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Práctica Profesional

TRABAJO PRACTICO N° 2

Nombre y Apellido: Miguel A. Perez LU: 708960

Ensayo

Comenzar con este tipo de escrituras siempre es complicado, cómo hacer para
clasificar varias cuestiones con respecto al Paro Docente Nacional Universitario, tantas cosas
que pasan por mi mente, cuestiones relacionadas al andar de cada uno, como poder exponer,
expresar en pocas líneas un tema tan sustancial, político, académico, a la vez sin ser aburrido
o redundante, o si vamos a hacerlo bien (…)

El sistema educativo es una trituradora de subjetividades. Tanto para alumnos como


a docentes. Todas las expectativas que le ponemos al momento en que vamos a entrar al
aula por primera vez se van cortando a cuchillo y entrando, como en la película “The Wall”, en
una picadora de carne. Desde el punto de vista del trabajo docente implica ir aceptando lo
que pasa dentro de las escuelas –no dentro de las aulas sino en los pasillos, en sala de
profesores, en las idas y vueltas al ministerio.

Somos conscientes de la manipulación mediática de relatos donde hablar de “parar”


esta mal, reclamar está mal, hace mal a la educación; los afectados son los chicos, los
estudiantes, sin embargo en varias campañas se llenaron la boca hablando de la
recomposición salarial de los docentes, de que somos los pilares fundamentales para el
“Cambio”.

Esto sucede por el mismo contexto en el que vivimos en esta actualidad neo-neoliberal,
tal como lo plantea Olivera Magallanes, que se nos considera sostenedores de un proyecto
social que enfatiza el individualismo, la competitividad y la despolitización a ultranzas.

La complejidad de las funciones que se reclaman para las demandas actuales de la


educación, la diversidad y cantidad del conocimiento que los docentes debemos manejar,
tener que atender a las necesidades individuales y colectivas de un gran número de
estudiantes específicos, nos hace una labor rica en experiencias pero llenas de críticas a la
hora de evaluarnos según esta perspectiva de “Calidad Educativa”, la cual no considera varios
factores y aspectos que interpelan nuestra labor, nuestro rol.
Hemos aceptado que cada cambio de gobierno venga acompañado de las famosas
recetas mágicas para arreglar todos los problemas educativos en su gestión, para lo cual
cuando no sucede así, la responsabilidad recae íntegramente en nosotros. Vamos a ver pasar
ministros, gobernadores, presidentes, que llenan de discursos dando importancia estratégica,
central y decisiva de la educación para el desarrollo del país, pero cuando tenemos que
readaptar, reajustar, mercadear, salarios atacan con las chicanas de la mediocridad, la
vagancia, la inutilidad, la obsolescencia y, finalmente, la reemplazabilidad.

Se ha privilegiado la expansión de la escolarización sin invertir en formación docente,


ni salarios y mejores condiciones de trabajo, contribuyendo a la decadencia del oficio, para
luego denunciar la “baja calidad de la docencia”

Bien lo señala Tenti Fanfani más que gastar en evaluar a los docentes en ejercicio para
“condenarlos” habría que mejorar sustantivamente la formación de los docentes y sus
condiciones de trabajo.

. Porque, en tiempos de un capitalismo global feroz –de consumo, de violencia, de


instantaneidad–, esas cuatro palabras –sobre todo en el marco de la escuela– parecen ser
categorías obsoletas y perimidas.

Muchas veces cuando nuestros alumnos han aprendido algo significa que nosotros, de
alguna manera, llegamos a comunicarlo sin palabras. Más aún: logramos ir más allá de las
planificaciones, de lo establecido, de lo que “debemos enseñar”, transmitimos sin palabras.

Tal vez porque, simplemente, tener la intención de defender nuestros derechos, pelear
por lo que consideramos justo, es una forma de vivir.

Los arreglos salariales nunca hacen justicia para nosotros los docentes, considero que
como profesional no hay salario ni dinero que pague una mirada de respeto, cariño, admiración
y reconocimiento que te brindan las experiencias que se viven como Docente. Tal vez porque
se enseña cómo se vive

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