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ROBERTO CARRI

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SINDICATOS
Y PODER EN_ LA
ARGENTINA
PRÓLOGO DE

RODOLfO ORTEGA PEÑA

y
EDUARDO LUIS DUHALDE

BIBLIOTECA
NORBERTO ROORIGUEZ BUSTAMMJTE
FACULTAD DI; CI~NCIAS SO:~:IALES
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MENDOZA
VALLESE
MUSSY
RETAMAR
MÉNDEZ
GARCfA
UN GRAN SILENCIO QUE PRONTO SERÁ SONIDO

@ 1967, by Ediciones Sudestada

Hecho el depósito que fija la ley 11.723
Buenos Aires - Argentina
 PROLOGO

La aparición de SINDICATOS y PODER EN LA ARGENTINA :.,

de Roberto Carri, resulta un hecho político singular.Nó,'\
sólo por.el te1na de esta obra -escasamente anal'Ízado.';~;-~",
por nuestros ensayistas_ sino por el significado que .ád-." ,
quiere al tratarse su autor de un joven sociólogo nacional;
que con ella reafirma su compromiso con las masas a
través de sus análisis de la realidad argentina.
~~
" "',.i'1..

~~'¥
' Hace unos aiios, hubiera sido difícit imaginar que un
universitario, asumiendo su condición de tal, pusiera sus .
cOlwcimientos al servicio de la clase trabajadora arge1iti~

~
na. A partir de 1945, con la irrupción de las masas como
protagonistas activas de nuestra historia, a la vez que con
la obra desarrollada por los pensadores nacionales, se
. sientan las bases para ese entronque de los intelectuales
con et pueblo. '

•:
Tras el camino de los precursores -Scalabrini Ortiz,
Jauretche, Hernández Arregui, Ramos y otros pocos-
hoy, una joven generación universitaria a la que perte-
nece Roberto Carri, 1'echaza falsos cientificismos y decreta
. ,el fin de la "era de los doctores".
. El momento no resulta fácil. Ni mucho menos se trata
de una simple "postura académica", ya que la Argentina
" soporta el mayor embate de la política neo-colonial ten-
diente a destruir las últimas resistencias defensistas sobre-
:•
vivientes del Estado Nacional derrotado en 1955, a la par
que se produce el entierro de la caduca política liberal-

9
•
~,.
 . 'ocomite1'i~,insuficiente para asegurar ~a estrtwtura del va-
sallaje.
Lo cuestionado en la obra; e~ pape~ jUgado por los sin-
dicatos desde aqueUa fecha hasta e~presente y los interro-
gantes que se p~antean a su futuro político, pueden resu-
mirse en un punto único: ¿ cl¿á~ha sido Y es ~a relación
de~ sindica~ismo aq'gentino con et poder político? ¿ podrán
sobrevivir a ~a crisis? ¿ Se transformarán dentro de ella?
E~ ~ector encontrará en este ~úcido y só~ido a1UÍ~isis,cla-
~::t;-::.c ra respuesta a estas graves cuestiones. podrá compa,rtir~a 1. - INTRODUCCION
¡g¡¡;., . o no, P,!o ""v",ti",¡ qu' ho do,do ,on un out'" que ho ~9
-fi;;':;'~~
a ~a ratZ de las cosas, en ~ugar de pasearse por la factl
o
?f,;:~::-:G:'
~4",'" superficie
E~ tema de~ pe1'iodism . 1

i
c. tratado no excluye a los lectores a~ margen de~
:~;iZ' ..' sindicalismo, pOi'que en verdad no existe ta~ marginación. Este estudio no pretende ser una historia exhaustiva
l~Yi~0.~'/ El destir;-0,de ~a c~ase obre'fa organizada Y su ,rol en el p!"o- del sindicalismo argentino de los últimos veinticinco años,
_ '4"~:;;_'.-_ . cesO PO~tttcO_como qlwda probado en este ~tbro- atanen ni tampoco abarcará todos los campos en que se desarrolla
's;_" dramáticamente a todo e~país. la actividad gremial. El análisis se centrará en la rela-
;;~;;_:{" Unpai?,que como e~ "hombre" de Esmera~da y Corrien- ción (generalmente contradictoria) Estado-Sindicatos ;en
'.:'J';:i!~.tes'-_de;
Scalabrini, vueLve a esperar, pero que hoy no está el movimiento sindical como fuerza política. Los aspectos
••¡' ::'¡rólo"~f. c:. no directamente políticos, se tratarán aquí en relación con'
's,;~'3~;:-'--'-4:'~--~:~~--~
'~-; su incidencia en ese proceso general.
EDUARDO LUIS DUHALDE Hay una concepción, generalizada entre los estudiosos
'j~Ú~;~6~Ó'LFO ORTEGA PE~A
del movimiento sindical, de que el sindicalismo comienza
y se desarrolla en la conciencia de un interés económica
profesional -estructurándose un movimiento sindical dis-
tinto y hasta opuesto al movimiento obrero, siendo la mo-
tivación principal del primero la solidaridad y la del se-
gundo la lucha de clases-, que el movimiento reivindi-
cativo de los trabajadores es una lucha encaminada a lo-
grar el mejoramiento de las condiciones de trabajo. Esta
es una interpretación generalmente correcta en el plano
de la historia del sindicalismo occidental y de los orígenes
del sindicalismo argentino, pero desde 1943 sólo parcial-
lVente válida en nuestro país.
Los sindicatos argentinos se debatieron por' espacio de
medio siglo en la indiferencia y la semiclandestinidad.
Las ideologías socialista y anarco-sindicalista predomina-

11
 ."" uu,é la mayor parte de ese período, pero el movi-
. . . '~':~~'l~'j;'<g~~t~~t}]¡t"Érf1:~~:.
tra a la Argentina encaminada en un .proceso. dé' indus~:,¡:.
sindicar dividido fra mentado nunca udo diri- trialización que modifica la estructura económicatÍí:barii:~fj ...
ir realmente la acción roletana en nuestro aís en su La: escasa-capacidad industrial de nuestro paísnásta:"la': /.;;;
conjunto puesto que sectona mente hubo ámbItos donde se crisis de 1930, se correspondía con un mercado de trabajo> .
hacía sentir la influencia sindical). La excepción fueron
las serias conmociones sociales de la Semana Trágica de donde predominaban ~os obreros ~ali~icados y s~mÜ¡rté-
sanos. En consecuencIa, las orgamzaclOnes gremIales re-
t...
~.~~.;
.•~.....
" ,~5~,,:t
...
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1919, y en esa oportunidad lo hizo contra su voluntad pues- clutaban a una élite de obreros caracterizados por el con9- >':~'if?
to que la acción espontánea o dirigida por grupos anar- cimiento de un oficio particular. En 1945 la situación era';':
quistas sobrepasaba las consignas impartidas por las or- otr~, la fuerza de tra;bajo, desde casi una década atrás, c ''';'''
é
ganizaciones gremiales. se. mcorporaba pc:r m.¡Jlares .al mercado del Gran Buer;os5<~.
Toda esa época del movimiento sindical se caracterizó AIres. Las pequenas mdustnas que hasta 1930 abastecJan ' .....S'ia,
por una legislación social incipiente y que no se cumplía;
convenios de alcance limitado y con empresas particulares,
de productos manufacturados a una parte de la población, .: ''::11r
en 1945 lanzaban a la venta la casi totalidad de los bienes . :-:C'"
cuyo logro costaba grandes esfuerzos que debilitaban a de consumo que absorbía el mercado nacional. .:.;:~:~
. los sindicatos en mayor medida que los beneficios que otor- La pro~ucció~ .en ~~rie reem~laz.a?a a la manuf~ctura,.J.i"~~~
"gabael convenio; carencia de leyes obreras Y de previsión; obreros sm ca]¡f¡caclOn y semlca]¡Ílcados predommaban ....::\ •.~~o';.~ ...
',
.. desconocimiento legal de las organizaciones de los traba- sobre los oficiales artesanos que tendían a desaparecer, y,,:;.
jadores. a ser reemplazados por obreros calificados adaptados a . ':~>
, Estas organizaciones marginales y numéricamente mi- . la nueva situación.
noritarias, en su estructura interna vivían una ficción de- En esta Argentina que se reincorpora al mercado mun_
mocrática, que permitió posteriormente a los detractores dial de la postguerra, los sindicatos se convierten en .el
de .peronismo recordar con nos a gla épocas pasadas. En: eje alrededor del cual se estructura el movimiento nácio-
tiéndas ien: "democracia" para la minoría "esclarecida" nal. Las categorías de análisis válidas para el sindicalis-
que p rtic' aba del movimiento sindical. mo del mundo occidental dejan de tener vígencia en la
En 943 fecha que marca la iniciación del sindicalismo Argentina desde 1943, El sindicalismo no fue en 1943 ni
de mas n nuestro país, las motivaciones exclusivamente es en la actualidad un simple movimiento reivindicativo
profesionales no son las que predominan en la --'nciencia de carácter profesional, aunque formalmente parece a ve-
de los trabajadores recientemente incorporadof .... v-1'cado ces que así lo sea. El movimiento sindical es la exvresión
urbano, ni en la de los que siguen incorporándose en los históricamente determinada más imvortante del moyi-
años posteriores. Una profunda revolución en la concien- miento nacional, pero no es la única forma que éste adopta
cia de los trabajadores, originada principalmente desde la y ni siquiera es la más consecuente. La creencia en la
Secretaría de Trabajo pero que es resultado de las trans- omnipotencia del movimiento sindical y la atribución de
~ormaciones sociales de la época. comienza a dar un tinte fines revolucionarios que no tiene, es el primer paso para
político a la más simple reivindicación salarial. Las condi- que, cuando no cumple con lo que creemos que debe ser,
ciones en que se encontraba la Argentina de los años de seorienten contra el sindicalismo todas las baterías de la
guerra y la crisis politica que había terminado con la crítica en repudio de los "dirigentes complacientes v ven-
Década Infame impone el éxito para las consignas ema- didos".
nadas desde la Secretaría de Trabajo. La concentración industrial cada vez más acentuada
La finalización de la segunda guerra mundial encuen- acrecienta el número de obreros y de afiliados a las orga-

13
 nizaciones gremiales tradicionales. Se crean muchos sindi-
'catos nuevos que casi siempre reemplazan a los sindicatos
antiguos, que desaparecen o vegetan en la más completa
marginalidad. Uniones y federaciones que agrupan a to-
dos los trabajadores de distintas ramas de la industria
aparecen en la escena nacional. El sindicalismo de masas
con sus nuevas exigencias trastroca fundamentalmente la
realidad y diluye la vieja tradición sindical argentina.
Il
Para mantener la organicidad y la efectividad en los
reclamos de los trabajadores, se hace preciso instaurar una
dIsclplma mas o menos nglda segun los casos, y el caudal
... 'os de cada sindicato.
Fue necesario entonces levantar aparatos administrati-
vos centralizados para ordenar el funcionamiento de enti-
dades que"contaban con millares de adherentes.
: 'El resúltado inevitable -durante los gobiernos de Pe-
ióñ .fJJé1a .jnfluencja crecjente sobre los trabajadores
gue tuvo"la burocracia sindical de los grandes gremios.
LaC.G.T:,'debido a su gravitación a partir de este período,
,,/.ta,rrÍbiéñ"montó un aparato capaz de dirigir las reivindi-
.~i',(/éaCiorieS:e:jnterpretar las aspiraciones de cinco millones
_\(f:;'::de'trabaj1iciores'sindicalizados.
':1¿:.;'~;\Ei~pr6bl~fua.d~ ,.la, existencia o no de una burocracia
'é:~iiJ.dicaL eIl,.uuestro país no puede ser resuelto teórica-
,;;:',mente'en'.este ,trabajo. Sin embargo, señalamos que los
:ü;rrasgostípicos, principales de una actividad burocrática:
", ...,,;:' .•i¡;Cieémplaiº'f£l~<la política por la administración y relacio-
,tfi":C'i';"',"'';''hes impersonales, no caracterizan la acción de los sindi-
:~¡~:J' catos argentinós. El problema más importante es el del
apoliticismo; ;!areducción de los problemas políticos a pro-
blemas téénicos'y"administrativos. Durante el período pe-
ron.ista'los:sindicatos no cumplen un papel directivo en la
'vida polítiCa,'se\limitan a actuar de intermediarios entre
ylas,mása.s ;obreras, administrar las finanzas sin-
,;;¡f:~~;;:~¡~;:5,¡{~~:;::'"
:i;:;:::":':
dicales y las obras asistenciales de los gremios,
en las actividades políticas del peronismo. Constituyen
máquina, el aparato político de un líder. En ese sentIdo
puede hablarse de burocracia en el período peronista.
Des ués de la caída de Perón la situación cambia, los
dirigentes e mOVImIento sm Ica son os Ingen es el
mOVImIento de masas, surgen en estrecho contacto con las
bases obreras y nunca se separan de ellas. La relación
personal, la identificación del dirigente por las bases, es
clave para comprender su permanencia, aunque no el único
elemento que la explica. Los aparatos administrativos de
las organizaciones gremiales no se confunden con los di-
'rigentes -aunque cooperan para mantenerlos en la di-
rección, generalmente los cambios en la dirección van
acompañados con un cambio en el personal del sindica-
to-, las decisiones políticas y de acción emanan directa-
mente de los altos niveles de dirección (política y sindi-
cal). Ni administración que reemplaza a la política como , ~,
concepción de la acción, ni relaciones impersonales. Tam-
poco racionalidad en el sentido que a la misma dan los
tecnócratas del sistema, sino expresión de los deseos de
las masas obreras. Son reformistas y componedores, su
nacionalismo no es consecuente, y en el plano estricta-
mente sindical a veces actúan como verdaderos burócratas,
buenos administradores de las condiciones de trabajo es-
tatuidas por los convenios colectivos. Pero esto no reem-'
plaza lo esencial, su origen en la resistencia peronista de
1955 a 1958 condiciona las relaciones de los dirigentes con
los trabajadores y elimina, hasta la actual crisis de los
sindicatos, el peligro de su burocratización.
III
La ejecución de una política que ponía en primer plano
a la Nación -desde 1943 hasta 1955- y el reconocimiento
de la justicia' de las reivindicaciones laborales por parte
del Estado, impulsó a la clase obrera 'a aceptar como ne-
15

la; inserción de sus organizaciones re-
en el aparato estatal. El logro de' imIlor-
conquistas' afirmó la conveniencia' de tal identifi-
caClOn (Estado-Sindicatos echó 01' tierra las vie'
consIgnas sm Ica lstas de independencia o autonomía de
sus organizaciones frente al Estado.
Esta identificación asume características muy particu-
lares, que difieren de la identificación corporativa en sin-
dicatos verticales que agrupan trabajadores y empleadores
en una sola organización, y de la identificación laborista
de superposición del partido político y la organización sin-
dical. En la legislación argentina del período peronista,
los sindicatos eran exclusivamente de trabajadores y es-
taba expresamente dispuesto por la Ley ele Asociaciones
I'rofesionales ,su aptitud para participar ocasional o per-
manentemente en actividades políticas.
, Desde 1943 los sindicatos están comprendidos dentro del
. Estado como organizaciones autónomas. La relación Es-
tado-Sindicatos adopta en estos veinticuatro años caracte-
rísticas muy disímiles, según sea la orientación del gobier-
no en materia de política general. Pero esta subordinación
real en una estructura que por fuerza impone su hege-
monía, no se abandonará siquiera en los momentos de
mayor r~J2JJdioal sindicalismo de Estado PQLP.arte de las
autoridades nacionales.
La reivindicación de la autonomía sindical frente al Es-
tado es en nuestro país una posición reaccionaria fue no
contempla la histOria polítIca del movimiento sindica desde
1943. Su ]¡gazón al aparato estatal fue la garantía de una
presIón obrera que no se desvía de sus objetivos políticos
y obligó al Estado a desenmascarar más fácilmente su
esencia de agente imperialista a partir de 1955. La iden-
tificación de los sindicatos con el Estado sirvió para acla-
rar la esencia del estado antiobrero a la caída de Perón.
El sindicalismo de Estado es la expresión de la resis-
tencia nacional de la clase trabaj adora, así lo fue durante
el peronismo y hasta hoy la oposición popular encauzada
por los sindicatos utilizó ese camino como el más adecua-
do para mantenerse cohesionada. La autonomía en la Ar-
~?;"'c~~~~i~~1~~~~~;NfJiitJ~¥:,,?:£;,"~
(;gentina es sinónimo de 'despolitizaciÓÍl~y~atomEaCiónC1e_
' movlmlen t o sm
'.. . '. . d'Ica.I ' '.' ,' ..",.,"';';Le;','"
. \;:0"''''.:",:>",
. El poder y la autoridad de los sindicatos dériván';'de~{",':J;;
una decisión gubernamental deliberada en 1943. Los -sin~;"/:
dícatos fueron elegidos por el Estado peronista como ad:
minístradores del mercado de trabajo y la adhesión polí-
tica al gobíerno. Para la época de los gobiernos de Perón
es correcta la definición de que "los sindicatos son distin-
tos del Estado pero son partes integrantes del conjunto
de estructuras del orden social, y el Estado cuenta con
ellos para asegurar ciertas funciones vitales de auto~
ridad". (1 ) . .
Hoy la situación revierte en su opuesta y los sindicatos
se transforman en los príncipales censores del Estado, con
la característica de ser una de sus partes constituyentes y
utilizando su inserción en el dominio estatal. .-
La relación Estado-Sindicatos marca el aspecto más im-
. portante de la política argentina desde 1943 hasta la fe-
cha. Desde entonces se generaliza la conciencia obrera
en la necesidad de una acción sindical organizada.
IV
El mejoramiento de las condiciones de existencia de los
obreros se unió a la movilización de los mismos en defensa
de la soberanía nacional en todas las ocasiones en que fue
considerada necesaria por los dirigentes del movimiento
sindical. En el plano de la estricta acción sindical éstas
fueron las dos vertientes de su política, pero la inexis-
tencia de una clara conciencia del papel decisivo que po-
dían jugar las organizaciones gremiales para la total con-
secución de los fines políticos nacionales, impidió que la
participación de los sindicatos en actividades políticas de
(1) Clyde Summers: "Las relaciones internas entre los sindi-
catos y sus miembros". Instituto de Derecho del Trabajo JU.e}J,,",~
Bautista Alberdi. Cuaderno N' 8. Universidad Nacional de"Tu-~,;:,~
cumán, 1964, pág, 53. - "¡~7,.'.'
17 Vi:"
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'<~,~üfii~~/

largo alcance predominara en forma concluyente sobre la
pequeña política en los momentos en que era relativa-
mente fácil hacerlo, o sea durante el gobierno de Perón.
En el plano del sentido que la lucha sindical tuvo como
baluarte de la resistencia nacional, los sindicatos fueron
considerados como su principal sostén, especialmente por
la oligarquía Y los monopolistas que veían peligrar sus
privilegios especiales. Y en esta percepción de los sindi-
catos como el principal enemigo por parte de las clases
dominantes es donde cobra su verdadero sentido la lucha
sindical, a pesar de los sindicatos mismos y de los sindi-
calistas que en más de una ocasión no estuvieron a la
altura de su responsabilidad.
El carácter antioligárquico de la organización sindical
.y el del sindicalismo de Estado peronista, además de los
numerosos hechos que en épocas más recientes pueden
ejemplificar este aspecto, fue percibido claramente por
.Perón en octubre de 1946 quien señaló la cuestión de la
siguiente forma:
"La oligarquía se opuso siempre a la formación de sin-
dicatos y los combatió abiertamente; los hizo funcionar al
margen de la ley; a la oligarquía no le convenía el sindi-
cato, porque era su enemigo nato. ¿ Qué hemos hecho nos-
otros? Hemos ayudado, hemos propugnado y defendemos
,)aformaCión de asociaciones profesionales; estamos con la
:~;~."n~cesidad-imprescindible de formar sindicatos, de prote-
~:;;"tger16s;de darles un régimen de seguridad y de llevarlos
'iidelante""(2) : ' mantener las antIguas.
;~fLa defensa de los intereses económicos de los traba-
I~dores se convierte en una agresión contra los privile-
gios"de ¡as cIases dirigentes que reaccionan por todos los
{m~iosa su' alcance, y promueven constantemente medidas
,,,,)i:que limiten elpodér sindical so pretexto de agresión con-
;"tra la comunidad y el bienestar general.
. Los ataques que sufrió el movimiento sindical por los
_';-._ .,c. ~ i' ~ ¡
(2) Juan Domingo Pe:r:6n: "Doctrina Pi;ronista. Per6n expone
su doctrina". Subsecretaria de Informaciones de la Presidencia
de la Naci6n. Buenos Aires, pág. 284.
.-:'.-.:;."';¡'
""';"="'~:;-
medios de difusión del periodismo "serio", fueron un~i~~;S
mento que fortaleció la conciencia obrera acerca de la ini::
portancia de sus organizaciones como el arma principal
existente en el país, capaz de defender la independencia
nacional y las conquistas sociales.
El sindicalismo argentino tuvo, por regla general, mala
prensa, antes y después de Perón. Ultimamente los diarios
principales adoptaron una actitud condescendiente y pa-
ternalista respecto a las entidades gremiales pero sin mo-
dificar su concepción antisindical (ver las secciones gre-
miales de los diarios de Buenos Aires).
Los órganos de la prensa grande actúan en la dirección
de crear una opinión pública contraria al movimiento sin-
dical, basada en la presunta arbitrariedad e irresponsa-
bilidad .de los sindicatos. Hasta el momento los ataques
de la prensa no han tenido el éxito esperado por sus eje-
cutores, pero crearon escepticismo en sectores de la clase
media que desconfían de las maniobras de los dirigentes
sindicales.
No vamos a negar aquí la existencia de maniobras, cuyo
carácter político es contrario a las reales aspiraciones de
los trabajadores, por parte de los dirigentes. Pero no hay
que olvidar el hecho fundamental de que es el Estadoqwen
~ehlllhvamente resuelve la cuestión, y que en el plano
de la lucha smdICal es preciso conciliar una y mil veces
para con muar eXls len o, ograr conqUls as parcIa es y
Los trabajadores son considerados los responsables de
todo lo que perjudique el "normal desenvolvimiento" de
la vida económica y política -desde la inflación hasta los
golpes militares_, sin embargo, en los últimos doce años,
pese a ser los receptores de todas las acusaciones, nunca
tuvieron la oportunidad de participar por medio de sus
representantes en la elaboración y ejecución de las deci-
siones políticas y económicas.
19
.í

v F
El carácter ideológico del sindicalismo argentino, no en
el sentido más común de la utilización del término res-
pecto del movimiento sindical, en que ideología proletaria'
se identifica con socialismo o marxismo, sino en el muy
específicamente argentino de peronismo, impidió que las
múltiples coyunturas económicas desfavorables hayan in-
fluido significativamente sobre las organizaciones gre-
miales. Es sabido que una fuerte depresión dispersa las
fuerzas sindicales y que la expansión económica las forta-
lece. En nuestro país la politiza ción de los trabajadores
sindicalizados y el hecho de estar legalmente establecida
la práctica del sindicato único, impidió que las grandes
crisis de 1952 y 1962/63 los debilitaran demasiado. Por
otra parte salvo períodos muy cortos, desde la caída de
Perón no hubo momentos de gran expansión económica y
casi siempre los gobiernos ejecutaron una politica agresiva
contra el ingreso de los asalariados, sin embargo, el mo-
vimiento sindical sin alcanzar el auge de la etapa pero-
nista, mantuvo su caudal de adherentes y fortaleció sus
organizaciones. Cuando el sindicalismo entra en crisis,
como a partir del 1Q de marzo de 1967, las razones de la
misma no son económicas sino políticas.
Tanto en el plano de la lucha económica, como en el
de la resistencia popular contra la política de los sucesivos
gobiernos post-peronistas, las entidades gremiales tuvie-
ron una participación destacada. La presión sindical, re-
presentativa de los intereses de la mayoría de la clase
obrera, fue factor decisivo de grandes cambios políticos
y de decisiones que trastocaron las instituciones del país
desde 1955.
El sindicalismo, con el objeto de alcanzar sus fines de-
clarados, mejoramiento de las condiciones de trabajo y
de vida de la clase obrera, resistió las presiones de los
sectores más reaccionarios. Sectores que procuraban im-
pulsar los lineamientos políticos y económicos que carac-
terizaron a los gobiernos del país anteriores a 1943. Esta
resistencia fue acompañada por la proposición de progra-
20
~0'i¡;:i)i~i!g,i!;~~~1~~~~f¡'?~'10~'F''''f':'
:r,"masque at~ndía:n a las riecesidades dé las:'cláie1'jíbpulares
y a la expansión de las fuerzas productivascomo'medio',*,;
para alcanzar la plena soberanía nacional. ",' '/'2c;:;¡;~;"L
Los nucleamientos sindicales, cuyo carácter político"es">,c:':e,'C'"
manifiesto, tal el caso de las 62 Organizaciones, expusie.::~;.::.'t¿.,."
ron programas de alcance más amplio y definido, y enca-' ',:<;')';~.0f
, bezaron la resistencia peronista durante más de cinco años, ,',. ,'C"'"",,
sin perder por ello representatividad y fuerza en el campo
de la negociación colectiva. Por el contrario, su influen-
cia entre la clase obrera se fortaleció en la lucha, y con el
regreso a la legalidad sindical en 1958, los gremios pero-
nistas dirigieron los destinos de la mayoría de los tra-
bajadores asalariados y de prácticamente la totalidad de
los obreros industriales.
Aun limitado al plano de las reivindicaciones puramente
económicas, el sindicalismo argentino jugó un papel im- ,
, , portantísimo en la resistencia antiimperialista y se con-
virtió en el blanco príncipal de los sectores oligárquicos.
Principalmente después del derrocamiento de Perón, la
":':~i
. acción de la clase obrera, ya en actitud puramente de-
fensiva, no alcanzó para modificar las grandes líneas im- '
"'.',
.
.-.
~' .
puestas a la política nacional por los monopolios, orien-. .
,.,
tadas sin excepción hacia el fortalecimiento y expansión
de una economía monopolista y dependiente. Y hacia la
destrucción de los sindicatos como el medio más adecuado
para alcanzar una paz política y social que posibilitara la "'~
!
manipulación de la voluntad popular en elecciones frau- .~
dulentas. Así cómo mantener el espejismo de un plura-
.' lismo partidista -y sindical- de carácter liberal-demo-
crático, que encaja en la más "pura" tradición nacional.
Los resultados de la actividad política de los sindicatos
se observan exclusivamente en el plano de las institucio-
nes políticas: crisis de gabinete, cambios en los mandos
•
militares, movimientos de fuerza de sectores de las fuer-
zas armadas, elección y derrocamiento de gobiernos, etc.
Los sindicatos se caracterizaron por ser los "responsables"
de los sucesivos "vacíos de poder" -poder en el que ellos
no participan desde 1955- que condujeron al derroca-
•• I
•
miento de gobiernos y a cambios en algunos lineamientos
21
 políticos y sociales. Las acciones político-reivindicativas
de los sindicatos provocaron en los últimos doce años la
reacción de distintos sectores de las clases dominantes, re-
acción que se tradujo en el empleo de las armas, general-
mente contra las "víctimas" de la arbitrariedad sindical.
VI
. El surgimiento de organizaciones de masas y de com-
plejos aparatos de dirección gremial, que posibilitan la
rápida movilización de los afiliados y de los obreros de
las grandes fábricas, la aparición de una concepción na-
cionalista popular en el seno de la clase trabajadora, la
. promoción de nuevos dirigentes sindicales -impulsados
en un primer momento por la dinámica del proceso polí-
tico e ideológico que vivió el país durante el período 1943-
1946, Y cristalizados en el ejercicio del poder después y
- por ende limitada su concepción política-; caracteriza
,:,¿~;:_;,o-;'-,:>;:: la'eJapu. peronista con la que comienza un nuevo tipo de
~~-"i'/.::ré]¡i.ción'
'-.-~.;; :;'~;",~,:""c;..,..l-"::,,:'.:);'-,,
-,¡
Estado-Sindicatos.
;:;~:i~Wpartir de 1955, con la Revolución Libertadora prime-
, ¡;:i;:~:?ro/que adopta características propias, pero cuyo "espí-
'\:o~\>':ritu" se trasmite a los gobiernos posteriores. Y con Fron-
"";;i'dizi,'Guido' e Illia después, el sindicalismo argentino vivió
'ti'iÍ"p'édddo. de florecimiento político y gremial sin contar
con el apoyo decidido del gobierno como en la etapa an-
Jerior. Aeste período, una de cuyas principales caracte-
;r,í¡Íticas' es' el surgimiento de una nueva generación de
'~dirigerites que hacen sus primeras armas en la clandesti-
.,:nidad, la denominaremos Etapa Sindical. Esta etapa se
~'inicia efectivamente con la sanción de la Ley 14.455 de
A~ociaéiones Profesionales en 1958 y dura aproximada-
mente hasta la caída del gobierno radical del pueblo en
junio de 1966.
'En este período, en forma más definida aun que en la
etapa peronista, el movimiento sindical actúa como fuerza
política. Una fuerza política que además firma convenios
22
y realiza las tareas propias de reivindicación grE;mi~i:
Junto con las Fuerzas Armadas, son indudablemEmté'l~s'
fuerzas políticas más importantes del país. '.El triunfa y:.:~;~::
la caída de Frondizi, el derrocamiento de Illia, por no :::""';:;~;;ff
señalar más que algunos hechos relevantes de este período," " .....
muestran con toda claridad la corrección de este punto
de vista.
Con la Revolución Argentina comienza un nuevo pro-
ceso. Este se abre en medio de una euforia generalizada
en los medios sindicales, debido en primer lugar al mani-
fiesto apoyo gubernamental a la unidad de la C.G.T. que
en ese momento se encontraba dividida, y en segundo tér-
mino a la posibilidad de entablar un diálogo que se creyó
positivo y que, en definitiva, no pasó de un ceremonioso
intercambio de saludos. Un elemento que caracteriza esta
etapa que recién comienza es el sistemático desconoci_
miento del gobierno de la Ley de Asociaciones Profesio-
nales actualmente en vigencia, la aplicación del decreto,
N9 969/66 que limita la actividad gremial, y desde el 19 de
marzo de 1967 el debilitamiento general de la capacidad
de acción política de los sindicatos.
Aparentemente se agotaron los medios que el sindica~
lismo contaba para realizar su política. A la presión sin~
dical el Estado le opone su mayor poder, aunque sufriendo
las tradicionales crisis de gabinete, y el éxito de la acción
estatal se observa en el desmoronamiento -político más
que organizativo, pérdida de posiciones de las comisiones
internas en algunas grandes fábricas como reflejo de la ~~
desmoralización general en el ámbito gremial, etc.- de
las organizaciones sindicales.
Cómo reaccionará el movimiento obrero sindicalizado
si pretende continuar siendo el eje del movimiento nacio-
nal -y si puede hacerlo, más allá de las pretensiones sub-
jetivas de sus integrantes_ o qué tipo de instituciones
políticas reemplazarán al sindicalismo si éste no puede
volver al primer plano para dirigir el descontento popu-
23
 t;¿':;:::\~;.¥i~c:f'~S'f"-,';>
..' .
~c1~~d;'fj'Iif,~~¿~~ei~in~erl;ogante
actual; y en su solución -con' toda '.,c.
'.'seguridád- encontrará su camino el movimiento de las
..maiiás populares. En su sentido más genérico este es el
problema de la revolución nacional.

11, - LA ETAPA PERON1STA

Hasta 1943 las relaciones de carácter laboral entre Jos

trabajadores y los empresarios se regían por la oferta 'Y,
la demanda del mercado. La participación de los sindi-
catos en el sistema de contratación de la mano de obra y
en la fijación de las condiciones de trabajo, excepto algu-
nas excepciones a partir de 1930, no era tenida en cuenta
por la patronal. Y el Estado, cuando intervenía, era sim-
plemente un elemento decorativo que convalidaba lo re-
suelto previamente.
La Confederación General del Trabajo, las otras centra-
les obreras y los sindicatos existentes, pep,e a su antigüe-
dad y una tradición de casi medio siglo, no estaban reco-
nocidos como tales por la legislación vig('nte. eran consi-
derados como simples asociaciones civiles. Durante el
gobierno de Justo se solicitaba a los sindicatns su im;crip-
ción en los registros de la Dirección Naciollal oel Trabajo
al solo efecto de llevar un control estadístico sobre las en-
tidades existentes.
Desde 1930 el movimiento sindical habíase visto obliga-
do a buscar una buena relación con el Estado. La desocu-
pación resultante de la' crisis económica im uso alas SIl1-
lca]¡stas a neceSl ad de arribar a acuerdos con las au 0-
ridades, y éstas aprovecharon la situación para presionar
directamente sobre las organizaciones gremiales. Este in-

25
p'~O;.
_. tento intervencionista estatal, además de no modificar las
relaciones vigentes en el mercado del empleo, no tuvo gran
importancia debido a la escasa influencia y representati-
vidad de los sindicatos. La mayoría de los asalariados no
estaba agremiada, la creciente inmigración desde el inte-
rior presionaba sobre la oferta de mano de obra y quitaba
margen de maniobra a los sindicatos. Sin embargo, esta
actitud de los poderes públicos, novedosa en el país, marca
un rumbo que se hará sentir con mayor intensidad a par-
tir de la Revolución del 4 de junio de 1943 (1).
El desarrollo de las actividades industriales y comercia-
les, la expansión general de las fuerzas productivas en el
país desde 1935, año en que comienza la recuperación eco-
nómica, provoca un considerable aumento de la población
trabajadora de la Capital Federal y el Gran Buenos Ai-
res. Los nuevos asalariados no están representados en los
organismos existentes debido a que los mismos -sus ca-
racteríticas organizativas e ideológicas- no preveían este
cambio en el sistema productivo. Erán entidades estruc-
turadas de acuerdo a una realidad social y política nacio-
nal que desaparece con la crisis de 1930. El tipo de orga-
.nización, sus fines y la mentalidad predominante entre los
dirigentes eran la consecuencia de la conformación de la
.vida nacional en la etapa del libre cambio.
,,.,,,:";',Laformación de una perspectiva nacional no es el re-
'~,":i':~'súltadode la "nacionalización" -personalmente hablan-
é::"dó::;<de la mano de obra, sino del cambio de las condicio-
~'é~~n que se desenvuelve la actividad económica en el país
,y-';:;delos cambios institucionales que le sucedieron. Las
n¡¡cpncepciones teóricas del sindicalismo tradicional, no eran
tiITsolo'un trasplante mecánico de situaciones sociales distin-
fit;His,'aAa nuestra, 'previendo una evolución de la sociedad
",,,,,,éíi;;'el:sentido europeo gracias a los beneficios del libre
,:¡";"ca:inbio.Sino principalmente el resultado de una cultura li-
'~7~bresca y académica de los dirigentes aceptada como la úl-
\;(,tjmapalabra en la materia, sin detenerse a pensar si lo
t;~,{¡:~¿¿-.'. - Metalúrgica también tenía 2.000 afiliados en 1941, la
"El Sindicalismo, las masas y el po-
que afirmaban los libros se adecuaba a'nuestra rea-lid=~~i~~f~~~
social. Esta concepción hace crisis al modificarse el pa:nO--';~'¿~:~;:I,¡f~
rama nacional por la gran depresión mundial de 1930." - e,::'.,:,,:;,
La revolución del 4 de junio de 1943, que transforma ",t:
'
radicalmente el sistema institucionalizado de relaciones ,~':~,
políticas, hace frente a una realidad económica que venía '.,
imponiendo dicho cambio. Es en este nuevo campo de fuer-
zas donde se inserta el movimiento sindical, y donde por
primera vez en la historia nacional es posible considerarlo
como parte integrante del sistema de poder y como ins-
trumento representativo del pensamiento obrero. La re-
presentatividad sindical había sido hasta entonces de nú-
cleos limitados de trabajadores, especialmente de aquellos
que poseían algún oficio, los de algunas industrias anti-
guas, como la construcción y sus complementarias, texti-
les, metalúrgicas, etc., y los de servicios como ferrocarri-
les. La mayor parte de los trabaj adores de estos gremios
hasta 1943, no se encontraba sindicalizada.
Predominaban los gremios por oficio; los sindicatos de
industria -como textiles y metalúrgicos por ejemplo-'
nucleaban a una minoría de los obreros de la rama. Estas
y otras industrias que aparecen en la década del treinta,
comienzan a crecer en forma vertiginosa durante la gue-
rra. La mayor parte de las industrias nunca habían teni-
do gran importancia para la economía del país, y algunas
directamente aparecieron por primera vez en el mercado
durante los años 1939 al 1945, al cerrarse la importación
de productos manufacturados que nos proveían los países
en guerra.
Cifras demostrativas de este proceso de expansión sin-
dical durante los últimos años de la guerra son proporcio-
nadas por Luis Cerrutti Costa en su libro sobre el sindi-
calismo. La Unión Obrera Textil, dirigida por los comu-
nistas, tenía 2.000 afiliados en 1943, la Asociación Obrera
Textil -sindicato paralelo auspiciado por la Secretaría de
Trabajo- en 1946 tenía 85.000 afiliados. La Asociación
Unión Obrera Metalúrgica llegó a los 100.000 en 1945.
Gran cantidad de sindicatos se fundan en 1943 y 1944
27
-"'. "
, debido a la acción de la Secretaría de Trabajo y Previsión;
antes, dé 1950 los obreros sindicalizados' alcanzan cifras
millonarias (2).
II
La Ley de Asociaciones Profesionales impone el sindi"
cato por rama de industria, sin distinción de oficios y ca-
tegorías, se termina así con las tradicionales sociedades
gremiales y de resistencia -que generalmente reunían a
trabajadores de un mismo oficio o categoría- y se adecúa
la organización sindical a la situación correspondiente a aspec os e a VI a naCIOnal. Entre los obreros y emplea-
una sociedad industrializada y moderna. ' dos de menores ingresos la compulsión prácticamente nun- "
El Decreto 23.852/45 que re,gillmenta el calilll_Q.JIL<!.C.c.ión
de las asociaciones profesionales obreras, introduce 01'
prImera vez en a egIs aCIOn argentma a las organizacio-
nes sindicales. En los fundamentos del decreto se enfatiza
sobre la importancia que en esos momentos tiene la cola-
boración del Estado y los sindicatos en el programa de
expansión nacional formulado por Perón.
La ejecución de la nueva política nacional precisaba del
apoyo explícito y activo del movimiento sindical. La Ley
de Asociaciones Profesionales pretendía ser el instrumen-
to adecuado para lograrlo.
(~) Luis Cerrutti Costa: Op. cito En su libro figuran las si,
guientes cifras sobre afiliación a sindicatos en el período 1943/46:
FOTrA, fundada en 1944, en 1947 tenía 100.000 afiliados; Vitiviní-
colas, fundado en 1944, tenía 30.000; Madera, también fundado en
1944, en 1946 tenía 35.000 afiliados; Unión Obrera de la Construc-
ción, fundado en 1943, en 1946 tenía 30.000 afiliados; Unión Obre-
ra Metalúrgica, fundada en 1943, en 1946 tenía 100.000 afiliados;
Molineros, fundado en 1945, en 1946 tenía 5,000 afiliados; SUPA
(portuarios), fundado en 1944, en 1946 tenía 6.000 afiliados; Em.
pleados Banco Nación, fundado en 1944, en 1946 tenía 7.200 afilia-
dos; Tintoreros, fundado en 1945, en 1946 tenía 5,000 afiliados;
Personal de Panaderías, fundado en 1943, en 1946 tenía 20.000
afiliados; Plásticos, fundado en 1945, en 1946 tenía 1.500 afilia-
dos; Fideeros, fundado en 1944, en 1946 tenía 2.000 afiliados; Cal-
zado, fundado en 1945, en 1946 tenía 18.000 afiliados.
28
",En ;rimer lugar, ~sta';leée una relaciÓn'de deti~ñd'¿g~ra~
': de los sindicatos frente al Estado, a través del contro1f~;k
: que el Poder Ejecutivo ejerce sobre los ingI;esos y gastos:';,\
de la organización gremial, y la capacidad del Ministerio ';L
de Trabajo y Previsión para retirar u otorgar personería
gremial a las asociaciones obreras. Sin embargo, la afilia-
al sindicato no es obligatoria, aunque presiones de todo
tipo hicieran a la misma volverse compulsiva, especial-
mente en la segunda mitad del gobierno peronista. Esta
comEulsión resulta coherente, puesto que el carácter del
movimiento nacional peronista retende abarcar todos lo
ca se ejerció puesto que eran fervientes partidarios de.,
Perón.'\:,
Aunque no siempre se cumplió al pie de la letra, laL~y/,L,.;
de Asociaciones Profesionales prohibía al gobierno' inter-. .~':~.:t51)
venir a las organizaciones sindicales, procedimiento que ;"';.:¿;1i1
C
se obviaba al reemplazar las direcciones tibias o "contre- .,;:,¿::~Y
ras" por otras incondicionalmente adictas al gobierno. El ',L, '"
gobierno en estos casos no actuaba directamente, sino que
fabricaba un conflicto interno en el sindicato, y la nueva
dirección ascendía por la voluntad de las bases. Otro pro-
cedimiento era hacer intervenir al sindicato "rebelde" po'r
la C.G.T.
En segundo término, 11 otorgamiento de personería gre-
mial a un solo sindicato por rama de actividad, sin per-
juicio de la existencia de sindicatos menos representatrvos
a los que no se les concedía, abrrrut desde el poder, la vo-
luntad de estructurar un movimiento sindical unido e im-
pedir la atomización de los sindicatos, evitando el conSI-
guiente daño para los trabajadores. Era necesario en ese
momento actuar rápidamente para evitar el peligro que
supone la atomización sindical, que impide la acción coor-
cUnada y efectiva en defensa de los intereses profesionales
y del salario real en el plano gremial, y la movilización po-
pular en el plano político. La personería gremial otorgada
a un sindicato permite a éste ejercitar su poder de recla-
mar y defender ante los poderes públicos los intereses de
29

sus afiliados -y de todos los trabajadores de la rama
correspondiente-, firmar convenios colectivos de trabajo,
peticionar ante las autoridades en representación de todo
el gremio, etc.
Tercero, a facultad de participar en política, ya sea
ocasional o permanentemente, que la ley otorga a a los sin-
dicatos con personería gremial, es la medida más revolu-
cionaria de la nueva ley. Aquí se' plantea con claridad la
voluntad del gobierno peronista de lograr la movilización
y esclarecimiento de los trabajadores, y señala el carácter
revolucionario del nuevo gobierno (3). Desde la promul-
gación de la Ley de Asociaciones Profesionales en 1945
la discusión acerca de la autonomía del movimiento sindi-
cal -en la Argentina- pierde su pretendido carácter
"progresista" o "revolucionario" y se convierte en un ar-
ma de la crítica de derecha liberal contra el peronismo y
.los sindicatos.
El gobierno pretende impulsar la nacionalización y mo-
.dernización de la estructura productiva a través de la di-
námica sindical. Concepción correcta pero parcialmente
aplicada, y que en definitiva fracasa al restringir la mo-
vilización popular a marcos exclusivamente profesionales,
.. puestóque no resulta la organización política de las fuer-
zas obreras en el ámbito sindical debido a la incapacidad
:.•"~.;de¡ los dirigentes.
'. :}~':;:;~.Losó]jjetivospolíticos de la organización sindical no
j~:sBn'formulados desde los mismos sindicatos sino desde el
J"'!Estado, 'lie es uien da la línea el ue otor a un sentido
;"~;7políticQ determma o a la acción de los trabajadores. Su
,¡,;;V:'éxito inme,diato en el seno de la clase obrera, que se mani-
~.$~,:,c;~i.';f;~.;}:'fie,sta
'en la '.a;filiación masiva a los sindicatos, muestra la
:~~!¡:::\,.~'J;'~'.;-~'
__'_.. i;' .~.. .' _ ",_ ,--'-.'. ,- - '.
:-~~~~,','",<.
. .(3) Elai~í¿ulO 33 del decreto 23,852/45 trata de los derechos
" .exclusivos de las asociaciones profesionales con personería gremial.
El inciso 6) dice: "Participar circunstancialmente en actividades
.políticas siémpl."e que así lo resuelva una asamblea general o con,
greso. Sóló..en'eLcaso de que la asociación profesional decidiera
una participación permanente y continuada en la actividad política,
deberá ajustarse además a las leyes, decretos y reglamentaciones
que rijan a los partidos políticos".
30
.'-'-~~7~~~;'~~~:~;~
~~i~
....
:-'~~~Zk~?
otra cara de la realidad, y es la carencia de direcciones sin_--¡"'-'o: --)
dicales lúcidas que avizoren el sentido del nuevo procesoy' <¡~~'< .".ic~'
que sepan dirigir a los trabajadores por el camino a seguir.
En ese primer momento las direcciones sindicales son'
reemplazadas por el Coronel Perón que cumple con habi-
lidad y corrección el papel que debe representar el diri-
gente sindical. En el proceso que se inicia comienzan a
surgir nuevos dirigentes con capacidad para estructurar
planes de acción, pero la especial forma en que se orga-
nizan y subordinan al Estado las organizaciones gremiales,
limitan su percepción política y no pueden superar los
objetivos planteados por Perón en 1943 y 1944. Estos ob-
jetivos no preveen los cambios en la situación nacional e
internacional ocurridos un lustro después, y en ese mo-
mento los dirigentes, ya estabilizados en el poder de sus
sindicatos, no encuentran salida a los nuevos problemas.
III
Desde la Secretaría de Trabajo y Previsión, creada por
la revolución de 1943, comienza a instrumentarse la par-
ticipación de los trabajadores en la vida sindical y polí-
tica. La nueva Secretaría centraliza las dependencias de
la ex Dirección Nacional del Trabajo y las direcciones
provinciales, dependientes hasta ese momento del Ministe-
rio del Interior.
Con la promulgación del Reglamento' de asociaciones
profesionales en 1943 y la Ley de Asociaciones Profesiona-
les en 1945, se reconoce legalmente la existencia de los
organismos gremiales. Por primera vez en la Argentina
el Estado hace cumplir "las leyes obreras, sistemáticamen-
te violadas por los empresarios y nunca obligados a su
cumplimiento por los gobiernos cómplices. La nacionali-
zación de las dependencias locales del Departamento Na-
cional del Trabajo, cuya federalización permitía todo tipo
de maniobras, y la creación de un fuero laboral, señalan
otras etapas del gran cambio. Algunas leyes ya existían,
31
 :,;:i;~I~'~~~~(:~"'~~{~;~~,l
¡ .. - --.. - .:~. ;v~:>,::-:'~.::'~;.
pero en' el papel; en l~ práctica concreta de su cumpli-' 'parte'(¡;tlbs dirigentes gremiales del períódo p~~~~'~{~1~i
miento, la legislación laboral se inicia en 1943. la"indifeiencia frente a la tradición de lúcha sindicaren,,,.,
. Lá:personería gremial otorgada a sólo un sindicato por riuestro país, es el fiel reflejo delá nueva situacióri;':~"';.'\'¿;}!{
rama de actividad es el paso fundamental que va a cam- ..•. Los nuevos dirigentes, influidos por el nacionalismo, ha- .
biar radicalmente la estructura de las organizaciones gre- ~:J:JlllÍí"un lenguaje distinto a los obreros de las fábricas, y
miales. La Confederación General del Trabajo --que nun- ]~ese lenguaje interpreta mejor que el liberalismo interna-
ca llegó a representar a más de 300.000 trabajadores, ci- '. cionalista de los marxistas y anarquistas, la crisis nacional
fra ésta bastante dudosa si se leen las estadísticas de huel- y el desarrollo industrial posibilitado por la guerra.
gas de la época-, llegó a tener cinco millones de traba- La juventud y el nacionalismo de la mayor parte de
jadores afiliados en 1955 cuando la Revolución Liberta- '.Ios trabajadores recientemente incorporados al mercado
dora destruyó las organizaciones sindicales (4). por la aparición de nuevas industrias, son elementos que
La ruptura con el sindicalismo anterior a 1943 es total coinciden en ese momento. De la conjunción de ambos sur-
y no se circunscribe sólo al rechazo de las ideologías pre- girá el peronismo obrero, que se diferencia de otras ten-
dominantes en los círculos obreros hasta esa época: sindi- ,dencias existentes en el movimiento. El grueso de los tra~'
calismo, anarquismo, socialismo, comunismo, y algunos bajadores seguirá la senda así señalada y olvidará rápr::
núcleos radicales, todos de marcado tinte liberal e interna- damente las consignas del sindicalismo tradicional. De .Ia'
cionalista. La afirmación de una posición nacionalista por historia de las luchas obreras quedará sólo el recuerdo de
aquellas acciones que significaron conquistas reales para
el trabajo o donde cayeron obreros que se convirtieron en
(4) El Departamento Nacional del Trabajo realizó en 1941 un mártires de los trabajadores, pero vaciadas del contenido
Censo de Asociaciones Profesionales, que se publicó con el título anterior y replanteadas en la nueva situación argentina.'
"Organización Sindical, asociaciones obreras y profesionales". El
Cuadro N' 3, de la página 2 de dicha publicación, da las siguientes En los países coloniales y dependientes ocurre con fre-
cifras; cuencia que los movimientos políticos e ideológicos.Ql1e jú-
garon un papel progresivo en el aspecto político y social
Afiliados a los sindicatos de cada tendencia
1936 1937 1939 1940
de los naciones imperialistas, tales como el liberalismo en
C. G. T . 262.630 289.393 270.320 311.076 el siglo XIX y la socialdemocracia y el comunismo en el
U. S. A . 25.095 32.111 26.980 32.039 siglo XX -con la excepción del partido comunista en el
Fed. Asoc. de Empleados . 8.012 8.079 18:500 18.675 caso de la revolución china- no han tenido participación
Autónomos . 72.834 68.105 120.809 120.188
Indefinidos . 1.398 21.114 preponderante en los movimientos de liberación nacional.
Total . 369.969 418.902 436.609 472.828 En el caso de los partidarios de la modernización libe-
Indice . 100,0 113,23 118,01 127,80 ral o socialdemócrata, generalmente su actuación se con-
fundía con la de los intereses colonialistas e imperialistas.
Estas cifras se obtenían de las declaraciones aportadas por las
organizaciones gremiales consultadas. Estadísticas de huelgas se En rechazo a estas ideologías que no captaban las cuali-
encuentran en el "Ordenamiento Económico Social", publicado por dades esenciales de la resistencia nacional, se estructura-
el Comejo Nacional de Postguerra. En las mismas se puede ob- ron movimientos que, levantando banderas aparentemente
servar realmente cuál es el ]ladería sindicaL En cinco años reaccionarias como la defensa y afirmación de la vida tra-
-1939/43- hubo 354 huelgas. En 1939 el 78,55 % de los obreros
de los establecimientos en huelga se plegaron a las mismas; en dicional, las religiones y costumbres más arraigadas en el
1943 la cifra desciende al 49,97 %. En 1939 se hicieron 7.080 re- pueblo, etc., conseguían movilizar masivamente a Jos pue-
uniones sindicales; en 1942, 3.610 reuniones. blos colonizados y posteriormente fueron 101; que obtuvie-
32 33
 ron la independencia Y tienen bajo su responsabilidad la
ejecución de la política que permitirá su desarrollo como
naciones libres y soberanas.
Este nacionalismo colonial, que toma de las ideologías
socialistas Y marxIstas conceptos tales como socialización,
reforma agrarIa, etc., se dIÍerencIa del soclahsmo en di-
ferentes aspectos polItIcos e IdeológICOS,en tanto defien-
den valores tradIcIOnales consIderados "caducos", feuda-
les y reaCCIOnarIOSpor las versIOnes académicas de estas
ideologias. bIÍerentes tambIén del plurahsmo liberal y del
comUDlsmo ortodoxo, en tanto que el partido único o hege-
mónico, según los casos, es un partido de unión nacional
y no respeta los límites que a su acción propone la tradi-
ción política europea (5). . vador. Es una especie de virginidad política y respeto por
El caso del peronismo en la Argentina es característico.
\ • laSu tradición
rechazo de las reglas del juego político, impuestas por,
liberal y aceptadas sin excepción por todos los
p'artidos políticos "democráticos" y "totalitarios"; la afir-
mación política -como uno de los pilares de la acción de
goblernOc- del sindicalismo de estado; la promoción de un
.desarrollo industrIal capItalista con fuertes controles es-
tales y otorgando sucesivos beneficios sociales a los tra-
bajadores; .todo esto unido a una ideología naCIOnalista
-que tomó muchos de sus elementos del vie'o nacionalismo
.aristocratizante y a un populismo no exento e emagogIa.
Este conjunto de elementos, a veces contradictOrIOS, y sm
tradición en la política institucional que desde 1852 se de-
o senvuelve en nuestro país, hizo que, sin excepción, todog
los partidos y movimientos políticos rechazaran la expe~
riencia peronista.
Las razones manifestadas por la multitud de corrientes
. (5) Peter Worsley: "El Tercer Mundo". Ed. Siglo XXI, 1966.
Especialmente en los capítulos Il y III hay numerosos ejemplos de
. países asiáticos y africanos, cuya similitud en esta cuestión con el
fenómeno peronista es notable. También Rodolfo Puiggl'ós: "Los
marxistas formales, que no van a la raíz misma del problema social,
ven en el nacionalismo el portavoz del clericalismo, del falangismo
y del nazifascismo, y repiten las viejas fórmulas aprendidas en la
escuela de la abstracción ideológica y del mecanicismo burocrático".
. El Proletariado en la Revolución Nacional. Ed. Trafac, 1958, pág. 48.
políticas opositoras -totalitarias y democráticas, nacio-
nalistas oligárquicos y liberales_ fueron por supuesto di-
ferentes, pero el resultado fue uno: encontraron el mayor
repudio de las masas populares y el aplauso incondicional
del imperialismo mundial.
Cuando hablamos del nacionalismo de los obreros incor-
porados durante los años de la guerra mundial al mercado
de trabajo del Gran Buenos Aires, no nos referimos nece-
sariamente a una ideologia política expresada en los tér-
minos en que tradicionalmente se expresan las ideologías.
Sino a la carencia de todo tipo de tradición política inme-
diata. Para ellos política era votar en las elecciones para
el partido del patrón o del caudillo local, radical o conser-
la tradición montonera -de quien son sin duda los here-
deros eontemporáneos_ que lu.ego se canaliza en una con-
cepción nacionalista-popular de los problemas políticos.
Ese nacionalismo de los años 1943 y siguientes es el pero-
nismo que, a falta de una doctrina minuciosa al estilo de
los partidos políticos, expresa un sentimiento popular de
afirmación de la soberanía nacional.
Las banderas tradicionales del movimientoperonista
-soberanía política, independencia económica, justicia so-
cial, Braden o Perón, etc.- expresan mejor que ninguna
otra explicación el contenido de este sentimiento. El 11 de
enero de 1949, en un discurso, Perón refirma el carácter
del movimiento:
"El movimiento pero ni sta no es un partido político; no
representa una agrupación política. Es un movimiento na-
cional; esa ha sido la concepción básica. No somos, repito,
un partido político; somos un movimiento y como tal no
.representamos intereses sectarios ni partidarios; repre-
sentamos sólo los intereses nacionales. Esa es nuestra
orientación. Nuestro objetivo es -lisa y llanamente_ lo
que debe ser el objetivo de todas las naciones que luchan
por la felicidad de sus hijos y la grandeza de su patria" (6).
(6) Juan Domingo Pel'ón: "Doctrina peronista. Pel'ón expone
su doctrina". Subsecretaría de Informaciones de la Presidencia
de la Nación. Buenos Aires, pág. 116.
35
 .fi1;~í'istay apoIitico, ~so hastá 1943. Desde 'es~' f~cha ~n>::;?;,
--,.
IV
,1 sindicalismo formalmente menos político pero que, de he- . ,;:t;'
Entre 1939 Y 1943, el personal ocupado en las indus-
trias de la Capital Federal aumenta un 35 ro
(7). Si se
considera que el aumento mayor se produce en el Gran
Buenos Aires, fuera de los límites de la Capital Federal,
se puede tener una idea aproximada acerca del signifi-
cado que esa masa de nuevos asalariados representa en
el cambio de la composición de la fuerza de trabajo, y del
consecuente cambio de las actitudes obreras respecto del
sindicalismo actuante hasta esa época.
Muchos dirigentes se dieron cuenta de lo que estaba pa-
sando y adhirieron al peronismo. Los que siguieron afe-
rrados a sus concepciones tradicionales ,fueron desplaza-
dos por las autoridades gubernamentales o fueron repu-
diados por sus bases. La creación de sindicatos parale-
los, digitada desde la Secretaría de Trabajo y Previsión,
recibió un amplio apoyo por parte de los trabajadores no
sindicalizados -que eran la mayoría de la mano de obra
ocupada en las industrias y servicios- los cuales adhirie-
ron masivamente a los nuevos organismos. Es el signo
de los tiempos, la pretendida "demagogia" de Perón no
es otra cosa que la expresión de una necesidad nacional y
social, de la realidad tal cual la percibían los obreros.
Pero donde la ruptura se produce en forma tajante es
en el papel que los sindicatos pasarán a representar en la
vida política y social del país. Hasta 1943 el sindicato es
un organismo de resistencia profesional -pese a su fra-
seología pretendidamente revolucionaria-, a partir de esa
fecha y sin abandonar totalmente la actitud profesional
defensista, el sindicato alcanza un poder de decisión re-
lativamente importante en amplias esferas de la vida na-
cional y pasa a la ofensiva en el plano estrictamente gre-
mial. Aquí se muestra una paradoja: un sindicalismo
ideológico a la europea, aparentemente muy politizado,
pero a los efectos de los resultados de su aCCIón,profeslO-
'i' .-1
(7) Ordenamiento Económico Social. Consejo Nacional de Post-
guerra. Vicepresidencia de la Nación. Ed. G. Kraft, 1945.
36
cho, participa activamente en la política nacional. Muchas
críticas al sÍndicalismo peronista parten del hecho de no
comprender esta contradicción aparente.
Comienza la primera etapa del sindicalismo como fac-_
tal' real de poder. Esta etapa se caracteriza por ser las
entidades gremiales parte, aunque subordinada, del apa-
rato del Estado, cuya manifestación política es la expre-
sión de la ideología dominante en el país, el peroriismo.
La subordinación de los sindicatos a las decisiones del -
gobierno se produce al aceptar ingresar en la esfera del
Estado y esperar de él las directivas para su acción. Ello
no es ni siquiera principalmente, el resultado de una de~,
cisión demagógica y fascista de Perón.
El nuevo proletariado, sin experiencia sindical y en su'
mayor parte proveniente de las áreas 'rurales, consideraba
natural que las conquistas le fuesen otorgadas por el go-
bierno. L~ tradición de independencia rente al Estado
no existía en ellos, a lo sumo y respecto del Estado, creían
que era una entIdad lejana que siempre les provocaba ca-
lamidades. Provenientes de un ambiente miserable, ge-
neralmente rural, encontraban de pronto que, desde' un
organismo estatal les proporcionaban los elementos para
defender los nuevos derechos promulgados por ese mismo
organismo.
. '•...
.'.t
De allí que el sindicalismo de estado apareciese a los
trabajadores asalariados como el mejor medio para man-
tener y aumentar sus conquistas sociales. De este modo
las masas trabajadoras se convierten en impulsoras de la ..
:
:
fusión de los sindicatos con el Estado y obligan a sus di-
rigentes a aceptar la nueva situación.
Si ellos aceptan las nuevas normas impuestas por la
Secretaría de Trabajo y Previsión es porque se sienten ex-
presados por ella. Los dirigentes no comprendieron tan
rápido el sentido del proceso político que se iniciaba. Du-
•• -'"'-o!
rante tres años -1943 hasta 1946- en las direcciones
sindicales se produjeron fuertes enfrentamientos que
siempre giraban sobre el mismo problema: estaban los
37
 que apoyaban la gestión del Coronel Perón en la Secre-
taría y aquellos que repudiaban las maniobras del gobier-
no revolucionario y la intromisión estatal en los sindica-
tos. En definitiva fueron los mismos obreros los que de-
cidieron la lucha de los dirigentes, al expresar masiva y
n.acional, en ~gualdad de importancia que las ramas ';6j~J-:,c,",,~ci'o"
tlcas masculIna y femenina del mismo. Si recordarriÓs"':3-t,;;m~&~~
que el partido peronista, en la época del gobierno de Pe~ .""/\:;:"'#
rón, estaba personificado en él, al considerar en esos tér- ..' ..... .>

revolucionariamente el 17 de octubre de 1945 y en las elec-
ciones de febrero de 1946, su apoyo a Perón y a todo cuan-
to éste representaba.
La participación obrera en el nuevo proceso político mar-
ca el carácter del mismo, es el aspecto decisivo. Se equivo-
can los que restan méritos a Perón por realizar una po-
lítica de fomento industrial capitalista que en cierto mo-
do, formalmente, contmua planes económICOS mi ciados
durante la Década Infame cuando la depresIón obliga a
la autarquía y el aislamiento. Estos planes cambian de
contenido cuando se da partici ación en los mismos a la
clase obrera, por eso a lllon In ustrial que había cla-
mado por medIdas protecclOlllstas y de fomento se opone
radIcalmente al perOlllsmo.
Cuando la movilización total de la clase trabajadora
muestra la tendencia de la época, la oposición al peronis-
mo en el ámbito sindical se circunscribe a grupos de diri-
.gentes y activistas cada vez más aislados de las masas por
la acción de los mismos trabajadores, que veían en ellos
un freno a sus aspiraciones y un desconocimiento absolu-
,:.; jode las inquietudes sociales y políticas que predomina-
""t,han entre los asalariados. Estos tienen ahora la oportu-
'nidadde expresar públicamente sus deseos al manifestar
en:'forma masiva su apoyo a la gestión de Perón.
s~'El sindicalismo es fomentado desde el Estado, de eso
riO.cabe ninguna duda, pero a su vez expresaba una ne-
cesidad' real, pues de no haber ocurrido así, el. peronismo
no'.'hübiera alcanzado la importancia que todavía tiene, ni
(ér';siJidicalismo peronista hubiera influido de tal manera
~'énla cOnciencia de los trabajadores.
i <{;: Los sindicatos se convierten en el órgano principal de
.A
minos de equiparación a los sindicatos -fuerza real-y
organizada- al menos formalmente los equipara con su
propio poder, aunque la realidad desmintiera más de una
vez el cumplimiento de estos postulados.
La base social del movimiento y de las transformacio-
nes programadas para el país, Perón la veía en las orga-
nizaciones representativas de la producción, especialmente
en los sindicatos obreros. De allí su interés manifiesto en
una C.G.T. unida, representativa y fuerte, cuando era Se-
cretario de Trabajo y Previsión. Esta concepción fue lle-
vada a la práctica durante los años de su gobierno. En
julio de 1947, el Presidente Perón declaraba:
"El gobierno necesita sindicatos organizados y necesi~
ta una gran central obrera, tan poderosa como sea posi-
ble, porque ése es el apoyo que ha de tener en el futuro
para poder cumplir los grandes destinos de esta patria,
en cuyo logro estamos empeñados, tanto los trabajadores
como el gobierno. Una simple explicación evita que entre-
mos en mayores comentarios. Una gran central obrera
es la mejor garantía para el gobierno, que no cuenta
con otra fuerza que la fuerza de trabajo" (8). .
La máxima "dividir para reinar" no corresponde apli-
carla al caso peronista. El interés fundamental de Perón
era la unidad del movimiento sindical, y para lograrlo
utilizó todos los resortes que el poder ponía a su dis-
posición.
En 1943 la Confederación General del Trabajo se encon-
traba dividida, y múltiples asociaciones obreras no per-
tenecían a ninguna de las dos centrales principales. Exis-
tían en el seno de la C.G.T. grandes divergencias que im-
posibilitaban la acción mancomunada en defensa del inte-

rés de la clase trabajadora. Las divisiones políticas y otras

'\expresión. política de los trabajadores. El mismo Perón tendencias propias del sindicalismo, no podían llegar a
C.9nsidéraba a las organizaciones gremiales -el movimien-
to{siridicaL peronista- uno de los pilares del movimiento
j~:::¡!~!iXi.'~~,2--,f
;0 • .. (8) Juan Domingo Perón: Op. cit., págs. 286/287.
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acuerdos fundamentales: La excepción entre los dirigentes
de las corrientes principales era el unánime apoyo a la
participación en la guerra, la defensa de la libertad de
comercio y el repudio del proteccionismo, "aspiración pro-
fundamente arraigada en las clases trabajadoras de Ar-
gentina" tal como afirma en 1942 el Congreso de la C.G.T.
Estas fueron las ventajas de la "autonomía sindical"
cuando sus beneficiarios no llegaban a medio millón de
trabaj adores.
Desde la Secretaría de Trabajo y Previsión, Perón in-
tervino a la Unión Ferroviaria -nombrando interventor
al coronel Domingo Mercante- ya la C.G.T. NQ 2, inme-
diatamente disuelta. Pero hizo todo lo posible para reunir
a la totalidad de los sindicatos en una sola central obre-
ra, en este caso la C.G.T. NQ 1. La Intervención de la
Unión Ferroviaria fue uno de los pilares de la unidad
sindical.
Los sindicatos paralelos creados por la acción de la Se-
cretaría de Trabajo y Previsión también ingresan a la
C.G.T. Cuando Perón asciende al gobierno en 1946, el
movimiento obrero se encuentra unido y constituye, junto
con las Fuerzas Armadas, la fuerza orgánica más impor-
tante del pais y el principal apoyo del gobierno peronista.
Tres años antes a nadie se le hubiera ocurrido pensar al-
go así al observar al enclenque y divi dido sindicalismo
argentino.
Las divertidas excepciones por supuesto corresponden a
nuestro socialismo democrático. Luis Ramicone, en un
"apunte para la historia" afirma:
"Hasta el advenimiento de la segunda tiranía, el movi-
miento gremial obrero se desenvolvía normalmente entre
nosotros. .. La dictadura puso término a esta evolución
normal de la organización sindical, pues necesitaba para
dar cima a sus designios demagógicos el punto de apoyo
que le permitiera suplir al partido político con que no con-
taba ... Esta apropiación de la central obrera por el ré-
gimen, marcó entonces un signo de retroceso, del que aún
40
." - . _ ". ,,"',. ":>"._-;(;-t.-!l~:~~~~6'::'i+<1r:~;!t;';¡~<~;¡"':'..~
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"-"';:"-"~.;' .'~~--
_~~:,"~,-~
."no 'se ha recuperado "éñ';'muchós7"£specfó'S'i;';'(Ia:' central'
obrera)" (9) . , ..;.h;;, ••..•~[~~~~"( ••••~;.;... .•.. : :.•..
• ~- -:~ ~./7f~~~~}p,~ ..1;;;;.fr~;i~~~!.~~~.r
,',- _ __", .-.~' ':_~'"
Otrode los objetivos de Per6fi;¡la\fetrñióÍi~délás ásociá~:' .
ciones empresarias en unasoláJééiítral"representativa, se .
alcanza recién en 1953, allegislarse';ra','agrerniaciÓn obli-.
gatoría en la Confederación Genefali,Ecünóinica; Pero en
ese momento el peronismo se en'coritraba' debilitado por la
presión de la crisis económica y:aé:las 'tendencias mono-
polistas que estaban imponiéndose en la economía nacio-
nal. La burguesía ya no tenía las mismaslispiraciones que
en 1945, su interés principal consistia:'en~Cterminar con Hi
prepotencia de los trabajadores, y eL seguÍldopilar sociai
del movimiento nunca llegó a constituir' una valla
siva para el gobierno peronista.
v
La participación política de las masaspopulares,desdé
la extinción de las montoneras federales' hábía:. sido res~
tringida. Aún bajo el yrigoyenismo no se alcanzan índi-
ces importantes de participación popular,' el desarrollo' só'::
cial del país no imponía todavía la presenciamasivé de
los trabajadores en la escena política nacional. La revoi
lución de 1930 revive bajo nuevas y más refinadas mane-
ras el fraude electoral y el desprecio por la voluntad po-
pular, desvirtuando el único medio existente de expresión
ciudadana que eran las elecciones.
Con la revolución del 4 de junio de 1943 no se vislum-
bra inmediatamente la voluntad de permitir la expresión
electoral de las mayorías, pero la actividad que despliega
Perón abre el camino a nuevas formas de participación
política popular, que no coinciden necesariamente con las
elecciones.
Concentraciones callejeras, huelgas apoyadas por la Se-
cretaría en demanda de mejoras salariales, discursos ra-
(9) Luis Ramicone: "Apuntes para la historia. La organización
gr€mial obrera en la actualidad". Ed. Bases, Buenos Aires ,1963.
41
 diales de Perón, convenios colectivos de trabajo de apli-
cación obligatoria en todo el país, que establecen además;
mejoras en las condiciones de trabajo, etc., son muestras
de una forma nueva de participar el pueblo trabajador
en las decisiones políticas del estado.
La nueva política nacional ensaya nuevas formas de
acción y participación. En un primer momento la misma
se limita al ámbito laboral, tocando sólo tangencialmente
los problemas fundamentales de la independencia econó-
mica del país. Pero la política social orquestada por Perón
tiene un sentido que trasciende la simple reinvindicación
obrera profesional, y es impulsar el desarrollo y la inde-
pendencia nacional contra las presiones imperialistas y
restringiendo el margen de actividad de la vieja oligar-
-_quía. Necesitaba por lo tanto contar con un fuerte apoyo
popular, la satisfacción de las justas aspiraciones de los
trabaj adores consolidaba el frente antiimperialista.
Los obreros pronto se dan cuenta de esto y las manifes-
taciones y huelgas adquieren un carácter abiertamente
político -Braden o Perón- aún cuando las mismas sean
; provocadas por simples reinvindicaciones profesionales
por mejores condiciones de trabajo.
El 17 de octubre de 1945, en todo el país, el pueblo tra-
baj ador manifestó políticamente sus aspiraciones, provo-
cando el vuelco definitivo de la situación en favor de la
línea popular antiimperialista, derrotando a la reacción
óligárquica.
La clara conciencia que la clase trabajadora tenía de
-lásposibilidades que se abrían con el naciente peronismo '
en el' terreno de su participación en las decisiones políti-
"cas; fue alcanzada antes que los dirigentes llegaran a la
misma conclusión.
El 16 de octubre de 1945 la Comisión Administrativa
de la C.G.T. aprobó la huelga general revolucionaria a
_partir del 18 de octubre, por sólo dos votos: 21 votos a
favor de la huelga y 19 en- contra. Los dirigentes que vo-
taron contra la huelga consideraban que había que man-
tenerse independientes de los conflictos internos de las
fuerzas armadas. Muchos de ellos posteriormente se hicie-
42
ron peronistas, pero hasta el 17 de octubre todavía no
habían llegado a comprender el sentido de los sucesos
mantenían un fuerte prejuicio antimilitarista. Desconfia-
ban de las conquistas logradas gracias a la acción de un
militar, y no creían a las fuerzas armadas capacitadas
para encabezar un proceso nacionalista y popular, además
no creían en el nacionalismo (10).
No cabe extrañar demasiado esta actitud de gran parte
de los directivos de la central obrera. Si bien los dirigentes
más ligados con las concepciones tradicionales del sindi-
calismo argentino ya habían sido desplazados de la direc-
ción, los que quedaban, en una importante proporción eran
dirigentes antiguos y soportaban la influencia de largos
años de lucha sindical. Durante el gobierno de Perón se
verá siempre a los dirigentes retrasados respecto del pro-
ceso social y político general, nunca pueden superar las
limitaciones que el peronismo y el propio Perón les im-
pusieron, incapaces de formular alternativas a la política
gubernamental.
Desde 1946 y hasta el derrocamiento de Perón en se-,
tiembre de 1955, los trabajadores -especialmente en las
ciudades-participaron activamente en las decisiones po-
líticas a través de las elecciones, concentraciones popula-
res, manifestaciones, huelgas y otras formas de acción di-
recta, ya desvinculadas del carácter predominantemente
sindicalista en la primera época, cuando los sindicatos co~.
menzaban recién a alcanzar importancia.
Siempre dentro de la órbita del Estado y apoyando la
gestión gubernamental de Perón, los sindicatos juegan un
papel muy importante en el sostenimiento del gobierno.
Pero su capacidad de acción, basada principalmente en
la negociación con el Estado y con el sector empresario, al
que obligaron muchas veces a cooperar en actividades
políticas -además de una concepción defensiva, típica de
todo movimiento sindical y que el peronismo en el poder
no pudo eliminar- se expresaba principalmente en el
ámbito restringido de las movilizaciones de apoyo y en
(l0) Luis Celjrutti Costa: Op. cit.
43

la campaña electoraL Su acción pocas veces trascendió
de las concentraciones pacíficas. Después del 17 de oc-
tubre de 1945 nunca la clase obrera decidió con su acción
y su presencia un hecho político de importancia, a lo sumo
convalidó situaciones ya resueltas.
Los objetivos políticos limitados impedían hacer fren-
te a las situaciones decisivas que exigían una compren-
sión profunda del proceso y una organización militante
capaz de decidir el sentido que deberían tener los hechos
políticos. Los movimientos revolucionarios, como el que
finalmente derribó a Perón, escapaban a las reglas del
juego político impuestas al movimiento sindical por el
mismo Perón y aceptadas por la clase obrera. Por esa
razón la C.G.T. fracasa en su intento de evitar la caída
del gobierno en setiembre de 1955.
En la órbita exclusivamente sindical, su participación
también alcanzó importantes resultados; especialmente en
la obtención de mejores condiciones de trabajo, equipara-
ción del trabajo de la mujer con el del hombre, protección
a la familia del trabajador, límites de horario para las
tareas insalubres, horas extras, etc. En el problema de
los salarios las conquistas, después de los primeros años
de gobierno de Perón, se restringieron al decidir el mis-
mo gobierno la renovación de convenios colectivos cada
dos años y limitar los topes de aumentos. El cambio en
las condiciones en que se venía desenvolviendo la economía
del país desde la finalización de la guerra mundial obliga
al gobierno a adoptar ese sistema en 1952. La tranqui-
lidad y el apoyo con que el mismo proletariado recibió la
explicación del problema nos habla, no de las limitacio-
nes del movimiento peronista, sino de las limitaciones que
tenía, políticas e ideológicas, el movimiento sindical.
Esta separación de las cuestiones sindicales de los pro-
blemas de carácter político general -separación que no
es tajante como después de la caída de Perón, pero que
sin embargo se manifiesta en la actividad de los sindi-
catos- dej ando las decisiones políticas exclusivamente en
manos de Perón y de su gabinete, Y limitándose a cum-
plir con las directivas emanadas de su persona sin ela-
borar formas alternativas de acción; -de~bfganíi6-:Y~'~ca-'~::;, ..
pacidad de lucha de los obreros. ¡! . . . ,<Bff;¡;s&i';;:11
En el plano de la movilización popular el período .pel;(';'~,.'{ti
nista se caracterizó por un sistema pendular que iba de ..
acciones directas, a veces espontáneas, de una potencia
marcadamente revolucionaria en la primera época, y que'
continuó siéndolo en el plano más restringido de la em~
presa donde. permanentemente se cuestionaba el poder de
dirección del capitalista; y una sumisión a directivas es-
tatales que limitaban y desOJ:ganizaban a los elementos
más revolucionarios.
VI
La relación de estrecha dependencia que los sindicatos
tienen con el aparato estatal durante el período peronis-
ta, se manifiesta en el carácter ambiguo de su partici-
pación política. Por un lado, las movilizaciones de gran-
des masas de trabajadores en apoyo del gobierno de Pe-
rón, generalmente acompañadas con arengas acerca de
la soberanía nacional y los enemigos del pueblo trabaja-
dor. Este es un hecho de gran importancia y que con-
viene tener siempre presente en el análisis del período
peronista -y también del movimiento social peronista-
puesto que quizás sea uno de los principales factores que
actúan sobre la conciencia de los trabajadores. Los be-
neficios sociales otorgados a la clase trabajadora son los
restantes factores de importancia. Juntos constituyen esa
mezcla de necesidad de afirmar la soberanía nacional y
espíritu reformista que caracterizan al peronismo.
Por otro lado, la imposibilidad material de ejecutar ac-
ciones en defensa de los postulados políticos defendidos
por el gobierno, cuando desde el Estado el mismo gobierno
no organiza dicha actividad. Los trabajadores salen a la
calle cuando Perón los convoca pero aunque el gobierno
peligre, si no hay convocatoria previa de Perón -como
el 16 de junio- la clase trabajadora se encuentra impe-
rlida de actuar en su defensa, y los sucesos pasan sobre
45
 ella sin que pueda hacer nada para cambiar su dirección cuando esas medidas se hacen más comunés. Pero aun
tal como curre el 16 de setiembre de 1955. Es un pro- cuando lo intentaran, la efectividad de su oposición es
blema de claridad politica y eficiencia organizativa. Los nula y provocaría su rápido reemplazo por otros más
sindicatos fueron estructurados por Perón de forma tal dóciles. El Estado tenía todos los medios para hacer fra-
que su acción era clave para sostener el apoyo popular casar las medidas de fuerza que atentaran contra su po-
a un gobierno estable. Pero no se había tenido en cuenta litica.
la posibilidad de crisis políticas y movimientos revolu- En el caso de conflictos parciales por motivos profe-
cionarios que hicieran tambalear la estabilidad de las sionales y contra las patronales específicas de cada rama,
autoridades nacionales. Todas las veces que se consideró el gobierno generalmente no intervenía. Pero cuando los
esta situación, las tendencias más radicales fueron enfren- mismos incidían, aunque más no fuese por el "mal ejem-
tadas y desplazadas, no hay que olvidar el compromiso plo", en la politica general, inmediatamente adoptaba de-
permanente de Perón con el Ejército, potencialmente ene- cisiones a favor o en contra del movimiento según los
migo del "desorden" sindical. casos y el conflicto quedaba rápidamente solucionado (11).
En el aspecto sindical, los trabajadores no tenían casi Entre los trabajadores, el aspecto positivo de este sis-
ninguna posibilidad de éxito en sus demandas en defensa tema político estaba dado por la adquisición de una con-
de los intereses materiales si el gobierno decidía adop- ciencia política nacionalista y popular, que era el resul-
tar medidas que no eran favorables a los mismos. Las tado del carácter del mismo gobierno, y en buena me-
conquistas logradas lo habían sido con la benevolencia
del poder estatal. Cuando después de la crisis económica
de 1951/52 se restringieron las concesiones de mejoras (11) La siguiente serie muestra la evolución de los conflictos gre.
económicas a los trabajadores, éstos no tuvieron capaci- miales en la Capital Federal, desde 1943 a 1955. En la misma
no figuran los paros generales. Pese a todas las limitaciones, si
'dad para obtenerlas por su cuenta (huelgas como la me- bien no brinda una visión completa del problema, muestra las ten-
talúrgica de 1954 fueron reprimidas y declaradas ilega- dencias existentes.
. les por el gobierno). Claro que el gobierno buscó la forma
'::" paraeontrolar el descontento que podría haber surgido, Afias
Trabaja- DUTación
Casos dores Jornadas
'.'i,;:;hiiciendo llamamientos a la unidad nacional en defensa de afectados perdidas
medIa
(dlas)
,,'~Ia:Ksoberanía y encontrando enemigos declaa-ados como 1943 85 6.754 87.229 12,9
;;,'un-medio de derivar la tensión. De ese modo, quizás sin 1944 27 9.121 41.384 4,5
1945 47 44.186 509.024 11,5
r;,-:;quererlo, Perón profundizaba la conciencia politica de la 1946 142 333.929 2.047.601 6,1
i_t'i;'~lase obrera -después de la caída de Perón este hecho 1947 64 541.377 3.467.193 6,4
,.iY;~'i~e¿onvierte en un elemento positivo- pero lo concreto 1948 103 278.179 3.158.947 11,4
~..;'+~;;era que los obreros estaban indefensos en el terreno eco- 1949 36 29.164 510.352 17,5
1950 30 97.048 2.031.827 20,9
,~?!c:{¡~}':.,fnómicoprofesional. ", 1951 23 16.356 152.243
~;?. Esta imposibilidad de actuar si no es recibiendo desde 9,3
1952 14 15.815 313.343 19,8
arriba las directivas, no es de ningún modo idéntica a 1953 40 5.506 59.294 10,8
la subordinación personal de los dirigentes sindicales a 1954 18 119.701 1.449.497 12,1
1955 21 11.990 144.120
la voluntad de Perón. Los dirigentes sindicales ni pien- 12,0
san en oponerse a medidas del gobierno contrarias' a los Fuente: Conflictos de Trabajo. Cuadernos
nisterio de Trabajo y Seguridad
de Investigación
Social.
Social. Mi-
Dirección General de
intereses de sus bases, especialmente después de 1951 Estudios e Investigaciones, 196!.

47
 , . didá, del liderazgo que sobre la clase obrera ejercía el Ge~
nE<ral.Perón y especialmente Eva Perón.
,'Con, un éxito variable, la fuerza de trabajo sindicali-
zada juega un importante papel en la radicalización po-
lítica del obierno hasta la muerte de Evita. La politi-
zación y organizacIón e la clase trabajadora, realizada
bajo su inspiración y con la dirección inmediata del Se-
cretario General de la C.G.T., José Espejo, produce he-
chos detonantes como la frustrada candidatura de Eva
Perón a la Vicepresidencia de la República en 1951. Este
proceso termina poco después de su muerte, cuando una
maniobra del sector más burocratizado del movimiento
nacional -ayudado por la coyuntura económica- impo-
ne la destitución del dirigente máximo de la central obre-
ra. Espejo es reemplazado por un nuevo Secretario Ge-
neral, Vuletich, fiel representación de la mentalidad bu-
rocrática y apolítica en los sindicatos.
El último discurso de Evita, el 19 de mayo de 1952, es
una ilustración dramática, por las circunstancias en que
fue pronunciado, de la lucha de tendencias contrapuestas
en el seno del Estado y del partido gobernante: "Nunca
nos dejaremos manejar por la traidora y corrupta oli-
garquía y sus amos extranjeros. j Pobre del que se atreva
a levantar una mano contra Perón! Porque ese dia, mi
general, yo iré a la calle junto con los trabajadores, con
las mujeres del pueblo, con los descamisados y no deja-
remos piedra sobre piedra que no sea peronista".
Entre los trabajadores el aspecto negativo principal
de la falta de iniciativa sindical era la carencia de fe en
sus propias fuerzas, que proviene del acostumbramiento
a recibir desde el gobierno las soluciones a sus propios
problemas. Esta situación característica de la relación
clase trabajadora-Estado desde 1943 se explica, como ya
lo hemos anticipado, por la juventud y origen rural de
esta clase obrera, sin tradición de lucha sindical para lo-
grar sus conquistas, y por la acción revolucionaria para
nuestro país que el Coronel Perón desplegó desde la Se-
..,.-:cretaría de Trabajo y Previsión. El sindicalismo de Es-
,-, "tado y el Estado benefactor peronista conforman una men-
_ carácte~' pa~ivo er{la Cl~s~tf;~i~t~~qj¿~~\j'
dora. A la caída de Perón, y ante la agresión de los pO- .~
deres públicos y de lá prensa contra el pueblo trabajador
,peronista, se produce una importante mutación y el Es-
tado se convierte, para los propios trabajadores, en el
enemigo declarado de los obreros.
" Esta dicotomía entre cierto tipo de actividad sindical
'.de carácter político, defensora de los intereses reales de
la clase trabajadora, y la subordinación a los poderes del
': Estado, que lleva a los dirigentes a transar en los despa-
','chos ministeriales lo que antes habían defendido en sus
organizaciones es, con las variaciones correspondientes
a las distintas épocas y gobiernos, característica perma-
nente del movimiento sindical argentino desde 1943. Es
la dualidad del peronismo, un movimiento de masas que
se identifica y se opone sucesivamente a los dirigentes.
El movimiento trasciende siempre la actividad que trazan
sus líderes, ya sea en el plano político como en el aspecto
sindical.
. Inevitablemente los dirigentes sindicales transan con
los poderes públicos. La defensa de los intereses materia-
'.les de la clase obrera y del organismo que defiende pro-
fesionalmente esos intereses, obliga a la transacción. Pero
esto no cambia el sentido progresista del peronismo ni
limita su capacidad de acción. Excepto durante los años
. de la Revolución Libertadora, la transacción es una de
las características permanentes del sindicalismo desde
r
..1958 hasta hoy, como lo fue durante el período peronista.
El tema política y sindicatos puede originar polémicas
:
;
;nmtre las diferentes interpretaciones del problema. Aqui
~.'solamente señalaremos la interpretación que Rodolfo
¡:;- Puiggrós hace del problema (12). Define al Estado jus-
ticialista diciendo que "tenía su fundamento en un equili-
,brio inestable y provisorio entre la burguesía y el prole-
: tariado" (pág. 62), pero minimiza la capacidad revolu-
cionaria del nacionalismo peronista, como si no compren-
••
I
diera que justamente lo más revolucionario del peronismo
••
I
•
(12) Rodolfo Puiggrós: Op. cit.
49
•
i
 es el nacionalismo: "El peronismo no le dio al proleta-
riado argentino, pues, una teoría revolucionaria, sino. que
lo alienó a una doctrina de carácter nacional" (pág. 76).
Sin embargo, reconoce el carácter potencialmente revolu-
cionario de la C.G.T. unida y el papel rector de los sin-
dicatos en la movilización de las clases populares.
Aunque el enfoque difiere en muchos aspectos del he-
.:ho aquí -no hay que olvidar que el libro de Puiggrós
fue escrito en 1957 en plena represión antiperonista-,
"El proletariado en la Revolución Nacional" es' uno de
los trabajos más importantes escritos sobre este tema. En
ese momento era lógico no otorgar un carácter decisivo
al nacionalismo como ideología revolucionaria; en 1967
cuando la historia de los últimos años demuestra la total
impotencia de toda otra perspectiva ideológica en su in-
tento de nuclear a las mayorías populares, y la entrega
del. patrimonio nacional a los monopolios se hace cada
vez más descarada, una vuelta a la tradición nacionalista
no significa un paso atrás, sino retomar en su base más
profunda y permanente las banderas antiimperialistas del
movimiento peronista.
VII
Los sindicatos cada vez más grandes e importantes dan
mayor preponderancia a la acción asistencial y a la
obra social, a la defensa de las condiciones de trabajo
. y de los niveles de empleo, a medida que 'se avanza en el
período peronista. La adhesión política a Perón va per-
"diendo su carácter movilizador de las organizaciones gre-
. miales, puesto que no hay organismos que la articulen. y
posibiliten la acción creadora de los trabajadores ~l
partido peronista organizado alrededor de las unidades
básicas. no es un instrumento ádecuado-, los sindicatos
se cristalizan cada vez más y pierden la dinámica que
,,',)os caracterizó durante los años 1943 a 1946.
..... Los discursos de Perón antes de ser presidente y las
'.:,perspectivas de expansión económica que se creía había
para el país en la postguerra, influyeron para que la el
obrera adoptase una conciencia Política e ideológica triun~
falista. Tanto los obreros como los dirigentes sindicales
adhirieron a esta perspectiva de progreso y bienestar que
iba a ser alcanzada fácilmente.
Se creyó que todo iba a ser fácil, o por lo menos que
no iba a haber grandes dificultades. Esto unido a la
conciencia de que no eran necesarios grandes esfuerzos
colectivos para obtener el bienestar social general, y el
convencimiento de que para alcanzar las tres banderas
clásicas del peronismo -independencia económica, Sobe-
ranía política y justicia social_ no había más que em-
pujar débilmente a un imperialismo agonizante y debili-
tado por la guerra y que con él caerían sus sostenedores
nacionales. Creencias que continuaron por mucho tiem-
po, aun después que se hizo evidente el cambio en las
condiciones objetivas para su realización, y se vio que era
imposible alcanzarlas sin atacar decididamente la base
material del imperialismo. Este cúmulo de fantasías de-
bilitaron considerablemente la capacidad y condiciones de
lucha del proletariado.
Cuando desde 1950 la expansión de las fuerzas produc-
tivas frenó su ritmo expansionista, se vieron los des-
ajustes que impedían su crecimiento constante -énfasis
excesivo en la industria liviana en desmedro del desarro-
llo de los sectores básicos de la economía_ y especial_
mente durante la crisis agrícola de 1951/52 que mostró
claramente qúe no se había roto la relación de dependen_
cia con los centros financieros internacionales. El go-
. bierno se vio obligado a llegar a acuerdos con ellos si
quería mantener nuestra liquidez internacional. Los tra-
bajadores asalariados y los dirigentes sindicales que sur-
gen en los últimos siete años, desde 1943, bajo la euforia
del primer plan quinquenal, no se adaptaron a la nueva
situación. Mejor dicho, sí se adaptaron a las condiciones
objetivas en que se desenvolvía la actividad productiva,
10 que no adaptaron fueron las consignas y el programa
político popular.
El hecho destacado de este cambio fue el Congreso Na-
51
 .J, ':._~.,.:-,
Productividad y Bienestar Social, realizado en
~marzo de 1955. Perón convocó a la alianza de las clases
activas de la economía: la clase obrera y los índustriales
y comerciantes. El objetivo era la recuperación econó-
mica nacional, y para ello se propuso un "Acuerdo Na-
cional de Productividad" que como siempre tiene por víc-
timas principales a los trabajadores.
Sin embargo, y pese a que la "oposición de izquierda"
hable del viraje reaccionario del gobierno peronista, la
cosa no da para tanto y una de las razones principales
fue la falta de tiempo para adoptar medidas antipopu-
lares. Por otro lado, la presión monopolista obligaba a
Perón a mantener el frente obrero peronista. Tan es así
qu~ los planes de Perón no llegaban hasta al ahogo eco-
nómico y la limitación de la acción política de la clase
obrera -no se tomó ninguna medida que tendiese a li-
mitar el poder sindical- que las tendencias monopolistas
que surgían con fuerza en esa época, al no hacer el go-
bierno las reformas en su accionar que esperaban, son las
impulsoras del golpe que lo derriba en setiembre de 1955.
La alianza de Perón con los trabajadores no se rompe
con el Congreso de la Productividad, el objetivo del go-
bierno era incorporar de un modo consciente a la "bur-
guesía nacional" al frente de clases (13). Las concesiones
,~ " r1 ~rT¡TI1]
(13)El Congreso Nacional de Productividad y' Biene~~a'l:'So~ial
realizado entre los días 21 y 31 de marzo de 1955, organízado por
la Confederación General del Trabajo y la Confederación General
Económica (C.G.E.), tuvo por fines declarados mejorar la produc-
tividad y elevar el nivel de vida de la población. Para ello se firmó
un Acuerdo Nacional de Productividad, se fijaron las Garantías
Mutuas del Acuerdo y las partes se comprometieron a crear el Ins-
tituto Nacional de Productividad. El libro que se publicó con mo-
tivo del Congreso señala que el número de establecimientos indus-
triales y mineros, 86.440 en 1947, se incrementó a 181.763 en 1954,
o sea el 110 %. El número de trabajadores, en el mismo período,
pasó de 1.223.752 a 1.536.530. Los establecimíentos comerciales y
de servicios que en 1954 eran 417.423, habían aumentado en un
70,6 % desde 1947; el número de empleados acreció en un 39,9 %
en el mismo lapso de tiempo. Las empresas constructoras aumen-
taron el 402,2 % y sus obreros 50,9 %. Tomando 1943 como base
100,0, en 1953 el volumen físico de la producción índustrial era
52
debían ser mutuas, pero los sectores qUe"d~c;~!ª;;~~~'..l}-"~,ci"
burguesía ya habían dejado de ser "nacionales" y no acep2 ""2\,.
tan entonces el ofrecimiento. El frente fracasa, Perón se' ".'~:,
debilita por la acción de la burguesía monopolista y pier- .
de parcialmente una de sus bases de maniobra: la clase
obrera que ya no es la "gran beneficiada". A partir de
junio de 1955 intenta un nuevo viraje popular y comba-
tívo, pero los monopolios ya fortalecidos provocan su
caída.
139,8 %, las horas-obreros trabajadas 106,2, el monto de salarios
nomínales 929,2 y el salario real del obrero industrial 102,4, este
último significa un descenso respecto del índice de 1948 --el más
alto de toda la hístoria- que estaba por encima de 130. La C.G.T.
declara en el Congreso tener seís millones de afiliados, y la C.G.E.
620.000 empresarios agrupados en 1.760 entidades de primer grado.
."N o todas fueron rosas en el Congreso. José Gelbard, presidente de
, la C.G.E.,' declaró: "Cuando se dírige la mirada a la posición que
. 'asumen en muchas empresas las comisiones internas síndicales,
. que alteran el concepto de que es misión del obrero dar un día
'. de trabajo honesto por una paga justa, na resulta exagerado, den-
.' tro de los conceptos que hoy prevalecen, pedir que ellas contribuyan
:.a consolidar el desenvolvimiento normal de la empresa y a la
:',marcha de la productividad. Tampoco es aceptable que, por ningún
motivo, el delegado obrero toque un silbato y la fábrica se para-
'lice. .. Otro factor negativo que nosotros no podemos silenciar es
el del ausentismo. .. Terminar con los lunes de huelga, etc." Mien-
.. tras que Eduardo Vuletich, Secretario General de la C.G.T., afir-
maba: "Hacen también a la productividad quienes honradamente
SE; han dado a la tarea de pregonar incesantemente por todos los
ámbitos de la Patria que de nada serviría obtenerla si para ello
" fuera menester alterar, aunque sólo fuera en parte, la legislación
;'.de amparo que hoy tienen los trabajadores argentinos ... Son opor-
'. tunas y necesarias estas aclaraciones por cuanto en los últimos
tiempos hemos podido escuchar frases duras contra un sector obrero,
al que se le imputan bajos rendimientos o desinterés en el des-
,empeño de la diaria labor que ejecuta. Sostenemos que ese sector
'¡ha sido y sigue siendo lo más positivo, lo más concreto y sustancial
";con que cuentan nuestras producciones en el campo de la eco-
nomía nacional. Se habla de ausentismo. Es, indudablemente, un
mal que debemos y estamos dispuestos a combatir; pero, eso sí,
queremos que, cuando se comparen estadísticas actuales con las co-
. rrespondientes a los años de explotación oligárquica, se sepa dife-
';.i'enciar el ausentismo culpable, del socialmente justo que resulta
:
de la aplicación de las leyes obreras justicialistas: vacaciones, jor-
nadas legales, licencias por enfermedad, casamiento, fallecimiento
53
i
 La clase obrera, que estaba viviendo su primera expe-
riencia restringida de poder real, no supo adecuarse a las
circunstancias porque creía en Perón, y que éste del mis-
mo modo que había interpretado sus necesidades en 1943
iba a encontrar la solución a los nuevos problemas. Y
también creía en sus dirigentes inmediatos, porque éstos
habían hecho su misma experiencia durante los años pa-
sados, y por su ubicación en la jerarquía del movimiento
deberían comprender mejor los sucesos que estaban ocu-
rriendo. Aun cuando la personificación de la voluntad
popular en un líder no debe exagerarse, es indudable que
la ausencia de Eva Perón en esos años dificil es influyó
para que la clase obrera mantuviera una actitud pasiva
frente a los acontecimientos.
Las dificultades económicas tomaron por sorpresa a la
clase obrera y no encontraron en los líderes una expli-
cación que les permitiera llegar a una comprensión clara
de 10i:¡ problemas. De las alternativas no peronistas ni
vale la pena hablar puesto que estaban concentradas en
la lucha por la reimplantación de las libertades demo-
cráticas y no veían nada que trascendiera ese asunto.
de familiares, pre y post-parto, etc., y las que permiten el más
holgado standard de vida que relevan de los esfuerzos inhumanos,
eliminados por la justicia social de la Nueva Argentina de Perón ...
Es muy' cómodo dedicar el tiempo propio al comentario intencio-
-;~nado'de la acción ajena ... quienes sólo esperan que los problemas
;"ae"rivados de las Insuficiencias y las deficiencias de la producción
:,;los~'afí'6Í1temos y superemos únicamente nosotros, los trabajadores,
,,:;"que somos precisamente los que menos podemos hacer a este res-
'?,::'pecto y a quienes se nos quiere asignar la mayor y más injusta
~,,:;responsabilidad". Sin embargo, el mismo Vuletich se encargó de
~t{decir en la sesión de clausura: "Declaramos con profunda satis-
," ..' facción que los representantes de la central empresaria han des-
,,-;';::-:=:;:-.'empeñado con comprensión el cometido que les fijó esta cita, y nos-
. .'-:-,-" otros cumplimos con un sentimiento de lealtad al destacarlo, por-
",,-, . que a los trabajadores, templados en una experiencia que no fue
nunca alentadora para ellos, esta otra etapa que empiezan a vivir
,51hora, los reconforta, principalmente por la confianza con que po- .
..drán mirar el futuro de las relaciones que este Congreso ha sellado"
con nuevas expresiones de loable entendimiento". Congreso Nacio-
,nal . de Productividad y Bienestar Social, Antecedentes, Temario,
C?nclusiones, C.G.T.-C.G.E., Buenos Aires, 1955.
y los dirigentes tampoco comprendieron los cambios
ocurridos porque, una vez afirmados en la dirección sin-
dical y con gran poder, no estaban en condiciones por su
falta de preparación política, de poner firmemente los
pies sobre la tierra y estructurar un programa que co-
rrespondiera con la nueva realidad.
Por otro lado, las comodidades personales que brindaba
su situación de poder, su aburguesamiento, impedía a los
dirigentes sindicales orientar sus preocupaciones hacia la
política nacional y los afirmaba en un gremialismo "puro"
de horizontes limitados, dejando en manos de Perón toda
responsabilidad de carácter general. Ni siquiera cumplie-
ron los objetivos señalados por el mismo Perón en repe-
tidas oportunidades, que asignaban al movimiento sindi-
ral un papel protagónico en la elaboración y ejecu'ción
de los grandes lineamientos políticos.
Los dirigentes gremiales peronistas, acostumbrados a
los favores del gobierno, así como a repetir los viejos
slogans de los primeros años del peronismo, perdieron
vigencia en los tres últimos años del gobierno de Perón.
La realidad no respondía a los slogans, aunque todavía
se lograba movilizar al pueblo con ellos puesto que ex-
presaban necesidades y aspiraciones populares. Eran ex-
presiones de deseos y no realidades lo que manifestaban
las consignas políticas de ese período.
y esa expresión de deseos movilizaba a la clase traba-
jadora de la misma forma como la siguió movilizando des-
pués de la caída de Perón. Entonces más claramente ex-
presadas -y conscientemente_ como expresiones de de-
seos, como necesidad de alcanzar los objetivos que el pero-
nismo representaba y que no pudo cumplir totalmente, y
también como nostalgia de épocas pasadas.
Se pueden observar dos momentos bien diferenCiados
del sindicalismo durante el período peronista. El primero
corresponde a la etapa triunfalista del movimiento, que
va desde 1943 hasta 1951 aproximadamente. En él los
dirigentes y la clase obrera mantienen su capacidad de
acción basada en los fundamentos políticos planteados por
Perón antes de ascender a la presidencia y que todavía
55

tienen 'vigencia; No hay una reelaboración ni enrique-
cimiento de estos postulados, antes bien, los mismos se
cristalizan y actúan como esquemas válidos para toda si-
tuación. Desde 1950 la situación nacional e internacional
cambia, y ni Perón ni los dirigentes políticos y sindicales
parecen estar capacitados para profundizar y adaptar los
lineamientos politicos e ideológicos del movimiento. Hay
muchas razones para que e]]o ocurriera, principalmente
la burocratización en todos los órdenes del movimiento,
pero el hecho es qué en la nueva etapa ninguno supo re-
solver los problemas. Y en el movimiento sindical, los
años que siguen hasta la caida de Perón, son de la más
absoluta orfandad política y doctrinaria.
,Las limitaciones del movimiento peronista hicieron el
resto. La desaparición de la mayor parte de estos diri-
gentes después de la caída del peronismo y su reemplazo
por una nueva generación de sindicalistas, que hacía sus
primeras armas en la dirección del movimiento durante
los años duros de 1951 a 1955 y que pudieron adecuar con
gran éxito su accionar a la realidad postperonista, con-
firma la suposición de que una de las causas principales
del fracaso final del eronismo v de su derrocamiento
01' la contrarrevo uClOn gon a en. 1 55 ueron as carac-
terísticas que había adoptado el smdlcahsmo en esos anos.
La originalidad de la expenencla polítIca peronista,
junto con las limitaciones señaladas, forman un todo que
fracasa al no poder culminar con los objetivos que dieron
vida al movimiento y permanecer en el control del apa-
rato del Estado evitando su derrocamiento.
VIII
La Le de Asociaciones Profesionales que im one las
retencIOnes obligatorias de las cuotas sm lca es con des-
tino a la obra social y gremial de 105 sindicatos, es el
instrumento legal que permite el fortalecimiento de la
estructura económica v financiera de los mismos.
El dinero recaudado por los gremios, sirvió para con-
• ,',..;.!
._"E~' c; ~~~,.:,'::~ ~;,
-:,.,.:-'~:.~'.~:~;"1~~;,~~
;;~_~_;'_"
',;__
~: j:;
formar organizaciones' cuyo alcance' trascen'día~I:AihBi;£g::if~-
de la negociación colectiva. Funcionarios rentados, obras"
sociales, capacidad de maniobra, etc~, sirvieron para ha-
cer de los sindicatos organismos capacitados, no sólo para
representar profesionalmente a los trabajadores, sino
también para resolver dificultades políticas y económicas
de alcance general.
La amplitud del movimiento sindical, que ]]ega con su
influencia a todos los rincones del país, permite elaborar
planes de obra social de vastos alcances, servicios asis-
tenciales y legales, proveedurías, colonias de vacaciones,
formación profesional, etc. Su poder económico les per-
mite cumplir con los objetivos que se programan; el sin-
dicato hace reales y permanentes las conquistas de los
trabajadores, elevando efectivamente su nivel de vida,
más a]]á de las limitaciones que el salario impone a SU5
gastos. La protección del trabajador -obra realizada por
el sindicato en forma casi exclusiva- es el resultado del
poder creciente que los sindicatos adquieren con los fon-
dos recaudados.
Este poder hacer cosas que pocos años antes nadie se
hubiese imaginado, que se creía imposibles de realizar en
nuestro país y menos que fueran los sindicatos sus eje-
cutores, es el resultado de la autonomía financiera de las
organizaciones que se obtuvo bajo el gobierno de Perón,
y a su vez una de las causas más profundas del arraigado
sentimiento sindicalista de la clase obrera argentina.
Las contribuciones de los afiliados se hacen regulares
al imponerse la retención obligatoria de la cuota sindi-
cal; la patronal es la encargada de recaudar ese dinero y
entregarlo al sindicato. Los aportes patronales estipu-
lados por convenio para la obra social del sindicato, y la
retención del primer aumento o parte de él con destino a
Jos fondos sindicales, son las otras fuentes directas de
:
o.
ingresos de las entidades obreras.
Estos fondos permiten mantener a una burocracia ad-
•:
ministrativa cada vez más numerosa y a veces prescin-
"dible, que tiene a su cargo las tar.eas de administración
y de organización en todo el pais. Ser dirigente sindical
57
!
i1f+:nI'E'~;
+ en estos momentos ya no es más una aventura cuyo futuro
es imposible de predecir, el dirigente tiene seguridad eco-
nómica mientras dura en sus cargos, y desea por todos los
medios mantener su puesto (14).
La Ley de Asociaciones Profesionales al dar autarquía
financiera a los sindicatos, permitió que en pocos años
el movimiento sindical reuniera sumas millonarias, con
: las cuales alcanzó poderío económico. Las obras asisten-
ciales son conquistas importantes que muestran la capa-
cidad de acción de los sindicatos en defensa de los inte-
reses materiales de la clase' obrera en un campo que hasta
1943 parecía totalmente vedado. Pero el aspecto más de-
,
~,.,
.',< ...,: -.
cisivo del poder financiero de los sindicatos durante los
gobiernos de Perón -no por la suma utilizada sino por
la importancia política de su utilización- estuvo dado
por su uso en las actividades de carácter político, apo-
yando al gobierno y a sus realizaciones.
De este modo los sindicatos se convirtieron en uno de
los soportes propagandísticos más importantes para el
gobierno peronista. Propaganda mural, diarios y revis-
tas, audiciones radiales, etc., ningún medio de difusión
fue desaprovechado por el movimiento sindical para en-
salzar la obra de gobierno y para difundir las conquistas
alcanzadas por los trabajadores.
.•••c " .Sin embargo, la propaganda política no alcanzó para
.. t';"'¿.'(lue el sindicalismo lograra una situación de poder deci-
'\;siva en el aparato estatal. Tampoco esta situación pudo
,.'~'. ser alcanzada con el poder financiero de las organiza-
~{{);f.rcionesgremiales, muy superior al de cualquier partido po-
'';:~.'lítico nacional.
o.',La debilidad de la acción sindical se demostró en 1955
.
cuando la Revolución Libertadora derribó al gobierno e
intervino a los sindicatos. Mientras estos fueron impo-
tentes para realizar la menor acción defensiva del gobier-
(14) Sobre la capacidad financiera de las organizaciones gremia.
les norteamericanas y su repercusión en la opinión pública ver e\'
libro de C. Wright Mills:. "El poder de los sindicatos". Ed. Si.
glo XX, 1965.
1,
i
'.s..;...
no de Perón, y pese a su resistencia no pudieron impedir
que el gobierno militar destruyera temporariamente las
organizaciones gremiales.
La contradicción permanente entre poder y debilidad
de los sindicatos nos obliga a repetir conceptos ya seña-
lados. También en el terreno financiero la aparente for-
taleza resultó ser más formal que efectiva. Podían con-
vencer al pueblo de la bondad de sus afirmaciones y de
la eficiencia de su acción en defensa de los trabajadores,
en las manifestaciones callejeras reunían millares de per-
sonas, los patrones se encogían ante sus reclamos y otor-
gaban sucesivos beneficios, paraban al país con sólo dar
una orden. En definitiva convencieron a la mayoría de la
población que su poder era inmenso y que los sindicatos
eraÍJ quienes finalmente iban a resolver la cuestión po-
lítica cuando la ocasión fuera conveniente.
Pero en el momento decisivo para la supervivencia del
gobierno peronista, el famoso poder de los sindicatos es-
tuvo ausente, el mito de su fuerza se desinfló momentá-.
neamente, aunque tres años más tarde renacería otra vez
_por un largo período.
Desde 1958 esta ambigüedad de su capacidad de deci-
sión acompañó siempre al movimiento sindical. Como
eran fuertes nadie se atrevía a enfrentarlos, pero en los
. enfrentamientos, cuando los hubo, más de una vez fue de-
rrotado. Las derrotas no impidieron que el mito de su
invencibilidad perdurara mucho tiempo.
Gran poder financiero y limitado poder político deri-
vado de aquél, también son características del movimiento
sindical desde 1943 hasta 1955.
IX
El poder financiero de los sindicatos, además de con-
solidar un importante ejército de funcionarios adminis-
trativos, abrió posibilidades de ascenso social a la clase
trabajadora en el seno del aparato sindical. gl sindicato
59

se 'corivirti¿~iJ uno' de los canales más importantes de as-
censo.-individual.
Durante la época de Perón, el que era adicto al mo-
vimiento y tenia cualidades de dirigente, encontraba en
estos organismos las oportunidades que la sociedad le ne-
gaba. De este modo, muchos que comenzaron como sim-
ples obreros pudieron ganarse una situación de bienestar
económico -no tanto como afirmaba la prensa en gene-
ral durante los años 1955y 1956- Y de relativo poder.
Es característico de los movimientos nacionales esta
capacidad de ser los receptores de oportunidades de as-
censo social y de enriquecimiento, y esto no es un privi-
legio exclusivo del movimiento sindical. La jerarquía po-
lítica y administrativa del peronismo también aseguró
su futuro bienestar durante el gobierno de Perón, igual-
mente un sector importante de la burguesía se afirmó eco-
nómicamente durante ese período.
La oligarquía tradicional y los monopolios industriales
y financieros que controlaron cada vez más estrechamen-
te el sistema económico en su conjunto y las oportuni-
dades de ascenso social, impusieron e imponen a los re-
cién llegados condiciones limitativas que no existieron
cuando el movimiento nacional estuvo en el poder.
El peronismo que controló el poder político durante diez
años, dio esas oportunidades a quienes tradicionalmente
se las negó el sistema. Estas ocasiones de ascender social-
mente fueron otorgadas a miembros de todas las clases
sociales que participaron del proceso político, aunque en
distinta medida y según las características del postulante.
El proceso de industrialización y concentración urba-
na provoca como contrapartida una reducción de las di-
ferencias salariales entre los obreros y los empleados de
oficinas. Los oficinistas medios se encuentran en el mis-
mo nivel de ingresos que los obreros medios y a veces
en un nivel inferior. El caso de los empleados de comer-
cio es el más típico de este descenso relativo en la escala
y también en la consideración social.
Sus aspiraciones están a menudo en conflicto con sus
condiciones reales de dependencja. El oficinista que siem-
.60
..jr';"';;?~.';;;~;~,f,~~'t~1~~1~~~
...
pre se consideró parte de la clase;,media,'lJeSe a nopeí<};>::':¿.
tenecer ya a la misma sigue creyendo que no ha desee-n- --
dido en la escala social. No es ni clase media ni clase
obrera (15). -
A este sector, Perón no lo incorporó al proceso político,
aunque le dio estabilidad en el empleo. Los discursos y
las formulaciones de Perón fueron lo más anti-clase media
~:!
•:-~
posibles como afirma Jauretche. La clase media y los
oficinistas que pensaban que lo eran, se sentian agredidos
por la falta de atención gubernamental. Una forma de
oposición fue el repudio de los -enriquecimientos y ascen-
~ ,"~ 1
::.
.-'->-
sos sociales que no entraban dentro de los esquemas del
orden tradicional, del que la clase media era el principal
custodio ideológico. Su moral era contraria a la "corrup-
'i:.-.fi
ción" peronista, y formaron las "masas populares" que
festejaron junto con la oligarquía el derrocamiento de Pe-
rón en setiembre de 1955.
El gremio bancario, típico exponente de la clase media
para la opinión popular y de los bancarios mismos, vivió '0~
en permanente conflicto con el gobierno de l"erón. Reali-
--e
.'.\j
zó numerosas huelgas y estuvo casi siempre intervenido
_por la C.G.T., que para mayor dolor de los empleados de
bancos nombraba interventores provisorios a -"sucios tra-
bajadores manuales". Este es un ejemplo en el ámbito
gremial del conflicto de clases no solucionado en ningún - -1
••
~
•i
momento por Perón. Conflicto que en realidad no le hu-
biera costado mucho evitar.
Volviendo al problema de la movilidad social durante
el período peronista, es indudable que el ascenso social a
través de la actividad sindical es el ue duele más a la
o 19arqUJa, puesto que trastoca los valores dominantes
que afirman que los obreros deben ser siem re obreros
j
y some 1 os a su po el'. ennquecimiento de comercian-
tes e industriales pasa más desapercibido debido a que,
en principio, todo empresario tiene el deber de enrique-
cerse.
(15) Sobre el tema de las clases medias dependientes, ver David
Lockwood: "El trabajador de Clase Media". Aguilar, 1962. tp
61

Las o ortunidades de ascenso no son sólo económicas,
sino también de carac er po l ICO. Iglll Ica el acceso al
mundo de los "influyentes"; la administración pública fue
el coto preferido por los "influyentes" que ejercieron aIlí
su limitado poder. Pertenecer al movimiento peronista se
convirtió en una necesidad para todos los que ambicio-
naban un mayor bienestar personal y encontraban ce-
rrados los caminos tradicionales. La oposición al impe-
rialismo y a las viejas estructuras oligárquicas comienza
también a ser un problema individual durante el gobierno
de Perón.
En los últimos años de Perón, el ascenso social que al
comienzo había' sido uno de los canales adecuados para
fortalecer el movimiento nacional, cambia su carácter al
modificarse las condiciones sociales y políticas, e impo-
nerse con nuevas formas y nueva dependencia -ahora
de Estados Unidos- la subordinación a los intereses im-
perialistas.
La burocratización mental de los dirigentes sindicales
ayuda a qué el proceso de concentración monopólica pase
desapercibido. Durante los últimos años de Perón los ca-
nales de ascenso se convierten en centro de especulación
y de corrupción, debilitando la capacidad popular de de-
fenderse de la entrega y la traición de un sector de las
fuerzas armadas (16).
•Las debilidades del movimiento peronista en el terreno
de la capacidad política -y no sólo de las organizacio-
nes gremiales- permiten que los monopoliós aliados a
un sector de las Fuerzas Armadas derriben al gobierno
(16) "El más tenebroso período de la hegemonía burocrática en
'la revolución peronista se extiende desde 1949 a 1953, en que la
revolución parece detenerse y los corifeos conservadores del régi-
men al estilo de Visca actúan libremente. Numerosas medidas ad-
ministrativas procedentes de la cúspide del poder son neutralizadas
por la maquinaria burocrática. Tergiversadas o invertidas, me.
diante una apliéación mecánica de su sentido original, estas medidas
obtenían un efecto cOlCltrarioal buscado". Jorge Abelardo Ramos:
-'-'Revolución y contrarrevolución en la Argentina", tomo 2, Ed. Plus
Ultra, 1965, pág. 638.
62
'"''''::'-;-:::::,";~}
-,C" r' ?"~~0!üt.~i~;"~"'{"
de Perón. Desde unos meses antes de su derrocamiento".,;;,i~
concretamente desde el golpe gorila del 16 de junio, pese ,e,'}
a renovados esfuerzos en el plano político e ideológico,
en la capacidad militar del movimiento popular se pro-
ducía un debilitamiento acelerado.
El Ejército aprovechó el golpe de la Marina para des-
armar a la C.G.T. de lo poco que tenía. En 1952 la C.G.T.
comenzó a armarse, pero después de la muerte de Eva
Perón y la destitución de Espejo el proceso se había de-
tenido. El 7 de setiembre de 1955 la central obrera pro-
pone al gobierno la creación de una milicia civil. El Ejér-
cito, con el General Franklin Lucero a la cabeza, se opone
al ofrecimiento asegurando que puede mantener el orden
sin ayuda.
El mito de una C.G.T. capaz de todo infunde temor en
los mandos peronistas de las fuerzas armadas. Que el sen-
timiento era generalizado lo prueba el siguiente cable de
Associated Press fechado el 7 de setiembre de 1955: "La
C.G.T. es el sostén de la fuerza del presidente Juan Pe-
rón. " Los observadores consideran que rivaliza o qui-
zás sobrepasa al Ejército como factor de poderío en la
Nación" (17).
No vamos a extendernos más sobre las causas inme-
diatas del derrocamiento de Perón. Señalamos que en su
nota renuncia del 30 de agosto de 1955, Perón afirmó que
el movimiento peronista era una organización con doctri-
na que había superado las etapas de constitución. A las
organizaciones "lo difícil es crearlas, adoctrinarlas, en-
cuadrarlas, disciplinarlas y ese problema ha sido supe-
rado". Pero ese fue el grave error de Perón, la situación
organizativa y política del movimiento e~aba muy dete-
riorada en esa fecha. Los hechos del 16 de setiembre lo
confirman. La reestructuración del movimiento después
de Perón se realizó sobre nuevas bases tácticas y nuevos
dirigentes políticos y gremiales.
(17) Citado por Whitakel': "La Argentina un calidoscopio".
1955, junio a diciembre. Ed. Proceso. Buenos Aires, 1956, pág. 43.
La libro.
ese información sobre el 7 de setiembre también fue obtenida en
63
 III. - INTERMEDIO: LA REVOLUCION
LIBERTADORA

Cuando la Revolución Libertadora decide intervenir a

la C.G.T. y a los sindicatos, comienza una nueva etapa
"para el movimiento sindical.

;
'" La represión y la liquidación de las estructuras gre-
miales sirvió para desplazar de la conducción sindical a
la mayoría de los dirigentes de la época peronista. La
j'esistencia organizada por los gremios de orientación pe_
rom sta -la mayona del pals no solo por el número ae
orgamzaclOnes SIllO prIllclpalmente por el caudal de afI-

i
lIados- Iba a demostrar que la adopclOn de medIOSde Iu-
"cha "extra gremIales" en vez de debIlItar el poderío Slll-
;dIcaJ, lo tortalecIa ante las bases y sentaba las condICIOnes
'para su recuperaClOn en un futuro mas o menos proxlmo.
La derogaCión de leyes que regulaban la aetlVlclad Slll-
_dical, como la Ley de Asociaciones Profesionales, leyes
'creadas y en plena vigencia durante el período peronista;
la congelación de los salarios a partir de un pequeño
'aumento otorgado en enero de 1956; y otras medidaR re-
'presivas adoptadas por la dictadura militar-oligárquica,
fortaleció la conciencia de los obreros en el sentido de f
percibir claramente la diferencia tajante entre las carac-
terísticas del gobierno peronista -con todas las limita- •••
iones señaladas en el capítulo anterior- y el nuevo go-
•
I

65
•
i
 bierno abiertamente antiobrero y ligado a los intereses
monopolistas. El Plan Prebisch, inmediatamente lanza-
do a la publicidad por las autoridades de la Libertadora
era el primero de una serie de planes económicos que,
pese a sus diferencias secundarias, tenían un común de-
nominador: la adaptación de la economía y las condi-
ciones sociales del país a los marcos fijados por el ca-
pital monopolista.
El derrocamiento del peronismo en setiembre de 1955
encuentra a la C.G.T. sin fuerzas para encabezar una
lucha con posibilidades de éxito para obtener el retorno
del gobierno peronista, de la misma forma que tampoco
tuvo fuerzas para impedir su caída. El estancamiento
político de los cuadros sindicales, visible desde 1950 Y
, que se agudiza en 1952 después del fallecimiento de Eva
Perón, es la razón principal que impide a la politizada
clase trabaj adora iniciar con buenas probabilidades el
proceso de reconquista.
Sin embargo, durante los primeros días de su gobierno,
Lonardi acepta recibir en entrevista al Secretario Ge-
. neral de la C.G.T., Rugo Di Pietro. Todavía persiste en
las fuerzas armadas el mito de la extrema peligrosidad
de los sindicatos. Los hechos de setiembre demostraron
que los gremios no eran invencibles, pero los militares
no descartaban la posibilidad de una reacción violenta
por parte de los obreros peronistas.
.La situación se. va endureciendo a medida que la dic-
tadura militar perCibe la debilidad de los organismos gre-
miales. Una reunión del. Comité Central Confederal de
.la C.G.T. destituye al Secretario General Rugo Di Pietro'
y nombra en su reemplazo a los dirigentes Andrés Fra-
. mini y H. NatalinL:i;Las divergencias internas salen a
la luz, dirigentesgr~miales antiperonistas, desplazados.
por diez años, insisten en las antesalas de los ministerios
para que el gobierno les entregue los sindicatos o como
alternativa, que lm;'1iitervenga.
El 26 de octubre~:a(1955 el gobierno de Lonardi da el
primer paso para ,iiitervellir a los sindicatos, designa
veedores-interventor~~.;e~la C.G.T. y en la mayoría de
66
las organizaciones obreras. Los gremios peronistas se
oponen a la medida y Lonardi no actúa con la decisión
que pretenden los sectores gorilas más duros, entre los
que ~e encuentran sindicalistas como Marcovecchio y Pé-
rez Leirós.
La siguiente medida del gobierno es denunciar el ca-
rácter partidista de la C.G.T. En respuesta la central
obrera decreta un paro general de actividades a partir
9
del 1 de noviembre. Sin embargo, el día 2 de noviembre
Lonardi trata de llegar a un acuerdo con los secretarios
generales de la C.G.T., Framini y Natalini, y consigue
que éstos decidan levantar la huelga. Muchos gremios,
especialmente de la industria donde las direcciones pero-
nistas se habían vuelto más combativas, no acatan la de-
cisión de la central y la huelga continúa, cada vez con
menor intensidad, hasta el día 7 de noviembre.
Estos hechos marcan el comienzo de una nueva etapa.
Una nueva generación de sindicalistas comienzan a agitar
a la clase trabajadora; los antíguos en gran parte son
desplazados naturalmente por los que surgen. La repre-
sión militar que arresta a gran cantidad de dirigentes
de la' época de Perón, en cierto modo facilita el recambio
al mismo tiempo que endurece las posiciones de lucha del
sindicalismo peronista.
La renuncia de Lonardi ellO de noviembre de 1955 es
el final de la pretendida transición pacífica del peronismo
al régimen liberal. En el mes de octubre grupos civiles
y militares antiperonistas ocuparon el local de la Fede-
ración de la Carne. Una huelga general en los frigorí-
ficos posibilitó la recuperación del sindicato por los di-
rigentes peronistas. Lonardi, todavía Presidente de la
República, no intervino para evitar la reconquista del
gremio, fue la última medida blanda frente a los sindi-
catos de la Revolución Libertadora.
Con Aramburu ascienden al gobierno los sectores más
violentamente antiperonistas; la represión declarada con-
tra todo lo que tenga por lo menos apariencia de pero-
nista -especialmente si es sindical- obligará a la adop-
67
., cié)n.de, defensas apropiadas por parte de la clase obrera
. y. de sus dirigentes más inmediatos.
. Las veleidades burocráticas de aquellos que comenza-
ban a hacer carrera en el movimiento sindical durante
los últimos años del gobierno de Perón, en la nueva si-
c tuación son reemplazadas por la fuerza y se convierten
en una clara conciencia del papel que las organizaciones
gremiales --columna vertebral del movimiento peronis-
ta- deberán jugar en los años que siguen.
Perón se convierte en sinónimo de resistencia popular
antllmperIahsta, los smdIcahstas lo saben y conformaran
su aCCIOna esa realIdad. Los problemas polÍtIcos nece-
sItan ser resueltos por ellos, ya no pueden ser sImples
admInIstradores del mercado del empleo nI tampoco hay
en el pars un !rder con poder del cual son los transmI-
sores. La separaCIón posterIor de lo smdIcal y lo polí-
tICO es una táctica -no entramos a juzgar si correcta
, o no- que les da mayor facilidad de maniobra frente
a los poderes públicos esencialmente enemigos de la clase
obrera.
La represión militar gorila no impedirá la realización
de medidas de fuerza que constituyen un éxito desde el
punto de vista del efecto causado en paralizar las acti-
vidades -como la huelga del 1Q Y la del 15 de noviem-
bre de 1955 decretadas por la C.G.T.- pero todavía no
hay una reorganización de fondo de los cuadros dirigen-
tes. La caducidad de los dirigentes gremiales es un hecho
definitivo en los últimos meses de 1955, y su reemplazo
inevitable por una nueva generación de sindicalistas fo-
gueada en la resistencia a la represión militar, comienza
a notarse con claridad en los primeros meses de 1956.
En enero de 1956 se realizan huelgas en establecimien-
tos metalúrgicos. La huelga en el establecimiento de
Phillips se destaca por su importancia y combatividad.
AIIi hace sus primeras armas como dirigente el futuro
Secretario General de la Unión Obrera Metalúrgica, Au-
gusto Vandor; típico exponente de la nueva generación
de sindicalistas que en 1958 desplazará definitivamente
dé la dirección de la U.O.M. a los antiguos dirigentes
que quedaban de la época de Perón.
II
En 1955 el capital monopolista necesita reordenar la
vida económica nacional. Comienza a desarrollarse una
actividad industrial que precisa de una masa muy im-
portante de inversiones en capital fijo. La canalización
de las inversiones hacia determinadas industrias básicas
desequilibran en favor del gran capital la actividad in-
dustrial, hasta 1952 dispersa y predominantemente li-
viana.
Paralograr el éxito en esa maniobra, la burguesía mo-
nopolista precisa reordenar las condiciones sociales vi-,
gentes en el mundo del trabajo. Pese a haberse estancado
la acción liberadora del movimiento peronista a partir
de 1951/52, el gobierno de Perón no había realizado nin-
guna ofensiva de importancia contra las condiciones de
vida y de expresión política de la clase trabajadora.
Al no radicalizarse, el peronismo no pudo superar las
- contradiccIOnes que existían en la sociedad al' enhna.
01' a eCIOa un sector de a burguesia industrial po en-
cialmente monopolista -además de provocar la expan-
sión general de la actividad industrial- y mantuvo ex-
celentes relaciones con los sindicatos, otorgando a éstos
sucesivas e importantes concesiones.
En cambio, con la Revolución Libertadora los sindica-
tos se ven enfrentados a una acción perfectamente coor-
dinada y coherente, tanto en el plano politico como en
el económico (1).
El 15 de noviembre de 1955, la C.G.T. decreta otra
huelga general. El gobierno de Aramburu declaró ilegal
a la huelga y arrestó a los Secretarios Generales de la
C.G.T., Framini y Natalini ya un centenar de dirigentes
sindicales peronistas. El 16 de noviembre intervino a la
(l) "Fuerza de Trabajo-Capital". Revista El Obre?'o, N' 4, 1964,
69

C.G.T., nombrando interventor de la misma al Capitán
f!~' de Navío Patrón Laplacette -oficial en actividad que
•: representaba al arma más antiperonista-, y expropió los
diarios La Prensa y Et Líder que pertenecían a la central
obrera. Luego de dos o tres días en que el paro fue per-
diendo paulatinamente intensidad, la situación laboral se
normalizó.
• En el paro del 15 al 17 de noviembre de 1955 se observa .
por primera vez la aparición de serias divergencias en
•••
k.... la conducción gremial. Algunos gremios, que posterior-
mente integrarán nucleamientos no peronistas, como em-
.1"c'
l•.~::,:-,
pleados de comercio y la Unión Ferroviaria, desacataron
las directivas de paro de la C.G.T. y concurrieron nor-
malmente a sus actividades.
.;",.
.;.
h 'C' De esta manera comenzó el ataque sistemático contra
las organizaciones obreras que iba a durar más de dos
ff> años.
La militarización de las organizaciones gremiales y la
designación como interventor de la C.G.T. a un oficial
en actividad de la Marina de Guerra, son las primeras
~~ ...
medidas que adopta el gobierno de Aramburu en su tenta-
tiva de "desperonizar" al movimiento obrero. La agresión
política se confunde con la agresión económica contra las
condiciones de vida de los trabajadores. . bios que en el orden económico se estaban produciendo.
,Inmediatamente se deroga el régimen de organización
gremial de las profesiones liberales, sin resistencia por
párte de los afectados que apoyan calurosamente la me-
dida. Los viejos Colegios académicos que garantizaban
el control de la profesión por unos pocos retoman su an-
tiguo poder.
Por decreto del 17 de febrero de 1956 se dispone la pró-
rroga de los convenios colectivos vigentes. Como paliativo
se establece un aumento del 10 % sobre los salarios del
31 de enero del mismo año y se fija un salario mínimo
de $ 1.120 mensuales. Los convenios colectivos de trabajo
deberán incluir desde ese momento incentivos para mejo-
rar la productividad. Se derogan las disposiciones que
prescriben la agremiación conjunta del personal de super-
visión, técnico y de vigilancia con el personal obrero, de-
70
--:
;l~'
~ .
:~';;';",-~~,,:.::~¡::.
. -
bien do concertarse convenios colectivos separados para
cada grupo del personal. A partir de ese momento los con-
venios colectivos de trabajo tendrán una duración de 18
meses como mínimo (2) .
Se produce el asalto de los locales sindicales por sindi-
calistas "libres" al estilo de Pérez Leirós y comandos civi-
les revolucionarios. Los dirigentes "democráticos" vuelven
a las direcciones apoyados democráticamente por la ma-
yoría de los comandos civiles.
Por un decreto del mes de marzo de 1956 se llama a
elecciones de Comisiones Paritarias, éstas deberán ser fis-
calizadas por los interventores militares. Para estudiar su
viabilidad se hicieron muestras: las elecciones primero
se realizaron en algunos establecimientos "representati-
vos" para cada rama de la actividad. Por resolución de
Patrón Laplacette no podían ser electos los menores de
25 años, extranjeros, ni los que estuviesen comprendidos
en las inhabilitaciones que "próximamente" daría a cono-
cer el Poder Ejecutivo (3).
La lucha por la reconquista de las organizaciones gre-
miales y las llevadas a cabo por motivos puramente eco-
nómicos, impide a los dirigentes sindicales hacer con tran-
quilidad una composición de lugar adecuada de los cam-
La continua agresión política y física que sufrían los tra-
(2) Organización Internacional del Trabajo. Modificaciones en
el sistema de Relaciones de Trabajo en la Argentina. Informa-
ciones Sociales, 1956. Sin embargo, los convenios se siguieron re.
novando durante los años 1956 y 1957. En esos dos años se fir-
maron 427 convenios y laudos -281 convenios y 146 laudos-o De
los que se conoce el número de beneficiarios, 3,258.046 trabaja-
dores corresponden a laudos arbitrales y 801.653 trabajadores corres-
ponden a convenios colectivos. El aumento promedio otorgado so-
bre los salarios básicos de 1954 es de 42,4 %. La retribución pro-
medio para 283 gremios es de $ 1.287,50 por mes, la mínima fijada
por decreto de febrero de 1956 es de $ 1.120. Fuente: C01VVenios
Colectivo.~ de Trabajo, años 1956 y 1957. Ministerio de Trabajo y
Seguridad Social. Secretaría General. Departamento de Estadís-
tica, octubre de 1958.
(3) Rubens Iscaro: "Origen y desarrollo del movimiento sindical
argentino". Ed. Anteo, 1958, capítulo XIV.
71

.bajadore~ dificultaba la observación de los cambios pro"
.. ducidos al, nivel de la empresa. . de la reestructuración-;
'. Como muestra destacada de la agresión antisindical, la
Revolución Libertadora organiza una Comisión Especial
de Verificación Administrativa en la C.G.T., que presidió
el Coronel Francisco José Maria Pass o Viola. Esta comi-
sión tenía como objetivo investigar los supuestos "delitos
e irregularidades cometidas en perjuicio de sus gremios
por los dirigentes sindicales" (4).
Sin embargo, pese a que empleó 2.078 personas organi-
zadas en 226 Comisiones Investigadoras durante casi dos
años con el objeto de obtener informes detallados, los re-
sultados alcanzados lo fueron dentro de "límites muy re-
'.ducidos" (5). Según la Comisión existían 5.467 entidades
gremiales en todo el país que vivían una "ficción de de-
.. mocracia sindical", con "dirigentes adictos a fa dictadu-
ra", "corrupción administrativa" que no pudo ser proba-
da en toda su extensión, "manejo delictuoso de los fondos
sociales", etc. Vivían en el despilfarro y con objeto de
enriquecer a sus dirigentes. Todas estas afirmaciones no
pudieron ser probadas por lo cual era casi imposible ini-
ciar acción penal alguna contra los sindicalistas proscrip-
tos, según reconoció el coronel Passo Viola.
El peligro peronista no era sólo nacional sino que al-
canzaba dimensiones latinoamericanas. La disolución de
A.T.L.A.S. (Asociación de Trabajadores Latinoamerica-
nos Sindicalistas), propuesta por la Comisión debido a
que intentaba coordinar el sindicalismo en el. plano con-
tinental, difundir él peronismo, "peronizar a América",
: parece ser el único resultado concreto de la Comisión In-
\vestigadora.
Finalmente la Comisión propuso: control permanente
'de los gremios con personeria por medio de un organismo
mixto obrero-estatal y creación del Organismo; reestruc-
turación legal y reglamentaria de la C.G.T. y entidades
.. ', (4) Comisión Especial de Verificación Administrativa de la
";:. 'C.G.T. Conferencia de prensa, enero 15 de 1957.
"o', (5) Comisión Especial... .
'- --
afiliadas -represión y sanción contra lasque ;~'~~~i:teh~,;
reforma del Código Penal para:;?;"
poder encarcelar a los dirigentes sindicales; inhabilita~.'-.
ciones sindicales a dirigentes peronistas; reforma de la
Ley de Asociaciones Profesionales (B).
En consecuencia, la preponderancia del aspecto político
represivo posibilita una rápida visualización del Estado
por parte de la clase obrera como el instrumento directo
de la opresión, las luchas de la clase trabajadora se des-
arrollan entonces basadas en la motivación principal del
retorno de Perón. Pero esta estrategia no prevé el fra-
caso de la tentativa retornista y la necesidad de adecuar''''''-::
la lucha a las condiciones estipuladas por el capital mo-
nopolista en el plano de la economía. Es evidente el desa-
juste entre la combativa y revolucionaria defensa que la
. clase ohrera hace de sus intereses en el plano político, y
el retraso con que se desenvuelve una estrategia acorde
. en el plano de las reivindicaciones económicas y laborales.
III
Existe un problema que es muy importante en el desen-
volvimiento del movimiento sindical en este período, y
que marca las tendencias que seguirán vigentes después
de 1958 así como las limitaciones de las organizaciones
gremiales en el plano político. Este problema es el en-
frentamiento del peronismo con el antiperonismo en las
organizaciones sindicales.
El conflicto entre ambas tendencias se hace manifiesto
desde el primer día después de la caída de Perón. Los di-
rigentes antiperonistas -viejos y jóvenes- intentaron
i
¡,' en seguida una acción de copamiento del movimiento sin-
dical o por lo menos adquirir posiciones de influencia,
aprovechando el desconcierto y la desmoralización dé los
cuadros sindicales peronistas y de la clase obrera en su ,1
conjunto .
:
~
(O) Comisión Especial. ..
73
•
~
 Antes que la Revolución Libertadora interviniese a los
organismos sindicales, es decir, antes del reemplazo de
Lonardi por Aramburu, los grupos antiperonistas apo-
yadoS por comandos civiles hicieron varios intentos para
desplazar a las direcciones peronistas. Sabían que éstas
contaban con el apoyo de la mayoría de los afiliados, por
lo tanto optaron por el método más seguro de recurrir al
apoyo de grupOS civiles y militares. La operación desalo-
jo más importante fue la tentativa fallida de desplazar
a los dirigentes peronistas del sindicato de la carne. Pé-
rez Leirós, en cambio, logró su objetivo en la Unión Obre-
ros y Empleados Municipales apoyado por la Marina y
por comandos civiles.
La gran poEtización alcanzada por el movimiento sin-
dical y por la clase obrera en general, se pudo observar
con toda claridad durante los años 1955 a 1958 mientras
duró el gobierno militar. Todas las tendencias políticas
manifestaron su intención de introducirse en el movimien-
to sindical, generalmente con escaso éxito. Fue el pero-
nismo, sin las limitaciones de expresión polítíca que le
ponía la extinta burocracia Y pese a la gran represión,
quien enriqueció su experiencia y capacitación política.
La represión antiperonista dejó bien claro para la clase
obrera que el Estado era la expresión del enemigo polí-
tico. Detenciones e interventores militares a las organi-
. zaciones, la represión de las huelgas Y la legislación que
/ desde 1956 limitó el campo de maniobra de los sindicatos,
derogando conquistas alcanzadas durante el gobierno de
Perón, desnudan el carácter antipopular de la adminis-
tración gorila.
El asalto a las organizaciones no había logrado destruir
a los sindicatos. Desde la ilegalidad, pero con una fuerte
base organizativa Y política en las fábricas y unidades de
producción, comienza a reestructurarse el movimíento sin- .
dical. Las huelgas, decididas en asambleas de delegados,
muestran con toda claridad, que la agresión había forta-
lecido la voluntad de lucha de los trabajadores.
Al contrario de las manifestaciones ideológicas antipe-
ronistas _especialmente del socialismo- que preveían
una rápida desperonización de los sindicatos si se atacaba
a las direcciones. Esta opinión era el resultado de una
concepción que estimaba al peronismo un movimiento de
carácter artificial. Terminando con las direcciones que en-
gañan al pueblo, éste podrá elegir libremente según sus
verdaderos intereses. La respuesta de los trabajadores re-
sulta totalmente distinta a la esperada por estos teóricos
del movimiento obrero: la clase obrera se une más fir-
memente que nunca alrededor del proscripto peronismo.
Se establece una estrecha relación, casi de carácter per-
sonal, entre los dirigentes y las bases. La acción que des-
arrollan los dirigentes sindicales y los activistas peronis-
tas del movimiento obrero expresa con fidelidad el sentir
mayoritario de las masas. Los sindicalistas antiperonistas
contribuyen a la unión, por cada sindicato que conquistan,
varios se hacen intransigentemente peronistas. Esto no
quiere decir que antes no lo fueran, sino que el peronismo,
que se había convertido en un sentimiento pasivo duran-
te los tres últimos años de Perón, es ahora una ideología
militante y hasta el último de los obreros se siente com-
prometido en el movimiento.
Lá separación de dirigentes-bases en t'!t movimiento
sindIcal que habIa caracterIzado el ultImo penado del PQ_
del' peronista, desaparecIó con la caída del gobIerno. en
1955. A partIr de ese momento la necesIdad de resIstIr y
reconquistar posiciones impuso un nuevo tipo de relación.
Un fenómeno que aparece con claridad en 1943 y que es
la elección política de los dirigentes sindicales, más allá
de los programas gremiales de éstos -y a veces a pesar
de los programas- se destaca nítidamente desde este pe-
ríodo en el movimiento sindical del país. Los trabajado-
res votan a tal o cual dirigente de acuerdo a su concep-
ción política. Levantar la bandera del peronismo es la ga-
rantía del triunfo. Tanto es así que muchos no peronistas
intentaron pasar por tales en las elecciones gremiales des-
de 1957. Pero los trabajadores saben bien cuál es el pe-
ronista verdadero -el apoyado por las 62 Organizacio-
nes Peronistas -y quién es el que se disfraza para obte-
75
.",.
 o"~.
ner votos. Y éste es uno de los grandes méritos de la or-
ganización política del movimiento sindical.
.. Igual que en 1943, la mayor parte de los antiguos diri-
gentes no se adecúan a la nueva situación y son desplaza-
dos por la voluntad de las bases, otros directamente aban-
donaron la lucha. Y también del mismo modo que los di-
rigentes de la etapa primitiva del sindicalismo argentino,
añoraron viejas épocas. Aquéllos sentían nostalgia de la
falsa democracia interna, éstos de los beneficios que otor-
ga el poder y de una posición burocrática segura.
El reemplazo trajo al primer plano a nuevos dirigentes
que, conscientes de que su fuerza estribaba en un contac-
to permanente con las bases, crearon un nuevo tipo de
relación que permanece con algunas diferencias hasta
nuestros días.
Durante la década que se abre en 1955, el proletariado
argentino fue el protagonista de luchas que, si se atiende
a la participación que tuvieron en ellas los trabajadores;
señalan un nivel cualitativamente distinto al registrado
anteriormente.
.Mientras en 1955 hubo 21 conflictos en los cuales par-
ticiparon 11.990 trabajadores; en 1956 los conflictos fue-
ron 52 con lá' participación de 853.994 trabajadores. En
1955 las jornadas perdidas fueron 144.120, y en 1956,
5.167.294. En 1957 hubo 304.209 trabajadores afectados
en 56 conflictos, las jornadas perdidas fueron 3.390.509.
En 1958, los conflictos fueron 84, los trabajadores afec-
tados 277.381, y las jornadas perdidas 6.245.287. Estas ci-
fras, como todas las cifras de conflictos llevadas por orga-
nismos oficiales, incluyen solamente los conflictos desarro-
llados dentro del ámbito de la Capital Federal, y excluye
los paros generales (7).
. La diferencia fundamental con los paros realizados du-
;,,~~ rante los años 1945 a 1950 es que en aquella época los
;~~:;~ paros por aumento de salarios generalmente eran apoya-
•."., (7) Conflictos del Trabajo. Cuadernos de Investigación Social.
Ministerio de Trabajo y Seguridad Social. Dirección General de
Estudios e Investigaciones, 1961.
dos por el gobierno, que los usaba como instrumento d€'
presión política sobre la burguesía. Generalmente, el go.-
bierno de Perón resolvía el conflicto durante ese período
otorgando el aumento y las mejoras en las condiciones de
trabajo solicitadas. Hasta 1950, en medio de la euforia
económica general, los paros y huelgas -€n realidad to-
das las formas de presión sindical- constituyen uno de
los elementos dinámicos que promueven la modernización
de la economía y las condiciones de trabajo. Juegan un
papel progresivo aún desde el punto de vista capitalista
al ayudar a superar una estructura económica caduca.
Desde 1950 hasta setiembre de 1955 disminuyen los
conflictos que se resuelven por paros de actividades. Ello
es debido, no a un mejoramiento general en las condicio-
nes de vida, sino a un cambio de la actitud del Estado
hacia los conflictos. El Estado usa su fuerza y la subor-
dinación de la C.G.T. para impedir estas manifestaciones
de descontento. Los paros generales decretados por la
C.G.T. durante el gobierno de Perón, siempre fueron deci-
didos por razones políticas y en apoyo al gobierno .
Desde octubre de 1955, el mecanismo de los conflictos
cambia. Hasta mayo de 1958 los paros generales siempre
fueron contra la política económica y social del gobierno
y contra las medidas represivas y proscriptivas del mis-
mo. Los paros resueltos por cada gremio en particular, si
bien generalmente su razón inmediata era económica,
también en casi todas las oportunidades eran declarados
ilegales y se convirtieron en manifestaciones populares
contra la dictadura militar. En la organización de estas
medidas de fuerza se prestigia ante las bases trabajado-
ras la nueva generación de dirigentes sindicales. Aquí ra-
dica la diferencia cualitativa con los movimientos de fuer-
za obreros de la epoca de Peron, el movImIento smdlcaJ
es la primera línea de combate de las fuerzas populares y
allí se desarrollan los principales enfrentamientos contra
el régimen .
 \)
IV
En una Mesa Redonda organizada por el Centro de Es-
tudiantes de Derecho en 1958, y a la que concurrieron
Eleuterio Cardozo de la Federación de la Carne y 62 Or-
ganizaciones Peronistas; S. Lema por el Sindicato de Luz
y Fuerza; Salvador Marcovecchio de la Confederación de
Empleados de Comercio y lider de los 32 Gremios Demo-
cráticos; Rubens Iscaro por el Movimiento de Unidad y
Coordinación Sindical; se hicieron a los participantes una
serie de preguntas sobre la actualidad sindical (8). Recién
terminaba el periodo de la libertadora, por lo tanto la
mayor parte de las respuestas se orientó al análisis de
ese período.
Eleuterio Cardozo responde que la concentración indus-
trial tiene como consecuencias la verticalización de la or-
ganización sindical. Se refiere a la clásica división entre
sindicatos horizontales por oficio o categoría, y sindicatos
verticales por rama de la producción, sin distinción de
oficios o categorías. La tendencia a la constitución de sin-
dicatos verticales es inherente al desarrollo capitalista.
Cardozo ve con claridad el problema del sindicalismo
de estado y percibe su necesidad histórica como instru-
mento de liberación: "El movimiento obrero debe apoyar
a la organización estatal que comparta su criterio social
y,íomente el mejoramiento de las condiciones de trabajo
y de vida de los trabajadores. .. Los sindicatos deben ac-
tuar en politica, son instrumentos politicos. .. Los sindi-
catos son más representativos que los organismos que ac-
túan con el nombre de partidos políticos ... Ningún ca-
mino debe estar cerrado O limitado al sindicato para
intervenir cada día más intensamente en la dirección, ad-
niinistración, gestión, etc., de las empresas y de los orga-
nismos del Estado".
Finalmente se refirió a la legislación aprobada por el
gobierno de Aramburu, declarando que el Decreto 9270/56
~ claraciones son de 1958)". En la época de Perón "los sin-
Revista de Derecho y Oiencias Sociales.
(8) Centro de Derecho
y Ciencias Sociales. N' 6, 1958, págs. 33/72.
78
~.
.~
~
que reemplaza a la Ley de Asociaciones Profesionales
de 1945, institucionaliza el divisionismo en los sindicatos,
establece inhabilitaciones para ejercer cargos gremiales
y que en esencia es un instrumento reaccionario. Tam-
bién se refiere al Decreto 10.596/57 que reglamenta el
derecho de huelga -es la reglamentación de la parte co-
rrespondiente del Artículo 14 bis de la Constitución de
1957, el decreto elimina lo que la Constitución otorga-;
separa entre el orden nacional y el orden provincial vol-
viendo a la situación anterior a 1943; considera la huel-
ga cau a despido justificado y multa a los sindicatos
patro hant s de huelgas; etc.
S. Lema de Luz'y Fuerza declara que: "El sindicato
proc a locar al Estado como medio y factor de desen-
volvimiento integral del país... El sindicato está com-
prendido dentro del Estado ... /La relación del sindicato
con el Estado deberá ser de independenCIa mIentras éste
no responda a los ll1tereses de los trabaJadores". Es pre-
CISOtener en cuenta SIempre la "relaCIón de fuerzas po-
pulares y reaccionarias dentro del Estado". Finalmente
reconoce que el sindicato es una "organización defensiva"
de la clase trabajadora.
Los dirigentes antiperonistas más decididos, los emban-
derados en los 32 Gremios Democráticos, saludan alboro-
zados la legislación que reemplaza las leyes de organiza-
ción sindical peronista. Aunque el carácter antipopular de
la Revolución Libertadora les impide expresar su apoyo
incondicional a las medidas del gobierno de Aramburu, lle-
gan a afirmar como Salvador Marcovecchio que el Decre-
to 9270/56 que derogó la Ley de Asociaciones Profesio-
nales y sienta las bases del pluralismo divisionista es una
buena medida: "Es preferible la filosofía de libertad sin-
dical que, con algunas reservas, representa el Decreto
9270/56, a la orientación totalitaria y corporativa del De-
creto 23.852/45 o de la reciente Ley de Asociaciones Pro-
fesionales (se refiere a la Ley 14.455 dado que sus de-
dicatos no fueron otra cosa que meros engranajes en la
máquina del poder estatal totalitario". "Con la politiza-
79
clOn de los sindicatos, los trabajadores pierden su condi-
cióndeciudadanos libres".
El dirigente comunista Rubens Iscaro, en la misma reu-
nión declaró que el Decreto 23.852/45 (Ley de Asociacio-
nes Profesionales) era una ley antiobrera y patronal al
igual que el Decreto 9270/56. Se mantiene en el justo me-
dio, ni unos ni otros. Sus simpatías están con el sindica-
lismo minoritario anterior a 1943: "Los pasos más serios
en nuestro país en tal sentido (en el sentido del fascismo-
nazismo-falangismo) fueron los del gobierno peronista.
que, mediante la coerción, la represión y la labor de je-
rarcas sindicales, logró la violación de la democracia sin-
dical (¿ la anterior a 1943?) y que las organizaciones obre-
ras se constituyeran en apéndices del partido Peronísta
y estuvieran colocadas bajo la dirección del Estado" (9).
En resumen, para Iscaro, Perón y la Revolución Liberta-
(9) En 1966 el Partido Comunista sigue pensando igual sobre
el tema. En una publicación oficial del partido se afirma que el
17 de octubre de 1945 es el día que "Perón vuelve al gobierno"
(pág. 78), Y se define de la siguiente forma el carácter del pero-
nismo: "De manera que, cualquiera haya sido la diferencia de los
regímenes anteriores con el régimen peronista, nada de fondo los
ha diferenciado, puesto que grandes terratenientes, grandes gana-
deros, grandes capitalistas y monopolios extranjeros los hubo en
unos y otro régimen y, en todos ellos, el obrero continuó siendo
explotado, lo mismo que los sufridos campesinos y las masas labo-
riosas en general; y las riquezas del país continuaron siendo ob-
jeto de la explotación del imperialismo. Nosotros hemos afirmado
con todo fundamento, por consiguiente, que las declaraciones su-
puestamente revolucionarias ele Perón sólo podían ser calificadas
de demagogia social. Además, afirmamos que no eran formuladas
. por un pequeño burgués reformista, sino por un representante de
los sectores burgueses reaccionarios, cuyos intereses defendía con
plena conciencia de ello. No eran sueños utópicos pequeñoburgue.
ses, aun cuando la critica a éstos pudiera ser válida también para
las declaraciones de Perón. El cuerpo de ideas expuesto por Perón
a lo largo de toda su actuación política ha sido, como lo demues-
tran sus propias declaraciones, la adaptación, a las condiciones ar-
gentinas, ele las ideas esenciales que bebió en sus fuentes origi-
nales: Italia y Alemania, en la época en que esos países estaban
dominados por regímenes fascistas". Eugenio Moreno: "El fenó'
meno social elel peronismo". Ed. Fundamentos, agosto de 1966, pá-
gina 64.
ciora son la misma cosa, gobiernos reaccionarios
tronales.
Estas intervenciones muestran con toda nitidez el pa- .
norama de las tendencias existentes en el movimiento sin-
dical hasta 1958. El peronismo se encontraba solo en la
lucha por la independencia nacional; con un argumento
o con otro, los antiperonistas juegan al divisionismo y al
debilitamiento de las organizaciones gremiales, y objeti-
vamente son instrumentos del imperialismo en el movi-
miento obrero.
Con diferencias secundarias entre ellas, las distintas
tendencias izquierdistas declaradas, incluso las surgidas
dentro del peronismo, son incapaces hasta hoy de ofrecer
alternativas válidas y posibles al reformismo de las di-
recciones sindicales. El sindicalismo peronista se consti-
tuye en la única valla defensiva antiimperialista seria, y
.•-~-,.
en él crecen la organización y la conciencia nacional re-
volucionaria del proletariado' argentino. Fuera de la or-
ganización sindical sólo hay impotencia y en algunos ca-
sos provocaciones francamente reaccionarias. "
:.~
•.•..
v
".
La represión antisindical de la dictadura libertadora
tiene dos orígenes, uno político y el otro económico. Es t
¡
preciso analizar ambos por separad<;>,puesto que no siem-
pre coinciden en los medios a utilizar.
En el aspecto político, las causas de la violenta repre-
sión deben encontrarse en el antiperonismo de quienes es-
tán en el gobierno. Los representantes de las clases socia-
les combatidas más que nada verbalmente durante el pe-
I+
ronismo, y los políticos desplazados encuentran aquí la
oportunidad para desquitarse de los desplantes sufridos.
y es a la clase obrera y a sus organizaciones donde son
dirigidos los golpes más duros. No pueden aceptar -los
ex proscriptos- que a los obreros se les haya otorgado
••
concesIOnes ue los volVIeron "pre atentes" frente a las
(,
•
Jerarquías sociales es a eCI as por a ra IClOno IgarqUl-
81
i
ca. "Es preciso terminar con la soberbia de los negros".
~ay que enseñarles a portarse bien a palos", como debe
haber dicho en más de una oportunidad Américo Ghioldi.
Los organismos gremiales son el blanco principal y alli
se encamina el odio de los oligarcas Y sus seguidores. Ni
las cárceles, ni el asesinato, ni el insulto proferido en in-
finidad de ocasiones, ni la intervención militar de los sin-
dicatos, ni el matonismo antiobrero de los comandos civi-
les que llegan a ofrecer sus servicios para reemplazar a
los trabajadores cuando hacen huelgas, doblegan la resis-
tencia proletaria que adopta cada vez un carácter más
combativo ..
Comienzan los años heroicos de la resistencia peronista
y rápidamente se reorganiza el frente obrero. En las elec-
ciones sindicales de 1957, la reacción gorila sufre un gol-
pe tremendo: pese al control militar, los peronistas ganan
en la mayoría de las organizaciones gremiales -la casi
totalidad de las de industria- Y en febrero de 1958 de-
ciden quién va a ser el nuevo presidente de los argentinos.
El'mito de la invencibilidad del sindicalismo peronista
resur e con uerza; con e e emen o agravan e para os
gorilas, que a ora eXISe una es rec a re aCIon en re os
Ingen es Y sus ases. s e acer no ar e carácter re-
volucIonarIo del smdIcalismo del período de resistencia
ilegal, la consigna del retorno de Perón pone en tela de
juicio la permanencia del régimen. Ya no se cuestiona
una simple mejora en las condiciones de trabajo, sino que
el problema es modificar todo el sistema de relaciones
. políticas Y sociales vigentes. Está en juego la permanen~
cia del sistema monopolista y la dependencia con el impe-
rialismo.
Las tentativas divisionistas no tienen el menor éxito. El.
Decreto 9270/56 que institucionaliza la división en el se-
no de los sindicatos, Y el Decreto 10.596/57 que regla-
menta el derecho de huelga, prácticamente no tienen nin- -
gún éxito en su aplicación Y se convierten en piezas de .
museo. Su derogación por Frondizi en 1958 no es otra
cosa que la 'aceptación de un hecho consumado.
Sin embargo, el otro aspecto que concierne a la
82
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ganización de la economía del país bajo la hegemonía
del capital monopolista, proceso que marcha paralelo al
anterior, pero cuyos objetivos no siempre coinciden con
el gorilismo extremo, alcanza un éxito parcial.
El desarrollo de las actividades industriales durante la
etapa peronista permitió el florecimiento de una economía
consumidora. La elevación del salario real y del nivel de
vida de los trabajadores iba acompañada por el enrique-
cimiento general de toda la sociedad.
Desde 1952 aparecen dificultades no superadas en este
proceso de industrialización, se nota la carencia de una
industria pesada básica -las instalaciones de SOMISA
no son más que un proyecto- que sirva de pilar para un
futuro desenvolvimiento armónico e independiente. Pero
en el mismo tiempo, y como contrapartida, florecen los
monopolios que precisan terminar con la "prepotencia"
obrera para reordenar sus actividades económicas. Mo-
dernismo y organización de sindicatos responsables son
las consignas del neocapitalismo en la Argentina.
Se convierte en una necesidad la liquidación de la es-
tructura sindical montada por Perón. Aquí se identifican
los intereses del gorilismo político y los de los monopolios.
Todos juegan para el mismo equipo: el peronismo es el
enemigo y los sindicatos su base social; por consiguiente
hay que eliminar el peronismo de los sindicatos y llegado
el caso terminar con los sindicatos mismos.
Para el gorilismo político, orientado ideológicamente en
un liberalismo extremo, los sindicatos son fuerzas artifi-
ciales que no tienen razón de existir. Para el capital mo-
nopolista, el sindicalismo puede ser un aliado siempre que
cumpla con determinados requisitos.
En los países europeos que se reconstruyeron después
de la guerra, los sindicatos jugaron un papel importan-
tísimo en la expansión neocapitalista, en España actual-
mente se está dando ese mismo proceso. Para el pensa-
miento integracionista la Argentina no tiene por qué ser
una excepción. El desarrollismo integracionista aspira. a
realizar el dommlO absoluto de los monopolIos sobre esa
bese: un movimiento sindical organizado y fuerte q
.<~
83
gebe jugar un papel destacado en el proceso de de~arrollo.
En el momento posterior de la destrucción deseada de
las organizaciones gremiales, le toca el turno a la reor-
ganización sindical. Y los frigeristas apoyan a los pero-
nistas en la reconquista legal de los sindicatos a cambio
del prometido apoyo en las elecciones nacionales. En 1957
este principio de acuerdo político ha comenzado.
El fundamento teórico de esta posición de los represen-
tantes del capital monopolista es que el sindicalismo cen-
trado en la reivindicación salarial contribuye a fortalecer
la expansión económica y el progreso tecnológico. Hace
posible que el incremento de la productividad se produzca
no sólo en función de la racionalización de la organiza-
ción del trabajo y las primas por incentivación, sino por
la renovación técnica continua, impulsada por los aumen-
t08 salariales. Las reglamentaciones para incentivar el
ritmo de trabajo se introducen en la primera etapa de la
Revolución Libertadora -la más represiva y antisindi-
cal-, ahora se hace preciso aumentar la capitalización de
las empresas y los convenios colectivos pueden ayudar
al. proceso. Por lo tanto, para los desarrollistas no es del
todo mala la incidencia que los sindicatos pueden tener en
el problema de alcanzar un desarrollo económico con-
tinuado.
Los líderes del capital monopolista, que en un primer
momento apoyaron la política social del gobierno de Aram-
buru, precisan ahora reordenar la vida sindical. Hacerla
fuerte, y organizada, pero apolítica o como mínimo un
poco menos peronista. Para eso hay que romper con el
continuismo idéntico a la Revolución Libertadora, y esta-
blecer un gobierno que, aunque en lo esencial continúe la
obra iniciada el 16 de setiembre de 1955, supere algunos
aspectos no necesarios y hasta contraproducentes de la
dictadura militar.
El candidato que reúne esas características es Frondí-
zi y a él apoyarán sin reservas los monopolistas. Los sín-
dicatos que salen de una dura lucha por la legalidad y
que habían descuidado el frente económico de su acción,
se embarcan tras las banderas frondicistas que
temente le abren una puerta.
Los conflictos entre el gorilísmo político y la polítíca'
económica del desarrollismo, embarcan en una falsa op-
ción al movimiento sindical. La fuerza política y de ma-
lOasde los sindicatos se constituye momentáneamente en
el apoyo popular que necesitan Frondizi y Frigerio.
Como veremos en el próximo capítulo, la ilusión des-
arrollista en el plano sindical duró poco. Los frigeristas
siguieron alentando verbalmente la concertación de una
. alianza duradera, pero en la práctica agredieron en forma
continuada a la clase trabajadora.
Sobre el final del período libertador se constituye la
Comisión Coordinadora Intersindical de Gremios Norma-
lizados -conocida como la Intersindical- que intenta .Ia
reunificación de las tendencias existentes en el movimien-
to obrero. La Intersindical se disolvió después de un tiem-
po y fue reemplazada por otros organismos unitarios. La
crisis se produce entretanto en el nucleamiento gorila de
los 32 Gremios Democráticos que se dividen, constituyen-
do la mayoría el agrupamiento Independiente.
El balance de los tres años de Revolución Libertadora
muestra una total renovación de los cuadros dirigentes
sindicales y el establecimiento de una estrecha y continua-
da comunicación entre dirigentes y bases obreras que
permite radicalizar políticamente al movimiento peronis-
tao La huelga se convierte en este período en el principal
medio de presión político y económico de la clase traba-
jadora, y se concreta el fortalecimiento del sindicalismo
peronista basado en la unidad de la clase obrera.
El carácter nacional revolucionario del peronismo apa-
rece planteado en toda su amplitud. En el período consti-
tucional que se abre en 1958 esta característica del movi-
miento peronista. jugará un papel decisivo en el desen-
volvimiento de las crisis politicas. Como aspeQt9_contradic-
torio debemos señalar que, en el orden estrictamente sin-
dical se producen acontecimientos que tienden a una ma-
yor adaptación del smd¡ca]¡smo al proceso de desarrollo
85 •
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 IV. - LA ETAPA SINDICAL (1958-1966)

Los representantes más lúcidos para la época del neo-

capitalismo en la Argentina, ascienden al poder con el go-
bierno de Frondizi. La represión antisindical que había
caracterizado a la Revolución Libertadora, es reemplaza-
da por la política de acuerdos con los dirigentes sindica-
les. Los interventores militares -donde quedan- son
sustituidos por interventores civiles que esperan la nor-
malización de la vida sindical para devolver los locales a
sus dirigentes.
Existe esperanza en el movimiento obrero. Las prime-
ras medidas del gobierno de la VCRI: aumento general
de sueldos del 60 %, respecto a los básicos vigentes en
1956, y la Ley 14.455 de Asociaciones Profesionales,
muestran el sentido del proceso que se inicia y que los
obreros esperan sea duradero. Especialmente la Ley de
Asociaciones Profesionales, similar a la vigente en la épo-
ca peronista, despierta expectativas optimistas en los me-
dios gremiales.
El desarroIlismo frondicista debía su victoria electoral
a los sindicatos peronistas, por lo tanto era de esperar
una retribución política del apoyo prestado. N o debe creer-
se que la actitud de Arturo Frondizi estuvo dietada por
un puro maquiavelismo, que todo fue un engaño del que
participaron los dirigentes del movimiento peronista.

87

...• '

j~~L~,._-
~:L:):(','E~i~t~~:ta'zon~s ideológicas y materiales en esta acti-
'tud .'del frondicismo. La doctrina integracionista supone la
"participación solidaria" de todas las clases consideradas
, dinámicas de la sociedad -la clase obrera y la burguesia
industrial- y que el proceso que se inicia con esa alian-
za producirá un rápido desarrollo económico. La conse-
cuencia práctica es el intento de embarcar en el programa
de expansión a la clase trabajadora. Esto es posible sólo
con la participación de entidades gremialmente represen-
tativas -el aspecto político sindical debe ser colocado en
un plano secundario-; de acuerdo con este pensamiento
el sindicalismo es el más adecuado para integrar a la cla-
se trabajadora. Asi fue como el movimiento sindical se
convierte teóricamente en la base de masas del régimen.
Desde el punto de vista de los sindicatos el planteo es
diferente. En primer lugar, es necesario volver a con-
quistar un lugar de influencia cerca de los poderes públi-
cos, y por ese método reintegrar al movimiento peronista
a la vida institucional legal del pais -aunque continúe
en la ilegalidad el partido pero ni sta, la legalidad de los
sindicatos actúa como contrapeso-o Desde este punto de
vista hay una estrategia sindical independiente de los pos-
tulados del desarrollismo.
En segundo lugar, los dirigentes sindicales ven con bue-
nos ojos una perspectiva de expansión económica inin-
terrumpida que provoque como resultado la elevación del
salario' real, mayores oportunidades de empleo, mejora-
miento de las condiciones de trabajo, creación de nuevas
fuentes de trabajo, etc. Hechos económicos que garanti-
cen su permanencia en el liderazgo obrero y que además
,le ofrecen cierta participación en la elaboración de los
proyectos. Desde esta perspectiva hay un principio de
acuerdo con Frondizi.
Los hechos demostraron el fracaso en toda la línea de
_la política integracionista. Los sindicatos no participaron
del poder; la entrega de las riquezas nacionales a los mo-
nopolios extranjeros y nativos chocó con el sentimiento
nacionalista básico del peronismo y la clase trabajadora;
,y la agresión política y económica contra los trabajado-
res y su movimiento continuó' ininterrumpida, aunque" 0-':..
adoptando en un principio formas diferentes a las que ~":¡r
caracterizaron la dictadura aramburista. Hacia fines de
1958 la clase obrera y los sindicatos vuelven a la ofensiva
y con los paros de enero de 1959 comienza un año donde
las huelgas y manifestaciones adoptan un carácter abier-
tamente político.
JI
Con el ascenso de Frondizi a la presidencia coincide el
proceso de reorganización de las tendencias mayoritarias
en cada sindicato, se preparan los aparatos sindicalei' pa-
l:a su normalización de acuerdo con la nueva Ley de Aso-
ciaciones Profesionales. Los nucleamientos ya existentes
también se reorganizan.
Las 62 Organizaciones Peronistas que nuclean a la ma-
yoría del proletariado industrial no sufren divisiones, y
preparan su táctica futura desplazando del primer plano
de sus reivindicaciones políticas la consigna del retorno
de Perón. Además, se' fortalecen con la aparición de lis-
tas peronistas en gremios no directamente dominados por
la Mesa de las 62.
Las 19 Organizaciones se dividen, el sector comunista
forma el Movimiento de Unidad y Coordinación Sindical
(MUCS), y el resto -la mayoría- pasa a formar parte
de los Gremios Independientes. La mayor parte de las en-
tidades adheridas a los 32 Gremios Democráticos recono-
cen el carácter -por lo menos así lo declaran - antihis-
tórico de su antiperonismo, y prácticamente se disuelven.
Sólo queda un minúsculo gremio, Empleados de Despa-
chantes de Aduana, que utiliza el sello de la entidad desa-
parecida. Los restantes se unen con los ex 19 en los Gre-
mios Independientes que actúa como nucleamiento per-
manente, con estatutos y otras formas de instituciona-
lización.
El antiperonismo de los Independientes persiste aunque
se lo oculta con la manifestación de que los intereses co-
89
munes de la clase trabajadora son más importantes que
las diferencias políticas circunstanciales. Al principio es-
ta táctica aporta algún resultado, aunque uno de lOs líde-
res independientes, Francisco Pérez Leirós, es un antipe-
ronista recalcitrante que obtuvo su sindicato con el apoyo
de los comandos civiles.
El proceso de concentración monopolista y desarrollo
de los sectores claves de la industria, que se inicia en el
p!ano político con el gobierno de Frondizi, tiene una ca-
racterística distintiva, y es la pretensión de encauzar ba-
jo la hegemonía de la burguesía monopolista a la clase
trabaj adora.
Pero luego del año 1958, en que los acuerdos se man-
tienen a nivel de dirigentes sindicales, el año 1959 se
inicia con uno de los movimientos de fuerza más impor-
tantes realizados en el país por la clase obrera: La huel-
ga general del 17 al 20 de enero de 1959, decretada en
apoyo de los trabajadores del Frigorífico Lisandro de la
Torre y de los trabaj adores petroleros. Estos últimos,
especialmente' en Mendoza, habían sido reprimidos por la
policía a causa de haber manifestado su repudio a los
contratos con las compañías privadas de petróleo.
Se inaugura un año de grandes luchas sindicales -la
prensa seria del país afirmó que'la República Argentina
obtuvo el primer puesto en la estadística mundial de huel-
y conflictos-, en abril, mayo y setiembre se reali-
nuevos paros generales de 24 y 48 horas. Alrededor
de 4 millones de trabajadores participan en cada uno
de ellos. Las estadísticas oficiales certifican que ese año
se perdieron en concepto de conflictos de trabaj o, sola-
mente en la Capital Federal y sin contar los paros gene-
rales, más de 10 millones de jornadas de labor (1).
. Las organizaciones sindicales que dirigen este proceso
(1) Durante 1959 hubo 45 conflictos en la Capital Federal, don-
dp participaron 1.411.062 trabajadores. Las jornadas perdidas fue-
ron 10.078.138,5, la duración promedio de cada conflicto fue de 7,1
días y la media de trabajadores por caso 31.357. Fuente: Conflictos
de Trabajo. Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, Dirección
General de Estudios e Investigaciones, 1961.
90
2~
de resistencia, y especialmente los mayoritarios y más
combativos sindicatos peronistas de la industria -unidos
ahora en el MOU lMovimiento Obrero Unificado) que
reemplazó en 1958 aJa aesapareciaar!r~l':.?i~--re:-
gIstran 1r-t959--como<.m-añoae grandes victorias creTa:
~!-ªª-e 06.r.e..iª, ...y.~et~as qu~ sirvieron para galva!1izar J~."
'-v<ll.untad._.d~ resistenCíaíiacionalyaITrIñ"ar--a--los dirigen- --_
1\13rü. 'estií:ñ-ágrüpádoiffoQcrS-
tes en suB.......<:.ai:g.ciS'::::..En-:-.ef
los sindicat<2LP.eronistas 'de--ias'-620rg-áñ"TZac'iones~'algü-:
nos gremios independientes y el M. m~-----._----
-Comienza una nueva etapa de luchas, preSIOnes y nego-
ciación con las empresas y el Estado. Son los dirigentes
sindicales quienes se encargan de coordinar esta activi-
dad que trasciende el campo gremial, poniendo en pri-
mer plano la lucha contra el gobierno de Frondizi. Los
dirigentes; y a través de ellos sus organizaciones, sufren
la presión de los poderes públicos, mientras deben ha-
cerse cargo de las exigencias de las bases que reclaman
por lo menos el mantenimiento de una línea de conducta.
Las luchas obreras y sindicales de 1959 replantean el
problema de las relaciones dirigentes-dirigidos en el mar-
co de los sindicatos. Para mantener un alto grado de
combatividad es necesario no subordinar los intereses del
conjunto a los intereses particulares de los líderes gre-
miales. La experiencia que en este aspecto deja el pe-
ríodo de la Revolución Libertadora, servirá para que los
cuadros sindicales no se orienten principalmente al man-
tenimiento de sus situaciones de relativo privilegio, tal
como había sucedido en los años de gobierno de Perón.
El esclarecimiento político y el énfasis en la organiza-
ción sindical como cimiento de la resistencia popular du-
rante 1959, es la continuación, con los límites y posibi-
lidades que otorga el gobierno de la UCRI y la legislación
de asociaciones profesionales, de los métodos creados por
la resistencia peronista a la dictadura gorila.
En síntesis, la tentativa de burocratizar y convertir
~n apolítico al mOVImIento smdlcal, que fue uno de los
presupuestos IdeológICOSdel desarroIlIsmo, fracasa en la
medida que la ag-resión económica de los monopolios con~
91
. tra la clase obrera es uno de los presupuestos del período
de expansión de las inversiones. Esta agresIón tIene co-
mo complemento el antiperonismo como forma de termi-
. nar con la principal oposición política a los proyectos
de subordinación imperialista. Otorgar legalidad a los
sindicatos no fue suficiente para que los dIrigentes gre-
miales arriaran las banderas nacionalistas que caracte-
zan al movimiento sindical desde 1943.
El movimiento sindical no puede resolver su principal
contradIcclOn: ser obJetIvamente antumperIahsta y por
10 tanto la vanguardIa cIrcunstancial de las mayorías po-
pulares -aspecto circunstancIal que se convIerte en per-
manente ante la ausenCIa total de cualqUIer formulaciOn
revolucionarIa alternatIva-, y por otro lado, enfrentarse
a la necesIdad del acuerdo para tener éXIto en las nego-
ciaciones exclusIvamente gremIales.
Esta actitud contradictoria (defensista) del sindicalis-
mo alcanza una clara formulación desde el M.O.U. Prác-
ticamente son abandonadas las banderas del retorno de
Perón que caracterizaron a los sindicatos peronistas du-
. rante la Revolución Libertadora. El objetivo de los cua-
dros dirigentes es adecuar las organizaciones a la nueva
situación y actuar sindicalmente en defensa de las con-
diciones de vida de los trabajadores. Aquellos que son
peronistas no pierden las esperanzas de traer a Perón,
pero éste es un planteo teórico. Lo fundamental es es-
tructurar un fuerte y unido movimiento sindical. dentro
de lo dispuesto por la Ley de Asociaciones Profesionales.
La presión política y la formulación de programas po-
.líticos se expresan prácticamente en la defensa del salario
real y del nivel de empleo. Existe permanentemente un
planteo teórico nacionalista que acompaña las resolucio-
nes sindicales por problemas económicos, también se es-
pecula con la legalidad del peronismo. La ruptura por
razones. económicas siempre está presente, estas podrian
resolverse negociadamente si no fuese por el carácter pe-
r~nista de los sindicatos. Aquí está la cuestión, el pero-
lllsmo no puede ser integrado al sistema~Ln provocar
un cambio que afecte a los intereses monopolistas, se vive
entonces en CriSISpolítIcas continuas.
El confhetode los smdIcatos con el Estado es cosa de
todos los días: se llega a un acuerdo y se pasa una feliz
pero corta luna de miel que proporciona argumentos a los
"antiburocráticos" de todo pelaje; al poco tiempo algún
diario o algún general se convierte en portavoz de los in-
tereses monopolistas -esencialmente enemigos de la cla-
se trabajadora- y se produce una nueva ruptura o algún
planteo militar contra el gobierno.
En el interior de las clases poseedoras existen respecto
a la actitud a adoptar frente a los sindicatos dos posi-
ciones. En primer lugar están aquellos que se oponen
cerradamente a todo tipo de acuerdo, invocando el res-
peto a la libre iniciativa individual coartada por las orga-
nizaciones gremiales, y una profunda alergia a todo lo
que signifique peronismo.
Por otro lado están los cuadros dirigentes y empresa-
rios más jóvenes y modernos que en principio aceptan
las formulaciones teóricas del integracionismo. Estos co-
rresponden a las industrias más dinámicas, aquellas don-
de se concentran las inversiones de capital -extranjero
y nacional- a las que les conviene contar con un sindi-
calismo "responsable" que regule las relaciones obrero-
patronales. Este sector apoya a Frondizi mientras el pe-
ronismo es reprimido violentamente por el Plan Conin-
tes y el integracionismo no trasciende del plano verbal.
Cuando el peronismo gana las elecciones en marzo de
1962, Frondizi y los desarrollistas pierden también esta
base de sustentación. Desde la caída de Frondizi hasta
nuestros días el desarrollismo se depura de toda ideo-
logía que no corresponde a la realidad política argenti-
na, y es el plan económico de Krieger Vasena quien final-
mente expresa la versión más elaborada del desarrollismo.
Aunque en el plano de la economía el movimiento sin-
dical pudo haber sido un instrumento integrador de la
clase obrera al sistema, en el plano político fue el eje
de ruptura con el mismo. y como bajo los monopolios y
el imperialismo -en las condiciones actuales en que la
93
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",.
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r
; gran concentración deja en manos de muy pocos la adop-
ción de decisiones- lo político es el aspecto decisivo,
llegar a acuerdos económicos con las empresas nunca re-
sultó para los sindicatos un compromiso fundamental para
su acción. Esta particularidad argentina de un movi-
miento sindical politizado y peronista, inev;ita'blemente
producia choques con el régimen debido a múltiples cau-
sas, muchas veces producto de la irracionalidad del anti-
peronismo de algunos grupos monopolistas e institucio-
nes del Estado. Irracionalidad que no encuentra expli-
cación en el análisis de las leyes económicas del capita-
lismo monopolista; pero que deja de ser irracional si
comprendemos la capacidad política revolucionaria de la
ideología peronista.
Una consecuencia decisiva del aspecto polítíco de la opo-
sición sindical al régimen es la eliminación en el plano
de los sindicatos de la impersonal relación burocrática de
simples intermediarios con el Estado; relación que esta-
blecían las bases con sus dirigentes durante los cinco últi-
mos años de gobierno de Perón. En ese entonces los sin-
dicatos eran ministerios que actuaban como transmisores
de los deseos del gobierno o de las inquietudes obreras, el
sindicato era una institución estatal en todo el sentido de
la palabra.
Con la caída del peronismo el sindicato prosigue cum-
".' pliendo con su misión de intermediario entre la clase
:'.:~': .. ;obrera y la empresa o el Estado, además continúa estre-
'i::';" "chameÍlte vinculado a este último. Sin embargo, actuando
:-,"':,ál' margen de los intereses estatales y en oposición a
, ellos, la relación de los dirigentes sindicales con las bases
cambia totalmente de carácter.
Las minorías dirigentes en los sindicatos mantienen
continuadas relaciones personales con sus bases y con. los"
activistas, y esta es una garantía para su permanencia'
en los cargos directivos. Mantenerse en la dirección ahora
no depende de la voluntad de los gobernantes sino de los:
deseos y aspiraciones de los afiliados. Y éstos se mueven'
con una clara conciencia de las líneas políticas que segui~:
rán sus líderes, relegando a un segundo plano las reivin3
-~;.
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d~caciones estrictamente grem!ales. En las ele~cione~ Si~f;. ..
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dlCales se enfrentan los perolllstas con los antIperolllstaS"k""':,;,~;"
mi~ntras se ~a~e abstracción. de l?s programas que se-~~~i::--:;¡::;':;0
refIeren especIfrcamente a la VIda SIndIcal.
".~,
"<~-,'c"'.;',.:,,_.
Mientras que en el plano político la acción sindical en-
frenta al régimen imperante, en el plano económico no
alcanza su actividad para contrarrestar al acción de los
monopolios. Se intensifica la explotación de la mano de
obra, se genéraliza en muchas industrias la inclusión en
los convenios de cláusulas de productividad, las discri-
minaciones salariales contra las mujeres y los jóvenes se
agravan en muchos casos. Este es el panorama más ge-
neral de la vida sindical durante el gobierno de Frondizi.
/
nI
En diciembre de 1958 Arturo Frondizi define con cla-
ridad los objetivos de su política. A partir de ese mo-
mento el momentáneo acuerdo alcanzado para las eleccio-
nes que lo llevaron a la presidencia de la Nación deja
finalmente de existir. Este acuerdo que intenta implantar
la hegemonía burguesa integracionista sobre el movimien-
to popular -para lo cual éste debe abandonar sus ban-
. deras de afirmación nacional- "apenas si alcanza a du-
rar el tiempo necesario para que su sector dirigente, afian-
zado en el aparato estatal pueda recurrir, como sus
antecesores, a la represión abierta de todo el movimiento
popular para cumplir sus objetivos de dominio" (2).
Las luchas obreras del año 1959 marcan el punto más
alto de la resistencia popular al gobierno. En 1960 el
Movimiento Obrero Unificado (M.O.U.) que dirigió las
acciones obreras desaparece definitivamente -ya durante
los últimos meses de 1959 este organismo sindical sufre
una crisis decisiva-, el segundo intento de organizar al
movimiento obrero fracasa como fracasó la Intersindical
en 1957.
(2) Fuerza de Trabajo y Capital. El Ob'rero N' 4, junio 1964.
95
 .En'los primeros meses de 1960 comienza el proceso que
cuhninará con la devolución de la C.G.T. a los trabaja-
dores. El gobierno de Frondizi anuncia públicamente la
. devolución de la C.G.T. y propone la formación de una
Comisión de 20 representantes sindicales, que debe encar-
garse de alcanzar las bases para la unidad sindical y ha-
cerse cargo en un primer momento de la central obrera.
Esta Comisión está compuesta por 10 representantes de
las 62 Organizaciones y 10 representantes de los gremios
independientes, el M.U.C.S. está excluido de la Comisión
pero acepta participar en la nueva central sindical
Pese a significar un triunfo de los sindicatos la recon-
quista de la intervenida C.G.T., la maniobra del gobierno
es una forma de institucionalizar la rebelión obrera dentro
de los marcos de la central, confiando en que ésta im-
pedirá los "desbordes" al estilo de' los habidos en 1959.
El año 1959 fue la mayor demostración de fuerza y
acCíOilSindical fuera-de-jüS marcos instituclorui:Ies. A par:
. tir de 1960 los sindicatos encauzan las reivindicaciones
generales de la clase obrera y las suyas propias, dentro
de los marcos ue la inestable alianza de tendencias sin-
dICales fija. Pero a pesar de haber perdido la capaci ad
combativa que le dieron los conflictos del año anterior,
los sindicatos comienzan a aumentar su poder e influen-
cia sobre otros sectores de la sociedad hasta ese momento
ajenos a la lucha sindical.
Fuera de los límites que la nueva legalidad impone a
los smdicatos, desde 1959 se desarrolla en el país una
actIVIdad terrorista dirigida por el peronismo. 0liCíal-
mente los sindicatos hacen "buena letra", pero los mili-
tantes de la resistencia peronista son apañados y favore-
CIdos por algunas organizaciones gremi~iTes.--Esuna
forma de actuar en dos frentes a la vez, pero al descuidar
la movilización y esclarecimiento político de las bases
obreras, los dirigentes sindicales dejan que el movimiento
terrorista quede aislado y posteriormente sea reprimido
sin posibilidades de resistencia.
... El terrorismo, que desencadenó la represión guberna-
" mental a través del Plan Conintes, nunca hubiera podido
alcanzar la magnitud que tuvo si no hubiese contado
el apoyo de los sindicatos peronistas. Claro que despúés
fracasó el intento revolucionario y los sindicatos siguie~
ron haciendo su juego legal, pero una cosa no excluye
la otra.
En la perspectiva legalista de los sindicatos, la parte
de su acción exclusivamente gremial, el movimiento pre-
siona sobre las empresas y sobre los organismos guber-
namentales consiguiendo normalizar el régimen de las
convenciones colectivas. Mientras no termina de reorga-
nizarse la Dirección General de Relaciones del Trabajo,
dependiente del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social,
el régimen convencional sigue un camino anárquico. Gran
parte de los gremios firman más de un convenio por año.
El año 1960 es el del ordenamiento definitivo, por lo me-
nos hasta la promulgación de la Ley 17.224 en 1967.
En 1958/59 se firman 287 convenios colectivos, 137 de
duración menor de seis meses. En 1960 los convenios co-
lectivos son 172, solamente 4 tienen una vigencia menor
de seis meses. Los convenios firmados en 1961 son 130,
5 de duración menor a seis meses. Los aumentos de sa-
larios promedio respecto del año anterior son, en 1959 dé
44,6 ro, 25,2 % en 1960 y 22,9 % en 1961. Los 130 con-
venios colectivos firmados en 1961 comprenden 2.650.318
beneficiarios, alrededor del 30 ro
de la población activa
del país estimada para ese año (3). .
Mientras que la presión sindical sobre el gobierno y las
empresas impide y limita las maniobras antiobreras, a
su vez provoca la reacción de los sectores más gorilas
de la burguesía monopolista y las fuerzas armadas que
inauguran una prolífica etapa de planteos, con el objeto
de impulsar una represión definitiva contra el peronismo
y los sindicatos.
Respecto a la mayor influencia que ejercen sobre la clase
media, ésta se refleja en la importancia creciente que
(") Convenios Colectivos de Trabajo. Ministerio de Trabajo y
Seguridad Social. Dirección General de Estudios e Investigaciones.
Departamento de Estadísticas Sociales, agosto de 1962.
97 ~I!U
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los partidos políticos otorgan al movimiento sindical
como medio de atraer mayores simpatías para su causa.
Este es un hecho muy interesante que marca un cambio
en las actitudes habItuales. SIempre se coqueteó con el
peronismo como medio de atraer votos, pero los sindica-
tos en sí no despertaban simpatías entre la poblaclOn de
clase media. Un hecho que atestigua este cambIo es la
actitud de la prensa hacia las organizaciones gremiales.
Desde el derrocamiento de Perón hasta el acceso de Fron-
dizi al gobierno y todavía durante el año 1959, los sindi-
catos y sus acciones ocupaban poco menos que las páginas
de noticias policiales en los diarios (recordar los comen-
tarios de la prensa sobre las manifestaciones callej eras
del 4 de abril de 1959 al día siguiente de un paro general
decretado por el M.O.U., también la desocupación con los
tanques del Frigorífico Lisandro de la Torre).
Las negociaciones de los dirigentes de los partidos po-
líticos seguidas con el objeto de captar el apoyo del pero-
nismo a sus candidatos, no se canalizaba en esa época
principalmente hacia las organizaciones sindicales. Se vi-
vía todavía con la idea de la extrema verticalidad del
movimiento peronista. Perón en la cúspide y abajo masas
totalmente desorganizadas y sumisas, con burócratas que
oficiaban de intermediarios, y cuya función política era
mantener esa desorganización siguiendo los "maquia vé-
licos designios" del Líder.
Grave error y que es un fundamento de las posteriores
caracterizaciones acerca de la existencia de una "buro-
cracia sindical y política" alejada de los reales intereses
'de los trabajadores, que sería necesariamente reempla-
zada por un partido revolucionario, o que en los partidos
políticos burgueses la clase trabajadora encontraría pro n- .
ta canalización, o que se integraría en el proceso de des-
arrollo, etc .. Las distintas predicciones corresponden a la
distinta ideología de quien la formula, los "críticos" anti-
peronistas existen en toda la gama de tendencias políticas
argentinas.
Los dirigentes sindicales peronistas no sólo actuaban
corno intermediarios entre Perón y el pueblo peronista,
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sino que también eran el' resultado de la represión anti-
peronista de la Revolución Libertadora, habían surgido
como dirigentes en la lucha contra ella. Una vez afir-
mados en sus cargos de dirección, la garantia para man-
tenerse en los mismos era organizar y mantener contactos
estrechos con las bases de trabajadores, asi como formular
los objetivos políticos de su aCClOn. re ormlsmo e os
diri entes smc1icales es sólo un aspecto de esta formula-
cióñ política.
Si no hubieran actuado de esa manera fácilmente po-
drían haber sido desplazados por Perón, y el movimiento
sindical no hubiera tenido la envergadura y el arraigo
popular que realmente tuvo y que pese a las sucesivas
derrotas todavía tiene. Los distintos gobiernos que su-
cedieron al de Perón se estrellaron contra esta realidad.
El problema es que la situación general del país cambió
radicalmente desde setiembre de 1955 y que los dirigentes
sindicales cambiaron con ella. Ocurría muy frecuentemen_
te durante el gobierno de Perón que éste mantuviera en ~1-rJ,
,n, '"'go, a lo, di';",n'e, a;ndical" como ,impl" fnn- ' .
cionarios de la administración pública, y los separaba 'y
de los mismos si no eran de plena confianza. ___....
Hasta aquí hemos desarrollado las características más
generales del movimiento sindical durante el gobierno de
Frondizi. Queda por ver el desarrollo de los conflictos
sindicales durante los años 1960 y 1961. Teniendo siem-
pre presente que las cifras se refieren exclusivamente
a la Capital Federal y no tienen en cuenta a los paros
generales, durante 1960 hubo 26 conflictos que abarcaron
130.044 trabajadores. Las jornadas perdidas fueron
1.661.519,5, la duración media de cada conflicto fue de
12,8 días y la media de trabajadores por caso 5.002. Una
cifra mucho menor que la alcanzada en 1959. Durante
1961 hubo 105 conflictos, con la participación de 512.499
trabajadores. El número de jornadas perdidas fue de
2.050.618. Este año casi la mitad de las jornadas perdidas
corresponde a la huelga ferroviaria, 933.045 jornadas.
También hubo un paro general de 72 horas en apoyo a
los trabajadores del ferrocarril que no es registrado pe r
99
 .~I
i('esta'::~ét~'df~tfca.. La media de trabajadores por caso fue
::.",'.dé4~881 y la duración media de cada conflicto 4 días.
<':o'.Efcambio fundamental respecto al año anterior es la me-
nor duración de los conflictos, aquí ya puede verse el fra-
caso de una estrategia sindical, fracaso que significa el
reemplazo de métodos de lucha por otros más adecuados
'a las circunstancias, como ocurrirá con las ocupaciones
de fábricas desde 1962 (4).
Con las ocupaciones de fábricas que comienzan a me-
. diados de 1962 se inaugura un nuevo método de lucha a
nivel nacional. Las razones económicas y políticas de este
cambio serán analizadas más adelante en este capitulo,
pero es importante señalar la lógica del movimiento obre-
.ro que crea nuevas tácticas cuando los dirigentes comien-
;;zan a flaquear en su voluntad de resistencia y prima la
tendencia conciliadora en el movimiento sindical.
El período de Frondizi marca el comlenzo de una época
" política en la Argentina centrada en el movimiento sindi-
cal, como eje alrededor del cual se desarrollan los pro-
cesos de carácter político. El punto culminante de este
periodo comenzará en 1963 cuando la C.G.T. normalizada
;;:decide el Plan de Lucha (primera etapa), su introducción
-la Semana de Protesta-, formulará en forma acabada
un programa económico, social y político de alcance na-
cional, y ofrecerá al país la imagen de una central
obrera capacitada, ideológica y organizativamente, para
dirigir los destinos nacionales. Ante la proximidad de las
','- elecciones generales, la C.G.T. aparece como el partido po-
lítico mejor organizado, un militar supuestamente "pro-
peronista" se encargará de esfumar sus aspiraciones.
IV
En 1962 el peronismo produce un hecho que decide el
curso posterior de la política argentina: el triunfo de sus
(4) Conflictos de Trabajo, 1961. Conflictos de Trabajo. MTSS.
Dirección General de Estudios e Investigaciones, 1965.
candidatos en las elecciones de gobernadores del 18d~:'~~.
marzo. La consecuencia fue el derrocamiento inmediato .'
del presidente Frondizi -el 29 de marzo-, pocos dias
rlespués que éste interviniera las provincias donde los pe-
ronistas triunfaron.
La causa principal del derrocamiento de Frondizi fue
el triunfo peronista, especialmente el alcanzado por An-
drés Framini en la provincia de Buenos Aires/Y la razón
del triunfo de los candidatos peronistas se debió no sólo
al sentimiento peronista de la mayoría de la población,
sino fundamentalmente a que la poderosa maquinaria sin-
dical se puso a disposición de la Unión Popular y llevó fá-
cilmente a sus candidatos a la victoria allí donde el grueso
de los trabajadores estaban sindicalizados. En los cintu-
rones fabriles de las grandes ciudades, así como en las
provincias del litoral, el norte y la Patagonia, los candi-
datos de la Unión Popular vencieron a la U.C.R.l. y a los
radicales del pueblo.
La actuación de los sindicatos en esta elección -y tam-
bién en las anteriores y las que siguieron- exige una
explicación acerca de. por qué el poder sindical se hace
políticamente mucho más decisivo cuando existe la for-
malidad electoral. En los enjuagues y acuerdos de comité
preelectorales los sindicatos se mueven a la perfección.
Acostumbrados a la negociación y al arreglo con las em-
presas y el Estado, es indudable que en los peí-íodos elec-
torales, cuando los políticos escasos de votos buscan cual-
quier apoyo que les permita ganar las elecciones y colocar
a sus candidatos, los sindicatos están en condiciones de
alcanzar victorias espectaculares.
y no es sólo el triunfo en una elección o la derrota
de determinados partidos políticos, como ocurrió en 1958,
1960, 1962, 1963 y 1965, sino que las negociaciones ini-
ciadas antes de las elecciones con los políticos prosiguen
después de realizadas éstas. Desde 1958 hasta marzo de
1962, y desde los prolegómenos de las elecciones de 1963
hasta el 28 de junio de 1966, la negociación con los diri-
gentes políticos de distintas tendencias, con el objeto de
obtener ventajas para la clase trabajadora o para alle-
101
h;"1'" " .:-,-
gados a los organismos gremiales, fue una de las activi-
dades principales de los dirigentes sindicales.
Las posibilidades que abre la politica partidista y basa-
da en elecciones a los sindicatos, explican el porqué de su
íntima aceptación de los procesos electorales, aunque pú-
blicamente nieguen estar interesados en ellos.
El derrocamiento del presidente Frondizi ocurre en un
momento en que se avecinaba una seria recesión econó-
mica. Ya a fines de 1961 podía preverse el sentido rece-
sivo de la economía argentinal Comienza a aumentar la
desocupación, gran número de empresas industriales dis-
minuyen la producción, aumentan los quebrantos comer-
ciales, se cierran empresas. La pequeña y mediana indus-
tria, sin distinción de ramas de actividad sufre los efec-
tos de la crisis, aquellos sectores más concentrados, aun-
que no viven una etapa flóreciente, esperan resurgir con
más fuerza cuando se invierta la tendencia recesiva.
La situación económica, completada por la existencia
de un gobierno militar abiertamente antiperonista, obliga
a replantear los métodos de lucha económica y política
,a-los trabajadores. Con características diferentes, una
dé las más importantes es la presente legalidad del mo-
vimiento sindical, se fortalecen las tendencias más comba-
tivasque predominaron durante la Revolución Liber-
",,', tadora.
:"':.:,'::La crisis económica que generalmente va acompañada
::5:' por la desorganización y el debilitamiento del movimiento
)"sindical/'en la Argentina no produjo esos efectos. Durante
,{2"'JOS años'e'críticos de 1962 y 1963, los sindicatos no ven
'resentidas sus bases de poder, sino todo lo contrario. La
'politización de los trabajadores y de sus dirigentes gre-
miales sorda causa principal del fortalecimiento sindical
en un mal' momento económico, y la demostración de que
el sindicalismo peronista trasciende el campo gremial en_
sentido estricto e incursiona, siendo éste uno de sus as-
pectos principales, en el campo de la politica nacional
como bastión de la resistencia popular.
Aparent.emente, según los estudiosos del sindicalismo,
si el sindicato no obtiene éxito en sus demandas económi-
102
:~~-
._-;;;:~r~,
1... __~--_"-,"""~',". ~C~:éL"
cas debería desaparecer o por lo menos ver debilitada su
organización; sin embargo, durante el interinato de Gui-
do, en el plano económico los éxitos de los sindicatos son
menores a sus derrotas. No obstante, el sindicalismo ar-
gentino salió fortalecido del período de crisis económica,
y fueron factores de tipo político los que posibilitaron
este resultado.
La razón se encuentra en aquello que repetimos conti-
nuamente: el movimiento peronista, y su órgano de di-
rección real, las 62 Organizaciones, es el eje de ruptura
con el sistema, y como tal permanece por más que los
contratiempos debiliten circunstancialmente su accionar.
El objetivo del movimiento nacional: la independencia y
la soberanía de la patria contra el poder del imperialismo "
y os monopo lOs SIgue SIen o un o JetIvo Incumplido.
Mientras no eXIsta un 'organismo que reemp ace a os SIn- , •••
dicatos, éstos mantendrán su papel como vanguardia del
movimiento popular. Los dirigentes sinaicales son diri-
entes olíticos de masas a un ue a ellos no les uste, no
y
actúen como tales y se circunscriban a tareas específi-
- c_amente gremiales. Los hechos y la voluntad de resisten-
cia de las bases, generalmente superan los objetivos limi-
tados de los cuadros sindicales, y el antiperonismo de
las clases dirigentes argentinas hace el resto al obligarlos
a defenderse y contraatacar.
En las estadísticas oficiales sobre conflictos de trabajo
en la Capital Federal, las cifras correspondientes a los
años 1962 y 1963 son los más bajas del período que se
inicia con la caída de Perón (5). Pero estas cifras ofrecen
una visión engañosa del problema, puesto que en 1962 se
adopta en gran escala la ocupación de fábricas y lugares
de trabajo como método básico de lucha sindical, y esto
no 10 computan los estadígrafos oficiales.
.r (')
Con la ocupación de fábricas se replantea toda la acti-
Año 1962: 78 conflictos, 348.955 trabajadores afectados,
898.295 jornadas perdidas. Año 1963: 72 conflictos, 554.310 traba.
, jadores afectados, 1.281.490,5 jornadas perdidas., Fuente: Conflic-
tos de Trabajo, MTSS, 1965.
103

vidad sindical, tanto en el orden gremial como político.
Durante los años 1962 y 1963, la crisis económica con sus
consecuencias en el aspecto salarial y sobre los niveles
de ocupación, no permite mantener los métodos de lucha
tradicionales que se utilizaban para presionar a la patro-
nal durante la discusión de los convenios. A una empresa
abarrotada de stocks que no se colocan por la contracción
del consumo, objetivamente le conviene la realización de
paros, puesto que, al no producir no aumenta sus stocks
íi1VelldTElesy por otro lado se ahorra los salarios de sus
obreros en huelga. La ocupaCIón del establecimIento, la
continuidad en la producci6n por partedeloslrabaJado-
res ocupantes, además de impedir la maniobra J2atronal
•• que aprovecha de los ~o~pone en juego el sentido de
intangibilidad de la propiedad privada.
.Por otra parte, la repreSIón políflca y antisindical rea-
lizada por el gabinete "colorado" hasta setiembre de 1962,
" Y continuada por los "azules" desde esa fecha, impone
también una politización más directa en los documentos y
fundamentaciones sindicales, aun en aquellos que se refie-
ren a problemas específicamente gremiales. La dependen-
,. ,cia política de la crisis que sufre el pueblo trabajador es
. por demás evidente durante esos años.
Finalmente, los dirigentes sindicales y la clase traba-
jadora no olvidan que la razón manifiesta del derroca-
miento de Frondizi fueron las elecciones del 18 de marzo
de 1962.
Durante más de la mitad del interinato de Guido, la
.,central obrera no se encontraba totalmente 'normalizada.
Su dirección provisoria era ejercida por la Comisión de
20. Esta ambigua situación legal obligaba a actuar
de forma tal que, sin arriar las banderas de lucha, y por
tanto sin comprometer sus bases de sustentación popu-
lar, no cerrar la negociación con el Estado e impedir que
, éste interviniera la C.G. T.
El eje político del movimiento sindical, durante 1962,
se encontraba fuera de la central obrera. Los sindicatos
"\t2.0:'de las 62 Organizaciones y en especial el dirigente textil
(:"'Andrés Framini fueron los encargados de continuar la
w •••••••••••
•
~ ••••L•••••••• _
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•••.• _. _"-"-'~""'~-'_"_-_~'---"'~~"'-"'-_""",..,
.- ,.'-.-',' -'-'-~_._,::-':"""'E-:i';::>-_:<
, ".,.r'
lucha en el plano político. La conferencia de Andrés
mini "No hay salida dentro del sistema", marca tempora- '
riamente la línea doctrinaria' del movimiento popular. La
crítica situación por la que pasaba el gremio textil, así
como el prestigio político que le había dado a Framini
su triunfo en la elección de la provincia de Buenos Aires,
ayudaban a darle a sus declaraciones políticas una re-
percusión mayor que la que realmente tuvo en la orien-
tación de las luchas populares. Quienes más batieron el
parche alrededor de esta conferencia fueron los comunis-
tas que intentaron hacerla pasar como de acuerdo a su
posición frentista liberal. (Los asesores de Framini son
un ejemplo del fracasado papel de los ideólogos en el mo-
vimiento sindical, ver más adelante).
El hecho real que marca la profundidad de las luchas
populares durante la crisis económica fue la ocupación
sistemática de establecimientos industriales por los obre-
1.'os en conflicto con la patronal. Las ocupaciones fueron
triunfos para el movimiento popular en tanto mostraron
la .posibilidad de destruir al sistema, pero en el plano de
los objetivos inmediatos apenas sirvieron para atenuar las
medidas antiobreras de la clase capitalista .
La desocupación alcanza cifras muy altas, alrededor)'-
de un millón de trabajadores desocupados. Más de cin-
cuenta mil en la industria metalúrgica y ochenta mil en
la textil, son las cifras de desempleo en dos de las indus-
trias más castigadas por la crisis, que pese a provocar re-
sultados similares en ese plano, afecta de manera muy
, diferente a cada una de ellas.
Las cláusulas de productividad se introducen en los COil-
venias que todavía no las habían adoptado. La crisis obli-
ga a los sindicatos a aceptar las imposiciones patronales
,C en el orden económico-laboral. Otra vez como durante la
~ Revol ución Libertadora, la necesidad de hacer frente a las
obligaciones que les plantea el hecho de ser el instrumento
¿, político del movimiento popular, provoca la desatención
';' de los problemas específicamente sindicales. Por otra par-
; te las grandes empresas introducen en sus reglamenta-
ciones internas cláusulas que difieren de los aspectos ge-
105
:~
!.'.~.f...~"....":;'.::,'".
.
nerales de los convenios. En mayor o menor grado todos
los gremios viven la situación de tener un ordenamiento
convencional general diferente de las reglamentaciones de
las empresas monopolistas de su rama.
7\ Es el momento de los sindicatos por empresa; en la
! industria automotriz especialmente, surgen organismos
gremiales circunscriptos al ámbito de cada empresa en
particular. Con el argumento de que las condiciones par-
ticulares no pueden ser abarcadas por una entidad que
comprende las más diferentes situaciones, los sindicatos
por empresa se convierten en el principal medio de pene-
tración imperialista en la clase trabajadora, con su secuela
de apoliticismo y sumisión a cambio de unos pesos más
en el salario. Diferencia que se compensa con un aumento
de los ritmos de producción y que en definitiva significa
una mayor explotación del trabajo asalariado.
Durante la crisis se sientan las bases para un aumento
de la producción que no irá acompañado por un aumentQ
Pe de la ocupación. El reequipamiento de los años 1959 al 61
~-:,-. va a provocar a partir de 1963 un incremento muy impor-
,~1t,j.~', -, tante de la productividad. Se opera una transformación
¡~~;~W>',''-.' é-n la estructura ocupacional: hay una mayor cantidad
'Eicicf':;,:" de horas-obrero trabajadas con una disminución absoluta
r?~:~~y" en la cantidad de operarios ocupados. Simultáneamente
;~i,C;¿;~':i::< .. surgen nuevas industrias como la petroquímica que ab-
'~~"~"=""X;::;' sorben parte de esa mano de obra, pero la ocupación efec-
';~'~"'i'tiva:aumentó en los últimos años a un ritmo menor que
seI:crecimiento demográfico,.f.Durante los años 1962 y 1963
i'~"'"ers-alario real alcanza el punto más bajo desde 1943, las,
cifiásson menores en un 40 '/'0 aproximadamente a las al-
canzadas:én 1948 que fue el año en que la relación sala-
rio/costo,de vida favoreció más a los trabajadores.
'Los:aiÍ'igentes sindicales que, luego de la cúspide alcan~
zada en materia de lucha sindical durante 1959, habíanse'
replegado a la negociación con el gobIerno desde 1960,
vuelven en 1962 a reanudar el contacto con las bases y a
enfrentar al sistema. La agitación olítica predomina, las'
~ases Impulsadas por a crisis económIca re ob an as pre-
sionessobre la dirección y obligan a radicalizar la lucha
106
~.~~;-
.,
..;;~i,I~~f~k:~~:.,;,.~-
Los dirigentes de algunas de las industrias más afectadas
por la crisis -especialmente la industria textil, ceramis.'
tas, calzado, etc.- comienzan a replantear su política en
términos de enfrentamiento directo con el estado monopo-
lista. El conductor político de este sector sindical,,...pof el
momento es Andrés Framini.
El régimen decide implantar el orden por
la noche del 23 de agosto de 1962 son secuestra~pe
~rterro.Viy
Vallese, Mercedes Cerviño de Adaro, Elvia Raqueírle la
Peña, Rosa Cándida Salas, Halo Vallese y Agustín Adaro.
Felipe Vallese, joven dirigente del gremio metalúrgico,
después de ser torturado salvajemente por la policía de
Buenos Aires, muere y su cuerpo desaparece. Pocos meses
antes otro obrero metalúrgico, Héctor Mendoza había co-
rrido la misma suerte en manos de los torturadores de la
Seccional San Martín (H).
El acceso de los azules al poder en setiembre de 1962
con el consiguiente reemplazo de los lideres "colorados",
violentamente antisindicales y antiperonistas, junto con la
promesa hecha por los "azules" de llamar a elecciones li-
bres y sin proscripciones, atempera en un primer momento
la resistencia política de los sindicatos. Sin embargo se
mantienen vigentes las causas que provocaron las movi-
lizaciones y huelgas por motivos económicos y gremiales.
La situación económica general continúa empeorando du-
rante 1962, recién en marzo y abril de 1963 se llegará al
punto más bajo de la recesión.
Los colorados en el poder habían intentado un retorno
al primer capitalismo argentino, oligárquico y agroexpor-
tador. Sus banderas liberales y antiperonistas se confun-
den con los intereses de un sector de la gran burguesía
terrateniente y con los de la vieja clase media desplazada
por el proceso de industrialización monopólica. Los azu-
les encarnan los intereses de la burguesía monopolista
que pocos años antes había fomentado el desarrollismo
frigerista.
(6) Rodolfo Ortega Peña y Eduardo Luis Duhalde: "Felipe Va-
Dese, Proceso al Sistema". Ec!. Sudestada, 1967.
107

Cáb~íg~hdo sobre los dos gobiernos el ministro Also-
:;;ga'hiy lanza el Empréstito 9 de Julio. Como los bonos
(~qel mismo se utilizaban como medio de pago de salarios
~O'y sueldos, los trabajadores argentinos comienzan a luchar
T', por una reivindicación esencial y primitiva desde un punto
de vista histórico: que le p~guen en dinero. Los bonos
del Empréstito resultan de difícil convertibilidad en mo-
neda corriente, hecho que provoca un sinnúmero de peque-
ñas estafas cometidas por el comercio y los prestamistas
contra el bolsillo de los trabajadores.
El año 1962 se cierra con los preparativos para el Con-
greso de la C.G.T. que deberá elegir las nuevas autori-
dades. La distribución de los cargos del Secretariado y
el Consejo Directivo son los principales objetos de nego-
ciación por parte de las direcciones sindicales. Fuera de
los conciliábulos entre dirigentes, la clase trabajadora en-
riquece con nuevos hechos su experiencia de lucha, la ocu-
pación de fábricas se convierte en el método preferido de
acción sindical.
J-. t, c. c.'í V zaciones) .
Durante los días 28, 29, 30 Y 31 de enero" y el 1<>de
febrero de 1963 se realiza el Congreso Ordinario de la
Confederación General del' Trabajo que debía elegir las
nuevas autoridades en reemplazo de la Comisión Provi-
soria de los 20. El 16 de' marzo de 1961 había comenzado
este proceso de normalización al devolver el gobierno na-
Cional las instalaciones de la central obrera a la Comisión
. Provisoria (7). .
, -1
(7) Comisión Provisoria (de los 20): titulares y suplentes res-
pectivamente: Augusto Vandor y Rosendo Garda (metalúrgicos,
62), Arturo Staffolani y Enrique Coronel (La Fraternidad, Ind.),
Riego Ribas y Antonio Mucci (gráficos, Ind.), Andrés Framini
y Juan Carlos Loholaberry (textiles, 62), Juan Racchini y Sixto
Vargas (aguas gaseosas, 62), Manuel Carullas y José Pezzimenti
. (lJ.T.A., 62), Francisco Pérez Leirós y Eduardo Andreani (muni.
cipales, Ind.), José Alonso y Pedro Nanni (vestido, 62), Luis An-
geleri y Jorge Simone (Luz y Fuerza, Ind.), Salvador Orlando y
:',..-;.\
",'
";.::/+;. -o •
',"< ' ::-~~;;>:_:~~I:;?,~:
El Congreso que sesiona durante cinco días eligearSe,;{'i",,;
cretariado y al Consejo Directivo que deberán regir la"'q¡
central obrera durante dos años. Además se decreta el
estado de huelga general en repudio al Decreto de Se-
guridad del Estado, exige la. reaparición del obrero meta-
lúrgico Felipe Valiese condenando a sus torturadores Y
presuntos asesinos, y prepara las bases" para el plan de
acción que debe contemplar los aspectos sociales, econó-
micos y políticos del pais. Finalmente, el Congreso refor-
ma los estatutos de la central obrera adecuándolos a la
situación legal impuesta por la Ley 14.455.
Las nuevas autoridades de la C.G.T. son:
Secretariado:
Secretario General: José
Secretario Adjunto: Riego'
S (62 Organizaciones).
s (Independiente).
Secretario de Hacienda: Arturo Staffolani (Indepen-
diente) .
Prosecretario de Hacienda: Juan Racchini (62 Organi-
Gremial e Interior: Avelino Fernández (62 Organiza-
ciones) .
Prosecretario Gremial: José F. Elías (62 Organiza-
ciones) .
Prensa, Cultura, Propaganda y Actas: Luis Angeleri
(Independiente) .
Previsión Social: Marcos Almozni (Independiente).
Carlos Demartini (D. Ferroviaria, Ind.), Maximiliano Castillo y
~aúl Sejas (vidrio, 62), Sebastián Aspe y Eduardo Arrausi (via-
Jantes, Ind.), Rogelio Rodriguez y Juan J. Jonch (telefónicos, 62),
Pedro Martinez y Nicolás Brun (plásticos, 62), Alberto Damiani
y Carlos Monardi (alimentación, 62)" Vicente Gallina y José Fer-
nández (papel, Ind.), Salvador Trippe y Luis Tamone (A.T.E.,
Ind.), Carlos Ferreyra y RogeJio Coria (construcción, 62), Juan M.
Rodríguez y Liberato Fernández (marítimos, Ind.), Armando March
y Salvador Marcovecchio (empleados de comercio, Ind.). Fuente:
C.G.T.
109
IL
-"\---,--,---"
-~~::c~c¿onsejoDirectivo:
José Sepúlveda (aceiteros), 62 Organizaciones.
AlIan Díaz (telefónicos), 62 Organizaciones.
Herminio Bustamante (carne), 62 Organizaciones.
Mario Leito (azucareros), 62 Organizaciones.
Pedro T. Díaz (portuarios), 62 Organizaciones.
José Di Santo (madereros), 62 Organizaciones.
Armando March (comercio), Independientes.
Alfredo Monestina (marítimos), Independientes.
Francisco Pérez Leirós (municipales), Independientes.
José Fernández (papeleros), Independientes.
Osvaldo Pucciano (educación), Independientes.
Delso Potenza (fideeros), Independientes.
La distribución acordada otorga diez cargos en el secre-
tariado y el Consejo Directivo a cada uno de los nuclea-
mientas. Sin embargo la relación no es pareja. Angeleri,
de Luz y Fuerza, los delegados de papeleros y fideeros,
pese a no estar en las 62 Organizaciones son peronistas.
La Comisión Revisora de Cuentas, cargos de dirección
formal por otra parte, se adjudica a delegados de sindi-
catos pequeños: Rodolfo Beotegui (aeronáuticos), Fran-
cisco Loiácono (tabaco), Omar Sedano (telegrafistas),
Carlos Rodríguez (barracas de lana), Vicente Chumilla
(locutores) y Alberto Vidal (entidades deportivas y ci- ,.'
viles). Las nuevas autoridades tomaron posesión de sus "
cargos el 5 de febrero de 1963 (8).
:';."'-Inmediatamente de finalizado el Congreso comienzan
'Uos preparativos del Plan de Lucha que deberá iniciarse
en el mes de mayo. Los objetivos programados por la
C.G.T. trascienden el plano de las reivindicaciones estric-
tamente gremiales. Si bien se critica el alza del costo,
'de la vida y se exige la implantación del salario mínimo,
'2móvil, los puntos principales de la movilización eran.
el levantamiento de las proscripciones a los partidos polí-
ticos (peronista y comunista), elecciones libres y la dero-
7' (8) Para información detallada de este Congreso, ver
na, N' 11, 22 de enero de 1963.
gación de la legislación represiva. La crítica situación
económica también fue contemplada por el Plan de Lucha
que exigía la reapertura de las fuentes de trabajo cerra-
das por la crisis y la programación de una política de
expansión económica. '
'¡( El gobierno de Guido promulga en 1963 un Decreto que
limita el derecho de huelga y otro que condiciona la par-
ticipación política -en partidos políticos, como candidatos
a cargos electivos nacionales, provinciales y municipales-
de los dirigentes sindicales. Contra estas medidas comien-
za en la central obrera y los sindicatos, una campaña de
movilización y esclarecimiento. Estos decretos vuelven a
revivir una serie de medidas antisindicales de la revolución
libertadora, así como al tristemente famoso decreto 4161,
de represión al peronismo.
En el seno de las organizaciones obreras comienzan a
profundizarse las diferencias entre dos líneas de acción
política y sindical. Por un lado el enfrentamiento se per-
sonaliza en el líder del sector maYOrItarIO e las 62 Orga-
nizaciones, Augusto Vandor, cuyo gremio la Unión Obrera
Metalúrgica, si bien es afectado por la crisis, tIene una
ase e susten aClOn economlca muy Ílrme. Es en a In-
dustria metalúrgica donde la dinámica del capital mono-
polista concentra sus esfuerzos, mientras deja de lado a
las industrias más tradicionales y más ligadas al consumo
inmediato de la población. Este enfrentamiento no fue
provocado exclusivamente por la crisis económica, tiene
bases más profundas y corresponde a dos estrategias dife-
rentes de acción sindical y política. Detrás de Vandor se
encuentra la concepción de un fuerte partido de masas
apoyado en la organización sindical.
El conductor político del sector aparentemente más re-
volucionario es Andrés Framini. Desde un punto de vista
verbal no hay dudas que los revolucionarios peronistas
deben alinearse con el framinismo. Este sector, que toda-
vía no ha roto con el vandorismo, no explicita una estra-
tegia: diferenciada del otro, sus diferencias se encuentran
-en ese momento- en la diferente situación de los gre-
mios fraministas. La crisis económica ha lanzado a la lu-
111
':,'.
 00'
o", .,"
,.:pE;,:,;;;j~~5~~;f::3f.?;,
);cha'a'Jos;gremios,más castigados. Entre ellos se encuen-'
'<han los sindicatos que siguen la orientación, que fija An~
,drés. Framini. _nu _u o o
Todavía no se va a producir una ruptura manifiesta.
Es en el plano de las declaraciones donde se percibe la
,existencia de diferencias doctrinarias. Los sindicatos van-
doristas se caracterizan por hacer públicos sus deseos de
negociación y acuerdos sobre la base de un plan de expan-
sión económica. El ala más combativa rechaza, también
en forma verbal, la posibilidad de esos acuerdos. Por otra
parte, no propone una estrategia política diferente a la
de Vandor, no existe ni en el plano teórico ni en el prác-
,tico una concepción alternativa a la del partido de masas
basado en los sindicatos.
Mientras tanto, la situación económica no había comen- '
zado todavía a recuperarse y los bonos del Empréstito
9 de Julio ahogaban económicamente a las familias obre-
ras. La desocupación era muy alta, según estimaciones de
la C.G.T. hechas sobre la base de datos oficiales propor-
cionados por el CONADE, los trabajadores desocupados
superaban el millón en el mes de abril de 1963. Por otra
parte, el alza del costo de vida aumentaba su intensidad
provocando una drástica redistribución del ingreso en fa-
vor de aquellos sectores que no viven de un salario.
En ese clima de recesión económica y represión política
se produce el levantamiento de los militares "colorados"
el 23 de abril de 1963. El definitivo triunfo militar de los
"azules" se convirtió en su "coloradización" real. En poco
tiempo, desde el Ministerio del Interior ejercido por uno
de los más importantes líderes azules, el general Osiris
Villegas, se estructura la proscripción de las mayorías po-
pulares y se monta el proceso electoral fraudulento que
llevará a la presidencia de la Nación a Arturo Illia
Las diferencias internas entre las distintas corrientes
pasan a un segundo plano ante una situación económica
y política que castiga a todos los sectores obreros y sin-
dicales por igual. El salario real que había llegado al
punto más bajo de la historia en 1959, se había recu-
perado unos puntos en 1960 y 1961, los años de crisis
, .•.••
significan una nueva réducción en el poder
de los salarios de los trabajadores.
El Comité Central Confederal de la C.G.T., convocado
para el mes de abril, trató en sus sesiones del 15 al 18
de abril la situación existente en el país, resolviendo entre
otras cosas la realización de un acto el 19 de mayo, y la
ejecución de la primera etapa del Plan de Lucha que se
iniciaría con la Semana de Protesta. Pocos días después
de esta reunión del Comité Central Confederal se produce
el segundo levantamiento colorado; sin embargo los azu-
les en el gobierno habían definido una línea claramente
antiobrera y el resultado de, este enfrentamiento militar
no modifica los planes de la central obrera.
El plan mínimo de la Confederación General del Tra-
bajo incluía los siguientes puntos: 1) Actualización de los
salarios y establecimiento del salario vital mínimo y mó-
vil; 2) Control de costos y fijación de precios máximos,
estabilización de los precios; 3) Propugnar la plena ocu-
,:~
pación; 4) Pago inmediato de jubilaciones y pensiones; ';1'
5) Eliminación del déficit presupuestario; 6) Jerarquiza- ;:~."
ción de la enseñanza .pública (en ese momento los maes-
tros están en conflicto con el gobierno) ; 7) Política cre-
'1'.,
, diticia orientada a la reactivación de la producción; 8) De-
fensa de la producción del campo argentino, elevación de
los salarios de los trabajadores rurales; 9) Plan de vi- ,
J"",;o.¡~,.,
~'I'
,,' .j,
viendas; 10) Represión a la especulación, los negociados .r.
1.
y el contrabando; 11) Reincorporación de los trabaj ado-
res despedidos por su participación en conflictos gre- 0,1 \lU..,
miales. j:i,¡
Este plan mínimo iba acompañado por una declaración
"
j,rll'
que consideraba la situación política general. En la mis-
ma se enfatizaba acerca de la política económica del gui-
dismo "subordinada a los privilegios de pequeñas mino-
rías nacionales y extranjeras"; se exigía el respeto a la
voluntad popular; se alertaba al pueblo contra las pros-
cripciones existentes y las fraguadas por el gobierno para
las próximas elecciones, etc.
Del 27 al 31 de mayo de 1963 se realizó la Semana de
Protesta que consistió en movilizaciones y agitación pro-
113
Id~.
 pagandística, reuniones en la C.G.T. con los distintos sec-
tores sociales y políticos para esclarecerlos de los objeti-
vos de los trabajadores, y finalmente la realización de un
paro general de 24 horas el 31 de mayo. Los días 3 y 4
de junio se reunió nuevamente el Comité Central Confe-
deral de la C.G.T. con el objeto de hacer el balance de lo
actuado en la' Semana de Protesta.
El Comité Central Confederal decidió la realización de
la Segunda Etapa del Plan de Lucha -luego postergada
y realizada en mayo de 1964-, exigir la derogación de
la legislación represiva, especialmente aquella que limita
el derecho de huelga, viola el artículo 38 de la Ley 14.455
de Asociaciones Profesionales, e impide la elección de di-
rigentes sindicales en cargos públicos. Asimismo, "esti-
ma también el C.C.C. que ese repudio alcanza a la política
de destrucción de la industria nacional y de entrega a po-
deres financieros foráneos de nuestras riquezas y del fruto
del trabajo de nuestro pueblo". Saluda a los trabajadores
por el paro total y unánime del 31 de mayo, reconocido
como tal por las mismas autoridades nacionales. El lQ de
junio la C.G.T. había hecho pública una declaración con
motivo de la realización del paro, que entre otros concep-
tos expresaba lo siguiente: "Exigimos como imperativo
que hace al presente y futuro de la Nación una política
económica que, preservando nuestras riquezas nacionales,
asegure a todos los argentinos. fuentes de ocupación para
vivir decorosa y dignamente, asegurando ,así el desarrollo
del país, no debiendo vacilar se para lograrlo, en romper
con los vínculos colonizantes que nos sujetan a organismos
financieros internacionales".
En líneas generales, estas fueron las actividades q'ue rea-
liza la .G.T. recién normalizada. Toma en sí misma toda
,la responsabilidad de la acción política que antes que a á
!en manos de los nuc1eamientos o de sindicatos particu-
l~. Ya señalamos anteriormente que en 1963 la central
, " obrera ingresa directamente en el plano político y comien-
1~;7zaJa etapa de mayor poder e influencia. Sin embargo,
'.\las movilizaciones de repudio a la política del gobierno
\goprovocaron por parte de éste ninguna respuesta posi~
tlva a ias inquietUdes y exigencias de ios trabajadores;,
los azules continuaron como si nada hubiera pasado pre-
parando
toral del la proscripción
7 de julio. de las mayorias y el fraude elec-
Previamente a las elecciones, la conducción de las 62
Organizaciones comenzó las negociaciones con el integra-
cionismo frentista, con el fin de apoyar la candidatura
de Solano Lima a la presidencia de la República. En for-
ma paralela, otro sector del peronismo apoyado en los de-
mócratas cristianos lanzaba la candidatura de Raúl Ma-
tera. Todas estas maniobras fracasan al proscribir el go-
bierno la candidatura de Solano Lima. Entonces las 62
Organizaciones ,proclaman el voto en blanco y permiten
con la abstención peronista el acceso a la presidencia del
candidato de la Unión Cívica Radical del Pueblo. Un sec-
tor del. electorado peronista votó en las elecciones del 7
de julio en favor del doctor Arturo Illia. Era una forma
de impedir que la candidatura del fusilador Aramburu
tuviera posibilidades de 'éxito. Una vez más, y esta vez
debido al temor que prOvocaba ese candidato, los peronis-
tas -una pequeña parte nada más- deciden la elección.
Los radicales eran en cierto modo los representantes po-
líticos ,de los militares colorados y ultragorilas, pero en
la Asamblea de la Civilidad -convocada por e11os- ha-
bían levantado las banderas de las libertades públicas, la
derogación de la legislación represiva y el levantamiento
de las proscripciones. El triunfo militar de los "azules"
simpatizantes del desarrollismo integracionista, debido a
su propia ineptitud política, se convirtió en el triunfo elec-
toral de los aliados de los militares "colorados".
En los meses previos al ascenso del Dr. Illia a la pre-
sidencia -el 12 de octubre de 1963- y durante los meses
de verano, la actividad política en el país, incluida la
de los sindicatos, sufrió un receso. Había "esperanza y
confianza en el nuevo gobierno" como decían los órganos
de la prensa seria. En nuestro país todos los gobiernos
tuvieron ese pequeño plazo de respiro, que no tiene nada
que ver con las características reales de sus integrantes,
115
 , siquiera con una mayor o menor confianza que provo-
'qué'n en la opinión pública.
En 1963 hubo un conflicto gremial de mucha impor-
tancia, provocado por razones exclusivamente salariales.
Nos referimos a la huelga metalúrgica que duró alrededor
de un mes. Esta huelga realizada en el mes de julio tenía
como motivo principal la demora de la patronal en firmar
el nuevo convenio colectivo.
En el gremio metalúrgico había más de cincuenta mil
desocupados y el salario real estaba entre un 30 y un
40 % por. debajo de los salarios reales de la rama en
1948. Esta es la situación del gremio cuando comienza
la ,discusión del convenio. Las empresas afectadas por la
. crisis se ven obligadas a disminuir la producción, excusa
que les viene de perillas para despedir obreros. Decimos
que es una excusa puesto que, reanudada la producción
normal de la industria éstas no contratan mano de obra
- nueva -ni vuelven a tomar a los obreros despedidos-
en razón de que en el trienio 1959/61 las fábricas se han
reequipado con nueva maquinaria que les permite man-
tener y superar los niveles de producción anteriores, con
menos personal y acentuando la productividad del trabajo
obrero. . los problemas estrictamente gremiales y los dirÍg'entes no
En la situación de crisis en que se movía la industria,
el sindicato centró la discusión con la patronal en el pro-
blema de los salarios, dejando en un segundo plano el
problema de los desocupados, por otra parte aceptó las im-
posiciones de la patronal acerca del aumento de la produc-
tividad y la racionalización de las actividades en las fá-
. bricas.
La beneficiada de este proceso fue la gran industria
metalúrgica. Menos obreros, mayor productividad y ma-
yor control sobre los trabajadores a cambio de un au-
mento de los salarios. La pequeña y mediana empresa no
se favorece con la nueva situación, sino que sale perju-
dicada por el convenio. Ellos luchaban por el manteni-
miento de bajos salarios. Realmente la pequeña empresa
había sufrido las consecuencias de la crisis, despedir obre-
ros a cambio del aumento no es negocio para ellas puesto
que tienen bastante pocos por unidad. Aumentar la
ductividad en la pequeña industria se hace sobre la base
del esfuerzo físico casi exclusivamente, y era previsible
que los obreros no aceptaran. Al no renovar maquinaria
-debido a su debilidad económica- tampoco se aprove-
chaba de esta cláusula del convenio. El aumento del con-
trol y la racionalización no tiene ningún significado en
la pequeña industria, puesto que el patrón generalmente
trabaj a en la fábrica cerca de sus obreros.
Este ejemplo es sólo uno de una tendencia generalizada
en la industria argentina, y es que los monopolios con-
trolan cada vez en mayor grado los resortes del poder
económico y político, mientras la pequeña y mediana
empresa se convierte en una rémora y no se encuentra
en condiciones de hacer retroceder el proceso de concen-
tración de poder y capital en manos de los monopolios.
Por otra parte, el movimiento sindical en general no se
adecua en su estrategia puramente gremialista a los cam- .
bias que se producen en la estructura productiva. Tener
la responsabilidad de conducir políticamente a las clases
trabajadoras<;iel país produce una desatención relativa de
responden correctamente a las necesidades económicas de
los obreros. Luchar exclusivamente por el aumento de
salarios es correcto en una' época donde la ocupación au-
menta masivamente, a un ritmo que iguale o supere a los
cambios demográficos que se operan en la zona de in-
fluencia de la industria, como sucedió en la década 1935/45
y en el primer gobierno de Perón. Pero cuando los mo-
nopolios controlan el mercado de la industria. esta lucha
tiene que acompañarse con la lucha contra la desocupación
-este aspecto de la lucha sindical se introdujo en la es-
trategia de los sindicatos después de la crisis de 1962/63-,
con la defensa y fortalecimiento de las comisiones inter-
nas de fábrica que deben incidir en la organización y re-
glamentación de las actividades en las mismas, y con la
defensa del ritmo de trabajo del obrero. Desenmascaran-
do al mismo tiempo la naturaleza de 10R monopolios e in-
troduciendo la política directamente al ámbito de las rela-
117

ciones obrero-patronales Y no manteniéndola separada co-
mo ocurre entre nosotros.
VI
Después del verano de 1964 comenzó nuevamente a sen-
tirse la presión sindical sobre el gobierno radical del
pueblo. La imagen del nuevo gobierno: paternal y pací-
fica, como querían "venderla" los ideólogos radicales y
los organismos de prensa, no era tal para la mayoría pe-
ronista del país. Los radicales del pueblo son la más
pura expresión política del gorilismo tradicional, y si en
un momento no fueron considerados así fue debido a la'
candidatura presidencial de Aramburu. Al lado de Aram-
buru los radicales resultaban unos niñitos inocentes e in-
ofensivos, indudablemente fueron vistos como el mal
menor.
Desde el primer momento el radicalismo adoptó, en el
plano de las declaraciones Y especialmente las de Balbín,
una posición claramente antisindical y antiperonista. Ju-.;;
gaban a la polarización y confiaban en nuclear a todas':
las fuerzas y tendencias antiperonistas a su alrededor. :
Cuando apuntaban contra los sindicatos estaban apuntan- ..;'
do contra la Ley 14.455 de Asociaciones Profesionales 'a:¡
la cual siempre se opusieron desde el llano, pero que hasta':
1966 no tocaron. También se intentaba suprimir las re-
tenciones del 19 de mayo para la C.G.T.
La lucha que recomienza entre la C.G.T. y el gobierno
de turno -proceso que pese a sus diferencias se mantiene
siempre igual desde 1955- tiene su primera manifesta~
ción violenta a partir del mes de mayo de 1964 cuando
se lanza la Segunda Etapa del Plan de Lucha.
El Comité Central Confederal de la C..G.T. reunido el
19 de mayo de 1964 decide comenzar la aplicación de I
21;1Etapa del Plan"de Lucha, tal como había sido resuelf
el año anterior.EI"18 de mayo comienzan las moviliza
ciones de esclare¿.~;niento y el 21 de mayo comienzan 1
118
"t;
~.
~:-::r-'
ocupaciones de fábricas, aspecto principal del operativo
obrero.
Para la mejor realización de las ocupaciones, la C.G.T.
dividió al país en 8 zonas geográficas determinadas. Las
ocupaciones se planearon con detenimiento, en un día fi-
jado a una zona geográfica le correspondía ocupar los
establecimientos de su perímetro. Desde el 21 de mayo
hasta el 24 de junio se fueron realizando las distintas ope-
raciones de ocupación de fábricas y establecimientos de
trabajo. En los ocho operativos se ocuparon once mil
establecimientos, participando en los mismos 3.193.000 tra-
bajadores, según cifras proporcionadas por la C.G.T. (9).
Las ocupaciones de fábricas y las manifestaciones ca-
llejeras colocan al gobierno en una disyuntiva. Reprimir
y por lo tanto agudizar el enfrentamiento, o mantener
la calma :Yesperar a que pase el temporal. Finalmente,
en líneas generales adoptaron esta segunda táctica, por
esta vez solamente, puesto que en conflictos generaliza-
dos que se produjeron más adelante el gobierno optó por
la represión violenta.
El problema para el gobierno fue que las ocupaciones
del Plan de Lucha vinieron precedidas por ocupaciones de
empresas metalúrgicas en Matanzas y San Martín. ,En una
de ellas, la ocurrida en un establecimiento metaRrgíco
de San ~artín, provocada por el atraso en los pagos de
salarlOS,las obreros ocuparon las instalaciones de la fa:-
brica-ytomaron como rehenes a dIrectIvos y personal je-
rarqUlco de la fIrma. Orgamzaron la VIda de la fáIrrica
y reglamentaron las visitas a los "prisioneros" como si
fueran el poder estatal. En esta ocu¡:¡ación se puso muy
(9) Ocupaciones del Plan de Lucha: Operativo l' 21/5, 800 es-
tablecimientos y 500.000 trabajadores; Operativo 2: 27/5, 1.200
establecimientos y 600.000 trabajadores; Operativo 8: 29/5, 1.100
establecimientos y 650.000 trabajadores; Operativo 4: 2/6, 750 esta-
b.ecimientos y 150.000 trabajadores; Operativo sA: 3/6, 60 esta-
blecimientos y 8.000 trabajadores; Operativo SE: 4/6, 40 estableci-
mientos y 5.000 trabajadores; Operativo 6: 18/6, 2.950 estableci-
mientos y 850.000 trabajadores; Ope.rativo 7: 24/6, 4.100 estableci-
,mientos y 1.150.000 trabajadores. Fuente: C.G.T.
119
 ,-de manifiesto el problema del poder político como el as-
"pecto central de la lucha. F'malmente la patronal accedlO
a las exigencias de los trabajadores y pagó los sueldos
atrasados en el lugar que los obreros indicaron que debían
hacerlo: el local del sindicato metalúrgico de San _Mar-
tín (10).
-. Estos conflictos parciales habían provocado una ola de
protestas en los' diarios y revistas "serios" que pedían
al gobierno la drástica represión de "semejantes atrope-
llos a la propiedad privada", preparando el clima para
cuando llegaran las ocupaciones del Plan de Lucha. Las
contradicciones ideológicas del radicalismo y la concien-
cia de los gobernantes ocasionales de que no era la repre-
sión abiertamente policial -y aun militar como pedían
algunos- el mejor camino para quebrar la resistencia sin-
dical, impidieron que con motivo de los operativos de la
C.G.T. se montara el operativo represivo correspondiente.
.Esta actitud del gobierno provocó una colisión de inte-
reses y posiciones entre aquellos que estaban por la re-
presión y la administración radical. Se habló de vacío
de poder, incapacidad de hacer frente a la arbitrariedad
-sindical, tendencias colectivistas en el gobierno, etc. Las
"acusaciones y la crítica a los métodos adoptados por los
radicales f~;~ despiadada por parte de la prensa represen-
.tativ::¡,ae ¡os grandes capitales y especialmente de los adic-
á Frondizi y al desarrollismo, que comenzaron a sen-
tar las bases de un golpe militar contra el radicalismo
del pueblo.
y no es extraña esta actitud de los grandes capitalistas.
.- Las ocupaciones ponen en tela de juicio la intangibilidad
. de la propiedad privada, aunque más no sea por el hecho
de la ocupación física de establecimientos por aquellos que
no son sus dueños. Se muestra prácticamente la posi-
(10) La empresa era Construcciones Electromecánicas Especiales
(CEE) Y estuvo ocupada del 8 al 15 de abril de 1964. Contempo-
ráneamente se realizan las movilizaciones de los trabajadores mi.
.lleras de la Empresa Minera Aguilar (National Lead) en el norte
del país.
bilidad de su abolición, y este aspecto relacionado íntima:
mente con el problema del poder político, provoca cómo
contrapartida la histérica reacción de los empresarios ar-
gentinos y de todos aquellos' que intentan sacar. taj ada
de su representación política. Además, la ocupación pone
en peligro el secreto de los libros comerciales de la em-
presa, celosamente ocultados por sus dueños, puesto que
de saberse sus maniobras en perjuicio de los trabajadores
éstos tomarían una pronta conciencia de la explotación que
son objeto. Estas razones explican el porqué de su histe-
ria pidiendo todo tipo de castigos contra los trabajadores
y cont'ra aquellos que decidieron la realización de las ocu-
paciones. Porque si consideramos el hecho simple del Plan
de Lucha, todos eran conscientes que al día siguiente de
la ocupación, las cosas iban a seguir igual en el aspecto
formal y efectivo de las relaciones obrero-patronales. Los
cambios, si se produjeron, fueron en la conciencia que los
trabajadores pudieron haber alcanzado de la posibilidad
real de manejar por propios medios las unidades de pro-
ducción y sobre la inutilidad de los dueños en la dirección
de sus establecimientos.
A partir del Plan de Lucha de mayo y junio de 1964
la oposición al gobierno se hace más violenta y clara por
parte de los sindicatos peronistas. Los gremialistas inde-
pendientes y los comunistas intentan establecer de alguna
forma puentes de conciliación con los radicales. Los pri-
meros porque directamente simpatizan con el gobierno y
son profundamente antiperonistas aunque lo oculten a sus
bases, y los comunistas porque en el fondo son radicales
y tienen pánico a los golpes de estado que coloquen mi-
litares en el gobierno, hecho que significa el fin para su.
semilegalidad.
La recuperación económica que se venía observando a
fines de 1963, continúa su ritmo durante 1964. Una fuer-
te inyección de circulante resultado de saldar las deudas
con los proveedores del Estado, aumentos de salarios, pago
de las jubilaciones y aumentos a los empleados públicos,
dan liquidez al mercado reactivando la demanda. Los au-
mentos por convenio no son difíciles de conseguir durante
121
ese año, y las huelgas y paros por motivos económicos
:le mantienen en un nivel muy bajo, menor que el habido
durante 1963.
Las ocupaciones de fábricas que habían reemplazado
como rriétodo de lucha principal a las huelgas durante
los dos años anteriores, pierden importancia después del
Plan de Lucha. Desde un punto de vista general los con-
flictos obreros se reducen durante el año 1964, y por con-
siguiente disminuyen también las ocupaciones; por otra
parte, los émpresariosse dan cuenta que dejándolas co-
rrer sin oponer una reacción violenta, las ocupaciones
pierden fuerza política. Parecería que la experiencia ma-
siva de ocupaciones con motivo del Plan de Lucha hubiese
agotado las posibilidades que abrían como método de"
lucha.
Durante los últimos seis meses de 1964 la agitación an-
.tigubernamental parece confinada a los dirigentes -buena
muestra de ello son la tercera y cuarta etapa del Plan
de Lucha- y las bases obreras mantienen un estado pa-
recido a la pasividad. No en vano la expansión econó-
mica suaviza las relaciones obrero-patronales y facilita.
los acuerdos sobre salarios.
Recién en octubre de 1964 se producen una serie de"
hechos resultado del frustrado retorno del General Pe-J
rón. a la Argentina. El viaje de Perón replantea en el;:
seno de la clase trabaj adora el carácter reaccionario y
antiobrero del gobierno radical, oculto por la imagen bon"'
"daclqsa y paternalista del presidente Dlia. Es la oportu
nidád para que todos los reaccionarios se encuentren en-o
tonando los mismos insultos contra el peronismo y la"
Clase"obrera. Hasta se solicita la intervención del gobiei;
no gorila del Brasil para impedir que Perón llegue a l~
Argentina. En esta oportunidad los dirigentes sindicales,
debilitados por la esterilidad del Plan de Lucha y por la,
división que está por hacer crisis en la C.G.T., no adoptan
las inedidas de movilización que la realidad impone. Po"
otra parte, los presuntos revolucionarios peronistas, i
potentes ante la situación, se contentan con exponer r
122
limitaciones de la "burocracia" ante auditorios universi-
tarios.
Cuando termina el año, nuevamente el enfrentamiento
con el gobierno es vivido como una necesidad por la ma-
yoría de la clase trabajadora. La imagen del Estado ene-
migo del pueblo revive nuevamente. Se anuncia el Con-
greso de la C.G.T. que deberá renovar las autoridades de
la central. Como corolario del Plan de Lucha queda una
división latente de los independientes que se mantendrá
en la realización del Congreso, y un juicio iniciado contra
los integrantes del Comité Central Confederal que deci-
dieron la realización del operativo de las ocupaciones de
fábricas. Los sindicalistas independientes, a pesar del jui-
cio, ya están embarcados en un abierto apoyo al gobierno,
el laudo Perette para los trabajadores mercantiles es un
buen ejemplo de captación de voluntades claudicantes por
parte del gobierno radical.
Dos sucesos todavía no señalados se destacan también
durante 1964. En la noche del 24 de abril se realizó a
puertas cerradas el plenario de las 62 Organizaciones.
En el mismo se hizo un balance de lo actuado y se eligió
. una nueva Mesa Directiva.
El hecho normal de la renovación de las autoridades
del nuc1eamiento, se destaca pues es la primera vez en
la historia del organismo en que fue imposible a los par-
ticipantes llegar a un acuerdo previo, y dos listas tuvie-
ron que disputar la mayoría de los votos. La división del
peronismo que se hará pública recién a fines de 1965,
tiene una primera expresión en el plenario de las 62.
Aquí se enfrentan los fraministas del 62 y 63, contra la
dirección vandorista del movimiento.
La lista derrotada obtuvo 28 votos, y en la misma fi-
guran, ademásdeF'ramini-;-Tossillilicatos gue constituirán
el Movimiento Revolucionario Peronista: calzado, jabone-
ros, empleados de farmacia, ceramistas, etc. En la.lista
trIunfante tambIén fIgura Andrés F'ramIllI -notable ma-
nloOra de V ándor para aIslar al dIrIgente textIl- y algu-
nos gremIOS que más adelante romperán con Vándor, co-
mo sanidad (Olmos) y vestIdo (Alonso).
123
~v

.. En esta elección la lista apoyada por Vándor obtuvo 61
votos. De la renovación de autoridades de las 62 Orga-
. n~iaciones es posible extraer las siguientes conclusiones:
1 Hay un neto triunfador, Vándor, que a su vez for-
t ce de este modo sus perspectivas de triunfo en el mo-
vimiento peronista. La actitud del peronismo en las elec-
, ciones de 1965 y la necesaria visita de Isabel Perón para
reencauzar al movimiento bajo la hegemonía de Madrid
es una prueba de ello. Se puede hacer notar la estrecha
relación que existe entre el triunfo de Vándor y el lan-
zamiento de la Segunda Etapa del Plan de Lucha por la'
C.G.T. Vándor consolida su prestigio ante las bases obre-
ras peronistas y permite a los representantes de su co-
r~r' nte ganar posiciones dentro del movimiento. ",
2 Hubo un gran derrotado, Framini, que queda totaJ-
m te aislado y sin perspectivas dentro del peronismo.
La llegada de Isabel Perón lo resucita momentáneamente.'
A Framini, en estas condiciones no le queda otro camino
que someterse a Vándor. Aun en el supuesto caso de ha-
ber triunfado la lista opositora, el fortalecimiento de Fra-
mini hubiera sido relativo puesto que los sindicatos mino-
, r~'t rios no responden a su tendencia.
. 13 Aparece un tercer sector con intenciones de dispu-
ta a conducción del movimiento a Vándor, si bien por
el momento la fuerza de que dispone este grupo es escasa
y quedó totalmente excluido de la adopción de decisiones
en la Mesa de las 62. Más adelante se verá que este sector
dio lo máximo de sí justamente en este Plenario y que
nunca más tuvo esa fuerza relativa. Este sector com-
puesto por sindicatos chicos y regionales del interior fue
el más perjudicado económicamente por la crisis de 1962
y,1963. Esto unido al hecho de ser las ramas de la pro-
ducción menos favorecidas por la dinámica de inversiones
de capital. Así se explica su actitud de intransigencia y
su revolucionarismo ue debido a su escasa fuerza en hom-
bres no puede generalmente pasar del p ano ver a (en
el orden smdlcaI).
En el mes de junio el Congreso de la Nación aprobó
la Ley 16.459 del Salario Vital Mínimo y Móvil. Esta
124
ley que comenzó a regir desde el 1Q de agosto de' ig'f4:e-;ii"
establece la existencia de un Consejo Nacional del Sa- "
lario compuesto por doce directores: cuatro por el Estado,
cuatro por los empleadores y cuatro por los trabajadores,
y la aplicación de un salario mínimo obligatorio y móvil
de acuerdo al incremento del costo de la vida. También
establece un salario familiar que debe ser aplicado a todos
los trabajadores del país consistente en ellO ro
del sala-
rio mínimo, por carga de familia. Este salario se debe
actualizar periódicamente en plazos no menores de seis
meses (11).
El salario mínimo inicial, vigente desde el 1Q de agosto
de 1964 hasta el 30 de abril de 1965, fue de $ 14.000.-
para la familia tipo (trabajador con mujer y dos hijos
a cargo)
La Ley 16.459 provoca una de las primeras fisuras
manifiestas en la C.G.T. Esta había sido una de las aspi-
raciones de la central obrera -tan es así que figura como
reivindicación mínima de la primera etapa del Plan de
Lucha en 1963-, los gremios independientes justifican
con la aprobación de la ley de salario mínimo su ruptura'
con la mayoría peronista. A partir de la aprobación de la
ley no debe hacerse oposición violenta al gobierno, según
los independientes. Los comunistas también esgrimen la
ley como una demostración de la brecha democrática. L;:t
actitud del gobierno, más que resultar un beneficio im-
portante para. los trabajadores sirvió para acelerar la rup-
tura en la central obrera.
Como contrapartida de la actitud de los independientes,
y pese a la exigüidad de los topes fijados, nunca mayores
que el 80 ro del salario inicial de peón 01' nvenio), y
a la existencia de quitas zonales que le {Juitab efectivi-
dad entre los trabajadores rurales, toda a pren~~ comenzó
a criticar la ley y tacharla de inflacio . ta y Aemagógica
(11) Ver texto de la ley 16.459. También Arnaldo Campañó:
"La ley del Salario Vital Mínimo y Móvil en la República Argen-
tina", Revista Internacional del Trabajo. O.I.T., setiembre 1966,
págs. 271/91.
125
-~,
~
~~~~')F;:;
.c'
l~'oi debido a su carácter de móvil. Se ésgrimÍa la ley pará
justificar un golpe de Estado que reencauzara al país en
las sendas del desarroIlismo.
VII
Al Cuadriunvirato (Rubén Sosa, Julio Antún, Hilda Pi-
neda y Andrés Framini) le sucede en 1963 en la conduc-
ción del movimiento peronista un Heptunvirato (Juana
Matti, Andrés Framini, Carlos Gallo, Julio Antún, Jorge
Alvarez, Miguel Gazzera y DeliaParodi) claramente iden-
tificado con las 62 Organizaciones, y especialmente con la
tendencia vandorista de las mismas.macia fines de 1964
se forma la Comisión del Retorno de Perón (Vandor, Fra-
mini, !turbe, Lascano y Parodi) que continúa la dirección
del movimiento peronista. En estos sucesivos cambios en
la conducción se manifiesta el conflicto entre el sector van-
dorista, fuertemente apoyado en los sindicatos, y los gru-
pos políticos del peronismo, con escasa conexión gremial,
más allá de las posiciones ideológicas que sustentanJ Di-
vidir las tendencias peronistas según su grado de coné'xión
con las bases obreras sin considerar su línea política, pue-
de parecer un puro formalismo que deja en la oscuridad
la contradicción real entre un sector que quiere conciliar
.con'el sistema y otro sector que plantea una drástica rup-
))'.túpi' revolucionaria del orden establecido. Pero el reagru-,
,'~~'>pamiento de fuerzas a fines de 1965 con la abierta divi- ,"
D);,:/;slOn del peromsmo en dos sectores antagomcos aclara ,;
(,;";}'este panorama. En esa oportumdad, todos los políticos sin
~r;,;.:'bases -sm excepClOn mnguna- se almean en el sector
:n-, antrvandorIsta. Jorge Antomo y John Wl1ham Cooke, Vi-
."",.",.).,;;?~":_IIalon y el MOVImIento RevolucIOnarIo Peromsta por !:!!l'
~;}t"." lado y Matera por el otro. Lo fundamental parece ser la';
'#f';:.'.:.:. destrucción del aparato de las 62 Organizaciones sin ofre-
, , cer nada a cambio; o hablando más claramente, ofrecién-
dole a Jorge Antonio:un movimiento disgregado y sin po~,
sibilidad de manifestar ,su opinión para que éste lo utilice'
para sus fines personales.
126
El año 1965 se inicia con una violenta ocupación del
establecimiento ASTARSA por parte de 700 obreros. Nue-
vamente revive el proceso de las ocupaciones que ponen
en juego la legitimidad del sistema. El 12 de enero cuando
se inicia la ocupación, 24 directivos entre ellos el gerente
general, ciudadano francés, son tomados como rehenes por
los obreros en conflicto. El relato de la revista Primera
Plana (Níl 115) dice que "hacia el mediodía del jueves 14,
el juez platense Omar Ozafrain llegó a la planta con 200
policías, pero los directivos de ASTARSA consideraron
que una intervención de ese tipo agravaría la situación.
Decidieron transigir con los obreros". La misma revista
afirma que los directivos "no fueron tratados con dema-
siada cortesía". Una vez más la ocupación de un estable-
cimiento planteaba el problema del poder político como
aspecto central. Ante la decisión obrera la patronal re-
solvió pagar sus deudas con los trabajadores.
El 18 de enero comenzó el congreso de la C.G.T. qu~ de-
bía renovar las autoridades -o reemplazarlas por otras-;
tres días después José Alonso era reelecto por un nuevo
período de dos años al frente de la central obrer%, El hecho
más importante de este congreso no es el acuerdo de Van-
dor con Alonso acerca de la conducción cegetista, sino
la abstención de un sector de los independientes a con-
currir al congreso. i ; !
Un grupo de sindicatos independientes: Luz y Fuerza,
Papeleros, Marítimos y la Unión Ferroviaria, éste con una
fuerte oposición interna peronista, decidieron concurrir
al congreso rompiendo la unanimidad del bloque indepen-
diente. Otro sector, acaudillado por March y Riego Ribas,
rompe de hecho con la C.G.T. Los secesionistas afirman
que no abandonan la central obrera, que solamente se
niegan a concurrir al congreso debido a la instrumenta-
ción política de la C.G.T. por los peronistas; línea polí-
tica que ellos repudian de la misma forma que proponen
a cambio una política liberal de acercamiento con los ra-
dicales. Aunque se disfracen de apolíticos y casi toda la
" prensa haga coro a esta afirmación. Los independientes
que se encuentran fuera de la central organizan de tal
127
,Fffiddo'su~ relaciones entre ellos, que sólo precisan de un
.ordenamiento legal por parte del gobierno para funcio-
nar como central obrera paralela. Ciertamente que muy
poco representativa de los trabajadores asalariados ar-
gentinos. Su mayor representatividad se encuentra entre
los trabajadores de comercio y servicios, mientras que la
, única rama de la industria que los apoya son los gráficos
conducidos por Riego Ribas. Los índices de agremiación
en los sindicatos independientes son posiblemente los más
bajos. Cifras exactas no existen, pero se deduce del Censo
de Asociaciones Profesionales y de la bajísima participa-
ción electoral de los mismos afiliados en los comicios de
renovación de autoridades.
Desde el Ministerio de Trabajo, tanto el ministro Solá
como el subsecretario Germán López tratan de favorecer
por todos los medios a los gremios independientes. Inten-
tan manejar la creación de una C.G.T. paralela, y au-
mentar el prestigio de los dirigentes de este sector. Un
ejemplo es el laudo para los trabajadores mercantiles que
otorga un aumento superior al 45 %.
El 14 de marzo las listas de la Unión Popular alcanza-
ban el triunfo en los distritos más importantes. El apoyo
que la central obrera había dado a estas elecciones era
'evidente. Gran cantidad de diputados peronistas electos
eran dirigentes de las 62 Organizaciones. Se fortalece la
imagen política de la C.G.T., el resultado de las elecciones
muestra que es el partido político más numeroso y' efec-
tivo en el plano de la lucha electoral. A partir de ese mo-
mento el enfrentamiento con el gobierno se hace mucho
más claro y manifiesto. Los radicales, por su parte, no
ocultan su deseo de combatir a la C.G.T. y lograr por lo
menos su debilitamiento y neutralización como factor de
poder político. Sin embargo, la C.G.T. contraataca esgri-
miendo la Quinta Etapa del Plan de Lucha, donde el go-
bierno aparece como uno de los objetivos al que apuntan
los sindicatos. La quinta etapa, de la misma forma que
las anteriores, se divide en dos partes, la primera de mo-
vilización y esclarecimiento y la segunda de acciones di-
rectas. Esta vez se descartan las ocupaciones
todo central de la lucha.
El ataque más violento del gobierno fue la negativa a
autorizar la retención de $ 100.- por trabajador con des-
tino a la central obrera el día 19 de mayo. De ese modo
la C.G.T. pierde de recibir ciento veinte millones de pesos
que serían utilizados para cubrir el gasto de operación
durante un año. Además anunció que estaba en estudio
la reglamentación de la Ley de Asociaciones Profesiona-
les, y en forma paralela mientras retiraba personerías
gremiales a sindicatos peronistas como el del caucho, otor-
gaba personerías a agrupaciones sindicales divisionistas
(personal universitario de Agua y Energía, Trabajadores
de Subterráneos de Buenos Aires que era una escisión
de la D.T.A.). Todo esto unido al fomento y el apoyo sin
disimulos a los gremios independientes que seguían ha-
ciendo buena letra.
El efecto desastroso que provoca a las finanzas de la
C.G.T. la negativa del gobierno a autorizar las retencio-
nes, replantea el tema del poderío económico de los gre-
mios. No vamos a negar acá que los sindicatos -espe-
cialmente los más grandes- tienen plata. Eso sería ab-
surdo, pero hay que comprender que los sindicatos tienen
una gran cantidad de servicios sociales y asistenciales a
su cargo y que cuestan muy caro sostener. Por otro lado,
la amplitud del sindicalismo argentino obliga a mantener
un importante cuerpo de funcionarios rentados. El pa-
trimonio total de 550 sindicatos del país (alrededor del
80 ro) ascendía en 1964 a 4.210 millones de pesos, de los
cuales más de mil millones corresponden a la Federación
y Sindicatos de Luz y Fuerza. Esos sindicatos (los 550)
contaban en 1964 alrededor de un millón ochocientos mil
cotizantes. Los ingresos por cotizantes obreros fueron
2.080 millones de pesos en 1964, y los provenientes de los
empleadores con destino a la obra social ascendieron a
464 millones de pesos. En el patrimonio se contabilizan
las instalaciones de todo tipo que dependen de las orga-
nizaciones gremiales, el ingreso efectivo en moneda na-
cional ascendió en 1964 a 2.544 millones de pesos. Esta
129
l•
,+• es la realidad económica gremial que por cierto no es muy
brillante, Y que apenas alcanza para mantener los ser-
vicios médico-asistenciales Y demás actividades que reali-
zan los gremios (12).
,
¡ Podemos hacer una pequeña comparación. En 1965, los
beneficios de las cien mayores empresas del país ascen-
dieron a 40.389 millones de pesos, diez veces más que el
patrimonio sindical y 16 veces más que los ingresos de los
sindicatos. El monto de las ventas de esas cien empresas
(debemos pensar que en el país hay casi medio millón de
empresas de todo tipo) ascendió en 1965 a 687.698 millo-
nes de pesos. Una sola empresa, SEGBA, tuvo utilidades
por valor de 3.998 millones de pesos, las utilidades de Kai-
ser -ubicada en el quint uar de este ranking- fueron
de 1.791 millones de pe s. C o que no hace falta más da-
tos para demostrar la alaci 'desparramada por los per-
soneros de estas misma: ~lIlesas, acerca del increíble po-
derío económico de los s'n-- catos. (13).
Este proceso de enfrentamiento directo con el gobierno
tuvo su primera y significativa manifestación en las elec-
',ciones de marzo de 1965. El movimiento sindical peronista
aparece decidido a utilizar su fuerza hacia objetivos
.políticos concretos: el debilitamiento y si es posible la li~
i-uidación del gobierno radical. En esta lucha se encuentra
010, ni los independientes que continúan en la central ni
os ,comunistas, acompañan a las 62 Organizaciones en la
ucha. El triunfo peronista en las elecciones no fue so-"
Irmente el resultado de un estado de ánimo en la mayoría'
'1país, sino también -yen los centros urbanos se notó
,ramente- el efecto de una acción concertada del sin-':
:alismo pero ni sta.:'
'!?c~rante 1965 siguieron politizándose cada vez más lasd
af.iones que el sindicalismo mantenía con el gobierno.'
~~. . ._~--,
;;:---- ! '1
(1;2) Censo Nacional de Asociaciones Profesionales. 'MTSS. Di,
ci~n General de Asociaciones Profesionales Y Dirección Generar
Estudios e Investigaciones, agosto 1965, " deral, con 715.280 trabajadores afectados y 1.208.302,5 jornadas
(;.~) "Panorama de la Economia Argentina", vol. V, N° 3
;et' trimestre de 1967. ,;
La administración radical dialogaba o se enfrentaba al sin-
dicalismo como se enfrenta a un partido político de oposi-
ción. Por su parte el conjunto de los gremios independien-
tes hace su propia política. Como no puede presentar un
frente declarado de apoyo al gobierno, lo reemplaza por
el sistema de jaquear continuamente las posiciones del sec-
tor mayoritario peronista.
Los conflictos de trabajo que habían estado en un nivel
muy bajo en 1964, ascienden durante el 65, pero sin al-
canzar los niveles de la época de Frondizi. Se nota un
cambio en la estrategia sindical, las negociaciones y las
presiones contra la patronal sín abandonar los lugares de
trabajo son el método más común para alcanzar un buen
aumento. Además, la situación económica mantiene un rit-
mo sostenido de mejoramiento, aunque hacia el fin de año
se empiezan a notar síntomas de recesión (14).
Pese a esta disminución de los conflictos económicqs, las
movilizaciones sindicales por motivos políticos alcanzan
gran violencia. En. una concentración realizada en Ramos
Mejía con motivo de la Quinta Etapa del Plan de Lucha,
la policía reprimió violentamente, y los maniestantes al
abrir las puertas' de un camión de ganado provocaron en
la desbandada un desorden de grandes proporciones. En
San Martín la represión policial alcanzó al secretario de
la C.G.T., José Alonso, que sufrió una herida cortante en
la cabeza.
Después de la concenf'ración del 17 de octubre, precedida
por la llegada de Isabel Perón a la Argentina y de distur-
bios antiperonistas en el barrio norte, en manifestaciones
realizadas en el Gran Buenos Aires la policía reprimió con
una violencia desacostumbrada. Tres obreros fueron ase- '
sinados por las balas de la Brigada Martín Güemes de la
Provincia de Buenos Aires, Los asesinos de Mussi, Reta-
(14) Durante 1964 se producen 91 conflictos en la Capital Fe-
perdidas. En 1965 las jornadas perdidas son 1.248.314. Conflictos
de Trabajo. MTSS. 1965 y 1966.
131
 mar y Méndez, de la misma forma que los que asesinaron
a Mendoza y Valiese nunca fueron condenados.
Para el gobierno radical los que se apartaban de la ley
seguían siendo los sindicatos, y retiró las personerías gre-
miales de la Unión Trabajadores Gastronómicos, Emplea-
",dos de Farmacia y Asociación Obrera Textil.
Hacia el fin de año comienza la huelga de los munici-
pales de la ciudad de Buenos Aires. La huelga realizada
principalmente contra la intendencia Rabanal, fue dirigida
por los sindicalistas peronistas. Pérez Leirós, como de
costumbre, apoyó al gobierno antes de apoyar a sus pro-
pios representados, de ese modo la huelga se hizo también
contra los dirigentes que aportaban rompehuelgas a la
municipalidad.
Los huelguistas realizaban casi diariamente asambleas
que reunían varios miles de asistentes, su fuerza estaba en
la movilización directa de las bases y al estrecho contacto
,que mantenían con ellas. Siguiendo una actitud ya tradi-
cional, el gobierno resolvió retirar la personería gremial
de la Confederación de Obreros y Empleados Municipales
dirigida por el peronista Izzetta. Después de un mes de
huelga, los trabajadores volvieron a sus tareas habiendo
, conseguido algunos de los puntos exigidos. Si no solucio-
naron todas sus exigencias fue en buena parte por la po-
sición de Pérez Leirós. Al conocido dirigente gorila le iba
a costar caro su actitud, en las elecciones de 1966 fue de-
rrotado por la lista peronista y tuvo que abandonar el sin-
:,',- dicatp que conqui~t? once años antes gracias a la marina
;::~" y.e'S comandos CIVIles.
'1M;: El proceso de división del peronismo hizo crisis en los
;;:, , meses de noviembre y diciembre, después que una reunión
"-"i' convocada en el Sindicato de Barraqueros de Avellaneda
propuso institucionalizar al movimiento sobre la base de
las organizaciones sindicales peronistas y repudiar la ac-
titud divisionista de Jorge Antonio. El enfrentamiento su. ,
cedió en un momento que el gobierno orientaba todas su~, ,
,baterías contra el movimiento sindical, acababa de aparecer'
el decreto 9080/65 que reprimia las actividades políticas
en los sindicatos y ya estaba lista la
Ley 14.455.
En la C.G.T. se pudo observar desde enero de 1963 en
que es electo, hasta enero de 1966 en que es destituido
Alonso, la contraposición de dos líneas en la conducción
gremial. Una de ellas, encabezada por Vandor, es la que
re resenta a la mayona del gremlahsmo peromsta. Su
fuerte base de masas la torna espreocupa a e os aspec-
tos Ideologlcos y técmcos de la condUCCIón y OrIentación
smdlcaI. Se lo acusa de empirIsmo, de relegar la Ideologm
a un puesto secundario, enfatizando sobre la relación de
fuerzas en un momento determinado, sin perspectivas ha-
cia el futuro ni plan' de transformación social alguno. Es-
to evidentemente es falso, puesto que sin considerar a Van-
dar un revolucionario, de cualquier manera es evidente que
sustenta la teoría de un partido de masas apoyado en el
movimiento sindical, y por otro lado es consciente de que
el sindicalismo politizado era el principal factor de ruptura
con el sistema. Los cambios ocurridos con la Revolución
Argentina en este aspecto, seguramente fueron observa-
dos por los defensores de esta tesis, aunque todavía no apa-
rezca una estrategia política alternativa.
Como contrapartida, en el sindicalismo peronista se en-
conti'abalalmea OrIentada por el Secretario General de la
C.G~T., José Alonso. Además hay un ala izquierda, pero
ell1a-diviSión del peronismo se almeó con el sector
a-rOñSl'S'E:
En su función concreta de secretario de la C.G.T., Alon-
so, debido a la falta de respaldo masivo, se vio obligado
a rodearse por un equipo técnico, del cual él se servía
para oponer un centro de influencia propio a la presión
de los sindicatos vandoristas mayoritarios. De este modo
podemos decir que la base de sustentación de Alonso no
es de masas sino "tecmca" o "IdeológIca", estIrando mu-
cho el sentido de la palabra ideología.
N o importa demasiado analizar cuál es la orientación
ideológica de este grupo de intelectuales alonsistas, pues-
to que su pensamiento -no muy original- apenas inci-
133

dió en la elaboración de una línea política, a lo sumo le
agrega cierto lenguaje "científico".
Las concepciones clásicas del peronismo y del sindica-
lismo peronista: justicia social y nacionalismo económico,
vienen de mucho tiempo atrás. El intento de mezclar aque-
lla idea política con una fundamentación desarrollista so-
cialcristiana, además de no modificar lo sustancial del
pensamiento político sindical-peronista, no tuvo ningún
éxito concreto en el movimiento sindical (15).
Esto no significa una subestimación del problema ideo-
lógico, sino que, en las circunstancias por las que atravie-
sa el movimiento sindical durante esos tres años -posi-
blemente cuando mayor fue su .influencia desde la caída
de Perón- no precisaba para su acción de teorías políti-
cas complicadas, que además tendían a neutralizar el ca-
rácter peronista del movimiento. Su nacionalismo econó-
mico y político y su base de masas era suficiente.
Por otro lado, los intelectuales alonsistas no superaban
el pensamiento político de la C.G.T., sino que lo hacían
objeto de una elaboración más sofisticada y hermética,
con lo cual, convertían en inaccesible para la mayoría de
la clase trabajadora, postulados que en la formulación
(15) Ver el folleto "La C.G.T. en marcha hacia el cambio de
estructuras". 1965. Esta elaboración teórica del grupo de ideólogos
allegados a Alonso, finalmente no tuvo ningún éxito y fue deri-
vada por el Comité Central Confederal para su estudio en una
comisión y nunca más se volvió a hablar de ella. Los elementos
..principales que aparecen en este trabajo son, en primer lugar un
lenguaje hermético y de muy difícil lectura, usado para afirmar
las cosas más obvias y al alcance de la observación común. En
segundo lugar una formulación integracionista (pacto social y si.
milares), matizada con el más puro lenguaje sociológico. En el
'p1ólogo Alonso hace la apología de los técnicos en ciencias sociales
y de la terminología "científica". El problema de los que escrí-
bieron el folleto era que confundían terminología científica con
un leng-uaje extrañísimo, y pretendían hacer pasar. en medio de las
oscuridades del mismo una teoría antiperonista, que reemplaza al'
líder y a las masas por el tecnócrata en la elaboración de los
objetivos políticos. Posiblemente algunos de los que redactaron el
folleto se encuentren hoy elaborando la "política científica" de la.
Revolución Argentina. ' gaciones del interior.
134
-,.--".-, '-"'_ .. .. ... ~
_ _'..,
..
clásica de Perón y los dirigentes peronistas eran muy cla-
ros y accesibles para todo el mundo.
Finalmente, no creo que aunque los ideólogos que ro-
dearon a Alonso hubiesen sido de otra ideología hubieran
tenido un éxito mayor en la formulación de un esquema
teórico sobre la realidad argentina y las salidas posibles,
por ejemplo, el fracaso de los asesores de Framini. Ni que
este supuesto esquema se convirtiese en una ideología mo-
vilizadora de la mayoría de la clase obrera. El problema
de la politiza ción de la clase trabajadora no es de índole
teórica, ni de intelectuales más o menos lúcidos, sino de
movilizaciones masivas por problemas reales y evidentes
y de una dirección coherente y consecuente con los prin-.
cipios de la revolución nacional. En síntesis, el problema "-
rinci al es el roblema del oder la roducción de acon- ;¡
tecimientos políticos (violentos) que pongan en juego e,.
mantenimiento del sistema.
Las solicitadas de un sector de gremios afiliado a las
62 Organizacion~_ blicadas en el mes de enero de 1966
y que a partir/te ese omento se llamó a sí mismo "62
Organizacion~~ de Pie) unto a Perón", fueron seguidas
por la expulsioh el 18A:leenero de 1966, de los 19 sindi-
catos firmantes 'deja declaración (16). De hecho se cons-
tituye un nuevo agrupamiento sindical de concepción pe-
ronista.
La división del peronismo sindical se polariza entre un
(16) Firman la solicitada "De pie junto a Perón": Asociación
Obrera Textil, Federación del Caucho, Unión Trabajadores del Cal-
zado, F. Obrera Ceramista, Sind. Obreros Navales, Fed. Trabaja-
dores Jaboneros, Fed. Obreros del Vestido,. Fed. Sanidad, Sind. del
Tabaco, Sind. Pasteleros, Sind. Gas del Estado, Sind. del Hielo,
SMATA, FOTIA, SOERPA, Sind. Trabajadores Perfumistas, Agru-
pación Nacional Ferroviaria, Fed. Empleados de Fannacia, Delega-
ción de Rosario. Firman la separación de éstos, por la Mesa Coor-
dinadora de las 62 Organizaciones: Navasal (alimentación), An.
drade (molineros), Poccione (cuero), Vandor (metalúrgicos), Ca-
valli (petroleros), Petrof (gastronómicos), Gazzera (fideeros), Bi-
sio (telefónicos), Lavochnik (municipales), Caria (construcción),
Carrasco (frigorífico nacional), y los representantes de doce dele-
135
 ,,2,';.lftt"f(';f"'" ....
.'~\sectóra¡'óiúlista, que responde en definitiva a las inten-
t~;>cÚ:mes de Jorge Antomo de dIspersar. el frente nacional
,;/'~yuL¡'¡zar o en sus mamo ras e negoclaClOn con e go-
lerno; y por o ro a o a ase orgamza Iva y e masas
del smdlcalIsmo nucleada alrededor de Vandor y en opo-
'slclón a la conclüCCion central del movlmlento. En esta
alVIslOn se mamhesta el conflIcto que ya habíamos visto
al comentar el significado del alonsismo y el vandorismo
durante los años 1963 al 66.
El sector político del movimiento pero nista, desligado de
las bases obreras del movimiento, en su mayoría apoya al
sector isabelista, De Pie o alonsista.' Es muy clara la ra-
zón de este apoyo: debilitado el aparato sindical ellos
pueden ganar terreno en la influencia dirigente sobre el
pueblo. El apoyo de Jorge Antonio a este sector también
responde a similares causas, y no extraña que él haya sido
,el mentor de la maniobra antivandorista de Perón. La
"izquierda" peronista, en su mayoría también se nuclea
en el sector alonsista, los justificativos son muchos y po-
siblemente el más importante fue la necesidad de luchar
contra la "burocracia conciliadora y frigerista". Pero jus-
" tifícaciones aparte, su decisión es una manera de tratar,
" de ligarse con un movimiento de apariencia masiva, ante
la ímposibilidad de influir sobre las estructuras rígidas
del movimiento sindical. La división y el desorden que
ésta indudablemente causa, es una buena oportunidad que
'no hay que despreciar. El caso de los trabajadores del
azúcar agrupados en la FOTIA se explica por el escaso
apoyo que tradicionalmente habían recibido de la central
""cabrera, ligada muy estrechamente a los problemas de las
,:'concentraciones urbanas y fabriles del litoral y Gran Bue-
'-nos Aíres. Es una muestra de la oposición permanente de
.2~Buenos Aires con el interior del país.
'' Finalmente, el gobierno radical del pueblo instrumenta
al' conflicto convirtiéndose en un aliado circunstancial de
los alonsistas e,n su lucha contra Vandor y la C.G.T., como
un medio para debilitar al sector sindical mayoritario y que
desde el punto de vista del gobierno era el enemigo más
;';lfuerte. Aprovecha la circunstancia de la destitución de
.~Y:.'.~
Alonso del cargo de Secretario General de la C.G.T. y el
consiguiente abandono por los gremios que lo apoyan de'
las actividades programadas en la central obrera. Sus ra-
zones se encuentran en la debilidad creciente del gobier-
no, la necesidad de dividir al peronismo para poder apli-
car con éxito la táctica de la polarización del electorado,
y finalmente una concepción del mundo similar a la del
sector político y pequeño burgués del peronismo, que con-
sidera a los organismos gremiales un obstáculo para su
relación con las clases populares.
VIII
~na C.G.T. dividida, la existencia de nucleamientos im-
portantes fuera de la central: los independientes y las
62 De Pie; unida a la lucha, que por momentos subordina
toda otra forma de manifestación popular, entre los dos
sectores del peronismo, configuran el panorama con que
se inicia el año 1966.
En la provincia de Tucumán ya han empezado a tomar
un tinte violento los conflictos de los trabajadores del
azúcar con los propietarios de los ingenios, y de todos
los tucumanos juntos contra el gobierno de la Nación.
Ocupaciones de ingenios, huelgas, marchas de hambre,
etc., son las distintas manifestaciones de esta lucha pro-
vocada por la crisis de la estructura monopólica de la
provincia. Los oligarcas propietarios de ingenios tratan
de sacar partido del descontento para obtener nuevos sub-
sidios, y el gobierno radical no encuentra la forma de so-
lucionar los problemas cada vez más graves de la
.' provincia.
~~ Los obreros de la fábrica de Tractores John Deere, de
c, Rosario, en un número superior al millar, sostienen un
conflicto de grandes proporciones con la patronal que ha
decidido prescindir de parte del personal. Una huelga que
dura alrededor de un mes, la ocupación del establecimien-
to, toma de rehenes y la formulación de un programa de
lucha que trasciende el plano de las reivindicaciones eco-
137

nómicas y de estabilidad del empleo, apuntando a la crí-
tica de la estructura monopolistica y dependiente del país,
confieren un carácter de símbolo a la lucha de los tra-
bajadores de John Deere. '
Estos conflictos parecen señalar el comienzo de una
nueva etapa de luchas en el movimiento obrero sindicali-
zado. Por otra parte, la debilidad de los radicales es apro-
vechada por los grupos desarrollistas para señalar lo que
ellos llaman "vacío de poder" y que se traduce en exigir
mayores represalias contra la "arbitrariedad" sindical. El
golpe de estado ya flota en el ambiente en los últimos me-
ses del verano de 1966.
~Los radicales habían formulado a fines del año anterior
un programa de renovación de convenios que no superara
el 15 % de aumento en los salarios. Los acuerdos logra-
dos con Luz y Fuerza y con los ferroviarios donde ade-
más del 15 % establecido se otorgaban aumentos de emer-
gencia o por ahorros de explotación que cubrían un 15 %
más, muestran el fracaso del plan y señalan la pauta que
van a seguir los convenios a renovarse durante este año.
El aumento promedio para la mayoría de los gremios fue
de alrededor del 30 % (l7).
Se hacía necesario para el gobierno encarar las cosas
desde otra perspectiva, con el fin de lograr algún triun-
fo sobre los sindicatos que lo afirmara en la consideración
(17) Aumentos por convenio otorgados a algunos gremios prin. ,.
::cipales: Luz y FueTZa: 15 % y $ 2.750; Ferroviarios: 15 % y;;r
2.850; Construcción: 32 %; Gastronómicos: 55 0/0; Alimentación:.,
0/0; Textiles: 30 %; Gráficos: 34 %; Químicos: 30 0/0; Metalúr-;:
30 0/0; Automotores: 30 y 10 0/0; Vitivinícolas: 32 0/0; Vidrio:'
; Bancarios: 30 %; Carne: 30 %; Calzado: 37 %; Camione-,
:",'25 %; Seguro: 30 %; Madereros: 33 %; Aguas Gaseosas :;i
%; Petroleros: 30 %; Farmacia: 31 %; Sanidad (laboratorios):~
320/0; Cerveceros: 32 %. Estos aumentos corresponden a convenios;,
"o'
, ::"'.firmados durante 1966. En total se firmaron durante ese año 341'c
" ";i:onvenios que agruparon 2.742.242 trabajadores. 71 de esos con- ,'
yeniosfueron convenios de empresa. Comparar con nota (3) y ob"
servar, cómo se ha disgregado el movimiento sindical: de 130 se
pasa 'á,' 341 convenios, sin aumentar el número de los beneficiarios:
F'uente:' Estudios Sindicales.
'~;:->:"':-<.
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'-"-~"-l ~~J .0_' - '._.' '_'."_' -
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)~.\ \ :
f general
de las fuerzas armadas y los sectores empresarios, en
opuestos a la administración radical. El instru-
!
mento que encontraron los radicales _y que pensaron iba
a restaurar su prestigio en los medios empresarios_ fue
la tan prometida reglamentación de la Ley de Asociacio-
nes Profesionales, aprovechando la circunstancia de la
división imperante en el sindicalismo argentino.
J!ls fundamentos del Decreto 969/66 de Reglamenta-
ción de la Ley 14.455 están orientados en primer término
contra un organismo político, el movimiento peronista, y
con ese motivo "refirma la prohibición de realizar activi-
dades político partidistas por parte de las asociaciones
profesionales de trabajadores con personería gremial".
La reglamentación prohibe directamente a los dirigentes
sindicales manifestar sus opiniones políticas en cualquier
actividad relacionada con el quehacer gremial. El pretex-
to de la democracia llega hasta los organismos de base
cuando afirma que "se dispone que en las elecciones" de las
comisiones internas deben votar todos los trabajadores, es-
tén o no afiliados a la asociación gremial". Es sabido que
muchas empresas amenazan con sanciones a aquellos de
sus trabajadores que se afilien al sindicato, y son los más"
conscientes en la defensa de sus intereses quienes se afi-
lian cuando existen esas condiciones. La reglamentación al
imponer el voto a los no afiliados introduce una cuña pa-
tronal en la elección de base, que repercute en la totalidad
de la organización gremial a través de las relaciones entre
los delegados y los secretarios de secciones.
Los controles contable y financiero por parte del gobier-
no y la facultad de manejar los aportes de los afiliados por
las seccionales, sin tener que rendir cuenta al organismo
nacional, acompañado con el otorgamiento de personerías
gremiales a los organismos locales; son otras tantas me-
didas que limitan y debilitan la estructura sindical, con el
9'lnsiguiente beneficio para los empresarios.
\i..J Además promueve la formación de sindicatos por em-
presa, generalmente más dóciles a la presión patronal
-acelerando un proceso iniciado durante el gobierno de
Frondizi y continuado durante la gestión de Germán Ló-
139
 pez en la Subsecretaría de~Trabajo-, la constitución de
sindicatos por oficio, categorías, etc.; características re-
trógradas en esta época en que el desarrollo de grandes
industrias ha establecido la formación de sindicatos por
rama de actividad sin distinción de oficios o categorías.
Provoca la división en el seno mismo de las unidades pro-
ductivas, puesto que en las modernas industrias conviven
multitud de oficios y categorías.
O"-ba "federalización" del movimiento y la multiplicación
de las personerías gremiales facilita la acción patronal
en las paritarias, disminuyendo el poder de negociación
del sindicato. Estas son algunas de las disposiciones del
Decreto 969, y las señalamos en extenso pues el gobierno
de Onganía, luego de suspender su aplicación por ciento
veinte días; a partir del paro del 1Q de marzo de 1967 co-
menzó a utilizarlo como una de sus armas principales con-
tra el movimiento sindical.
Los radicales no aplicaron este decreto -no tuvieron
tiempo para hacerlo-, pero la eXIstencIa del mIsmo está-
marcando el fin de una época del mOVImIento smdlcal.
La ley 14.455 garantIzaba la eXIstencIa de un smdlcalIsmo
umdo, y a partIr de ese hecho se podla elaborar una estra-
tegia política basada en los smdlcatos. El fraccIOnamIento
. aeTas orgamzacIOnes gremIales, ya imclado con IaSSu-
cesivas ClTviSionesen la G:G~T:;-Impme orgamzar una ac-
clón polítIca smdlcal. El smdlcalIsmo como arma cent!,ar
e presionpoIífiCa y resIstencia econ6ñiica-deIos traba-
Jadores, garantizado y a la vez opuesto al Estado, es lo
que caraeteriZiiIaEtapa-Sindical en la política argentina~iJ!
-El asesmato de Rosendo Garcla marca un Jalón más en:ez"ij
las innumerables provocaciones antisindicales de este pe-'~
riodo. En la madrugada del 14 de mayo de 1966 moría
abatido a balazos en una pizzería de Avellaneda un diri-
gente sindical de primera línea, Rosendo Garda, Secre-
tario Adjunto de la Unión Obrera Metalúrgica. Este se
encontraba reunido con otros dirigentes del gremio, entre
ellos Augusto Vandor, cuando un enfrentamiento verbal
con un grupo opositor derivó "misteriosamente" en un ti-
roteo. En el tiroteo, además de Rosendo Garda murieron
-140
dos personas más presuntamente complicadas en el ateÍ1~
tado.Casi a la misma hora y en otro lugar' de Avellaneda
un dirigente de segunda fila del gremio metalúrgico y co-
nocido opositor a Vandor era atacado a golpes por desco-
nocidos. Todo estaba montado para la provocación. ..
El esclarecimiento de estos hechos corresponde a la cró-
nica polTciaJ, aquLinteresa el contemdo polítIco del asesi-
nawdeRosenaoGarcía.-ESindudable que la muerte del
segundoliomorecteJaUnión Obrera Metalúrgica -el sin-
dicato más importante del país- y hombre de confianza
de Augusto Van dar significa una ventaja para los inte-
reses mas reaccionarios. Se intentó crear un clima de
intolerancia entre los sectores del peronismo dividido co-
mo excusa para un golpe de Estado, en ese sentido la
provocación fracasó puesto que no hubo represalias entre
los distintos grupos sindicales y las cosas quedaron así.
En otro orden de cosas la muerte del posible candidato
del peronismo a la gobernación de la Provincia de Buenos
Aires era también un llamado de atención contra el pero-
nismo obrero. Y finalmente, la presencia de Augusto
Vandor en el lugar del atentado hace suponer que no era
Rosendo García el único objetivo de los grupos provoca-
dores. El asesinato de Vandor significaba la eliminación
.. ' del principal dirigente del sector más orgánico del pero-
'''~l~ nismo, el más ligado a los intereses inmediatos de la clase
.~~ 12 . qbrera.
"f~ ~. J.:. Más allá de la motivación subjetiva que provocó el aten-
..~ ~:' tado o el carácter casual del mismo -suponiendo que
, todo haya sido una fatalidad-, el hecho indudable es el
, significado del suceso: una provocación antisindical que
~. objetivamente golpeaba al sector mayoritario de la clase
obrera y servía los intereses del más puro gorilismo. Pudo
haber provocado una lucha muy grave entre las distintas
orientaciones del peronismo, haciendo pasar desaperci-
bido al verdadero enemigo, y causando una gran satis-
facción a los antiperonistas que esperaron ver cómo
los peronistas se mataban entre ellos.
En la C.G.T., mientras tanto, a la destitución de Alonso
le sigue la designación de F. Donaires de la Federación de
141
 Obreros Papeleros como secretario general provisorio.
Comienzan las negociaciones con un grupo de los indepen-
dientes dirigido por Riego Ribas de la Federación Grá-
fica, para lograr su retorno a la C.G.T. Por su parte el
gobierno Y sus sindicalistas 'adictos como March y Pérez
Leirós hacían todo lo posible para agudizar la división.
Sin embargo, los gráficos dirigidos por Ribas, La Fra-
ternidad y otros gremios independientes vuelven a la cen-
tral obrera, debilitando el frente independiente. Donde las
tensiones parecen difíciles de suavizar es entre los dos
sectores del peronismo. Los alonsistas se niegan a avalar
con su presencia las actitudes del grupo mayoritario que
controla la C.G.T.
Se elige una nueva mesa provisoria encargada de llamar
a un Congreso de unificación, donde se normalizarían las
actividades de la C.G.T. Francisco Prado de Luz y Fuer-
za es nombrado Secretario General y Riego Ribas de los
gráficos es el nuevo secretario adj unto. Las negociacio-
nes empiezan a encaminarse. La caida de los radicales el
28 de junio va a acelerar este proceso, pues en forma di-
fusa por lo menos, para todos era evidente la necesidad
de fortalecer las organizaciones y unificar criterios en es-
pera de lo que pudiera pasar.
, El gobierno había promulgado la Ley 16.881 que modi-
~aba la 11.729 de despidos y contrato de trabajo. En.
cierto modo era un triunfo de los independientes. Si bien
.Ia reivindicación estaba en el programa de la C.G.T., fue-
ron éstos quienes presionaron a los diputados radicales
para lograr su sanción. El triunfo duró poco pues Illia
presionado por las centrales empresarias y las fuerzas
'armadas, que veían en la ley el motor que aceleraría
" la inflación, vetó la mayoría de los artículos dejándola"
" inservible.
~ El 7 de junio, el conjunto de los nucleamientos exis-
tentes: 62 Organizaciones (CGT), No alineados (CGT),
::';" Independientes y 62 de Pie, decidieron realizar un paro-
Fet", general en repudio a esta actitud del gobierno. El paro:
¡:'S;i,f,ue uno de los mayores que se haya visto en los últimos'
¡{años, prácticamente paró todo el país. La unidad conse~
guida ante este hecho concreto avalaba a aquellos que lu-
chaban por obtener un acuerdo entre los sectores. Fue
la última medida de fuerza obrera en el gobierno radical,
veinte días después el radicalismo era derrocado por un
golpe militar y comenzaba la era de la Revolución Ar-
gentina.
Los conflictos por motivos económicos habían comen-
zado a acrecentarse respecto de los topes alcanzados el
año anterior. En los primeros seis meses del año, las cifras
fueron superiores a las de todo el año 1965 (18).
Con la caída del gobierno radical y el comienzo de una
etapa política con características muy diferentes a las im-
perantes desde 1958, también finaliza esta etapa que llac
mamas sindical. <rRealmente la crisis del sindicalismo nó
se acelera hasta el paro del 19 de marzo del año siguiente,
pero desde el comienzo y pese a la impresión que tenían
los sindicalistas de que iba a aumentar su poder real
-especialmente a partir del congreso de unificación en el
mes de octubre- el gobierno adopta una serie de medidas
(intervenciones, arbitraje obligatorio, etc.) que van mar-
cando el camino, qüe continuará más aceleradamente a
partir de la renuncia de Salimei, su reemplazante Krie-
gel' Vasena. ~
;
(18) Durante los primeros seis meses del año 1066 las jomadas
perdidas en la Capital Federal en concepto de conflictos de trabajo
fueron 1,542.933. Casi 300.000 más que en todo el año 1965. Fuente:
Boletín de Estadísticas Sociales, MTSS. Dirección General de Es-
tudios e Investigaciones. Número 2, julio de 1966.
143
 V. - LA REVOLUCION ARGENTINA y LA CRISIS
, DEL MOVIMIENTO SINDICAL

~;,_ . , Cua~do el 28.de junio las Fuerzas Ar:nadas derriba~'.on

~.. al gobIerno radIcal del pueblo, la mayona de la poblaclOn,
, entre indiferente y esperanzada, observó pasivamente la
iniciación de un nuevo proceso político. El estancamieJ:lto
económico, la crisis política y el enfrentamiento peronismo
y antiperonismo agudizados por los radicales, la política
de comité, etc., habian superado el problema formal de
la legalidad constitucional que para la gran masa de los
argentinos era más retórica que efectiva.¡ La supresión
de los partidos políticos y del "foro de la democracia"
-denominación dada por los partidos al parlamento- fue
indudablemente, y más allá de las intenciones de los nue-
vos gobernantes, una medida positiva.
El pueblo que vio marcharse al Dr. mia y a su equipo
radical con más pena que gloria, pareció considerar desde
un primer momento que una etapa de la vida política del
país quedaba cerrada definitivamente. No estaba muy
claro hacia dónde, pero era conciencia generalizada que
se comenzaba a marchar por un camino nuevo. Los inte-
rrogantes más comunes eran: ¿ Son las Fuerzas Armadas
los agentes del cambio en la vida nacional? ¿ O simple-
mente vienen a reanudar las viejas relaciones con nuevas
fórmulas? ¿ Los grandes intereses económicos, actuarán

145
 '----,--
desembozadamente sin las mediaciones de los políticos, o
serán neutralizados por los militares?
Derribada la rapiña del comité, ésta podía ser fácil-
mente reemplazada por la rapíña directa de los repre-
sentantes de las grandes companías, y por la mucho más
grave de todos los marginales de la política que estuvie-
ron esperando durante años la oportunidad de tomar parte
en el reparto. Sea como sea, en la población estaba pre-
sente el hecho de que las Fuerzas Armadas la habían li-
brado de las viejas maniobras comiteriles, Y en ese mo-
mento inicíal el optimismo era generalizado.
Desde un primer momento la Revolución Argentina
enunció su voluntad de transformar y modernizar las es-
tructuras del país. Esta ambigua afírmación, acompa-
ñada de una retórica corporativista -para llamarla de
alguna manera-, provoCÓel susto general entre los per-
soneros de la oligarquía liberal y de los Estados Unidos.
Estos últimos como todo el mundo lo sabe, embarcados en
la reorganización del gobierno radical utilizando como
>' _,p'áseel plan de Castro Sánchez y Laprída, plan que la Re-
-5\::-','-"volución Argentina impide realizar cuando derriba al
~:~\;L,;:<'gobierno. Los únicos que no se sentían particularmente -
(;J ," perseguidos -por el gobierno militar eran los sindicatos Y
T:;,c',los..peronistas.
~7;\);1:J.0s,
~indicanstas debido a que las manifestaciones pri-
'~~er~s consideraban con sumo respeto y hasta aprobación
a';:el'fun9ionamiento de un gremialismo fuerte Y unificado.
~j:;LLosperonistas puesto que la proscripción general de todos'
}l,/-Jos partidos políticos los ponía, por primera vez desde2
;;0,,1955, en igualdad de condiciones con las restantes ten
\;-:d~ncias políticas del país.
::Algunasdesignaciones en las provincias Y el nombra-
_ miento de Alsogaray como super-embajador Y asesor prF
vilegiado de Onganía, muestran -también desde el primer
momento- que lo::;;más fuertes intereses monopolistas no
estaban totalmente,fuera del nuevo gobierno. Pero el na:
cionalismo retóricó~ªe los militares hacía abrigar la espe~
ranza de una rupt~ra> No porque los militares pensaran
seriamente en realizar, una política de afirmación nacional.'
. ,;';f:f>~/-'-' --,;~'
146
;~
sino porque tradicionalmente ese lenguaje no es bien visto
por los líderes burgueses ni por los Estados Unidos, y por
ese camino y en medio de sucesivas crisis políticas existía
la posibilidad de una orientación política diferente a la
aplicada en la realidad.
Este es el panorama del primer mes de gobierno de
Onganía; a partir de su primera conferencia de prensa el
4 de agosto, los hechos comienzan a desenvolverse a toda
velocidad. La velocidad de las definiciones políticas es
otro de los nuevos elementos introducidos por la revolu-
ción y que contrasta en forma notable con el proceso po-
lítico anterior. En un año de revolución se definieron
una gran cantidad de situaciones ambiguas -entre ellas la
del sindicalismo- que en la normalidad constitucional
posiblemente hubieran tardado mucho más tiempo en que-
dar tan claras. La revolución termina con las medias
tintas y el conformismo que habían caracterizado todos
los sectores de la vida política y económica nacional. Se
terminaron las salidas de compromiso y ese optimismo
esencial que había marcado casi toda la política de nego-
ciaciones del peronismo. Ahora, las definiciones popula-
res, si las hay, deberán ser tajantes y poner en juego a
todo el sistema de poder. Las definiciones del gobierno,
desde la perspectiva totalmente opuesta, ya han tomado
ese carácter, ajeno a las mediaciones y declamaciones ideo-
lógicas -"demagógicas" como diría Onganía-, y se des-
arrolla una política abiertamente antipopular y contraria
a cualquier tipo de interés nacional, exceptuando por su-
puesto al pequeño grupo de monopolistas nacionales iden-
tificados totalmente con los intereses de los monopolistas y
financistas internacionales.
II
En el plano de las definiciones económicas y sobre polí-
tica sindical -el único tipo de política admitido durante
1966 por el gobierno-, los primeros seis meses de revolu-
ción fueron de predominio, en las esferas del Estado, de
147
 Ióspartidarios" del aj~ste "gradual" de las instituciones
del país.' El e:r1frentamiento entre' "drásticos" y "gradua-
b;les"¡ como calificara a las dos tendencias principales det,
. gobierno el semanario económico "El Economista", mues-
tra durante este período la hegemonía circunstancial del
equipo "graduable" encabezado por Salimei.
En materia de política sindical, y de acuerdo con lo afir-
mado más arriba, los primeros pasos dados por el gobierno
estuvieron caracterizados por la prudencia. Suponía en
. cierto modo un respeto hacia el potencial despliegue de
fuerzas de que podían hacer gala los sindicatos.
Pese a encontrar un movimiento sindical dividido y re-
lativamente debilitado por un lado; y una opinión pública
--,-que se manifestaba asimismo en las direcciones sindica-
les-, favorable y esperanzada por las perspectivas que
.abría la gestión revolucionaria por otro, inicialmente el
'--gobierno no adoptó medidas orientadas a fortalecer su po-
der respecto del movimiento sindical.
Por el contrario, en oportunidad de poner en funciones
al Subsecretario de Trabajo, Dr. Tamborenea, se cursaron
invitaciones a los organismos gremiales, y en la ceremonia
séanunció la devolución de la personería gremial a distin-
sindicatos sancionados por los radicales, entre ellos la
. Federación del Caucho y la Asociación de Empleados de
Farmacia, entidades con una larga y manifiesta trayec-
toria de lucha en favor del movimiento peronista. El con-
flicto textil, que tenía más de tres meses sin solución, fue
encarado y solucionado por Tamborenea de modo que for-
taleció las posiciones de Andrés Framini, debilitadas por
la 'acción del ex ministro Solá. Otros hechos que atesti-
. guan esta tendencia son las continuas afirmaciones gu-
bernamentales acerca de la unidad gremial, la suspensión
por 120 días del Decreto 969/66 de Reglamentación de
la Ley de Asociaciones Profesionales, la firma del con-
. venia metalúrgico en una ceremonia presidida por On-
ganía en la Casa de Gobierno, finalizar con el límite
teórico a los aumentos salariales establecido por el go-
bierno radical y nunca cumplido, pero que significaba
una amenaza en las negociaciones colectivas, etc.
A fines' del mes de agosto se produce el priiner':h&~~~_
gubernamental que provoca resistencias en los sindiCa'::::'.'
tos: la promulgación de la Ley 16.936 de Arbitraje Obfi_..'~h(':.;
gatorio. La misma establece que la autoridad de aplica-'
ción "queda facultada para abocarse al conocimiento y
decisión de los conflictos colectivos laborales, de derecho
o de intereses" (art. 19), y que "podrá someter dichos
conflictos a instancia de arbitraje obligatorio" (art. 29).
Se fijan sanciones, tanto para los empresarios (multas)
como para los trabajadores (despido justificado), en
caso de "no acatamiento de la intimación del cese de me-
didas d'e acción directa y/o el no cumplimiento del laudo"
(art. 89), puesto que la "instancia de arbitraje obliga-
torio será irrecurrible" (art. 29). Al fijarse una ins-
tancia de acatamiento obligatorio, los sindicatos mani-
festaron unanimemente su oposición a la medida que de
hecho es limitatoria del derecho de huelga. El problema
de los "derechos inalienables" es evidentemente un pro-
blema formal planteado en esos términos; sólo la fuerza
garantiza el cumplimiento de un derecho, y los sindica-
tos eran concientes de lo limitado de la suya para oponer
un frente cohesionado y fuerte a una ofensiva, no des-
.eartable ni siquiera en esos momentos, por parte del
gobierno. Pese al declaracionismo, diversos gremios co-
mo textiles, azucareros, empleados de comercio y trans-
portistas, acogieron alegremente los "beneficios" del nue-
vo régimen; aunque después de conocido el laudo, como
en el caso de los trabajadores del azúcar, no haya satis-
fecho las aspiraciones salariales de los obreros (l).
Una medida del gobierno que al comienzo no tuvo ma-
(l) Los gremios a los que se aplicó el laudo arbitral fueron:
textiles, a quienes se concedió 30 % de aumento desde el 1 de mayo
Q
de 1966 y se les negó el aporte patronal del 2 % para Obra So-
cial; azucareros, a quienes se acordó un aumento del 13 % desde
el 1 de mayo hasta el 31 de octubre de 1966; y un adicional del
Q
18 % desde el 1 de noviembre hasta el 30 de abril de 1967; emplea-
Q
dos de comercio, se fijó un mínimo de $ 19.500 desde el 1 de julio
Q
de 1966 con una vigencia de 15 meses; transportistas, a quienes
se les otorgó un 30 % de aumento.
149
 yor repercuSlOn en los medios sindicales, pero que poste-
riormente alcanzó gran significación, fue la intervención
a sindicatos en abierta violación de la Ley 14.455 de
Asociaciones Profesionales que lo prohibe expresamente.
Sobre los derechos y las leyes vale lo expuesto en el pá-
rrafo anterior.
Primero se intervino a los sindicatos de Prensa y Ca-
nillitas; posteriormente se decretó la intervención de la
Asociación del Personal de la Universidad de Buenos
Aires, medida estrechamente vinculada a la intervención
de las universidades nacionales. También intervino el
gobierno algunos pequeños sindicatos que presentaban
irregularidades, como empleados del tabaco de la Capital
Federal, trabajadores del pescado de Mar del Plata, tele-
grafistas y radiotelegrafistas, municipales de Córdoba,
intervenciones éstas que pasaron más desapercibidas que
las anteriores.
Finalmente, con motivo del primer conflicto serio que
debe enfrentar, el gobierno intervino al Sindicato Unido
Portuarios Argentinos (S.U.P.A.). Aquí comienza a
cambiar el panorama gremial y a las intervenciones hay
que tenerlas en cuenta. El problema es político induda-
blemente, intervenciones como las primeras, más allá de
los efectos que provoca en los gremios intervenidos, no
! ;,.tlenen ningún tipo de consecuencia política. Considerar-
\;+,'las;violaciones de la leyes una pura formalidad, enton-
;;cés~:pasan desapercibidas y no merecen mayores comen-
,:;tarios. Pero intervenir a un sindicato de las 62 Orgimi-
,;},:':za"cionesya es otro cantar cualquiera sean las fundamen-
'~/;taciones de la medida.
~:%';¡"EIgobierno ataca por primera vez el principal reducto
)}:ih.'1et movimiento popular y comienza a desintegrar las ba-
,..};;"'"ses;'organizativas de la resistencia política de la clase
trabajadora. Las razones de la intervención hay que bus-
carlas en los gabinetes de las grandes compañías navieras
y en los países con fuertes intereses en el comercio por
mar: "Queremos un puerto barato y limpio, y si es pOc
sible sin problemas obreros". Entonces organizan el ata-
que y como primera medida se liquida al organismo"
representativo de los trabajadores. Los trabajadores por-
tuarios mantienen una huelga de más de dos meses -des-
de el 19 de octubre hasta el 25 de diciembre- y final-
mente deben volver derrotados a sus lugares de trabajo.
Los carneros utilizados por el gobierno fracasaron en el
reemplazo de los huelguistas, no sabían trabajar, y las
mismas compañías que impusieron la nueva reglamenta-
ción del puerto insistieron ante las autoridades para lograr
una solución lo más pronto posible. Se llegó a una base
de acuerdo -comisión tripartita, bolsa de trabajo, jornal
mínimo, etc.- pero una vez solucionado el conflicto estos
acuerdos no se cumplieron. El 18 de diciembre, cuando la
huelga estaba a punto de ser levantada, la policía detuvo \ \ '
al secretario general del SUP A, Eustaquio Tolosa,~l ~
p~antuvo una semana más. Todavía hoy ~o
de 1967 el dirigente portuario sigue detenido. '-
onflicto muestra, además de las características
propias de la huelga, dos consecuencias importantes: la
primera es la relativa solidaridad que pueden alcanzar,
en las actuales condiciones, los conflictos particulares en
el conj unto de la clase trabajadora. Salvo declaraciones
de apoyo, los portuarios no consiguieron otra cosa del'
movimiento sindical. Este gobierno presenta una imagen
muy distinta que los anteriores. Una intervención cual-
quiera que sea, pudo haber causado -y de hecho causó
durante la revolución libertadora- grandes desórdenes
un año antes. Si los sindicatos tenían realmente fuerza
o era el resultado de una sobreestimación de la misma
por parte de la población en general, no viene al caso. El
hecho es que los gobiernos no se atrevían a actuar muy
decididamente contra los sindicatos. El gobierno militar
actual tiene fuerza y la muestra, los sindicatos si la te-
nían el año pasado, evidentemente no hicieron ninguna
manifestación para mostrarla ..
El segundo aspecto y muy relacionado con el anterior,
es la liquidación del mito de la Confederación Argentina
de Trabajadores del Transporte, considerada generalmen-
te como el nucleamiento más poderoso del movimiento
sindical. Tolosa era el presidente de la CATT, sin em-
151
"-~
 ~~~J_~:_
no hizo nada en apoyo de los portuarios en
Unos meses después, con la intervención de la
Ferroviaria, se terminan definitivamente las ilu-
siones que pudieran hacerse sobre este organismo que
agrupa a los trabajadores de sectores estratégicos del
país.
Sobre la crónica de los hechos más destacados en el
plano sindical, y antes de entrar en los aspectos políticos
del mismo como el congreso de la CGT y el paro del 14
de diciembre, falta señalar la existencia de conflictos de
trabajo en el segundo semestre de 1966.
Los primeros seis meses de 1966 se caracterizaron por
un aumento en relación con el año 1965 del número de
conflictos de trabajo que se hicieron efectivos por medio
de paros y huelgas. Este aumento paulatino de los con-
flictos que se observa también en 1965 respecto de 1964,
indica una situación de orden general caracterizada por
el estancamiento I de la actividad económica después del
. auge de 1964, y por el alza constante y acelerada del costo
de vida.
Los dos primeros meses del gobierno revolucionario
presentan una marcada disminución de paros y huelgas.
J:,a expectativa causada por el nuevo gobierno al no pro-
'. vacar resultadós positivos retrajo, a partir de setiembre,
la situación en el plano de los conflictos al nivel anterior
al 28 de junio.
, La ley de arbitraje obligatorio y la amenaza de inter-
vención siempre pendiente, no impidieron la eclosión de
numerosos conflictos: General Motors, mecánicos, quí-
micos, aceiteros en repetidas oportunidades, azucareros,
empleados de farmacia, lecheros, papeleros, parciales en
- textiles y metalúrgicos, transportistas, marítimos, por-
tuarios, actores de televisión, etc. (2). Se impidieron con-
'f
(2) Los conflictos durante todo el año 1966 fueron 103, partici.
paran 904.022 trabajadores y las jornadas perdidas fueron 1.912.826.
Sólo en la Capital Federal y sin contar los paros generales. Com-
parar con los conflictos de los primeros seis meses en el capítulo
anterior. Fuente: Secretaría de Trabajo. Boletín de Estadísticas
Sociales, NQ 4.
"'c:-' .. -
flictos que pudieron alcanzar gravedad en mercar{tile_ J,"
transportistas, merced a la aplicación del arbitraje obli.-'L"
gatorio. El aumento del 25 % otorgado a la adminis./\\
tración pública nacional puso freno a un descontento cre_C7:"
cÍente que estaba a punto de estalJar.
El caso de los azucareros es un problema aparte. La
provincia de Tucumán vive un permanente estado de con- ._-
flicto desde 1965 debido a la crisis de la industria azu-
carera. Las medidas del gobierno revolucionario no
lJevaron solución al problema de la economía provincial
y mucho menos solucionaron el problema laboral. Su con- .
'secuenda fue agravar los conflictos: huelgas, manifes-
taciones, ocupaciones de ingenios, olJas populares, que
culminan en el verano de 1967 con el asesinato de una
obrera por la policía local.
El caso tucumano muestra de la forma más despiadada
hasta qué estado de crisis y miseria puede llevar la explo-
tación oligárquica. Una economía en crisis es destruida
de un plumazo por el ex-ministro Salimei con el pretexto
de la renovación de la estructura monoproductora provin-
cial. A la parálisis sigue la ley azucarera que refirma la
liquidación definitiva de la producción tucumana en be-
neficio de la "moderna" producción salteña de Patrón
Costas, Ledesma y Cía. Los gremios del azúcar encabe-
zados por la FOTIA no tienen más remedio que defen-
derse con la agitación gremial, pero su lucha en estas
condiciones no tiene perspectiva de triunfo. La defensa
obrera acelera el proceso de liquidación de las fuentes de
trabajo, liquidación reforzada con la excusa de los dis-
turbios. En un año hay 8 ingenios menos y diez mil ca-
ñeros menos en la provincia de Tucumán. Esto significa
que la desocupación permanente en la provincia ha au-
mentado en alrededor de 30.000 obreros.
A Salimei 10 sigue en la elaboración de planes el bene-
factor Puigbó. Los planes de beneficencia del Sr. Puigbó
para salvar a la provincia de Tucumán posiblemente in-
cluyan el empleo -a comisión por supuesto- de los obre-
ros sin trabajo, en la venta de su libro (en colaboración) :
"La Revolución Argentina. Análisis y Prospectiva".
153
:~-~::~
-
III
Los seis meses finales de 1966 muestran en el plano
político sindical tres aspectos: en primer lugar las dis-
tintas maniobras del equipo gobernante para lograr el
apoyo del movimiento sindical; en segundo término un
reordenamiento en las direcciones sindicales, hay varios
reemplazos de dirigentes y de líneas políticas; en tercer
lugar la unidad de la central obrera y sus reacciones ante
medidas del gobierno, especialmente los problemas de
ferroviarios, azucareros Y portuarios y ante el discurso
de Onganía del 7 de noviembre.
Una de las prioridades del gobierno revolucionario,
manifestada en distintas oportunidades desde su asun-
ción, fue lograr la unidad del movimiento obrero en una
central única representativa de todos los sectores. En el
plano de las formulaciones más generales el principio de
la unidad no es rebatido. ni siquiera es motivo de polé-
mica manifiesta dentro de los cuadros del gobierno, por
1':":.', , ' lo menos hasta el 7 de noviembre de 1966. Sin embargo,
::iiltU';'~;,;:'.~'enel nivel más concreto de las relaciones gobierno-sindi-
''+;'-''c.H;,'<,; catos, 'el mismo fue puesto en duda repetidas veces por
"1r~-:"'.-'-,.~~, '''o ' • • •,
;i~Sf";:".. sus mismos sostenedores verbales. La liqmdaclOn de
..r'~<:Tárnbórenea, que intentó aplicar el principio manifiesto
"'''Y3de''láUnidad contra la voluntad de Salimei que intentaba
"',éápit:alizar en favor propio las divergencias peronistas,
,'Muestra como era en la realidad este problema.
';~:sjú conflicto portuario iníciado el día anterior a la re-
~'I.i'riióndel Congreso de la CGT y la intervención del
;,:"SUPA, el. endémico conflicto azucarero y el latente y cada
L;<ve'zmáspróximo conflicto que se veía venir con los fe-
.:~.:'.rroviarios, no empañaron momentáneamente las buenas
relaciones que recién se iniciaban. Sólo cuando Onganía
expuso públicamente el plan del gobierno en 10 económico
y social el 7 de noviembre fue que este andamiaje cons-
o truido pacientemente por sectores ligados al gobierno y
al movimiento sindical pareció venirse abaj o. Sin em-
bargo esta actitud de prescindencia frente al gobierno
duró hasta la reunión del Comité Central Confederal que
decidió el paro del 19 de marzo.
El reordenamiento en el plano sindical significó el re-
emplazo de tendencias por otras en el seno de las orga-
nizaciones gremiales. Gráficos y municipales de Buenos
Aires, dejaron de estar comandados por gremialistas in-
dependientes y se enrolaron en el peronismo; el dirigente
de aceiteros, Sepulveda, peronista de las 62 de pie y vincu-
lado a Salimei fue reemplazado por Rosales, también pe-
ronista. La Federación del Caucho pasó de las 62 de pie
a las 62 Organizaciones (vandoristas). Estos fueron los
cambios más importantes, aunque en sindicatos más pe-
queños como empleados del vidrio y tabaco también hubo "
cambios en la dirección. Todavía los enfrentamientos en-
tre los dos sectores peronistas eran muy fuertes. No había
posibilidad de acuerdo, posiblemente la supuesta forta-
leza del movimiento sindical hacía más irreductibles las
posiciones, al suponer los dirigentes que era muy im-
portante lo que estaba en juego. Cuando las cosas se pu-
sieron feas y se vio que el gobierno golpeaba decidida-
mente sobre la estructura sindical, el acuerdo llegó pronto ..
Pero ya era demasiado tarde para salvar al sindicalismo.
Dos elecciones que tuvieron gran importancia, por la .
trayectoria de los gremios, municipales y gráficos, así
como por su influencia en el campo de los independientes,
fueron las que desplazaron del control de los mismos a
Francisco Pérez Leirós y Osvaldo Vigna, que reempla-
zaba al extinto Ríego Ribas.
. Más que el triunfo de una determinada orientación en
materia de política sindical, la derrota de Pérez Leirós
significó el fin para toda una tradición en materia de
sindicalismo. La actitud del dirigente gorila durante la
huelga de diciembre de 1965, así como su amistad con el
ex-intendente Rabanal que le provocó la enemistad del
nuevo intendente, fueron las causas inmediatas de su de-
rrota. Pero, cuando afirmamos que la derrota de Pérez
Leirós significa la derrota de una tradición en materia
de sindicalismo, estamos diciendo que con Pérez Leirós
abandona la escena el representante más puro del gre-
155
:",;~''f;;i'!:i;~,~iD{'"''''..
D:" müilisriioanterior a 1943. Fue dirigente de los municic
paleshasta el advenimiento de Perón, y retomó el control
del gremio en 1955 cuando todos los sindicatos estaban
intervenidos por la Revolución Libertadora. Hizo siem-
pregala de antiperonismo y creía que el país y los sindi-
catos no habían cambiado durante el período en que su
.figura se encontraba proscrita de la vida política y sin-
dical del país. Ahora fue vencido por una coalición pre-
dominantemente peronista, en la que figuraban algunos
antiguos partidarios de su política.
En las elecciones de Gráficos el problema fue distinto.
Riego Ribas había iniciado una apertura hacia las 62,
rompiendo el frente independiente. Eso provocó la opo-
sición de un grupo ultragorila dirigido por Luis Danussi,
que presentó lista en las elecciones. La muerte de Riego
Ribas debilitó su tendenci el gremio puesto que era
un dirigente de mucho restig'o. Finalmente, los pero-
nistas encabezados por Ongar , manteniendo su caudal
de votos, triunfaron en a1Lel dciones y aumentaron con
su presencia el frente pe onis(a de la C.G. T. Aclaramos
que tanto Ongaro como Casaretto (municipales), pese a
'no integrarse en ninguno de los nucleamientos peronistas,
eran simpatizantes con el sector De Pie del peronismo .
. 'Las negociaciones iniciadas antes de la caída de Illia
para lograr la reunificación de los sectores en la central
obrera, se vieron favorecidas por la actitud del gobierno
de aceptar negociar solamente con una sola central de tra-
bajadores. En cierto modo la política del gobierno revolu-
-cionario aceleró el proceso de unidad. Los enjuagues de
Salimei que quería fortalecer al sector De Pie del pero-
nismo para tener un margen de maniobra sustentado en
apóyo popular, estuvieron a punto de hacer fracasar las
negociaciones. La intervención del. SUP A el día antes
de la iniciación del Congreso el 2Ó de octubre fue una
provocación del grupo ultraliberal para obtener la in-
tervención de la CGT. Las tendencias acuerdistas con
el gobierno, que en ese momento eran mayoritarias entre
los dirigentes sindicales hicieron fracasar la tentativa.
Sin embargo, el sector peronista de las 62 de Pie de-
. .~- .....
'-1.. '... ;.~<;rnfr;Hk;<
nunció la ilegalidad del Congreso y se retiró reciénJinF'Y:
ciadas las deliberaciones., Los independientes de March;:,;.
no aceptaron cargos en el Secretariado pero se mantu~
vieron hasta el' final 'y participaron en las votaciones.
Una CGT unida débilmente surgió de este Congreso, que
reeligió a Francisco Prado de Luz y Fuerza como Secre-
tario General. El gobierno dio el espaldarazo a la nueva
Comisión Directiva al concurrir el ministro Petracca y
el secretario San Sebastián a la ceremonia de asunción
de las nuevas autoridades. El Congreso y los días que le
siguieron marcan el momento culminante de la luna de
miel de los sindicatos con el gobierno revolucionario (3).
Dos semanas después del Congreso, el discurso de On-
ganía del 7 de noviembre se encargó de disipar las dudas
que quedaban acerca de la orientación del gobierno. Sin
embargo, el movimiento sindical no adoptó inmediata-
-mente una posición de enfrentamiento, consideraba que
la lucha de tendencias en el gobierno podía terminar con
el triunfo del sector más populista, y que la fuerza de los
sindicatos iba a ser un hecho decisivo en el proceso. El
(3) El Congreso eligió en el Secretariado a cuatro miembros
de las 62 Organizaciones y cuatro N o Alineados. En el Consejo
Directivo, seis de las 62 Organizaciones, cuatro Independientes y
dos No Alineados. Las nuevas autoridades elegidas por el con-
greso de la C.G.T. son: Secretario General: Francisco Prado (Luz
y Fuerza); Adjunto: Osvaldo Vigna (gráficos); Hacienda: An-
tonio Scipione (Unión Ferroviaria); Gremial e Interior: Roque Az-
zolina (metalúrgicos) ; Prosecretario de Hacienda: Maximiliano Cas-
tillo (obreros del vidrio); Prosecretario Gremial e Interior: Mario
Muñoz (Obras Sanitarias); Prensa, Cultura y Actas: Eleuterio
Cardozo (Carne); Previsión Social: Francisco Racicky (camione-
ros). El Consejo Directivo se integra con: Tomás Uncal (emplea-
dos de comercio); Alfredo Morales (petroleros del Estado); José
María Pomares (bancarios); Ramón Elorza (gastronómicos); Sa-
turnino Soto (personal civil de la Nación); Vicente Di Leo (de-
portivas y civiles); Eligio García (casas de renta); Orfelio Rubén
Andrade (molineros); Alberto Damiani (alimentación); Eduardo
Rojas (UTA); Pedro Raúl Flucha (empleados del vidrio); Anto-
nio Baldassini. (FOECYT). Revisores de cuentas: Hipólito Ciocco,
Miguel A. Fernández, Norberto Petricich, Luis Messina, Héctor Ló-
pez y Miguel Martínez.
157

conflicto portuario no actuaba como elemento desencade-
nante, ni tampoco la situación cada vez más grave de la
provincia de Tucumán.
El 30 de noviembre se reúne el Comité Central Con-
federal de la CGT para estudiar los reclamos de los fe-
rroviarios, portuarios, azucareros y de las 62 de Pie. Las
manifestaciones de la totalidad de los casi 40 oradores
que se sucedieron en el uso de la palabra hasta la ma-
drugada del 19 de diciembre, marcan un cambio -por lo
menos verbal- en las relaciones que los dirigentes de la
CGT mantenían con el gobierno. El discurso de Onganía
sirvió en un primer momento para que las disidencias
entre los grupos sindicales pasasen a segundo plano. Los
dirigentes Lorenzo Pepe de ferroviarios y Amado Olmos
de sanidad, ambos de las 62 de Pie, y Augusto Vandor,
líder de las 62 Organizaciones, expusieron puntos de vista
coincidentes acerca del gobierno de Onganía. Van dar
afirmó que desde el discurso del 7 de noviembre "se le
habían visto las patas a la sota"; y responsabilizó a todo
el equipo gobernante, sin excepciones, de la política anti-
.popular- y antinacional que venía desarrollando.
El Comité Central Confederal decidió realizar un paro
general de 24 horas el 14 de diciembre. Es la primera
medida conjunta de enfrentamiento que los sindicatos
.reálizan durante el gobierno actual.
"¿:;~El.',Comité Central Confederal del 30 de noviembre
{'planteó una clara posición de enfrentamiento con la po':
';lítiea expuesta el 7 de noviembre por Ongania. Pese a
,programarse medidas de fuerza, la actitud de la CGT era
típicamente defensiva: ante determinados anuncios por
parte de las autoridades nacionales en materia de política
econ(jmica y social, la central obrera respondía con UD'
llamado a la unidad de las bases para hacerle frente. La:
iniCiativa -como ocurrió en todo momento desde el 28
~""de~junio de 1966- la tenía el gobierno nacional, los sin-
,~d}.calistas debían responder a sus actitudes pero seguían
-,:'~~P:'eIÍ.sandci .en un posible acuerdo. Faltaba convicción eñ'
";'lucha que iban a iniciar.
';"'''dec1aración que publica la
• -_.-:- .,'h. ':,.'. ~::.;~~l~~:zy;--:~~~.:.~*~;~~~~
significa un cambio, de lenguaje al menos, respecto al
tono de los discursos pronunciados ocho días antes en el
Comité Central Confederal. En la misma juegan sutil-
mente definiciones abiertamente opositoras a la política
liberal del gobierno con llamados a la cordura y al esta-
blecimiento del diálogo Deja en claro que las medidas
dispuestas no significan la ruptura definitiva y expre-
san deseos de reanudar el diálogo interrumpido.
El documento de la CGT destaca el papel protagónico
de los trabajadores en el proceso abierto por la Revolu-
ción Argentina. Afirma que los tres problemas básicos
son el alza del costo de la vida, la desocupación y el dete-
rioro del salario real. Para solucionarlos es preciso q'ue
los trabajadores participen, a través de la CGT, en la for- ..
mulación de la política económica y propone la reaper-
tura de las fuentes de trabajo inactivas.
El 16 de diciembre en la nueva reunión del Comité
Central Confederal, oradores de las 62 de Pie acusaron
al Consejo Directivo de lenguaje ambiguo en el docu-
mento, en desacuerdo con las manifestaciones habidas el
30 de noviembre. Sin embargo, fueron las organizaciones
cuyos dirigentes están más vinculados a la redacción del
documento -62 Organizaciones-' quienes cumplieron
con mayor efectividad el paro del día 14.
El paro general alcanzó una amplitud casi total en la
industria, siendo importantes los índices de ausentismo
en el transporte, comercio, servicios en general y bancos.
La reunión del 16 de diciembre decidió declarar al Co-
mité Central Confederal en estado de Asamblea y volver
a convocarlo en un plazo de 30 días. El endurecimiento
progresivo de los sindicatos respecto del gobierno comien-
za acá. La solución del conflicto portuario pudo ser una
base de acuerdo, pero la detención del secretario general
del SUP A, Eustaquio Tolosa, actuó como factor contra-
producente. El verano tucumano amenazaba mayores
violencias, y los ferroviarios parecían dispuestos a luchar
decididamente contra el gobierno.
El 19 de diciembre un grupo de trabajadoresportua-
rios ocupó la CGT manifestando su repudio por la pasivi-
159
 obrera. El hecho provocó diferentes re-
acc!ones entre los sindicatos de la CGT. Las 62 Organi-
,'zácionefl publicaron una declaración en que después de
sefütlar su apoyo a la lucha de los portuarios condena la
actitud de los ocupantes. La confusión reinante en esos
momentos posibilitó que sectores antisindicales del go-
bierno redoblaran su ofensiva intervencionista (caso La-
nusse y Salimei). Estos grupos propugnaban medidas
drásticas que llegaban hasta la derogación de la Ley
14.455 de asociaciones profesionales. Finalmente, la CGT
obtuvo por medio de mediadores que los obreros del puer-
to desalojaran su sede, esto se logró sin recurrir a la
fuerza pública, posición defendida por los grupos sindi-
cales más afectos al gobierno.
El conflicto portuario que se solucionó el 24 de diciem-
bre no significó realmente una solución para los trabaja-
dores que tuvieron que aceptar las disposiciones organi-
zativas impuestas por el gobierno. La devolución del
sindicato -una de las bases del acuerdo- no fue cum-
plida por el gobierno.
El fin del año 1966 trajo una serie de cambios en el
;, -, gabinete nacional que abrieron una etapa de expectativas.
~J'~');No.era una novedad el pensamiento en materia económica
'. de Krieger Vasena, pero la renuncia de Salimei que en
los últimos tiempos se había convertido en el principal
enemigo de los sindicatos en el gabinete nacional, trajo
cierta esperanza en la iniciación del "diálogo". Tenemos
que tener en cuenta q'ue los sindicatos en general espera-
ban todavia una definición del gobierno que no contra-
,:riara demasiado su idea de la soberanía nacional y el
C'. 'bienestar popular. Además, Onganía en su mensaje de
"fin de año manifestó su respeto por la central de los tra-
- bajadores, aunque al mismo tiempo exigió su prescinden-
cia política. Otro nombramiento bien visto por los gre-
mios fue el del Dr. Borda como Ministro del Interior, dado
que éste había sido un declarado simpatizante peronista
durante el gobierno del General Perón.
c,f,~f~:.L,.-.-. Todas estas expectativas sindicales duraron bien poco.
;!f~¡~;2~~:"
.". En el mes de enero comienzan a observarse las primeras
~~iS~~;-,$;
~:':~-,';:
'~~"~'I~~;?:J60
medidas económicas del nuevo ministro, qUe atentan
' tra la situación económica de los trabajadores. La nueva',
reglamentación ferroviaria, iniciada su aplicación el 9 de ,-
enero, provoca la primera reacción sindical: un paro en
los ferrocarriles por 24 horas el 12 de enero.
El gremio de Luz y Fuerza, por su parte, amenazaba
ton provocar inconvenientes en el suministro de energía
eléctrica si no se otorgaban los aumentos solicitados. El
gobierno decidió aceptar las exigencias de este gremio y
otorgó un aumento que oscila alrededor del 30 %, esta-
blecien¡:lo que el sobresueldo provisorio fijado en ene-
ro de 1966 quedaba con carácter de permanente.
El peronismo, como movimiento político se encontraba
en crisis. La fuerza del movimiento se hallaba totalmente
en los sindicatos, la lejanía de la salida electoral agota las'
posibilidades de acción del partido peronista y de sus cua"
dros no sindicales. El reordenamiento que se producía e
el ámbito sindical -caso de los municipales y los gráfi
cos-, y las elecciones del caucho y empleados del vidrio,
donde un gremio de las 62 de pie y un gremio indepen-
diente pasan a las 62 vandoristas, son los hechos politicos
más importantes en el sindicalismo peronista.
El movimiento sindical seguía creyéndose fuerte, la de-
signación del Dr. VilIaveirán como Subsecretario de Tra-
bajo, hombre ligado profesionalmente al sindicalismo, pa-
recía significar que podía haber un cambio en la política
gubernamental y que éste favorecería la situación de po-
der de los gremios. De allí que en el ámbito gremial se
diera tan poca importancia a lo que pasaba en el ámbito
exclusivamente político del peronismo. La crisis en este úl-
timo provocaba una apariencia de superioridad en el mun-
do sindical. Hablar de elecciones era casi una mala pala-
bra entre los sindicalistas; poco tiempo después cuando la
acción ofensiva del gobierno contra los sindicatos llevó a
éstos a un punto apenas superior a la total disoluci~n,
volvieron a escucharse voces que pedían el retorno .a! SIS-
tema electoral como un medio de reconquistar POSICIO~~~.
a través de su influencia sobre los votantes. ' ','_'", '
El fin del año 1966, como enero de 1967, mostraron~_:(:~:i.j,h-~
,--/i~í~~~!:'-
._.~~Z:-':'F~~~:':'-.:::::';j-:'._~ ~
 los ojos de los dirigentes sindicales grandes posibilidades
de influir sobre la conducción política del país. Al intro-
ducirse en este plano, la contradicción entre el carácter
nacionalista del sindicalismo Y el libreempresismo esta-
tal, tenía que explotar por algún lado. Es imposible con-
ciliar dos aspectos tan contradictorios de conducción polí-
;
tica. El error de los sindicalistas fue no ver la fragilidad
de sus posiciones, sobreestimar su situación Y su influen-
cia, el fracaso de esta táctica se hizo evidente dos meses
¡ después.
•:¡,~
>.:' IV
•••••••
El cambio de gabinete con que inaugura el gobierno
revolucionario el año 1967 señala una modificación sus-
tancial en la relación gobierno-C.G.T. En un primer mo-
mento el hecho no se vio con claridad, pero el Comité Cen-
tral Confederal del 3 de febrero va a plantear con toda
nitidez la forma en que se desarrollarán estas relaciones
dé'ahí en adelante.
La reestructuración ferroviaria, que significa un nuevo
ritmo y organización del trabajo en los ferrocarriles, des-
carga todas las culpas del mal funcionamiento de los ser-
;,vi~ios en la fuerza laboral de la entidad, y no considera
~¡)tros aspectos más importantes que hacen al buen desen~, .-
Q!xi,miento de los ferrocarriles I El paro del 12 de enero '
~ovoca un principio de división en los organismos gre- :':,
Y¡Üilesferroviarios. La Fraternidad, entidad que agrupa.<
¡{~losmaquinistas, acepta el ofrecimiento del gobierno de'
neg'ociar posiciones. La Unión Ferroviaria, que agrupa al .
. to del personal -alrededor de 150.000 trabajadores-,
Ú-YOS afiliados son los principales perjudicados por la
';1!1£-$eotganización, decide llevar adelante las medidas de fuer~
.::~~~.~ programadas a pesar de la oposición de La Fr~ternidad.
,'tif':":" El paro del 12 de enero, desde el punto de VIsta de su
,.,;:<' ""efectividad, fue total en los ferrocarriles. Pero desde .la'
perspectiva del sindicato, fue el primer paso para su di~."
solución. Quedó tan debilitado que desde ese momento no~,
pudo hacer frente a ninguna medida que el gobierno adop-
tó contra los trabajadores y la organización.
Simultáneamente se desarrolla con gran intensidad el
conflicto azucarero. Las manifestaciones de resistencia
obrera son violentamente reprimidas por la policía local,
que recibe un refuerzo de la Federal para mejorar su
técnica de represión.
El gobierno adopta una primera medida contra los sin-
dicatos representativos de estos sectores del trabajo: de-
cide congelar los fondos bancarios de la FOTIA y la Unión
Ferroviaria.
En el mismo tiempo, se desarrolla un conflicto en la Kai-
ser de Córdoba, como consecuencia del despido de 6.000 tra- .
bajadores. El Secretario de Trabajo, San Sebastián, actúa
como mediador y obliga a reincorporar a los cesantes san-
ciona<;los. Pero alrededor de mil obreros de la empresa
quedan definitivamente afuera. La ex Siam Automotores,
perteneciente también a la Kaiser es cerrada por sus due-
ños y 4.000 obreros quedan sin trabajo.
Este panorama de recesión y cierre de las fuentes de
trabajo provoca gran preocupación en los medios sindica-
les. Su actitud inicial de colaboración con el gobierno des-
colocó en cierta medida al movimiento sindical, y le im-
pide reestructurar sus métodos ante la proximidad de la
crisis económica acelerada por la política de Krieger Va-
sena. Durante la crisis de 1962 y 1963 el movimiento sin-
dical no se debilitó, pero una nueva crisis puede ser un
factor decisivo de debilitamiento general del sindicalismo.
En esa perspectiva se convoca al Comité Central Con-
federal del 3 del febrero que decide iniciar un Plan de
Acción contra el gobierno, especialmente orientado contra
el equipo económico de Krieger Vasena. Todavía no se
considera al gobierno un bloque homogéneo, sino que se
sigue especulando con una división interna y un copamien-
to por grupos no muy bien definidos (nacionalistas, frige-
ristas, etc., en las especulaciones juegan todas las varian-
tes). De una posición defensista, a lo sumo de un contra-
ataque prudente, la C.G.T. pretende pasar a la ofensiva
163

i¡J(,~,JHí;:~~~odificarlos supuestos políticos de su orientación
::;;;''anteÍ'ior. . muy impOrtantes en las organizaciones sindicales,:
. El' plan de acción incluía movilizaciones de esclareci-
. miento que culminarían con un paro de 24 horas el 19 de
márzo. Posteriormente el Comité Central Confederal ha-
ría el balance de los resulüidos y comenzaría inmediata-
mente la segunda parte donde los paros durarían 48 y 72
horas.
La primera parte se realizó, movilizaciones y paro de 24
horas el 1Q de marzo. El gobierno, que todos los dirigen-
tes creyeron a punto de caer por un golpe militar -yen
. ese caso presentarse al probable nuevo gobierno con el
.antecedente de este enfrentamiento, es un buen antece-
dente-, no estaba tan débil como parecía y contraatacó
con sanciones y despidos en los organismos estatales don-
de hubo paro, suspensión de personerías gremiales y la
intervención de la Unión Ferroviaria. Asimismo sancionó
úna ley para el personal del Estado que limita su partici-
';pación .en las medidas de fuerza y puso nuevamente en
vigencia el Decreto 969/66 de reglamentación de la Ley
de Asociaciones Profesionales.
.... Pese a las manifestaciones del ministro Borda, en el
,'sector de los trabajadores industriales el paro fue casi
~'total. En los ferrocarriles y servicios eléctricos también
fue cumplido unánimemente. Los gremios de la construc-
ción, petroleros del Estado y otros no adhirieron al paro
puesto que esperaban lograr ventajas de su posición ofi-
cialista.
Los gremios sancionados por su participación en el pa-
ro con el retiro de la personería gremial fueron: Unión
Obrera Metalúrgica, Asociación Obrera Textil, Federa-
'ción de Trabajadores de Industrias Químicas, Telefónicos
de la Capital Federal y la FOTIA.
El Comité Central Confederal reunido unos días después
del paro resolvió suspender la aplicación del Plan de Ac-
ción. Los sindicatos habían perdido la batalla y la ma-
yoría de los gremios, encabezados por Luz y Fuerza, deci-
dieron terminar el enfrentamiento con el objeto de ob-
tener la benevolencia estatal. La derrota tuvo efectos
~.
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\~ L;,,'-:;':::, •.
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moralización alcanzó todos los niveles hasta !legar a las.,
fábricas, donde medidas antiobreras de la patrona! nó .'.
fueron resistidas por las comisiones internas.
Algunos dirigentes sindicales, conscientes que !a resis-
tencia de buena letra no iba a aportar soluciones a sus or-
ganizaciones, intentaron llevar adelante las medidas de lu-
cha. No se pensaba que podían triunfar, pero era tan po-
co lo que quedaba por perder, que esa actitud fue la más
- lógica de las expuestas en el Comité Central Confederal.
La rend~ción incondicional de la C.G.T. trajo y seguirá
trayendo mayores perjuicios a los trabajadores, que si
se hubiese adoptado una posición intransigente. Un hecho
que demuestra esta afirmación es la debilidad de las co"
misiones internas para resolver las provocaciones patrona-
les, debilidad resultante de la actitud de los dirigentes en
la centra! obrera.
A partir del 1Q de marzo se suceden las medidas anti-
sindicales del gobierno. En primer término la Ley 17.224
que suspende la aplicación de la Ley 14.250 de convencio-
nes colectivas de trabajo hasta el 31 de diciembre de 1968.
Por esta ley se otorgan aumentos que oscilan desde un má-
ximo del 24 %, pasando por 17 %, 12 % y 8 %, y final-
mente ningún aumento a los gremios que habían renovado
convenio a partir del 1Q de diciembre de 1966. Estos au-
mentos son inferiores al alza del costo de la vida en cada
uno de los períodos en que se divide, y la ley afirma la
posibilidad de no modificar estos salarios hasta fin del
año 1968. También fija la posibilidad de reajustes pe-
riódicos por parte del gobierno.
Posteriormente nuevas medidas en ferrocarriles, servi-
cios eléctricos, teléfonos; marina mercante, administración
pública, etc., van limitando los beneficios sociales de l~s
trabajadores, hasta el límite en que todo queda subor.dl-
nado a la absoluta discrecionalidad del Poder EjecutIvo
en la materia.
El plan económico del gobierno comienza inmedj~Jamen- .
te a provocar efectos en la economía popular: .cI~rre;:Ee.;~~~,,~
establecimientos, creciente aumento del costo de vlda~~;'~i;::::'.:d':
- ~;:~+.;_"~~":~~~ __,1!'.lo'" e
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t.,~r.".{''';;~'''~''-
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•. alcanza un ritmo superior al de 1966 (yeso que afirman
t
que se está desarrollando un.a política anti-inflacionista),
.. devaluación del peso, violento y progresivo deterioro del
.' salario real, y un aumento a ritmo creciente de la deso-
,cupación que es consecuencia irievitable del plan de Krie-
, gel' Vas ena y el Fondo Monetario Internacional. La deso-
cupación entre octubre de 1966 y abril de 1967 aumentó
alrededor del 20 'lo, para esa fecha había cerca de 600.000
desocupados.
La ofensiva contra la clase trabajadora encuentra un
eficiente aliado en el dirigente de la construcción Rogelio
Caria, que en completo acuerdo con los empresarios del
.sector firma un convenio que deroga la vigencia de la Ley
.11.729 e implanta el seguro del desempleo para los traba-
jadores de la rama. El premio fue un 10 'lo de aumento por
encima del 24 % fijado por la Ley 17.224 y para ello de-
.claró pocos días antes del paro general del 1Q de marzo
que no adhería al Plan de Acción de la C.G.T. Pocos días
~después tuvo que realizar un paro solo, pero quedan du-
das si nO fue una medida para disimular su entrega a los
'~;diChidos:delas grandes empresas constructoras. No vamos
, i analizar en detalle el nuevo convenio, pero dejamos acla-
rado que.la complejidad del funcionamiento del Fondo de
"";~;' ..p.esempleo deja prácticamente fuera de circulación a las
.. . ;?,;¿;c.nequeñas .compañías constructoras. Además, con la acu-
;zi;;L~.\múJ~ción' del 4, % mensual para el Fondo de Desempleo,
"';'<;~;'''16s'obieros tienen que trabajar por lo menos dos años para
"'cobrar -al ser despedidos- una suma similar aun mes
dé' sU salario.
. , Con la base de los dirigentes de la construcción (Rogelio
Caria), vitivinícolas (Angel Peralta) petroleros del Esta-,
do (Cavalli) 'yAng-el Bono de la Fraternidad, se consti"'
tuye el llamado "bloque oficialista" de la C.G.T. A ese
núcleo habría que agregar a los dirigentes de Luz y Fuer-
za que negocian ,con el gobierno todo tipo de apoyo a cam-, "
.bio de retrasar:los planes de racionalización en las em-;¥
presas eléctricas'" Este sector, pese a ser importantes las ,>
organizaciones que lo componen, ha sido desplazado de los"
.166
núcleos influyentes de la central obrera, y al igual que los
otros gremios sufren la ofensiva del gobierno.
Después de los planes de' racionalización, el gobierno
comienza a atacar en bloque a la Ley 11.729 y se espera
que promulgue una ley que la derogue y fije el seguro del
desempleo para todos los trabajadores asalariados, excep-
to los trabajadores estatales que pueden ser despedidos
en cualquier momento.
Las dificultades económicas de la clase trabajadora que
se traducen en una disminución del ingreso real y un au-
mento de la desocupación han provocado un incremento
en los conflictos, donde el argumento principal ya no son
los salarios sino la estabilidad en el empleo. Papeleros y
textiles en gran cantidad de oportunidades pararon por'
sectores pidiendo el mantenimiento de las fuentes de tra-
bajo. Metalúrgicos de la Capital Federal realizaron un pa-
ro de 24 horas por los mismos motivos. Los obreros de los
talleres navales exigen el mantenimiento de las fuentes de
trabajo y denuncian la entrega y liquidación de empresas
claves para nuestro país. El descontento en los ferrocarri-
les no se manifiesta hasta este momento en paros y otras
medidas de resistencia debido a la total desmoralización
provocada por la intervención del sindicato.
Nada indica que los conflictos disminuyan sino todo lo
contrario. El debilitamiento de los sindicatos impide que
los mismos se coordinen para una defensa conjunta, pero
.Ias condiciones económicas hacen prever un aumento de
las manifestaciones de descontento obrero. Si los sindi-
catos no están en condiciones materiales de hacer frente
a la situación, es probable que las comisiones internas re-
tomen, como hicieron en 1955 y 1956, la conducción real
de la clase trabajadora.
La Confederación General del Trabaj o intentó realizar
un Congreso para renovar sus autoridades. La figura de
Francisco Prado ya no convenía a la situación actual, y
por otro lado los independientes, como ya es costumbre en
ellos, habían renunciado a sus cargos en el Consejo Di-
rectivo. El gobierno señaló entonces la plena vigencia del
decreto 969/66 que impone trabas a la realización de los
167
el
 ~F,congres?s;Y. el congreso fue postergado. Cuando los sin-
'¡'c.¡:c\~:'2diéátosaceptaron la imposición del gobierno en ese senti-
~.k;(i'-'do. sevio bien claro qué poco tenían que hacer en las ac-
".;~!;;:'. túalE¡s~circunstancias y qué escasa era la fuerza con que
. . éOntaban.
Sin embargo, se encontró la vuelta al problema -for-
malmente se entiende- y amparándose en el estatuto de
. hi: C.G.T., el consejo directivo y el secretariado nombra
representante en la conferencia de la Organización Inter-
nacional del Trabajo en Ginebra al dirigente peronista
Maximiliano Castillo (vidrio) y posteriormente presentan
'en pleno su renuncia ante el Comité Central Confederal,
delegando en él los poderes de conducción de la central
obrera.
El Comité Central Confederal nombra a una comlSlOn
•"1\. provisoria integrada por dirigentes de segunda línea de
j;(}'c'todos los sectores y excluyendo de ella a los dirigentes del
',:""'bloque oficialista". El gobierno no reconoce inmediata-
.',,:rné'nte la legalidad de esta comisión provisoria, a los dos
¡;'i';~ 'meses de haber sido designada (el 23 de mayo de 1967),
5;;'?;.el gobierno todavía no la había reconocido.
'~i'." '. Las alternativas de la delegación obrera argentina ante
'lá OIT -pese a la publicidad que se hizo alrededor de
. ella- no son muy importantes a los efectos de la ejecu-
ción de una política. Todo se redujo a la utilización de una
tribuna de repercusión mundial para presentar las acu-
saciones conocidas contra el gobierno, y recibir la solida-
ridad (más verbal que efectiva) de los trabajadores de
todo el mundo.
En forma paralela a los sucesos que acabamos de rela-
tar, se produce la unidad de los gremios peronistas divi-
didos:' Se constituyen nuevamente las 62 Organizaciones
únicas. Este hecho en el plano de las organizaciones sin-
dicales alcanza gran importancia en la actualidad, pero no
soluciona la debilidad estructural del movimiento sindical
en su conj unto. La unión es provocada por la conciencia
de la debilidad y no por la coincidencia de objetivos y la
i¿k}t;:~,;;~ .•d?-~~esidad de articular una estrategia común para alcan-
-~~;':;;w-".zarlos. Intentan fortalecer un bloque defensivo, pero no
pueden pasar a la ofensiva como movimiento ~ind¡éá1SL~
última reunión de secretarios generales de la C.G.T.,cÓ£~.L
vocada en el mes de julio, produjo declaraciones intninsi~:
gentes y opositoras, pero no articula ningún medio con~
creto para cumplir los objetivos señalados. Esperan todo
del empeoramiento de la situación económica, y que éste'
presentará oportunidades para una resistencia espontá-
nea de la clase trabajadora.
En la actual situación del sindicalismo ni siquiera la
intervención de la C.G.T. significaría un hecho de reso~
nancia. La fuerza de los sindicatos hoy no se encuentra
en la b.G. T. ni en sus organizaciones formales, sino di-.
rectamente en las unidades de producción afectadas por
la política integral de la Revolución Argentina.
La unidad del peronismo fue inmediatamente acompa-
ñada por fuertes rumores de un pacto con los radicales.
Nuevamente la esperanza de una salida electoral mueve
a un importante sector sindical, especialmente los más de-
bilitados por la política del gobierno de Onganía. Un sec-
tor encabezado -dicen- por Olmos y Van dar no habría
entrado en este juego, pero tampoco opone estrategias di-
ferentes de acción. Como siempre están quienes esperan
todo de un golpe militar que asegure la participación de
los trabajadores en la cosa pública, pero esto es bastante
dudoso de acuerdo con las condiciones actuales. El golpe
no debe descartarse, ni siquiera un cambio de política co-
mo resultado del mismo, el problema es si la situación to-
davía soporta nuevos compromisos híbridos.
Qué posibilidades tiene actualmente el sindicalismo es el
interrogante. Desde la perspectiva política, parece difícil
esperar la reanudación de la situación anterior, en que
los sindicatos eran el eje de la resistencia popular. Puede
ser que no haya quienes lo reemplacen, pero esto no cam-
bia el hecho de que el sindicalismo como tal hoy perdió
efectividad política. A lo sumo serán los representantes
nominales de la voluntad popular, pero es difícil que pue-
dan expresar prácticamente esta voluntad.
La otra salida es el encuadramiento en los límites fija-
dos por la revolución y actuar exclusivamente como orga-
169
¡¡IliJO;
nismos gremiales "serios". Desde ese punto de vista, si
cumplen tendrían garantizada su supervivencia. Pero me
atrevo a afirmar que este camino no va a ser seguido por
la mayoría del movimiento sindical. La resistencia a la
política gubernamental podrá ser sólo verbal, pero es se-
guro que los sindicatos van a mantener una posición de
enfrentamiento y no se encuadrarán en los límites pro-
puestos por el gobierno y aceptados por los Caria, Cavalli
y companía. Si el gobierno no los elimina no es porque se
han entregado sino porque realmente no representan en
la actualidad ningún peligro para la estabilidad política VI. - PERSPECTIVAS PARA EL MOVIMIENTO
del régimen. NACIONAL Y EL SINDICALISMO EN LA SITUACION
POLITICA ACTUAL

El rápido deterioro de la situación de poder de los sin-

dicatos -situación de poder que los hechos mostraron,
si no como ficticia, por lo menos incapaz de resistir, en
las actuales condiciones, una ofensiva decidida por parte
del gobierno -lleva al conjunto del movimiento nacional
,a una encrucijada "dramática". Aparentemente se encuen-
tran cerradas toda's las salidas políticas conocidas, y res-
pecto de las cuales se había formado un hábito pensar
en ellas: elecciones, huelgas y todo tipo de movilizaciones
que tuviera su centro en la organización sindical, el "mi-
litar progresista propio", etc .
. Incapaz de estructurar un partido político coherente,
organizado y con claridad en los objetivos, el movimiento
nacional peronista derivó en las organizaciones gremiales
el cumplimiento de ese papel. De allí nuestra definición
, , del movimiento sindical como una de las principales fuer-
'.'- zas políticas del país, e indudablemente la única que mere-
ció tal nombre en el seno de las clases populares.
En la etapa política inaugurada por la Revolución Ar-
gentina las cosas así planteadas cambiaron fundamental-
mente, y ni siquiera se mantiene un movimiento sindical
con capacidad de lucha e influencia como para dirigir la
.resistencia popular contra la entrega descarada y absoluta
del patrimonio nacional a los capitales monopolistas.

,170
171

r
f" ..
J!~:3,,;'~'.~-;:2;:~_.,
~._.
 .'. oel cÍerre aparente de todas las salidas de lucha que
.correspo~den para realizar la revolución nacional, no sig-
nifica necesariamente su cierre real. Se han agotado todos
los medios conocidos de lucha en nuestro país y es preciso
buscar nuevos caminos. Con ese objeto consideramos nece-
sario realizar un balance de las fuerzas e ideologías que
juegan en esta situación.
En primer lugar, el replanteo de los fundamentos polí-
ticos, imprescindible e impostergable, lleva a la conclusión
primera acerca del fracaso de todas las formas de acción
política popular que conociera el país hasta nuestros días.
Especialmente el fin del período de bienestar -real o fic-
ticio- iniciado en 1943 significa, en el plano de la política,
el final de la época del acuerdo y las salidas intermedias
y d~ compromiso. De ahora en adelante cualquier política
que se autotitule revolucionaria debe atacar los fundamen-
.tos del poder. Aclaramos que cuando hablábamos de polí-
tica en principio nos referíamos al movimiento sindical;
finalizadas sus posibilidades en ese sentido, nos estamos
refiriendo a un movimiento que en potencia reemplace al
sindicalismo en el papel de dirección del movimiento po-
pular, y en ningún momento se nos ocurre considerar como
políticos a la multitud de sectas que reclaman para sí el
papel de "vanguardistas".
El movimiento peronista, que trasciende los límites del
sindicalismo, no supo o no pudo conformar un verdadero
partido político, pese a nuclear -por lo menos en carác-
ter de simpatizantes- a la mayor parte de la clase tra-
bajadora y a un gran sector de la clase media. Es induda-
ble que la mayoría del país es peronista y que un impor-
tante sector de los no peronistas hoy no se oponen al
mismo.
.El movimiento sindical que reúne a más de la mitad
de los asalariados de la Argentina, no pudo trascender
de la defensa de situaciones adquiridas con anterioridad
-en la época de Perón- y su carácter de representante
político de los intereses nacionales estaba dado más por
. la oposición de la clase monopolista y terrateniente, que
por sus formulaciones ideológicas en ese sentido. No fue-
ron tanto sus reivindicaciones. económicas, sino .
cesaria política nacionalista que se deduce de los
.dos del sindicalismo, quienes provocaron el _ _ _
manente entre los sindicatos y las clases dominantes: Su
politización, que es un reflejo. de la politización de- la.
clase obrera, impidió su derrota antes de ahora, pero era
evidente que tarde o temprano dejarían de tener vigenCia
los métodos defensistas de la conducción gremial.
Sin embargo, queda una base en el -hasta hace poco-
poderoso movimiento sindical, y es la conciencia sindica-
lista politizada de la mayoría de los trabajadores, !lJJe
SIenta los fundamentos para una reorganización en un
nivel más alto. Esta reorganización de la clase trabaja-
dora seguramente debérá respetar en alguna medida las
formas organizativas y políticas del sindicalismo. Queda
por verse si ese es un camino válido, y en caso de serlo
si es el eje de la resistencia popular o deberá subordinarse
a otras formas. Este es un problema eminentemente prác-
tico que no puede ser resuelto teóricamente aquí.
El problema de la dualidad en la formulación de estra-
tegias de acción, sirvió al movimiento sindical mientras
mantuvo su capacidad de movilización. En la actualidad
la formulación independiente y simultánea de estrategias
políticas ofensivas y tácticas sindicalistas (politizadas)
de carácter defensivo y reformista ya no tiene posibilida-
des de mantenerse con éxito. La acción política hoy puede
plantearse desde el sindicato SI éste abandona sus preten-
SlOnesde legahdad y sus deseos de contInuar con el regateo
económico, en caso contrario sus fuerzas muy deblhtadas
sufrirán una nueva derrota. Para hacerlo debe lanzarse
a la lucha con todas sus fuerzas y superar las limitacio-
nes establecidas por los marcos de la legalidad sindical.
Sindicalismo y política deben darse como una unidad ofen-
siva, y ello supone arriesgarse a perder las escasas posi-
ciones que quedan en pie.
El problema de la construcción del frente nacionalista
debe pensarse en estrecha relación con el movimiento pe-
ronista y sindical. En el peronismo están dados todos los
elementos políticos e ideológicos para la formulación de
173
 '.
una estrategia global, además todos los núcleos sociales
importantes Y subordinados por el poder imperialista se
encuentran representados e integrados de alguna manera
al movimiento. El nacionalismo popular como base de
. unión está dado por las características ideológicas preexis-
•I tentes en el peronismo. Lo que fue el peronismo -no se
• puede asegurar que lo siga siendo, pero es muy factible
, '., que continúe como tal- es el eje y la manifestación más
importante del movimiento nacional.
•. La acusación de frigerismo al peronismo, y especial-
1 . . mente al movimiento sindical peronista, es una demostra-
ción de la incapacidad de pensar a largo plazo de los crí-
• ticos pretendidamente revolucionarios. Los hechos demues-
' tran con toda claridad que más allá de la voluntad de sus
' . dirigentes, el peronismo y en particular la clase trabaja-
; . ~.',: dora debía entrar en colisión con las manifestaciones con-
e:,:,... cretas de la política d~sarrollis.ta. Por otro lado, reivind!-
)'<".... .'cal' de manera reformIsta el bIenestar general no es sufl-
i
]~,'.:,.:;:.~.ciente para acusar a nadie de frigerista. Lo trascendente
'\/:'d._ú.":';. -rue y todavía sigue siendo, el nacionalismo popular de la
~~\;L:,]-/h:dasetrabajadora y de sus dirigentes sindicales. La ofen-' .
;:"-~;
..'.~~;~fd~1-~slva antisindical del gobierno desarrollista actual, de la
'.}~~.~ ~u
~.;.;. ..t,.:.~.:.i..~.•..~.m.7'.f;s~.;.; ;::q e r:o.se salvan ni los supuesto~ frigeristas,
.f:,;'n~}'~:!%i:;:~ªclOnde ese error de perspectIva.
es la refir-
: .t't;-:c~.;';.~i,,~%.¥,*'~.t:\.unque su importancia política sea nula, es preciso
.aráralgunas cosas respecto de los clubes de izquierda
''O!dérecha que no forman parte del movimiento peronista.
siitéxcepción nunca comprendieron el proceso político ar-
gentiñó, con el advenimiento del peronismo aumentó su
:p.éoülosa, y en la actualidad no es una casualidad que tam-
2P9cb-Io' hagan.
o.> L'EI:nacionalismo tradicional no peronista realiza formu-
. lacÍonés críticas de la realidad bastante ajustadas (ver
por'5ejemp!0 "Dlises" y "Azul y Blanco"), pero son inca-
paces. de elaborar políticamente dicha crítica. Y por lo
tanti);de darse un programa político dirigido al conjunto
delas"c1ases sociales hoy agobiadas por la situación, y que
ser~ 'quienes presenten desde un primer momento un fren-
te-de';'resistencia
<-.<~. . ...
popular. También son incapaces ele for"
J~E:~,J'
mular organizativamente las tareas de dichas clases. Los
nacionalistas cumplen sólo una función de esclarecimienfó .:.~.c;!'q1c20~;c_
ideológico para minorías, pero ya no es suficiente,yeI--'.:', '0;;111
paso siguiente, el planteo político, parece que estuvieran .
incapacitados para darlo.
~~ Es el mismo problema que tienen las izquierdas. Nunca
,~.I¡
pudieron pasar de la "ideología" y los planteo s generales
a la política efectiva y en serio, están imposibilitados por
su falta de conocimiento de la realidad nacional de orga-
nizarse como partido o fuerza politica. En el mejor de los
casos, los izquierdistas constituyeron clubes más o menos
numerosos aprovechando la continua migración interna de
clientes potenciales, que salen de un club para entrar en
otro, pero nada de esto es demasiado importante. La casi
inexistente izquierda fue liquidada definitivamente por la
Revolución Argentina, sólo mantienen y en forma esporá-
dica una prensa de circulación más restringida que la de
los núcleos nacionalistas.
Finalmente el gobierno de Onganía dio el golpe de gra-
cia a la izquierda al debilitar totalmente el movimiento
sindical. La izquierda "antiburocrática" no estaba prepa-
rada para la derrota del movimiento sindical -uno de
los pilares del régimen según ellos- y ahora no tienen
más chivos emisarios para justificar su impotencia .
Los nacionalistas tradicionales siempre estuvieron en
contra de la central obrera y de los sindicatos, y nunca se
plantearon -debido a su aristocratismo- la necesidad de
la participación popular en los movimientos nacionales.
Creen que la revolución es un producto de antesalas o de
élites lúcidas y por lo tanto no tienen ningún problema
ideológico por su aislamiento.
En la práctica política, ni los nacionalistas ni la iz- ..
quierda del sistema pueden en este momento se>:'aportes
decisivos para el movimiento nacional.
Nuestro país ha sufrido un proceso ininterrumpido de
concentración y centralización de capitales desde la caída
de Perón. De a poco se fueron dando las bases materiales
para el desarrollo de una economía neocapitalista. Las ba-
ses solamente, porque el desarrollo integral de ese tipo de
175
 fue impedido por la particular relación de depen-
.. . sufre nuestro país respecto de los centros im-
I j)erialistas mundiales que controlan la dinámica de inver-
siones de capital monopolista. También hay que tener pre-
sente la coyuntura internacional que obliga a los Estados
. Unidos a reemplazar su corto período de apoyo a políticas
locales de expansión económica, por una estrategia basada
en la extracción de superbeneficios de sus áreas de in-
fluencia, resultando de ella el empobrecimiento progresivo
que acompaña a la concentración.
Las pequeñas y medianas empresas se subordinan rápi-
damente al capital monopolista; las que no, o vegetan sin
posibilidad de expansión o desaparecen en la competencia.
Pese a ser muy numerosas, la producción de la pequeña
y mediana empresa no es autónoma sino dependiente o sub-
sidiaria. Desde el punto de vista exclusivamente económi-
co, éste sector dependiente necesita para su subsistencia
la existencia de monopolios. La desaparición de las gran-
des empresas significa su propia liquidación, puesto que
'los monopolios son los principales clientes de este sector
intermedio y especializado: fabricante de partes o comer-
cializador de la producción en masa de la gran industria.
Entre la clase obrera y los monopolios, en nuestro país
existe una numerosa clase media dependiente y en proceso
dé crisis, pese a las apariencias de independencia de al-
gunos sectores de la misma.
Esta clase media sufre en buena parte el impacto de la
contracción económica. Los trabajadores --en su conjun-
to puesto que una minoría se halla en situación de relati-
vo privilegio y realmente se encuentra integrada al siste-
ma- sufren mucho más que la clase media la política
actual y la recesión económica que limita las posibilidades
de los ingresos y del empleo. Por lo tanto uno de los pro-
blemas que pasa a primer plano político es el problema del
bienestar. Una formulación política nacionalista y revolu-
cionaria no puede dejar de lado este aspecto fundamental
que hace a la alianza entre las clases y sectores popula-
res que sufren la agresión económica del desarrollismo.
Los elementos principales de la política integracionista
fu~r~n' puest~s 'en práctica no sólo' dUÍ'ante'~1 gObi~~hiPdé:"2~~
Froridizi, sino también eon Guido y los radicales delpue~ ..jP~cc .
hla.' Actualmente, y desprovisto del ropaJ'e ideológico ..•d~'~;;~;,~j'~
Frigerio, es aplicada en toda su intensidad por el equip'o.:/~.;::\::
de Krieger Vasena. Esto demuestra que el integracionísmo -"
o desarrollismo, cualquiera sea la denominación que utili-
za, es la política de la gran burguesía en la Argentina.
Las medidas propuestas por Krieger Vasena están des-
tinadas a fortalecer financieramente al aparato estatal y
por la transferencia que se produce a través de las des-
gravaciones y tipos de cambio, a los grandes monopolios
industriales y financieros de capital nacional y extranje-
ro. El impuesto a la exportación de productos de la gana- .
dería y la agricultura '-aunque posteriormente sea de-
rogado- cumplió la función de transfe~ir al Estado el
benefiCio adicional provocado por la deva!lmción del peso.;
Las desgravaciones para la exportación de productos in-
dustriales es una medida orientada a favorecer la expan-
sión de los sectores más concentrados del capital industriaU::
<:;' La contracción del mercado interno de consumo provo- '
'car'á la crisis en aquellas ramas de la industria exclusiva-
mente vinculadas al misri1O,que además deberán soportar
la competencia adicional de productos manufacturados ex-
tranjeros que entren al país gracias a las desgravaciones
a la importación. Este gobierno tiene la misión delegada
por los grandes capitalistas, de ser el enterrador definitivo
de la pequeña y mediana industria. En cambio, los mono-
polios son favorecidos por el plan económico y la devalua-
ción del peso que les permitirá exportar a precios compe-
titivos en el mercado internacional. El. problema para
ellos, en una situación donde se cierran o se contraen las
.posibilidades de mercados de exportación tradicionales,
va a ser la lucha para conquistar esos mercados exteriores.
La garaNtía de inversiones, la ley de hidrocarburos y la
renegociación de los contratos petroleros en litigio son pa-
sos de esta política. Krieger Vasena es el actual repre-
sentante del desarrollismo, sin las limitaciones que el pro-
grama original de Frigerio tuvo cuando fue llevado a
cabo. Ya no se ilusionan en llevar adelante al mismo con
177
 ,~T~;7¡fS:':rc,'
1,..•.. el apoyo del movimiento sindical, se dieron cuenta que su
garantía es la liquidación de los sindicatos Y la agresión
11.'.'. .
¡" económica contra los trabajadores, sin hacer ningún tipo
de concesiones a la llamada "demagogia electoralista".
•
Queda el problema de las fuerzas armadas que, como
! ya lo señaláramos, constituyen la otra fuerza política de-
cisiva en el período histórico analizado Y que actualmente
son la única fuerza significativa que se mantiene, Y la que
en los hechos demostró ser más fuerte.
El tema puede ser encarado desde dos perspectivas:
desde el punto de vista de la "frustración profesional" Y
desde el de la existencia de un "sentimiento de afirmación
I' nacional" en el sentido más amplio de la palabra.
,:;' El planteo político sobre el ejército desde el punto de
J,:."",_ .
.. vista de la "frustración profesional" debido al estanca-
": miento Y la dependencia es equivocado. En un mundo en
que las alianzas militares posibilitan estrechas relaciones
:i.~: ...' '~;.eritre Jos ejércitos de países como el nuestro Y los super-
't,;;, ::.~~<'":tecni!iéado~ de tas potencias i.mperialistas, plant~~r la dis~
=
,,~;.,_. ',' , yuntlva'< desde el punto de vIsta de la frustraclOn profe-
:~.¡;~,:'. 'siónal';és.J;otalmente falso. Profesionalmente Y con los
:j,;,;;" ....~J{<.programhsde asistencia técnica los militares se realizan
~!B.tf~:~.'~rwej or;,tiW"nunca. ,.;.:'
:;ri:;:,;.~g{:El:,problernaentonceses político, Y es en la existencia "
:,,:'~de:,;úh'[~erda.dero sentimiento nacionalista en el seno 'de ,
'~:~j~las«'fuer:z'á$;,armadas donde debe centrarse el análisis 'y/
~é[;:;;:.dondé~'s~~pr()ducirála ruptura si realmente existe. Y' el .
";"', •....
" ..,{:;:~~=femáeJéH~it6;además de las implicancias en el orden na-.,
~¡¡~~'Jxi;.i;:J;."cionah 15 ona:po í Ica Y economlca e pals, papeTQeTás~ .
~~;;f~¿.t:f':;:>fuerzas1armadas en Y desde el derrocamiento de Perón);;
':.:::' 'tiene una importancia fundamental en la actual situaCÍ6n'!',
i~~::-c,/.. . n~u~dial, donde y~ no quedan dudas acerc~ de que estamos .
ojtt\';.,;,¡,"" " . ,vIvIendo: en medlO de una guerra mundIal. Guerra que
!.f'~:,': "'puede ,desarrollarse en forma abierta Y destructiva comó.
,\~.':.,; <.- ...•• : ••:•. guerra nuc1ear,.;opuede adoptar formas sutiles, adecuán~':
'.: -dóse'a la situación de cada país, Y en ese sentido cual.:':
• .,-:.<-':::..:~:~-'
•
ql1ler - - .,.- "./.~- - -: --,;.,:';",:..;--'-':~'--:""-':.~-;;~-~'~'->~~~":-E:::~,
movimiento que reivindiqueelderech<:i':de los' pueblos'~:"--.'(.~:;':::::~:;;;
él. elegir su propio futuro entra dentro deI~plariteo :de!ai.j;- -
guerra. y el papel de las fuerzas armadas aquíesdecV"-'
sivo: o se convierten en gendarmes de un orden interna-
cional sometido al imperialismo o juegan el papel de ins-
trumento liberador.
Si bien es preciso seguir atentamente la coyuntura in-
ternacional, hay que tener presente siempre que en ningún
país del mundo las mayorías populares se movilizan en
función de dicha situación, sino por causas cuyo origen
manifiesto se encuentra en su propio país.
En el plano político, las fuerzas armadas han demos-
trado ser más fuertes que el otro "invencible": el movi-
miento sindical, Ylo derrotaron en toda la línea, Queda for-:
talecido así uno de los mitos argentinos, la invencibilidad
del ejército; está por verse todavía si es un mito o una
realidad inconmovible y este es un problema que no puede
ser resuelto teóricamente.
Pero las fuerzas armadas tienen sus mentores en los
representantes de distintas clases sociales, y como em.
presas económicas participan de una porción considera-
ble de la renta nacional, tienen intereses propios como
grupo empresario Existen corrientes ideológicas en su
ó'
seno y también acuerdos militares de cooperación con lós
Estados Unidos y otras potencias imperialistas. Las co-
-rrientes ideológicas -correspondientes a distintos secto-
- res de la sociedad- entrarán o no en conflicto con el pa-_
pel que les toca jugar en la estrategia imperialista .._En -.
este campo no conviene hacer predicciones porque gene-
ralmente fallan o aparecen imprevistos que impiden al
"'militar propio" desarrollar con éxito sus planes.
; Uno de los elementos importantes en una situación de
disolución y crisis de las instituciones políticas tradicio- _
pales, incluido el sindicalismo, es la ambición política de
' determinados individuos de distintas clases sociales, pre-
ferentemente militares, que entroncados en corrientes de
opinión más o menos representativas de intereses de sec-
tor o clase, pueden decidir a corto plazo, previo golpe
militar, el curso de los acontecimientos, Estas casuali-
179
 ~~~'l~fíi;r:~~:,~:;~:~~~{:j~~.'-~
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nCY'rC7T7"0'?J>0C¡:YCf';~r~1:~'f~6~~
daaeshistóÍ"Ícas; que por lo repetidas dejan de ser casua-
.I)idades, deben ser tenidas en cuenta en todo análisis polí-
:J,:~~:tico:soCial,
, >
y con mayor razón en un momento como este,
caracteÍ'izado por una apatía política general, gran con-
Loe m,d;da, d,l gobl"no ,rt,1 ;rd:n d'. la pOI~~.:;'N
salarial imp.u~sta al país por la Ley 17.224, cuya v~gencia, ~~,~
• centración de poder y reagrupamientos latentes entre las caduca en dICIembre de 1968, enfrenta a los trabajadores ...¿~!-~~¡r
distintas fuerzas sociales alejadas de los centros de de- con la siguiente realidad: los salarios reales cayeron en),;'i~~"
cisión. promedio, luego de los reaju~t~sde abri~ y may~ de 1967,'<.~-;~~,.
en un7 % respecto a los basIcos del ano anterIor. Esto
significa $ 10 por hora y por trabajador (promedio ge-
neral" para cierta.s categorías la pé~'dida es m~n?r y parajf~
. "-W{l~
. ': *~!
Las perspectivas para la clase obrera son bastante ne- as
las m. alta~ la CIfra es muy .superIOr). Mult:plIcado por '.',"':.¡::.i.
, gras, tanto en el orden político gremial por la crisis del los CInCOmIllones de asalarIados que aproxImadamente '~!'0;1.
: - . peronismo y la derrota del movimiento sindi~al, como h.ay en el país, significa -aceptando .las estimaciones ofi-'~~f:i
en el orden de su situación económica por las medidas cIales de un alza del costo de la VIda de un orden de .,.~f¡:¡;
adoptadas por el gabinete económico de la Revolución Ar- 24 % durante el presente año- una pérdida anual en con- ...-=':íW'
gentina. cepto de deterioro del salario real de alrededor de 300 ",;~14
.Los trabajadores en este momento no cuentan con nin- mil .millones de pesos. '" , . . : .. ;.~f~£~
apoyo que trascienda su voluntad espontánea de re- SI a ello agregamos la raclOnalIzaclOn de la actiVIdad . ".'.#11
. y habría que saber si el descontento visible se con- laboral, la ofensiva contra la Ley 11.729 de despidos y su ...~~~
en voluntad de resistir o en una resignación pasiva modificatoria Ley 16.881, unido a su posible derogación ;"f.i~
. los malos tiempos que tarde o temprano deben ter- y el aumento de la desocupación -6,4 % en abril de 1967, ':H~ -,,;!..lu

en octubre de 1966 la desocupación era del 5,2 %-, el pa- .{l~

peronismo primero y el movimiento sindical desde norama que se presenta para la clase trabajadora es muy .:l~~!
de Perón, acostumbraron a los trabajadores a . trágico ... Agravado por la inseguridad que si~nifica. !?ara~¡lj'
confianza en sus organizaciones gremiales. Al no las famIlIas obreras y de escasos recursos la mestabIhdad t~¡J
estar éstas en condiciones de abogar con éxito por sus en el empleo. '¡¡I'
--intereses, es posible que todavía no haya una canalización Si el gobierno no decide por su propia cuenta reajus-,~¡"~.I; a
del descontento hacia otros instrumentos de presión que tal' periódicamente los salarios como un medio para im- ¡Ji ~
reemplacen a los que actualmente están en crisis,' y sí pedir el surgimi.ento de conflict?s. parciales que Plleden;¡i.£ It
resignada. A esta situación debe agregarse el !legar a generalIzarse -contravIlllendo en ese caso las .f1ffi ••
permanente de la gran burguesía para lograr al-
farma de integración de la clase trabajadora' con
instrucci?~es dadas por el Fondo Monetario Internac!o-
nal-, utIlIzando para ello el argumento de que es precIso ::{,
t.l'....
yt, •• ...~
'sistema, y aunque no puede hablarse de un éxito reso- mantener el salario real; los obreros no cuentan en este 1:('1
nante en estas cuestiones, es indudable que un sector de momento con organizaciones capaces de amortiguar el :~. 4-
la-clase trabajadora que ocupa el lugar más privilegiado peso que Krieger Vasena y Cía, han descargado sobre sus
. la misma, se halla plenamente integrada al sistema. espaldas. Si no lo hace tendrá que correr el riesgo de la
Las formas ocultas de corrupción y soborno de los tra- desorganización en la economía y una posible crisis po-
, .,. '.' bajadores por parte de los capitalistas son un instrumento lítica, aunque con toda seguridad, y como ocurrió con los
:&~4¡-:,":::;;;;'nádespreciabledel poder político. aumentos de abril y mayo, los reajustes se realicen por
.t~~;~wr~~:~}:" '7":'. , debajo del alza del costo de vida.
f En el plano político esta es la oportunidad del reagru-

181

..
;I,~,,'.,,-,,',.,,'~""".'"'
~-.
..
,'
-- .,
pamiento peronista, aunque en las actuales condiciones el
mismo no sea a corto plazo un factor decisivo por el debi-
litamiento general que alcanza a todos los partidos polí-
ticos sin excepción. La situación se agrava puesto que la
•
unión de los grupos antagónicos de las 62 Organizaciones
no soluciona las diferencias que en la concepción de la
acción política existen entre ellos (hay un sector que apo-
ya un posible pacto con los radicales y otro grupo por
lo menos se mantiene prescindente de estas maniobras,
ejemplos como éste se pueden citar varios), unido a dife-
rencias de tipo personal que no liman las declaraciones
unitarias. Es preciso aclarar que este proceso se realiza
a nivel de las direcciones y que las bases del movimiento
son por completo ajenas a las discusiones, diferencias,
etcétera que desde hace dos años son manifiestas en los
cuadros directivos del movimiento.
La crisis actual del sindicalismo argentino presenta esta
unidad como un acuerdo de moribundos y no como un
acuerdo capaz de fortalecer en forma decisiva al movi~
miento popular. Es posible que lentamente se reestruc-
tu'ren los cuadros directivos y medios del peronismo, y
que la agresión económica fortalezca la voluntad de 're-
'sistir a la entrega en todas las clases afectadas. '
Pero si el peronismo es el centro del reagrupamiento
c,popular, ya no son suficientes sus clásicos métodos de
;,;:fl.~chapara> convocar a la acción a todo el pueblo argen~
';ii"tino'.'La tradición de resistencia del movimiento popular
,£debeser revitalizada con la actualización política de sus. '
;;-C:;;i),ostulados,y por la comprensión del proceso que inicia
¡;;d~la(révoIÍlción del 28 de junio. Sin olvidar la coyuntura
:i;;:]'iñternacional que determina cada vez más la política
..;{;~~r,:Jas-. clases dirigentes nativas.
.,,,':'.' \ ,.;. ~I: problema de la revolución nacional es el problema
,, de la alianza de clases. Y este tema debe ser considerado
cow'"é!"convencimiento de la extrema elasticidad de las
'situaciones políticas, debido a la amplia capacidad de ma-
,,'.. , ñiobra qué Sil.situación de poder otorga a la clase mono-
'L'.\, 'polista.EstoÍlecesita como contrapartida una gran elase
e:,;::::::... ticidad' como método para afrontar las situaciones polí-.
ticas cambiantes, lo que obliga a no
gún sistema de lucha. El único elemento
misma debe ser la conciencia de que se terminaron las
soluciones intermedias y que cualquiera sea la tácticá a
adoptar ésta debe atacar los fundamentos del poder
actual. '
En este trabajo el problema de las alianzas se consi-
dera exclusivamente desde una perspectiva teórica, y por
lo tanto el planteo se encuentra obligado a aceptar los líe
mites de una política de alianzas con los límites que im.:.
pone su carácter teórico. El problema de las alianzas es
un problema eminentemente práctico, éstas sólo pueden
ser establecidas en relaciones de fuerzas determinadas';
y una situación favorable primero se crea y después. se
discute. Una discusión formal, como establecer la parti- .
cipación en el hipotético frente de determinadas 'clases, .. ,~
cualquiera que sean, evidentemente es falsa. Quién parti-
cipa y quién no, es el resultado de una concreta relación
de fuerzas en un momento determinado.
Por ejemplo, declarar de antemano que el sector nativo
de la burguesía monopolista no debe participar en un
frente nacionalista, o que si lo hace será subordinado a
la hegemonía de las clases populares, es por lo menos una
muestra de ingenuidad política. Si es menos fuerte que la
clase trabajadora no participará y será eliminado por la,'
revolución nacional. Si los trabajadores y su movimiento.
no son lo suficientemente fuertes, o lo que es igual' no
han creado en su ofensiva una relación de' fuerzas. fa-
'vorable, la burguesía monopolista nattva impondrá' Su
participación e inevitablemente dirigirá el sentido' del
proceso que no será nacional ni revolucionario. ' ¡
. En un frente nacionalista popular pueden, teóricamen-
te, ingresar todas aquellas clases y sectores a los que de
una manera u otra perjudica la orientación monopolista
del Estado argentino, y que tengan como primer objetivo
el establecimiento de la plena soberanía. Péro que pue-,
dan participar no significa que efectivamente lo hagan, el<
sistema imperante y la gran burguesía tienen los medios
para derivar el descontento e impedir la unión popular .
._..:
 '.o. ,'"
,".

también es cierta y el interrogante es: ¿ por

miento sindical 110 enfrentó dicha tninsformación en la
se;:crean las condiciones de la unidad revo-
? organización del trabajo y se encontró apoyando de. he-
cho cambios en los que casi no jugó ningún papel. Los
toda seguridad, uno de los medios más eficientes
desviar la atención de los problemas importantes es convenios colectivos de trabajo se convirtieron en ins-
creación de expectativas políticas que orienten a la po- trumento del capital debido a la introducción de ciertas
cláusulas de racionalización, primas por productividad,
...Nación en general hacia la competencia partidista. En
etcétera. Este proceso se desarrolló principalmente en
ese caso, y como es costumbre en nuestro país, florecen
los acuerdos y se otorgan irracionalmente votos de con- aquellas ramas de la industria de expansión relativamente
fianza por períodos más o menos largos. Desde la Revo- reciente y de alta concentración de capitales, como auto-
motores, química y petroquímica, papel y celulosa, meta-
.",'", 'lución Libertadora en 1955, a todos los gobiernos que le
lúrgica, etc. Otro aspecto de este problema es' la proli-
:.:.:t~~::):>ft~cedieron se les otorgó un período donde la oposición
;.S.'.~:,¡lié';',descansaba y el pueblo observaba pasivamente. Frondizi, feración de sindicatos por empresa que comienza, durante'
~~~::>£:{,.',.:nliay ahora la Revolución Argentina gozaron de esas va- el gobierno de Frondizi, en la industria automotriz, con-
:f;,~~,;;:l;!'F.:eacionespolíticas. A este gobierno durante casi seis me- tinuando este proceso en otras ramas de la producción.
~{"l~,;?;;~!!'rsesnose le hizo ningún tipo de oposición; recién después En la actualidad, y amparándose en el decreto 969/66 el
.2,:Y[:B'¿~::,,:;dénueve meses, en el final del verano de 1967, comenza- gobierno está otorgando personerías gremiales a gran
~J:'!i~;.},;,:i:'Fona articularse voces opositoras, buena parte llena de cantidad de sindicatos regionales, lo cual desarticula la
organización gremial nacional.
~;0iJ};:'¡,\:,nostálgicos recuerdos del período constitucional.
;::~~¡""
""-:~'<¡-:~' ..~ --' Se intentó canalizar la resistencia obrera por vías mo-
~¡jX2'~,~ff>I".
".'., deradas e integradoras al sistema. El método no tuvo todo
el éxito que la burguesía hubiera deseado, y en su con-
:}f~:';(~~~~;L El movimiento sindical argentino, en este momento de junto el movimiento sindical siguió siendo un factor re-
~t'!;¡'t"';'i!::!sú decadencia muestra cabalmente aquellos aspectos de belde y potencialmente revolucionario. Pero es indudable
;kF;:.':1~:>':S1iacción más integrados con el sistema. La ofensiva del el debilitamiento sufrido por el sindicalismo con la adop-
:''dÍ'.'' . gobIerno no se hizo contra lo "sensato" del sindicalismo, ción de métodos que los expertos en "relaciones humanas
sino contra los aspectos políticos -aquellos elementos de en la empresa" impusieron casi subrepticiamente.
",su formulación contrarios al libreempresismo y a la en- Las "relaciones humanas", las "relaciones públicas", la
trega del patrimonio nacional- que eran el punto de rup- ideología de "servicio", etc. fueron las respuestas "mo-
'o;. fura de la clase trabajadora con el sistema liberal mo- dernas" del capital monopolista a la resistencia sindical
;:-»nopolista.
peronista. La ideología impuesta por el capital, si bien
.:',c;'Además de defender la situación material del mundo no predominó totalmente, conspiró contra la combativi-
~S.~N}~~:,:',deltrabaj o y ser los representantes orgánicos del movi- ded del movimiento obrero, cuyas tácticas exclusivamente
i%%t:~f";; miento nacional, los sindicatos cumplieron otra función sindicales resultaron inadecuadas para hacer frente a los
'~WI~;tÓT;'!igualmente importante: integrar a los trabajadores a un cambios en la estructura productiva. Los resultados están
'iN'H"~"'orden social en continuo proceso de cambio.
a la vista, con simples medidas administrativas, el go-
En el orden de las relaciones laborales en la empresa, bierno revolucionario desarticuló todo el aparato gremial,
~(i;:L;;~,;i",)9súltimos doce años fueron protagonistas
~n.!.~" ..;c.••__
:.':''':'-'''~'_; •
de profundos político, económico y financiero que el sindicalismo ha-
~.,)i'{:::.,,;;t:,:-eamblOs. La administración y disciplina interna en el es-
bía montado desde 1958 cuando reconstruyó sus orga- .,,
~;?lk:2-,;{~':'nabIecimiento
:~":~:'~..•••
:--:::,:,"",~,'(~::t~~~~~
_' se hicieron más "científicos". El movi- nizaciones. ,
';r¿1&;';S;;f:;::;_:;~?,~:':=j~
' ~j

185
 .. ~.",::".~'~:;::' .
~,'
--~-".-.-.,~,-~'.

<~;_.' c.,,+.,:.::::!;~~t.:,
~""""":>" -.;.

En una política de enfrentamiento total la organización
de los sindicatos puede todavía jugar un importante pa'"
pel. Cuenta para ello con las organizaciones de base 'y
las comisiones internas de fábrica. La participación de
los trabajadores en las unidades económicas no puede ser
impedida por ningún gobierno, es casi lo mismo que pro-
hibir el trabajo, aunque hasta ese nivel ha llegado en la
siderados aquí que con su presencia reorgah¡~aríaÍ1-'-'~
'otra forma las fuerzas del sistema. Lo fundamentar.es
tener presente que se terminaron las posiciones interme'r'
dias y la necesidad de superar todos los sistemas, pg1ít.j,c,9':::
ideológicos que sirvieron -o mejor dicho que no sirvie-'7::;;~,.
ron- para analizar la situación argentina y establecer'"'~
desde esa perspectiva los métodos de acción. "c _

actualidad el desmoronamiento y la desmoralización que La lucha política presenta particularidades singulare~;,;.'

siempre acompaña a las derrotas. Aqui las cosas, depen-
den de la capacidad de los dirigentes sindicales para com-
prender su papel de líderes del movimiento de masas Y
abandonar el sistema de acuerdos por arriba que carac-
terizaron hasta ahora su acción en el ámbito gremial. Las
tendencias a la asimilación pueden ser contrarrestadas
por la acción política sindical Y por la situación econó-
mica general que reduce las posibilidades de movilidad y
mejoramiento personal en los marcos del sistema.
La creación de expectativas electoralistas indudable-
mente dará mayor margen de acción a los sindicalistas,
allí. se pueden negociar apoyos a cambio de soluciones par-
ciales. La debilidad actual de los sindicatos en el plano
político es un elemento que impulsará a la adopción de
en cada país, y éstas son el resultado de una tradición q\ie'::~,
a veces es necesario romper definitivamente, pero que de~
cualquier forma debe ser tenida muy en cuenta. Aclarai<
un aspecto de la lucha política argentina, subestjmad9".en,.
_su significación o mal interpretado, como fue general:,"~
mente el sindicalismo peronista, ha sido el objeto de'esti¿;
libro. Elstudiar a los sindicatos en su relación partieular,Y.;
con el Estado es un buen método porque acostumbra' n'
observar el problema fundamental de la política que', es
el problema del poder. Hoy los sindicatos están en crisis; '"
pero el problema poder sigue más presente que'llunca,'Y
'centrado en él debe continuar la elaboración teóricá\y<gi
deja de ser teórica mucho mejor. '
,-<;-

posiciones electorales en sus dirigentes, de la misma for-'

, ma que el supuesto poder con que contaban los llevó du-::J
i;";,Xr.ante cuatro o cinco meses a apoyar sin reservas la cadii-',
;i:i""ddad de los partidos políticos. ',';/
':':,:{'Cerrado el camino electoral, el sindicalismo o lo que'
',queda de él debe tomar el camino de fortalecer el movi:,
/.k_miento nacional, aprovechando la situación objetiva de-
\1;;;;20seerlas únicas organizaciones masivas de base con g,ue\
-:fcuentahoy el pueblo argentino. La otra posibilidades:
","embanderarse atrás de este gobierno y constituirse" .<,
en mi movimiento sindical de buena letra, y eÍ1tonL~'
,:c~s' sí desaparecer definitivamente del mundo de las de-
-c,i~iones políticas. '
É-'tEnesta descripción global del proceso político presente
ü'6}se agófan las posibilidades de salida a los métodos an-
tes;descriptos. Las' posibilidades son múltiples, todo de~
~iéÍ1cle:dela capacidad de actuar. Hay elementos no con'"
'Y!",'>,"

,'~ ';;',,"

.~==s_. -=-.'
 .-

INDICE

Prólogo, Rodolfo Ortega Peña y Eduardo Luis

Duhalde : pág. 9 Oc

Introducción .......................... 117

"
La Etapa Peronista . 25
"
Intermedio: La Revolución Libertadora '.. 65 '
"
JV. La Etapa Sindical (1958-1966)' .~ . 87
"
V. La Revolución Argentina y la Crisis del Mo-
vimiento Sindical . 145
"
VI. Prespectivas para el Movimiento Nacional
y el Sindicalismo en la Situación Política
Actual . 171
"