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EL HÍBRIDO LOS PRIONIZADOS

Sadher T.F.
Capítulo 1

Nadie se esperaba lo que iba a suceder…  Estaban ante una pieza de


ingeniería de majestuoso diseño; un tren hecho con un polímero muy
resistente, pero de aspecto similar al cristal, los diseñadores y
constructores se jactaron de su resistencia, incluso habían disparado a la
estructura con armas de alto calibre y no sufrió ni una fractura. La parte
externa así como todos los acabados internos eran transparentes, hechos
del mismo material. Se podía ver claramente a través de ellos. Los
asientos colocados en dos filas tenían un diseño ergonómico único. Poseía
varias entradas con puertas corredizas automáticas, con incrustaciones de
cristal esmerilado en la parte inferior, varias barras perfectamente
circulares localizadas  a los lados y por encima del área de los asientos
servían como pasamanos para los pasajeros. Lo único hecho de metal
eran unas placas magnéticas situadas en la parte inferior de la máquina,
que se acercaban a los rieles fabricados con la misma sustancia…
 brillaban como si a diario los pulieran con sumo cuidado y empeño. Las
propiedades magnéticas le permitían al tren flotar, y para poder deslizarse
algunas placas cambiaban de ángulo para proporcionar el impulso
necesario. No poseía ningún tipo de ventanas, por lo que daba la
impresión de ser un gran contenedor hermético; a pesar de ello, el aire
fresco entraba proveniente de las escotillas del techo y del piso.  Varios
tubos en la parte superior, recorrían todo el tren hasta una máquina que
generaba y regulaba el aire.

El transporte estaba en la estación subterránea conocida como «Origen».


El único medio de contacto entre la Ciudad Beta y la añorada Ciudad Alfa.
Era un privilegio para todas las personas que esperaban en la estación el
poder estar en ese lugar, y más aún, el de entrar a «Pureza»: nombre
acuñado para el imponente tren.  La capacidad de Pureza era de 200
personas, la mitad cómodamente sentadas y el resto aunque paradas,
podían sujetarse de los pasamanos de cristal.

De pronto se escuchó: «El tren partirá a las 7:00 a.m. en punto,  favor de
acercarse a la línea de seguridad». Anunció una voz varonil por medio de
un intercomunicador que se oyó en toda la estación minutos antes de la
hora señalada.

          Las personas sorteadas fueron citadas desde temprano para las
pruebas de reconocimiento genético y para la implantación de un chip de 
identificación.

          Las familias que estaban en Origen habían sido ganadoras del pase
plateado: mediante  un sorteo que realizaba cada año el gobierno de
Ciudad Beta, en colaboración con el gobierno de Ciudad Alfa. El premio
para ese año 2060 consistía en la tan codiciada ciudadanía alfiana, el
ganarla aseguraba el progreso en todos los sentidos: aire puro y
protección contra los rayos ultravioleta (UV) las veinticuatro horas del día,
agua potable en gran cantidad, una hermosa casa con todas las
comodidades de una vida de ricos; el suficiente dinero para tener todos
los alimentos deseados; ropa y comodidades propias de un estatus
superior;  un vehículo equipado con la más sofisticada tecnología, en fin…
¡todo un sueño hecho realidad! Los beneficios cobraban mayor valor al
provenir de una ciudad donde no se podía aspirar plenamente a nada de
ello. Este anuncio para los ganadores, se había publicado y transmitido en
los principales medios de comunicación dos días antes. Los afortunados
debían presentarse en Origen a la hora indicada, sin ninguna pertenencia
ya que les proporcionarían todo lo necesario cuando llegasen a su nuevo
hogar; los vistieron únicamente con túnicas blancas, sin ningún tipo de
ropa interior. Previamente les habían solicitado quitarse y colocar en un
incinerador la ropa que traían al llegar; para los nuevos ciudadanos era un
simbolismo del fin de su vida pasada y el inicio de una nueva vida como
familias acaudaladas.

          El murmullo  crecía entre la gente conforme se acercaba la hora. Ya


faltaban sólo diez minutos para abordar.

          Muchos seguían anonadados y no dejaban de contemplar a Pureza;


a otros les invadían sentimientos encontrados, de felicidad por lo que les
esperaba y de tristeza por dejar atrás familiares y buenos amigos, los
cuales no habían tenido su buena fortuna. Por suerte el pase era familiar,
pero sólo los familiares inmediatos tenían derecho de reclamar su premio.

Por fin… después de la larga espera,  se escuchó  un compresor de aire
que empezaba a funcionar: era señal de que pronto se abrirían las
puertas, al hacerlo la gente entró presurosa, se empujaban tratando de
entrar primero para encontrar un buen lugar, y aunque el viaje solo
duraría media hora, todos querían experimentar la sensación de poder ir
sentados. Los lugares se llenaron con rapidez. Los que no alcanzaron
asiento tuvieron que permanecer de pie sujetándose de los pasamanos,
con el consuelo de que por lo menos estaban dentro de Pureza… el
transporte tan ansiado. Se veían muy bien luciendo ropas blancas, las
cuales portaban con orgullo.

          Nuevamente se escuchó: «Las puertas se cerrarán en 30 segundos


después del toque. Ya estamos listos para partir». Afirmó la voz del
mismo hombre que les había anunciado el horario de salida.

          La emoción crecía, el corazón de muchos de ellos se aceleró a


causa de la adrenalina que sus cuerpos liberaban. Se escuchó el toque y
después del tiempo señalado se cerraron las puertas. El tren empezó su
viaje.

          En el interior de Pureza gritos de festejo surgieron


espontáneamente de los pasajeros, muchos se abrazaron y se saludaron
queriendo conocer a sus nuevos compañeros de esta gran experiencia.
Los minutos parecían eternos. Todos ya querían llegar a su nuevo hogar.

          El tren avanzaba a gran velocidad iluminando a su paso los túneles


oscuros por los que transitaba.

          Para amenizar el viaje, aparecían en los costados del transporte y


usando el polímero como pantalla, fotografías y vídeos de las partes más
bellas de Ciudad Alfa, por lo que dedujeron, todas las personas en ese
lugar vestían ropas de diferentes diseños pero en color blanco. Un
hermoso lago,  áreas boscosas y edificios modernos de vidrio entre
muchas maravillas más complementaban los documentales; esto
mantenía atentos a los espectadores. Los niños que viajaban a bordo se
decían constantemente: ¡Miren… esa será mi nueva casa! ¡En ese lugar
voy a jugar! Los jóvenes al ver en las fotos lo que parecían ser
universidades, pensaban en lo afortunados que eran de poder estudiar a
nivel superior ya que en «Ciudadela», como le llamaban a Ciudad Beta,
sólo había escuelas hasta el grado de preparatoria; de hecho estaba
prohibido cualquier manifestación de estudio a nivel superior; el gobierno
estipulaba que después del medio superior ya estaban listos para trabajar
de tiempo completo, de tener muchos hijos y ganarse su sustento. La
realidad económica ocasionaba que muchos jóvenes ni siquiera llegaran a
ese nivel, por la necesidad apremiante de obtener ingresos para sus
familias.

          Por fin se veía al final del túnel una luz, la cual gradualmente se
hizo cada vez más brillante, era la estación “Destino”. Al llegar, muchos
de los pasajeros se acercaron a las ventanas para poder observar a los
guardias que custodiaban el lugar, los cuales vestían de color morado. El
tren se detuvo ante una señal con focos rojos que parpadeaban. La
incertidumbre de los pasajeros por la tardanza en abrir los accesos
aumentaba con cada segundo de inmovilidad; de pronto…  se escuchó un
ruido. Algo se estaba conectando al tren por la parte de abajo.

          El conductor de Pureza presionó un botón rojo del tablero de


controles y activó un sistema hidráulico. Para el asombro de los pasajeros,
por las escotillas del aire empezó a salir agua… los vagones comenzaron a
llenarse rápidamente con este líquido. El pánico se apoderó de todos, los
gritos y la desesperación se intensificaron pero no parecían surtir ningún
efecto a su alrededor. Las personas golpeaban  las paredes del transporte
con todas sus fuerzas, pero era inútil…  no lograban ni siquiera dañar un
poco la estructura. Algunos en su desesperación se colgaban de los
pasamanos,  intentando quedar lo más arriba posible para alejarse del
agua. El conductor nunca miró atrás: como si supiese el trágico final que
sobrevendría a los pasajeros, de la misma manera los guardias
permanecieron estáticos ante tan cruel escena. Dentro en los vagones,
algunos padres que perdieron toda esperanza de que los dejaran salir,
 abrazaron y besaron  tiernamente a sus hijos, representado con ello una
despedida; en un intento por salvarlos algunos alzaban a los pequeños
con sus brazos. Otros prefirieron abrazarse y permanecer así, hasta que
ya no pudieron respirar más y la vida abandonó sus cuerpos. En pocos
minutos estaban sumergidos en el agua: niños, jóvenes, adultos y
ancianos.

          Cuando los vagones estaban completamente llenos, Pureza


permaneció así por unos minutos más... los pasajeros fueron muriendo
uno a uno; conforme se les agotaba el oxígeno que pudieron guardar en
su última inhalación.

          El conductor desde la cabina giró su cabeza para mirar si


efectivamente ya todos habían muerto; al comprobarlo, levantó un radio y
al presionar el botón de emisión informó que el pedido estaba completo y
listo para la entrega.

          En ese día doscientas personas murieron sin razón aparente; la


causa, desconocida para ellos. Lo que se puede afirmar es que…  pronto
una sobreviviente conocería el motivo.

 
Capítulo 2

Cinco días antes...

La luz entraba por una rendija en la ventana de una modesta casa situada
al Este de Ciudad Beta,  iluminando el cuerpo de un joven que dormía sin
playera en una cama ubicada en el rincón de una habitación; la luz
resaltaba su piel bronceada y la ausencia anormal de pezones en sus
pectorales. Por fortuna la cúpula que protegía a la ciudad, actuaba como
la capa de ozono que protegía a la Tierra hasta antes de que su deterioro,
lo que garantizaba una vida normal durante el día, por lo que el joven
podía dormir de esa manera. Era el hogar de Isaac y su madre. La casa
contaba con un cuarto grande que servía de recámara, sala, comedor y
cocina; y un baño pequeño con un closet en su interior. A pesar de los
pocos muebles, reflejo de una vida modesta, siempre habían vivido muy
felices en ese lugar.

          Ella  había trabajado mucho desde que el padre de Isaac los
abandonó cuando él estaba recién nacido. La vida en la Ciudadela no era
nada fácil y menos para una madre soltera en sus condiciones. Es
precisamente por el exceso de trabajo que la madre de Isaac había
enfermado dos meses atrás; los expertos en salud dijeron que no tenía
mucho tiempo de vida ya que padecía una enfermedad incurable. Su hijo,
con todo el amor de su corazón, siempre procuró  hacerla feliz. El
trabajaba muy duro para que por lo menos pudieran tener lo necesario en
casa, y para comprar aunque de manera ilegal los medicamentos que
tanto se necesitaban y que escaseaban en las unidades médicas.

          Eran tiempos muy difíciles, se dice que desde 1985 se contaba con
evidencia contundente al daño en la capa de ozono que protegía
eficazmente a nuestro planeta, pero ni todos los tratados y leyes creadas
pudieron modificar el comportamiento humano en cuanto a la
contaminación. Durante el 2060 se habían registrado los niveles más altos
de radiaciones y de no ser por las cúpulas de filtración generadas por
máquinas ingeniosamente inventadas por la necesidad de sobrevivir, la
vida sería imposible, por lo menos no como se conocía. De manera
rutinaria y para dejar enfriar los generadores, desactivaban la cúpula
durante la noche y hasta antes del amanecer.

          La madre del joven Isaac, frecuentemente estaba muy débil y no


podía valerse por sí misma, lo llamó muy temprano por la mañana
haciéndole una petición.

—Hijo…  Disculpa que nuevamente te moleste. Sé que has dormido muy


poco desde que enfermé; pero me podrías dar un vaso con agua por
favor, tengo mucha sed. Me duele saber que un joven con tanto futuro
como tú, tenga que trabajar tanto para poder mantener a una mujer tan
enferma e inútil como yo —exclamó con una voz temblorosa y débil,
desde una cama que más que dar un saludable descanso lastimaba el
cuerpo de quien reposaba en ella.

          Su hijo despertó con el llamado y atendió presto la petición.

—Madre, no tienes que pedir disculpas y no quiero que pienses en que


eres una carga para mí. Sabes que te amo. Nunca podré pagar con nada
en el mundo los cuidados que tú has tenido conmigo; aun cuando la
situación empeoró desde el momento en que mi padre nos abandonó.

          Ella nunca hablaba mal del padre de Isaac; incluso llegó a decir que
los protegía desde las alturas: por lo que él siempre supuso que había
muerto, además, a él no le gustaba hablar del asunto.

          Él se dirigió hacia una mesa metálica, sobre la que se encontraba


una jarra de plástico con un poco de agua fresca ya que el vital líquido era
de las cosas más caras que se pudieran conseguir; le sirvió toda la que
quedaba en un vaso del mismo material y acercándoselo a su madre, se lo
dio con sumo cuidado.

—Bebe toda el agua del vaso sin ninguna preocupación porque se acabe.
Hoy es el día de pago en la planta y con el dinero, de regreso compraré
alimentos procesados y un poco más de agua: para que puedas comer
bien. Verás que pronto te recuperarás. Te prometo que las cosas
mejorarán.

          Las lágrimas corrían por las mejillas de aquella mujer mientras
escuchaba las palabras amorosas y llenas de esperanzas de su amado
hijo.             Fijó su mirada en él por unos instantes.

—Como has crecido, ya eres todo un hombre…  me recuerdas tanto a tu


padre.

—No hables de él como si hubiese sido una buena persona. ¿No sientes
coraje porque te abandonó con un bebé recién nacido, dejándote toda la
responsabilidad de criarlo y educarlo en un mundo tan complicado?

—No lo juzgues… yo nunca lo hice, además, creo que he hecho un buen


trabajo contigo. Mírate, ninguna mujer puede estar más orgullosa de tener
un hijo, igual como yo lo estoy de tenerte a ti —contestó su madre
mientras le tomaba de la mano.

—Bueno, mejor hablemos de otra cosa. —pidió el joven a punto de sonar


molesto porque hablaban de su padre.

          Su madre señaló hacia uno de los rincones de la casa, donde había
una maceta hecha con una lata vieja que su hijo había encontrado y que
con dedicación decoró.

—¡Mira! La planta que tanto has cuidado por fin tiene su primera flor, es
muy hermosa y tiene tantos colores,  parece un ave en vuelo. Ahora
podrás realizar tu sueño de regalarle esa bella flor a la joven que ha
conquistado tu corazón. Si mal no recuerdo ella se llama…

—¿Cómo sabes que es para Jenny? —interrumpió Isaac delatándose.

—Hijo te conozco bien,  aunque nunca lo has dicho, se que ella te gusta;
desde que eras niño cada vez que la veías te quedabas inmóvil sin saber
qué hacer.

—Ella me gusta mucho, pero soy demasiado tímido para decírselo,


además, ¿qué podría ofrecerle un muchacho como yo? Ella es la chica más
popular y hermosa de toda la zona. No estoy a su altura —comentó con
desánimo el joven.

—Tienes muchas cosas que ofrecer, eres muy inteligente, tanto así que
desde que tenías diez años ya sabías todo lo que enseñaban en la
preparatoria, además muy  guapo, trabajador y de buenos sentimientos.
Cualquier mujer se sentiría privilegiada de contar con la compañía de un
joven tan agradable como tú y además tan noble y servicial. Son pocos los
jóvenes de 17 años que después de trabajar todo el día se toman el
tiempo para poder estudiar libros avanzados de ciencias, aun en las
condiciones en que viven.

—¡No menciones lo de los libros! Recuerda que está prohibido estudiar a


un nivel superior y el tener ese tipo de documentos, y aunque algunos
jóvenes lo hacemos de forma clandestina, si nos atrapan podrían
enviarnos a prisión —interrumpió su hijo—,  pero… gracias por tus
comentarios, además, recuerda que mañana cumplo 18 años y seré
mayor de edad. Seamos sinceros  mamá, sé que dices esas cosas lindas
porque me amas, además, a tu lista deberías agregarle que estoy
defectuoso, solo mira mis ojos, he soportado la burla de las personas por
tenerlos de varios colores, para ser específico de «siete» colores distintos,
parece que tengo un arcoíris; nadie en esta ciudad es así de raro, además
mira mi pecho, no crees que es extraño que no sea como los demás
chicos, ya me cansé de que las personas se me queden mirando por
donde quiera que voy.

          Defendiendo su argumento y mirándolo firmemente, su madre


replicó.

—¡No! Lo digo porque es la verdad. Recuerda que son las cualidades y los
defectos de una persona lo que la hace ser única y especial. Si ella es para
ti te aceptará con virtudes y defectos, pero ten por seguro que cuando
Jenny reciba esa bella flor te habrás ganado su corazón. El aroma es
exquisito. A las mujeres nos gusta que tengan esta clase de detalles con
nosotras, que nos hagan sentir especiales, además si es difícil comprar
agua, mucho más lo es comprar flores consideradas actualmente como un
lujo —Con el comentario logró hacer sentir mejor a su hijo.

—Gracias madre. Haces que las cosas parezcan más fáciles de lo que son.
Me llevaré la flor y se la regalaré, la ocultaré lo mejor que pueda para que
no me la roben y teniendo cuidado de no maltratarla. Iré  a su casa de
camino al trabajo, ¡estoy decidido!, le diré lo que siento por ella —Apretó
su puño cuando dijo esto último—. Tienes razón, su aroma es muy
especial y particular —confirmó cuando se acercó la flor a la nariz—. Por
alguna razón… me resulta familiar —murmuró intrigado.

—Tu padre siempre tuvo obsesión por esa rara especie de flor, cuando
naciste me trajo unas cuantas. Lo más probable es que recuerdas ese
aroma tan intenso el día que llegamos a vivir a esta casa —argumentó su
madre al notar la incertidumbre de su hijo.

De pronto… tocaron la puerta. Asomándose  por la ventana vio que era


Gaby, su amiga inseparable. Se conocían desde que eran niños. Todos los
días desde que enfermó Eva la mamá de Isaac, ella lo apoyó cuidándola
mientras que él iba a trabajar por las mañanas a la planta tratadora de
agua; en donde se encargaba de manipular los productos químicos del
almacén. También es la compañera de las clases clandestinas que tomaba
Isaac sobre ciencias; ella siempre obtenía la más alta calificación de su
grupo, aun sobre Isaac, con el que competía por las mejores notas, y
aunque su amigo nunca lo aceptó,  siempre logró superarlo. El joven
corrió hacia la entrada y al abrirle la recibió con una gran sonrisa.

—¡Hola Gaby, gracias por venir!

Ella se apenó al ver a Isaac sin playera y tratando de sobrellevar la


situación desvió hacia otro lado su mirada.

—Pásale. Disculpa no he terminado de vestirme, acabo de levantarme.


—Apenado, tomó la playera que estaba sobre una silla y se la puso  de
inmediato.

—No tienes por qué disculparte, además, al ver tus pectorales me hace
pensar que en realidad así deberían estar todos los hombres ya que en
ustedes los pezones no tienen ninguna función biológica. —Comento su
amiga tratando de ver el lado científico de la situación mientras entraba.

       Se dirigió hacia donde se encontraba Eva sin cruzar  mirada con
Isaac a causa del incidente.

—Buenos días. ¿Cómo está la enfermita el día de hoy? —preguntó la


recién llegada.

—Un poco mejor, gracias a los cuidados de mi hijo y claro también de los
tuyos. No tengo como agradecerte todo lo que haces por nosotros.

—Ustedes son como mi familia, además, los quiero mucho —manifestó


Gaby con una voz tierna y mirando lentamente a Isaac.

—Mamá, es hora de irme —interrumpió preocupado —. Gaby cuidará bien


de ti. No hagas mucho esfuerzo, debes cuidarte para que te puedas
recuperar lo más pronto posible.

Isaac se despidió de su madre con un beso en la frente; en su mano


sostenía la flor. Estaba dispuesto a declararle a Jenny sus sentimientos.

—¡Gracias por cuidar de mi madre, te quiero mucho! —Dándole un beso


en la mejilla  logró que se sonrojara.

—No tienes porque agradecer, si tú eres feliz  yo también lo soy.

Ella, miró la flor que traía Isaac y pensó que se la iba a regalar.

—Veo que finalmente ha florecido —comentó entusiasmada para


disimular—. Has cuidado esa planta por mucho tiempo. Disculpa… ¡He
arruinado la sorpresa! Permíteme adivinar para quién es.

—Está bien, pero creo que ya lo sospechas —anticipó al mostrar por


completo la flor de colores en forma de ave.

—Es…  para una mujer, y definitivamente no es tu mamá.

—Tienes razón, pero para ser la «casi» más inteligente de la clase, no has
acertado con la persona específica. —objetó de manera sarcástica
mitigando un poco su descontento por las excelentes calificaciones de
Gaby.

          Haciendo caso omiso del comentario ella siguió adivinando.

—Es para una mujer hermosa, inteligente y carismática así como yo.

—Muy bien, te estás acercando. —Siguiéndole el juego y ya desesperado.

          Emocionada continuó.

—La conoces desde tu niñez.

—Así es, qué comes que adivinas —Moviendo la cabeza en forma


afirmativa.

—Esa persona se llama…

—¡Ya te lo voy a decir! Es para Jenny —El rostro de Gaby se entristeció—.


¿Te acuerdas de ella? —preguntó Isaac liberado.

—Toda la zona la conoce —enfatizó con descontento—, casi todos los


chicos andan de tras de ella, no sé qué le ven, creo que es bonita por
fuera pero hueca por dentro. —Se abstuvo de más comentarios al ver
languidecer el rostro de Isaac—. Su padre siempre está en una silla de
ruedas junto a la puerta de su casa —destacó el hecho tratando de
enfocar en otro aspecto la conversación—. Te confieso me da miedo ese
señor, cuando tengo que pasar cerca de ahí,  lo hago siempre por la acera
de enfrente.

—Supongo que ha sufrido mucho estando en esa silla sin poder moverse.
Está así desde el accidente en la fábrica —aseguró el joven tratando de
justificar el comportamiento de su futuro suegro.

—Fue una gran tragedia, pero mejor cambiemos de tema…  Por cierto,
¡qué flor tan bonita! Estoy segura de que le va a gustar, es una mujer
muy afortunada al tener tu corazón.

—Gracias, en cuanto a la flor, es una variedad muy extraña…

 —Es una Impatiens psittacina, planta que produce una flor cuya
semejanza con un ave en vuelo es asombrosa. —interrumpió emocionada.

—Muy bien sabelotodo —replicó con tono de envidia—. Lo que desconoces


es que ella no sabe que me gusta, nunca me he animado a decírselo; pero
esta flor…  me da el valor para por fin expresarle mis sentimientos
—comentó entusiasmado.

          De pronto… se escucharon las alarmas de la ciudad anunciando que


la hora de entrar a los trabajos se aproximaba.

—Nos vemos, se me hace tarde y quiero entregarle la flor antes de ir al


 trabajo ya que me queda de camino.

—Cuídate mucho.  Regresa con bien a casa. Te veo en la tarde, recuerda


que tenemos clase.

—Te encargo a mí madre. Hasta pronto.

          Isaac salió presuroso de la casa, mientras tanto Gaby en silencio no


dejaba de mirarlo por la ventana.

—Él realmente te gusta… ha sido así desde que eran niños —aseguró Eva
al notarlo—.  No sabes cuánto me gustaría que sintiera lo mismo por ti; te
mereces a un buen hombre como esposo, ¡eres tan buena!

—Se que algún día se dará cuenta de lo que siento por él —confirmó con
la mirada llena de esperanza y mirándola a los ojos—, además, con verlo
feliz me es suficiente. No pierdo la fe de que pronto llegue a sentir algo
por mí, aunque sea un poco de amor.

Eva la tomó de la mano en señal de apoyo.


Capítulo 3

El camino hacia la casa de Jenny era corto, pero a Isaac le pareció eterno;
su corazón se aceleraba con cada paso que daba. Se repetía una y otra
vez las palabras que su madre había expresado momentos atrás sobre las
cualidades que él tenía, las cuales le brindaban valor y esperanza. Por
doquier se veían personas tiradas en el suelo dominadas por el alcohol o
las drogas, también habían grupos de jóvenes pandilleros en las esquinas.
La vida en esa parte de la ciudad no era nada tranquila, a pesar de ello, y
de lo desagradable de la vista del vecindario; él solo pensaba en Jenny…
eso hacia que lo demás a su derredor no tuviese importancia.

          Isaac practicaba en voz alta las palabras que diría cuando viera a
Jenny,  pero no lograba gustarle ninguna ya que  constantemente
cambiaba de frases. Las manos le sudaban debido a que estaba nervioso.
No había marcha atrás, ya lo había decidido, era ahora o nunca.

          Ya podía ver a lo lejos la casa de Jenny: era de color amarillo


combinada con algunas partes de color blanco, por lo menos eso parecía
ser ya que la pintura estaba bastante desgastada; de dos pisos; en la
entrada tenía un barandal de hierro apunto de caer y una rampa que le
permitía al papa de Jenny bajar con su silla de ruedas; en el porche un
sillón colgante roído y desgastado; la estructura estaba rodeada por un
espacio de tierra seca que la separaba de las demás casas del vecindario y
por una cerca improvisada con materiales reciclados que pudieron
encontrar en tiraderos de basura.

          Como era costumbre, junto a su puerta y bajo la poca sombra que
brindaba un viejo árbol seco, se encontraba el padre de Jenny: un hombre
maduro, canoso, fuerte y de aspecto hostil. El había trabajado en la
fábrica de innovación de la Empresa Cariotipo, hasta el día del accidente,
en el cual explotó uno de los laboratorios donde él estaba laborando:
confinándolo a una silla de ruedas. Antes del accidente su situación
económica era buena, pero todo cambió, ahora tenían que sobrevivir con
la reducida ayuda del gobierno que le daban; desde entonces cada vez
que podía, se sentaba junto a la entrada de su casa, con la mirada fija en
el gran muro que circundaba a “Ciudadela”, pensando en lo injusta que
había sido la vida con él y su familia.

          Este enorme muro separaba a la Ciudad Beta de un desierto árido y


lleno de peligros. La tierra quedó así después de la Gran Guerra Nuclear y
Biológica, peleada entre los que antes se llamaban países, muchos años
atrás, originada por la competencia por los escasos recursos que brindaba
un planeta en un serio grado de contaminación. Los sobrevivientes
edificaron colonias en los pocos lugares adecuados o reedificaron otras en
lo que quedó de las antiguas, ya que muchas ciudades desaparecieron en
el periodo de reacomodación de la Tierra. En ese tiempo la fusión de lo
que antes llamaban continentes era casi completa.  Nunca nadie se
atrevía a cruzar el muro, por lo menos ninguno vivió y volvió para
contarlo. En todo el perímetro había armas automatizadas que matan a
todo aquel que se aproximaba demasiado, estos medios servían de
protección para la ciudad durante la noche que quitaban la cúpula ya que
muchas bestias mutantes que lograron sobrevivir a las condiciones
externas se acercaban con la esperanza de cazar y obtener alimento
humano. La única salida era un túnel subterráneo, que conectaba a la
Ciudadela con la Ciudad Alfa, en un punto o estación al que llamaban
Origen, el cual estaba muy custodiado por el Ejército Morado. Sólo las
familias ganadoras del sorteo anual o las personas que trabajaban ahí,
podía tener acceso a ese lugar.

          Dentro de su amargura, el padre de Jenny  albergaba la esperanza


de algún día poder cambiar su suerte y de empezar  junto con su familia 
una nueva vida… prometida a los que ganaban el sorteo.

          Mientras tanto, Isaac con un nudo en la garganta y con el corazón


latiendo casi a su máxima capacidad, se acercó a la casa topándose a su
futuro suegro.

—Buenos días Señor, ¿se encuentra Jenny en casa? —preguntó con la voz
cortada.

Un silencio sepulcral invadió el ambiente y no recibió ninguna respuesta.

—Soy Isaac, conozco a su hija. Traigo un presente para ella —exclamó un


poco más fuerte, mostrándole emocionado la flor que con tanto anhelo
había cuidado.

          Siguió sin recibir ninguna respuesta por parte de su interlocutor, él


cual seguía con la mirada perdida en el mismo punto, como si no existiese
otra cosa en el mundo; Isaac nuevamente rompió con el silencio.

—Si me permite, me gustaría darle esta flor en persona —pidió con más
ímpetu—, sé que ella se pondrá muy contenta.

          Por fin  logró captar la mirada del señor Andrés, el padre de Jenny,
que lentamente la dirigió a la flor que traía Isaac. Por alguna extraña
razón al verla, su mirada se llenó de rabia.

—Te conozco bien y como no hacerlo, si te pareces tanto a tu padre.


—Mirándolo fijamente a los ojos.

—Perdón señor, ¿usted conoció a mi padre? —interrumpió Isaac.

—¡Claro que lo conocí! Y a tu madre también, además, mi hija habla


mucho de ti.

          Emocionado por lo que había escuchado continuó con la plática.

—¿De verdad? Me siento halagado.

          El señor Andrés, haciéndole una seña le pidió que se acercara.

—Quiero decirte algo en secreto, acércate un poco más.

          Asombrado por el buen recibimiento y de forma ingenua y


obediente, Isaac hizo lo que se le pidió. De pronto…  sintió que la flor le
era arrebatada y que lo empujaron hasta caer por el escalón de la casa.
Rompiendo con sus manos la flor en pedazos y con la ira en cada fibra de
su ser, el padre de Jenny le gritó al desconcertado muchacho mientras
sacaba un arma de entre las cobijas colocadas sobre sus piernas y
apuntándole sin piedad.

—¡Nunca te atrevas a buscar de nuevo a mi hija¡ ¡Ella se merece algo


mejor, no un pobre diablo como tú¡ ¿Cómo se te ocurre siquiera pensarlo?
¿Qué podrías ofrecerle?  Ni siquiera puedes mantenerte a ti mismo y a tu
mentirosa madre. ¡Lárgate de aquí y no regreses jamás! Eres igual a tu
despreciable padre, siempre buscando lo inalcanzable; debido a él es que
estoy postrado en esta maldita silla. ¡Aléjate! No quiero volver a verte de
nuevo, tu sola presencia me enfurece.

          Isaac sintió como si lo apuñalaran con cada comentario, esas


palabras hirientes habían destrozado su corazón. Salió corriendo lo más
lejos posible de ese lugar, como si todo formara parte de una terrible
pesadilla de la cual imploraba despertar. Un par de lágrimas brotaron sin
poder contenerlas, llenas de coraje y desilusión; le recordaron que todo
era parte de su cruel realidad. El coraje no le permitía ver por dónde
caminaba. No se explicaba por qué tanto odio y rencor hacia él y a su
madre. Por lo que había escuchado, el señor Andrés conoció a su padre y
lo culpaba por lo de su incapacidad. Con una mezcla de sentimientos
encontrados, confusión y muchas preguntas sin respuestas, vio
derrumbadas sus esperanzas para conquistar el amor de su vida.
Capítulo 4

Al recuperarse un poco del trago amargo que había pasado, Isaac se


dirigió hacia su trabajo.

          No tenía ánimo suficiente para enfrentar sus actividades laborales,


pero su sentido de responsabilidad le hizo ir a trabajar. Enjugó las
lágrimas de sus mejillas y armándose de valor se acercó a la entrada;
 saludando al guardia como siempre y haciéndole plática.

—Hola Víctor. ¿Qué tal tu día? ¿Cómo sigue tu esposa? —preguntó más
tranquilo.

—Mucho mejor, gracias, pero todavía recuperándose de la cesárea de


nuestros gemelos… ¡Cada día están más grandes!

—Me alegra escucharlo, saludos a tu esposa. Te veo luego, tengo que


checar mi tarjeta y solo tengo unos segundos para no llegar tarde, nos
vemos a la salida.

          Isaac entró de prisa a la oficina de personal. Checó su tarjeta a


tiempo. Se dirigió hasta el almacén de los reactivos químicos, al entrar vio
a su amigo Samuel  acomodando un pedido que acababa de llegar. Él era
su mejor amigo, siempre se mantenía en su casa y también  tomaba las
clases clandestinas, eran como hermanos.

—Hermano. ¡Que bien que llegaste temprano hoy!

—Me extraña brother yo siempre, y además  hoy es el día más feliz de


todo el mes, recuerda que en unas cuantas horas nos pagan.

—¡Tienes razón! Con ese dinero le compraré algunos medicamentos a mi


madre y un poco de agua y comida.

—¿Cómo sigue my mom Eva? —Consideraba a la mamá de Isaac como la


propia—.  Sabes que cuentas conmigo bro, para comprar los
medicamentos o en lo que pueda ayudarte.

—Gracias. Siempre te he considerado como un hermano y sé que mi


madre te quiere como a un hijo; está muy agradecida por todo tu apoyo.

—Quiero que entiendas algo muy importante… Ustedes son my family.


Desde que desaparecieron mis padres hace dos años,  me han recibido
como parte de su familia, y eso la sangre lo graba.
—¿Has tenido noticias del paradero de tus padres?

—No. Nadie sabe donde están desde que esos men encapuchados, se los
llevaron en un vehículo negro, justo cuando ellos regresaban de trabajar
del centro médico. Te confieso que aún  tengo la esperanza de que una
tarde al regresar del trabajo, ellos estén  en mi home.

—Sé que muy pronto los verás nuevamente y podrán seguir siendo una
familia feliz como siempre lo fueron.

—Gracias bro, tus palabras me dan power —externó agitando las manos
como lo hacían los jóvenes pandilleros.

          Isaac le contó a Samuel los detalles de todo lo que le había


aconteció en ese día, incluso lo del padre de Jenny. Su amigo le dio
palabras de consuelo y lo animó para que no abandonase su propósito de
conquistarla, diciéndole que cada vez que  platicaba con ella  ésta le
preguntaba por él.

—¿Cómo está my love Gaby? —exclamó Samuel iluminándosele el rostro y


sin poder ocultar sus sentimientos hacia ella.

—Deberías contarle lo que sientes. Lucha por conquistar su corazón,  ¿no


es ese el consejo que me acabas de dar para con Jenny?

—My case es diferente, ella siempre me ha visto como un buen friend,


alguien en el que puede confiar, pero sólo eso. Por si no te has dado
cuenta está enamorada de vos.

—¿De mi? —dijo interrumpiendo —. ¿Cómo crees? Solo somos buenos


amigos; ella es como la hermana que nunca tuve.

—How I wish que algún día pudiese mirarme como lo hace contigo; daría
cualquier cosa por ello.

—Sabes que mi corazón le pertenece a Jenny. Lucha por cambiar los


sentimientos que dices que tiene Gaby por mí, demuéstrale que realmente
te importa y de lo feliz que puede llegar a ser a tu lado.

—Tienes razón. ¿Quién se puede resistir a este morenazo de fire?


—confirmó con la  autoestima hasta el tope y logrando que Isaac se
riera—. Cambiando de tema,  tomorrow es tu cumpleaños, ¿cómo lo
festejaremos? —preguntó Samuel preocupado.

—Gaby va a preparar algo especial. Si quieres nos vamos juntos a cenar a


la casa cuando salgamos del trabajo.
—No me perdería por nada del mundo el probar una deliciosa food hecha
por mi musa inspiradora.

—Mejor volvamos a trabajar, ya te entró lo cursi y así no hay quien te


aguante. Todavía falta por acomodar todas las botellas de hipoclorito de
sodio (NaClO) que acaban de llegar en el pedido.

          Los jóvenes amigos se pusieron a trabajar arduamente durante su


jornada.  Al faltar como media hora para que terminara el turno de Isaac,
recibió un mensaje de su jefe en el que le pedía hablar con él. Un tanto
nervioso se dirigió hasta la oficina pensando en cuál podría ser la causa de
la interrupción de su trabajo. Tocó la puerta y se le concedió pasar.

—Siéntate por favor —El jefe leía en silencio un reporte de desempeño del
trabajo de Isaac.

—Dígame, ¿en qué puedo servirle? —preguntó sin poder aguantar más la
incertidumbre.

—He escuchado de tus compañeros y del personal de la planta muy


buenos comentarios sobre ti; tu registro de asistencia es perfecto; tu
desempeño es extraordinario; has progresado mucho en tan sólo un año
que tienes trabajando con nosotros.

—Muchas gracias. Hago lo posible por cumplir con todo lo que se me pide,
en realidad necesito este empleo.

—Seré directo contigo, estás despedido: pasa con Laura de personal por
tu liquidación. Con el dinero que te darán, podrás sobrevivir unas
semanas mientras encuentras otro trabajo.

—Pero no entiendo, esto parece una contradicción, primero me dice que


mi trabajo es intachable y ahora que por eso me despide.

—Te explicaré… Mis jefes están poniendo la mirada en tu trabajo y eso


pone en riesgo el mío; así que o tú o yo.  No te sientas mal, solo toma tus
cosas y no vuelvas.

—Eso es injusto y usted lo sabe.

—Así es la vida de injusta y ya deberías estar acostumbrado.

          Llamando a personal de seguridad hizo que lo sacaran de la oficina


y que lo llevaran al área de personal. Los guardias tenían la consigna de
que al terminar el trámite, debían sacarlo de la planta y de no permitirle la
entrada. De nada servía quejarse, así se manejaban las cosas en muchas
empresas; cuando ya no les servías simplemente te botaban. Antes de
echarlo le permitieron que fuera por sus cosas. Al ver de lejos a Samuel y
por señas se despidió de él, estaba tan sorprendido como Isaac.

—Te veo en la tarde. Luego te cuento lo que pasó –gritó para que lo
pudiera oír.

          Fue lo último que pudo decir mientras los guardias lo escoltaban
hacia la salida.
Capítulo 5

Durante el camino de regreso a su casa, venían a la mente de Isaac las


imágenes de los acontecimientos del día. Una y otra vez se preguntaba
por qué no tenía derecho a la felicidad plena: el padre de Jenny le dejo
muy en claro que no podía aspirar a ella, ahora estaba desempleado y
para colmo el dinero que le dieron en su liquidación apenas alcanzaría
para sobrevivir unos días. No era nada fácil conseguir un buen empleo en
la Ciudadela, pero Isaac sabía que no podía rendirse, su madre contaba
con su apoyo y sostén.

          Al entrar en su casa Gaby lo recibió con un cordial saludo y sin que
ella lo esperara, Isaac le dio un abrazo y desahogó toda la frustración del
día derramando algunas lágrimas. Eva estaba dormida, así que ella le
pidió que salieran.

—¿Qué es lo que te pasó? ¿Por qué estas así?

          Él le contó todo lo sucedido desde que se despidió de ella por la


mañana hasta esos momentos. Su amiga lo consoló diciéndole que las
cosas mejorarían, que había mucho por que luchar y que tenía amigos que
lo apoyaban.

          Considerando la situación como el momento apropiado y reuniendo


todo el valor posible Gaby se animó a decirle lo que sentía por él.

—Debes saber… que siempre te he visto más que como a un amigo.


—Isaac al escucharla se quedó sin palabras—. Sé que tu no sientes lo
mismo por mí, pero estaré aquí a tu lado como siempre lo he hecho,
esperando a que eso suceda; sabes que cuentas con todo mi apoyo de
forma incondicional.

—Gracias, por haber estado siempre a mi lado  en los momentos de


tristezas y alegrías. Te considero como una hermana y aunque me
gustaría verte como algo más, no puedo en estos momentos.

—Tómate tu tiempo, cuando estés listo platicaremos nuevamente del


asunto.

          Gaby se despidió de Isaac con un tierno beso en la mejilla,


diciéndole que lo vería en la clase de ciencias por la tarde.

          El desilusionado joven se dio un baño con la esperanza de relajarse


y ver con más claridad las cosas. La ducha consistía en recibir una mezcla
de vapores desinfectantes para después secarlos con toallas absorbentes.
          Salió después a comprar algunas cosas para la cena y
medicamentos que le hacían falta a su madre. El lugar a donde tenía que
ir para obtener las medicinas era un muy peligroso, pero no tenía opción,
su madre estaba en lista de espera para recibir tratamiento en la unidad
médica y le habían dado una fecha tentativa para el año 2065 como si
esperaran que en ese lapso las personas mejor muriesen y pudieran
ahorrarse así esos suministros.  La zona de los Tunks era el sitio donde se
podía conseguir de forma ilegal cualquier cosa que se necesitase, era un
lugar lúgubre y tétrico, en la atmósfera se respiraba un hedor a muerte;
ni siquiera los agentes de seguridad se atrevían a entrar, varios operativos
se habían hecho en el pasado pero todos terminaron en desgracia y bajas
policiacas. Isaac sabía el sitio específico a donde debería ir, ya lo había
hecho en varias ocasiones pero el comprar las cosas no garantizaba que
salieras con ellas, te exponías a que te las robaran en el camino de
regreso. Al llegar el joven toco con la clave acostumbrada y una ventanita
en la parte superior se abrió, un hombre con la cara llena de cicatrices que
lo desfiguraban y con un ojo totalmente blanco le recibió el dinero que
llevaba envuelto en un trapo viejo, cerró la ventana y al poco rato regreso
y le entregó el pedido. Al recibirlo empezó la huida, por fortuna logró
regresar a casa sano y salvo.  

          Eva  despertó cuando su hijo estaba por terminar de preparar la


cena. En Ciudad Beta se acostumbraba cenar a las seis de la tarde.

—Hola hijo. No sentí cuando llegaste, que gusto verte, cada vez me
cuesta más permanecer despierta —dijo su madre tosiendo fuertemente.

—Mamá, te compre las medicinas que te hacían falta y te preparé tu


mezcla favorita de leguminosas, así como te gustan.

—Eso huele delicioso, muchas gracias.

          Le acercó la cena y se sentó a su lado para poder comer juntos; se


tomaron de las manos y bendijeron los alimentos después de lo cual
empezaron a cenar.

—¿Cómo te fue con Jenny? ¿Cómo estuvo el trabajo?

          Isaac, triste, le contó todo lo acontecido.

—No te preocupes estaremos bien mientras nos tengamos el uno al otro,


siempre hay una salida; aunque todo parezca derrumbarse a nuestro
derredor. —afirmó poniendo su mano sobre el rostro de su hijo.

—Lo sé madre. Me has enseñado a nunca darme por vencido.

          Al darse cuenta de que eran casi las siete de la tarde: Isaac se
despidió de forma abrupta prometiendo que limpiaría todo regresando de
su estudio. Salió corriendo rumbo a su clase de ciencias. Se detuvo frente
a una casa vieja y abandonada, los alumnos entraban por la parte de
atrás hacia el sótano. El profesor Mauricio  les daba clases con ayuda de
algunos libros que había logrado rescatar de la gran purga en donde
quemaron todo tipo de escritos de estudio superior. Era un científico
retirado hacía muchos años, antes de que se prohibiera el estudio
universitario, estuvo en la última generación de estudiantes previa a la
clausura de la única universidad de la ciudad. También impartió clases en
preparatoria, fue ahí donde los jóvenes alumnos lo conocieron. El profesor
a pesar del peligro que corría si los atrapan estudiando, nunca abandonó
al grupo; ya tenía dos años dándoles clases.

          Algunas tardes preestablecidas Isaac, Gaby, Samuel y otros


jóvenes brillantes que en total formaban un grupo de diez alumnos;
esperaban a su profesor a las siete en punto  en esa casa. En varias
ocasiones cambiaban de lugar para evitar sospechas.

          Gaby ya le había comentado a Samuel lo que había pasado en la


planta y la razón por la que a Isaac lo sacaron abruptamente del lugar.

—Ni modo brother, ellos se lo pierden, si quieres podemos esperar a ese


engendro llamado jefe a la salida y darle un buen escarmiento, se lo
merece por transa.

—Muchas gracias por tu apoyo pero la violencia solo engendra más


violencia, sé que las cosas mejoraran, además, tarde o temprano cada
quien cosecha lo que ha sembrado.

Mejor demostrémosle a Gaby que somos mejores estudiantes que ella.


—Chocaron sus manos en señal de pacto, pero en el fondo sabían que
estaban lejos de lograrlo.

          La clase empezó. Estuvieron analizando el tema de la regulación


genética, todos participaron de forma entusiasta pero Gaby los superaba
en sus comentarios y respuestas correctas. Al finalizar se despidieron de
sus compañeros y cuidando de que nadie los viera salir, se dirigieron hacia
sus casas. Isaac se apresuró en regresar ya que el dejar sola a su madre
le preocupaba.

          Al llegar, le platicó a Eva lo que había aprendido en su clase y a


pesar de que ella no entendía la mayoría de lo que su hijo le hablaba del
tema, siempre le gustaba ver la cara de emoción que ponía al platicar de
algo que le apasionaba. Pasaron muchas horas conversando y disfrutando
de esa charla juntos y sin darse cuenta ya pasaba de la medianoche.

—Oficialmente ya eres mayor de edad. ¡Feliz cumpleaños! Este es el inicio


de una nueva vida para ti.

—Gracias mamá, por brindarme tanto amor todos estos años.

—Tengo un regalo para ti. —él se sorprendió con lo que acababa de


escuchar—. Mueve el refrigerador y con ayuda de ese tubo —señalando
hacia una esquina donde estaba recargado el tubo—, quita uno de los
mosaicos del piso; justo el que es de diferente color a los demás.

          Movido por la curiosidad hizo lo que se le había pedido. Quitó el


mosaico y vió debajo  una caja hecha con un plástico muy duro, la sacó y
se la llevó a su madre.

—No se ha deteriorado aún después de todos estos años, me imaginé que


estaría quebradiza. Tómala, lo que tiene adentro es tuyo —Regresando la
caja abierta a su hijo.

          Él sin poder pronunciar palabra la tomó. Lo que vio en su interior lo


deslumbró, emocionó e intrigó. Era un reloj de mano, pero no parecía
antiguo: de color negro, hecho con un polímero extremadamente
resistente y con un diseño especial. La hora se había detenido a las 12:05
am y la fecha en el 6 de abril pero de 18 años atrás.

—Y este reloj. ¿De quién es? ¿Por qué lo ocultabas? —bombardeó con
preguntas a su madre.

       —Paciencia, te lo diré. Lo que debes saber es que es tuyo y es un


regalo de tu padre, él me dejó instrucciones específicas de que cuando
cumplieras 18 años justo en el día de tu cumpleaños te lo entregará. Lo
guardé en ese lugar para estuviese seguro.

—Pero este reloj no se ve viejo, de hecho, es sofisticado aun para nuestra


época.

—Tu padre trabajaba en industrias Cariotipo y él lo diseño para ti.

—No puedo aceptarlo —Dejándolo nuevamente en la caja.

—No seas orgulloso, póntelo, tu padre prometió que este regalo mejoraría
tu vida como ni siquiera podrías imaginar. Úsalo por favor, me harías
sentir muy feliz.

—Madre, si es lo que deseas lo haré. Pero ¿cómo se pone?, está


perfectamente unido por todos lados.

          Su madre mencionó en voz alta el nombre del padre de Isaac:


«Vincent». Al instante el reloj se abrió por la parte inferior. Eva nunca lo
había mencionado antes y él nunca se lo había preguntado, por despecho
y por no causarse dolor al repetirlo.

—¿Cómo sabías la forma de abrirlo? ¿Quién es Vincent? y ¿por qué tiene


la fecha de mi nacimiento?

—Es el nombre de tu padre, él programó el reloj para que al reconocer mi


voz y  pronunciar su nombre pudiera abrirse. En cuanto a la fecha, tu
padre me lo entregó el día que naciste y lo detuvo en la hora de tu
 nacimiento. Nunca podré olvidar lo contento que estaba al verte por
primera vez: te cargaba, no dejaba de darte besos y de admirar el color
de tus ojos. Me sentí la mujer más dichosa de esta tierra. En ese día tu
padre nos trajo a vivir a este lugar. Me dio la caja con el reloj e
instrucciones específicas sobre cuándo entregarlo y cómo abrirlo, también
me dio una llave diciendo que cuando se activara el reloj un mensaje en
su pantalla te diría a donde deberías de ir para usarla.

          Isaac tomó la llave la cual tenía un cordón que utilizó para colgarla
a su cuello. Se puso el reloj con precaución y al instante se cerró
alrededor de su muñeca izquierda. El reloj siguió sin funcionar. El joven
presionó el único  botón de color rojo, situado a la derecha del aparato, al
hacerlo sintió como si algo le hubiese picado, intentó quitárselo pero no
pudo aun y cuando su madre pronunció nuevamente «Vincent»; al
moverlo un poco, vio una pequeña gota de sangre en su muñeca: a juzgar
por la herida, fue ocasionada por una aguja.

—Qué extraño, debió ser algún pedazo de metal puntiagudo que se


desprendió del reloj, pero ya estoy bien. ¡Mira mamá ya funciona!

          El reloj empezó a funcionar sin ningún problema. Isaac ajustó la


hora y la fecha, se veía increíble.

          Agotados por la hora y sin poder mantener los ojos abiertos se
fueron a dormir.  Él no podía creer lo del regalo inesperado de su padre,
después de todo parecía que de alguna forma se había preocupado por él.

          Nadie había preparado a Isaac para lo que le sucedería esa noche.
Capítulo 6

Isaac no pudo dormir bien en toda la noche debido a que sintió dolores
muy fuertes por todo su cuerpo: tuvo mucha fiebre, sudoración  y
escalofríos. Él no se había sentido tan mal en toda su vida. Se movía
inquieto de un lugar a otro en su cama. La idea de morir en su lecho  pasó
por su mente, lo cual le angustiaba; el pensar que dejaría sola a su madre
tan enferma le preocupaba en sumo grado, más que su propio bienestar.
En su fe el imploraba a Dios que lo que sentía pudiera mitigarse y
desaparecer. A pesar de ser un hombre de ciencia se le habían inculcado
principios religiosos. Muchas veces le preguntaba a su madre sobre el
origen del hombre o de la Tierra y cómo las evidencias científicas eran
compatibles con la religión, su madre siempre le contestaba: «un hombre
muy sabio dijo una vez: “Mi mente limitada solo alcanza a comprender
algunas cosas,  lo que no entiendo lo acepto por fe, con la confianza de
que pronto me será revelado”». Él confiaba en esas palabras.

          Después de su súplica desesperada, comenzó a sentir que el dolor


se desvanecía; aun estaba demasiado débil, tanto, que no supo en qué
instante se quedó dormido.

          Muy a lo lejos… una voz débil se escuchó en la cabeza de Isaac,  no


supo quién era, ni entendió lo que decía; poco a poco fue cada vez más
audible hasta que entendió que le llamaban por su nombre. Intentó abrir
los ojos pero le resultaron muy pesados: por lo que tardó un poco en
lograrlo. Era Gaby quien le estaba hablando, ya con un tono que denotaba
preocupación.

—Isaac, ¿estás bien? Háblame. ¿Qué te pasa?

—¿Qué pasó? ¿Por qué estás tan alterada? —respondió de forma


aletargada al estar más despierto.

—Tengo rato hablándote y no reaccionabas,  llegué desde temprano y ya


se me hacía que era muy tarde para que no te despertaras, pensé que
algo malo te había sucedido.

—Tranquila, gracias por preocuparte pero estoy bien, sólo un poco débil:
debe ser porque llevo muchas horas sin comer, pasé muy mala noche.
Tuve mucha fiebre y malestar en todo mi cuerpo, fue por eso que no
podía despertarme.

—Pensé que como te habían despedido de la planta, aprovechabas para


descansar un poco más de lo habitual, pero empecé a preocuparme ya
que ni siquiera te movías y al percatarme que estabas empapado de sudor
me preocupé. Disculpa si te interrumpí el sueño, no sabía que habías
tenido una mala noche, probablemente estás resfriado.

—Nos tenías muy preocupadas ya que nunca duermes tanto —se escuchó
la voz de su madre desde su cama—, si ya te sientes mejor que te parece
si te das un baño y te preparas para una sorpresa, Gaby preparó algo
especial para ti.

—Ni creas que sin bañarte te daré el abrazo de feliz cumpleaños, porque
ahorita parece como si hubieras llegado de correr, tu playera está toda
sudada. Por cierto no me has presumido tu reloj nuevo, ¡está muy bonito!
—Fijándose en el regalo que había recibido su amigo y que traía puesto en
su muñeca.

—Muchas gracias, me lo regaló mi padre —comentó el cumpleañero


cuando se estaba metiendo a bañar.

          La respuesta desconcertó a Gaby quien sabía que el padre de Isaac


los había abandonado cuando él nació. Eva le contó que había guardado
ese presente por muchos años ya que el padre de Isaac quería que se lo
diera cuando cumpliese la mayoría de edad. La joven se quedó con aún
más preguntas en su cabeza, pero no las externó  debido a que sabía que
era delicado hablar sobre ese tema.  

          Dentro del baño, al quitarse su ropa; Isaac quedó sorprendido al


ver que su masa muscular había aumentado considerablemente, no creía
lo que el espejo del baño reflejaba, se veía como si llevase muchos años 
haciendo ejercicio; no  le desagradaba en lo más mínimo su nueva
apariencia pero ese cambio generó muchas interrogantes en su cabeza.
Algo había pasado durante esa noche que había originado esa
musculatura.

          De pronto… a su mente acudió el recuerdo del piquete que sintió


cuando se puso el reloj que le regaló su padre: lo que causó que le saliera
una gota de sangre. La única explicación posible era que algo contenido
en el reloj le había sido inyectado: lo cual originó todos los síntomas que
experimentó durante esa noche, así como los cambios musculares que
presentaba su cuerpo.

          Cuando terminó de bañarse y alistarse, escuchó la voz de Gaby que


le decía que cuando saliera cerrara sus ojos, que no hiciera trampa. Así lo
hizo y ella lo tomó de la mano y le guió lentamente hasta la mesa del
comedor. Recibió la orden de que los abriera; al hacerlo se dio cuenta de
que frente a él estaba una mesa espléndidamente acomodada: con un
hermoso mantel blanco; un florero de cristal con varias florecillas
silvestres de plástico justo en el centro de la mesa; platos de plástico y
una cuchara perfectamente acomodados, y lo mejor… un aroma exquisito
que provenía de una charola plateada. Gaby destapó la charola lo que
permitió ver en medio de una nube de vapor que salió al destaparla, el
platillo favorito de Isaac «Chinchuletes»: una especie de guiso parecido a
lo que antes se llamaba comida orgánica y que al gusto sabía a carne
mezclada con raíces aromáticas y verduras transgénicas. —El festejado
empezó a salivar.

—¡Se ve delicioso! —exclamó el joven hambriento.

—No solo se ve… ¡está delicioso! —replicó Gaby sirviendo una buena
porción en un plato, acompañándolas con leguminosas que había
preparado—. De tomar conseguí tu bebida favorita «Agua filtrada en
cantera» —anunció su amiga.

—Veo que no se te escapo nada —aseguró Isaac sentándose a la mesa.

—Gaby estuvo toda la mañana preparando la comida y cuido hasta el más


mínimo detalle, quería que todo estuviera perfecto en tu cumpleaños.
—reiteró Eva animada.

          Isaac se acercó a Gaby…  le dio un abrazo y muchos besos en la


frente.

—¡Basta, no seas empalagoso! —objetó tratando de zafarse, aunque en


realidad lo disfrutaba.

—Esto cuenta también como tu abrazo de feliz cumpleaños, te deseo lo


mejor hoy y siempre, te lo mereces eres un hombre muy especial en
todos los sentidos —expresó de forma afectuosa su eterna enamorada.

          Con el abrazo Gaby notó la musculatura de su amigo.

—No sabía que ibas al gimnasio; veo que esas rutinas han dado resultado.

          Isaac sin saber que decirle solo sonrió.

—Se va a enfriar la comida, comencemos —comentó desviando la


conversación el apenado festejado.

          En esos momentos de felicidad, todos los malos ratos del día
anterior se habían disipado en la mente del joven. Al terminar de comer y
ya en la sobremesa, Isaac puso a prueba los conocimientos de su amiga.

—Gaby, ¿es posible que alguien pueda aumentar su masa muscular


considerablemente de un día para otro?

—Como me imagino que ya sabes por ser el alumno casi más inteligente
de la clase —le restregó el hecho en la cara—, las células musculares
después de formadas no se reproducen; esto debido a que una proteína
llamada miostatina impide este proceso, regulando así el crecimiento de la
masa muscular por este medio. La otra forma es mediante el ejercicio
pero lo único que este hace es que las células ya existentes aumenten de
tamaño; ese proceso es lento ya que hay que darles nutrientes a las
células y el estímulo  debe ser constante para lograrlo. Aunque… hay
casos registrados de niños que nacieron con una mutación que afecta a la
miostatina ocasionando que su masa muscular aumentara por
reproducción de sus células; como consecuencias son niños súper fuertes.
Todavía no se saben las repercusiones que esta mutación pueda traer, ya
que como sabemos, el corazón también es un músculo el cual no debe
crecer fuera de lo normal; si se pudiera afectar a la miostatina para que
regulara sólo ciertas regiones, podría lograrse lo que tú dices.

—Eso podría explicar muchas cosas. —murmuró Isaac.

—¿Por qué tu repentino interés en el asunto?

—Simple curiosidad, además, estaba tratando de hacerte sentir superior a


mí, fingiendo asombro en cuanto a tu cátedra.

          En la mente de Isaac se había generado la hipótesis de que algo


que le inyecto el reloj causó una mutación en su miostatina: provocando
esos cambios en su musculatura. La acelerada reproducción de sus células
había consumido súbitamente las reservas energéticas contenidas en su
tejido adiposo, lo cual explicaría la elevación de su temperatura corporal
así como su malestar general.

          Mientras ellos aún conversaban de mil y un temas en la sobremesa,


escucharon que alguien tocó la puerta.

—Es Samuel —informó Gaby al asomarse por la ventana y dirigirse a


abrirle la puerta. Lo recibió con un beso en la mejilla lo cual causó que
Samuel se ruborizara.

—¡Hello familia! —Exclamó Samuel al ver a Eva y a su amigo—. ¿Cómo


está el cumpleañero? —preguntó mientras le dio su abrazo.

—Qué bueno que llegas. Siéntate, tienes que saborear los deliciosos
chinchuletes que preparó Gaby.

          Samuel se sentó y probó el delicioso manjar. Pronunció grandes


elogios hacia la cocinera.

—Ya te puedes casar sweetheart, cualquier hombre desearía desposarse


contigo —aseguró a manera de indirecta.

          Gaby desvió la atención del comentario de Samuel, sabiendo que


ella le gustaba y que él lo decía muy en serio.

—Ya es hora de partir el pastel, pero antes cantemos…

          Todos empezaron a cantar al unísono: «Ha llegado al fin, ha


llegado al fin, Tu cumpleaños Isaac, no regresará más». Encendieron una
vela en el pastel que representaba sus 18 años. Después de la canción
Samuel le dijo a Isaac que debía pedir un deseo al apagar la vela. En su
mente él deseó: «¡Que nuestras vidas puedan cambiar para siempre!».

          Esa tarde fue muy especial para Isaac. El estar al lado de las
personas que amaba compartiendo los alimentos y un momento agradable
no tenía precio. Ni la mala racha de Isaac, ni el dolor del secuestro de los
padres de Samuel, ni el tener que aguantar a un padrastro y una madre
indiferente como los de Gaby, ni la enfermedad que asechaba el cuerpo de
Eva, arruinaron ni por un segundo la felicidad que ellos disfrutaron en esa
tarde.

Los regalos no se hicieron esperar.

—Sé que no supera al reloj de tu padre, pero te hice a mano este collar de
cuero sintético de color negro, con un una pequeña roca muy bonita que
de niña encontré y que aún conservaba, en la cual tallé la inicial de tu
nombre —destacó Gaby colocándole  el collar a su amigo.

          Samuel le dio una navaja de color rojo que contenía muchas
herramientas muy útiles, estaba en un estuche negro.

—Muchas gracias amigos, ustedes son los mejores del mundo. No


debieron molestarse, con su compañía era suficiente —expresó Isaac
emocionado.

—No te mal acostumbres, en los próximos cumpleaños no te daremos


regalos, además el cumplir la mayoría de edad es muy importante y
especial para todo young man. —señaló bromeando Samuel.

          Como ya empezaba a oscurecer, Gaby y Samuel se despidieron de


ellos. Se fueron juntos ya que Samuel  no podía permitir que una hermosa
señorita se fuese sola hasta su casa en ese barrio tan peligroso, él le
prometió que la cuidaría. Esa promesa le trajo recuerdos a Gaby  de
cuando estaban en la escuela, Samuel siempre la defendía de los jóvenes
que la acosaban, aun cuando esas peleas lo metían en problemas con las
autoridades escolares. Así que no pudo negarse ante tan atento
ofrecimiento.

          Isaac después de que se durmió su madre, terminó de recoger la


mesa y se dispuso a sacar la basura para tirarla; cerca de donde vivía
había un gran contenedor, que por lo que vio estaba casi lleno. De pronto
se le ocurrió una idea… mirando para todos lados para asegurarse que
nadie lo veía, intentó levantar el contenedor; para su sorpresa, con muy
poco esfuerzo logró levantarlo. Este hecho lo emocionó y lo llenó de un
sentimiento de satisfacción, muchas veces cuando él era niño, otros niños
en la calle se burlaban de él porque siempre fue delgado. Le decían
muchos sobrenombres ofensivos, que lo lastimaron, el que más le
repetían era «debilucho». El ver que su fuerza había aumentado le hizo
sentir muy bien. Después de todo lo que pase en la noche, valió la pena
con este resultado físico, pensó Isaac al entrar a su casa.

          Lavó sus dientes colocándoles un polvo efervescente que hacía


reacción en contacto con la saliva ocasionando una limpieza profunda y
luego se fue a la cama. Esa noche pudo descansar como hacía mucho
tiempo no lo hacía.
Capítulo 7

Muy temprano por la mañana, Isaac se despertó muy hacendoso. Para


cuando su madre abrió los ojos: él ya tenía el desayuno, casa y ropa
limpia.

—Veo que te has levantado muy temprano, y que estás muy contento. Me
da mucho gusto verte así.

—Gracias mamá. Hoy por la tarde es la graduación de la escuela de Jenny


y planeo ir, aunque sólo la vea de lejos; no me daré por vencido luchare
contra todo y contra todos por mi verdadero amor. —expresó con
decisión.

—¡Ese es mijo! Nunca te desanimes, recuerda que el que persevera


alcanza.

          Esas últimas palabras las pronunció con dificultad. Empezó a


faltarle el aire, un fuerte dolor en el pecho la postraba sin poder moverse;
realmente se estaba poniendo muy mal. Isaac asustado, la cubrió con
unas sábanas, la cargó en sus brazos y la llevó de prisa a la unidad
médica más cercana. Entró por el área de pacientes críticos. Cuando el
personal lo vió desesperado y con su madre en los brazos de inmediato lo
recibieron y se hicieron cargo de la enferma. Le pidieron que saliera, ellos
lo llamarían para darle informes de su paciente en cuanto supieran que
tenía.

          Los minutos pasaban y nadie salía, fue muy desesperante, el no


sabía qué hacer; la angustia lo estaba consumiendo.

          De pronto un rostro familiar atravesó la entrada principal… Era


Gaby, quien al ver a su amigo entre la gente corrió hacia él, abriéndose
paso entre todos los que esperaban en esa sala. Le dio un fuerte abrazo y
con un nudo en la garganta le preguntó por el estado de Eva.

—Qué razón tienes de tu mamá.

—Ninguna. Estoy muy desesperado ya ha pasado una hora y nadie me


dice nada, he preguntado varias veces pero siempre me piden que sea
paciente; ¡cómo puedo serlo en estos momentos de angustia! —exclamó
Isaac muy nervioso.

—Fui a tu casa, cuando vi que no estaban pregunte a los vecinos quienes


me dijeron que te habían visto salir con tu madre en los brazos y  con
mucha prisa, supusieron que te dirigías a la unidad médica. Al enterarme
vine lo más rápido posible.

          Por fin un médico salió y pidió hablar con ellos. Él les informó que
Eva estaba muy grave que ya no podían hacer nada, los dejarían pasar a
verla para que se despidieran de ella. Les comentó que no se explicaban
cómo continuaba aún con vida, después de los múltiples infartos que
había sufrido su corazón durante esa hora. Los dos se apresuraron a
entrar en la habitación donde estaba la paciente, al ver su rostro pálido y
los múltiples aparatos colocados por todo su cuerpo, hizo que ya no se
pudieran aguantar más; sus lágrimas brotaron sin restricción alguna.

—Madre estamos a tu lado —apenas pudo pronunciarlo susurrándole al


oído—. Mira quien está conmigo… es Gaby.

          Con dificultad  Eva abrió  sus ojos y una ligera sonrisa apareció en
su rostro.

—Mis queridos hijos, cuánto los amo.

—No hables  mamá, no te esfuerces veras que saldrás de esta.

—El momento que tanto había temido desde que supe lo de mi


enfermedad está cerca. Pronto te dejaré solo y eso me preocupa mucho,
mi alma se desgarra de tan solo pensarlo.

          Isaac sintió que ese presagio era certero y que la preocupación que
externó su madre era la única causa de no poder abandonar este mundo
en paz. Reunió el valor necesario para hablarle y consolarla.

—Yo estaré bien no te preocupes por mí, gracias por ser la mejor madre
del mundo por todos estos años. Nunca te olvidaré, siempre estarás
guiando mi corazón donde quiera que te encuentres, se que irás a un
lugar donde podrás descansar de este mundo de sufrimiento y dolor. Te
amo madre y ni la muerte podrá romper ese lazo eterno.

          Cuando ella escuchó las palabras amorosas de su hijo no pudo


evitar llorar. Gaby le prometió a Eva que siempre cuidaría de su amigo
 que estaría con él en las buenas y en las malas.

—Gracias por todo hijos, los amo.

          Fue lo último que dijo una madre amorosa hacia sus seres
queridos. Las máquinas que monitoreaban sus signos vitales indicaron que
su corazón se había detenido y que ella había fallecido. Llegó el personal
médico, pero ya no había nada que hacer. Isaac abrazó a Gaby y ambos
lloraron desconsolados. Los médicos les dijeron que debido al estado de
los órganos de Eva tendrían que cremarla lo más rápido posible. Isaac les
agradeció por haber hecho todo lo que estuvo en sus manos por ayudar a
su madre y les aseguró que lo harían esa misma tarde.

          Gaby regresó a su casa para alistarse y traer algo de merendar


para Isaac. Mientras él firmaba unos papeles en la unidad médica y hacía
los preparativos para la cremación.

          Samuel los pudo acompañar hasta el crematorio. Gaby le había


dejado una nota en la puerta de su casa diciéndole todo lo que había
pasado y que lo necesitaban en cuanto pudiera. Al verse se abrazaron y
lloraron juntos, Eva era como una madre para él y su muerte le afectó
mucho.

En ese triste lugar sólo estaban ellos tres, nadie más había asistido; era
costumbre en Ciudadela que los seres queridos se reunían en el
crematorio y se hacía una especie de ceremonia que culminaba cuando
uno de los familiares encendía el interruptor de la cremación. Encima de
una plancha metálica reposaba el cuerpo de Eva, en su pecho había dos
flores blancas que los amigos de Isaac habían comprado. La puerta del
incinerador permanecía abierta para que los familiares se despidieran del
difunto.

          Samuel y Gaby se acercan a su amigo y  sacando un pequeño


morral de tela, el cual contenía dinero, se lo entregaron en las manos.

—Brother, por favor acepta este dinero son todos nuestros ahorros, con el
podrás pagar lo de la cremación de nuestra madre. No aceptaremos una
negativa, recuerda que estamos contigo y que somos your family.

          Isaac con suma humildad y agradecido por ello, lo tomó y los
abrazó con lágrimas corriendo por sus mejillas.

          De pronto… La entrada de una mujer joven interrumpió tan


emotiva escena y rompió el silencio que reinaba hasta esos momentos.
Para sorpresa de todos y más aun para la de Isaac, era Jenny. Tenía
varios años de no platicar con ella. En el pasado fueron muy buenos
amigos pero se distanciaron y hasta ese momento no se habían visto
frente a frente. Jenny se acercó reverentemente hacia donde estaba
Isaac: le expresó sus condolencias, saludo tímidamente a Samuel y a
Gaby.

          Gaby no se sintió cómoda con la presencia de la recién llegada,


pero viendo que ese hecho reconfortaba a su amigo, estuvo dispuesta
 hacer a un lado sus propios intereses por el bien de Isaac.

          Samuel había visto a Jenny antes de irse al crematorio y le informó


de todo lo acontecido con Isaac y su mamá, diciéndole que si podía ir a
verlo eso le ayudaría mucho anímicamente.

          Isaac estaba desconcertado por la presencia de Jenny en ese lugar.

—¿Pero no se suponía que hoy era tu graduación? Además, como supiste


lo que había pasado… sea lo que sea, me alegra que estés aquí.

—De todos modos no tenía ganas de ir, mi padre se enojó pero eso no
importa en estos momentos. Samuel me contó lo sucedido y sin pensarlo
me alisté para venir a ver como estabas. Sé que ya son varios años de no
vernos, pero te confieso que cada vez que puedo y veo a Samuel le
pregunto por ti. Discúlpame por no haber estado contigo en todos los
momentos difíciles que has pasado.

—No te preocupes, yo he estado a su lado todo este tiempo y como verás


hemos sobrevivido muy bien sin ti. —interrumpió Gaby.

          Al notar los celos de Gaby y sabiendo que lo que dijo era verdad,
Jenny se apenó.

—Me complace ver que tienes grandes amigos a tu lado, debes atesorar
eso profundamente.

—Gracias, me alegra que una vieja amiga este con nosotros.

          Ellos permanecieron juntos apoyándolo. Se le indicó que era el


momento de activar el mecanismo de generación del fuego; así lo hicieron
pero antes, como muestra de agradecimiento hacia una madre y amiga
que había dedicado su vida entera en la ardua labor de hacer feliz a su
hijo, cada uno reverentemente beso la frente de Eva, para después
terminar de introducir el cuerpo inerte y cerrar la puerta.

          El camino de regreso a casa fue muy triste, al llegar esa noche,
Samuel se ofreció a quedarse con su amigo para no dejarlo,  pero él
prefirió quedarse solo, tenía muchas cosas que aclarar en su mente y
necesitaba un poco de soledad. Respetando su petición, Samuel y Gaby se
fueron juntos. Jenny se quedó unos minutos  más. Sacando una caja
pequeña de su bolso, se la entregó en las manos a su amigo.

—Se que ayer fue tu cumpleaños y pensé en traerte esto —señalando a la


caja—, pero no sabía cómo acercarme a ti después de todo este tiempo de
no frecuentarnos, espero no sea demasiado tarde. Por favor no lo abras
hasta que estés adentro.

          Jenny le dio un beso en la frente y se despidió. Miró  hacia atrás y


se percató de que él la veía alejarse detenidamente.

          Al entrar en la casa y contemplar la cama de su madre vacía  lloró


de nuevo, así estuvo por varias horas. Al calmarse alzó la vista y vió en la
mesa la caja que le regaló Jenny. Enjugándose las lágrimas se dispuso a
abrirla. En su interior estaba una hermosa brújula de plata con el nombre
de Isaac grabado en la tapa,  unida a una cadena del mismo material a
manera de un dije y con una nota que decía: «Para que nunca pierdas el
sentido y dirección de tu vida, con amor Jenny». Esas palabras le
reconfortaron, era un símbolo de que aun en  las peores tormentas de la
vida, siempre existe algo que nos indica la dirección para seguir adelante.

          Muchas cosas sin asimilar rondaban por la mente del joven. Por fin
sin darse cuenta dominado por el agotamiento emocional y físico que
sentía, se quedó dormido sobre su cama.
Capítulo 8

Al otro día mientras Isaac guardaba las cosas de su madre en una caja de
cartón, en el reloj apareció un mensaje con letras de color rojo que decía:
«Banco Ciudadela, caja de seguridad seis; lleva la llave».

          El mensaje le recordó las palabras que su madre había citado de su


papá, sobre lo que aparecería en el reloj y de cómo eso  le indicaría lo que
tendría que hacer.

          Isaac se había quedado de ver con sus amigos en el centro de


Ciudadela, ellos insistían en que él debía distraerse. El punto de reunión
era una prestigiosa cafetería llamada «Café Mata» eran famosos por hacer
las mejores donas de la ciudad. Al entrar en la cafetería Isaac vio a Jenny
sentada junto a una de las mesas en la parte del fondo, los demás no
habían llegado todavía. La oportunidad le pareció adecuada para poder
aclarar algunas cosas con su amiga. Se acercó a ella: la saludó de beso,
se sentó y respiró hondo reuniendo el suficiente valor para enfrentarla con
sus preguntas. Desvió la atención al tomar el menú, empezó a hojearlo
como si todo se le antojase para comer y no pudiera decidirse.

—¿Ya pediste algo para desayunar?

—No, estaba esperando a que por lo menos llegará alguien más, pero ya
que estas aquí pediré  una bebida caliente con una deliciosa dona.

—Creo que yo pediré lo mismo que tú —afirmó haciendo una seña a la


mesera para que viniera a tomar el pedido.

          La mesera llegó muy rápido y sin disimular le coqueteó a Isaac.


Apuntó sus pedidos y se retiró, ante la mirada celosa de Jenny.

—Me da gusto que hayas venido —exclamó su amigo ya más tranquilo.

—¿Te gustó mi regalo?

—¡Claro que sí! Es una brújula preciosa, pero debió costarte mucho
dinero.

—Esa brújula no es nueva, de hecho, el día que nos vimos por última vez
hace tres años estaba próximo tu cumpleaños, te la había comprado de
regalo en esa ocasión sin saber que tendría que esperar un tiempo más
prolongado para dártela.

—¿Por qué te alejaste de mi? Siempre he pensado que tal vez hice algo
que te había molestado u ofendido de alguna manera.

—No hiciste nada malo, y mucho menos me ofendiste. Hace tres años
cuando regresaba a casa de la escuela, mi padre me esperaba en la
entrada, tenía mi diario en sus manos y una mirada de odio y coraje. Mi
primera reacción al ver mi diario fue el de reclamarle por haberlo tomado
y leído sin permiso. El no me escuchó, sólo me preguntó en un tono
agresivo que si yo estaba enamorada de ti, él había leído en mi diario lo
entusiasmada que estaba contigo y de cómo rogaba por que algún día te
animaras a declararme tu amor. Le contesté que sí, que mi corazón te
pertenecía y que si tú me lo pedías estaría dispuesta a irme contigo a
donde me llevaras, lo dejaría todo por ti. Por primera vez en mi vida sentí
mucho miedo al escuchar a mi padre prohibirme verte de nuevo, ya que
de lo contrario el te mataría, que prefería verme sumida en la tristeza que
permitir que su hija se fuera con el hijo de su peor enemigo. La sinceridad
de sus palabras y temiendo por tu seguridad me hizo prometerle ese día
que no volvería a verte, me he tenido que conformar con saber de ti por
medio de Samuel, así que en cierta forma nunca deje de tener contacto
con tu vida.

          Isaac sintió un gran alivio y una enorme felicidad al escuchar a


Jenny aclararle lo que la había alejado de él.

—Y...  ¿Aún sientes eso por mí, todavía sigues enamorada de mi como lo
estoy de ti?

          Cuando estaba a punto de responderle, entró Gaby a la cafetería


saludando e interrumpiendo la conversación.

—Perdón por la tardanza, mi padrastro me mandó a comprarle bebidas


alcohólicas justo cuando estaba por salir de casa esta mañana, ya que
vendrán sus «amigotes» a embriagarse con él, eso hizo que me retrasará.

—¿Cómo puedes vivir con alguien así? Yo no podría vivir con alguien que
me tratara como su sirvienta y que nunca esté al tanto de lo que hago o
que no muestre el mínimo interés por mí. —argumentó Jenny tratando de
hacer conversación en ella.

—Aunque mi vida no te incumbe tienes razón, no lo sé, supongo que para


no dejar sola a mi madre con ese granuja, aunque cada vez la siento más
distante y más dependiente de mi padrastro. La hace sentir que sin él no
logrará salir adelante en la vida, además, varias veces la ha maltratado
cuando está alcoholizado, lo increíble es que cuando trato de defenderla
ella se enoja conmigo y se pone de su lado diciéndome que ella lo había
provocado. Muchas veces he estado a punto de irme muy lejos y créeme,
en cuanto tenga la oportunidad de hacerlo me iré sin pensarlo.

          Para sorpresa de todos entró Samuel a la cafetería: se suponía que


no iría por estar trabajando en la planta tratadora. Saludó a todos y se
sentó con ellos ordenando a la mesera un desayuno completo.

—Vemos que traes mucha hambre. ¿Qué pasó? ¿Te dieron el día libre?
—preguntó Gaby intrigada.

—De hecho, les informo que acabo de renunciar a my job esta mañana. Ya
me canse de que todos los días me exploten, ¿qué futuro puedo tener en
esa compañía? y además, no podía dejar las cosas así nada más, antes de
irme y ya con mi dinero de la liquidación asegurado fui a despedirme del
jefe y le deje un pequeño recuerdo nada grave de que preocuparse, solo
le decoré de morado su ojo derecho.

—Eres tremendo Samuel y ahora... ¿qué vas a hacer sin trabajo? Ya


vamos a ser dos los desempleados.

—No te preocupes my friend saldremos juntos a buscar un mejor trabajo o


mejor aún, podremos poner nuestra propia empresa ¿qué te parece?

—Siempre tan optimistas, verán que pronto surgirá algo para los dos.
—afirmó Jenny dándoles ánimo.

—Amigos, como ya me dieron mi liquidación, yo invito pidan lo que


quieran.

          Los cuatro amigos disfrutaron de una buena plática acompañados


con un desayuno, bebidas calientes y  unas deliciosas donas.

          Pasearon por el centro de Ciudadela viendo a los cientos de


vendedores ambulantes junto a los costados de las calles, contemplando
anuncios y edificios en regular estado. Un edificio  tenía una pantalla
gigante en la parte de enfrente, al pasar por ahí salió un anuncio
transmitido por el canal del gobierno donde apareció la gobernadora de
Ciudad Beta diciendo: «A las dos de la tarde del día de hoy, se darán a
conocer los nombres de las familias que resultaron ganadoras del sorteo
anual y por ende del pase plateado, este les permitirá tener la tan
añorada ciudadanía alfiana».

          Los cuatro escucharon el aviso sin perder detalle al igual que todos
en la ciudad.

—Imaginen que todos nosotros fuésemos seleccionados para vivir en


Ciudad Alfa, eso sí que cambiaría nuestras lives, podríamos estudiar la
universidad de forma legal y lograr todos nuestros sueños. —consideró
Samuel fantaseando.

—Bájate de tu nube, la probabilidad de ganarse un pase plateado es una


entre  millones y de que los cuatro salgamos ganadores casi improbable
—refutó Gaby haciendo cálculos en su mente.

—Mejor qué les parece mi idea, vamos al viejo proyector de cine y luego
regresamos para ver juntos los resultados. —opinó Isaac emocionado.

—Me parece muy bien, de todos modos, mi padre piensa que estoy
recogiendo unos documentos en la escuela. –informó orgullosa Jenny por
el hecho de haberle mentido.

—¡Oh chica ruda! Te atreviste a mentirle a your father. Y yo pensaba que


era el más rudo de por aquí —replicó Samuel con tono de burla.

—Mejor vayámonos para poder alcanzar una película temprano. —Los


apresuró Isaac.

—No se porque se emocionan, siempre pasan las mismas cintas viejas del
tiempo de antes de la fusión de los continentes. —refutó Jenny.

          Los cuatro se fueron al viejo proyector y al entrar en la sala donde


exhibían la única película y con la dotación de frituras deshidratadas, se
sentaron Jenny e Isaac juntos y Samuel y Gaby de igual forma. Al
empezar la película, Jenny se acercó a Isaac.

—La respuesta es sí… la respuesta a lo que me preguntaste cuando Gaby


nos interrumpió en la cafetería es sí. —confirmó la joven.  

          El corazón de Isaac se acelero y no cabía de gusto en su pecho,


recordó el consejo de su madre de luchar por el amor de su vida, la
imaginó muy contenta viéndolo feliz con Jenny. Se tomaron lentamente de
 la mano y siguieron disfrutando de la película como una feliz pareja.

Samuel armándose de valor quiso hacer lo mismo con Gaby pero ella
rechazó su caricia.

 —Realmente me gustaría sentir algo por ti pero dame tiempo, mi corazón


está ocupado pero lucharé por cambiar eso —susurró al oído de Samuel
después de mirar a Jenny y a Isaac tomados de la mano.

—Para mí eso es suficiente, seguiré luchando por tu amor. —contestó su


enamorado.

          Al terminar la función salieron muy contentos comentando sobre lo


que de nuevo les había gustado y disgustado más de la película. Se
dirigieron al edificio con la pantalla gigante, aunque, todavía faltaba media
hora más para el anuncio. Al ir de regreso, escucharon un llamado de
auxilio… era la voz de un hombre pidiendo que alguien lo ayudara;
 provenía de un callejón junto al camino. Los dos amigos sin pensarlo dos
veces acudieron al llamado, pidiéndoles a Gaby y a Jenny que si tardaban
llamaran a la policía. Unos pandilleros estaban golpeando a un señor
tratando de quitarle sus pertenencias. Isaac y Samuel les gritaron para
amedrentarlos pero  se enojaron aún más y se abalanzaron sobre ellos
para lastimarlos. La confrontación no se dejó esperar, Samuel ya tenía
experiencia en eso de las peleas ya que muchas veces visitó la dirección
de la escuela por ese motivo. Isaac lanzaba a los pandilleros con
extremada fuerza dejándolos tumbados y sin poder levantarse, detenía los
golpes con sus mano, como si un niño le pegase a manera de juego. Gaby
y Jenny al escuchar los golpes fueron corriendo hacia ellos, estaban de pie
sin poder creer lo que Isaac les hacía a los malhechores. Cuando
terminaron con los pandilleros estos salieron huyendo despavoridos. Isaac
muy sereno vió a sus amigos inmóviles de la impresión por haber visto
sus hazañas de fuerza.

—Lo que hacen unas horas en el gimnasio. —comentó riéndose.

          Isaac recolectó las pertenencias que le intentaron robar al señor y


al devolverlas se percató de que tenía una credencial de seguridad con el
símbolo de «Origen».          Entregándole las cosas al desafortunado, este
las tomó muy rápido tratando de ocultar la credencial. Samuel le ofreció
llevarlo a la unidad médica más cercana.

—No será necesario, creo que puedo ponerme de pie. Por fortuna ustedes
llegaron antes de que me pudieran herir de gravedad sólo estoy un poco
mareado,  mis heridas sanaran pronto —aseguró el Señor tratando de
levantarse—. Me llamo Rogelio pero ustedes pueden decirme Roy.

—Hola. Yo soy Isaac y estos son mis amigos: Samuel, Jenny y Gaby.

—Muchas gracias por su ayuda nunca podré pagarles con nada lo que
hicieron por mí esta tarde. Por favor acepten este papel, he escrito en el
mi número y si alguna vez necesitan algo no duden en llamarme. —Lo
recibió Isaac desconcertado, nadie de sus conocidos tenía sistema de
comunicación.

—Gracias. Te dejamos Roy, vamos a ver el anuncio de los ganadores de la


ciudadanía alfiana que darán a conocer en algunos minutos por toda la
ciudad. —informó Samuel apresurando a los demás.

          El rostro de Roy cambio al escucharles hablar sobre el asunto.

—Mis jóvenes amigos  lo único que puedo desearles a ustedes y a sus
familias es que no resulten ganadores.

—¿Qué quieres decir con eso? —dijo Jenny desconcertada.

—No me hagan caso, los golpes realmente me afectaron, creo que me


dieron muy duro en la cabeza. Espero verlos pronto, por cierto, descanso
dos días a la semana y este es el primero para que sepan cuando
contactarme.

          Se despidieron y los cuatro amigos reanudaron su camino hacia la


pantalla gigante, se apresuraron para estar a tiempo cuando dieran la
noticia. Llegaron tan rápido que faltaban solo tres minutos para el
anuncio. Al estar esperando, por fin Isaac se animó a darle un beso
espontáneo a Jenny al cual ella le correspondió.

—¿Quieres ser mi novia? —preguntó por fin Isaac.

—¡Sí! ¡Claro que sí! —confirmó Jenny con gran emoción. Puso sus brazos
alrededor del cuello de Isaac y le dio otro beso en señal de
confirmación—. Pensé que nunca me lo pedirías.

          El mundo pareció detenerse para estos dos jóvenes enamorados.


Gaby a pesar de que le dolió ver a Isaac con otra mujer, quería lo mejor
para él, así que prometió que no interferirá más en la felicidad de su
amigo al lado de Jenny.

          De pronto…  apareció en pantalla  la gobernadora de Ciudad Beta


próxima a anunciar a los ganadores: «Los nombres de las familias junto
con sus fotos aparecerán en la pantalla. Les recordamos a los ganadores
que deberán presentarse dentro de dos días en “Origen” y que deben
seguir las recomendaciones que se darán al terminar la lista de
ganadores».

          Todos en la ciudad estaban viendo esa transmisión en los sitios


colocados por el gobierno para dar anuncios importantes. Los ganadores
fueron apareciendo. La tercera familia que nombran y para sorpresa de
todos fue la de Jenny. La recién pareja de enamorados no podía creerlo,
en su mente resonaban las palabras que acababan de escuchar
nombrando a la familia de ella como ganadora, la lista terminó y no se
mencionó a nadie más del grupo ni de sus conocidos.
Capítulo 9

Sentimientos encontrados invadieron a Isaac y a Jenny, por un lado la


felicidad de saber que ella y su familia por fin tendrían una nueva vida y
por otro que ese premio marcaría su separación definitiva. Como todos
sabían el premio era para la familia inmediata, es decir, padres e hijos.

          Cuando logró recuperarse un poco de la impresión, Isaac miró


fijamente a su novia sin poder ocultar su tristeza.

—Me alegro por ti y por tu familia, tu vida cambiará drásticamente cuando


te vayas a vivir a Ciudad Alfa.

—No me iré, me quedaré contigo ¡Nada podrá separarnos! —exclamó con


lágrimas en los ojos.

—Tu deber es irte y apoyar a tu familia, además, la vida que te espera es


la solución a todos tus problemas y yo nunca podré dártela —refutó
soltándole la mano.

—¿Qué acaso no te importó?

—Porque te amo demasiado es que debo dejarte ir. Ve a casa y festeja la


noticia junto a tu padre y hermanos; en estos momentos me imagino que
ya saben.

—Por favor Isaac, escúchame…

—Donde quiera que tú estés ahí estará mi corazón, no lo hagas más difícil
sólo vete, no te preocupes por mi superaré esto como he superado todo
en la vida. Siéntete en la libertad de conocer a un hombre que te haga
feliz en aquella ciudad, lo nuestro ya no puede seguir… hemos terminado.
—interrumpió resignado.

          Jenny se retiró llorando desconsolada. Isaac y sus amigos se


quedaron un rato más sin saber qué hacer. En todo el camino de regreso
a sus casas ninguno pudo pronunciar palabra, sólo se despidieron y se
fueron.

          Por la mente de Isaac pasaba una y otra vez la pregunta: «¿por
qué no puedo ser realmente feliz? La vida se afana en quitarme a las
personas que amo». Al llegar a su hogar se acostó a dormir toda la tarde
hundido en una racha de depresión que le afectó hasta lo más profundo.

          Mientras dormía soñó que veía a su madre, se veía muy bien llena
de energía y ánimo. La vió en un hermoso jardín, sentada junto a una
fuente de un agua tan pura como nunca antes había visto; traía puesto un
bello vestido blanco, se veía radiante. Él en el sueño sabía que su madre
había muerto.

—¿Cómo es posible que pueda verte si tú estás muerta?

—Me dieron permiso de visitarte para darte consuelo. Se por lo que estás
pasando, confió en que serás fuerte y que podrás soportar estas pruebas
y muchas más. Hijo mío tu vida cambiara como no tienes una idea
 —afirmó mirándolo a los ojos—, pero debes estar listo para ello. Aún hay
cambios que debes experimentar, pero tranquilo siempre estaré contigo
cuando más me necesites; las cosas siempre acontecen por un sabio
propósito.

          Sin poder decirle más y con un nudo en la garganta, se despertó


sobresaltado de la plática que al parecer tuvo con su madre.

—¡Gracias mamá! —exclamó Isaac mirando hacia el cielo.

          Se levantó y al tomar su chamarra de sobre la cama vio que algo


cayó al suelo, era el papel con el número telefónico de Roy. «Le llamaré
para preguntarle si sabe de algún trabajo», pensó en voz alta. Salió de su
casa rumbo a un sistema de comunicación público, pagó por el servicio y
marcó el número de la tarjeta. Al poco tiempo alguien contestó.

—Sí, bueno ¿quién habla?

—Hola, no sé si me recuerdas soy Isaac, me diste tu número esta


mañana.

—¡Claro Isaac! Siempre estaré en deuda contigo, ¿en qué puedo


ayudarte?

—Perdón por molestarte en tu día de descanso, si no es mucho pedir,


¿sabes si alguien está solicitando a un trabajador? En este momento estoy
sin trabajo; se hacer de todo.

—Mira, yo estoy buscando a una persona que me ayude con la limpieza y


mantenimiento de mi casa, mi trabajo me requiere que me ausente cinco
días a la semana por lo que me resulta muy difícil hacerlo, además, quiero
a alguien honrado y de mucha confianza; pago por semana y es buena la
paga ¿qué te parece? Piénsalo y me llamas para confirmar, de preferencia
mañana ya que no estaré en casa hasta la próxima semana.

—No tengo nada que pensar. Acepto. Sé que es mucho abusar, pero
también mi amigo Samuel está buscando trabajo, ¿sabes de algún otro
empleo?
—¿Él sabe algo de construcción? Estoy buscando quien pueda hacerme un
cuarto de estudio anexo a la casa.

—No busques más, Samuel sabe sobre eso.

—Bueno, entonces no se hable más del asunto los espero mañana en la


tarde en mi casa para darles instrucciones.

          Roy le dio la dirección la cual se encontraba en el Sur de la ciudad,


era la parte más bonita y exclusiva. Por la zona se notaba que ganaba
bien.

          Isaac corrió de inmediato a buscar a Samuel para comentarle sobre


el empleo. Lo encontró en su casa y le contó sobre la plática que tuvo con
Roy.

—¿En dónde vive?

—En la colonia «Los Álamos»…  ¿Cómo ves?

—Parece que nuestro amigo tiene dinero.

—Te veo mañana, todavía quiero pasar a ver a Jenny, tengo algo que
devolverle.

          Se despidieron y partió hacia la casa de su ex novia. Al llegar lo


invadieron los recuerdos del encuentro con el papá de Jenny días atrás y
del rompimiento que habían tenido recientemente. Por primera vez en
mucho tiempo el señor Andrés no se encontraba en la entrada. Isaac se
acercó y tocó la puerta; por suerte fue Jenny quien abrió.

—Hola. Isaac tenemos qué hablar —dijo al verlo.

—Antes de que continúes, ahora que vas a comenzar una nueva vida en
Ciudad Alfa tengo algo para ti. —interrumpió sacando la brújula de plata.

—Acéptala por favor, para que cada vez que la veas te acuerdes de un
amigo que te aprecia; no quiero que esto termine así y que te vayas
enojada conmigo.

—Nunca podré estar molesta contigo, jamás te olvidaré, gracias por los
momentos tan bellos que me hiciste pasar —comentó mirándolo a los ojos
y sujetando en sus manos la brújula. Será mejor que te vayas mi padre y
hermanos salieron pero no tardan en regresar y no quiero que arruinen
más las cosas.

—Tienes razón, pero te voy a ir a despedir a la entrada de Origen cuando


sea el momento de partir.

          Se despidieron con un último beso que surgió de manera


espontánea, casi como una consecuencia natural de que sus cuerpos
estuvieran cerca.

          Isaac llegó a su casa y para su asombro se topó con una canasta
junto a la puerta, contenía una deliciosa cena caliente y una nota que
decía: «Lamento todo lo sucedido, recuerda que cuentas conmigo, espero
te guste lo que preparé para ti. Tú amiga Gaby». La cena le cayó de
perlas, con tanto caminar ya tenía mucha hambre, además, no tenía casi
nada para comer en casa. Cuando terminó de cenar sonó la alarma de su
reloj y de nuevo sintió un piquete. ¡Ahora que va a pasar! —Exclamó con
un tono de preocupación—. Recordó lo que su madre en su sueño le había
dicho, que todavía faltaban algunos cambios en su cuerpo. Igual como la
primera vez, esa noche fue imposible conciliar el sueño pero los síntomas
eran diferentes, ahora se le presentó un fuerte dolor de cabeza, era
insoportable, también sufrió de terribles calambres por todo su cuerpo que
le ocasionaban que se arqueara, fue tan intenso su sufrimiento que
repetía en su mente constantemente: «creo que prefiero la  fiebre».
Capítulo 10

Isaac estuvo inconsciente por menos tiempo en esta ocasión en


comparación a su primera experiencia.

Abrió poco a poco los ojos, al principio con la visión borrosa pero fue
mejorando hasta poder ver perfectamente. Movido por la curiosidad se
dirigió al baño para poder observar por el espejo si presentaba algún
cambio físico aparente, pero no logró notar nada diferente. Satisfecho
miro su reloj, la hora que marcaba era las 11:00 a.m.

Había quedado de verse con Samuel  por la tarde para ir a ver a Roy por
lo del trabajo, pero todavía tenía bastante tiempo. Sólo desayunó una
rebanada de pan deshidratado y un poco de una bebida energética. Tuvo
la idea de pasar por Gaby y llegar juntos a la casa de Samuel temprano,
llevarían algo para comer y distraerse un poco, además, no sabía qué
cambios nuevos tendría su cuerpo así que mejor prefirió no estar solo.
Mientras se alistaba para salir, reflexionó sobre sus síntomas previos.
Tengo que decir lo que me está pasando a mis amigos, aunque ellos ya
sospechan que algo raro sucede conmigo. Pensó. Salió rumbo a la casa de
su amiga y la encontró platicando con Samuel en la puerta.

—¡Miren quien llega!

—Que milagro que vienes a mi casa, pensé que ni sabías donde vivía
—exclamó con tono de burla.

El les platicó sus planes para la comida en casa de Samuel.

—¿Qué les parece si mejor nos quedamos aquí en mi casa y preparamos


juntos algo de comer? Mi familia salió y no regresarán hasta la noche,
además, podemos hacer botana y ver una película en la recámara de mis
papás, pero debemos dejar todo como está ya que no me dejan usar el
reproductor de video que mi borracho padrastro adquirió con los Tunks.

          Los chicos se entusiasmaron y prometieron ayudar a recoger todo.


Se prepararon una botana y se dirigieron a la recámara de los papás de
Gaby quien constantemente les recordaba preocupada que no tiraran
nada.

—¿Qué video vamos a ver? —preguntó Samuel con la boca llena de


frituras.

—Mi padrastro tiene algunas películas viejas que venían incluidas con el
aparato… veamos si hay algo bueno —buscaron en una caja con cosas
viejas.

—¿Qué les parece si vemos esta? Es de alguien llamado Bruce Lee, parece
que se esta peleando con alguien —sugirió emocionado Isaac al ver las
imágenes borrosas.

          Todos estuvieron de acuerdo. Disfrutaron el ver la película, Isaac


no se perdió ningún detalle realmente le gustó mucho.

          Tras dejar el cuarto como estaba y sin rastro de evidencia de haber
estado allí, se fueron a la sala donde a manera de juego Samuel empezó a
imitar al personaje principal y a provocar a Isaac para que lucharan, quien
sin pensarlo dos veces se incluyó en el juego; sin que ellos lo esperaran
repitió los movimientos que acababa de ver en la película, eran increíbles
pareciera como si dominara perfectamente las artes marciales, sin querer
al dar un giro hacia atrás y lanzar una patada, tiró por accidente una
estatuilla que la madre de Gaby tenía en su sala la cual salió volando. Sin
pensarlo Isaac se lanzó para atraparla, dio varios giros de manera
asombrosa y con mucha agilidad  logró evitar que se quebrara.

—¿Qué te está pasando? —Cuestionó Gaby con incertidumbre—. Primero


lo extraño que fue cuando ayudaste a Roy y ahora esto.

—Me estás preocupando bro —externó Samuel.

—Amigos creo que hay algunas cosas que deben saber —confesó
avergonzado.

          Les contó lo acontecido con el reloj que le dejó su padre, donde lo
tenía su madre y la manera extraña de abrirlo; el piquete que sintió y los
síntomas que se le presentaron posteriores a él y como trajo como
consecuencia el aumento de su masa muscular y su súper fuerza; también
de cómo sonó la alarma y nuevamente el piquete en su muñeca, los
nuevos síntomas la noche anterior y cómo sin explicárselo sabía artes
marciales, incluso, les dijo sobre la plática que tuvo en sueños con su
madre. Les comunicó su teoría de que el reloj le estaba inyectando alguna
sustancia que le provocaba mutaciones las cuales le conferían nuevas
habilidades.

—No creo  que te estén provocando mutaciones —refutó Gaby—, mi teoría


 es que solo te  inyectan enzimas que activan mutaciones ya existentes.
Miren, es como si en una de las habitaciones de una casa existiera un foco
 de luz negra como luz principal,  pueden pasar años sin que esa luz negra
encienda debido a que nadie usa el interruptor para activarla; pero si años
después alguien llamado «enzima» llega a la casa y enciende el
interruptor, entonces la luz negra se encendería dándole un aspecto
diferente a la casa, incluso podrían verse cosas que a simple vista no se
veían. En conclusión las mutaciones ya las tienes, sólo te inyectan algo
que activa estos genes lo que te permite tener las habilidades que has
manifestado  —argumentó orgullosa de su hipótesis.

—Pero tu padre al dejar el watch con esas enzimas ¿cómo sabía que ya
tenías las mutaciones? Y mejor aún ¿cómo sabía que enzimas específicas
inyectarte? —preguntó Samuel.

     —Eso es un gran misterio.

     —Está bien pero ¿cómo explican lo que acabo de hacer?

—De alguna manera tu cerebro captó cada uno de los movimientos de los
actores y manipuló a tus músculos para que los repitieras de forma
inconsciente. Eso podría ser llamado «memoria miocinética».

          Samuel hizo cara de no saber lo que dijo Gaby.

     —¡Si claro!  Eso mismo iba yo a decir pero me quitaste las palabras de
la boca.

—Tú hipótesis explicaría los terribles dolores de cabeza y los calambres


tan intensos que tuve por la noche, mis sistemas muscular y nervioso se
estaban preparando.

—Eso genera aún más preguntas, tu madre te dijo que ocurrirían más
cambios, ¿cuáles? ¿Cuándo? ¿Con qué síntomas?

—Miren ya les conté casi todo lo que sé, tengo muchas interrogantes al
igual que ustedes.

—¿Cómo que casi todo? —interrumpió Samuel.

Él les habló acerca de la llave que venía en la caja y lo del mensaje que
apareció en el reloj indicándole que fuera al banco, todo eso mientras les
mostraba la llave que traía colgada al cuello.

—¿Qué estamos esperando? Vayamos al bank. Tu padre tuvo que dejar en


esa caja las respuestas  a  tus preguntas —enfatizó curioso su amigo.

—Vayamos antes de que cierren, haremos esto juntos como una familia.
—Se apuntó ella también.

Salieron a toda prisa al Banco Ciudadela el cual todavía estaba abierto.


Isaac proporcionó al gerente identificación, número de caja y la llave.
Firmó unos papeles y se le informó que aparte de usar la llave tendría que
poner su dedo índice en un sitio específico de la caja para que un sistema
automatizado extrajera un poco de su sangre, la compararía con un
patrón predeterminado y si coincidía la caja se abriría. Les explicó que era
una de las cajas más seguras que tenían.

—Debe contener algo muy valioso —infirió Samuel lleno de curiosidad.

Los condujeron a una sala y les llevaron la caja de seguridad seis; estaban
alrededor de la mesa con su mirada fija en la caja sin pronunciar palabras.

—Bueno, que esperas pon la llave.

Con mucha incertidumbre colocó lentamente la llave, al hacerlo salió un


compartimento donde debía introducir su dedo índice para la extracción de
la muestra sangre; al meter su dedo sintió el piquete, lo sacó y después
de unos segundos un foco de color verde se encendió abriendo la caja. En
su interior sólo había una memoria de datos de color negro de gran
capacidad y del mismo material del que estaba hecho el reloj.

—Ahora tenemos que conseguir una máquina que lea el dispositivo y listo
—afirmó Gaby.

—Va a tener que ser hasta mañana, Samuel y yo tenemos que ir a la casa
de Roy para lo de un trabajo.

—Sabes que no podré dormir esta noche por la curiosidad, pero tienes
razón mejor me voy a mi casa antes de que mis padres regresen, deben
prometerme que no la leerán sin mí.

—Está bien mañana después de despedir a Jenny en Origen nos vemos en


casa de Samuel para abrirla, además, es el único de los tres que tiene la
computadora vieja que usaban sus papás.

          Se despidieron y se dirigieron a un antiguo sistema de transporte


colectivo llamado “metro” el cual ya estaba cuando edificaron ciudad beta,
rumbo a la dirección que les dio Roy. Este sistema de transporte fue
habilitado cuando los primeros colonos de Ciudadela se establecieron en lo
que en alguna ocasión llamaron Londres. Nunca habían visitado esa parte
de la ciudad, era otro status, las casas muy bonitas aunque nada en
comparación con las mansiones de Ciudad Alfa, al menos como en algunas
ocasiones las habían visto por transmisión o por fotos. Al dar con la
dirección se dieron cuenta de que Roy vivía en una calle privada con
vigilancia las 24 horas. Después de identificarse en el acceso de
seguridad, el guardia llamó a Roy quien le indicó que los dejara pasar.
Llegaron hasta su puerta y timbraron, él les abrió recibiéndolos con un
caluroso apretón de manos. Samuel vió que las heridas de su nuevo
amigo estaban sanando muy rápido.
—Veo que ya te encuentras mucho mejor.

—Gracias a ustedes estoy aquí para contarlo.

          Roy les explicó en qué consistía el trabajo de limpieza y


mantenimiento, así como las especificaciones para su estudio nuevo. Les
dio una tarjeta con saldo suficiente para los gastos que tendrían, también
les dejó depositado el pago por adelantado por sus servicios en esa
semana.

—Gracias por confiar en nosotros no te defraudaremos, cuando regreses


encontrarás muy limpia tu casa.

—Se que así será, dejaré instrucciones en vigilancia para que los dejen
pasar y aquí tienen una copia de las llaves y clave de seguridad de la casa
y claro les mostraré como desactivar la alarma. Entro a trabajar mañana
en la madrugada y estaré de interno por cinco días seguidos, los veré
hasta la próxima semana.

—Me apuraré para que tu estudio esté listo lo más rápido posible.

—Dejo mi casa en buenas manos.

          Se despidieron de Roy y regresaron a sus casas por el mismo tipo


de transporte. Llegaron tarde así que Isaac se apresuró en dormir ya que
tenía que levantarse muy temprano para ir a despedir a Jenny a Origen.
Capítulo 11

Muy temprano por la mañana Isaac llegó a la entrada de Origen. El lugar


contaba con mucha vigilancia, cámaras por doquier, armas automatizadas
en sitios estratégicos y personal de seguridad armado. Nadie que no
tuviese el pase plateado se atrevía a entrar. Ese mismo temor les evitaba
acercarse a menos de diez metros del muro que rodeaba a la ciudad, ya
que contaba con el mismo tipo de seguridad automatizada y con cámaras
de reconocimiento, además, si no morían tratando de saltar el muro, el
desierto y sus grandes peligros los matarían.  El único punto de contacto
entre Ciudad Alfa y Beta era Origen, siendo este un punto fronterizo de
máxima seguridad. Para que los guardias los dejaran pasar debían
mostrarles el pase personalizado, lo sometían a una verificación y el
análisis de la retina lo confirmaba: de no ser genuino o en caso de
usurpación, tenían el permiso de matar al portador, así nada más sin
ningún tipo de averiguación. Los pases  los proporcionaba el gobierno de
Ciudad Alfa y tenían por lo menos doce sistemas de seguridad para evitar
la falsificación, venían además con el nombre de cada integrante de la
familia ganadora.

          El gobierno de Ciudad Beta tenía un registro muy completo de cada


ciudadano. Muestras de sangre se extraían  al momento de nacer, su
análisis permitía conocer la secuencia del ADN, posibles enfermedades,
predisposición de comportamiento y cualquier mutación localizada en su
genoma. Huellas digitales formaban parte del registro así como datos
personales y actividades recreativas, se podría decir que todos los
ciudadanos eran un libro abierto para el gobierno.

          Al pasar el primer filtro de revisión en Origen, debían acompañar a


los guardias hacia el sitio de extracción de sangre donde verificaban su
identidad por medio del ADN, además hacían exámenes médicos, clínicos
y de drogas.

          Al realizarse las pruebas pasaban de forma individual pero


totalmente desnudos, a una cámara donde los desinfectaban con un vapor
que salía por unas mangueras colocadas en la parte superior e inferior de
la misma. Verificaban previamente que las personas se hubieran
desparasitado tal como se destacó en las instrucciones que les habían
dado dos días antes y mediante un comprobante que en su unidad médica
certificaba el suministró de la dosis adecuada para ello. Después de todo
eso  les insertaban bajo la piel y cerca del cuello un chip de identificación
que los acreditaba como nuevos ciudadanos. Los vestían con túnicas
blancas limpias; la ropa vieja la ponían en un incinerador, así como
cualquier accesorio que llevaran puesto: como aretes, cadenas, relojes
etc.
La parte final de ese largo proceso era ser conducidos hasta el andén
donde estaba Pureza. Debían esperar a que abriera sus puertas y
pudiesen entrar. El tren los llevaría hasta Ciudad Alfa en un viaje de
media hora, el resto…  era vivir como siempre habían soñado sin ninguna
preocupación en muchos sentidos.

          Las familias eran citadas a las 5:00 de la mañana para iniciar con
todo el proceso. La familia de Jenny estuvo muy puntual. Ella dirigía la
silla de ruedas donde venía su padre, la acompañaban sus dos hermanos
menores. Su madre había muerto en el momento del parto del último de
sus hermanos, por lo que sólo ellos integraban la familia.

Isaac armándose de valor y sabiendo el trago amargo que estaba a punto


de pasar, se acercó a ellos y ante la mirada inquisidora del señor Andrés
los saludó amablemente.

—Mis más sinceras felicitaciones para toda la familia, les deseo lo mejor
en su nueva vida.

          Sin poder ocultar su desprecio el Sr. Andrés  tomó la mano de su


hija apretándola.

—Por fortuna nunca más volveremos a verte, en especial mi hija, ella


conseguirá a un buen partido alfiano —Nombre que recibían los habitantes
de Ciudad Alfa—.  Será muy dichosa, y mientras tanto tú estarás
completamente solo ahora que tu madre ha muerto.

—No tienes ningún derecho de tratarlo de esa manera, el no te ha hecho


nada malo. —Lo defendió Jenny.

          El señor Andrés se rió con ironía. Elevó el tono de su voz y sin
disimular su descontento explotó sacando su frustración.

—Les diré el porqué de mi desprecio  hacia él y a toda su familia. Yo


conocí a tu madre hace 19 años, ella y yo nos íbamos a casar. Nunca
nadie ha amado más a una mujer como yo ame a Eva, siempre con un
espíritu de lucha, era una persona bella por fuera y por dentro. Mi vida
estaba plena, tenía un muy buen trabajo en industrias Cariotipo la cual
era una de las mejores empresas de genética,  tenía salud  y una mujer
maravillosa a la cual amaba con todo mi corazón.

Fue cuando apareció tu padre, fue transferido a esta filial de la empresa.


Él se convirtió en poco tiempo en mi mejor amigo, lo admiraba por ser tan
inteligente y alegre. Estaba en un proyecto de mejoras genéticas o algo
así, le presente a Eva quien también se convirtió en su amiga. Sin
 sospecharlo tu padre se enamoró de Eva, se distanció de mí y ella
empezó a tener dudas en cuanto a nuestro compromiso. Una tarde ya
faltando pocos días para la boda y teniendo casi todo listo, ella rompió con
nuestra relación por medio de una carta en la que me confesó que estaba
embarazada. Ella y yo nunca habíamos tenido intimidad pues creíamos en
la castidad, sus palabras hicieron pedazos a mi corazón. Todo el amor que
le tenía  se convirtió en amargura, en odio y en rencor. Cegado por la
rabia  tomé unos explosivos que estaban en mi área de trabajo —los
cuales fabricábamos y exportábamos para la explotación de los recursos
de la mina de oro de Ciudad Alfa—, me dirigí hasta el laboratorio de tu
padre, estaba cerrado pero me metí por los ductos de ventilación y  puse
los explosivos junto al refrigerador de muestras. Mi intención era destruir
el trabajo de tu padre para que sintiera que era perder algo que por
mucho tiempo habías considerado como tuyo. Active la bomba. Por un
fallo el marcador, este indicaba 30 segundos en vez de tres minutos. Corrí
hacia la entrada pero no pude salir, ahí estaba tu padre con su mano en la
cerradura electrónica, golpee la puerta y él no hizo nada, sólo miró hacia
donde estaban los explosivos y en eso sucedió la explosión. De milagro
estoy vivo aunque el accidente me dejó lisiado. El resto de mi miserable
vida ya te la podrás imaginar. Es por eso que los odio, y a ti más que a
nadie en el mundo. Ahora que lo sabes… vete no quiero ni siquiera
mirarte,  nada arruinará los momentos felices que nos esperan.

          Isaac comprendió muchas cosas y lamentó lo que había sucedido


entre su padre y el Sr. Andrés, a pesar de todo, él no tenía la culpa de los
errores de sus padres.

          Jenny se quedó sin palabras ante la confesión. Tomó la silla de


ruedas y siguió hacia el primer punto de verificación sin mirar atrás. Isaac
 los contempló mientras se alejaban sin poder reaccionar, al entregarles
los pases a los guardias y mientras esperaban la autentificación, el Sr.
Andrés  le gritó a Isaac.

—Por cierto, tu despreciable padre aún vive y solo yo sé dónde se


encuentra, pero jamás te lo diré, vivirás con la incertidumbre por el resto
de tu miserable vida.

          Al escucharlo corrió hacia ellos pero ya los estaban pasando así que
los guardias le impidieron acercarse más. Vió de lejos la sonrisa de
satisfacción del que una vez fue el mejor amigo de su padre. Se alejaron
hasta perderse en Origen. Isaac supo que su padre estaba vivo, se
cuestionaba que eso fuese verdad pero de ser cierto, ¿por qué nunca los
procuró ver, ni regresar con ellos durante esos 18 años? La respuesta de
donde podía encontrarlo se había alejado de él, tal  vez nunca lo
averiguaría como el Sr. Andrés había vaticinado.

          Dentro de Origen las familias afortunadas pasaron por todos los
puntos de control hasta que finalmente fueron conducidos ante “Pureza”,
no podían dejar de admirar tan magnífica pieza de ingeniería. Cuando
anunciaron que podían entrar, todos se apresuraron a hacerlo excepto
Jenny la cual se quedó frente a la entrada del vagón que está junto al
conductor, indecisa de entrar. Su corazón adolorido no la dejaba
reaccionar, le gritaba por dentro que regresara con Isaac que solo junto a
él estaría segura.

          El conductor de Pureza puso su atención en la joven mientras se


daba el aviso de entrar. Era Roy el cual se quedó perplejo al reconocer  a
Jenny quien no se decidía a entrar; ella ni si quiera lo había visto, estaba
inmersa en sus pensamientos. No debía mantener ningún tipo de
comunicación con los pasajeros, pero el deseo de gritarle a Jenny que no
subiera lo consumía por dentro. «No entres» suplicó constantemente en
su mente mientras se preparaba para conducir.

          El ruido de la alarma para el cierre de puertas se activó, el padre


de Jenny le gritaba que entrara; uno de sus hermanos la jaló metiéndola
al vagón justo antes de que se cerraran las puertas. Con la esperanza de
que su súplica tuviera efecto, Roy de reojo miro hacia el vagón pero  se
dio cuenta de que la desafortunada joven sí había entrado. Lágrimas
salieron de sus ojos cuando empezó el recorrido hacia Ciudad Alfa.
Durante todo el trayecto no volteó ni una sola vez, la idea de que esas
personas fueran a morir le aterraba, cada año desde que le dieron esa
asignación siempre lloraba por las almas de esas personas, en ninguna
ocasión miró hacia atrás.

          Al llegar a «Destino», Rogelio titubeando activó la unión al sistema


hidráulico como lo había hecho anteriormente y con todo el dolor de su
corazón presionó el botón rojo que iniciaba la entrada de agua, la cual
rápidamente empezó a inundar los vagones de “Pureza”. Escuchó los
gritos desgarradores, lo único que le quedaba hacer era esperar y rogar
que el sufrimiento de toda esa gente terminara pronto.

          Roy no estaba casado ni tenía hijos, su trabajo se lo exigía de esa


manera  y el conocimiento del riesgo que podrían tener si los tuviera a su
lado lo orilló a llevar una vida solitaria, ni siquiera tenía amigos; ese tipo
de vida era el costo por recibir buen sueldo  y  tener todos los privilegios
de los que disfrutaba en la “Ciudadela”. Podría perderlo todo, incluyendo
su vida, si es que le contaba a alguien lo que en realidad pasaba dentro de
“Origen”, o si de alguna manera se negaba a activar el sistema de
aniquilación o trataba de salvar a alguien.

          Por fin los gritos cesaron, volteando a ver el genocidio tomó su
radio.

—El pedido está completo y listo para la entrega.

—Aquí la generala  Femme Fatale estamos listos para recibirlo —respondió


una voz con tono enérgico.

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