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Enfoque de DDHH
El Estado está obligado a garantizar, por lo tanto, la salud y el bienestar de todos quienes
están a su cargo. Por ello, bajo el nuevo marco normativo implementado por el Estado
chileno en la Ley 20.584, las personas no solo serán beneficiarias del sistema de salud,
también se considerarán promotores y fiscalizadores activos de los derechos y deberes
de acceso a la salud.
El derecho que tienen los usuarios de salud a recibir un trato digno debe ser respetado y
conocido por todos los equipos de salud. Con este fin revisaremos el párrafo 2° de la ley
N° 20.584, “Del derecho a un trato digno” y el párrafo 3° de la misma ley, “La
humanización del trato y acompañamiento en el duelo.”
La humanización
Visión General
1. Cultura: una cultura más humana considera a las personas como sujetos de
derecho, no niega el dolor y ni el sufrimiento como realidades a integrar, que
promueve estilos de vida sanos, que se interesa no solo por las enfermedades,
sino por la educación en salud y en valores, que reconoce efectivamente la
dignidad intrínseca de cada persona.
2. Política y economía: un sistema político será tanto más humano cuanto más
justamente distribuya los recursos económicos, cuanto más promueva la
igualdad en el acceso a la asistencia sanitaria, cuanto más transparente sea en la
gestión. El criterio primario para hacer una economía más humana es la
comprensión de que la dignidad está en todos los seres humanos por igual,
empezando por aquellos con sus derechos vulnerados, ya sea en lo sanitario, lo
social, económico o en lo cultural para la producción y distribución de los bienes
de manera justa
3. Formación profesional: humanizar tiene que ver también con la competencia
profesional de los agentes de salud. Esto se ve en la:
1. Inclusión de las ciencias humanas en la formación, ofrecida desde las
universidades e instituciones educativas para cultivar laautoestima y el
autoconocimiento que permitan desarrollar valores compartidos para
quienes trabajan y se desarrollan en el ámbito de la salud..
2. Trabajo interdisciplinario reconociendo el trabajo de los distintos actores del
equipo de salud en beneficio de una mejor atención al usuario y trato al
interior de los equipos de trabajo.
Mapa conceptual de los ámbitos en que se divide la humanización.
Imperativo de humanizar
QUIZÁS ÉSTA SEA LA TAREA FUNDAMENTAL DEL HOMBRE: TENDER HACIA SER
Nos vemos obligados a actuar al reconocer nuestra responsabilidad en la miseria del otro.
Por ello, la lamentación por la deshumanización y el deseo de humanizar es sentido
universalmente. Quizás ésta sea la tarea fundamental del hombre: tender hacia ser
realmente persona, persona en relación, capaz de encontrarse con los demás en la
vulnerabilidad y acompañarles a ser personas.
Tomando conciencia
Experimentando la vulnerabilidad
Comprometiéndose
tratamos como persona, como ser humano, y no como objeto al que hay que cuidar”.
Victoria Camps
Preocupándose
Debemos distinguir entre las dos formas en que nos podemos preocupar por el otro.
Ambas igualmente importantes.
Albert Joveil señala a este respecto: “la medicina basada en la afectividad debería
contribuir a la implantación de un nuevo modelo de gestión basado en el conocimiento
y en los valores, que tuviera como ejes principales la formación como estrategia de
capacitación, la documentación como estrategia de información, la evaluación como
estrategia de provisión de evidencia, y la técnica como estrategia de abordaje de
problemas de salud y de solución de desacuerdos morales. Este modelo, combinación de
ciencia y humanismo, debería posicionar a la profesión médica en la mejor de las
condiciones para afrontar los retos y cambios que se van a producir en la sanidad del
siglo XXI”.
Habrá que caminar hacia una armonización entre los valores procedentes del
conocimiento científico-técnico especializado y los valores del conocimiento global y
humanístico de la persona. Ello no se podrá conseguir sin una seria revisión de los
programas de pregrado y de formación continua que potencien el conocimiento global.
Todos los hombres y mujeres, todos los pueblos, incluidos los más débiles, tienen
derecho a ser sujetos activos y responsables en el desarrollo de sí mismos.”
Aspectos a considerar
Personalización de la asistencia
Cambio de actitudes
Muchas veces un proceso de humanización no es tanto un proceso de estructuras,
de mecanismos, sino de actitudes, cambios de actitudes y de voluntad de todos
nosotros, de todos los que conformamos el personal sanitario para mejorar la
situación actual.
A su vez, los elementos que nos indicarán la calidad en un sistema de salud son:
Definiciones de dignidad
la persona del otro, no como un mero medio, sino siempre y al mismo tiempo como fin».
Immanuel Kant
Una de las expresiones más célebre, en este sentido, aparece en una de las
formulaciones del imperativo categórico kantiano: «actúa de tal modo que trates a la
humanidad, tanto en tu persona como en la persona del otro, no como un mero medio,
sino siempre y al mismo tiempo como un fin».
El otro puede ser cualquier persona, amigo o desconocido que padece dolor y necesita de
nuestra ayuda. Cuando nos sentimos llamados a responder a esa solicitud de ayuda,
cuidando de ese otro-vulnerable es lo que llamamos el despertar de la conciencia ética, la
vocación. Este llamado puede ser silencioso, manifestarse en un cruce de miradas entre
nosotros como funcionarios y los pacientes o sus familiares que también padecen dolor.
Ese otronos llama a través de su rostro sufriente. No podemos esquivar su mirada
interpelante, no podemos bajar la mirada como si no pasara nada. Cuando estamos frente
al otro-vulnerable, nos damos cuenta que debemos responder a su sufrimiento, porque
dejar de hacerlo sería inhumano. [@totalidad] El filósofo Levinas decía que los rostros
hablan, aunque las personas no digan nada, nosotros podemos interpretar los sentidos
ocultos en las miradas. Al detectar vulnerabilidad y sufrimiento en el rostro de los
pacientes y sus familias, debiésemos sentirnos llamados a responder a ellos. Sin
embargo, esto no significa sobreproteger a ese ser vulnerable al punto de anular su
autonomía. En el reconocimiento del otro, por muy vulnerable que éste se presente, debe
existir siempre un equilibrio entre su autonomía y la beneficencia.
Ética de la fragilidad
Quizás la gloria del individuo no se escribe sólo cuando éste es capaz de pensar,
decidir, amar (como facultades supremas), sino también cuando un semejante
piensa «en el qué» y «por el qué» no es capaz de hacerlo por sí mismo; decide para
y por aquél que no es autónomo psicológica o moralmente y ama a aquel que, si bien
conscientemente no es sujeto de afectos, es destinatario del amor; amable por sí mismo,
por su semejanza, por su vulnerabilidad y pertenencia a la comunidad humana. Podemos
experimentar esto, por ejemplo, con los pacientes en estado vegetativo persistente, los
postrados, algunos pacientes psiquiátricos, algunas personas con capacidades diferentes,
entre otros casos.
Todo lo mencionado permite considerar que la dignidad humana está en estrecha relación
con su condición de vulnerabilidad. Una vez más se acude la llamada «ética de la
fragilidad». El hombre lábil, como dijera Paul Ricoeur, expresando de manera precisa que
la naturaleza de la realidad humana fundamenta una ética humanizadora a partir de la
comprensión de la persona como vulnerable, débil, perteneciente a la comunidad
humana capaz de hacerle ser y subsistir. La vida humana, especialmente frágil y
siempre en el límite. La expresión del llanto, como símbolo de la fragilidad humana,
constituye un rasgo fundamental que revela que la condición de vulnerabilidad
desencadena la dimensión ética.
Todos somos vulnerables. Ser vulnerable es ser finito; es decir, estamos expuestos al
sufrimiento y a la muerte. La ética de la fragilidad se refiere al deber que tenemos frente al
sufrimiento de nosotros mismos y de los demás. Nos plantea que, frente a la fragilidad
ajena no podemos permanecer impávidos, sino que debemos responder solidariamente,
debemos hacer un esfuerzo “por mitigar esa vulnerabilidad y ayudar al otro a desarrollar
su autonomía personal, física, moral e intelectual”
En los últimos años se está prestando una particular atención a la relación existente entre
dignidad y calidad de vida. Esta pregunta surge porque el hombre es capaz de
prolongar la vida, pero no siempre en condiciones que al sujeto o los responsables
de la distribución o aplicación de recursos, les parece que esta sea digna.
En principio, como dice Diego Gracia, «parece natural pensar que es bueno todo aquello
que va a favor de la vida y malo todo lo que va en contra suya o la pone en peligro. Pero
la vida sin más no es un criterio de moralidad. El criterio surge cuando se califica o
cualifica esta vida de cierta manera».
La calidad de vida hace referir la vida, verla de manera comparativa consigo misma en
otras circunstancias o con otros. Diego Gracia dice que la calidad de vida consiste en «el
conjunto de propiedades que hacen esa vida apreciable y mejor que la de otras
personas».
Hasta qué punto merece la pena vivir si no se vive como hombre, es decir, si no es
posible vivir de modo conforme a la propia dignidad, la discusión presenta mayor
complejidad. Si, como se ha podido comprobar, el concepto mismo de dignidad es
extremadamente difícil de definir por su gran dosis de relatividad, estas mismas
dificultades, y el consiguiente riesgo, se plantean para determinar en qué punto se
produce esa ruptura o falta de adecuación entre la vida y la dignidad, y a quien
corresponde decidir sobre esa falta de adecuación.
Algunos despejan la incógnita diciendo que tiene tal valor para el hombre la dignidad, que
lo que se plantea es hasta qué punto vale la vida sin dignidad y hasta qué punto merece
la pena vivir si no se vive como hombre, como persona humana. Pero en
seguida argumentan que no puede existir la vida humana sin dignidad, ya que en
ningún momento de su vida, y en ninguna circunstancia, la persona deja de ser
persona: mientras hay vida, hay personalidad (condición humana, condición de
persona en cuanto tal) y por tanto, hay dignidad.
Deshumanizacion y despersonalizacion
Cada vez se experimenta con más intensidad, la tensión entre lo que la realidad es y lo
que debe de ser en relación a las exigencias éticas. En este sentido la Declaración de los
Derechos Humanos, constituye una aspiración «utópica» que crea exigencias éticas que
distingue la brecha entre lo que «pasa» y lo que realmente «debe pasar».
Tecnificación de la atención
Al hablar de la deshumanización de la medicina, uno de los aspectos asociados suele ser
el del desarrollo de la técnica y la tecnología. Una afirmación frecuente es que junto al
desarrollo de la técnica, se ha ido produciendo un proceso de deshumanización. A veces,
el discurso cobra tonos nostálgicos, en el recuerdo de aquella medicina pretérita que era
pobre en medios (conocimientos, métodos diagnósticos y terapéuticos), pero que hacía
abundante el uso de la relación humana al servicio del enfermo.
Burocratización
AUTENTICIDAD.
Relaciones funcionales
Es necesario recuperar un tipo de relaciones con los pacientes que no sea únicamente
funcional.
Quizás otro elemento que esté en el fondo de la deshumanización sea el hecho de que la
ideología médica manifiesta más interés en la cura del síntoma de la enfermedad
que en la salud.
Medicalización de la vida
Relación de ayuda
El abordaje de las relaciones interpersonales en el sector de la salud ha estado marcado
por una tendencia paternalista en la relación clínica. Diego Gracia ha reflexionado
acerca del modelo de relación usuario-sanitario, en el que el camino tiende hacia una
relación más horizontal entre agentes de salud y personas usuarias del sistema. Por otro
lado, tanto la reforma sanitaria como la ley N⁰ 20.584 sobre “los derechos y deberes que
tienen las personas en relación con la acciones vinculadas a la atención de salud”
representan un avance hacia relaciones más horizontales entre el equipo de salud y los
pacientes. En este módulo, revisaremos un modelo de relación interpersonal que te
permitirá mejorar la forma en que enfrentas la relación con tus pacientes.
Objetivos
ayuda
Del lat. adiuvare, provocar alivio
«cualquier acto de asistencia a una persona».
Entendemos la relación de ayuda como aquella que intenta hacer surgir una mejor
apreciación y expresión de los recursos latentes del individuo y un uso más funcional de
éstos. Hablamos de relación de ayuda, normalmente, desde una perspectiva centrada en
la persona del ayudado, considerada en sentido holístico, y no directiva. Aplicada al
mundo de la salud, nos referimos al conjunto de actitudes y habilidades que el
profesional conoce, interioriza y despliega en la relación terapéutica, dotándola de
competencia relacional y emocional.
Conjunto amplio de
Delimitado, más situaciones (salud,
Ámbito de aplicación
específico educación y terapia,
entre otras)
Sin embargo, en los últimos años, se ha realizado un trabajo de reflexión sobre las
actitudes y habilidades que confieren competencia relacional y emocional al agente
de salud, en concreto al médico, a la enfermera, al trabajador social, etc. Algunos autores
han propuesto una formación de estos agentes a la relación en el ámbito del ejercicio de
su profesión, basada en la interiorización de la triada rogeriana –que veremos más
adelante– y en el adiestramiento en una serie de habilidades en las que aquellas se
despliegan y actualizan.
Modelo Rogeriano
MOVILIZARLAS.
Aceptación incondicional.
Empatía.
Autenticidad.
tiene hacia él, es capaz de asumir y experimentar esta misma actitud hacia sí mismo.
Esta actitud supone una relación afable y cálida. La ausencia de este aspecto de
esta actitud genera distancia y, con frecuencia, lamentación por deshumanización.
No se trata de una disposición de una ternura tal que se salga del ámbito de los
roles propios de la profesión, sino la calidez humana propia de la dignidad de la
persona que no puede reducirse a una relación funcional.
Empatía
Empatía
Del gr. empatheia, identificación.
Actitud en virtud de la cual, una persona hace el esfuerzo cognitivo, afectivo y conductual
por captar, de la manera lo más ajustada posible, la experiencia ajena, sus necesidades,
los significados que las cosas tienen para ella, sus sentimientos, los valores que la
habitan, las dinámicas que actualiza, las expectativas y deseos que le mueven, así como
los recursos con los que cuenta. Pero no solo esto, la empatía comporta también que la
persona del ayudado perciba que está siendo comprendido.
Algunos autores han desarrollado una reflexión sobre la empatía hablando de fases de la
misma. Es un modo de presentar el proceso cognitivo-afectivo de la empatía, que pasa
por la
Fase 1
Fase 2
Fase 3
En el evolucionar del concepto de empatía, se considera como una capacidad que incluye
elementos cognitivos y afectivos, así como elementos comunicativos o conductuales que
constituyen la parte visible de la empatía. Asimismo, somos del parecer de que la empatía
«es un proceso activo, consciente e intencional y que, por tanto, puede ser activado
voluntariamente». Ello no impide que agentes expertos tengan una particular facilidad
para disponerse en actitud empática, habiendo llegado a ser algo automático, un «modo
de ser».
Autenticidad
Las actitudes son las disposiciones interiores del agente de salud y tienen una dimensión
cognitiva, afectiva y conductual. Las habilidades, en tanto, son la manifestación práctica
de estas actitudes, son la traducción de las actitudes en maneras concretas de articular
la comunicación y hacerla operativa.
A continuación, revisaremos en detalle las siguientes ocho habilidades que nos ayudarán
a mejorar la relación de ayuda.
La escucha activa.
La respuesta empática.
La personalización.
La confrontación.
La inmediatez.
La iniciación.
El autoconocimiento del ayudante.
El autocontrol emocional.
La escucha activa
En las relaciones de ayuda, la escucha activa representa la herramienta
fundamental de la interacción. La escucha activa representa el modo práctico de
promover el protagonismo del ayudado en el proceso de reconocimiento y
afrontamiento de la dificultad. Representa, además, el camino que permite al
ayudado liberarse del sufrimiento provocado por la soledad o por la necesidad de
vaciarse emocionalmente.
El calificativo de «activa» se aplica a la escucha porque no se trata de un mero
oír superficial, sino de la acogida de los significados y de la experiencia
peculiar de la persona a la que se quiere ayudar, de tal modo que
efectivamente el otro experimente que está siendo acogido. La atención bien
centrada, como despliegue de la actitud empática, es la que permite captar la
experiencia ajena.
Un buen diagnóstico nace de una buena escucha; una buena adherencia a una
indicación terapéutica depende, en buena medida, de la calidad de la
comunicación con el paciente y ésta, a su vez, de cómo se siente escuchado. Una
persona deposita su confianza en el profesional de la salud si percibe que para él
es importante lo que ella está viviendo y, de alguna manera, comunicando. Las
profesiones de salud sin escucha terminan percibiéndose deshumanizadas, sin
encuentro interpersonal.
A escuchar se aprende capacitándose en el arte de hacer silencio interior. Esto
requiere una disposición a centrarse en el otro, aprendiendo a manejar los
sentimientos que produce el encuentro, especialmente el encuentro con la
vulnerabilidad ajena.
Existen numerosos obstáculos para la escucha, algunos, de naturaleza física;
otros, de naturaleza psicológica. El conocimiento de los propios obstáculos es el
primer paso para su superación. Quizás el paso más importante sea la necesidad
de manejar los sentimientos que se producen en quien se encuentra ante la
debilidad, el límite y el sufrimiento ajenos. De aquí que la competencia
emocional, la capacidad efectiva de conocer y controlar las propias emociones
sea requisito necesario para una buena escucha.
La escucha activa, por otra parte, representa uno de estímulos positivos y
caricias más importantes para la persona. El que se siente escuchado
experimenta que es reconocido por el otro, considerado y respetado como distinto.
La respuesta empática
Hemos dicho que no se produce realmente empatía si el ayudado no
experimenta que está siendo comprendido. La respuesta, pues, adquiere una
particular relevancia en el diálogo de ayuda. No sólo la respuesta verbal, sino
también la no verbal. Uno de los peligros que existen es que la empatía se
reduzca a una mera intención de comprensión, sin que se traduzca en la
comunicación efectiva de la misma.
La respuesta empática constituye uno de los modos más eficaces de generar
confianza, de provocar que el ayudado sienta que el ayudante está centrado en
él. Algunos autores llaman a esta comunicación de la comprensión «empatía
avanzada», especialmente en aquellas en que la comprensión contiene una dosis
de interpretación.
Los diferentes tipos de reformulación son un modo práctico de hacer que una
respuesta sea empática en el diálogo. Reformular consiste en devolver al
ayudado, con las palabras del ayudante (o el lenguaje no verbal), lo que al
ayudante ha comprendido de cuanto el ayudado está viviendo y ha
comunicado o el ayudante capta que vive. En el fondo, la reiteración de las
últimas palabras, la dilucidación temática de lo comprendido o la reformulación del
sentimiento captado son modos distintos de hacer que el ayudado experimente
que está siendo seguido en la presentación de sus dificultades.
Más aún, el aparato técnico fundamental de la relación de ayuda pasa por
conseguir reformular, es decir, devolver al ayudado su propia situación, no de
manera superficial, sino de manera lo más ajustada posible a la experiencia del
ayudado. Esto no implica necesariamente buscar que el otro se sienta bien, sino
caminar juntos hacia la realidad, su conocimiento y su manejo con autoridad.
La personalización
Personalizar el significado
Personalizar el problema
Personalizar el sentimiento
Personalizar el fin
La confrontación
La inmediatez
transferencia
reproducción de patrones de conducta no auténticos y no centrados en el aquí y ahora de
cada una de las personas que interactúan
Uno de los problemas más frecuentes de lo que pudiera parecer a primera vista, viene
constituido por la transferencia. El fenómeno, descrito inicialmente por Freud, representa
una reproducción de patrones de conducta no auténticos y no centrados en el aquí y
ahora de cada una de las personas que interactúan. Es el caso del ayudado que ve en la
persona del médico, por ejemplo, la de su padre protector que le solucionará todos los
problemas, o el del paciente que se enamora del ayudante y transfiere sobre él
sentimientos, expectativas y conductas no apropiadas a los roles en los que la relación se
plantea. Cuando se produce la transferencia en este sentido, el ayudado reacciona ante el
ayudante como si éste fuera un tercero, transfiriendo sobre él sentimientos, expectativas o
comportamientos que no le son propios a su rol, sino a otra persona hacia la que aquél los
viviría de manera más propia. Cuando la transferencia se produce en el ayudante hacia el
ayudado, entonces hablamos de contra-transferencia.
La iniciación
Hemos visto que la competencia relacional está conformada por las actitudes,
habilidades y conocimientos del fenómeno de la relación interpersonal. Junto con ellas, el
autoconocimiento también juega un rol importante en las relaciones de ayuda. La máxima
de Sócrates constituye un aspecto fundamental de la «inteligencia emocional». El agente
de salud que conoce sus emociones y sus límites y que realiza un trabajo para
conocerlos y manejarlos, se hace más competente en la relación de ayuda. En
efecto, conocerse evita las proyecciones no controladas, los mecanismos de defensa
inconscientes, y permite hacer de la propia fragilidad y de los propios límites, recursos al
servicio de una mayor comprensión, permite purificar las motivaciones que llevan a
intervenir de una determinada manera en la ayuda.
sombra
aquello que hemos arrojado al inconsciente por miedo a no ser aceptados
El autocontrol emocional
Pero más allá de la complejidad de la relación entre sentimientos y valores, entre sentir e
inteligir, entendemos que el agente de salud ha de realizar un camino de exploración
e integración de las emociones de manera inteligente. De alguna manera ha de
hacerse experto en lo que Pascal llamó las «razones del corazón», porque estas influyen
mucho tanto en la persona del agente de salud como en la del cliente o paciente en todos
los procesos de salud, enfermedad o sufrimiento de cualquier naturaleza.
Desgraciadamente, todavía son muchos los que al mundo emocional le confieren un
rango menor en cuanto tiene que ver con la salud.
Únicamente aquellos que evitan el amor, pueden evitar el dolor del duelo. Lo importante
es crecer a través del duelo y seguir permaneciendo vulnerable al amor.
John Brantner
pérdida
el conjunto de experiencias significativas de privación o separación de personas u objetos
con los que hay una relación o un vínculo, un «lazo» en la terminología actual.
Tipos de pérdida
El acompañamiento de personas en duelo mira, sobre todo, a evitar que las personas
suframos más de la cuenta o que suframos por cosas que son añadidas. Esto se refiere a
lo que vimos más arriba como sufrimiento evitable.
sufrimiento evitable
sufrimiento que puede ser evitado, dado que no es inherente a la pérdida. Es el objeto del
enfoque preventivo.
El enfoque preventivo sobre las pérdidas tratará de abordar aquello sobre lo que
puede ayudar al control percibido, a la eficacia de afrontamiento y a los recursos
necesarios para ello, sea de modo específico o de modo no específico. Este enfoque no
busca suprimir el sufrimiento ante las pérdidas ni la negación de esta ni, por supuesto,
trata de suprimir la misma realidad de las pérdidas.
Este tipo de sufrimiento que pretendemos evitar se relaciona muy especialmente con el
estilo vincular de la persona, las ideas irracionales, pensamientos distorsionados o
creencias de este tipo, con las que han crecido o de la elección del sufrimiento como
modo de adquirir una identidad propia. Este tipo de sufrimiento no es inherente a la
pérdida y en gran medida depende del modo como se aprende a negociar con el dolor.
La mirada preventiva es la mirada del acompañante que trata de hacer descubrir qué
cosas pueden estar complicando un duelo y buscar la forma de desatascar el proceso en
cada caso. Es la mirada que se interesa por extraer los recursos de la persona y
establecer una relación más sana, es decir, capaz de generar salud en la persona.
Proceso de prevención
prevención
Proceso activo de implantación de iniciativas tendentes a mejorar la formación integral y la
calidad de vida de los individuos, fomentando el autocontrol de la persona y la resistencia
ante lo que percibe como riesgo.
Específica: tiene que ver con el problema a prevenir de modo directo, atendiendo
a sus causas inmediatas o remotas.
Inespecífica: tiende a potenciar los factores de protección generales de la
persona.
Las personas en duelo, suelen necesitar mirar desde los dos momentos. Por un lado
necesitan no agravar su sufrimiento por la pérdida actual. Por otro lado, miran de reojo al
futuro y se preguntan si podrán con otras pérdidas que vienen. Por eso, la tarea de
acompañar mirará al presente sobre todo, pero tenderá un camino de futuro.
Prevención primaria
Prevención secundaria
Prevención terciaria
Lo dicho hasta aquí se centra en los efectos de las pérdidas a corto plazo en un duelo
normal. En los duelos que se complican, este corto plazo se hace medio y el sufrimiento
puede llegar a no desaparecer.
Ahora bien, las pérdidas tienen otros efectos a medio y largo plazo, no de modo
inmediato, que suelen ser descritos de otra manera. En el camino del duelo, hay etapas
en las que se empieza a vislumbrar tierras nuevas y paisajes diferentes. Sin perder de
vista que, para llegar estas tierras, se ha pasado por el sufrimiento: hay signos de
crecimiento (Pangrazzi), de aprendizaje (Neimeyer) o de progresión de la conciencia
personal (De la Herrán), de la formación de la identidad (Erikson) o del sentido que
subyace en ellas (Frankl), entre otros.
autopoiesis
(Del gr. poiein, crear).
Expresa que es el mismo dinamismo del ser humano lo que hace que la vivencia de la
pérdida sea precisamente lo que origina un orden nuevo.
Estos efectos positivos de la pérdida indican que hay algo de verdad en el dicho de que
el duelo lo sana el tiempo, pero sobre todo, tienen que ver con lo que las personas
hacemos con el duelo, con nuestro trabajo de elaboración personal y la decisión, como
dice Worden.
La verdad es que, tras la ofuscación que produce el sufrimiento sin control existe en
nosotros una capacidad de pensarnos, de autoexplicarnos que llama Maturana,
«autopoiésis». Es decir, en la pérdida reside una posibilidad de autocreación. El verbo
griego poiein nos lleva a otro derivado que es la poesía. Esto encuentra los inevitables
puntos de conexión entre la pérdida, la dimensión espiritual y el arte.
Todas las personas estamos sujetas, de manera casi continua, a cambio, desarrollo o
evolución. En la dinámica del crecimiento, las crisis originadas cuando perdemos son
parte de un estado nuevo o de una nueva síntesis de nuestras vidas.
Mirando las cosas que tuvimos que perder para crecer comprendemos que es posible
crecer desde una nueva pérdida. Desde un enfoque de desarrollo evolutivo en que la
identidad se fragua en la dinámica de crisis, las pérdidas amenazan el sentido de
identidad, pero no lo rompen. El que se rompa es quizá uno de los miedos más
comunes en el tiempo del duelo. Miedo que se expresa de modo sencillo con preguntas
como ¿Qué voy a hacer ahora? o ¿qué va a ser de mí?. Se presenta además, con la
sensación de no poder superar el duelo o de que este va a ser demasiado para uno
mismo.
Las pérdidas son parte de la vida, del ciclo vital. Esta afirmación es fenoménica, tiende a
considerar el hecho como algo que hay que aceptar del mismo modo como se aceptan los
bienes pero, como Neimeyer señala, son parte de nuestra identidad las que hemos vivido
y nos hacen ser quienes somos
En realidad, aceptar que hemos perdido, elaborar este hecho, recuperarse, forman parte
de un punto de vista negativo de las pérdidas que podemos llamar defensivo. Erls
Footman, en la revista «Mortality», señaló que todas las teorías sobre el duelo y las
prácticas no dejan de ser una manera de tratar de devaluar la pérdida como si ésta fuera
una amenaza de la que defenderse en general.
Estas cuatros formas dan lugar a cuatro estados de identidad. Estos diferentes modos de
construirse son modos diversos de afrontar ese tipo de crisis de crecimiento que viene
con el duelo. Cuatro formas diferentes de vivir el duelo por tanto.
El acompañamiento en duelo
El duelo es tan natural como llorar cuando te lastimas, dormir cuando estas cansado,
comer cuando tienes hambre, estornudar cuando te pica la nariz. Es la manera en que la
naturaleza sana un corazón roto.”
duelo
Búsqueda del equilibrio que se rompe tras la ruptura/muerte de un ser querido.
En ninguna otra situación como en la del duelo el dolor producido es total: es un dolor
biológico (duele el cuerpo); psicológico (duele la personalidad); social (duele la sociedad y
su forma de ser), familiar (nos duele el dolor de otros) y espiritual (duele el alma). En la
pérdida de un ser querido el pasado, el presente y, especialmente, el futuro. Toda la vida
en su conjunto, duele (J. Montoya Carrasquilla).
Duelo Luto
No se debe utilizar nunca los términos «normal» o «no normal», sino «propio», «legítimo».
Todos los duelos se viven de una forma distinta. A continuación te entregamos
recomendaciones para lidiar con las distintas manifestaciones del duelo.
La actividad del duelo
1. Impacto y aturdimiento/shock
2. Búsqueda y anhelo
Duración puede durar varios meses e incluso años de una forma atenuada.
3. Desorientación y desorganización
4. Reorganización
«El duelo es un proceso activo. Después de sufrir una pérdida hay ciertas
tareas que se deben realizar para establecer el equilibrio y para completar el proceso de
duelo.»
William Worden
Afrontar el hecho de que la persona ya no está. Worden distingue entre dos tipos
de aceptación:
Se deberá buscar ayuda profesional cuando nos encontremos con alguna de las
siguientes situaciones:
Señales de recuperación:
La elaboración del duelo será diferente para cada persona. Esta dependerá de los
siguientes factores: