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ENSAYO

UNA VISION DEL PAIS VINCULADA A LA EDUCACION QUE QUEREMOS

INTRODUCCION
Un país sin educación es un país sin futuro, sin posibilidad de lograr un desarrollo sostenido en
el tiempo y, por ende, sin posibilidad de vencer los problemas de inequidad, pobreza y exclusión.
Un sistema educativo debe forjar personas y ciudadanos con valores y conocimientos básicos
para lograr un desarrollo personal y profesional. En tal sentido, un país con un sistema educativo
en crisis no puede aspirar a vencer la pobreza, ni mucho menos a consolidar un desarrollo
sostenible, y sólo logrará ahondar las brechas existentes e intensificar los conflictos sociales sin
poder forjar ciudadanos que puedan aspirar a disfrutar de sus derechos
El sistema educativo peruano no está garantizando a sus estudiantes los aprendizajes más
elementales. Se debe dejar de hablar del derecho al acceso para hablar del derecho al
aprendizaje, no basta con asistir a una escuela sino que es necesario permanecer en ella y al
dejarla haber adquirido conocimientos amigables y respetuosos de los saberes y necesidades de
quienes aprenden, conocimientos que posibiliten identificar y desarrollar los talentos personales,
que ayuden a pensar bien y a comunicarse con propiedad, a trabajar en equipo, a desarrollar la
empatía, la generosidad, la honestidad, el esfuerzo individual y la dignididad del trabajo, a
visualizar y construir un futuro distinto.
Esta crítica situación vulnera el derecho fundamental de todo peruano a una educación de
calidad, afectando la posibilidad de adquirir otros aprendizajes elementales para su propio
desarrollo y el de la sociedad. Afecta en mayor grado a los más pobres del país, que tienen
además mayor dificultad para acceder y permanecer en la escuela.
Son múltiples los factores que generan esta crisis, desde la inestabilidad de las políticas hasta el
bajo número de horas de estudio o la ausencia de una coherente política pedagógica. Además,
el propio sector educación, quien es el llamado a atender esta urgencia, está también
gravemente enfermo. Tenemos un sistema educativo obsoleto y centralista que no podrá
enfrentar la magnitud de la crisis sin cambios drásticos en su interior.
El problema educativo trae consigo muchos problemas, los que en conjunto son las principales
razones por las que no somos capaces de salir del subdesarrollo, esto nos permite tomar una
nueva perspectiva del problema y reconocer la importancia de una educación de calidad.
PLANTEAMIENTO
¿Cómo mejorar la calidad educativa en el Perú? Es la pregunta que está actualmente en
cualquier agenda política y de desarrollo, pero que no tiene una respuesta clara. En la educación
peruana se han hecho cosas al tanteo o tratando de imitar modelos o políticas ensayadas en
algún otro lugar. Hasta hace poco no se podía inferir, de lo que hace el Ministerio de Educación,
cuál era el norte para mejorar la calidad educativa. Sin embargo, no hace mucho, se está
tratando de mejorar la calidad de los maestros, dar mejores condiciones para la carrera
magisterial, mejorar las condiciones materiales para los estudiantes, hay una política de becas
(18, presidente de la república, maestro, catedrático), en base a mayores recursos fiscales, no
obstante la pregunta que uno se hace es: ¿a dónde conduce todos estos esfuerzos? por lo
demás loables pero ¿llevarán a la mejora de la educación? ¿cómo, para quiénes y en cuánto
tiempo?
Para tener una política educativa es necesario partir de tres preceptos: sistema educativo,
estrategia política y largo plazo. El primero significa que es necesario tomar como objeto de la
política a la secuencia de niveles: educación básica – primaria – secundaria – superior (técnica y
universitaria), como una cadena que debe estar bien articulada y que debe permitir tener metas
en cada eslabón y en el conjunto. El segundo, cuál es la estrategia política, es decir a quién se
quiere beneficiar, con qué objetivos, con qué medios y en cuánto tiempo se quiere reducir las
brechas y carencias que tiene la educación en cada nivel y en el conjunto. Tercero, debe ser
proyectada al largo plazo, es decir que debe ser una política de estado.
El gran objetivo de la política educativa debería ser doble: el contribuir al desarrollo de cada
persona y, por este medio, a generar el “capital humano” necesario para impulsar el desarrollo
de todos los peruanos. Es decir, un objetivo personal y social al mismo tiempo. ¿Cómo generar
una educación para lograr estos objetivos? , partiendo de la situación actual tanto en avances
como en recursos. Además, se debería tener metas con plazos determinados, por ejemplo en 10
años 0% de analfabetos, en 15 años estar por encima del promedio latinoamericano de las
pruebas Pisa, en 15 años tener a todos los egresados de secundaria en universidades o
institutos técnicos, en 15 años tener 20 universidades con estándares internacionales en
enseñanza e investigación.
Dada la situación actual de mediocridad del sistema educativo, que se refleja por ejemplo: en las
bajas evaluaciones de las pruebas Pisa, las bajas calificaciones que obtienen los egresados de
secundaria al tratar de ingresar a universidades públicas o que no haya más que una o dos
universidades en los rankings internacionales, es pertinente preguntarse qué estrategia seguir
para lograr los objetivos propuestos.
Creo que hay dos caminos posibles. El primero es avanzar progresiva y masivamente en todo el
sistema educativo, es decir, se debe hacer el esfuerzo de incrementar calidad poco a poco, en
todos los niveles y en todos los aspectos (currículo, enseñanza por competencias, calidad de los
profesores, materiales, remuneraciones, investigación, infraestructura, gestión). Es la estrategia
equitativa y progresiva. El avance dependerá de la cantidad de recursos financieros y humanos
con los que se puede contar, sobre todo en la educación pública. Pero la idea es que “todos”
tienen derecho a mejor educación de manera progresiva. El problema de esta estrategia es que
no se sabe en cuanto tiempo todos podrán tener un nivel internacional educativo ni se conoce
cuál sería el resultado final.
El segundo camino es elevar inmediatamente algunos aspectos del sistema educativo con
metas de más corto plazo, pero para un número limitado de colegios, estudiantes, profesores. La
idea es lograr construir algunos prototipos exitosos replicables en el futuro, para lo cual no se
necesitan inmensos recursos sino un plan de mejora con una meta específica. El ejemplo actual
son los colegios de alto rendimiento (COARs), con el Colegio Mayor a la cabeza, las distintas
becas señaladas, los programas de mejora de la calidad de los profesores, la nueva ley
universitaria si es debidamente financiada para las 12 universidades públicas más importantes.
Esta estrategia, a diferencia de la anterior, crea mayor desigualdad de la ya existente, aunque
con la mejora focalizada en los casos exitosos, pero que pueden ayudar a establecer modelos
que se pueden replicar y, en función de los recursos financieros, ampliar su funcionamiento. Es
la estrategia desequilibrada ahora para igualar en el largo plazo.
Son dos estrategias que dependen básicamente de dos factores: una visión de largo plazo de la
educación como motor del desarrollo humano y social, y el factor económico, cuánto está
dispuesta a invertir y gastar la sociedad (sector público y privado) para mejorar los niveles
educativos en todos los niveles.
El actual gobierno, y quizás desde gobiernos anteriores, está convencido que la educación,
sobre todo pública, es el mejor medio para igualar las oportunidades de vida de las personas y,
dado que los recursos presupuestales son limitados (apenas estamos en el 4% del PBI
destinado a la educación pública), han comenzado a transitar la estrategia dos, es decir, tratar de
lograr mejoras sustantivas y rápidas en algunos segmentos del sistema educativo. Aún no nos
parece una estrategia de largo plazo, pero pareciera que va en esa dirección. Si fuere así será
necesario que se establezcan metas para cada nivel y se señalen cómo las desigualdades van a
facilitar la equidad educativa en el futuro.
Finalmente, la estrategia desequilibradora puede tener como meta adicional la creación de élites
estudiantiles en todos los niveles, de tal manera que cuando lleguen a los máximos niveles el
sistema sea capaz de producir profesionales, académicos y técnicos de alta calidad, que per-se
serían el principal factor de desarrollo de largo plazo, no sólo porque gente más calificada es
capaz de generar más conocimiento, más producción, más innovación, más ingresos y en
consecuencia más riqueza, que en su conjunto aumentarían los recursos fiscales, con lo que se
podría acortar el tiempo del proceso de equidad y equilibrio. Es obviamente, un círculo virtuoso,
pero que requiere de una voluntad política de largo plazo y una vigilancia ciudadana permanente.

TESIS
Desde hace mucho tiempo (parece desde siempre), hemos leído y escuchado que la clave para
mejorar nuestro país es lograr una educación de calidad para todos. Los datos son elocuentes,
aunque no son el tema de este post, pues son harto conocidos. La respuesta corta a la pregunta
del título es por qué no se hacen reformas. Lo que nos debe hacer pensar es lo siguiente: si
todos estamos de acuerdo con ese objetivo, entonces, ¿por qué no se implementan las reformas
o cambios necesarios para avanzar hacia la mejora? ¿Por qué no se logra el consenso
necesario entre todos? Sería muy pretencioso de mi parte decir cuál es la receta, pues no la
tengo, pero ahí van algunas ideas.
En primer lugar, la educación es una inversión en “capital humano” y no un gasto. Es una verdad
en la que me imagino que existe consenso (¿será así?). Como inversión, se asumen costos al
comienzo que son contrarrestados con mayores ingresos futuros. Desde luego que la educación
recibida debe ser de calidad para que se justifique la inversión. La calidad es difícil de definir,
aunque existen pruebas estandarizadas a nivel mundial que sirven para medirla. Y nuestros
estudiantes quedan muy mal. Los países con una población mejor educada tienen mayor “capital
humano”. Observe lector, que no es necesario hacer una lista de países, pues todos sabemos
cuáles son.
En segundo lugar, la educación no solo mejora a quien la recibe, sino también impacta de
manera positiva sobre terceros, pues es mejor una sociedad con más y mejor educación que una
con menos y peor educación. Por eso, los economistas señalan que la educación genera
“externalidades positivas”, pues se beneficia a terceros. ¿No es verdad acaso que comentamos
que existen otras ciudades donde la gente está mejor educada? ¿No quisiéramos ser así?
En tercer lugar, como la educación presenta beneficios para toda la sociedad, entonces aparece
un rol para el Estado, pues si se dejara solo al mercado solo podrían educarse quienes tienen los
medios para hacerlo, es decir, los que pueden pagar. Y eso no es correcto, pues va contra la
igualdad de oportunidades. La “falla del mercado” justifica el rol del Estado.
En cuarto lugar, sabemos que el sistema educativo peruano, tal como está, no ofrece los
resultados esperados para muchos peruanos. Se sigue que se deben introducir reformas, es
decir, mejorarlo para sea rentable, tanto a nivel privado como social. ¿Por qué no se hace?
Porque no hay consenso respecto de cómo hacerlo. Sabemos que hay que hacerlo pero no nos
ponemos de acuerdo en la forma de hacerlo. ¿No será que a algunos les conviene que el
sistema educativo siga así, aunque parezca un contrasentido?
En quinto lugar, la mayoría de la educación básica (primaria y secundaria) en el Perú la ofrece el
estado a través de escuelas públicas. Por lo tanto, mejorar la escuela pública debería ser un
objetivo que trascienda a cada gobierno. No solo es un tema de dinero, sino de cómo usarlo. Por
ejemplo, los sueldos de los maestros subieron en una proporción considerable a lo largo de los
diez primeros años de este siglo y la educación sigue siendo de baja calidad. No solo la escuela
pública, con excepciones, no funciona bien, sino un buen número de privadas tampoco.
En sexto lugar, las personas respondemos a incentivos, que pueden ser monetarios o no. A lo
mejor ahí está la clave. Pensar en un sistema de incentivos que permitan que padres de familia,
profesores, alumnos y todos quienes son parte del sistema educativo actúen de manera que el
sistema como un todo funcione. ¿Cómo hacemos para que todos empujen el sistema hacia una
mayor calidad? Tenemos que pensar en el cómo hacerlo y no solo en el objetivo.
En séptimo lugar, al mismo tiempo deben funcionar otros sectores. Un ejemplo es la salud. Un
niño que no cuenta con un adecuado estado de salud no puede rendir en sus estudios; tampoco
aquel que no tomó desayuno o el que tuvo que caminar dos horas para llegar a su escuela.
¿Cuál es el mensaje? Se requiere de reformas en simultáneo en una serie de sectores al mismo
tiempo. ¿Estará la clase política a la altura de tamaña tarea? Y si no lo está, ¿qué hacemos?

ANTITESIS
En las últimas décadas, el sector Educación del Perú ha logrado un gran progreso en la
cobertura del sistema educativo. Pero los aprendizajes de los niños y el aprestamiento de los
jóvenes para la vida dejan mucho que desear: estos no solo son de bajo nivel, sino que están
muy mal distribuidos en la sociedad. Usando lo mejor de la investigación peruana existente, y
estudios recientes, este libro mide los problemas de calidad y desigualdad en la educación y
sugiere formas de resolverlos.
El problema principal es la variabilidad en la calidad de la educación brindada a los sectores más
pobres de la sociedad. Los pobres reciben en promedio un servicio de mala calidad, pero sobre
todo muy variable, pues hay escuelas que ofrecen un servicio mucho mejor que el de otras. Esto
se debe a la absoluta falta de estándares de calidad de la educación, a que no hay
consecuencias si se logra mucho o poco, y a que los maestros no tienen suficiente
entrenamiento. Al no haber estándares claros y definidos, los ciudadanos ignoran qué es lo que
pueden exigir y se contentan con un servicio de mala calidad en las escuelas.
Esto lleva a un equilibrio de bajas expectativas, al que la sociedad se ha acostumbrado. El libro
sugiere que para romper dicho equilibrio es necesario establecer metas y estándares, determinar
las responsabilidades de los educadores, directores y docentes, y capacitar a estos últimos para
que logren responder a las mayores expectativas. Tras crear expectativas altas y concretas, se
deberá invertir fuertemente en los sistemas de apoyo y reforzamiento de las habilidades
pedagógicas de los docentes, y en los sistemas de seguimiento y rendición de cuentas.

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