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Derecho sucesorio constitucionalizado.

El derecho sucesorio no ha podido escapar de la obligada “constitucionalización del


derecho civil”. Una respuesta a ello se brinda en los Fundamentos del Anteproyecto de
Reforma. En el mencionado decreto se brindan las bases mínimas o generales sobre las
cuales edificar la nueva legislación civil y comercial unificada. Asimismo se asevera “En
este sentido cabe destacar la reforma Constitucional del año 1997, con la consecuente
incorporación a nuestra legislación de diversos Tratados de DDHH, así como la
interpretación que la Jurisprudencia ha efectuado con relación a tan significativos cambios
normativos. Más allá del dispar avance legislativo, doctrinario y jurisprudencial que
muestran el derecho de familia y el sucesorio, el primero más de vanguardia que el
segundo, lo cierto es que no se duda que el nuevo texto civil y comercial introduce
importantísimas modificaciones al derecho sucesorio, muchas de ellas fundadas en esta
revisión crítica que supone pensar y repensar todo el derecho privado desde los derechos
humanos. El fenómeno de la “constitucionalización del derecho privado” constituye uno de
los pilares o cimientos sobre los cuales se construye la reforma.

Si el derecho sucesorio se nutre del derecho de familia, claro está que al primero le debería
interesar lo que acontece en el segundo. Nadie duda de que las dinámicas familiares no son
las mismas; que ellas observan otras morfologías y otras improntas. Esto nos obliga a
pensar no tanto en la “familia”, en singular, sino más bien en la idea de “trayectorias
familiares”, ya que uno, a lo largo de la vida puede pasar por más de una forma familiar.
Siguiendo esta línea de pensamiento, la posibilidad de formar más de una relación de pareja
a lo largo de nuestras vidas abre un lugar a la configuración de las familias ensambladas.

Transmisión de derechos por causa de muerte

Etimológicamente, la palabra “sucesión” proviene del latín successio, y esta del verbo
succedere; acción y efecto de seguir o continuar en una situación. Jurídicamente, el derecho
de una persona se transmite a otra, de modo tal que esta sustituye a aquel en una relación
jurídica de la que era titular. El sucesor se coloca en la misma posición jurídica que el
transmitente. Sucesor universal es el que recibe todo o una parte indivisa del patrimonio
de otro; sucesor singular es el que recibe un derecho particular.
1. Clases de sucesiones.

Según su contenido: sucesión singular o universal. Habrá sucesión singular o particular


cuando se transmita uno o varios derechos determinados, y sucesión universal cuando la
transmisión comprenda un todo ideal, sea la totalidad o una parte alícuota del patrimonio de
una persona. La sucesión singular o particular puede ser entre vivos (venta, donación) o por
causa de muerte (legado de cosa cierta, dispuesto en testamento), pero la sucesión universal
solo opera por causa de muerte del transmitente (sucesión mortís causa).

Según la causa fuente de la transmisión: sucesión entre vivos o “mortis causa”. Habrá
sucesión entre vivos cuando la transmisión de un derecho derive de actos jurídico
celebrados entre personas vivas, y sucesión mortis causa cuando el hecho jurídico necesario
y determinante de la trasmisión sea la muerte de su titular.

Sucesión mortis causa. Elementos.

 Sujeto. La muerte real o presunta de una persona.


 Causa. La muerte real o presunta.
 Efecto. Causa la apertura de su sucesión y la transmisión de su herencia.
 Herederos. A las personas llamadas a sucederle.
 Fuente de la vocación sucesoria. Por testamento o por la ley.
 Objeto. La herencia comprende todos los derechos y obligaciones del causante que
no se extinguen por su fallecimiento.

Fundamento del derecho sucesorio. Se señalan algunas teorías que han intentado
justificar la transmisión hereditaria.

 Teoría del derecho natural. Deriva del dominio eminente de la familia.


 Teoría biológica. La sucesión es una consecuencia del orden natural o biológico, la
muerte provoca la continuidad del individuo a través de sus descendientes.
 Teoría del afecto presunto. La ley examina aquello que el difunto hubiera hecho si
hubiera tenido tiempo de dictar sus disposiciones últimas, y decide de acuerdo con
la costumbre de otros padres de familia.
 Teoría de la copropiedad familiar. Rechaza la idea de la voluntad presunta del
causante, afirmándose que el derecho del heredero deriva de su copropiedad sobre
el patrimonio que pertenecía a su familia.
 Teoría utilitaria. Se concentra en las razones por las cuales el Estado organiza el
sistema sucesorio, fundamentalmente por razones políticas y económicas.
 Teoría negatoria. Rechaza la existencia de la propiedad privada y, por lo tanto, del
derecho sucesorio.

Clases: legítima, testamentaria y contractual.

En virtud de la naturaleza de las dos fuentes del llamamiento, se distinguen tres clases de
sucesiones: si el llamamiento proviene de la ley, la sucesión será legítima o intestada; si
proviene de la voluntad, será testamentaria cuando se trate de la voluntad unilateral del
causante o contractual cuando se origine en un acuerdo de voluntades por el cual una
persona se obliga a transmitir a otra todo o parte de su patrimonio al momento del
fallecimiento. Si existen herederos legitimarios o forzosos, se limita la posibilidad de testar
solo sobre la porción disponible. Además, el CCyC permite quebrar la igualdad legal entre
los herederos forzosos, ya que otorga al causante la posibilidad de afectar hasta 1/3 de las
porciones legítimas de sus herederos forzosos en beneficio de descendentes o ascendientes
con discapacidad dada su especial condición de vulnerabilidad. La sucesión legítima o
intestada tendrá lugar cuando: a) No exista testamento; b) Exista testamento pero este no
sea válido; c) Exista testamento válido, pero el causante no haya instituido herederos; d)
Exista testamento, pero afecte la porción legítima de los herederos forzosos; e) En caso de
renuncia a la herencia del o los herederos instituidos; f) Exista testamento válido, pero el
testador no disponga respecto de la totalidad de los bienes. El CCyC mantiene la
prohibición de los pactos sobre herencias futuras.

Sistemas de regulación sucesoria: en la persona y en los bienes.

1. Origen y antecedentes de ambos sistemas.

El estudio comparado de los principales sistemas jurídicos muestra una clara diferenciación
entre las legislaciones que se enrolan en la sucesión en la persona, propias del derecho
romano, y aquellas basadas en la sucesión en los bienes, inspiradas en el derecho
germánico. El primero de los sistemas regulatorios posibles, de la sucesión en la persona, se
encuentra fuertemente arraigado en la noción de sucesor y se basa en una ficción: la
continuación de la persona del causante por el sucesor universal. El segundo, la sucesión en
los bienes, limita esa continuación o continuidad a la órbita patrimonial, y es el seguido por
la mayor parte de las legislaciones modernas. El primero de ellos, apoyado en la teoría del
patrimonio- persona, fue desarrollado modernamente por Aubry y Rau y puede resumirse
en la idea de que a la muerte del titular de un patrimonio, caducan las relaciones derivadas
de su posición familiar, y demás derechos relacionados con la individualidad física del
difunto, pero la masa del patrimonio con todos los elementos no se disgrega, sino que pasa
en conjunto a los herederos. El patrimonio conforma así una emanación de la personalidad,
caracterizado por ser único, indivisible inherente a la personalidad e intransmisible en vida
de su titular. Como corolario de ello, la transmisibilidad solamente puede producirse como
consecuencia de la muerte de su titular, momento en que la confusión de las personalidades
del causante y heredero conllevan a la confusión de patrimonios. Surge así la
responsabilidad del heredero, que lo hará responder con sus propios bienes cuando los
dejados por el causante no alcanzaren para satisfacer las deudas. Las legislaciones
contemporáneas rechazan la concepción del derecho romano y siguen el sistema de la
sucesión en los bienes. En este, a la muerte del sujeto, su patrimonio estará conformado por
un activo y un pasivo; una vez satisfechas, el heredero recibirá los bienes relictos.

2. Antecedentes de la regulación en el Derecho Argentino.

El sistema romanista de la sucesión fue receptado por Vélez al redactar el CC, que
estableció como regla general la responsabilidad plena del heredero por las deudas y cargas
de la herencia. Se produce de esta manera, la confusión de patrimonios del causante y del
heredero. No obstante, la limitación de la responsabilidad patrimonial del heredero podía
obtenerse mediante el beneficio del inventario. La reforma que introdujo la ley 17711
estableció la presunción de que toda herencia es aceptada bajo beneficio de inventario,
convirtiendo en regla lo que antes constituía una excepción. En los Fundamentos que
acompañaron el Anteproyectos del CCyC se explica que la responsabilidad del heredero es
intra vires, y que por ello se eliminó la presunción del beneficio del inventario. Así en
virtud del principio de responsabilidad limitada, el heredero solo responde con sus propios
bienes por deudas del causante, en casos especialmente previstos y como medio de sanción
a su conducta. En principio, éstos sólo responden por las deudas del causante con los bienes
que reciben o con su valor en caso de haber sido enajenados.

Sucesores mortis causa.

Sucesor mortis causa, es aquel al que se transmite todo o parte de una herencia y su
llamamiento puede provenir de la ley o de testamento válido. A su vez, se distingue entre
dos clases de sucesores: se denomina heredero a la persona a quien se trasmite la
universalidad o una parte indivisa de la herencia; legatario, al que recibe un bien particular
o un conjunto de ellos. De allí es posible distinguir entre dos clases de sucesores:
herederos y legatarios.

Clases de sucesores.

1. Herederos. Heredero es la persona llamada por ley o por testamento y continúa, en


la esfera patrimonial, la misma posición jurídica del causante.
a. Según el contenido de la sucesión:
 Heredero universal. A quien se transmite la universalidad de la herencia y sucede al
causante con vocación a todos los bienes de la herencia.
 Heredero de cuota. A quien se le transmite una fracción de la herencia, y no tienen
vocación a todos los bienes de la herencia.
b. Según el llamamiento o vocación sucesoria:
 Herederos legítimos. Son llamados a suceder por la ley, que presume el afecto del
causante hacia las personas con las cuales mantiene vínculos más cercados y llama a
suceder a ciertos parientes y al cónyuge. El CCyC optó por mantener el criterio de
no reconocer vocación sucesoria a los miembros de una unión convivencia ni a
ninguna clase de convivientes. Pero aquellos herederos llamados por ley, a su vez es
posible distinguir si se les garantiza o no recibir alguna porción de la herencia, a
saber: 1) Herederos legitimarios o forzosos: aquellos llamados por ley que no
pueden ser privados ni siquiera por el causante de una porción de la herencia,
denominada legítima, salvo por alguna causa excepcional prevista por la propia ley.
Se trata de los descendientes, ascendientes y el cónyuge; 2) Herederos legítimos no
legitimarios: son aquellos llamados por ley pero su vocación es siempre supletoria,
ya que concurren a la herencia solo a falta de herederos forzosos o de herederos
testamentarios. Son los parientes colaterales hasta le cuarto grado;
 Herederos testamentarios: son llamados a suceder por el causante en un testamento,
mediante una disposición testamentaria. Es la disposición testamentaria por la cual
el causante llama a una persona para sucederlo en la universalidad de sus bienes o
en una parte alícuota de ellos, con vocación eventual al todo.
2. Legatarios. El legatario es el sucesor del causante que recibe un bien particular o
un conjunto de ellos, por voluntad del causante establecida en una disposición
testamentaria. Se trata, entonces, de un sucesor llamado por el causante, pero a
diferencia de los herederos testamentarios, recibe uno o varios bienes determinados,
esto es, un sucesor particular. El legatario no es heredero y como tercero “debe
pedir la entrega del legado al heredero, al albacea o al administrador aunque la
tenga en su poder por cualquier título”. Y le será entregado el bien legado una vez
pagados los acreedores y siempre que no afecte la porción disponible en un orden
determinado por ley. El CCyC establece cuales pueden ser los distintos contenidos
que configuran el objeto de un legado: a) Cosa cierta y determinada; b) Cosa
gravada; c) Inmueble; d) De género; e) Con determinación del lugar; f) De crédito y
de liberación; al acreedor, de cosa ajena, de un bien en condominio, de alimentos, y
de pago periódico.

Derechos del Estado sobre los bienes sin dueño.

El CCyC simplifica la regulación de este supuesto: Herencia vacante: “Si el derecho


aplicable a la sucesión, en el caso de ausencia de herederos, no atribuye a la sucesión al
Estado del lugar de situación de los bienes, los bienes relictos ubicados en la Argentina,
pasan a ser propiedad del Estado argentino, de la CABA o de la provincia donde estén
ubicados”. Ante el pedido de cualquier interesado o MP, se debe declarar vacante la
herencia si no hay herederos aceptantes ni el causante ha distribuido la totalidad de los
bienes mediante legados. Se debe designar un curador a los bienes e inscribir la declaración
de vacancia en los registros respectivos. Concluida la liquidación, el juez debe ordenar la
entrega de los bienes al Estado que corresponda. Si posteriormente alguien reclamara
derechos hereditarios sobre aquellos bienes, debe promover la acción de petición de
herencia y, eventualmente, tomar los bienes como se encuentren y se reputa al Estado como
poseedor de buena fe.

Contenido de la sucesión.

1. Precisiones terminológicas.

El CCyC ha regulado, dentro de los derechos reales, al patrimonio como un atributo de la


persona, siguiendo una extensa y consolidada tradición histórica. La regla se basa en una
relación directa entre el sujeto individual y los bienes, así como una vinculación relevante
entre estos últimos y su valor económico, mientras que, excepcionalmente, se da un luagr a
los bienes de dominio público. Las personas son titulares de los derechos individuales sobre
los bienes que integran su patrimonio.

2. Contenido de la herencia.

La herencia comprende todos los derechos y obligaciones del causante que no se extinguen
por su fallecimiento. Por lo tanto, resulta necesario precisar cuáles son los supuestos en los
cuales se produce tal extinción.

 Derechos y actos personalísimos. Son derechos que se extinguen con la muerte, no


transmisibles, pero debemos considerar ciertas particularidades. Por ejemplo,
respecto al derecho a la imagen. Como principio general, toda persona es titular del
derecho a que su imagen o voz no sea captada o reproducida sin su consentimiento.
En caso de personas fallecidas, pueden prestar el consentimiento sus herederos o el
designado por el causante en una disposición de última voluntad. Si hay desacuerdo
entre herederos de un mismo grado, resuelve el juez. Pasados 20 años desde la
muerte, la reproducción no ofensiva es libre. También el ejercicio del cargo de tutor
o curados es personal y se extingue por su muerte, pero la obligación de rendir
cuentas, se transmite a sus herederos.
 Derechos y deberes de carácter patrimonial. Respecto a los efectos de los contratos
establece la siguiente regla: el contrato solo tiene efecto entre las partes
contratantes; no lo tiene con respecto a terceros, excepto en los casos previstos por
la ley. A su vez dispone que tales efectos se extienden, activa y pasivamente a los
sucesores universales de las partes pero con las siguientes excepciones: “ a no ser
que las obligaciones que de él nacen sean inherentes a la persona, o que la
transmisión no sea compatible con la naturaleza de la obligación, o que esté
prohibida por una cláusula del contrato o la ley”. En relación con los derechos
reales, en principio, son los derechos típicamente transmisibles por causa de
muerte. Pero también hay disposiciones legales que imponen la intransmisibilidad
de algunos derechos reales, como el usufructo; el uso y el derecho de habitación; la
servidumbre personal, puesto que han sido establecidos teniendo en cuenta las
necesidades personales de su titular y, por lo tanto, se extinguen con su
fallecimiento. Luego, algunos derechos y obligaciones vinculados al llamamiento
hereditario son transmisibles por disposición legal, como ejercer el derecho de
opción de aceptar o renunciar a la herencia, responder por las cargas de la herencia,
pagar legados, asegurar la conservación de los bienes y confeccionar inventario. Por
último, algunos derechos y obligaciones de contenido patrimonial nacen como
consecuencia de la muerte del causante y en beneficio de sus herederos, pero no
integran la herencia ya que le corresponde a los herederos en calidad de
beneficiarios: a) derecho a pensiones; b) seguro de vida; c) indemnizaciones por
accidentes de trabajo; d) derecho real de habitación del cónyuge supérstite y del
conviviente; e) indemnización por daño no patrimonial provocado a algunos
familiares por la muerte derivada de un hecho ilícito contra el causante.

El principio de la unidad de la transmisión en las sucesiones intestadas.

En las sucesiones intestadas no se atiende a la naturaleza ni al origen de los bienes que


componen la herencia, excepto disposiciones en contrario.

a. Bienes comprendidos en el régimen patrimonial matrimonial de comunidad en los


bienes. La composición del acervo hereditario de un causante casado dependerá de
cuál fuera el régimen económico adoptado por los cónyuges. Si se trató del régimen
de comunidad, el cónyuge supérstite recibe la mitad de los bienes gananciales a
título propio, y la otra mitad de gananciales la reciben los herederos. El CCyC
establece que si el cónyuge supérstite concurre con descendientes, no recibe nada de
los gananciales que le correspondan al cónyuge fallecido. Si el cambio adoptan el
régimen de separación de bienes, no corresponde distinción alguna respecto a los
bienes, simplemente porque no se dividen los bienes entre propios y gananciales.
b. Sucesión de los ascendientes en caso de adopción. En la adopción simple, ni los
adoptantes heredan los bienes que el adoptado haya recibido a título gratuito de su
familia de origen, ni esta hereda los bienes que el adoptado haya recibido a título
gratuito de su familia de adopción. Estas exclusiones no operan si, en consecuencia,
quedan bienes vacantes. En los demás bienes, los adoptantes excluyen a los padres
de origen.

Transmisión hereditaria. Producida la muerte del causante, se producen dos efectos: la


apertura de la sucesión y la transmisión de su herencia. ¿A quienes? A aquellas personas
que la ley o el testamento llama a suceder. ¿Qué es lo que se transmite? La herencia.

1. Apertura de la sucesión. La muerte del causante es el hecho jurídico que da lugar a


la transmisión: se abre así la sucesión. La apertura de la sucesión a la que nos
referimos se relaciona con la transmisión de derechos que se produce por la muerte;
en cambio, la apertura del proceso judicial sucesorio es la iniciación del trámite
judicial, que es el procedimiento previsto para formalizar la trasmisión ya operada,
que debe ser realizada necesariamente en sede judicial y culmina con la partición y
adjudicación de los bienes en forma individual. Se establecen tres principios
generales de gran importancia para la interpretación y aplicación del derecho
sucesorio. Ellos son: que la muerte determina la apertura de la sucesión, que el
fallecimiento produce la transmisión inmediata de los bienes de la persona fallecida
a sus sucesores y que se transmite la totalidad del patrimonio excepto los derechos
intuito personae. Si la sucesión tiene lugar entre ascendientes, descendientes y
cónyuge, el heredero queda investido de su calidad de tal desde el día de la muerte
del causante, sin ninguna formalidad o intervención de los jueces, aunque ignore la
apertura de la sucesión y su llamamiento a la herencia. La transmisión se produce
tanto ante la muerte real como presunta de una persona. Entonces, para que se
produzca la transmisión de derechos, debe haberse producido la muerte y
acreditado. O que se declare la presunción de fallecimiento en la forma y los casos
previstos por la ley. La declaración de fallecimiento presunto provoca una
transmisión particular, porque los herederos y legatarios reciben los bienes, e
inscriben tal transmisión en los registros correspondientes, pero con la prenotación
de que la mista se produce en virtud de una declaración de fallecimiento presunto. A
su vez, los herederos y los legatarios solo pueden enajenar o gravar los bienes si son
autorizados judicialmente.
2. Vocación sucesoria. La transmisión se produce del causante a las personas llamadas
a sucederle, es decir a los sucesores. Sabemos que este llamamiento puede ser
testamentario o legal; y también puede ser universal o particular. A este
llamamiento se lo denomina vocación sucesoria, y tratándose de herederos,
vocación hereditaria. Los herederos son llamados a heredar, pero no están obligados
a aceptar la herencia. Este derecho se denomina opción y posibilita justamente,
elegir entre aceptar o no una herencia. Obligatorio es llamar al heredero, pero no es
obligatorio aceptar ser heredero. La titularidad de la herencia se adquiere con la
aceptación.
3. Adquisición de la herencia. La transmisión se produce por causa de la muerte y en
el momento de la muerte. Se trata de una atribución de las titularidades
patrimoniales del causante que la ley efectúa en cabeza de sus sucesores. Ello a los
fines de evitar que esos derechos y obligaciones permanezcan sin titular. Pero, a su
vez, los herederos tienen la facultad de aceptar o renunciar a la herencia. Cabe
aclarar que la adquisición de la herencia es sobre la universalidad jurídica, dando así
origen a un estado de indivisión, y que recién cuando se opere la partición, los
herederos serán adquirentes de los bienes en forma individual.

Ley aplicable a la transmisión de derechos por muerte.

1. Sistemas legislativos: de la unidad y de la pluralidad.

La sucesión mortis causa importa la transmisión de todo o parte del patrimonio del
causante, sin consideración a su contenido especial ni a los objetos de esos derechos.
Cuando el causante es titular de bienes en más de un territorio, se presenta el problema de
cuál es la ley aplicable a la trasmisión sucesoria.
 Sistema de unidad sucesoria. Una sola ley debe regir el derecho sucesorio,
independientemente de donde se encuentren situados los bienes. Esta ley podrá ser
la del último domicilio del causante o la de su nacionalidad.
 Sistema de pluralidad. Se rige la transmisión sucesoria por la ley del lugar de
situación de los bienes del causante. Habrá tantos juicios sucesorios como bienes
existentes en distintos países.
 Sistema mixto. Este sistema distingue los bienes inmuebles de los muebles. Los
primeros son regidos por la ley de su ubicación; y a los muebles se les aplica la ley
del domicilio o la de nacionalidad del causante.

El CCyC establece: “La sucesión por causa de muerte se rige por el derecho del domicilio
del causante al tiempo de su fallecimiento. Respecto de los bienes inmuebles situados en el
país, se aplica el derecho argentino”. Se adscribe entonces a un sistema mixto.

La competencia judicial en el proceso sucesorio.


La competencia para entender en el juicio sucesorio corresponde al juez del lugar del
último domicilio del causante. El mismo juez conoce de las acciones de petición de
herencia, nulidad de testamento, de los demás litigios que tienen lugar con motivo de la
administración y liquidación de la herencia, de la ejecución de las disposiciones
testamentarias, del mantenimiento de la indivisión de las operaciones de partición, de la
garantía de los lotes entre los copartícipes y de la reforma y nulidad de la partición. Si el
causante deja sólo un heredero, las acciones personales de los acreedores del causante
pueden dirigirse, a su opción, ante el juez del último domicilio del causanete o ante el que
corresponde al domicilio del heredero único.
1. Principio general.

En primer lugar, se sienta el principio general respecto a qué juez es competente para
entender en el juicio sucesorio: el del lugar del último domicilio del causante. Para los
casos que involucren a extranjeros, son competentes para entender en la sucesión por causa
de muerte, los jueces del último domicilio del causante o los del lugar de situación de los
bienes inmuebles del causante situados en el país, se abrirá una sucesión del causante ante
el juez del lugar de ubicación del inmueble y se aplicará la ley argentina respecto a la
transmisión sucesoria de dicho inmueble. Esta solución fue aplicada en un fallo que incluso
antes de su entrada en vigencia cita al art. 2643 CCyC. En efecto, la Cámara de Apelación
en lo Civil y Comercial de Junín, en la causa “Nardi, Juan Carlos s/ Sucesión” (2014), ante
el recurso interpuesto por la cónyuge y la hija del causante contra el decisorio del juez que
declara su incompetencia en base a que el último domicilio del causante se encontraba en
Brasil. Con respecto a los bienes muebles, es claro que es competente el juez del último
domicilio del causante, en todos los casos.

2. Heredero único.

Si el causante deja solo un heredero, las acciones personales de los acreedores del causante
pueden dirigirse, a su opción, ante el juez del último domicilio del causante o ante el que
corresponde al domicilio del heredero único.

3. Fuero de atracción.

El fuero de atracción es una cualidad inherente a los procesos universales, es decir aquellos
que versan sobre la totalidad del patrimonio, con miras a su liquidación y distribución. En
virtud de tal atracción, el juez interviniente en el proceso sucesorio tiene también
competencia con respecto a aquellas cuestiones litigiosas planteadas o a plantearse, en las
que se afecte o pueda afectarse el caudal común. El fuero de atracción comienza desde el
inicio del proceso sucesorio. Se mantiene durante el estado de indivisión y se extingue con
la partición y su correspondiente inscripción en los Registros respectivos.

CAPÍTULO 2. VOCACIÓN sucesoria

En el CCyC se reconoce la capacidad de derecho a todas las personas y se organiza un


sistema de reconocimiento de ejercicio de derechos basado en ciertas restricciones
derivadas de diversas situaciones fáctico- jurídicas, siempre desde una óptica de derechos
humanos, en la cual la regla es la capacidad incluso de ejercicio, pero con apoyos o
acompañamientos en aquellos casos que lo requieran y, eventualmente y de manera
excepcional, otorgando representación. Por lo tanto, para ser sujeto pasivo de la transmisión
hereditaria se requiere existir al momento de la muerte del causante (como regla) y,
además, ser titular de vocación sucesoria y que dicha vocación sucesoria no está
contrariada.

1. Personas que pueden suceder.


Ante la muerte del causante, la trasmisión opera de manera instantánea, aunque el heredero
ignorase la apertura de la sucesión y su llamamiento a la herencia. La muerte de una
persona causa la apertura de su sucesión y la transmisión de su herencia a las personas
llamadas a sucederle por el testamento o por la ley. Si el testamento dispone solo
parcialmente de los bienes, el resto de la herencia se defiere por la ley. Pueden suceder al
causante: a) las personas humanas existentes al momento de su muerte; b) las concebidas en
ese momento que nazcan con vida; c) las nacidas después de su muerte mediante técnicas
de reproducción humana asistida; d) las personas jurídicas existentes al tiempo de su
muerte y las fundaciones creadas por su testamento. Las personas por nacer pueden ser
sucesores, a pesar de no haber nacido aún. Si la persona a la cual se le reconoce vocación
hereditaria fallece, su representante legal podrá ejercer todos los derechos correspondientes
a su validad de heredero, pero con una condición: que nazca con vida.
2. Vocación sucesoria.

La vocación sucesoria se refiere al llamamiento de un sucesor a una sucesión determinada;


llamamiento que presupone necesariamente como supuesto previo la existencia de quien es
llamado. Antes de la apertura, este llamado o título a la sucesión constituye una posibilidad
que cobra eficacia jurídica solamente tras la muerte del causante. Las fuentes de la
vocación sucesoria son dos: 1) legítima o 2) testamentaria. Dentro de la primera, el
llamamiento puede ser imperativo o supletorio. Asimismo, pueden coexistir llamamientos
legales y testamentarios. El llamamiento hereditario está organizado en una sucesión de
órdenes, con determinados principios. Básicamente, se establece un grado de prelación en
el llamamiento: primero, los de primer orden (descendientes); luego, los de segundo orden
(ascendientes), y en ambos casos concurre el cónyuge, con ciertas particularidades. El
tercer grado es el de los parientes colaterales hasta cuarto grado (hermanos). Cada orden
excluye al siguiente. Asimismo, dentro de cada orden, el parienta más cercado en grado
excluye al más remoto, salvo se ejerza el derecho de representación. La vocación actual
tiene lugar cuando a una persona física o jurídica se le atribuye la universalidad de los
bienes. Por el contrario, la vocación eventual, corresponde a las posibilidades de ejercicio
del derecho de acrecer en función de la universalidad del título, que permite,
eventualmente, absorber toda la herencia. Esto es, cuando la herencia es diferida a dos o
más personas, cada una tiene vocación actual a la porción que surge de la concurrencia,
pero a su vez, posee una vocación eventual a la totalidad de la herencia en caso de que otras
personas llamadas no quieran o no puedan aceptarla. Pero la vocación sucesoria no es
suficiente, es necesario que sea eficaz. Entonces, para ser sucesor: a) quien es llamado a
suceder, debe existir al momento de la muerte; b) el llamamiento debe subsistir cuando la
sucesión sea abre y; c) que la vocación sucesoria no se encuentre contrariada, ya sea por
decisión del sucesor, por sentencia judicial o por disposición legal.

Causas de exclusión.

1. Por voluntad del sucesible. Estar llamado a su ceder no implica que se esté obligado
a suceder. El propio heredero puede manifestar de forma expresa su voluntad de no
recibir la herencia. La renuncia a la herencia contraría la vocación sucesoria y
provoca la exclusión total del llamado, por consecuente, la sucesión se difiere como
si el renunciante no hubiere existido.
2. Por sentencia judicial. La exclusión de la vocación sucesoria tiene lugar por
sentencia judicial producida por haber incurrido el heredero en causales de
indignidad.
3. Por disposición legal. La ley “fulmina” en algunos casos, la vocación sucesoria
reconocida a cónyuges o ex cónyuges. Los supuestos de divorcio, la separación de
hecho sin voluntad de unirse y el cese de la convivencia en el matrimonio resultante
de una decisión judicial constituyen situaciones que excluyen el derecho hereditario.

Causas limitativas. Existen supuestos en que la vocación hereditaria resulta contrariada en


forma parcial. Estos casos se relacionan, específicamente, con la vocación sucesoria
testamentaria. La raón que justifica estas restricciones se funda en asegurar que la voluntad
del testador sea libre de todo tipo de influencias. Tal es el caso de los tutores o curados, que
no peuden recibir por testamento de sus pupulos si estos mueren durante la tutela o curatela,
o bien, si esta cesó, hasta que las cuentas definitivas de la administración resulten
aprobadas. Las disposiciones testamentarias a avor de personas que no peuden suceder por
testamento son de ningún valor, aun cuando se hagan a nombre de personas interpuestas.

Indignidad.

La vocación hereditaria proveniente del llamamiento legal responde a la presunción de la


existencia de un vínculo basado en el afecto, la solidaridad y la consideración entre el
causante y el heredero. Si la conducta de este lo hace “indigno” de tal vocación, la
legislación ofrece la posibilidad de lograr su exclusión, porque justamente se contraria tal
vocación. Las conductas del heredero son hechos propios que lo colocan en una
incompatibilidad moral con el causante y provocan su exclusión. Se define la indignidad
como la “sanción operada por medio de sentencia judicial y a petición de los legitimados
activamente, en virtud de la cual se produce la caducidad de la vocación sucesoria y hace
que el declarado indigno sea excluido de la sucesión”. Puede ser decretada tanto respecto
de un heredero como de un legatario. En efecto, el posible indigno recibe la herencia y
puede mantenerla mientras nadie demanda su declaración de indignidad y no se dicte
sentencia, y aun en caso de que se promueve una demanda, si ha mediado perdón o
posesión de la herencia por más de 3 años, la misma queda purgada. Si, en cambio, por
sentencia judicial, se declara la indignidad, el heredero pierde la vocación hereditaria, pero
solo respecto al llamamiento de esa herencia en particular y no de otras. La exclusión del
indigno solo puede ser demandada después de abierta la sucesión a instancia de quien
pretende los derechos atribuidos al indigno. También puede oponerla como excepción el
demandado por reducción, colación o petición de herencia. En definitiva, la indignidad
debe ser decretada por sentencia judicial, no se aplica de oficio y solo procede por
demanda de quienes se encuentran legitimados.

El fundamento de la indignidad no debe buscarse en una razón de orden público, sino que
está referida a una interpretación de la presunta voluntad del causante como contracara de
la presunción de relación afectiva que sostiene el reconocimiento de vocación sucesoria.

Causales de indignidad. El CCyC establece cuáles son las causales por las cuales se puede
declarar indigna a una persona. Hay que tener en cuenta que la indignidad es una sanción, y
que por ello no cabe una interpretación analógica que permita extender la indignidad a otros
supuestos, aparte de los taxativamente enumerados en la ley. Las causas incluidas por el
legislador no siempre implican hechos positivos realizados por el indigno, sino que a veces
consisten en omisiones o abstenciones.

 Delito doloso contra la persona y derechos del causante y sus familiares. El


heredero o legatario debe haber sido autor directo, coautor, cómplice o partícipe de
delito doloso, incluyéndose no solo al que cooperó con su realización, sino a todos
los partícipes secundarios. Asimismo, se establece en forma expresa que no es
necesaria la condena penal, sino que basta la prueba de que al indigno le sea
imputable el hecho lesivo. La causa de indignidad no se cubre por la extinción de la
acción penal ni por la de la pena.
 Maltrato grave al causante. Ofensa a su memoria. Esta causal de indignidad no
estaba incluida en la regulación anterior. Será cuestión de interpretación judicial,
pues una adecuada técnica legislativa requiere evitar la casuística legal, pero la
amplitud plasmada en el texto legal admite cualquier tipo de ofensa o maltrato que
se haga al causante o su memoria, cuya gravedad queda librada a la apreciación
judicial.
 Acusación o denuncia contra el causante por delito grave. Los que hayan acusado o
denunciado al causante por un delito penado con prisión o reclusión, excepto que la
víctima del delito sea el acusador, su cónyuge o conviviente, su descendiente,
ascendiente o hermano, o haya obrado en cumplimiento de un deber legal. Basta la
denuncia formal ante autoridad competente y que origine la iniciación del proceso
penal, aunque careciera de fundamento, fuera improcedente o se desestimara.
Cuando la víctima del delito denunciado hubiese sido el propio heredero o una
persona vinculada a este por un grado de parentesco más cercado que el que lo unía
con el causante, no se configura la causal de indignidad, ya que se trata del ejercicio
regular de un derecho.
 Omisión de denuncia de la muerte dolosa del causante. Los que omiten la denuncia
de la muerte dolosa del causante, dentro de 1 mes de ocurrida, excepto que antes de
este término la justicia proceda en razón de otra denuncia o de oficio. Esta causa de
indignidad no alcanza a las personas incapaces ni con capacidad restringida, ni a los
descendientes, ascendientes, cónyuge y hermanos del homicida o de su cómplice.
 Falta de suministro de alimentos o abandono del causante con capacidad restringida.
Los parientes o el cónyuge que no hayan suministrado al causante los alimentos
debidos, o no lo hayan recogido en establecimiento adecuado si no podía valerse por
sí mismo.
 Falta de reconocimiento durante la minoría de edad de hijo extramatrimonial. El
CCyC declara indigno de suceder al padre extramatrimonial que no haya reconocido
voluntariamente al causante durante su menor edad. La sanción se impone por el
incumplimiento del deber jurídico de reconocimiento filial.
 Privación de la responsabilidad parental. Son indignos el padre o la madre del
causante que haya sido privado de la responsabilidad parental por: a) ser condenado
como autor, coautor, instigador o cómplice de un delito doloso contra la persona o
los bienes del hijo de que se trata; b) abandono del hijo, dejándolo en un total estado
de desprotección, aun cuando quede bajo el cuidado del otro progenitor o a la
guarda de un tercero; c) poner en peligro la seguridad, la salud física o psíquica del
hijo; d) haberse declarado el estado de adoptabilidad del hijo.
 Obstaculizar la libre expresión testamentaria. Los que hayan inducido o coartado la
voluntad del causante para que otorgue testamento o deje de hacerlo, o lo
modifique, así como los que falsifiquen, alteren, sustraigan, oculten o sustituyan el
testamento.
 Los que incurran en causales de ingratitud que permitan revocar las donaciones. Se
refiere a aquellas establecidas en el art. 1571 del CCyC que dispone que las
donaciones pueden ser revocadas por ingratitud del donatario en los siguientes
casos: a) si el donatario atenta contra la vida o la persona del donante, su cónyuge,
sus ascendientes o descendientes; b) si injuria gravemente a las mismas personas o
las afecta en su honor; c) si las priva injustamente de bienes que integran su
patrimonio; d) si rehúsa alimentos al donante.

Momento en que deben configurarse los hechos. En principio, los hechos configurativos de
las causales de indignidad deben existir al tiempo de la muerte del causante. Sin embargo,
algunos hechos pueden producirse con posterioridad a la muerte, por ejemplo, la
sustracción del testamento, o solo luego de la muerte, como la falta de denuncia de la
muerte violenta del causante.
Acción de indignidad.

La indignidad no opera de pleno derecho y requiere un pronunciamiento dictado por el juez


civil de la sucesión del último domicilio del difunto. Lógicamente, debe iniciarse luego de
la apertura de la sucesión, es decir, de la muerte del causante. Hay que tener en cuenta que
mientras no sea declarada la indignidad, el posible indigno ostenta la calidad de heredero y,
como tal, puede realizar válidamente actos de disposición sobre los bienes hereditarios. El
actor de la acción de indignidad puede reclamar la adopción de medidas cautelar tendientes
a impedir la realización de actos que puedan menguar los bienes de la herencia. La
sentencia que hace lugar a la declaración de indignidad provoca la exclusión del
demandado de la sucesión del causante. El accionante acrece su porción hereditaria si
concurre con el indigno, o recibe la totalidad de la herencia si lo desplaza.

1. Legitimación activa. Se reconoce a quien pretende los derechos atribuidos al


indigno. También funciona a modo de excepción y se la reconoce a quien sea
demandado por reducción, colación o petición de herencia, para contrariar la
vocación hereditaria de quien ejerce tales acciones.
2. Legitimación pasiva. La acción puede ser dirigida contra los sucesores a título
gratuito del indigno y contra sus sucesores particulares a título oneroso de mala fe.
Se considera de mala fe a quien conoce la existencia de la causa de indignidad.

Prueba. No hay limitación alguna en materia de prueba, por lo que cualquier medio puede
resultar idóneo para acreditar la existencia de la causal invocada.

Efectos.

1. Respecto del indigno. Admitida judicialmente la exclusión, el indigno debe restituir


los bienes recibidos, aplicándose lo dispuesto para el poseedor de mala fe. Debe
también pagar los intereses de las sumas de dinero recibido, aunque no los haya
percibido. Los derechos y obligaciones entre el indigno y el causante renacen, así
como las garantías que los aseguraban. Respecto de las mejoras de los bienes
recibidos, aquellas de mero mantenimiento no son indemnizables. Solo podrá
reclamar el pago de las mejoras útiles paro hasta el mayor valor adquirido por la
cosa mediante tales mejoras. Si el indigno enajenó bienes hereditarios está obligado
a indemnizar al heredero que lo sustituye por los daños y los perjuicios que le
ocasionó.
2. Respecto de los descendientes del declarado indigno. Los hijos del indigno vienen a
la sucesión por derecho de representación, ocupando el lugar del indigno. Se trata
de una representación sui generis pues puede tener lugar en vida del representado.
3. Respecto de terceros. Aquellos derechos que los terceros hubieran recibido del
indigno son válidos, aun las donaciones. El indigno es responsable frente al que
ocupe su lugar por los daños y perjuicios ocasionados, desde el momento en que se
ha demandado la declaración de indignidad.

Perdón de la indignidad. El perdón del causante hace cesar la indignidad. El testamento en


que se beneficia al indigno, posterior a los hechos de indignidad, comporta el perdón,
excepto que se pruebe el desconocimiento de tales hechos por el testador. El perdón debe
ser instrumentado necesariamente en un testamento de fecha posterior a los hechos
configurativos de las causales de indignidad. Puede ser expreso o tácito. En el primer caso,
el perdón surge en forma expresa en alguna disposición testamentaria. Por su parte, es
tácito en el supuesto que instituya heredero o legatario a quien ha incurrido en alguna
causal de indignidad.

Caducidad de la acción de indignidad. Caduca el derecho de excluir al heredero indigno por


el transcurso de tres años desde la apertura de la sucesión y al legatario indigno por igual
plazo desde la entrega del legado. Sin embargo, el demandado por el indigno por reducción,
colación o petición de herencia, puede invocar la indignidad en todo tiempo.

CAPÍTULO 10. SUCESIÓN INTESTADA.

La sucesión ab intestato es aquella diferida por la ley, sin intervención de la voluntad del
causante expresada en un testamento válida. En otras palabras, el llamamiento a la sucesión
o la vocación hereditaria está determinado por la ley. Ahora bien, el término latino ab
intestato “sin testamento”, pareciera limitar la aplicación de este tipo de sistema sucesorio
únicamente a los supuestos de ausencia de testamento, conviertiendo a la sucesión intestada
en regulación supletoria a falta de voluntad del causante expresada en un testamento válido.
Sin embargo, el CCyC echa por tierra esta interpretación pues, a diferencia de la máxima
romana que determina que no se puede morir mitad testado y mitad intestado, nuestro
sistema sucesorio admite la posibilidad de que una misma sucesión se defiera en parte
testada y en parte por ley. El CCyC se encarga de enumerar a las personadas llamadas a
suceder en forma ab intestato, a los que llama “herederos legítimos”: a) descendientes; b)
ascendientes; c) cónyuge supérstite y d) parientes colaterales hasta cuarto grado inclusive.
En ausencia de todos ellos, los bienes corresponderán al Estado nacional o provincial o a la
CABA.

La sucesión intestada y la sucesión testamentaria: distintos supuestos de aplicación.


¿Cuándo cobra virtualidad el llamamiento diferido por la ley?

a. Aplicación exclusiva.
 En ausencia de testamento.
 En caso de existencia de testamento declarado inválido o ineficaz.
b. Aplicación concurrente.
 Testamento en el cual no se instituya heredero, disponiendo únicamente
determinados legados o herederos de cuota.
c. Aplicación imperativa. La vocación legítima, o el llamamiento legal a la adquisición
dela herencia no solo suple la ausencia de testamento, sino que, cuando los
herederos o llamados por la ley gozan, además, de una vocación legitimaria, resulta
imperativo para el causante, en el sentido tradicional de que no puede excluirlos.
Tienen vocación legítima los denominados herederos forzosos o legitimarios: a)
descendientes; b) ascendientes y c) cónyuge supérstite. A estos herederos la ley les
reserva de forma imperativa una porción de la herencia –porción legítima- que el
causante no puede desentender mediante testamento. Si a la muerte del causante,
este dejase un testamento y concurriese a la sucesión al menos un heredero forzoso,
las cláusulas testamentarias que afecten su porción legítima estarán sujetas a las
pertinentes acciones de protección. La presencia de herederos forzosos reduce el
poder de disposición del causante a lo que se conoce como porción disponible.

Principios generales.
1. Orden de los llamamientos. Las sucesiones intestadas se difieren los descendientes
del causanete, a sus ascendientes, al cónyuge supérstite y a los parientes colaterales
dentro del cuarto grado inclusive, en el orden y según las reglas establecidas en el
Código. A falta de herederos, los bienes corresponden al Estado nacional, provincial
o a la CABA, según sea el lugar en que estén situados.
2. Relación de prelación dentro de cada orden. A su vez, existe otro principio que
determina que entro del orden de los descendientes, ascendientes o colaterales, el
pariente más cercado en grado excluye al más lejano.
3. Unidad de la herencia. El principio conocido como “unidad de la herencia” es aquel
que determina que en el caso de las sucesiones intestadas el llamamiento a la
adquisición de la herencia opera de modo universal, en otras palabras, al momento
de la apertura de la sucesión no existe designación de bienes ut singuli. En las
sucesiones intestadas no se atiende a la naturaleza ni al origen de los bienes que
componen la herencia, excepto disposición legal en contrario. Las disposiciones
legales que operan como excepciones son: a) cónyuge supérstite en concurrencia
con descendientes; b) adoptante en forma simple en concurrencia con familia de
origen del adoptado. En el primer supuesto, la ley determina que en caso de
concurrir a la sucesión el cónyuge supérstite con descendientes, el primero no
tendrá derecho alguno en la parte de los bienes gananciales que le corresponden al
difunto a causa de la disolución conyugal por muerte. El segundo supuesto de
excepción se aplica en el caso de la adopción simple. En este tipo adoptivo, en el
cual los lazos con la familia de origen se mantienen, el adoptante es heredero
forzoso de su hijo adoptivo, pero existen ciertos bienes que no está llamado a
heredar, aquellos que el hijo adoptivo hubiere recibido a título gratuito de su familia
biológica.
4. Derecho de representación. A diferencia de la sucesión testamentaria, donde los
herederos siempre suceden por derecho propio, en la sucesión intestada los
descendientes en línea recta y los colaterales hasta el cuarto grado están habilitados
por ley, ante determinadas circunstancias, a suceder al causante por derecho de
representación.

Herederos forzosos o legitimarios y legítimos.


La distinción entre herederos forzosos o legitimarios y herederos legítimos consiste en que
los primeros tienen un llamamiento imperativo en la sucesión del causante, aun en contra
de la voluntad de este último, en tanto, los segundos gozan de una vocación sucesoria
prevista por la ley en defecto de la voluntad del causante. De este modo, cuando a la
muerte del causante se presentan a la sucesión herederos forzosos, la aplicación de las
reglas de la sucesión intestada deviene necesaria, no pudiendo la voluntad del causante
determinar su exclusión. En cambio, ante la inexistencia de herederos forzosos y presencia
de herederos legítimos, la aplicación de las reglas de la sucesión intestada solo deviene
imperativa ante ausencia de testamento válido. “Legitimarios. Tienen una porción legítima
de la que no pueden ser privados por testamento ni por actos de disposición entre vivos a
título gratuito, los descendientes, los ascendientes y el cónyuge”. Legítimos, son los
parientes colaterales hasta el cuarto grado inclusive.

1. Descendientes. La filiación puede tener lugar por naturaleza, mediante THRA o por
adopción. La filiación por adopción plena, por naturaleza o por THRA, matrimonial
y extramatrimonial, surten los mismos efectos. Los hijos suceden a su padre por
derecho propio siendo la división por cabeza. En cambio, los nietos y demás
descendientes del causante suceden por derecho de representación siendo la división
por estirpe. Es decir, que les corresponde la misma parte de la herencia que le
hubiera correspondido a su padre o madre.
2. Ascendientes. A falta de descendientes, heredan los ascendientes más próximos en
grado, quienes se dividen la herencia por partes iguales. Los ascendientes son
excluidos por los descendientes y en caso de existir cónyuge supérstite, sucederán al
causante en concurrencia con aquel.
3. Cónyuge. Es un orden atípico en tanto desplaza solo a los colaterales y concurre con
los dos órdenes anteriores, descendientes y ascendientes. Respecto de la
concurrencia de descendientes y cónyuge, existe una diferencia en la regulación
según el orden de los bienes. El CCyC establece que respecto de los bienes propios
del causante, el cónyuge supérstite hereda como un hijo más. Y respecto de los
bienes gananciales, el cónyuge supérstite no tiene parte alguna en la división de
gananciales que correspondan al cónyuge prefallecido. Puede suceder también que,
ante la inexistencia de descendientes, concurran a la sucesión cónyuge con
ascendientes. En este supuesto, a diferencia del aso de descendientes y cónyuge, el
viudo concurre tanto en los bienes propios como en los bienes gananciales del
causante, correspondiéndole la mitad de ambos tipos de bienes.

Causas de exclusión del cónyuge.

 Matrimonio in extremis. La sucesión del cónyuge no tiene lugar si el causante


muere dentro de los 30 días de contraído el matrimonio a consecuencia de
enfermedad existente en el momento de la celebración, conocida por el supérstite y
de desenlace fatal previsible, excepto que el matrimonio sea precedido de una unión
convivencial.
 La vocación hereditaria y la separación de hecho. El divorcio, la separación de
hecho sin voluntad de unirse y la decisión judicial de cualquier tipo que implica
cese de la convivencia, excluyen el derecho hereditario entre cónyuges.

4. Parientes colaterales. El orden de los colaterales en la sucesión intestada está limitado


hasta el cuarto grado inclusive y opera solo de modo supletorio en tanto no son
herederos forzosos, sino herederos legítimos, no legitimarios. El orden de los
colaterales opera ante ausencia de descendientes, ascendientes y cónyuge. Asimismo, se
aplica el principio de prelación de grado dentro del orden. En la concurrencia de
hermanos de doble vínculo y hermanos de un solo vínculo en la sucesión del causante,
los segundos heredan la mitad de lo que corresponde a los primeros.

Derecho de representación.

En la sucesión intestada existen dos formas de suceder al causante, por derecho propio
o por derecho de representación. La representación es el derecho por el cual los hijos de
un grado ulterior son colocados en el grado que ocupaban su padre o madre en la
familia del difunto, a fin de suceder juntos en su lugar a la misma parte de la herencia a
la cual el padre o la madre habrán sucedido. Lo primero a considerar es que el derecho
de representación es aplicable al orden de los descendientes sin limitación. Respecto del
orden de los colaterales, el cambio, el CCyC prevé su aplicación de manera distinta.
Los colaterales de grado más próximo excluyen a los de grado ulterior, excepto el
derecho de representación de los descendientes de los hermanos, hasta el cuarto grado
en relación al causante. Por último, cabe recordar que el derecho de representación no
opera en línea ascendente.

Casos de aplicación del derecho de representación.

 Premoriencia. Es el supuesto más común de aplicación del derecho de


representación y se da cuando el representado se encuentra fallecido al momento
de la muerte del causante.
 Conmoriencia. Si dos personas fallecen en un desastre común, sin que se pueda
determinar quien falleció primero, se presume que fallecieron al mismo tiempo.
 Renuncia. Se puede representar al ascendiente que ha renunciado a la herencia
del causante.
 Indignidad.

Requisitos entre el representante y el representado.

 Representante.
a) El representante tiene que tener capacidad para suceder, siendo hábil para suceder al
causante.
b) El representante no puede haber sido declarado indigno en la sucesión de su
representado.
c) El representante puede representar a su ascendiente a pesar de haber renunciado a la
sucesión de este último.
d) El representante solo puede representar a aquellas personas que habrían sido
llamadas a la sucesión del difunto.
 Representado.
a) Tiene que estar muerto al momento de la sucesión del difunto o haber renunciado o
haber sido declarado indigno.

5. El fisco.

Ante la inexistencia de herederos, los bienes de la sucesión corresponden al fisco, no a


causa de ser un heredero del causante, sino por el dominio inminente que ejerce conforme
la fuerza imperante de su soberanía sobre su territorio. Habrá herencia vacante cuando no
exista ningún sucesor legítimo o testamentario que haya confirmado su vocación hereditaria
diferida por ley o por voluntad del causante. A pedido de cualquier interesado o del
Ministerio Público, se debe declarar vacante la herencia si no hay herederos aceptantes ni el
causante ha distribuido la totalidad de los bienes mediante legados. Al declarar la vacancia,
el juez debe designar un curador de los bienes. La declaración de vacancia se inscribe en
los registros que corresponden, por oficio judicial.

CAPÍTULO 11. LEGÍTIMA.

La legítima es un instituto del derecho sucesorio, de orden público, irrenunciable e


inviolable, mediante el cual se fija el porcentaje de la herencia que le corresponde a cada
heredero legitimario, del cual no puede ser privado ni por testamento ni por actos de
disposición entre vivos a título gratuito, salvo causal de indignidad. Es de orden público en
el sentido que las convenciones de los particulares no la pueden alterar ni afectar. El objeto
del orden público de la legítima deriva del fundamento de la imperatividad del llamamiento
legal para los herederos forzosos. Dicho fundamento surge de la tutela al interés fmailiar
que impone el deber de asistencia solidaria entre sus miembros. A su vez, es irrenunciable
la porción legítima de una sucesión aun no abierta. Este sistema integral que domina el
derecho sucesorio argentino se encuentra fuertemente protegido al disponer la
inviolabilidad de la legítima. Es inviolable porque el testador no puede imponer
condiciones ni limitaciones a la misma. La legítima resulta ser en primer lugar un lpimite
infranqueable al poder de disposición de los individuos, ya sea tanto a través de actos a
título gratuito como testamentarios.

La legítima y la porción disponible. La limitación a la disponibilidad que impone la


legítima no es absoluta. Se reserva una porción, llamada porción disponible. La porción
disponible es aquel porcentaje de la herencia que en el caso de haber legitimarios no está
alcanzado por la legítima y sus efectos protectorios; o, en otros términos, implica una parte
sobre la cual el individuo puede disponer libremente, ya sea a través de actos a título
gratuito o mediante disposiciones testamentarias. El CCyC reafirma la idea de prescribir
que toda persona humana puede disponer libremente de sus bienes para después de su
muerte, siempre y cuando sean respetadas las porciones legítimas legales. Si quieremos
conocer la cuota de libre disposición a la que hicimos referencia, debemos primeramente
hacer el cálculo de la legítima global, cálculo que se efectúa determinando el activo neto
del caudal hereditario (activo bruto restándole las deudas del causante) y sumándole las
donaciones efectuadas por el causante. Si se trata de descendientes, la legítima es de 2/3 y
si son tanto ascendientes como cónyuge supérstite será de ½. Así, la porción de libre
disposición en el primer caso será de 1/3 y para los segundos supuestos de 1/2. Hay que
tener en cuenta que en caso de concurrencia de herederos con diferente cuota de legítima, la
mayor absorbe a la menor.

Uso de la porción disponible: la mejora.

Con la porción disponible, el causante puede mejorar la posición de cualqueira de los


coherederos o beneficiar a un tercero, a través de donaciones en vida o disposiciones
testamentarias. De manera tal que si el causante efectuó donaciones con intención de
imputarlas como mejora, deberá dispensar al donatario de colacionar en el acto de la
donación o en el testamento. A su vez, el causante puede disponer, por el medio que estime
conveniente, incluso mediante un fideicomiso, además de la porción disponible, de 1/3 de
las porciones legítimas para aplicarlas como mejora estricta a descendientes o ascendientes
con discapacidad.

Transmisión de bienes a los legitimarios por actos entre vivos: presunción legal de
gratuidad y de mejora.

Si por acto entre vivos a título oneroso el causante transmite a alguno de los legitimarios la
propiedad de bienes con reserva de usufructo, uso o habitación, o con la contraprestación de
una renta vitalicia, se presume sin admitir prueba en contrario la gratuidad del acto y la
intención de mejorar al beneficiario. Sin embargo, se deben deducir del valor de lo donado
las sumas que el adquirente demuestre haber efectivamente pagado. El valor de los ienes
debe ser imputado a la porción disponible y el excedente es objeto de colación.

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