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ONBULLSHIT

PAIDÓS CONTEXTOS HARRY G. FRANKFURT

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77. E. Bach y P. Darder, Sedúcete para seducir
78.
79.
Ph. Foot, Bondad natural
N. Klein, Vallas y ventanas ON BULLSHIT
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E. Fromm, La atracción de la vida
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83. C. Lomas, ¿Todos los hombres son iguales?'
84.
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A. Comte-Sponville, Diccionario filosófico de la verdad
86. E. Bach y P. Darder, Des-edúcate. Una propuesta
para vivir y convivir mejor
87. J. Goodall y M. Bekoff, Los diez mandamientos para
compartir el planeta con los animales que amamos
88. J. Gray, Perros de paja
89. L. Ferry, ¿Qué es una vida realizada?
90. E. Fromm, El arte de amar
91. A. Valtier, La soledad en pareja
92. R. Barthes, Roland Barthes por Roland Barthes
93. W. Fischman y otros, La buena opción
94. A. Comte-Sponville, El capitalismo ¿es moral?
95. H. G. Frankfurt, Las razones del amor
96. Ph. Breton, Argumentar en situaciones difíciles
97. A. Comte-Sponville, Pequeño tratado de las grandes
virtudes
98. R. Ogien, Pensar la pornografía
99. G. Apfeldorfer, Las relaciones duraderas amorosas,
de amistad y profesionales
101. W. L. Ury, Alcanzar la paz
102. A. Comte-Sponville, Improptus
103. A. Comte-Sponville, ¿Qué es el tiempo?
104. M.-F. Hirigoyen, Mujeres maltratadas
105. F. Fromm, El miedo a la libertad
106. H. G. Frankfurt, On Bullshti. Sobre la manipulación
de la verdad
Título original: On Bullshit
Publicado en inglés, en 2005, por Princeton Uníversity Press,
Princeton, Nueva Jersey

Traducción de Migud Candel

Cubiei:ta de Mario Eskenazi

Para Joan, con sincero afecto

Queda n rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los


titulares del copyright, bajo las sanciones esrnblecidas en l::ts leyes,
la reproducción toral o parcial de esra obra por cua1quier medio
o procedimiento, comprendidos la reprografía, y el tratamiento
informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler
o préstamo públicos.

© 2005 by Prínceton University Press


© 2006 de la traducción, Miguel Candel
© 2006 de todas las ediciones en cas1ellano,
Ediciones Paidós Ibérica, S. A.,
Mariano Cubí, 92 - 08021 Barcelona
http://www.paidos.com

ISBN: 84-493-1883-1
Depósiro legal: B. 9-305/2006

Impreso en Novagrafik, S. L.
Vivaldi, 5 - 08110 Monteada i Reixac (Barcelona)

Impreso en España - Printed in Spain


Uno de los rasgos más destacados
de nuestra cultura es la gran cantidad de
bullshit * («charlatanería») que se da en
ella. Todo el mundo lo sabe. Cada uno
de nosotros contribuye con su parte
alícuota. Pero tendemos a no darle im­
portancia. La mfiyoría confía bastante
en su capacidad para detectar la charla­
tanería y evitar verse afectado por ella.
Por eso el asunto no ha suscitado nun­
ca demasiada preocupación ni ha sido
objeto habitual de investigación.
En consecuencia, no tenemos una
idea clara de lo que es la charlatane­
ría, por qué abunda tanto o para qué

* Término de muy difícil traducción, que


revela desprecio o manipulación de la verdad.
En la presente obra será traducido por
«charlatanería». (N. del e.)
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sirve. Y carecemos de una valoración da a resultar arbitraria. Por un lado,


consciente de lo que la charlatanería la expresión charlatanería suele em­
significa para nosotros. Dicho de otra plearse en sentido muy vago (simple­
manera: carecemos de una teoría de la mente, como un término genérico de
charlatanería. Propongo que empece­ significado parecido al de «falsedad»,
mos a elaborar una concepción teórica con un sentido literal escasamente
de la charlatanería, ante todo mediante determinado). Por otro lado, el fenó­
un análisis filosófico provisional y ex - meno en sí mismo es tan vasto y
ploratorio. No voy a estudiar los usos amorfo que no hay análisis de su con­
y abusos retóricos de la charlatanería. cepto, por muy brillante y perspicaz,
Lo único que pretendo es dar una de­ que no sea reductivo. Y sin embargo
finición aproximada de «charlatane­ debería ser posible decir algo de utili­
ría» y explicar en qué se diferencia de dad, aunque no fuera decisivo. Inclu­
lo que no es tal. O bien -dicho de so las preguntas más básicas y preli­
manera algo diferente- exponer, más minares acerca de la charlatanería
o menos esquemáticamente, su estruc­ siguen en definitiva, no sólo sin res­
tura conceptual. ponderse, sino sin plantearse siquiera.
Cualquier indicación de cuáles Por lo que sé, es muy poco lo que
sean las condiciones lógicamente ne­ se ha trabajado sobre este tema. Yo
cesarias y suficientes para la constitu­ tampoco me he puesto a estudiar la
ción de la charlatanería está condena- literatura al respecto, en parte por-
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que no sé por dónde empezar. Para cado de paparrucha (humbug) está


la versión inglesa del término hay cerca del de charlatanería (bullshit) .
desde luego un lugar bastante obvio Desde luego, ambas palabras no pue­
donde buscar: el Ox/ord English Dic­ den intercambiarse con total libertad;
tionary. El OED tiene un artículo so­ está claro que se usan de modo dis­
bre bullshit en los volúmenes suple­ tinto. Pero la diferencia parece tener
mentarios, así como también que ver más, en general, con cuestio­
artículos sobre diversos usos perti­ nes de registro y otros varios paráme­
nentes de la palabra bull («toro») y tros retóricos que con el significado
otros términos conexos. A su debido literal estricto, que es lo que más me
tiempo examinaré algunos de esos ar­ interesa. En inglés es menos drástico
tículos. No he consultado dicciona­ y menos despectivo decir «¡hum­
rios en lenguas distintas del inglés. bug!» («¡paparruchas!») que decir
Otra fuente interesante es el ensayo « j bullshit!» (« j charlatanerías!»).
que da título a The Prevalence o/ Por mor de este estudio partiré del
Humbug, de Max Black.1 No estoy supuesto de que no hay ninguna otra
seguro de hasta qué punto el signifi- diferencia importante entre ambos
términos.
l. Max Black, The Prevalence of Black propone una serie de sinó­
Humbug, Ithaca, Cornell University Press, nimos de humbug, entre ellos: balder­
1985. dash («disparate»), claptrap («farama-
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lla»), hokum («chorrada»), drivel exponer las características esenciales


(«fantasma da»), buncombe («patra­ de la charlatanería. Como preámbulo
ña»), imposture («impostura») y al desarrollo de un estudio específico
quackery ( «chuminada»). Esta lista de de dichas características, comentaré
rebuscadas equivalencias no es dema - los diferentes elementos de la defini­
siado útil, la verdad. Pero Black ción de Black.
aborda también el problema de de­ Tergiversación engañosa: esto pue­
terminar la naturaleza de una papa­ de parecer pleonástico. Black piensa
rrucha de manera más directa y ofre­ sin duda que la paparrucha está nece­
ce la siguiente definición: sariamente dirigida o destinada a en­
gañar, que la tergiversación no es
PAPARRUCHA: tergiversación meramente inconsciente. En otras
engañosa próxima a la mentira, espe­ palabras, que es una tergiversación
cialmente mediante palabras o accio­ «deliberada». Ahora bien, si por ne­
nes pretenciosas, de las ideas, los sen­ cesidad conceptual la intención de
timientos o las actitudes de alguien.2 engañar es un rasgo invariable de la
paparrucha, entonces la propiedad
Una formulación muy similar po­ de ser paparrucha depende, al menos
dría utilizarse plausiblemente para en parte, del estado mental de quien
la enuncia. No puede identificarse,
2. Ibíd., pág. 143. por tanto, con ninguna de las propie-
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dades -inherentes o relacionales­ do estado mental- de vehículo de


correspondientes simplemente al acto una paparrucha o una mentira. En
por el cual la paparrucha se enuncia. algunas concepciones de lo que
A este respecto, la propiedad de ser es mentir no s e considera que haya
paparrucha es similar a la de ser men­ mentira mientras no se haga ningún
tira, que a su vez no se identifica con enunciado falso; en otras, uno puede
la falsedad ni con ninguna otra de las estar mintiendo aunque lo que dice
propiedades del enunciado que hace sea verdad, en tanto en cuanto uno
el mentiroso, sino que requiere que crea que es falso y lo diga con la in­
éste haga su enunciación en un deter­ tención de engañar. ¿Qué diremos en
minado estado mental, a saber, con la el caso de la paparrucha y la charlata­
intención de engañar. nería? ¿Puede una expresión cual­
Otra cuestión diferente es la de si quiera considerarse una paparrucha o
hay otros rasgos esenciales de la pa­ una charlatanería con tal de que la in­
parrucha o de la mentira que no de­ tención del hablante sea (por así de­
pendan de las intenciones y creencias cir) la que corresponde, o debe tam­
de la persona responsable de la papa­ bién la expresión poseer unas
rrucha o la mentira, o si, por el con­ características determinadas?
trario, es posible que cualquier locu­ Próxima a la mentira: parte de la
ción, sea la que sea, sirva -dado que importancia de decir que la paparru­
el hablante se halla en un determina- cha está «próxima a la mentira» ha
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de ser que, aunque posee algunas de son formas de tergiversación. No sal­


las características propias de las men­ ta a simple vista, sin embargo, cómo
tiras, hay otras de las que carece. podría entenderse en cuanto diferen­
Pero eso no puede ser todo. Al fin y cia de grado la diferencia entre esas
al cabo, todo uso del lenguaje sin ex­ varias formas de tergiversación.
cepción tiene algunos, pero no todos, Especialmente mediante palabras o
los rasgos característicos de las men­ acciones pretenciosas: dos son los
tiras: si no otro, al menos el de ser puntos que hay que señalar aquí. Pri­
simplemente un uso del lenguaje. mero, Black establece la paparrucha
Sería, con todo, incorrecto describir no sólo como una categoría de dis­
todo uso del lenguaje como próximo curso, sino también como una cate­
a la mentira. La expresión de Black goría de acción; puede consistir en
evoca la noción de algún tipo de con­ palabras o en actos. Segundo, su uso
tinuo en el que la mentira ocupa un del adverbio «especialmente» indica
cierto segmento, mientras que la pa­ que Black no considera el carácter
parrucha se encuentra sólo en algún pretencioso como una característica
punto anterior de la escala. ¿Qué esencial o absolutamente indispensa­
continuo podría ser ése, a lo largo del ble de la paparrucha. No hay duda
cual se encuentra siempre la paparru­ de que muchas paparruchas son pre­
cha antes de encontrar la mentira? tenciosas. Es más, en lo que concier­
Tanto la mentira como la paparrucha ne a la charlatanería, la expresión
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«charlatanería pretenciosa» es casi mente dando una visión tergiversada


una frase trivial. Pero yo me inclino a de sí mismo plantea algunas cuestio­
pensar que cuando la charlatanería es nes fundamentales. Para empezar,
pretenciosa, ello es así porque la pre­ siempre que alguien tergiversa deli­
tensión es su motivación más que un beradamente cualquier cosa, ha de es­
elemento constitutivo de su esencia. tar forzosamente tergiversando su
El hecho de que alguien actúe de ma­ propio estado de ánimo. Es posible,
nera pretenciosa no forma parte, a mi por supuesto, que uno tergiverse so­
modo de ver, de lo que se requiere lamente eso (por ejemplo, fingiendo
para que sus expresiones sean charla­ que tiene un deseo o un sentimien-
tanería. Por supuesto, eso es con fre­ to que realmente no tiene). Pero su­
cuencia lo que cuenta para que la pongamos que alguien, contando una
persona en cuestión se exprese así. mentira o de otro modo cualquiera,
Sin embargo, no hay que dar por he­ tergiversa algo. Entonces tergiversa
cho que la motivación de la charlata­ necesariamente dos cosas como míni­
nería sea siempre y necesariamente la mo. Tergiversa aquello de lo que está
pretenciosidad. hablando-a saber, el estado de co­
Tergiversación [ ] de las ideas,
. . . sas que constituye el tema o referen­
los sentimientos o las actitudes de cia de su discurso--- y, al hacerlo, no
alguien: el requisito de que quien in­ puede evitar tergiversar también su
vente una paparrucha esté esencial- propio estado de ánimo. Así, por
22 ON BULLSHIT HARRY G. FRANKFURT 23

ejemplo, uno que mienta acerca de la cosas de que se trata, sino que su in­
cantidad de dinero que lleva en el tención principal es dar al oyente una
bolsillo da una versión de ese hecho falsa impresión de lo que pasa por la
y, a la vez, da a entender que él cree mente del hablante. En la medida en
esa versión. Si la mentira pasa, su víc­ que se trate de una paparrucha, la
tima es objeto de un doble engaño al creación de esa impresión es su prin­
tener una creencia falsa acerca de lo cipal objetivo y lo que le da sentido.
que hay en el bolsillo del mentiroso y La interpretación de Black con
otra acerca de lo que pasa por la arreglo a estos principios induce a
mente de éste. adoptar una hipótesis que expliq�e la
Ahora bien, no es probable que caracterización que él hace de la pa­
Black pretenda que la referencia de la parrucha como «próxima a la menti­
paparrucha. sea en todos los casos el ra». Si yo le miento a alguien acerca
estado de ánimo del hablante. Al fin de cuánto dinero tengo, no por ello
y al cabo, no hay ninguna razón espe­ estoy afirmando explícitamente nada
cial para que la paparrucha no pueda acerca de mis creencias. Por consi­
versar sobre otras cosas. Probable­ guiente, uno puede sostener de ma­
mente, Black quiere decir que la pa­ nera bastante plausible que, aunque
parrucha no se inventa primordial­ al contar la mentira tergiverso cierta -
mente para inculcar al oyente una mente lo que pasa por mi mente, esa
falsa creencia acerca del estado de tergiversación -en cuanto que es
24 ON B U LLSHIT HARRY G. FRANKFURT 25

distinta de mi tergiversación de lo cuento efectivamente ninguna menti­


que llevo en el bolsillo- no es, es­ ra al respecto. A la luz de cuanto an­
trictamente hablando, ninguna men­ tecede, no parece antinatural ni
tira, pues yo no me descuelgo propia­ inapropiado considerar que estoy
mente con ninguna afirmación acerca tergiversando mis propias creencias
de lo que pasa por mi mente. Y tam­ de una forma que resulta «próxima
poco la afirmación que hago -por a la mentira».
ejemplo, «Tengo veinte dólares en el Es fácil imaginar situaciones co­
bolsillo>>-- entraña ningún enuncia­ nocidas que confirman sin lugar a
do que me atribuya creencia alguna. dudas la concepción que tiene Black
Por otro lado, es incuestionable que de la paparrucha. Pensemos en un
al afirmar eso proporciono un funda­ orador del 4 de Julio'� que pronun­
mento razonable para hacer ciertos cia un pomposo «Nuestro gran país
juicios sobre lo que yo creo. En parti­ bendito de Dios, cuyos Padres Fun­
cular, proporciono un fundamento dadores, divinamente inspirados, in­
razonable para suponer que creo te­ auguraron una nueva era para la hu­
ner veinte dólares en el bolsillo. manidad». Esto es sin duda una
Como esa suposición es, por hipóte­ paparrucha. Tal como apunta la ex-
sis, falsa, al contar la mentira tiendo a
engañar a los demás sobre lo que * Día de la Independencia, fiesta nacio­
pasa por mi mente, aun cuando no nal de Estados Unidos. (N. del t.)
26 ON BULLSH1T HARRY G. F.RANKFURT 27

posición de Black, el orador no está considere falsas sus afirmaciones. En


mintiendo. Estaría haciéndolo sólo cambio, tal como indica la exposición
sí su intención fuera inculcar a su de Black, el orador intenta que sus
auditorio creencias que él mismo palabras transmitan una determinada
considera falsas en relación con impresión de sí mismo. No está tra­
cuestiones como la de sí nuestro tando de engañar a nadie sobre la
país es grande, sí está bendito por historia de Estados Unidos de Amé­
Dios, sí los Fundadores estaban divi­ rica. Lo que le importa es lo que el
namente inspirados y sí lo que hicie­ público piense de él. Quiere que lo
ron fue realmente inaugurar una nue­ consideren un patriota, alguien que
va era para la humanidad. Pero al alberga ideas y sentimientos profun­
orador no le importa en realidad qué dos acerca de los orígenes y la misión
es lo que sus oyentes piensan de los de nuestro país, alguien que aprecia
Padres Fundadores ni del papel de la la importancia de la religión, que es
divinidad en la historia de nuestro sensible a la grandeza de nuestra his­
país, etc. Al menos, no es un interés toria, cuyo orgullo ante esa historia
por lo que cada uno piense de esas va de la mano de una actitud de hu­
cosas lo que motiva sus palabras. mildad ante Dios, etc.
Está claro que lo que convierte en La concepción que tiene Black de
una paparrucha el discurso del 4 de la paparrucha parece, pues, encajar
Julio no es básicamente que el orador bastante bien en ciertos paradigmas.
28 ON BULLSHIT HARRY G. FRANKFURT 29

Sin embargo, no creo que capte con In the elder days of art
suficiente exactitud el carácter esen­ Builders wrought with greatest care
cial de la charlatanería. Es correcto Each minute and unseen part,
decir que la charlatanería, tal como él For the Gods are everywhere. *
dice de la paparrucha, está cerca de la
mentira y que los que la sostienen dan El sentido de estos versos es cla­
en cierto modo una imagen. falsa de sí ro. En los.viejos tiempos, los artesa­
mismos. Pero lo que dice Black de nos no cortaban por lo sano. Trabaja­
esos dos rasgos no viene, desde luego, ban con esmero y cuidaban cada
al caso. A continuación trataré, ba­ aspecto de su trabajo. Tenían en l'

sándome en cierto material biográfico cuenta cada una de las partes del
relativo a Ludwig Wittgenstein, de producto y diseñaban y hacían cada
hacer una valoración preliminar pero una de ellas como era debido. Dichos
más ajustada de las características artesanos no relajaban su concienzu-
fundamentales de la charlatanería.
en su introducción a R. Rhees (comp.), Reco­
Wittgenstein dijo en cierta oca­
llections o/Wittgenstein, Oxford, Oxford
sión que el siguiente fragmento de un
University Press, 1984, pág. xiii.
poema de Longfellow podría servirle
* En los viejos tiempos del arte/los crea­
a él de lema:3 dores trabajaban con sumo cuidado I cada ele­
mento, por diminuto e invisible que fuera, I
3. Según testimonio de Norman Malcolm pues los dioses están en todas partes. (N. del t.)
30 O _N BULLSHIT HARRY G. FRANKFURT 31

da autodisciplina ni siquiera en deta­ (bullshitter) , por su propia naturale­


lles de su trabajo que generalmente za, una persona zafia? Su producto,
resultaban invisibles. Aunque nadie ¿por fuerza ha de ser desaliñado o
fuera a darse cuenta de que esos de­ basto? La palabra shit («mierda») en
talles no estaban bien acabados, los el equivalente ihglés bullshit indica
artesanos habrían tenido mala con­ sin duda eso. Un excremento no es
ciencia por ello. De manera.que no se objeto de diseño ni trabajo sistemáti­
barría nada debajo de la alfombra. O, co; simplemente, se deja salir ó se
dicho quizá de otra manera, no había echa. Puede que tenga una forma
lugar para la charlatanería.- más o menos coherente o puede que
Parece adecuado concebir los no, pero lo que es seguro es que en
productos de mala calidad, fruto de ningún caso ha sido «trabajado».
un trabajo descuidado, como en cier­ La noción de una charlatanería
to modo análogos a la charlatanería. cuidadosamente elaborada encierra,
Pero ¿de qué modo exactamente? pues, una cierta tensión interna. La
¿Acaso se parecen en que la charlata­ atenta consideración de los detalles
nería siempre es zafia y poco exigen­ exige disciplina y objetividad. Impli­
te, nunca busca la perfección y en su ca aceptar las normas y'limitaciones
montaje jamás se presta una atención que proscriben dejarse llevar por el
meticulosa a los detalles a los que impulso o el antojo. Es precisamente
alude Longfellow? ¿Es el charlatán esa actitud no egocéntrica lo que, en
32 O N BULLSHIT HARRY G. FRANKFURT 33

conexión con la charlatanería, resul­ Pero aún queda algo por decir al
ta incongruente. Pero en realidad respecto. Por muy atenta y conscien­
esa actitud no queda excluida por temente que proceda el charlatán,
completo. Los campos de la publici­ sigue siendo verdad que trata de li­
dad y las relaciones públicas, así brarse de algo. Hay sin duda en su
como el de la política, hoy día estre­ actuación, como en la del artesano
chamente relacionado con los ante­ desaliñado, cierta forma de laxitud
riores, están repletos de ejemplos de que resiste o elude las exigencias de
charlatanería tan descarados que una disciplina desinteresada y auste­
pueden servir como algunos de los ra. La forma pertinente de laxitud no
paradigmas más clásicos e indiscuti­ puede equipararse, es evidente, al
bles del concepto de charlatanería. simple descuido o falta de atención a
Y en esos campos hay artesanos los detalles. A su debido tiempo tra­
extremadamente diestros que -con taré de ubicarla con más exactitud.
ayuda de avanzadas y exigentes téc­ Wittgenstein dedicó en gran parte
nicas de estudios de mercados, en­ sus energías filosóficas a identificar y
cuestas de opinión, tests psicológi-· combatir lo que consideraba formas
cos, etc.- se dedi-can sin descanso a insidiosamente disolventes de «sin­
lograr que cada una de las palabras e sentido». Según parece, él era tam­
imágenes que producen sea absolu­ bién así en su vida personal. Esto
tamente correcta. puede verse en una anécdota relacio-
34 O N BULLSHIT HARRY G. FRANKFURT 35

nada con Fania Pascal, que lo cono­ L a verdad es que esa caracterización
ció en Cambridge en la década de su estado de ánimo -tan cando­
de 193 0: rosamente próxima al vulgar tópico
«sentirse como un perro»- no re­
Me acababan de extirpar las sulta lo bastante provocativa como
amígdalas y me hallaba en el Evelyn para suscitar una reacción tan viva o
Nursing Home con el ánimo por los intensa como el fastidio. Si el símil
suelos. Entonces llamó Wittgenstein. de Pascal es ofensivo, ¿qué usos figu­
Yo gruñí: «Estoy como un perro al rativos o alusivos del lenguaje no 1o
que acaban de atropellar». Él respon­ serán?
dió con fastidio: «Tú no tienes ni De manera que quizá la cosa no
idea de cómo se siente un perro ocurrió realmente como dice Pascal.
atropellado».4 Quizá Wittgenstein trataba de hacer
una pequeña broma y se le fue la
¿Quién sabe lo que ocurrió real­ mano. Sólo pretendía regañar a Pas­
mente? Parece muy raro, casi increí­ cal en broma haciendo una pequeña
ble, que alguien pudiera objetar en hipérbole, y ella interpretó mal el
serio a lo que Pascal cuenta que dijo. tono y la intención. Pensó que su ob­
servación molestaba a Wittgenstein
4. Fania Pascal, «Wittgenstein: A Perso­ cuando en realidad éste sólo trataba
nal Memoir», en Rhees, op. cit., págs. 28-29. de animarla fingiendo un exagerado
36 O N B ULLSHIT HARRY G. FRANKFURT 37

reproche o tomándole el pelo. En ese Wittgenstein como para tener senti­


caso, el incidente no es en absoluto do para ella. A los efectos del presen­
increíble ni raro. te análisis aceptaré la información de
Pero si Pascal no se dio cuenta de Pascal al pie de la letra, suponiendo
que Wittgenstein estaba sólo hacien­ que cuando se trataba de recurrir al
do guasa, quizá la posibilidad de que uso del lenguaje alusivo o figurado,
hablara en serio no quedaba final­ Wittgenstein era realmente tan ri­
mente descartada. Ella lo conocía dículo como ella lo presenta.
y sabía lo que se podía esperar de él; Entonces, ¿qué es propiamente lo
sabía cómo la hacía sentirse. La ma­ que el Wittgenstein de su anécdota en­
nera en que entendió o malentendió cuentra objetable? Supongamos que él
la observación de Wittgenstein pro­ no se equivoca en cuanto a los hechos:
bablemente no resultaba, pues, de­ es decir, que Pascal no sabe cómo se
masiado discordante con la percep­ sienten los perros atropellados. Aun
ción que ella tenía de la forma de así, cuando ella dice lo que dice, es ob­
ser de él. Podemos suponer con bas­ vio que no está «mintiendo». Habría
tante aproximación que, aun cuando mentido si al hacer su afirmación hu­
su narración del incidente no se aten­ biera sido consciente de que se sentía
ga plenamente a los hechos en cuanto bastante bien. Pues por poco que su­
a la intención de Wittgenstein, se piera de la vida de los perros, Pascal
aviene lo bastante con su idea de debía tener bien claro que un perro,
38 ON BULLSHIT HARRY G. FRANKFURT 39

cuando lo atropellan, no se siente muy sación indeseable y nada placentera,


bien que digamos. De modo que, si se una «mala» sensación. Lo malo de su
hubiera sentido realmente bien, habría afirmación es que trata de comunicar
mentido al decir que se sentía como un algo más que el simple hecho de que
perro atropellado. se siente mal. La caracterización de
El Wittgenstein de Pascal trata de su estado de ánimo es demasiado
acusar a ésta, no de mentir, sino de específica, demasiado particular. El
una tergiversación de otro tipo. Ella suyo no es simplemente un sentirse
caracteriza su estado de ánimo como mal sino, con arreglo a su explica­
el propio «de un perro atropellado». ción, la peculiar manera de sentirse
Sin embargo, no está realmente fami­ mal propia de un perro cuando lo
liarizada con la sensación a la que di­ atropellan. Para el Wittgenstein del
cha frase se refiere. Por supuesto, la que nos habla Pascal, a juzgar por su
frase dista mucho de ser un completo respuesta, esa explicación es precisa­
sinsentido para ella; no está en modo mente una charlatanería.
alguno hablando por hablar. Lo que Ahora bien, suponiendo que
dice tiene una connotación inteligible Wittgenstein vea realmente la carac­
que ella ciertamente entiende. Es terización que hace Pascal de su esta­
más, sabe algo acerca de cómo es la do de ánimo como un ejemplo de
sensación a la que la frase hace refe­ charlatanería, ¿por qué le molesta
rencia: sabe al menos que es una sen- hasta ese punto? Lo hace, creo yo,
40 ON BULLSHIT
HARRY G. FRANKFURT 41

porqu� percibe lo que Pascal dice afirmación es correcta. Es muy proba­

-hablando de manera un tanto sim­ ble, desde luego, que diga lo que dice

plista- como ajeno a todo interés sólo porque trata, un tanto torpemen­

por decir la verdad. La afirmación de te, de hablar con un lenguaje colorista

Pascal no encaja en la empresa de o parecer vivaz o de buen humor; y

describir la realidad. Ni siquiera cree no hay duda de que la reacción de

saber, como no sea de la manera más Wittgenstein -tal como ella la pre­

vaga, cómo se siente un perro atrope­ senta- es de una intolerancia absur­

llado. La descripción que hace de su da. Pero sea como fuere, parece claro
propio estado de ánimo no es, por de qué reacción se trata. Reacciona
tanto, más que una ficción. Es, de Wittgenstein como si creyera que ella

arriba abajo, una pura construcción; habla de sus sentimientos de manera

o bien, si la ha sacado de alguna des­ irreflexiva, sin prestar verdadera aten­

cripción distinta, se está limitando a ción a los hechos pertinentes. Su afir­


repetirla casi sin pensar y sin tener mación no está «construida con el
para nada en cuenta cómo son las co­ mayor cuidado». Pascal la hace sin
sas realmente. molestarse en tener en cuenta para
Es por esa despreocupación por nada la cuestión de su exactitud.
lo que el Wittgenstein de Pascal riñe Lo que molesta a Wittgenstein no
a ésta. Lo que le molesta es que Pas­ es, obviamente, que Pascal haya co­
cal no se moleste siquiera en ver si su metido un error en su descripción de
42 ON BULLSHIT HARRY G. FRANKFURT 43

cómo se siente. Ni siquiera que haya se toma en serio lo.que ella dice
incurrido en un descuido. Su laxitud como una afirmación que pretende
o descuido no estriba en haber deja­ dar una descripción informativa de
do que se deslizara un error en su ex- cómo se siente ella. La entiende dedi­
posición provocado por una caída, cada a una actividad en la que resulta
inconsciente o debida a una momen­ crucial la distinción entre lo que es
tánea negligencia, del grado de aten­ verdadero y lo que es falso sin por
ción que prestaba a la correcta pre­ ello preocuparse en absoluto de si lo
sentación de los hechos. La cuestión que dice es verdadero o es falso. Es
es más bien que, hasta donde Witt­ en ese sentido en el que la afirmación
genstein puede ver, Pascal ofrece una de Pascal aparece como ajena a todo
descripción de un cierto estado de interés por la verdad: no le preocupa
cosas sin atenerse verdaderamente a el valor veritativo de lo que dice. Por
las exigencias que impone la empresa eso no s� puede considerar que esté
de brindar una adecuada representa­ mintiendo; pues ella no presume co­
ción de la realidad. Su falta no estriba nocer la verdad, por lo cual no puede
en que no logre presentar las cosas estar enunciando deliberadamente
correctamente, sino en que ni siquie­ una proposición que ella sabe de an­
ra lo intenta. temano falsa: su afirmación no se
Esto es importante para Witt­ basa ni en la creencia de que es ver­
genstein porque, con razón o sin ella, dadera ni -tal como corresponde a
44 ON BULLSHIT HARRY G. FRANKFURT 45

una mentira- en la creencia de que ticipantes en las tertulias fueran gene­


no lo es. Es precisamente esa ausen­ ral o normalmente hombres, la afir­
cia de interés por la verdad--esa in­ mación de que una tertulia no es
diferencia ante el modo de ser de las esencialmente más que una discusión
cosas- lo que yo considero la esen­ informal entre hombres sería tan pe­
cia de la charlatanería. regrina como la afirmación paralela
Paso ahora a estudiar (de manera de que un cotilleo es simplemente
bastante selectiva) algunas entradas una conversación informal entre mu­
del Ox/ord English Dictionary que re­ jeres. Seguramente es cierto que los
sultan pertinentes para clarificar la participantes en un cotilleo han de
naturaleza de la charlatanería (bull­ ser mujeres. Sin embargo, el término
shit). El OED define una bull session cotilleo comporta algo más específico
(«tertulia») como «una conversación que eso respecto al tipo concreto de
o discusión informal, especialmente conversación informal entre mujeres
de un grupo de varones». Pues bien, al que corresponden típicamente los
como definición, es a todas luces cotilleos. Lo que distingue el tipo de
errónea. De entrada, el diccionario discusión informal entre hombres que
parece suponer que el uso del térmi­ constituye una tertulia es, en mi opi­
no bullen bull session sirve primor­ nión, esto: aunque la discusión puede
dialmente para indicar el sexo. Pero ser intensa e importante, no versa, en
aun cuando fuera verdad que los par- cierto sentido, sobre <<lo real».
46 ON BULLSHIT HARRY G. FRANKFURT 47

Los temas característicos de una cree o siente realmente. Lo esencial


tertulia tienen que ver con aspectos es posibilitar un alto nivel de desen­
de la vida muy personales y emoti­ voltura y un enfoque experimental o
vamente cargados, como, por ejem­ exploratorio de los temas discuti­
plo, religión, política o vida sexual. dos. De ahí que se procure gozar de
La gente suele ser reacia a hablar un cierto margen de irresponsabili­
abiertamente sobre estos temas si dad, de manera que los tertulianos
piensaff que se les puede tomar de­ se sientan animados a transmitir lo
masiado en serio. Lo que tiende a que piensan sin demasiado temor
ocurrir en una tertulia es que los a que se les tome la palabra.
participantes aventuran diversas Dicho de otro modo, cada uno de
ideas y actitudes para ver qué efecto los participantes en una tertulia parte
produce oírse a sí mismos diciendo del reconocimiento general de que lo
esas cosas y para descubrir cómo que expresa o dice no ha de enten­
responden los demás, sin dar por derse como si fuera lo que constituye
supuesto que estén comprometidos sus convicciones profundas o lo que
con lo que dicen: todo el mundo cree inequívocamente verdadero. El
que participa en una tertulia so­ objeto de la conversación no es co­
breentiende que las afirmaciones municar creencias. En consecuencia,
que se hacen no necesariamente po­ los presupuestos habituales acerca de
nen de manifiesto lo que la gente la conexión entre lo que la gente dice
48 ON BULLSHIT HARRY G . FRANKFURT 49

y lo que cree quedan en suspenso. toda probabilidad, una versión asép­


Las afirmaciones hechas en una ter­ tica de bullshit session.
tulia difieren de la charlatanería en el Un tema similar aparece en una
hecho de que no hay pretensión algu­ acepción británica de bull en la
na de que se esté sosteniendo dicha que, según el OED, el término se
conexión. Son como la charlatanería refiere a «tareas rutinarias o cere­
por el hecho de que están en cierto monias superfluas; disciplina exce­
modo libres de toda preocupación siva o "puntillosidad"; formulismo
por la verdad. Esta semejanza entre burocrático». El diccionario aporta
la tertulia (bull session) y la charlata­ los siguientes ejemplos de dicho
nería (bullshit) queda sugerida tam­ uso:
bién por la expresión shooting the
bull («cháchara»), que se refiere al El escuadrón [. . .] estaba harto de
tipo de conversación que caracteriza todas aquellas pejigueras (bul[) en
las tertulias, y donde el término torno a la estación (I. Gled, Arúe to
shooting* es muy probablemente una Conquer, vi, pág. 51, 1942). Presen­
variante depurada de shitting. .¡,* El tándonos armas mientras desfilába­
propio término bull session es, con mos delante de ellos haciendo vista
a la derecha, y todas esas pejigueras
* Literalmente, «disparar». (A. Baron, Human Kind, xxiv, pág.
*" Literalmente, «tirar mierda>>. 178, 1953). Las aburridas tareas y
50 O N BULLSHIT HARRY G. FRANKFURT 51

<<pejigueras» que rodean la vida de un vos que impulsan la actividad a la


diputado (The Economist, 8 de febre­ que se incorporan, exactamente
ro, 470/471, 1958). igual que lo que la gente dice en las
tertulias está desconectado de sus
creencias arraigadas y del mismo
Aquí el término bull corresponde
modo que una charlatanería es ajena
evidentemente a tareas que son acce­
a la preocupación por la verdad.
sorias por cuanto no tienen casi nada
que ver con la intención primordial o El término bull se emplea tam­
bién, en un uso más extendido y más
el propósito que justifica la empresa
que las exige. La puntillosidad y el familiar, como equivalente algo me­

formulismo burocrático no contribu­ nos basto de bullshit. En una entrada

yen realmente, se supone, a los pro­ de bull usada en ese sentido, el OED

pósitos «reales» del p�rsonal militar propone lo siguiente como definitivo:

o de los funcionarios del Gobierno, «Charlas o escritos triviales, insince­

aun cuando son impuestos por orga­ ros o no verídicos; sinsentido». Aho­

nismos o agentes a los que se supone ra bien, no parece que sea un rasgo

conscientemente dedicados al logro distintivo de esta acepción de bull

de esos propósitos. Así, las «tareas que sea deficiente semánticamente

rutinarias o ceremonias superfluas» o que carezca necesariamente de im­

que llamamos pejigueras se hallan portancia; de modo que «sinsentido»

desconectadas de los legítimos moti- y «trivial», aun dejando a un lado su


52 O N B U LLSHIT HARRY G. FRANKFURT 53

vaguedad, ho parece que sigan la pis­ baladronada, <<humo» y lo que en el


ta correcta. La intención de «insince­ ejército solíamos llamar «ciscarse en
ros o no verídicos» va mejor encami­ la tropa».
nada, pero necesita de mayor
precisión.5 La entrada correspon­ «Que no viene al caso» es apro­
diente brinda también las dos defini­ piado, pero tiene un alcance demasia­
ciones siguientes: do amplio y demasiado vago. Com­
prende las digresiones y las alusiones
1914, Dialect Notes, IV, 162. Bull: irrelevantes hechas sin malicia, que
charla que no viene al caso; «humo». no son invariablemente ejemplos de
19.32, Times Literary Supplement, bull; además, decir que bull es lo que
8 de diciembre, 9.3.3/.3. Bulles el tér­ no viene al caso deja en el aire a qué
mino coloquial que se emplea para caso se hace referencia. La referencia,
designar una combinación de farol, en ambas definiciones, a «humo» es
más útil.
Cuando calificamos una charla de
5. Cabe señalar que la inclusión de la in­
«humo», queremos decir que lo que
sinceridad entre sus condiciones esenciales
entrañaría que un caso de bull no pudiera
sale de la boca del que habla no es
darse por inadvertencia; en efecto, diíícilmen­ más que eso: simple vapor. Su discur­
te se puede concebir que alguien sea insince­ so es vacío, sin sustancia ni conteni­
ro por inadvertencia. do. En consecuencia, su uso del len-
54 ON BULLSHIT HARRY G. FRANKFURT 55

guaje no contribuye al propósito al mismo de mantener nuestras vidas.


que pretende servir. No se transmite Quizá sea por hacer de la muerte
más información que la que el sujeto algo tan íntimo por lo que encontra­
daría soplando. Existen, ocasional­ mos los excrementos tan repulsivos.
mente, similitudes entre el humo y En cualquier caso, el excremento no
los excrementos que hacen que humo puede servir para nuestro sostén, de
parezca un equivalente especialmente la misma manera que el «humo» no
adecuado de bullshit. Así como lla­ puede servir para la comunicación.
mamos humo a un discurso totalmen­ Veamos ahora los siguientes ver­
te vacío de contenido informativo, así sos del Canto LXXIV de Ezra
también el excremento es una mate­ Pound, que el OED cita en su entra­
ria de la que se ha eliminado todo lo da de bullshit como verbo:
alimenticio. El excremento puede
verse como el cadáver del alimento, Hey Snag wots in the bibl'?
lo que queda cuando los elementos Wot are the books ov the bible?
vitales presentes en aquél se han ago­ Name 'em, don't bullshit ME.6
tado. Desde este punto de vista, el
excremento es una representación de
6. He aquí parte del contexto en el que
la muerte que producimos nosotros
aparecen estos versos: «Les Albigeois, a
mismos y que, ciertamente, no pode­ problem of history, / and the fleet at Salamis
mos dejar de producir en el proceso made with money lent by the state to the
56 ON BULLSHIT HARRY G. FRANKFURT 57

Es ésta una exigencia de hechos. blar por hablar y exige que la preten­
Es evidente que a la persona interpe­ sión sea refrendada por los hechos.
lada se la ve como si de algún modo No va a aceptar un simple informe
hubiera proclamado conocer la Biblia verbal; insiste en ver la cosa misma.
o interesarse por ella. El hablante En otras palabras, está denunciando
sospecha que eso no es más que ha-

da con dinero prestado por el Estado a los ar­


shipwrights/Tempus tacendi, tempus lo­ madores/Tempus tacendi, tempus loquendi./
quendi./ Never inside the country to raise Nunca tierra adentro para elevar el nivel de
the standard of living/ but always abroad to vida/ sino siempre a ultramar para aumentar
increase the profits of usurers, /dixit Lenin, I los beneficios de los usureros, /dixit Lenin, /
and gun sales lead to more gun sales I they do y las ventas de armas de fuego conducen a
not clutter the market for gunnery I there is más ventas de armas de fuego/no alteran el
no saturation/Pisa, in the 23rd year of the mercado de armas de fuego/no hay satura­
effort in sight of the tower /and Till was ción I Pisa, en el 23.º año de esfuerzo a la vis­
hung yesterday /for murder and rape with ta de la torre/ y Till fue ahorcado ayer/por
trimmings plus Cholkis/plus mythology, asesinato y violación con perifollos más Cól­
thought he was Zeus ram or another one. I quide/más la mitología, creyó que él era el
Hey Snag wots in the bibl'?/Wot are the carnero Zeus o algún otro./ ¡Eh, Pelmazo!,
books ov the bible?/Name 'em, don't bull­ ¿qué hay en la biblia?/ ¿Cuáles son los libros
shit ME.» (<<Les Albigeois, un problema de la de la biblia?/ Nómbralos, no me vengas con
historia,/y la escuadra de Salamina construí- charlatanerías.» [N. del t.])
58 O N BULLSHIT HARRY G. FRANKFURT 59

el farol. La conexión entre charlata­ Ahora bien, el concepto más central


nería y farol se afirma explícitamente y característico de la naturaleza de la
en la definición con la que se relacio­ mentira es el de falsedad: el mentiro­
nan los versos de Pound: so es esencialmente alguien que deli­
beradamente enuncia una falsedad.
Como verbo trans. e intrans., ha­
También farolear tiene típicamente
blar de sinsentidos (con alguien) [. ]
..

como objetivo transmitir algo falso.


también farolear sobre la competencia
A diferencia del simple mentir, sin
de uno (en algo) hablando de cosas
embargo, es más específicamente
sin sentido.
cuestión de falsificación que de false­
Parece que toda charlatanería en­ dad. Eso es lo que cuenta para su
traña algún tipo de faroleo. Sin duda proximidad con la charlatanería.
está más cerca de farolear que de Pues la esencia de la misma no es el
contar mentiras. Pero ¿qué entraña, hecho de que sea «falsa», sino el de
en relación con su naturaleza, el he­ que es «fraudulenta». Para apreciar
cho de que se parezca más a lo pri­ esta distinción hay que darse cuenta
mero que a lo segundo? ¿Cuál es de que una falsificación o un fraude
exactamente la diferencia aquí entre no han de ser en ningún sentido (sal­
un farol y una mentira? vo en la autenticidad misma) inferio­
Tanta mentir como farolear son res a la cosa real. Lo que no es autén­
formas de tergiversación o engaño. tico no tiene por qué ser también
60 ON BULLSHIT HARRY G. FRANKFURT 61

defectuoso en algún otro aspecto. Al [. ] Una de las primeras cosas que me


..

fin y al cabo, puede ser una copia enseñó fue: <<Nunca digas una mentira
exacta. Lo malo de una falsificación cuando puedas salir del paso con
no es su aspecto, sino el modo en que charlatanería.>>7
se ha hecho. Esto apunta a un aspec­
to parecido y fundamental de la natu­ Esto presupone no sólo que hay
raleza esencial de la charlatanería: una diferencia importante entre men­
aunque se practica sin preocuparse tir y ejercer de charlatán, sino que lo
por la verdad, no tiene por qué ser segundo es preferible a lo primero.
falsa. El charlatán crea falsificaciones. Ahora bien, seguro que el viejo Simp­
Pero eso no significa que las haga ne­ son no consideraba la charlatanería
cesariamente mal. moralmente superior a la mentira. Ni
En la novela de Eric A.mbler Dirty es probable que viera las mentiras
Story, un personaje llamado Arthur '

7. E. Ambler, Dirty Story ( 1967), I, iii,


Abdel Simpson recuerda el consejo
pág. 25. La cita aparece en la misma entrada
que su padre le dio de niño:
del OED que incluye el pasaje de Pound cita­
do con anterioridad. La estrecha relación en­
Aunque sólo tenía siete años tre ser un charlatán y farolear resuena, creo,
cuando mataron a mi padre, todavía en el paralelismo entre los giros «salir del
me acuerdo muy bien de él y de algu­ paso con charlatanería» y «salir del paso con
nas de las cosas que solía, decirme. un farol».
62 ON BULLSHIT HARRY G. FRANKFURT 63

como algo invariablemente menos efi­ más probable que nos apartemos de
caz que la charlatanería para 1ograr ella encogiéndonos de hombros con
los fines por los que se suele recurrir impaciencia o cierta irritación que
a aquéllas o ésta. Después de todo, con el sentimiento de afrenta o ultraje
una mentira inteligentemente cons­ que a menudo inspiran las mentiras.
truida puede cumplir su misión con El problema de entender por qué
pleno éxito. Puede que Simpson cre­ nuestra actitud frente a la charlatane­
yera más fácil librarse de la charlata­ ría suele ser más benévola que nuestra
nería que de la mentira. O acaso que­ actitud. frente a la mentira es un asun­
ría decir que, aunque el riesgo de que to importante, que dejaré como ejer­
a ·uno lo pillen en falso es aproxima­ cicio para el lector.
damente el mismo etL cada caso, las La comparación que hace al caso
consecuencias de caer suelen ser me­ no es, sin embargo, la que se estable­
nos graves para el charlatán que para ce entre contar una mentira y practi­
el mentiroso. De hecho, la gente tien­ car algún tipo concreto de charlata­
de a ser más tolerante con la charlata­ nería. El viejo Simpson caracteriza la
nería que con las mentiras, quizá por­ alternativa a contar una mentira
que nos sentimos menos inclinados a como «salir del paso con charlatane­
tomarnos las primeras como afrentas ría». Esto no sólo entraña la realiza­
personales. Podemos tratarr de distan­ ción de alguna charlatanería concre­
ciarnos de la charlatanería, pero es ta; exige un «programa» para ejercer
64 ON BULLSHIT HARRY G . FRANKFURT 65

de charlatán en la medida impuesta En cambio, una persona que deci­


por las circunstancias. Ésta es quizás de abrirse paso mediante la charlata­
una clave para entender el porqué de nería goza de mucha más libertad. Su
sus preferencias. Contar una mentira visión es más panorámica que parti­
es un acto con una marcada intención. cular. No se limita a introducir una
Está concebido para introducir una falsedad en un punto determinado,
falsedad determinada en un punto por lo cual no está condicionada por
preciso del conjunto o sistema de las verdades que rodean dicho punto
creencias, a fin de evitar las consecuen o intersectan con él. Está dispuesta, si
das de tener dicho punto ocupado poi hace falta, a falsear también el con­
la verdad. Esto demanda un cierto texto. Esta libertad con respecto a las
arte, según el cual el narrador de la limitaciones que condicionan al men­
mentira se somete a las constricciones tiroso no necesariamente significa,
impuestas por lo que él cree ser la ver­ desde luego, que su tarea sea más fá­
dad. El embustero debe interesarse in­ cil que la del embustero. Pero el tipo
evitablemente por valores veritativos. de creatividad en que se basa es me­
Para inventar una mentira cualquiera, nos analítico y menos deliberativo
ha de pensar que sabe qué es lo verda­ que el requerido por la acción de
dero. Y para inventar una mentira efi­ mentir. Es más expansivo e indepen­
caz, debe concebir su falsedad tenien­ diente, con oportunidades más am­
do como guía aquella verdad. plias de improvisación, colorido y
66 ON BULLSHIT HARRY G. FRANKFURT 67

juego de la imaginación. Es menos tán no nos engañe, o que ni siquiera


una cuestión de técnica que de arte. lo intente, acerca de los hechos o de lo
De ahí la conocida noción de «artista que él toma por hechos. Sobre lo que
de la charlatanería». Sospecho que el sí intenta necesariamente engañarnos
consejo dado por el padre de Arthur es sobre su propósito. Su única carac­
Simpson refleja el hecho de que se terística distintiva es que en cierto
sentía más fuertemente inclinado ha­ modo tergiversa su intención.
cia este tipo de creatividad, indepen­ Ésta es la dav.e de la distinción en­
dientemente de sus méritos o eficacia tre él y el embustero. Ambos dan una
relativos, que hacia las exigencias, falsa representación de sí mismos como
más austeras y rigurosas, de la mentira. empeñados en comunicar la verdad. El
Lo que la charlatanería tergiversa éxito de cada uno de ellos depende de
esencialmente no es ni el estado de que logren engañarnos al respecto.
cosas al que se refiere ni las creencias Pero el rasgo de sí mismo que el menti­
del hablante respecto de dicho esta - roso nos oculta es que está tratando de
do de cosas. Son dichas cosas lo que alejarnos de una percepción correcta
la mentira tergiversa, por el hecho de de la realidad; no hemos de saber que
su falsedad. Dado que la charlatane­ él desea que creamos algo que él supo­
ría no tiene por qué ser falsa, se dife­ ne que es falso. El rasgo de sí mismo
rencia de las mentiras en su intención que oculta el charlatán, en cambio,
tergiversadora. Puede que el charla- es que los valores veritativos de sus
68 ON BULLSHIT HARRY G. FRANKFURT 69

enunciados no tienen prácticamente in­ del lado de la verdad ni del lado de lo


terés para él; de lo que no hemos de falso. Su ojo no se fija para nada en
damos cuenta es de que su intención los hechos, como sí lo hacen, en cam­
no es informar de la verdad tú tampoco bio, los ojos del hombre sincero y del
ocultarla. Eso no significa que su dis­ mentiroso, salvo en la medida en que
curso sea anárquicamente impulsivo, pueda responder a su interés de hacer
sino que la motivación que lo guía y lo pasar lo que dice. No le importa si las
controla prescinde de cómo son real­ cosas que dice describen correcta­
mente las cosas de las que habla. mente la realidad. Simplemente las
Es imposible mentir si uno no extrae de aquí y de allá o las manipula
cree conocer la verdad. Producir para que se adapten a sus fines.
charlatanería no requiere semejante En su ensayo sobre la mentira,
convicción. Una persona que miente san Agustín distingue ocho tipos de
está, por tanto, respordiendo a la ver­ mentiras, que clasifica con arreglo a
dad y, en ese sentido, es respetuosa la clase de intención o justificación
con ella. Cuando un hombre sincero con que cada mentira se cuenta. Siete
habla dice sólo lo que cree verdadero; de esos tipos de mentiras se cuentan
para el embustero, simétricamente, es únicamente porque se piensa que son
indispensable que considere sus afir­ otros tantos medios indispensables
maciones falsas. Para el charlatán, en para algún fin distinto de la mera
cambio, no hay más apuestas: no está producción de falsas creencias. En
70 ON BULLSHIT HARRY G . FRANKFURT 71

otras palabras, no es su falsedad como Las mentiras de esta categoría no se


tal lo que atrae a quien cuenta las cuentan como medio para ningún fin
mentiras. Dado que se cuentan única­ distinto de la propagación de la false­
mente por su supuesto carácter indis­ dad. Se cuentan por sí mismas única­
pensable para lograr un fin distinto mente, es decir, por mor del engaño:
del engaño mismo, san Agustín consi­
dera que son involuntarias: lo que Hay diferencia entre una persona
quien las dice realmente desea no es que cuenta una mentira y un mentiro­
contar una mentira sino alcanzar el fin so. La primera es alguien que cuenta
propuesto. Por consiguiente, no son, una mentira involuntariamente, en
en su opinión, mentiras reales, y quie­ tanto que al mentiroso le gusta mentir
nes las cuentan no son propiamente y se recrea en la mentira. [. . .] Este úl­
mentirosos. Sólo la categoría restante timo encuentra placer en mentir, re­
contiene lo que san Agustín señala gocijándose en la falsedad misma. 9
como <<la mentira que se cuenta única­
the Church, vol. 16, Nueva York, 1952, pág.
mente por el placer de mentir y enga­
109 [N. del t. ] ). San Agustín sostiene que con­
ñar, esto es, la auténtica mentira».8
tar una mentira de este género es un pecado
menos grave que contar mentiras en otras tres
8. «Mentir>>, en Tratados sobre temas di­ de las categorías, y un pecado más grave que
versos (el autor se basa en la versión inglesa in­ contar mentiras en las otras cuatro categorías.
cluida en R. J. Deferrari [comp.], Fathers o/ 9. Ibíd., pág. 79.
72 ON BULLSHIT HARRY G. FRANKFURT 73

Lo que san Agustín llama «menti­ cuando tratan de describir el mundo,


rosos» y «auténticas mentiras» son ya sea correctamente, ya sea engaño­
casos raros y poco frecuentes. Todo samente. Por esa razón, decir menti­
el mundo miente de vez en cuando, ras no tiende a incapacitar a una per­
pero hay muy pocas personas a quie­ sona para decir la verdad en igual
nes se les ocurra con frecuencia (o si­ medida que lo hace la charlatanería.
quiera alguna vez) mentir por amor a Al recrearse excesivamente en esta
la falsedad o al engaño. última actividad, que implica hacer
Para la mayoría de la gente, el he­ afirmaciones sin prestar atención a
cho de que un enunciado sea falso nada que no sea el propio gusto al
constituye en sí mismo una razón, hablar, el hábito normal de una per­
por débil y fácilmente desdeñable sona de tener presente cómo son las
que sea, para no formularlo. Para el cosas puede quedar atenuado o per­
mentiroso puro de san Agustín, en derse. Uno que mienta y otro que
cambio, es ésa una razón a favor de diga la verdad juegan, por así decir,
hacerlo. Para el charlatán no es en sí en bandos opuestos del mismo juego.
misma ni una razón a favor ni una ra­ Cada uno responde a los hechos tal
zón en contra. Tanto al mentir como como los entiende, aunque la res­
al decir la verdad, la gente se rige por puesta del uno se guía por la autori­
sus creencias acerca de cómo son las dad de la verdad, mientras que la
cosas. Dichas creencias los guían respuesta del otro desafía dicha auto-
74 ON BULLSHIT HARRY G. FRANKFURT 75

ridad y rehúsa poner coto a sus exi­ primera es desistir tanto de los esfuer­
gencias. El charlatán ignora por com­ zos por decir la verdad como de los
pleto esas exigencias. No rechaza la esfuerzos por engañar. Eso significaría
autoridad de la verdad, como hace el abstenerse de hacer cualquier afirma­
embustero, ni se opone a ella. No le ción sobre los hechos. La segunda al­
presta ninguna atención en absoluto. ternativa es continuar haciendo afir­
Por ello la charlatanería es peor ene­ maciones que pretenden describir
migo de la verdad que la mentira. cómo son las cosas, pero que no pue­
Quien se encarga de publicar u den ser otra cosa que charlatanería.
ocultar los hechos parte de la base de ¿Por qué hay tanta charlatanería?
que son realmente hechos que pueden Desde luego, es imposible estar seguro
de algún modo determinarse y cono­ de si hoy día hay comparativamente
cerse. Su interés en decir la verdad o más charlatanería que en otras épocas.
en mentir presupone que hay una di­ Hay más comunicación de todo tipo
ferencia entre entender las cosas mal en nuestra época que en ninguna épo­
y entenderlas bien, y que es posible, ca anterior, pero la proporción de
al menos de vez en cuando, explicar charlatanería puede no haber aumen­
la diferencia. Quien deje de creer en la tado. Sin dar por supuesto que la inci­
posibilidad de identificar unos enun­ dencia de la charlatanería es realmente
ciados como verdaderos y otros como mayor ahora, haré unas cuantas consi­
falsos sólo tiene dos alternativas. La deraciones que pueden ayudar a ex-
76 ON BULLSHIT HARRY G. FRANKFURT 77

plicar por qué hay ahora tanta charla­ no tiene la responsabilidad de opinar
tanería. sobre cualquier cosa, o al menos sobre
La charlatanería es inevitable siem­ todo aquello que es propio de la con­
pre que las circunstancias exigen de al­ ducción de los asuntos de su país. La
guien que hable sin saber de qué está ausencia de toda conexión significativa
hablando. Así pues, la producción de entre las opiniones de una persona y su
charlatanería recibe un impulso siem­ percepción de la realidad será todavía
pre que las obligaciones o las oportuni­ más grave, ni que decir tiene, para al­
dades que tiene alguien de hablar de guien que crea en su responsabilidad,
cualquier tema exceden su conoci­ como agente moral consciente, para va­
miento de los hechos que son pertinen­ lorar acontecimientos y condiciones en
tes para el tema en cuestión. Esta dis­ cualquier parte del mundo.
crepancia es corriente en la vida La proliferación contemporánea
pública, donde la gente se ve a menudo de la charlatanería tiene también raí­
impulsada -por sus propensiones in­ ces más profundas en las diversas for­
dividuales o por las exigencias de mas de escepticismo que niegan que
otros- a hablar largo y tendido de podamos tener acceso seguro alguno
asuntos que hasta cierto punto ignora. a una realidad objetiva y que recha­
Ejemplos estrechamente relacionados zan, por consiguiente, la posibilidad
con el tema surgen de la convicción de de saber cómo son realmente las co­
que en una democracia todo dudada- sas. Esas doctrinas «antirrealistas»
78 ON BULLSHIT HARRY G. FRANKFURT 79

socavan la confianza en el valor de se consagra a ser fiel a su propia na­


los esfuerzos desinteresados por de­ turaleza individual. Es como si deci­
terminar qué es verdad y qué es falso, diera que no tiene sentido intentar
e incluso en la inteligibilidad de la ser fiel a los hechos, por lo que, en
noción de indagación objetiva. Una vez de eso, ha de intentar ser fiel a sí
respuesta a esta pérdida de confianza mismo.
ha consistido en renunciar a la disci­ Pero es absurdo imaginar que no­
plina exigida por la dedicación al ide­ sotros mismos estamos determinados
al de la corrección para refugiarse en y somos, por tanto, susceptibles de
un tipo de disciplina muy diferente, descripciones correctas y de descrip­
impuesta por la persecución de un ciones incorrectas, a la vez que supo­
ideal alternativo de sinceridad. En lu­ nemos que la atribución de determi­
gar de tratar primordialmente de lo­ nación a cualquier otra cosa se ha
grar representaciones precisas de un revelado un error. Como seres cons­
mundo común a todos, el individuo cientes, existimos sólo en respuesta a
se dedica a tratar de obtener repre­ otras cosas y no podemos conocernos
sentaciones sinceras de sí mismo. en absoluto a nosotros mismos sin
Convencido de que la realidad no conocer aquéllas. Más aún, no hay
posee naturaleza alguna inherente nada en la teoría, y ciertamente nada
que uno pudiera confiar en determi­ en la experiencia, que sustente el ex­
nar como la verdad fiel de las cosas, traordinario juicio de que lo más fácil
80 ON B ULLSHIT

de conocer es la verdad acerca de


uno mismo. Los hechos que nos con­
ciernen no son especialmente sólidos
y resistentes a la disolución escéptica.
Nuestras naturalezas son, en reali­
dad, huidizas e insustanciales (nota­
blemente menos estables y menos in­
herentes que la naturaleza de otras
cosas). Y siendo ése el caso, la since­
ridad misma es charlatanería.

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