de otro país. A través de estudios y
estadísticas, se ha descartado una explicación genética y se ha fortalecido el argumento
cultural y geográfico, puesto que personas que residen en un país distinto al de su
residencia, por lo general, tienen la misma probabilidad de los residentes nativos (Peña et).

Las particularidades de índole geográfica y cultural de una región o país, determinadas por
la dieta, el grado de industrialización, la cotidianidad, el marco legislativo, entre otros
aspectos, determinan las características de exposición de la población allí residente a
agentes contaminantes.

Ocupación

El tipo de ocupación o actividad laboral desarrollada por el individuo, influye en la exposición


a materiales tóxicos, tanto en el tipo de sustancia, como en el periodo de exposición a la
misma. Peña et al. (2001) muestra algunos ejemplos de ocupaciones que incrementan el
riesgo de sufrir cáncer (Tabla 5).

Tabla 5. Ocupaciones que incrementan el riesgo de ciertos tipos de cáncer


Los factores que dependen del organismo receptor del agente tóxico son:

Edad

En los extremos de la vida de un individuo (ej. niñez y vejez) algunos procesos, como la
biotransformación y la excreción de sustancias, se hacen menos eficientes. En neonatos, el
desarrollo completo del sistema enzimático se cumple entre los 6 y 12 meses de edad,
incrementando el riesgo de intoxicaciones en bebes con edad inferior.

La composición del organismo cambia con la edad, a medida que se va envejeciendo el


cuerpo disminuye su proporción de agua, pasando de un 75% a un 50%, y aumenta el de
grasas, lo que ocasiona una recepción y acumulación diferencial entre tóxicos con alta o
baja liposolubilidad (Philp, 2001).

Sexo

La desigualdad en la respuesta a un tóxico entre géneros, está fundamentada en las


diferencias en el tamaño corporal, contenido de grasa, tasa metabólica basal, y presencia y
expresión hormonal (Philp, 2001). La producción de estrógeno, por ejemplo, favorece la
síntesis enzimática, no obstante y acorde a la sustancia del caso, las enzimas generadas
pueden activar o eliminar al agente contaminante, evidenciando mayor susceptibilidad o
resistencia en hembras (Vallejo, 1997).

Factor genético

Los procesos de biotransformación están regulados por varios genes, la diferencia en uno
de ellos determina la variabilidad en la respuesta a nivel poblacional o individual en su
proceso ADME, puesto que la variación puede derivar en efectos distintos entre organismos
para una misma sustancia (Peña et al., 2001).

Enfermedades

Una patología que represente daños en órganos importantes dentro de la biotransformación,


acumulación y eliminación de los contaminantes (hígado, riñones), o que haya dejado
secuelas en el funcionamiento de los mismos, aumenta la toxicidad del agente. Algunas
enfermedades alteran mecanismos de protección, como el daño en la barrera sangre-
cerebro o BBB causado por la meningitis, generando el paso de sustancias que
generalmente serían retenidas (Philp, 2001)

La enfermedad y la posterior intoxicación sobre un órgano pueden ocasionar la pérdida total


de sus funciones, lo que como consecuencia lleva al detrimento de la vida del individuo o a
su muerte inmediata.

Estado nutricional

El régimen nutricional influye en la toxicidad de una sustancia, la interacción del tóxico con
alimentos, antes o después de su ingesta, altera los efectos del mismo. Es así como, por
ejemplo, la deficiencia de proteínas y de ácidos grasos, y el exceso de carbohidratos afectan
la fase II de la Biotransformación (ver lección 4), al limitar tanto la disponibilidad de
sustratos, como la síntesis de enzimas importantes para las reacciones de ésta etapa
(Peña et al., 2001).
LECCIÓN 9. RELACIÓN DOSIS – RESPUESTA.

Conociendo los tipos de respuesta y las variables asociadas a la naturaleza del agente
tóxico, del organismo y del medio que intervienen en la misma, se profundizará en esta
lección acerca de la relación entre la cantidad de sustancia por unidad de peso corporal
(dosis) y la magnitud del efecto que se produce.

Curva dosis – respuesta

Una forma clara y práctica de describir, entender y representar la respuesta de una enzima,
un organismo, población o comunidad biológica a un rango de concentración de un agente
tóxico, es una gráfica conocida como curva dosis – respuesta (Landis & Yu, 2003). El efecto
a analizar puede estar a cualquier nivel (molecular, órgano, organismo, poblacional), lo
importante es que sea medible y tenga un valor de cero cuando la dosis sea cero.

La curva se puede construir midiendo, a diferentes dosis o concentraciones de agente


tóxico, un efecto asociado. Es decir que los efectos observados se modelan como una curva
continua ubicando en el eje X del logaritmo de la dosis, y en el eje Y el porcentaje
acumulado de la respuesta, obteniendo generalmente una curva sigmoidea o “S” (Fig. 12).

Como se observa en la Figura 12 la curva inicia en el origen o punto cero, continúa con una
región en la que no se observa respuesta a pesar del suministro de tóxico, una vez se llega
a la dosis en la que empieza a observarse efecto, que es equivalente a la dosis máxima a la
que no se tiene efecto se denomina NOAEL (Dosis de efectos adversos no observados).
Posteriormente, al ir aumentando la dosis se comienza a manifestar levemente el efecto
(aumento gradual en la pendiente de la curva), punto conocido como LOAEL, llegando a un
valor máximo en la pendiente en el que la respuesta es directamente proporcional a la dosis
(región de la curva en línea recta). Finalmente, a dosis mayores la pendiente comienza a
decrecer hasta llegar a cero, punto en el cual el efecto es máximo (Emax).

En la curva se pueden identificar dos puntos o parámetros importantes en la descripción del


tóxico analizado:
1. La dosis o concentración en la que el efecto es del 50%, junto con la pendiente que tiene
la curva en dicho punto.
2. La cantidad de sustancia a la que la respuesta es máxima (E max). El primer parámetro
puede ser nombrado como DL50, CL50, CI50 y CE50, dependiendo del tipo de experimento y
respuesta evaluada (Landis & Yu, 2003).

Figura 12. Comportamiento y puntos relevantes de una curva dosis – respuesta


Para evaluar efectos letales:

DL50 : Dosis que causa la muerte al 50% de los individuos evaluados.

CL50: Concentración a la cual mueren el 50% de los individuos de la muestra.

En análisis de efectos no letales:

CI50: Concentración que inhibe en un 50% la respuesta normal de un individuo.

DE50: Dosis que tiene un efecto en el 50% de los individuos.

CE50: Concentración que tiene un efecto en el 50% de los individuos.

Una de las utilidades de la curva dosis – respuesta es la descripción y comparación entre


tóxicos, manejando los parámetros anteriormente definidos y la medida de potencia. La
Potencia se refiere al rango de concentración en la que el agente es capaz de producir un
efecto creciente (Hughes, 1996), es decir la región de la curva donde la respuesta aumenta
con la dosis, un agente es más potente que otro si dicha región está más cerca al origen de
la gráfica, puesto que esto indica su capacidad de causar efectos adversos a
concentraciones menores (Figura 13).

La eficacia se mide a través de la respuesta máxima (Emax), una sustancia es más eficaz
que otra si el porcentaje de respuesta es mayor (Hughes, 1996; Peña et al., 2001). En
la Figura 13 se observa la curva dosis – respuesta de dos sustancias, la curva roja
(sustancia A) describe a un agente potente pero menos eficiente, y la curva azul (sustancia
B) a un agente eficaz pero menos potente.

Generalmente, la comparación entre sustancias se hace teniendo en cuenta únicamente el


parámetro de la concentración que produce el 50% del efecto, medida de comparación útil,
pero que puede subestimar la toxicidad de una sustancia.

Figura 13. Curva dosis – respuesta de dos sustancias.


En la Figura 13 se observa la comparación de la sustancia A con la B, según el
parámetro LD50 tienen una toxicidad similar, no obstante, la sustancia A tiene una pendiente
inferior, y como se observa en la gráfica tiene un efecto mayor a bajas dosis, lo que le da
relevancia en escenarios, como el medio ambiente, donde por lo general, los tóxicos se
hallan en concentraciones bajas.

Si la comparación se realiza sólo por el parámetro DL 50 se subestima la toxicidad de la


sustancia A bajo ciertas condiciones, por lo que se hace necesario tener en cuenta varios
parámetros y la observación de la gráfica, para describir y comparar adecuadamente una
sustancia.

La exactitud y precisión de los estimadores de los parámetros hallados a través del gráfico o
la curva dependen de características del ensayo como: el uso de una población
representativa y el número de réplicas. Existen otros métodos estadísticos para analizar la
relación dosis – respuesta y hallar los estimadores, estos son: (1) Método Probit, (2) Método
de Litchfield-Wilcoxon, y (3) Método de Sperman-Karber. La selección del método a ejecutar
depende del experimento y de los datos obtenidos, tal como lo explica Díaz Báez, Bulus &
Pica (2004).

LECCIÓN 10. UNIDADES E ÍNDICES DE TOXICIDAD

Los estimadores hallados a través de la relación dosis – respuesta (DL50, CL50, CI50,
CE50 y Emax, entre otros) están asociados a la caracterización de la toxicidad de una
sustancia, que a su vez, da la posibilidad de compararlas entre sí. No obstante, en el medio
ambiente se presentan mezclas de los agentes tóxicos, generando interacciones
(Sinergismo, Antagonismo, Adición) que modifican su toxicidad individual, similar a lo que
sería un efecto conjunto.

La Unidad Tóxica (TU, por sus siglas en inglés) es uno de los métodos de aproximación que
buscan establecer la toxicidad de cada uno de los componentes de una mezcla. La TU,
propuesta por Sprague (1970), estima la toxicidad individual de una sustancia (subíndice i) a
través de la relación entre su concentración (ci) y el efecto medido o determinado (ECxi). La
expresión matemática para la TU de una sustancia i se define como:
La toxicidad de la mezcla en conjunto TUmix, según el método, será la sumatoria de las TU
individuales, manteniendo, por supuesto, el mismo porcentaje de efecto para todos los
componentes, resultando la siguiente expresión, donde n es el número de componentes de
la mezcla (i = 1,2, 3... n):

El método es empleado con éxito en casos donde los componentes tienen un mecanismo de
acción similar, como es el caso de algunos pesticidas, aunque es preciso decir que, bajo
condiciones de mecanismos diferenciales, la estimación está por encima o por debajo en un
factor de 2.6 (Junghans, Backhaus, Faust, Scholze & Grimme, 2006), lo que hace necesario
el empleo de otros métodos más complejos de estimación.

Algunos de los índices de toxicidad más comunes son el margen de seguridad (MS), la dosis
de referencia (RfD) o concentración de referencia (RfC), la ingestión diaria aceptable (ADI),
y la ingestión tolerable (TI), utilizados o referenciados según el país o la institución.

El margen de seguridad (MS) relaciona las curvas de respuesta tóxica y respuesta leve de
un agente, entre más alto sea el valor del índice, más seguro es utilizar la sustancia
(James et al., 2000).

Para hallar el índice se utilizan, generalmente, las dosis que producen un efecto del 50% en
las respectivas curvas, tal como lo muestra laFigura 14.
Figura 14. Curvas dosis – respuesta de una sustancia con efectos de diferentes
magnitudes

Nota. SD: curva de efectos leves (irritación leve en ojos y nariz), TD: curva de efectos
tóxicos (daño en órganos), y LD: curva de efectos letales.

Fuente: James, R. C., Roberts, S. M. & Williams, P. L. (2000). General principles of


toxicology. En P. L. Williams, R. C. James & S. M. Roberts (Eds.), Principles of toxicology:
Environmental and industrial applications (pp 3 – 7). New York: John Wiley & Sons, Inc.

Para el caso observado en la Figura 14 el MS se expresaría:

MS= TD50 / SD50

Los demás índices toxicológicos estiman el nivel de exposición diaria que no genera
respuestas negativas en poblaciones humanas, incluyendo subpoblaciones sensibles
(Instituto Nacional de Ecología & SEMARNAT, 2003; Peña et al., 2001). En la obtención de
los índices se tiene en cuenta el tipo y vía de exposición, el efecto evaluado, los datos
obtenidos de la relación dosis – respuesta (NOAEL o LOAEL) y los factores de incertidumbre
(FI).

Los FI son inherentes a la extrapolación de los datos obtenidos. La aplicación de los FI se


da para tener en cuenta la variabilidad de la población, para proteger poblaciones más
sensibles (niños, ancianos), y cuando los datos se quieren extrapolar a otras especies
diferentes a las utilizadas en la obtención de los datos (Peña et al., 2001). El valor de los FI
lo asignan los investigadores acorde a evidencias empíricas y a las condiciones de sus
investigaciones. En la Tabla 6 se muestran algunos FI utilizados por la USEPA (United
States Environmental Protection Agency).
Tabla 6. Algunos Factores de Incertidumbre utilizados por la USEPA

Nota. Fuente: Adaptado de México, Instituto Nacional de Ecología & Secretaría de Medio
Ambiente y Recursos Naturales – SEMARNAT-. (2003). Introducción al análisis de riesgos
ambientales. México.

Los índices son el cociente entre la dosis máxima a la cual no se observan efectos tóxicos
(NOAEL) y la multiplicación de los FI. Como ejemplo de lo anterior, se tomará la RfC del
cloruro de vinilo hallada por la USEPA y reportada por el Instituto Nacional de Ecología &
SEMARNAT (2003):

El cloruro de vinilo es un tóxico capaz de producir quistes en las células hepáticas de ratón,
así los investigadores, al extrapolar los resultados de estudios en ratón a seres humanos,
encontraron una concentración NOAEL de 2.5 mg/m 3. Los FI establecidos fueron: Un factor
de protección a poblaciones sensibles (FIS) de 10 y un factor de extrapolación de animal al
ser humano (FIH) de 3. Entonces, la RfC para el cloruro de vinilo es:
Capítulo 3. Evaluación y análisis de riesgo
LECCIÓN 11. INTRODUCCIÓN AL ANÁLISIS DE RIESGOS

Inicialmente es pertinente definir lo que es el riesgo y sus elementos principales. Según


Tarazona (2003) la definición de riesgo incluye como elementos básicos la probabilidad y la
severidad de un efecto adverso, sea sobre el ser humano o sobre el ambiente, como
consecuencia de una exposición a un agente causal. En el contexto de la toxicología
ambiental esto significa que, frente a la presencia de una sustancia o agente tóxico, existe la
probabilidad de observar efectos adversos, evaluada su severidad, sobre uno o más de los
organismos que estén expuestos al agente.

Señala INE (2003) que los riesgos nos rodean en la vida cotidiana, existiendo en varios
niveles o con diferentes grados de severidad, en actividades de diversas índoles como
conducir un vehículo, tomar medicamentos o invertir dinero. Para el caso de riesgos
asociados a la salud INE (2003) incluye una diferenciación entre aquellas exposiciones
voluntarias, en las que media una intención de realizar la actividad con conocimiento de sus
posibles consecuencias, como el caso del hábito de fumar, frente a aquellas exposiciones
involuntarias, cuyo caso más relevante es la contaminación ambiental.

De lo anterior se infiere que el riesgo dependerá de todos aquellos factores, tanto


intrínsecos del agente causal, como externos a la sustancia misma y de la forma como éste
actúa en cada organismo, es decir, en otros términos riesgo es el conjunto resultante de
peligro y de exposición. Teniendo en cuenta que en lecciones anteriores se abordó con
detalle la exposición y sus elementos, solo resta aclarar lo que en este contexto se
considera peligro.

El peligro que se asocia a un agente, tóxico en nuestro contexto, gira en torno a establecer
si dicho agente puede causar efectos adversos en la salud humana o sobre el medio
ambiente. De aquí que INE (2003) señala que la identificación del peligro no contempla una
cuantificación sino que se basa en la revisión de la información disponible (epidemiológica –
toxicológica) para dicho agente en particular, lo que resulta en una característica tipo
presencia – ausencia.

Una vez se determina el peligro (presente) y se identifican los elementos asociados a la


exposición, debe incluirse un tercer elemento: Uno o más sujetos (receptor). Estos tres
elementos son indispensables en los escenarios que tienen implícito la determinación del
riesgo. El procedimiento que permite estimar el riesgo, como resultado de la interacción
entre peligro y exposición sobre el receptor, es la evaluación de riesgo.

La evaluación del riesgo se constituye en una herramienta de la que disponen los actores en
la toma de decisiones, en muchos campos de la gestión, no solamente científicos, pues
como señala Tarazona (2003) involucra la totalidad de los campos científicos, que resultan
fundamentales en los ámbitos de decisión sobre salud humana, seguridad alimentaria y
protección del medio ambiente.

La evaluación de riesgo es uno de tres pasos o fases del de análisis del riesgo, cada uno de
los cuales serán abordados en una lección particular de éste capítulo, dichas fases incluyen
además la gestión del riesgo y la comunicación del riesgo, como se presenta en la Figura15.

Además de lo anterior, puede considerarse como fase de partida, para un proceso de


análisis de riesgo, la formulación o identificación del problema, que se constituye en un filtro
que determinará el alcance y la perspectiva con la que se analizarán los riesgos y las
condiciones o limitaciones de dicho análisis.

Vale la pena mencionar que la evaluación del riesgo es la fase que mayor cantidad de
herramientas de base científica tiene. Como señala MAVDT (2007a), este hecho permite que
el conocimiento científico se incorpore en la toma de decisiones aportando en claridad y
transparencia a las bases de la evaluación y de la incertidumbre de la misma, separándola
de los demás criterios que median la toma de decisión, como la viabilidad económica, el
impacto social, entre otros.

Del análisis de riesgo se derivan las posibles medidas o acciones que deberán tomarse para
prevenir, mitigar o reducir los riesgos que han sido identificados. Dentro de estas acciones
deberán contemplarse las alternativas disponibles en cada contexto, contemplando factores
sociales y económicos, para soportar la decisión más adecuada.

Figura 15. Esquema simplificado del ciclo de análisis de riesgo

Fuente: MAVDT (2007a)


LECCIÓN 12. EVALUACIÓN DE RIESGO

Según el MAVDT (2008) la evaluación de riesgos es un proceso por el cual se analiza la


información disponible para estimar la probabilidad de que se produzcan efectos como
consecuencia de una acción o actividad y la magnitud de los mismos. De acá que la
información que se tenga disponible sobre los factores involucrados: el agente causal, las
vías de exposición, la presencia de organismos receptores, es determinante para asegurar
el nivel de incertidumbre de la estimación, aunque es preciso señalar que las menores
incertidumbres generalmente están asociadas a los mayores costos de estudio.

En este sentido, cuando se trata de establecer cuál es la probabilidad y magnitud de


posibles efectos adversos sobre un ecosistema, tal como señala MADVT (2008), es
fundamental definir adecuadamente cuales efectos serán considerados adversos y
ecológicamente relevantes. No obstante, como señala Tarazona (2003), el hecho que no se
prevean efectos sobre los individuos (sobre supervivencia, crecimiento y tasa de
reproducción) no implica directamente que no se tendrán efectos sobre poblaciones ni
comunidades, pues factores no determinados inicialmente en los individuos, como la
variación en la relación macho/hembra de nacimientos al interior de la población podrá llevar
a observar efectos sobre la tasa global de reproducción de dicha población.

De otra parte, dado que el desarrollo de una evaluación de riesgo requiere una gran
cantidad de información, de una naturaleza técnico-científica en su mayoría, es importante
establecer una metodología que optimice los recursos que se inviertan a su consecución.
Por tanto, MAVDT (2008) señala los niveles en la evaluación de riesgos que serán descritos
mas adelante.

Una etapa inicial y necesaria en la evaluación del riesgo, de nivel bajo o alto, es el
planteamiento y descripción del problema. La definición del problema, como propone INE
(2003), comprende los factores causantes de estrés ambiental, los efectos ecológicos
potenciales y las características de los ecosistemas involucrados (en riesgo). El proceso de
definición o descripción del problema requiere de información que describa las condiciones
del sitio, a nivel geográfico, hidrogeológico, ecológico, así como el tipo de uso que las
poblaciones le han asignado. Esto determina, entre otras, las condiciones de dispersión de
los agentes tóxicos, las vías de exposición para los receptores y además, el tipo de medidas
de manejo que pueden ser consideradas para mitigar los efectos.

Un ejemplo de modelo conceptual está en la Figura 4, donde se muestra la fuga en un


tanque de almacenamiento de una sustancia. En este ejemplo se observa que no se
dispone de una descripción detallada del sitio, que permita evaluar la pertinencia de
considerar una o más vías de exposición como prioritarias y, además, solo considera como
receptores a la población humana.

Evaluación de riesgo de bajo nivel

Las evaluaciones de riesgo de bajo nivel (o nivel I), toman como referencia valores
propuestos por normatividad específica aplicable al sitio que se está considerando. Dado
que en muchos casos, como el de Colombia, esta normatividad específica aplicable no ha
sido consolidada o está en proceso de ser expedida, pueden ser usadas normas o niveles
de referencia de otros países o regiones. Generalmente se usanDirectivas Europeas y
normas o estándares norteamericanas (EEUU y Canadá).
En general, como describe MAVDT (2007a), los modelos conceptuales base para la
evaluación a este nivel son simplificados, se asignan valores fijos a cada compartimiento
considerado (agua, aire, suelo, alimentos) y se determina la concentración más alta
esperada en cada uno de éstos a la hora de estimar la exposición de los receptores. Así
mismo, para evaluar la magnitud de los efectos, se usan ensayos toxicológicos estándar,
propuestos en normativas o estándares internacionales, que usan organismos muy
sensibles de cada grupo taxonómico relevante, para tomar como punto de referencia aquel
que resulte más sensible.

Como puede observarse, este proceso tiene un alto nivel de seguridad al cubrir “los peores
casos teóricamente posibles”, aunque puede resultar, como señala MAVDT (2008) “poco
real”, sobreestimando el riesgo, y llevando a tomar medidas extremadamente cautelosas y
por ende más costosas. Frente a estos casos, MAVDT (2008) recomienda tomar medidas de
mitigación de riesgos como primera opción, y realizar una evaluación de riesgo de mayor
nivel, sustituyendo los modelos conceptuales y las estimaciones de exposición y de efectos
tóxicos.

En conclusión, puede decirse que al encontrar un riesgo alto en este nivel de evaluación se
puede incurrir en una sobreestimación, pero si por el contrario, se obtiene como resultado de
la evaluación un bajo riesgo, ésta puede ser de entrada y con seguridad la finalización del
proceso.

Evaluación de riesgo de alto nivel

Para desarrollar una evaluación de riesgo de alto nivel se requiere una mayor y mejor
información técnica-científica, lo que corresponde a un modelo conceptual mucho más
detallado y depurado que el previsto anteriormente. Esto está directamente relacionado con
los costos de la evaluación, dado que el personal encargado y los medios tecnológicos
usados para medición son especializados. No obstante, al obtener una estimación mucho
más real, los costos de remediación o mitigación, como señala MAVDT (2008), pueden ser
menores por aplicarse tecnologías más económicas o llegar más rápido a la meta de
remediación.

Las técnicas para mejorar o refinar las estimaciones en cada etapa del proceso de
evaluación de riesgo, pueden ser tan específicas y complejas como se quiera, así mismo las
estimaciones se acercarán mucho más a la situación real del sitio considerado. Además de
lo anterior, estos métodos tienen unos niveles de incertidumbre asociados, que pueden
calcularse de forma precisa, y ser reportados con claridad, para que aquellos encargados de
la toma de decisión puedan contemplarla de igual forma.

La ilustración del proceso de refinación propuesta por MAVDT (2007a), presentada en


la Figura 16, contempla los costos asociados a la evaluación de riesgo en diferentes niveles.
De allí puede observarse que para un nivel bajo el riesgo estimado puede corresponder a la
sobreestimación dada la elevada incertidumbre, por desconocimiento de datos en la mayoría
de los casos. Luego, a medida que se hace más refinado el modelo, niveles más altos de
evaluación, la incertidumbre se reduce gracias a las herramientas desarrolladas por la
ciencia, haciendo la estimación del riesgo más cercana a la realidad, aunque en general la
reducción de la incertidumbre no corresponde al aumento del costo de la evaluación, sobre
todo en los niveles más altos de evaluación.
Figura 16. Relaciones costo, nivel de riesgo e incertidumbre

Fuente: MAVDT (2008)

Los actores sociales involucrados en la toma de decisión frente a los resultados de la


evaluación de riesgos juegan un papel importante, sobretodo, en la gestión del riesgo y en la
comunicación del mismo, pero deberán tener claramente definido el nivel al que se puede
aceptar el riesgo, aceptabilidad que depende en gran medida del criterio científico que
respalda la evaluación, además de factores sociales y económicos relativos a sus
competencias.
LECCIÓN 13. CARACTERIZACIÓN DEL RIESGO

La caracterización del riesgo es, como propone MAVDT (2007a), la comparación de los
niveles de exposición (concentraciones o dosis estimadas o determinadas) frente a los
efectos esperados para el agente causal. Por ende, como insumo para la caracterización del
riesgo es preciso conocer, por un lado, el comportamiento de la sustancia que determina la
exposición y, por otro lado los efectos tóxicos esperados o previstos para el agente causal,
para determinar con certeza, como señala INE (2003), qué tan significativos son esos
efectos que se pronostican dadas las condiciones de exposición.

Exposición

Se deberán tener en cuenta los elementos descritos previamente sobre las rutas de
exposición, pero como complemento importante se encuentra el uso de modelos
matemáticos desarrollados para la estimación de dispersión de sustancias en los diferentes
compartimientos ambientales (agua, aire, suelo) y que ofrecen datos cuantitativos sobre la
cantidad esperada de las sustancias en función del tiempo y de la posición.

Estos métodos tienen unos niveles de incertidumbre que pueden ser medidos o
determinados a partir de ensayos de calibración en campo. Ejemplo de estos modelos, para
el caso de calidad del agua, son OTIS (http://water.usgs.gov/software/OTIS/) y QUAL2K
(http://www.epa.gov/athens/wwqtsc/html/qual2k.html), que son modelos matemáticos de
simulación usado para describir la dispersión de sustancias en corrientes de agua. Las
ventajas, limitaciones, supuestos y/o requerimientos de información para aplicar los modelos
matemáticos, así como la incertidumbre asociada, deben ser plenamente conocidas por el
experto del equipo técnico encargado.

Los modelos para predecir la dispersión de contaminantes en otros medios o


compartimientos pueden ser complejos o no estar documentados, por ejemplo, la
determinación de la cantidad de plaguicida residual en hojas, flores y frutos, la adsorción de
metales en el material particulado que arrastra el aire, entre otros. No obstante, puede
recurrirse a un criterio técnico para establecer la cantidad (concentración, dosis) de agente y
así proseguir con la caracterización del riesgo.

El resultado de esta etapa será la estimación de la concentración que, en un momento y un


sitio determinado, se espera para la sustancia de interés, para de esta forma poder
compararla o contrastarla con las concentraciones de referencia según el efecto adverso
esperado y las vías de exposición consideradas (inhalatoria, oral o dérmica).

Estimación del efecto tóxico

En el proceso de evaluación de riesgo, como ya se ha mencionado, es fundamental


disponer de datos sobre los efectos adversos, en nuestro contexto la toxicidad, que pueden
presentarse como consecuencia de la exposición a un agente causal. Esta información
puede provenir, en general, de bases de datos o recopilaciones de estudios realizados
previamente por entidades públicas o privadas. Existen muchos artículos científicos,
publicados en revistas especializadas, que describen con detalle los efectos observados
para especies sometidas a condiciones de ensayo particulares.
Además de lo anterior, como ejemplo MAVDT (2007a) propone tres fuentes de información
provenientes de la USEPA, que aún a 2011 están disponibles para consulta en línea:

1. El Sistema IRIS (Integrated Risk Infomration System) disponible


en http://www.epa.gov/iris/ es un programa de evaluación en salud humana que
dispone de información sobre riesgo que puede resultar de la exposición a
contaminantes en el ambiente.

2. Las tablas HEAST (Health Effects Assessments Summary Tables) cuya información está
disponible enhttp://cfpub.epa.gov/ncea/cfm/recordisplay.cfm?deid=2877, Se publican
anualmente en el marco de programas de la USEPA en materia de gestión de sitios
contaminados (programa Superfund) que proveen una lista de evaluaciones de riesgo
que contemplan exposición a sustancias químicas por vías inhalatoria y oral.

3. La ATSDR (Agency for Toxic Substances and Disease Registry) es una agencia de salud
pública en los EEUU, publica las hojas informativas sobre sustancias químicas,
describiendo propiedades toxicológicas y efectos potenciales sobre la salud asociados
a dichas sustancias. Estas hojas están disponibles para consulta en español
en http://www.atsdr.cdc.gov/es/toxfaqs/es_toxfaqs_index.html.

Además de las anteriores, pueden encontrarse múltiples referencias y datos de interés


toxicológico, relacionados con los efectos adversos en múltiples especies animales a través
del sistema ESIS (European Chemical Substance Information System), que dispone de una
recopilación de múltiples bases de datos relacionadas y a las que puede accederse
directamente a través del vínculohttp://ecb.jrc.ec.europa.eu/esis/, su contenido está en
inglés y deberá además conocerse el nombre de la sustancia o el número CAS (Chemical
Abstracts Service) que es único para cada sustancia conocida.

Para evaluaciones de riesgo de un nivel más alto, como señala INE (2003), la
determinación de los umbrales de concentración de las sustancias y los efectos que
producen debería hacerse usando las especies nativas del sitio, incluso aplicando pruebas
in-situ, lo que implica no solo un gran despliegue técnico, sino que deriva en unos costos
muy altos. En consecuencia, la mayoría de los casos se usan especies de organismos con
pruebas estándar, asumiendo que las poblaciones nativas tienen un comportamiento similar
a éstos y considerando, por consiguiente, la incertidumbre asociada a la extrapolación de los
efectos de una especie a otra, además de aquella debida a las diferencias en los factores
externos a la sustancia característicos del sitio considerado.

De estas estimaciones y bases de datos se obtienen los valores de Concentraciones y Dosis


que se usarán como base para la caracterización del riesgo, generalmente CE50, CL50 y DL50,
asociadas a la cantidad de agente que produce los efectos adversos que previamente se
han determinado como relevantes.

Metodologías de caracterización del riesgo

De igual forma que en la evaluación de riesgos, pueden darse niveles en la caracterización,


que están determinados por el grado de refino que tengan las estimaciones y suposiciones.
Así, un primer nivel en la caracterización del riesgo es aquella cualitativa, que se basa en la
comparación del valor estimado de exposición frente al nivel mínimo para el que se esperan
efectos. De esta comparación se decide si habrá un riesgo aceptable para el receptor
cuando se expone éste a la concentración (o dosis) estimada.

En este sentido MAVDT (2007a) propone que, en aras de armonizar los criterios para decidir
cuándo un nivel de agente se considera como de riesgo aceptable, puede considerarse la
metodología que algunas normativas proponen y es comparar la cantidad (concentración)
estimada del contaminante, frente a las referencias para toxicidad aguda y crónica, tal que,
si la concentración de agente es 1.000 veces menor que la toxicidad aguda y 100 veces
menor que la toxicidad crónica para la especie de receptor más sensible, el riesgo se
considera aceptable.

Esta comparación se conoce como Cocientes de peligro, según la ecuación propuesta en


INE (2003):

Donde Q es el cociente de peligro, la CAE es la concentración ambiental estimada y la CTE


es la concentración toxicológicamente efectiva. Vale la pena señalar que este cociente es
adimensional, por lo que las unidades en las que se expresan ambos miembros de la
fracción deben ser iguales.

Para la CAE se pueden presentar tres posibles expresiones, descritas por MAVDT (2007a):

1. Concentración: cantidad de sustancia presente en el compartimiento (agua, suelo, aire,


sedimento) a la que se produce la exposición. A este caso corresponderá una CTE
expresada como la cantidad de sustancia presente en el medio de ensayo
toxicológico.
2. Dosis externa: Cantidad de sustancia recibida por el organismo receptor, expresada en
mg/kg, a la que se compara con ensayos donde se reporta la cantidad administrada.
3. Dosis Interna: En este caso se tienen datos de concentración en órganos o tejidos del
receptor, para ser comparados con ensayos toxicológicos que hayan determinado
cantidad de sustancia, igualmente en órganos o tejidos de los animales usados como
unidades experimentales.

La CTE puede ser estimada por extrapolación a partir de valores de referencia encontrados
en bases de datos como las toxicidades aguda y crónica anteriormente mencionadas por
MAVDT (2007a). No obstante, se debe tener en cuenta que este es un cálculo que servirá
como criterio cualitativo: un cociente elevado, mayor que 1, indica que a ese nivel de
exposición pueden, con cierta certeza, presentarse efectos adversos.

En niveles más altos de caracterización de riesgo se requieren modelos matemáticos que


incluyan distribuciones probabilísticas, tanto de la cantidad de sustancias presentes en el
ambiente, como de las respuestas de los organismos presentes en el sitio considerado para
el análisis de riesgo. En este contexto se hace necesario, como plantea MAVDT (2007a),
una distribución de la sensibilidad de muchas especies animales, para determinar cuál es la
cantidad considerada como segura para cierto porcentaje de dichas especies, teniendo en
cuenta la estructura y funcionalidad del ecosistema. Para algunas sustancias este tipo de
aproximación es adecuada y se disponen de muchos estudios toxicológicos previamente
realizados, pero para otras no es así, por lo que resultará mejor estimar probabilísticamente
la cantidad de sustancia presente (exposición) fijando los efectos adversos esperados y
analizando con mayor detalle el tipo de efectos y sus consecuencias dentro del ecosistema.

De acá que INE (2003) propone considerar la variabilidad intrínseca de los organismos y de
los ecosistemas, para identificar aquellos cambios relevantes que se dan naturalmente y no
como consecuencia de la exposición a un agente tóxico, señala además que en muchas
ocasiones se deben tomar decisiones con pocos datos o con información poco clara, por lo
que es fundamental el criterio del técnico, apoyado en evidencias y basado en la
experiencia.

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