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SOBRE LAS BROMAS AL PREDICAR LA PALABRA DE DIOS

La palabra cristiano, significa: ser “seguidor de Cristo o pequeño cristo” y según 1ra de Pedro 2:21 el mismo
Señor nos dejó ejemplo para que siguiésemos sus pisadas.
En todo su ministerio, narrado en los Evangelios, no vemos al Señor Jesucristo hacer ninguna broma.
Tampoco encontramos a alguno de sus servidores realizando chistes para resultar más agradable a los
oyentes.
Muy por el contrario, hallamos en la Biblia tanto al Señor como a los profetas, evangelistas y siervos
en general, presentando la Palabra de Dios con mucha seriedad y solemnidad.
No observamos ni a Esteban ni a Pedro, diciendo cosas graciosas para que los Judíos de Jerusalén se
rían y acepten mejor la predicación del Evangelio. Esdras tampoco hizo bromas para alegrar al Remanente
de Israel al leer la Ley, ni Pablo ministró con chistes a sus queridos, entonces nos preguntamos:
¿Por qué algunos predicadores contemporáneos se hacen los graciosos cuando presentan la Santa
Palabra de Dios?
Es muy común escuchar en audiciones de conocidas radios cristianas, a maestros de la Biblia (algunos se
hacen llamar pastores, otros doctores) que gozan de buena reputación entre el pueblo de Dios, hacer
bromas y chistes durante la exposición de la Palabra de Dios.
Sabemos que en los cursos de oratoria seculares se enseña a mantener la atención del auditorio con
frases ocurrentes y graciosas junto con acciones físicas (levantar la mano, pararse, repetir algo, etc.)
pero la Palabra de Dios debe predicarse “en el poder del Espíritu Santo”, no con humana sabiduría,
tal cual lo enseña el apóstol Pablo en su primer epístola a los Corintios capítulo 2°, versículos: 1,4 y 13.
Reconocemos que los predicadores mencionados tienen ministerios fructíferos, y quizás hayan ganado
muchas almas para Cristo, pero “a todo aquel a quien se haya dado mucho, mucho se le demandará; y al
que mucho se le haya confiado, más se le pedirá”. (Lc 12:48) por esto es que humildemente deseamos que
presenten la Palabra del Señor con sobriedad y solemnidad, tal cual lo hicieron tanto Él como sus
servidores, y si fuese posible, sin nombrar erróneamente los libros de la Biblia como a veces hacen. (En
lugar de decir primer libro de Samuel o primero Samuel, dicen primera Samuel. Mencionan, primera de
Corintios, de Timoteo etc. en lugar de decir primera a los Corintios y a Timoteo. No es correcto tampoco
decir Evangelio de Juan, porque el Evangelio es del Señor Jesús, se debe decir: Evangelio según Juan y
lo mismo con el resto.)
Que el pueblo de Dios no aprenda de ellos así (con bromas y errores) a recibir ni a predicar el Santo
Evangelio de Dios ni su Palabra preciosa.
El apóstol Pablo le pide a Tito que enseñe mostrando seriedad (Tito 2:7) y a Timoteo que sea sobrio en
todo (2° Timoteo 4:5).
Muchos de estos “pastores” que predican, cumplen funciones de conducción entre los cristianos, aunque
no es conforme a la Escritura que hermanos con don de pastor (Gr. poinmen) gobiernen en las
congregaciones como si fuesen “ancianos” (Gr. presbuteros), en cuyo caso conforme a la santa Palabra
que enseñan, deberían ser sobrios y serios (Tito 2:2) lo cual no da lugar a broma alguna y menos al
predicar la Biblia.
Cuando en medio de un sermón al que los predicadores modernos nos tienen acostumbrados,
escuchemos un chiste o una broma, no le prestemos atención ni creamos que es correcto hacerlo así, sino
que sigamos el consejo apostólico a los tesalonicenses: “Escudriñadlo todo, retened lo bueno” (1° Tes 5:21)

Dios tenga misericordia de nosotros, y nos bendiga; (Salmos 67:1)

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