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El manejo integral de cuencas y la

vulnerabilidad del río Taquiña


Columna

GUIDO ESPINOZA TERÁN


Publicado el 12/02/2018

Tuvo que ocurrir un desastre natural con la mazamorra y el lodo de la torrentera Taquiña que enterró
y destruyó 27 viviendas y causar la muerte de varias personas para que las autoridades políticas,
ciudadanía en general y los vecinos del Parque Nacional Tunari en particular tomen conciencia del
peligro que representa lotear, construir viviendas y vivir en los bordes y proximidades de los ríos, sin
respetar las franjas de seguridad, las áreas verdes y expuestas a los cambios climáticos con sequías
periódicas y eventuales excesos de lluvias, como lo ocurrido en esta última semana que llenó y
desbordó con agua muchos ríos y torrenteras. Cabe recordar que siempre hubo inundaciones en el
pasado cuando las lluvias eran frecuentes y más intensas que ahora; los afectados eran generalmente
los campesinos y propietarios rurales que perdían sus viviendas y sus cultivos en este valle.
Con la metropolitanización de Cochabamba y la migración campo-ciudad, el área urbana creció
desmesuradamente, en forma caótica, sin ordenamiento territorial, ni planificación urbana, mucho
menos de planificación y manejo integral de cuencas desconocido por las autoridades municipales,
prefecturales y de la gobernación. Al calor y fuerza de los movimientos sociales y de las campañas
electorales surgieron concejales, munícipes, asambleístas, parlamentarios y burócratas del Estado
que fomentaron los loteamientos hasta en los lechos de los ríos y torrenteras destruyendo la
vegetación que protegía el cauce de las aguas y poniendo al descubierto, sin ninguna protección
natural dichas torrenteras inundando con más fuerza las viviendas construidas, como lo ocurrido con
los barrios dentro del perímetro del río Taquiña que puede repetirse en cualquiera de los 41 ríos y
torrenteras que bajan de la cordillera del Tunari a la metrópoli valluna. Todo es cuestión de más
lluvias y los desastres serán mayores; así está la región metropolitana, por supuesto peor y menos
protegida que antes.
Sin embargo, Cochabamba más que otras ciudades del país tiene una valiosa y larga experiencia en
el manejo de los ríos y torrenteras precisamente por que vivimos en una hoyada rodeada de
serranías, quebradas y cabeceras de montaña desde donde fluyen las aguas a este valle. Por esta
razón, desde los años de su creación, Cordeco, con muy pocos recursos económicos le dio la
importancia que se requería a la atención de las torrenteras creando en 1990 el Programa de Manejo
Integral de Cuencas –Promic, que fue el principal brazo técnico especializado en la planificación y
ejecución de las obras de ingeniería hidráulica en los ríos de mayor riesgo en el departamento de
Cochabamba. Se priorizó, por su importancia regional, el estudio básico en 39 cuencas que bajan del
Parque Tunari al río Rocha, siendo uno de ellos el río Taquiña donde se inició las investigaciones en
1991 cuyos resultados se aplicaron gradualmente durante 5 años mediante la metodología de
investigación-acción.
Ninguna institución, pública ni privada ha realizado trabajos técnicos de las diferentes cuencas del
departamento de Cochabamba en estos últimos 25 años, después de los efectuados por Cordeco-
Promic entre 1991 – 1995; por esta razón, es importante mencionar que se hicieron estudios
geológicos, geomorfológicos, hidrológicos, uso de suelos, cobertura vegetal y pendientes con el
objetivo de elaborar un mapa de riesgos de erosión y degradación de suelos, considerando su
clasificación técnica en alto, mediano y bajo riesgo de inundaciones.
La cuenca Taquiña está en la categoría 1, es la más vulnerable y de alto riesgo, que requería, en
consecuencia su inmediata intervención técnica para su manejo integral; por eso, se ejecutaron
varias obras desde la canalización del río, hasta defensivos, muros de contención, construcción de
terrazas, manejo de suelos, plantaciones forestales, manejo de bosques, etc. Estas mismas obras se
ejecutaron en mayor o menor medida en las torrenteras Pintumayu, Pajcha, la Llave, Chocaya,
Huallaquea, Huaracani, Molino Mayu, Pairumani y T’ola Pujru que corresponden a la categoría 1 y
las cuencas de mediano riesgo Khora, Hermitaño, Jucumarini, Kóllpa Mayu, Huancarani, Chuta
K’awa, Potrero y Jatun Moko pertenecientes a la prioridad 2. Existen otras 22 cuencas categorizadas
en las prioridades 3 y 4; algunas de ellas es muy posible que con el transcurso de los años y su
deterioro creciente han pasado a las 2 primeras categorías. Por el proceso erosivo continuo, el
abandono, la quema de árboles y la falta de manejo integral del parque Tunari, han surgido otras
quebradas que se han convertido en torrenteras que igualmente en periodos lluviosos pueden
representar riesgos mayores para las poblaciones asentadas dentro y debajo de la cota 2.750 del
Parque Tunari.

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