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shandy.

Colaboradores
José Abril (Hermosillo, 1968). Maestro Franco Félix (Hermosillo, 1981). Es
y crítico de cine. Publicó el libro Fun- narrador. Ha publicado en revistas lo-
ción de media noche en 2007. cales y nacionales como Nectar, La
Tempestad y Universidades.
Iván Ballesteros Rojo (Hermosillo,
1979). Colabora en revistas en todo el Roxana Fragoso (Hermosillo, 1986).
país, así como en medios electrónicos Estudia Literatura Hispánica en la Uni-
de Chile, Argentina y España. Publicó versidad de Sonora y ha colaborado en
el libro Monstruario en 2005. revistas de la localidad.

Pío Daniel (Agua Prieta, 1978). Es autor Óscar Ariel Grajeda (Hermosillo,
del poemario Serse publicado en 2003, 1987). Es mesero y se la pasa recupe-
y actualmente forma parte del equipo rando objetos perdidos en su tiempo
editorial de la revista Este País. libre que tampoco es poco. Es autor del
libro Sombrero de copa (2006).
Francisco Arturo Landavazo (Her-
mosillo, 1985). Es antipoeta, y se jacta Vikram Dharma (Ciudad de México,
de ser el nieto bastardo del chileno Ni- 1980). Publicó el libro de ensayos Na-
canor Parra. die de este lado en 2000. Y también las
novelas Narcótico Kafka (2003) y De-
Alfonso López (Navojoa, 1978). Pu- lirium rewind (2007).
blicó el libro La balada de los comunes
en 2002. En 2005 ganó el concurso Joel Rangel (Nogales, 1977). Es licen-
Alonso Vidal, en género de poesía, con ciado en Literatura Hispánica y cinéfilo
Aires de Caín. por convicción.

Consejo Editorial: Consejo Consultivo


Óscar Ariel Grajeda David Miklos
F. Arturo Landavazo Óscar Benassini
Franco Félix Imanol Caneyada
Pío Daniel

Shandy
Valery Larbaud dijo:

El dibujo del cine y la literatura está claro. Aunque mucha gente aún se
queja de que un largometraje no es completamente fiel a la novela de la
que surge, hay quienes están totalmente de acuerdo con que las dos disci-
plinas tienen un lenguaje distinto. Es irrevocable, lo que expresa el cine
no lo expresa la literatura y viceversa. No solamente existe la relación
cine-literatura, sino también música-literatura (La ópera de Pedro Páramo
de Julio Estrada), artes plásticas-música (Cuadros de una exposición de
Modest Músorgski), artes escénicas-cine (Un tranvía llamado deseo de
Elia Kazan), entre otras posibles combinaciones que se generan a partir de
un enlace entre una y otra disciplina artística, por lo que es preciso enton-
ces reflexionar sobre los recursos que ofrece cada una de las artes en que
se expresan estas relaciones. Cuando la música, la arquitectura, las artes
escénicas y plásticas se interrelacionan la crítica pasa por alto el diálogo
entre ellas, mientras que el cine adaptado desde la literatura siempre es
sancionado. Quizá se deba a la inmediatez del séptimo arte con el pueblo,
la proyección que éste último experimenta frente a la pantalla. Algo real:
el arte más popular es el cine. En un país donde el índice de lectura apunta
a medio libro por persona al año, no es nada raro que haya confrontación
entre el cine de culto y el comercial. Unos defenderán la literatura mien-
tras los otros el celuloide. En esta edición viajamos entre estas dos orillas,
sin tomar partido.

Contacto:
revistashandy@hotmail.com
www.revistashandy.blogspot.com

Shandy 2. Junio de 2008. Hermosillo, Sonora, México.


El cineasta Akira Kurosawa en portada

Shandy
Enrique Vila-Matas
Exploradores del abismo
Editorial Anagrama. 296 páginas

(Kike) Cuando era pequeño, algún tiempo ha, vivía en la casa de mi abuela.
En aquel barrio de la infancia tenía por vecino a un menor autista cuyos pa-
dres sacaban al patio todas las tardes para que tomara el sol. El nombre de mi
vecino autista era Enrique. Kike, como le decíamos de cariño, se limitaba a
mirar el retiro, la caída del sol. Cuando el astro rey terminaba por ocultase,
Kike pedía a sus padres, con movimientos y sonidos exasperantes, que lo
regresaran a sus habitaciones. Yo imaginaba que Kike era un explorador de
universos distantes y que desde su silla de ruedas cruzaba dimensiones, abis-
mos. Para mí no había duda, Kike estaba fuera de este mundo.

(FIL 2004) La primera vez que vi a Enrique Vila-Matas fue en la Feria In-
ternacional del Libro de Guadalajara en 2004. El invitado: Cataluña. Junto a
Juan Villoro el culé comentaba su ya célebre anécdota sobre el uso de barbi-
túricos en actos públicos y los eventos extraños que suceden cuando él toma
la palabra en conferencias como aquella. Justo después de la observación la
gigantesca letra F de un letrero de la FIL cayó peligrosamente cerca de Villo-
ro, quien confirmó arriesgando la vida, la sentencia de Vila-Matas. El catalán
me dejó impresionado. Una capa negra, un rosto de actor de cine de horror,
el vampiro. Su halito extravagante, su mirada perdida en el vacío bastó para
que gastara mi poco dinero en sus libros. El viento ligero en Parma (2005), mi
primera adquisición. Quedé fascinado con aquel tapiz que se dispara en todas
las direcciones que es su literatura, su ensayística. Luego el genial Historia
abreviada de la literatura portátil (1985), donde conocí el término Shandy y
Odradek, que me han sido tan útiles. Sus libros de cuentos: Suicidios ejem-
plares (1991), Hijos sin hijos (1993), hicieron que considerara aquel escritor
maletín duchamp

con cara de vampiro como uno de mis favoritos. Y qué decir de sus novelas:
La asesina ilustrada (1977), Una casa para siempre (1988), El viaje verti-
cal (2000), Bartleby y compañía (2001), El mal de Montano (2002), Doctor
Pasavento (2005), en fin, su imaginería asistida por Kafka, Walser, Válery,
Pessoa, Duchamp, entre otros monstruos, me dejó impactado.

(Viaje) Ya en el bachiller, y en otra casa, supe que Kike había muerto. Ma-
dre dijo que mi vecino autista abandonó este mundo por la noche. Yo estaba
seguro que Kike hacía mucho que estaba lejos, explorando el abismo de la
totalidad.

(La rambla) La segunda vez que vi a Vila-Matas fue en día de Sant Jordi de
2007 en las ramblas de Barcelona. Como saben, el festejo consiste en regalar
un libro a los hombres y una flor a las mujeres. Las editoriales salen a la calle
junto con los escritores que firman sus títulos en stands improvisados que
se extienden hasta el centro de la ciudad. Una verdadera fiesta. Vila-Matas
firmaría libros a las 13:00 horas y mi reloj marcaba 12:30. Por su puesto, yo
traía una dotación de títulos del autor ya que tenía el fetiche de que V-M es-
tampara en ellos el Bartleby con capa y sombrero que dibuja siempre en sus
dedicatorias. Fue entonces que le vi acompañado de la mujer a la que dedica la
mayoría de sus obras: Paula de Parma. V-M conversaba en plena rambla con
dos parejas de octogenarios, los cuales no paraban de reír. Un poco más cano y
delgado, V-M advirtió cómo lo observaba de lejos. Me sentí un personaje fis-
gón de uno de sus cuentos. Esos que persiguen al protagonista para decirle una
frase misteriosa o moral. Cuando V-M dejó de platicar con los octogenarios
mi frase fue: usted es mi odradek. ¿Qué? Dijo él, a lo que Paula de Parma con-
testó: que tú eres su odradek. Emocionado le hice las preguntas más estúpidas.
¿Cuál es el libro de tu obra que más te gusta?: El que estoy escribiendo ahora,
me dijo. ¿Cómo se llamará? Exploradores del abismo, respondió.

(Soy un iceberg) Al igual que Kike, los personajes del más reciente libro de
Enrique Vila-Matas son espectadores, indagadores de lo inasible. Se trata del
regreso del autor al relato breve. Textos que giran y estudian el vacio. ¨Porque
ella no lo pidió¨ es el cuento donde V-M hace alarde de su metaficción al
involucrarse como personaje con la artista plástica Sophie Calle. Con este
cuento Vila-Matas nos sugiere que él mismo es uno más de los exploradores
que indagan el abismo. Como el cazador de frases en una ruta de autobús o el
espectador de un músico en transe.
maletín duchamp
Fotografía de Jean Luc Bertini

Se ha tachado a V-M de ser un autor frío y un escritor para escritores. En su


obra la literatura se alimenta de literatura. De sus textos se dice que son incla-
sificables por la renuencia del autor para desarrollar un sólo género y construir
una suma que, en lo particular, resulta muy poderosa ya que muestra un mapa
literario que, como es de esperarse, conduce al abismo.
Si un panorama donde se muestran personajes al límite de sus obsesiones
(principalmente la obsesión por desaparecer) o sobre la cuerda floja que hay
entre la realidad y la ficción, en la médula, en la fiesta que hay en medio del
vacío. Si un paisaje lleno de vuelcos, historias enigmáticas y originalísimas
resulta frío para los lectores, entonces, creo, soy un iceberg.

Iván Ballesteros
maletín duchamp
Woody Allen
Pura anarquía
Editorial Tusquets. 296 páginas

Breve nota sobre W. A y la teta que solía perseguirme.


Apelando al término de anarquía, he optado por hacer a un lado el sentido
adulatorio con el que los críticos literarios suelen acaparar la atención de los
habituales lectores de libros lúdico-hilarantes, al atiborrar los buzones de co-
rrespondencia de las revistas “chic” con sus breves apologías a la genialidad
de algún ingenio narrativo. En lugar de emular dicha acción y otorgar a diestra
y siniestra coronas de laurel, compartiré un breve relato.
De cuando era un pequeño crío regordete de aproximados nueve años de edad
recuerdo, no sin evitar la exclamación de algún suspiro melancólico, las tardes
que mi padre solía pasar en compañía de su descendencia, solía encontrar en
mi progenitor algún parecido con John Wayne, Clint Eastwood o simplemente
con aquel vaquero que enaltecía las hazañas del Mundo Marlboro.
maletín duchamp

La costumbre ritual que reunía a mis hermanas y a mí con nuestro patriarca,


consistía en plantarnos frente a la televisión y dejar pasar el tiempo deleitán-
donos con alguna diversidad de videocasetes que aquel vaquero imponente
alquilaba en los centros de video.
En una ocasión durante aquellas reuniones sabatinas, mi padre reía, mientras
mis hermanas avergonzadas huían de la sesión cinematográfica. No obstante
yo quedé impactado y sin poder dar crédito a lo que mis castos ojos contem-
plaban en aquella pantalla de veinte pulgadas, ¡Era un seno!
No era cualquier seno, era uno enorme, descomunal, gigantesco, que por algu-
na extraña razón de la existencia poseía vida propia. Recuerdo haber desper-
tado varias noches con la sensación de ser perseguido por la enorme teta que
me lanzaba interminables chorros de leche para acabar conmigo, tal pesadilla
me acompañó durante algunos años, hasta que la pubertad logró ponerle fin
a mi fobia al alterar los roles que aquella teta y yo desempeñábamos en mi
sueño.
Woody Allen (Nueva York, 1935), el famoso director cinematográfico mayor-
mente conocido por sus filmes Lo que siempre quiso saber sobre el sexo y
nunca se atrevió a preguntar (1972), Annie Hall (1977) y Bananas (1971),
publicó en septiembre del pasado año el libro titulado Pura Anarquía obra en
la que el autor recopila dieciocho cuentos abundantes del humor absurdo que
ha caracterizado el estilo de este autor a lo largo de varias décadas.
Este regreso de Allen a su rol de escritor humorístico, es bien recibido por sus
seguidores, quienes tuvieron que esperar una veintena de años para que W.A
los deleitara con ese tipo de relatos ácidos, en los que no aparece ninguna
monstruosa teta lactante que ponga en peligro la imaginación del lector, pero
en los que sí se encuentra una jocosa sátira a la sociedad consumista del siglo
XXI al inmiscuirnos en la frustración de un hombre absorbido por la “new
age” al querer conseguir el poder de la levitación, o un musical en el que
Kafka ejecuta algunos pasos de danza histriónica, una lucha por correspon-
dencia entre el director de un campamento de cinematografía infantil con un
padre inconforme, un policía, un psiquiatra que termina más trastornado que
su paciente, e incluso una dieta que deleitaría al gran filósofo alemán Frie-
derich Nietszche y a su Super hombre.
Es fácil detectar en estos relatos elementos cinematográficos con los que el
lector puede imaginarlos en la gran pantalla, y que sin duda su genio creador
fungiría en ellos como protagonista.

Francisco Landavazo
maletín duchamp

El diccionario incompleto de
Christopher Domíguez Michael

El pasado mes de noviembre, el crítico literario Christopher Domínguez Mi-


chael publicó su Diccionario crítico de escritores mexicanos (1955-2005),
editado por el Fondo de Cultura Económica, provocando una polémica en la
que se vieron enfrascados varios autores del país que pedían que se quitara de
circulación ese libro debido a la escasa profesionalidad con que está armado y
la falta de nombres imprescindibles de la literatura en México.
Uno de los primeros en mostrarse molesto -iracundo- fue el cuentista Guiller-
mo Samperio, quien envió una carta pública dirigida al FCE donde pedía que
se retirara de las librerías tal texto, pues sugirió que se trataba de una falta de
respeto. Habría que decirlo, Samperio no fue incluido en la compilación, sin
embargo, Domínguez se ha visto obligado a admitir que sí omitió algunos
autores debido a que no le parecieron importantes o simplemente se olvidó de
ellos. En una entrevista el autor del Diccionario comenta al respecto:

“El espectáculo ha sido penoso y la corrida picaresca ha incluido, por ejem-


plo, a un orate que, antes de pedir a la editorial que retirara mi libro de circu-
lación, lamentó que no se me ingresara en un manicomio o se me expulsase
del país. Días después, el mismo personaje confesó que él habría querido que
le dedicara catorce páginas en el libro.”

No hay duda de que se trata de Samperio. El coraje produce piedras en los ri-
ñones, espero que de haber sido incluido en esta antología también se hubiera
mostrado reacio y descontento por la falta de autores como Julieta Campos
(me pregunto si a Domínguez Michael le pareció poco importante o si se
olvidó de ella, en cualquiera de los casos, resulta una pena), Elena Ponia-
towska (una de las favoritas del país. Sí, nació en París, pero tiene décadas
aquí en México produciendo su obra, suficiente recordar La noche de Tlate-
lolco (1971), además, en este diccionario se incluyen a García Márquez, Luis
Cernuda, Fernando Vallejo, entre otros), Sabina Berman, Eraclio Zepeda,
maletín duchamp

Evodio Escalante, Hernán Lara Zavala, Hugo Argüelles, Víctor Hugo Rascón
Banda (que fue homenajeado en Hermosillo en la XIII edición de Horas de
Junio, aunque sin su presencia), Luis Miguel Aguilar, José Vicente Anaya
(uno de los pocos infrarrealistas con vida) o al poeta Ricardo Castillo, la lista
es más larga. ¿Qué no es Domínguez Michael un gran crítico de la talla del
grupo Letras Libres para haber discriminado a tantos autores? Porque incluso
él mismo afirma que –al igual que americanistas y chivas- son los mejores:

“Que en el Diccionario están, junto a ellos, los escritores que formaron parte
de Vuelta y que son parte de Letras libres, por supuesto. Faltaba menos: uti-
lizando cualquier baremo se cuentan entre los mejores escritores mexicanos,
desde hace muchos años.”

Quienes conocen o han leído a Christopher Michael saben que pertenece al


grupo de Letras Libres, herederos directos de Vuelta, con Enrique Krauze a
la cabeza, el grupo de la derecha. Por si no fuera poco que se hayan omitido
algunos narradores y poetas, el crítico cometió algunos errores que Víctor
Manuel Mendiola no perdonó:

“En segundo lugar está la aritmética. Cuando el lector se percata de que Rubén
Bonifaz Ñuño y Jaime Sabines tienen, el primero, una página y, el segundo,
apenas un poco más de media, mientras que Enrique Krauze cuenta con diez y
la mayor parte de los compañeros, amigos y directores o guías de Domínguez
se llevan generosas revisiones, uno advierte que algo está torcido. Sí, defini-
tivamente, como diría el príncipe: “Algo está podrido en Dinamarca”, a esta
compilación le falta lo que tiene la crítica real: decisión para separarse de los
compromisos personales y de los afectos, falta de independencia para caminar
con opiniones propias. Me pregunto qué pensarán el Sistema Nacional de Cre-
adores del Conaculta y la Fundación Guggenheim, que apoyaron el proyecto
de una publicación no sólo tan precaria y carente de profesionalismo, sino
tramposa.”

El autor de este Diccionario crítico de escritores mexicanos (1955-2005) se


ha defendido aduciendo que se trata de un trabajo muy personal, y que a pesar
de las protestas él está en todo su derecho de ponerle el título que quiera a su
libro, lo cual es cierto, aunque algo es muy claro: no sólo la opinión interna-
cional que acudirá a este texto tendrá una información falseada (¡Krauze con
diez páginas y Julieta Campos con ninguna!), sino las nuevas generaciones de
lectores de nuestro país tendrán un panorama manipulado y equívoco de las
verdaderas letras mexicanas.
Franco Félix
maletín duchamp

A propósito de escritores, algunas revistas nacionales han dedicado una de sus


más recientes ediciones al poeta Octavio Paz por su décimo aniversario luc-
tuoso. La Tempestad por su parte ha hecho una revisión importante que busca
desmitificar al único Nobel de Literatura en México, mientras que Letras Li-
bres sigue ensanchando la imagen del escritor del que han heredado un legado
que deben seguir alimentando para obtener una retribución casi heróica.
Rayógrafo Man Ray

Feria Internacional del libro de Madrid


Cruzaremos el Atlántico para tomarnos unas tapas en alguna terraza en el
parque del Retiro, el pretexto: La Feria del Libro de Madrid que se llevará a
cabo del 30 de mayo al 15 de junio. Tras 75 años de su nacimiento, y después
de haber sido interrumpida por la guerra civil, decide desviar su mirada hacia
Latinoamérica. Es así como España promocionará a escritores contemporá-
neos que ni siquiera han llegado a los cuarenta años, teniendo en la lista al
peruano Santiago Roncagliolo (Lima, 1975) ganador del premio Alfaguara
con su Abril rojo (2006). Juan Gabriel Vásquez (Bogotá, 1973) conocido por
la novela Los informantes, así como Alan Pauls (Buenos Aires, 1959). Tam-
bién estará el escritor Juan Villoro (Ciudad de México, 1956) además, Ricardo
Piglia (Buenos Aires, 1945) y el cubano Jorge Fornet (1963). De cualquier
manera la Feria no deja de lado a sus representantes españoles ya que estarán
el caricaturista Francisco Ibáñez – quien dio vida a Mortadelo y Filemón- así
como Enrique Vila-Matas para todos aquellos que se han contagiado alguna
vez del Mal de Montano (2002). Y como en estos tiempos nos manejamos por
imágenes es necesario mencionar que este año el eslogan fue diseñado por
Isidro Ferrer. En sus propias palabras juega con el significado de los objetos:
el libro es el contenedor, la bolsa. -Roxana Fragoso.

Diez años sin Paz


El único premio Nobel de Literatura mexicano
(1990), Octavio Paz (Ciudad de México, 1914-
1998) cumplió diez años de haber muerto el pasado
19 de abril. El gobierno del D.F. preparó varias cer-
emonias para recordar a quien fuera alguna vez el
máximo astro cultural del país. Entre las personali-
dades que asistieron a los eventos se encontraban
destacables figuras como Juan Goytisolo, Ramón
Xirau, Tomás Segovia, Hugh Thomas, el heredero
Enrique Krauze, Michel Deguy, Orlando González
Esteva y el Premio Nobel de Literatura 1992 Derek
Walcott. El 23 de abril -el día internacional del libro-, personalidades como El-
ena Poniatowska, José de la Colina, Eduardo Lizalde y Hugo Gutiérrez Vega,
dieron una serie de conferencias sobre la obra de Octavio Paz, y en los meses
de julio y agosto, estará abierta, en el Antiguo Colegio de San Ildefonso, la
muestra “Arte de México en la Obra de Octavio Paz”. En Cuba, el pasado 24
de abril, se le rindió homenaje en la Torre de las Letras. Pero la noticia que ha
creado mayores expectativas, fue el anuncio de la obra inédita que había man-
tenido oculta su esposa Marie Jo Paz que se planea publicar próximamente
por el Fondo de Cultura Económica (FCE). -Ariel Grajeda.
Rayógrafo Man Ray
Anticumpleaños del Monsi
La ciudad de México está plagada de
frases e imágenes de Carlos Monsiváis y
no es para menos: el pasado 4 de mayo
cumplió 70 años de vida, por lo que el go-
bierno del D.F. decidió destinar 20 millo-
nes de pesos para homenajearlo. Sus pre-
mios: Xavier Villaurrutia (1995) por su
crónica Los rituales del caos, El Premio
de ensayo de Editorial Anagrama (2000)
el Premio FIL de Guadalajara (2006)
(conocido anteriormente como Premio de
Literatura y Latinoamericana Juan Rulfo) por toda su obra, y el pasado mes
de febrero la XXIX edición de la Feria Internacional del Libro del Palacio de
Minería (FILPM) le realizó una conmemoración. A pesar de haber estudiado
Economía Filosofía y Derecho en la UNAM, donde conoció a los escritores
José Emilio Pacheco, Elena Poniatowska y Sergio Pitol, Carlos Monsiváis
se reconoce ante todo como periodista. Poco antes de terminar este mes se le
otorgará la Medalla de Oro en la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas
Artes. Todos aquellos que viven en el DF no podrán escapar de la campaña A
dónde váis Monsi ya que su imagen se encuentra desde los vagones del metro
hasta en papalotes, tazas, gorras, etc. Así como el próximo lanzamiento del
CD conmemorativo titulado Rap-son producido por Cipriano Izquierdo y el
grupo Mitote Jazz. -Roxana Fragoso.

Saramago al cine
Fernando Meirelles (Sao Paolo, 1955) director de películas como Ciudad de
Dios (2002) y El jardinero fiel (2005), ha concluido con su último largometra-
je, Blindess (2008), una adaptación a la pantalla grande de la novela Ensayo
sobre la ceguera (1995), del escritor José Saramago (Azinhaga, 1922) premio
Nobel de Literatura en 1998. El autor portugués no pudo presenciar la película
que abrió el Festival de Cannes, donde la crítica se mostró muy dividida en
cuanto a la calidad del filme, sin embargo, a Fernando Meirelles lo que real-
mente le interesaba era la opinión del creador de la novela, por lo que orga-
nizó una proyección privada para el escritor de El evangelio según Jesucristo
(1991), donde éste se mostró muy satisfecho con la cinta, aprobándola: “Estoy
muy feliz de ver esta película, tanto como cuando terminé de escribir el libro”,
le dijo el escritor al cineasta Meirelles al concluir la proyección. La película
se estrenará mundialmente en septiembre y cuenta con un reparto estelar de la
talla de Julianne Moore, Mark Ruffalo y Gael García. -Ariel Grajeda.
El whiskey de Picabia

Lenguajes alternos:
Cine/Literatura
En este dossier, dedicado al diálogo entre cine y literatura,
se presenta un breve, casi nulo, paseo por algunas novelas
o cuentos que han sido llevados a la pantalla grande. Antes,
Pío Daniel hace un mapa abstracto y una precipitación de
ideas que conducen al lector a la reflexión sobre estas disci-
plinas como la experiencia individual de la memoria.

Desde milenarios tiempos se ha trasmitido por generaciones un saber


codificado en el arte y sus técnicas. Una antropología del saber iniciada
en la tradición oral de la literatura hasta los más adelantados medios
fílmicos de nuestros días. Percatarse de un Pedro Calderón de la Barca
con un drama titulado La vida es sueño puesta en escena en 1635 y de un
Michel Gondry que en 2006 mostró el filme La ciencia del sueño, implica
vincular nuestra percepción interrelacionada del arte con lo real. Y es
que la historia de la literatura es la historia de la memoria humana, los
pros y contras de los variables temas: vida, amor y muerte. La cuestión
estética que nos liga con el cine y la literatura es parte crucial de nues-
tra formación como individuos de un tiempo al que no denominaré
postmodernismo; lo diré de otra manera: hemos llegado a una etapa
de la historia de la humanidad decisiva, donde un tema central del
cine holywodense es lo apocalíptico, cuya consecuencia es la exclusión
humana del planeta. Así ante malas políticas que pronostican un eco-
suicidio, se sigue produciendo un cine muy vinculado a experiencias
reales como el sueño. Un cine que conmueve y provoca, un cine que
transforma la visión del espectador al exponer poéticas ocultas como
es el caso de Luz silenciosa (2007) de Carlos Reygadas que explora la hu-
manidad de la comunidad menonita y los paisajes ligados a la mística
de sus habitantes. Es una estética del realismo bajo los parámetros de lo
contingente, circunstancias que llevan a sus personajes a develar finales
estremecedores e insospechables. Otro ejemplo: Partes Usadas (2008) de
Aarón Fernández me resulta una realización -mexicana- que me recuer-
da El Apando (1975) -película basada en la gran novela del maestro José
Revueltas-. Son mundos bizarros, donde lo terrible es la particularidad
El whiskey de Picabia

de una realidad mexicana corrompida por el patriarcado, dicho sea de


otro modo: “el que no chinga no gana”. Soy de los que piensan que no
tiene ningún sentido mesiánico el arte, sin embargo, no niego que ha
sido el arte lo único que me ha llevado aumentar mi motivación por
vivir, en especial el cine y la literatura, dos pasiones en las que busco
tejer sus enseñanzas. El cine actual ha logrado reunir las artes visuales
y sonoras. Efecto cuya finalización es recrear sensaciones deseadas en
el espectador, el arte en sí posee una naturaleza creativa, y un turbu-
lento mundo de sueños, que amenazan constantemente con usurpar su
mundo real. De allí que las obsesiones quijotescas sea ya un clásico mo-
tivo de las obras creativas. Otro elemento que se agrega es el tema de
la memoria muy ligado a la percepción de los errores en la secuencia
humana en constante repetición. Sin memoria no podemos amar, y para
amar hay que recordarnos las historias, he ahí la función que el cine aca-
para en nuestros días. Los escritores ven en la memoria un tema central.
Desde Jorge Luis Borges con su emblemático Funes el memorioso (2004)
hasta un Rulfo cuya memoria es el andar de los fantasmas. Así, hay una
serie de películas que dotan a sus personajes de una pasión que estriba
entre el recuerdo y el olvido, los ejes en los que se suspende un drama
de consecuencias dialécticas. Se souvenir de belles choses, Persona, Eternal
Sunshine of the spotless mind, Memento, Novo, Abre los ojos, etc., sólo por
mencionar algunos ejemplos. El cumplido del olvido de uno es el re-
cuerdo del otro, en una magnificencia que no sólo da la memoria sino
que forma una secuencia, un listado, una crónica, un ritmo del rememo-
rar. “No miente uno en lo esencial a los que ama -había observado ya el
Primer Hombre (1944) de Albert Camus- por la sencilla razón de que sin
la mentira no se podría vivir con ellos ni amarlos”. La figura del amor en
nuestro tiempo está afectada por una distancia entre sus protagonistas,
Still del filme La ciencia del sueño
El whiskey de Picabia

que vuelve problemáticas, al parecer, las categorías de lo verdadero y lo


falso, al menos en la medida en que ambas se refieran de algún modo
a la sinceridad o autenticidad, términos vinculados desde siempre al
sueño de acceder a la expresión plena del adentro del otro. Hay que
volver al texto, al guión y a supervisar que la fuerza que se hilvana entre
la iluminación, el suceso y la acción, se realiza en el imaginario que te
concede la particularidad de la memoria insertada en el olvido de otro.
Hay que observar de qué manera el cine de nuestros días incluye los va-
lores universales de una humanidad que se fragmenta entre la reminis-
cencia. Es un aspecto de solidarización entre los textos literarios leídos
y las películas vistas, es una vía para enriquecer las percepciones, para
seguir viviendo lo más estimulado posible.
Es necesario hablar todas las posibles lenguas que uno escucha en las ex-
presiones que salen del mundo como mensajes depositados en botellas
que naufragan en este cibermundo. La intensidad es otro elemento que
reflejan las relaciones de hoy, bajo instantes comunicativos vía celular o
chat. En el momento en que nos acordamos de una vieja película vista
al haber tenido un plácido sueño que se vincula como deja vuh al día si-
guiente reincide con lo que le pasa a un personaje de Dostoievki. Lo que
una película nos recuerda otra novela nos olvida, y viceversa. Cómo el
dealer de Tokio ya no nos quiere -novela de Ray Lóriga-, cuya droga sirve
para borrar la memoria, y al consumirla él mismo, empieza a olvidarse
de mucha gente que dice conocerlo, un barbitúrico que ocasiona que
toda su realidad se vuelva de universos efímeros.
Heriberto Yépez nos muestra el dispositivo de estas memorias en su
libro El imperio de la neomemoria, según Siddhartha Ochoa: “La Pantopía
desea juntar, cohesionar, homologar, reunir, en un espacio más bien pla-
no. La forma de Occidente no es el ascenso. Recupera e inventa partes.
La Pantopía edita. Nunca es hora de nada. Ya todo ha terminado. El
tiempo sin embargo se mide sólo como narración. La idea de Now es
la del Just in Time y la del no-Olvido. Es la exposición de los muertos
vueltos imagen. Del pensamiento muerto que se ha vuelto legislación
de la vida. Es la puesta en evidencia de los cuerpos descompuestos. Los
textos inservibles”. Así pues, en cada individuo actual, expuesto a la
imagen de la modernidad sea por televisión o internet, es un problable
heredero de lo que la palabra verbo ha creado en su acción, la verdad
se filtra en ese legado de la antropología del saber, de la que el cine y la
literatura se retroalimentan.

Pío Daniel
El whiskey de Picabia

Rashomon y la justificación del mal


Reflexionar acerca del bien y el mal nos llevaría a interminables discu-
siones (teológicas, filosóficas, científicas, etc.) Ahorrémonos ese proceso
y vamos considerando al mal como parte intrínseca del ser humano y
a la humanidad como una constante generadora de agresión, desgra-
cia, dolor y muerte. El mal tiene muchas manifestaciones pero todas se
engloban en un fragmento de esta oración conocida: pensamiento, pa-
labra, obra y omisión. Todos, alguna vez, hemos incurrido en alguna
de estas faltas y la mayoría hemos minimizado o justificado nuestros
actos de maldad: “son tiempos difíciles”, “no sabía lo que hacía”, “se lo
merecía”, “las circunstancias me obligaron”, incluso “era por su propio
bien”. Y aquellos que no justifican sus malévolas acciones los etiqueta-
mos de cínicos o de locos.
La película Rashomon (1950) de Akira Kurosawa (Tokio, 1910–1998)
nos plantea la maldad como un rasgo inherente al hombre. Su filme
está basado en “Rashomon” (1915) y “En el bosque” (1921), dos cuen-
tos de su compatriota Ryonosuke Akutagawa (Tokio, 1892 – 1921). En
“Rashomon” -el cuento-, Akutagawa nos plantea una atmósfera desola-
dora, un ambiente caótico, donde un ayudante de samurai desempleado
se encuentra resguardándose de la lluvia en la entrada de un templo que
fue sagrado y lujoso en el pasado, y el cual es utilizado como depósito
de cadáveres. Pensando en su deplorable situación se le cruza por la
mente dedicarse a ladrón, cuando escucha un ruido y descubre a una
anciana robándose el cabello de los cadáveres para venderlos como pe-
lucas. Es tan grande su indignación que toma a la mujer y la despoja de
sus vestimentas para darle una lección, incurriendo en el mismo delito
que juzgaba. En el otro cuento, “En el bosque”, una pareja de recién
casados es asaltada por un ladrón, la mujer es violada y se encuentran
el cuerpo sin vida del esposo. El cuento se desarrolla con las declara-
ciones de varios testigos y de los involucrados. La primera declaración
es la de un leñador que confiesa haber descubierto el cadáver del es-
poso. Después un monje budista confirma haber visto a la pareja, ella
montada en un caballo y el a pie armado con su espada y con un arco.
La siguiente declaración es la del hombre que atrapó al ladrón y declara
que lo encontró en el suelo lamentándose, el caballo a un lado y en pose-
sión del arco del esposo. La siguiente declaración corresponde al ladrón
quien confiesa haberse obsesionado con la belleza de la mujer y decidió
poseerla aunque tuviera que matar al esposo. Para lograr su objetivo
El whiskey de Picabia

engañó al esposo asegurándole que conocía un sitio donde había espe-


jos y objetos de lujo, y fue tan grande la ambición del hombre, que éste
lo siguió sin importarle la seguridad de su esposa. La mujer se quedó
esperando en un arroyo, mientras él sometió al esposo y después violó
a la mujer. El ladrón también confesó que si mató al hombre fue porque
la mujer llorando le dijo que uno de los dos tenía que morir porque ella
no aguantaría la vergüenza, así que desató al hombre y se enfrentaron
a una pelea con espada, asegurando que el esposo se defendió con furia
porque nadie le había aguantado más de veinte asaltos y con él había
durado veintitrés antes de darle muerte. La mujer ratificó lo dicho por
el ladrón hasta el punto de la violación, pero afirmó que después de
ultrajarla el ladrón se fue y la dejó sola con el esposo, quién la miró con
reproche y ella no pudo aguantar esa mirada y decidió darle muerte. A
continuación se presenta la declaración del espíritu del muerto, quien
a través de una bruja relata lo acontecido en la montaña y declara que
después de la violación, la mujer le pidió al ladrón que lo matara para
poder irse juntos, el ladrón no accedió a la petición de la mujer y la persi-
guió para darle un castigo, al encontrarse solo, el esposo hundió la daga
en su pecho.
Kurosawa toma el relato de “Rashomon” para iniciar el filme, afuera
de un templo se encuentran resguardándose de la lluvia, e introduce
el cuento En el bosque presentando al leñador y al monje budista que
fueron testigos de los acontecimientos cuando le relatan a un tercer per-
sonaje lo que escucharon en la corte. A diferencia del cuento de Akuta-
gawa en donde se da por fidedigna la versión del marido por medio
de la bruja, Kurosawa lo plantea como otra versión posible y cabe la
posibilidad de que el espíritu este mintiendo para defender su postura
ante la situación.
En Rashomon todos justifican el crimen cometido atenuando circuns-
tancias ajenas a la maldad. El ladrón lo comete por compasión hacia
la mujer y en una pelea justa; la mujer ante el reproche del marido y
el esposo ante la traición de la mujer. Ninguno se compromete con sus
actos y parece contradictorio que todos buscan ser culpables en vez de
tratar de salvarse. Cometer actos malignos, con una justificación apro-
piada, te permite vivir en paz contigo mismo y con la gente que te rodea,
pero provoca vivir inmersos en un mundo donde el parecer tiene más
peso que el ser. Akutagawa y Kurosawa son grandes artistas, tienen un
excelente manejo de la técnica, pero sobre todo tienen sensibilidad para
crear conciencia a través de sus disciplinas. El artista debe ser el ojo del
mundo, el dedo en la llaga, pero debe empezar por él mismo.

Joel Rangel
El whiskey de Picabia

Del libro de Cormac McCarthy


y no hallé cosa en qué poner lo ojos
que no fuese recuerdo de la muerte
Francisco de Quevedo

Bien podrían glosar los versos del epígrafe la novela No es país para
viejos (2005), del escritor estadounidense Cormac McCarthy. El libro es
un libro de la muerte, un valle oscuro y desolado en cada página, un
ominoso oteo de la vida, sin embargo, donde uno debería sufrir terror,
parálisis, estupefacción, se enllaga una tristeza profunda, un ruidito
en el pecho como cuando una piedra rompe la superficie del agua y se
precipita en un pozo profundo, puesto que No es país para viejos, No
es lugar para viejos, No es país para nadie, No es lugar para nadie. El
prójimo ya no cabe en este pueblo.

Hay una historia, por supuesto, que conforme se desarrolla va dejando


cadáveres regados por todos lados; hay un asesino que va cobrando
conciencia de su singularidad, de su progresiva metamorfosis en un
ángel de la muerte; un intercambio de drogas y dinero que después
de fallido funciona como una suerte de caja de Pandora para todos
los implicados; hay, también, un hombre que huye y un sheriff que
atestigua todo (una presencia volcada a la reflexión), pero ya sin poder
para hacer valer su condición de monitor de la ley: “Me pasa lo que
a ti. No estoy seguro de que hayamos visto nada igual. Gente de esta
clase. Y ni siquiera sé cómo llevar todo esto. Si los mataras a todos ten-
drían que construir un anexo en el infierno”.
Still del filme No country for old man
El whiskey de Picabia

Cormac McCarthy por Derek Shapton


Recientemente se ha estrenado en México la adaptación al cine de la
novela, la película pretende ser más o menos fiel a la historia, pero no
consigue conmover, queda en la simple exposición de la violencia, en
el seguimiento de cadáveres. La cámara va tras los personajes pero no
más allá de sus ojos, independientemente del virtuosismo que lleguen
a demostrar los actores; sus acciones no son avaladas por el pensa-
miento, que debiera ser una piedra que arrastran hacia arriba una y
otra vez. En la película apenas se moverá una ceja cuando alguien haya
caído, es decir, nunca se olvida que se contempla una ficción, dejan
que nos asomemos a ese mundo pero niegan la entrada.
Si bien en la historia original el monólogo interior no se erige como
medio para penetrar en la conciencia, detalles como el siguiente nos
abren las puertas, nos calzan en los personajes: “Observó atentamente
la planicie que se extendía azul en el silencio. Un vasto anfiteatro pas-
mado. A la espera. No era la primera vez que tenía esa sensación. En
otro país. Nunca pensó que volvería a tenerla”, o como este otro: “Para
cuando se levantó ya sabía que probablemente tendría que matar a
alguien. Simplemente no sabía a quién.” Y no importa quién dice qué,
todos allí pueden decir o hacer lo mismo, es lo que los identifica, lo que
nos identifica. Cuando se desea otro destino para los personajes, uno
que no sea tan parecido a lo que depara siempre la vida, pero el autor
nos tiene tan cogidos a nosotros del pescuezo como tiene a sus criatu-
ras, se nos ha convertido en enmudecidos cómplices de la historia y se
comprende que la novela destila tristeza e impotencia: no hay seres ni
circunstancias excepcionales.
Alfonso López
El whiskey de Picabia

¿Quién le teme a Patricia Highsmith?


Fotografía de Hope Curtis

1. Siempre he sido un ferviente seguidor del llamado cine negro; y


negro no en un sentido racial sino en su abierta connotación ética y
moral. Cine negro poblado de mujeres blancas que actúan con negras
intenciones y de manera despiadada; rubias astutas, elegantes arpías
que, cigarro en mano e infalibles estrategias persuasivas, van corrom-
piendo a los hombres, débiles casi siempre, haciéndoles ver su latente
vocación por el crimen. Es el cine pues donde el delito es un estilo
de vida que sabe pagar, aunque la moraleja engañosa y conservado-
ramente casi siempre diga lo contrario. Como la mayor parte de los
géneros, el negro tiene sus orígenes en la literatura, literatura que a su
vez encontró su punto de partida en la crónica policíaca y en la nota
roja de la prensa de una Norteamérica hundida en su gran depresión,
en la devastación económica del crack del 29, que entre otras cosas fue
el campo fértil de la corrupción, de la violencia callejera, de las gue-
rras urbanas sin cuartel, del contrabando, y del ladrón, el asesino o el
gangster vueltos ídolos populares.
2. Nunca he sido un lector frecuente de la literatura que porta este
mismo color, pero sí he sido recurrente en las narraciones que, ad-
scritas a ella, ha firmado Patricia Highsmith (1921-1995). Highsmith
hace tiempo dejó este mundo para irse a cualquier parte, y aunque
nunca fue una rubia mezquina de peligrosa elegancia como varias de
las criaturas del universo noir, sí supo sacarle plusvalía estética y lit-
eraria a esa mezquindad casi natural de nosotros los humanos. Mujer
siempre misteriosa, casi hermética, misántropo de pocas pero duras
palabras, de comentarios tan provocadores como su literatura (su an-
tología de cuentos misóginos ya era una extraordinaria broma políti-
camente incorrecta mucho antes de pensar en delirios posmodernos).
Highsmith no fue otra escritora más de novela negra -o policíaca-, tra-
scendía el esquema narrativo y argumental mediante infinitos recur-
El whiskey de Picabia
sos para convencernos entre página y página que el infierno está aquí
entre nosotros y que cada una de nuestras cabezas ofrece una terrible
variante. Para muchos la saga en torno a Ripley, el seductor asesino, es
su mayor logro. Para mí, por lo menos entre los libros que he leído de
ella, Mar de fondo (1957) es su obra maestra, una de las tantas pruebas
de que Highsmith fue mucho más que un Chandler o un Hammett con
ovarios y ciclos menstruales.
3. Highsmith se escribe con H como Hitchcock. Y Hitchcock fue el pri-
mero que trasladó al cine una de sus novelas. Curiosamente Extraños
en un tren (1951), película y novela, definen con claridad la constante
en la obra de ambos autores: lo siniestro como un elemento latente en
todo ser humano y con más frecuencia en los de apariencia inofensiva
(las peores bestias llevan el pelo por dentro decía Neil Jordan). Así la
película da inicio a la relación, cordial casi siempre, entre el cine y la
literatura de esta autora. Ripley ha sido el personaje más socorrido; el
asesino culto y elegante, que va por el mundo, con su ambigua sexu-
alidad, como una especie de Eva incitando a la tentación del crimen ha
sido motivo de buena cantidad de filmes: El talentoso Mr. Ripley (2001),
de Anthony Mingella, y El amigo americano (2003), de Liliana Cavani,
son los casos más recientes y tal vez los más conocidos por las nuevas
generaciones. El amigo americano ya había sido filmada con mucho más
tino por Wim Wenders a finales de los setenta; uno de sus tantos acier-
tos: Wenders convertía a Ripley no en un burgués refinado y elegante
sino en un verdadero white trash encarnado con demencial socarro-
nería por el inefable Dennis Hopper. Claude Chabroll, por su parte,
optó por una historia más afín a sus inquietudes: la compleja historia
de celos y la idea de asesinato que enturbia la dinámica de un matri-
monio en El cuchillo (1964) estaba hecha a su medida. Otro cineasta,
un alemán de nombre y apellido impronunciables realiza a principios
de los 80 la adaptación de El diario de Edith (1977), una de las historias
menos oscuras de la autora, donde se sigue el proceso de locura de una
ama de casa ante el desmoronamiento de su pequeña familia.
4. “Sustancia de locura” es una frase significativa en la vida de la au-
tora: es el título de uno de sus mejores cuentos, es también la base
de la mayor parte de sus ficciones y es, por último, el elemento que
dinamiza a la paranoica sociedad norteamericana a la cual perteneció.
Highsmith lo sabía muy bien: la locura es la sustancia que da vida a
la Norteamérica de siempre; no en vano decide abandonar su país
de origen y adopta a Europa como su nueva sede, Suiza fue el lugar
donde desarrolla la mayor parte de su profesión y en el que finalmente
decide morir en 1995, hace exactamente trece años.

José Abril
El whiskey de Picabia

LITERATURA PRIMERO
Luego el cine. Aquí, una lista de algunas de las cintas que
fueron concebidas gracias a una novela o un relato. Aunque
no son todas, por supuesto, estas recomendaciones permiten
una lectura de títulos diversos en género y tiempo. Luego de
una difícil discriminación, queda al lector el juicio real.

EL EXTRANJERO (1967) de Luchino VIDAS AL LÍMITE (1995) de Agniesz-


Visconti. Basada en la novela homóni- ka Holland. Una historia sobre los po-
ma de Albert Camus. La protagoniza el etas malditos Paul Verlaine y Arthur
gran actor Marcello Mastroianni. Rimbaud.

BARROCO (1989) de Paul Leduc. LAS FLORES DEL MAL (1991) de Jean-
Basada en Concierto barroco de Alejo Pierre Rawson. Este filme trata sobre
Carpentier. Un filme que se recarga en el proceso legal que enfrentó Charles
la explosión de la imagen y el sonido. Baudelaire por Las flores del mal.

LA LEYENDA DEL PIANISTA EN EL THE KILLERS (1984) de Patrick Roth.


OCÉANO (1998) de Giuseppe Torna- Esta película está basada en un relato
tore. Basada en el monólogo teatral corto de Charles Bukowsky, quien,
Novecento de Alessandro Baricco. precisamente aparece en escena.

LA SINFONÍA PASTORAL (1946) de DANTE’S INFERNO (1924) de Henry


Jean Delannoy. Basada en la novela Otto. Resulta casi obvio, basado en
homónima del francés Andre Guide. La divina comedia de Dante Alighieri,
este genial filme es mudo.
SIERRA DE TERUEL (1938) de André
Malraux. Este filme está ambientado HISTORIAS EXTRAORDINARIAS (1968)
en la guerra civil española y fue escrito de Federico Fellini, Roger Vadim y
con la ayuda de Max Aub. Louis Malle. Los directores presentan
tres adaptaciones de algunos cuentos
LAS BRUJAS DE SALEM (1957) de del oscuro Edgar Allan Poe.
Raymond Rouleau. Basado en la obra
de Arthur Miller, esta película aborda FORAJIDOS (1946) de Robert Siod-
los proceso herejía del siglo XVII. mak. Del famoso relato corto de Ernest
Hemingway, ésta es una adaptación
formidable dentro del género negro.
El whiskey de Picabia

EL TÚNEL (1952) de León Klimovsky. SUSPENSE (1961) de Jack Clayton.


La característica fundamental de Una película llena de intrigas. Está ba-
esta filme es que su director escribió sada en el reconocido libro Otra vuelta
el guión junto al autor de la novela de tuerca del escritor Henry James.
homónima, Ernesto Sábato.
TRÓPICO DE CÁNCER (1970) de Jo-
CRIMEN Y CASTIGO (1935) de Pierre seph Strick. El contexto: París de los
Chenal. Se califica esta película, ba- años 30’s. Esta cinta está basada en el
sada en el libro homónimo de Fiodor libro homónimo de Henry Miller.
Dostoievski, como la mejor realizada
hasta ahora. BARTLEBY (1970) de Anthony Fried-
man. Basado en la novela corta Bartle-
EL GRAN GATSBY (1974) de Jack by el escribiente, de Herman Melville,
Clayton. De la novela homónima de este filme dibuja un personaje oscuro.
Francis Scott Fitzgerald, su guión fue
escrito por Francis Ford Coppola. EXPIACIÓN (2007) de Joe Wright. Ape-
nas saliendo de las carteleras, este filme
EL PROCESO (1963) de Orson Welles. basado en el libro homónimo del prolí-
Este filme basado en la novela homó- fico escritor Ian McEwan.
nima de Franz Kafka resulta una ex-
celente adaptación. MI LOCO CORAZÓN (1949) de Mark
Robson. Es la adaptación del cuento
PYGMALION (1938) de Anthony As- “Uncle Wiggily” de Jerome. D. Salin-
quith y Leslie. Nace del libro con el ger. Se trata de la única adaptación que
mismo nombre escrito por George Ber- permitió el autor.
nard Shaw, una magnífica película.
EL DESPERTAR DE FINNEGAN (1965)
FAUSTO (1926) de Friedrich W. Mur- de Mary Ellen Bute. Esta película es
nau. Goethe inmortalizó al personaje una buenísima adaptación del libro que
Fausto en la novela epónima. Impres- tiene el mismo título escrito por el autor
cindible largometraje alemán. irlandés James Joyce.

TONY TAKITANI (2004) de Jun Ichika- AMORE (1947) de Roberto Rossellini.


wa. Este filme dibuja la historia de un Este filme e está divido en dos episodios
pintor aislado y su trama está basada y basado en la obra Una voz humana
en un relato del misterioso escritor del escritor surrealista Jean Cocteau.
japonés Haruki Murakami.
LOS ORGULLOSOS (1954) de Yves
OPINIONES DE UN PAYASO (1976) de Allégret. La historia de este largometra-
Vojtech Jasny. Este largometraje está je está situada en México y basada en el
basado en el libro que tiene el mismo relato “Typhus” de Jean Paul Sartre.
título. Autor: el Nobel Heinrich Boll.
El whiskey de Picabia

LA CONJURA DE LOS NECIOS (2004) PLUMAS (1987) de John Ruane. El cuen-


de David Gordon Green. Basada en to homónimo en el que está basado esta
la novela homónima del suicida John película se desprende del libro Catedral
Kennedy Toole, es protagonizada por del cuentista Raymond Carver.
el graciosísimo Will Ferrell.
FILME (1965) de Alan Schneider. Se
LA ESTRATEGIA DE LA ARAÑA (1970) trata de un cortometraje, su guión fue
de Bernardo Bertolucci. Una película escrito por el irlandés Samuel Beckett y
basada en el relato “El tema del traidor está protagonizado por Buster Keaton.
y del héroe” de Jorge Luis Borges.
UN TRANVÍA LLAMADO DESEO (1951)
APOCALYPSE NOW (1978) de Francis de Elia Kazan. Este largometraje bastante
Ford Coppola. Un trabajo magno del admirable está basado en la obra de teatro
director al trasladar El corazón de las homónima de Tennessee Williams.
tinieblas de Joseph Conrad a la triste y
estúpida guerra de Vietnam. A SANGRE FRÍA (1967) de Richard
Brooks. Basado en el libro homónimo
PEDRO PÁRAMO (1967) de Carlos Velo. de Truman Capote, este filme es bastante
La única novela de Juan Rulfo lleva el acertado pues retrata bien la historia de
mismo nombre, su adaptación no es tan los dos criminales de Kansas.
afortunada pero resulta importante.
LAS HORAS (2002) de Stephen Daldry.
BLOW-UP (1966) de Michelangelo Anto- Basada en La señora Dalloway de Vir-
nioni. La historia que aborda esta pelícu- ginia Wolf, esta película cuenta con la
la está basada en un cuento del argentino notable actuación de Nicole Kidman.
Julio Cortázar. Un filme bastante trascen-
dente del director italiano. LOLITA (1962) de Stanley Kubrick. Parece
ser que esta versión de la cinta basada
EL AMOR DE SWAN (1983) de Volker en la novela homónima de Vladimir
Schlondorff. Aunque es protagonizada por Nabokov es la preferida por la crítica.
Jeremy Irons, esta adaptación de la novela
de Marcel Proust no es tan afortunada. THE SOUTHERNER (1945) de Jean
Renoir. Para este largometraje el direc-
EXTRAÑOS EN UN TREN (1951) de tor contó con la ayuda personal en el
Alfred Hitchcock. Una de las obras ma- guión de William Faulkner.
estras del director, se trata de un filme
basado en el texto de Patricia Highsmith. KUROKATAGE (1968) de Kinji Fuka-
saku. Esta cinta que aborda el tema de
UNA MIRADA A LA OSCURIDAD (2005) la mafia japonesa está basada en una
de Richard Linklater. Editada al estilo obra teatral de Yukio Mishima, quien
de animación, este filme está basado en aparece en escena.
la novela homónima de corte futurista
de Philip K. Dick.
Shandy
El botón de rigaut

El exorcismo de Irán Castillo


Soy un pervertido. Lo he comprobado hace un par de días, cuando mi novia –la
imbécil de mi novia- me ha dejado. Por supuesto, ha sido la causa de lo que acusáis.
Eso le dije. Eres la causa de lo que acusáis. Y ella me aventó con el ratón inalám-
brico –no es metaficción, hablo del aparato que está conectado a control remoto al
procesador-. Eres un completo idiota, un pervertido hijoputa, y Sor Juana no tiene
nada que ver con esta sopa, pendejo. Ella es (fue) Romina Téllez. Yo soy Romina
Téllez, puto escritorsete de mierda, no Irán Castillo.
No sé cómo empezó todo. Pero es claro que fue mucho antes de que Romina y yo
tuviéramos un noviazgo. Incluso, mucho antes de que ella me conociera. Quizá a
mis 6 años. Podría decir que la culpa la tienen los nombres. Mi primer amor fue mi
madre. La Yocasta posmoderna se subía al techo de la casa por las mañanas para
ponerle agua al cooler. Mi padre, el terrible, trabajaba hasta tarde. Yo miraba las
nalgas blancas de mi progenitora subiendo por la ventana del patio. Luego me aven-
taba una soga para que la atara a una cubeta que anteriormente había llenado con
agua. Ella no usaba bragas y veía su sexo lleno de luz (no es una metáfora, quiero
decir que los rayos del sol atravesaban su bata e iluminaban -como en una película
de Luchino Visconti- su sexo). Después vino un romance sordo. Cuando mi madre
se embriagaba y caía inconsciente en el suelo yo la desnudaba y la olía completa, la
acariciaba, la mordía, lamía sus pezones. Mi padre, junto a ella, se perdía de la fies-
ta, el ritual. Pasaron cerca de tres años de amor –lo científicamente probado- y un
domingo muy temprano me levanté y entré en la habitación de mis padres, quienes a
las 7 a eme (el horario crucial de Chabelo) practicaban lo que años después también
yo denominaría “un mañanero”. Ver montado a un insecto insignificante -movién-
dose escandalosamente y con aplomo- sobre la mantis que entonces era mi madre
me rompió el corazón. Desde entonces no nos hemos tocado. Ni siquiera un beso,
un abrazo. Mi primer fractura. Luego me enamoré de una vecina que tiene el mismo
nombre que mi madre. Nunca pasó nada. Era la madre de mi amigo. Pero también
tenía el cabello corto y era rubia. Pero esta diosa tenía ojos claros. Inicié entonces
un amor secreto, platónico. Seguía el culo de la señora con la mirada como la aguja
de una brújula el norte. Y pasaron otros dos años, ansiando la caída de esa mujer, su
cuerpo desvanecido para acariciarla y besarla, pero nunca llegó ese día.
Infame, triste, miraba la televisión con la traicionera de mi madre. En la pantalla se
presentaba una telenovela en la que aparecía como actriz principal una mujer con
los ojos idénticos, con el ángulo exacto de sus cejas. Era mi vecina con 30 años
menos. No ella, sino una jovencita que tenía el mismo rictus de prisión perpetua,
de espíritu secuestrado. Adorable. Bendita. En los créditos aparecía su nombre: Irán
Castillo. Una tipa irrespetable, imposible contenerse a noquearla y hacerle el amor
endemoniadamente dentro de un iglú. La deseaba con mi total década reciclada de
vida. La señora, el clon viejo que parecía haber cagado a mi Irán, falleció de amor.
No por mí, sino por su marido, a quien se le conocían sus múltiples amantes. Tam-
El botón de rigaut

poco fue tan dramático. Utilizó medicamentos adictivos para adelgazar. Luego la
tragedia.
Cuando alcancé los estúpidos 15 años -ya había dejado el luto por mi segundo gran
amor- yo estaba absolutamente conmovido por las coincidencias que me rodeaban.
El nombre Irán me recordaba mi individualismo, mi abstinencia al grupo. Un verbo
que practico en la actualidad todavía. Luego Castillo, uno de mis títulos favoritos
de Kafka. No había más, ella era para mí. Es obvio que nunca lo fue. Si no, yo me
llamaría José María Torres, o 50 cent. El primero salió con ella en una telenovela,
el segundo recibió muchos balazos en el cuerpo y podrían hacer bonita pareja.
Ya ha pasado más de una década desde que entendí que no podría raptar y llevarla
al polo norte. He tenido otras novias más pedestres, insolentes, ignorantes que no
tenían una conversación interesante o que nunca me dejaron penetrarlas por el ano.
Los últimos dos años encontré a Romina. Y no estaba nada mal el sexo con ella.
Pero se molestaba mucho cuando en pleno éxtasis yo le decía al oído “gime claro,
Milla Jovovich, gime claro”. Me decía que no era correcto. Y creí haberme curado
hasta que –hace tres días- me encontré en un puesto de periódicos una edición es-
pecial de una revista que mostraba desnudos de Irán Castillo. Franz Kafka se puso
detrás de mí y dijo: es intolerable a estas alturas la censura, arráncale el plástico,
yo también quiero verla. Imposible resistirse al encanto del monstruo. Gasté mi
dinero del taxi. Ya en el departamento, por la noche, desde el baño, Romina pudo
escuchar un lamento débil pero contundente: agujetas de coolooooor de rooooooo-
saaaaaaaaaa.
Hace dos días, por la madrugada, mientras mi exnovia yacía tendida en la cama,
desprovista de este mundo hice algo tremendo. Recorté el rostro de Irán Castillo,
un retrato amplio que abarcaba una página completa. Le coloqué un par de ligas
a los lados y se lo puse a Romina que estaba bocabajo. Fue algo espléndido. Mi
preciosa Irán, con la cabeza al revés -como la muchachita del exorcista- y el culo
descubierto. Me subí a la cama despacio y comencé a halar mi verga enhiesta,
lento al principio para que mi actriz no fuera a despertarse, pero luego, imaginarla
ahí, dormida, poseída por un demonio ancestral me emocionó escandalosamente.
La cama empezó a tambalearse e Irán se contorsionó insólitamente. ¿Qué haces,
idiota? Dijo una voz que no era la de ella, sino la de un energúmeno dimensional,
la de Romina. ¡Te exorciso, Irán Castillo, te libero! El semen fue a dar directamente
en la espalda de Irán Castillo o de Romina y, ésta última -la indeseada-, se levantó
furiosa decapitando violentamente al amor de mi vida.
Ella se puso la ropa. Y yo fui a lavarme las manos. Luego tomó las llaves de su
automóvil, junto a la computadora, y dijo que yo era el hombre más pervertido que
había conocido. Intenté citar a Sor Juana, pero salió algo descompuesto. Me lanzó
algo que en ese momento no tenía idea de qué podía ser. Luego tomó algo del suelo,
lo apretó con el puño y también lo arrojó hacia mí. Después del portazo, me puse
de cuclillas y levanté el segundo objeto. Era el rostro arrugado de Irán Castillo que
seguía mirándome desde el infierno.
Vikram Dharma

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