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III ENCUENTRO

DE DIRECTORES
LOCALES

“EL LLAMADO A LA
TAREA PASTORAL
ENTRE ESTUDIANTES”
Devocionales
 La preparación del siervo
 La guía del siervo
 La estrategia del siervo

Encuentros bíblicos
 EL Dios al encuentro a los perdidos
 Jesús: El pastor que ama hasta dar la
vida
 ¿Me amas?

Materiales
 filipenses 2 :19-30: la infraestructura
afectiva del ministerio cristiano
 ternura
 la fiesta de dios
 el libro del trimestre

POA 2018
DEVOSIONALES
DEVOSIONAL 1

LA PREPARACIÓN DEL SIERVO


(NEHEMÍAS 1:1 - 11)

1
Estas son las palabras de Nehemías hijo de Jacalías:

En el mes de quisleu del año veinte, estando yo en la ciudadela de Susa, 2 llegó


Jananí, uno de mis hermanos, junto con algunos hombres de Judá. Entonces
les pregunté por el resto de los judíos que se habían librado del destierro, y
por Jerusalén.
3
Ellos me respondieron: «Los que se libraron del destierro y se quedaron en
la provincia están enfrentando una gran calamidad y humillación. La muralla
de Jerusalén sigue derribada, con sus puertas consumidas por el fuego».
4
Al escuchar esto, me senté a llorar; hice duelo por algunos días, ayuné y oré
al Dios del cielo. 5 Le dije:

«SEÑOR, Dios del cielo, grande y temible, que cumples el pacto y eres fiel
con los que te aman y obedecen tus mandamientos, 6 te suplico que me
prestes atención, que fijes tus ojos en este siervo tuyo que día y noche ora
en favor de tu pueblo Israel. Confieso que los israelitas, entre los cuales
estamos incluidos mi familia y yo, hemos pecado contra ti. 7 Te hemos
ofendido y nos hemos corrompido mucho; hemos desobedecido los
mandamientos, preceptos y decretos que tú mismo diste a tu siervo Moisés.
8
»Recuerda, te suplico, lo que le dijiste a tu siervo Moisés: “Si ustedes
pecan, yo los dispersaré entre las naciones: 9 pero, si se vuelven a mí, y
obedecen y ponen en práctica mis mandamientos, aunque hayan sido llevados
al lugar más apartado del mundo los recogeré y los haré volver al lugar
donde he decidido habitar”.
10
»Ellos son tus siervos y tu pueblo al cual redimiste con gran despliegue
de fuerza y poder. 11 SEÑOR, te suplico que escuches nuestra oración, pues
somos tus siervos y nos complacemos en honrar tu nombre. Y te pido que a
este siervo tuyo le concedas tener éxito y ganarse el favor del rey».

En aquel tiempo yo era copero del rey.


CONTEXTO

En el año 586 A.C. los soldados de Babilonia entraron en Jerusalén, dejaron tras de
sí una ciudad devastada. Nehemías nació en Persia un siglo después de las terribles
incursiones del rey de Babilonia, todo lo que sabe de la distante Jerusalén lo ha ido
aprendiendo de los relatos de sus compatriotas israelitas. Evidentemente, tenía
noticia de la feroz y sistemática devastación llevada a cabo por Nabucodonosor, pero
ahora, con el constante trasiego de caravanas que llegaba a Susa procedentes de
otros lugares Nehemías empieza a saber más de la situación en aquellos momentos.

Nehemías tenía un buen trabajo en Susa, la capital de Persia, el era un funcionario


del gobierno “copero del rey”. No obstante Nehemías sabía que Esdras, coetáneo
suyo, había liderados un segundo grupo de gentes recién llegadas del exilio, y que
tenía intención de establecer una comunidad con la palabra de Dios como norma para
su vida moral y espiritual, pero que no le estaba resultando ni mucho menos fácil. De
ahí que no sea difícil entender que, cuando los viajeros hacían su llegada procedente
de Judea, llevado de su interés por el pueblo israelita, Nehemías les preguntara
acerca de los judíos, los que habían escapado y habían sobrevivido a la cautividad, y
por Jerusalén.

Ahora bien, hay casos en los cuales en llamamiento viene a discernirse en medio de
una crisis, no es que esas personas decidan servir, sino que están absolutamente
convencidas de que la decisión ya ha sido tomada por ellos, así es como fue el
llamamiento de Nehemías.

PREGUNTAS AL TEXTO: ¿QUE ME …?


DEVOSIONAL 2

LA GUÍA DEL SIERVO


(NEHEMÍAS 2.1-10)

Un día, en el mes de nisán del año veinte del reinado de Artajerjes, al


2
ofrecerle vino al rey, como él nunca antes me había visto triste, me
preguntó:

―¿Por qué estás triste? No me parece que estés enfermo, así que debe haber
algo que te está causando dolor.
3
Yo sentí mucho miedo y le respondí:

―¡Que viva Su Majestad para siempre! ¿Cómo no he de estar triste, si la


ciudad donde están los sepulcros de mis padres se halla en ruinas, con sus
puertas consumidas por el fuego?
4
―¿Qué quieres que haga? —replicó el rey.
5
Encomendándome al Dios del cielo, le respondí:

―Si a Su Majestad le parece bien, y si este siervo suyo es digno de su favor,


le ruego que me envíe a Judá para reedificar la ciudad donde están los
sepulcros de mis padres.
6
―¿Cuánto durará tu viaje? ¿Cuándo regresarás? —me preguntó el rey, que
tenía a la reina sentada a su lado.
7
En cuanto le propuse un plazo, el rey aceptó enviarme. Entonces añadí:

―Si a Su Majestad le parece bien, le ruego que envíe cartas a los


gobernadores del oeste del río Éufrates para que me den vía libre y yo pueda
llegar a Judá; 8 y por favor ordene a su guardabosque Asaf que me dé madera
para reparar las puertas de la ciudadela del templo, la muralla de la ciudad y
la casa donde he de vivir.

El rey accedió a mi petición, porque Dios estaba actuando a mi favor. 9 Cuando


me presenté ante los gobernadores del oeste del río Éufrates, les entregué
las cartas del rey. Además el rey había ordenado que me escoltaran su
caballería y sus capitanes. 10 Pero, al oír que alguien había llegado a ayudar a
los israelitas, Sambalat el horonita y Tobías el siervo amonita se disgustaron
mucho.

CONTEXTO

Era el año veinte del rey Artajerjes y como sabemos Nehemias era servidor
del rey conocía bien el primer intento dramáticamente fallido de reconstruir
las murallas de Jerusalén (es posible, claro está, el rey estuviera ausente
durante esos meses y es que, en aquella ocasión, las fuerzas de la oposición
local habían escrito al rey persa para informarles sobre las aviesas
intenciones de rebelión de las gentes de la ciudad y, por orden expresa del
propio rey, la tarea de reconstrucción de las murallas había cesado
bruscamente).

Oración y ayuno, al entorno de sus funciones en un medio pagano; de lo que él


solicita a Dios a lo que le comunica al rey. Nehemías sabia hasta qué punto era
importante distanciarse de las presiones sociales para pasar un tiempo a solas
con Dios y hacer acopio de fuerzas. Al ponerse de pie después de haber
estado de rodillas, Nehemías estaba en mejores condiciones para realizar el
trabajo cotidiano.

Transcurrieron más de tres meses mientras Nehemías aguardaba a que se


presentara la ocasión propicia, es decir Nehemías se estaba preparando para
hacerle al rey un pedido, pero aun no se encontraba listo para ello.

Llego el momento y el semblante de Nehemías había cambiado por lo cual


aunque tuvo miedo hablo con el rey, Nehemías pido el permiso para regresar
a su tierra y este se lo concedió, Nehemías tendría que pasar por lugares
peligrosos, y fue acompañado de una escolta numerosa del ejercito de Persia
que le hizo saber que la mano de Dios estaba sobre él.
PREGUNTAS AL TEXTO: ¿QUE ME …?
DEVOSIONAL 3

LA ESTRATEGIA DEL SIERVO


(NEHEMÍAS 2:11 – 20)

11
Tres días después de haber llegado a Jerusalén, 12 salí de noche
acompañado de algunos hombres, pero a ninguno de ellos le conté lo que mi
Dios me había motivado hacer por Jerusalén. La única bestia que llevábamos
era la que yo montaba. 13 Esa noche salí por la puerta del Valle hacia la fuente
del Dragón y la puerta del Basurero. Inspeccioné las ruinas de la muralla de
Jerusalén, y sus puertas consumidas por el fuego. 14 Después me dirigí hacia
la puerta de la Fuente y el estanque del Rey, pero no hallé por dónde pasar
con mi cabalgadura. 15 Así que, siendo aún de noche, subí por el arroyo
mientras inspeccionaba la muralla. Finalmente regresé y entré por la puerta
del Valle.
16
Los gobernadores no supieron a dónde fui ni qué hice, porque hasta
entonces no había dicho nada a ningún judío: ni a los sacerdotes, ni a los
nobles, ni a los gobernadores ni a los que estaban trabajando en la obra. 17 Por
eso les dije:

―Ustedes son testigos de nuestra desgracia. Jerusalén está en ruinas, y sus


puertas han sido consumidas por el fuego. ¡Vamos, anímense! ¡Reconstruyamos
la muralla de Jerusalén para que ya nadie se burle de nosotros!
18
Entonces les conté cómo la bondadosa mano de Dios había estado conmigo
y les relaté lo que el rey me había dicho. Al oír esto, exclamaron:

―¡Manos a la obra!

Y unieron la acción a la palabra.


19
Cuando lo supieron, Sambalat el horonita, Tobías el oficial amonita y Guesén
el árabe se burlaron de nosotros y nos preguntaron de manera despectiva:

―Pero ¿qué están haciendo? ¿Acaso pretenden rebelarse contra el rey?


20
Yo les contesté:

―El Dios del cielo nos concederá salir adelante. Nosotros, sus siervos, vamos
a comenzar la reconstrucción. Ustedes no tienen arte ni parte en este asunto,
ni raigambre en Jerusalén.
CONTEXTO

El viaje de Nehemías habría durado aproximadamente cuatro meses,


terminado el largo viaje Nehemías ve Jerusalén por primera vez en su vida,
El cambio y las expectativas le abruman, pero él tiene ya dispuesta de
antemano una estrategia definida. Su historia viene, pues a demostrarse
modelo ejemplar de las dotes de mando que se esperan de un siervo en acción.

Al ver el lamentable estado en que se encontraban los muros de la ciudad y


sus puertas Nehemías se encontraba agobiado, pero, por el momento, no era
necesario apresurarse a examinar detalladamente los daños pues la necesidad
espiritual de Nehemías era la dirección de Dios, apartar un tiempo para el
Señor.

Nehemías logro tener un buen equipo de colaboradores en potencia y lo


primero que hace es identificarse con sus obreros, lo siguiente que hace es
presentar la situación desde la perspectiva espiritual y solo así pasa a la
acción, de este modo podemos apreciar que Nehemías era un verdadero líder,
inspirado por Dios .

la tarea que van a iniciar no será fácil, hasta ese momento Nehemías les ha
hablado de la muralla, pero lo cierto es que el tema tiene que ver con la
suficiencia de Dios, así que les dio la razón del origen de su éxito.

Desde que había llegado, Nehemías ya había encontrado opositores y esta vez
el número aumento (Sambalt, Tobias y Gesem ) , así mismo estos pasaron a la
acción y empezaron a verbalizar su enemistad contra Nehemías con tal de que
paralizara la obra pues ellos no querían el bienestar de los hijos de Israel.

La cuestión de la santidad es tema preeminente en Nehemías, la


reconstrucción del muro y puertas conlleva a un compromiso espiritual,
esfuerzo material y sacrificios personales. No era momento de titubeos ante
la presión del enemigo. El Señor demandaba dedicación plena y , en ese
espíritu se esforzaron sus manos en buena obra.
PREGUNTAS AL TEXTO: ¿QUE ME …?
ENCUENTROS
BÍBLICOS
ENCUENTRO 1

EL Dios al encuentro a los perdidos

Lucas 15:1-7
1
Muchos recaudadores de impuestos y pecadores se acercaban a Jesús para
oírlo, 2 de modo que los fariseos y los maestros de la ley se pusieron a
murmurar: «Este hombre recibe a los pecadores y come con ellos».
3 4
Él entonces les contó esta parábola: «Supongamos que uno de ustedes
tiene cien ovejas y pierde una de ellas. ¿No deja las noventa y nueve en el
campo, y va en busca de la oveja perdida hasta encontrarla? 5 Y, cuando la
encuentra, lleno de alegría la carga en los hombros 6 y vuelve a la casa. Al
llegar, reúne a sus amigos y vecinos, y les dice: “Alégrense conmigo; ya
encontré la oveja que se me había perdido”. 7 Les digo que así es también en
el cielo: habrá más alegría por un solo pecador que se arrepienta que por
noventa y nueve justos que no necesitan arrepentirse.

Acercamiento al texto

• Los que se acercan a oír a Jesús. (v.1-2) ¿Nos parece normal que los
pecadores y las gentes indeseables se acerquen a escuchar a Jesús? ¿Por qué
lo hacen? ¿Qué escuchan de sus labios? ¿Qué captan en él?
• Los que murmuran contra él. (v.2) ¿Por qué lo critican? ¿Qué les puede
molestar de la actuación de Jesús? ¿Qué nos parece su postura?
• La parábola. (v.4-6) ¿Quién es el protagonista de la parábola? ¿La oveja
perdida? ¿El pastor que la busca? ¿Qué título le pondrías al relato?
• La pregunta de Jesús. (v.4) Comienza Jesús su parábola con una pregunta.
¿A quiénes va dirigida? ¿Cómo hubieras contestado tú? ¿Te parece sensato
el comportamiento del pastor, tal como lo presenta Jesús? ¿Por qué actúa
así?
• La actuación del pastor. (v.5-6) Jesús la describe en breves trazos. La
podemos comentar entre todos: ¿cómo busca a la oveja perdida? ¿Qué hace
al encontrarla? ¿Qué siente? ¿Cómo lo celebra al llegar a casa?
• Conclusión de Jesús. (v.7) ¿Te sorprende la alegría de Dios al recuperar al
pecador? ¿Qué sentirían los pecadores que estaban escuchando a Jesús?
¿Qué pueden sentir los fariseos y maestros de la ley? ¿Qué sientes tú ante
la parábola de Jesús? ¿En qué te hace pensar?

Dios busca a los perdidos

Jesús no solo habla de un Dios bueno, cercano y acogedor, siempre dispuesto


a perdonar y a ofrecer a todos una vida más digna y dichosa, sino que él mismo
es una parábola viviente de ese Dios. Movido por su Espíritu, es el primero en
acercarse a pecadores y gentes indeseables, interesarse por su vida y
sentarse con ellos a la mesa. Los evangelios hablan de diversos grupos a los
que Jesús acogía amistosamente. Están en primer lugar los «pecadores»: son
los que no cumplen la ley, rechazan la Alianza y viven lejos de Dios, sin dar
señales de arrepentimiento;los dirigentes religiosos los consideran excluidos
de la salvación. Junto a este conjunto de personas se habla más en concreto
de los «publícanos» o recaudadores de impuestos; su trabajo es considerado
por todos como una actividad propia de ladrones y gente poco honrada, que
viven robando y sin devolver lo robado a sus víctimas; no tienen perdón, son
despreciados por todos. Como veremos más tarde, Jesús acoge también a las
«prostitutas», un grupo de mujeres de pueblo, vendidas a veces como esclavas
por su propia familia, y humilladas por todos. Estas gentes constituyen el
desecho de la sociedad, los «perdidos» y «perdidas» de Israel. Lucas nos dice
que «los publícanos y pecadores se acercaban a Jesús para oírle».
Seguramente muchos de ellos le escuchaban conmovidos. No era esto lo que
oían en los encuentros de las sinagogas ni en las celebraciones del templo. Sin
embargo, ellos necesitaban a este Dios, Padre bueno y acogedor. Si Dios no
los comprende y perdona, como proclama Jesús, ¿a quién van a acudir? Sin
embargo, a los maestros de la ley y a los sectores fariseos no les agrada el
comportamiento de Jesús. Su acogida amistosa a esta gente pecadora les
parece un escándalo intolerable. Lo que más les irrita es que «acoja a
pecadores» y que «coma con ellos». La actuación de Jesús es insólita. Ningún
profeta había hecho algo parecido. ¿Cómo puede un hombre de Dios aceptar
a los pecadores y pecadoras como amigos, sin exigirles previamente algún
signo de arrepentimiento? La actitud de estos maestros de la ley es
diametralmente opuesta. Un hombre piadoso no debe mezclarse con
pecadores. Hay que aislar a los transgresores de la ley. Hay que separarlos
de la comunidad santa de Israel. No son dignos de convivir con quienes son
fieles a Dios. ¿Por qué Jesús parece despreocuparse de los que cumplen la ley
y se dedica tanto a un pequeño grupo de perdidos y perdidas? Jesús les
respondió con una parábola sorprendente. Quería grabar bien en el corazón
de todos algo que llevaba muy dentro: los «perdidos» le pertenecen a Dios. El
los busca apasionadamente y, cuando los recupera, su alegría es incontenible.
Todos tendríamos que alegrarnos con él. También los fariseos y los maestros
de la ley. Jesús comienza esta vez su parábola con una pregunta: imaginaos
que sois un pastor, tenéis cien ovejas y se os pierde una, ¿no dejaríais las
noventa y nueve «en el desierto», para ir a buscarla hasta dar con ella? Los
oyentes dudarían bastante antes de responderle. ¿No es una locura arriesgar
así la suerte de todo el rebaño? ¿Es que la oveja perdida vale más que las
noventa y nueve? Jesús, sin embargo, les habla de un pastor que actúa
precisamente así. Al hacer el recuento acostumbrado del atardecer descubre
que le falta una oveja. El hombre no se entretiene en razonamientos y cálculos
de sentido práctico. Aunque esté perdida, la oveja le pertenece. Es suya. Por
eso no duda en salir a buscarla, aunque tenga que abandonar de momento a las
noventa y nueve. El pastor no para hasta encontrar a su oveja. Su corazón no
le deja descansar. Y, cuando da con ella, le sale desde dentro un gesto lleno
de ternura y de cuidado amoroso. Con alegría grande pone a la oveja, cansada
y tal vez herida, sobres sus hombros, alrededor de su cuello, y se vuelve a su
majada. Al llegar convoca a sus amigos pastores y les invita a compartir su
dicha: «¡Alegraos conmigo, porque he encontrado la oveja que se me había
perdido!». Según Lucas, Jesús concluye su parábola con estas palabras: «Os
aseguro que también en el cielo —es decir, en Dios— habrá más alegría por un
pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no necesitan
convertirse». Dios es así. No solo busca apasionadamente al que está perdido,
sino que celebra jubilosamente el encuentro en el misterio de su corazón. Los
fariseos y maestros de la ley deberían entender aquellas comidas alegres y
festivas que Jesús celebra con los pecadores. Él ha venido de Dios a «buscar
y salvar lo que estaba perdido» (Lucas 19,10). ¿Cómo no entienden que viva
acogiendo a pecadores, recaudadores y prostitutas? ¿Cómo no entienden su
alegría al poder encontrarse con ellos en torno a una mesa? Todo el pueblo
debería sumarse a su alegría, pues nace de la alegría del mismo Dios. La
parábola es breve, pero su mensaje es de gran hondura. ¿De verdad puede
este pastor insensato ser metáfora de Dios? Hay algo que todos los que están
escuchando a Jesús han de reconocer: los humanos son criaturas de Dios, le
pertenecen a él. Y ya se sabe lo que uno hace por no perder algo suyo que
aprecia de verdad. Pero, ¿puede Dios sentir a los «perdidos» como algo tan
suyo y tan querido? Tal vez algunos de los que oían a Jesús recordaron lo que
había dicho el profeta Ezequiel seis siglos antes: en el pueblo de Dios hay
ovejas sin pastor; ovejas «débiles» a las que nadie conforta; ovejas
«enfermas» a las que nadie cura; ovejas «heridas» a las que nadie venda. Hay
también ovejas «descarriadas» a las que nadie se acerca y ovejas «perdidas»
a las que nadie busca. Pues bien, así dice el Señor: «Yo mismo buscaré la oveja
perdida, traeré a la descarriada, curaré a la herida, fortaleceré a la
enferma...» (Ezequiel 34,16). Ahora pueden ver que Jesús, con su actuación y
sus palabras, está encarnando en su vida a ese Dios que busca a los perdidos.
La parábola se convierte así en una llamada a cambiar. Si Dios no rechaza a
los «perdidos», sino que los busca apasionadamente, y si Jesús, lleno del
Espíritu de Dios, los acoge y come con ellos... ¿no tendremos que cambiar
radicalmente algunas de nuestras posturas? ¿Seguiremos discriminando,
condenando y despreciando a los que a nosotros nos parecen «perdidos»? ¿A
quién queremos seguir? ¿A los fariseos y maestros de la ley o a Jesús, nuestro
único Maestro y Señor? La parábola tal vez sugiere algo más. La oveja no hace
nada para volver al redil. Es el pastor quien la busca incansablemente, la carga
sobre sus hombros y la recupera. ¿No está sugiriendo Jesús que el retorno
del pecador no se debe a sus esfuerzos por convertirse, sino a la iniciativa de
Dios, que irrumpe en su vida con su misericordia insondable? ¿Cómo no nos
vamos a alegrar con este Dios de amor infinito y desconcertante? ¿Cómo no
vamos a confiar en este Dios cuando nos veamos perdidos y sin fuerzas para
transformar nuestra vida? ¿Cómo no vamos a imitar a Jesús, abriendo nuestro
corazón y nuestros brazos a quienes nos parecen alejados?

Reflexión personal

• ¿Me veo identificado con la «oveja perdida»? ¿Hay momentos en que me


siento perdido? ¿Qué es lo que más siento? ¿Mi pecado, mi error, mi
debilidad, mi inconstancia, mi impotencia...? En adelante, cuando me vea
perdido, ¿recordaré que Dios me está buscando?
• ¿Me gustaría celebrar el reencuentro con Dios de alguna persona cercana y
querida? ¿Podría acercarme a alguien con el espíritu de Jesús? ¿Puedo ser un
humilde «pastor bueno» para alguien?

Compromiso con el reino de Dios

• ¿Qué actitud se adopta de ordinario entre los cristianos hacia los alejados
de la Iglesia, las parejas que viven en situación irregular, homosexuales —
hombres o mujeres— y otros grupos excluidos de la sociedad...? ¿Tenemos las
actitudes de Jesús o nos parecemos a los fariseos y maestros de la ley?
Señala actitudes positivas o negativas.
• ¿Conocemos en el entorno universitario a personas «alejadas» de la práctica
religiosa y de la moral cristiana que se acercarían a Jesús si alguien les
ayudara a conocer su persona y su mensaje? ¿De qué manera ayudarías para
que estas personas alejadas se acerquen a Jesús?
• ¿Cómo alimentar dentro de nuestro grupo local (CBU) el recuerdo, la
comprensión y el afecto hacia tantas personas a las que solo Dios busca con
amor? ¿Podemos influir el amor de Dios (buscador incansable de las personas
perdidas) en los ambientes donde nos desenvolvemos?

Música: La oveja perdida; Autor: Marcos Vidal y Joel Vidal


Tiempo de oración. ¿Qué quieres agradecerle? ¿Por qué personas perdidas
quieres interceder?
ENCUENTRO 2

JESÚS: EL PASTOR QUE AMA


HASTA DAR LA VIDA

11
»Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas. 12 El
asalariado no es el pastor, y a él no le pertenecen las ovejas. Cuando ve que el
lobo se acerca, abandona las ovejas y huye; entonces el lobo ataca al rebaño
13
y lo dispersa. Y ese hombre huye porque, siendo asalariado, no le importan
las ovejas.
14
»Yo soy el buen pastor; conozco a mis ovejas, y ellas me conocen a mí, 15 así
como el Padre me conoce a mí y yo lo conozco a él, y doy mi vida por las ovejas.
16
Tengo otras ovejas que no son de este redil, y también a ellas debo traerlas.
Así ellas escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño y un solo pastor. 17 Por
eso me ama el Padre: porque entrego mi vida para volver a recibirla. 18 Nadie
me la arrebata, sino que yo la entrego por mi propia voluntad. Tengo autoridad
para entregarla, y tengo también autoridad para volver a recibirla. Este es el
mandamiento que recibí de mi Padre».
19
De nuevo las palabras de Jesús fueron motivo de disensión entre los judíos.
20
Muchos de ellos decían: «Está endemoniado y loco de remate. ¿Para qué
hacerle caso?» 21 Pero otros opinaban: «Estas palabras no son de un
endemoniado. ¿Puede acaso un demonio abrirles los ojos a los ciegos?»

ACERCAMIENTO AL TEXTO

El modelo de pastor (v.11)


¿Cuál es la cualidad primordial del buen pastor? ¿Te parece exagerada esta
cualidad? ¿Estarías dispuesto a entregar tu vida en favor de otros? ¿Por
quienes lo harías?
El asalariado y el lobo (v.12-13)
Leamos despacio la actuación de cada uno, descrita con todo detalle. Del
asalariado ¿Qué pensamos de sus actitudes? ¿Qué le motiva actuar así?
¿Cuál es su reacción cuando ve venir al lobo? Del lobo ¿Que consecuencia
produce el actuar con libertad en la oveja? ¿Que sientes al contemplar la
situación final de las ovejas?

El buen pastor (v. 14-15)


“Yo soy el buen pastor” ¿Que quiere mostrar Jesús con esta declaración?
¿Qué alcance tiene sus palabras?
¿Cuál es la relación entre el buen pastor y las ovejas? ¿Crees que comparten
sus vidas? ¿Con que es comparada la relación pastor – oveja? ¿Que en común
tienen ambas relaciones?
Las otras ovejas (v.16)
¿A quiénes se refiere con las otras ovejas? ¿Cuál son las acciones frente a
ellas? ¿Qué entiendes respecto a un solo rebaño y un solo pastor? ¿Quiénes
son esas otras ovejas hoy?
Amor del Padre y la entrega de Jesús (v.17-18)
¿Por qué es amado por su Padre? ¿De qué forma cumple el mandamiento de su
Padre? ¿Qué reacción o sentimiento te causa al saber que el buen pastor da
su vida voluntariamente? ¿Agradecimiento? ¿Un llamado a entregar la vida?
División entre los dirigentes (v.19-21)
La primeria disensión fue causada por la curación del ciego de nacimiento.
¿Qué causa esta segunda disensión? ¿Cuál son las reacciones de los judíos?
¿nos identificamos con alguna de ellas?

COMENTARIO

VA CON NOSOTROS
El símbolo de Jesús como pastor bueno produce hoy en algunos cristianos
cierto fastidio. No queremos ser tratados como ovejas de un rebaño. No
necesitamos a nadie que gobierne y controle nuestra vida. Queremos ser
respetados. No necesitamos de ningún pastor. No sentían así los primeros
cristianos. La figura de Jesús, buen pastor, se convirtió muy pronto en la
imagen más querida de Jesús. Ya en las catacumbas de Roma se le representa
cargando sobre sus hombros a la oveja perdida. Nadie está pensando en Jesús
como un pastor autoritario, dedicado a vigilar y controlar a sus seguidores,
sino como un pastor bueno que cuida de sus ovejas.
El «pastor bueno» se preocupa de sus ovejas. Es su primer rasgo. No las
abandona nunca. No las olvida. Vive pendiente de ellas. Está siempre atento a
las más débiles o enfermas. No es como el pastor mercenario, que, cuando ve
algún peligro, huye para salvar su vida, abandonando al rebaño: no le importan
las ovejas. Jesús había dejado un recuerdo imborrable. Los relatos
evangélicos lo describen preocupado por los enfermos, los marginados, los
pequeños, los más indefensos y olvidados, los más perdidos. No parece
preocuparse de sí mismo. Siempre se le ve pensando en los demás. Le importan
sobre todo los más desvalidos.
Pero hay algo más. «El pastor bueno da la vida por sus ovejas». Es el segundo
rasgo. Hasta cinco veces repite el evangelio de Juan este lenguaje. El amor
de Jesús a la gente no tiene límites. Ama a los demás más que a sí mismo. Ama
a todos con amor de buen pastor, que no huye ante el peligro, sino que da su
vida por salvar al rebaño.
Por eso, la imagen de Jesús, «pastor bueno», se convirtió muy pronto en un
mensaje de consuelo y confianza para sus seguidores. Los cristianos
aprendieron a dirigirse a Jesús con palabras tomadas del Salmo 22: «El Señor
es mi pastor, nada me falta... aunque camine por cañadas oscuras, nada temo,
porque tú vas conmigo... Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los
días de mi vida». Los cristianos vivimos con frecuencia una relación bastante
pobre con Jesús. Necesitamos conocer una experiencia más viva y entrañable.
No creemos que él cuida de nosotros. Se nos olvida que podemos acudir a él
cuando nos sentimos cansados y sin fuerzas, o perdidos y desorientados.
Una Iglesia formada por cristianos que se relacionan con un Jesús mal
conocido, confesado solo de manera doctrinal, un Jesús lejano cuya voz no se
escucha bien en las comunidades... corre el riesgo de olvidar a su Pastor. Pero,
¿quién cuidará a la Iglesia si no es su Pastor?

EL PASTOR BUENO

La figura del pastor era muy familiar en la tradición de Israel. Moisés, Saúl,
David y otros líderes habían sido pastores. Al pueblo le agradaba imaginar a
Dios como un «pastor» que cuida a su pueblo, lo alimenta y lo defiende. Con el
tiempo, el término «pastor» comenzó a utilizarse para designar también a los
jefes del pueblo. Solo que estos no se parecían siempre a Dios, ni mucho
menos. No sabían cuidar del pueblo y velar por las personas como lo hacía él.
Todos recordaban las duras críticas del profeta Ezequiel a los dirigentes de
su tiempo: «¡Ay de los pastores de Israel, que se apacientan a sí mismos! No
fortalecéis a las ovejas débiles, ni curáis a las enfermas, ni vendáis a las
heridas; no recogéis a las descarriadas, ni buscáis a las perdidas, sino que las
habéis dominado con violencia y dureza». El profeta anunciaba un porvenir
diferente: «Aquí estoy yo, dice el Señor, yo mismo cuidaré de mi rebaño y
velaré por él». Cuando en las primeras comunidades cristianas comenzaron los
conflictos y disensiones, los seguidores de Jesús sintieron la necesidad de
recordar que solo él es Pastor Bueno. Felizmente hubo un escritor que recogió
una bella alegoría para presentarlo como el pastor modelo, capaz de
desenmascarar a todos aquellos que no son como él.
Jesús había actuado solo por amor. Todos recordaban todavía su entrega a
las «ovejas perdidas de Israel»: las más débiles, las más enfermas y heridas,
las más descarriadas. El pastor bueno siempre trata a las ovejas con cuidado
y amor. El pastor que se preocupa de sus propios intereses es un «asalariado».
En realidad «no le importan las ovejas» ni su sufrimiento. Jesús no había
actuado como un jefe dedicado a dirigir, gobernar o controlar. Lo suyo había
sido «dar vida», curar, perdonar. No había hecho sino «entregarse»,
desvivirse, terminar crucificado dando la vida por las ovejas. El que no es
verdadero pastor piensa en sí mismo, «abandona las ovejas», evita los
problemas y «huye». La alegoría del «buen pastor» arroja una luz decisiva:
quien tenga alguna responsabilidad pastoral ha de parecerse a Jesús.

EN LO COTIDIANO
Nuestra vida se decide en lo cotidiano. Por lo general no son los momentos
extraordinarios y excepcionales los que marcan más nuestra existencia. Es
más bien esa vida ordinaria de todos los días, con las mismas tareas y
obligaciones, en contacto con las mismas personas, la que nos va configurando.
En el fondo somos lo que somos en la vida cotidiana. Esa vida no tiene muchas
veces nada de excitante. Está hecha de repetición y rutina. Pero es nuestra
vida. Somos «seres cotidianos». La cotidianidad es un rasgo esencial del ser
humano. Somos, al mismo tiempo, responsables y víctimas de esa vida
aparentemente pequeña de cada día. En esa vida de lo normal y ordinario
podemos crecer como personas y podemos también echarnos a perder. En esa
vida crece nuestra responsabilidad o aumenta nuestra desidia; cuidamos
nuestra dignidad o nos perdemos en la mediocridad; nos inspira y alienta el
amor o actuamos desde la indiferencia; nos dejamos arrastrar por la
superficialidad o arraigamos nuestra vida en lo esencial; se va disolviendo
nuestra fe o se va reafirmando nuestra confianza en Dios.
La vida cotidiana no es algo que hay que soportar para luego vivir no sé qué.
Es en esa vida de cada día donde se decide nuestra calidad humana y cristiana.
Ahí se fortalece la autenticidad de nuestras decisiones; ahí se purifica
nuestro amor a las personas; ahí se configura nuestra manera de pensar y de
creer. El gran teólogo Karl Rahner llega a decir que «para el hombre interior
y espiritual no hay mejor maestro que la vida cotidiana».
Según la teología del cuarto evangelio, los seguidores de Jesús no caminan
por la vida solos y desamparados. Los acompaña y defiende día a día el Buen
Pastor. Ellos son como «ovejas que escuchan su voz y le siguen». Él las conoce
a cada una y les da vida eterna. Es Cristo quien ilumina, orienta y alienta su
vida día a día hasta la vida eterna. En el día a día de la vida cotidiana hemos
de buscar al Resucitado en el amor, no en la letra muerta; en la autenticidad,
no en las apariencias; en la verdad, no en los tópicos; en la creatividad, no en
la pasividad y la inercia; en la luz, no en la oscuridad de las segundas
intenciones; en el silencio interior, no en la agitación superficial.

HACIA UNA MAYOR COMUNICACIÓN

Cuando entre los primeros cristianos comenzaron los conflictos y disensiones


entre grupos y líderes diferentes, alguien sintió la necesidad de recordar que,
en la comunidad de Jesús, solo él es el Pastor bueno. No un pastor más, sino
el auténtico, el verdadero, el modelo a seguir por todos. Esta bella imagen de
Jesús, Pastor bueno, es una llamada a la conversión, dirigida a quienes pueden
reivindicar el título de «pastores» en la comunidad cristiana. El pastor que se
parece a Jesús solo piensa en sus ovejas, no «huye» ante los problemas, no
las «abandona». Al contrario, está junto a ellas, las defiende, se desvive por
ellas, «expone su vida» buscando su bien.
Al mismo tiempo, esta imagen es una llamada a la comunión fraterna entre
todos. El buen pastor «conoce» a sus ovejas y las ovejas le «conocen» a él.
Solo desde esta cercanía estrecha, desde este conocimiento mutuo y desde
esta comunión de corazón, el buen pastor comparte su vida con las ovejas.
Hacia esta comunión y mutuo conocimiento hemos de caminar también hoy en
la Iglesia. En estos momentos no fáciles para la fe necesitamos como nunca
aunar fuerzas, buscar juntos criterios evangélicos y líneas maestras de
actuación, para saber en qué dirección hemos de caminar de manera creativa
hacia el futuro.
Sin embargo, no es esto lo que está sucediendo. Se hacen algunas llamadas
convencionales a vivir en comunión, pero no estamos dando pasos para crear
un clima de escucha mutua y diálogo. Al contrario, crecen las descalificaciones
y disensiones entre obispos y teólogos; entre teólogos de diferentes
tendencias; entre movimientos y comunidades de diverso signo… Pero, tal vez,
lo más triste es ver cómo sigue creciendo el distanciamiento entre la
jerarquía y el pueblo cristiano. Se diría que viven dos mundos diferentes. En
muchos lugares, los «pastores» y las «ovejas» apenas se conocen. A bastantes
obispos no les resulta fácil sintonizar con las necesidades reales de los
creyentes, para ofrecerles la orientación y el aliento que necesitan. A muchos
fieles les resulta difícil sentir afecto e interés hacia unos pastores a los que
ven alejados de sus problemas. Solo creyentes llenos del Espíritu del Buen
Pastor pueden ayudarnos a crear el clima de acercamiento, mutua escucha,
respeto recíproco y diálogo humilde que tanto necesitamos.

LA NECESIDAD DE UN GUÍA
Para los primeros creyentes, Jesús no es solo un pastor, sino el verdadero y
auténtico pastor. El único líder capaz de orientar y dar verdadera vida al ser
humano. Esta fe en Jesús como verdadero pastor y guía adquiere una
actualidad nueva en una sociedad masificada como la nuestra, donde las
personas corren el riesgo de perder su propia identidad y quedar aturdidas
ante tantas voces y reclamos. La publicidad y los medios de comunicación
social imponen al individuo no solo la ropa que ha de vestir, la bebida que ha
de tomar o la canción que ha de escuchar. Se nos imponen también los hábitos,
las costumbres, las ideas, los valores, el estilo de vida y la conducta que hemos
de adoptar. Los resultados son palpables. Son muchas las víctimas de esta
«sociedad-araña». Personas que viven «según la moda». Gentes que ya no
actúan por propia iniciativa. Hombres y mujeres que buscan su pequeña
felicidad, esforzándose por tener aquellos objetos, ideas y conductas que se
les dicta desde fuera.
Expuestos a tantas llamadas y reclamos, corremos el riesgo de no escuchar
ya la voz de la propia interioridad. Es triste ver a las personas esforzándose
por vivir un estilo de vida «impuesto» desde fuera, que simboliza para ellos el
bienestar y la verdadera felicidad. Los cristianos creemos que solo Jesús
puede ser guía definitivo del ser humano. Solo desde él podemos aprender a
vivir. Precisamente, el cristiano es aquel que, desde Jesús, va descubriendo
día a día cuál es la manera más humana de vivir. Seguir a Jesús como buen
pastor es interiorizar las actitudes fundamentales que él vivió, y esforzarnos
por vivirlas hoy desde nuestra propia originalidad, prosiguiendo la tarea de
construir el reino de Dios que él comenzó. Pero, mientras la meditación sea
sustituida por la televisión, el silencio interior por el ruido y el seguimiento a
la propia conciencia por la sumisión ciega a la moda, será difícil que
escuchemos la voz del Buen Pastor, que nos puede ayudar a vivir en medio de
esta «sociedad de consumo» que consume a sus consumidores.

Reflexión personal
 ¿Cómo es tu relación con el pastor de tu iglesia? ¿sientes que sigue el
modelo del buen pastor? ¿sientes que sigue el modelo del asalariado?

 ¿Sientes que Dios te está llamado a un trabajo pastoral especifico?


¿Cómo responderás a este llamado? ¿Sientes que hay la necesidad de
ir por “otras ovejas”? compartamos en grupo.
Compromiso con el reino de Dios

 Jesús no había actuado como un jefe dedicado a dirigir, gobernar o


controlar. Lo suyo había sido «dar vida», curar, perdonar. No había
hecho sino «entregarse», desvivirse, terminar crucificado dando la
vida por las ovejas. El que no es verdadero pastor piensa en sí mismo,
«abandona las ovejas», evita los problemas y «huye». ¿De qué forma
este encuentro con la palabra está aportando en mi manera de
entender la pastoral? ¿qué cambios puedo gestionar en mi iglesia local,
en la CBU, en AGEUP?

 En muchos lugares, los «pastores» y las «ovejas» apenas se conocen. A


bastantes pastores (lideres, obreros, misioneros…) no les resulta fácil
sintonizar con las necesidades reales de los creyentes, para ofrecerles
la orientación y el aliento que necesitan. A muchos fieles les resulta
difícil sentir afecto e interés hacia unos pastores a los que ven
alejados de sus problemas. ¿Qué pasos podemos realizar para que
dentro los espacios que nos desenvolvemos podamos ayudar a que haya
una mejor sintonización entra las necesidades de los creyentes y una
mejer atención pastoral?

 ¿Es posible realizar una acción pastoral a personas que no participan


en una específica iglesia local o comunidad cristina? ¿porque si o porque
no? ¿que debe caracterizar a esta pastoral misionera?

 ¿la pastoral solo puede ser realizada por el “pastor” de la iglesia? ¿Es
posible la pastoral entre miembros de la iglesia? ¿Qué cualidades
deben tener los creyentes para realizar una pastoral mutua?
ENCUENTRO 3

¿ME AMAS?
1
Después de esto Jesús se apareció de nuevo a sus discípulos, junto al lago de
Tiberíades.[a] Sucedió de esta manera: 2 Estaban juntos Simón Pedro, Tomás
(al que apodaban el Gemelo[b]), Natanael, el de Caná de Galilea, los hijos de
Zebedeo, y otros dos discípulos.
3
―Me voy a pescar —dijo Simón Pedro.
―Nos vamos contigo —contestaron ellos.
Salieron, pues, de allí y se embarcaron, pero esa noche no pescaron nada.
4
Al despuntar el alba Jesús se hizo presente en la orilla, pero los discípulos
no se dieron cuenta de que era él.
5
―Muchachos, ¿no tienen algo de comer? —les preguntó Jesús.
―No —respondieron ellos.
6
―Tiren la red a la derecha de la barca, y pescarán algo.
Así lo hicieron, y era tal la cantidad de pescados que ya no podían sacar la
red.
7
―¡Es el Señor! —dijo a Pedro el discípulo a quien Jesús amaba.
Tan pronto como Simón Pedro le oyó decir: «Es el Señor», se puso la ropa,
pues estaba semidesnudo, y se tiró al agua. 8 Los otros discípulos lo siguieron
en la barca, arrastrando la red llena de pescados, pues estaban a escasos cien
metros[c] de la orilla. 9 Al desembarcar, vieron unas brasas con un pescado
encima, y un pan.
10
―Traigan algunos de los pescados que acaban de sacar —les dijo Jesús.
11
Simón Pedro subió a bordo y arrastró hasta la orilla la red, la cual estaba
llena de pescados de buen tamaño. Eran ciento cincuenta y tres, pero a pesar
de ser tantos la red no se rompió.
12
―Vengan a desayunar —les dijo Jesús.
Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: «¿Quién eres tú?», porque
sabían que era el Señor. 13 Jesús se acercó, tomó el pan y se lo dio a ellos, e
hizo lo mismo con el pescado. 14 Esta fue la tercera vez que Jesús se apareció
a sus discípulos después de haber resucitado.
15
Cuando terminaron de desayunar, Jesús le preguntó a Simón Pedro:
―Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?
―Sí, Señor, tú sabes que te quiero —contestó Pedro.
―Apacienta mis corderos —le dijo Jesús.
16
Y volvió a preguntarle:
―Simón, hijo de Juan, ¿me amas?
―Sí, Señor, tú sabes que te quiero.
―Cuida de mis ovejas.
17
Por tercera vez Jesús le preguntó:
―Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?
A Pedro le dolió que por tercera vez Jesús le hubiera preguntado: «¿Me
quieres?» Así que le dijo:
―Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero.
―Apacienta mis ovejas —le dijo Jesús—. 18 De veras te aseguro que cuando
eras más joven te vestías tú mismo e ibas adonde querías; pero, cuando seas
viejo, extenderás las manos y otro te vestirá y te llevará adonde no quieras
ir. 19 Esto dijo Jesús para dar a entender la clase de muerte con que Pedro
glorificaría a Dios. Después de eso añadió:
― ¡Sígueme!

ACERCAMIENTO AL TEXTO
Introducción: acontecimiento y lugar (v.1)

¿Cuándo sucede esta escena? ¿en qué lugar sucede? ¿qué importancia tienen
estos datos?

En la noche: la pesca infructuosa (v.2-3)

¿Quién toma la iniciativa para salir a pescar? ¿Porque lo hace? ¿Cómo lo hace?
¿Quiénes más participan? ¿Qué resultados tuvieron? ¿cómo se sentían?

En la mañana: presencia de Jesús y pesca abundante (v.4-6)

¿Crees que fue puntual la aparición de Jesús? ¿Lo reconocen en primera


instancia sus discípulos? ¿Qué les pregunto y ordeno Jesús? ¿Qué resultados
tuvieron? ¿Reconocieron a Jesús?

Reconocimiento de Jesús, encuentro y comida (v.7-14)

¿Quién reconoce al Maestro? ¿Cómo reaccionan los discípulos frente a la


aparición de su Señor? ¿podemos describirla con detalles? ¿Qué es lo que
observan los discípulos al llegar a la orilla? ¿no te sorprende la actitud de
Jesús? ¿Qué piensas de que Jesús haya preparado y compartido la comida
con sus discípulos? ¿Cómo se sentían los discípulos? ¿te puede imaginarte esta
escena junto al maestro? ¿Qué sentirías?

¿Me amas? (v.15-17)

¿Por qué razón Jesús se dirige a Pedro y no a los demás discípulos? ¿Qué
notas de diferentes en las tres preguntas? ¿Notas algo de diferente en las
respuestas de Pedro? ¿que comienza a sentir? ¿Qué tiene que ver el amor con
el cuidado de las ovejas? Jesús no le pregunta: ¿te sientes con fuerza?
¿Conoces bien mi doctrina? ¿te ves capacitado para gobernar a los míos? Sino
le pregunta ¿me amas? ¿por qué?

El costo del seguir a Jesús (18-19)

¿Qué le quiere mostrar Jesús con estas palabras a Pedro? ¿hasta qué punto
uno debe ser imitador de su Señor? ¿Que implica seguir a Jesús?

COMENTARIO

SIN JESÚS NO ES POSIBLE

El encuentro de Jesús resucitado con sus discípulos junto al lago de Galilea


está descrito con clara intención catequética. En el relato subyace el
simbolismo central de la pesca en medio de mar. Su mensaje no puede ser más
actual para los cristianos: solo la presencia de Jesús resucitado puede dar
eficacia al trabajo evangelizador de sus discípulos. El relato nos describe, en
primer lugar, el trabajo que los discípulos llevan a cabo en la oscuridad de la
noche. Todo comienza con una decisión de Simón Pedro: «Me voy a pescar».
Los demás discípulos se adhieren a él: «También nosotros nos vamos contigo».
Están de nuevo juntos, pero falta Jesús. Salen a pescar, pero no se embarcan
escuchando su llamada, sino siguiendo la iniciativa de Simón Pedro.
El narrador deja claro que este trabajo se realiza de noche y que resulta
infructuoso: «Aquella noche no cogieron nada». La «noche» significa en el
lenguaje del evangelista la ausencia de Jesús, que es la Luz. Sin la presencia
de Jesús resucitado, sin su aliento y su palabra orientadora, no hay
evangelización fecunda. Con la llegada del amanecer se hace presente Jesús.
Desde la orilla se comunica con los suyos por medio de su Palabra. Los
discípulos no saben que es Jesús. Solo lo reconocerán cuando, siguiendo
dócilmente sus indicaciones, logren una captura sorprendente. Aquello solo se
puede deber a Jesús, el Profeta que un día los llamó a ser «pescadores de
hombres». La situación de no pocas parroquias y comunidades cristianas es
crítica. Las fuerzas disminuyen. Los cristianos más comprometidos se
multiplican para abarcar toda clase de tareas: siempre los mismos y los
mismos para todo. ¿Hemos de seguir intensificando nuestros esfuerzos y
buscando el rendimiento a cualquier precio o hemos de detenernos a cuidar
mejor la presencia viva del Resucitado en nuestro trabajo? Para difundir la
Buena Noticia de Jesús y colaborar eficazmente en su proyecto, lo más
importante no es «hacer muchas cosas», sino cuidar mejor la calidad humana
y evangélica de lo que hacemos. Lo decisivo no es el activismo, sino el
testimonio de vida que podamos irradiar los cristianos. No podemos quedarnos
en la «epidermis de la fe». Son momentos de cuidar, antes que nada, lo
esencial. Llenamos nuestras comunidades de palabras, textos y escritos, pero
lo decisivo es que entre nosotros se escuche a Jesús. Hacemos muchas
reuniones, pero la más importante es la que nos congrega cada domingo para
celebrar la cena del Señor. Solo en él se alimenta nuestra fuerza
evangelizadora.

¿ME AMAS?

Esta pregunta que el Resucitado dirige a Pedro nos recuerda a todos los que
nos decimos creyentes que la vitalidad de la fe no es un asunto de comprensión
intelectual, sino de amor a Jesucristo. Es el amor lo que permite a Pedro
entrar en una relación viva con Cristo resucitado y lo que nos puede introducir
también a nosotros en el misterio cristiano. El que no ama apenas puede
«entender» algo acerca de la fe cristiana. No hemos de olvidar que el amor
brota en nosotros cuando comenzamos a abrirnos a otra persona en una
actitud de confianza y entrega que va siempre más allá de razones, pruebas
y demostraciones. De alguna manera, amar es siempre «aventurarse» en el
otro. Así sucede también en la fe cristiana. Yo tengo razones que me invitan
a creer en Jesucristo. Pero, si le amo, no es en último término por los datos
que me facilitan los investigadores ni por las explicaciones que me ofrecen
los teólogos, sino porque él despierta en mí una confianza radical en su
persona. Pero hay algo más. Cuando queremos realmente a una persona
concreta, pensamos en ella, la buscamos, la escuchamos, nos sentimos cerca.
De alguna manera, toda nuestra vida queda tocada y transformada por ella,
por su vida y su misterio.
La fe cristiana es «una experiencia de amor». Por eso, creer en Jesucristo es
mucho más que «aceptar verdades» acerca de él. Creemos realmente cuando
experimentamos que él se va convirtiendo en el centro de nuestro pensar,
nuestro querer y todo nuestro vivir. Un teólogo tan poco sospechoso de
frivolidades como Karl Rahner no duda en afirmar que solo podemos creer en
Jesucristo «en el supuesto de que queramos amarle y tengamos valor para
abrazarle». Este amor a Jesús no reprime ni destruye nuestro amor a las
personas. Al contrario, es justamente el que puede darle su verdadera
hondura, liberándolo de la mediocridad y la mentira. Cuando se vive en
comunión con Cristo es más fácil descubrir que eso que llamamos «amor» no
es muchas veces sino el «egoísmo sensato y calculador» de quien sabe
comportarse hábilmente, sin arriesgarse nunca a amar con generosidad total.
La experiencia del amor a Cristo puede darnos fuerzas para amar incluso sin
esperar siempre alguna ganancia o para renunciar –al menos alguna vez– a
pequeñas ventajas para servir mejor a quien nos necesita. Tal vez algo
realmente nuevo se produciría en nuestras vidas si fuéramos capaces de
escuchar con sinceridad la pregunta del Resucitado: «Tú, ¿me amas?».

CUALQUIERA NO SIRVE

Después de comer con los suyos a la orilla del lago, Jesús inicia una
conversación con Pedro. El diálogo ha sido trabajado cuidadosamente, pues
tiene como objetivo recordar algo de gran importancia para la comunidad
cristiana: entre los seguidores de Jesús, solo está capacitado para ser guía y
pastor quien se distingue por su amor a él. No ha habido ocasión en que Pedro
no haya manifestado su adhesión absoluta a Jesús por encima de los demás.
Sin embargo, en el momento de la verdad es el primero en negarlo. ¿Qué hay
de verdad en su adhesión? ¿Puede ser guía y pastor de los seguidores de
Jesús? Antes de confiarle su «rebaño», Jesús le hace la pregunta
fundamental: «¿Me amas más que estos?». No le pregunta: «¿Te sientes con
fuerzas? ¿Conoces bien mi doctrina? ¿Te ves capacitado para gobernar a los
míos?». No. Es el amor a Jesús lo que capacita para animar, orientar y
alimentar a sus seguidores, como lo hacía él. Pedro le responde con humildad
y sin compararse con nadie: «Tú sabes que te quiero». Pero Jesús le repite
dos veces más su pregunta, de manera cada vez más incisiva: «¿Me amas? ¿Me
quieres de verdad?». La inseguridad de Pedro va creciendo. Cada vez se
atreve menos a proclamar su adhesión. Al final se llena de tristeza. Ya no sabe
qué responder: «Tú lo sabes todo».
A medida que Pedro va tomando conciencia de la importancia del amor, Jesús
le va confiando su rebaño para que cuide, alimente y comunique vida a sus
seguidores, empezando por los más pequeños y necesitados: los «corderos».
Con frecuencia se relaciona a jerarcas y pastores solo con la capacidad de
gobernar con autoridad o de predicar con garantía la verdad. Sin embargo,
hay adhesiones a Cristo, firmes, seguras y absolutas, que, vacías de amor, no
capacitan para cuidar y guiar a los seguidores de Jesús.
Pocos factores son más decisivos para la conversión de la Iglesia que la
conversión de los jerarcas, obispos, sacerdotes y dirigentes religiosos al amor
a Jesús. Somos nosotros los primeros que hemos de escuchar su pregunta:
«Me amas más que estos? ¿Amas a mis corderos y a mis ovejas?».

Reflexión personal
 ¿tienes tú la iniciativa para empezar esta labor? ¿O esperas que otros
lo hagan primero para seguirlos? ¿estas reconociendo a Cristo en
medio de tu labor pastoral?
 Cuando oigo la pregunta que Jesús que le hizo a Pedro, ¿Qué siento?
¿en que pienso? ¿Amo en verdad a Jesús?
 Mi amor a Dios, ¿me lleva a tratar mejor a los demás? ¿A cuidar sus
vidas? ¿la experiencia de amar a Jesús puede darnos fuerza para amar
incluso sin esperar siempre alguna ganancia o para renunciar a pequeñas
ventajas para servir mejor a quien nos necesite?
Compromiso con el reino de Dios

 ¿tenemos el riesgo de dar más importancia a la capacidad de gobernar


con autoridad, de predicar la verdad, de utilizar herramientas de
coaching personal que al amor a Jesús? ¿Cuando?

 ¿Qué debemos cuidar más en el trato hacia los estudiantes? ¿respeto,


dialogo, sinceridad, amistad, ayuda generosa, cercanía, solidaridad…?
¿De qué manera podemos cambiar las malas prácticas por falta de amor
en medio del trabajo pastoral?

 Muchas veces los miembros de nuestros grupos nos interesan en tanto


podamos contar con ellos para el cumplimiento de las tareas, los planes
de trabajo, la participación en espacios de formación, las actividades
económicas, pero olvidamos preguntarnos: ¿Quiénes faltan? ¿Se
vislumbra sangre nueva que continúe el trabajo? ¿qué de los que ya no
viene al grupo? ¿Hemos averiguado por qué? ¿Los hemos visitado?
¿Hemos orado interesadamente por sus vidas?
Filipenses 2 :19-30
La infraestructura afectiva del ministerio
cristiano

Asamblea Mundial IFES 2015 – julio 29 (closing evening)

Samuel Escobar (Profesor Facultad Protestante de Teología, Madrid, España)

Una de las más gratas experiencias de un evento como éste es que


disfrutamos del reencuentro con amigos, compañeros de ministerio, gente a
la que conocimos en el pasado y por las cuales mantenemos un afecto especial.
Por eso menudean los abrazos y besos y las exclamaciones. Eso nos hace
mucho bien, nos ayuda a crecer en el camino del discipulado y el servicio. En
el primer whatsup que envié a mis hijos desde Oaxtepec les contaba cuanto
bien me hacía encontrarme con gente querida.

Esto trae a mi memoria una frase que escuché a un pastor amigo hace muchos
años “El ministerio cristiano se tiene que llevar a cabo con cariño”. Yo era
joven entonces, y a lo largo de los años he comprobado la tremenda verdad
encerrada en esta frase. Los mejores obreros y obreras cristianos que he
conocido, igual que los mejores pastores que he conocido son gente que quiere
a su iglesia. En las iglesias vivientes en las cuales he participado o que he
podido observar en diferentes países, la gente quiere a los pastores o
pastoras. Una dimensión importante del ministerio cristiano y de la misión de
la Iglesia es esta dimensión afectiva cuya importancia se suele pasar por alto.
Me parece importante hacer memoria. Por supuesto que el ministerio demanda
arraigo en la Palabra, conocimiento teológico, consagración a Dios, disciplina
personal, dedicación verdadera; pero también demanda cariño.

Un pasaje que podría pasar inadvertido en el texto de la Epístola a los


Filipenses, nos muestra esta dimensión en la práctica paulina del ministerio.
En Filipenses 2:25-30 nos encontramos con la referencia de Pablo a uno de
sus acompañantes en la prisión, al cual se refiere como “hermano Epafrodito,
mi compañero de trabajo y de armas" (v.25 DHH). El pasaje nos ofrece una
ventana hacia la intimidad del apóstol, la calidad de relaciones que cultivaba,
y su esfuerzo intencional por fortalecer esas relaciones; eso que yo llamo "la
infraestructura afectiva del ministerio.” El texto de esta carta permite ver
que Pablo está anciano y en prisión, y la iglesia de Filipos, como muestra del
afecto que le tiene, le manda a Epafrodito como portador de ayuda económica,
y aún más como un mensajero para que lo acompañe y anime.

Era mutuo el cariño entre el misionero y la iglesia que había fundado,


ya que Pablo tiene un cierto tono nostálgico cuando les escribe: “Dios sabe
cuánto deseo veros a todos por el entrañable amor de Jesucristo" (1:8).
Cuando se fundó aquella iglesia, Lidia, la primera convertida en Filipos, abrió
su hogar a los misioneros. Desde entonces esta iglesia había practicado una
mayordomía económica generosa para ayudar a Pablo (Hch 16: 15 y Fil. 4:1520;
2 Cor 8: 1-5). Los filipenses le enviaron, una ofrenda de la cual Epafrodito
había sido portador. Pero además el apóstol agrega en referencia a
Epafrodito “a quien vosotros mismos me mandasteis para atender a mis
necesidades.” (Fil. 1:25). El mensajero era portador de una ofrenda (4: 18)
pero también tenía como misión acompañar a Pablo en las necesidades de su
vida de prisionero. Para describir este envío podríamos usar el término una
mayordomía del afecto, la cual es igualmente importante en la dinámica de
relaciones del ministerio cristiano. Así pues, todo un viaje de una persona
desde Filipos a Roma, donde estaba Pablo prisionero, ¡para expresar al apóstol
el afecto y cuidado de sus hermanos y hermanas filipenses!

Cumpliendo este servicio a Pablo, Epafrodito "puso en peligro su vida y estuvo


cerca de la muerte" (v.30). Varios comentaristas coinciden en que el peligro
de muerte era resultado de una enfermedad que Epafrodito sufrió
precisamente mientras servía al apóstol. Aunque no sabemos qué clase de
enfermedad era, si entendemos que era mortal. La noticia de esto llegó a
Filipos y la iglesia se sintió conmovida por ella. Acá tenemos dos viajes más.
El de quien llevó la noticia a los filipenses y el de quien trajo de regreso a
Pablo la noticia de que éstos estaban conmovidos y preocupados por su
mensajero Epafrodito. De manera que Pablo envía de regreso al mensajero,
esta vez para confortar a los filipenses. Son cinco viajes a los cuales se hace
referencia en estas pocas líneas, viajes largos y difíciles motivados por el
afecto mutuo. Es así como la nostalgia y la compasión pasan a ser un capital
misionero importante. Gestos como la generosidad de los filipenses y la
dedicación de Epafrodito fueron elementos que hicieron posible la misión de
Pablo. El apóstol correspondía con un afecto que se expresa repetidas veces
en esta epístola y que sirve de base a la comunicación de su enseñanza. La
misma actitud se encuentra en otros pasajes de los escritos paulinos, como
por ejemplo en 1 Tes. 2:8, donde escribe: “os tenemos tanto cariño que
hubiéramos deseado daros, no sólo el Evangelio de Dios, sino hasta nuestras
propias vidas. ¡Tanto hemos llegado a quereros!” El portador del mensaje de
Cristo no es apenas un frío trasmisor de contenidos intelectuales. Es alguien
que de veras llega a querer a aquellos a quienes evangeliza y enseña. Es notable
observar este “encariñamiento” cuando se trata de misioneros que van de una
cultura a otra y a través de una inculturación, un meterse en el mundo del
otro, desarrollan también un afecto especial que trasciende las diferencias
culturales.

En esa forma de querer hay un modelo cristológico, porque fue el estilo que
el propio Jesús encarnó durante su ministerio en la tierra. Me conmueve leer
en el Evangelio de Juan esta afirmación: “Estaba cerca la fiesta de la Pascua.
Jesús sabía que le había llegado la hora de abandonar este mundo para volver
al Padre. Y habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta
el fin.” (Jn 13:1). A un latinoamericano le encanta esta dimensión de la obra
de Cristo porque el sentimiento del afecto es central en nuestra cultura. Es
un aspecto del estilo misionero de Cristo que el evangelista Juan destaca y
que mi cultura me permite apreciar mejor.

Yo agradezco a las misioneras británicas que me enseñaron el Evangelio de


Jesucristo. Pero cuando llegué a la universidad descubrí nuevos aspectos de
la misión de Cristo: su crítica a la injusticia y a una religiosidad vacía de
sentido social, su llamado a un estilo de vida como servicio. Hoy que la iglesia
cristiana es una realidad global nueva, en Asia, África y América Latina vamos
descubriendo dimensiones de la obra de Cristo que se olvidaron en Europa y
Norteamérica. Por eso tenemos cuatro Evangelios, con cuatro perspectivas
complementarias y enriquecedoras. El trabajo de contextualizar la Palabra es
muy importante para una comunidad como la nuestra: multicultural y
multilingüística. En nuestra obra estudiantil de IFES se formaron personas
como Vinoth Ramachandra en Sri Lanka, Kwame Bediako en Ghana y René
Padilla en Ecuador y Argentina que nos han descubierto nuevas dimensiones
de la persona de Jesucristo

Pablo demuestra desprendimiento y consideración en su estilo misionero.


Para que los filipenses no siguiesen angustiados por la situación de Epafrodito,
y para quitarse de encima un peso de preocupación pastoral por ellos, Pablo
les envía de nuevo al mensajero del amor (vs.28-29). Su carta insiste en que
él mismo está enviando a Epafrodito, no es que éste haya dejado su servicio
en forma irresponsable. Quizás el propio Epafrodito fue el portador de la
carta y Pablo exhorta: "Recíbanlo con toda alegría, como hermano en el Señor
y estimen siempre a los que son como él" (v.29).

¿No estaremos exagerando, con criterio sentimentalista, al insistir en esto


de una base afectiva? La idea de esta calidad de relación en Filipenses
conecta con una referencia a la nueva actitud que debe caracterizar a los
creyentes y que es fruto de la relación con Jesucristo. A ello alude la
exhortación de 2:5 que la versión Reina Valera traduce "Haya pues en
vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús." La versión Dios Habla
Hoy dice "pensad entre vosotros de la misma manera que Cristo Jesús.” ¿Se
trata de "sentir" (afecto) o de "pensar" (intelecto, razón)? Nos dicen los
especialistas que la palabra griega fronein, que Pablo usa en esta epístola más
que en cualquier otra, comprende ambas ideas. Las versiones mencionadas la
traducen también en formas diferentes en 1:7 donde el apóstol se refiere a
su propio sentir o pensar hacia los filipenses. Dice un comentarista que esta
palabra indica: "una combinación de actividad intelectual y afectiva que afecta
la cabeza y el corazón y que conduce a un curso de acción positiva."1 La Nueva
Versión Internacional ha optado por un término más integral: actitud.

Se trata de una actitud, un sentir que sin embargo lleva a actuar. Y lo que
destaca en el pasaje que hemos considerado son las acciones intencionales con
las cuales se cultiva ese afecto mutuo. Pablo espera que esta actitud sea la
que caracteriza las relaciones de los creyentes de Filipos entre sí. Les ofrece
como paradigma, como modelo, a Cristo, pero también les da muestras
prácticas de su propia preocupación y cariño por los filipenses y por
Epafrodito. Es un estilo de ministerio realizado por un hombre que en
determinados momentos podía parecer rudo o duro en su enseñanza y en su
sentido de disciplina, pero que evidentemente hacía las cosas con cariño.
Pidamos al Señor y hagamos de nuestra parte para que en nuestro ministerio
de este siglo veintiuno, no se pierda esta dimensión: que su Espíritu haga
brotar en nosotros, obreros y estudiantes, este sentir y este pensar. La vida
en comunidad de nuestros movimientos y nuestras iglesias debe ser cultivada
por grandes y pequeñas acciones intencionales.

La experiencia de las iglesias evangélicas en situaciones de minoría o de


persecución, ofrece muchos ejemplos de la experiencia de este tipo de afecto
fraternal y apoyo mutuo en un ambiente hostil, que llega a ser para ciertas
personas un atractivo poderoso a considerar el Evangelio. Eso lo he observado
en los movimientos estudiantiles por todo el mundo. Es verdad que hay que
reconocer que este afecto mutuo podría en determinado momento
convertirse en una actitud exclusivista que hace de nuestro grupo estudiantil
o nuestra iglesia un círculo cerrado. La pequeña comunidad estrechamente
unida se transforma en un baluarte donde no hay lugar para el recién llegado,
para el buscador sincero, para el que es diferente a nosotros.

El afecto modelado por el ejemplo de Jesús tiene que alcanzar también a los
que aún están fuera, y traducirse en una actitud de bienvenida y de apertura
que de ninguna manera contradice el espíritu de comunidad unida
afectivamente. En el caso de las iglesias numerosas hay el peligro de llegar a
un cierto grado de impersonalidad donde el afecto no cuenta. Ese es otro
peligro. En esta Asamblea hemos visto el valor de los grupos pequeños para la
reflexión y la aplicación de la enseñanza. Nuestros movimientos estudiantiles
han recuperado esta práctica. Cuando estudiamos la historia de la iglesia
comprobamos que en tiempos de renovación se ha dado una complementación
creativa entre la multitud y la pequeña comunidad. Hoy en día los grupos
hogareños, los llamados oikos o células pueden ser el nivel de vida de la iglesia
en el cual se experimenta el cariño mutuo. En todo caso el modelo de Pablo y
los filipenses apunta a una dimensión de vida y misión de la cual no debemos
olvidarnos: la infraestructura afectiva del ministerio. Pidamos al Señor que
al regresar de esta Asamblea nuestra práctica de servicio y ministerio tenga
también esta marca la infraestructura afectiva del ministerio.

1
Ralph R. Martin, Phillipians TNCBC, Marshall Morgan and Scott, 1976; p.
66.
José Antonio Pagola

Ternura

El misterio de Dios supera infinitamente lo que la mente humana puede captar.


Pero Dios ha creado nuestro corazón con un deseo infinito de buscarle de tal
manera que no encontrará descanso más que en él. Nuestro corazón con su
deseo insaciable de amar y ser amado nos abre un resquicio para intuir el
misterio inefable de Dios.

En las páginas del delicioso relato de El Principito escrito por Antoine


SaintExupéry se hace esta admirable afirmación: «Sólo con el corazón se
puede ver bien; lo esencial es invisible a los ojos».

Es una forma bella de exponer la intuición de los teólogos medievales que ya


entonces decían en sus escritos: «Ubi amor, ibi est oculus»: «donde reina el
amor, allí hay ojos que saben ver». San Agustín lo había dicho también de un
modo más directo: «Si ves el amor, ves la Trinidad».

Cuando el cristianismo habla de la Trinidad quiere decir que Dios, en su


misterio más íntimo, es amor compartido. Dios no es una idea oscura y
abstracta; no es una energía oculta, una fuerza peligrosa; no es un ser
solitario y sin rostro, apagado e indiferente; no es una sustancia fría e
impenetrable. Dios es Ternura desbordante de amor.

Ese Dios trinitario es fuente y cumbre de toda ternura. La ternura inscrita


en el ser humano tiene su origen y su meta en la Ternura que constituye el
misterio de Dios. Por eso, la ternura no es un sentimiento más; es signo de
madurez y vitalidad interior; brota en un corazón libre, capaz de ofrecer y
de recibir amor, un corazón «parecido» al de Dios.

La ternura es sin duda la huella más clara de Dios en la creación; lo mejor que
ha desarrollado la historia humana; lo que mide el grado de humanidad y
comprensión de una persona. Esta ternura se opone a dos actitudes muy
difundidas en nuestra cultura: la «dureza de corazón» entendida como
barrera, como muro, como apatía e indiferencia ante el otro; el «repliegue
sobre uno mismo», el egocentrismo, la soberbia, la ausencia de solicitud y
cuidado del otro.
El mundo se encuentra ante una grave alternativa entre una cultura de la
ternura y, por tanto, del amor y de la vida, o una cultura del egoísmo, y por
tanto, de la indiferencia, la violencia y la muerte. Quienes creen en la Trinidad
saben qué han de promover.

LA FIESTA DE DIOS

¿Cómo se comunicaba Jesús con Dios?, ¿qué sentimientos despertaba en su


corazón?, ¿cómo le experimentaba día a día? Una cuidadosa investigación lleva
a una doble conclusión: Jesús le sentía a Dios como Padre, y lo vivía todo
impulsado por su Espíritu.

Jesús se sentía «hijo querido» de Dios. Siempre que se comunica con él, lo
llama Padre. No le sale otra palabra. Para él, Dios no es el «Santo» del que
hablan todos, sino el «Compasivo». No habita en el Templo acogiendo sólo a
los de corazón limpio y manos inocentes. Jesús lo ve llenando la creación
entera, sin excluir a nadie de su amor compasivo. Cada mañana disfruta porque
Dios hace salir su sol sobre buenos y malos.

Ese Padre tiene un gran proyecto en su corazón: hacer de la tierra una casa
habitable. Jesús no duda. Dios no descansará hasta ver a sus hijos e hijas
disfrutando juntos de una fiesta final. Nadie lo podrá impedir: ni la crueldad
de la muerte ni la injusticia de los hombres. Como nadie puede impedir que
llegue la primavera y lo llene todo de vida.

Jesús vive lleno de Dios, y movido por su Espíritu, sólo se dedica a una cosa:
hacer un mundo más humano para todos. Todos han de conocer la Buena
Noticia, sobre todo los que menos se lo esperan: los pecadores y los
despreciados. Dios no da a nadie por perdido. A todos busca, a todos llama.
No vive controlando a sus hijos, sino abriendo a cada uno caminos hacia una
vida más humana. Quien escucha hasta el fondo su propio corazón, le está
escuchando a él.

Ese Espíritu le empuja a Jesús hacia los que más sufren. Es normal, pues ve
grabados en el corazón de Dios los nombres de los más solos y desgraciados.
Los que para nosotros no son nadie, ésos son precisamente los predilectos de
Dios. Jesús sabía que a ese Dios no le entienden los grandes sino los pequeños.
Su amor lo descubren quienes le buscan porque no tienen a nadie que enjugue
sus lágrimas.
La mejor manera de creer en el Dios trinitario no es tratar de entender las
explicaciones de los teólogos, sino seguir los pasos de Jesús que vivió como
Hijo querido de un Dios Padre y que, movido por su Espíritu, se dedicó a hacer
un mundo más amable para todos. Es bueno recordarlo hoy que celebramos la
fiesta de Dios.
POA 2018

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