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METODOLOGIA
Es un curso de autoaprendizaje, que exige un alto nivel de compromiso personal (todos los
participantes son actores muy importantes para el manejo adecuado de la cadena de frío
que garantizará la calidad de las vacunas y finalmente el control de las enfermedades
prevenibles por vacunas en la población); en la plataforma se presentarán informaciones,
así como las calificaciones correspondientes al examen final donde el participante deberá
alcanzar nota aprobatoria, para obtener un certificado de aprobación.
Las vacunas son productos biológicos termolábiles que se deben conservar entre +2º C y
+8ºC. Temperaturas superiores pueden producir:
• Pérdida de actividad (con efecto acumulativo)
• Inactivación (irreversible)
• Cambios de aspecto (necesidad de controles). A una temperatura dada, la velocidad a la
que cae la potencia depende en gran medida de factores tales como la naturaleza de los
excipientes, las cepas de las vacunas, la humedad residual o la técnica de liofilización. La
pérdida de potencia es variable y depende de los umbrales de temperatura alcanzados así
como el tiempo de permanencia de las vacunas expuestas a dichas temperaturas. En
general, periodos cortos de tiempo, no afecta sensiblemente al producto, siendo
acumulativo, mientras que temperaturas inferiores provocan inactivación (DPT,
antitetánica, antigripal, hepatitis B) Algunas veces sin modificación visible del aspecto.
La inactivación de las vacunas depende de múltiples factores, la temperatura máxima o
mínima alcanzada, el tiempo de la excursión a temperaturas fuera de rango, la humedad o
la luz en vacunas fotosensibles, las vibraciones, etc. En resumen fuera de su entorno de
conservación ideal las vacunas pueden sufrir las siguientes alteraciones: 1. Pérdida de
eficacia
Pérdida acumulativa e irreversible de la potencia inmunogénica.
La pérdida de eficacia depende del umbral alcanzado, del tiempo de exposición y de si el
preparado se encuentra liofilizado o reconstituido.
2. Cambios en la seguridad
Toxicidad de los productos de degradación.
Aumento de la reactogenicidad local de las vacunas
3. Reducción del periodo de validez
Fuente: Organización Mundial de la Salud, Departamento de Inmunización, Vacunas y Productos Biológicos, Ginebra, Suiza.
Empaque primario:
Es el que está en contacto directo con la vacuna, el adyuvante o los diluyentes, es decir,
los frascos, ampollas, tubos, jeringas precargadas y cualquier otro dispositivo de
administración de vacunas listo para usar, que puede contener una o múltiples dosis.
Empaque terciario:
Es una caja que contiene varias cajas secundarias utilizadas por los proveedores para
enviar las vacunas. Según la capacidad de almacenamiento disponible en los niveles
nacional y regional, las vacunas podrán almacenarse o no en los empaques terciarios.
Evitar la congelación de las vacunas resulta crucial, máxime si tenemos en cuenta que la
mayoría de las vacunas introducidas en los calendarios de inmunización son sensibles a la
congelación:
• Toxoide diftérico
• Hepatitis A
• Hepatitis B
• Influenza
• Haemophilus Influenzae tipo b líquido
• Pertussis
• Neumococo
• Meningococo
• Polio inactivada
• Toxoide tetánico
• Tifoidea inactivada
• Combinaciones de estas vacunas
Para que las vacunas mantengan sus buenas cualidades inmunológicas por el tiempo
previsto y hasta la fecha de expiración indicada por el productor, deben mantenerse y
conservarse en todo momento a temperaturas de refrigeración (+2ºC a +8ºC). En otros
niveles de la cadena de frío y dependiendo del tiempo de almacenamiento, algunas
vacunas requerirán temperaturas más bajas (-15ºC a -25ºC). Tal como se observa en el
gráfico.
El personal que manipula las vacunas debe estar informado sobre las temperaturas y el
tiempo adecuado de conservación, para garantizar que las vacunas mantengan su potencia
durante el almacenamiento y transporte.