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REFORMA AGRARIA

El 6 de enero de 1915, el entonces Presidente de la República, Venustiano


Carranza, promulgó en Veracruz la Ley Agraria, cuya finalidad fue la de rescatar los
objetivos fundamentales de las luchas agrarias. Dicha normatividad, a saber, fue
redactada por Luis Cabrera.
Sus puntos principales fueron la repartición y la distribución de propiedades,
mediante el expolio de haciendas; con esa ley se logró restituir gran parte de las
tierras arrebatadas a sus verdaderos dueños por una errada interpretación
legislativa en la materia, así como impulsar la Comisión Nacional Agraria (CNA).

Otro de los objetivos alcanzados fue la creación de comisiones locales agrarias y


de comités particulares ejecutivos que, suscritos a la CNA, se encargaron de
conducir los trámites iniciados en las diversas localidades.
El proceso de la reforma se inició con la Ley Agraria del 6 de enero de 1915, emitida
por Carranza en Veracruz, la cual ordenó la restitución de tierras arrebatas a raíz
de la legislación de julio de 1856 y estipuló la dotación para aquellos pueblos que
carecieran de ella.

Asimismo, estipuló la creación de la Comisión Nacional Agraria por cada estado o


territorio de la federación, y de los comités particulares ejecutivos que en cada
entidad federativa se considerasen necesarios.

Los postulados de la Ley reformista de 1915, se incorporaron más tarde en él


articulo 27 de la Constitución Mexicana de 1917, que consagra como principio
fundamental el dominio original del Estado sobre las tierras y aguas de la Nación y
la facultad del mismo para regular la distribución y aprovechamiento de tales
recursos, reconoció la propiedad comunal, la restitución de tierras a las
comunidades que hubiesen sido despojadas.

La expropiación con fines de restitución y dotación respetaría únicamente las


propiedades legalmente establecidas que no excedieran de 50 hectáreas de tierras
de primera calidad.

Se responsabilizó a los estados y territorios de la República para fijar la extensión


máxima de tierra de que puede ser dueño un solo individuo o sociedad legalmente
constituida y a fraccionar los excedentes que serían adquiridos por el Estado,
mediante el pago con bonos que constituirían la deuda agraria.

Dejando así establecidas las bases legales para una profunda Reforma Agraria.

En los años que van de 1920 a 1934 se consideró al ejido como una forma transitoria
que deberían culminar en la formación y consolidación de una pequeña propiedad,
se inició la formación de diversas instituciones con las que se pretendió hacer de la
reforma agraria un proceso integral y proveer a los nuevos propietarios con la

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infraestructura necesaria, se creó la Comisión Nacional de Irrigación y el Banco
Nacional de Crédito Agrícola.

A pesar de las reparticiones de las tierras comprendidas en este periodo, no


pusieron fin al latifundio como unidad central del sistema de producción agrícola.

En 1934 se efectuaron diversas reformas jurídicas: se modificó el Art. 27 de la


constitución, para señalar las afectaciones de tierra se realizaron respetando la
pequeña propiedad agrícola en explotación; se creó el Departamento Agrario, en
sustitución de la Comisión Nacional Agraria, y se instituyeron las Comisiones
Agrarias Mixtas en cada entidad federativa, en las cuales tendrían participación las
organizaciones campesinas.

A partir de este año se inició un cambio radical de la estructura de la tenencia de la


tierra, el ejido fue concebido como el eje principal para emprender una
transformación de fondo, se efectuó el mayor reparto agrario hasta entonces,
afectando las haciendas de las zonas de agricultura más prósperas del país.

Durante los años de 1930 a 1966 la producción agrícola de México creció más
rápidamente que su población, contribuyendo significativamente al desarrollo
general del país. El crecimiento sostenido de la agricultura se basó tanto en el
reparto agrario cardenista como en la fuerte inversión pública destinada a este
sector.

A partir de 1966 el proceso de urbanización que experimentó el país modificó los


hábitos de consumo alimenticio y, con ello, la demanda de algunos productos
agrícolas.

Para la década de 1970 se presentó una gran confluencia de distintas fuerzas


campesinas en demanda de tierra: avecindados e hijos de ejidatarios buscaron la
ampliación de los ejidos o nuevas dotaciones; jornaleros y trabajadores rurales
migrantes, demandaban la afectación de latifundios simulados, y las comunidades
indígenas persistían en rescatar tierras que poseyeron ancestralmente.

Para final de los esta década la situación del campo era crítica, el medio rural
presentaba serios atrasos frente al urbano, tanto económicamente, como en la
dotación de servicios con que contaba, los ingresos de la población y en todos los
indicadores del bienestar social, familiar y personal.

A partir del año 1980, la profundización de la crisis económica general del país
agravó la incapacidad del Estado para destinar recursos públicos a este sector, el
cual había sido enteramente de la inversión pública.

El 1 de noviembre de 1991 el Presidente Salinas envió un proyecto de reformas del


Art. 27 de la Constitución, la cual fue efectuada el 6 de enero de 1992, que iba a
proponer:

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 Promover la justicia y la libertad en el campo
 Proteger el ejido.
 Que los campesinos fueran sujetos y no objetos del cambio.
 Revertir el minifundio e impedir el regreso del latifundio.
 Capitalización del campo, dando certidumbre a la tenencia de la tierra.
 Rapidez jurídica para resolver rezagos agrarios, creándose tribunales
agrarios que hagan pronta y expedita la justicia.
 Comprometer recursos presupuéstales a crecientes al campo, para evitar la
migración masiva a las grandes ciudades, generando empleos en el medio
rural.
 Se crea el seguro ejidatario.
 Se creará el fondo para empresas de solidaridad.
 Resolver la cartera vencida con el Banrural y aumentar los financiamientos
al campo.
Esta reforma estuvo seguida por la promulgación de la Ley Agraria y la Ley Orgánica
de los Tribunales Agrarios.

La Ley Agraria determinó la creación de la Procuraduría Agraria, como organismo


público descentralizado, con personalidad jurídica y patrimonios propios, y la
transformación del Registro Agrario Nacional, en un órgano desconcentrado de la
Secretaria de la Reforma Agraria.

Y a través de la Ley Orgánica se crearon los Tribunales Agrarios, como órganos


federales con plena jurisdicción y anatomía, para dictar sus fallos en materia agraria
en todo el territorio nacional.

Es el organismo encargado de llevar a cabo el derecho agrario, fue creada por


publicación en el Diario Oficial de la Federación de fecha 31 de diciembre de 1974.

Esta Secretaría es una Secretaría de Estado, dependiente del poder ejecutivo


federal, que tiene a su cargo el ejercicio de las atribuciones y facultades que
expresamente le ordene el Art. 27 de la constitución, la ley agraria, la ley orgánica
de la administración pública federal y otras leyes, así como reglamentos, decretos,
acuerdos y órdenes del Presidente de la República

A partir del 30 de marzo de 1998 la Secretaría adecua su estructura, funciones y


atribuciones al marco jurídico actual, orientándose al ordenamiento de la propiedad
rural, en las siguientes vertientes:

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ART. 27
La propiedad de las tierras y aguas comprendidas dentro de los límites del territorio nacional
corresponde originariamente a la Nación, la cual ha tenido y tiene el derecho de transmitir
el dominio de ellas a los particulares constituyendo la propiedad privada.

Las expropiaciones sólo podrán hacerse por causa de utilidad pública y mediante
indemnización.

La Nación tendrá en todo tiempo el derecho de imponer a la propiedad privada las


modalidades que dicte el interés público, así como el de regular, en beneficio social, el
aprovechamiento de los elementos naturales susceptibles de apropiación, con objeto de
hacer una distribución equitativa de la riqueza pública, cuidar de su conservación, lograr el
desarrollo equilibrado del país y el mejoramiento de las condiciones de vida de la población
rural y urbana. En consecuencia, se dictarán las medidas necesarias para ordenar los
asentamientos humanos y establecer adecuadas provisiones, usos, reservas y destinos de
tierras, aguas y bosques, a efecto de ejecutar obras públicas y de planear y regular la
fundación, conservación, mejoramiento y crecimiento de los centros de población; para
preservar y restaurar el equilibrio ecológico; para el fraccionamiento de los latifundios; para
disponer, en los términos de la ley reglamentaria, la organización y explotación colectiva de
los ejidos y comunidades; para el desarrollo de la pequeña propiedad rural; para el fomento
de la agricultura, de la ganadería, de la silvicultura y de las demás actividades económicas
en el medio rural, y para evitar la destrucción de los elementos naturales y los daños que la
propiedad pueda sufrir en perjuicio de la sociedad.

Corresponde a la Nación el dominio directo de todos los recursos naturales de la plataforma


continental y los zócalos submarinos de las islas; de todos los minerales o sustancias que
en vetas, mantos, masas o yacimientos constituyan depósitos cuya naturaleza sea distinta
de los componentes de los terrenos, tales como los minerales de los que se extraigan
metales y metaloides utilizados en la industria; los yacimientos de piedras preciosas, de sal
de gema y las salinas formadas directamente por las aguas marinas; los productos
derivados de la descomposición de las rocas, cuando su explotación necesite

ser utilizadas como fertilizantes; los combustibles minerales sólidos; el petróleo y todos los
carburos de hidrógeno sólidos, líquidos o gaseosos, y el espacio situado sobre el territorio
nacional, en la extensión y términos que fije el derecho internacional.

Son propiedad de la Nación las aguas de los mares territoriales, en la extensión y términos
que fije el derecho internacional; las aguas marinas interiores; las de las lagunas y esteros
que se comuniquen permanente o intermitentemente con el mar; las de los lagos interiores
de formación natural que estén ligados directamente a corrientes constantes; las de los ríos
y sus afluentes directos o indirectos, desde el punto del cauce en que se inicien las primeras
aguas permanentes, intermitentes o torrenciales, hasta su desembocadura en el mar, lagos,
lagunas o esteros de propiedad nacional; las de las corrientes constantes o intermitentes y
sus afluentes directos o indirectos, cuando el cauce de aquéllas, en toda su extensión o en
parte de ellas, sirva de límite al territorio nacional o a dos entidades federativas, o cuando
pase de una entidad federativa a otra o cruce la línea divisoria de la República; las de los
lagos, lagunas o esteros cuyos vasos, zonas o riberas, estén cruzadas por líneas divisorias
de dos o más entidades o entre la República y un país vecino, o cuando el límite de las
riberas sirva de lindero entre dos entidades federativas o a la República con un país vecino;

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las de los manantiales que broten en las playas, zonas marítimas, cauces, vasos o riberas
de los lagos, lagunas o esteros de propiedad nacional, y las que se extraigan de las minas;
y los cauces, lechos o riberas de los lagos y corrientes interiores en la extensión que fija la
ley. Las aguas del subsuelo pueden ser libremente alumbradas mediante obras artificiales
y apropiarse por el dueño del terreno; pero, cuando lo exija el interés público o se afecten
otros aprovechamientos, el Ejecutivo Federal podrá reglamentar su extracción y utilización
y aun establecer zonas vedadas al igual que para las demás aguas de propiedad nacional.
Cualesquiera otras aguas no incluidas en la enumeración anterior, se considerarán como
parte integrante de la propiedad de los terrenos por los que corran o en los que se
encuentren sus depósitos; pero si se localizaren en dos o más predios, el aprovechamiento
de estas aguas se considerará de utilidad pública, y quedará sujeto a las disposiciones que
dicten los Estados.

En los casos a que se refieren los dos párrafos anteriores, el dominio de la Nación es
inalienable e imprescriptible y la explotación, el uso o el aprovechamiento de los recursos
de que se trata, por los particulares o por sociedades constituidas conforme a las leyes
mexicanas, no podrá realizarse sino mediante concesiones, otorgadas por el Ejecutivo
Federal, de acuerdo con las reglas y condiciones que establezcan las leyes. Las normas
legales relativas a obras o trabajos de explotación de los minerales y sustancias a que se
refiere el párrafo cuarto, regularán la ejecución y comprobación de los que se efectúen o
deban efectuarse a partir de su vigencia, independientemente de la fecha de otorgamiento
de las concesiones, y su inobservancia dará lugar a la cancelación de éstas. El Gobierno
Federal tiene la facultad de establecer reservas nacionales y suprimirlas. Las declaratorias
correspondientes se harán por el Ejecutivo en los casos y condiciones que las leyes
prevean. Tratándose del petróleo y de los carburos de hidrógeno sólidos, líquidos o
gaseosos o de minerales radioactivos, no se otorgarán concesiones ni contratos, ni
subsistirán los que en su caso se hayan otorgado y la Nación llevará a cabo la explotación
de esos productos, en los términos que señale la ley reglamentaria respectiva. Corresponde
exclusivamente a la Nación generar, conducir, transformar, distribuir y abastecer energía
eléctrica que tenga por objeto la prestación del servicio público. En esta materia no se
otorgarán concesiones a los particulares y la Nación aprovechará los bienes y recursos
naturales que se requieran para dichos fines.

Corresponde también a la Nación el aprovechamiento de los combustibles nucleares para


la generación de energía nuclear y la regulación de sus aplicaciones en otros propósitos. El
uso de la energía nuclear sólo podrá tener fines pacíficos.

La Nación ejerce en una zona económica exclusiva situada fuera del mar territorial y
adyacente a éste, los derechos de soberanía y las jurisdicciones que determinen las leyes
del Congreso. La zona económica exclusiva se extenderá a doscientas millas náuticas,
medidas a partir de la línea de base desde la cual se mide el mar territorial. En aquellos
casos en que esa extensión produzca superposición con las zonas económicas exclusivas
de otros Estados, la delimitación de las respectivas zonas se hará en la medida en que
resulte necesario, mediante acuerdo con estos Estados.

La capacidad para adquirir el dominio de las tierras y aguas de la Nación, se regirá por las
siguientes prescripciones:

I. Sólo los mexicanos por nacimiento o por naturalización y las sociedades mexicanas
tienen derecho para adquirir el dominio de las tierras, aguas y sus accesiones, o para

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obtener concesiones de explotación de minas o aguas. El Estado podrá conceder el mismo
derecho a los extranjeros, siempre que convengan ante la Secretaría de Relaciones en
considerarse como nacionales respecto de dichos bienes y en no invocar por lo mismo la
protección de sus gobiernos por lo que se refiere a aquéllos; bajo la pena, en caso de faltar
al convenio, de perder en beneficio de la Nación los bienes que hubieren adquirido en virtud
del mismo. En una faja de cien kilómetros a lo largo de las fronteras y de cincuenta en las
playas, por ningún motivo podrán los extranjeros adquirir el dominio directo sobre las tierras
y aguas.

El Estado, de acuerdo con los intereses públicos internos y los principios de reciprocidad,
podrá, a juicio de la Secretaría de Relaciones, conceder autorización a los Estados
extranjeros para que adquieran, en el lugar permanente de la residencia de los Poderes
Federales, la propiedad privada de bienes inmuebles necesarios para el servicio directo de
sus embajadas o legaciones;

II. Las asociaciones religiosas que se constituyan en los términos del artículo 130 y su ley
reglamentaria tendrán capacidad para adquirir, poseer o administrar, exclusivamente, los
bienes que sean indispensables para su objeto, con los requisitos y limitaciones que
establezca la ley reglamentaria;

III. Las instituciones de beneficencia, pública o privada, que tengan por objeto el auxilio de
los necesitados, la investigación científica, la difusión de la enseñanza, la ayuda recíproca
de los asociados, o cualquier otro objeto lícito, no podrán adquirir más bienes raíces que
los indispensables para su objeto, inmediata o directamente destinados a él, con sujeción
a lo que determine la ley reglamentaria;

IV. Las sociedades mercantiles por acciones podrán ser propietarias de terrenos rústicos
pero únicamente en la extensión que sea necesaria para el cumplimiento de su objeto.

En ningún caso las sociedades de esta clase podrán tener en propiedad tierras dedicadas
a actividades agrícolas, ganaderas o forestales en mayor extensión que la respectiva
equivalente a veinticinco veces los límites señalados en la fracción XV de este artículo. La
ley reglamentaria regulará la estructura de capital y el número mínimo de socios de estas
sociedades, a efecto de que las tierras propiedad de la sociedad no excedan en relación
con cada socio los límites de la pequeña propiedad. En este caso, toda propiedad accionaria
individual, correspondiente a terrenos rústicos, será acumulable para efectos de cómputo.
Asimismo, la ley señalará las condiciones para la participación extranjera en dichas
sociedades.

La propia ley establecerá los medios de registro y control necesarios para el cumplimiento
de lo dispuesto por esta fracción;

V. Los bancos debidamente autorizados, conforme a las leyes de instituciones de crédito,


podrán tener capitales impuestos sobre propiedades urbanas y rústicas, de acuerdo con las
prescripciones de dichas leyes, pero no podrán tener en propiedad o en administración más
bienes raíces que los enteramente necesarios para su objeto directo;

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FASCISMO
El fascismo es una ideología y un movimiento político que surgió en
la Europa de entreguerras (1918-1939) creado por Benito Mussolini. El término
proviene del italiano fascio (‘haz, fasces’), y éste a su vez del latín fascēs (plural
de fascis), los signos de la autoridad de los magistrados romanos. Se ha
caracterizado históricamente (sobre todo en la Italia de Mussolini y en la Alemania
de Hitler) por la exaltación de valores como la patria o la raza para mantener
permanentemente movilizadas a las masas, lo que ha llevado con frecuencia a la
declaración de guerras y a la opresión de minorías (judíos, gitanos,
homosexuales…).
El proyecto político del fascismo es instaurar un corporativismo estatal totalitario y
una economía dirigista,12 el fascismo ve la Primera Guerra Mundial como una
revolución que trajo cambios masivos a la naturaleza de la guerra, la sociedad, el
Estado y la tecnología. El advenimiento de la guerra total y la movilización total de
la sociedad habían creado la distinción entre civiles y militares. Una "ciudadanía
militar" surgió en la que todos los ciudadanos se involucraron con los militares de
alguna manera durante la guerra. La guerra había dado lugar al surgimiento de un
poderoso estado capaz de movilizar a millones de personas para servir en primera
línea y proporcionar producción económica y logística para apoyarlos, además de
tener una autoridad sin precedentes para intervenir en la vida de los ciudadanos.
Los fascistas creen que la democracia liberal es obsoleta y consideran que la
movilización completa de la sociedad en un Estado de partido único totalitario es
necesaria para preparar a una nación para un conflicto armado y para responder
eficazmente a las dificultades económicas. Tal estado es liderado por un líder
fuerte—como un dictador y un gobierno marcial compuesto por los miembros del
partido fascista gobernante—para forjar la unidad nacional y mantener una sociedad
estable y ordenada. El fascismo rechaza las afirmaciones de que la violencia es
automáticamente negativa en la naturaleza, y ve la violencia política, la guerra y el
imperialismo como medios que pueden lograr el rejuvenecimiento nacional. Los
fascistas abogan por una economía mixta, con el objetivo principal de lograr la
autarquía mediante políticas económicas proteccionistas e intervencionistas.
Se presenta como una «tercera vía» o «tercera posición»3 que se opone
radicalmente tanto a la democracia liberal en crisis (la forma de gobierno que
representaba los valores de los vencedores en la Primera Guerra Mundial, como
el Reino Unido, Francia o Estados Unidos, a los que considera decadentes) como
a las ideologías del movimiento obrero tradicional en ascenso
(anarquismo o marxismo, este último escindido a su vez entre la socialdemocracia y
el comunismo, que desde 1917 tenía como referente al proyecto de Estado
socialista que se estaba desarrollando en la Unión Soviética); aunque el número de
las ideologías contra las que se afirma es más amplio:
El concepto de «régimen fascista» puede aplicarse a algunos regímenes
políticos totalitarios o autoritarios5 de la Europa de entreguerras y a prácticamente
todos los que se impusieron por las potencias del Eje durante su ocupación del
continente durante la Segunda Guerra Mundial: en primer lugar a la Italia fascistade

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Benito Mussolini (1922), que inaugura el modelo y acuña el término; seguida por
la Alemania del Tercer Reich de Adolf Hitler (1933) que lo lleva a sus últimas
consecuencias; y, cerrando el ciclo, la España de Francisco Franco que se prolonga
mucho más tiempo y evoluciona fuera del periodo (desde 1936 hasta 1975).
Las diferencias de planteamientos ideológicos y trayectorias históricas entre cada
uno de estos regímenes son notables. Por ejemplo, el fascismo en la
Alemania nazi o nacional-socialismo añade un importante componente racista, que
sólo es adoptado en un segundo momento y con mucho menor fundamento por el
fascismo italiano y el resto de movimientos fascistas o fascistizantes. Para muchos
de estos el componente religioso (católico u ortodoxo según el caso) fue mucho más
esencial, tanto que Trevor-Roper ha podido definir el término fascismo
clerical (entre los que estaría el nacionalcatolicismo español).6
Puede considerarse que el fascismo italiano es un totalitarismo centrado en
el Estado:
El pueblo es el cuerpo del Estado, y el Estado es el espíritu del pueblo. En la doctrina
fascista, el pueblo es el Estado y el Estado es el pueblo.
Todo en el Estado, nada contra el Estado, nada fuera del Estado.
Mussolini7
Mientras que el nazismo alemán está centrado en la raza identificada con
el pueblo (Volk) o Volksgemeinschaft (interpretable como comunidad del pueblo o
comunidad de raza, o incluso como expresión del apoyo popular al Partido y al
Estado):

Ein Volk, ein Reich, ein Führer! «¡Un Pueblo, un Imperio, un Líder!»

También se pueden encontrar elementos del fascismo fuera del período de


entreguerras, tanto antes como después. Un claro precedente del fascismo fue la
organización Action Française (Acción Francesa, 1898), cuyo principal líder
fue Charles Maurras; contaba con un ala juvenil violenta llamada los Camelots du
Roi y se sustentaba en una ideología ultranacionalista, reaccionaria,
fundamentalista católica (aunque Maurras era agnóstico) y antisemita.
Con posterioridad a la Segunda Guerra Mundial reaparecieron movimientos
políticos, desde 1945 pocos partidos se han descrito abiertamente como fascistas,
y el término en su lugar es usualmente usado peyorativamente por opositores
políticos. Las descripciones neofascistas o neonazis a veces se aplican más para
describir partidos de la extrema derecha con ideologías similares o enraizadas en
los movimientos fascistas del siglo XX; a pesar de la intensa demonización a que
se sometió a la ideología y a los regímenes fascistas. En muchos países hay
legislaciones que prohíben o limitan su existencia o la exhibición de sus símbolos.
Características y definición
El fascismo es una ideología política y cultural fundamentada en un proyecto de
unidad monolítica denominado corporativismo, por ello exalta la idea

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de naciónfrente a la de individuo o clase; suprime la discrepancia política en
beneficio de un partido único y los localismos en beneficio del centralismo; y
propone como ideal la construcción de una utópica sociedad perfecta,
denominada cuerpo social, formado por cuerpos intermedios y sus representantes
unificados por el gobierno central, y que este designaba para representar a la
sociedad.
Para ello el fascismo inculcaba la obediencia de las masas (idealizadas como
protagonistas del régimen) para formar una sola entidad u órgano socioespiritual
indivisible.8 El fascismo utiliza hábilmente los nuevos medios de comunicación y
el carisma de un líder dictatorial en el que se concentra todo el poder con el
propósito de conducir en unidad al denominado cuerpo social de la nación.
El fascismo se caracteriza por su método de análisis o estrategia de difusión de
juzgar sistemáticamente a la gente no por su responsabilidad personal sino por la
pertenencia a un grupo. Aprovecha demagógicamente los sentimientos de miedo y
frustración colectiva para exacerbarlos mediante la violencia, la represión y
la propaganda,9 y los desplaza contra un enemigo común (real o imaginario, interior
o exterior), que actúa de chivo expiatorio frente al que volcar toda la agresividad de
manera irreflexiva, logrando la unidad y adhesión (voluntaria o por la fuerza) de la
población. La desinformación, la manipulación del sistema educativo y un gran
número de mecanismos de encuadramiento social, vician y desvirtúan la voluntad
general hasta desarrollar materialmente una oclocraciaque se constituye en una
fuente esencial del carisma de liderazgo y en consecuencia, en una fuente principal
de la legitimidad del caudillo.
El fascismo es expansionista y militarista, utilizando los mecanismos movilizadores
del irredentismo territorial y el imperialismo que ya habían sido experimentados por
el nacionalismo del siglo XIX. De hecho, el fascismo es ante todo un nacionalismo
exacerbado que identifica tierra, pueblo y estado con el partido y su líder. 10
El fascismo es un sistema político que trata de llevar a cabo un encuadramiento
unitario de una sociedad en crisis dentro de una dimensión dinámica y trágica
promoviendo la movilización de masas por medio de la identificación de las
reivindicaciones sociales con las reivindicaciones nacionales.
Las conexiones del fascismo con movimientos intelectuales —artísticos como
el futurismo y otras vanguardiasy filosóficos, como el irracionalismo y el vitalismo—
supusieron en realidad, más que su influencia, su utilización y manipulación, que
fue atractiva —en mayor o menor medida, con mayor o menor grado de compromiso
o simple contemporización, y a veces con evolución posterior en contra— para
muchas personalidades destacadas: italianos como Gabrielle D'Annunzio, Filippo
Tommaso Marinetti, Curzio Malaparteo Luigi Pirandello;12 alemanes como Martin
Heidegger, Ernst Jünger, Carl Schmitt, Wilhelm Furtwängler o Herbert von Karajan;
franceses como Robert Brasillach, Louis-Ferdinand Céline o Pierre Drieu La
Rochelle;13 españoles como Ernesto Giménez Caballero, Eugenio D'Ors, Agustín
de Foxá, Pedro Laín Entralgo o Dionisio Ridruejo;14 noruegos como Knut Hamsun,
rumanos como Mircea Eliade; y estadounidenses como Ezra Pound. En concreto
en el caso de Alemania, ocurrió con tópicos culturales como el

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del Übermensch de Nietzsche,15 o incluso con las
desviaciones pseudocientíficas justificadoras del racismo, como la eugenesia y
el darwinismo social. La ciencia misma fue un principal objeto de consideración,
encuadrada y subordinada de manera totalitaria al Estado y al Partido.
Se suele indicar que una característica de los países donde triunfaron los
movimientos fascistas fue la reacción de humillación nacional por la derrota 21 en
la Primera Guerra Mundial (se ha utilizado la expresión nacionalismo de
vencidos),22 que impulsaba a buscar chivos expiatorios a quienes culpar (caso de
Alemania), o la frustración de las expectativas no cumplidas (caso de Italia,
defraudada por el incumplimiento del Tratado de Londres).23En ambos casos, el
resentimiento se manifestaba, en el plano internacional, en contra de los más claros
vencedores (como Inglaterra, Francia o Estados Unidos); mientras que en el plano
interno se volcaba contra el movimiento obrero (sindicalistas, anarquistas,
comunistas, socialistas) o el peligro real o imaginado de una revolución comunista
o incluso una Conspiración Judeo-Masónico-Comunista-Internacional, o cualquier
otra fantasmagórica sinarquía oculta en cuya composición incluyera a cualquier
organización que los fascistas juzgasen transnacional y opuesta a los intereses del
Estado, como el capitalismo, la banca, la bolsa, la Sociedad de Naciones,
el movimiento pacifista o la prensa. Sobre todo en el caso alemán, se insistía en la
convicción de pertenecer a un pueblo o raza superior cuya postración actual se
debe a una traición que le ha humillado y sometido a una condición injusta; y que
tiene derecho a la expansión en su propio espacio vital(Lebensraum), a costa de los
inferiores.
La componente social del fascismo pretende ser interclasista y antiindividualista:
niega la existencia de los intereses de clase e intenta suprimir la lucha de clases con
una política paternalista, de sindicato vertical y único en que tanto trabajadores
como empresarios obedezcan las directrices superiores del gobierno, como en un
ejército. Tal es el corporativismo italiano o el nacionalsindicalismo español. El
nacionalismo económico, con autarquía y dirección centralizada se adaptaron como
en una economía de guerra a la coyuntura de salida de la crisis de 1929,
con proteccionismo. No obstante, no hubo en ningún sistema fascista ni planes
quinquenales al estilo soviético, ni cuestionamiento de la propiedadprivada siempre
que cumpliera lo que el Estado dictaminara como «función social», ni alteraciones
radicales del sistema capitalista convencional más allá de una
fuerte intervención del mercadofavoreciendo determinadas áreas de las
grandes empresas industriales. Estas características sirven como base a una crítica
(de orientación tanto liberal como materialista) que resalta la conveniencia del
fascismo para un sector importante de la burguesía.24
Desde ese punto de vista, se suele mantener que los movimientos fascistas de
entreguerras fueron alimentados por las clases económicamente poderosas (por
ejemplo la alta burguesía industrial o las familias conservadoras ricas), para
oponerse a los movimientos obreros y a la democracia liberal. Esa tesis fue
defendida en 1936 por el historiador Daniel Guérin (Fascismo y grandes negocios),
en la que lo asocia a un complejo industrial-militar, expresión que sería
posteriormente reutilizada para definir otros contextos, como el de la carrera de

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armamentos entre la Unión Soviética y los Estados Unidos. Noam
Chomsky describe el fascismo como el sistema donde el Estado integra la mano de
obra y el capital bajo el control de una estructura corporativa.25 Aunque la tesis que
identifica al fascismo con un capitalismo de Estado corporativo (una economía
altamente intervencionista que protege y financia a grandes empresas privadas) no
siempre es sostenida ampliamente, hay muchos elementos que permiten la
identificación de intereses entre fascismo y una cartelización del entorno
económico-político.26 Así, por ejemplo, cuando se compara la estructura económica
de la población entre países, en concreto el peso económico del 5 % de la población
con mayores ingresos en la renta nacional, mientras que en Estados Unidos
disminuyó un 20 % entre 1929 y 1941 (cifras similares para el noroeste de Europa),
en la Alemania nazi aumentó un 15 %.27
Lo mismo puede decirse del origen personal de algunos de sus miembros,
empezando por el propio Mussolini, que antes del término de la Primera Guerra
Mundial, era un importante ideólogo obrerista y militante socialista. El origen social
de los líderes fascistas en distintas partes de Europa fue muy diferente: a veces
aristocrático (Starhemberg, Mosley, Ciano), a veces proletario (Jacques Doriot y el
PPF francés); muchas veces militares (Franco, Pétain, Vidkun
Quisling, Szálasi, Metaxas), o juristas (José Antonio Primo de Rivera, Ante
Pavelić, Oliveira Salazar). Los casos más destacados, los propios Hitler y Mussolini,
eran fuertes personalidades de oscuro origen, desclasados e inadaptados, pero
de irresistible ascensión.36 Sus militantes salían de entre los estudiantes (muy
abundantes en la Guardia de Hierro rumana o el rexismo belga), de los pequeños
propietarios campesinos, de los desempleados urbanos y, sobre todo, de la
temerosa pequeña burguesía empobrecida o amenazada por la crisis y atemorizada
por el avance del comunismo y el desorden público. 37 Las capas medias y medias
bajas fueron la espina dorsal del fascismo.
A finales del siglo XIX existían en Italia algunas organizaciones
denominadas fascio (traducible por haz, significando la fuerza de la unión), de la
que la más importante era el Fasci Siciliani (fascio siciliano, 1895-1896).69 No eran
muestra de una ideología uniforme, aunque predominaban los componentes
nacionalistas y revolucionarios. Surgiendo del movimiento obrero, dividido al
comienzo de la Primera Guerra Mundial entre el internacionalismo pacifista y el
nacionalismo irredentista, se crearon el 1 de octubre de 1914 los Fasci d'Azione
rivoluzionaria internazionalista en reivindicación de la entrada de Italia en el conflicto
en contra de los Imperios Centrales. Fusionado con el Fasci autonomi d'azione
rivoluzionaria se redenominó como Fasci d'azione rivoluzionaria, ya dirigido
por Benito Mussolini, y conocido como Fascio de Milán. El 24 de enero de 1915 se
formó una organización nacional.

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