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Sadher T.F.
Capítulo 1
De pronto se escuchó: «El tren partirá a las 7:00 a.m. en punto, favor de
acercarse a la línea de seguridad». Anunció una voz varonil por medio de
un intercomunicador que se oyó en toda la estación minutos antes de la
hora señalada.
Las personas sorteadas fueron citadas desde temprano para las
pruebas de reconocimiento genético y para la implantación de un chip de
identificación.
Las familias que estaban en Origen habían sido ganadoras del pase
plateado: mediante un sorteo que realizaba cada año el gobierno de
Ciudad Beta, en colaboración con el gobierno de Ciudad Alfa. El premio
para ese año 2060 consistía en la tan codiciada ciudadanía alfiana, el
ganarla aseguraba el progreso en todos los sentidos: aire puro y
protección contra los rayos ultravioleta (UV) las veinticuatro horas del día,
agua potable en gran cantidad, una hermosa casa con todas las
comodidades de una vida de ricos; el suficiente dinero para tener todos
los alimentos deseados; ropa y comodidades propias de un estatus
superior; un vehículo equipado con la más sofisticada tecnología, en fin…
¡todo un sueño hecho realidad! Los beneficios cobraban mayor valor al
provenir de una ciudad donde no se podía aspirar plenamente a nada de
ello. Este anuncio para los ganadores, se había publicado y transmitido en
los principales medios de comunicación dos días antes. Los afortunados
debían presentarse en Origen a la hora indicada, sin ninguna pertenencia
ya que les proporcionarían todo lo necesario cuando llegasen a su nuevo
hogar; los vistieron únicamente con túnicas blancas, sin ningún tipo de
ropa interior. Previamente les habían solicitado quitarse y colocar en un
incinerador la ropa que traían al llegar; para los nuevos ciudadanos era un
simbolismo del fin de su vida pasada y el inicio de una nueva vida como
familias acaudaladas.
Por fin… después de la larga espera, se escuchó un compresor de aire
que empezaba a funcionar: era señal de que pronto se abrirían las
puertas, al hacerlo la gente entró presurosa, se empujaban tratando de
entrar primero para encontrar un buen lugar, y aunque el viaje solo
duraría media hora, todos querían experimentar la sensación de poder ir
sentados. Los lugares se llenaron con rapidez. Los que no alcanzaron
asiento tuvieron que permanecer de pie sujetándose de los pasamanos,
con el consuelo de que por lo menos estaban dentro de Pureza… el
transporte tan ansiado. Se veían muy bien luciendo ropas blancas, las
cuales portaban con orgullo.
Por fin se veía al final del túnel una luz, la cual gradualmente se
hizo cada vez más brillante, era la estación “Destino”. Al llegar, muchos
de los pasajeros se acercaron a las ventanas para poder observar a los
guardias que custodiaban el lugar, los cuales vestían de color morado. El
tren se detuvo ante una señal con focos rojos que parpadeaban. La
incertidumbre de los pasajeros por la tardanza en abrir los accesos
aumentaba con cada segundo de inmovilidad; de pronto… se escuchó un
ruido. Algo se estaba conectando al tren por la parte de abajo.
Capítulo 2
La luz entraba por una rendija en la ventana de una modesta casa situada
al Este de Ciudad Beta, iluminando el cuerpo de un joven que dormía sin
playera en una cama ubicada en el rincón de una habitación; la luz
resaltaba su piel bronceada y la ausencia anormal de pezones en sus
pectorales. Por fortuna la cúpula que protegía a la ciudad, actuaba como
la capa de ozono que protegía a la Tierra hasta antes de que su deterioro,
lo que garantizaba una vida normal durante el día, por lo que el joven
podía dormir de esa manera. Era el hogar de Isaac y su madre. La casa
contaba con un cuarto grande que servía de recámara, sala, comedor y
cocina; y un baño pequeño con un closet en su interior. A pesar de los
pocos muebles, reflejo de una vida modesta, siempre habían vivido muy
felices en ese lugar.
Ella había trabajado mucho desde que el padre de Isaac los
abandonó cuando él estaba recién nacido. La vida en la Ciudadela no era
nada fácil y menos para una madre soltera en sus condiciones. Es
precisamente por el exceso de trabajo que la madre de Isaac había
enfermado dos meses atrás; los expertos en salud dijeron que no tenía
mucho tiempo de vida ya que padecía una enfermedad incurable. Su hijo,
con todo el amor de su corazón, siempre procuró hacerla feliz. El
trabajaba muy duro para que por lo menos pudieran tener lo necesario en
casa, y para comprar aunque de manera ilegal los medicamentos que
tanto se necesitaban y que escaseaban en las unidades médicas.
Eran tiempos muy difíciles, se dice que desde 1985 se contaba con
evidencia contundente al daño en la capa de ozono que protegía
eficazmente a nuestro planeta, pero ni todos los tratados y leyes creadas
pudieron modificar el comportamiento humano en cuanto a la
contaminación. Durante el 2060 se habían registrado los niveles más altos
de radiaciones y de no ser por las cúpulas de filtración generadas por
máquinas ingeniosamente inventadas por la necesidad de sobrevivir, la
vida sería imposible, por lo menos no como se conocía. De manera
rutinaria y para dejar enfriar los generadores, desactivaban la cúpula
durante la noche y hasta antes del amanecer.
Ella nunca hablaba mal del padre de Isaac; incluso llegó a decir que
los protegía desde las alturas: por lo que él siempre supuso que había
muerto, además, a él no le gustaba hablar del asunto.
—Bebe toda el agua del vaso sin ninguna preocupación porque se acabe.
Hoy es el día de pago en la planta y con el dinero, de regreso compraré
alimentos procesados y un poco más de agua: para que puedas comer
bien. Verás que pronto te recuperarás. Te prometo que las cosas
mejorarán.
Las lágrimas corrían por las mejillas de aquella mujer mientras
escuchaba las palabras amorosas y llenas de esperanzas de su amado
hijo. Fijó su mirada en él por unos instantes.
—No hables de él como si hubiese sido una buena persona. ¿No sientes
coraje porque te abandonó con un bebé recién nacido, dejándote toda la
responsabilidad de criarlo y educarlo en un mundo tan complicado?
Su madre señaló hacia uno de los rincones de la casa, donde había
una maceta hecha con una lata vieja que su hijo había encontrado y que
con dedicación decoró.
—¡Mira! La planta que tanto has cuidado por fin tiene su primera flor, es
muy hermosa y tiene tantos colores, parece un ave en vuelo. Ahora
podrás realizar tu sueño de regalarle esa bella flor a la joven que ha
conquistado tu corazón. Si mal no recuerdo ella se llama…
—Hijo te conozco bien, aunque nunca lo has dicho, se que ella te gusta;
desde que eras niño cada vez que la veías te quedabas inmóvil sin saber
qué hacer.
—Tienes muchas cosas que ofrecer, eres muy inteligente, tanto así que
desde que tenías diez años ya sabías todo lo que enseñaban en la
preparatoria, además muy guapo, trabajador y de buenos sentimientos.
Cualquier mujer se sentiría privilegiada de contar con la compañía de un
joven tan agradable como tú y además tan noble y servicial. Son pocos los
jóvenes de 17 años que después de trabajar todo el día se toman el
tiempo para poder estudiar libros avanzados de ciencias, aun en las
condiciones en que viven.
—¡No! Lo digo porque es la verdad. Recuerda que son las cualidades y los
defectos de una persona lo que la hace ser única y especial. Si ella es para
ti te aceptará con virtudes y defectos, pero ten por seguro que cuando
Jenny reciba esa bella flor te habrás ganado su corazón. El aroma es
exquisito. A las mujeres nos gusta que tengan esta clase de detalles con
nosotras, que nos hagan sentir especiales, además si es difícil comprar
agua, mucho más lo es comprar flores consideradas actualmente como un
lujo —Con el comentario logró hacer sentir mejor a su hijo.
—Gracias madre. Haces que las cosas parezcan más fáciles de lo que son.
Me llevaré la flor y se la regalaré, la ocultaré lo mejor que pueda para que
no me la roben y teniendo cuidado de no maltratarla. Iré a su casa de
camino al trabajo, ¡estoy decidido!, le diré lo que siento por ella —Apretó
su puño cuando dijo esto último—. Tienes razón, su aroma es muy
especial y particular —confirmó cuando se acercó la flor a la nariz—. Por
alguna razón… me resulta familiar —murmuró intrigado.
—Tu padre siempre tuvo obsesión por esa rara especie de flor, cuando
naciste me trajo unas cuantas. Lo más probable es que recuerdas ese
aroma tan intenso el día que llegamos a vivir a esta casa —argumentó su
madre al notar la incertidumbre de su hijo.
—No tienes por qué disculparte, además, al ver tus pectorales me hace
pensar que en realidad así deberían estar todos los hombres ya que en
ustedes los pezones no tienen ninguna función biológica. —Comento su
amiga tratando de ver el lado científico de la situación mientras entraba.
Se dirigió hacia donde se encontraba Eva sin cruzar mirada con
Isaac a causa del incidente.
—Un poco mejor, gracias a los cuidados de mi hijo y claro también de los
tuyos. No tengo como agradecerte todo lo que haces por nosotros.
Ella, miró la flor que traía Isaac y pensó que se la iba a regalar.
—Tienes razón, pero para ser la «casi» más inteligente de la clase, no has
acertado con la persona específica. —objetó de manera sarcástica
mitigando un poco su descontento por las excelentes calificaciones de
Gaby.
—Es para una mujer hermosa, inteligente y carismática así como yo.
—Supongo que ha sufrido mucho estando en esa silla sin poder moverse.
Está así desde el accidente en la fábrica —aseguró el joven tratando de
justificar el comportamiento de su futuro suegro.
—Fue una gran tragedia, pero mejor cambiemos de tema… Por cierto,
¡qué flor tan bonita! Estoy segura de que le va a gustar, es una mujer
muy afortunada al tener tu corazón.
—Es una Impatiens psittacina, planta que produce una flor cuya
semejanza con un ave en vuelo es asombrosa. —interrumpió emocionada.
—Él realmente te gusta… ha sido así desde que eran niños —aseguró Eva
al notarlo—. No sabes cuánto me gustaría que sintiera lo mismo por ti; te
mereces a un buen hombre como esposo, ¡eres tan buena!
—Se que algún día se dará cuenta de lo que siento por él —confirmó con
la mirada llena de esperanza y mirándola a los ojos—, además, con verlo
feliz me es suficiente. No pierdo la fe de que pronto llegue a sentir algo
por mí, aunque sea un poco de amor.
El camino hacia la casa de Jenny era corto, pero a Isaac le pareció eterno;
su corazón se aceleraba con cada paso que daba. Se repetía una y otra
vez las palabras que su madre había expresado momentos atrás sobre las
cualidades que él tenía, las cuales le brindaban valor y esperanza. Por
doquier se veían personas tiradas en el suelo dominadas por el alcohol o
las drogas, también habían grupos de jóvenes pandilleros en las esquinas.
La vida en esa parte de la ciudad no era nada tranquila, a pesar de ello, y
de lo desagradable de la vista del vecindario; él solo pensaba en Jenny…
eso hacia que lo demás a su derredor no tuviese importancia.
Isaac practicaba en voz alta las palabras que diría cuando viera a
Jenny, pero no lograba gustarle ninguna ya que constantemente
cambiaba de frases. Las manos le sudaban debido a que estaba nervioso.
No había marcha atrás, ya lo había decidido, era ahora o nunca.
Como era costumbre, junto a su puerta y bajo la poca sombra que
brindaba un viejo árbol seco, se encontraba el padre de Jenny: un hombre
maduro, canoso, fuerte y de aspecto hostil. El había trabajado en la
fábrica de innovación de la Empresa Cariotipo, hasta el día del accidente,
en el cual explotó uno de los laboratorios donde él estaba laborando:
confinándolo a una silla de ruedas. Antes del accidente su situación
económica era buena, pero todo cambió, ahora tenían que sobrevivir con
la reducida ayuda del gobierno que le daban; desde entonces cada vez
que podía, se sentaba junto a la entrada de su casa, con la mirada fija en
el gran muro que circundaba a “Ciudadela”, pensando en lo injusta que
había sido la vida con él y su familia.
—Buenos días Señor, ¿se encuentra Jenny en casa? —preguntó con la voz
cortada.
—Si me permite, me gustaría darle esta flor en persona —pidió con más
ímpetu—, sé que ella se pondrá muy contenta.
Por fin logró captar la mirada del señor Andrés, el padre de Jenny,
que lentamente la dirigió a la flor que traía Isaac. Por alguna extraña
razón al verla, su mirada se llenó de rabia.
—Hola Víctor. ¿Qué tal tu día? ¿Cómo sigue tu esposa? —preguntó más
tranquilo.
—No. Nadie sabe donde están desde que esos men encapuchados, se los
llevaron en un vehículo negro, justo cuando ellos regresaban de trabajar
del centro médico. Te confieso que aún tengo la esperanza de que una
tarde al regresar del trabajo, ellos estén en mi home.
—Sé que muy pronto los verás nuevamente y podrán seguir siendo una
familia feliz como siempre lo fueron.
—Gracias bro, tus palabras me dan power —externó agitando las manos
como lo hacían los jóvenes pandilleros.
—How I wish que algún día pudiese mirarme como lo hace contigo; daría
cualquier cosa por ello.
—Siéntate por favor —El jefe leía en silencio un reporte de desempeño del
trabajo de Isaac.
—Dígame, ¿en qué puedo servirle? —preguntó sin poder aguantar más la
incertidumbre.
—Muchas gracias. Hago lo posible por cumplir con todo lo que se me pide,
en realidad necesito este empleo.
—Seré directo contigo, estás despedido: pasa con Laura de personal por
tu liquidación. Con el dinero que te darán, podrás sobrevivir unas
semanas mientras encuentras otro trabajo.
—Te veo en la tarde. Luego te cuento lo que pasó –gritó para que lo
pudiera oír.
Fue lo último que pudo decir mientras los guardias lo escoltaban
hacia la salida.
Capítulo 5
Al entrar en su casa Gaby lo recibió con un cordial saludo y sin que
ella lo esperara, Isaac le dio un abrazo y desahogó toda la frustración del
día derramando algunas lágrimas. Eva estaba dormida, así que ella le
pidió que salieran.
—Hola hijo. No sentí cuando llegaste, que gusto verte, cada vez me
cuesta más permanecer despierta —dijo su madre tosiendo fuertemente.
Al darse cuenta de que eran casi las siete de la tarde: Isaac se
despidió de forma abrupta prometiendo que limpiaría todo regresando de
su estudio. Salió corriendo rumbo a su clase de ciencias. Se detuvo frente
a una casa vieja y abandonada, los alumnos entraban por la parte de
atrás hacia el sótano. El profesor Mauricio les daba clases con ayuda de
algunos libros que había logrado rescatar de la gran purga en donde
quemaron todo tipo de escritos de estudio superior. Era un científico
retirado hacía muchos años, antes de que se prohibiera el estudio
universitario, estuvo en la última generación de estudiantes previa a la
clausura de la única universidad de la ciudad. También impartió clases en
preparatoria, fue ahí donde los jóvenes alumnos lo conocieron. El profesor
a pesar del peligro que corría si los atrapan estudiando, nunca abandonó
al grupo; ya tenía dos años dándoles clases.
—Y este reloj. ¿De quién es? ¿Por qué lo ocultabas? —bombardeó con
preguntas a su madre.
—No seas orgulloso, póntelo, tu padre prometió que este regalo mejoraría
tu vida como ni siquiera podrías imaginar. Úsalo por favor, me harías
sentir muy feliz.
Isaac tomó la llave la cual tenía un cordón que utilizó para colgarla
a su cuello. Se puso el reloj con precaución y al instante se cerró
alrededor de su muñeca izquierda. El reloj siguió sin funcionar. El joven
presionó el único botón de color rojo, situado a la derecha del aparato, al
hacerlo sintió como si algo le hubiese picado, intentó quitárselo pero no
pudo aun y cuando su madre pronunció nuevamente «Vincent»; al
moverlo un poco, vio una pequeña gota de sangre en su muñeca: a juzgar
por la herida, fue ocasionada por una aguja.
Agotados por la hora y sin poder mantener los ojos abiertos se
fueron a dormir. Él no podía creer lo del regalo inesperado de su padre,
después de todo parecía que de alguna forma se había preocupado por él.
Nadie había preparado a Isaac para lo que le sucedería esa noche.
Capítulo 6
Isaac no pudo dormir bien en toda la noche debido a que sintió dolores
muy fuertes por todo su cuerpo: tuvo mucha fiebre, sudoración y
escalofríos. Él no se había sentido tan mal en toda su vida. Se movía
inquieto de un lugar a otro en su cama. La idea de morir en su lecho pasó
por su mente, lo cual le angustiaba; el pensar que dejaría sola a su madre
tan enferma le preocupaba en sumo grado, más que su propio bienestar.
En su fe el imploraba a Dios que lo que sentía pudiera mitigarse y
desaparecer. A pesar de ser un hombre de ciencia se le habían inculcado
principios religiosos. Muchas veces le preguntaba a su madre sobre el
origen del hombre o de la Tierra y cómo las evidencias científicas eran
compatibles con la religión, su madre siempre le contestaba: «un hombre
muy sabio dijo una vez: “Mi mente limitada solo alcanza a comprender
algunas cosas, lo que no entiendo lo acepto por fe, con la confianza de
que pronto me será revelado”». Él confiaba en esas palabras.
—Tranquila, gracias por preocuparte pero estoy bien, sólo un poco débil:
debe ser porque llevo muchas horas sin comer, pasé muy mala noche.
Tuve mucha fiebre y malestar en todo mi cuerpo, fue por eso que no
podía despertarme.
—Nos tenías muy preocupadas ya que nunca duermes tanto —se escuchó
la voz de su madre desde su cama—, si ya te sientes mejor que te parece
si te das un baño y te preparas para una sorpresa, Gaby preparó algo
especial para ti.
—Ni creas que sin bañarte te daré el abrazo de feliz cumpleaños, porque
ahorita parece como si hubieras llegado de correr, tu playera está toda
sudada. Por cierto no me has presumido tu reloj nuevo, ¡está muy bonito!
—Fijándose en el regalo que había recibido su amigo y que traía puesto en
su muñeca.
—No solo se ve… ¡está delicioso! —replicó Gaby sirviendo una buena
porción en un plato, acompañándolas con leguminosas que había
preparado—. De tomar conseguí tu bebida favorita «Agua filtrada en
cantera» —anunció su amiga.
—No sabía que ibas al gimnasio; veo que esas rutinas han dado resultado.
En esos momentos de felicidad, todos los malos ratos del día
anterior se habían disipado en la mente del joven. Al terminar de comer y
ya en la sobremesa, Isaac puso a prueba los conocimientos de su amiga.
—Como me imagino que ya sabes por ser el alumno casi más inteligente
de la clase —le restregó el hecho en la cara—, las células musculares
después de formadas no se reproducen; esto debido a que una proteína
llamada miostatina impide este proceso, regulando así el crecimiento de la
masa muscular por este medio. La otra forma es mediante el ejercicio
pero lo único que este hace es que las células ya existentes aumenten de
tamaño; ese proceso es lento ya que hay que darles nutrientes a las
células y el estímulo debe ser constante para lograrlo. Aunque… hay
casos registrados de niños que nacieron con una mutación que afecta a la
miostatina ocasionando que su masa muscular aumentara por
reproducción de sus células; como consecuencias son niños súper fuertes.
Todavía no se saben las repercusiones que esta mutación pueda traer, ya
que como sabemos, el corazón también es un músculo el cual no debe
crecer fuera de lo normal; si se pudiera afectar a la miostatina para que
regulara sólo ciertas regiones, podría lograrse lo que tú dices.
—Qué bueno que llegas. Siéntate, tienes que saborear los deliciosos
chinchuletes que preparó Gaby.
Esa tarde fue muy especial para Isaac. El estar al lado de las
personas que amaba compartiendo los alimentos y un momento agradable
no tenía precio. Ni la mala racha de Isaac, ni el dolor del secuestro de los
padres de Samuel, ni el tener que aguantar a un padrastro y una madre
indiferente como los de Gaby, ni la enfermedad que asechaba el cuerpo de
Eva, arruinaron ni por un segundo la felicidad que ellos disfrutaron en esa
tarde.
—Sé que no supera al reloj de tu padre, pero te hice a mano este collar de
cuero sintético de color negro, con un una pequeña roca muy bonita que
de niña encontré y que aún conservaba, en la cual tallé la inicial de tu
nombre —destacó Gaby colocándole el collar a su amigo.
Samuel le dio una navaja de color rojo que contenía muchas
herramientas muy útiles, estaba en un estuche negro.
—Veo que te has levantado muy temprano, y que estás muy contento. Me
da mucho gusto verte así.
Por fin un médico salió y pidió hablar con ellos. Él les informó que
Eva estaba muy grave que ya no podían hacer nada, los dejarían pasar a
verla para que se despidieran de ella. Les comentó que no se explicaban
cómo continuaba aún con vida, después de los múltiples infartos que
había sufrido su corazón durante esa hora. Los dos se apresuraron a
entrar en la habitación donde estaba la paciente, al ver su rostro pálido y
los múltiples aparatos colocados por todo su cuerpo, hizo que ya no se
pudieran aguantar más; sus lágrimas brotaron sin restricción alguna.
Con dificultad Eva abrió sus ojos y una ligera sonrisa apareció en
su rostro.
Isaac sintió que ese presagio era certero y que la preocupación que
externó su madre era la única causa de no poder abandonar este mundo
en paz. Reunió el valor necesario para hablarle y consolarla.
—Yo estaré bien no te preocupes por mí, gracias por ser la mejor madre
del mundo por todos estos años. Nunca te olvidaré, siempre estarás
guiando mi corazón donde quiera que te encuentres, se que irás a un
lugar donde podrás descansar de este mundo de sufrimiento y dolor. Te
amo madre y ni la muerte podrá romper ese lazo eterno.
Fue lo último que dijo una madre amorosa hacia sus seres
queridos. Las máquinas que monitoreaban sus signos vitales indicaron que
su corazón se había detenido y que ella había fallecido. Llegó el personal
médico, pero ya no había nada que hacer. Isaac abrazó a Gaby y ambos
lloraron desconsolados. Los médicos les dijeron que debido al estado de
los órganos de Eva tendrían que cremarla lo más rápido posible. Isaac les
agradeció por haber hecho todo lo que estuvo en sus manos por ayudar a
su madre y les aseguró que lo harían esa misma tarde.
En ese triste lugar sólo estaban ellos tres, nadie más había asistido; era
costumbre en Ciudadela que los seres queridos se reunían en el
crematorio y se hacía una especie de ceremonia que culminaba cuando
uno de los familiares encendía el interruptor de la cremación. Encima de
una plancha metálica reposaba el cuerpo de Eva, en su pecho había dos
flores blancas que los amigos de Isaac habían comprado. La puerta del
incinerador permanecía abierta para que los familiares se despidieran del
difunto.
—Brother, por favor acepta este dinero son todos nuestros ahorros, con el
podrás pagar lo de la cremación de nuestra madre. No aceptaremos una
negativa, recuerda que estamos contigo y que somos your family.
Isaac con suma humildad y agradecido por ello, lo tomó y los
abrazó con lágrimas corriendo por sus mejillas.
—De todos modos no tenía ganas de ir, mi padre se enojó pero eso no
importa en estos momentos. Samuel me contó lo sucedido y sin pensarlo
me alisté para venir a ver como estabas. Sé que ya son varios años de no
vernos, pero te confieso que cada vez que puedo y veo a Samuel le
pregunto por ti. Discúlpame por no haber estado contigo en todos los
momentos difíciles que has pasado.
Al notar los celos de Gaby y sabiendo que lo que dijo era verdad,
Jenny se apenó.
—Me complace ver que tienes grandes amigos a tu lado, debes atesorar
eso profundamente.
El camino de regreso a casa fue muy triste, al llegar esa noche,
Samuel se ofreció a quedarse con su amigo para no dejarlo, pero él
prefirió quedarse solo, tenía muchas cosas que aclarar en su mente y
necesitaba un poco de soledad. Respetando su petición, Samuel y Gaby se
fueron juntos. Jenny se quedó unos minutos más. Sacando una caja
pequeña de su bolso, se la entregó en las manos a su amigo.
Muchas cosas sin asimilar rondaban por la mente del joven. Por fin
sin darse cuenta dominado por el agotamiento emocional y físico que
sentía, se quedó dormido sobre su cama.
Capítulo 8
Al otro día mientras Isaac guardaba las cosas de su madre en una caja de
cartón, en el reloj apareció un mensaje con letras de color rojo que decía:
«Banco Ciudadela, caja de seguridad seis; lleva la llave».
—No, estaba esperando a que por lo menos llegará alguien más, pero ya
que estas aquí pediré una bebida caliente con una deliciosa dona.
—¡Claro que sí! Es una brújula preciosa, pero debió costarte mucho
dinero.
—Esa brújula no es nueva, de hecho, el día que nos vimos por última vez
hace tres años estaba próximo tu cumpleaños, te la había comprado de
regalo en esa ocasión sin saber que tendría que esperar un tiempo más
prolongado para dártela.
—¿Por qué te alejaste de mi? Siempre he pensado que tal vez hice algo
que te había molestado u ofendido de alguna manera.
—No hiciste nada malo, y mucho menos me ofendiste. Hace tres años
cuando regresaba a casa de la escuela, mi padre me esperaba en la
entrada, tenía mi diario en sus manos y una mirada de odio y coraje. Mi
primera reacción al ver mi diario fue el de reclamarle por haberlo tomado
y leído sin permiso. El no me escuchó, sólo me preguntó en un tono
agresivo que si yo estaba enamorada de ti, él había leído en mi diario lo
entusiasmada que estaba contigo y de cómo rogaba por que algún día te
animaras a declararme tu amor. Le contesté que sí, que mi corazón te
pertenecía y que si tú me lo pedías estaría dispuesta a irme contigo a
donde me llevaras, lo dejaría todo por ti. Por primera vez en mi vida sentí
mucho miedo al escuchar a mi padre prohibirme verte de nuevo, ya que
de lo contrario el te mataría, que prefería verme sumida en la tristeza que
permitir que su hija se fuera con el hijo de su peor enemigo. La sinceridad
de sus palabras y temiendo por tu seguridad me hizo prometerle ese día
que no volvería a verte, me he tenido que conformar con saber de ti por
medio de Samuel, así que en cierta forma nunca deje de tener contacto
con tu vida.
—Y... ¿Aún sientes eso por mí, todavía sigues enamorada de mi como lo
estoy de ti?
—¿Cómo puedes vivir con alguien así? Yo no podría vivir con alguien que
me tratara como su sirvienta y que nunca esté al tanto de lo que hago o
que no muestre el mínimo interés por mí. —argumentó Jenny tratando de
hacer conversación en ella.
—Vemos que traes mucha hambre. ¿Qué pasó? ¿Te dieron el día libre?
—preguntó Gaby intrigada.
—De hecho, les informo que acabo de renunciar a my job esta mañana. Ya
me canse de que todos los días me exploten, ¿qué futuro puedo tener en
esa compañía? y además, no podía dejar las cosas así nada más, antes de
irme y ya con mi dinero de la liquidación asegurado fui a despedirme del
jefe y le deje un pequeño recuerdo nada grave de que preocuparse, solo
le decoré de morado su ojo derecho.
—Siempre tan optimistas, verán que pronto surgirá algo para los dos.
—afirmó Jenny dándoles ánimo.
Los cuatro escucharon el aviso sin perder detalle al igual que todos
en la ciudad.
—Mejor qué les parece mi idea, vamos al viejo proyector de cine y luego
regresamos para ver juntos los resultados. —opinó Isaac emocionado.
—Me parece muy bien, de todos modos, mi padre piensa que estoy
recogiendo unos documentos en la escuela. –informó orgullosa Jenny por
el hecho de haberle mentido.
—No se porque se emocionan, siempre pasan las mismas cintas viejas del
tiempo de antes de la fusión de los continentes. —refutó Jenny.
Samuel armándose de valor quiso hacer lo mismo con Gaby pero ella
rechazó su caricia.
—No será necesario, creo que puedo ponerme de pie. Por fortuna ustedes
llegaron antes de que me pudieran herir de gravedad sólo estoy un poco
mareado, mis heridas sanaran pronto —aseguró el Señor tratando de
levantarse—. Me llamo Rogelio pero ustedes pueden decirme Roy.
—Hola. Yo soy Isaac y estos son mis amigos: Samuel, Jenny y Gaby.
—Muchas gracias por su ayuda nunca podré pagarles con nada lo que
hicieron por mí esta tarde. Por favor acepten este papel, he escrito en el
mi número y si alguna vez necesitan algo no duden en llamarme. —Lo
recibió Isaac desconcertado, nadie de sus conocidos tenía sistema de
comunicación.
—Mis jóvenes amigos lo único que puedo desearles a ustedes y a sus
familias es que no resulten ganadores.
—¡Sí! ¡Claro que sí! —confirmó Jenny con gran emoción. Puso sus brazos
alrededor del cuello de Isaac y le dio otro beso en señal de
confirmación—. Pensé que nunca me lo pedirías.
—Donde quiera que tú estés ahí estará mi corazón, no lo hagas más difícil
sólo vete, no te preocupes por mi superaré esto como he superado todo
en la vida. Siéntete en la libertad de conocer a un hombre que te haga
feliz en aquella ciudad, lo nuestro ya no puede seguir… hemos terminado.
—interrumpió resignado.
Por la mente de Isaac pasaba una y otra vez la pregunta: «¿por
qué no puedo ser realmente feliz? La vida se afana en quitarme a las
personas que amo». Al llegar a su hogar se acostó a dormir toda la tarde
hundido en una racha de depresión que le afectó hasta lo más profundo.
Mientras dormía soñó que veía a su madre, se veía muy bien llena
de energía y ánimo. La vió en un hermoso jardín, sentada junto a una
fuente de un agua tan pura como nunca antes había visto; traía puesto un
bello vestido blanco, se veía radiante. Él en el sueño sabía que su madre
había muerto.
—Me dieron permiso de visitarte para darte consuelo. Se por lo que estás
pasando, confió en que serás fuerte y que podrás soportar estas pruebas
y muchas más. Hijo mío tu vida cambiara como no tienes una idea
—afirmó mirándolo a los ojos—, pero debes estar listo para ello. Aún hay
cambios que debes experimentar, pero tranquilo siempre estaré contigo
cuando más me necesites; las cosas siempre acontecen por un sabio
propósito.
—No tengo nada que pensar. Acepto. Sé que es mucho abusar, pero
también mi amigo Samuel está buscando trabajo, ¿sabes de algún otro
empleo?
—¿Él sabe algo de construcción? Estoy buscando quien pueda hacerme un
cuarto de estudio anexo a la casa.
—Te veo mañana, todavía quiero pasar a ver a Jenny, tengo algo que
devolverle.
—Antes de que continúes, ahora que vas a comenzar una nueva vida en
Ciudad Alfa tengo algo para ti. —interrumpió sacando la brújula de plata.
—Acéptala por favor, para que cada vez que la veas te acuerdes de un
amigo que te aprecia; no quiero que esto termine así y que te vayas
enojada conmigo.
—Nunca podré estar molesta contigo, jamás te olvidaré, gracias por los
momentos tan bellos que me hiciste pasar —comentó mirándolo a los ojos
y sujetando en sus manos la brújula. Será mejor que te vayas mi padre y
hermanos salieron pero no tardan en regresar y no quiero que arruinen
más las cosas.
Isaac llegó a su casa y para su asombro se topó con una canasta
junto a la puerta, contenía una deliciosa cena caliente y una nota que
decía: «Lamento todo lo sucedido, recuerda que cuentas conmigo, espero
te guste lo que preparé para ti. Tú amiga Gaby». La cena le cayó de
perlas, con tanto caminar ya tenía mucha hambre, además, no tenía casi
nada para comer en casa. Cuando terminó de cenar sonó la alarma de su
reloj y de nuevo sintió un piquete. ¡Ahora que va a pasar! —Exclamó con
un tono de preocupación—. Recordó lo que su madre en su sueño le había
dicho, que todavía faltaban algunos cambios en su cuerpo. Igual como la
primera vez, esa noche fue imposible conciliar el sueño pero los síntomas
eran diferentes, ahora se le presentó un fuerte dolor de cabeza, era
insoportable, también sufrió de terribles calambres por todo su cuerpo que
le ocasionaban que se arqueara, fue tan intenso su sufrimiento que
repetía en su mente constantemente: «creo que prefiero la fiebre».
Capítulo 10
Abrió poco a poco los ojos, al principio con la visión borrosa pero fue
mejorando hasta poder ver perfectamente. Movido por la curiosidad se
dirigió al baño para poder observar por el espejo si presentaba algún
cambio físico aparente, pero no logró notar nada diferente. Satisfecho
miro su reloj, la hora que marcaba era las 11:00 a.m.
Había quedado de verse con Samuel por la tarde para ir a ver a Roy por
lo del trabajo, pero todavía tenía bastante tiempo. Sólo desayunó una
rebanada de pan deshidratado y un poco de una bebida energética. Tuvo
la idea de pasar por Gaby y llegar juntos a la casa de Samuel temprano,
llevarían algo para comer y distraerse un poco, además, no sabía qué
cambios nuevos tendría su cuerpo así que mejor prefirió no estar solo.
Mientras se alistaba para salir, reflexionó sobre sus síntomas previos.
Tengo que decir lo que me está pasando a mis amigos, aunque ellos ya
sospechan que algo raro sucede conmigo. Pensó. Salió rumbo a la casa de
su amiga y la encontró platicando con Samuel en la puerta.
—Que milagro que vienes a mi casa, pensé que ni sabías donde vivía
—exclamó con tono de burla.
—Mi padrastro tiene algunas películas viejas que venían incluidas con el
aparato… veamos si hay algo bueno —buscaron en una caja con cosas
viejas.
—¿Qué les parece si vemos esta? Es de alguien llamado Bruce Lee, parece
que se esta peleando con alguien —sugirió emocionado Isaac al ver las
imágenes borrosas.
Tras dejar el cuarto como estaba y sin rastro de evidencia de haber
estado allí, se fueron a la sala donde a manera de juego Samuel empezó a
imitar al personaje principal y a provocar a Isaac para que lucharan, quien
sin pensarlo dos veces se incluyó en el juego; sin que ellos lo esperaran
repitió los movimientos que acababa de ver en la película, eran increíbles
pareciera como si dominara perfectamente las artes marciales, sin querer
al dar un giro hacia atrás y lanzar una patada, tiró por accidente una
estatuilla que la madre de Gaby tenía en su sala la cual salió volando. Sin
pensarlo Isaac se lanzó para atraparla, dio varios giros de manera
asombrosa y con mucha agilidad logró evitar que se quebrara.
—Amigos creo que hay algunas cosas que deben saber —confesó
avergonzado.
Les contó lo acontecido con el reloj que le dejó su padre, donde lo
tenía su madre y la manera extraña de abrirlo; el piquete que sintió y los
síntomas que se le presentaron posteriores a él y como trajo como
consecuencia el aumento de su masa muscular y su súper fuerza; también
de cómo sonó la alarma y nuevamente el piquete en su muñeca, los
nuevos síntomas la noche anterior y cómo sin explicárselo sabía artes
marciales, incluso, les dijo sobre la plática que tuvo en sueños con su
madre. Les comunicó su teoría de que el reloj le estaba inyectando alguna
sustancia que le provocaba mutaciones las cuales le conferían nuevas
habilidades.
—Pero tu padre al dejar el watch con esas enzimas ¿cómo sabía que ya
tenías las mutaciones? Y mejor aún ¿cómo sabía que enzimas específicas
inyectarte? —preguntó Samuel.
—De alguna manera tu cerebro captó cada uno de los movimientos de los
actores y manipuló a tus músculos para que los repitieras de forma
inconsciente. Eso podría ser llamado «memoria miocinética».
—¡Si claro! Eso mismo iba yo a decir pero me quitaste las palabras de
la boca.
—Eso genera aún más preguntas, tu madre te dijo que ocurrirían más
cambios, ¿cuáles? ¿Cuándo? ¿Con qué síntomas?
—Miren ya les conté casi todo lo que sé, tengo muchas interrogantes al
igual que ustedes.
Él les habló acerca de la llave que venía en la caja y lo del mensaje que
apareció en el reloj indicándole que fuera al banco, todo eso mientras les
mostraba la llave que traía colgada al cuello.
—Vayamos antes de que cierren, haremos esto juntos como una familia.
—Se apuntó ella también.
Los condujeron a una sala y les llevaron la caja de seguridad seis; estaban
alrededor de la mesa con su mirada fija en la caja sin pronunciar palabras.
—Ahora tenemos que conseguir una máquina que lea el dispositivo y listo
—afirmó Gaby.
—Va a tener que ser hasta mañana, Samuel y yo tenemos que ir a la casa
de Roy para lo de un trabajo.
—Sabes que no podré dormir esta noche por la curiosidad, pero tienes
razón mejor me voy a mi casa antes de que mis padres regresen, deben
prometerme que no la leerán sin mí.
—Se que así será, dejaré instrucciones en vigilancia para que los dejen
pasar y aquí tienen una copia de las llaves y clave de seguridad de la casa
y claro les mostraré como desactivar la alarma. Entro a trabajar mañana
en la madrugada y estaré de interno por cinco días seguidos, los veré
hasta la próxima semana.
—Me apuraré para que tu estudio esté listo lo más rápido posible.
Las familias eran citadas a las 5:00 de la mañana para iniciar con
todo el proceso. La familia de Jenny estuvo muy puntual. Ella dirigía la
silla de ruedas donde venía su padre, la acompañaban sus dos hermanos
menores. Su madre había muerto en el momento del parto del último de
sus hermanos, por lo que sólo ellos integraban la familia.
—Mis más sinceras felicitaciones para toda la familia, les deseo lo mejor
en su nueva vida.
El señor Andrés se rió con ironía. Elevó el tono de su voz y sin
disimular su descontento explotó sacando su frustración.
Al escucharlo corrió hacia ellos pero ya los estaban pasando así que
los guardias le impidieron acercarse más. Vió de lejos la sonrisa de
satisfacción del que una vez fue el mejor amigo de su padre. Se alejaron
hasta perderse en Origen. Isaac supo que su padre estaba vivo, se
cuestionaba que eso fuese verdad pero de ser cierto, ¿por qué nunca los
procuró ver, ni regresar con ellos durante esos 18 años? La respuesta de
donde podía encontrarlo se había alejado de él, tal vez nunca lo
averiguaría como el Sr. Andrés había vaticinado.
Dentro de Origen las familias afortunadas pasaron por todos los
puntos de control hasta que finalmente fueron conducidos ante “Pureza”,
no podían dejar de admirar tan magnífica pieza de ingeniería. Cuando
anunciaron que podían entrar, todos se apresuraron a hacerlo excepto
Jenny la cual se quedó frente a la entrada del vagón que está junto al
conductor, indecisa de entrar. Su corazón adolorido no la dejaba
reaccionar, le gritaba por dentro que regresara con Isaac que solo junto a
él estaría segura.
Por fin los gritos cesaron, volteando a ver el genocidio tomó su
radio.