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BLANCANIEVES

Había una vez, una niña muy guapa y muy buena que se llamaba Blancanieves. Cuando era
pequeña, su madre murió y su padre volvió a casarse de nuevo. La nueva madre de
Blancanieves era muy malvada y tenía mucha envidia de Blancanieves porque ésta era muy
guapa. La madrastra de Blancanieves tenía un espejo mágico al que todos los días preguntaba:
"Espejo, espejito, ¿quién es la más guapa?". Y el espejo respondía: "Tú, mi ama"

Pero un día al preguntarle la madrastra al espejo quien era la más guapa, contestó: "Lo siento mi
ama, tú eres guapa, pero hoy está más guapa Blancanieves." Entonces la madrastra enfurecida
llamó a sus sirvientes y les dijo: "El espejo mágico me ha dicho que Blancanieves es más guapa
que yo. Así que cogerla y llevarosla al bosque y allí matarla y como prueba de que ha muerto
quiero que me traigáis su corazón en una caja."

Todos los sirvientes llamaron a Blancanieves y le dijeron que iban a dar un paseo por el bosque.
Mientras tanto, los sirvientes comentaban entre ellos que Blancanieves era una niña buena y no
se merecía morir.

Cuando llegaron al centro del bosque le contaron a Blancanieves las intenciones de su malvada
madrastra pero que no la matarían. Dejaron allí a Blancanieves y mataron a un jabalí para
llevarle su corazón a la madrastra como si se tratara del de Blancanieves.

Mientras tanto, Blancanieves encontró una casita muy pequeñita y entró. Había una mesita muy
chiquitita con 7 silllitas, también había 7 camitas. Como tenía hambre, se sentó en la mesita y se
comió todo lo que había en los 7 platitos , y después se acostó en las 7 camitas. Pero esa casita
tenía dueños, eran 7 enanitos que cuando llegaron a casa después de trabajar se encontraron a
Blancanieves durmiendo plácidamente en sus camitas. Uno de ellos exclamó: "Miradla, es muy
hermosa". Y otro respondió: "Sí que lo es. Podíamos pedirle que se quede a vivir con nosotros".
Y así lo hicieron los 7 enanitos le pidieron a Blancanieves que se quedara a vivir con ellos, y ella
accedió después de contarles su triste historia.

La malvada madrastra seguía preguntando a su espejo quién era la más guapa del lugar y éste
respondía que ella. Pero un día cuando le preguntó quién era la más guapa, el espejo contestó:
"Es Blancanieves". Y la madrastra dijo: "No puede ser; está muerta". A lo que contestó el espejo:
"No, no está muerta, Vive en el bosque en la casa de los enanitos." La malvada madrastra
entonces se disfrazó de vieja y fue a ver a Blancanieves. Llevaba una cesta con manzanas
envenenadas para Blancanieves. Cuando llegó a la casa de los enanitos, llamó a la puerta.
"¿Quién es?", dijo Blancanieves. "Soy una pobre vieja y vengo a traerte una manzanas".

Blancanieves abrió la puerta y no pudo resistirse a las manzanas que brillaban como el sol. Al
coger una y morderla cayó muerta al suelo. La malvada madrastra se marchó riéndose y
contenta porque ahora sí sería ella la más guapa del lugar.

Cuando llegaron los enanitos encontraron en el suelo a Blancanieves y todos muy tristes se
pusieron a llorar. Todos los enanitos construyeron una caja de cristal y en ella metieron a
Blancanieves y la llevaron al bosque. Estando allí en el bosque pasó un príncipe que quedó
asombrado por la belleza de Blancanieves y la tristeza de los enanitos. Entonces decidió abrir la
caja y besó a Blancanieves que sorprendentemente despertó. Todos los enanitos saltaban de
alegría al ver a Blancanieves viva. El príncipe se casó con ella, y el príncipe, Blancanieves y los
enanitos vivieron juntos en palacio.

Charles Perrault
LOS TRES CERDITOS
Había una vez tres cerditos que eran hermanos, y se fueron por el mundo a buscar fortuna. A los
tres cerditos les gustaba la música y cada uno de ellos tocaba un instrumento. El más pequeño
tocaba la flauta, el mediano el violín y el mayor tocaba el piano...
Su vida podría ser tranquila y feliz, de no ser por el lobo feroz, que siempre que tenía hambre
intentaba comérselos.
- Construiremos una casa, así podremos meternos dentro cuando venga el lobo y estaremos a
salvo de sus fauces. - dijo el mayor de ellos.
A los otros dos les pareció una buena idea, y se pusieran manos a la obra, cada uno
construyendo su casita.
- La mía será de paja - dijo el más pequeño-, la paja es blanda y se puede sujetar con facilidad.
Terminaré muy pronto y podré ir a jugar.
El hermano mediano decidió que su casa sería de madera:
- Puedo encontrar un montón de madera por los alrededores, - explicó a sus hermanos, -
Construiré mi casa en un santiamén con todos estos troncos y me iré también a jugar.
El mayor decidió construir su casa con ladrillos.
- Aunque me cueste mucho esfuerzo, será muy fuerte y resistente, y dentro estaré a salvo del
lobo. Le pondré una chimenea para asar las bellotas y hacer caldo de zanahorias.
Cuando las tres casitas estuvieron terminadas, los cerditos cantaban y bailaban en la puerta,
felices por haber acabado con el problema:
-¡No nos comerá el Lobo Feroz! - ¡En casa no puede entrar el Lobo Feroz!
De detrás de un árbol grande surgió el lobo, rugiendo de hambre y gritando:
- Cerditos, ¡os voy a comer!
Cada uno se escondió en su casa, pensando que estaban a salvo, pero el Lobo Feroz se
encaminó a la casita de paja del hermano pequeño y en la puerta aulló:
- ¡Soplaré y soplaré y la casita derribaré!
Y sopló con todas sus fuerzas: sopló y sopló y la casita de paja se vino abajo. El cerdito pequeño
corrió lo más rápido que pudo y entró en la casa de madera del hermano mediano.
- ¡No nos comerá el Lobo Feroz! - ¡En casa no puede entrar el Lobo Feroz! - cantaban desde
dentro los cerditos.
De nuevo el Lobo, más enfurecido que antes al sentirse engañado, se colocó delante de la
puerta y comenzó a soplar y soplar gruñendo:
- ¡Soplaré y soplaré y la casita derribaré!
La madera crujió, y las paredes cayeron y los dos cerditos corrieron a refugiarse en la casa de
ladrillo del mayor.
-¡No nos comerá el Lobo Feroz! - Cantaban los cerditos.
El lobo estaba realmente enfadado y hambriento, y ahora deseaba comerse a los Tres Cerditos
más que nunca, y frente a la puerta bramó:
- ¡Soplaré y soplaré y la puerta derribaré!
Y se puso a soplar tan fuerte como el viento de invierno Sopló y sopló, pero la casita de ladrillos
era muy resistente y no conseguía su propósito.
Decidió trepar por la pared y entrar por la chimenea. Se deslizó hacia abajo... Y cayó en el
caldero donde el cerdito mayor estaba hirviendo sopa de nabos.
Escaldado y con el estómago vacío salió huyendo hacia el lago Los cerditos no le volvieron a
ver.
El mayor de ellos regañó a los otros dos por haber sido tan perezosos y poner en peligro sus
propias vidas, y si algún día vais por el bosque y veis tres cerdos, sabréis que son los Tres
Cerditos porque les gusta cantar:
- ¡No nos comerá el Lobo Feroz! - ¡En casa no puede entrar el Lobo Feroz!
FIN

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