Sunteți pe pagina 1din 86

Cubierta

GYÓRGYI HAVAS

Traducción
ELENA HERRÁN IZAGIRRE
TÍMEA JUHÁSZ

Editor: JUDIT FALK


Dibujos: KLÁRA PAP
ISBN 978 963 08 6928 7
Edición: Asociación Pikler-Lóczy de Hungría
lmpreso en: REALPRESS
BANANDO AL BEBÉ
EL ARTE DEL CUIDADO

p
Asociación Pikler-Lóczy de Hungría
Budapest, 2013
ÍNDICE

Judit Falk
SI TOCAMOS EL CUERPO DEL BEBÉ ............. 7

Mária Vincze
SOBRE LA COOPERACIÓN.
VESTIR EN EL CAMBIADOR, EN
EL VESTIDO R O EN EL COJÍN .................. 17

Emmi Pikler
EL BANO DEL NINO. GUÍA PRÁCTICA. ......... 37
Extracto dellibro "PIKLER Emmi (Szerk.) 1978.
Az egészséges csecsemõ és gyennek fejlõdése és gondozása.
2. kiad. 1-3. kõt. Bp. Medicina. 628 o. (Egészségügyi szakiskolák tankõnyve.)
(E! desarrollo y cuidado dei bebé y nifio pequeno)

5
Falk Judit

SI TOCAMOS EL CUERPO DEL BEBÉ 1 •••

Ha pasado mucho tiempo desde que el bebé y espe-


cialmente el recién nacido, eran considerados como
meros receptáculos con simples necesidades fisiológi-
cas e higiénicas. Cada vez se presta más atención a
las necesidades afectivas del bebé, a sus interac-
ciones con los adultos y, lo que es más, desde que se
han descubierto sus precoces capacidades sensorial,
cognitiva y de aprendizaje, la gente parece haber
olvidado que también tiene cuerpo; que los bebés y
los ninos pequenos viven, sienten, aprenden y se ex-
presan, sobre todo, a través de su cuerpo. Durante
mucho tiempo los médicos y demás profesionales de
la salud al hablar del cuerpo del nino han prestado
atención exclusivamente al crecimiento físico, a las
enfermedades somáticas y a las anomalías ocasiona-
les. Los psicólogos y pedagogos, por su lado, no se
ocupan del cuerpo del nino, casi solo reflexionan
sobre sus emociones, relaciones, habilidades y desa-
rrollo motor y mental (lo que sabe y lo que no).
Observadas desde fuera las necesidades físicas del
bebé, aparecen como puramente fisiológicas y su
cuidado corporal es todavía considerado por muchos
como una simple operación técnico-sanitaria. Sin em-
1
Al no existir en castellano un término neutro como gyermek,
child, o enfant, cuando nos referimos al bebê y al nino esta-
mos hablando también, como no puede ser de otro modo, de
las bebês y de las ninas. Utilizamos bebê y nino de modo
genérico para facilitar la lectura de este artículo.

7
bargo, a esta edad las necesidades fisiológicas y psi-
cológicas no se diferencian o están a punto de poder
hacerlo, y las necesidades del bebê aparecen en un
espacio psicológico complejo, así que su satisfacción
también sucede en este espacio.
El nifío trae consigo la innata habilidad de crecer y
desarrollarse, pera para que el programa se realice
en la mejor dirección posible, se tienen que cumplir
ciertas condiciones. El cuidado de alta calidad- em-
pezando por el periodo perinatal a través de todo el
desarrollo - pertenece a estas condiciones.
Por ~d no solo entendemos los
\ procedimientos del cuidado en sentido estricto, sino
también la satisfacción de las necesidades afectivas
y de la actividad, así como la cuidadosa organización
de su entorno, de ese día a día que conviene a su de-
sarrollo. El cuidado de alta calidad ayuda a que el
nifío, por su habilidad innata, conozca y habite en su
cuerpo, encuentre placer en su funcionamiento y
aprenda de ello y se dé cuenta de que su piel forma
una frontera entre él mismo y el resto del mundo o,
tomando prestada una expresión de Winnicott, "su
piel es la membrana que separa el "yo" del "no-yo"".
La imagen de su propio cuerpo se forma gradual-
mente. Según Wallon, el proceso de formación de la
imagen de su propio cuerpo es el más significativo de
todos los procesos de la psicogénesis humana, porque
es en él donde se establece la relación más estrecha
entre las necesidades interoceptivas y el mundo ex-
terior, lo que resulta imprescindible para el desar-
rollo de la autoconciencia.
t Desde su nacimiento, el nifío pequeno llega a conocer
su propio cuerpo por dos vías:

8
1. - con todo lo que él mismo hace con su cuerpo,
esto es, con su propia actividad.
2. - con lo que los demás le hacen a su cuerpo,
cuando le tocan, le sujetan, le dan de comer, le
cuidan.

El ver otros cuerpos y su experiencia con ellos proba-


blemente contribuye a que conozca su propio cuerpo,
pero lo fundamental es su propia experiencia corporal.
Estas dos aspectos -lo que el bebé hace con su propio
cuerpo y lo que los demás hacen a su cuerpo- apenas
pueden separarse, están íntimamente relacionados.
Sin embargo, aunque aquí solo tratamos del segundo
aspecto, no olvidemos ni por un momento la interac-
ción de ambos. Respecto al segundo, atribuimos la
mayor importancia al cuidado físico y a todo lo que
sucede entre el adulto y el nino durante el cuidado.
Quienes conocen un poco el trabajo de nuestro Insti-
tuto saben que consideramos el tiempo del cuidado {.
como el de mayor importancia y mayor intimidad de
la interacción entre el adulto y el nino. Pensamos que
si el bebé vive la seguridad afectiva d11....r_ªrlte ~1-
c~dado, .Q.espués le sacará provecho a la oportunidad
de actuar libremente y se volverá hacia el mundo con
interés y placer, sin que el adulto intervenga.
El bebé llega a conocerse a sí mismo y al adulto prin-
cipalmente durante el cuidado, durante la satisfac-
ción de sus necesidades físicas. En un principio, vive
estas necesidades como una tensión desagradable,
incierta; como una tortura. No "sabe" que tiene ham-
bre, sed, frío o calor, o que tiene dolor. De estas malas
sensaciones quien lo alivia es el adulto que lo cuida,
y la mejor manera de hacerlo es comprendiendo sus

9
gestos. Así, el adulto ensefia al bebé a seiialar, a ex-
1 presar sus necesidades, y éste lo hace, inicialmente,
de una manera insegura, y a medida que el tiempo
pasa de manera más elaborada, a la vez que aprende
a expresar su satisfacción después de que sus necesi-
dades han sido satisfechas.
En pocas palabras, es un proceso de aprendizaje en
el que el nifio, mediante la experiencia repetida de
que el adulto ante su gesto le alivia de una tensión
desagradable, aprende a expresar sus necesidades.
IConecta sus propias seiiales con las reacciones del
adulto y, como consecuencia, cesan sus tensiones
(hambre, sed, frío, etc.). Asocia su sentido de seguri-
dad física y, en consecuencia, también su seguridad
emocional, con el adulto que le cuida.
El bebé, a través de sentir esas necesidades y a
través de la respuesta que se le da al expresarlas,
aprende sobre la necesidad misma (si tiene hambre
o sed, etc.) y que es él quien tiene hambre o sed.
Además aprende, que aunque sea el adulto quien le
alivia las tensiones, él mismo puede promoveria, emi-
tiendo las seiiales apropiadas para ser aliviado. Si el
adulto presta atención a estas seiiales y alimenta,
baiia, viste o desviste al nifio tomando en cuenta esas
seiiales, entonces desde el principio le cede "el turno
\ de palabra" en su propio proceso de cuidado y en las
maneras de satisfacer sus necesidades: el ritmo de
alimentación, la cantidad y temperatura de la co-
mida, el ritmo de los gestos al vestir y desvestirle, la
cantidad y temperatura del agua del bafio ... Si el nifio
confía en poder influir sobre lo que le sucede; si siente
que no es un receptor pasivo sino un participante ac-
. tivo en su cuidado, entonces se fortalecerá su sentido
'
10
de competencia. Si nunca es tratado como si fuera un
objeto- ya sea precioso o sin valor- sino como un ser
humano que siente, observa, recuerda y entiende o
entenderá; si las palabras y gestos no son sólo agra-/
dables sino que también toman en cuenta continua-
mente su sensibilidad, entonces se establecerá un
diálogo real entre ambos partícipes de los cuidados,
durante los mismos y desde una edad muy temprana.
El bebé tiene cada vez más herramientas para influir 1
sobre lo que le acontece en este diálogo. A cambio, el
adulto tendrá también cada vez más herramientas
para hacer entender al nifí.o lo que va a hacer con él
y--a:aa::pra.r- sus -aaJ.vidaâes-aTã_s-neée-sTdades-8~~
el
sadas por nÍfí.Q, pa:~a:-que ést-~-p;~ticiPecon placer
en lo que el adulto espera de él.
Las secuencias de actividades permanentemente
repetidas durante los cuidados diarios facilitan el de- I
sarrollo de la comunicación. De los gestos constante-
mente repetidos en el misrÜo or:den, de::IâiSasi
constan~s que ac~af!~~9_ê.__gg§_tos, el
nifí.o aprende a prepararse para los sucesos siguientes.
El cuidad~dad une simultáneamente
comprension m~r. La calidad de los
movim1entos del adulto determina el tono muscular
y la confianza corporal del nifí.o. Si el adulto toca al
nifí.o con tacto y espera sus gestos de forma compren- J
siva, fortalece que el nifí.o se sienta aceptado.
Según Winnicott, la angustia más primitiva y de-
structiva es provocada por la inseguridad que se crea
allevantar, sostener al nifí.o. Para Winnicott, el tér-
mino "sostener" no significa sólo sujetar al nifí.o en
un sentido físico, sino que incluye todo lo que su en-
torno le provee y todo lo que hasta el momento le ha

11
ofrecido. Este concepto se refiere al espacio tridimen-
sional, al que se anade gradualmente el tiempo.
El buen "sostén" protege al nino dei peligro físico,
tiene en cuenta la sensibilidad de su piei, su sensi-
bilidad a los sonidos, a la luz, y el temor a caer. El
buen "sostén" dei nino significa el cuidado en su to-
talidad, ajustado continuamente a su desarrollo.
Cuando el adulto levanta al bebé, le lleva en sus bra-
zos, le coloca en su regazo, le pone en la banera o en
el cambiador, le pone en su cama o en el área de
juego, debe protegerlo con toda seguridad del miedo
r a caer e incluso dei miedo a perder el equilibrio.
La buena técnica de cuidados da seguridad al nino.
Si es sostenido en manos amables y seguras, relaja
sus músculos. Esto no implica un estado hipotónico,
sino - en la interpretación de Ágnes Szántó - un es-
tado "de relajación tónica". Por tanto, el nino debe ser
siempre levantado, transportado y dejado en una
posición habitual y que maneje por sí mismo.
Como en posición vertical el nino corre el peligro de
perder el equilibrio, debe ser levantado, transportado
}Y dejado en posición horizontal hasta que él mismo
1pu e da ponerse en posición vertical. E incluso, cuando
i ya haya podido alcanzar un estado más desarrollado,
es mejor levantarle y transportarle en su posición ha-
~~itual. Siempre se le tie?e que levantar y t:ansportar
· on la mayor parte pos1ble de su cuerpo firmemente
poyada. Cuando le cogemos en brazos debemos su-
jetar toda la columna vertebral del bebé y proteger
su cabeza de, incluso, el más leve balanceo, así como
mantener la armonía entre las distintas partes de su
cuerpo.

12
----
Por lo tanto, nunca se debe tocar al nmo con
movi~n~ reMntmos. Hay que buscar el contacto
visul:lJ, e~i_gggo. Hay que :t>!~:P~.!~_rle tambien ver- ,
15'ãlíiieí1fe, mediante frases que le anuncien todo lo
~~·
que va a pasar con él, especialmente cuando se trata
de modificar la posición de su cuerpo o de partes de
su cuerpo. Adaptándose al nivel de desarrollo del
nino, el adulto espera unos instantes a sus
movimientos espontáneos o intencionales y sólo en-
tonces le toca con una mano sensible, amable.
La conducta auténtica del adulto es parte de los
cuidados de calidad. Esto significa que cada detalle
del bienestar del nino, cada reacción de su cuerpo,
mímica, tono, sorrido emitido, son importantes para
el adulto y éste es consciente de que lo que hace con
el nino tiene un efecto sobre él no sólo en su presente
sino también en su futuro.
Para ajustarse a las necesidades del nino la
cuidadora debe sentir que cu~_,_~s
de toda su personaJiQ,_ª_çly ,no de sus órganos: piel,
cu~_esiómago:a:e"fõrmaiiidépéndíe"iite.
cuãnéiõ-le Iiill.pia -fã8-ürêfã8 o le -i)ü~~--c;·re-m:a: en ei
culo, su mirada regresa a su cara y sus palabras ex-
presan que la limpieza de su piel, pelo y unas estam-
bién importante, pero que lo que es de primordial
importancia para ellª- es el propíoi:iifio·:nu:r-ânte la
..________ --....__"-~--··----·--
comida, ella no está interesada en si el nino come
toda la comlãã-quês~Je -ofrece"ô"de]'à'--ãlgõ~-sino en
_., .........,._.,.
......._____._·-··"~"'··-···· ,.. '•

que coma con-ãpetito genuino y plª_çer;. que descubra


el placer clê10sõuen:ossalror~Çy la satisfacción de
\.~--···-
sentirse saciado: · - .. ·- ____,
Hayqliedãiti~mpo al nino para que exprese lo que
quiere, si âcêptã-õ-·nõlõquê_se_1e sugiere. Ante la eje-

13
cución de una tarea - ponerle la manga de la camisa,
colocarle la pernera- hay que partir de los movi-
mientos del ni:fí.o que daDin ~-Pero
el movimiento no~s-p~~~criptivo, solo se propone su
posibilidad. El ni:fí.o puede sentir que el adulto está
satisfecho cuando él ha logrado hacer algo, pera si no,
también puede sentirse aceptado y apreciado.
Sabiendo que en la primera infancia las necesidades
físicas del ni:fí.o y su satisfacción determinan funda-
mentalmente su relación consigo mismo y con su en-
torno, ense:fí.amos a nuestras cuidadoras la técnica de
una observaciólíexilaustivãd~e u~~--~-­
dos coherentes_y_uniiÕrmeB."'L'ãre~güráridadd:e lo~
gest~s-àâultos--8-ea)Üstaa-las necesidad~-del'!irn:o:
a
contribúyerído su bienestar. También proporciona
al adulto la_.§_~guridad de '-~~Jlllé hacer", alivián-
dole âeTã~incertl.dumbre,· de la improvisación y del
olvido de algo importante. La predictibilidad también
proporciona seguridad al ni:fí.o: le protege de gestos y
sucesos inesperados, incluso en una institución
donde varias personas le cuidan a turnos según sus
horarios.
Seguramente la regularidad de los gestos también
j tiene su peligro. ~L a ~~~is>~--~~--a~Eaiía u~a
atención ~nl!i:u.a, si carecen de personãT:iããd. y
caliàez,-'fá.cif)J;ente pueden volverse vacuos, carica-
turescos. Este condicionamiento se transforma en
una falsa cooperación. En tal caso el bebé no puede
ser competente, no experimenta que puede influir en
su entorno; incluso aunque parezca que coopera, en
realidad realiza movimientos facilitadores, o comple-
mentarias a los de la cuidadora, bien entrenados.
El bebé que participa de forma genuina toma parte

14
en el cuidado con el placer de "yo solito". De vez en
cuando se permite atender a algo diferente, moverse,
llamar la atención del adulto sobre algo distinto y el
adulto que coopera acepta estos rodeos tanto como
sea posible.
\La salud mental de una persona se construye a partir)
rde la calidad de los cuidados recibidos a lo largo d~
· su primera infancia. Si han sido suficientementé
buenos, ni siquiera nos damos cuenta. Si en cambio, )
no son apropiados, si las cosas no van bien, la per- '
sona se siente mal. No sentirá la falta de cuidados de\
calidad de su infancia, sentirá el "malestar" resul-
tante.
Debemos mencionar otro aspecto del cuidado físico
cuya importancia es indiscutible: los estímulos tác-
tiles y el contacto corporal entre el adulto y el nifí.o.
Se piensa en muchas ocasiones que el contacto cor-
poral se limita a coger en brazos, sentar en el regazo,
abrazar, besar y acariciar. Raras veces se piensa en
otro tipo de contactos corporales de igual o mayor im-
portancia, como son los que satisfacen las necesi-
dades del bebé durante los cuidados.
En las últimas décadas hemos podido ser testigos de
formas más amables de conducir el parto. También
vemos cierta tendencia a favorecer la comunicación
inicial entre la madre y el recién nacido. Es impor-
tante lo que ocurre al nifí.o durante el nacimiento e
inmediatamente después, pero no es menos impor-
tante lo que vive a continuación. Si no se cuida bien
al bebé, si los ge§tºs deladulto no ~rtnsy-a:filalJ­
les sinóTnd1ferentes, ~áp!dos:-"''profeSiQiialas'~-=si la
mano- qúelevântã~sújéta o neva ~o no le propor-
ciona seguridad sino angustia surgida de esta inse-

15
guridad, entonces todo el conocimiento técnico y las
habilidades profesionales son baldías, ya que el ni:õ.o
no encontrará placer en este contacto. Entonces los
cuidados, el contacto físico, no significará placer, sino
incertidumbre y angustia para el ni:õ.o. Así sucede
también en la familia, pero mucho más en institu-
ciones, guarderías, casas-cuna y hospitales, donde no
hay forma de compensarlo. Si el adulto quiere llevar
a cabo la comida, el cambio de pa:õ.al, el bafio o el ves-
tir de forma rápida, el ni:õ.o, no sólo sentirá los
movimientos bruscos y mecánicos físicamente de-
sagradables, sino también que el tiempo que pasan
juntos no es placentero para ninguno de los dos.
La imagen que el ni:õ.o pequeno crea de su propio
r cuerpo basada en las experiencias de los primeros
meses o a:õ.os de su vida influirá profundamente en
su futuro. Los cuidados que recibe durante la
primera infancia afectan su vida al completo, super-
sonalidad, su pro pia imagen, el desarrollo de su con-
ciencia, su comportamiento sexual y, más tarde, su
conducta adulta como padre o madre. La relación con
Jsu pro pio cuerpo y con el funcionamiento del mismo
~depende de la calidad del cuidado, ya sea agradable
· o desagradable, y del sentimiento, bueno o malo, que
vivió el adulto que le cuidá.

16
Maria Vincze

SOBRE LA COOPERACIÓN
VESTIR SOBRE EL CAMBIADOR,
VESTIDOR, COJÍN

Se habla mucho

·sobre la importancia de los cuidados y sobre cómo


se crea y hace profunda la relación entre la
cuidadora y el bebé 1 durante los momentos privi-
legiados vividos en intimidad,
• sobre cómo la cuidadora debe tocar al bebé, cómo
deben hacer sus manos, qué movimientos debe
seguir para cogerlo y limpiarlo,
• sobre cómo la cuidadora debe hablar con el bebé du-
rante los cuidados y, también,
• sobre cómo la cuidadora debe motivar al bebé para
ser activo y cooperar durante la comida, el bano, la
limpieza;

pero hablamos relativamente poco sobre por qué esta


cooperación es realmente tan importante y también
sobre qué tipo de circunstancias objetivas son nece-

1
Al no existir en castellano un término neutro como gyermek,
child, o enfant, cuando nos referimos al bebé y al nino estamos
hablando también, como no puede ser de otro modo, de las
bebês y de las ninas. Utilizamos bebê y nino de modo genérico
para facilitar la lectura de este artículo.

17
sarias para crear una buena relación durante los
cuidados.
En realidad, l,por qué es la cooperación tan impor-
tante? ~Por qué no es suficiente el habla amable y el
trato suave de las cuidadoras?
Los cuidados considerados y amables son, por
supuesto, muy importantes en sí mismos. Puesto que
el bebé está a nuestra merced, fácilmente se puede
convertir en un "objeto" en las manos de una
cuidadora insensible. Un objeto al que repentina-
mente se le hace perder el equilíbrio al ser levantado,
apoyado, trasladado sobre el cambiador; un objeto al
que se manipula insensiblemente. Un objeto que no
entiende el habla y no sabe expresarse a través de
ella, así que no hay necesidad de hablarle. De esta
manera, se le va ubicando en completo silencio o las
palabras del adulto no van dirigidas a él, o los adultos
siguen hablando de sus cosas. Sin embargo, este "ob-
jeto" ve la cara que se inclina sobre él, oye las palab-
ras que sobrevuelan y siente cuando se le toca.
Si las voces y sorridos no son demasiado altos para
herir sus oídos, si los movimientos bruscos no pertur-
ban su posición de equilíbrio y si le tocan unas manos
amables, entonces la situación de cuidados no será
una experiencia incómoda para el bebé.
Sin embargo, esto no es suficiente. Es precisamente
durante los cuidados de las primeras semanas y
meses de vida, cuando el bebé tiene las experiencias
decisivas para el desarrollo de su personalidad. Para
el desarrollo saludable de su personalidad, las pai-
abras amables y los cuidados suaves no son sufi-
cientes. Necesita sentir que esas palabras realmente
se dirigen a él, que la persona que se inclina sobre él

18
espera una respuesta con sus ojos, con sus palabras
y con sus manos, buscando que la mirada, la aten-
ción, la sonrisa y la voz del bebé respondan a su voz.
Debe sentir que las manos que tocan su cuerpo son
manos que preguntan y que él puede responder rela-
jándose, aflojando sus músculos y disolviendo su ten-
sión o, por el contrario, resistiéndose, aumentando su
tensión.
De esta manera, el bebé vive que sus senales son cap-
tadas y entendidas, que sus necesidades se toman en
serio y que con su respuesta puede ejercer influencia.
En otras palabras, él así experimenta desde el prin-
cipio la sensación de ser "competente" y gradual-
mente puede reconocer su "yo" y sus necesidades.
Llega a establecer la confianza que sustenta su per-
sonalidad.
Este tipo de diálogo entre el adulto y el nino, sin em-
bargo, sólo puede surgir si el nino se ha acostum-
brado a que realmente se le preste atención durante
los cuidados, si los movimientos son movimientos de
preguntar e invitar, y si las palabras siempre se diri-
gen a él. Es baldío el intento ocasional del adulto de
lograr que el nino coopere; esto sólo se genera en una
atmósfera de constante acción-reacción mutua.
Un bebé tratado de forma ruda y con prisa no puede
experimentar su propia competencia. Puede empezar
a llorar cuando sele coloca sobre el cambiador, si la
situación despierta en él maios recuerdos. Se tensa,
se resiste o simplemente soporta los cuidados. Pero
el bebé al que se cuida con amabilidad mecánica,
tampoco experimentará su competencia- esto es, no
será capaz de influenciar a la otra parte-, ni siquiera
aunque parezca que coopera. Por ejemplo, tumbado

19
boca arriba sobre el cambiador durante el cambio del
pafiallevantará el culo cuando se le pida o incluso
sin pedírselo; cuando es mayor, se agarrará allugar
indicado según una coreografía precisa, levantará el
pie, se doblará, etc. Un bebé tan "obediente" está
acostumbrado, ha aprendido o sabe qué se espera de
él y actúa en consecuencia. Hace los movimientos fa-
cilitadores tan bien entrenados.
A diferencia de esto un bebé cooperando con su
cuida dor a está motivado por su propio placer. Se
"permite a sí mismo" responder adecuadamente a las
demandas de la cuidadora, pero también ocasional-
mente salir juguetonamente de la situación de cuida-
dos y ocuparse de otras cosas e igualmente llamar la
atención de la cuidadora sobre alguna otra cuestión.
Y la cuidadora que coopera con el nifio - dentro de lo
posible- da lugar a esos acontecimientos.
Quizá mucha gente- precisamente porque confunde
ambos conceptos y entiende obediencia por coope-
ración, malinterpretando no sólo su naturaleza sino
también su función- cree que la cooperación del bebé
y nifio pequeno (en realidad su obediencia) es tan im-
portante - especialmente en el caso de aquellos que
crecen en grupo - porque de esta manera aprenden
más rápidamente la secuencia, y una vez aprendido
en qué orden le pedirán las manos y pies, los dará de
antemano; si ya sabe cómo quitarse la camiseta,
cómo ponerse los pantalones, el tiempo de cuidados
puede reducirse y el nifio se hará independiente
antes. Y con todo ello creen que pueden ganar tiempo
que dedicar a objetivos "más útiles", "más nobles":
ensefiar al bebé, jugar con él, etc.

20
No es, en absoluto, nuestro objetivo ahorrar tiempo
en los cuidados. Si realmente queremos fomentar la
cooperación, ahorrar tiempo no es posible. El cuidado
dei bebé que coopera requiere más tiempo que el dei
nino obediente o dei nino pasivizado. Y es que la res-
puesta de un bebé a las demandas es bastante lenta.
Por eso sucede tan a menudo que la cuidadora que
sabe, que ha aprendido sólo intelectualmente que
"hay que hablar al bebé" y que tiene que "cooperar
con él", pide la cooperación dei bebé verbalmente ("es-
tira la mano", "dame el pié", "vuélvete", "levántate",
etc.,) pero es incapaz de esperar a que el bebé perciba
la demanda y responda en consonancia. Por lo tanto,
antes de que la petición sea respondida, agarra las
manos o pies dei bebé y le pone la camisa, el pan-
talón, lo tumba, lo sienta, lo pone de pie: sus manos
se mueven a la vez que su parloteo. Los bebés así pa-
sivizados pueden ser vestidos rápidamente. Los
bebés "obedientes" que han aprendido los movimien-
tos facilitadores también pueden ser vestidos más
rápidamente que los bebés que cooperan.
El tiempo dedicado al cuidado de los bebés que coope-
ran, por lo tanto, no es menor. Pero tampoco es nues-
tra intención reducirlo y menos en una casa-cuna. Ya
que es sólo entonces cuando la cuidadora está a solas
con el nino. Creemos que el bebé recibe más con el
tiempo real que se le dedica durante los cuidados,
que lo que recibiría si la cuidadora apresurara su
cuidado para ganar tiempo que dedicar a la actividad
didáctica o de juego en grupo.
O, j.acaso debiéramos darnos prisa debido a la falta
de tiempo, a la acumulación de tareas pendientes?

21
En condiciones materiales bien gestionadas, la pro-
visión y el cuidado continuado 2, tranquilo, ordenado
de ocho bebés y en un horario bien pensado encaja
cómodamente en una rutina diaria bien planificada.
;,Y qué nifío será independiente antes? ;,El pa-
sivizado, el "obediente", o el cooperativo? Esto es
cuestionable. Pero ;,es un objetivo hacer al bebé in-
dependiente lo antes posible? Comparados con bebés
que crecen en familia, los bebés institucionalizados
serán si no independientes, autosuficientes dolorosa-
mente pronto.
A menudo, es el nifío pasivo y "obediente" al que se
hace "independiente" de un día para otro o se aban-
dona prematuramente a su suerte junto a la frase im-
plícita o explícita: "jYa eres suficientemente mayor
como para comer tú solo o vestirte tú solo!". De hecho,
pasa con nifíos pequenos que todavía no saben comer
solos, que seles sienta a la mesa y sufren amarga-
mente con la comida que se les sirve.
La cooperación es herramienta de relación en las in-
stituciones de la infancia.
Una madre mentalmente sana siente que su hijo le
pertenece y su relación se despliega a partir de esta
relación. Sin embargo, la cuidadora, a la que el bebé
no pertenece y de quien inevitablemente se tendrá
que separar antes o después, que probablemente
haya experimentado varias veces la terrible prueba
de la separación, inconscientemente se protege de un
2
Las tareas de cuidado se agrupan individualmente para cada
nino lo máximo posible -por ejemplo: aviso, comida, cambio de
pafial y salida al jardín- para interrumpir su actividad
autónoma las mínimas veces posibles.

22
nuevo trauma, necesita ayuda para crear una
relación real, substancial que no traumatice a
ninguno de los dos. Es inútil decirle- iY no se lo diga-
mos!- que "quiera" al bebé, que le "escuche", que le
"hable". Estas palabras son só lo palabras. Son de-
mandas a las que intentará responder con su mejor
saber hacer profesional. Ella ya "quiere" al nino, ya
le "atiende", ya le "habla", y a pesar de ello, el nino
sigue pasivo y sin responder. En cambio, si ani-
mamos a la cuidadora a esperar una respuesta y la
respuesta llega- el nino sonríe a su sonrisa, gorjea a
sus palabras, relaja su cuerpo al toque de sus manos,
extiende las manos, los pies, se sienta o se porre de
pie cuando se le pide -, ese nino le importará cada
vez más. Ella puede sentir y con razón, que el nino
florece gracias a su trabajo. Ella obtendrá éxito y
mejora en su autoestima, y en el sentimiento de que
son mutuamente importantes el uno para el otro. Así
encontrará placer en su trabajo y en el nino.

CONDICIONES MATERIALES

~Con qué condiciones materiales podemos facilitar la


cooperación entre la cuidadora y el nino? ~Cómo
podemos asegurar mediante estas condiciones que
tanto el nino como la cuidadora se sientan bien du-
rante los cuidados, y la cuidadora no termine su
turno agotada después de haber atendido a ocho
ninos?
El vestir y cambiar el panal a los ninos en una casa-
cuna tiene lugar- dependiendo de su edad y su nivel
de desarrollo físico - primero sobre el cambiador,

23
luego sobre una mesa más haja, llamada vestidor, y,
finalmente, sobre un cojín plano sobre el suelo o, in-
cluso, directamente sobre el suelo.
En la familia se pueden usar para este propósito
otros muebles o equipamiento: una cómoda de ca-
jones, un pupitre, mesa, sofá o quizá la parte superior
de la lavadora3 , un tablero instalado sobre la bafiera,
etc.

CAMBIADO R

El bebé se siente cómodo sobre un cambiador de pro-


porciones apropiadas. Tumbado boca arriba sus pier-
nas no cuelgan, tiene suficiente espacio para darse la
vuelta, los barrotes le protegen de caerse y la
cuidadora puede estar en contacto con él sin tener ni
que inclinarse ni que ponerse de puntillas.
Desgraciadamente no existe este cambiador que sa-
tisfaría los criterios mencionados para todos los
bebés dei grupo y para todas las cuidadoras. Es espe-
cialmente difícil la altura dei cambiador: la adecuada
para una cuidadora de altura media es demasiado
alta para las hajas. Nove bien la cara dei nino por lo
que le es más difícil ponerse en contacto con él. Por
otro lado, es demasiado haja para una cuidadora más
alta que la media que puede sufrir dolor de espalda
al tener que doblarse demasiado.
Quizá sería deseable usar un cambiador telescópico
cuya altura se pueda ajustar apretando un botón al

3
En Hungría normalmente la lavadora está instalada en el
bafio (N. de la T.)

24
inicio dei turno. Pero no sabemos si el bebé se inco-
modaría con los cambios de altura y la pérdida de
puntos de referencia. No sólo es difícil determinar la
altura ideal, sino también el fondo perfecto. Si no es
lo suficientemente hondo la cuidadora tendrá que
poner ai bebé en diagonal para que sus pies también
descansen sobre la mesa; si es demasiado hondo, una
cuidadora más haja que la media tendrá problemas
de nuevo porque no podrá inclinarse sobre la cara dei
bebé. La anchura de la mesa causa menos preocu-
pación. Debe ser tan ancha que el bebé pueda poner-
se boca abajo y volver a tumbado boca arriba con
comodidad, pero no debe ser tanto que le permita
girar, arrastrarse o gatear.
Tomando en cuenta todos estos puntos de vista, un
cambiador de 85 em. de altura, 65 em. de fondo y
85-90 em. de anchura es el que mejor se adapta ai
objetivo. Colocamos encima una colchoneta de espu-
ma de su tamafío, de 1-2. em. de grosor en una funda
impermeable y ponemos un pafíal de algodón limpio
encima. Esta colchoneta no es blanda, no se hunde
bajo el peso dei bebé y, sin embargo, es más agra-
dable que la fría y dura madera dei cambiador, y es
fácil para la cuidadora limpiarla con solución desin-
fectante después de cada cuidado individual.
Los barrotes de 15 em. de alto que rodean el cambi-
ador por tres lados son para la seguridad dei bebé,
para que no se caiga cuando gira o se da la vuelta.
Para nifíos que se levantan o ponen de rodillas son
más apropiados barrotes más altos - 30-40 em. -, y
el bebé que busca equilíbrio puede sujetarse en ellos.
En la actualidad, no se venden cambiadores de
tamafío adecuado y equipados con los barrotes co-

25
rrectos. Hay que construir cambiadores o reconstruir
los viejos a nuestra medida. Es bueno pensar en ba-
rrotes de varias alturas reemplazables que se puedan
fijar a la mesa según se necesiten.
l,Por qué favorecemos también con las medidas del
cambiador que el nifío pueda moverse y darse la
vuelta libremente en él? Después de todo, tiene todo
el día para moverse en el área de juego y en la sala.
El cambiador no es lugar para ejercitar el movi-
miento y un bebé tumbado tranquilamente boca arri-
ba se asea mucho más rápida y fácilmente que uno
que se menea o desplaza. Es verdad. "jYa podría es-
tarse quieto esos dos minutos en los que le cambio de
pafíal!", dicen no pocas cuidadoras y madres. Pue de
sanar extrafíamente contradictorio que un nifío que
casualmente le da la espalda a su cuidadora o mira a
los barrotes o a su cepillo esté más unido a la
cuidadora que un nifío de edad y nivel de desarrollo
físico similares acostumbrado a estar tumbado sobre
la espalda, postura en la que permanece "obediente-
mente" sin moverse, o el que es forzado a tumbarse
sobre el cambiador. jlncluso estas últimos pueden
tener contacto visual con la cuidadora! Pera ninguna
posición impuesta ya sea habitual o forzada puede
ser adecuada para estar juntos de forma agradable y
relajada, y tener un diálogo. Cuando hablamos de
"cooperación" (co-operación) el énfasis no se pane
sobre la "operación" - actividad facilitadora - del
nifío, sino sobre el "co"; su "participación" que puede
ser una "operación" activa concreta o simplemente su
presencia atenta.
El adulto puede aprender con algo de práctica cómo
poner el pafíal o vestir al nifío que gira, se da la

26
vuelta, se pone de rodillas y puede confiar en que, en
unas pocas semanas o meses, la irrefrenable inicia-
tiva del nino de observar todos los objetos que rodean
al cambiador disminuirá. Y el continuo cambio de
lugar o de posición del nino; su atención hacia los ob-
jetos no supone necesariamente la interrupción del
contacto. jQue la cuidadora le diga al nino lo que le
está haciendo, qué espera de él, y de vez en cuando
intente recobrar su atención con alguna palabra!
Pero también puede hablar - y tiene que hacerlo -
sobre la posición en la que está, qué mira, qué está
palpando y quizá puede expresarle su pena brome-
ando porque el nino esté más interesado por un tubo
de crema o un cepillo para el pelo que por ella.

La cuidadora, mostrando la manga de la camisa,


le pide al bebê su mano.

27
La cuidadora ata el paíial deZ bebé, tumbado boca abajo
y que le da la espalda.

ELVESTIDOR

Cuando el nifí.o se sienta o se pane de pie regular-


mente y también practica esta habilidad sobre el
cambiador, es mejor cambiarle el pafí.al y vestirle
sobre el vestidor, que es más bajo que en el cambia-
dor.

28
;,Por qué? Es difícil cuidar a un niií.o que al ponerse
de pie sobre el cambiador es más alto que la
cuidadora: lavarle la cara, peinarle, limpiarle la nariz
y cambiarle el paií.al. La cuidadora puede ponérselo
más fácil tumbando al niií.o que está de pie, pero jesto
es exactamente lo que queremos evitar! No sólo
porque, como ya se ha dicho, cada posición forzada,
inclui das las que acostumbra por "obediencia",
impide estar a gusto "mano a mano", sino también
porque, y esta razón es tan importante como la ante-
rior, esta posición impuesta crea una situación arti-
ficial en la que el niií.o está expuesto a la voluntad de
la cuidadora y casi le divide por la cintura en parte
superior e inferior. Sus pies cuelgan dei cambiador,
muchas veces ni puede ver la cara de la cuidadora, y
la cuidadora se ocupa dei culo dei niií.o sin tener otro
contacto con él. Su culo, el área dei ano y sus geni-
tales se separan dei propio niií.o y se convierten en
objeto de trabajo en manos de la cuidadora, a la vez
que pueden adquirir una exagerada importancia de-
bido a la acentuada excitabilidad de estas áreas.
Por ello, consideramos más adecuado para los niií.os
que ya pueden ponerse de pie, utilizar un vestidor
más bajo que el cambiador. Su altura es aproximada-
mente de 60 em., como opuesta a los 85 em. dei cam-
biador y el fondo y ancho de su superfície es también
menor: 75 x 50 em. En esta mesa el niií.o no cabe tum-
bado, pero puede sentarse cuando quiere ponerse los
calcetines o los zapatos, o la camisa o los pantalones.
Por lo demás, está de pie.

29
La cuidadora ayuda al bebé, sentado sobre la mesa, a ponerse
los zapatos. Ella está sentada sobre un taburete frente al bebé

Si no podemos colocar el vestidor aliado de algo que


proporcione al ni:fío un asidero (por ejemplo, un cam-
biador o una ba:fíera) entonces es una solución efec-
tiva colocar barrotes en uno de los lados estrechos de
la mesa, a los que el ni:fío pueda agarrarse mientras
sele cambia el pa:fíal (para inclinarse o levantar uno
de sus pies). Colocamos los barrotes en uno de los
lados estrechos de la mesa y no en el ancho para que
el ni:fío que se agarra no le dé la espalda a la
cuidadora. La superfície de la mesa se cubre con tela
impermeable que la cuidadora pueda desinfectar con

30
facilidad después dei cuidado de cada nino. No hay
necesidad de una almohadilla de espuma -la super-
ficie dura de la mesa no es desagradable para el nino
que se pane de pie o se sienta - es suficiente colocar
un panal de algodón limpio sobre ella después de
cada cuidado.

El bebé está de pie sobre el vestido r y levanta uno de


los pies mientras se sujeta a la baiíera para que la cuidadora
le pueda lavar el culo.

31
LA COLCHONETA EN EL SUELO

Para los cuidados y el cambio de pafial del nino de 2


a 3 anos ya no es necesario un vestidor. Los nifios de
esta edad pueden fácil y rápidamente sentarse, le-
vantarse y la mayoría se viste independientemente,
pero muchas veces requieren ayuda para colocar bien
las perneras. del pantalón, ponerse la camisa, atarse
los cordones de los zapatos, abotonarse y desa-
botonarse.
Vestirse juntos en la habitación en parejas o en grupos
mayores en presencia de la cuidadora, puede ser un
agradable quehacer en la rutina diaria. En tal caso,
un cojín duro y plano puede proporcionar un buen ser-
vicio. El nino se viste sentado o de pie sobre el cojín y
no se sentará con el culo al aire ni estará de pie
descalzo en el suelo. También tiene un significado sim-
bólico ya que cada nino tiene su propio cojín situado
en un lugar específico. Esto ensefia orden. No puedes
vestirte al azar, ni correres una conducta apropiada
para vestirse, y si el nino necesitara ayuda la puede
obtener de la cuidadora, sentado o de pie sobre el cojín.
Los nifios totalmente independientes se pueden ves-
tir en sus camas bajas; en este caso les preparamos
las ropas allí.
Si además de los nifios que ya se visten independien-
temente algunos nifios en el grupo están haciendo sus
primeros intentos, puede suceder que la cuidadora -
sentada en un lugar específico de la habitación- ayu-
de a un nino determinado que pide ayuda. Puede
pasar que a ciertos nifios se les cambie el pafial y se
les vista en el bafio, mientras que el resto del grupo
se vista en la sala de manera independiente.

32
En las casas-cuna en las que sea posible, el vestido
de los ninas que van o vuelven del paseo, o que en-
tran o salen del jardín, podría hacerse en un banco
colocado en el pasillo.
El bano de los ninas mayores y el uso del orinal o ser-
vicio tienen lugar en el bano naturalmente. Pera no es
grave si un "principiante" que controla esfinteres desde
hace poco se sienta en el orinal en la sala del grupo, al
lado de la cuidadora que está haciendo sus tareas.
Puede haber un cambiador y un vestidor simultánea-
mente en el bano, uno junto a otro, y quizá incluso,
un taburete pequeno o cojín plano con cubierta im-
permeable, dependiendo de las características del
bano y el nivel de desarrollo de los ninas del grupo.
La cuidadora puede situar a los ninas más mayores
sobre el vestidor después del bano o, en su defecto,
sobre el taburete o el cojín repelente al agua, y puede
sentarse enfrente para secarlos y vestirias.

Dos niiios se están vistiendo sobre sus cojines.


Uno se está poniendo los zapatos, el otro los pantalones.

33
Para cambiar el pafial a los nifios mayores que to-
davía lo llevan no es necesario ni cambiador ni vesti-
dor. El nifio puede estar de pie sobre el suelo o sobre
un cojín con cubierta impermeable. Pero es absoluta-
mente inaceptable que el nifio ponga su cabeza en el
muslo o entre los muslos de la cuidadora y ésta "tra-
baje" sobre el culo del nifio que permanece de pie
doblado hacia delante. Será mucho más agradable
estar "mano a mano" - y el cambio del paiial del nifio
mayor puede y debe ser estar "mano a mano" - si por
ejemplo la cuidadora sentada delante desviste al nifio
de pie. Durante su conversación, ella puede pedirle
que se sujete a los barrotes o a la pared y se incline
hacia delante o que levante una de sus piernas.
Puede pedirle ayuda para ponerle el paiial, pedirle
que lo sujete por un lado mientras ella está atando
el otro. En el caso de heces más líquidas o que
manchen más, quítele al nifio los zapatos y cal-
cetines, y lávele de pie en la bafiera.

El nino de pie sobre el cojín sujeta un lado del paiíal,


mientras la cuidadora, sentada enfrente, ata el otro lado.

34
Aparte de subrayar firmemente que la cuidadora
debe estar con el nino y no con la parte inferior de su
cuerpo, debe proporcionar los cuidados muy atenta-
mente. iEl culo irritado o enrojecido, escuece! Sea un
nino pequeno o mayor, sea con pis o manchado de
caca, los pliegues sólo pueden abrirse y limpiarse
bien si ambas piernas no están sujetas ya sea por un
buzo, pantalones cortos o leotardos. No importa en
qué posición está el nino cuando le limpiamos- tum-
bado en el cambiador, de pie en el vestidor o sobre el
suelo - estas prendas deben quitarse primero.

RESUMEN

El cuidado físico- cambiar el panal, limpiar, banar,


vestir- juega un papel excepcional en la vida de los
bebés y de los ninos pequenos en la construcción de
sus relaciones con el adulto. Es esto lo que debe
guiarnos en la manera de realizar los cuidados y en
la selección de sus requisitos materiales.

35
EL BANO DEL NIN0 1
Guía práctica2

LA IMPORTANCIA SANITARIA DEL BANO

La superficie de nuestro cuerpo debe limpiarse de la


suciedad exterior tanto como de las sustancias descom-
puestas excretadas a través de la piel y de las células
epiteliales que se desprenden. De esta manera protege-
mos nuestro organismo de las impurezas y agentes
patógenos que penetran a través de la piel, de substan-
cias perjudiciales absorbidas y de tejido muerto, facili-
tando con todo ello la respiración cutánea.
La superficie corporal de los recién nacidos y de los
ni:iios peque:iios es relativamente mucho mayor que
la de los adultos. La vulnerabilidad y capacidad
transmisora de su piel son también mayores. Algu-
nas bacterias que no perjudican la piel del adulto
pueden causar enfermedades serias en los ni:iios,
supuraciones. Esto se explica porque a menor re-
sistencia, mayor susceptibilidad a la inflamación in-
fecciosa. Al mismo tiempo, la piel de los recién
nacidos y de los ni:iios peque:iios está en constante
riesgo de infección, al estar una superficie amplia de
1 AI no existir en castellano un término neutro como gyermek,
child, o enfant, cuando nos referimos al bebé y al nino estamos
hablando también, como no puede ser de otro modo, de las
bebés y de las ninas. Utilizamos bebé y nino de modo genérico
para facilitar la lectura de este artículo.
2
Extracto dellibro "PIKLER Emmi (Ed.) 1978. Az egészséges
csecsemõ és gyermek fejlõdése és gondozása. 2. kiad. 1-3. kõt.
Bp. Medicina. 628 o. (Egészségügyi szakiskolák tankõnyve.)
(El desarrollo y cuidado del bebé y nino pequeno)

37
su cuerpo ensuciándose permanentemente con heces
y pis. Por un lado, los excrementos drenados por el
organismo contienen muchos materiales descom-
puestos infecciosos, y por otro y más importante, em-
papan la piel incrementando su capacidad transmisora
y el riesgo de infección. De aquí que la piel de los bebés
y nifios pequenos precise una muy cuidadosa limpieza.

TAREAS EDUCATIVAS DURANTE EL BANO

La cuidadora debe realizar su trabajo de manera que


el bafio sea para cada nino un acontecimiento espe-
rado y alegre cada día. A la vez, bafiarse debe con-
vertirse en un hábito cotidiano, un conjunto de
movimientos bien integrado que encaje en la costum-
bre diaria del nino.
Ambos requisitos, que el bafio suscite placer y a la
vez se convierta en un "hábito", no se contradicen.
jTodo lo contrario! Cuanto más aprende el nino sobre
las formas y la secuencia de limpiar, enjabonar,
aclarar, lavar, etc., más puede participar en estas
procedimientos, lo que proporcionará placer a ambos.
La cuidadora pasa un largo periodo de tiempo en
relación exclusiva mano a mano con el nino durante
los cuidados y principalmente durante el bafio, así
que este tiempo va a ser el más adecuado para cons-
truir el vínculo afectivo entre ellos.
Un bebé al que le gusta el bafio, para quien no es una
prueba a superar, un inevitable "mal necesario"
parte de la vida cotidiana, no sólo se hace amigo del
adulto durante el bafio, sino que pronto empieza a
conocer los objetos que se utilizan en los cuidados, las

38
prendas de vestir, el cambiador, la baiiera, y todos
los objetos tangibles, alcanzables, obtenibles del
cuarto de bafio.
Con el tiempo, aprenderá el uso de cada instrumento
según su fin. Esto no sólo ampliará su campo de in-
terés, su conocimiento y desarrollará su aptitud
lingüística, sino que también le hará más habilidoso;
dará sus primeros pasos en el camino de hacerse in-
dependiente.

LOS ASPECTOS PRÁCTICOS DE BANARSE

El tiempo del bafio debe elegirse de manera que no


le despertemos de su sueiio, que no molestemos su
descanso. Si le banamos a la misma hora cada día,
incluso el bebé más pequeno esperará despierto a su
cuidadora, mientras que si el tiempo del bafio secam-
bia diariamente, el niiio se inquieta. El bafio cansa
mucho a los recién nacidos; su termo-regulación no
es perfecta y se enfrían rápido. Así que la cuidadora
debe trabajar de forma que todo lo que pueda necesi-
tar durante el bafio esté a su alcance para que el niiio
no tenga que esperar ni un solo minuto y se canse lo
menos posible.
A un bebé de pocas semanas o meses que todavía no
cambia de posición nunca debe dejársele solo, ni por
un instante. Incluso un bebé tumbado boca arriba
puede resbalar del cambiador, puede agarrar algo y
echárselo encima, etc., cuando la cuidadora se da la
vuelta o, por un momento, va a coger algo que ha olvi-
dado poner a su alcance durante la preparación del
bafio.

39
Por lo tanto, una preparación cuidadosa y bien orga-
nizada es imprescindible. Desde el instante en que
coge al bebé en brazos hasta que lo deja en su cama
o en la zona de juego después dei bafio, jque la
cuidadora no tenga otra preocupación que el nifio que
tiene en sus brazos!
Cuando decidimos el tiempo dei bafio debemos con-
siderar que bafiarse, limpiarse, es un acontecimiento
significativo en la vida dei bebé. No sólo afecta a su
estado sanitario, no sólo protege el estado de su piei,
sino que también juega un papel importante en el de-
sarrollo intelectual y afectivo dei nifio. Tiene espe-
cialmente gran importancia en la vida de los bebés
más pequenos porque es cuando más tiempo pasan
con sus cuidadoras.
El trajín asociado a bafiarse, desvestirse, vestirse -
por mucho tacto que se tenga - no les gusta a los
bebés pequenos; les cansa. Sólo más adelante el bafio
se convertirá en sefialada fuente de placer diaria.
El bafio debe incluirse en la rutina diaria de tal
forma que pueda proporcionar a cada nifio la posibi-
lidad de tranquila intimidad y privacidad. Por ello es
una solución práctica bafiar a algunos nifios dei
grupo después dei desayuno y al resto por la tarde o
por la noche. Se puede decidir qué nifio se bafia en
cada momento dei día después de su admisión. Su
lugar en la secuencia de bafio debe determinarse de
forma que permita a cada nifio ser baiiado en una
hora en la que esté generalmente más despierto,
cuando podemos esperar que participe con atención
e interés en su bafio.

40
PREPARANDO EL BANO
El espacio
Podemos barrar a los niiios en un rincón de su sala de
vida especialmente preparado para este fin o en un
bano separado. Si lo hacemos en un bano separado,
debe comunicarse directamente con la sala del nino,
de manera que la cuidadora pueda oír y ver e incluso
hablar, por ejemplo, a través de una ventana, al resto
de los niiios del grupo durante el bano de cualquiera
de ellos.
El espacio debe ser adecuado para airearse y
caldearse rápida y fácilmente, y debe estar apropia-
damente iluminado; para esto, además de las habi-
tuales luces de techo, es conveniente iluminar el
cambiador y la baiiera con lámparas de brazo, que
estarán situadas aproximadamente un metro por
encima del cambiador; a tal distancia, una bombilla
de 40-60 w. da suficiente luz. Debe estar situada de
forma que no ciegue a la cuidadora y no deslumbre
tampoco al nino.
El espacio del bano no tiene que ser grande, para que
todo esté al alcance de la cuidadora. Los muebles fijos
son una baiiera, un lavabo para lavarse las manos,
un cambiador o un vestidor y algunos armarios o es-
tanterías sobre las paredes.
El cambiador es un tablero de, aproximadamente,
80 x 100 em. cerrado con barandillas por tres lados.
En las instituciones se recomienda poner cajones en
la parte inferior (si uno de los cajones de arriba puede
girarse, puede sustituir la bandeja de los productos
higiénicos). Es importante que el cambiador sea lo
suficientemente alto para que la cuidadora no tenga

41
ni que auparse ni que agacharse demasiado para que
tanto el bebé como ella se puedan ver igual de bien.
En lugar de estar tapizado, se recomienda colocar
una colchoneta de espuma de tamafio apropiado, de
1 ó 1,5 em. de grosor, cubierta con algún material re-
sistente al agua. Es más fácil de mantener y conser-
var limpia.
Antes de comenzar el bafio debe comprobarse la tem-
peratura ambiente dei espacio de bafio. Los recién
nacidos se enfrían con facilidad, así que durante las
primeras semanas les bafiamos a 24-25° C. En pocas
semanas la termorregulación de los bebés funciona
cada vez mejor y se van enfriando menos. De manera
paralela podemos ir bajando gradualmente la tem-
peratura ambiente, hasta que alcancemos la de la
sala donde los bebés pasan la mayor parte dei
tiempo. jA ser posible no bafiemos a un bebé sano, de
cuatro o cinco meses, a mayor temperatura ambiente
que la de su sala de vida habitual! Se acalorará
menos durante el bafio y al no haber diferencia de
temperatura entre ambos lugares, de bafio y de vida,
tendrá menos frío después de bafiarse. Cuando
bafiamos a bebés con distintas necesidades de tem-
peratura uno detrás de otro, entonces, o bien
comencemos por los más sensibles al frío y después
aireemos un poco la habitación para refrescaria (es
recomendable si tenemos un bafio separado fácil de
ventilar) o, cuando bafiemos a los bebés pequefios que
necesitan una temperatura más alta, encendamos un
calefactor para hacer más cálida la zona de bafio.
Esta es especialmente adecuado si el bafio se realiza
en su sala de vida.

42
Preparando las manos de la educadora
La educadora debe lavarse las manos con agua cor-
riente caliente, jabón y cepillo de urias antes de bafíar
a cada nifío.

Preparando los objetos


Preparamos dos cubos, uno para el pafíal que le
quitamos y otro para la ropa sucia, y un poco de solu-
ción antiséptica en un pequeno boi con una toallita
para limpiar la superficie dei cambiador después de
bafíar a cada nifío.
Los productos higiénicos se colocan en una bandeja
con todos los objetos que necesitaremos para bafíar a
todos los nifíos del grupo; en un pequeno boi tanta in-
fusión de manzanilla o aceite como necesitemos para
todos los bafios de ese día. Dejamos caer el algodón
cortado en trozos pequenos dentro del boi que con-
tiene la infusión de manzanilla para que la absorban.
En otro bol preparamos la cantidad de algodón cor-
tado en piezas pequenas que necesitaremos ese día,
y además otro bol para el algodón usado, además de
jabón en una jabonera.
Directamente antes de bafíar a cada nifío ponemos
sobre la bandeja su peine y su cepillo, y todos los ob-
jetos y productos higiénicos que necesitemos para su
bafio ese día, por ejemplo, corta-unas o tijeras para
cortar el pelo, si hiciera falta.
La bandeja se coloca de tal manera que permita al
adulto alcanzarla fácilmente pero nunca al nifío.

43
Preparando la ropa
Preparamos la ropa para el siguiente nino de manera
que esté todo a nuestro alcance cuando lo vistamos y
no tengamos que hacerle esperar. Por ejemplo, con el
recién nacido, en lugar de ponerle primero la
camisita de algodón y a continuación la chaquetita,
metamos las mangas de la primera dentro de las de
la segunda, y procedamos a vestirle con ambas pren-
das3 de una sola vez.
Hay que colocar las prendas en una esquina dei cam-
biador (en caso de ninos más movidos, en la es-
tantería sobre el cambiador) de forma que pueda
alcanzarse fácilmente después dei bano.
Se extiende la toalla y se porre un panal de algodón
limpio sobre ella y se apartan a un lado o se doblan.
En realidad secamos al nino con el panal de algodón
porque, sobre todo, los pliegues son más fáciles de
secar que con una toalla.
También colocamos otro panal sobre el que poner al
nino cuando lo desvestimos y con el que le cubriremos
durante el aseo completo.
Preparamos dos manoplas, una para enjabonar al
nino y otra por si encontramos heces cuando le
desvistamos. Si la banera no está pegando al vestidor
preparamos una palangana con agua caliente para
humedecer las manoplas.
Calibramos la balanza con el panal sobre el que
vamos a desvestir al nino, porque le llevaremos con
él sobre la balanza. Pondremos al lado el cuaderno
de anotaciones y ellápiz.

3
Ver dibujo en la pág. 69

44
Preparando eZ agua deZ bafio
-La temperatura deZ agua deZ bafio: En un principio,
el agua del bafio debe estar a la temperatura cor-
poral, aproximadamente 37° C. A medida que el
bebé crece y se vuelve menos susceptible al frío, si
el nifio se siente bien a lo largo de las siguientes se-
manas podemos bajar gradualmente la tempera-
tura del agua del bafio hasta los 33°-34° C. Cuanto
menor sea la diferencia de temperatura entre el
agua del bafio y el aire, menos frío sentirá el nifio
después de bafiarse.
Sin embargo, las necesidades individuales de cada
nifio deben considerarse cuando decidimos sobre el
grado y el ritmo de descenso de la temperatura del
agua del bafio. Ya desde el nacimiento hay grandes
diferencias individuales respecto a las necesidades
de temperatura. Un nifio puede sentir agradable el
agua un poco más fría, mientras que otro la nece-
sita más caliente. Puede ocurrir que nifios de la
misma edad y peso se bafien en la misma tempera-
tura de agua y, sin embargo, la piel de uno se enro-
jezca y empiece a llorar porque está muy caliente
para él, mientras que la piel del otro palidezca y
comience a llorar porque está muy fría. Los bebés
que se bafian tiritando en agua fría, no crecen ni
más fuertes ni más resistentes, sólo enferman. Los
nifios debilitados por una enfermedad o que en ese
momento tienen frío por alguna razón, necesitan
agua más caliente.
Cuando preparamos el agua hay que ajustarla a 1o_
2° C más caliente de lo que se necesita, porque se
enfriará un poco mientras desvestimos y limpiamos
al nifio.

45
Al ajustar la temperatura del agua dejemos correr
el agua fría antes de cerrar el grifo, de manera que
el grifo mismo se enfríe y no queme al nino si acci-
dentalmente lo toca.

- Midiendo la temperatura del agua: Se sumerge el


termómetro y se lee la temperatura cuando todavía
está dentro de ella, después de que la columna de
mercurio haya dejado de subir. Hay que leerla
mientras está todavía dentro del agua. Si la
sacamos primero y la leemos a continuación, en re-
alidad leemos la temperatura del aire y no la del
agua. Cuando preparamos el agua del bafio no
sacamos el termómetro después de leerlo, sino que
lo dejamos en el agua, para poder comprobar la
temperatura de nuevo otra vez, inmediatamente
antes de meter al nino.
No es suficiente medir la temperatura del agua ni
con la mano ni con el codo. Si la persona que
prepara el bafio tiene frío o calor, si su codo estaba
cubierto por la manga larga de una camisa o no,
etc., puede equivocarse en varios grados. Si tiene
calor siente más fría la misma agua que si tuviera
frío.

-La cantidad de agua del bafio: Al principiO la


bafiera debe llenarse uno o dos palmos (aproxi-
madamente 10-15 em) de altura. La mayoría de los
recién nacidos no se siente bien flotando si hay
mucha agua en la bafiera. A medida que el bebé se
hace más ágil y se siente más cómodo en el agua del
bafio, podemos afiadir más agua para que pueda
chapotear y patalear tanto como quiera.

46
Al igual que la temperatura, la cantidad de agua
también depende de las necesidades individuales
del nino.

COGIENDO AL NINO EN BRAZOS


YDEJÁNDOLO

Tenga la edad que tenga el bebé o el nino pequeno,


tenemos que tocarle, cogerle de una manera que le
guste, que se sienta seguro y cómodo en los brazos
del adulto. Siempre debemos dirigirnos a él antes de
cogerlo, de forma que no le sorprendamos.
En general, aplicamos la misma sujeción en cada
ocasión, de manera que el nino se acostumbra a ella, se
ajusta, y lo que es más, la espera y se prepara para ella.
Cojámosle y sujetémosle en nuestros brazos en su
posición habitual, en la que normalmente está;
cuando le cogemos no le pongamos en una posición
desconocida e insegura para él (por ejemplo, mien-
tras no pueda sentarse por sí mismo, no lo sentemos
con la espalda vertical en nuestros brazos).
Apoyémosle siempre sobre la palma abierta y nunca
asido de la ropa.
Sujetemos y aseguremos fundamentalmente su
tronco y no sus piernas; como máximo en ellímite de
la articulación de la cadera. De este modo se mueve
tranquilo mientras todavía lo sujetamos con seguri-
dad en nuestros brazos.
En el caso de recién nacidos y ninos pequenos que to-
davía no pueden sostener la cabeza, tanto ésta como
el cuerpo deben apoyarse sobre el brazo del adulto.
Le levantamos desde la posición tumbado boca arri-

47
ba, elevando un poco su hombro derecho y sujetando
ese brazo cerca del hombro con nuestra mano
derecha; a continuación, deslizamos nuestra mano
izquierda con los dedos extendidos bajo su hombro,
cuello y nuca de tal manera que nuestra palma sujete
su cabeza. Con los dedos extendidos sujetamos la
nuca y los hombros. Deslizamos al nino en nuestro
antebrazo, llevando nuestra mano derecha desde el
lado hasta bajo el culo y así es como lo incorporamos.
Cuando lo hemos alzado, lo deslizamos un poco hacia
arriba sobre nuestro brazo izquierdo, sujetando su
cuerpo y hombros en la articulación del brazo y su
cabeza con la parte superior del brazo, y nuestra
mano derecha cine desde arriba la pelvis y los mus-
los. Podemos liberar esta mano durante unos pocos
momentos, para abrir o retirar algo, etc.
A partir del tercer o cuarto mes, cuando la cabeza del
nino ya no cae hacia atrás, es suficiente con prestar
atención a sujetar sus hombros y el culo cuando lo
levantamos.
Démosle la vuelta al nino que está jugando boca
abajo, arrastrándose o gateando- después de haberle
avisado antes, por supuesto - y levantémosle así.
Al nino que se sienta o se pone de pie, sele levanta
sujetando su tórax con ambas manos próximas a las
axilas y no por los brazos. Si le levantamos cogiéndolo
por los antebrazos esto podría acabar fácilmente en
torceduras o distensiones.
Sujetemos con nuestra mano libre también la es-
palda del nino que ya se sienta recto, al cogerle en
brazos, porque puede relajar los músculos de repente
y caerse hacia atrás, lo que podría acarrear graves
heridas.

48
Cuando dejamos a un bebê pequeno le sujetamos la
cabeza con una mano y deslizamos hacia dentro la
otra para que pose su culo en la superfície, y sólo
quitamos la palma de debajo de su cabeza cuando el
resto del cuerpo ya está completamente apoyado en
la superfície elegida.
Sólo podemos dejar al nino en una posición que puede
asumir independientemente, por iniciativa propia, y
en la que se sienta seguro.

EL PROCESO DE BANARSE

Cuando hemos terminado de preparado todo nos


lavamos las manos, vamos a coger al nino y le lleva-
mos al cambiador. Nunca le dejamos sólo sobre el
cambiador, ni siquiera por un instante, incluso
aunque pensemos que no se puede mover o que ya
tiene habilidad suficiente para cuidarse. Una vez que
le hemos incorporado debemos tratar exclusivamente
con êl y no le podemos dejar solo.
Le desvestimos tumbado sobre el cambiador, le cub-
rimos con el panal ya preparado y, si toca, le pe-
samos. En el caso del reciên nacido y del bebê de
pocas semanas, susceptibles de sentir frío, se les
puede limpiar las partes expuestas del cuerpo antes
de desvestirle.
Si al desvestirle vemos que tiene caca, le limpiamos
con la manopla húmeda antes de envolverle con el
panal de algodón que usaremos para la limpieza (si
nos manchamos las manos con caca, nos las
aclaramos antes de seguir trabajando).

49
En la medida en que sea posible, solo la parte del
cuerpo que se está limpiando debe dejarse sin cubrir
por el pafial. El resto del cuerpo se mantiene cu-
bierto. Esto es fácil al principio. Cuanto más vivo es
el nifio, más patalea y se mueve, sale cada vez más
del pafi.al, pero a la vez tiene menos frío, entra en
calor con su propia actividad, de manera que no es
necesario envolver en el pafi.al al nifio que repetida-
mente se destapa.
La secuencia de lavado es: cabeza, cuello, brazos,
piernas hasta los muslos, ombligo, abdomen, pliegues
de la pelvis, genitales y ano.

SOBRE LA LIMPIEZA EN GENERAL

En el caso de recién nacidos y bebés pequenos - y en


el caso de nifios gorditos más adelante, también - la
mayor parte de las impurezas, de restos epiteliales y
secreciones se acumulan especialmente en los
pliegues. Por eso, cuando le banamos, para prevenir
ulceraciones o irritaciones, éstas son las áreas que
deben limpiarse más cuidadosamente, junto al con-
torno del ojo y al orificio nasal, boca, ano y genitales.
La limpieza es una tarea que lleva tiempo y necesi-
tamos ambas manos, así que lo debemos hacer en
seco en el cambiador, antes del bafio.

50
Los típicos pliegues de los bebés
(mostrados con flechas)

Secuencia
Limpiemos de acuerdo a una secuencia bien planifi-
cada, no al azar, para que el niiio pueda acostum-
brarse y ajustarse.

Asegurar
Mientras le limpiamos, aseguremos cuidadosamente
ciertas partes del cuerpo del niiio con una mano (de
aquí en adelante, mano auxiliar), mientras la otra
mano (de aquí en adelante, mano que trabaja) hace
la limpieza. No aseguremos con los dedos, sino con la

51
superfície de la palma y sólo movamos las partes del
cuerpo del nino lo estrictamente imprescindible fuera
de su posición habitual.

?,Con qué limpiar?


Normalmente limpiamos los pliegues aplicando algo-
dón mojado en aceite. Éste suelta y disuelve la im-
pureza, restos epiteliales y secreciones acumulados
en los recovecos y pliegues, que así se pueden retirar
fácilmente. Usamos un algodón nuevo y limpio para
cada pliegue (o quizás más de uno). No podemos
volver a mojar un trozo de algodón en aceite después
de que ha tocado la piel del nino.

Limpiando los orifícios deZ cuerpo


Es nocivo e innecesario usar algodón enrollado en
palitos para limpiar el interior de la nariz y los oídos.
Hacerlo sólo excita la membrana mucosa, haciendo
que secrete más mucosa causando inflamación. Las
membranas mucosas de la cavidad nasal y el meato
acústico están recubiertas por el epitelio ciliar. El
movimiento de los cílios barre el moco de la nariz y
la cera del oído hacia afuera. Entorpecemos este pro-
ceso de auto-limpieza constante si hurgamos dentro
de la nariz y los oídos, por muy delicado que sea el
algodón que usamos.

jVeamos siempre lo que hacemos!


Nunca limpiemos a ciegas. Antes de limpiar explore-
mos los recovecos para ver si hay alguna impureza
en ellos. Si están limpios no es necesario limpiarlos.

52
t,Hasta qué edad tenemos que limpiar
al nifío antes deZ baiio?
A medida que el bebé crece los pliegues son menos
profundos, disminuye la cantidad de pliegues a
limpiar con algodón aceitado hasta que hacia los
8-10 meses la limpieza preliminar puede dejarse.
Entonces, una vez desvestido, solo sele limpia la caca
si la tiene, de la misma manera que cuando se le cam-
bia el pafí.al, excepto porque le enjabonamos sobre el
cambia dor.

REALIZANDO LA LIMPIEZA
t,Cómo limpiar el contorno de los ojos?
La limpieza de la cara debe comenzar por el contorno
de los ojos. Solo limpiamos los ojos cuando muestran
rastros de secreción y exclusivamente con infusión de
manzanilla. Con la mano auxiliar colocada en la
frente, giramos la cabeza hacia el mismo lado que
limpiamos el ojo y de esta manera, aseguramos que
no le caiga infusión de manzanilla o secreción en el
otro ojo. (La cabeza del recién nacido puede girarse
fácilmente hacia ellado que él la giraría durante el
día, debido a su reflejo tónico del cuello. Al girar al
lado contrario, hay que girar todo el cuerpo del bebé
de forma que no sienta la posición como incómoda).
Acercamos el algodón bien escurrido al ojo desde la
sien. Al principio, el bebé cerrará los ojos por reflejo
cuando le toquemos la sien y más tarde los cerrará
al ver el trozo de algodón.

53
Asegurando la cabeza para limpiar los ojos

Cuando ha cerrado los ojos, podemos enjuagar cuida-


dosamente el párpado moviendo desde la sien hacia
la nariz y aclarar los bordes y la hendidura del
lacrimal. Si no tenemos éxito la primera vez podemos
repetir el proceso con otro trozo de algodón. No
podemos limpiar el ojo dos veces utilizando la misma
pieza de algodón.

e,Cómo limpiar la nariz?


Cuando limpiamos la nariz queremos retirar la se-
creción acumulada y seca, sobre y alrededor del ori-
ficio nasal. Podemos hacerlo aplicando un algodón
mojado en aceite o en infusión de manzanilla. La
cabeza del niii.o se sostiene usando la palma de la
mano auxiliar puesta sobre su frente.
No limpiamos el interior de la nariz, incluso si vemos
secreción en ella. El bebé estornudará la secreción,
contaminación acumulada en su nariz durante el día.

54
Asegurando la cabeza para limpiar la nariz

Cuanto más intacta permanezca la membrana mu-


cosa de la nariz, mejor funcionará su mecanismo de
auto-limpieza. Por muy suave que sea el algodón que
metemos en el interior de la nariz, danamos la mu-
cosa, así que está estrictamente prohibido.

t,Cómo limpiar las orejas?


Dentro de la areja, en el orifício del meato acústico y
en el pliegue entre la areja y la piel de la cabeza,
pueden acumularse algunos restos epiteliales, secre-
ción, cera del oído o, incluso, vómito accidental. Esto
puede limpiarse con una pieza de algodón empapado
en aceite o infusión de manzanilla.

55
Exactamente como cuando limpiamos los ojos, gi-
ramos la cabeza dei niiio a un lado con nuestra
palma. Con el dedo índice y el pulgar de la mano au-
xiliar hacemos accesibles esas áreas a limpiar.

Sujetando para limpiar los pliegues de detrás de la oreja

Primero limpiamos cuidadosamente con un algodón


suave todos los pliegues de la oreja y el orifício dei
meato acústico externo sin introducirlo dentro de
éste. Si no daiiamos el epitelio dei meato acústico in-
troduciendo algo, los cílios de éste dirigirán la cera
dei oído hacia fuera. La cera que vemos dentro de la
oreja podrá quitarse fácilmente de alrededor dei ori-
fício al día siguiente. Entonces doblamos la oreja
hacia delante usando la mano auxiliar y aplanamos
los pliegues de detrás desde el borde superior al in-
ferior dei lóbulo de la oreja usando los dedos índice y
pulgar, y limpiamos muy bien.

56
jEstá estrictamente prohibido meter
la mano en la cavidad oral!
En el pasado era típico limpiar la cavidad oral. Esto
dariaba e infectaba la membrana mucosa. Había que-
jas constantes sobre las bocas de los bebés llenas de
heridas; estomatomicosis, incluso si se limpiaban a
conciencia. Más tarde, la gente se dio cuenta de que
los bebés se infectaban con estomatomicosis precisa-
mente porque limpiaban sus bocas por dentro. Si
vemos algo inusual, debemos consultar a un médico.

iCómo limpiar los pliegues deZ cuello?


Cuando limpiamos los pliegues del cuello, el borde
exterior de la mano auxiliar empuja la barbilla hacia
arriba- el cuello de los recién nacidos no es suficien-
temente ancho para alojar nuestra palma, por lo
tanto usamos el borde superior de los dedos índice y
medio para este acto -, separamos los pliegues de los
lados y de delante usando nuestros dedos índice y
pulgar y los limpiamos a lo largo de la longitud que
tengan con trozos de algodón que vamos cambiando.
Otro modo de limpiar los pliegues del cuello es colo-
car la palma de la mano auxiliar bajo la nuca del
bebé y levantaria ligeramente, de modo que el bebé
inclinará un poco la cabeza hacia atrás. Así podemos
acceder fácilmente a los pliegues del cuello.

57
Posición de la mano para la limpieza de
los pliegues frontales y laterales deZ cuello

t,Cómo limpiar los pliegues de


las extremidades superiores?
Sujetamos las manos del nino y limpiamos muy bien
entre los dedos. Entonces procedemos con los pliegues
de la muiieca, del antebrazo, de la articulación del
codo y del brazo y terminamos limpiando la axila con
mucho cuidado. Para limpiar la axila liberamos el
pliegue elevando el brazo y extendiendo los pliegues
del sobaco usando los dedos de la mano auxiliar.

Dos formas de hacer accesibles los pliegues deZ sobaco

58
t,Cómo limpiar el ombligo?
El ombligo se limpia cuando está seco, replegado y se
ha acumulado en él alguna impureza, restos
epiteliales o secreción. La edad más temprana a la
que se puede hacer es a partir de los tres meses.
Mientras todavía la herida del ombligo se está cu-
rando no se debe limpiar; las tareas correspondientes
se describen más adelante en relación al bano del re-
cién nacido.
El ombligo se limpia utilizando un trozo de algodón
empapado en aceite. Si lo limpiamos regularmente lo
podemos mantener limpio. En caso contrario, si la su-
ciedad acumulada no se puede quitar aplicando una
simple limpieza de aceite, entonces consultemos a un
pediatra y no hurguemos en el ombligo.

Limpiando las extremidades inferiores,


el abdomen y los pliegues de las ingles
Cogemos el pie, limpiamos entre los dedos y pliegues
alrededor del tobillo, rodilla y muslo.

Tres posiciones típicas


para limpiar los pliegues de las ingles

59
Dado que las extremidades inferiores normalmente
no están muy sucias, limpiemos ambas piernas hasta
los muslos antes de proceder con los pliegues supe-
rwres.
Los pliegues del abdomen se aplanan con los dedos
índice y pulgar, o aplicando un suave empuje con el
borde externo de la palma, extendiéndolo hacia el
área del pubis. En el caso de las niiias este último
método es más efectivo, porque así protegemos la
hendidura vulvar con nuestra mano, evitando que ac-
cidentalmente se extienda la suciedad. Para realizar
esta, el muslo del niiio se presiona suavemente para
que permanezca accesible el bajo vientre.
Para limpiar los pliegues de las ingles se v a cam-
biando la posición de los muslos de tal forma que todos
los pliegues queden accesibles. Primero se despliega
la extremidad inferior con un suave movimiento desde
la cadera y cuando la parte delantera está limpia, la
extremidad se va doblando gradualmente al poner
nuestra mano auxiliar debajo. De esta manera
podemos hacer visibles y accesibles los pliegues de las
caras internas de los muslos y del culo.

t,Cómo limpiar los genitales?


En el caso de los niiios los pliegues entre el pene y el
escroto, al igual que el pliegue de detrás del escroto,
deben ser cuidadosamente limpiados. Los genitales
de las niiias no deben limpiarse, no se debe hurgar
en la hendidura vulvar (puede causar inflamación o
infección). Debemos tener cuidado de que no entre ni
crema ni polvo de talco en ella. Si vemos cualquier
suciedad, generalmente se limpia con el agua del

60
bano al aclarar la hendidura vulvar varias veces. Si
no, solicitemos la ayuda de un pediatra.

iCómo limpiar el área del ano?


En ambos sexos el área dei ano se limpia al final.
Para hacerla bien accesible colocamos la mano auxi-
liar en la parte posterior de los muslos, con el dedo
menique encarando el espacio poplíteo (articulación
de la rodilla). Elevamos ambos muslos y fijamos la
pelvis presionando suavemente sobre el abdomen.
Con el pulgar y el índice de la mano auxiliar abrimos
suavemente el ano para limpiar restos de excremen-
tos si los hubiera.

Sujetando para limpiar el área deZ ano

Es incorrecto levantar las extremidades inferiores


cogiéndolas por las piernas, pies o tobillos para ac-
ceder al culo. AI agarrar así las piernas, el nino no
puede patalear y no le gusta, pera además, tampoco
la pelvis queda fijada de forma segura, y la mano
auxiliar no puede ayudar a explorar el área dei ano.

61
Cuando limpiamos el orificio del ano debemos hacerlo
siempre de arriba a abajo con una pieza de algodón
empapada en aceite. Esto es especialmente impor-
tante en el caso de las ninas, para no arrastrar im-
purezas o restos de excrementos a la hendidura
vulvar.

SOBRE ENJABONAR EN GENERAL


Antes de enjabonar al nino, le limpiamos la cara con
una manopla empapada en agua limpia. La secuen-
cia del enjabonado es la misma que la de la limpieza,
es decir, se dirige siempre de las áreas más limpias
del cuerpo, a las más sucias.
Resulta más útil enjabonar en el cambiador a los
bebés y recién nacidos que no pueden sentarse por sí
mismos o permanecer sentados en el agua. En el
agua, tenemos que sujetarle con una mano para que
se sienta bien y seguro, para que sus orejas no se
sumerjan y para que no se nos resbale. Además, cier-
tas partes de su cuerpo deben elevarse, girarse y vol-
verse a la posición anterior con una sola mano, así
que enjabonarle en el agua sería más complicado,
menos seguro, más largo y le cansaría mucho más.
Sobre el cambiador se puede hacer usando ambas
manos, más cómoda, libre, rápida y correctamente.
Si ponemos suficiente cantidad de jabón en la
manopla, podemos enjabonar el cuerpo del nino man-
teniendo el orden prescrito, sin tener que volver a
empapar o enjabonar de nuevo la manopla. Intente-
mos enjabonarle erripezando por la cabeza, pasando
por todos los pliegues, con movimientos amplios y
continuas sin separar la manopla del cuerpo del nino.

62
Así acabamos antes el proceso de enjabonado - que
lleva aproximadamente unos 30-40 segundos - y la
manopla que se calienta sobre el cuerpo dei nifio no
se enfriará.

Ejecutando el enjabonado
Se enjabona primero la piei dei cuero cabelludo. Ase-
guramos la cabeza dei nino sujetándola bajo la nuca
con nuestra mano auxiliar. La cara no necesita ser
jabonada. Tenemos que ser cuidadosos de que el
jabón no entre en los ojos desde la frente. De ahí en
adelante, la secuencia de enjabonado es la misma que
la de la limpieza: después de la cabeza, enjabonamos
las orejas, luego el cuello, el pecho, manos, brazos.
Sujetamos sus brazos cerca de los hombros e in-
clinándole hacia un lado, le enjabonamos la espalda.
El enjabonado de las extremidades inferiores- simi-
lar a su limpieza- comienza por los pies, las piernas,
el abdomen, los genitales y el culo, terminando por el
ano. Siempre aseguramos al nifio cogiéndolo de la
misma forma que durante la limpieza.
Los nifios que todavía no se sientan pero que son
movidos, se enjabonan en la posición en la que estén
(por ejemplo, tumbados boca abajo, a gatas, etc.) si-
guiendo la secuencia anterior. Cuando les enjabona-
mos el cuero cabelludo estando boca abajo, tenemos
que prestar atención especial a la frente, de forma
que el jabón no les entre en los ojos.
AI final dei enjabonado dejamos la manopla en el
cesto de la ropa sucia. Cogemos al nifio en brazos y
extendemos la toalla con el pafial dentro, sobre el
cambiador.

63
Poniendo al niiio en el agua y aclarándolo
La piei dei nino enjabonado es muy resbaladiza, así
que tenemos que sujetarlo de forma segura. Pero un
nino escurridizo aun sin estar enjabonado corre el
mismo peligro, así que aunque su piei no esté húmeda
ni resbaladiza hay que sujetarlo igualmente bien.
Con la mano derecha sujetamos el brazo dei nino
cerca de la articulación dei hombro y lo levantamos
un poco, pasamos la mano izquierda bajo la nuca
para que la cabeza repose cómodamente en nuestro
brazo. Asimos su hombro y parte superior dei brazo
izquierdo con nuestros dedos pulgar e índice, sujetán-
dole con seguridad pero sin apretar. Colocamos la
mano derecha bajo el culo - lateralmente, no por los
genitales- y de esta manera, sujetándolo con ambas
manos, levantamos al nino. A continuación, desli-
zando la mano izquierda hacia abajo, colocamos al
nino sobre nuestro antebrazo, sujetándolo con nues-
tra mano izquierda por el muslo, mientras la mano
derecha retira el panal (el que le ha envuelto) al cesto
de la ropa sucia y tras otra lectura se retira el ter-
mómetro del agua. A continuación volvemos a sujetar
al bebé con las dos manos como hemos descrito antes
y entonces lenta y cuidadosamente, le metemos en el
agua.
Una vez en el agua soltamos la mano derecha, pero
la izquierda se mantiene exactamente igual. Cuide-
mos que la cabeza y el cuerpo dei bebé no se tamba-
leen al dar patadas, porque se asustaría. Cuidemos,
también, de que no le entre agua en los oídos (si le
sujetamos con la mano izquierda, su oreja derecha
puede fácilmente sumergirse en el agua y a la in-

64
versa). El agua empapa el epitelio dei meato acústico
sobre el que las bacterias se pueden instalar fácil-
mente, lo que puede terminar en inflamación dei
meato acústico externo.
El recién nacido, a menudo, se tumba en el agua con
las manos cerradas en un puií.o cerca de la cabeza; al
principio tensa sus músculos y se pone rígido. Si le
sujetamos con tranquilidad y seguridad después de
un rato se relajará y disfrutará del agua.
Aclaramos al niií.o en el mismo orden dei enjabonado,
salpicándole con la mano. Los pliegues deben exten-
derse bajo el agua también porque, especialmente en
el caso de niií.os gorditos, seles puede quedar algo de
jabón dentro.
Primero aclaramos la cabeza del niií.o con cuidado de
que no le entre agua jabonosa en los ojos y de que las
orejas no queden sumergidas. Cuando aclaramos las
orejas, no le salpicamos agua sino que cuidadosa-
mente aclaramos el jabón de esas zonas con nuestra
mano, que sumergimos y aclaramos repetidamente.
Para aclararle el cuello hajamos un poco más nuestro
brazo, para que la cabeza se incline hacia atrás.

Sujeción correcta para ponerle dentro deZ agua

65
Entonces sumergimos los brazos que tiene levanta-
dos al lado de la cabeza durante un breve lapso
varias veces, y de manera suave pero firme, abrién-
dole los puiios bajo el agua, para aclararias bien.
Mientras tanto, salpicamos agua sobre su pecha y
vientre para que estas partes que están fuera, no se
enfríen tampoco. El resto del cuerpo está bajo el
agua. Ahí sólo tenemos que estirar los pliegues. No
hay que dar la vuelta al niiio, ni moverlo de su posi-
ción original, solo aflojamos el agarre inicial cuando
aclaramos la nuca durante un momento, deslizando
el antebrazo ligeramente hacia arriba. Cuanto más
tranquilo esté el bebé en el agua con más ligereza
podemos sujetarlo.

TERMINANDO EL BANO

i,Cómo sacar al niiio deZ agua?


Sacamos al bebé del agua con el mismo mimo con que
le hemos metido, sujetándolo en nuestras manos en
la misma posición. jAvisémosle antes de sacarlo para
que no le pille por sorpresa! Le tumbamos en la toalla
extendida sobre el cambiador y le arropamos con ella
por todos los lados.

i,Cómo secar y empezar a vestir al niiio?


Suavemente presionamos al bebé bien envuelto en la
toalla, con el paiial de algodón dentro, a lo largo de
todo el cuerpo, y lo balanceamos un poco a ambos
lados. Los bebés lo aguantan bien; es más, general-
mente les gusta mucho.

66
Bebé enuuelto en una toalla

Gradualmente secamos todo el cuerpo del bebé, te-


niendo cuidado de que mientras tanto esté tapado.
Solo le dejamos descubierta la parte del cuerpo que
estamos secando, y tan pronto como está seca la cub-
rimos inmediatamente. Esto es especialmente impor-
tante en el caso de los recién nacidos, porque son
extremadamente susceptibles al frío. Durante las
primeras semanas, debemos presionar suavemente
con el pafíal de algodón, jdejemos que el pafíal em-
pape el agua de su piel! jNo le frotemos! Hay que
tener especial cuidado en que su piel esté completa-
mente seca en cada pliegue, porque si la dejamos
húmeda se puede ulcerar fácilmente.

67
Secando la cabeza y el tronco
Le presionamos suavemente la cara hasta que esté
seca. Entonces, con una mano aseguramos su cabeza-
igual que cuando le enjabonábamos - y con la toalla fro-
tamos la piel del cuero cabelludo hasta que esté seca.
jEsta es la única parte del cuerpo que se puede frotar!
Después de secar el pelo y el cuero cabelludo, seca-
mos con el pafial de algodón la areja, haciendo que
absorba el agua de todos los recovecos del pabellón
de la areja. Secamos el pliegue posterior de la areja,
luego el cuello, estirando con cuidado los repliegues.
A continuación seguimos con las axilas, la parte supe-
rior de los brazos, las manos, el pecha, y le ponemos la
camisita-chaquetita que hemos preparado con ante-
rioridad.

Poniendo la camisita- chaquetita al nifio


Recogemos las mangas de la camisita-chaquetita
plegándolas como los fuelles de un acordeón y las ex-
tendemos a lo largo de los brazos del bebé sin es-
tirárselos. Esto se hace ...
a.- metiendo nuestros tres dedos, pulgar, índice y
corazón de la mano que trabaja, a través de la
manga recogida y con nuestra mano auxiliar acer-
camos la correspondiente mano del bebé un poco
doblada por la mufieca y con los dedos cerrados ...
b. -la mano principal coge la mano del bebé todavía
en la misma posición, mientras nuestra mano auxi-
liar sujeta el antebrazo del bebé ...
c. - ayudando a que su mano salga a través de la
abertura, la mano auxiliar desliza y extiende las
mangas de la camisita sobre sus brazos.

68
c

Poniendo la camisita-chaquetita al bebé

Poner boca abajo


Ponemos al bebé boca abajo mientras la parte infe-
rior de su cuerpo está todavía envuelta en la toalla.

69
Le giramos de tumbado boca arriba a boca abajo, su-
jetando la parte superior de su brazo izquierdo cerca
del hombro con nuestra mano izquierda. Con un
movimiento continuo sin tironear, le giramos su-
jetándolo del brazo, ayudando con nuestra mano
derecha. Prestamos especial atención a la cabeza del
bebé hasta que la pueda sujetar por sí mismo. Una
vez boca abajo, le colocamos sus brazos a ambos lados
de la cabeza. Así suelen estar acostados los bebés. Es
lo más cómodo para ellos. Pero esta posición no debe
forzarse si están mejor en otra posición. Si el bebé
pone sus brazos él solo en algún otro sitio, dejémoslos
así porque seguramente es más cómodo para él.
Sólo le ayudamos si no puede librar los brazos por su
cuenta. Lo importante no es cómo se tumban los bebé
habitualmente, sino cómo ese bebé concreto se siente
más cómodo.

Las tres fases de poner boca abajo

Secando al bebé boca abajo


Secamos la nuca y la espalda; atamos la camisa y la
chaqueta. Ahora la parte superior del cuerpo del bebé
está vestida. Entonces aseguramos su cabeza suje-
tándola por la barbilla y cepillamos, peinamos su pelo

70
por detrás (esto podemos hacerlo más cómodamente
ahora porque la nuca es accesible). Luego exten-
demos el resto de la ropa ya preparada, pafial inclu-
ído, y abrimos la toalla completamente. Secamos con
ligeras presiones la parte de atrás de los muslos y el
culo, y luego levantamos al bebé y lo tumbamos sobre
el pafial preparado. Para esto, tenemos que darle la
vuelta de boca abajo a boca arriba.

Dándole la vuelta de boca abajo a boca arriba


Habitualmente le damos la vuelta en la dirección que
nos resulte más cómoda. Si queremos hacerlo hacia
la derecha, con nuestra mano derecha extendemos su
brazo derecho hacia arriba aliado de la cabeza. Con
nuestra mano izquierda le cogemos el brazo izquierdo
cerca de ese hombro y sujetándole ahí, le damos la
vuelta sobre nuestro antebrazo derecho, mientras
apoyamos su cabeza en nuestra mano derecha.
Luego, con la mano derecha le sujetamos por el hom-
bro y colocamos la mano izquierda bajo el culo late-
ralmente, le levantamos con ambas manos y le
colocamos sobre el pafial.

a b c

Las tres fases de pane r boca arriba

71
Secando la parte inferior del cuerpo
Secamos las piernas con el pa:fial de algodón que
acompa:fia a la toalla - siempre atendiendo a los
pliegues - el ombligo, el abdomen, y finalmente los
pliegues de las ingles y, en el caso de los chicos, los
pliegues entre el pene y el escroto, el escroto y el peri-
neo. Terminamos secando el área del ano.

Terminando de vestirle
Entonces le ponemos el pa:fial y las rapas adecuadas
a su edad y momento del día. Como toque final del
bafio le peinamos por delante. (Si no tiene el pelo
completamente seco todavía y hace frío, podemos
ponerle un gorro fino de algodón). Le arreglamos el
cuello, remangamos las mangas y cogiéndole en bra-
zos le ponemos de vuelta en su sitio.

t,Cómo ponerle el ''faldón inglés"?

Poniendo el "faldón inglés" al bebé, a, b, c, d.

72
El bebé se coloca sobre el faldón abierto de forma que
sus axilas queden sobre el corte de los brazos.
Doblamos ambos lados del saco sobre el cuerpo del
bebé, abotonamos o atamos el cierre en los hombros
(así se crea la apertura para los brazos), estiramos el
faldón y lo doblamos hacia arriba hasta las axilas del
bebé. Entonces cogemos los extremos de la banda
cosida en la parte inferior y que cuelgan sueltas, las
cruzamos por detrás y estiramos ambos extremos,
pasamos uno por la ranura creada para ello (de esta
forma estará plano bajo la cintura del nifio), y
habiéndolos cruzado así, los traemos adelante y los
atamos sobre su pecho.

Ordenando las cosas después deZ bafio de cada nino


Después de llevar al bebé a su sitio, de nuevo ordena-
mos las cosas del bafio. Colgamos la toalla para que
se seque, limpiamos la superfície del cambiador, or-
denamos la bandeja de productos higiénicos, lavamos
la bafiera, pasamos el suelo y finalmente nos lavamos
las manos. Si continuamos con el bafio, nos prepa-
ramos para el próximo.

BANANDO AL RECIÉN NACIDO HASTA


LA CURA COMPLETA
DE LA HERIDA DEL OMBLIGO

El proceso de bafiarse se modifica algo durante las


primeras 6-8 semanas debido al mufión umbilical y
la postilla que se forma después de que se haya caído.

73
Baiiando antes de que se caiga el muiión umbilical
Para las bacterias, el epitelio del mufí.ón umbilical es
lo mismo que la superficie de una herida fresca; tiene
que mantenerse estéril. Por lo tanto, tengamos
cuidado de no humedecerlo porque se puede infectar.
No pongamos más de tres o cuatro dedos de agua en
la bafí.era.
Después de secarlo ponemos un antiséptico en polvo
sobre el mufí.ón y lo cubrimos con una gasa estéril.
Echamos algo de polvo sobre un trozo de algodón y
luego, suavemente, sacudiéndolo con golpecitos lo es-
parcimos sobre el mufí.ón umbilical.

Así es cómo el mufión umbilical


de los nifios recién nacidos se empolva correctamente

Baiiando después de que el muiión umbilical


se haya caído
Cuando el mufí.ón cae, queda algo de postilla seca o
quizá sangre coagulada. No se debe tocar ni hurgar.
Podemos bafíar al nifí.o afí.adiendo un poco de desin-

74
fectante al agua de su bafio. Al secarle tampoco to-
camos su ombligo, cuando le damos la vuelta boca
abajo, el agua cae y mientras secamos al bebé, su
ombligo también se seca. Entonces ponemos antisép-
tico en polvo en el ombligo, como hemos descrito an-
teriormente, pero ya no es necesario ponerle una
venda. Cuando el ombligo está ya completamente
seco y retraído (alrededor de las seis o siete sema-
nas), podemos eliminar el desinfectante del agua del
bafio. Entonces ya podemos limpiar y secar también
el ombligo.
Si el ombligo produce secreción u observamos otros
problemas, consultemos al pediatra.

ACCIONES COMPLEMENTARIAS DEL BANO

Corte de pelo, cuidado del cuero cabelludo

Sujetando la cabeza cuando peinamos

75
Mientras el bebé está boca arriba sin saber darse la
vuelta, las puntas de su pelo se enredan. Estas nudos
son difíciles de peinar y soltarias resulta doloroso e
innecesario, así que los cortamos de vez en cuando,
directamente antes o después del bafio. A menudo
ocurre que el pelo crece desigual sobre las arejas o la
nuca. Si hace feo se puede igualar con las tijeras. Solo
es necesario cortar el pelo cada 2 o 3 meses.
Como la piei del nino es muy sensible a las infec-
ciones, todo el equipamiento usado para cortar el pelo
debe esterilizarse. La forma más sencilla de hacerlo
es echar algo de alcohol y quemarlo.
El pelo debe cortase de manera que ni moleste sobre
los ojos ni parezca despeinado sin necesidad de
horquillas ni lazos. La horquilla o ellazo se les puede
caer, los nifi.os se los meten en la boca.
Es una falsa creencia que el pelo rubio se volverá cas-
tafi.o o el rizado se alisará si lo cortamos (si fuera
cierto no habría personas rubias ni con rizos). Incluso
si queremos que el nino tenga pelo largo o melena
más adelante, podemos tranquilamente cortarle el
pelo de bebé. No es el pelo más largo alrededor de las
sienes o la nuca (las grefi.as quedan feas) lo que dará
aspecto femenino al corte de pelo. Para ello todo el
pelo tiene que ser simultáneamente largo.
Miremos bien el cuero cabelludo del bebé: a menudo
tiene pequenas castras lácteas. También podemos ob-
servar aquí y allí castra amarilla. Si no se quitan con
el bafio, al día siguiente untamos abundante aceite
en el cuero cabelludo 1 ó 2 horas antes del bafio, o
bien lo cubrimos con una prenda aceitada o con
vaselina que sujetamos con un gorro. Quitamos el
gorro aceitado antes del bafio y, asegurando la cabeza

76
del nifío por la nuca, cuidadosamente retiramos las
costras con un cepillo de púas cerradas que le
pasamos horizontalmente por las zonas afectadas. Si
esto no funciona, consultemos a un médico.

Corte de ufías

Cortamos las ufías cuando banamos al nifío. Las


ufías de los bebés deben cortarse cada dos o tres días.
Si las ufías de un recién nacido son largas y afiladas
las cortamos. Es otra falsa creencia que cortárselas
puede hacerles dafío porque los bebés ya se hacen
dafío cuando se arafían sin querer. Cuando cortamos
las ufías, cerramos la mano del nifío (o el pie) dentro
nuestra mano auxiliar de forma que doblamos todos
los dedos de las manos (o los de los pies) y solo de-
jamos libre aquel al que estamos cortando la ufía.

Sujetamos este dedo separadamente entre el pulgar


y el índice de la mano auxiliar, por ambos lados de la
articulación del dedo, como entablillándolo.

~
b.~,)
a.

a. - Asegurando el dedo para cortar las unas


b. - Las unas de la manos se cortan redondeadas
c. - las unas de los pies se cortan cuadradas

77
Las unas se cortan tan cortas como sea posible sin
herir ellecho de la una. Por eso dejamos una franja
de medio milímetro de una. Después de cortar acari-
ciamos el borde de las unas con la punta del dedo
para ver si ha quedado algún trozo afilado o punti-
agudo. Si es así, debemos redondearlo; si no, corta-
mos las unas en vano, ya que el nino puede aranarse
igualmente. Si la punta de nuestros dedos no es lo
suficientemente sensible, podemos comprobar lo afi-
lado de las unas sobre la parte interna de nuestra
muneca.
jNo atemos los brazos al recién nacido! Si sigue
aranándose después de haberle cortado las unas,
alarguemos las mangas de la camisa para que sus
manos queden dentro. También podemos ponerle una
manopla fina, pero solo cuando esté muy inquieto.
Las unas de los pies se cortan de forma que las dos
esquinas de las unas sobresalgan. De esta manera
prevenimos la creación de unas encarnadas.
Si el bebé está impaciente, inquieto antes del bano,
cortemos sus unas después del mismo o incluso des-
pués de comer. Entonces, normalmente, todos los
bebés se lo toman con más calma.

OTRAS TAREAS DE HIGIENE


CONBEBÉS

Limpiando bien al bebé


Una operación que se repite varias veces al día es
liberar al bebé empapado en heces y orina de sus
panales y ropa sucios, y ponerle ropa limpia.

78
Mostramos el procedimiento completo en el apartado
de vestir al nino 4 •
Sea cual sea el sistema o la frecuencia que utilizamos
cuando vestimos al nino o le cambiamos el panal, la
clave de limpiarle es quitar cuidadosamente todos los
restos de excremento y orina de la superfície de su
piel, y lavarle y secarle concienzudamente.
Se retiran los restos de excremento, con agua tem-
plada y una manopla limpia enjabonada le lavamos
el culo y los pliegues, y le secamos presionando con
un panal de algodón limpio. Si el culo del nino está
muy sucio, podemos limpiarlo con agua corriente en
la banera.
Por muy limpio que esté el panal que vamos a poner
al nino, la tarea esencial del cambio de panal es el
lavado perfecto de la superfície de la piel sucia; la
completa retirada de todos los restos de excremento
y orina. Si no lo hacemos a conciencia, la piel de la
mayoría de los bebés se irritará, sin importar qué
crema le pongamos o con qué frecuencia le cam-
biemos de panal.

Lavándole las manos y la cara


Cuando todavía el bebé pasa su tiempo entre su cama
y el área de juego, y se mantiene limpio entre sus
companeros y sus juguetes también limpios, rara vez
es necesario lavarle las manos, a no ser que meta la
mano accidentalmente en la comida; sólo necesita-
mos lavarle la cara si se ensucia durante la comida,
regurgita o vomita.

4
Ibid.

79
Sin embargo, en cuanto empieza a gatear o arras-
trarse por el suelo, también empieza a participar más
y más activamente en su propia alimentación. Es
apropiado entonces pasarle una manopla limpia por
la cara y las manos antes de comer y- generalmente
- también después.

CÓMO EDUCAMOS DURANTE EL BANO

Tareas y procedimientos durante


los primeros nueve meses
Hasta ahora hemos hablado sobre cómo la cuidadora
tiene que baiiar con precisión y profesionalidad, em-
pezando por la preparación hasta la finalización dei
bafio. Si nos atenemos a esta secuencia, el nino sale
de nuestras manos limpio y bien acicalado. Pero esto
es una pequena parte de las tareas de la limpieza y
el bafio de los bebés.
Durante los primeros nueve meses tenemos que con-
seguir que el nino se habitúe al bano y al cambio de
paiial, a vestirse; que se sienta a gusto haciéndolo y
conozca cada vez más a quien le bana y que sea cada
vez más activo, atienda a lo que ésta le dice y par-
ticipe cada vez más con sus gestos y su voz.
El bafio, el cambio dei paiial, vestirse y desvestirse,
ocupa gran parte de su tiempo de vigilia diario. Así
que es importante si se alegra ante estas actividades
o las considera incómodas. Su vida se volverá más
feliz, más alegre si estas acciones son fuentes de
placer, una agradable cooperación con el adulto.
El recién nacido, inicialmente, no se siente bien

80
cuando le bafi.an. Generalmente le molesta que le
manipulen. En realidad, sólo se sentiría bien si
pasara todo el tiempo que no está comiendo, en silen-
cio, calor y tranquilidad constantes, y pudiera dormir
lo que quisiera. En lugar de esto, le sacamos de su
cálida cama y le desvestimos. El desvestir, las distin-
tas partes de la limpieza, darle la vuelta, levantarle,
volverle adejar, etc. no son agradables para él, ni
aunque se realicen con el mayor de los cuidados.
Siente con mayor intensidad los cambias de postura
y los desequilíbrios, y reacciona con miedo tensando
su cuerpo cuando se le levanta y coloca dentro del
agua. Aprieta los pufi.os cerca de la cabeza con ten-
sión o se agarra a los brazos de la persona que le
bafi.a o incluso se agarra a la nada. Se estremece con
cada cambio de posición, Hora desesperadamente y
patalea.
Si queremos que este estado de inquietud y lloro cese
tan pronto como sea posible, debemos tratarlo con
delicadeza, tocarlo suavemente y bafi.arlo siempre de
la misma manera, con los mismos movimientos.
Consideremos las necesidades individuales del nifi.o
mientras le bafi.amos. Observemos qué es lo que le
hace sentir mejor y bafi.émosle en consonancia (no
sólo determinando la temperatura y cantidad del
agua, sino por ejemplo, manteniendo su posición ha-
bitual en la medida de lo posible, tapándolo si es sen-
sible al frío, etc.). Naturalmente esto puede hacerse
hasta no poner en jaque el objetivo original de
bafi.arle. Así, por ejemplo, no podemos omitir la
limpieza de las arejas porque le resulte incómodo.
Pero tratemos de sujetarle durante la limpieza de las
arejas de la forma menos incómoda posible.

81
Si nos atenemos a todo esto, notaremos cambias ob-
vias en el recién nacido en tan sólo unos días. No Hora
cuando empezamos a desvestirle. Soporta ciertos de-
taHes de la limpieza que ahora son más fáciles
porque no se tensa tanto. En unos pocos días y quizá
todavía tímidamente comienza a moverse y a
patalear en el agua. Sólo se inquieta cuando le se-
camos o vestimos, pero su Hanto alterna con momen-
tos de tranquilidad. Se relaja felizmente en el agua,
da patadas y ya no Hora ni cuando le visten. AI bebé
le gusta cada vez más estar desnudo, patalear libre-
mente y estar con un adulto.
(Si a los recién nacidos desde el primer día de su vida
seles tocara con tacto y amabilidad no solamente du-
rante el bafio, sino en cada cambio de paiial, comida
o tarea, entonces se alarmarían y tensarían menos
desde el principio).
Llamemos al recién nacido por su nombre (por muy
extraiio que suene inicialmente), digámosle qué es-
peramos de él, por ejemplo, no le cojamos brusca-
mente sin que medie una palabra cuando le vamos a
barrar, sino digámosle: "ven, ahora te voy a dar un
bafio". Hablémosle durante el bafio diciéndole qué
vamos a hacer con él, lo que sigue, etc. "Ahora te voy
a limpiar las arejas. Ya lo sé, a veces no es agradable,
pero intentaré hacerlo de forma que no te siente
mal". "Relaja tus manos, así puedo limpiar entre tus
dedos". "Ahora te pongo en esta agua bien calentita
y no tendrás frío". Digámosle también lo que está ha-
ciendo o lo que pensamos de sus sentimientos ("Te
gusta estar en el agua; te has relajado completa-
mente").

82
Observemos cómo reacciona a nuestra palabra. Es
cierto que al principio no entiende. Inicialmente, es
la propia voz la que importa. El discurso es una
música agradable para el nino; le calma, tranquiliza,
y luego comienza a responder con una sonrisa, gorje-
ando, y la actividad entera se hace más amigable. En
último lugar pero no por ello menos importante- sólo
si le hablamos de forma inteligente desde el principio
- escuchará y entenderá nuestro discurso cada vez
me]or.
V n nino cuidado de forma adecuada, alrededor de los
tres o cuatro meses comienza a participar activa-
mente en el bano. No sólo no se resiste cuando le
damos la vuelta, le levantamos, sino que se mueve
con nosotros. Pestariea cuando el trozo de algodón se
acerca a sus ojos, relaja el brazo en el que estamos
limpiando, etc. Atiende cada vez más a la voz, al
habla, se alegra cada vez más de que le hablemos y
también responde cada vez más y pronto con algunos
pequenos gestos. Para esto se necesita tiempo y hay
que esperar a sus respuestas. Cuando le enseriamos
la camisa y le pedimos que estire el brazo, esperemos
un momento para ver si lo mueve. Tomemos en
cuenta sus iniciativas y respondamos a ellas. Sobre
los seis meses, nos recibe riendo cuando vamos a
cogerlo para darle el bafio, ya no sólo pestariea
cuando acercamos el trozo de algodón a sus ojos sino
también cuando lo cogemos. Estira el cuello, da la
mano cuando toca. A su manera, anticipa los gestos
del siguiente acontecimiento de la secuencia; sólo
tenemos que entender sus seriales. También protesta
si olvidamos algo a lo que ya está acostumbrado
porque lo echa de menos. En el agua patalea, chapo-

83
tea y se ríe en alto. Ya gorjea y mientras nos mira,
nos habla y desea tener una conversación con su pro-
pio lenguaje. El baiío es más sencillo y agradable; va
como la seda. Mientras tanto, el desarrollo, la edu-
cación dei niiío, también avanza a pasos de gigante.
Ni siquiera nos hemos dado cuenta, quizá no haya
cumplido ni nueve meses y ya "entiende" lo que le
decimos: "jVuelve la cabeza!", "jdame la mano!",
"jcierra los ojos!", "jvuélvete de lado mientras te seco
la espalda!". Entiende y, a menudo, responde de ver-
dad a nuestra demanda.

84
LIBROS EN CASTELLANO A LA VENTA POR
LA ASOCIACIÓN PIKLER-LÓCZY DE HUNGRÍA

Álbum Fotográfico e Informativo acerca


del Instituto Pikler
Myriam David - Geneviéve Appel: Lóczy, una insó-
lita atención personal. Ediciones Octaedro, Aso-
ciación de Maestras Rosa Sensat, 2010.
Judit Falk- Anna Tardas: Movimientos libres, acti-
vidades autónomas. Ediciones Octaedro, Aso-
ciación de Maestras Rosa Sensat, 2002.

Éva Kálló- Gyõrgyi Balog: Los orígenes del juego


libre. Asociación Pikler-Lóczy de Hungría, 2013

Judit Falk- Anna Tardas: Lóczy, educación infantil.


Ediciones Octaedro, Asociación de Maestras
Rosa Sensat, 2008.

Mária Majoras - Anna Tardas: Comer y dormir.


Ediciones Octaedro, Asociación de Maestras
Rosa Sensat, 2002.

Emmi Pikler: Moverse en libertad. Narcea edicio-


nes, 1985.

Agnês Szanto Feder: Una mirada adulta sobre el


niiío en acción. El sentido del movimiento en la
protoinfancia. Ediciones Cinco, Argentina, 2011.

85
OVOS EN CASTELLANO A LA VENTA POR.
LA ASOCIACIÓN PIKLER-LÓCZY DE HUNGRÍA

Éva Kálló- Julianna Vámos: Iniciativa, comunica-


ción, reciprocidad. El tiempo deZ lactante (2): el
bano y el cuidado. 6-12 meses.
OVO 38 min. Asociación Pikler-Lóczy por los
Ninos Pequenos, Budapest, 2008.

Anna Tardos - Agnês Szanto Feder: Moverse en li-


bertad. OVO 26 min. Asociación Pikler-Lóczy por
los Ninos Pequenos, Budapest, 1995.

EN PREPARACIÓN

Éva Kálló- Eszter Mózes: Juego, actividad, pensa-


miento. OVO

Dirección: Asociación Pikler-Lóczy de Hungría


1025 Budapest Kulpa u. 5.
Correo electrónico: pikler-loczy@pikler.hu
Pagina web: www.pikler.hu

86

S-ar putea să vă placă și