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LA LÓGICA
ó
LOS PRIMEROS ELEMENTOS
DEL ARTE DE PENSAR.

OBRA
APROBADA POR LA JUNTA DE DIRECCION DE LAS
ESCUELAS PALATINAS , ir APLAUDIDA POR
CÉLEBRES UNIVERSIDADES.

ESCRITA EN FRANCES
POR

EL ABAD DE CONDILLAC,
Y TRADUCIDA
POR D. BERNARDO MARIA DE CALZADA, CAPITAN
DEL REGIMIENTO DE CABALLERIA
DE LA REINA.
AL ESCMO. SEÑOR

D. ANTONIO RICARDOS
Carrillo de Albornos édèodriguez

de herrera y Antich} ¿Teniente
general de los reales ejércitos de
S. Ad. , de su supremo Consejo de
la guerra y Caballero Comendador
cíe las casas de Córdoba en la or­
den de Santiago ¿Inspector ge­
neral de la caballería j y ¿Director
del real colegio militar de Cade­
tes establecido para ella ; ecet.

ESCMO. SEÑOR.

■Lio es elección , es un deber


el que yo dedique á V. E. la
Lógica ó los primeros elemen­
tos del arte de pensar, escri­
ta en francés por el Abad de
Condiliac, cuando su utilidad
para la educación es tan ma­
nifiesta , y tan patentes los des­
velos de V. E. en la que da LA LÓGICA
á la noble juventud^ que con­
tiene el real colegio de caba­ ó
llería que V. E. dirige con
tanto acierto. LOS PRIMEROS ELEMENTOS
La inmediación á la perso­ DEL ARTE DE PENSAR.
na de V. E. me ha hecho ver
los afanes que le cuesta un
objeto tan esencial, y el zelo
OBJETO DE ESTA OBRA.
con que V. E. promueve sus
adelantamientos. El reconoci­ E.-a natural á los hombres suplir con los
miento tan sincero como debi­
medios que la naturaleza puso á su alcan­
do á las honras que merezco ce la debilidad de sus brazos ; de modo
á V. E. me movió á empren­ que se hallaron mecánicos antes que pro­
der esta traducción , por si curasen serlo. De la propia manera se hi­
podía con ella coadyuvar en cieron lógicos; pensaron antes de averi­
guar como se piensa. Era necesario igual­
alguna parte á las justas mi­
mente que se pasasen algunos siglos antes
ras de V. E. Si lograra esta de ocurrírseles la sospecha de que el pen­
fortuna, habría yo conseguido samiento puede estar sujeto á leyes ; y
cuanto podía apetecer. aun hoy el mayor número piensa sin ha­
ber formado semejantes sospechas.
Escmo. Sr. = JB. L. M. de V. E. Sin .embargo, un dichoso instinto, que
se llamaba talento ; esto es , un modo
. Bernardo María de Calzada. mas seguro y mas sentado de ver, guia-
& LA LÓGICA,
LA LÓGICA. 7
sas tiene sus leyes en las facultades del
ba sin que ellos lo entendiesen , á los in­
cuerpo, y en las palancas de que nuestros
genios mas sobresalientes. Sus escritos se
brazos han aprendido á servirse, asimismo
constituían modelos , y en ellos se bus­
el arte de pensar tiene las suyas en las fa­
caba que artificio, á ellos mismos desco­
cultades del alma y en las palancas de que
nocido , producía el deleite juntamente con
nuestro entendimiento ha aprendido también
la luz. A proporción de su admiración iba
á servirse. Es necesario, pues, observar es­
aumentándose la creencia en que estaban
tas facultades y estas palancas.
de que se valían de estraordinarios me­
Seguramente no imaginaria un hombre
dios , y se emplearon en buscarlos, cuan­
establecer difiniciones , axiomas, ni princi­
do tan solo hubieran debido buscar los
pios, si quisiese, por la primera vez ha­
simples. Creyeron haber comprendido á
cer algún uso de las facultades de su cuerpo.
los genios superiores; pero no fácilmen­
No puede. Está precisado á empezar sir­
te se comprendan: su secreto es tanto mas
viéndose de sus brazos: le es natural ser­
reservado, cuanto no está siempre en su
virse de ellos: le es igualmente natural ayu­
mano poderlo revelar.
darse con cuanto conoce que puede servir­
Se buscaron, pues, las leyes del arte
le de socorro , y por eso forma inmediata­
de pensar donde no estaban; y aun allí
mente con cualquier palo una palanca. El
•mismo las buscaríamos nosotros, si hubié­
uso aumenta sus fuerzas : la esperiencia,
semos ahora de dar principio á nuestra
que le hace conocer por qué hizo mal, y
averiguación. Pero al buscarlas donde no
e! modo como lo puede hacer mejor, va
están, se nos manifestó el parage donde
desenvolviendo poco á poco las facultades
existen, pudiéndonos lisongear de que las
de su cuerpo, y se instruye.
hallaremos, si sabemos observar con mas
De este modo nos fuerza la naturaleza
atención y acierto.
á empezar, cuando por la primera vez ha­
cemos algún uso de las facultades de nues­
Esta, comparación es de Bacon.
tra alma. La naturaleza sola es quien las ar­
regla , así como sola arregló también las del
Como el arte de mover las grandes ma­
® . LA LÓGICA,

cuerpo; y si después somos capaces de con­ 9


ducirlas nosotros mismos, es porque conti­
nuamos bajo las mismas reglas con que nos
PRIMERA PARTE.
hizo comenzar , debiendo nuestros progresos
a las primeras lecciones que nos dio. No Como la naturaleza nos enseña la análisis',
principiaremos, pues, esta lógica por defi­ y como por este método se esplica el origen
niciones, axiomas, ni principios: empeza­ y la generación, ya de las ideas , ya de las
remos por observar las lecciones que la facultades del alma.
naturaleza nos da.
En la primera parte veremos que la
análisis es un método, que hemos apren­ CAPITULO PRIMERO.
dido de la misma naturaleza; y espigare­
Como nos da la naturaleza las primeras lec­
mos siguiendo este método, el origen y ge-
ciones del arte de pensar.
neracion , ya de las ideas , ya de las facul­
tades del alma. En la segunda considera­
remos la análisis en sus medios y efectos, La facultad de sentir es la primera entre
y reduciremos el arte de raciocinar á un las del alma.
idioma exacto¿
En nada se parece esta lógica á ningu­ Nuestros sentidos son las primeras faculta­
na de las que hasta ahora se han publi­
des que notamos. Por ellos vienen hasta el
cado. No se considere como única ventaja
alma las impresiones de los objetos. Si hu­
£uya el nuevo modo con que se esplica, si­
biéramos nacido sin vista , rro conociéramos
no también la de ser la mas simple, fá­ la luz , ni los colores : si hubiéramos nacido
cil y luminosa.
sin oido , no tuviéramos conocimiento alguno
de los sonidos : en una palabra , si nunca hu­
biéramos tenido sentido, alguno , tampoco co­
nociéramos ninguno de los objetos de la na­
turaleza.
IO LA LÓGICA. PARTE I, CAP. I. 11
¿Pero para conocer estos objetos basta
tener sentidos? No por cierto, porque los La sabremos reglar cuando sepamos reglar
mismos sentidos nos son comunes á todos, nuestros sentidos.
y sin embargo no todos tenemos los mismos
conocimientos. Esta desigualdad no 'puede No sintiendo el alma sino por los órga­
provenir sino de que no todos sabemos igual­ nos del cuerpo es evidente que aprenderémos
mente hacer de nuestros sentidos el uso para á conducir con regla la facultad de sentir de
que nos fueron dados. Si no aprendo á re­ nuestra alma , si aprendemos á conducir con
glarlos adquiriré menos conocimientos que reglas nuestros órganos sobre los objetos que
otro; por la propia razón que no se baiia queremos estudiar.
bien, sino en cuanto se aprende á reglar los
pasos. Todo se aprende y hay un arte para /¡prenderemos á reglar estos, cuando haya­
conducir las facultades del alma, como le mos reparado como los hemos conducido
hay para guiar las del cuerpo. Pero como no bien alguna vez.
se aprende á conducir estas sin conocerlas,
es necesario conocer aquellas para apren­ g Pero cómo aprenderémos á conducir
der á guiarlas. bien los sentidos ? Haciendo lo que hemos
Los sentidos no son mas que la causa hecho cuando los hemos conducido bieií.
ocasional de las impresiones que hacen so­ Nadie hay á quien no haya sucedido , á lo
bre nosotros los objetos. El alma es quien menos alguna vez , conducirlos bien. Es una
siente : á ella sola pertenecen sensaciones; y cosa sobre la cual nos instruyen con pronti­
la primera facultad que advertimos en ella tud las necesidades y la esperiencia: los
es la de sentir. Esta facultad se distingue en niños son la prueba de ello. Adquieren co­
Cinco especies , porque tenemos cinco espe­ nocimientos sin nuestro socorro ; los adquie­
cies de sensaciones. El alma siente por la ren á pesar de los obstáculos que ponemos
vista, por el oido, por el olfato, por el gus­ al desenvolver sus facultades. Tienen , pues»
to, y principalmente por el tacto. un arte para adquirirlos. Es verdad que si­
guen las reglas sin saberlo ; pero las siguen
PARTE I, CAP. I. Í3
LA LÓGICA.
órganos ; y en efecto ella no es otra cosa
No es necesario mas que hacerles distinguir
en su principio.
lo que ejecutan alguna vez , para instruirlos
Los animales que se elevan en el aire,
en que lo hagan siempre; y se hallará que
los que arrastran por la tierra , los que vi­
no les enseñamos sino lo que sabían egecu-
ven en el agua , son otras tantas especies,
tar. Como ellos empezaron por si solos á de­
que ’estando diferentemente formadas, tie­
senvolver sus facultades , conocerán que pue­
ne cada una de ellas facultades y necesida­
den continuar si hacen , para acabar de de­
des peculiares; ó lo que viene á ser lo mis­
senvolverlas , lo que hicieron para comen­
mo; tiene cada una su naturaleza.
zar ; lo conocerán tanto mas, cuanto ha­
Esta naturaleza es la que empieza siem­
biendo principiado antes de haber aprendido
pre bien , porque empieza sola. La inteli­
cosa alguna, comenzaron bien, porque es
gencia que la crió , lo ha querido : se lo La
la naturaleza quien empezó por ellos.
dado todo para comenzar bien: era menes­
ter que cada animal pudiese desde luego mi­
Es la naturaleza , esto es , nuestras facul­
rar por su conservación : importábale mucho
tades determinadas por nuestras necesida­
instruirse muy temprano , y las lecciones de
des las que empiezan á instruirnos.
la naturaleza debían ser tan prontas como
Es en efecto la naturaleza , esto es, núes, seguras.
tras facultades determinadas por nuestras ne­
Como adquiere un niño conocimientos.
cesidades ; porque las necesidades y faculta­
des son propiamente lo que llamamos la na­
Un niño aprende , porque siente la nece­
turaleza de cada animal; y por esto no que­
sidad de instruirse: tiene por ejemplo Ínte­
remos decir otra cosa, sino que un animal
res en conocer á el ama que le cria , y la
nació con tales necesidades y facultades.
conoce muy pronto : la distingue entre mu­
Pero porque estas facultades y necesidades
chas personas: no la confunde con ninguna;
dependen de la organización, y varían co­
y no es otra cosa esto que el conocer. En
mo ella, fue consiguiente que por natura­
efecto , no adquirimos conocimientos, sino'
leza entendiésemos la conformación de los
14 LA LÓGICA, PARTE I, CAP. I. 15
á proporción que distinguimos mayor can­ si la primera observación corresponde á la
tidad de cosas , y que notamos mejor las necesidad por que la hemos hecho, esto mis­
calidades que les distinguen, nuestros cono­ mo nos advierte que hemos observado mal y
cimientos empiezan en el primer objeto que conocemos la necesidad de observar de nue­
hemos aprendido á diferenciar. vo. Jamas nos faltan estas advertencias,
Los que un niño tiene de su ama , ó de cuando las cosas sobre que nos engañamos
cualquiera otra cosa , no son para él sino nos son absolutamente necesarias: porque
cualidades sensibles. No los adquirió sino en el uso de ellas sucede inmediatamente
por el modo con que condujo sus senti­ á un juicio falso el dolor , como sucede á
dos. Una necesidad egecutiva le puede ha­ un juicio verdadero el placer. Ve ahí, pues,
cer formar un juicio falso porque le hace nuestros primeros maestros , el placer y el
juzgar apresuradamente ; pero este error es dolor : ellos nos iluminan, porque nos ad­
preciso sea momentáneo: engañado en su vierten si juzgamos bien ó mal; y por es­
esperanza , conoce inmediatamente la nece­ to en la niñez hacemos progresos, que pare­
sidad de juzgar segunda vez , y juzga me­ cen tan rápidos como maravillosos.
jor : la esperiencia que vela sobre él, cor­
rige sus equivocaciones. Creyó ver su ama
porque divisó á lo léjos una persona á Por que cesa ella de advertirlo.
quien se parecía , pero su engaño no du­
ra. Si la primera mirada lo engañó, otra
segunda le desengaña, y la busca con mas El arte de raciocinar nos seria, pues,
cuidado. del todo inútil, si no nos fuera jamas ne­
cesario juzgar de otras cosas, que de las
Como le advierte la naturaleza de sus que se refieren á las urgencias de prime­
equivocaciones. ra necesidad. Raciocinaríamos naturalmen­
te bien , porque arreglaríamos nuestros jui­
De este modo destruyen los mismos sen­ cios por las advertencias de la naturaleza.
tidos los errores en que nos hicieron caer: Pero apenas empezamos á salir de la ni­
l6 LA. LÓGICA,
parte i, cap. i.
ñez, cuando ya hemos formado una mul­
son verdaderos ó falsos. (Curso de estu­
titud de juicios, sobre los cuales nada nos
dios, histor. ant. c. 3.) (1).
advierte la naturaleza. Al contrario parece
que el placer acompaña indiferentemente
Unico medio de adquirir conocimientos.
los juicios falsos y verdaderos, y nos en­
gañamos con confianza: la razón es, que
Pero en fin, pues hay cosas de que juz­
en estas ocasiones la curiosidad es nuestra
gamos bien aun en la infancia , debemos
urgencia , y la curiosidad ignorante se con­
tenta con todo. Goza de sus errores con
una especie de placer: muchas veces se
apega á ellos porfiadamente, tomando una (1) Para aprender un arte mecánico, no basta
palabra que nada significa por una respues­ conseguir su teórica, es necesario' también adquirir
ta, no siendo capaz de reconocer, que aque­ su práctica: la teórica no es mas que el conocimien­
to de las reglas; y no basta este solo conocimien­
lla respuesta no es mas que una palabra.
to para ser mecánico .* solo la costumbre de obrar
Entonces son durables nuestros errores. Si, lo constituye tal. Adquirida una vez esta costum­
como es muy ordinario, hemos juzgado de bre , las reglas son inútiles : no hay ya necesi­
las cosas que no son proporcionadas á nues­ dad de pensar, y se hace bien en algún modo,
naturalmente.
tro alcance , la esperiencia no podrá de­
Así es necesario aprender el arte de racioci­
sengañarnos; y si hemos juzgado de otras nar. No bastará concebir esta lógica, si no se
con precipitación, tampoco nos desengaña, hace habitual el método que enseña; y si este
porque nuestra preocupación no nos per­ hábito no es tal que se pueda raciocinar bien
mite consultarla. sin tener necesidad de pensar en las reglas , no
se tendrá la práctica del arte de raciocinar, solo
Empiezan , pues , los errores cuando la se tendrá la teórica.
naturaleza cesa de advertirnos en nuestras Este hábito , como todos los demas, no se
equivocaciones; esto es , cuando juzgando de puede contraer sino con un largo ejercicio. Es
las cosas que tienen poca relación con las necesario, pues, ejercitarse sobre muchos ebjetos.
urgencias de primera necesidad, no sabemos Me atrevo á prometer á los que así la estudiaren,
que adquirirán en sus estudios una facilidad que ios
probar nuestros juicios, para reconocer sí llenará de admiración : tengo esperiencia de ello.
B
l8 LA LÓGICA' parte i, cap.; t. 19
.observar oomo nos hemos conducido para hacer suposiciones. Pero las suposiciones ten-
juzgar de ellas, y así sabremos como de­ drian el inconveniente de parecer algunas
bemos gobernarnos para juzgar de otras. veces infundadas, y otras veces el de exigir
Bastará continuar como la naturaleza nos ponerse en ciertas situaciones donde no to­
hizo empezar; esto es, observando y po­ dos sabrían colocarse. Basta haber adver­
niendo nuestros juicios á prueba de la ob­ tido que los niños no adquieren verdaderos
servación y la esperiencia. conocimientos, sino porque no observando
Esto es lo que todos hemos hecho en mas que las cosas relativas á las necesidades
nuestra primera infancia; y si pudiéramos mas urgentes, no se engañan; ó si se enga­
traer á la memoria aquella edad, nuestros ñan tienen luego la advertencia de sus equi­
primeros estudios nos pondrían en camino vocaciones. Limitémonos á investigar como
de hacer otros con fruto. Entonces cada uno nos conducimos hoy cuando adquirimos co­
de nosotros hacia descubrimientos debidos nocimientos. Si podemos asegurarnos de al­
solo á sus observaciones y esperiencia; y los gunos , y del modo como los hemos adquiri­
hiciéramos hoy mismo , si supiéramos seguir do, sabremos como podemos adquirir otros.
el camino , que la naturaleza nos abrió.
No se trata de inventar un sistema para CAPÍTULO II.
saber como debemos adquirir conocimientos:
guardémonos bien de tal cosa. La natura­ La análisis es el único método para adqui­
leza misma ha formado este sistema; sola rir conocimientos. Como lo aprendemos
ella podía hacerlo : lo ha hecho bien, y no de la misma naturaleza.
nos toca mas que observar lo que nos enseña.
Parece que para estudiar la naturaleza, La primera mirada no da ideas de las cosas
seria necesario observar en los niños, como que se ven.
en las primeras ocasiones desenvolvieron sus C
facultades, ó recordar lo que nos ha suce­ Oupongo una casa de campo, que domina
dido. Uno y otro es difícil. Nos veríamos una basta campiña abundante, donde la
tnuy amenudo reducidos á la necesidad de naturaleza se ha complacido en sembrar la
b a
parte i, cap. fi, ai
ao LA LÓGICA,
variedad , y donde el arte supo aprove­
Para formarse ideas es necesario observarlas
char las situaciones para mas variarla y
unas después de otras.
hermosearla. Llegamos á esta casa de no­
che. Abrense por la mañana las ventanas
Finalmente vuélvense á abrir las venta­
á tiempo que el sol empieza á dorar el
nas para no cerrarse mas mientras el sol es­
horizonte, y vuélvense inmediatamente á
té sobre el horizonte , y de este modo vol­
cerrar.
vemos á ver por largo tiempo lo que ya ha­
Aunque esta campiña no se haya mani­
bíamos visto. Pero si cual hombres estáticos
festado mas que un instante , es cierto que
continuamos , como en el primer instante,
hemos visto cuanto contiene. En otro segun­
viendo por junto esta multitud de objetos di­
do instante recibiríamos las mismas impre­
ferentes , no sabremos llegada la noche mas
siones que hicieron los objetos sobre no­
que sabíamos cuando las ventanas, que aca­
sotros en el primero. Lo mismo sucedería
baban de abrirse, se cerraron repentina­
en otro tercero. De consiguiente si no se
mente.
hubiesen vuelto á cerrar las ventanas, no
Para adquirir, pues , un conocimiento de
hubiéramos visto mas que lo que desde lue­
esta campiña , no basta verla toda de una
go vimos.
vez , es menester ver una parte después de
Pero aquel primer instante no basta pa­
otra ; y en lugar de abrazarlo todo en una
ra darnos á conocer esta campiña, esto es,
mirada , detener sucesivamente la vista de
para hacernos distinguir los objetos que
un objeto en otro. Esto nos enseña á todos
contiene : por esta razón , cuando se vol­
la naturaleza. Si ella nos ha dado la facul­
vieron á cerrar las ventanas, ninguno de
tad de ver una multitud de cosas juntamente,
nosotros hubiera podido dar razón de lo
nos ha dado también la de mirar una sola;
que vio. Esto prueba que se pueden ver
esto es, la de dirigir nuestros, ojos á una; y
muchas cosas de una vez, sin aprender á esta facultad , que es una consecuencia de
nada. nuestra organización , debemos cuantos co­
nocimientos adquirimos por la vista.
aa LA LÓGICA. parte i, cap. ir. 53
Esta facultad no es común á todos. Sin cion respectiva , pónense los otros en los in­
embargo, si queremos hablar después déla tervalos cada uno en su lugar.
campiña , se notará que no todos la conoce­ Empiézase , pues , por los objetos princi­
mos igualmente. Algunos harán pinturas mas pales : se les observa sucesivamente, y se les
ó menos verdaderas, donde se encontrarán compara á fin de juzgar la relación que tie­
muchas cosas como en efecto son , mientras nen. Cuando por este medio se comprende
otros confundiéndolo todo, harán pinturas, su situación respectiva, se observan sucesi­
por las cuales no será posible conocer cosa vamente todos los que llenan los intervalos,
alguna. No obstante cada uno de nosotros ha se compara cada uno con el objeto princi­
visto los propios objetos; pero las miradas pal mas próximo y se determina su posición.
de los unos iban casualmente dirigidas, cuan­ Eutonces se distinguen todos los objetos,
do las de los otros se dirigían con cierto cuya forma y situación se ha comprendido,
orden. y se abrazan con una sola mirada. El órden
que hay entre ellos en nuestra idea, ya no
es sucesivo , es simultáneo. Es aquel mis­
T para concebirlas como son , es menester mo en que existen , y los vemos todos de una
que el orden sucesivo en que se observan los vez y de un modo distinto.
junte en el orden simultáneo que
hay entre ellas.
Por este medio puede el alma abrazar una
¿Pero qué órden es este ? La misma na­ gran cantidad de ideas.
turaleza lo indica: es aquel con el cual ella
presenta los objetos. Hay algunos que lla­ Estos son los conocimientos que debemos
man mas particularmente la vista, son mas únicamente al arte con que hemos dirigido
reparables, dominan; y parece que los otros nuestra vista. Los hemos adquirido unos
se sitúan á su contorno para su adorno y después de otros ; pero una vez adquiridos»
hermosura. Estos son Jos que desde luego se todos están á un mismo tiempo presentes al
observan; y cuando ya se ha notado su situa- alma , del mismo modo que los mismos ob-
24 LA LOGICA, PARTE r, CAP. II.
jetos que representan están presentes á los
ojos que ¡os ven. Porque observando así, descompone las co­
Luego lo mismo sucede con el alma que sas para recomponerlas, se forma n de ellas
con la vista : ve de golpe una multitud de ideas exactas y distintas.
cosas; y no es de admirar , pues al alma
pertenecen todas las sensaciones de la vista. Si reflexionamos ahora sobre el modo con
La vista del alma se estiende como la que adquirimos los conocimientos por la
del cuerpo : si hay buena organización, bas­ vista , advertirémos que un objeto muy com­
ta para una y otra el egercicio , y no se puesto, como una vasta campiña, se descom­
podría *en algún modo circunscribir el espa­ pone en algún modo , pues no lo conocemos
cio que abrazan. En efecto una alma egerci- hasta que sus partes vienen una después de
tada ve en un asunto que medita una multi­ otras á colocarse con orden en el alma.
tud de relaciones, que no percibimos; como Hemos visto con que orden se hace esta
Ja vista egercitada de un gran pintor dis­ descomposición. Los principales objetos vie­
tingue al momento en un pais una multitud nen desde luego á situarse en el alma : los
de cosas que vemos con él, y que sin embar­ otros vienen después, y se coordinan siguieft-
go se nos ocultan. do las relaciones en que están con los pri­
Podemos, pasando de casa en casa, es­ meros. Hacemos esta descomposición, porque
tudiar nuevas campiñas , y representárnoslas no nos basta un instante para estudiar todos
Como la primera. Nos sucederá entonces z ó aquellos objetos. Pero no descomponemos
dar la preferencia á alguna , ó conocer que sino para volver á componer; y cuando
tiene cada una su atractivo. Pero no juzga­ se han adquirido estos conocimientos , las
mos de ellas, sino porque ¡as comparamos : cosas en lugar de ser sucesivas, tienen en el
sino porque nos las representamos todas á alma el mismo orden simultáneo que tienen
un mismo tiempo. fuera. En este órden simultáneo consiste
Luego el alma ve mas que ios ojos. el conocimiento que de ellas tenemos ; por­
que si no pudiéramos representárnoslas en
junto, tampoco podríamos juzgar de las re-
LA LÓGICA.
PARTE I, CAP. II.
laciones que tienen entre sí, y las cono- ma. Tengo presentes á un tiempo un gran
ceríainos mal. número de conocimientos que se me han
hecho familiares : los veo todos , pero no
Esta descomposición y recomposición es lo los distingo igualmente. Para ver de una
que se llama análisis. manera distinta cuanto se ofrece de una
vez á mi alma , es menester que descom­
Analizar, pues, no es otra cosa que ponga como descompuse cuanto se presen­
observar en un orden sucesivo las cualida­ taba de una vez á mis ojos: es menester
des de un objeto, á fin de darles en el que analice el pensamiento.
alma el orden simultáneo en que existen. Esta análisis no se hace de otro modo
Esto nos hace obrar á todos la naturale­ que la de los objetos estertores. Se descom­
za. La análisis, que se cree solo conocida pone lo mismo: se representan las partes
por los filósofos, es pues, conocida de del pensamiento en un orden sucesivo pa­
todo el mundo, y nada he enseñado aun ra restablecerlas en un órden simultáneo: se
al lector: solo le he hecho notar lo que hace esta descomposición y recomposición
continuamente practica. conformándose con las relaciones que hay
entre las cosas como principales y subor­
La análisis del pensamiento se hace del mis­ dinadas; y como no se analizaría una cam­
mo modo que la de los objetos visibles. piña , si la vista no la abrazase toda ente­
ra ; tampoco se analizaría el pensamiento,
Aunque de una mirada distingo una mul­ si el alma no lo abrazase todo. En uno y
titud de objetos en una campiña que he otro caso es necesario verlo todo con una
examinado; sin embargo nunca es la vista acción: de otro modo no se tendria segu­
mas distinta que cuando ella misma se cir­ ridad de haber visto todas las partes unas
cunscribe , y no miro mas que un pequeño después de otras.
número de objetos de una vez: discernimos
siempre menos que vemos.
Lo mismo sucede con la vista del al­
a8 LA LÓGICA,
•*;’ v<« •• ' t‘ ' - -5- 1.J ---*
•’. «*
, ¿pjf| paete r, cap. ni. 29
saciones diferentes distinguimos; y estas
capitulo irr.
ideas son ó sensaciones actuales, ó memo­
La análisis hace al alma justa en sus per­ ria de las sensaciones que hemos tenido.
cepciones.
La análisis sola es la que da ideas exac­
Las sensaciones consideradas como represen­ tas , ó verdaderos conocimientos.
tando los objetos sensibles, son propiamente
Cuando las adquirimos por el método
lo que se llama ideas.
analítico descubierto en el capítulo prece­
c
v^ada uno de nosotros puede notar, que no dente , se coordinan con orden en el alma:
conservan en ella el que les hemos dado , y
conoce ios objetos sensibles sino por las sen­
saciones que recibe de ellos: las sensacio­ podemos fácilmente representárnoslas con la
misma claridad con que las hemos adqui­
nes son quienes nos los representan.
rido. Si en lugar de adquirirlas por este mé­
Si estamos asegurados de que cuando es-
todo las acomidamos por acaso , estarán con
tan presentes , no los vemos sino en las sen­
una gran confusión, y permanecerán en- ella.
saciones que hacen actualmente sobre noso­
Esta confusión no permitirá ya al alma re­
tros , no lo estamos menos de que cuando
cordárselas de un modo distinto ; y si quere­
están ausentes , no lo vemos sino en la me­
mos hablar de los conocimientos que cree­
moria de las sensaciones que han hecho. To­
mos haber adquirido , nada se comprenderá
dos los conocimientos que podamos tener de
los objetos sensibles , no son , pues , en el por nuestras relaciones, pues nosotros mis­
principio, ni pueden ser sino sensaciones. mos nada comprendemos. Para hablar de un
modo inteligible, es menester concebir y es-
Las sensaciones consideradas como repre­
presar sus ¡deas en el órden analítico, que
sentando los objetos sensibles, se llaman
descompone y vuelve á componer cada pen­
ideas-, espresion figurada, que propiamen­
samiento. Este órden es el único que pue­
te significa lo mismo que imágenes.
de darles toda la claridad y precisión de
Otras tantas especies de ideas como sen-
que son capaces; y así como no tenemos otro
30 LA LÓGICA, PARTE I, CAP. m. 31
medio para instruirnos, tampoco tenemos
otro para comunicar nuestros conocimien­ Este método es conocido de todos.
tos. Ya lo he probado, pero vuelvo y vol­
veré á ello, porque esta verdad no está bien Todos pueden convencerse de esta ver­
conocida ; antes la combaten , aunque sim­ dad por su propia esperiencia : hasta las mu­
ple , evidente y fundamental. chachas costureras están convencidas de ella;
En efecto , si quiero yo conocer una má­ porque si dándoles por modelo un vestido de
quina , seguramente la desharé para estudiar figura particular, se les propone hacer otro
con separación cada parte. Cuando de ca­ semejante , imaginarán ellas naturalmente
da una tenga idea exacta, y pueda colocar­ deshacerlo y volverlo á hacer para salir
las en el mismo orden en que estab m , enton­ con su empresa. Saben, pues, la análisis
ces habré conocido perfectamente la máqui­ tan bien como los filósofos, y conocen la
na , porque la he descompuesto y vuelto á utilidad mucho mejor que los que se obs­
componer. tinan en sostener que hay otro método pa­
g Qué quiere decir , pues , conocer esta ra instruirse.
máquina ? es tener un pensamiento compues­ Creamos con ellas que ningún otro mé­
to de tantas ideas como partes tiene la má­ todo puede suplir á la análisis. Ningún otro
quina , ¡deas que las representan cada una puede ¡luminar tanto: tendremos la prueba
exactamente , y que están dispuestas en el siempre que queramos estudiar cualquiera
mismo orden. objeto algo compuesto. No hemos imaginado
Cuando la he estudiado con este método, este método, solo le hemos hallado, y no
que es el único , entonces mi pensamiento debemos temer que nos deslumbre. Hubié­
no me ofrece mas que ideas distintas , y él ramos podido con los filósofos inventar otros,
se analiza por sí mismo , sea que yo quiera y poner cualquiera orden en nuestras ideas;
darme razón puntual de él , ó dársela á pero este órden que no hubiera sido el de la
los otros. análisis, hubiera causado en nuestros pensa­
mientos la misma confusión que en sus es­
critos; pues parece que mientras mas quieren
3a LA LÓGICA, parte i, cap. ni. 33
fijar el órden , mas se embarazan , y menos sabe de donde le vienen sus pensamientos.
se les entiende. No saben que sola la análi­
sis puede instruirnos : verdad práctica cono­ Los malos métodos son la causa de las fal­
cida de los mas groseros artesanos. sas percepciones.

Por ella se hicieron las almas puntuales También hay almas de falsas percepcio­
y exactas. nes que han hecho grandes estudios. Se jac­
tan de mucho método , y por lo mismo ra­
Hay almas exactas en sus percepciones, ciocinan peor: la razón es, que cuando el
que parece no han estudiado nada , porque método no es bueno, mientras mas se prac­
parece que no han meditado para instruirse: tica, mas aparta del acierto. Se toman por
sin embargo estudiaron, y estudiaron bien. principios nociones vagas, palabras vacías de
Como lo hacían sin designio premeditado, sentido : se forma una gerigonza científica,
no pensaban en tomar lecciones de ningún en la que se cree hallar la evidencia ; pero
maestro, y tuvieron el mejor de todos, la na­ no se sabe á la verdad ni lo que se ve, ni
turaleza. Ella les enseñó la análisis que lo que se piensa, ni lo que se dice. No
estudiaban; y lo poco que saben, lo sa­ se podrán analizar los pensamientos si no
ben bien. El instinto , que es una guia tan son ellos mismos obra de la análisis.
segura : el gusto, que juzga tan bien, y Por la análisis , vuelvo á decir , y solo
que no obstante juzga en el momento que por ella debemos instruirnos. Es el camino
siente: los talentos, que no son masque mas simple, porque es el mas natural, y aun
el gusto , cuando produce aquello de que veremos que es el mas corto. El es quien
es juez ; todas estas facultades son obra ha hecho todos les descubrimientos: por él
de la naturaleza, que haciéndonos anali­ hallarémos otra vez lo que ya se halló; y
zar sin saberlo nosotros mismos, parece lo que se llama tnétodo de invención , no es
querer ocultarnos cuanto le debemos. Ella otra cosa, que análisis. ( Curso de estudios.
inspira al hombre de ingenio sobresalien­ Arte de pensar, parte 3, cap. 4.)
te: ella es la musa que invoca, cuando no
c
34 LA LÓGICA, parte i, CAP. IV. 33
de lo que sé , y si hay algún método para
CAPITULO IV. darme nuevos conocimientos, no puede ser
otro que el método mismo que ya me ha
Como la naturaleza nos hace observar los comunicado los que tengo.
objetos sensibles para darnos ideas de En efecto todos nuestros conocimientos
diferentes especies. vienen de los sentidos , tanto los que ten­
go , como los que no : y los que son mas sa­
TVb se puede adquirir instrucción sino yendo bios que yo , fueron tan ignorantes como lo
de lo conocido á lo desconocido. soy en el dia. Luego si se instruyeron pro­
cediendo de lo conocido á lo desconocido,
N o podemos ir sino de lo conocido á lo des­ gpor qué imitándolos no he de instruirme yo?
conocido : es un principio bien trivial en la Y si cada conocimiento que adquiero me
teoría , y casi ignorado en la práctica. Pa­ prepara para un conocimiento nuevo , ¿ por
rece que solo le conocen ios hombres que no qué no podré ir por una sucesión de análisis
han estudiado. Cuando quieren haceros com­ de conocimiento en conocimiento ? En una
prender una cosa no conocida, pone la palabra, g por qué no he de encontrar yo
comparación en otra que ya conocéis ; y si­ lo que ignoro en las sensaciones donde ellos
no son siempre felices en la elección de lo encontraron y que nos son comunes?
las comparaciones, hacen ver á lo menos que Sin duda me harían ellos descubrir cuan­
comprenden lo que es necesario para darse to descubrieron, si supiesen siempre ellos
á entender. mismos como adquirieron su instrucción ; pe­
No sucede lo mismo á los sabios. Aun­ ro lo ignoran , porque es cosa que observa­
que quieran instruir, olvidan voluntariamen­ ron mal , o en la que la mayor parte ni aun
te pasar de lo conocido á lo desconocido. No siquiera ha pensado. Seguramente no se han
obstante el que quiera hacerme concebir instruido sino en cuanto han hecho análisis
ideas que no tengo, es menester que se val­ y en cuanto las han hecho bien ; pero no lo
ga de las que tengo. Todo lo que ignoro, y notaban : la naturaleza lo hacia en algún
cuanto es posible aprenderse, comienza des- modo por si sola , y ellos se complacían
ca
j6 LA LOGICA. parte i, cap. iv.
en creer qge la ventaja de adquirir conoci­ podrán llamarse propiamente conocimientos.
mientos es un don, un talento que no se Pero ninguno hay que no tenga algún siste­
comunica fácilmente. No es de admirar que ma de ideas exactas bien ordenadas , sino
nos cueste trabajo el entenderlos: el que sobre materias de especulación , á lo menos
hace vanidad de talentos privilegiados, no sobre cosas de uso relativas á nuestras nece­
se formó para hacerse entender de los otros. sidades. No es necesario mas. Sobre estas
Como quiera que sea, todo el mundo está mismas ideas es menester fundar la instruc­
precisado á reconocer que no podemos ir si­ ción de lo que se quiere enseñar; y es evi­
no de lo conocido á lo desconocido. Veamos dente la necesidad que hay de hacerlas com­
el uso que podemos hacer de esta verdad. prender el origen y generación de ellas,
si desde estas ¡deas se les quiere llevar á
Cualquiera que haya adquirido algún cono­ otras.
cimiento , puede adquirir mas.
Las ideas nacen sucesivamente unas de otras.
Siendo aun niños, hemos adquirido cono­
cimientos por una cadena de observaciones Pero si observamos el origen y la gene­
y análisis. En estos conocimientos debemos, ración de las ideas, las veremos nacer suce­
pues, empezar para continuar nuestros estu­ sivamente unas de otras ; y si esta sucesión
dios. Es necesario observarlos , analizarlos, es conforme al modo con que las adquirimos,
y descubrir si es posible , todo lo que con­ habremos hecho bien la análisis. El orden,
tienen. pues, de la análisis es el mismo que el de
Estos conocimientos son una colección de la generación de las ideas.
ideas : y esta colección es un sistema bien
ordenado, esto es, una serie de ideas exac­ Nuestras primeras ideas son ideas indi­
tas , donde la análisis ha puesto el órden que viduales.
hay entre las mismas cosas. Si las ¡deas eran
poco exactas , y sin órden, no tendremos Hemos dicho que las ideas de los objetos
sino conocimientos imperfectos , que ni aun sensibles no son en su origen sino las sensa-
38 LA LÓGICA, parte i, cap. iv. 39
clones que los representan. En la naturale­ damos á cada una en lugar señalado, y sa­
za no existen mas que individuos: luego bemos siempre donde encontrarlas. Olvide­
nuestras primeras ideas son individuales, ó mos por un instante estas ciases , é imagi­
ideas de tal, ó tal objeto. nemos que se hubiese dado á cada individuo
un nombre diferente: al punto conoceremos
Distribuyendo en diversas ciases las ideas q e la multitud de nombres hubiera fatigado
se forman géneros y especies. nuestra memoria confundiéndolo todo , y que
nos hubiera sido imposible estudiar los obje­
No hemos imaginado nombres para cada tos que se multiplican á nuestros ojos, y fbr-
individuo; hemos distribuido solamente los marnos de ellos ideas distintas.
individuos en diferentes clases, que señala­ Nada es mas útil ni razonable que esta
mos con nombres particulares; y estas cla­ distribución; y cuando se considera cuan
ses son lo que se llama géneros y especies. útil nos es , y aun necesaria , parece que la
Hemos, por egemplo , puesto en ¡a clase de hemos hecho con designio. Peto se engaña
árbol las plantas cuyo tronco se eleva á una el que lo crea : este designio lo formó úni­
cierta altura para dividirse en una multitud camente la naturaleza; ella principió sin sa­
de ramas, formar y con rodas ellas una co­ berlo nosotros.
pa mas ó menos grande. Ve ahí una clase
general , que se llama género. Cuando des­ Los ideas individuales repentinamente se
pués se ha observado que los árboles se di­ hacen generales.
ferencian por la magnitud, por la estructu­
ra , por los frutos &c. se han distinguido Un niño llamará árbol , según nuestra
otras clases subordinadas á la primera que lengua , á el primer árbol que le manifes­
las comprende todas ; y estas clases subor­ temos , y á este nombre lo tendrá por el
dinadas son lo que se llama especies. de un individuo.
De esta manera distribuimos en diferen­ Sin embargo si se le manifiesta otro ár­
tes clases todas las cosas que pueden llegar bol , no pensará en preguntar por su nom­
á nuestro conocimiento; por este medio le bre : lo llamará árbol , y hará este noiu-
4° ba lógica. parte i, cap. iv. 4T
bre común á dos individuos. Lo hará tam­ turalmente, y sin percibirlo. En efecto si le
bién común á tres, á cuatro , y en fin á to­ llevan á un jardín, y le hacen coger y co­
das las plantas que le parezca tener algu­ mer diversos frutos, veremos que aprenderá
na semejanza con los primeros árboles que en breve los nombres de peral, manzano,
vio. Este nombre lo hará tan general, que cerezo, almendro, y que distinguirá dife­
llamará árbol á todo lo que nosotros lla­ rentes especies de árboles.
mamos planta. Naturalmente está inclinado Principian , pues , nuestras ideas por ser
á generalizar, porque le es mas cómodo individuales para hacerse inmediatamente
servirse de un nombre que sabe , que apren­ generales; y no las distribuimos seguida­
der otro nuevo. Generaliza , pues , sin ha­ mente en diferentes clases sino por cuanto
ber formado el designio de generalizar; y sentimos la necesidad de distinguirlas. \ e
sin conocer que generaliza. De este modo ahí el orden de su generación.
una idea individual se hace general; muchas
veces se hace demasiado : y esto sucede siem­ Nuestras ideas forman un sistema conforme
pre que confundimos las cosas que hubiera al de nuestras necesidades.
sido útil distinguir.
Siendo nuestras necesidades el motivo de
Las ideas generales se subdividen en dife­ esta distribución, ciertamente la formónos
rentes especies. para ocurrir á ellas. Las clases que se mul­
tiplican mas ó menos, forman, pues, un
Este mismo niño lo esperimentará al ins­ sistema, cuyas partes se ligan naturalmen­
tante. No dirá: Lo generalicé demasiado : te , porque todas nuestras necesidades se
es menester que distinga diferentes especies dan la mano ; y este sistema mas ó menos
de árboles: formará sin designio ni repa­ estenso , es conforme al uso que queremos
ro clases subordinadas , así como formó del hacer de las cosas. La necesidad, que nos
mismo modo una clase general. No hará instruye, nos da poco á poco el discerni­
mas que obedecer á sus necesidades. Por miento por el que vemos, en un tiempo di*
eso digo que hará estas distribuciones na­ ferencias donde poco antes no las habíamos
4a LA LÓGICA, parte i, cap. iv. 43
notado; y si estendemos y perfeccionamos clase formamos dos ó mas , no hacemos otra
este sistema, es porque continuamos como cosa que elegir nuevos nombres, para dis­
la naturaleza nos hizo principiar. tinguir objetos que juzgamos diferentes. Uni­
Luego los filósofos no lo han inventado: camente por medio de este artificio ponemos
lo encontraron observando la naturaleza ; y orden en nuestras ideas ; pero este artificio
st ia hubieran observado mejor, mejor lo ha­ no hace mas que eso ; y es necesario repa­
brían explicado. Pero creyeron que era suyo, rar bien en que no puede hacer mas. En
y le trataron como si en efecto lo fuese. efecto , ncs engañaríamos groseramente, si
Pusieron, en él cosas arbitrarias y absur­ infiriésemos que hay en la naturaleza espe­
das , é hicieron un estraño abuso de las cies y géneros , porque los hay en nuestro
ideas generales. modo de concebir. Los nombres generales
Por desgracia creimos haber aprendido de no son propiamente ios nombres de alguna
ellos este sistema , que habíamos aprendido cosa existente; no espresan roas que las miras
de mejor maestro. Pero como la naturaleza das del alma, cuando consideramos las co­
no nos hacia ver que ella misma nos lo en­ sas bajo las relaciones de semejanza, ó dife­
señaba , pensamos deber su conocimiento á rencia. No hay árbol en general, manzano
los que no perdían ocasión de persuadir­ en general, peral en general : no hay mas
nos,, á que eran nuestros maestros. Hemos que individuos. Luego no hay en la na­
confundido ¡as lecciones de los filósofos con turaleza ni géneros ni especies. Esto es
las de la naturaleza , y hemos raciocinado tan simple, que seria inútil esplicarlo?
mal. pero muchas veces las cosas mas simples
se omiten é ignoran , é ignoran por la
Con que artificio se forma este sistema. misma razón de serlo : desdeñamos obser­
varlas, y esta es una de las principales
Según lo que llevamos ya dicho , for­ causas de nuestros malos raciocinios y
mar una clase de ciertos objetos no es otra errores.
cosa que dar un mismo nombre á todos los
que juzgamos semejantes ; y cuando de esta
44 LA LOGICA. parte i, cap. rv. 45
ciones, aun importa mas no hacer muchas.
No se hace según la naturaleza de las cosas. Cuando no se hacen bastantes , y por tanto
hay cosas que no se distiguen, y que de­
No distinguimos las clases según la natu­ bieran distinguirse, resta á lo menos que
raleza de las cosas , sino según nuestro mo­ distiguir. Cuando se hacen demasiadas, se
do de concebir. En los principios nos preo­ confunde todo , porque el alma se estravia
cupan las semejanzas de las cosas, y somos entre un gran número de distinciones que
como un niño que toma todas las plantas no juzga necesarias. Se preguntara ¿ hasta
por árboles. Con el tiempo la necesidad de qué punto pueden multiplicarse los géne­
observar desenvuelve nuestro discernimien­ ros y las especies ? Respondo, ó mas bien
to; y porque entonces notamos las dife­ responde la misma naturaleza, que hasta que
rencias, hacemos nuevas clases. tengamos bastantes clases para reglar por
Mientras mas se perfecciona nuestro dis­ nuestras necesidades el uso de las cosas re­
cernimiento , mas se pueden multiplicar las lativas á ellas : la rectitud de esta respuesta
ciases; y como no hay dos individuos que es palpable, porque son nuestras necesida­
no se diferencien en algo, es evidente que des solas las que nos determinan á formar
se harán tantas clases como individuos, si diversas clases, pues no pensamos en dar
por cada diferencia se quiere formar una nombre á las cosas que no hemos menes­
nueva clase. Pero entonces no habria orden ter. A lo menos así es como los hombres
en nuestras ideas, y sucederia la confusión naturalmente se conducen. Es verdad que
á la luz que se esparce sobre ellas cuando cuando se apartan de la naturaleza para ha­
generalizamos con método. cerse malos filósofos, creen que á fuerza de
distinciones, tan sutiles como inútiles^ lo
Hasta que punto debemos dividir y sub- esplicarán todo, pero mas bien lo confunden.
■ dividir las ideas.
Por que deben confundirse las especies.
Luego hay un término en que es necesa­
rio fijarse; porque si importa hacer distin­ Todo es distinto en la naturaleza ; pero
4^ LA LÓGICA, parte i, cap. iv. 47
nuestro espíritu es muy limitado para verla naturaleza , como en nuestra alma, géneros
individualmente de un modo distinto y claro. y especies. Véase ahí el abuso que se hace
En vano analizamos : quedan siempre cosas de las clases: era menester conocerlo. Nos
que no podemos analizar , y por esta razón queda que observar hasta donde se estien-
las vemos confusamente. El arte de formar den nuestros conocimientos cuando forma­
clases tan necesario para adquirir ideas exac­ mos clases de las cosas que estudiamos.
tas , no ilumina sino los puntos principa­
les ; quedan los intervalos en la obscuridad Ignoramos la esencia de los cuerpos.
y en estos intervalos las clases medias se
confunden. Un árbol, por egemplo, y un Como nuestras sensaciones son las úni­
arbusto son dos especies muy distintas; pe­ cas ideas que tenemos de los objetos sensi­
ro un árbol puede ser mas pequeño , un ar­ bles , no vemos en ellas sino lo que las ideas
busto puede ser mas grande; y se liega á representan; mas allá nada vemos, y por
una planta , que ni es árbol ni arbusto, ó consecuencia nada podemos conocer.
que es justamente uno y otro, esto es, que No hay respuesta que dar á los que pre­
no se sabe en que especie colocarla. guntan : ¿ Cuál es el sujeto de los cualida­
des del cuerpo ? cuál es su esencia ? cuál es
Por que se confunden sin inconveniente. su naturaleza ? No vemos estos sujetos, es­
tas esencias , estas naturalezas: aun en va­
No es esto un inconveniente ; porque pre­ no querrían manifestárnoslas : seria empren­
guntar si la planta es árbol ó arbusto , no der que los ciegos viesen los colores. Son
es propiamente preguntar lo que ella es , es palabras de que no tenemos ideas: signifi­
solamente preguntar si debemos darle el can solamente que hay bajo las cualidades
nombre de árbol ó de arbusto. Importa po­ alguna cosa que no conocemos.
co que se le dé uno ú otro : si ella es útil,
nos serviremos de ella , y la llamaremos
planta. No se agitarían jamas semejantes
cuestiones , sino se supiera que hay en la
43 LA LÓGICA. parte i, CAP, IV. 49

No tenemos ideas exactas sino en cuanto no Todos nuestros estudios se hacen con, el
aseguramos mas de lo que hemos mismo método y este método es la
observado. análisis.

La análisis no nos da ideas exactas sino Haremos el estudio de cada objeto del
en cuanto no nos hace ver en las cosas mas propio modo que hacíamos el de la campi­
que lo que se ve, y es menester acostum­ ña , que se vela desde las ventanas de la ca­
brarnos á no ver sino lo que vemos. Esto sa de campo, pues hay en cada objeto , co­
no es fácil al común de los hombres, ni mo en la campiña , cosas principales , á las
aun al común de los filósofos. Mientras mas que deben referirse todas las demas. En es_
ignorancia , mas impaciencia de juzgar: se te orden es menester aprenderlos, si se
cree saberlo todo antes de haber observado quieren formar de ellos ideas distintas y bien
cosa alguna, como si el conocimiento de ordenadas : por ejemplo , todos los fenóme­
la naturaleza fuese una especie de adivi­ nos de la naturaleza suponen estension y
nación que se pudiera hacer con solas pa­ movimiento : siempre , pues , que queramos
labras. estudiar algunos, habremos de mirar al mo­
vimiento y la estension , como las principa­
Las ideas no porque sean exactas son les cualidades del cuerpo.
completas. Hemos visto como nos hace conocer la
análisis ¡os objetos sensibles, y como son
Las ideas exactas que se adquieren por distintas y conformes al orden de las cosas
la análisis , no son siempre ideas completas: las ideas que nos da. Es necesario no olvidar
no pueden jamas serlo, siendo sensibles los que este método es el único, y que debe
objetos que nos representan. Entonces no ser absolutamente el mismo en todos nues­
descubrimos sino algunas cualidades, y no tros estudios ; porque estudiar ciencias di­
podemos conocerlos sino en parte. ferentes, no es mudar de método, es sola­
mente aplicar el mismo método á objetos di-
D
)
LA LÓGICA»
parte i, cap. v.
ferentes , es rehacer lo que ya se ha hecho;
El movimiento de un cuerpo es un elec­
v lo importantísimo es hacerlo bien una vez
to: luego tiene una causa. No tiene duda
para saberlo hacer siempre. Ve ahí verdade­
que esta causa existe , aunque ninguno de
ramente donde estábamos cuando empeza­
mis sentidos me la manifieste , y la llamo
mos. Desde la niñez todos hemos adquirido
fuerza. Este nombre no me la da mejor a
conocimientos s sin saberlo hemos seguido to­
conocer :no sé mas que lo que antes sabia,
dos un buen método : solo nos faltaba notar­
y es que el movimiento tiene una causa que
lo : esto hemos hecho , por lo cual podremos
no conozco ; pero puedo hablar de ella : la
en adelante aplicarlo á nuevos objetos. ( Cur­
juzgo mayor ó menor según el movimiento
so de estudios, lecciones prelim. art. i. Ar­
es mas ó menos grande ; y la mido en algún
te de pensar, parte i, cap. 8. Tratado de las
modo midiendo el movimiento.
sensaciones , parte 4, cap. 6.) El movimiento se hace en espacio y tiem­
po. Conozco el espacio, viendo los objetos
sensibles que lo ocupan; y conozco la du­
CAPITULO V.
ración en la sucesión de mis ideas, ó de
mis sensaciones; pero nada veo absoluto en
De las ideas de las cosas que no tocan
el espacio , ni en el tiempo. No pueden los
los sentidos.
sentidos descifrarme lo que las cosas son en
sí mismas ; no me manifiestan sino algunas
Como los efectos nos hacen juzgar de la exis­
de las relaciones que tienen entre sí, y tam­
tencia de una cosa , de que no nos bién algunas de las que conmigo tienen. Si
dan alguna idea.
mido el espacio, el tiempo, el movimiento
Observando los objetos sensibles, nos ele­ y la fuerza que lo produce, es porque los
resultados de mis medidas no son mas que
vamos naturalmente al conocimiento de los relaciones; pues buscar relaciones ó me­
objetos que no tocan nuestros sentidos , por­ dir , es lo mismo.
que los efectos que notamos , nos conducen Porque damos nombres á las cosas de que
á juzgar de las causas que no vemos. tenemos una idea , se supone que tenemos
Da
parte i, cap. v. ¿3
^2 LA LÓGICA,
Historia moderna, lib. ult. cap. ¿ y si­
idea de todas aquellas á quienes damos nom­
guiente. )
bres. Ve ahí un error que es necesario evi­
tar. Puede suceder que un nombre sea dado
Como los efectos nos hacen juzgar de la exis­
á una cosa porque estamos seguros de su
tencia de una causa , que no tocan nues­
existencia, aunque carezcamos de su idea : la
tros sentidos, y como nos dan una
palabra fuerza es una pr ueba evidente.
El movimiento que he considerado como idea de ella.
un efecto , lo tengo por una causa , luego
Así como hemos juzgado que el movi­
que observo que se halla en todas partes, y
miento tiene una causa porque es un efecto,
que produce ó concurre á producir todos los
juzgarémos que el Universo tiene igualmen­
fenómenos de la naturaleza. Entonces pue­
te la suya , por ser él mismo un efecto;
do observando las leyes del movimiento, es­
y á esta causa la llamarémos Dios.
tudiar el Universo , como desde una venta­
Pero sucederá con esta palabra lo mismo
na , estudié una campiña; el método es el
que con la de fuerza , de quien no tenemos
mismo.
idea. Dios, es verdad, no es un objeto que
Pero aunque el Universo, todo sea sen­
toquen nuestros sentidos ; pero ha impreso
sible , no lo vemos todo ; y aunque el arte
su carácter en las cosas sensibles : allí le ve­
venga al socorro de los sentidos , ellos son
mos , y los sentidos nos elevan hasta él.
siempre tnuy endebles. No obstante , si ob­
En efecto, cuando reparo en que los fe­
servamos bien , descubrimos fenómenos : los
nómenos nacen unos de otros , como una
vemos como una continuación de causas y
continuación, ó cadena de efectos y causas,
efectos formar diferentes sistemas , y adqui­
veo necesariamente una causa primera, y en
rimos ideas exactas de algunas partes del
la idea de esta causa primera empieza la
gran todo. Así han hecho los filósofos mo­
idea que me formo de Dios.
dernos descubrimientos, que no se hubieran
Siendo esta causa primera , no pue­
juzgado posibles algunos siglos anteriores, y
de dejar de ser independiente y nece­
que hacen presumible que pueden hacerse
saria : de ser siempre, y de abrazar en
otros. (Cw/'ío de estudios. Arte de raciocinar.
¿4 LA lógica. PARTE I, CAP. V.
su inmensidad y eternidad cuanto existe. titos comprendiendo mejor el órden que puso
Veo orden en el Universo : observo par­ Dios en sus obras. ( Curso de estudios, lecc.
ticularmente este orden en las partes que prelim. art. trat. de las almas, cap. 6.)
mejor conozco. Si yo mismo tengo inteligen­
cia , la he adquirido, porque las ideas en CAPITULO VI.
mi alma son conformes al orden de las cosas
Continuación del mismo asunto.
fuera de mí, y mi inteligencia no es mas
que una copia, y copia bien débil de la
inteligencia con que fueron ordenadas las Acciones y costumbres.
cosas que concibo, y las que no. La causa
'Kl movimiento , considerado como causa de
primera es, pues, inteligente: ella lo ha
ordenado todo , por todas partes y en todos algún efecto, se llama acción. Un cuerpo que
tiempos; y su inteligencia, como su eter­ se mueve, obra sobre el aire que divide, y
nidad é inmensidad, abraza todos los tiem­ sobre los cuerpos con que choca; pero esto
pos y lugares. lo egecuta la acción sola de un cuerpo
Siendo la primera causa independiente, inanimado.
puede cuanto quiere; y siendo inteligente La acción de un cuerpo animado pertene­
quiere su conocimiento , y por consecuencia ce igualmente al movimiento. Capaz de dife­
con elección: es pues libre. rentes movimientos, según la diferencia de
Como inteligente lo aprecia todo : como los órganos de que ha sido dotado, tiene di­
libre obra consiguiente. De este modo por versos modos de obrar; y cada especie tiene
las ideas que nos hemos formado de su inte­ en su acción, así como en su organización,
ligencia y libertad , nos formamos la idea de alguna cosa que le es propia.
su bondad , justicia, misericordia y en una Todas estas acciones están bajo de la ju­
palabra , de su providencia. Ve ahí una idea risdicción de los sentidos, y basta observarlas
Imperfecta de la divinidad: tal idea no vie­ para formarse una idea de ellas. No es mas
ne, ni puede venir sino de los sentidos; pe­ difícil el conocer , como adquiere , ó pierde
ro se irá desenvolviendo á medida que vaya- costumbres el cuerpo; porque cada uno sa-
¿6 LA LÓGICA, parte 1, cap. vi.
be por su propia esperiencia, que lo que
se ha repetido muchas veces se hace sin ne­ Idea de la virtud y del vicio.
cesidad de pensar en ello ; y que al contra­
rio no se hace con la misma facilidad lo Parece que las ideas morales no están su­
que se ha dejado por algún tiempo. Para jetas á los sentidos : no están á lo menos a
contraer una costumbre basta hacer y repe­ los de aquellos filósofos, que niegan que
tir una acción muchas veces, y para per­ nuestros conocimientos vienen de las sensa­
derla basta abandonarla. (Curso de estudios, ciones. Preguntarán ellos de buena gana y
lección prelim. art. 3, tratado de las almas, con risa , de qué color es la virtud, de
part. a, cap. 1.) qué color es el vicio ? Respondo que la vir­
tud consiste en el hábito de las buenas ac­
Por las acciones del cuerpo se juzga de las ciones , como el vicio consiste en el hábito
del alma. de las malas. Es cierto que estos hábitos y
acciones son visibles.
Las acciones del alma determinan las del
cuerpo; y por estas que se ven, se juzga Idea de la moralidad de las acciones.
de las otras que no se ven. Basta haber ad­
vertido que acciones se ejecutan cuando se ¿Pero la moralidad de las acciones, se
desea ó se teme, para conocer en los mo­ nos replicará, es cosa por ventura que re­
vimientos de los otros sus deseos ó temo­ presentan los sentidos ? y por qué no po­
res. Así las acciones del cuerpo represen­ drán representarla ? siendo así que esta mo­
tan á las del alma , y descubren alguna ralidad consiste únicamente en la conformi­
vez hasta los mas secretos pensamientos. dad de nuestras acciones con las leyes: y
Este lenguage es el de la naturaleza : es el que las acciones son visibles, y las leyes del
primero, mas verdadero y espresivo; y mismo modo, pues son convenciones que los
veremos que por este modelo hemos apren. hombres han hecho.
dido á formar las lenguas. Si las leyes, dirán, son convenciones,
Serian arbitrarias: puede haber al gunas en
¿8 LA LÓGICA.
parte r, cap. viF. 59
efecto, y quizas hay demasiadas ; pero las
que determinan si nuestras acciones son bue­ CAPITULO VIL
nas ó malas , no lo son, ni pueden serlo.
Son obra nuestra, porque son convencio­ Análisis de las facultades del alma.
nes que hemos formado: pero sin embargo,
no las hemos formado solos : la naturaleza Pertenece al análisis hacernos conocer nues­
concurría con nosotros, nos las dictaba , y tra alma.
no estaba en nuestra mano hacer otras. Dán­
dosele al hombre sus facultades y necesida­ fiemos visto como nos enseña la natura­
des , se le dan también sus leyes; y aunque leza á hacer la análisis de los objetos sensi­
nosotros las hagamos , Dios, que nos ha bles , y nos da por este camino ideas de
criado con tales necesidades y facultades, todas especies. No podemos , pues , dudar
es en verdad nuestro único legislador. Si­ que todos nuestros conocimientos vienen de
guiendo estas leyes conformes á nuestra na­ los sentidos.
turaleza , le obedecemos ; y esto es lo que Pero se trata de estender la esfera de
perfecciona la moralidad de las acciones. nuestros conocimientos. Y si para entender­
Si por ser el hombre libre se infiere que la necesitamos saber conducir nuestra alma,
frecuentemente egecuta acciones arbitrarias, se percibe claramente que para aprender á
será buena la consecuencia ; pero si se juz­ conducirla es necesario conocerla perfecta­
ga por esto que siempre lo son , se padecerá mente. Se han de descubrir, pues, y cono­
engaño. Así como no depende de nosotros el cer todas las facultades , que están envuel­
tener las necesidades , que son consecuencia tas en la facultad de pensar. Para cumplir
de nuestra natural conformación , tampoco con este objeto , y aun otros cualesquiera
depende el estar obligados á hacer aquello á que sean , no tendremos que buscar , como
que nos determinan nuestras necesidades ; y se ha hecho hasta ahora , un nuevo meto-
sino lo hacemos somos castigados. do para cada estudio nuevo : la análisis bas­
{Tratado de las alm. parte 2, cap. 7.) tará para todos, si sabemos emplearla.
6o LA LÓGICA. parte r, cap. vn. ót
miento, porque lo que acontece para adqui­
Se hallan en la facultad de sentir todas las rir muchos , no puede ser sino una repeti­
facultades del alma. ción de lo que sucedió para adquirir uno
solo.
El alma sola es quien conoce, porque el La atención.
alma sola es quien siente, y solo á ella per­
tenece hacer la análisis de todo cuanto le Cuando una campiña se ofrece a mi vis­
es conocido por sensación. Sin embargo ¿có­ ta, la veo toda á la primera mirada, y no
mo podrá aprender á conducirse , sino se discierno nada. Para distinguir diferentes
conoce así misma , si ignora sus facultades? objetos , y concebir una ¡dea distinta de su
Es necesario , pues , como acabamos de no­ forma y situación, es menester que deten­
tar , que se estudie : es menester que des­ ga mi vista sobre cada uno de ellos : esto es
cubramos todas las facultades de que el al­ lo que ya hemos observado. Pero cuando fi­
ma es capaz. ¿ Pero dónde las descubrire­ jo la vista en uno , los otros son , no obs­
mos sino en la facultad de sentir ? Esta fa­ tante, para mí, aunque lo esté viendo , co­
cultad envuelve ciertamente todas las que mo sino los viese ; y entre tantas sensacio­
pueden llegar á nuestro conocimiento. Si so­ nes que se hacen á un tiempo , parece que
lo porque el alma siente conocemos los ob­ solo esperimento una , la del objeto sobre
jetos que están fuera de ella ¿conoceremos quien fijo mis ojos.
lo que pasa en ella de otro modo que porque Esta mirada es una acción por la cual
siente? Todo nos convida á que hagamos la mis ojos se dirigen al objeto elegido : por
análisis de la facultad de sentir : probemos esta razón le doy el nombre de atención', y
pues. me es evidente que esta dirección de los ór­
Una reflexión hará muy fácil esta análi­ ganos es toda la parte que el cuerpo puede
sis ; y es que para descomponer la facultad tener en la atención. ¿ Cuál es , pues, la par­
de sentir, basta observar sucesivamente to­ te del alma ? Una sensación que esperimen-
do lo que sucede cuando adquirimos cual­ tamos como si fuese sola , porque las demas
quier conocimiento. Digo cualquier conocí - son como si no las esperimentásemos.
6% LA LÓGICA. parte t, cap. vii. 63
La atención que ponemos en un objeto no mos el poder ejercer la facultad de compa­
es , pues , de parte del alma sino la sensa­ rar los objetos ausentes, así como compa­
ción que este objeto hace sobre nosotros: ramos los presentes. Trataremos muy pron­
sensación que se hace en algún modo esclu­ to de ella.
siva , y esta facultad es la primera que nota­
mos en la facultad de sentir. El juicio.

La comparación. No podemos comparar dos objetos, ó es-


perimentar uno al lado del otro las dos sen­
Así como ponemos nuestra atención en saciones que hacen esclusivamente en noso­
un objeto, la podemos poner á un mismo tros , sin que al momento percibamos que
tiempo en dos. Entonces en lugar de una se parecen ó no. Es así que distinguir se­
sola sensación esclusiva esperimentamos dos, mejanzas ó diferencias es juzgar: luego los
y decimos que las comparamos , porque no juicios son también sensaciones.
las esperimentamos esclusivamente , sino pa­
ra observarlas una al lado de la otra: sin es­ La reflexión.
tar distraídos por otras sensaciones: y esto
es propiamente lo que significa la palabra Si por el primer juicio conozco una re­
comparar. lación, para conocer otra necesito un segun­
La comparación, pues , es una doble do juicio. Quiero yo, por ejemplo, saber en
atención: consiste en dos sensaciones que se que se diferencian dos árboles: observaré su­
esperimentan como si se esperimentasen so­ cesivamente la forma, el tronco, las ramas,
las , y que escluyen á las otras. las hojas, los frutos, &c. compararé sucesi­
Un objeto está presente ó ausente. Si vamente todas estas cosas: haré una cadena
esta presente, la atención es la sensación de juicios; y porque entonces reflexiona mi
que actualmente causa en nosotros: si está atención en algún modo, pasando de un ob­
ausente, la atención es la memoria de la jeto á otro , diré que reflexiono. Luego la
sensación que causó. A esta memoria debe- reflexión es una continuación de juicios qu«
64 LA LÓGICA,
parte 1, CAP. VII.
se hacen por una continuación de compara­
razón se dice que es una consecuencia. Se
ciones ; y no habiendo en las comparacio­
dirá ; por ejemplo , esta bóveda es muy pe­
nes y en los juicios mas que sensaciones, se
sada : luego si no está bastante sostenida
sigue no haber tampoco mas que sensacio­
caer a. Ve ahí lo que se entiende por hacer
nes en la reflexión.
un razonamiento : no es otra cosa que pro­
nunciar dos juicios de esta especie. No hay,
La imaginación.
pues, sino sensaciones en nuestros razona­
mientos, así como en nuestros juicios.
Del mismo modo que por la reflexión se
El segundo juicio del razonamiento que
han notado las cualidades en que se dife­
acabamos de hacer, está sensiblemente con­
rencian los objetos , se puede por la misma
tenido en el primero, y es un consecuente
reflexión juntar en uno solo las cualidades que
que no hay necesidad de buscar. Y seria al
están separadas en muchos. Así se forma un
contrario menester buscarlo , si el segundo
poeta, por ejemplo, la idea de un héroe
juicio no se manifestase en el primero de un
que jamas existió. Entonces las ¡deas que se
modo tan sensible ; esto es, que seria menes­
forman son ima'genes que solo tienen realidad
ter yendo de lo conocido á lo desconocido pa­
en el alma; y la reflexión que forma estas
sar por una continuación de juicios interme­
imágenes, toma el nombre de imaginación.
dios , desde el primero hasta el último, y
verlos todos contenidos sucesivamente los
SI raciocinio.
unos en los otros. Este juicio, por egem-
plo, el mercurio se sostiene á cierta altura
Un juicio que pronuncio puede contener
en el tubo de un barómetro, se contiene in—
implicitamente otro que no pronuncio. Si
plícitamente en este, el aire es pesado. Pero
digo que un cuerpo es pesado, digo implí­
porque no se ve al instante , es necesario,
citamente que si no lo sostienen, caerá.
yendo de lo conocido á lo desconocido , des­
Luego cuando el segundo juicio se contiene
cubrir, por una serie de juicios intermedios,
á sí en otro, se puede pronunciar como
que el primero es un consecuente del segundo.
una continuación del primero , y por esta
Ya hemos hecho razonamientos semejantes,
E
66 LA LÓGICA, PARTE I, CAP. VII. fiy
los continuaremos aun , y cuando hayamos cultades se llama entendimiento. El enten­
contraído el hábito de hacerlos, no nos será dimiento , pues , comprende la atención, la
difícil conocer todo su artificio. Se esplican comparación , el juicio , la reflexión , la ima­
siempre bien las cosas que saben hacerse, ginación y el raciocinio. No se podría for­
empecemos, pues, por raciocinar, (i) mar de esto una idea mas exacta. ( Curso de
estudios , lee. prelim. art. a, tratado de las
El entendimiento. almas , parte a, cap.

Se ha visto que todas las facultades que CAPITULO VIII.


acabamos de observar, se contienen en la
facultad de sentir. El alma adquiere por Continuación del mismo asunto.
ellas todos sus conocimientos: por ellas en­
tiende las cosas que estudia de algún mo­
Considerando nuestras sensaciones como
do , como se entienden los sonidos por el
oido: por esto la reunión de todas estas fa- representativas , hemos visto nacer de ellas
todas nuestras ¡deas, y todas las operacio­
nes del entendimiento: pues si las conside­
ramos como agradables ó desagradables, ve­
(i) Me acuerdo que se enseñaba en el colegio, remos del mismo modo nacer de ellas todas
que ei arte de raciocinar consiste en comparar jun­ las operaciones pertenecientes á la voluntad.
tamente dos ideas por medio de una tercera. Pa­
ra juzgar , se decía, si la idea A contiene 6 es­
La necesidad.
cluye á la idea B , tómese una tercera idea C,
con la cual se comparará sucesivamente una y otra.
Si la idea A se contiene en la idea G , y la idea Aunque por sufrir se entiende propia­
C en la idea B , se concluirá que la idea A se mente esperimentar una sensación desagra­
contiene en la idea B. Si la idea A se contiene en dable , es cierto que la privación de una
■la idea C, y la idea C escluye á la idea S . se
concluirá que la idea A escluye á la idea B. Ne sensación agradable , es un verdadero su­
haremos uso alguno de todo esto. frimiento mas ó menos grande. Pero es me-
e a
68 LA LÓGICA, parte i, cap. viii. 69
nester notar, que estar privado y carecer zon la desazón toma el nombre de inquie­
de alguna cosa , no es lo mismo. Se puede tud. Cuanto mayores obstáculos se opouen
no haber gozado nunca de las cosas de que al logro ó goce de la cosa porque anelamos,
se carece, ó también no haberlas conocido tanto mas carece nuestra inquietud; y esie
jamas. Sucede muy diferentemente respec­ estado puede llegar a ser el de un verdadero
to de las cosas de que estamos privados: no tormento ó dolor.
solamente las conocemos, sino que ademas
tenemos la costumbre de gozar de ellas., ó El deseo.
á lo menos de imaginarnos el placer que
nos puede prometer su posesión. Semejante La necesidad turba nuestro reposo, ó cau­
privación , pues , es un sufrimiento , que se sa nuestra inquietud , solo porque determina
llama mas particularmente necesidad’, y así jas facultades del cuerpo y del alma hacia
tener necesidad de una cosa, es sufrir por los objetos , cuya privación nos tiene en es­
la privación de ella. tado de padecer. Nos representamos el pla­
cer que nos causaron: la reflexión nos ha­
La desazón. ce juzgar del que pueden aun causarnos: la
imaginación lo exagera; y para gozarlos ha­
Este sufrimiento en su menor grado no cemos cuantos movimientos y diligencias po­
es tanto un dolor como un estado en que no demos. Todas nuestras facultades se dirigen,
nos hallamos bien , ó en que no estamos á pues, á los objetos, cuya necesidad sentimos;
nuestro gusto: á este estado llamo desazón. y esta dirección es propiamente lo que en­
tendemos por deseo.
La inquietud.
Las pasiones.
La desazón nos pone en movimiento pa­
ra procurarnos la cosa de que tenemos ne­ Así como es natural acostumbrarse á go­
cesidad. No podemos, pues , con ella per­ zar de las cosas agradables, es también natu­
manecer en perfecto reposo , y por esta ra- ral acostumbrarse á desearlas; y estos de­
LA LÓGICA. parte i, cap. viii. jri
seos así convertidos en hábito, se llaman pa­ luntad una facultad que comprende todos
siones. Semejantes deseos son en algún modo los hábitos, que nacen de la necesidad , los
permanentes ; ó á lo menos , si se suspenden deseos , las pasiones , la esperanza , la de­
por intervalos , se renuevan con la mas li­ sesperación , el temor, la confianza, la
gera ocasión. Cuanto mas vivos, tanto mas presunción, y otros muchos de que es faeil
violentas son las pasiones. formarse ideas.

La esperanza El pensamiento.

Si cuando deseamos una cosa, juzgamos En fin la palabra pensamiento, mas ge­
que hemos de alcanzarla, entonces este jui­ neral aun comprende en su acepción todas
cio unido al deseo, produce la esperanza. las facultades del entendimiento y de la vo­
luntad. Porque pensar, es sentir, poner
La voluntad. atención, comparar, juzgar, reflexionar,
imaginar, raciocinar, desear, tener pasio­
Otro juicio producirá la voluntad ; y es nes , esperar , temer , &c. {Tratado de las
aquel que hacemos cuando la esperiencia nos almas , parte 2, cap. 8, 9, 10.)
ha hecho contraer la costumbre de juzgar, Hemos esplicado como nacen sucesiva­
que no se debe oponer algún obstáculo á mente de la sensación las facultades del al­
nuestros deseos. Lo quiero significa yo de­ ma ; y se ve que no son otra cosa sino la
seo , y nada puede oponerse á mi deseo: to­ misma sensación transformada en cada una
do debe concurrir á su satisfacción. de ellas.
En la segunda parte de esta obra nos pro­
Otra acepción de la palabra voluntad. ponemos descubrir todo el artificio del ra­
zonamiento. Trátase, pues, de prepararnos
i
Tal es propiamente la acepción de la pa­ á esta averiguación ; y nos prepararemos
labra voluntad. Pero se usa en una signi­ ensayándonos á raciocinar sobre una mate­
ficación mas estensa ; y se entiende por co­ ria que es simple y fácil, aunque no se juz-
LA LÓGICA. PARTE i, CAP. ix. ?3
gara así, si se atiende á Io muy mai que Otros dicen que el cerebro es una sus­
ha sido siempre esplicada, sin embargo de tancia blanda’, en la cual hacen impresio­
los grandes esfuerzos que se han hecho nes los espíritus animales. Estas impresio­
hasta ahora. Este será el asunto del siguien­ nes, ó señales se conservan: los espíritus
te capítulo. animales pasan y vuelven á pasar , y por
esto el animal está dotado de sentimiento
y de memoria. No han reflexionado que si
CAPITULO IX.
ja sustancia del cerebro fuese tan blanda
De las causas de la sensibilidad y de la que pudiese recibir estas impresiones, no
memoria. tendría bastante consistencia para conservar­
las; ni han considerado cuan imposible es
que una infinidad de impresiones subsistan
No es posible esplicar por menor todas las
en una sustancia donde hay üna acción y
causas físicas de la sensibilidad y de la me­ una circulación continua.
moria. Pero en lugar de raciocinar sobre Han imaginado la primera hipótesis, juz­
falsas hipótesis , podemos consultar la espe­ gando de los nervios como de las cuerdas
rienza y la analogía. Espliquemos, pues, de un instrumento; y la segunda, repre­
lo que se puede esplicar , y no nos empeñe­ sentándose las impresiones que se hacen en
mos en dar razón de todo. el cerebro como un grabado sobre una su­
perficie, cuyas partes todas están en repo­
Falsas hipótesis. so. A la verdad no es esto raciocinar por
observación, ni por la analogía; es sí, com­
Unos se representan los nervios como parar cosas que no tienen relación.
cuerdas tirantes, capaces de sacudimientos y
vibraciones, y creen haber adivinado la cau­ Hay en el animal un movimiento, que es el
sa de las sensaciones y de ia memoria. Es principio de la vegetación.
evidente que esta suposición es del todo ima­
ginaria. Yo ignoro si hay espíritus anímales: igno-
^4 tA lógica; parte t, cap. rx. _
ro aun si los nervios son los órganos del sen­ vegetación al de sensibilidad , el movimien­
timiento. Ni conozco el tejido de las fibras, ni to obedece á otras leyes, y sigue nuevas
la naturaleza de los sólidos, ni la de los flui­ determinaciones. Si los ojos, por ejemplo,
dos : en una palabra, no tengo de todo es­ se abren á la luz, los rayos que los hieren,
te mecanismo, mas que una idea muy imper­ hacen tomar al movimiento que le hacia
fecta y vaga. Solo sé que hay un movi­ vegetar, las determ inaciones que le consti­
miento que es el principio de la vegetación tuyen sensible. Sucede lo mismo con los de­
y sensibilidad: que el animal vive mientras que mas sentidos. Tiene pues, cada especie de
este dura, y que muere al punto que cesa. sentimiento por causa cierta , particular de­
La esperiencia me enseña, que el animal terminación en el movimiento , principio
puede reducirse á un estado de pura ve­ de la vida.
getación , en él está naturalmente cuando Por esto se ve que el movimiento que
duerme, y accidentalmente cuando le so­ hace al animal sensible, no puede ser si­
breviene un ataque de apoplegía. no una modificación del movimiento que le
No formo conjeturas sobre su movimien­ hace vegetar: modificación ocasionada por
to en aquel estado. Todo lo que sabemos es, la acción de los objetos sobre los sentidos.
que la sangre circula, que las visceras y
glándulas hacen las funciones necesarias pa­
ra entretener y reparar sus fuerzas ; pero ig­ Estas determinaciones pasan de los órganos
noramos por qué leyes obra el movimiento al cérebro.
todos estos efectos. Sin embargo estas leyes
existen, y dan al movimiento las determina­ Pero el movimiento que le constituye
ciones que hacen vegetar al animal. sensible , no se hace solamente en el órgano
espuesto á la acción de los objetos esteriores:
Las determinaciones de que este movimiento Se transmite hasta el cérebro , esto es, has­
es capaz, son las causas de la sensibilidad. ta el órgano que la observación demuestra
ser el primero y principal resorte del sen­
Pero cuando el animal pasa del estado de timiento. Luego la sensibilidad tiene por cau-
?6
LA LOGICA. PARTE I, CAP. IX.
sa ia comunicación que hay entre los órga­ eiones, dadas ai movimiento que hace vege­
nos y el cerebro. tar la única causa física y ocasional de la
Kn efecto, si sucede que el cerebro, com­ sensibilidad, se sigue que no sentimos sino
primido por alguna causa, no puede obede­ en cuanto nuestros órganos, tocan ó son to­
cer á las impresiones enviadas por los ór­ cados ; de modo , que los objetos, obrando
ganos , inmediatamente el animal queda in­ por el contacto sobre los órganos , comuni­
sensible. Pero si se le vuelve la libertad á can al movimiento, que hace vegetar, las
este primer resorte, entonces los órganos determinaciones que constituyen sensible al
obran sobre él, él vuelve á obrar sobre ellos, animal. Así puede considerarse el olfato, el
y se reproduce el sentimiento. oído , la vista y el gusto , como estensiones
Aunque libre, pudiera suceder que el ce­ del tacto. Los ojos no verán , si los cuerpos
rebro tuviese poca, ó ninguna comunicación de una cierta forma no vienen á chocar con
con alguna parte. Una obstrucción, por ejem­ la retina : los oídos no oirán , si otros cuer­
plo, ó una ligadura fuerte en el brazo, dis­ pos de forma diferente no llegan á herir el
minuiría , ó suspenderla el comercio del ce­ tímpano. En una palabra , el principio de la
rebro con la mano. Entonces, pues, el sen­ variedad de las sensaciones está en las dife­
timiento de la mano se debilitaria, ó cesa­ rentes determinaciones que los objetos pro­
ría enteramente. ducen en el movimiento, según la organiza­
Todas estas proposiciones estan apoyadas ción de las partes espuestas á su acción.
en la Observación : yo no he hecho mas que tanca toa ¡ v ■ - <¡ '?<u -ñí.
separarlas de toda hipótesis arbitraria: este No sabemos como este contacto produce las
era el único medio de ponerlas en su ver­ sensaciones.
dadera claridad.
¿Pero cómo el contacto de ciertos corpús­
•Ao sentimos sino en cuanto nuestros órganos culos ocasionará las sensaciones del sonido,
tocan ó son tocados. de la luz, del color ? Tal vez se podría dar
razón de esto, si se conociese la esencia
Siendo , pues , las diferente determina del alma, el mecanismo de la vista, del
?8 LA LÓGICA,
PARTE I, CAP. tx. 79
oído , del cerebro, la naturaleza de los ra­ Estos sentidos serian movidos por cor­
yos que se estienden sobre la retina , y del púsculos de una cierta forma; se instrui­
aire que hiere al tímpano. Pero todo esto lo rían como los otros por el tacto , y apren­
ignoramos ; y debemos abandonar la espli- derían de él á referir sus sensaciones á ¡os
cacion de estos fenómenos, á los que gus­ objetos. '>
tan de hacer hipótesis sobre las cosas en que ■ ■ ■■ r\ '■
la esperiencia no es de algún socorro. Los que tenemos nos bastan.

Nuevos órganos ocasionarían en nosotros Pero los sentidos que tenemos bastan pa­
nuevas sensaciones. ra nuestra conservación: y aun son un teso­
ro de conocimientos para los que saben ha­
Si Dios formára en nuestro cuerpo un cer uso de ellos; y si los otros no sacan
nuevo órgano, apto para hacer tomar al de allí las mismas riquezas, no dudan de su
movimiento nuevas determinaciones, espe- indigencia. ¿ Cómo imaginarían que se ve en
rimentaríamos sensaciones diferentes , de las las sensaciones que les son comunes , lo que
que hemos tenido hasta ahora. Este órgano ellos mismos no ven?
nos haría descubrir en los objetos, propie­
dades , de que hoy no podemos formarnos Como aprende el animal á moverse á su
alguna idea. Seria un manantial de nuevos voluntad.
placeres, de nuevas penas, y por conse­ La acción de los sentidos sobre el cere­
cuencia de nuevas necesidades. bro , hace pues, al animal sensible; pero es­
Lo mismo se debe decir de un séptimo to no basta para dar al cuerpo todos los mo­
sentido, de un octavo, y de cuantos se quie­ vimientos de que es capaz : es menester que
ran suponer, cualquiera que sea su número. el cerebro obre sobre todos los músculos,
Porque ciertamente un nuevo órgano en y sobre todos los órganos interiores destina­
nuestro cuerpo haría el movimiento que le dos á mover cada uno de los miembros : la
hace vegetar, capaz de muchas modificacio­ observación demuestra esta acción del ce­
nes , que no podemos imaginar. rebro.
80 LA LÓGICA. PARTE I, CAP. IX. 8t
De consiguiente , cuando este principal
resorte recibe ciertas determinaciones de los
sentidos, comunica otras á algunas de las Como contrae el cuerpo el hábito de ciertos
partes del cuerpo , y el animal se mueve. movimientos.
No tuviera el animal sino movimientos
inciertos, si la acción de los sentidos sobre Estos hábitos son movimientos reglados,
el cerebro, y del cerebro sobre los miem­ que se hacen en nosotros , sin que parezca
bros, no estuviese acompañada de algún sen­ que nosotros mismos los dirigimos; porque
timiento. Movido , pero sin esperimentar pe­ a fuerza de repetirlos , los hacemos sin ne­
na ni placer , no tomaría interes alguno en cesidad de pensar en ellos. Estos hábitos son
los movimientos de su cuerpo ; no los obser­ los que se llaman movimientos naturales, ac­
varía , y aun él mismo no aprendería á re­ ciones mecánicas , instinto, y que se supone
glarlos. falsamente haber nacido con nosotros. Evita­
Pero como sea incitado por la pena ó el rá esta preocupación , si se juzga de estos
placer, á evitar, ó á hacer ciertos movi­ hábitos por otros que se nos hicieron igual­
mientos, se sigue que forme estudio para mente naturales, aunque no nos acordemos
evitarlos ó hacerlos. Compara los sentimien­ de haberlos adquirido.
tos que esperimenta: nota los movimientos La primera vez , por ejemplo, que pon­
que les preceden , y los que les acompañan: go los dedos sobre un clave, no pueden te­
tantea en una palabra ; y después de mu­ ner sino movimientos inciertos, pero á medi­
chos tanteos , contrae en fin la costumbre da que aprendo á focar este instrumento,
de moverse á su voluntad. Entonces es, adquiero insensiblemente un hábito de mo­
cuando tiene movimientos reglados. Tal es ver mis dedos sobre las teclas. Entonces
el principio de todos los hábitos del cuerpo. obedecen con dificultad ó trabajo á las de­
terminaciones que' Ies quiero dar: poco á
poco van superando los obstáculos; en fin
llega el caso de moverse ellos mismos á mi
voluntad , y aun se adelantan , egecutando
p
8a LA LÓGICA,
parte i, cap. ix. 83
un pedazo de música, mientras mi reflexión berémos concluir , que todos los hábitos del
está empleada en otras cosas. cuerpo pasan hasta él, y que por consiguien­
Contraen pues , el hábito de moverse si­ te las fibras que le componen, propias por
guiendo un cierto número de determinacio­ su flexibilidad para movimientos de toda es.
nes ; y como no hay tecla por donde no pue­ pecie , adquieren como los dedos, la cos­
da darse principio á alguna sonata , tampo­ tumbre de obedecer á diferentes series de
co hay determinación , que no pueda ser la movimientos determinados. Siendo así, el
primera en una cierta serie de ellas. El eger- poder que tiene mi cerebro de recordarme
cicio combina todos los dias diferentemente un objeto , no puede ser sino la facilidad ad-
estas determinaciones : adquieren los dedos quirida de moverse por sí mismo, del pro­
cada dia mas facilidad: en fin obedecen , co­ pio modo que era movido , cuando este ob­
mo por sí mismos á una serie de movimien­ jeto tocaba mis sentidos.
tos determinados; y obedecen sin esfuerzo, La causa física y ocasional que conserva,
y sin que sea necesario que yo ponga aten­ ó recuerda las ideas, está, pues, en las deter­
ción en ello. Así los órganos de los senti­ minaciones de que se ha hecho una costumbre
dos , habiendo contraido diferentes hábitos, el cerebro (órgano principal del sentimien­
se mueven por sí mismos , y el alma no to) 1 y Que subsisten ó se reproducen, aun
necesita velar continuamente sobre ellos pa­ cuando los sentidos cesan de escitarlas; por­
ra reglar sus movimientos. que no nos representaríamos los objetos que
hemos visto , oido y tocado, si el movimien­
El cerebro contrae semejantes hábitos, y to no tomara las mismas determinaciones,
son la causa física y ocasional de que cuando veíamos, oíamos y tocábamos. En
la memoria. una palabra , la acción mecánica sigue las
mismas leyes, ya sea que se esperimente una
Pero el cerebro es el primer órgano : es sensación , ó que haya solo la memoria de
un centro común en que todos se reúnen , y haberla esperimentado, por lo que esta facul­
de donde parece que todos nacen. Juzgando, tad no es mas que un modo de sentir.
pues, del cerebro por los otros sentidos, As­
ra
parte r, CAP. IX.
84 LA LÓGICA.
de no están: buscarlas en el cuerpo es bus­
carlas donde nunca han estado, ¿Dónde es-
Las ideas en que ya no se piensa , no están
tan , pues ? En ninguna parte.
en parte alguna.

Cómo se reproducen.
Muchas veces he oido preguntar: ¿Qwá
je hacen las ideas en que ya no nos ocupa­
¿ No seria un absurdo preguntar, don­
mos ? ¿ dónde se conservan ? ¿de dónde vie­
de están los sones de un clave cuando
nen cuando se nos vuelven á presentar ?
este instrumento se deja de tocar ? ¥ no
^existen en el alma durante aquellos inter­
se respondería: En ninguna parte están',
valos , en que no pensamos en ellas ? ¿ exis­
¿pero si los dedos hieren las teclas, mo­
ten en él cuerpo?
viéndose como se movieron, reproducirán
Al oir estas preguntas y las respuestas
los mismos sones ?
que dan los metafísicos , se pensará que las
Responderé , pues, que mis ideas no es-
ideas son como las demas cosas de que ha­
tan en parte alguna, cuando mi alma deja
cemos provisiones, y que la memoria es un
de pensar en ellas; pero que se me repre­
almacén vastísimo. Tan razonable como pen­
sentarán inmediatamente que los movimien­
sar esto , seria dar existencia á las diferen­
tos propios para reproducirlas se renueven.
tes figuras que un cuerpo ha tenido sucesi­
Aunque yo no conozco el mecanismo del
vamente , y preguntar: ¿Que se ha hecho la
cerebro , puedo no obstante juzgar, que sus
redondez de aquel cuerpo, cuando tomó otra
diferentes partes han adquirido la facilidad
figura? ¿ Dónde se conserva ? ¿E cuando es­
de moverse por sí mismas, del mismo mo­
te cuerpo vuelve á ser redondo, de dónde
do que fueron movidas por la acción de los
le viene la redondez ?
sentidos : que los hábitos de este órgano se
Las ideas son modos de ser del alma como
conservan : que siempre que les obedece
las sensaciones. Existen en cuanto la modi­
retrata las mismas ideas, porque se renue­
fican ; y no existen luego que dejan de mo­
van en él los mismos movimientos: en una
dificarla. Buscar en el alma aquellas en quie­
palabra, que están las ideas en la memoria,
nes de ningún modo pienso, es buscarlas don-
86 1A LÓGICA, parte i, cap. tx.

como están en los deiios las sonatas del cla­ Todos los fenómenos de la memoria de­
ve ; esto es, que el cerebro tiene, como los penden de los hábitos contraídos por las par­
demas sentidos, la facilidad de moverse, tes movibles y flexibles del cérebro; y to­
según las determinaciones de que ha adqui­ dos ios movimientos , de que son capaces es­
rido un hábito. tas partes, están ligados unos con otros,
Las sensaciones se producen en nosotros así como las ideas que reproducen, están
casi del mismo modo que forman los sones el entre sí ligadas.
Los movimientos de tos dedos sobre las
clave. Los órganos estertores del cuerpo hu­
mano son como las teclas: tos objetos que teclas están unidos entre sí mismos, como los
los hieren son como tos dedos sobre el cla­ sones de la música que se oye: esta es muy
lenta, si los dedos se mueven muy lenta­
ve : tos órganos interiores son como el cuer­
mente; y es confusa si tos movimientos de los
po del clave: las sensaciones , ó las ¡deas
son como tos sones; y la memoria tiene lu­ dedos se confunden. Y como la multitud de
gar cuando las ideas que han sido produci­ sonatas que se aprenden en el clave, no per­
das por la acción de tos objetos sobre tos mite siempre á los dedos conservar tos hábi­
tos propios para ejecutarlas con facilidad y
sentidos, son reproducidas por tos movi­
mientos, de que ha contraido el hábito, ó limpieza; del mismo modo la multitud de
facilidad de reproducir el cérebro. las cosas que quieren traerse á la memoria,
no permite siempre al cérebro conservar los
hábitos propios para representar las ¡deas
Todos los fenómenos en la memoria se espli-
can por los hábitos del cérebro. con facilidad y precisión.
Si un hábil organista pone sin designio
Si la memoria lenta, ó rápida retrata las las manos sobre las teclas, los primeros so­
nes que resultan , y determinan sus dedos á
cosas ya con orden ya con confusión; es por­
que la multitud de las ideas supone en el cé­ continuar moviéndose , y á seguir una serie
rebro tan gran número de movimientos, y tan de movimientos que producen otra serie de
varios que no es posible se reproduzca siem­ iones, cuya melodía y armonía admiran al­
pre con la misma facilidad y exactitud. gunas veces á él mismo ; sin embargo con-
88 LA LÓGICA, PARTE I, CAP. IX. 89
duce sus dedos sin algún esfuerzo , y sin que te los suyos 5 y habiendo sido una vez es-
parezca poner su atención en ello. citado por la acción de los sentidos, pasa
De esta suerte un movimiento primero á reproducir por sí mismo los movimientos
ocasionado en el cerebro por la acción de que le son familiares , y recuerda las ideas.
un objeto sobre nuestros sentidos, lo de­ g Pero cómo se ejecutan estos movimien­
termina á una continuación de movimientos tos ? Cómo siguen diferentes determinacio­
que representan otra continuación de ideas, nes ? Esto es lo que es imposible penetrar.
y porque durante todo el tiempo que ve­ Si se hiciesen también estas preguntas sobre
lamos, nuestros sentidos, siempre espuestos los hábitos que toman los dedos, tampoco
á las impresiones de los objetos , no cesan podría yo satisfacer. No intentare, pues, dis­
de obrar sobre el cerebro, sucede que nues­ traerme en conjeturas sobre este asunto.
tra memoria está siempre en acción. El cé- Me basta juzgar de los hábitos del cere­
rebro, continuamente removido por los ór­ bro por los de cada sentido : es preciso con­
ganos , no solamente obedece á la impre­ tentarse con conocer, que el mismo meca­
sión que de ellos inmediatamente recibe , si­ nismo , cualquiera que sea, da , conserva y
no que obedece también á todos los mo­ reproduce las ideas.
vimientos , que esta primera impresión debe
reproducir. Va por hábito de movimiento en La memoria tiene su asiento en el cerebro,
movimiento, sobrepuja á la acción de los y en todos los órganos que transjniten
sentidos, y representa largas series de ideas: las ideas.
aun hace mas, rehace con viveza sobre los
sentidos , les vuelve á enviar las sensaciones Acabamos de ver que la memoria tiene
que ellas le enviaron antes , y nos persuade principalmente su asiento en el cerebro : me
á que vemos lo que realmente no vemos. parece que lo tiene también en todos los ór­
Así, pues, como los dedos conservan el ganos de nuestras sensaciones , porque debe
hábito de una serie de movimientos , y pue­ estenderse por cualquiera parte donde esta la
den con la mas ligera ocasión moverse como causa ocasional de las ideas que nos repro­
se movieron , el cerebro conserva igualmen- ducimos. Luego si para darnos la primera
9° LA LÓGICA, PARTE I, CAP. IX. 9*
vez una ¡dea , ha sido necesario que los dedos han contraído: no se pueden igualmen­
sencidos obrasen sobre el cerebro , parece te observar los de los oidos , menos aun
que la memoria de esta idea jamas será mas los del cerebro ; pero la analogía prueba que
distinta que cuando á su retorno obre el ce­ existen.
rebro sobre los sentidos. Este comercio de ¿Podríase saber una lengua, si el ce're-
acción es pues, necesario para suscitar la bro no tomase los hábitos, que correspon­
¡dea de una sensación pasada, como es ne­ diesen á los de los oidos para oirla, á los
cesario para producir una sensación actual. de la boca para hablarla, y á los de los ojos
En efecto, no nos representamos , por ejem­ para leerla? Luego la memoria de una len­
plo, mejor una figura, que cuando nuestras gua ao está únicamente en los hábitos del
manos vuelven a tomar la misma forma que cerebro , está también en los hábitos de los
el tacto les había hecho tomar. En caso órganos , del oido, de la palabra y de la
semejante la memoria nos habla en algún vista.
tnodo un lenguage de acción.
La memoria de una sonata que se tocó Esplicacion de los sueños.
en un instrumento, tiene su asiento en los
dedos , en los o ¡dos, y en el cerebro: en los Por los principios que acabo de estable­
dedos , poique se han acostumbrado á una cer , será fácil esplicar los sueños ; porque
serie de movimientos: en los oidos, porque las ideas que tenemos del sueño , se parecen
solo se puede decir que juzgan , y que se­ bastante á lo que egecuta un organista cuan­
gún la necesidad dirigen los dedos en cuan­ do en los momentos de distracción deja obrar
to por su parte se han formado la costum­ como al caso los dedos. Ciertamente que es­
bre de otra serie de movimientos correspon­ tos no hacen otra cosa que lo que aprendie­
diente á aquella; y en el cerebro , que se ha ron á hacer: pero no lo hacen con el mis­
habituado á tomar las formas, ó modificacio­ mo órden ; juntan y entretegen diversos pa-
nes que corresponden exactamente á los há­ Sages sacados de diferentes sonatas que es­
bitos de los dedos y oidos. tudiaron.
Se notan fácilmente los hábitos que los Juzguemos pues, por analogía lo que pa-
9a LA • LÓGICA,
parte i, cap. íx. 93
sa en el cerebro, según lo que observamos líos hábitos á cuyo ejercicio los sentidos ce­
en el hábito de una mano egercitada en un
saren ds dar ocasión.
instrumento, y concluiremos , que los sueños En segundo lugar si se multiplican hasta
son el efecto de la acción de este principal un cierto punto; porque entonces habrá algu­
órgano sobre los sentidos , cuando en medio nos que despreciaremos. Así se nos borran al­
del reposo de todas las partes del cuerpo, gunos conocimientos á medida que vamos ad­
conserva bastante actividad para moverse y quiriendo otros.
obedecer á algunos de sus hábitos. Cuando En tercer lugar, una indisposición en el
se mueve pues, como fue movido, en tiem­ cérebro debilitaria ó turbaría la memoria , si
po que teníamos sensaciones, entonces‘obra ella sirviese de obstáculo para alguno de los
sobre los sentidos , é inmediatamente oimos movimientos á que él se habia acostumbrado.
y vemos : así como un manco cree sentir la Entonces de algunas cosas no se conservaria
mano que ya no tiene. Pero en tal caso el absolutamente memoria : y no quedaria de
cerebro representa de ordinario las cosas con ninguna, si la indisposición borrase ó impi­
mucho desorden , porque deteniendo, ó sofo­ diese todos los hábitos del cérebro.
cándose por el sueño las acciones de los há­ En cuarto lugar una parálisis en los ór­
bitos , se intercepta un gran número de ganos produciría el mismo efecto : los hábitos
ideas. del cérebro no dejarían de perderse poco á
poco , luego que dejasen de estar sostenidos
Se pierde la memoria porque el cérebro pier­ por la acción de los sentidos.
de sus hábitos. En fin la vegez acaba con la memoria.
Las partes del cérebro entonces son como
Habiendo espücado como se contraen los aquellos dedos que no estan bastante flexibles
hábitos , que hacen la memoria, será fácil para moverse , siguiendo todas las determi­
comprender como se pierden. naciones que les han sido familiares. Los há­
Primeramente sino se practican continua­ bitos se pierden poco á poco, solo quedan
mente , ó á lo menos sino se renuevan con algunas débiles sensaciones que luego también
frecuencia. Esta será la suerte de todos aque- se desvanecen: el propio movimiento que
94 LA LÓGICA, parte i, cap. ix. 93

parece lo sostiene , está también próximo mero« principios. Conozco que hay entre
á finalizar. nosotros un movimiento, y no puedo com­
prender la fuerza, que lo produce. Co­
Conclusión. nozco que este movimiento es capaz de di­
ferentes determinaciones, y no puedo des­
El principio físico y ocasional de la sen­ cubrir el mecanismo que las regla. No ten­
sibilidad esta , pues, únicamente en ciertas go mas que la ventaja de haber separado
determinaciones de que es capaz el movi­ de toda hipótesis arbitraria este corto co­
miento que hace vegetar al animal : y el de nocimiento que tenemos sobre una materia
la memoria esta en estas determinaciones, de las mas obscuras. Juzgo que á esto de­
cuando ya se han convertido en otros tan­ ben ceñirse los físicos cuantas veces quie­
tos hábitos. La analogía es quien nos autori­ ran formar sistemas sobre cosas , cuyas pri­
za á suponer , que en los órganos que no meras causas no es posible observar.
podemos observar, pasan las cosas de un
modo algo semejante ai que observamos en
los otros. Ignoro por que mecanismo tiene mi
mano bastante flexibilidad y movilidad, pa­
ra contraer el hábito de ciertas determina­
ciones de movimientos ; pero sé que hay en
ella flexibilidad , movilidad , egercicio , há­
bito 5 y supongo que todas estas cosas se en­
cuentran en el cerebro y en los órganos,
que son juntamente con él , el sitio de la
memoria.
Por esto sin duda no tengo mas que
una idea muy imperfecta de las causas
físicas y ocasionales de la sensibilidad y
de la memoria: del todo ignoro sus pri­
SEGUNDA PARTE. t

La análisis considerada en sus medios y


efectos; ó el arte de raciocinar reducido
á un idioma exacto.

Conocemos ya el origen y la generación de


todas nuestras ideas: conocemos asi mismo
el origen y la generación de todas las facul­
tades del alma; y sabemos que la análisis que
nos ha conducido á estos conocimientos , es
el único medio que puede llevarnos á otros.
Es propiamente la palanca del alma. Es ne­
cesario estudiarla, y para esto vamos á
considerarla en sus medios y efectos.

CAPITULO PRIMERO.

Como los conocimientos que debemos á la na­


turaleza, forman un sistema, en el cual todo
está perfectamente ligado; y como nos estra-
viamos, cuando olvidamos sus lecciones.

Como la naturaleza nos enseña á raciocinar,


arreglando ella misma el uso de nuestras
facultades.
TT
tiernos visto que por la palabra deseo no
se puede entender, sino la dirección de nues-
6
PARTE II, CAP. i. 99
98 LA LOGICA,
tras facultades hacia las cosas que necesita­ Este sistema reduce naturalmente mis co­
mos. Luego no tenemos deseos, sino porque nocimientos á la esfera de un pequeño nú­
tenemos necesidades que satisfacer : y así es­ mero de necesidades, y de otro igual de las
tas necesidades y deseos son el móvil de to­ cosas destinadas á mi uso. Y si mis conoci­
das nuestras averiguaciones. mientos no son numerosos, son á lo menos
Estas necesidades y los medios de satis­ bien ordenados, porque los he adquirido se­
facerlas se fundan en la constitución de nues­ gún el orden mismo de mis necesidades, y el
tros órganos , y en las relaciones de las co­ de las relaciones que las cosas tienen conmigo.
sas con ella. Por ejemplo el modo con que Veo, pues, en la esfera de mis conoci­
estoy formado , determina las especies de mientos un sistema que corresponde al que
alimentos que necesito ; y el modo con que siguió el autor de mi naturaleza en mi for­
las producciones ó frutos están formados, mación ; y no es esto de admirar, porque ha­
determina los que pueden servirnos de ali­ biéndome formado con tales necesidades y fa­
mento. cultades , se siguieron naturalmente á esta
No puedo tener de todas estas diferentes constitución mis conocimientos y averigua­
constituciones, sino un conocimiento muy ciones.
imperfecto: propiamente las ignoro , pero Todo está igualmente ligado en uno y otro
la esperiencia me enseña el uso de las co­ sistema. Mis órganos , las sensaciones que
sas que me son absolutamente necesarias: esperimento, los juicios que hago, la espe­
me instruye de ellas el placer ó el dolor: riencia que los infirma ó corrige, forman
y me instruye con prontitud; me seria inú­ ambos sistemas de mi conservación ; y parece
til saber mas, y la naturaleza puso aquí los que el que lo hizo , no lo ha dispuesto todo
límites de sus lecciones. con tanto orden, sino para cuidar por sí
En ellas vemos un sistema, cuyas partes mismo de mi conservación. Ve ahí el siste­
están perfectamente ordenadas. Si hay en mí ma que se debería estudiar , para aprender
necesidades y deseos, hay fuera de mí ob­ á raciocinar.
jetos propios para satisfacerlos , y tengo la Nunca se observarán bastante las faculta­
facultad de conocerlos y disfrutarlos. des de que nos da nuestra constitución, ni el
g a
loo LA LÓGICA, parte ir, CAP. i. IOI
uso que nos obliga á hacer de ellas: en una cuanto son mas urgentes nuestras necesida­
palabra, nunca se observará bastante lo que des , observamos con orden, y hacemos lo
hacemos únicamente en su virtud. Sus lec­ que nos indica que hagamos. Luego nos hace
ciones, si supiésemos aprovecharnos de ellas, analizar muy temprano.
serian la mejor lógica de todas. Como nuestras averiguaciones se limitan
En efecto, ¿qué nos enseña? A evitarlo á los medios de satisfacer el corto número
que puede perjudicarnos, y á buscar io que de necesidades que nos ha dado ; si fueron
puede aprovecharnos. ¿ Pero será necesario bien hechas nuestras primeras observaciones,
para esto que juzguemos de las esencias de lo confirma inmediatamente el uso que ha­
los seres? El autor de nuestra naturaleza no cemos de las cosas: si fueron mal hechas,
lo ordena. Sabe que el conocimiento de ellas este mismo uso las destruye luego, y nos
escede á nuestra capacidad : solo quiere que indica que hagamos otras. Podemos caer en
juzguemos de las relaciones que las cosas tie­ error porque los encontramos en el camino;
nen con nosotros , y de las que tienen entre pero este camino es el de la verdad , y el
sí, cuando el conocimiento de estas últi­ que nos conduce á ella.
mas puede sernos de alguna utilidad. Observar relaciones , confirmar ó corre­
Solo tenemos un medio para juzgar de es­ gir nuestros juicios con nuevas observacio­
tas relaciones , y es observar las sensaciones nes, es lo que nos hace practicar la natura­
que los objetos hacen sobre nosotros. Tanto leza ; y lo que no hacemos mas que repetir á
como nuestras sensaciones se estiendan , otro cada nuevo conocimiento que adquirimos. Tai
tanto puede estenderse la esfera de nuestros es el arte de raciocinar : es simple como la
conocimientos : mas allá nos es imposible to­ naturaleza que nos lo enseña.
do descubrimiento.
En el orden que nuestra naturaleza, ó Como olvidando las lecciones de la natura­
constitución pone entre nuestras necesidades leza , raciocinamos por los malos hábitos.
y las cosas nos indica aquel en que debemos
estudiar las relaciones que nos es preciso co­ Parece , pues , que- conocíamos ya este
nocer. Tanto mas dóciles á sus lecciones, arte cuanto es posible conocerle. Este seria
PARTE II, CAP. I. 103
102 LA LÓGICA,
ciocinar, tratar de corregir y desarraigar de
en efecto verdad, si hubiéramos sido siem­
nosotros todos estos malos hábitos, y ve ahí
pre capaces de notar , que es la naturaleza
lo que hace hoy tan difícil este arte, que
quien lo enseña y quien solo puede enseñar­
seria fácil por sí mismo; porque obedece­
lo : porque entonces hubiéramos continuado
mos á estos hábitos con mucho mas gusto
como nos hizo principiar.
que á la naturaleza; y los llamamos segunda
Pero hemos hecho este reparo muy tarde:
naturaleza, para disfrazar nuestra debilidad
digámoslo mejor ; hoy lo hacemos la pri­
ó ceguedad; pero en realidad no son mas
mera vez. La primera vez es que vemos en
que una naturaleza alterada y corrompida.
las lecciones de la naturaleza todo el artifi­
Hemos notado que para contraer un há­
cio de esta análisis, que ha dado á los hom­
bito, basta hacer, y para perderlo, el dejar
bres de ingenio el poder de crear las cien­
de hacer. Parece que lo uno es tan fácil
cias y de estender sus límites.
como lo otro; pero sin embargo no lo es. La
Hemos olvidado estas lecciones; y por
razón es , porque cuando queremos adquirir
esto, en lugar de observar las cosas que que­
un hábito, pensamos antes de hacer ; y
ríamos conocer, solo las hemos imaginado.
cuando queremos perderlo, ya hemos he­
De suposiciones en suposiciones falsas nos
cho antes de haber pensado. Por otra parte,
hemos estraviado entre una multitud de er­
cuando los hábitos han llegado ya á formar
rores ; y habiéndose estos transformado en
lo que llamamos segunda naturaleza, nos es
preocupaciones, los hemos tomado por prin­
casi imposible advertir que son malos. Los
cipios , con lo que nos hemos ido estravian-
descubrimientos de esta especie son los mas
do cada vez mas. En estos términos no he­
difíciles: y por esto se escapan al mayor
mos sabido rociocinar sino por los malos há­
bitos que habíamos contraido: el arte de número.
Yo no oigo hablar sino de los hábitos
abusar de las palabras ha sido para nosotros
del alma : porque cuando se trata de los del
el arte de raciocinar: arbitrario, frívolo, ri­
cuerpo, todo el mundo puede juzgar. La es-
dículo y absurdo ha tenido todos los vicios
periencia basta para enseñarnos si son útiles
de las imaginaciones desarregladas.
ó perjudiciales; y cuando no son ni uno ni
Es necesario, pues, para enseñarnos á ra-

\ ' •
104 LA LÓGICA, parte ti, cap. i. t°á
otro , el uso hace de ellos lo que quiere; y cipio hasta su decadencia, y se verán mul­
juzgamos por él. tiplicadas las preocupaciones con los dosor-
Por desgracia están los hábitos del alma denes : causa admiración la poca luz que se
tan sometidos á los caprichos del uso , que encuentra aun en los siglos que se llaman
parece no permitirnos duda ni examen: y ¡lustrados. En general, ¡qué legislaciones!
son otro tanto mas contagiosos, porque el ¡ qué gobiernos! ¡qué jurisprudencia! ¡cuan
alma tiene tanta repugnancia en ver sus de­ pocos pueblos han tenido buenas leyes . ¡ y
fectos, como pereza para reflexionar sobre cuán poco duran las buenas!
sí misma. Unos se avergonzarían de no pen­ En fin se observa el espíritu filosófico
sar como todos: á otros seria muy penoso entre los griegos, entre los romanos, y entre
no pensar sino por sí mismos; y si algunos los pueblos que les sucedieron , se verá por
tienen la ambición de singularizarse, será las las opiniones transmitidas de edad en edad»
mas veces para pensar todavía peor. En con­ cuan poco conocido ha sido en todos los si­
tradicción consigo mismos, no querrán pen­ glos el arte de arreglar el pensamiento; y
sar como ios otros , y sin embargo no sufri­ causará espanto la ignorancia en que actual­
rán que se piense diversamente que ellos. mente estamos respecto á esto , si se con­
sidera que hemos nacido después de gran­
Errores en que nos hacen caer estos hábitos. des hombres, que han estendido los límites
de nuestros conocimientos. Tal es en gene­
Si se quieren conocer los malos hábitos ral el carácter de los sectarios : es muy ra­
del espíritu humano, obsérvense las diferentes ro el que busquen la verdad, porque son
opiniones de los pueblos. Véanse las ideas ambiciosos de dominar esclusivamente: so­
falsas contradictorias y absurdas, que la bre todo quieren singularizarse. Agitan cues­
superstición ha derramado en todas partes, tiones frívolas, hablan unas gergas incom­
y juzgúese de la fuerza de las costumbres, prensibles , observan poco , dan sus sueños
por la pasión que hace respetar al error por interpretaciones de la naturaleza, en fin,
mas que a la verdad. ocupados en perjudicarse unos á otros , y en
Considérense las naciones desde su prin- hacerse cada uno nuevos partidarios, em-
105 LA LÓGICA,
PARTE II, CAP. I. I
plean para este efectos toda suerte de me­ vienen igualmente de la costumbre de ser­
dios, y lo sacrifican todo á las opiniones virnos de las palabras antes de haber deter­
que quieren establecer. minado su significación, y aun sin haber co­
Es muy difícil de reconocer la verdad en­ nocido la necesidad de determinarla. Nada
tre tantos sistemas monstruosos, que se ali­ observamos: no sabemos cuan necesario es
mentan por las causas que los produjeron, el observar : juzgamos atropelladamente, sin
esto es, por las supersticiones, por los go­ contar con los juicios que hacemos, y cree­
biernos , y por la mala filosofía. Los errores mos adquirir conocimientos , aprendiendo
demasiadamente ligados unos con otros se palabras, que en efecto no son mas que pala­
defienden mutuamente. En vano se com­ bras. Y porque en nuestra infancia pensamos
batirían algunos : seria necesario destruirlos según lo que piensan los otros, adoptamos
de una vez ; esto es, seria necesario mudar sus preocupaciones; y cuando llegamos á la
repentinamente todos los hábitos del espíri­ edad en que creemos pensar por nosotros mis­
tu humano; pero estos hábitos están muy mos , continuamos pensando como aquellos,
inveterados: las pasiones que nos ciegan los porque pensamos según las preocupaciones
sostienen ; y si por casualidad hay algunos que nos inspiraron. Entonces mientras mas
hombres capaces de abrir los ojos , son progresos parece que hace el espíritu, mas se
muy débiles para corregir cosa alguna: los estravia, y los errores se acumulan de gene­
poderosos quieren que duren las preocupa­ ración en generación. Cuando las cosas han
ciones y abusos. llegado á este punto , solo hay un medio pa­
ra poner órden en la facultad de pensar; y
Único medio de poner orden en la facultad es olvidar cuanto hemos aprendido , tomar
de pensar. nuestras ideas desde su origen , seguir su ge­
neración , y volver a hacer como dice Ba»
Todos estos errores parece que suponen con, el entendimiento humano.
en nosotros tantos malos hábitos, como jui­ Este medio es tanto mas difícil de practi­
cios falsos recibidos por verdaderos. Todos car , cuanta mayor instrucción se juzga te­
tienen sin embargo el mismo origen, y ner. Por esta razón las obras en que las cien-
LA LÓGICA. PARTE II, CAP. I. IO9
cías se tratasen con gran limpieza, precisión no juzgar sino por nuestras opiniones, preo­
y orden, no serian igualmente proporciona­ cupaciones y errores. Es casi preciso que, ó
das á la inteligencia de todos. Los que na­ no tengan talento , ó que sea un talento fal­
da hubiesen estudiado, las entenderían mejor so. Si algunos se distinguen , es porque tie­
que los que hubiesen hecho grandes estu­ nen en su constitución bastante energía para
dios, y sobre todo mejor que los que han vencer tarde ó temprano los obstáculos que
escrito mucho sobre las ciencias. Seria casi hemos puesto al desenvolvimiento de sus ta­
imposible que estos leyesen semejantes obras lentos : los otros son plantas que hemos
como piden ser leídas. Una buena lógica ha­ mutilado hasta la raíz, y que se mueren es­
ría en los espíritus una revolución muy len­ tériles.
ta , y solo el tiempo podría dar á conocer
algún dia su utilidad. CAPITULO II.
Ve ahí, pues, los efectos de una mala
educación; y esta educación solo es mala Como el lenguage de acción analiza el
por ser contraria á la naturaleza. Los niños pensamiento.
están determinados por sus necesidades á sus
observadores y analizadores: y tienen en sus TVb podemos analizar sino por medio de un
facultades recientes bastante impulso para lenguage.
ser uno y otro : lo son en algún modo for­
No podemos raciocinar sino con los me­
zosamente, en tanto que la naturaleza sola
los conduce. Pero inmediatamente que prin­ dios que nos ha dado, ó indicado la natura­
cipiamos á conducirlos nosotros mismos , les leza. Es menester pues , observar estos me­
interceptamos toda observación y análisis. dios , y procurar descubrir por qué algunas
Suponemos que no raciocinan, porque no veces son seguros, y por qué no lo son
sabemos raciocinar con ellos; y esperando siempre.
la edad de la razón, que principiará sin Acabamos de ver que la causa de nues­
nuestro auxilio, y la que retardamos con to­ tros errores está en la costumbre de juzgar
dos nuestros esfuerzos, los condenamos á por palabras, cuyo sentido no hemos deter­
ITO LA LOGICA, PARTE II, CAP. II. III
minado; hemos visto en la primera parte, elementos de algún lenguage, preparados
que las palabras no son absolutamente ne­ de antemano , precediesen á nuestras ideas;
cesarias para formarnos ideas de todas espe­ porque sin signos de alguna especie , nos se­
cies ; y presto verémos que las ideas abstrac­ ria imposible analizar nuestros pensamien­
tas y generales no son mas que denomina­ tos, para darnos cuenta de lo que pensamos,
ciones. Todo confirma, pues, que no pen­ esto es, para verlo de un modo distinto.
samos sino con el socorro de las palabras; Y así nuestra constitución esterior está
y esto basta para hacer comprender que el destinada á representar todo cuanto pasa en
arte de raciocinar ha principiado con las el alma: es espresion de nuestros sentimien­
lenguas: que no ha podido hacer progresos tos y juicios; y cuando habla, nada puede
sino en chanto ellas los han hecho; y que estar oculto.
por consiguiente deben contener todos los
medios que podemos tener para analizar bien Por que al principio todo es confuso en este
ó mal. Luego es necesario observarlas , es lenguage.
menester también, si queremos conocer lo
que fueron en sus principios, observar el La propiedad de la acción no es anali­
lenguage de acción según el que se .forma­ zar. Como no representa los sentimientos,
ron. Principiaremos por este. sino porque ella es su efecto, representa de
una vez todos cuantos esperimentamos en el
Los elementos del lenguage de acción son mismo instante, y las ideas simultáneas en
innatos. nuestros pensamientos, naturalmente lo son
en el lenguage.
Los elementos del lenguage de acción na­ Pero una multitud de ideas simultáneas
cieron con el hombre , y estos elementos no podríamos representárnosla con claridad
son los órganos que el autor de la natura­ y distinción; sino por habernos adquirido
leza nos ha dado. Por lo que hay un len­ la costumbre de observarlas unas después de
guage innato , aunque no haya ideas de es­ las otras. A esta costumbre debemos la ven­
ta especie. En efecto , era necesario que ios taja de distinguirlas con tal prontitud y fa-
PARTS II, CAP. II. I 13
lo allí la análisis. Veamos como aprenderán
estos hombres de la naturaleza, á hacer aná­
lisis de todas estas cosas.

Como se hace después un método analítico.

Tienen necesidad de socorrerse mutua­


mente; luego cada uno de ellos necesita dar­
se á entender, y por consecuencia, de enten­
derse á sí mismo.
Desde luego obedecen á la naturaleza; y
sin proyecto, como acabamos de advertir,
dicen de un golpe cuanto sientan , porque
es natural á su acción esplicarlo así. Sin
embargo , el que solo percibe por los ojos,
no entenderá, si no descompone aquella ac­
ción , para observar una después de otra sus
partes, ó movimientos. Pero le es natural el
descomponerla, y de consiguiente la des­
compone antes de haber formado el proyec­
to de hacerlo. Porque aunque ve á un tiempo
todos sus movimientos , no repara á la pri­
mera vista sino en aquellos que mas le cho­
can: á la segunda repara en otros: á la ter­
cera en otros aun. Luego los observa suce­
sivamente, y está hecha la análisis.
Cada uno de estos hombres advertirá tar­
de ó temprano, que nunca entiende me-
H
IT^J. LA LOGICA, PARTE ti, CAP, II, I
jor á los otros, que cuando ha descompues­ que hacen parte de él: luego si descompone
to su acción ; y de consiguiente podrá no­ también estas acciones parciales, descom­
tar que necesita, para darse á entender , de pondrá igualmente las ideas parciales , de
descomponer la suya. Entonces se irá ad­ quien elias son los signos, y se formará con­
quiriendo poco á poco una costumbre de tinuamente nuevas ¡deas distintas.
repetir uno después de otro los movimientos Este medio, el único que hay para ana­
que la naturaleza le hace practicar á un lizar el pensamiento, podrá llegar á desen­
tiempo; y el lenguage de acción vendrá á volverlo hasta en sus mas pequeñas partes;
ser en él naturalmente un método analítico. pues hallados los primeros signos de un
Digo un método, porque la sucesión de los lenguage, no hay mas que consultar la ana­
movimientos no se hará arbitrariamente y logía , que ella dará todos los demas.
sin reglas; pues siendo la acción efecto da Luego no habrá ideas que el lenguage de
las necesidades y circunstancias en que se acción no pueda espresar; y las espresará
halla, es natural que se descomponga se­ con tanta mas claridad y precisión, cuanto
gún el orden dado por las mismas circuns­ mas sensiblemente se manifieste la analogía
tancias y necesidades: y aunque este drdeu en la serie de los signos que se hayan elegi­
puede variar y varié , nunca puede ser do. Los signos absolutamente arbitrarios no
arbitrario. Por eso en una pintura están serian entendidos , porque no siendo aná­
determinados el sitio, la acción y carácter logos , la acepción de un signo conocido
de cada personage , cuando se ha dado el no llevaría la acepción de otro signo des­
asunto con todas sus circunstancias. conocido. La analogía es quien hace todo
Descomponiendo este hombre su acción, el artificio de las lenguas ; son fáciles,
descompone su pensamiento , así respecto de ciaras y exactas, á proporción que aque­
él , como de los otros : analiza , y se da á lla se manifiesta en ellas mas clara y dis­
entender , porque se entiende así mismo. tintamente.
Como la acción total es la imagen de to­ Acabo de decir que hay un lenguage in­
do el pensamiento, así las acciones parcia­ nato, aunque no hay ideas innatas. Esta
les son otras tantas imágenes de las ideas verdad, que puede no haberse entendido,
h a
it6 la lógica. parte si, cap. n. ny

se demuestra por las observaciones que se uno analizó mas que el otro. Luego siendo
siguen y la esplican. la análisis quien da las ideas, son adquiridas
El lenguage que llamo innato, es un len- porque la misma análisis también se apren­
guage que no hemos aprendido, porque es de y adquiere: no hay, pues, ideas innatas.
el efecto natural, é inmediato de nuestra De aquí es que raciocina mal, cuando
constitución. Dice de una vez todo cuanto se dice, esta idea está en nuestras sensacio­
sentimos: de lo que sigue que no es un nes ; luego tenemos esta idea: y sin embargo
método analítico ; que no descompone nues­ jamas se cansan de repetir este razonamien­
tras sensaciones : que no nos hace notar to. Porque nadie había reparado aun, en que
cuanto contienen: y por consecuencia no nuestras lenguas son otros tantos métodos
nos da ¡deas. analíticos, no se advertía que no analizamos
Pero cuando ya se ha hecho un método sino por ellas, y se ignoraba que les debe­
analítico, entonces descompone las sensa­ mos todos nuestros conocimientos. Por esto
ciones , y nos da ideas : como método se la metafísica de muchos escritores no es mas
aprende, y de consiguiente bajo este res­ que una gerga incomprensible para ellos y
pecto no es innato. para nosotros.
Ai contrario bajo de cualquier respecto
que se consideren las ¡deas, nunca podrán CAPÍTULO III.
ser innatas. Aunque sea cierto que están to­
das en nuestras sensaciones, no lo es me­ Como son métodos analíticos las lenguas.
nos que es para nosotros, como si no es­ Imperfección de estos métodos.
tuviesen , cuando no hemos sabido observar­
las, y ve ahí la causa de que el sabio y el Las lenguas son otros tantos métodos ana­
ignorante no tengan las mismas ideas, sin líticos.
embargo de que siendo semejante su orga­
nización, tengan el mismo modo de sentir. JL' acilmente se concebirá como son las len­
Ambos nacieron con las mismas sensaciones, guas otros tantos métodos analíticos, si se
así como con la misma ignorancia ; pero el ha comprendido que también lo es el mis-
PARTE II, CAP. III, 119
IlS LA LÓGICA,
á la naturaleza. Por esta razón jamas han he­
rao lenguage de acción; y si se ha com­
cho con el designio , sino aquellas cosas que
prendido igualmente, que sin este último
habían ya hecho antes de haber proyectado
lenguage se verian los hombres imposibilita­
el hacerlas. Creo que se confirmará siempre
dos de analizar sus pensamientos, se cono­
esta observación; y aun creo que sino hu­
cerá que no hablándole ya , no podrían ana­
lizarlos , si no lo hubiesen suplido con el biera estado oculta se raciocinaría mejor.
No pensaron en hacer análisis hasta des­
lenguage de los sonidos articulados. La aná­
lisis no se hace , ni puede hacerse sino pués de haber observado que las habían he­
con signos. cho .- no pensaron en hablar el lenguage de
Es menester también notar, que si ella no acción para darse á entender, hasta después
se hubiese desde luego hecho con los sig­ de haber observado que por él los habían
nos del lenguage de acción, no se hubiera ja­ entendido. Del mismo modo no habrán pen­
mas hecho con los sonidos articulados de nues­ sado en hablar con sones articulados , has­
tras lenguas. En efecto ; ¿ cómo hubiera po­ ta después de haber observado que habían
dido una palabra hacerse signo de una idea, hablado con semejantes sones ; y las lenguas
si esta idea no hubiera podido ser demostra­ empezarían antes de haber proyectado el for­
da en el lenguage de acción ? ¿ Y cómo la marlas. Así fueron poetas y oradores antes
de pensar en serlo. En una palabra, cuanto
hubiera demostrado este lenguage, si no la
han llegado á ser, lo fueron desde luego por
hubiese hecho observar con separación de
cualquiera otra ? la naturaleza sola, y no han estudiado para
serlo sino después de haber observado lo
que sola la naturaleza les habia precisado á
Han comenzado como todas las invenciones
hacer. Ella lo ha principiado todo , y siem­
de los hombres, antes de haber formado
pre bien: esta es una verdad, que nunca se
el proyecto de hacerlas.
repetirá lo suficiente.
Ignoran los hombres lo que pueden, ínte­
rin que la esperieneia no les ha hecho- repa­
rar en lo que hacen , siguiendo únicamente
ISO LA LÓGICA PARTE II, CAP. III. tai

Como han sido métodos exactos. Como se han convertido en métodos defec­
tuosos.
Las lenguas han sido métodos exactos,
mientras no se han hablado sino de las cosas Pero esto no era factible. Como los hom­
relativas á las necesidades de primera ur­ bres analizaban sin saberlo , no notaban que
gencia. Porque si sucedía entonces suponer si tenían ideas exactas, las debían única­
en una análisis lo que no debia haber, la es- mente á la análisis. No conocían toda la im­
periencia no podía dejar de advertirlo: se portancia de este método , y analizaban me­
corregían así los errores, y se hablaba mejor. nos á proporción que se daba menos a co­
A la verdad las lenguas eran entonces muy nocer la necesidad de analizar.
limitadas ; pero no se debe juzgar que por Cuando estuvieron seguros de poder satis­
ser limitadas, eran menos exactas: quizá las facer sus necesidades de primera urgencia,
nuestras no lo son tanto. En efecto, no son se formaron otras menos necesarias: de aque­
las lenguas exactas, porque hablan de mu­ llas se pasó á otras aun menos precisas , y se-
chas cosas confusamente, como sucede con llegó por grados hasta hacerse necesidades
las nuestras, sino porque hablan con clari­ de pura curiosidad, necesidades de opinión,
dad, aunque sea de un corto ntímero. y en fin necesidades inútiles, y todas a cual
Si queriendo perfeccionarlas , se hubiera mas frívolas.
podido continuar como se empezó, no se hu­ Entonces se fue conociendo cada dia me­
bieran buscado palabras nuevas en la ana­ nos la necesidad de analizar : en breve ya
logía , sino cuando una análisis bien hecha no se sintió mas que un deseo de hablar , y
hubiese dado nuevas ideas: entonces las len­ se hablaba antes de tener ideas de lo que
guas siempre exactas hubieran sido mas quería decirse. No era ya este aquel tiempo
es tensas. en que los juicios se ponian naturalmente á
prueba de la esperiencia. No había el mis­
mo Ínteres en asegurarse de si las cosas de
que se juzgaba, eran tales como se habían
ISa LA LÓGICA,
PARTE II, CAP. III.
supuesto. Se complacían en creerlas sin exa­ logia no tenia ya poder para guiar al espí­
men : y un juicio que solo se había forma­ ritu en la acepción de las palabras. Tan
do por costumbre, llegaba á ser una opi­ ignorado estaba el arte de raciocinar, que
nión de que no se dudaba de modo alguno. se creía imposible el aprenderlo.
Estas equivocaciones eran frecuentes, por­ No obstante, habiendo sido los hombres
que las cosas de que se juzgaba , no se ha­ desde luego puestos por su naturaleza en el
bían observado, y muchas veces no habían camino de los descubrimientos, podían ca­
podido observarse» sualmente volverse á encontrar alguna vez
Entonces el primer juicio falso con­ en él: pero si volvían á dar en el, era sin
dujo al segundo , y muy en breve se les advertirlo , porque jamas lo hablan estudia­
siguieron infinitos. La analogía llevaba do, y se estraviaban de nuevo.
de error en error, porque eran consi­
guientes. Si se hubiera notado que las lenguas son
Ve ahí lo que sucedió á los mismos filóso­ otros tantos métodos analíticos, no hubie­
fos, no ha mucho tiempo que aprendieron la ra sido difícil encontrar las reglas
análisis; y aun no saben hacer uso de ella del arte de raciocinar.
sino en las matemáticas, en la física y en
la química. A lo menos yo no conozco quien Por esta razón, durante algunos si­
haya sabido aplicarla á las ideas de todas glos se han hecho esfuerzos inútiles para
especies. Tampoco ha pensado ninguno de descubrir las reglas del arte de raciocinar.
ellos en considerar las lenguas como otros No se sabia donde hallarlas, y se busca­
tantos métodos analíticos. ban en el mecanismo del discurso: meca­
Las lenguas, pues, llegaron á ser méto­ nismo que dejaba subsistir todos los vicios
dos defectuosos. El comercio acercaba los de las lenguas.
pueblos, que cambiaban en algún modo sus Para encontrarlas solo había un me­
opiniones y preocupaciones, dei mismo mo­ dio : este era observar nuestro modo de
do que las producciones de su suelo é in- concebir, y estudiarlo en las facultades
áüstriái Confundíanse las lenguas , y ¡a ana- de que nos dotó nuestra naturaleza. Era
í24 LA LÓGICA,
necesario advertir que las lenguas no son
verdaderamente sino métodos analíticos : mé­ CAPITULO VI.
todos muy defectuosos hoy, pero que han
sido exactos, y que podrían aun serlo. No
De la influencia de ,las lenguas.
se las ha mirado bajo este aspecto, porque
habiendo notado cuan necesarias nos son las
Las lenguas forman nuestros conocimientos,
palabras para formarnos ideas de todas es­
opiniones y preocupaciones.
pecies, se creyó que no tenían otra venta­
ja que la de ser un medio de comunicarnos
nuestros pensamientos. Por otra parte, co­ Supuesto que las lenguas , formadas á me­
mo en virtud de varias razones, las len­ dida que analizamos, se han hecho otros
guas parecieron á ios gramáticos y filóso­ tantos métodos analíticos , se comprende
fos arbitrarias, de consiguiente supusieron que no es natural pensar con arreglo á los
que estas no tienen otras reglas que los hábitos que en su virtud hemos contraido.
caprichos del uso; esto es, que muchas Por ellas pensamos: como reglas de nues­
veces no las tienen; aunque todo método tros juicios forman nuestros conocimientos,
las tiene, y debe tenerlas. No es de admi­ opiniones y preocupaciones : en una palabra,
rar , pues, que hasta ahora nadie haya sos­ nos hacen en este género todo el bien y el
pechado que las lenguas sean otros tantos mal. Tal es su influencia , y no podía ser de
métodos analíticos. otro modo.
Ellas nos esfravian, porque son métodos
imperfectos ; pero por la misma razón de ser
métodos , no son en todas sus partes imper­
fectas , y algunas veces nos conducen bien.
Ninguno hay que con el solo socorro de los
hábitos contraidos en su lengua, no sea ca­
paz de hacer algunos buenos razonamientos.
Así es como todos hemos principiado , y se
12.6 LA LÓGICA, parte ti, CAP. IV. 12/
ven frecuentemente hombres sin estudio
raciocinar mejor que otros que estudiaron Las primeras lenguas vulgares han sido las
mucho. mas aptas para raciocinar.

Las lenguas de las ciencias no son las mas Yo congeturo que las primeras lenguas
bien formadas. vulgares fueron las mas aptas para racioci­
nar ; pues la naturaleza que dirigía su for­
Se desea comunmente que los filósofos mación , á lo menos había principiado bien.
hubiesen dirigido la formación de las len­ La generación de las ideas y facultades del
guas , porque se cree que de este modo se alma debía ser conocida en estas lenguas,
habrían formado mejor. Pero era menester donde la primera acepción de una palabra
que fuesen otros filósofos, que los que co­ era conocida, y donde la analogía daba to­
nocemos. Verdad es que en las matemáti­ das las demas. Las ideas abstractas se es-
cas se habla con precisión , porque el álge­ plicaban con los mismos nombres de las ideas
bra , obra de ingenio, es una lengua que no sensibles de donde ellas se derivaban; pero
podía haberse formado mal. También es ver­ en lugar de considerarlos como nombres
dad, que algunas partes de la física y de la propios de estas ideas , se les tenia como es-
química han sido tratadas con la misma pre­ presiones figuradas, que manifestaban su ori­
cisión por un corto número de escelen- gen. Entonces , por ejemplo , no se pregun­
tes ingenios nacidos para observar bien. taba si la palabra sustancia significa otra co­
Pero en todo lo demas no veo que las sa que lo que está debajo : si la palabra pen­
lenguas de las ciencias hayan hecho venta­ samiento significa otra cosa que pesar, equi­
ja alguna :■ tienen los mismos defectos que las librar , comparar. En una palabra, no se
otras, y aun mayores : muy amenudo se ha­ pensaba en hacer Jas preguntas que hoy ha­
blan sin decir nada : muchas veces se hablan cen los metafísicos: las lenguas que respon­
también diciendo absurdos; y en general no dían con anticipación á todas, no permitían
parece que se hablan con designio de dar­ que se hiciesen , y no se había introducido
se á entender. aun la mala metafísica.
Iü8 LA LÓGICA.
PARTE II, CAP. IV. 129
La buena empezó antes de las lenguas, y abusamos continuamente de las palabras , y
á ella es á quien deben cuanto tienen de bue­ no hay opinión, por estravagante que sea,
no ; pero esta metafísica era entonces mas que no encuentre partidarios.
bien un instituto que una ciencia : la natu­ Los filósofos son los que han traído las
raleza era quien guiaba á los hombres sin cosas á tan alto grado de desorden. Ellos
saberlo ellos mismos; y no se trató como han querido hablar de todo, han hablado
ciencia la metafísica sino al tiempo que dejó tanto peor: y mucho peor lo han hecho
de ser buena.
por haber querido cada uno aparentar un
modo de pensar propio y peculiar , aun
Son sobre todo los filósofos los que han in­ cuando pensaban como todos los demas.
troducido el desorden en el lenguage. Sutiles, visionarios, singulares, é inteli­
gibles parece que recelaban no ser bas­
Seria una lengua muy exacta, si el pue­ tante obscuros, y procuraban cubrir con
blo que la forma cultivase las artes y cien­ un velo sus conocimientos verdaderos, ó
cias sin tomarlas de ningún otro; porque la fingidos. Por eso la lengua de la filoso­
analogía en la tal lengua manifestaria sensi­ fía no ha sido mas que una gerga duran­
blemente el progreso de los conocimientos» te muchos siglos.
y no seria necesario buscar la historia de
Finalmente se desterró semejante ger­
ellos en otra parte: esta seria una lengua
ga de las ciencias: Se desterró, digo; pe­
verdaderamente sabia, y ella sola lo seria.
ro no se ha desterrado ella misma: siem­
Pero como son retazos de muchas lenguas
pre busca en aquellas un asilo, disfrazán­
estrangeras y diferentes, lo confunden todo:
dose bajo nuevas formas, de modo que
no puede la analogía dar á conocer en las di­
los mejores ingenios se ven muy emba­
ferentes acepciones de las palabras, el origen
razados para cerrarle toda entrada; pe­
y la generación de los conocimientos : no sa­
ro en fin las ciencias han hecho pro­
bemos poner precision ei» nuestros discursos,
gresos , porque los filósofos han observa­
no pensamos en ello: hacemos preguntas ca­
do mejor , y han puesto en su lengua-
sualmente , y respondemos del mismo modo?
ge la precisión y exactitud que pusieron
i
I30 LA LÓGICA, parte 11, cap. v. 131
en sus observaciones ; de manera que el la encontramos igualmente en Pablo y
raciocinio ha sido efecto de la corrección Pedro.
de la lengua : de que se infiere que el No hay hombre en general: luego esta
arte de raciocinar ha seguido todas las ¡dea parcial no tiene realidad fuera de no­
variaciones del lenguage , que es ló que sotros; pero tiene una en nuestra alma, don­
habia de suceder (Curso de estudios , his­ de existe separadamente de las ideas totales,
toria ant. lib. 3, cap. s.6, historia mod. ó individuales de que es parte.
lib. 8 y 9, cap. 8, 9 y y siguient. final­ No tiene realidad en el alma sino porque
mente en el lib. ult.) la consideramos como separada de cada idea
individual; y por esta razón la llamamos
abstracta; pues abstracta no significa otra
CAPITULO V. cosa que separada.
Son pues, las ideas generales otras tan­
Consideraciones sobre las ¡deas abstractas y tas ideas abstractas ; y es claro que solo las
generales; ó como el arte de raciocinar se formamos tomando en cada idea individual
reduce á una lengua exacta. lo que es común á todas.
g Pero qué es un fondo la realidad que
una idea general y abstracta tiene en nues­
Las ideas abstractas y generales no son mas
tra alma ? No es mas que un nombre; ó si
que denominaciones.
es alguna otra cosa, deja necesariamente de
ser abstracta y general.
Las ideas generales, cuya formación he­ Cuando por ejemplo , pienso en el hom­
mos espiicado, hacen parte de la idea to­ bre, puedo considerar solamente en esta pa­
tal de cada uno de los individuos á quienes labra una denominación común; cuyo ca­
convienen, y son consideradas por esta ra­ so es bien claro que mi idea está en algún
zón como otras tantas ideas parciales. La del modo circunscripta á este nombre , que no
hombre, por ejemplo hace parte de las se estiende mas allá, y que por consiguiente
ideas totales de Pedro y de Pablo, pues no es mas que este mismo nombre.
1a
13a LA LOGICA. parte n, cap. v. 133
Si al contrario, pensando en el hombre abstractas: sino tuviésemos ideas abstractas,
considero en esta palabra alguna otra cosa tampoco tendríamos géneros y especies; y
nías que una denominación, es porque roe si no tuviéramos géneros y especies , no po­
represento un hombre; y un hombre no po­ dríamos raciocinar sobre cosa alguna : y de
dría ser en ia naturaleza, ni en mi espíri­ no poder raciocinar sino con el socorro de
tu el hombre abstracto y general. estas denominaciones, resulta una nueva
No son, pues, las ideas abstractas mas prueba de que solo raciocinamos bien ó
que denominaciones: si quisiéramos absolu­ mal , porque nuestra lengua está bien ó
tamente suponer otra cosa, nos parecería­ mal formada. No nos enseñará, pues, la
mos á un pintor obstinado en qnerer pintar análisis á raciocinar sino en cuanto en­
al hombre en general, no pudiendo jamas señándonos á determinar las ¡deas abs­
pintar sino individuos. tractas y generales, nos instruye en for­
mar bien nuestra lengua ; y de consiguien­
Por consecuencia el arte de raciocinar se re­ te todo el arte de raciocinar se reduce al
duce á una lengua exacta. arte de hablar bien.
Hablar , pues , raciocinar, formarse ideas
Esta observación sobre las ideas abs­ generales ó abstractas, es en sustancia lo
tractas y generales demuestra , que su mismo; y esta verdad aun siendo tan sim­
claridad y precisión dependen únicamen­ ple, podría pasar por un descubrimiento. Se­
te del órden con que hemos hecho las guramente se ha juzgado tal, y parece á lo
denominaciones de las clases ; y que por menos ser así según se habla y se raciocina,
consiguiente para determinar esta especie según el abuso que se ha hecho de las ideas
de ideas, solo hay un medio; este es el generales, y finalmente por las dificultades
formar bien la lengua. que creen encontrar en concebir ideas abs­
Asimismo confirma lo que ya hemos de­ tractas los que no las encuentran para ha­
mostrado , esto es , cuan necesarias nos blar de ellas.
son las palabras ; pues si no tuviésemos El arte de raciocinar se reduce á una
denominaciones , tampoco tendríamos ideas lengua bien formada solamente, porque eí
parte ii, cap. v. 13^
¡34 la lógica.
órden en nuestras ideas es la subordina­ necesarias solamente porque necesitamos pa­
ción misma que hay entre los nombres ra formarnos ideas distintas, descomponer
dados á los géneros y á las especies; y los objetos que queremos estudiar , no tan
pues no tenemos nuevas ideas sino por­ solamente reconocerémos la limitación de
que formamos nuevas clases, se infiere nuestro entendimiento, sino también donde
claramente que solo determinarémos las están sus límites, y no intentaremos traspa­
ideas en el caso que determinemos las sarlos. No nos estraviarémos en vanas cues­
mismas clases. Entonces raciocinaremos tiones ; y en lugar de buscar lo que no po­
bien , porque la analogía nos guiará en demos hallar, hallaremos lo que sea pro­
nuestros juicios y en la inteligencia de porcionado á nuestro alcance: bastará para
las palabras. esto formarnos ideas exactas : lo que sabre­
mos siempre que sepamos servirnos de las
Bien conocida esta verdad, nos preservará palabras.
de muchos errores. Sabremos servirnos de las palabras, cuan­
do en el lugar de buscar en ellas las esen­
Convencidos de que las clases no son cias de las cosas que no hemos podido apli­
mas que denominaciones , no imaginare­ carles, busquemos solo lo que les hemos apli­
mos el suponer que existen en la natu­ cado, á saber, las relaciones de las cosas con
raleza géneros y especies, y no veremos nosotros, y las que ellas tienen entre sí.
en estas palabras géneros y especies, sino Sabremos servirnos de ellas cuando con­
una manera de clasificar las cosas según siderándolas con respecto á nuestra limita­
las relaciones que tienen con nosotros y ción , las miremos solo como un medio de
entre ellas. Reconocerémos que podemos que necesitamos para pensar. Entonces co­
descubrir solamente estas relaciones , y nos noceríamos que debe determinar su elec­
convencerémos de no poder decir lo que ción la mas perfecta analogía, que esta debe
ellas son, evitando por consecuencia mu­ también determinar todas sus acepciones , y
chos errores. limitaríamos necesariamente el número de
Si notam os que todas estas clases nos son las palabras á solo el que necesitásemos: no
136 I<A LÓGICA, parte 11, cap. v. 13?
nos estraviaríamos mas entre distinciones frí­ . hacen otra cosa los escritores que solo tie-
volas, divisiones, subdivisiones sin número, nen imaginación e
y palabras estrangeras , que se hacen bárba­ El camino que la análisis nos delinea,
ras en nuestra lengua. está marcado con una continuación de
Finalmente sabremos servirnos de las pa­ observaciones bien hechas , y andamos
labras , cuando la análisis nos haya hecho por él á pie firme , porque sabemos siem­
contraher el hábito de buscar la primera pre donde nos hallamos, y siempre ve­
significación de ellas en su primer empleo, y mos el parage á donde nos dirigimos :
las demas en la analogía. por otra parte la análisis nos ayuda con
cuanto puede sernos de algún socorro:
La análisis en quien forma las lenguas , y nuestro entendimiento, tan endeble por
crea las artes y ciencias. sí mismo , encuentra en ella palancas de
todas especies , y observa los fenóme­
A esta sola análisis debemos la facultad nos de la naturaleza en algún modo , con
de abstraer y generalizar : ella pues , for­ la misma facilidad que si el mismo los
ma las lenguas ; ella nos da ¡deas exactas de reglase.
todas especies: en una palabra, por ellas
nos hacemos capaces de crear las artes y Por ella es menester buscar la verdad, y no
ciencias: digámoslo mejor, ella las ha crea­ por la imaginación.
do: ha hecho todos los descubrimientos, y
no hemos tenido que hacer mas de se­ Pero para juzgar de lo que la debe­
guirla. La imaginación, á la cual se atri­ mos ; es necesario conocerla bien ; de
buyen todos los talentos, nada seria sin otro modo nos parecerá ser su obra la
la análisis. de la imaginación. Porque las ideas que
i Nada seria I Me engaño : seria un ma­ llamamos abstractas , no las perciben los
nantial de opiniones, de preocupaciones y sentidos , creeremos que no vienen de
de errores; y si ella no la reglase, solo for­ ellos ; y porque entonces no veremos lo
maríamos sueños es tra vagan tes. En efecto que tienen de común con nuestras sen-
r3^ LA LOGICA,
PARTE II, CAP. V. 139
saciones , nos imaginaremos que son otra sin advertir que lo habian buscado. La ra­
cosa. zón es, porque las necesidades que el autor
Preocupados de este error 9 nos cegaré- de la naturaleza les había dado, y las cir­
dos y equivocaremos sobre su origen y ge­ cunstancias en que los había colocado, les
neración : nos será imposible ver lo que precisaban á observar, y les advertían a me­
son ? y sin embargo creeremos estarlo nudo que no se entregasen á la imaginación.
viendo : no esperimentarémos mas que vi­ La análisis que formaba la lengua, la for­
siones. Unas veces tendremos á las ideas maba bien, porque determinaba siempre el
por entes existentes por sí mismos en el sentido de las palabras: y la lengua que
alma, ya innatos, ó ya añadidos sucesi­ aunque no era abundante estaba bien forma­
vamente á su ser : otras veces las ten­ da , guiaba á los descubrimientos mas nece­
dremos por entes que solo existen en Dios, sarios. Por desgracia no sabían los hom­
y que solo vemos en él. Sueños tales nos bres observar el modo como se instruían.
separarán necesariamente del camino de los podría muy bien decirse, que no son capa­
descubrimientos, é iremos siempre de er­ ces de hacer bien sino aquello que hacen
ror en error. Estos son los sistemas que sin saberlo ; y los filósofos, que hubieran de­
forma la imaginación : una vez adopta­ bido buscar con mas acierto, han buscado
dos , ya no nos es posible tener una len­ muchas vece./ para no encontrar nada, ó
gua bien formada ; y. estamos condenados para estraviarse. (Curso de estudios, arte de
á raciocinar casi siempre mal , porque pensar, parí, fi, cap. 5.)
raciocinamos mal sobre las facultades de
nuestra alma.
IVo es asi como los hombres, según he­
mos notado, se conducían al salir de las ma­
nos del autor de la naturaleza. Aunque en­
tonces caminasen en sus averiguaciones sin
saber que era lo que buscaban, buscaban
bien; y lo encontraban muchas veces aun
14° parte ir, cap. vi. 141
nerla presente , ó verla. Semejantes defini­
ciones manifiestan , pues , ó representan las
CAPITULO VI. cosas que se proponen para analizar, y es
todo cuanto hacen. Nuestros sentidos nos
Como se engañan los que miran á las defi­ manifiestan igualmente los objetos sensibles,
niciones como el único medio para reme­ y los analizamos, aunque no podamos de­
diar los abusos del lenguage. finirlos. La necesidad de definir es, pues, la
misma necesidad de ver las cosas , sobre
Las definiciones se limitan á mostrar las co- quienes se quiere raciocinar; y si pueden
sas, y no se sabe lo que quiere decirse cuan­ ver sin definirlas, son las definiciones inú­
do se dan por principios. tiles. Este es el caso mas ordinario.
No hay duda que para estudiar una cosa,
C •necesito verla; pero cuando la veo, solo me
CJon palpables los vicios de las lenguas, so­ falta analizarla; luego, pues que descubro
bre todo en las palabras , cuya acepción no la-s propiedades de una superficie terminada
esta determinada , ó que no tienen sentido. por tres líneas, la análisis sola es el prin.
Se ha querido remediar esto; y porque hay cipio de mis descubrimientos, si se quieren
palabras que pueden definirse, « asentó por principios ; y esta definición nada mas ha­
regla que era necesario definirlas todas: en ce que mostrar el triángulo objeto de mis
consecuencia fueron miradas las definiciones averiguaciones, así como mis sentidos me
como la basa del arte de raciocinar. muestran los objetos sensibles. ¿ Qué signi­
Un triangulo es una superficie determi­ fica , pues , este lenguage las definiciones son
nada por tres líneas. Ve ahí una defini­ principios ? Significa que es necesario empe­
ción. Si da del triángulo una idea, sin la zar por ver las cosas para estudiarlas, y que
cual seria imposible determinar sus pro­ es necesario verlas como son. Esto solo sig­
piedades , es porque para descubrir fas pro­ nifica, y sin embargo quieren con él signi­
piedades de una cosa, es menester anali­ ficar alguna cosa mas.
zarla , y para analizarla, es necesario te- Principio es sinónimo de comienzo^ y en
Í42 LA lógica. parte ir, cap. vi. 143
esta significación se entendió y empleó en sustancia que siente: es una definición que
su origen; pero en lo sucesivo, á fuerza de manifiesta con mucha imperfección el alma
hacer uso de esta palabra, se sirvieron de á todos aquellos á quien la análisis no ha
ella por costumbre , maquinalmente, y sin enseñado que todas sus facultades son en su
fijarla ideas, y se establecieron por princi­ origen ó principio la misma facultad de
pios muchos que no son comienzo, origen sentir. No se debería, pues , empezar á
ó raíz de alguna cosa. tratar del alma por semejante definición,
Si yo digo que nuestros sentidos son el pues aunque todas sus facultades sean en
principio de nuestros conocimientos, por­ su principio unas mismas con la de sen­
que estos comienzan en los sentidos, ade­ tir , no puede esta verdad servirnos de
mas de afirmar una verdad , diré una cosa un principio en nuestra indagación, si en
inteligible : pero no sucederá lo mismo si di­ lugar de ser el primer conocimiento , es
go , que una superficie terminada por tres el último. ¥ en efecto es el último, pues
lineas es el principio de todas las propie­ es un resultado de la análisis del alma y
dades del triángulo , porque todas las pro­ sus facultades.
piedades del triángulo empiezan en una
superficie terminada por tres líneas : pues Rara vez se pueden hacer definiciones.
seria lo mismo que decir, que todas las
propiedades de una superficie terminada Encaprichados los geómetras en que es
por tres lineas, empiezan en una super­ necesario definirlo todo , repiten vanos es­
ficie terminada por tres líneas. En una fuerzos, y buscan definiciones que no hallan:
palabra, nada me enseña esta definición: tal es, por ejemplo, la de la linea recta,
no hace mas que manifestarme una cosa pues decir con ellos que es la mas corta de
que conozco, y cuya análisis puede única­ un punto á otro , no es darla a conocer, es
mente descubrirme las propiedades. suponer que se conoce; y siendo en su lerv-
Limítanse, pues, las definiciones á mani­ guage la definición un principio , no debe
festar las cosas; pero no siempre las mani­ suponer que la cosa es ya conocida. Véa­
fiestan con igual claridad. El alma es una se ahí el escollo en que chocan todos los
parte ir, cap. vi. 143
144 la lógica.
inventores de elementos con grande escán­ No digamos, pues, que es necesario en
dalo de algunos geómetras, que se quejan, nuestras averiguaciones tener definiciones
de que no se haya dado aun una buena por principios: digamos mas sencillamente
definición de la línea recta, y que parece que es menester empezar bien , esto es , ver
ignoran que no se debe definir lo que es las cosas como son, y añadamos que pa­
indefinible. Pero si las definiciones se limi­ ra verlas así, es preciso empezar siempre
tan á mostrarnos las cosas ¿ qué importa que por la análisis.
esto sea antes que las conozcamos, ó des­ Espigándonos de esta suerte, hablarémos
pués? Me parece que el punto esencial es con mas precisión, y no tendremos el tra­
solo el conocerlas. bajo de buscar las definiciones que comun­
Todos estaríamos convencidos de que el mente no se encuentran. Sabremos por ejem­
único medio para conocer las cosas es el plo, que para conocer la línea recta, no es
analizarlas, si se hubiera notado que las me­ de algún modo necesario definirla á manera
jores definiciones no son mas que análisis. de los geómetras , y que basta observar co­
mo hemos adquirido su ¡dea.
La del triángulo, por ejemplo, es una; pues,
ciertamente para decir que este es una su­
Vanos esfuerzos de los que tienen la manía
perficie terminada por tres líneas , ha sido
de definirlo todo.
necesario observar uno después de otro sus
lados y contarlos. Es verdad que esta aná­
Porque la geometría es una ciencia que se
lisis se hace en algún modo al primer golpe,
llama exacta , se ha creido que para tratar
porque contamos con prontitud hasta tres;
pero un niño no contaría tan ligeramente, con igual exactitud las demas ciencias, no
y sin embargo analizaría el triángulo tan había que hacer mas que imitar á los geó­
bien como nosotros: él lo analizaría lenta­ metras , y la manía de definir como ellos,
mente, así como nosotros después de ha­ se hizo común á todos los filósofos ó á los
que se tienen por tales. Abrase un dicciona­
ber contado lentamente haríamos la defini­
ción, ó la análisis de una figura compuesta rio de una lengua, y se verá que á cada
artículo se quieren hacer definiciones, sia la­
de un gran número de lados.
te
T4.6 LA LÓGICA,
PAETE II, CAP. VI. 147
grar el fin. Las mejores suponen , como la acordarse en componerlas cada uno del
de la línea recta, que la significación de las mismo modo que los otros, han quedado
palabras es ya conocida; y si nada suponen necesariamente indeterminadas. Tal es, por
no se entienden. ejemplo, la que significamos por la pala­
bra espíritu (1); pero aunque la análisis no
Las definiciones son inútiles porque perte­ pueda determinar lo que comprendemos por
nece á la análisis determinar las ideas. una palabra que no entendemos todos del
mismo modo, determinará sin embargo cuan­
O nuestras ideas son simples, ó com­ to es posible entenderse por esta palabra,
puestas : si son simples, no se definirán sin impedir por eso que cada uno entienda
jamas : lo emprendería inútilmente un geó­ lo que quiera, como así sucede; esto es, que
metra : daria al través como en la defi­ le será mas fácil corregir la lengua, que
nición de la línea recta ; pero aunque corregirnos.
no puedan definirse, la análisis siempre Pero finalmente ella sola es quien corre­
nos mostrará como las hemos adquirido, girá cuanto pueda corregirse, porque es
porque nos mostrará de donde y como ella sola la que puede dar á conocer la ge­
nos vienen. neración de todas nuestras ideas. Por eso
Si una idea es compuesta , toca también los filósofos se estraviaron, cuando abando­
á sola la análisis dárnosla á conocer , por­ naron la análisis, y creyeron poderla suplir
que ella sola , descomponiéndola puede ma­
con definiciones: tanto mas se han estravia-
nifestarnos todas sus ideas parciales: y así
cualesquiera que sean nuestras ideas , perte­
nece siempre á sola la análisis determinar­
las de un modo claro y preciso. ( 1 ) Ciertamente este ejemplo es una buena
No obstante quedarán siempre ideas por prueba de lo que afirma el autor; pues la pa­
determinarse , ó que á lo menos no podrán labra castellana espíritu no parece tener entre
determinarse á satisfacción de todos; esto nosotros la misma fuerza y acepciones que tie­
es, porque no habiendo podido los hombres ne entre los franceses la palabra esprit, que st
baila en el original.
ka
f^S LA LOGICA, PARTE n, CAP. VI. 149
do , cuanto no han sabido aun dar una bue­ se hace bajando de la jnontaña al valle. (1)
na definición de la misma análisis. Al ver Por este lenguage veo solamente que estos
los esfuerzos que hacen para esplicar este son dos métodos contrarios , y que si uno
método , parece que hay un gran misterio en es bueno , el otro es malo. Efectivamente no
descomponer un todo en sus partes, y en se puede ir sino de lo conocido á io descono­
recomponerlo, que es lo que hace la análisis: cido , con que si lo desconocido está sobre
sin embargo basta para esto observar suce­ la montaña, no se alcanzará bajando, y si
sivamente y con orden. Véase en la Enci­ está en el valle, no se conseguirá subiendo ••
clopedia la palabra análisis (analyce). no puede haber, pues, dos métodos contra­
rios para llegar al fin. Pero no merecen crí­
La síntesis, método obscuro. tica mas seria opiniones semejantes. ( Curso
de estudios, arte de pensar, parte 1, cap. 9.)
La síntesis trajo la manía de las definicio­ Se supone que la propiedad de la sínte­
nes , ese método obscuro que empieza siem­ sis es componer nuestras ideas, y que la de
pre por donde es menester acabar, y que la análisis es el descomponerlas. Esta es la
no obstante lo llaman método de enseñanza. razón porque el autor de la Lógica cree dar­
No daré yo de ella una nocion mas pre­ las á conocer , cuando dice que la una con­
cisa , sea porque no la comprendo, ó por­ duce del valle á la montaña, y la otra de
que no es posible comprenderla: es tanto la montaña al valle. Pero raciocínese bien
mas incomprensible, cuanto abraza todos los ó mal, es absolutamente preciso que el es­
caractéres de los espíritus que quieren em­ píritu baje y suba alternativamente: ó para
plearla, y sobre todo los de los entendimien­ hablar con mas sencillez, le es tan esencial
tos falsos, ó poco exactos. Así se esplica un el componer como el descomponer , porque
célebre escritor sobre este asunto. En fin, una serie de razonamientos no es ni puede
dice, estos dos métodos (la análisis y la ser sino una serie de composiciones y des­
síntesis) no tienen otra diferencia que la composiciones. Pertenece , pues , a la stnte-
que hay entre el camino que se hace su­
biendo de un valle á una montaña, y el que <i) La Lógica ó arte de pensar, parí. 4, c. a.
i¿í
I¿O LA LOGICA,
sis componer y descomponer , y lo mismo
pertenece á la análisis. Seria absurdo imagi­ CAPITULO VII.
nar que estas dos cosas se concluyen , y que
se podría raciocinar , evitando á su elección Cuan sencillo es el razonamiento, cuando la
la composición ó descomposición, g En qué, lengua lo es.
pues , se diferencian estos dos métodos ? En
que la análisis empieza siempre bien, y la Error de los que prefieren la síntesis á
síntesis siempre mal: aquella sin afectar or­ la análisis.
den lo tiene naturalmente, porque es el mé­
todo de la naturaleza : esta que no conoce
Aunque sea la análisis el único método,
el orden natural, porque es el método in­
ventado por los filósofos, afecta tener mucho, los matemáticos siempre dispuestos á aban­
para fatigar el espíritu sin iluminarlo. Ulti­ donarla , parece no la usan sino forzados.
mamente la análisis verdadera, la análisis Dan la preferencia a la síntesis , que juzgan
que debe ser preferida , es aquella que em­ mas sencilla y corta , y sus escritos son por
pezando desde la cosa menor , manifiesta en esta razón mas embarazosos y largos.
la analogía la formación de la lengua, y en Acabamos de ver que esta síntesis nos
ía formación de la lengua los progresos de conduce por medio opuesto al de la análisis,
las ciencias. nos pone fuera del camino de los descubri­
mientos; y no obstante el gran número de los
matemáticos, imagina que este método es el
mas propio para la instrucción. Tan persua­
didos están á esto, que na quieren que se
siga otro en sus libros elementales.
Clairaut pensó de otro modo. No sé si
Euler y la Grange dijeron lo que pensa­
ban en este asunto; pero han obrado co­
mo si lo hubieran dicho , pues en sus ele-
rÓa LA LÓGICA, PARTE M, CAP. VII. t¿3
meatos de álgebra siguen el me'todo analí­
tico. Todas las ciencias serian exactas si se ha
El voto de estos matemáticos merece al­ blase en todas una lengua muy sencilla.
gún aprecio. Es necesario, pues, que los
otros esten sumamente preocupados en favor Por poco que se medite sobre la análisis,
de la síntesis, para hallarse aun persuadi­ se reconocerá que debe ilustrar mas a pro
dos á que la análisis, reconocido por el mé­ porción que sea mas simple y precisa; y si
todo de invención, no es el de la enseñan­ se hace memoria de que el arte de racio­
za, y á que hay para aprender los descu­ cinar se reduce á una lengua bien formada,
brimientos de los otros un medio preferible se juzgará, que la mayor sencillez y preci­
á aquel por quien nosotros los haríamos. sión de la análisis no puede ser sino efecto
Al mismo tiempo que la análisis gene­ de la mayor sencillez y precisión del len-
ralmente se ha desterrado de las matemáti­ guage. Es, pues, necesario formarnos una
cas siempre que se puede hacer uso de la idea de esta sencillez y precisión para acer­
síntesis , parece que se le ha prohibido toda carnos á ella en todos nuestros estudios cuan­
entrada en las demas ciencias, y que solo se to sea posible.
introduce sin saberlo los mismos que las tra­ Se llaman ciencias exactas aquellas donde
tan. Vease ahí la razón por que de tan­ se demuestra rigurosamente. ¿Por qué, pues,
tas obras de filósofos antiguos, ó modernos, no son exactas todas las ciencias ? Y si hay
hay tan pocas propias para instruir. Rara algunas en las que no se demuestra riguro­
vez se puede conocer la verdad si la aná­ samente, ¿cómo se demuestra en ellas? ¿Se
lisis no la manifiesta, cuando al. contrario comprende lo que se quiere decir, cuan­
la síntesis la envuelve en una confusión de do se suponen demostraciones , que en ri­
nociones vagas, opiniones y errores, y se gor no lo son ?
forma un gerga, que se toma por la lengua Una demostración, ó no lo es, ó lo es
de las artes y ciencias. rigurosamente; pero es menester convenir
en que sino se propone, o esplica en la
lengua en que debe esplicarse, no parece-
LA LÓGICA. PARTS II, CAP. VII.
ra lo que es: por esta razón no es defecto fácilmente, y por otra parte bastará para
de las ciencias, si ellas no demuestran con manifestar todo el artificio del razonamiento.
rigor, es defecto de los sabios que hablan
mal. Teniendo algunos tantos repartidos en
La lengua de las matemáticas, la álge­ mis dos manos, si hago pasar uno de la ma­
bra es la mas sencilla de todas. ¿No ha­ no derecha á la izquierda, tendré tantos en
brá, pues, por esto demostraciones sino en una mano como en otra; y si paso uno de
las matemáticas ? Y porque las otras cien­ la izquierda á la derecha , tendré en esta
cias no pueden llegar á la misma sencillez, al doble. Pregunto, cuál es el número de
¿ estarán condenadas á no poder ser bastan­ tantos que tengo en cada una?
te sencillas, para convencer que demues­ No se trata de adivinar este número ha­
tran lo que demuestran ? ciendo suposiciones: es menester encontrar
La análisis es la que demuestra en todas; raciocinando , yendo de lo conocido á lo
y demuestra rigurosamente , siempre que desconocido por una serie de juicios.
habla la lengua que debe hablar. Sé bien Aquí hay dos condiciones dadas , ó para
que se distinguen diferentes especies de aná­ hablar como los matemáticos, hay dos da­
lisis : análisis lógica, análisis metafísica, tos ; el uno, que si hago pasar un tanto de
análisis matemática ; pero no hay mas de la mano derecha á la izquierda, tendré igual
una sola y es la misma en todas las ciencias, número en cada una : el otro , que si paso
porque en todas lleva de lo conocido á lo un tanto de la izquierda á la derecha , ten­
desconocido por el raciocinio, esto es, por dré en esta doble número. Se ve , que si es
una serie de juicios que se contienen unos posible encontrar el número que intento bus­
en otros. Nos formaremos una idea del Ien- car, no puede ser de otro modo que obser­
guage que debe tener, si ensayamos resolver vando las relaciones en que están los dos
uno de los problemas que no se resuelven datos ; y se concebirá , que estas relaciones
ordinariamente sino con el socorro de la serán mas <5 menos conocidas , según los da­
álgebra. Escogeremos uno de los mas fá­ tos se espresen con modo mas ó menos sen­
ciles , porque lo podremos comprender mas cillo.
LA LÓGICA.
PARTE II, cap. vil. 15?
Sí se dice : el número que contiene la ma­ recha aumentado con una unidad j y por
no derecha, cuando se le quita un tanto, es consecuencia se espresará el segundo dato
igual al que está en la mano izquierda, cuan­ diciendo : el número de la mano derecha au­
do a esta se añade uno se espresaria el pri­ mentado con una unidad, es igual al duplo
mer dato con muchas palabras. Dígase, pues, del de la izquierda disminuido en una uni­
mas brevemente: el número de la mano de­ dad.
recha disminuido en una unidad, es igual Se traducirá esta espresion en otro modo
al de la izquierda aumentado con una uni­ mas sencillo, si se dice: la derecha aumen­
dad: o el número de la derecha menos una tada con una unidad, es igual ú dos iz­
unidad, es igual al de la izquierda mas quierdas disminuidas cada una en una
una unidad', ó en fin aun con mayor bre­ unidad; y se llegará á esta espresion , la
vedad, la derecha menos uno, igual á la mas sencilla , la derecha ?nas uno , igual a
izquierda mas uno. dos izquierdas menos dos. Véanse aquí las
Así es como de traducción en traducción espresiones en que hemos traducido estos
llegamos á la espresion mas sencilla del pri­ datos.
mer dato. Con que mientras mas se abrevie La derecha menos uno igual á la izquierda
el discurso, mas se acercarán las ideas ; y mas uno.
mientras mas se acerquen las ideas, será mas La derecha mas uno igual á dos izquierdas
fácil comprenderlas bajo todas sus relacio­ menos dos.
nes. Nos queda, pues, que tratar del segun­ Estas suertes de espresiones se llaman en
do dato, como hemos tratado del primero, las matemáticas ecuaciones. Están compues­
para lo que habremos de traducirlo en la tas de dos miembros ¡guales: la derecha me­
espresion mas sencilla. nos uno es el primer miembro de la primera
Según este segundo dato del problema, si ecuación: la izquierda mas uno es el se­
se pasa un tanto de la izquierda á la dere­ gundo.
cha, se tendrá doble en esta. Luego el nú­ Las cantidades desconocidas están mezcla­
mero de mi mano izquierda disiminuido en das en cada uno de estos miembros con las
ana unidad, es la mitad de mi mano de­ cantidades conocidas. Las conocidas son me-
I¿8 LA LÓGICA. PARTE ti, CAP. Vtl. I¿9

nos uno, mas uno , menos dos : las descono­ ve que se conocerá esta cantidad, cuando
cidas son la derecha y la izquierda, por se conozca el valor del segundo miembro de
quienes se espresan los dos números que la una , ó de la otra ecuación. Pero el se­
se buscan. gundo miembro de la primera es igual al se­
Mientras que las conocidas y desconoci­ gundo miembro de la segunda, pues son igua­
das están así mezcladas en cada miembro les uno y otro á la misma cantidad espresa-
de las ecuaciones, no es posible resolver un da por la derecha. Podráse por consecuencia
problema. Pero no es necesario un grande hacer esta tercera ecuación.
esfuerzo de meditación, para notar, que si La izquierda mas dos igual a dos izquierdas
hay un medio de transportar las cantidades menos tres.
de un miembro á otro , sin alterar la igual­ Entonces no queda sino una desconocida,
dad que hay entre ellos , podemos, no de­ la izquierda'-, y se conocerá su valor cuan­
jando en un miembro sino una de las dos do se haya separado, esto es, cuando se ha­
desconocidas, separarla de las conocidas con yan pasado todas las conocidas al mismo la­
quienes está mezclada. do. Se dirá pues:
Pero este medio se presenta por sí mismo; Dos mas tres igual á dos izquierdas menos
pues si la derecha menos uno es igual á la una izquierda.
izquierda mas uno, la derecha entera será Dos mas tres igual á una izquierda.
igual á la izquierda mas dos; y si la dere­ Cinco igual á una izquierda.
cha mas uno es igual á dos izquierdas menos Está resuelto el problema. Porque se ha
dos, la derecha sola será igual á dos izquier­ descubierto que el número de tantos que
das menos tres. Se substituirán , pues, á las tengo en la mano izquierda es cinco : y en
dos primeras ecuaciones las dos siguientes. las ecuaciones la derecha igual a la izquier­
La derecha igual á la izquierda mas dos. da mas dos, la derecha igual a dos izquier-
La derecha igual á dos izquierdas menos das menos tres , se encontrará que siete es
tres. el número que tengo en la mano derecha;
El primer miembro de estas dos ecuacio­ y estos dos números cinco y siete satisfacen
nes es la misma cantidad, la derecha; y se á las condiciones del problema.
ido LA LÓGICA,
PARTE n, CAP. VII» iói
el número de mi mano derecha, aumen­
Solución de este problema con signos algé­
tado con una unidad, es igual al duplo
bricos.
del de mi mano izquierda disminuido en
una unidad. Están, pues los dos datos de
Se palpa en este ejemplo como la sen­
nuestro problema contenidos en estas dos
cillez de las espresiones facilita el razona­
ecuaciones :
miento ; y se comprende, que si la análisis
necesita de un lenguage semejante, cuando
un problema es tan fácil como el que aca­ íc — i — y f i,

bamos de resolver, mucho mas necesitará *t i — a y — a ,


de él cuando los problemas son mas com­ que serán separando la desconocida del pri­
mer miembro.
plicados. Por eso la ventaja de la análisis en
las matemáticas viene de que por ella se ha­ x z= y f a ,
bla en estas la lengua mas sencilla. Una li­ x — a y — 3.
gera idea de la álgebra bastará para hacer­ De los dos últimos miembros de estas dos
ecuaciones hacemos
lo comprender.
En esta lengua no hay necesidad de pa­ yfa = ay — 3,
labras. Se espresa mas por esta señal f, que serán sucesivamente
menos por esta — , igual por esta ~; y se yfa — ay — 3}
espresan las cantidades por letras y cifras a t 3 = a — y,
por ejemplo , será el número de tantos que a t 3 = y,
tengo en la mano derecha, y y el que s—y-
tengo en la mano izquierda. Por lo cual Finalmente de x — y t a sacamos
x — i ~ y f i significa que el número de y — 5 t a = 7 • y de x — ay — 3, sacamos
tantos que tengo en la mano derecha, dis­ igualmente x~ 10 — 3 — y.
minuido en una unidad , es igual al que ten­
go en la mano izquierda aumentado con
una unidad; y xf ay — a, significa que

L
la lógica. PARTE It, CAP. VII. iffj
i6z
ert ellas no se demuestra rigurosamente, sino
La evidencia de un razonamiento consiste cuando se habla con x, a y b. Si algunas
únicamente en la identidad que se muestra no parecen capaces de demostración, es por­
de un juicio con otro. que está en uso hablarlas antes de haber for­
mado su lengua, y aun sin haber pensado
Este lenguage algébrico hace conocer de que sea necesario formarla ; pues todas ten­
un modo sensible cuan ligados están unos drían la misma exactitud, si se hablasen con
con otros los juicios en un razonamiento. Se lenguas bien formadas: así hemos tratado la
ve que el último no se contiene en el penúl­ metafísica en la primera parte de esta obra.
timo , el penúltimo en el que le precede, No hemos, por ejemplo, esplicado la genera­
V así de los demas ascendiendo, sino porque ción de las facultades del alma, sino por­
el último es idéntico con el penúltimo, el que hemos visto que estas son idénticas con
penúltimo con el que le precede, &c. y se la facultad de sentir; y nuestros razonamien­
reconoce que en esta identidad consiste toda tos , formados con palabras , se demuestran
la evidencia del razonamiento. tan rigurosamente como los razonamientos
Cuando un razonamiento se esplica con formados con letras.
palabras, la evidencia consiste igualmente
en la identidad de un juicio con otro. En Las ciencias poco exactas son aquellas cuyas
efecto, la serie de juicios es la misma, y lenguas están mal formadas.
solo se muda la espresion. No hay, pues,
mas diferencia que la de conocerse mas fá­ Si hay ciencias poco exactas, no es por
cilmente la identidad cuando se manifiesta no hablarse en ellas con la álgebra, sino
con signos algébricos, que con palabras. porque sus lenguas están mal formadas, por­
Pero aunque la identidad se conozca mas, que esto no se conoce, ó porque sí se pre­
ó menos fácilmente, basta que se manifies­ sume , se empeoran queriéndolas mejorar.
te, para asegurarse que un razonamiento sí ¿ Debe causar admiración que no se sepa ra­
una demostración rigurosa; y no se debe ciocinar , cuando la lengua de las ciencias
creer que las ciencias no son exactas, y que no es mas que una gerga compuesta de mu-
l a
164 LA LÓGICA. parte it, cap. vfr. 1Ó5
chas palabras, de las que unas son vul­ todas las soluciones algébricas ofrecen el
gares, que no tienen determinado sentido, y mismo lenguage , esto es, razonamientos, ó
otras estrangeras, ó bárbaras, que se compren­ juicios sucesivamente idénticos, espresados
den mal ? Todas las ciencias serán exactas, si con letras.
supiésemos hablar la lengua de cada una. ‘Pero porque el álgebra es la lengua ma3
Todo confirma, pues, lo que ya hemos metódica, y porque aclara razonamientos,
probado , esto es, que las lenguas son otros que no podrían traducirse en ninguna otra,
tantos métodos analíticos: que el razona­ han imaginado que no es propiamente una
miento no se perfecciona sino perfeccionán­ lengua: que solo lo es en ciertos casos , y
dose ellas mismas ; y que el arte de racioci­ que debe ser aun alguna otra cosa mas.
nar, reducido á su mayor sencillez, es una La álgebra es en efecto un método analí-
lengua bien formada. tico , pero no deja por esto de ser una len­
gua, siendo todas las lenguas métodos ana­
La álgebra es propiamente una lengua. líticos , porque esto es segunda vez, lo que
son en efecto. Y así álgebra es una prue­
No diré con los matemáticos que, la álge­ ba superior de que los progresos de las
bra es uno especie de lengua; sino digo que ciencias dependen únicamente de los pro­
es una lengua verdadera, y que no puede gresos de las lenguas; y de que las lenguas
ser otra cosa. Se ve en el problema que aca­ bien formadas podrían solas dar á la análi­
bamos de resolver, que es una lengua , á la sis el grado de sencillez y precisión de que
que hemos traducido el razonamiento que es capaz , según el género de nuestros estu­
habíamos hecho con palabras : con que si las dios.
letras y las palabras esplican el mismo razo­ Lo podrían , digo ; pues en el arte de ra­
namiento , es evidente; que pues con las pa­ ciocinar , como en el de calcular , todo se
labras se había una lengua, también se habla reduce á composiciones y descomposiciones;
otra con las letras. y no se juzga por esto que son dos artes
Las mismas observaciones se harían so­ diferentes.
bre los problemas mas cumplicados; pues
PARTE II, CAP. VIII. 167
¡66
ma. En consideración es la primera que se
debía hacer, y casi nunca se hace : se
CAPITULO VIII. raciocina, pues, mal, porque se ignora que
no se tienen bastantes conocidas para ra­
En que consiste todo el artificio del ra­ ciocinar bien.
zonamiento. No obstante, si se reparase que cuan­
do tenemos todas las conocidas , vamos
guiados por un lenguage claro y preciso
Hay dos cosas en una cuestión, que se ha
á la solución que se busca, sospecharía­
de resolver: la manifestación de los datos,
mos no tenerlas todas, cuando seguíamos
ó el estado de la cuestión ; y el despejo,
un lenguage obscuro y confuso que a nada
ó separación de las desconocidas, ó el
conduce. Procuraríamos hablar mejor, a fin
razonamiento.
de raciocinar mejor, y aprenderíamos cuan
dependientes una de otra están estas dos
El me'todo que hemos seguido en el ca­ cosas.
pítulo precedente, se funda en esta ob­ Nada es mas sencillo que el razonamien­
servación y regla .• que no se puede des­ to, cuando los datos contienen todas las co­
nocidas necesarias para el descubrimiento de
cubrir una verdad desconocida , si no se
halla envuelta entre verdades conocidas; la verdad : acabamos de verlo. No vale de­
cir que la cuestión que nos hemos propues­
y que por consiguiente toda cuestión que
to es fácil de resolver; porque e! modo de
«e ha de resolver supone datos , en que
están mezcladas las verdades conocidas raciocinar es uno: no se muda, ni puede
mudarse, y solo se muda el objeto del ra­
con las desconocidas, como lo están en
zonamiento á cada nueva cuestión que se
efecto en los datos del problema que he­
mos resuelto. propone. Es necesario proceder de lo co­
nocido á lo desconocido , así en las mas
Si los datos no contienen todas las ver­
difíciles, como en ias mas fáciles. Es, pues,
dades conocidas necesarias para descubrir la
menester que los datos Contengan todas las
desconocida, no puede resolverse el proble­
PARTE II, CAP. VIII. l6?
*68 la lógica.
conocidas necesarias á la solución; y cuan­ despejaron también como por sí propias. Es­
do las contienen, no falta mas que presentar tablecer el estado de una cuestión , es pues,
estos datos de un modo sencillo para des­ propiamente traducir los datos á la espresion
pejar, tí separar las desconocidas con la ma­ mas simple , porque la espresioja mas sim­
yor facilidad posible. ple es la que facilita el razonamiento , faci­
Hay pues, dos partes en una cuestión: litando el despejo de las desconocidas.
la manifestación de los datos, y el despejo Dirán algunos que así se raciocina en las
tí separación de las conocidas. matemáticas , en las cuales el razonamiento
La manifestación de los datos es lo que se hace con ecuaciones, 3 pero se podra ha­
se entiende propiamente por el estado de la cer lo mismo en las otras ciencias , donde
cuestión, y el despejo de las desconocidas es el razonamiento se hace con proposiciones?
el razonamiento que las resuelve. Respondo que ecuaciones, proposiciones y jui­
cios vienen á ser una cosa misma, y que por
Lo que se debe entender por el estado de la consecuencia se raciocina del mismo modo
cuestión. . en todas las ciencias.

Cuando propuse descubrir el número de El artificio del razonamiento es el mis­


tantos que tenia en cada mano , manifesté mo en todas las ciencias; ejemplo
todos los datos que se necesitaban, y por que lo prueba.
consiguiente parece que establecí yo mis­
mo el estado de la cuestión ; pero mi len- En las matemáticas el que propone una
guage no preparaba la solución del proble­ cuestión , la propone de ordinario con todos
ma ; por esto en lugar de haber repetido mi sus dotes, y no se trata para resolverla, sino
esplicacion palabra por palabra, se la hizo de traducirla al álgebra. En las otras cien­
pasar de traducción en traducción, hasta lle­ cias , al contrario, parece que nunca se pro­
gar á la mas sencilla espresion. Entonces pone una cuestión con todos sus datos. Se
se formtí en algún modo por sí mismo el preguntará, por ejemplo, cual es el origen
razonamiento, porque las desconocidas se y la generación de la facultades del onten-

»
/7° LA LÓGICA, PARTE II, CAP. VIII. r7T
dimiento humano, y se dejarán por buscar que el origen y la generación son las desco­
los datos, porque el mismo que propone la nocidas. Ve ahí los datos en que las conoci­
cuestión, no los conoce. das están mezcladas con las desconocidas.
Pero aunque tengamos que buscar los da­ ¿ Pero como se han de despejar el origen
tos , no se ha de decir por eso que no es- y la generación : que son aquí las descono­
tan contenidos á lo menos implícitamente en cidas ? Nada parece mas simple. Por el ori­
la cuestión que se propone. Si no estuviesen gen entendemos la conocida que es principio
no los hallaríamos ; y así deben estar con­
tenidos en toda cuestión capaz de resolverse. tendemos el modo con que las conocidas vie­
Es menester advertir solamente que no es- nen de una primera. Esta primera que co­
tan siempre en ella de un modo que pue­ nozco como facultad, no la conozco aun
dan ser fácilmente reconocidos: por conse­ como primera: es, pues, propiamente la
cuencia encontrarlos , es descubrirlos en una desconocida que está mezclada con todas las
espresion aonde están implícitamente; y pa­ conocidas, y que es menester despejar. Pe­
ra resolver la cuestión, es necesario tradu­ ro la mas ligera observación me hace notar
cir aquella espresion á otra, en que todos que la facultad de sentir está mezclada con
los datos se manifiesten de un modo esplí- todas las demas. La sensación es , pues , la
cito y distinto. desconocida que tenemos que despejar , pa­
Preguntar, pues , cual es el origen y la ra descubrir como se va transformando su­
generación de las facultades del entendimien­ cesivamente en atención , comparación , jui­
to humano, es preguntar cual es el origen cio &c. Esto es lo que hemos hecho , y
y generación de las facultades, por las cua­ hemos visto, que como las ecuaciones
les el hombre capaz de sensaciones conci­ 1 = y í i, y «t 1 = a y — a pasan
be las cosas formándose ideas de ellas; y se por diferentes transformaciones para llegar
ve luego que la atención , la comparación, ¿y— y x — y : la sensación pasa igual­
el juicio, la reflexión, la imaginación y el mente por diferentes transformaciones para
raciocinio son con las sensaciones las cono­ venir á ser entendimiento.
cidas del problema que ha de resolverse, y El artificio del razonamiento es, pues, el
LA LÓGICA. parte tt, cap. ix. 173
mismo en todas las ciencias. Así como en las
matemáticas se establece la cuestión tradu­ En defecto de la evidencia de razón, tene­
ciéndola al álgebra ; así en las otras cien- mos la evidencia de hecho , y la evidencia
cirs se establece traduciéndola á la espresion de sentimiento.
mas simple ; y una vez establecida la cues­
tión , el raciocinio ó razonamiento que la La evidencia de que acabamos de hablar,
resuelve , no es tampoco mas que una serie y á la que llamo evidencia de razón, con­
de traducciones , en que una proposición que siste Unicamente en la identidad: esto es lo
traduce a la que la antecede , es traducida que hemos demostrado. Esta verdad es de­
por la que la subsigue: y de este modo pasa masiado sencilla, para haberse ocultado á
la evidencia con identidad desde la ma­ todos los filósofos, aunque ellos tenían tan­
nifestación de la cuestión hasta la conclu­ to interes en asegurarse de la evidencia, pa­
sion del razonamiento. labra que tenían continuamente en la boca.
Sé que un triángulo es evidentemente una
superficie terminada por tres líneas , porque
CAPITULO IX. para cualquiera que entiende el valor de los
« términos , superficie terminada por tres lí­
De los diferentes grados de certidumbre • ó neas es lo mismo que triángulo : pues luego
de la evidencia de las conjeturas y de la que sé evidentemente lo que es un triángu­
analogía. lo , conozco su esencia; y puedo en esta
ciencia descubrir todas las propiedades de la
figura.
NT u .
-t-’o haré mas que indicar los diferentes gra­ Vería igualmente todas las propiedades
dos de certidumbre, y remiro al lector al del oro en su esencia, si la conociese. Su peso¿
arte de raciocinar, que es propiamente la ductilidad, maleabilidad &c. no seria mas que
declaración, ó esplicacion de todo este ca­ su esencia transformada, que me presentaría,
pítulo. en sus transformaciones diferentes fenómenos;
y podría descubrir todas sus propiedades por
la lógica. PARTE It, CAP- IX. I7á
un razonamiento que no seria mas que una
serie de proposiciones idénticas. Pero no lo La evidencia de razón demuestra la existen­
conozco así. A la verdad cada proposición cia de los cuerpos.
que hago sobre este metal, si es verdadera,
es idéntica: tal es esta: el oro es maleable; Como las cualidades absolutas de los cuer­
pues significa un cuerpo que ha observado ser pos esten fuera del alcance de nuestros sen­
maleable, y que llamo oro, es maleable: pro­ tidos y no podamos conocer de ellos sino las
posición en que la misma ¡dea se afirma de cualidades relativas, se sigue que todo hecho
sí misma. conocido no es otra cosa que una relación
Cuando he hecho sobre iín cuerpo mu­ conocida. Sin embargo, decir que los cuerpos
chas proposiciones igualmente verdaderas, tienen cualidades relativas , es decir que son
afirmo en cada una lo mismo de lo mismo; algo relativamente los unos á ios otros; y
pero no veo la identidad de una proposi­ decir que son algo relativamente los unos
ción con otra. Aunque el peso, ductilidad á los otros, es decir que son cada uno algo
y maleabilidad no sean verdaderamente sino independientemente de toda relación: esto es
una cosa misma, que se transforma diferen­ algo absoluto : la evidencia de razón nos en­
temente, no lo veo. No podría, pues, lle­ seña , pues, que hay unas cualidades abso­
gar al conocimiento de estos fenómenos por lutas , y por consiguiente cuerpos ; pero no
evidencia de razón: no los conozco hasta des­ nos enseña sino existencia.
pués de haberlos observado , y llamo eviden­
cia de hecho la certidumbre que de ellos ten­ Lo que se entiende por fenómenos, observa­
go- ciones y esperiencias.
Podría igualmente llamar evidencia de
hecho el conocimiento cierto de los fenóme­ Por fenómenos se entiende propiamente
nos que observo en mí; pero la llamo eviden­ los hechos que son una consecuencia de
cia de sentimiento : porque por el sentimien­ las leyes de la naturaleza ; y estas mis­
to conozco estos hechos. mas leyes son otros tantos hechos. El ob­
jeto de la física es conocer estos fenóroe-
1?6 LA LÓGICA,
ÍARTE II, CAPj IX. í'ty
nos y estas leyes , y comprender, sí es rósimil que lo verdadero; pero muchas ven­
posible, su sistema.
ces nos ponen en el camino de los descu­
Con este fin se pone una atención par­
brimientos , porque nos enseñan lo que de­
ticular en ¡os fenómenos, se les considera bemos observar. Esto es lo que se entiende
según todas sus relaciones , no se omite por conjeturar.
circunstancia alguna ; y cuando se está
Las conjeturas mas débiles son aquellas
asegurado de ellos por haber observado
por las que se asegura una cosa solamente,
bien , se les da entonces el nombre de
porque no se alcanza la razón porque no
observaciones.
pueda ser. Si de esta especie las admitimos
Pero para descubrirlos , no siempre en alguna ocasión, solo debe ser como su­
basta observar: se necesita por diferentes
posiciones que necesitan confirmación, y so­
medios despejarlos de cuanto los oculta,
bre las cuales falta que hacer observaciones
acercarlos á nosotros , y proporcionarlos ó esperiencias.
á nuestra vista; esto es lo que se llama
Parece que tenemos fundamento para creer
esperiencias. Tal es la diferencia que es
que la naturaleza obra por los medios mas
menester poner entre fenómenos, observa­ sencillos. En consecuencia de esto los filó­
ciones y esperiencias. sofos se han inclinado a juzgar , que de mu­
chos medios, por los que una cosa puede
Uso de las conjeturas. producirse , la naturaleza debe haber elegi­
do los que le parece ser mas sencillos. Pe­
Es cosa rara que pueda llegarse de un ro esta conjetura solo tendrá fuerza cuando
golpe á la evidencia : en todas las cien­ seamos capaces de conocer todos los medios,
cias y en todas las artes se ha empezado por los que puede obrar la naturaleza, y de
como á tientas. juzgar de su sencillez : lo que no puede su­
Partiendo de las verdades conocidas, se ceder sino muy rara vez.
sospechan otras de quienes todavía no se tie­
ne seguridad. Estas sospechas se fundan en
circunstancias que indican mas bien lo ve-
M
lyS LA lógica.
parte ti, CAP. IX. 1^9
muchas partes del universo para un mismo
La analogía tiene diferentes grados de cer­
fin, puede ser que no lo permita algunas
tidumbre.
veces sino como una consecuencia del sis­
tema general: puede suceder también que
Las conjeturas están colocadas entre la
una revolución haga un desierto de un pla­
evidencia y la analogía, que por lo ordina­
neta habitado.
rio no es mas que una débil conjetura. Es
La analogía que está fundada sobre la re­
menester, pues , que distingamos diversos
lación de los efectos á ia causa , ó de la cau­
grados en la analogía , según las relaciones
sa á los efectos , es la que tiene mas fuer­
en que la fundamos, de semejanza , de obje­
za : y aun llega á ser una demostración,
to ó fin, ó sobre las relaciones de las causas á
cuando esta confirmada por el concurso de
los efectos, ó de los efectos á las causas.
todas las circunstancias.
La tierra está habitada , luego los plane­
Es una evidencia de hecho, que hay so­
tas lo están. Ve ahí la mas débil analogía,
bre la tierra revoluciones diurnas y anuales;
porque está fundada solo sobre la relación
y es una evidencia de razón, que estas re­
de semejanza.
voluciones pueden ser producidas por el mo­
Pero si se repara que los planetas tie­
vimiento de la tierra, por el del sol, ó por
nen revoluciones diurnas y anuales, y que ambos.
por consiguiente sus partes son iluminadas
Pero observamos que los planetas descri-
y calentadas sucesivamente ¿ no parece que
bren órbitas al rededor del sol, y nos ase­
se han tomado estas precauciones para la
guramos igualmente por la evidencia de he­
conservación de algunos habitantes ? Esta
cho , que algunos tienen un movimiento de
analogía , que está fundada sobre la relación
rotación sobre su ege mas ó menos inclina­
de los medios al fin , tiene, pues, mas fuer­
do. Consta por evidencia de razón que esta
za que la primera. Sin embargo, si prueba
doble revolución debe necesariamente pro­
que la tierra no es sola la habitada, no
ducir dias, estaciones y años: luego la tierra
prueba que todos los planetas lo sean; pues
tiene una doble revolución , pues que tiene
lo que el autor de la naturaleza repite en
dias, estaciones y años.
ma
paste ir, cap. ix. i8r
rSo LA IÓGICA. se reduce á formar b¡en la lengua de cada
Esta analogía supone que los mismos efec­ ciencia.
tos tienen las mismas causas: suposición que En fin hemos probado que las primeras
estando confirmada por nuevas analogías, y lenguas en su origen se formaron bien, por­
por nuevas observaciones , no podrá ser te­ que la metafísica que dirigía su formación,
nida por dudosa. Así se han conducido los no era una ciencia cono hoy, sino un ins­
buenos filósofos. Si queremos aprender á ra­ tinto dado por la naturaleza.
ciocinar como ellos, elmejor medio es es­ De la naturaleza, pues , es de quien de­
tudiar ios descubrimientos que se han hecho bemos aprender la verdadera lógica. Este ha
desde «aalileo hasta Newton. ( Curso de es­ sido mi objeto , y por eso esta obra ha salido
tudios arte de razonar. Hist. moderna, lib. mas sencilla, mas breve y nueva. Jamas
ult. cap. 5 y sig.) dejará la naturaleza de instruir á cualquiera
Así es también como nosotros hemos pro­ que sepa estudiarla: tanto mejor instruye,
curado raciocinar en esta obra. Hemos ob­ cuanto habla siempre el leng lage mas con­
servado la naturaleza, y aprendido de ella la ciso y exacto. Seríamos sumamente hábiles,
análisis. Con este método nos hemos estu­ si supiésemos hablar con la misma exactitud}
diado nosotros mismos; y habiendo descu­ pero hablamos demasiado para raciocinar
bierto por una continuación de proposicio­ siempre bien.
nes idénticas, que nuestras ¡deas y faculta­ Me parece que debo añadir aquí algunas
des no son otra cosa que la sensación que advertencias para los jóvenes, que quieran
toma diferentes formas , nos hemos asegura­ estudiar esta lógica.
do del origen y de la generación de unas y
otras. Advertencia á los jóvenes que quieran estu­
Hemos notado que el desenvolvimiento de diar esta lógica.
nuestras ideas y facultades no se hace sino
por medio de los signos, y que sin ellos no Como todo el arte de raciocinar se re­
se haría: que por consiguiente nuestro mo­ duzca á formar bieu la lengua de cada cien­
do de raciocinar no puede corregirse sino cia, se sigue evidentemente que el estudio de
corrigiendo el lenguage , y que todo el arte
l8a LA LÓGICA. parte ir, cap. ix. 183
«na ciencia bien tratada se reduce al estudio dinariamente se llama con impropiedad filo­
de una lengua bien formada. sofía, ó porque la han enseñado. De cualquie­
Pero aprender una lengua, es hacérsela ra manera que me lean, les sera muy difícil
familiar , lo que no puede ser efecto sino de olvidar lo que aprendieron para no apren­
un largo uso. Es necesario , pues, leer con der mas que lo que enseñó. Se desdeñaran
reflexión , interrumpiendo frecuentemente la de volver á empezar su estudio conmigo:
lectura con la meditación , hablar sobre lo harán poco caso de mi obra, si perciben que
que se ha ieido , y volverlo á leer, para ase­ no la entienden; y sucederá lo mismo, si
gurarse de haber hablado bien. creen entenderla, porque la entenderán a su
Se comprenderán fácilmente los prime­ modo, y juzgarán no haber aprendido cosa
ros capítulos de esta lógica; pero si por com­ alguna. Es muy común entre los que se juz­
prenderlos así, se cree poder pasar inme­ gan sabios, no ver en los mejores libros mas
diatamente á otros, se irá con demasiada pri­ que lo que ya saben, y por consiguiente leer­
sa. No se debe, pues, pasar á un capítulo los sin provecho alguno : nada ven de nue­
nuevo, hasta después de haberse apropiado vo en una obra donde todo es nuevo pa­
las ¡deas y el lenguage de los que le prece­ ra ellos.
den. Si se sigue otro método, no se compren­ Por lo que solo escribo para los ignoran­
derán con la mistfta facilidad los siguientes, tes : como estos no hablan la lengua de al­
y algunas veces no se comprenderán de mo­ guna ciencia , les será mas fácil aprender la
do alguno. mia: es mas proporcionada á su capacidad
Pero hay otro inconveniente mayor, este que ninguna otra , porque la he aprendido
es el que se entenderá mal esta lógica , por­ de la naturaleza , que les hablara como a mi.
que el lector se formará una gerigonza in­ Pero si encuentran pasages que no com­
teligible de los restos , que conservará de so prendan , guárdense bien de preguntar á sa­
lengua y de la mia, que ligeramente cree­ bios como de los que acabo de hablar: mejor
rá haber aprendido. Esto acontecerá princi­ harán en preguntar á otros ignorantes que
palmente á los que se juzguen instruidos, ó me hayan ieido con inteligencia.
porque han hecho un estudio de lo que or-. Díganse á sí mismos: en esta obra se va
PARTE II, CAP. IX. l8d
184 LA LÓGICA.
de lo conocido á lo desconocido : luego la di­ cinar , nos presumimos que á cada razona­
ficultad que encuentro en entender un capí­ miento, la primera cosa debe ser pensar en
tulo consiste únicamente en que los capítulos las reglas con que debe hacerse , y nos en­
precedentes no me son bastante familiares. gañamos. No nos toca pensar en las reglas,
Entonces juzgaran que deben retroceder ; y á ellas toca guiarnos sin que pensemos en
ello. No se hablaría palabra, si antes de em­
* si tienen la paciencia de hacerlo , me enten­ pezar cada frase fuera necesario apelar á la
derán sin tener necesidad de consultar á na­
die. Nunca se entiende mejor que cuando se gramática. Y así el arte de raciocinar, como
entiende sin socorros estraños. todos los demas, no se habla bien sino cuan­
Esta lógica es corta, y por lo mismo no do se habla naturalmente.
espanta. Para leerla con la reflexión que pi­ Medítese el método , y medítese mucho;
de, no será necesario mas tiempo que el que pero no se piense mas en él, cuando se quie­
se perdiere en leer otra cualquiera. ra pasar á otra cosa. Aigun dia llegará á se­
Una vez sabida , por lo que entiendo es­ ros familiar : entonces siempre con vosotros
tar en estado de hablarla fácilmente, y po­ mismos , observará vuestros pensamientos,
derla rehacer en caso de necesidad , se po­ que irán solos, y velará sobre ellos para im­
dran leer con menos lentitud los libros en pedirles todo estravio : esto es cuanto se pue­
que las ciencias están bien tratadas, y algu­ de esperar del método. No se ponen los pre­
nas veces se instruirá en ellos, leyéndolos tiles á lo largo de los precipicios para que
rápidamente, pues para ir rápidamente de el viagero camine , sino para impedir que se
conocimiento en conocimiento, basta haber­ precipite.
se apropiado el método que es tínicamente Si en los principios causa algún trabajo
el bueno, y que por consiguiente es el mis­ hacerse familiar el método que enseño, no
mo en todas las ciencias. es porque sea difícil: no puede serlo , por­
Pero quiero aun advertir á los jóvenes de que es natural. Pero lo es para aquellos cu­
una preocupación que debe ser natural á los yas malas costumbres han corrompido la na­
que empiezan: y es, que porque un méto­ turaleza. Deséchense pues, estas costum­
do para raciocinar debe enseñarnos á racio­ bres , y se raciocinará naturalmente bien.

i
*8<í LA LÓGICA.
Parece que debería haber dado estos avi­
TABLA
sos antes de empezar la lógica; pero no se
hubieran entendido: fuera de que para los
que la habrán sabido leer desde la primera DE LOS CAPITULOS CONTENIDOS
vez, están bien al fin ; y lo están también
para los otros, que así conocerán mejor la
EN ESTA OBRA.
necesidad que de ellos tienen.

Objeta de esta obra................................ 5


FIN.
PRIMERA PARTE.

Como la naturaleza nos ensena la aná­


lisis ; y como por este método se es-
plica el origen y la generación, ya
de las ideas , ya de las facultades
del alma..................................................... 9
cap. i. Como nos da la naturaleza las
primeras lecciones del arte de pensar. Id.
cap. h. La análisis es el único método
para adquirir conocimientos. Como lo
aprendemos de la misma naturaleza. 19
cap. 111. La análisis hace al alma jus­

ta en sus percepciones.................. - •
cap. iv. Como la naturaleza nos hace
observar• los objetos sensibles para
darnos ideas de diferentes especies... 34
cap. v. De las ideas de las cosas que no
tocan los sentidos.................................... ¿o gua exacta................................... 13»
cap. vi. Continuación del mismo asunto. $$ cap. vi. Como se engañan los que mi­
cap. vii. Análisis de las facultades del ran á las definiciones como el único
alma.............................................................. medio para remediar los abusos del
cap. vni. Continuación del mismo asunto. 67 lenguage...........................................................
cap. ix. De las causas de la sensibili­ cap. vii. Cuan sencillo es el razona­

dad y de la memoria........ jz, miento, cuando la lengua lo es. .. s¿i


cap. viii. En que consiste todo el arti­

SEGUNDA PARTE. ficio del razonamiento..........................


cap. ix. De los diferentes grados de cer­

La análisis considerada en sus medios tidumbre ; o de la evidencia, de las


y efectos ; ó el arte de raciocinar re­ conjeturas, y de la analogía. .... 27a
ducido á un idioma exacto....... qy
cap. i. Como los conocimientos que debe­
mos a la naturaleza , forman un sis­
tema, en el cual está todo perfecta­
mente ligado-, y como nos extraviamos,
cuando olvidamos sus lecciones. . . . Id.
cap. ii. Como el lenguage de acción ana­
liza el pensamiento. .......................... 109
cap. iii. Como son métodos analíticos las
lenguas. Imperfección de estos mé-
Lodos| j
cap. iv. De la influencia de las lenguas. ¡
cap. v. Consideraciones sobre las ideas
abstractas y generales-, ó como el ar­
te de raciocinar se reduce á uua len­
*

- ' • • - - • .....................................


a — -».

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