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Según Alzamora (2016), la ideología de género defiende que las diferencias entre hombre
y mujer, a pesar de las obvias diferencias anatómicas que no corresponden a una
naturaleza fija, sino que son unas construcciones meramente culturales y convencionales,
hechas según los roles y estereotipos que cada sociedad asigna los sexos. Esta
simbolización se erige en orden social -un conjunto de prescripciones con las cuales se
norma la vida social en infinidad de circunstancias estas prescripciones (como la relativa
a quién puede tejer canastas) encasillan a las personas y las ponen en contradicción con
sus deseos, talentos y potencialidades, así como ignorancia, prejuicios y
desinformaciones se apoyan en la lógica del género para prohibir ciertos
comportamientos o elecciones a mujeres y hombres.
A partir de la segunda mitad del siglo XX empieza a considerarse, cada vez con más
fuerza, que los rasgos propios de la feminidad y la masculinidad obedecen a la asignación
de roles o funciones a cada uno de los sexos por parte de la sociedad. De esta manera, la
expresión género, que en un principio tenía un uso meramente gramatical, pasó a
convertirse en una categoría utilizada por las ciencias sociales para el estudio de las
diferencias entre varón y mujer. Uno de sus principales objetivos fue el igualitarismo, es
decir, la pretensión de equiparar social y jurídicamente la mujer al varón, siguiendo el
modelo unilateral impuesto a este por la Modernidad. Ello determinaría, en última
instancia, la erradicación o eliminación de los caracteres y del espacio social que
tradicionalmente habían ocupado las mujeres. De este modo, ellas se verían forzadas a
emular los valores masculinos para conseguir la igualdad. En este sentido, Jesús
ballesteros señala que se mantenían
IDEOLOGÍA DE GÉNERO
ENSAYO
27/1/2017