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I. Introducción
Iniciación significa también comienzo, entrada en una vida nueva, justamente la del
hombre nuevo en el seno de la iglesia. Como en toda vida, también aquí se tiene un
progreso con etapas, que en este caso están representadas por los sacramentos de la
iniciación. Ninguno de ellos permanece cerrado en sí mismo, sino que está abierto a
la secuencia de un crecimiento dinámico hacia una perfección más profunda. Se
equivocaría aquella catequesis que los presentase a cada uno aislado, como una cosa
que, una vez recibida, está definitivamente cerrada y pasada. Si el bautismo y la
confirmación se reciben una sola vez, la eucaristía, que fue instituida para ser
continuamente repetida, renueva cada vez lo que se dio con los dos primeros
sacramentos.
Ireneo de Lyon, en sus libros Contra los herejes, sólo tiene algunas referencias
alusivas al bautismo; pero se hace más explícito en la Demostración
apostólica: aquí podemos formarnos una idea del contenido de una catequesis y de
una preparación bautismal, pero sólo parcialmente; tratándose de una catequesis
mistagógica, se refiere más bien al momento posbautismal. Quizá es exagerado
querer encontrar en esta obra una fórmula bautismal "en el nombre del Padre y en el
nombre de Jesucristo y en el nombre del Espíritu Hablando del Espíritu, en
el Adversus haereses, Ireneo usa a menudo el término perfección. Mientras que para
Ireneo no se puede afirmar una explícita referencia del término a la confirmación,
Ambrosio de Milán lo usa justamente en referencia a ésta.
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Al término de este período, y tras un nuevo examen, se decide la admisión del
catecúmeno a la preparación inmediata a los tres sacramentos de la iniciación ". Se
tienen así dos clases de catecúmenos, la segunda de las cuales comprende aquellos
que, ya cercanos a los sacramentos, son admitidos a escuchar el evangelio. Más
tarde se llamará a éstos electi, mientras que en Africa, Galia y España se les
llamará competentes (= cum petere, correr juntos). A partir de este momento,
los electi reciben cada día un exorcismo, antes de la noche de pascua, y ayunan el
viernes santo. El sábado santo los reúne el obispo, ordenándoles que ayunen y oren
de rodillas; luego les impone la mano para el exorcismo y, después de haberles
soplado en la cara y haber trazado la señal de la cruz en su frente, oídos y narices,
les mandará levantarse. Durante toda la noche los catecúmenos velan en oración,
escuchando las lecturas y las catequesis. Al canto del gallo se ora sobre el agua, y a
continuación tiene lugar el bautismo, luego la confirmación y por último la
celebración eucarística, en la que participan por primera vez los neoiniciados. La
sustancia de este rito" durará hasta hoy y recibirá un importante desarrollo.
a) La carta del diácono Juan a Senario no sólo enumera los ritos, sino que intenta
dar una interpretación de los mismos: de ahí su gran importancia. En esta carta se
describen con particular atención los ritos del catecumenado. Encontramos la triple
repetición de los escrutinios antes de pascua. Es importante subrayar la formulación
del diácono Juan: "quare tertio ante pascha scrutentur infantes". Se trata, pues, de
una iniciación que se hará en pascua; hay tres reuniones, que toman el nombre
de escrutinios. Sin embargo, el diácono da a este término una interpretación
errónea: ve en el escrutinio una especie de examen en torno a la fe de los
catecúmenos, mientras que según los textos se trata más bien de profundizar a
través de los exorcismos la apertura del catecúmeno a recibir la fe y la gracia
bautismal. Juan habla de "infantes": por tanto, nos encontramos ya ante una praxis
de iniciación que se dirige habitualmente a niños; y puesto que Juan alude a una
catequesis que se ha de impartir, ésta va dirigida ciertamente a los padres o a los
padrinos y madrinas de los futuros iniciados: en ella se enseñarán los rudimenta
fidei. La entrada en el catecumenado está marcada por la imposición de la mano,
una especie de exorcismo que muestra cómo el candidato no pertenece ya al
demonio, sino a Dios. Con el rito posterior del soplo sobre el candidato se querrá
significar que el demonio es rechazado y el candidato es preparado como una
morada para Cristo. Luego se le confiere la sal bendita para que se conserve en la
sabiduría y en la palabra que se le ha enseñado. Las imposiciones de la mano se
hacen frecuentes; y, después de un largo período catecumenal de tres años, se
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entrega al que es ya electus o competens el símbolo apostólico. Esta "traditio"
(entrega) es la más antigua que conocemos. Luego les llega el turno a los
escrutinios; y aquí es donde Juan se equivoca considerándolos un examen sobre la
fe y el conocimiento de la religión cristiana, mientras que se trata de exorcismos. En
el último exorcismo se tocan los oídos (para la adquisición de la inteligencia), la
nariz (para estar en condiciones de percibir el buen olor de Cristo); por último se
toca el pecho, que es la morada del corazón.
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Más compleja es la segunda respuesta. El Ordo XI —como veremos , tras haber
desdoblado los escrutinios, los ha trasladado a los días laborables. La rúbrica del
Gelasiano tiene las mismas intenciones, que sin embargo contradicen el
ordenamiento de los domingos de cuaresma. Es difícil decir si el Gelasiano ha
influido en el Ordo XI, o si es verdad lo contrario La argumentación de Chavasse
parece más convincente que la de Andrieu, induciéndonos a optar por el primado
del Gelasiano sobre el Ordo XI.
Tercera pregunta: más que dar una respuesta, se puede proponer una hipótesis.
Aunque las numerosas rúbricas parecen destinar a losniños un rito hecho para los
adultos, el ritual del catecumenado (ésta es la hipótesis) se conserva con vistas a la
instrucción de los padres, de los padrinos y de las madrinas. La catequesis se
encuadra en urja liturgia en la que éstos contraen un compromiso con los niños,
sobre los que se practican exorcismos progresivos. Los responsables de la iniciación
del niño realizan junto a él una progresión hacia la luz de la fe.
c) Al ritual contenido en el Gelasiano hay que añadir el del Ordo XI °". El ritual
aquí está claramente organizado para los niños, y no se trata de ocultarlo ° Se
desdoblan los escrutinios, y por tanto pasan a los días laborables, llevando consigo
las lecturas previstas para los domingos de los escrutinios; para los nuevos
escrutinios se escogerán lecturas más adaptadas a los niños. Sobre los motivos del
desdoblamiento de los escrutinios difieren las interpretaciones. Chavasse y Beraudy
se inclinan a ver en esto una especie de compensación; es decir, se aumentan las
intervenciones de Dios porque el sujeto de la iniciación es totalmente pasivo. Pero
se puede repetir también con respecto al Ordo XI la hipótesis hecha para el
Gelasiano: se ha hecho tal reorganización a fin de encuadrar en el rito una
catequesis dirigida a los padres, padrinos y madrinas; para conseguir este objetivo
no se ha dudado en trastrocar el itinerario pascual presentado en las lecturas de los
domingos de cuaresma (que la reciente reforma nos ha restituido íntegramente).
Así pues, hasta el Vat. II se han usado rituales adulterados: el de adultos era el
resultado de un retoque de los escrutinios con las respectivas fórmulas; el de niños,
que utilizaba las fórmulas destinadas para los adultos, comprendía los tres
exorcismos del Gelasiano, puestos uno tras otro en una sola celebración, y no
adaptados a los niños. Así las cosas, había que pensar en una restauración de la
iniciación cristiana, tanto para el bautismo de adultos y de niños como para la
confirmación, la cual, aislada del bautismo, se había convertido en un
ritohinchado: hinchado en el intento de restituirle una importancia que la separación
respecto del bautismo le había hecho perder. Además: estos rituales separados del
bautismo y de la confirmación no contenían ya ningún lazo visible con la eucaristía.
Así la iniciación cristiana había perdido su carácter unitario, hasta el punto de que
para cada sacramento, tratado aparte, se hacía una catequesis consistente en un acto
autónomo y cerrado, sin apertura a la iniciación, término que ya había caído en
desuso.
La estructura general del RICA presenta tres grados. El primer grado consiste en la
admisión del candidato al catecumenado y en el catecumenado mismo. Este grado
presupone una evangelización preliminar, que se puede definir
como precatecumenado (RICA, Obs. previas 9-20). El segundo grado abarca la
preparación inmediata del candidato a los sacramentos de la iniciación, preparación
que normalmente se desarrolla en tiempo de cuaresma, en domingos fijos, haciendo
uso de lecturas apropiadas (RICA, ib, 21-26). El tercer grado comprende los tres
sacramentos de la iniciación, conferidos en la misma celebración (RICA, ib, 27-36).
Veámoslos en sus detalles.
No hay que olvidar en este momento una regla que vale para todas las celebraciones
catecumenales que se llevan a cabo durante la eucaristía: cuando, después de la
liturgia de la palabra y los exorcismos, se despide a los catecúmenos, no deben ser
abandonados a sí mismos, sino que se puede organizar para ellos una reunión
fraterna, en la que tengan ocasión de intercambiar recíprocamente la alegría de su
entrada en el catecumenado o del adelanto que se les ha concedido con vistas a su
iniciación sacramental (RICA 96).
También a lo largo del catecumenado se prevén otros ritos; por ejemplo, las
diversas traditiones o entregas, ya previstas por el Gelasiano y que, aunque el
nuevo rito las inserta en el segundo grado (RICA 181-192), pueden adelantarse en
caso de que el catecúmeno resulte maduro, por razón de la brevedad del segundo
grado, que corresponde sólo al tiempo de cuaresma (RICA 125). Si se considera
oportuno, se puede hacer también, al término de una celebración de la palabra, una
unción con óleo bendecido por el obispo, ungiendo al catecúmeno en el pecho, en
las manos o en otra parte del cuerpo. Antes de la unción, el celebrante puede llevar
a cabo uno de los exorcismos menores previstos, y acompañará la unción con las
palabras: "Que os proteja"... Se prevé el caso (y la fórmula correspondiente) de que
el sacerdote mismo bendiga el óleo (RICA 127-132).
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A los escrutinios les siguen las entregas. Escójanse los días más idóneos para la
celebración (RICA 182). Ya hemos recordado [-> supra, a] que la entrega del
evangelio puede hacerse después del primer grado.
La entrega del símbolo comprende una liturgia de la palabra, con lecturas bastante
sugestivas (RICA 183-185). Después de la homilía, el celebrante recita, solo o junto
con la comunidad, el símbolo. Sigue la oración sobre los elegidos: "Te suplicamos,
Señor, fuente de luz y de verdad, que tu eterna y justísima piedad..."; tomada del
Gelasiano. El RICA prevé también la "entrega de la oración dominical". Después de
la liturgia de la palabra, en que se proclama Mt 6,9-13: "Cuando recéis, hacedlo así:
Padre nuestro...", y después de la homilía, el celebrante recita una oración sobre los
elegidos (RICA 188-192).
Aquí concluye el tiempo de la prueba. El RICA introduce para la mañana del sábado
algunos ritos antiguos que se remontan a la Traditio apostolica de Hipólito " y al
Gelasiano. Se trata de la recitación del símbolo y del rito "Effetá", último
exorcismo solemne (RICA 193-202).
Para la recitación del símbolo se proponen tres perícopas evangélicas (Mc 7,31-37;
Mt 16,13-17 y Jn 6,35.63-71). La primera es indicada cuando se celebra juntamente
también el rito del Effetá. Después de una oración los elegidos recitan el símbolo.
El rito del Effetá se realiza después de la lectura de Mc 7,31-37 (en que se narra la
curación del sordomudo); el sacerdote toca con el pulgar los oídos y (no la nariz,
sino) la boca cerrada.
El RBN (Observaciones generales 7 y 13: o.c., 33-34; RBN 15; 16-20) se preocupa
también de la catequesis para los padres, padrinos y madrinas, pero no da
indicaciones para insertar estas catequesis en un ámbito litúrgico y comunitario. Sin
embargo, esto no impide elaborar celebraciones que se inspiren en las de los
escrutinios, al objeto de ofrecer una catequesis inserta en un contexto litúrgico [->
infra, VI, 1].
El rito del bautismo de niños no difiere del de adultos. Para los detalles
concernientes al primero, remitimos a la voz -> Bautismo.
Por lo que se refiere a los niños, es difícil hablar de iniciación cristiana propiamente
dicha en el rito latino,porque aquí los tres sacramentos de la iniciación no aparecen
juntos en la celebración. Fueron separados a lo largo de la historia, como hemos
visto [-> supra, II, 3], y la pastoral contemporánea parece tener motivos bastante
serios para no volver a la tradición antigua. A pesar de esto, la catequesis deberá
preocuparse por insertar el bautismo en el contexto de los otros sacramentos de la
iniciación, como sugiere el nuevo rito con las referencias (mencionadas aquí arriba)
a los otros sacramentos.
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V. La eucaristía como sacramento de la iniciación
Con el decreto Quam singulari del 8-8-1910 (DS 3530-3536), san Pío X precisa la
edad del uso de razón a partir de la cual comienza la obligación de acercarse a la
comunión: hacia los siete años, cuando el niño está en condiciones de distinguir la
eucaristía del pan común y puede recibir cierta formación religiosa. El decreto es
recibido en el CDC de 1917, can. 854 (cf CDC de 1983, cáns. 913-914).
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VI. Catequesis y pastoral litúrgica
1. Como hemos recordado [-> supra, IV, 2], el RBN ha insistido justamente en la
necesidad de impartir una catequesis preparatoria a los padres y a los padrinos de
los candidatos al bautismo; pero, por desgracia, no ha dado ninguna indicación de
contenido y de forma sobre el tema. Estas indicaciones pueden obtenerse mediante
un uso inteligente del RICA. Demos algún ejemplo esclarecedor para los
precedentes históricos [-> supra, 11, 2, b y c].
Se puede pensar en una serie de cinco reuniones, para las que se utilizarán las
liturgias de la palabra de los cinco domingos de cuaresma del ciclo A, también fuera
del tiempo cuaresmal. Cada domingo ofrece un cuadro notable al que referirse para
la catequesis. La primera reunión, basándose en las lecturas del primer domingo, se
centrará en el tema del pecado original, estado en que nacen todos los hombres;
pero la victoria de Cristo sobre el mal ha hecho que, donde abundó el pecado,
sobreabundara la gracia. Se puede recuperar el uso de la inscripción del nombre,
que en otro tiempo se practicó este día. Un registro depositado en el altar recordará
a los padres su voluntad de sustraer su hijo al poder del mal, y el sacerdote
confirmará este deseo escribiendo el nombre delniño con solemnidad y haciendo
que refrenden la firma los padres, padrinos y madrinas. El contenido de la
catequesis es claro. La segunda reunión explicará, por medio de la lectura de la
vocación de Abrahán y su respuesta, cómo Dios escoge a los que destina a la
salvación. El evangelio de la transfiguración indicará que con Cristo también el
cristiano es transformado en la gloria. El tema puede ser ilustrado asimismo con la
bendición de los vestidos blancos que pueden llevarse a esta reunión con vistas al
futuro bautismo. La tercera reunión, por la referencia a las lecturas del tercer
domingo, que presentan el tema del agua, permite una catequesis sobre el bautismo
y sobre sus efectos, recordando también el tema de la transfiguración, que
caracterizó a la reunión precedente. Es importante referirse también a la primera
fórmula de bendición del agua y a la tipología que se contiene en ella. Se puede
concluir la celebración con la bendición del agua lustral y la aspersión de los
presentes, mientras se canta el Asperges o el Vidi aquam. La cuarta reunión, por
referirse al evangelio del ciego de nacimiento, permite el tratamiento del tema de la
luz, de la posibilidad de discernir a la luz de Cristo lo que es duradero y lo que es
pasajero, y de leer con fruto la palabra de Dios, que abre los ojos y hace caminar
expeditamente hacia la fe. Se podría tomar del RICA el rito de la entrega del
evangelio y distribuir a los padres el libro de los evangelios. Se podría asimismo
celebrar la entrega del pater, en caso de que no se la destine para la última
celebración. La quinta reunión tiene por tema la plenitud de vida adquirida en la
resurrección, guiándose por el evangelio de la resurrección de Lázaro. Esta
celebración encuentra una justa conclusión con el rito de la entrega del credo y
del pater [referenciar más explícitas a las lecturas de los domingos de cuaresma,
ciclo A, -> supra, IV, 1 b].
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Las cinco celebraciones sugeridas pueden enriquecerse con oraciones tomadas
del RICA, procurando adaptarlo todo a la situación concreta de los padres. Algunas
oraciones que el RICA indica para que se recen sobre el catecúmeno pueden
adaptarse para la bendición de los padres y de los niños cuando se visita a la
familia, cuidando que no se confundan con la celebración del bautismo.
A. Nocent
BIBLIOGRAFÍA:
1. En general
2. Ritual de la Iniciación
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