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Índice

 1Situación legal o jurídica en el mundo


o 1.1Argentina
o 1.2Canadá
o 1.3España
o 1.4Israel
o 1.5México
o 1.6Chile
o 1.7Colombia
o 1.8Sudáfrica
o 1.9Uruguay
 2Opinión pública
o 2.1Porcentajes de opinión en Europa
o 2.2Porcentajes de opinión en América Latina
 3Sociedad
o 3.1Comunidad científica
 4Véase también
 5Referencias
 6Notas
Adopción homoparental

Una pareja de hombres con un niño.

La adopción homoparental es la adopción de un niño por parte de una persona


o una pareja de personas homosexuales, formándose una familia homoparental.

La adopción por parte de parejas del mismo sexo es legal en 26 países y en


algunas jurisdicciones de Australia; además, es legal la adopción del hijo del
cónyuge en Alemania, Croacia, Estonia, Suiza y Chile. Sin embargo, no es
reconocida en la mayor parte de los países, aunque en algunos se debate
permitirla coincidentemente a la aprobación del matrimonio entre personas del
mismo sexo, al establecer una igualdad de derechos y otorgar las mismas
garantías que a una pareja heterosexual. Otros países como Chile y República
Checa, la admiten por vía oblicua al permitir que sólo uno de los miembros de la
pareja adopte como soltero.

Los derechos del niño a nacer y vivir en una familia constituida por un hombre
y una mujer están sumamente amenazados. Así, la adopción y la posibilidad de
utilizar medios de asistencia médica en la procreación (AMP) por personas del
mismo sexo, al igual que en el matrimonio, han llegado a ser reivindicaciones
políticas.

Éstas plantean serias interrogantes que a menudo se han eludido en nombre de


la igualdad de derechos de todos los ciudadanos ante la ley. La reflexión es
sustituida por un sentimiento de compasión que se resume mediante la siguiente
afirmación: “Por cuanto personas del mismo sexo se aman, casémoslas y
facilitémosles el acceso a la filiación”. Es una formulación rápida y sin pensar,
¿porque se puede tener certeza de que se trata de amor cuando al parecer no se
cumplen las condiciones? ¿Se debe legitimar de este modo el deseo de un hijo en
su dimensión más imaginaria, desarticulada de la carne? El cuestionamiento va
aún más lejos, puesto que, en nombre de una visión discutible de la no
discriminación, se da a entender un sentido absoluto de los derechos, un sentido
puramente sentimental del matrimonio, de objeto incierto, y una concepción
instrumental de los hijos. Los derechos van acompañados de obligaciones y
especialmente en relación con los hijos.

Un problema antropológico

Aquí no está en juego lo religioso, como algunos pretenden, sino lo


antropológico, en la medida en que la sociedad, pero también el matrimonio y la
filiación, sólo pueden apoyarse en un hecho objetivo: la diferencia sexual. La
teoría del género que inspira las leyes europeas internacionales afirma que la
sociedad ya no debe depender de la diferencia sexual inscrita en el cuerpo, sino
de la diferencia de sexualidades, es decir, de orientaciones sexuales. Ahora bien,
éstas proceden de pulsiones parciales y son independientes de la identidad del
hombre y la mujer, ya que sólo hay dos identidades: de hombre y de mujer. Una
pulsión o —en el mismo orden de ideas— una preferencia sexual no constituye
una identidad. Creer esto constituye una visión ideológica en contradicción con
la condición humana. El hijo proviene de la unión del hombre y la mujer, y de
este hecho objetivo se desprende la relación educativa.
El interés del niño es estar en las mismas condiciones de parentesco que entre un
padre y una madre. Ciertas encuestas sociológicas han querido mostrar que los
niños, al vivir en un ambiente homosexual, no presentaban trastorno afectivo,
social ni intelectual alguno; pero sus parámetros están lejos de ser pertinentes y
sus conclusiones sirven más bien para justificar presuposiciones que para probar
ese estado de hecho. De estos trabajos se desprende una forma de idealismo
cuando se pretende que los niños no van a enfrentarse con problema alguno al
vivir con personas homosexuales. En otras palabras, quisieran hacernos creer que
la relación entre esas personas y los niños será neutra y sin consecuencias
notables. En realidad, en relación con otras situaciones, observamos que los niños
ya experimentan los efectos de inseguridad de una pareja sin armonía, los efectos
de ruptura de la unidad psíquica con el divorcio y los efectos de una crisis de
origen en la adopción. ¿Cómo será la situación en un ambiente homosexual con
efectos disonantes entre la naturaleza de su origen y de la relación educativa, y
cómo denominar a esos dos adultos que se presentan como sus “padres”
encontrándose en realidad en un autoparentesco?

Es un “parentesco” autoproclamado por el sujeto a raíz de su deseo de obtener


un hijo forzando lo real. La ley civil siempre podrá inventar una ficción jurídica
de “parentesco”, lo cual en nada cambiará la verdad de la realidad de la
generación. La modificación del vocabulario es igualmente extraña cuando el
término “parentesco”, propio de los padres, los abuelos y los colaterales, es
reemplazado por el término “parentalidad” para designar a todos los adultos que
pueden sucederse en la vida del niño desempeñando un rol parental. La
transformación del lenguaje es indicadora del deseo de modificar el sentido de la
familia, que ya no dependería de la relación y de una pareja estable constituida
por un hombre y una mujer. No todas las situaciones particulares deben
institucionalizarse y menos aún las que son contrarias a la procreación. Querer
ser padres como los demás es una ilusión igualitaria, puesto que por encontrarse
esas personas fuera del estado conyugal, no pueden serlo en justicia. Está en
juego el interés del niño. ¿Cómo no podrá este último plantearse la interrogante
sobre la legitimidad de esos adultos del mismo sexo que están con él? ¿Qué
estatuto tendrá para el niño la sexualidad unisexual de dos adultos? ¿Cómo
podrá él representarse su propia concepción de manera coherente con la
concepción universal de la generación? Es engañoso permitir a los niños escuchar
que habría diversas formas de concebirlos fuera de una relación constituida por
un hombre y una mujer. El deseo de un hijo, muy loable en la vida de un adulto,
se presenta a veces en forma muy compleja en una pareja o en la psicología de
una mujer y también de un hombre, y aun en mayor medida cuando no pueden
concebir hijos en condiciones normales. En las personas homosexuales, este
deseo suele ser patético e inquietante, pero, en justicia para el niño, no es
pertinente. Una visión igualitaria impide, especialmente en Europa, que los niños
sean adoptados y educados únicamente por una pareja constituida por un
hombre y una mujer. En nombre de la no discriminación basada en la orientación
sexual, se pretende, sin otros elementos de reflexión, que independientemente de
su situación, un hombre o una mujer estarían en condiciones de adoptar un niño.
Es una visión ideológica que no favorece al niño. Olvidamos que las condiciones
en las cuales el niño es adoptado determinan su vida y el destino de su
personalidad que se manifiesta muchos años después de la infancia. Esto atañe
también a la representación que adopta una sociedad de la filiación.

Como psicoanalista, atiendo a personas homosexuales que se encuentran en


distintas situaciones, y con ellas estoy dispuesto a hacer un trabajo sobre su vida
psíquica con el fin de mejorar su existencia; pero como ciudadano no puedo
concebir que la sociedad, por mediación del legislador, transmita el sentido de la
generación situándolo fuera de la diferencia sexual. Pueden existir diversas
formas de sexualidad con todos sus problemas psicológicos, antropológicos y
morales; pero sólo hay dos sexos y este dato del hombre y la mujer tiene ya un
sentido en sí mismo y para la generación que no correspondería modificar a
merced de las fantasías y las frustraciones de unos y otros. El derecho del niño
debe ser siempre prioritario en nuestra reflexión.

Las necesidades, el interés del niño y la coherencia del sentido de filiación


requieren más bien racionalidad que meras reivindicaciones subjetivas. Sería por
lo demás profundamente discriminatorio, injusto e ilegítimo en relación con los
derechos del niño privar a éste de la alteridad sexual en su familia, constituida
por un hombre y una mujer. Todas las compensaciones sociales imaginables
jamás podrán sustituir la experiencia más allá de lo subjetivo que el niño podrá
tener a partir de la relación de su madre con su padre. El interés superior del niño
se sitúa en esta perspectiva y no en el envolvimiento afectivo de dos personas del
mismo sexo. La interrogante que se plantea no es saber si esas personas serán
generosas, leales y honestas con el niño, sino saber en qué estructura relacional
se encontrará. La sociedad actual tiene más tendencia a privilegiar las
aspiraciones afectivas de los adultos sin discernimiento alguno que a definir la
filiación a partir de las necesidades y derechos del niño, que limitan con todo el
narcisismo invasor de los adultos.

La preeminencia de la no diferenciación sexual en el


discurso social

En la perspectiva de la filosofía de la deconstrucción, actualmente se está pasando


por una etapa conceptual encaminada a no tener que seguir hablando de
orientaciones sexuales, afirmándose que la personalidad del sujeto se construye
en la no diferenciación sexual, dejándose así abiertas todas las opciones posibles,
mientras el deseo, calificado como orientación sexual, no proviene de una opción
sino de un determinismo psíquico, que en muchos casos puede modificarse hacia
la madurez de la heterosexualidad. Por consiguiente, el debate ya no está
orientado hacia la diferencia sexual o las orientaciones sexuales (los deseos), sino
hacia el estado original de la sexualidad, que debería concebirse de acuerdo con
las categorías de la no diferenciación.

Estamos en una sociedad que cultiva lo infantil hasta el punto de hacer creer que
la finalidad de la sexualidad sería mantenerla en sus comienzos: aquella de la
economía de lo infantil basada en las pulsiones parciales, lo imaginario, la
captación violenta del otro y las intrigas edípicas. En esta lógica de la no
diferenciación primitiva, cada uno es remitido a la supuesta opción de su
orientación sexual, que constituirá su identidad. La homosexualidad sería una
alternativa de la heterosexualidad, dependiendo la primera de una identificación
parcial basada en un conflicto psíquico y articulándose la otra precisamente de
acuerdo con la identidad masculina o femenina. El resto de las reivindicaciones
se desprende casi automáticamente en cuanto el matrimonio y el niño deben ser
materia de las necesidades subjetivas de cada uno y ya no del sentido del bien
común y del interés del niño. La pretensión de igualdad de derechos en este
ámbito desarrolla el sentimiento de la supremacía de la satisfacción con un solo
sexo autosuficiente y hegemónico. El sujeto se encuentra así en la negativa de la
carencia, imaginando que todo es susceptible de consideración hasta tomar
posesión por todos los medios de un niño en detrimento de aquello que le da
fundamento y lo estructura objetivamente. Una filiación estable jurídicamente en
el marco de la monosexualidad es un acto intrínsecamente perverso en el sentido
que está al margen de una relación auténtica compartida entre un hombre y una
mujer. Únicamente la unión de ambos es el porvenir de la humanidad.
El problema aquí planteado en cuanto al carácter pertinente del matrimonio y la
adopción por personas homosexuales no está vinculado con la persona
homosexual, que no debe ser puesta en tela de juicio —aun cuando es preciso
preguntarnos lo que es y lo que representa psicológica y antropológicamente la
homosexualidad—, sino con el hecho de querer redefinir la pareja, la relación
conyugal y la familia a partir de la homosexualidad e imponer esto en la ley, lo
cual es estructural y éticamente antinómico y por tanto inauténtico. El legislador
hace perder toda credibilidad a la ley cuando inscribe en el código civil dos
principios contradictorios, uno de los cuales se basa en la diferencia objetiva de
la alteridad sexual y el otro depende de un deseo que no representa fundamento
alguno posible en el vínculo social. Es preciso asimismo destacar que la
homosexualidad, independientemente de su origen, no es un derecho
proclamado sin razón por la Carta europea en nombre de la no discriminación,
sino una peculiaridad que no puede ser el origen de la pareja, el matrimonio o el
parentesco. El lenguaje y la ley civil pueden hacer trampas con las realidades de
la vida, pero eso en nada modifica las condiciones humanas permanentes, que en
uno u otro momento de la historia se recuerdan a la conciencia universal.

La confusión de principios en este aspecto sólo puede oscurecer y fragilizar el


marco propio de la sociedad, desestabilizando la pareja, el matrimonio y la
familia, que no están a libre disposición del legislador y el poder político para
que éstos cambien su naturaleza. Éstos tienen la responsabilidad de crear leyes
en coherencia con la naturaleza altero sexual del matrimonio y la familia. Su
transgresión favorece una confusión en la diferencia de generaciones e insinúa la
endogamia de la misma con lo semejante, suscitando la inseguridad y
acentuando la violencia en las relaciones humanas. Basta observar en qué
condición moral se encuentran los países desarrollados cuando las políticas
pasan por alto la condición humana permanente.

El divorcio, al provocar el estallido de las familias debido a la fragilidad de la


pareja, es una fuente profunda de incertidumbre y pérdida de las señales
estructurantes. Son numerosos los niños provenientes de la muerte del ser
familiar que al llegar a adultos establecen su árbol genealógico con el fin de
situarse en la sucesión de los vínculos carnales y reconocerse en la encarnación
de su filiación. ¿Qué ocurrirá con los niños provenientes de técnicas de asistencia
para la procreación y los niños adoptados en un contexto homosexual, que serán
hijos e hijas de nadie, es decir, de la desencarnación y la negación de la diferencia
sexual? ¿Cómo podrán encontrar la respuesta para sus preguntas al estar insertos
en el carácter unisexual de los adultos, que no pueden simbolizar ni la alteridad
sexual ni el parentesco? Aparecen como hermanos o hermanas mayores sin sexo
conyugal y sin ser capaces de inscribirlos en la diferencia de los sexos y las
generaciones. Juegan al papá y la mamá como niños alienados en su complejo
incestuoso. Sólo en los cuentos de hadas y en la psicosis nacen los niños fuera de
una expresión sexual, asumiéndose de este modo todas las fantasías primarias de
la procreación en la psicología infantil.

El feminismo y las reivindicaciones homosexuales son la traducción de la


ideología de la desexualización del proceso generativo y de la negación de la
diferencia sexual: un rechazo del dato corporal a partir del cual sobreviene la
vida. El desprecio por el sexo carnal y por el encuentro íntimo entre el hombre y
la mujer dice mucho sobre el temor y el rechazo que inspira el hecho de cerrarse
en lo unisexual. Una filiación inscrita fuera de los cuerpos sexuados de la
alteridad masculina y femenina es delirante. La visión ideológica del género
reemplaza el sexo por una sexualidad construida sólo socialmente. Además, en
nombre de la paridad y la igualdad, se considera que todo es realizable,
independientemente de la condición en la cual cada uno se encuentre. Esta visión
totalitaria de la igualdad es tanto más perjudicial en la medida en que ya no se
articula a partir del carácter complementario de los sexos que regula y relativiza
un solo sexo, con el riesgo de tomarse como propia referencia, sino a partir del
sentimiento de omnipotencia de un sexo, que tendría todas las aptitudes. Dos
personas del mismo sexo carecen del poder de procreación entre ellas, del
carácter simbólico desarrollado como extensión de la generación y de una
verdadera relación educativa con aportes psicológicos estructurantes por ser
complementarios. Es extraño querer negar la diferencia sexual en la pareja, el
matrimonio, la filiación y el parentesco y pretender imponerla donde no es
necesaria, en diversos sectores de la empresa y la vida social y política. Es
igualmente sintomático constatar que mientras más se niega la diferencia sexual,
en mayor medida el discurso social hace un elogio de la diversidad,
especialmente diversidades familiares que ya no estarían basadas en la familia
natural (pareja hombre/mujer, lazos de sangre), sino que también
corresponderían a los deseos de unos y otros y las situaciones en las cuales están
implicados. Las series de televisión exaltan todos estos casos particulares
sumamente minoritarios, pero sobre los cuales se quisiera hacer referencias entre
otros, si bien no es así como vive la gente o espera realizarse.

Hay una diferencia profunda entre la familia natural y situaciones peculiares, es


decir, accidentales. El matrimonio y la familia se definen universalmente a partir
de la alianza entre el hombre y la mujer y no de acuerdo con casos particulares,
que en su mayoría no siempre son estructurantes para el sujeto ni para el vínculo
social. La sociedad debe apoyar a menudo estos casos particulares y tiene razón
al hacerlo, pero esto tiene un costo financiero, social y simbólico importante. Los
estudios muestran que el matrimonio es una fuente de seguridad y expansión
cuando los sujetos saben elaborar las distintas etapas afectivas. Es también una
fuente de enriquecimiento económico para los cónyuges y la sociedad, mientras
el divorcio empobrece a la familia. Corresponde entonces a la ley proteger al niño
de tal manera que disponga de un padre y una madre.
Situación legal o jurídica en el mundo

Legislación relativa a la adopción homoparental en el mundo: Adopción conjunta legal Adopción de


segundo padre o madre legal Estatus legal desconocido o ambiguo

La discriminación sexual jurídica puede presentarse en dos modalidades, una


represiva que pone ciertas prácticas o conductas sexuales y otra denegatoria que
niega ciertos derechos. La homosexualidad ha sido despenalizada en algunos
países occidentales pero en la mayoría aún se les niega el derecho al matrimonio
y la adopción.

En lo que respecta a la regulación dentro del derecho civil, la adopción


homoparental consiste en que un niño pueda ser adoptado, y así, legalmente sea
hijo de los dos miembros de una pareja compuesta por dos personas del mismo
sexo aunque no es término válido en la mayoría de las legislaciones.

Los siguientes 28 países permiten la adopción homoparental conjunta en todo su


territorio:

 Alemania (2017)
 Andorra (2014)
 Argentina (2010)
 Australia (2002-)(Válido en todo el territorio excepto en: Territorio del
Norte):
 Australia Occidental (2002); Isla de Navidad (2002); Islas Cocos (2002);
Territorio de la Capital Australiana (2004); Isla Norfolk (2010); Nueva
Gales del Sur (2010); Tasmania (2013); Queensland (2016); Victoria (2016);
Australia Meridional (2017)
 Austria (2016)
 Bélgica (2006)
 Brasil (2010)
 Canadá (1996-2011):
 Columbia Británica (1996); Ontario (1999); Nueva Escocia (2001);
Saskatchewan (2001); Quebec (2002); Manitoba (2002); Terranova y
Labrador (2002); Territorios del Noroeste (2002); Yukón (2003); Alberta
(2007); Nuevo Brunswick (2008); Isla del Príncipe Eduardo (2009);
Nunavut (2011)
 Colombia (2015)

 Dinamarca (2010):
 Metrópoli (2010); Groenlandia (2016); Islas Feroe (2017)
 España (2005)
 Estados Unidos (1993-2016)12(Válido en todo el territorio excepto en:
Samoa Americana; 25 de las 576 naciones indias):
 Massachusetts (1993); Vermont (1993); Distrito de Columbia (1995);
Rhode Island (1995); Nueva Jersey (1998); Nuevo Hampshire (1999);
Connecticut (2000); Guam (2002); Nueva York (2002); California (2003);
Colorado (2004); Indiana (2006); Maine (2007); Oregón (2007); Illinois
(2008); Iowa (2008); Maryland (2009); Nevada (2009); Arkansas (2011);
Delaware (2012); Hawái (2012); Washington (2012); Minnesota (2013);
Nuevo México (2013); Alaska (2014); Arizona (2014); Carolina del Norte
(2014); Carolina del Sur (2014); Idaho (2014); Kansas (2014); Misuri (2014);
Montana (2014); Oklahoma (2014); Pensilvania (2014); Utah (2014);
Virginia (2014); Virginia Occidental (2014); Wisconsin (2014); Wyoming
(2014); Alabama (2015); Dakota del Norte (2015); Dakota del Sur (2015);
Florida (2015); Georgia (2015); Islas Marianas del Norte (2015); Islas
Vírgenes de los Estados Unidos (2015); Kentucky (2015); Luisiana (2015);
Míchigan (2015); Nebraska (2015); Ohio (2015); Puerto Rico (2015);13
Tennessee (2015); Texas (2015); Misisipi (2016)
 Finlandia (2017)
 Francia (2013):
 Metrópoli; Guadalupe; Guayana Francesa; Martinica; Mayotte; Reunión;
Nueva Caledonia; Polinesia Francesa; San Bartolomé; San Martín; San
Pedro y Miquelón; Wallis y Futuna
 Irlanda (2016)
 Islandia (2006)

 Israel (2008).
 Luxemburgo (2015)
 Malta (2014)
 México (2010-) (Válido en 9/31 Estados y el Distrito Federal):
 Ciudad de México (2010); Coahuila (2014); Campeche (2016); Colima
(2016); Michoacán (2016) Morelos (2016); Veracruz (2016); Querétaro
(2017); Chiapas (2017); Chihuahua (2017)

 Noruega (2009)
 Nueva Zelanda (2013) (Válido en todo el territorio excepto en: Tokelau;
Niue; Islas Cook)
 Países Bajos (2001) (Válido en todo el territorio excepto en: Aruba;
Curazao; Sint Maarten):
 Metrópoli (2001); Caribe Neerlandés (2012); Los certificados de
matrimonio (y por ende adopciones) tramitados en Países Bajos son
reconocidos en Aruba (2012), Curazao (2012) y Sint Maarten (2012). Sin
embargo, estas jurisdicciones no autorizan ni el matrimonio ni la
adopción, solo se limitan a reconocerlos por mandato de la Suprema Corte
del Reino de los Países Bajos.
 Portugal (2016)
 Reino Unido (2005-2013)293031 (Válido en todo el territorio excepto en:
Anguila; Islas Caimán; Islas Turcas y Caicos; Islas Vírgenes Británicas;
Montserrat; Santa Elena, Ascensión y Tristán de Acuña):
 Inglaterra y Gales (2005); Escocia (2009); Irlanda del Norte (2013); Isla de
Man (2012); Jersey (2012); Gibraltar (2014); Bermudas (2015); Islas Pitcairn
(2015); Guernsey (2016); Islas Malvinas (2017)
 Sudáfrica (2002)
 Suecia (2002)
 Uruguay (2009)

Los siguientes 5 países permiten la adopción por parte de una persona LGBT del
hijo biológico y/o adoptado del cónyuge (unido en unión civil):

 Croacia (2014)
 Eslovenia (2011)
 Estonia (2016)
 Italia (2016)

 Suiza (2018)
Un bebé en coche junto a sus padres en una marcha del orgullo gay.

Argentina

En el país de Argentina la ley permite la adopción por una persona, sin referencia
alguna a la identidad o preferencia sexual del adoptante. Tras la modificación del
Código Civil el 15 de julio de 2010 se permite el matrimonio entre personas del
mismo sexo, otorgándoles así el derecho de adoptar conjuntamente, con los
mismos requisitos que ya existían para los matrimonios entre personas de
distinto sexo.

Canadá

En Canadá, la adopción se encuentra regulada por la jurisdicción provincial o


territorial, por lo que las leyes pueden variar de una provincia o territorio a otro.
La adopción por parejas del mismo sexo es legal en todas las provincias y
territorios.
España

Se contempla la adopción homoparental desde la regulación del matrimonio


entre personas del mismo sexo en España. Anteriormente, por un lado, la Ley
21/1987 que modificó el Código Civil en materia de adopción. Y por otro lado,
la Ley 35/1988 que reguló por primera vez las Técnicas de Reproducción Asistida,
abrieron de facto, aunque sólo parcialmente en algunos casos,
la homoparentalidad desde el ordenamiento jurídico. En el primer caso, se
autorizó acceder en solitario a individuos solteros, - pudiendo ser el individuo
en cuestión homosexual, si éste ocultaba su orientanción sexual durante el
proceso de idoneidad en el transcurso de una adopción -. En el segundo caso, una
mujer soltera,- pudiendo ser lesbiana pero ocultando dicha condición -, además
de poder adoptar individualmente, se le permitió también ser madre biológica
en solitario mediante FIV. En ambas situaciones, fue posible, sólo en algunos
casos que pasaran desapercibidos, que las parejas homosexuales pudieran
indirectamente criar niños. Si bien, sólo uno de los miembros de la unión
homosexual disponía de la patria potestad del menor que había adoptado como
soltero o, en caso de parejas de mujeres, que había engendrado mediante FIV.

A partir de 2000, en 4 comunidades autónomas; Aragón, Navarra, País Vasco,


y Cataluña se regularon la adopción conjunta a las parejas de hecho
homosexuales. En Andalucía, Asturias y Cantabria se legalizó sólo el
acogimiento de menores por parte de uniones homosexuales. Ya con la Ley
13/2005, España fue el primer país que estableció la igualdad total en lo relativo
a la adopción y matrimonio para las parejas del mismo sexo, puesto que cuando
entró la nueva legislación española en vigor, el 3 de julio de 2005, la legislación
holandesa no contemplaba la posibilidad de que las parejas homosexuales
adoptasen niños extranjeros y la belga aún no admitía la adopción por parte de
matrimonios homosexuales. Sin embargo, en la práctica, un matrimonio entre
personas del mismo sexocasi no tiene ninguna posibilidad de adoptar menores
extranjeros, puesto que casi todos los países de procedencia de dichos menores
suelen limitar las adopciones únicamente para matrimonios de hombre-mujer.
Hacia finales de 2011, se habían celebrado en España un total de 22.124
matrimonios entre personas del mismo sexo, de las que 897 se habían disuelto
en divorcio o separación, según datos del INE. Una encuesta de 2011 realizada
en España reveló que un 56% de los ciudadanos se muestra a favor de que las
uniones entre personas del mismo sexo se denominen «matrimonio» y de que
puedan adoptar hijos.

Israel

El 11 de febrero de 2008 Israel se convirtió en el primer país de Asia en autorizar


la adopción homoparental. Los gais y lesbianas no sólo están autorizados a
adoptar a los hijos biológicos de su pareja, sino también a adoptar otros niños.

El Estado de Israel ya había reconocido, en febrero de 2006, el estatuto de padres


legítimos a una pareja de mujeres, de las cuales una era la madre biológica de los
niños que criaba.

México

Desde diciembre del 2009, se permite la adopción a parejas homosexuales en la


Ciudad de México. Fue el Distrito Federal, el primero en el país en autorizar la
adopción a homosexuales, lo cual ha provocado rechazo por parte de la Iglesia
católica y ha sido impugnado sin éxito por el Partido Acción Nacional, en cuya
impugnación ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación se elevó a rango
federal el reconocimiento y derechos de los que en el Distrito Federal adopten a
un infante o infantes. En el Distrito Federal y otros estados de la república
mexicana la población menor de 35 años se ha manifestado a favor de la medida,
mientras el rechazo, generalmente por cuestiones religiosas se incrementa con la
edad. El 18 de agosto del 2010 el Supremo Tribunal resolvió que las parejas
homosexuales tienen el mismo derecho de poder adoptar a un menor en la
Ciudad de México.

A la fecha diversos expertos en la materia se encuentran investigando sobre el


futuro que tendrá dicha disposición legal, toda vez que públicamente los
ministros de la Suprema Corte han declarado que hay materias como la de
seguridad social, que no se encuentran previstas en las leyes aplicables, tal es el
ejemplo de las garantías a cargo del Instituto Mexicano del Seguro Social a
hombres y mujeres distintamente, lo que al caso de las parejas del mismo sexo
estarían desprotegidas por el cuerpo jurídico que aplica actualmente al Estado
Mexicano. En 2016 la Suprema Corte avaló la adopción homoparental a nivel
nacional.54 A pesar de la aprobación de la adopción homoparental, el Sistema
Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (SNDIF) solamente ha obtenido
pocas solicitudes, la institución menciona que se debe al desconocimiento de los
derechos de la pareja, miedo a la discriminación o por simple intención de no
adoptar. El SNDIF también mencionó que estudios de varias instituciones
indican que no existen diferencias significativas en la crianza con padres del
mismo sexo y heterosexuales, por lo tanto en el proceso de adopción se realizan
pruebas y examenes a la parejas por igual.

Estado de la adopción en America del Sur.

Chile

En Chile a las parejas del mismo sexo se les permite adoptar un hijo previa
aprobación y uno de ellos debe ser el padre del niño; para el año 2017 una
encuesta muestra que el 45% de los ciudadanos chilenos aprueba esta medida y
el 50% se opone.

Colombia

El 4 de noviembre de 2015 una ley constitucional permitió a las parejas LGBT la


adopción, un año antes de la aprobación del matrimonio homosexual aprobado
en abril de 2016.

Sudáfrica

Sudáfrica es el único país africano que permite la adopción conjunta a las parejas
del mismo sexo. La decisión de 2002 del Tribunal Constitucional en el caso de Du
Toit v Ministerio de Bienestar Social y Desarrollo de la Población enmendó la Ley de
Cuidado Infantil de 1983 para permitir tanto la adopción conjunta como la
adopción del hijo del cónyuge.

La Ley de Cuidado Infantil ha sido sustituida por la Ley de la Infancia de 2005,


que permite la adopción conjunta, ya sea por parejas de distinto o mismo sexo, o
del hijo del cónyuge. El matrimonio entre personas del mismo sexo es legal desde
2006, y es equivalente al matrimonio entre personas de sexo opuesto para todos
los efectos, incluida la adopción.

Uruguay

A principios del año 2009 se aprobó el proyecto, que es parte de una modificación
al Código de la Niñez y la Adolescencia, que habilitó a parejas con cuatro años
de unión civil o concubinato -incluidas las homosexuales- a solicitar un menor en
adopción. La ley fue promulgada por el Poder Ejecutivo en octubre de 2009,62
siendo Uruguay el primer país de América Latina en abrir las adopciones a las
parejas homosexuales. En noviembre del 2012 comenzó en el Congreso el debate
acerca de la posibilidad de abrir el matrimonio a las parejas homosexuales,
siendo aprobado en abril de 2013 otorgando idénticos derechos en materia de
adopción y reproducción asistida a las parejas de igual y distinto sexo

A mediados de 2012, dos mujeres en unión concubinaria recibieron en adopción


a la hija biológica de una de ellas.
Opinión pública

Una pareja con su hija y la juez al firmar el acta de adopción.

Las posturas entre los que apoyan la adopción y los que muestran su rechazo
sugieren varios temas, por ejemplo grupos pro-adopción argumentan que no
existe relación entre la orientación sexual de la pareja y la crianza, 67 los
detractores alegan que existe entre parejas homosexuales un aumento en casos
de depresión, abuso de drogas, promiscuidad y suicidio, además de que la
ausencia de un rol masculino y femenino durante el desarrollo del niño podría
causar problemas. El grupo religioso Catholic Answers en su reporte de 2004
mencionó que las parejas homosexuales tuvieron tasas de abuso mayores que un
matrimonio heterosexual. Los que apoyan la adopción homoparental citan
argumentos como el derecho humano a un niño de tener una familia que cuide
de él y proveer buenas condiciones para el buen desarrollo de los hijos; por otro
lado, citan que las parejas homosexuales crearán comportamientos no buscados
en sus hijos, causar abuso familiar, argumentos religiosos y violación del
derecho de los niños.

Como se muestra a continuación la opinión pública se muestra dividida sobre el


tema, con variaciones significativas entre países. El respaldo mayoritario se
encuentra en general en países de la Europa Protestante (países escandinavos y
germanos parlantes), en la Europa Católica hay opiniones divididas con un
respaldo del 40 al 60% en España, Francia e Italia. En el caso del ex bloque
comunista europeo y la Europa Ortodoxa el rechazo es mayoritario en una
proporción de al menos 3 a 1 con la excepción de República Checa, donde el
apoyo es mayoritario en una proporción de 5 a 4 siendo la explicación más
plausible la baja afiliación religiosa de sus habitantes.

En el caso de América, salvo el apoyo contundente en Estados Unidos y Canadá,


la adopción homoparental es desaprobada por la mayoría de la población aunque
en los países del cono sur (Argentina, Chile y Uruguay) y Brasil hay minorías
importantes a favor que rondan el 40%. En los países de cultura caribeña el
rechazo es superior al 70%. México es un caso particular con niveles de
aprobación similares a los países del cono sur.

Porcentajes de opinión en Europa

Opinión pública sobre adopción por parejas del mismo sexo en Europa

No
A En
País Consultora Año sabe/Neutral/
favor Contra
No Contesta

Austria IMAS 2015 46% 48% 6%

Bélgica Ipsos 2013 67% 33% 0%

Bulgaria Eurobarometer 2006 12% 68%76 20%76

1% – no
Croacia Pilar's barometer 2014 17% 61%77 contesta; 21%
– Neutral77
Opinión pública sobre adopción por parejas del mismo sexo en Europa

No
A En
País Consultora Año sabe/Neutral/
favor Contra
No Contesta

Chipre Eurobarometer 2006 10% 86% 4%76

República
CVVM 2016 48% 43% 4%
Checa

Dinamarc
YouGov 2012 59% 31% 11%79
a

Estonia ASi 2012 26% 66% 8%

Finlandia Taloustutkimus 2013 51% 42% 7%

Francia BBVA 2015 57% 41% 2%82

Alemania YouGov 2015 57% 35% 8%83

Grecia Dia Neosis 2017 26% 72% 6%

Hungría Eurobarometer 2006 13% 81% 6%76

Irlanda Referéndum 2015 2015 62% 38% 0%86


Opinión pública sobre adopción por parejas del mismo sexo en Europa

No
A En
País Consultora Año sabe/Neutral/
favor Contra
No Contesta

Italia Demos & Pi 2016 37% 60% 3%

Letonia Eurobarometer 2006 8% 89% 3%76

Lituania Eurobarometer 2006 12% 82% 6%76

Luxembur
Politmonitor 2013 55% 44% 1%88
go

Malta Misco 2014 20% 80% 0%

Países
Eurobarometro 2006 69% 27% 4%
Bajos

Noruega Ipsos 2013 55% 17% 28%89

Polonia CBOS 2017 16% 80% 4%91

Eurosondagem/E
Portugal 2014 40,4% 39,1% 20,5%92
xpresso
Opinión pública sobre adopción por parejas del mismo sexo en Europa

No
A En
País Consultora Año sabe/Neutral/
favor Contra
No Contesta

Rumania Eurobarometer 2006 8% 82% 10%76

Levada Public
Rusia 2013 3% 88% 9%
Opinion Center

Eslovaquia Referendum 2015 8% 92% 0%76

Eslovenia Delo 2015 39% 55% 6%

España Ipsos 2015 73% 27% 0%89

Suecia Ipsos 2013 78% 28% 1%89

Suiza Ifop 2013 63% 37% 0%

7%:
Alianza Gay de
Ucrania 2013 68% 25%
Ucrania 7%
13%

Reino
Ipsos 2015 65% 35% 0%
Unido

Porcentajes de opinión en América Latina


Opinión Pública sobre adopción por parejas del mismo sexo en América

No
A En
País Consultora Año sabe/Neutral/No
favor Contra
Contesta

Argentina Perfil 2010 42% 57% 1%

Mercados y
Bolivia 2015 18% 78% 4%
Muestras

Brasil Angus Reid 2010 42% 51% 7%

Ipsos Public
Canadá 2013 70% 30% 0%103
Affair

Cadem Plaza
Chile 2017 45% 50% 5%104
Publica

Ipsos
Colombia Napoleón 2015 24% 73% 3%
Franco

Estados
Gallup 2014 63% 35% 2%%106
Unidos
Opinión Pública sobre adopción por parejas del mismo sexo en América

No
A En
País Consultora Año sabe/Neutral/No
favor Contra
Contesta

Centro de
Guatemala 2010 7% 92% 1%
estudios

México BGC-Excélsior 2016 43% 54% 3%

Borge &
Nicaragua 2015 28,7 69,1% 2,2%
Asociados

Perú Ipsos 2014 17% 74% 9%

República Newlink
2013 19,8% 80,2% 0%
Dominicana Research

Equipos
Uruguay 2009 39% 53% 14%
Consultores

AVESA-
ACCSI-
Venezuela 2015 40% 56,6% 3,3%
Aliadas en
Cadena

Sociedad
Éste es uno de los reclamos de los homosexuales que más debate y oposición ha
suscitado, tal y como se muestra en la tabla; mientras que hay 2 estados europeos
en los que el matrimonio entre personas del mismo sexo es apoyado por más del
50% de los ciudadanos, las adopciones homoparentales sólo son aceptadas por
más de la mitad de la población en los Países Bajos y Suecia, hay cuatro estados
donde menos del 10% de la población está a favor, mientras que en ninguno hay
un porcentaje tan bajo de apoyo al matrimonio entre parejas del mismo sexo.
En Polonia, Malta y la República Checa, la adopción recibe menos de la mitad del
apoyo popular que el matrimonio.

Comunidad científica
Existe una amplia evidencia que muestra que los menores criados por
progenitores del mismo sexo se desenvuelven igual de bien que aquellos criados
por progenitores de distinto sexo. Más de 25 años de investigación documentan
que no existe relación entre la orientación sexual de los progenitores y cualquier
medida de adaptación emocional, psicológica y conductual del menor. Estos
datos han demostrado que no existe riesgo para los menores como resultado de
crecer en una familia con uno o más progenitores homosexuales.115

La catedrática Judith González, de la Universidad de Nueva York, señala que:


"En escasas ocasiones existe un consenso tan amplio en cualquier área de las
ciencias sociales como en el caso de las familias con progenitores gais, por lo que
la American Academy of Pediatrics y todas las grandes organizaciones
profesionales con experiencia en el bienestar de los menores han emitido
informes y resoluciones apoyando los derechos de gays y lesbianas como
progenitores".116 Estas organizaciones incluyen a la American Academy of
Pediatrics,115 la American Academy of Child and Adolescent Psychiatry,117
la American Psychiatric Association,118 la American Psychological
Association,119 la American Psychoanalytic Association,120 la National
Association of Social Workers,121 la Child Welfare League of America,122 la North
American Council on Adoptable Children,123 y la Canadian Psychological
Association (CPA). La CPA ha mostrado su preocupación sobre el hecho de que
algunas personas e instituciones estén tergiversando los hallazgos de la
investigación psicológica para apoyar sus posturas, más basadas en otros
sistemas de creencias o valores.124 La postura oficial de la Federación española de
sociedades de sexología (FESS ), que representa a 26 Sociedades Científicas y a
más de 1.600 especialistas en Sexología, es de pleno apoyo al matrimonio y la
adopción por parte de parejas homosexuales.125En ningún caso quedó probado
el hecho de que un menor sufra problemas psicológicos porque sus padres sean
homosexuales. Diversos estudios estiman que tanto una pareja homosexual como
heterosexual pueden educar de igual modo a los niños.126 No hay investigaciones
que apoyen la creencia generalizada de que el género de los progenitores sea
importante para el bienestar de los menores.127

Algunos grupos minoritarios creen que menores criados por progenitores


homosexuales tendrán más probabilidades de tener una relación del mismo
sexo.128

Un estudio de la Universidad de Kentucky, en Estados Unidos, encontró que no


hay diferencias significativas en la identidad de los hijos de las familias
homoparentales. El estudio incluyó a 106 familias heterosexuales y
homosexuales, durante un tiempo se estudiaron los comportamientos de los hijos
y se encontró un desarrollo normal, además los datos mostraron que la estructura
familiar tiene poca influencia en como los niños desarrollan su sentido del
género.

El sentido de la pareja y la familia inaplicable a la


homosexualidad

No podemos limitarnos al sentido del lenguaje cuando se aplican a una


asociación monosexuada, es decir, homosexual, las mismas características que a
una unión constituida entre un hombre y una mujer. Hay una diferencia
cualitativa y de naturaleza en la cual están en juego al mismo tiempo
componentes psicológicos no comparables y un sentido ético con una medida
que no les es común. Así, la noción de pareja y la de familia nada tienen que ver
con estas dos realidades. Dos personas del mismo sexo (que califico como dúo1)
se encuentran en una monosexualidad en la cual están ausentes la alteridad
sexual y la pareja generadora. No constituyen ni una pareja, ya que no hay
alteridad ni complementariedad, ni una familia, puesto que el niño no proviene
de dos personas del mismo sexo. No se concibe a otro con un igual. En otras
palabras, la expresión del amor implica la diferencia sexual para ser fértil y
fecunda en muchos aspectos, y el niño necesita proceder de un hombre y una
mujer para inscribirse en la sucesión de las generaciones y la historia, y estar en
su coherencia psicológica. Necesita encontrar materiales psíquicos en ambos. Dos
hombres o dos mujeres junto a un niño lo privan de los datos estructurales de lo
real, lo cual tendrá un costo psíquico y social.

El discurso del ambiente, como lo destaqué en mi libro La diferencia prohibida2,


al apoyarse en la teoría del género, que minimiza el sentido de la diferencia social
en el vínculo social, produce discursos irrealistas y delirantes, separando la
procreación de la diferencia sexual. Semejante segmentación de la sexualidad es
y será fuente de violencias cuyos efectos se constatan entre los más jóvenes. La
violencia que se desarrolla en los jóvenes es, entre otras cosas, expresión de una
carencia del marco propio de la sociedad, que es desestabilizado por leyes
patógenas. En otras palabras, al crear leyes contrarias al bien común, al sentido
ético de la pareja y la familia y a las necesidades psíquicas, el legislador produce
enfermedad en el vínculo social y la sociedad. Crea un sentimiento que niega
realidades humanas estructurantes y es fuente de inseguridad y desocialización.
Por este motivo, “la homoparentalidad”, por mucho que esta noción tenga un
sentido, es una mentira social, ya que el niño no se concibe ni se educa a partir de
un solo sexo. Esto es privarlo de una dimensión esencial de lo real que no podrá
compensar la presencia en su medio social de personas del otro sexo. El niño sólo
se desarrolla positivamente en la doble identificación con su padre y su madre,
quienes —es preciso recordar— son un hombre y una mujer. Son los únicos que
pueden proporcionarle los materiales psíquicos y simbólicos que necesita para
desarrollarse.

En ningún caso, la no diferenciación sexual y la homosexualidad pueden inspirar


leyes en materia conyugal y familiar sin que a largo plazo veamos desarrollarse
confusiones de identidad y personalidades de carácter psicótico, es decir, que
carecen de sentido de la realidad y se mantienen en posturas imaginarias. Una
sociedad sin sentido de la diferencia sexual pierde el sentido de la alteridad, la
verdad y la realidad de las cosas. Se manifiesta en particularidades singulares
que no representan interés alguno para los fines de la sociedad y en nada
participan en el desarrollo de la personalidad. En la negación de la diferencia
sexual y en la complacencia de la inmadurez afectiva de la no diferenciación
sexual, las personas ya no pueden hacer las distinciones elementales y la sociedad
se disuelve relacionalmente. La visión monosexual de sí mismo y su existencia
inscrita en la ley es un verdadero disolvente social, ya que no da testimonio de la
alteridad sexual, que por sí misma fundamenta el matrimonio y la generación.
La vida comienza con el encuentro de un hombre y una mujer. Su relación es el
símbolo de la apertura al otro, a la generación y a la vida, apertura que la sociedad
necesita para asegurar la convivencia y el respeto por el bien común.
El niño no es un derecho

La igualdad de derechos ante la ley no significa que todas las situaciones son
equivalentes y las personas pueden beneficiarse de los mismos derechos.
Creemos de manera ilusoria que mientras más deseado es un niño, en mayor
medida eso es testimonio de posibilidades de desarrollo para él. Debemos
ciertamente prestar atención a la calidad del deseo, pero también y sobre todo
saber si el niño es reconocido por sí mismo. A menudo, las interrogantes están
ocultas detrás de una visión sentimental, asegurándonos que será más “amado”
por personas homosexuales que lo “desean” que en una pareja que se desgarra
en su relación. No reside en eso el problema, sino más bien en saber en qué
estructura de relaciones será incorporado el niño. El niño no puede ser concebido
y adoptado en cualesquiera condiciones. En vez de instalarse en la omnipotencia
de los deseos, sería más humano, más auténtico y más realista aceptar renunciar
a ellos cuando no se cumple con las exigencias en vez de tratar de forzar, incluso
violar lo real.

La filiación no se define a partir de la infertilidad, la adopción y un solo sexo. Es


más bien la adopción lo que debe definirse a partir de una pareja generadora
constituida por un hombre y una mujer, que hace legible el origen requerido por
el niño para orientarse carnalmente.

Hasta ahora se tenía razón al exigir un criterio de sexualidad de los solteros para
adoptar a un niño con el fin de que sea educado por personalidades y en un
medio donde la alteridad sexual es íntimamente integrada y aceptada. Sería
preciso volver a eso.

El niño se diferencia gracias a su padre y su madre

Cuando examinamos las motivaciones de las personas homosexuales que desean


un niño, pareciera que éste no se concibe como tal, sino que es instrumentalizado
para apoyar a los adultos. En un contexto unisexual, el niño es más bien el
referente social que sirve para validar el reconocimiento de la homosexualidad.
Se trata de un fenómeno de mimetismo en que se aspira a ser como todo el
mundo. Para un niño, es bien difícil diferenciarse siendo presa de un juego de
identificación en un espejo sin apertura a la alteridad sexual, ya que ésta no existe
íntimamente para dos personas del mismo sexo. Corre riesgo de desarrollar
confusiones sobre su origen y su identidad, y sobre el sentido de su filiación,
desvirtuada con dos personas semejantes.

El niño integra de mejor manera el fenómeno edípico en una pareja generadora


mientras uno de los componentes de la homosexualidad está vinculado, entre
otros, con la negación de este complejo. La personalidad se mantiene así en la
economía de la sexualidad infantil. El niño puede reconocerse de mejor manera
en su identidad y en su lugar diciéndose: “Soy una niña, soy un niño, y más tarde
seré un hombre como mi papá y una mujer como mi mamá”. Este discurso es
difícilmente sostenible con dos adultos del mismo sexo.
La unisexualidad de los adultos está dentro de un sistema de relación sin
alteridad, que mutila en el niño numerosas dimensiones de lo real. La aceptación,
por ejemplo, de la diferencia sexual es uno de los primeros límites que el niño
descubre a través de sus padres. Está inscrita en el cuerpo. Si soy una niña, no
puedo ser un niño y viceversa. Someter a revisión el parentesco basado en la
diferencia sexual equivale a hacer creer al niño que sus deseos son ilimitados. El
reconocimiento por parte del niño de la diferencia sexual le permite formar su
inteligencia y tener acceso a la capacidad de hacer las distinciones estructurales
y conceptuales.

Será capaz de distinguir lo real de lo imaginario, la verdad de las cosas, su


coherencia y su lógica sin tener que hacer trampas con las ideas, desvirtuar el
juicio y manipular a los demás y las informaciones. Esto tiene relación con la
verdad de su filiación, por cuanto un sujeto se organiza psicológicamente, entre
otras cosas, a partir del sentido de su filiación y de lo intergeneracional. En una
relación monosexual, el niño no dispone de un verdadero parentesco en sentido
amplio: a menudo será imaginario y sin arraigo localizable. “La
homoparentalidad” es una visión idealista del parentesco, que desencarna al
niño.
Una sociedad que transgrede los interdictos principales y utiliza el precepto
paradojal

Una inquietante constatación se impone al observar que el poder político


restringe cada vez más su acción, cuando no quiere legislar en el sentido del
interés general que está en juego, sino en el de las costumbres, y esto en
contradicción con la libertad de los ciudadanos, con las estructuras fundadoras
de la pareja, el matrimonio y la familia y con los derechos y los intereses de los
niños. De este modo el legislador desestabiliza el marco propio de la sociedad
instituyendo en las leyes transgresiones mayores.

La sociedad se apoya en interdictos estructurantes, como la prohibición del


incesto o el homicidio, y el respeto por la diferencia de los sexos y las
generaciones. Ante estos interdictos que favorecen la vida, el legislador expresa
preceptos paradojales, ya que al mismo tiempo recuerda el interdicto del
homicidio y crea derogaciones específicas para suprimir niños en gestación
mediante el aborto, para hacer experimentos con embriones y restablecer el
eugenismo con el DPI (diagnóstico preimplantatorio), con miras a suprimir los
embriones con riesgo de deformación hasta la trisomía 21. Procederá de la misma
manera con la diferencia sexual, afirmando que el matrimonio confirma la
institución conyugal entre un hombre y una mujer, y creando simultáneamente
un contrato de sociedad (forma de unión civil) en el cual se atribuyen los mismos
derechos que en el matrimonio, excepto la filiación en algunos países. En
numerosos Estados, se aprueban leyes de excepción que procuran esquivar el
edificio legislativo en relación con la familia para así permitir a personas
homosexuales adoptar niños.

La homosexualidad no es un principio para educar a los


niños

Los medios de difusión y los militantes de las asociaciones homosexuales se


otorgan incluso la facultad de trivializar la homosexualidad en numerosas series
de televisión y en debates que evaden la problemática psíquica que está en juego,
y de incluso propagarla en las escuelas. Una cosa es hacer un llamado a respetar
a las personas y otra es permitir el matrimonio y la filiación a personas del mismo
sexo e incluso imponer la homosexualidad entre los niños y los adolescentes en
el ámbito escolar. Los jóvenes se encuentran a menudo en períodos de
maduración afectiva y en el proceso de su identificación homosexuada (que no
es todavía la homosexualidad) para adquirir confianza en su identidad. En vez
de ayudarlos a encaminarse hacia la heterosexualidad, se les presenta la
homosexualidad como una alternativa, cosa que no es así, lo cual les provoca una
regresión, erotizando sus identificaciones iniciales. La mayoría de los jóvenes sale
de esas sesiones ocultando sus sentimientos de rebeldía al ser manipulados de
ese modo, ya que saben muy bien que los quieren llevar a un terreno que no
representa una verdadera realización afectiva. A los medios de difusión y a los
militantes de esta causa se les percibe como personas que desean justificar a
cualquier precio una situación cuya base es problemática. Para los niños y los
adolescentes, una pareja y una familia son un hombre y una mujer. El resto es un
engaño social y un asunto de conveniencia ajeno al matrimonio y el parentesco.
Bajo pretexto de lucha contra “la homofobia”, la escuela se convierte así en objeto
de influjos ideológicos, lo cual es una excusa para imponer una peculiaridad y
despojar a los padres de su educación.
La homosexualidad no puede convertirse en principio educativo, ya que está al
margen de la norma de lo que constituye una pareja y una familia. Los niños y
los adolescentes ya tienen dificultades para representarse lo que puede ser la vida
sexual entre un hombre y una mujer, y la situación se complica aún más cuando
se trata de dos personas del mismo sexo. Por lo demás, los niños perciben
claramente que hay una incoherencia entre el hecho de ser padres y la manera de
ejercer su sexualidad. En otras palabras, la adopción de los niños exige un criterio
de sexualidad para que su vida sea confiada a adultos que están en la misma
situación que para concebir un hijo entre un hombre y una mujer. Por este
motivo, la escuela debe sobre todo considerar la preeminencia del sentido de la
pareja y la familia constituida por un hombre y una mujer.

Legislación

La prensa, los centros de educación, los políticos e incluso algunos sectores


religiosos se han dedicado a promover la idea de que la homosexualidad no es
diferente a la unión entre un hombre y una mujer, y que por eso mismo tienen
derecho a adoptar niños.
En España, desde la regulación legal del erróneamente llamado "matrimonio"
entre personas del mismo sexo, se contempla esta posibilidad en dicho país.
España fue el primer país que estableció la igualdad total en lo relativo a la
adopción y "matrimonio" para parejas del mismo sexo, cuando entró en vigor la
nueva legislación española, el 3 de julio de 2005.

La gran mayoría de los españoles no aprueba esta ley, lo que se ve reflejado en la


manifestación de un millón y medio de personas y otro millón de firmas en contra
de esta ley; y también en el parecer de organismos como el Senado, el Consejo de
Estado, el Consejo General del Poder Judicial, la Academia de Jurisprudencia y
la Conferencia Episcopal Española. Mientras que, según el Instituto Nacional de
Estadística, las parejas homosexuales en España son tan sólo 10.000. Y ha tenido
en contra, además, la mitad del Congreso de los Diputados, pues ha salido con
sólo cuarenta votos de diferencia: 147 en contra y 187 a favor.

Un margen tan pequeño para una ley tan importante sólo demuestra nuevamente
que se trata de una concesión a grupos minoritarios de presión. Los
homosexuales son sólo el 2.5% de la población.

El gobierno socialista justificó esta ley como respuesta a una supuesta "gran
demanda de la sociedad", pero el resultado ha sido que en el primer año de la
vigencia de esta ley los "matrimonios" homosexuales han sido sólo el 0.2% de los
matrimonios realizados. Aunque los medios de comunicación los hayan
enfatizado para dar la impresión de que han sido muy numerosos.

Consecuencias en los niños


Desmond Napoles, hijo de una mujer homosexualista militante, durante una
marcha gay en Nueva York el 28 de junio de 2015.

En síntesis, los perjuicios más comunes a los que están expuestos los niños
adoptados por los homosexuales son los siguientes:

Hogares poco sólidos, dada la inestabilidad inherente de las parejas


homosexuales.

Síntomas de trastorno de identidad de género.

Rechazo del compañero del padre homosexual.

Fracaso escolar.

Autoestima baja.

Riesgo de sufrir abusos sexuales paternos. Ejemplo: en EE UU, un 29% de casos


en hijos de homosexuales frente a un 0,6% en hijos de padres heterosexuales.

Mayor tasa de trastornos mentales.

Riesgo de contraer sida y otras enfermedades de transmisión sexual.

Opiniones médicas

Algunos médicos sin profundizar demasiado en el tema, consideran que lo


importante para un correcto crecimiento de los menores no es el "género" de los
padres sino solamente el cariño dado a sus hijos. Asociaciones como la
Asociación Americana de Pediatría o el Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid,
se muestran a favor de la adopción de niños por homosexuales.

La decisión reciente de la Academia Americana de Pediatría de aprobar las


adopciones por parte de homosexuales es otro ejemplo preocupante de cómo la
decisión de la APA de "normalizar" la homosexualidad ha tenido un amplio
efecto desgranador.

Sin embargo, existen médicos que creen necesaria la figura de un padre y una
madre para que los niños dispongan de un modelo masculino y femenino y así
desarrollarse de manera integral para completar una sana identidad sexual.
Especialistas como el doctor Carlos Marina, médico especialista en pediatría y ex
presidente de la Sociedad de Pediatría de Madrid y Castilla-La Mancha, y
profesor en la Universidad Europea de Madrid, afirma: "dada la inmadurez y
consiguiente vulnerabilidad del niño, éste está expuesto a crecer y desarrollarse
en un ambiente totalmente anómalo".

El catedrático de psicopatología de la Universidad Complutense de Madrid y


presidente de la sección de educación especial de la Sociedad Española de
Psicopatología, Aquilino Polaino, coincide con las críticas, afirmando que "la
adopción de padres homosexuales trae consecuencias psicopatológicas en el
adoptado".

Dale O'Leary, escritora e investigadora de la Asociación Médica Católica de


Estados Unidos, ha expuesto, por su parte, los diversos riesgos que implica para
un niño el ser adoptado por parejas homosexuales:

Si para los niños adoptados por un matrimonio heterosexual representa un


problema el saber la razón por la cual fueron dados en adopción, ¿No les afectará
aún más saber el por qué han sido entregados a una familia a la que siempre
faltará un padre o una madre?

Las parejas homosexuales no serán capaces de admitir el daño que han hecho a
los niños que aman y atribuirán indudablemente sus problemas a la "sociedad" y
a la homofobia. Los niños no serán capaces de expresar su insatisfacción y al
mismo tiempo se sentirán culpables por no ser agradecidos. Los niños llegarán a
sentir que hay algo equivocado en su deseo natural de tener un padre del sexo
opuesto.

Los niños dados en adopción han sido separados de sus madres biológicas y a
menudo también de cuidadores transitorios. Esto puede llevar a desórdenes de
afectividad. El contacto con una única figura materna durante los primeros ocho
meses de vida es crucial para el desarrollo emocional. Criar a un niño con un
desorden de dependencia afectiva requiere una sensibilidad especial por parte
de sus padres adoptivos.

Debido a que los niños entregados en adopción han sufrido ya una gran pérdida
(la de sus padres biológicos), es muy importante colocarlos en la situación más
estable posible. Las parejas homosexuales son las menos estables.

Las parejas de varones homosexuales tienen muchas probabilidades de


romperse. Las parejas lesbianas tienen más probabilidades de permanecer unidas
pero no son tan estables como las parejas heterosexuales. Por esta causa, con una
pareja de homosexuales, el niño corre un riesgo mayor de una segunda gran
pérdida durante la infancia. La investigación sobre los efectos del divorcio en los
niños es clara e inequívoca: el divorcio produce un daño profundo. El daño es
necesariamente mayor para un hijo adoptado.

Las estadísticas señalan que las relaciones homosexuales son excesivamente


inestables, esto es: los homosexuales cambian de pareja constantemente y con
mucha facilidad. La gran inestabilidad existente en las parejas homosexuales,
tiene un porcentaje muchísimo mayor que el de las parejas heterosexuales. El 60%
de esas relaciones duran un año, y sólo el 7% superan los cinco años.

Aunque la información favorable para el movimiento gay y la ampliación de sus


privilegios insista en que no se ha dado ningún caso demostrado de niños
insatisfechos, menos felices o con desórdenes emocionales y afectivos que
cualquier otro niño crecido en el seno de una pareja heterosexual, lo cierto es que
existen múltiples casos de niños cuya experiencia de vivir dentro de hogares y
estilo de vida gay, ha resultado desafortunada.

Rendimiento escolar

En una encuesta efectuada en 1996 en Australia, a profesores, donde niños


criados en hogares formados por parejas del mismo sexo fueron comparados con
niños de hogares de padre y madre, muestra que, en el desenvolvimiento
académico y social, en las expectativas de los padres e involucramiento de éstos
en el colegio, los hijos de matrimonios heterosexuales destacaron en primer lugar,
luego aquellos formados por convivientes y muy por debajo, aquellos criados en
hogares de parejas homosexuales.

Deseo del niño de tener un padre y una madre

La mayor ilusión de un niño huérfano de cierta edad es ser parte de una familia;
de tener un papá y una mamá que le brinden amor. No es verdad que el niño se
conforme con padres del mismo sexo. En contra del tópico repetido por las
parejas homosexuales, al menor no le parece normal ni natural tener dos madres
o dos padres. Un estudio sobre madres lesbianas reseña casos de hijos suyos que,
desde la edad de cuatro años, van pidiendo a varones "que sean sus papás" o
expresan su deseo de tener uno.
Estudio sobre probabilidad de abuso sexual

Otros estudios muestran que puede haber un patrón de comportamiento que


hace mayor el riesgo de abuso sexual cuando los padres son homosexuales. Un
informe efectuado en EE.UU, elaborado a partir de expedientes de hijos
adoptivos que fueron abusados sexualmente, muestra una clara tendencia a un
mayor abuso cuando los padres se declaran homosexuales. Este estudio mostró
que en el caso de los niños abusados por hombres, en un 63% de los casos el padre
era homosexual y en el caso de los niños abusados por mujeres en el 75% de los
casos la madre era lesbiana.

Algunos estudios muestran que la probabilidad de abuso se multiplica por 40


cuando un niño varón queda al cuidado de varones homosexuales. Además un
niño abusado tiene mas probabilidades de convertirse en abusador cuando llegue
a adulto. Las estadísticas muestran que hasta un 70% de los padres que abusaron
de sus hijos, habían sido abusados ellos mismos durante su infancia.

La Dra. Judith A. Reisman, profesora de investigación de la American University


(1983-85) confirma que solamente el 9% de la población heterosexual, es
pederasta. En cambio la población homosexual pederasta alcanza el 60%. En otras
palabras, el 87% de la población pederasta es homosexual, mientras que el 13%
restante es heterosexual.

Estudio sobre influencia del abuso sexual en la infancia en el desarrollo de la


homosexualidad

En particular también se ha observado que el abuso sexual en la infancia tiene un


importante papel para el desarrollo de la homosexualidad.

Un estudio realizado en EE.UU. en 1997, mostró que los hijos de parejas de


lesbianas tienen una predisposición muy superior a la homosexualidad que los
niños criados por madres heterosexuales.

El 46% de los hombres homosexuales y el 22% de las mujeres homosexuales


fueron abusados sexualmente en su infancia por una persona del mismo sexo. En
cambio, entre la población heterosexual sólo un 7% de los hombres y un 1% de
las mujeres sufrió acoso o abusos sexuales en su infancia por una persona del
mismo sexo.
David Finkelhor, experto en abuso sexual infantil, dice que "los chicos que fueron
abusados sexualmente por hombres mayores tuvieron, al crecer, cuatro veces
más posibilidades de implicarse en actividad homosexual que los que no fueron
víctimas. Más aún, los adolescentes a menudo relacionaban su homosexualidad
con sus experiencias de abuso sexual".

La APA incluso reconoce que, en la mayoría de las personas, la condición


homosexual se determina a una edad muy temprana.

Algunos casos investigados por la policía

En 2009, un fiscal estadounidense pidió 20 años de cárcel para Frank Lombard,


un homosexual que había adoptado con su pareja gay, a un niño de raza negra al
cual abusaba periódicamente. Lombard alquilaba al niño a pederastas en
Internet, hasta que un oficial encubierto del FBI le tendió una trampa que condujo
a su arresto. Pese a la indignación en EE.UU., las autoridades han aclarado que
de acuerdo con las regulaciones vigentes, el hombre no es candidato a la pena de
muerte.

Activismo político gay y pederastas

La acción de la policía ha constituido en ocasiones un duro revés para el brazo


político del movimiento homosexual LGBT, detrás del cual se esconden algunos
pederastas y abusadores. En 2009, cayó un círculo de pederastas que operaba
desde el interior mismo del movimiento. La policía presento 50 cargos por
pedofilia y abuso, los cuales incluían el abuso sexual de bebés a partir de los 3
meses de edad, el intento de sodomizar a un bebé de 18 meses, etc. Entre los
acusados se cuentan James Rennie, jefe ejecutivo de LGBT en Escocia y consejero
en educación sexual, que recomendaba en forma vehemente la adopción
homosexual.
Conclusión:

Es de interés para la sociedad referirse a la diferencia sexual en vez de instalarse


en la no diferenciación sexual.

La negación de la diferencia sexual y la afirmación de la no diferenciación sexual


desarrollan un sentimiento de omnipotencia que genera desventajas e impide al
niño tener acceso a una visión adecuada de la realidad y sus límites. ¿Acaso la
única interrogante consiste en saber en qué estructura relacional debe inscribirse
el niño? La respuesta está en los datos de lo real. El niño no procede de un solo
sexo autosuficiente. Necesita que su madre sea una mujer y su padre un hombre.
Cada uno de ellos se sitúa así en su identidad y permite al niño diferenciarse
subjetiva y socialmente.

La homosexualidad complica este proceso y no lo permite. Es una peculiaridad


personal basada en una sexualidad ajena a la concepción, a la transmisión de la
vida y a la educación de los niños. No habría alteridad sexual en la vida
intrapsíquica de los adultos con los cuales el niño compartiría su existencia.
Socialmente, no constituye una diferencia, como se pretende, y es la negación de
todas las diferencias conyugales y parentales. Por consiguiente, no se puede
definir racionalmente el parentesco y la filiación simple o plenaria, y menos aún
la educación de los niños a partir de la homosexualidad, independientemente de
su origen, bajo pretexto de un hipotético bienestar afectivo.

Los derechos y el interés del niño tienen prioridad ante las exigencias subjetivas
de los adultos. El interés del niño es estar incorporado en una relación que se
inscribe en la continuidad de su concepción entre un hombre y una mujer. El
derecho y el interés del niño son los criterios de discernimiento que limitan el
derecho al niño de los adultos.

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