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GYÓRGYI HAVAS
Traducción
ELENA HERRÁN IZAGIRRE
TÍMEA JUHÁSZ
p
Asociación Pikler-Lóczy de Hungría
Budapest, 2013
ÍNDICE
Judit Falk
SI TOCAMOS EL CUERPO DEL BEBÉ ............. 7
Mária Vincze
SOBRE LA COOPERACIÓN.
VESTIR EN EL CAMBIADOR, EN
EL VESTIDO R O EN EL COJÍN .................. 17
Emmi Pikler
EL BANO DEL NINO. GUÍA PRÁCTICA. ......... 37
Extracto dellibro "PIKLER Emmi (Szerk.) 1978.
Az egészséges csecsemõ és gyennek fejlõdése és gondozása.
2. kiad. 1-3. kõt. Bp. Medicina. 628 o. (Egészségügyi szakiskolák tankõnyve.)
(E! desarrollo y cuidado dei bebé y nifio pequeno)
5
Falk Judit
7
bargo, a esta edad las necesidades fisiológicas y psi-
cológicas no se diferencian o están a punto de poder
hacerlo, y las necesidades del bebê aparecen en un
espacio psicológico complejo, así que su satisfacción
también sucede en este espacio.
El nifío trae consigo la innata habilidad de crecer y
desarrollarse, pera para que el programa se realice
en la mejor dirección posible, se tienen que cumplir
ciertas condiciones. El cuidado de alta calidad- em-
pezando por el periodo perinatal a través de todo el
desarrollo - pertenece a estas condiciones.
Por ~d no solo entendemos los
\ procedimientos del cuidado en sentido estricto, sino
también la satisfacción de las necesidades afectivas
y de la actividad, así como la cuidadosa organización
de su entorno, de ese día a día que conviene a su de-
sarrollo. El cuidado de alta calidad ayuda a que el
nifío, por su habilidad innata, conozca y habite en su
cuerpo, encuentre placer en su funcionamiento y
aprenda de ello y se dé cuenta de que su piel forma
una frontera entre él mismo y el resto del mundo o,
tomando prestada una expresión de Winnicott, "su
piel es la membrana que separa el "yo" del "no-yo"".
La imagen de su propio cuerpo se forma gradual-
mente. Según Wallon, el proceso de formación de la
imagen de su propio cuerpo es el más significativo de
todos los procesos de la psicogénesis humana, porque
es en él donde se establece la relación más estrecha
entre las necesidades interoceptivas y el mundo ex-
terior, lo que resulta imprescindible para el desar-
rollo de la autoconciencia.
t Desde su nacimiento, el nifío pequeno llega a conocer
su propio cuerpo por dos vías:
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1. - con todo lo que él mismo hace con su cuerpo,
esto es, con su propia actividad.
2. - con lo que los demás le hacen a su cuerpo,
cuando le tocan, le sujetan, le dan de comer, le
cuidan.
9
gestos. Así, el adulto ensefia al bebé a seiialar, a ex-
1 presar sus necesidades, y éste lo hace, inicialmente,
de una manera insegura, y a medida que el tiempo
pasa de manera más elaborada, a la vez que aprende
a expresar su satisfacción después de que sus necesi-
dades han sido satisfechas.
En pocas palabras, es un proceso de aprendizaje en
el que el nifio, mediante la experiencia repetida de
que el adulto ante su gesto le alivia de una tensión
desagradable, aprende a expresar sus necesidades.
IConecta sus propias seiiales con las reacciones del
adulto y, como consecuencia, cesan sus tensiones
(hambre, sed, frío, etc.). Asocia su sentido de seguri-
dad física y, en consecuencia, también su seguridad
emocional, con el adulto que le cuida.
El bebé, a través de sentir esas necesidades y a
través de la respuesta que se le da al expresarlas,
aprende sobre la necesidad misma (si tiene hambre
o sed, etc.) y que es él quien tiene hambre o sed.
Además aprende, que aunque sea el adulto quien le
alivia las tensiones, él mismo puede promoveria, emi-
tiendo las seiiales apropiadas para ser aliviado. Si el
adulto presta atención a estas seiiales y alimenta,
baiia, viste o desviste al nifio tomando en cuenta esas
seiiales, entonces desde el principio le cede "el turno
\ de palabra" en su propio proceso de cuidado y en las
maneras de satisfacer sus necesidades: el ritmo de
alimentación, la cantidad y temperatura de la co-
mida, el ritmo de los gestos al vestir y desvestirle, la
cantidad y temperatura del agua del bafio ... Si el nifio
confía en poder influir sobre lo que le sucede; si siente
que no es un receptor pasivo sino un participante ac-
. tivo en su cuidado, entonces se fortalecerá su sentido
'
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de competencia. Si nunca es tratado como si fuera un
objeto- ya sea precioso o sin valor- sino como un ser
humano que siente, observa, recuerda y entiende o
entenderá; si las palabras y gestos no son sólo agra-/
dables sino que también toman en cuenta continua-
mente su sensibilidad, entonces se establecerá un
diálogo real entre ambos partícipes de los cuidados,
durante los mismos y desde una edad muy temprana.
El bebé tiene cada vez más herramientas para influir 1
sobre lo que le acontece en este diálogo. A cambio, el
adulto tendrá también cada vez más herramientas
para hacer entender al nifí.o lo que va a hacer con él
y--a:aa::pra.r- sus -aaJ.vidaâes-aTã_s-neée-sTdades-8~~
el
sadas por nÍfí.Q, pa:~a:-que ést-~-p;~ticiPecon placer
en lo que el adulto espera de él.
Las secuencias de actividades permanentemente
repetidas durante los cuidados diarios facilitan el de- I
sarrollo de la comunicación. De los gestos constante-
mente repetidos en el misrÜo or:den, de::IâiSasi
constan~s que ac~af!~~9_ê.__gg§_tos, el
nifí.o aprende a prepararse para los sucesos siguientes.
El cuidad~dad une simultáneamente
comprension m~r. La calidad de los
movim1entos del adulto determina el tono muscular
y la confianza corporal del nifí.o. Si el adulto toca al
nifí.o con tacto y espera sus gestos de forma compren- J
siva, fortalece que el nifí.o se sienta aceptado.
Según Winnicott, la angustia más primitiva y de-
structiva es provocada por la inseguridad que se crea
allevantar, sostener al nifí.o. Para Winnicott, el tér-
mino "sostener" no significa sólo sujetar al nifí.o en
un sentido físico, sino que incluye todo lo que su en-
torno le provee y todo lo que hasta el momento le ha
11
ofrecido. Este concepto se refiere al espacio tridimen-
sional, al que se anade gradualmente el tiempo.
El buen "sostén" protege al nino dei peligro físico,
tiene en cuenta la sensibilidad de su piei, su sensi-
bilidad a los sonidos, a la luz, y el temor a caer. El
buen "sostén" dei nino significa el cuidado en su to-
talidad, ajustado continuamente a su desarrollo.
Cuando el adulto levanta al bebé, le lleva en sus bra-
zos, le coloca en su regazo, le pone en la banera o en
el cambiador, le pone en su cama o en el área de
juego, debe protegerlo con toda seguridad del miedo
r a caer e incluso dei miedo a perder el equilibrio.
La buena técnica de cuidados da seguridad al nino.
Si es sostenido en manos amables y seguras, relaja
sus músculos. Esto no implica un estado hipotónico,
sino - en la interpretación de Ágnes Szántó - un es-
tado "de relajación tónica". Por tanto, el nino debe ser
siempre levantado, transportado y dejado en una
posición habitual y que maneje por sí mismo.
Como en posición vertical el nino corre el peligro de
perder el equilibrio, debe ser levantado, transportado
}Y dejado en posición horizontal hasta que él mismo
1pu e da ponerse en posición vertical. E incluso, cuando
i ya haya podido alcanzar un estado más desarrollado,
es mejor levantarle y transportarle en su posición ha-
~~itual. Siempre se le tie?e que levantar y t:ansportar
· on la mayor parte pos1ble de su cuerpo firmemente
poyada. Cuando le cogemos en brazos debemos su-
jetar toda la columna vertebral del bebé y proteger
su cabeza de, incluso, el más leve balanceo, así como
mantener la armonía entre las distintas partes de su
cuerpo.
12
----
Por lo tanto, nunca se debe tocar al nmo con
movi~n~ reMntmos. Hay que buscar el contacto
visul:lJ, e~i_gggo. Hay que :t>!~:P~.!~_rle tambien ver- ,
15'ãlíiieí1fe, mediante frases que le anuncien todo lo
~~·
que va a pasar con él, especialmente cuando se trata
de modificar la posición de su cuerpo o de partes de
su cuerpo. Adaptándose al nivel de desarrollo del
nino, el adulto espera unos instantes a sus
movimientos espontáneos o intencionales y sólo en-
tonces le toca con una mano sensible, amable.
La conducta auténtica del adulto es parte de los
cuidados de calidad. Esto significa que cada detalle
del bienestar del nino, cada reacción de su cuerpo,
mímica, tono, sorrido emitido, son importantes para
el adulto y éste es consciente de que lo que hace con
el nino tiene un efecto sobre él no sólo en su presente
sino también en su futuro.
Para ajustarse a las necesidades del nino la
cuidadora debe sentir que cu~_,_~s
de toda su personaJiQ,_ª_çly ,no de sus órganos: piel,
cu~_esiómago:a:e"fõrmaiiidépéndíe"iite.
cuãnéiõ-le Iiill.pia -fã8-ürêfã8 o le -i)ü~~--c;·re-m:a: en ei
culo, su mirada regresa a su cara y sus palabras ex-
presan que la limpieza de su piel, pelo y unas estam-
bién importante, pero que lo que es de primordial
importancia para ellª- es el propíoi:iifio·:nu:r-ânte la
..________ --....__"-~--··----·--
comida, ella no está interesada en si el nino come
toda la comlãã-quês~Je -ofrece"ô"de]'à'--ãlgõ~-sino en
_., .........,._.,.
......._____._·-··"~"'··-···· ,.. '•
13
cución de una tarea - ponerle la manga de la camisa,
colocarle la pernera- hay que partir de los movi-
mientos del ni:fí.o que daDin ~-Pero
el movimiento no~s-p~~~criptivo, solo se propone su
posibilidad. El ni:fí.o puede sentir que el adulto está
satisfecho cuando él ha logrado hacer algo, pera si no,
también puede sentirse aceptado y apreciado.
Sabiendo que en la primera infancia las necesidades
físicas del ni:fí.o y su satisfacción determinan funda-
mentalmente su relación consigo mismo y con su en-
torno, ense:fí.amos a nuestras cuidadoras la técnica de
una observaciólíexilaustivãd~e u~~--~-
dos coherentes_y_uniiÕrmeB."'L'ãre~güráridadd:e lo~
gest~s-àâultos--8-ea)Üstaa-las necesidad~-del'!irn:o:
a
contribúyerído su bienestar. También proporciona
al adulto la_.§_~guridad de '-~~Jlllé hacer", alivián-
dole âeTã~incertl.dumbre,· de la improvisación y del
olvido de algo importante. La predictibilidad también
proporciona seguridad al ni:fí.o: le protege de gestos y
sucesos inesperados, incluso en una institución
donde varias personas le cuidan a turnos según sus
horarios.
Seguramente la regularidad de los gestos también
j tiene su peligro. ~L a ~~~is>~--~~--a~Eaiía u~a
atención ~nl!i:u.a, si carecen de personãT:iããd. y
caliàez,-'fá.cif)J;ente pueden volverse vacuos, carica-
turescos. Este condicionamiento se transforma en
una falsa cooperación. En tal caso el bebé no puede
ser competente, no experimenta que puede influir en
su entorno; incluso aunque parezca que coopera, en
realidad realiza movimientos facilitadores, o comple-
mentarias a los de la cuidadora, bien entrenados.
El bebé que participa de forma genuina toma parte
14
en el cuidado con el placer de "yo solito". De vez en
cuando se permite atender a algo diferente, moverse,
llamar la atención del adulto sobre algo distinto y el
adulto que coopera acepta estos rodeos tanto como
sea posible.
\La salud mental de una persona se construye a partir)
rde la calidad de los cuidados recibidos a lo largo d~
· su primera infancia. Si han sido suficientementé
buenos, ni siquiera nos damos cuenta. Si en cambio, )
no son apropiados, si las cosas no van bien, la per- '
sona se siente mal. No sentirá la falta de cuidados de\
calidad de su infancia, sentirá el "malestar" resul-
tante.
Debemos mencionar otro aspecto del cuidado físico
cuya importancia es indiscutible: los estímulos tác-
tiles y el contacto corporal entre el adulto y el nifí.o.
Se piensa en muchas ocasiones que el contacto cor-
poral se limita a coger en brazos, sentar en el regazo,
abrazar, besar y acariciar. Raras veces se piensa en
otro tipo de contactos corporales de igual o mayor im-
portancia, como son los que satisfacen las necesi-
dades del bebé durante los cuidados.
En las últimas décadas hemos podido ser testigos de
formas más amables de conducir el parto. También
vemos cierta tendencia a favorecer la comunicación
inicial entre la madre y el recién nacido. Es impor-
tante lo que ocurre al nifí.o durante el nacimiento e
inmediatamente después, pero no es menos impor-
tante lo que vive a continuación. Si no se cuida bien
al bebé, si los ge§tºs deladulto no ~rtnsy-a:filalJ
les sinóTnd1ferentes, ~áp!dos:-"''profeSiQiialas'~-=si la
mano- qúelevântã~sújéta o neva ~o no le propor-
ciona seguridad sino angustia surgida de esta inse-
15
guridad, entonces todo el conocimiento técnico y las
habilidades profesionales son baldías, ya que el ni:õ.o
no encontrará placer en este contacto. Entonces los
cuidados, el contacto físico, no significará placer, sino
incertidumbre y angustia para el ni:õ.o. Así sucede
también en la familia, pero mucho más en institu-
ciones, guarderías, casas-cuna y hospitales, donde no
hay forma de compensarlo. Si el adulto quiere llevar
a cabo la comida, el cambio de pa:õ.al, el bafio o el ves-
tir de forma rápida, el ni:õ.o, no sólo sentirá los
movimientos bruscos y mecánicos físicamente de-
sagradables, sino también que el tiempo que pasan
juntos no es placentero para ninguno de los dos.
La imagen que el ni:õ.o pequeno crea de su propio
r cuerpo basada en las experiencias de los primeros
meses o a:õ.os de su vida influirá profundamente en
su futuro. Los cuidados que recibe durante la
primera infancia afectan su vida al completo, super-
sonalidad, su pro pia imagen, el desarrollo de su con-
ciencia, su comportamiento sexual y, más tarde, su
conducta adulta como padre o madre. La relación con
Jsu pro pio cuerpo y con el funcionamiento del mismo
~depende de la calidad del cuidado, ya sea agradable
· o desagradable, y del sentimiento, bueno o malo, que
vivió el adulto que le cuidá.
16
Maria Vincze
SOBRE LA COOPERACIÓN
VESTIR SOBRE EL CAMBIADOR,
VESTIDOR, COJÍN
Se habla mucho
1
Al no existir en castellano un término neutro como gyermek,
child, o enfant, cuando nos referimos al bebé y al nino estamos
hablando también, como no puede ser de otro modo, de las
bebês y de las ninas. Utilizamos bebê y nino de modo genérico
para facilitar la lectura de este artículo.
17
sarias para crear una buena relación durante los
cuidados.
En realidad, l,por qué es la cooperación tan impor-
tante? ~Por qué no es suficiente el habla amable y el
trato suave de las cuidadoras?
Los cuidados considerados y amables son, por
supuesto, muy importantes en sí mismos. Puesto que
el bebé está a nuestra merced, fácilmente se puede
convertir en un "objeto" en las manos de una
cuidadora insensible. Un objeto al que repentina-
mente se le hace perder el equilíbrio al ser levantado,
apoyado, trasladado sobre el cambiador; un objeto al
que se manipula insensiblemente. Un objeto que no
entiende el habla y no sabe expresarse a través de
ella, así que no hay necesidad de hablarle. De esta
manera, se le va ubicando en completo silencio o las
palabras del adulto no van dirigidas a él, o los adultos
siguen hablando de sus cosas. Sin embargo, este "ob-
jeto" ve la cara que se inclina sobre él, oye las palab-
ras que sobrevuelan y siente cuando se le toca.
Si las voces y sorridos no son demasiado altos para
herir sus oídos, si los movimientos bruscos no pertur-
ban su posición de equilíbrio y si le tocan unas manos
amables, entonces la situación de cuidados no será
una experiencia incómoda para el bebé.
Sin embargo, esto no es suficiente. Es precisamente
durante los cuidados de las primeras semanas y
meses de vida, cuando el bebé tiene las experiencias
decisivas para el desarrollo de su personalidad. Para
el desarrollo saludable de su personalidad, las pai-
abras amables y los cuidados suaves no son sufi-
cientes. Necesita sentir que esas palabras realmente
se dirigen a él, que la persona que se inclina sobre él
18
espera una respuesta con sus ojos, con sus palabras
y con sus manos, buscando que la mirada, la aten-
ción, la sonrisa y la voz del bebé respondan a su voz.
Debe sentir que las manos que tocan su cuerpo son
manos que preguntan y que él puede responder rela-
jándose, aflojando sus músculos y disolviendo su ten-
sión o, por el contrario, resistiéndose, aumentando su
tensión.
De esta manera, el bebé vive que sus senales son cap-
tadas y entendidas, que sus necesidades se toman en
serio y que con su respuesta puede ejercer influencia.
En otras palabras, él así experimenta desde el prin-
cipio la sensación de ser "competente" y gradual-
mente puede reconocer su "yo" y sus necesidades.
Llega a establecer la confianza que sustenta su per-
sonalidad.
Este tipo de diálogo entre el adulto y el nino, sin em-
bargo, sólo puede surgir si el nino se ha acostum-
brado a que realmente se le preste atención durante
los cuidados, si los movimientos son movimientos de
preguntar e invitar, y si las palabras siempre se diri-
gen a él. Es baldío el intento ocasional del adulto de
lograr que el nino coopere; esto sólo se genera en una
atmósfera de constante acción-reacción mutua.
Un bebé tratado de forma ruda y con prisa no puede
experimentar su propia competencia. Puede empezar
a llorar cuando sele coloca sobre el cambiador, si la
situación despierta en él maios recuerdos. Se tensa,
se resiste o simplemente soporta los cuidados. Pero
el bebé al que se cuida con amabilidad mecánica,
tampoco experimentará su competencia- esto es, no
será capaz de influenciar a la otra parte-, ni siquiera
aunque parezca que coopera. Por ejemplo, tumbado
19
boca arriba sobre el cambiador durante el cambio del
pafiallevantará el culo cuando se le pida o incluso
sin pedírselo; cuando es mayor, se agarrará allugar
indicado según una coreografía precisa, levantará el
pie, se doblará, etc. Un bebé tan "obediente" está
acostumbrado, ha aprendido o sabe qué se espera de
él y actúa en consecuencia. Hace los movimientos fa-
cilitadores tan bien entrenados.
A diferencia de esto un bebé cooperando con su
cuida dor a está motivado por su propio placer. Se
"permite a sí mismo" responder adecuadamente a las
demandas de la cuidadora, pero también ocasional-
mente salir juguetonamente de la situación de cuida-
dos y ocuparse de otras cosas e igualmente llamar la
atención de la cuidadora sobre alguna otra cuestión.
Y la cuidadora que coopera con el nifio - dentro de lo
posible- da lugar a esos acontecimientos.
Quizá mucha gente- precisamente porque confunde
ambos conceptos y entiende obediencia por coope-
ración, malinterpretando no sólo su naturaleza sino
también su función- cree que la cooperación del bebé
y nifio pequeno (en realidad su obediencia) es tan im-
portante - especialmente en el caso de aquellos que
crecen en grupo - porque de esta manera aprenden
más rápidamente la secuencia, y una vez aprendido
en qué orden le pedirán las manos y pies, los dará de
antemano; si ya sabe cómo quitarse la camiseta,
cómo ponerse los pantalones, el tiempo de cuidados
puede reducirse y el nifio se hará independiente
antes. Y con todo ello creen que pueden ganar tiempo
que dedicar a objetivos "más útiles", "más nobles":
ensefiar al bebé, jugar con él, etc.
20
No es, en absoluto, nuestro objetivo ahorrar tiempo
en los cuidados. Si realmente queremos fomentar la
cooperación, ahorrar tiempo no es posible. El cuidado
dei bebé que coopera requiere más tiempo que el dei
nino obediente o dei nino pasivizado. Y es que la res-
puesta de un bebé a las demandas es bastante lenta.
Por eso sucede tan a menudo que la cuidadora que
sabe, que ha aprendido sólo intelectualmente que
"hay que hablar al bebé" y que tiene que "cooperar
con él", pide la cooperación dei bebé verbalmente ("es-
tira la mano", "dame el pié", "vuélvete", "levántate",
etc.,) pero es incapaz de esperar a que el bebé perciba
la demanda y responda en consonancia. Por lo tanto,
antes de que la petición sea respondida, agarra las
manos o pies dei bebé y le pone la camisa, el pan-
talón, lo tumba, lo sienta, lo pone de pie: sus manos
se mueven a la vez que su parloteo. Los bebés así pa-
sivizados pueden ser vestidos rápidamente. Los
bebés "obedientes" que han aprendido los movimien-
tos facilitadores también pueden ser vestidos más
rápidamente que los bebés que cooperan.
El tiempo dedicado al cuidado de los bebés que coope-
ran, por lo tanto, no es menor. Pero tampoco es nues-
tra intención reducirlo y menos en una casa-cuna. Ya
que es sólo entonces cuando la cuidadora está a solas
con el nino. Creemos que el bebé recibe más con el
tiempo real que se le dedica durante los cuidados,
que lo que recibiría si la cuidadora apresurara su
cuidado para ganar tiempo que dedicar a la actividad
didáctica o de juego en grupo.
O, j.acaso debiéramos darnos prisa debido a la falta
de tiempo, a la acumulación de tareas pendientes?
21
En condiciones materiales bien gestionadas, la pro-
visión y el cuidado continuado 2, tranquilo, ordenado
de ocho bebés y en un horario bien pensado encaja
cómodamente en una rutina diaria bien planificada.
;,Y qué nifío será independiente antes? ;,El pa-
sivizado, el "obediente", o el cooperativo? Esto es
cuestionable. Pero ;,es un objetivo hacer al bebé in-
dependiente lo antes posible? Comparados con bebés
que crecen en familia, los bebés institucionalizados
serán si no independientes, autosuficientes dolorosa-
mente pronto.
A menudo, es el nifío pasivo y "obediente" al que se
hace "independiente" de un día para otro o se aban-
dona prematuramente a su suerte junto a la frase im-
plícita o explícita: "jYa eres suficientemente mayor
como para comer tú solo o vestirte tú solo!". De hecho,
pasa con nifíos pequenos que todavía no saben comer
solos, que seles sienta a la mesa y sufren amarga-
mente con la comida que se les sirve.
La cooperación es herramienta de relación en las in-
stituciones de la infancia.
Una madre mentalmente sana siente que su hijo le
pertenece y su relación se despliega a partir de esta
relación. Sin embargo, la cuidadora, a la que el bebé
no pertenece y de quien inevitablemente se tendrá
que separar antes o después, que probablemente
haya experimentado varias veces la terrible prueba
de la separación, inconscientemente se protege de un
2
Las tareas de cuidado se agrupan individualmente para cada
nino lo máximo posible -por ejemplo: aviso, comida, cambio de
pafial y salida al jardín- para interrumpir su actividad
autónoma las mínimas veces posibles.
22
nuevo trauma, necesita ayuda para crear una
relación real, substancial que no traumatice a
ninguno de los dos. Es inútil decirle- iY no se lo diga-
mos!- que "quiera" al bebé, que le "escuche", que le
"hable". Estas palabras son só lo palabras. Son de-
mandas a las que intentará responder con su mejor
saber hacer profesional. Ella ya "quiere" al nino, ya
le "atiende", ya le "habla", y a pesar de ello, el nino
sigue pasivo y sin responder. En cambio, si ani-
mamos a la cuidadora a esperar una respuesta y la
respuesta llega- el nino sonríe a su sonrisa, gorjea a
sus palabras, relaja su cuerpo al toque de sus manos,
extiende las manos, los pies, se sienta o se porre de
pie cuando se le pide -, ese nino le importará cada
vez más. Ella puede sentir y con razón, que el nino
florece gracias a su trabajo. Ella obtendrá éxito y
mejora en su autoestima, y en el sentimiento de que
son mutuamente importantes el uno para el otro. Así
encontrará placer en su trabajo y en el nino.
CONDICIONES MATERIALES
23
luego sobre una mesa más haja, llamada vestidor, y,
finalmente, sobre un cojín plano sobre el suelo o, in-
cluso, directamente sobre el suelo.
En la familia se pueden usar para este propósito
otros muebles o equipamiento: una cómoda de ca-
jones, un pupitre, mesa, sofá o quizá la parte superior
de la lavadora3 , un tablero instalado sobre la bafiera,
etc.
CAMBIADO R
3
En Hungría normalmente la lavadora está instalada en el
bafio (N. de la T.)
24
inicio dei turno. Pero no sabemos si el bebé se inco-
modaría con los cambios de altura y la pérdida de
puntos de referencia. No sólo es difícil determinar la
altura ideal, sino también el fondo perfecto. Si no es
lo suficientemente hondo la cuidadora tendrá que
poner ai bebé en diagonal para que sus pies también
descansen sobre la mesa; si es demasiado hondo, una
cuidadora más haja que la media tendrá problemas
de nuevo porque no podrá inclinarse sobre la cara dei
bebé. La anchura de la mesa causa menos preocu-
pación. Debe ser tan ancha que el bebé pueda poner-
se boca abajo y volver a tumbado boca arriba con
comodidad, pero no debe ser tanto que le permita
girar, arrastrarse o gatear.
Tomando en cuenta todos estos puntos de vista, un
cambiador de 85 em. de altura, 65 em. de fondo y
85-90 em. de anchura es el que mejor se adapta ai
objetivo. Colocamos encima una colchoneta de espu-
ma de su tamafío, de 1-2. em. de grosor en una funda
impermeable y ponemos un pafíal de algodón limpio
encima. Esta colchoneta no es blanda, no se hunde
bajo el peso dei bebé y, sin embargo, es más agra-
dable que la fría y dura madera dei cambiador, y es
fácil para la cuidadora limpiarla con solución desin-
fectante después de cada cuidado individual.
Los barrotes de 15 em. de alto que rodean el cambi-
ador por tres lados son para la seguridad dei bebé,
para que no se caiga cuando gira o se da la vuelta.
Para nifíos que se levantan o ponen de rodillas son
más apropiados barrotes más altos - 30-40 em. -, y
el bebé que busca equilíbrio puede sujetarse en ellos.
En la actualidad, no se venden cambiadores de
tamafío adecuado y equipados con los barrotes co-
25
rrectos. Hay que construir cambiadores o reconstruir
los viejos a nuestra medida. Es bueno pensar en ba-
rrotes de varias alturas reemplazables que se puedan
fijar a la mesa según se necesiten.
l,Por qué favorecemos también con las medidas del
cambiador que el nifío pueda moverse y darse la
vuelta libremente en él? Después de todo, tiene todo
el día para moverse en el área de juego y en la sala.
El cambiador no es lugar para ejercitar el movi-
miento y un bebé tumbado tranquilamente boca arri-
ba se asea mucho más rápida y fácilmente que uno
que se menea o desplaza. Es verdad. "jYa podría es-
tarse quieto esos dos minutos en los que le cambio de
pafíal!", dicen no pocas cuidadoras y madres. Pue de
sanar extrafíamente contradictorio que un nifío que
casualmente le da la espalda a su cuidadora o mira a
los barrotes o a su cepillo esté más unido a la
cuidadora que un nifío de edad y nivel de desarrollo
físico similares acostumbrado a estar tumbado sobre
la espalda, postura en la que permanece "obediente-
mente" sin moverse, o el que es forzado a tumbarse
sobre el cambiador. jlncluso estas últimos pueden
tener contacto visual con la cuidadora! Pera ninguna
posición impuesta ya sea habitual o forzada puede
ser adecuada para estar juntos de forma agradable y
relajada, y tener un diálogo. Cuando hablamos de
"cooperación" (co-operación) el énfasis no se pane
sobre la "operación" - actividad facilitadora - del
nifío, sino sobre el "co"; su "participación" que puede
ser una "operación" activa concreta o simplemente su
presencia atenta.
El adulto puede aprender con algo de práctica cómo
poner el pafíal o vestir al nifío que gira, se da la
26
vuelta, se pone de rodillas y puede confiar en que, en
unas pocas semanas o meses, la irrefrenable inicia-
tiva del nino de observar todos los objetos que rodean
al cambiador disminuirá. Y el continuo cambio de
lugar o de posición del nino; su atención hacia los ob-
jetos no supone necesariamente la interrupción del
contacto. jQue la cuidadora le diga al nino lo que le
está haciendo, qué espera de él, y de vez en cuando
intente recobrar su atención con alguna palabra!
Pero también puede hablar - y tiene que hacerlo -
sobre la posición en la que está, qué mira, qué está
palpando y quizá puede expresarle su pena brome-
ando porque el nino esté más interesado por un tubo
de crema o un cepillo para el pelo que por ella.
27
La cuidadora ata el paíial deZ bebé, tumbado boca abajo
y que le da la espalda.
ELVESTIDOR
28
;,Por qué? Es difícil cuidar a un niií.o que al ponerse
de pie sobre el cambiador es más alto que la
cuidadora: lavarle la cara, peinarle, limpiarle la nariz
y cambiarle el paií.al. La cuidadora puede ponérselo
más fácil tumbando al niií.o que está de pie, pero jesto
es exactamente lo que queremos evitar! No sólo
porque, como ya se ha dicho, cada posición forzada,
inclui das las que acostumbra por "obediencia",
impide estar a gusto "mano a mano", sino también
porque, y esta razón es tan importante como la ante-
rior, esta posición impuesta crea una situación arti-
ficial en la que el niií.o está expuesto a la voluntad de
la cuidadora y casi le divide por la cintura en parte
superior e inferior. Sus pies cuelgan dei cambiador,
muchas veces ni puede ver la cara de la cuidadora, y
la cuidadora se ocupa dei culo dei niií.o sin tener otro
contacto con él. Su culo, el área dei ano y sus geni-
tales se separan dei propio niií.o y se convierten en
objeto de trabajo en manos de la cuidadora, a la vez
que pueden adquirir una exagerada importancia de-
bido a la acentuada excitabilidad de estas áreas.
Por ello, consideramos más adecuado para los niií.os
que ya pueden ponerse de pie, utilizar un vestidor
más bajo que el cambiador. Su altura es aproximada-
mente de 60 em., como opuesta a los 85 em. dei cam-
biador y el fondo y ancho de su superfície es también
menor: 75 x 50 em. En esta mesa el niií.o no cabe tum-
bado, pero puede sentarse cuando quiere ponerse los
calcetines o los zapatos, o la camisa o los pantalones.
Por lo demás, está de pie.
29
La cuidadora ayuda al bebé, sentado sobre la mesa, a ponerse
los zapatos. Ella está sentada sobre un taburete frente al bebé
30
facilidad después dei cuidado de cada nino. No hay
necesidad de una almohadilla de espuma -la super-
ficie dura de la mesa no es desagradable para el nino
que se pane de pie o se sienta - es suficiente colocar
un panal de algodón limpio sobre ella después de
cada cuidado.
31
LA COLCHONETA EN EL SUELO
32
En las casas-cuna en las que sea posible, el vestido
de los ninas que van o vuelven del paseo, o que en-
tran o salen del jardín, podría hacerse en un banco
colocado en el pasillo.
El bano de los ninas mayores y el uso del orinal o ser-
vicio tienen lugar en el bano naturalmente. Pera no es
grave si un "principiante" que controla esfinteres desde
hace poco se sienta en el orinal en la sala del grupo, al
lado de la cuidadora que está haciendo sus tareas.
Puede haber un cambiador y un vestidor simultánea-
mente en el bano, uno junto a otro, y quizá incluso,
un taburete pequeno o cojín plano con cubierta im-
permeable, dependiendo de las características del
bano y el nivel de desarrollo de los ninas del grupo.
La cuidadora puede situar a los ninas más mayores
sobre el vestidor después del bano o, en su defecto,
sobre el taburete o el cojín repelente al agua, y puede
sentarse enfrente para secarlos y vestirias.
33
Para cambiar el pafial a los nifios mayores que to-
davía lo llevan no es necesario ni cambiador ni vesti-
dor. El nifio puede estar de pie sobre el suelo o sobre
un cojín con cubierta impermeable. Pero es absoluta-
mente inaceptable que el nifio ponga su cabeza en el
muslo o entre los muslos de la cuidadora y ésta "tra-
baje" sobre el culo del nifio que permanece de pie
doblado hacia delante. Será mucho más agradable
estar "mano a mano" - y el cambio del paiial del nifio
mayor puede y debe ser estar "mano a mano" - si por
ejemplo la cuidadora sentada delante desviste al nifio
de pie. Durante su conversación, ella puede pedirle
que se sujete a los barrotes o a la pared y se incline
hacia delante o que levante una de sus piernas.
Puede pedirle ayuda para ponerle el paiial, pedirle
que lo sujete por un lado mientras ella está atando
el otro. En el caso de heces más líquidas o que
manchen más, quítele al nifio los zapatos y cal-
cetines, y lávele de pie en la bafiera.
34
Aparte de subrayar firmemente que la cuidadora
debe estar con el nino y no con la parte inferior de su
cuerpo, debe proporcionar los cuidados muy atenta-
mente. iEl culo irritado o enrojecido, escuece! Sea un
nino pequeno o mayor, sea con pis o manchado de
caca, los pliegues sólo pueden abrirse y limpiarse
bien si ambas piernas no están sujetas ya sea por un
buzo, pantalones cortos o leotardos. No importa en
qué posición está el nino cuando le limpiamos- tum-
bado en el cambiador, de pie en el vestidor o sobre el
suelo - estas prendas deben quitarse primero.
RESUMEN
35
EL BANO DEL NIN0 1
Guía práctica2
37
su cuerpo ensuciándose permanentemente con heces
y pis. Por un lado, los excrementos drenados por el
organismo contienen muchos materiales descom-
puestos infecciosos, y por otro y más importante, em-
papan la piel incrementando su capacidad transmisora
y el riesgo de infección. De aquí que la piel de los bebés
y nifios pequenos precise una muy cuidadosa limpieza.
38
prendas de vestir, el cambiador, la baiiera, y todos
los objetos tangibles, alcanzables, obtenibles del
cuarto de bafio.
Con el tiempo, aprenderá el uso de cada instrumento
según su fin. Esto no sólo ampliará su campo de in-
terés, su conocimiento y desarrollará su aptitud
lingüística, sino que también le hará más habilidoso;
dará sus primeros pasos en el camino de hacerse in-
dependiente.
39
Por lo tanto, una preparación cuidadosa y bien orga-
nizada es imprescindible. Desde el instante en que
coge al bebé en brazos hasta que lo deja en su cama
o en la zona de juego después dei bafio, jque la
cuidadora no tenga otra preocupación que el nifio que
tiene en sus brazos!
Cuando decidimos el tiempo dei bafio debemos con-
siderar que bafiarse, limpiarse, es un acontecimiento
significativo en la vida dei bebé. No sólo afecta a su
estado sanitario, no sólo protege el estado de su piei,
sino que también juega un papel importante en el de-
sarrollo intelectual y afectivo dei nifio. Tiene espe-
cialmente gran importancia en la vida de los bebés
más pequenos porque es cuando más tiempo pasan
con sus cuidadoras.
El trajín asociado a bafiarse, desvestirse, vestirse -
por mucho tacto que se tenga - no les gusta a los
bebés pequenos; les cansa. Sólo más adelante el bafio
se convertirá en sefialada fuente de placer diaria.
El bafio debe incluirse en la rutina diaria de tal
forma que pueda proporcionar a cada nifio la posibi-
lidad de tranquila intimidad y privacidad. Por ello es
una solución práctica bafiar a algunos nifios dei
grupo después dei desayuno y al resto por la tarde o
por la noche. Se puede decidir qué nifio se bafia en
cada momento dei día después de su admisión. Su
lugar en la secuencia de bafio debe determinarse de
forma que permita a cada nifio ser baiiado en una
hora en la que esté generalmente más despierto,
cuando podemos esperar que participe con atención
e interés en su bafio.
40
PREPARANDO EL BANO
El espacio
Podemos barrar a los niiios en un rincón de su sala de
vida especialmente preparado para este fin o en un
bano separado. Si lo hacemos en un bano separado,
debe comunicarse directamente con la sala del nino,
de manera que la cuidadora pueda oír y ver e incluso
hablar, por ejemplo, a través de una ventana, al resto
de los niiios del grupo durante el bano de cualquiera
de ellos.
El espacio debe ser adecuado para airearse y
caldearse rápida y fácilmente, y debe estar apropia-
damente iluminado; para esto, además de las habi-
tuales luces de techo, es conveniente iluminar el
cambiador y la baiiera con lámparas de brazo, que
estarán situadas aproximadamente un metro por
encima del cambiador; a tal distancia, una bombilla
de 40-60 w. da suficiente luz. Debe estar situada de
forma que no ciegue a la cuidadora y no deslumbre
tampoco al nino.
El espacio del bano no tiene que ser grande, para que
todo esté al alcance de la cuidadora. Los muebles fijos
son una baiiera, un lavabo para lavarse las manos,
un cambiador o un vestidor y algunos armarios o es-
tanterías sobre las paredes.
El cambiador es un tablero de, aproximadamente,
80 x 100 em. cerrado con barandillas por tres lados.
En las instituciones se recomienda poner cajones en
la parte inferior (si uno de los cajones de arriba puede
girarse, puede sustituir la bandeja de los productos
higiénicos). Es importante que el cambiador sea lo
suficientemente alto para que la cuidadora no tenga
41
ni que auparse ni que agacharse demasiado para que
tanto el bebé como ella se puedan ver igual de bien.
En lugar de estar tapizado, se recomienda colocar
una colchoneta de espuma de tamafio apropiado, de
1 ó 1,5 em. de grosor, cubierta con algún material re-
sistente al agua. Es más fácil de mantener y conser-
var limpia.
Antes de comenzar el bafio debe comprobarse la tem-
peratura ambiente dei espacio de bafio. Los recién
nacidos se enfrían con facilidad, así que durante las
primeras semanas les bafiamos a 24-25° C. En pocas
semanas la termorregulación de los bebés funciona
cada vez mejor y se van enfriando menos. De manera
paralela podemos ir bajando gradualmente la tem-
peratura ambiente, hasta que alcancemos la de la
sala donde los bebés pasan la mayor parte dei
tiempo. jA ser posible no bafiemos a un bebé sano, de
cuatro o cinco meses, a mayor temperatura ambiente
que la de su sala de vida habitual! Se acalorará
menos durante el bafio y al no haber diferencia de
temperatura entre ambos lugares, de bafio y de vida,
tendrá menos frío después de bafiarse. Cuando
bafiamos a bebés con distintas necesidades de tem-
peratura uno detrás de otro, entonces, o bien
comencemos por los más sensibles al frío y después
aireemos un poco la habitación para refrescaria (es
recomendable si tenemos un bafio separado fácil de
ventilar) o, cuando bafiemos a los bebés pequefios que
necesitan una temperatura más alta, encendamos un
calefactor para hacer más cálida la zona de bafio.
Esta es especialmente adecuado si el bafio se realiza
en su sala de vida.
42
Preparando las manos de la educadora
La educadora debe lavarse las manos con agua cor-
riente caliente, jabón y cepillo de urias antes de bafíar
a cada nifío.
43
Preparando la ropa
Preparamos la ropa para el siguiente nino de manera
que esté todo a nuestro alcance cuando lo vistamos y
no tengamos que hacerle esperar. Por ejemplo, con el
recién nacido, en lugar de ponerle primero la
camisita de algodón y a continuación la chaquetita,
metamos las mangas de la primera dentro de las de
la segunda, y procedamos a vestirle con ambas pren-
das3 de una sola vez.
Hay que colocar las prendas en una esquina dei cam-
biador (en caso de ninos más movidos, en la es-
tantería sobre el cambiador) de forma que pueda
alcanzarse fácilmente después dei bano.
Se extiende la toalla y se porre un panal de algodón
limpio sobre ella y se apartan a un lado o se doblan.
En realidad secamos al nino con el panal de algodón
porque, sobre todo, los pliegues son más fáciles de
secar que con una toalla.
También colocamos otro panal sobre el que poner al
nino cuando lo desvestimos y con el que le cubriremos
durante el aseo completo.
Preparamos dos manoplas, una para enjabonar al
nino y otra por si encontramos heces cuando le
desvistamos. Si la banera no está pegando al vestidor
preparamos una palangana con agua caliente para
humedecer las manoplas.
Calibramos la balanza con el panal sobre el que
vamos a desvestir al nino, porque le llevaremos con
él sobre la balanza. Pondremos al lado el cuaderno
de anotaciones y ellápiz.
3
Ver dibujo en la pág. 69
44
Preparando eZ agua deZ bafio
-La temperatura deZ agua deZ bafio: En un principio,
el agua del bafio debe estar a la temperatura cor-
poral, aproximadamente 37° C. A medida que el
bebé crece y se vuelve menos susceptible al frío, si
el nifio se siente bien a lo largo de las siguientes se-
manas podemos bajar gradualmente la tempera-
tura del agua del bafio hasta los 33°-34° C. Cuanto
menor sea la diferencia de temperatura entre el
agua del bafio y el aire, menos frío sentirá el nifio
después de bafiarse.
Sin embargo, las necesidades individuales de cada
nifio deben considerarse cuando decidimos sobre el
grado y el ritmo de descenso de la temperatura del
agua del bafio. Ya desde el nacimiento hay grandes
diferencias individuales respecto a las necesidades
de temperatura. Un nifio puede sentir agradable el
agua un poco más fría, mientras que otro la nece-
sita más caliente. Puede ocurrir que nifios de la
misma edad y peso se bafien en la misma tempera-
tura de agua y, sin embargo, la piel de uno se enro-
jezca y empiece a llorar porque está muy caliente
para él, mientras que la piel del otro palidezca y
comience a llorar porque está muy fría. Los bebés
que se bafian tiritando en agua fría, no crecen ni
más fuertes ni más resistentes, sólo enferman. Los
nifios debilitados por una enfermedad o que en ese
momento tienen frío por alguna razón, necesitan
agua más caliente.
Cuando preparamos el agua hay que ajustarla a 1o_
2° C más caliente de lo que se necesita, porque se
enfriará un poco mientras desvestimos y limpiamos
al nifio.
45
Al ajustar la temperatura del agua dejemos correr
el agua fría antes de cerrar el grifo, de manera que
el grifo mismo se enfríe y no queme al nino si acci-
dentalmente lo toca.
46
Al igual que la temperatura, la cantidad de agua
también depende de las necesidades individuales
del nino.
47
ba, elevando un poco su hombro derecho y sujetando
ese brazo cerca del hombro con nuestra mano
derecha; a continuación, deslizamos nuestra mano
izquierda con los dedos extendidos bajo su hombro,
cuello y nuca de tal manera que nuestra palma sujete
su cabeza. Con los dedos extendidos sujetamos la
nuca y los hombros. Deslizamos al nino en nuestro
antebrazo, llevando nuestra mano derecha desde el
lado hasta bajo el culo y así es como lo incorporamos.
Cuando lo hemos alzado, lo deslizamos un poco hacia
arriba sobre nuestro brazo izquierdo, sujetando su
cuerpo y hombros en la articulación del brazo y su
cabeza con la parte superior del brazo, y nuestra
mano derecha cine desde arriba la pelvis y los mus-
los. Podemos liberar esta mano durante unos pocos
momentos, para abrir o retirar algo, etc.
A partir del tercer o cuarto mes, cuando la cabeza del
nino ya no cae hacia atrás, es suficiente con prestar
atención a sujetar sus hombros y el culo cuando lo
levantamos.
Démosle la vuelta al nino que está jugando boca
abajo, arrastrándose o gateando- después de haberle
avisado antes, por supuesto - y levantémosle así.
Al nino que se sienta o se pone de pie, sele levanta
sujetando su tórax con ambas manos próximas a las
axilas y no por los brazos. Si le levantamos cogiéndolo
por los antebrazos esto podría acabar fácilmente en
torceduras o distensiones.
Sujetemos con nuestra mano libre también la es-
palda del nino que ya se sienta recto, al cogerle en
brazos, porque puede relajar los músculos de repente
y caerse hacia atrás, lo que podría acarrear graves
heridas.
48
Cuando dejamos a un bebê pequeno le sujetamos la
cabeza con una mano y deslizamos hacia dentro la
otra para que pose su culo en la superfície, y sólo
quitamos la palma de debajo de su cabeza cuando el
resto del cuerpo ya está completamente apoyado en
la superfície elegida.
Sólo podemos dejar al nino en una posición que puede
asumir independientemente, por iniciativa propia, y
en la que se sienta seguro.
EL PROCESO DE BANARSE
49
En la medida en que sea posible, solo la parte del
cuerpo que se está limpiando debe dejarse sin cubrir
por el pafial. El resto del cuerpo se mantiene cu-
bierto. Esto es fácil al principio. Cuanto más vivo es
el nifio, más patalea y se mueve, sale cada vez más
del pafi.al, pero a la vez tiene menos frío, entra en
calor con su propia actividad, de manera que no es
necesario envolver en el pafi.al al nifio que repetida-
mente se destapa.
La secuencia de lavado es: cabeza, cuello, brazos,
piernas hasta los muslos, ombligo, abdomen, pliegues
de la pelvis, genitales y ano.
50
Los típicos pliegues de los bebés
(mostrados con flechas)
Secuencia
Limpiemos de acuerdo a una secuencia bien planifi-
cada, no al azar, para que el niiio pueda acostum-
brarse y ajustarse.
Asegurar
Mientras le limpiamos, aseguremos cuidadosamente
ciertas partes del cuerpo del niiio con una mano (de
aquí en adelante, mano auxiliar), mientras la otra
mano (de aquí en adelante, mano que trabaja) hace
la limpieza. No aseguremos con los dedos, sino con la
51
superfície de la palma y sólo movamos las partes del
cuerpo del nino lo estrictamente imprescindible fuera
de su posición habitual.
52
t,Hasta qué edad tenemos que limpiar
al nifío antes deZ baiio?
A medida que el bebé crece los pliegues son menos
profundos, disminuye la cantidad de pliegues a
limpiar con algodón aceitado hasta que hacia los
8-10 meses la limpieza preliminar puede dejarse.
Entonces, una vez desvestido, solo sele limpia la caca
si la tiene, de la misma manera que cuando se le cam-
bia el pafí.al, excepto porque le enjabonamos sobre el
cambia dor.
REALIZANDO LA LIMPIEZA
t,Cómo limpiar el contorno de los ojos?
La limpieza de la cara debe comenzar por el contorno
de los ojos. Solo limpiamos los ojos cuando muestran
rastros de secreción y exclusivamente con infusión de
manzanilla. Con la mano auxiliar colocada en la
frente, giramos la cabeza hacia el mismo lado que
limpiamos el ojo y de esta manera, aseguramos que
no le caiga infusión de manzanilla o secreción en el
otro ojo. (La cabeza del recién nacido puede girarse
fácilmente hacia ellado que él la giraría durante el
día, debido a su reflejo tónico del cuello. Al girar al
lado contrario, hay que girar todo el cuerpo del bebé
de forma que no sienta la posición como incómoda).
Acercamos el algodón bien escurrido al ojo desde la
sien. Al principio, el bebé cerrará los ojos por reflejo
cuando le toquemos la sien y más tarde los cerrará
al ver el trozo de algodón.
53
Asegurando la cabeza para limpiar los ojos
54
Asegurando la cabeza para limpiar la nariz
55
Exactamente como cuando limpiamos los ojos, gi-
ramos la cabeza dei niiio a un lado con nuestra
palma. Con el dedo índice y el pulgar de la mano au-
xiliar hacemos accesibles esas áreas a limpiar.
56
jEstá estrictamente prohibido meter
la mano en la cavidad oral!
En el pasado era típico limpiar la cavidad oral. Esto
dariaba e infectaba la membrana mucosa. Había que-
jas constantes sobre las bocas de los bebés llenas de
heridas; estomatomicosis, incluso si se limpiaban a
conciencia. Más tarde, la gente se dio cuenta de que
los bebés se infectaban con estomatomicosis precisa-
mente porque limpiaban sus bocas por dentro. Si
vemos algo inusual, debemos consultar a un médico.
57
Posición de la mano para la limpieza de
los pliegues frontales y laterales deZ cuello
58
t,Cómo limpiar el ombligo?
El ombligo se limpia cuando está seco, replegado y se
ha acumulado en él alguna impureza, restos
epiteliales o secreción. La edad más temprana a la
que se puede hacer es a partir de los tres meses.
Mientras todavía la herida del ombligo se está cu-
rando no se debe limpiar; las tareas correspondientes
se describen más adelante en relación al bano del re-
cién nacido.
El ombligo se limpia utilizando un trozo de algodón
empapado en aceite. Si lo limpiamos regularmente lo
podemos mantener limpio. En caso contrario, si la su-
ciedad acumulada no se puede quitar aplicando una
simple limpieza de aceite, entonces consultemos a un
pediatra y no hurguemos en el ombligo.
59
Dado que las extremidades inferiores normalmente
no están muy sucias, limpiemos ambas piernas hasta
los muslos antes de proceder con los pliegues supe-
rwres.
Los pliegues del abdomen se aplanan con los dedos
índice y pulgar, o aplicando un suave empuje con el
borde externo de la palma, extendiéndolo hacia el
área del pubis. En el caso de las niiias este último
método es más efectivo, porque así protegemos la
hendidura vulvar con nuestra mano, evitando que ac-
cidentalmente se extienda la suciedad. Para realizar
esta, el muslo del niiio se presiona suavemente para
que permanezca accesible el bajo vientre.
Para limpiar los pliegues de las ingles se v a cam-
biando la posición de los muslos de tal forma que todos
los pliegues queden accesibles. Primero se despliega
la extremidad inferior con un suave movimiento desde
la cadera y cuando la parte delantera está limpia, la
extremidad se va doblando gradualmente al poner
nuestra mano auxiliar debajo. De esta manera
podemos hacer visibles y accesibles los pliegues de las
caras internas de los muslos y del culo.
60
bano al aclarar la hendidura vulvar varias veces. Si
no, solicitemos la ayuda de un pediatra.
61
Cuando limpiamos el orificio del ano debemos hacerlo
siempre de arriba a abajo con una pieza de algodón
empapada en aceite. Esto es especialmente impor-
tante en el caso de las ninas, para no arrastrar im-
purezas o restos de excrementos a la hendidura
vulvar.
62
Así acabamos antes el proceso de enjabonado - que
lleva aproximadamente unos 30-40 segundos - y la
manopla que se calienta sobre el cuerpo dei nifio no
se enfriará.
Ejecutando el enjabonado
Se enjabona primero la piei dei cuero cabelludo. Ase-
guramos la cabeza dei nino sujetándola bajo la nuca
con nuestra mano auxiliar. La cara no necesita ser
jabonada. Tenemos que ser cuidadosos de que el
jabón no entre en los ojos desde la frente. De ahí en
adelante, la secuencia de enjabonado es la misma que
la de la limpieza: después de la cabeza, enjabonamos
las orejas, luego el cuello, el pecho, manos, brazos.
Sujetamos sus brazos cerca de los hombros e in-
clinándole hacia un lado, le enjabonamos la espalda.
El enjabonado de las extremidades inferiores- simi-
lar a su limpieza- comienza por los pies, las piernas,
el abdomen, los genitales y el culo, terminando por el
ano. Siempre aseguramos al nifio cogiéndolo de la
misma forma que durante la limpieza.
Los nifios que todavía no se sientan pero que son
movidos, se enjabonan en la posición en la que estén
(por ejemplo, tumbados boca abajo, a gatas, etc.) si-
guiendo la secuencia anterior. Cuando les enjabona-
mos el cuero cabelludo estando boca abajo, tenemos
que prestar atención especial a la frente, de forma
que el jabón no les entre en los ojos.
AI final dei enjabonado dejamos la manopla en el
cesto de la ropa sucia. Cogemos al nifio en brazos y
extendemos la toalla con el pafial dentro, sobre el
cambiador.
63
Poniendo al niiio en el agua y aclarándolo
La piei dei nino enjabonado es muy resbaladiza, así
que tenemos que sujetarlo de forma segura. Pero un
nino escurridizo aun sin estar enjabonado corre el
mismo peligro, así que aunque su piei no esté húmeda
ni resbaladiza hay que sujetarlo igualmente bien.
Con la mano derecha sujetamos el brazo dei nino
cerca de la articulación dei hombro y lo levantamos
un poco, pasamos la mano izquierda bajo la nuca
para que la cabeza repose cómodamente en nuestro
brazo. Asimos su hombro y parte superior dei brazo
izquierdo con nuestros dedos pulgar e índice, sujetán-
dole con seguridad pero sin apretar. Colocamos la
mano derecha bajo el culo - lateralmente, no por los
genitales- y de esta manera, sujetándolo con ambas
manos, levantamos al nino. A continuación, desli-
zando la mano izquierda hacia abajo, colocamos al
nino sobre nuestro antebrazo, sujetándolo con nues-
tra mano izquierda por el muslo, mientras la mano
derecha retira el panal (el que le ha envuelto) al cesto
de la ropa sucia y tras otra lectura se retira el ter-
mómetro del agua. A continuación volvemos a sujetar
al bebé con las dos manos como hemos descrito antes
y entonces lenta y cuidadosamente, le metemos en el
agua.
Una vez en el agua soltamos la mano derecha, pero
la izquierda se mantiene exactamente igual. Cuide-
mos que la cabeza y el cuerpo dei bebé no se tamba-
leen al dar patadas, porque se asustaría. Cuidemos,
también, de que no le entre agua en los oídos (si le
sujetamos con la mano izquierda, su oreja derecha
puede fácilmente sumergirse en el agua y a la in-
64
versa). El agua empapa el epitelio dei meato acústico
sobre el que las bacterias se pueden instalar fácil-
mente, lo que puede terminar en inflamación dei
meato acústico externo.
El recién nacido, a menudo, se tumba en el agua con
las manos cerradas en un puií.o cerca de la cabeza; al
principio tensa sus músculos y se pone rígido. Si le
sujetamos con tranquilidad y seguridad después de
un rato se relajará y disfrutará del agua.
Aclaramos al niií.o en el mismo orden dei enjabonado,
salpicándole con la mano. Los pliegues deben exten-
derse bajo el agua también porque, especialmente en
el caso de niií.os gorditos, seles puede quedar algo de
jabón dentro.
Primero aclaramos la cabeza del niií.o con cuidado de
que no le entre agua jabonosa en los ojos y de que las
orejas no queden sumergidas. Cuando aclaramos las
orejas, no le salpicamos agua sino que cuidadosa-
mente aclaramos el jabón de esas zonas con nuestra
mano, que sumergimos y aclaramos repetidamente.
Para aclararle el cuello hajamos un poco más nuestro
brazo, para que la cabeza se incline hacia atrás.
65
Entonces sumergimos los brazos que tiene levanta-
dos al lado de la cabeza durante un breve lapso
varias veces, y de manera suave pero firme, abrién-
dole los puiios bajo el agua, para aclararias bien.
Mientras tanto, salpicamos agua sobre su pecha y
vientre para que estas partes que están fuera, no se
enfríen tampoco. El resto del cuerpo está bajo el
agua. Ahí sólo tenemos que estirar los pliegues. No
hay que dar la vuelta al niiio, ni moverlo de su posi-
ción original, solo aflojamos el agarre inicial cuando
aclaramos la nuca durante un momento, deslizando
el antebrazo ligeramente hacia arriba. Cuanto más
tranquilo esté el bebé en el agua con más ligereza
podemos sujetarlo.
TERMINANDO EL BANO
66
Bebé enuuelto en una toalla
67
Secando la cabeza y el tronco
Le presionamos suavemente la cara hasta que esté
seca. Entonces, con una mano aseguramos su cabeza-
igual que cuando le enjabonábamos - y con la toalla fro-
tamos la piel del cuero cabelludo hasta que esté seca.
jEsta es la única parte del cuerpo que se puede frotar!
Después de secar el pelo y el cuero cabelludo, seca-
mos con el pafial de algodón la areja, haciendo que
absorba el agua de todos los recovecos del pabellón
de la areja. Secamos el pliegue posterior de la areja,
luego el cuello, estirando con cuidado los repliegues.
A continuación seguimos con las axilas, la parte supe-
rior de los brazos, las manos, el pecha, y le ponemos la
camisita-chaquetita que hemos preparado con ante-
rioridad.
68
c
69
Le giramos de tumbado boca arriba a boca abajo, su-
jetando la parte superior de su brazo izquierdo cerca
del hombro con nuestra mano izquierda. Con un
movimiento continuo sin tironear, le giramos su-
jetándolo del brazo, ayudando con nuestra mano
derecha. Prestamos especial atención a la cabeza del
bebé hasta que la pueda sujetar por sí mismo. Una
vez boca abajo, le colocamos sus brazos a ambos lados
de la cabeza. Así suelen estar acostados los bebés. Es
lo más cómodo para ellos. Pero esta posición no debe
forzarse si están mejor en otra posición. Si el bebé
pone sus brazos él solo en algún otro sitio, dejémoslos
así porque seguramente es más cómodo para él.
Sólo le ayudamos si no puede librar los brazos por su
cuenta. Lo importante no es cómo se tumban los bebé
habitualmente, sino cómo ese bebé concreto se siente
más cómodo.
70
por detrás (esto podemos hacerlo más cómodamente
ahora porque la nuca es accesible). Luego exten-
demos el resto de la ropa ya preparada, pafial inclu-
ído, y abrimos la toalla completamente. Secamos con
ligeras presiones la parte de atrás de los muslos y el
culo, y luego levantamos al bebé y lo tumbamos sobre
el pafial preparado. Para esto, tenemos que darle la
vuelta de boca abajo a boca arriba.
a b c
71
Secando la parte inferior del cuerpo
Secamos las piernas con el pa:fial de algodón que
acompa:fia a la toalla - siempre atendiendo a los
pliegues - el ombligo, el abdomen, y finalmente los
pliegues de las ingles y, en el caso de los chicos, los
pliegues entre el pene y el escroto, el escroto y el peri-
neo. Terminamos secando el área del ano.
Terminando de vestirle
Entonces le ponemos el pa:fial y las rapas adecuadas
a su edad y momento del día. Como toque final del
bafio le peinamos por delante. (Si no tiene el pelo
completamente seco todavía y hace frío, podemos
ponerle un gorro fino de algodón). Le arreglamos el
cuello, remangamos las mangas y cogiéndole en bra-
zos le ponemos de vuelta en su sitio.
72
El bebé se coloca sobre el faldón abierto de forma que
sus axilas queden sobre el corte de los brazos.
Doblamos ambos lados del saco sobre el cuerpo del
bebé, abotonamos o atamos el cierre en los hombros
(así se crea la apertura para los brazos), estiramos el
faldón y lo doblamos hacia arriba hasta las axilas del
bebé. Entonces cogemos los extremos de la banda
cosida en la parte inferior y que cuelgan sueltas, las
cruzamos por detrás y estiramos ambos extremos,
pasamos uno por la ranura creada para ello (de esta
forma estará plano bajo la cintura del nifio), y
habiéndolos cruzado así, los traemos adelante y los
atamos sobre su pecho.
73
Baiiando antes de que se caiga el muiión umbilical
Para las bacterias, el epitelio del mufí.ón umbilical es
lo mismo que la superficie de una herida fresca; tiene
que mantenerse estéril. Por lo tanto, tengamos
cuidado de no humedecerlo porque se puede infectar.
No pongamos más de tres o cuatro dedos de agua en
la bafí.era.
Después de secarlo ponemos un antiséptico en polvo
sobre el mufí.ón y lo cubrimos con una gasa estéril.
Echamos algo de polvo sobre un trozo de algodón y
luego, suavemente, sacudiéndolo con golpecitos lo es-
parcimos sobre el mufí.ón umbilical.
74
fectante al agua de su bafio. Al secarle tampoco to-
camos su ombligo, cuando le damos la vuelta boca
abajo, el agua cae y mientras secamos al bebé, su
ombligo también se seca. Entonces ponemos antisép-
tico en polvo en el ombligo, como hemos descrito an-
teriormente, pero ya no es necesario ponerle una
venda. Cuando el ombligo está ya completamente
seco y retraído (alrededor de las seis o siete sema-
nas), podemos eliminar el desinfectante del agua del
bafio. Entonces ya podemos limpiar y secar también
el ombligo.
Si el ombligo produce secreción u observamos otros
problemas, consultemos al pediatra.
75
Mientras el bebé está boca arriba sin saber darse la
vuelta, las puntas de su pelo se enredan. Estas nudos
son difíciles de peinar y soltarias resulta doloroso e
innecesario, así que los cortamos de vez en cuando,
directamente antes o después del bafio. A menudo
ocurre que el pelo crece desigual sobre las arejas o la
nuca. Si hace feo se puede igualar con las tijeras. Solo
es necesario cortar el pelo cada 2 o 3 meses.
Como la piei del nino es muy sensible a las infec-
ciones, todo el equipamiento usado para cortar el pelo
debe esterilizarse. La forma más sencilla de hacerlo
es echar algo de alcohol y quemarlo.
El pelo debe cortase de manera que ni moleste sobre
los ojos ni parezca despeinado sin necesidad de
horquillas ni lazos. La horquilla o ellazo se les puede
caer, los nifi.os se los meten en la boca.
Es una falsa creencia que el pelo rubio se volverá cas-
tafi.o o el rizado se alisará si lo cortamos (si fuera
cierto no habría personas rubias ni con rizos). Incluso
si queremos que el nino tenga pelo largo o melena
más adelante, podemos tranquilamente cortarle el
pelo de bebé. No es el pelo más largo alrededor de las
sienes o la nuca (las grefi.as quedan feas) lo que dará
aspecto femenino al corte de pelo. Para ello todo el
pelo tiene que ser simultáneamente largo.
Miremos bien el cuero cabelludo del bebé: a menudo
tiene pequenas castras lácteas. También podemos ob-
servar aquí y allí castra amarilla. Si no se quitan con
el bafio, al día siguiente untamos abundante aceite
en el cuero cabelludo 1 ó 2 horas antes del bafio, o
bien lo cubrimos con una prenda aceitada o con
vaselina que sujetamos con un gorro. Quitamos el
gorro aceitado antes del bafio y, asegurando la cabeza
76
del nifío por la nuca, cuidadosamente retiramos las
costras con un cepillo de púas cerradas que le
pasamos horizontalmente por las zonas afectadas. Si
esto no funciona, consultemos a un médico.
Corte de ufías
~
b.~,)
a.
77
Las unas se cortan tan cortas como sea posible sin
herir ellecho de la una. Por eso dejamos una franja
de medio milímetro de una. Después de cortar acari-
ciamos el borde de las unas con la punta del dedo
para ver si ha quedado algún trozo afilado o punti-
agudo. Si es así, debemos redondearlo; si no, corta-
mos las unas en vano, ya que el nino puede aranarse
igualmente. Si la punta de nuestros dedos no es lo
suficientemente sensible, podemos comprobar lo afi-
lado de las unas sobre la parte interna de nuestra
muneca.
jNo atemos los brazos al recién nacido! Si sigue
aranándose después de haberle cortado las unas,
alarguemos las mangas de la camisa para que sus
manos queden dentro. También podemos ponerle una
manopla fina, pero solo cuando esté muy inquieto.
Las unas de los pies se cortan de forma que las dos
esquinas de las unas sobresalgan. De esta manera
prevenimos la creación de unas encarnadas.
Si el bebé está impaciente, inquieto antes del bano,
cortemos sus unas después del mismo o incluso des-
pués de comer. Entonces, normalmente, todos los
bebés se lo toman con más calma.
78
Mostramos el procedimiento completo en el apartado
de vestir al nino 4 •
Sea cual sea el sistema o la frecuencia que utilizamos
cuando vestimos al nino o le cambiamos el panal, la
clave de limpiarle es quitar cuidadosamente todos los
restos de excremento y orina de la superfície de su
piel, y lavarle y secarle concienzudamente.
Se retiran los restos de excremento, con agua tem-
plada y una manopla limpia enjabonada le lavamos
el culo y los pliegues, y le secamos presionando con
un panal de algodón limpio. Si el culo del nino está
muy sucio, podemos limpiarlo con agua corriente en
la banera.
Por muy limpio que esté el panal que vamos a poner
al nino, la tarea esencial del cambio de panal es el
lavado perfecto de la superfície de la piel sucia; la
completa retirada de todos los restos de excremento
y orina. Si no lo hacemos a conciencia, la piel de la
mayoría de los bebés se irritará, sin importar qué
crema le pongamos o con qué frecuencia le cam-
biemos de panal.
4
Ibid.
79
Sin embargo, en cuanto empieza a gatear o arras-
trarse por el suelo, también empieza a participar más
y más activamente en su propia alimentación. Es
apropiado entonces pasarle una manopla limpia por
la cara y las manos antes de comer y- generalmente
- también después.
80
cuando le bafi.an. Generalmente le molesta que le
manipulen. En realidad, sólo se sentiría bien si
pasara todo el tiempo que no está comiendo, en silen-
cio, calor y tranquilidad constantes, y pudiera dormir
lo que quisiera. En lugar de esto, le sacamos de su
cálida cama y le desvestimos. El desvestir, las distin-
tas partes de la limpieza, darle la vuelta, levantarle,
volverle adejar, etc. no son agradables para él, ni
aunque se realicen con el mayor de los cuidados.
Siente con mayor intensidad los cambias de postura
y los desequilíbrios, y reacciona con miedo tensando
su cuerpo cuando se le levanta y coloca dentro del
agua. Aprieta los pufi.os cerca de la cabeza con ten-
sión o se agarra a los brazos de la persona que le
bafi.a o incluso se agarra a la nada. Se estremece con
cada cambio de posición, Hora desesperadamente y
patalea.
Si queremos que este estado de inquietud y lloro cese
tan pronto como sea posible, debemos tratarlo con
delicadeza, tocarlo suavemente y bafi.arlo siempre de
la misma manera, con los mismos movimientos.
Consideremos las necesidades individuales del nifi.o
mientras le bafi.amos. Observemos qué es lo que le
hace sentir mejor y bafi.émosle en consonancia (no
sólo determinando la temperatura y cantidad del
agua, sino por ejemplo, manteniendo su posición ha-
bitual en la medida de lo posible, tapándolo si es sen-
sible al frío, etc.). Naturalmente esto puede hacerse
hasta no poner en jaque el objetivo original de
bafi.arle. Así, por ejemplo, no podemos omitir la
limpieza de las arejas porque le resulte incómodo.
Pero tratemos de sujetarle durante la limpieza de las
arejas de la forma menos incómoda posible.
81
Si nos atenemos a todo esto, notaremos cambias ob-
vias en el recién nacido en tan sólo unos días. No Hora
cuando empezamos a desvestirle. Soporta ciertos de-
taHes de la limpieza que ahora son más fáciles
porque no se tensa tanto. En unos pocos días y quizá
todavía tímidamente comienza a moverse y a
patalear en el agua. Sólo se inquieta cuando le se-
camos o vestimos, pero su Hanto alterna con momen-
tos de tranquilidad. Se relaja felizmente en el agua,
da patadas y ya no Hora ni cuando le visten. AI bebé
le gusta cada vez más estar desnudo, patalear libre-
mente y estar con un adulto.
(Si a los recién nacidos desde el primer día de su vida
seles tocara con tacto y amabilidad no solamente du-
rante el bafio, sino en cada cambio de paiial, comida
o tarea, entonces se alarmarían y tensarían menos
desde el principio).
Llamemos al recién nacido por su nombre (por muy
extraiio que suene inicialmente), digámosle qué es-
peramos de él, por ejemplo, no le cojamos brusca-
mente sin que medie una palabra cuando le vamos a
barrar, sino digámosle: "ven, ahora te voy a dar un
bafio". Hablémosle durante el bafio diciéndole qué
vamos a hacer con él, lo que sigue, etc. "Ahora te voy
a limpiar las arejas. Ya lo sé, a veces no es agradable,
pero intentaré hacerlo de forma que no te siente
mal". "Relaja tus manos, así puedo limpiar entre tus
dedos". "Ahora te pongo en esta agua bien calentita
y no tendrás frío". Digámosle también lo que está ha-
ciendo o lo que pensamos de sus sentimientos ("Te
gusta estar en el agua; te has relajado completa-
mente").
82
Observemos cómo reacciona a nuestra palabra. Es
cierto que al principio no entiende. Inicialmente, es
la propia voz la que importa. El discurso es una
música agradable para el nino; le calma, tranquiliza,
y luego comienza a responder con una sonrisa, gorje-
ando, y la actividad entera se hace más amigable. En
último lugar pero no por ello menos importante- sólo
si le hablamos de forma inteligente desde el principio
- escuchará y entenderá nuestro discurso cada vez
me]or.
V n nino cuidado de forma adecuada, alrededor de los
tres o cuatro meses comienza a participar activa-
mente en el bano. No sólo no se resiste cuando le
damos la vuelta, le levantamos, sino que se mueve
con nosotros. Pestariea cuando el trozo de algodón se
acerca a sus ojos, relaja el brazo en el que estamos
limpiando, etc. Atiende cada vez más a la voz, al
habla, se alegra cada vez más de que le hablemos y
también responde cada vez más y pronto con algunos
pequenos gestos. Para esto se necesita tiempo y hay
que esperar a sus respuestas. Cuando le enseriamos
la camisa y le pedimos que estire el brazo, esperemos
un momento para ver si lo mueve. Tomemos en
cuenta sus iniciativas y respondamos a ellas. Sobre
los seis meses, nos recibe riendo cuando vamos a
cogerlo para darle el bafio, ya no sólo pestariea
cuando acercamos el trozo de algodón a sus ojos sino
también cuando lo cogemos. Estira el cuello, da la
mano cuando toca. A su manera, anticipa los gestos
del siguiente acontecimiento de la secuencia; sólo
tenemos que entender sus seriales. También protesta
si olvidamos algo a lo que ya está acostumbrado
porque lo echa de menos. En el agua patalea, chapo-
83
tea y se ríe en alto. Ya gorjea y mientras nos mira,
nos habla y desea tener una conversación con su pro-
pio lenguaje. El baiío es más sencillo y agradable; va
como la seda. Mientras tanto, el desarrollo, la edu-
cación dei niiío, también avanza a pasos de gigante.
Ni siquiera nos hemos dado cuenta, quizá no haya
cumplido ni nueve meses y ya "entiende" lo que le
decimos: "jVuelve la cabeza!", "jdame la mano!",
"jcierra los ojos!", "jvuélvete de lado mientras te seco
la espalda!". Entiende y, a menudo, responde de ver-
dad a nuestra demanda.
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LIBROS EN CASTELLANO A LA VENTA POR
LA ASOCIACIÓN PIKLER-LÓCZY DE HUNGRÍA
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OVOS EN CASTELLANO A LA VENTA POR.
LA ASOCIACIÓN PIKLER-LÓCZY DE HUNGRÍA
EN PREPARACIÓN
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