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ganz1912

L os 1 \N SCRITOS subn.• rt·m:" de


f. O T0.:\11,\ \' 1•'1 OSOI•I.\ dJahoradu-. ""
1844 (1011' ILUU . l\1 HX perm nl·dcron n lo-o cbhns
durante cerca de nm t•nru iius. n public:u~ión. c:o 1932.
significó mm \erdartcrn rcmlud n • n lo c ..utdios
m:~rxiano ) fue d comic:nzu d~ un alu\ión d.: trabajo
sobre l'l <~1\M :\1arxH \' "iU" rrlocion con t'l ~<Mn.rY
madurm>. Si lmstn 19.:\2 o.;u obru p· recio drcunscriln .1
dimensione puramt•n1 e ccunltmicu • 4¡odotitgicn".
hi~tóricas .) po!itic.as, •~• publicaciim th.· cshJ~ lwrnuJor
- tr:nlucidos y prologndo~ por FU,\;'Io:C'ISCO RUBIO
LI..O R I·'N'I F en ('Sta cdieiim en Cllstdluuo pn o ~(!
relieve Ja impnrtonrin que ('1 cuncepw de nujcnudúu.
lo!:~ ptaoteamiPJltOS hunmni"ta~ y In r•rcocupnl'ilm
filo~óficu tuvit'ron parn el nutnr de <dd ( 'opitnb•. Ofros
titulo~ •le Aliuu:t.ll Ftlilnrinl rch.lclound•t' con lu
formncitiu v desanullci tld pcnsnltlieulo rnur~lano:
t<Hucin la E~hu.~·i(111 ~~~ Finhmdia>"~ (LI~ 42!) de Edmuntl
\\/il<wn; «Raüm ~· rcHJiucilm•) ( Ln 2~2), d~ f 1L·rht'r1
M':m·u~e>~; <<Snduli"-n1o ~ lllusc•fln)) Cl..R 218), de
Antonio Lubriola: <( rl Mar\.>> ( 1.11 441 J. ele '•s••inh
Rcdin; ~<La 'iociulo{_.!IB nluJ':\i..tu» lLR h25}. dt.• Tom
Holtoruore; (\ U nutr:\:ism,., ccJmo rnoruh (I.B 101). de
José Lui l ... mngurcn~ «La-o principalc.' corriente<; d~l
marxi mu•, ( U 27J.;¡ )' ((El hnmt r .,¡n nlct'l'llama>~
(LB 251 ). de L~ 1ck Kol km ki.

sillo Alian · ;'ditorial


ALIAN7A
EDITORIAL
Sección: Cllisíco
ganz1912
Karl Marx:
Manu critos: economfa y filosofía

T r ducción, introducción y notas


de Fr nci o Rubio Uorente

El Libro de Bolsillo
Alianza Editorial
~adrid

®
Pri.mru'a. edición en • El Ubi'O de Bolsi Uo~: 1968
Seguzu.l:. eJld6n ea •El Líbro Je BOlsillo»: 1969
Td'(rna cdici6LJ Cl'l .. El Libro de Bolilllo•: 1970
Cuart.tt cdJ"itSn en «EJ Llbro de Bolsillo•: 1972
Quinta cciicióo en «El Ubro de Bolsilla»: 1974
Sexta edición en «El Libro de BoJsJDo·~ 1977
~tima tdlci6n en ttEI Libro de BoJsiUo•: 1979
Oaavn ec.üclóa en •El L1bro de Bolslllo•: 1980 (marzo)
Novena edici6n en clll Libro de Bolsillo•: 1980 (diciembre)

~ Aliarwl EditoriAl, S . A .• Mndrid, 1968, 1969. 1970, 197:2, 1914.


1977, 197'J, 1980
Calle Milln. )8; -Jr 200 00 •"
ISBN~ 84-206-Ur19.0
Depósito lcgnl: M. )8.21 1980
Impreso m Cle»ns-Ora::JYt!D, S. L. Mardnez Pafe, '· Aiadtid-29
Pnnttd in S))'in
ganz1912 Introducción

.
· lA lpoca de reducción rlc los Munu .critos es época
d~ burgu~sla tritm/tmtc. Tras la instaurttdón dB Luis Fe·
lipe en el lrr>no /rartcb y la consolidf1Ci6rr de la ituJe-
penrlencia bdga, todo ~ Ocdtlntte t'UTO/"O g0'%11 los
beneficios de la monarqultt constitucional. La C07'01ta
proporciona In r.obr.rltlra de l~gitimidad necesaria para
defender.sé con lxito frente a los 11ostálgico.r~ cada vez
m~tos ttumerosos, d~l Anden Régime y asegura el man-
tcnimielllo de la •sohnatzúz de la rliZÓn& que las sacu-
dirlas intcrmilt*nles dr r¡tdem:s se ohslimJ.n en no C1Jri-
qut!urse apennJ logran im¡uil!lat. lA mis~ia obrera, que
ya tuzdie puede ignorar y que la literatura Je la épOCIJ
comienu insislcntemcltle a describir, es atribuida lisa y
llanamente a la cdfmcia de oirtudes de quimes la pttde-
cen. Con el progreso de los tiempos la soddtul se ha
espiritualizado, :)' si lor noble.I del Antiguo R~gimm nece.
:sil4b4n recurrir IJ Ullfl squ~st• dif~mda racial par& go-
ur tranquilos Je sus privilegios, los beati possidentes J~
111 monarqula burgu~ra· disfruttJn en ~ los suyos~ como
7
8 F. Rubio J...lm:eott
resultado de una f~iz su~erioridad espiritwl que los ius-
tifica.
Los p<>bru 7 ptcador~s. obligadO$ a trabajar catorce
o di«ttiís horas diarias 7 a pr~smci4r la explotaci6n
despiadada d~ sus biios y la prostitución de sus hi¡as, se
sienten naturalmmt~ exasperados m tal situación, pero
más dispuestos a la revuelta que provistos d~ ídeas para
;ustificarla. Las asociacion~s obreras, vestigios en grlltl
parte de las vicias corporacio1zes medieval~s y, por su.-
puesto, sañudamente ptrseguidas, adoptan por necesidad
interior, tanto como exterior, un aspecto tenebroso, cons-
pirativo, más terrorlfico que eficaz, sobre el cUIJl resulta
fácil tejer tma leyenda de crímenes sangrientos, deprlltla-
ción y barbarie. Las uporádicas r~b~iones son general-
mente más obra de la ira que de la razón, aunque el
furor CIUÍ 11t1imal no suek ser s1111guinario y destruye con
miJ'YC'I' frecuem:üz las m4quinas que las vidas de sus pro-
pietarios. S6lo en Inglaterra comienza a nacer u11 mo~i­
miento siffdica/i¡ta razonado y razonable y el año m que
Marx redacta los Manuscritos es tambitn ~ año en que
se funda la asociación de los Equitable Pio.oeen de
Rochdale. 1
En e( resto de Europa se lucha mientras tanto con los
vestigios del pasado. Brt los paises del S11r, las fuerv¡i
de la tradicid11 y del progreso se t~n/rtmtan 1en una serie t
ininterrumpida de pronunciamientos y reacciones, tan es- 1
thiles los U11os como las otras. Los paises del Centro y
d~ Este, vencedores al fin en las contiendas COII Napo-
león, conservan, ro cambio, casi intactas las vi~as for- 1
mas. La nobleza terratroiente mantiene la mayor parte
de sus privilegios tradicionales y d()mina absolutamente
al campesinado. Rusüz, nuevamente cerrada sobre si mis-
ma, es el baluarte de la reacción, pero al mismo tiempo
atiza solapadamente el naciente nacionalismo eslavo, cu-
yos embates debilitan al 1mperio y favorecen la absor-
ción por Prusia de los resta11tes territorios de habla ale-
mana. Bien que el Estado prusiano sea el más tr/icaz de
entre todos los sobrevivientes del Antiguo R4gimen, esos
territorios ven con recelo al nuevo señor, y más que
lnnoduo:i6n 9
ningún otro 14 Rtmani4 natal de Marx, qut' conoci6 bajo
Napolt'6n un régimt'n más progrt'sisla y m donde comien-
:.a t1 surgir una modenut industria. Lit burguesla rentm4
tolt'ra cada vn con mayor impacit'ncia len rigores del
absolutismo teol6gico y burocrático dr Berlln y St' orienta
hacia la f6rmul4 salvadora de la monarquía co~tslitucio­
nal. Sus vt'leidades der evoluci6n u vm /re11ud11s, sin
t'mbargo, como frecuC~ttemt'ltte sucede t'lt los paises en
igual sltuaci6n, por los peligros qrte apuntan e11 los pai-
ses más nde141ttados, por ws movimit'lttos del cuarto es-
tado que 'JP se perciben en liii mu:iones modéUcPs de
Occidente. Porque, aunque con caracterlstécas muy p~u­
liares, la naci611 alemana es en aquel tiempo Uf/ pueblo
subdt'sarrollado, tanto m lo econ6mico cmno m U, polf-
tico. «Los alt'mnnes -4irá Marx por aquellos años-
somos los contemporálreos f/Ws6ficos del presente sin ser
sus contemporáneos en 14 realidad.• Los alemanes no
viven adn (es decir, no sabt'lt si llegará11 jamás a vivir)
IIII formas imperantes en los paises progresivos, pero
esas formas están ast'ntadas sobre u11os supuestos cultu·
raJes de los que AlemiZ1ti4 sí pPrticipa y el pt'ltsamifflto
alemtfu u ocupa de los problemas qtte tales formas plan·
tears más que de los que, en rigor, corresponderlan a su
preslftrte. Es fácil cntu#der las tentaciones de radicalismo
que asaltan a un pensamiento asl situado. Oponer a la
propia realidad 14 ajena y más dmmollad(l implica, si
no se va más lejos, una aceptaci6n conformista de lar
deficif!1tclas que t'n esta última percibt'n quienes viven
dentro de ella. Y como el pensPmiento t'S, de suyo, maxi-
malista, de modo que resulta ticmpre iniMIIIPlmente
más elegante neg(lf qut' pfimuzr, los intelectuales progre-
sistas de los fNllres subtúsPrrolkdos u vm siempre ln7·
taJos e induso obligados a ir más a/14 del modelo pro-
puesto, a no postular nunca una reforma y siempre una
revolució11 que, al tiempo que elímbta lor maler inhe-
rente! a la situací6n de!(lrrollaáa, ahorra los dolores del
tránsito a la.r sociedades que no lo están, dotá11dolas de
una vez de la estructura óptima.
En los rasgos gigantescos del pensamitmlo marxista
10 F. Rubio Llorerue

este proceso es c/(IJ'amente perceptible. La Introducción


a la crítica de la Fliosoffa del Dtrccho de Hegel, sin duda
1mo de los más vigorosos esr:ritos de Marx, afirma ya
rotundamente que Alemania s6lo p11ede verse libre de
los males que la afligen por obra de una revoluci6n que
libere de los suyos a toda la humanidad. Cmno pueblo
«que padece toe/es los males de la sociedad moderna sin
gozar de ninguno de sus beneficios-., ha de allar:re con
una fuef'%11 universal que se enc11entre en su m isma situa·
ci6n p(/J'a h(lcer una revoluci6n que s6lo siendo univemzl
será eficll%. El n:curso al proletariado y el entendimiento
de su ese11cia aparecen asi en Marx a11tes de todo estu·
dio econ6mico (un hecho en el que no se ha insistido
bastante), simplemente porque la radical (gründlich) AJe.
mania requiere 1111 aliado igualme11te radical.
Pero, 11aturalmcnte, no :re llega en una sola ;¡;ancada
desde el berlinés Club de lo:r Doctores hasta el mqvi·
miento obrero. Entre 18)8 y 1844, Marx ha debido pm·
sar mucho y sufrir muchos desencanto:r. P(IJ'II /11 izquierda
hegeliana a que perttmece, la tarea a realizar es inicio/-
mtnte la de la critica. El Esplritu (esto es, los hombres
de espiritu), oponimdo contin1111111ente la realid11d 11 su
noci6n, señ/11(1 las imper/«ciones de aquélla e impulsa
el cambir>. Esta tarea, sin embargo, puede ser entendida
de muy distintas mar1eras. Cabe reducirse a la critica de
las construcciones espirituales, a la critica de la Religi6n,
por ejem!JW, que tiene un valm- paradigmático, po-o que
deia intacta la realidad. E:r ésta la «critica critica•, que
desprecia a la «masa• y que preconiza Bauer. Prmte o
ella, es posible arín otr(l actitud que, sin de;ar de :rer :rim-
pk critica, it~cide ya directamente sobre la realidad 'Y que
inicilllmente y no por mucho tiempo seria adoptada por
Marx. Crumdo en 1841 Bau~rr es expulsado de la Univer-
sidad de Bonn y se le cicrrll!l a Af(IJ'X las pul!rta:r de ut~a
posible carrer{/ de profesor, se inicia la diuergencia, y
pronto la hostilíd(ld, entre ambo:r. Mientras Bauer anima
la Allgemcine Literotur Zeitung, UM revistll te6rica de
crllica lltcrMia, filo:r6fica y Mtlstlca, Marx ttCepta un
pue:rto de redactor en la Rheinische Zcitung, un peri6-

l
louoducci6n 11
e
dico liberal de Colonia dude el cual ha de ocuparse de
n llz ley sobre¿ robo de ldia m los bosqu~ o de llz nuew
!a
regulaci6n de llz censura. Alll entra m comacto con un
a
e poder real que trasciende de los libros y unas fuerozs
e que vivifica" este poder y se ocultan tr!IS ¿¡_ Se trata
o de realidades contra llzs cuales es impotente llz crítica;
realidades que aprisionan con hierros muy verdaderos y
n pesados a los que no se hace desaparf!cer con una simple
n decllzraci6n como intent6 hacer Edgar Bauer con el juez
r-
11 que lo condenaba, negándole autoridad. Contra los he-
o chos opacos de este mundo poco o nad11 valen las ideas
l-
brillantes y llz vigorosa expresión. Marx habla de apren-
o derlo muy a su costa cuando el periódico qued6 some-
tido a los ataques de llz censura. Con ánimo de impedir
su cierre, los propietarios trataron en vano de convencer
a a Marx para que rt:du¡ese sus criticas 111 estrecho ámbito
i- de lo permitído. Como ¿1 explica en tma carta a Rltge,
,_ no accedió porque e~ llzCII)Iuno limitarse a pinchar con
a alfileres lo que habrla qut: aJacar a mi1ZI1%os•. El peri6-
.-
1 dico fue clausurado y Mar:JC, recién casado, ve cerrarse
S
ante si otro camino. No sólo no ha cumplido hasta el
u presente ¿ mandato paterno de hpcer feliz a su esposa
11
y conquistar al asalto d respdo dd mundo, sino que
a permanece desCf)nocido salvo para un peqJ~efio circulo y
e se ha ganado además la enemistad del Poder, que lo ha
r, privado de medios para sostener su hogar. Que esta situa-
e ci6n personal haya podido llevar a MIITX hacia la r~
luci6n es cosa tan posible C(1tnO poco importante. Es el
razonamiento ohietitJO que sostiene una actitud tuóric.a
o práctica y no ta motivaci6n psicológica que la explica
lo que l4 h«e susc~tihle de adhesión o rechno y llz
r dota tk importancill histórica.
Ahogado por el idealismo hegeliano o heg¿irmhante y
7
por llz polftica prusiana, Marx procede a una n11eva revi-
p sión de sus ideas y rmnpe •con su pals. La revisión la
:r hace 11 la ln:z, sobre todo, Jel perrsamiento de Peuerboch,
«Je quien arranca llz critica posiJiva, realista y naturo-
listn . Este pensamiento está constantemente preunte efl
' los Manuscritos, r¡utr frecuentemente utilhan ttJmbiln ex-
J2 F. Rubio Uorcnte
presiones /eu~bacbi4nas. Pere a todo, no fue m~nca t:l'ltt:-
ramente aceptdo por Morx. Aunque skmpre se dt:eloró
su deudor y le gllllrdó un resptto tkl que ttstimonia t:l
tono adoptdo en su crlJica, ton drf~cnte del hiriente
sarcasmo con que se 1:1'1/renta o otros ideóú>gos, Marx
110 aceptó nunca la «pasividad-. del pensamiento de
Feuerbach, al que encuentra «demasiado hegeliano en su
contenido y demasiado poco en su m¿todo•. Feuerbacb
acitrla, pitnso Marx, al pon~ en lugar del lisplritu hege-
liano al hombre sensible, real, mentsteroso, ~o y~a
al no p~cibir el carácter histórico de lo erencia humana
y encomendar lo realización de su plenitud al cambio
•natural• de las circunstancias y a la fut!r%Jl aglutinante
del amor. Aunque estas diferem:i4s sókJ st barfan explí-
citas en La ideología alemana y en las famosas Tesis,
posteriores en algunos años a los Manusa-itos, yo en és-
tos, a pesar dtl entusi4smo feu~bacbiano, ts perceptible
una difermcia de matiz. Feuerbacb ha strVido pa:ra eui-
dtnciar qut sów lo sm.ribfe t!S rtal y qut t!S en lo St!n-·
siblt: tn donde hay lJUt! verificar t:l c11mbio que por /in
hará humano al bombrt. Pero lo sensible es tambibt obro
humano. Úl dialéctico es ley de dtsarrollo de la notura-
ft!%a, no de un Espfritu por encima de ella, pero dentro
dt la naturaleza está también la ro:tón, qut es lo rtizÓtJ
del bombre, y es el hom~bre ti que ha de impulsor el
cambio y crear w nuevo. El hombre, de otro parte, no
es una eSt!ncia que se repita idéntica de unos individuos
a otros y esté dada de una vez para siempre, aunque
se haya visto oscurecida y perturbda de distintas formas
a lo largo de la historia. El hombre ts un ur social cuyo
potencialidad origmaria realizan en cada mommto dt tm4
dtltrminaáa forma las rt!lacionts sociales en las qut vive
inmerso. La tsencia del hombre feutrbachi4no 110 txiste
más que como potencia histórico; t!l hombrt rtal ts lo
qut la socitdd concrtla hace de él. La ciencia dt!l hom-
brt ts lo citncia de la sociedd y el humanismo activo
es la revoluci6n.
Para conocer al hombre dt nutstro litmpo es nece-
sario, en consecut11cia, conocer la socit!dad del presmte,
Introdua:ióo u
/11 /omtlf socüú más de=IWa que, «~pttmdo el es-
IJUtmtlf hegeliano del desarrollo lineal, permitir4 desentra-
ñar los misterios aún ocultos en las formas más primi-
tivas. Es el conocimiento de esta sociedad el que Marx
va busCIItuJo en su viaie a Parls. Allí no s6lo nciste la
itsduSiria moderna, sino también sus lacras de miseria y
prostituci6n. Y aún más, Parls ts tnmbUn el principal
punto de reuni6n de los activistas proletarios que ctm
aú11 oscura conciencia tratan ya de destruir la sociedaá
existente. La cicnci11 nuclear de esta sociedad es l11 Eco-
nomla Polttíca, la cie11cia de la producci6n y de la distri-
buci6n, de la riqueza y de la miseria. Marx descubre
esta cienci4 en Parls y del escándalo que de ella rt'C:ibe
brotan los Manuscritos.
No u trat11, claro está, de que los alemanes ignorasen
la nueva ciencia. En la Filosofía del Derecho hegeliana
hay huellas muy p~rceptibles de la obra de Adam Smith
y Marx era un espíritu demasiaáo alerla para h11ber pa-
sado por alto ese pe11samiento. Pero como antes Jeda-
mos, el conocimiento tjtle en Alemania se tenia del mun·
do moderno era un conocimiento predominantemente
libresco. S6lo con el comacto directo de la realídaá que
l11 Economla interpreta cobra üta su significado aut4n-
tíco, su verdadera dirmmsí6n. Cuando, con Sil traslado
a una gran ciudad industrial, reali:a Marx este contacto,
se la11za apasionatÚJmente, como era habitual en 41, al
estudio de la Economla, y en ute sentido es como puede
decirse que la descubre.
Lo que a Marx escandaliza tm la Economla es su ma-
terialismo y su exactitud. El hombre aparece en ell11 en
una sola de rus /acetas, como homo occonomicus, a/alla-
do en la creaci6n de riquezas y movido ttxclusioamente
por el cálculo racional o, mJÍS exactametltc, por UIJ cálcu-
lo inteligente y astuto, pero $in profundidad tri horhonte,
incapaz de trascender el más estrecho inter~s individual.
U11 cálculo que realiza la inteligencia, pero 110 la rtn:6n,
ulllitando la conocida distitJci6n t;ue el idealim10 alemtm
establece entre estas dos facultades. Un hombre asl CO$i-
/icado en su proceder es naturalmente. tma cosa más que
14 P. Rubio Llorente

como tal ha áe ser tratada. El correlato necesario del


hombre económico es el hombre mercancJa. Una activi-
dad exclusivamente orientada hacia la ganancia, hacia el
lucro individual (siquiera este lucro se reduzca a lo qtle
el mdividuo necesita para existir), es una energía •r.natu-
ral-,., igual en todos los hombres, derindividuali:r:.ada, sus-
ceptible de s~ contada, pesada y medida. Actividad lu-
crativa¡ trabajo-merctrncla son cara y crur. de una misma
real/da , la COttsideración, respectivamente, suhjetivtr y
objetiva de un det~minado modo de ser hombre. La
Economia Politícit no Inventa este modo de s~, ni lo
postula. Simplemente lo describe y por vla de generali-
zación inductiva establece las regltrs que, dando por su-
puesto tal modo de s~, gohi~an la mecánica de la pro-
ducción y distribución de bienes sobre la que se asienta
el edificio social.
Si pecado hay en t~lla, el pecado de la Economia no es
pecado de error, sino de miopfa. V e corr exactitud lo que
¡¡~rte ella está, pero lo acepta como natr&ral sin percibir
qr~e 110 lo es, si11 captpr el infinito mtmdo humano qtttl
esa «flaturalez:a» social at:te ella no realiza, ni el inmen-
so dolor humano q#e la no realización implica. Su ·tle-
fecto no estriba .r6lo ni principalme11te m su. aceptación
de, por ejemplo, el paro y la miseria como resultados
natmdles de tm f~Oceso sometido a leyes ciegas, si11o en
su hipostati:tac/611 de e.re proceso como proceso natural e
i"emediable que conviene crmocer para controlar, pero
que en modo alguno cabe sustituir. Su propia constitu-
ción de ciencia «positiva» la obliglf a partir iie lo ya
«paesJo• , de lo dado, y le veda la especu.lación sobre
lo que pudiera o debiera ser. Para un economista cientí-
fico es tan insensato rechazar por falsa la ley de la oferta
y la demanda que efecti1Jamenle gobierna la realidad, como
seria para utt astrónomo ett sus cabales criticar la ley
de la gr4Vitaciótt universal so pretexto de haher ¿[ ima-
giniUÚJ una forma más conveniente para la ordenación
thl rmiv~so. Lo decisivo es, sin embargo, que út orde-
nación de 14s galaxias no depende de los hombres y la
del mundo humano sí. En el sistema de aquéllas no es
l ntroclucd6n 15

l posible el error, pero el mundo humano sí p-uede ser un


mundo /airo. Acercarse con los mismos instrumentos men-
l tales a relllidades esencilllmente distintas proporciona
forzosamen te una imagen distorsionada, tanto de aquella
relllidad para la que los instrumentos no son adecuados
como de la validez de ~stos para conour y de la correc-
ción del conocimiento así obtmido. El pi!CIJdo de la Eco·
nomla no contiste en ser una ciencia falsa, sino en ser
una ciencia positiv11 y hacerse la ilusi6n de que p-uede
serlo.
El mundo hum11no es obra del hombre y ha de ser
·• siempre estudiado y comprendido e11 función de una de-
¡. terminada idea del hombre, de una Piloso/la. Reducirse a
aceptar lo dado, tratar positivamente al hombre y la S(r
a ciedad existentes, es aceptar la idea del hombre que esa
sociedad y ese hombre realiun. La ilusión de la Econ(r
S mía sobre .N misma es la aceptación inconscimte, pero
e 110 i11expl1cable (ya los «materialistas. del siglo XVIII
r han evidenciado en parte el mecanismo de las ideologías),
t< que los economistas hacen de la Filosofía sobre la que
se ho cor/Struido la sociedad que ellos estudian y que,
:- negando la realidad o la cognoscib;t;dad de cuanto no
'% sea puro /tmómtmo, pura apariencia, impide llegar al ser ..
,S pro{1mdo de las coStts. J.a reb11lió11 de Marx contra la
h Economía tiS ld rebelión contra esa Filoso/la oculta y por
e eso doblemente peligrosa, No va a criticarla en nombre
o de 1111 error desf!,raciadamente inexistente, sino en nom-
l- bre de una realidad que ella ignora, de una Filoso/fa que
rechaza la noción del hombre que en esa sociedad acep-
·e tada por los economistas ha encontrado realidad. No va
i- a intentar una nueva Bconomla, sino quizá, más exacta-
mente, una Mttaeconomía. La unión de Economía y Fi·
loso/fa es el primer paso ineludible para comenzar a
estudiar seriamente la sociedad moderna y este avance
epistemológico, al que tal vez c11be calificar como funda-
mento de todos St/S restantes hallazgos, lo hace Marx pre-
cisamente en los Mnnuscritos.
!a Quit4 en el hecho mismo de que Marx no intentase
!S nunca su publicación t~emor la mejor prueba de la im-
16 F. Rubio Llorente
portancia de estos textos. SCHJ tan ricos en intuicio11es
fertillsimas, necesitadas de largo estudio y desiiTToUo, que
resultaba imposible publicarlos. Por su¡ruesto, no u que
estas pocas p4ginas escritas a los veintis/is años sriiakn
ya el tlrmino dd destlfTo/lo intelectual de su autor, que
habla de dedicar aún al estudio cuarenta años de su vida,
pero si puede afirmarse si11 exageraci611 que en ellos está
ya constituido el esplritu que babr4 de Informar toda la
obra posterior. l!n cierto SMtiáo podrlmnos decir que
constituyen u11 programa de trabajo que en parte que-
darla sin realizar y en d cual est4n ya incoados los resul-
tados finales.
Los Manuscritos permanecieron olvidados durante más
de ochen/11 años. Y 110 s6W olvidados, sino menorprecia-
dos; todavla FratJZ Mehring, el gr11n bi6gril/o de Mmx,
dice de ellos que son nelativamente poco import11ntes..
¿C6mo explicar este juicio hoy, cu11ndo el estudio dd
pens11miento marxist11 se centra casi en ellos e índuso
quienes les restan importancia han de dedicar buena par-
te de sus esfuerzos a justificar su actitud? Gunther Hill-
mlln, en su presetltaci6n de 1ma reciente edíci611 alemana
de los Manuscritos (1), afirma que, siendo la enajena-
ci611 del hombre su tema central, era forzoso que se los
pasara por alto en tJ/1a lpoca c11 la que el proletario
estaba entregado Cfl alma y cuerpo a un movimiento en
el que sentla plenamente realizada st¿ humanidad. La
importancia que actualmetzte se les concde resultaría, en
cambio, de la magnificaci6n del mundo enajenado que
en la priml!fa postgue"a supuso, para el proletario, la
t!scisi6n del movimit!nto obrt!ro, y para el burgués la ins-
tauraci6n de los totalitarismos fascistas. úr explicaci6n,
aunque sugestiva, op!!ra tal vez co11 un conupto tkm4-
siado simplista de enajenaci611, que no es un estado de
concie11cia, sino una situaci611 objetiva. &, dt!sde luego,
evidt!11te que el olvido o el menosprt!cio de los Manus-
critos está estrt!cbamente conectado co11 t!l economismo
qtJe infecta todo el pe11samiento marxista hasta ~pocas
muy recientes. Los males del sistema capitalista son vis-
tos exclusivamente como males econ6micos ( miseria ere-
1nii'Cxlucción 17
ciente, proletarización {n'ogresiva, tkspilfa"o de recursos
productivos, etc.) y es en la exasperación que tales males
producen tn donde se busCJI tl resorte que ha de hacer
saltar definitivanttnte un sistema al que, por lo dmzás,
son tambi~n las de/icienCÍils de su propio meCJinismo eco-
nómico las que i"emisibkmente condenan. Bconomismo
y mecanicismo son apenas dos nombres distintos de una
misma actitud que prescinde de la líbertad. humana y,
co11 ella, ttecesariamentt, de la diaUctica. Para una tal
lec/lira de Marx, ni los ManuscritOs trs general, ni la
categorla diJ la enajenación, en particular, tienen impor-
tanckl alguna. La cuestión estti, sin mzbargo, en deter·
minar las razones por las que el pensamiento tk Mane
ha podido ser tergiversado dt1rante tanto tiempo. Pajo-
vic, en un breve y brillanle articulo, alude a la ambigik·
dad del pensamieflto marxista como condición de posi-
bilidad de tal tergiversación ( 2). Cuando Marx afirma
que es necesario realizar la Filosofla, se refiere en parte
a la Filoso/la hegeliana, pero no sólo a ella. La raciona-
lización del mundo postrdaáa por Hegel y traducida a
tArminos prácticos por Marx puede hacer parecer a ¿ste
como un simple apóstol de la tccnologla. l!na redur:ció11
de s11 figura a estos estrechos límites pasarla por alto,
no obstante, que {r¡ Filoso/fa qtle Marx rm:tende realizar
es tambUn una Filoso/la persoval para la cual In raciona-
lir.aciÓ'I del mundo no es nada si no va tambibs acom·
paRada por una racionalir.acióls, esto es, humanización, del
individuo. La interpretación economizan/e del marxismo
habrla sido posible merct:d a esta ambigüedad, que le
permitió pruenlilr como totalidad del pensamiento quew
no er11 sino urs fragmento . Bs obvio, no obstante, que
si aceptamos la tesis habremos comprendido por qué las
cosas pudit:ron suceder, pero continuaumos ignorando
por qu~ sucedieron.
En otro ~studio breve y brillan/o, recop,iáo en el mis-
mo volumen en ~~ que aparece el de Pa¡ovic, Adam Scbaff
propone a su vez una explicaci6n para la deformt:.á6n
pasada del p~nsamiento marxis111 y su actual reint~gra­
cióls. •Bn la tí/lima etapa del marxitmo - nos dice-
JI\ F. Rubio Lloreme
hubo dos motivos para qu~ u sub~stimara el problema
dd individuo. El primero ~s d~ carácter objetivo y derivó
d~ la concentraci6n de /UUZJJS -escasas, como eran en
comparac16n con ¿ poder del enemigo-- en 111 tarea a
la que en ese momento se concedht primordial impor-
tancia: 111 lucha tic masas. El segundo es de carácter
subjetivo y derivó, particularmente durante ¿ proceso
de rápido desarrollo del movimiento 1 ante la perspec-
tiva de una lucha prolongada, de la tendencia de muchos
integrantes del movimiento tt olvidar la diferencia entre
el verdadero objetivo de la lucha 1 los métodos y medios
que conducúm tt este fin» (J). En cambio, ¿ retomo
de los marxistas a los problemas de la filoso/fa del hom-
bre se explica por 101a lrip/~ nec~sidad, objetiva, te6ric4
e ideol6gica. L4 primera es 111 que resulta d~ la necesidad
de ocuparse d~ la felicidad del individuo, una vez que el
movimiento ha llegado al poder; la segunda, de la diná-
mica intrfnseca d~ la teorla, que 111 lleva a completarse
y colmar todas las lagunas; la tercera, la que nace del
enfrentamiento ideol6gico a que se ha reducido la lucha
entre socialismo 1 capitalismo desde el momento en que
el proceso tccnol6gico ha hecho imposible el enfrenta-
miento armado. En esta contienda idcol6gica, los princi-
pales argumc11tOs del adversario se centran precisamente
e11 el olvido en t¡IIC el marxismfJ ha tenido al individuo,
de tal modo que la única respuesta posible es la anclada
en una s6lida Piloso/la humanista. Lo que Schalf parece
olvidar ~s que la interpretaci6n humanista del marxismo
no naci6 en la Unión SovUtica ni e11 las á~mocracias
populllus, sino ~ntre los partidos socialistas d~I Occiden-
t~, en Jos que indudabl~mente no operaban aquellas ne-
cesidades que ll scñalll o, a ÜJ menos, no en ws térmi-
nos por ll expuestos y que, de otra parte, tambibt
requiere explicaci6n ¿ hecho de que duranu la segunda
mitad del siglo XIX 1 el primer t ercio del nu~stro el
movimiento marxista se haya afanado exclusivamente por
la lucha d~ masas, tiS decir, por 111 conquista del poder
o rualquier precio.
At¡ul no podemos hacer otra cosa que dejar abierta
Lntroducción l9

una cuesti6n cuya solud6n, si posible, exigirla muy lar-


gos esfuerzos. Bl mllf'xirmo se ve sometido durante el
pasado siglo, como las dem4s corrientes del pensamiento
euro¡Mo, a la influencill de un ambiente positivista y ma-
terialista ante el que fonosamente deberla sucumbir, y
como ellas gira tambiln en el presente bajo la presí6n
generalitaáfl de un mayor interés por el hombre indivi-
ál#ll. Bn sus propios términos, cabria uzl ver decir qt<e
en el past~do el marxismo ha sucumbido a lfl reí/icflt:i6n
producida por el sistema capitalista,- que ha sido, como
cualquier otra iáeologla, un pensamiento entr;enado. ¿Su-
pone su actl#ll retorno 11 las fuentes una libcraci6n tk la
enajenaci6n en la que irl11 t11mbién acompañado por el
pensamiento cbt~rgués•? l Puede decirse m algún stmti-
do que nuestro tiempo es menos materialista que el de
nuestros abuelos?
A l11 publicaci6n de los Manuscritos, los primt!ros 4Uto-
res en ocuparse de elles fueron en ctiSi todos les casos
marxisttiS no romunisttiS, miembros muchos de ellos de
los partidos socialdem6crat/IS. Sus comentarios insisten
en el contenido humanista, en la Metaeconomfa y en ltiS
bases que ella ofrt'ce para el entendimiento de las obras
econ6miciiS posteriores y la polltica preconizada por
Marx. Frente a ellos, los autores de estricta observancia
comunista, o bi~:n ignoraron pura y simplemente estos
textos rest/mdoles toda importancia, o bien atacaron con
más adJetivos que razones a los «revisionittas», preten- _
diendo vt'r m su valoraci6n de los Mnnuscritos, y como
de costumbre, una taimada maniobra diri¡,ida a salvar la
propiedad privada y con ella el orden o desorden social
existente. Aferrados como estaban a la simplificaci6n sta-
línista dt'l pensamiento de Marx, no podlat1 sino suponer
las m4s negras i11/enciones en quient's subrayaban el va-
lor Je unos textos que ofucen del mundo una imagen
algo más compleia que la del nmple conflicto maniqueo
entre traba¡o y capital y condenaban sin lugar a JWÚls
algurras deformaciones grotescas, tall'l como la de la la-
mentable y antidiaUctica teorla del ref:e¡o. Como por
la misma época hablan ·visto la lrl%por vez primera otros
20 P. Rublo Uormte
traba;os iuveniks de Marx, especialmente La ideología
alemana, la díver¡encitt entre comunistas y no comunis-
tas no se reduce s61o a ws Manuscritos. Lo que se dis·
cute es, en t6rminos más amplios, 14 C011exi6n o desco-
nexión entre el ;oven Mane y el Marx de la madurez,
entre el Marx de El capital y 14 Cr!tica del Progroma de
Gotha y el Marx he¡eliano y pre •cienJifico». A la exa.
geración econom iz.tmte, para la cual todo lo que no fue-
un calegorlas económicas, lucha di! claus y dictadura
dt!l proletariado era uno abt!rración idealista, respondió
una lergiversacwn de signo opuesto que prettná/4 hacer
de Marx un profeta desarmado del humanismo y condt!-
naba toda su obra l!conómica. En la actU4litlad, como
setíal4bamos, estos I!Xfremos t!stJn ya l!n gl!flt!ral supera-
dos. Ú)s Manuscritos, que l!n 19.56, poco dt!spués de le
mul!rtl! de Stalin, fueron publicados por primera vez ín-
tl!gramente en lt!ngua rusa, han dt!jado de ser un libro
maldiJo y tanto tn 14 U.R.S.S. como l!n los democracias
popul4res se los estudia cada tita co11 mayor ahi11co. Y a
es posible ver c11 ellos «la entrada definitiva de Marx
en la vio de la revolución cie~ttlficn ( 4) '1 cabe afirmar
que «es it11posible comprender la forma madura del so-
cialismo cic11ti/ico si fJO sa lo concibe como la corporei·
zación de !os ideales que Marx r(Jverencíó desde su Ítl·
ventJid y si s11 atT~lisis cientlfico no está Iluminado por
el hrmlallíSmo socialista» (J) . Lo desconfianza del comu-
nismo ortodoxo hacia ellos no ha desaparecido, sin em-
bargo, por completo. La excelente edición de las obras
completas de Marx y Bngcls hecha por la Editorial Dietz,
dependiente del Comité Central del Pprtido Socialista
Unificado de la República Democrática Alem011a, no ha
incluido los Manuscritos en ninguno de sus Cllarenta y
tantos volúmenes, y IIUnque anuncia que ser4n recogidos
en uno de los volúmenes compleme11tarios que se pro-
yectPn (y ya es/a rtkgación es por sf misma expresiva),
esa publicaci6n, basta donde sabemos, aú11 no ha tn~ido
lugar. M4s expresivo aún y más lamentable ts el hecho
de que la misma 'Editorial Dietz rompiera por su cuenta
la conexión que Marx estableció entre Filoso/la y Eco-
1ntroduccuSn 21
11omía, publicando de una parlt! los Manuscritos prime-
ro y ugundo, ;unto con lru capitulas iniciales dñ t~cero,
como obras econ6micas (6), y de 111 otra ¿ prdlogo 1 111
parte final del tercer manuscrito, la cCrltica de la Filos~
/fa hegeltana», como trabajos filos6ficos (7 ). De lo que
en definitiva se trata es de esto, de la desconfianv.z y la
animadversi6n contra 111 Filosofitz, manifestadas sin ,.1!-
cato alguno, por ejemplo, en una obra reciente y muy di-
fundida de lAuis Althusser (8) . ¿Ctláles son los moti11os
de esta animaáv~si6n?

Para los marxistas tradicionales, la relaci6n entre mar-


xismo y Filoso/111 ha quedado tk siempre explicada con
una simple remisi6n a 111 última de las tesis sobre Ft!Ut!r-
bach: cl..os ftl6sofos Sf! han limitado a interpretar el mun-
do de distintas maneras; lo que ahora hay que hacer es
cambiarlo.• Como en la obra de Marx cabe encontrar
/recuentes b11rlas de la Filosofía y como siempre es mu-
cho más tranquilizador entender los Jextos en Stl sentido
más simpl~ y aparente, la frase de Marx ha venido siendo
comprendida como u11a especie de «Candado y siete !ltT-
ves al sepulcro del Cid». La Filoso/la habrá sido o una
manltt hzofe11slva q mr resultado 11ccesario de la divisi6n
del trabajo, un ihstrumt>nto insidioso al S(Jrvicio de las-
clases domirrantes, pero en todo caso 1111 producto de
las edades ~regras de la humanidad sin rat.6n alguna de ser
en el luminoso futuro. De ahora en adelante ltO más Fi-
loso/fa,· con la cconomfa y la Historia (una Historia
prefabricada, además, a la que s6lo ,.esta colocar dt~tos en
los erquemas ya dispuestos), basta y sobra para com-
prerrder el mundo y el hombre y lab1'ar su porvenir, ~n
la m~dida en que lste no venga automáticamente dado.
De esta doctrina a la comtiana de los tres ~stadios ape-
nas hay sm paso, si es que lo hay. Marx y Comte, y basta
si se qui~e Spcnc~, están reconcilrados en lo fundamen-
tal, y ñ siglo XIX pu~de construir en pn sus ferrocarri-
les y organizar en gttc"a sus Tntcrnacior~ales. Probable-
mente rerfa posible encontrar más de un texto decimtm6-
22 F. Rubio Llor~nl!·
nico t¡u~ apunte en ese sentido. Los filósofos han sido
suctdidos por el movimihtto obrero «hered~ro de la Fi·
loso/la clásica alemana• (La /ras~ u de Engels en su
Ludwig Feuerbach) y, m consecuencia, quien se obstine
m hacer Filosofía es, o biht un retrasado mental, o bien
u11 instrumento de la reacción.
Y no so11 solamente ~1 gtuto á~ Marx por las /rases
tai1111tes ni la ilimitada capacidad simplificadora de En·
gels los que han hecho posible esta interpretaci6tt que
favorece, además, la inclinación positivista del siglo. La
propia trayectoria inlelectutil-tk M11rx a partir de 1848,
o incluso 1846, par~ce abonllria. Ya en La ideología ale-
mana, obligada a tratar d~ Filosofia porqu~ es critica de
filósofo.r, hay un c.r/uerzo paterst~ y deliberado por prcs·
cíndir de la ;ergo filosófica hegeliana. A partir de esta
obra, sin embargo, no ~s sólo el llxico, sino la t~má·
tica misma, la .que cambia. A partir de entonces Marx
ucribirá incansablemente sobre polltica y economia sin
volver a ocuparse ntmca de cuestiones más o menos es·
triclam~nte filosóficas. No se requi~r~. sin ~mbargo, un
gran es/uer1:o para percibir en ~ste apar~nte desinterls
la mera superficie de r~aliáades más hondas y bien dis
tintas. La musctdotura económica recubr~ un corat6n filo·
só/ico del que recibe sangre y uida. Tncluso en simples
datos anecdóticos u pnteniiza esta v~rdad. En 1858,
mientras prepara ~~ primer fasciculo de la Contribución
n la crítica de la Ecoooaúa Polftka y como de costum·
bre está acosado por problemas t11ateriales y oblígado n
escribir para comer, Marx encu~lllra tiempo y ganas para
le~r niiiÚl menos que la Lógica h~g~lüzna, que eoident~·
mente no utilitArÍ4 como suudáneo d~ las novelas Je
Dumas con las que solla distraer sus ocios, es decir, aque·
llos momentos C1J que por prescripción facultativa no
podúz trabaiar. Y basta el fin de sus dios mantuvo vivo
el propósito de escribir una Dlaléct.íca materiAlista que
habria de ser como ~~ colofón de su obra y a la qu~ si
verosfmilmenle no consideraba como su tarea más urf.tn·
te. sí entendfa probablemente como la más importante.
Pero no hay necesiálld de recurrir a la bioP,ra/ía drl
In uoducci6n 23
autor y a sus intenciones declaradtCS, cuyo verdadero sen
tido siempre cabria discutir. La significación exacta df!
las tesis sobre Peuerbach y di! todas las declaraciones so·
bre el fin de la Filoso/la s6lo puede y debe ser deter-
minada por su relación con el con;unto del pensamiento
marxista efl su totalidad.
Por de pronto es evidente que ltfarx no fue un apóstol
de la acci6n por la t1cción, que detestaba, sino, por el
contrario, el artlfice precisamente de la fusión de teoría
y praxis. Si la tarea que propone- es la de transformar
al mundo, es11 trans/()rmación ha de ser algo mth que
un dar palos de ciego con la esperanza de obtener un
ren4ltado que valga la pena. La traiiS/Ormació,¡ de u?ta
totalidad prop11esta como tarea implica necesariamente
una idea previa de ÚJ que es, de rus posibilidades de
cambio y de lo que ha de ser, y las ideas sobre la euncia
y él devenir tJecesario de la totalidad constituyen lo que
tradicionalmente se denomina Filoso/la. Pero, además, el
todo a transformar es el todo 11 que pertenece el hombre
y ha de serlo por la acción del hombre, ¡ara lo cual sr
requiere un imperativo que vaya más all de las C011Vt!·
niencüzs individuales que los individuos sientan, aunque
pueda coincidir con algunas o muchas de ellas, pues como
pura convenitJncia se11tida, tti siqt1iera la de la mayoría
es, t!n si misma, un motivo válido para la acció11. La
obra t!conómica de Marx puede demostrar, $Í se la acep
ta, las tendencias ifllrinsecas del capitalismo hacia su
propia destruccíó11 y Sfl irremeáiable /u11ción obst11CUli:t.a·
dora del ulterior desarrolW de las /uer%/JS productivas,
pero nada m4s. Privada de $US supuestos /iwsóficos no
pasar/11 de ser rma teCf/Ología de la opulencia que 110 val·
dria co1no argumento, ni /rllllte a los habitantes de los
numerosos Couotry Clubs que adornan el ancho mundo,
ni /rente a quienes prefiriesen aspirar a la holgura den·
tro del sistema, sin correr tos rlesgl)s que la lucha por
:ru destrucción forzosamente entraña. La revoluciórz no
sería, como en el habitual argumento dnico, m4s que un
choque de apetencüzs egofstas, de fuerzas ciegas c11yo po·
áer seria derecho.
24 F. Rublo Llorente
MtlrX consumi6 una gran par/~ dt: su vida t!Scudriñan-
do los mt:canismos q~ haun posiblt: t:l cambio dt:l sistt:-
ma y postuútn su nt:ct:sidad, pt:ro t!l impulso hacia t:l
cambio t:s prt:vio. St: apoya t:n la Economla, pt:ro la tras-
cit:ndt:. Sin t:stt: impulso más hondo, t:l llamamit:nto a
la rtvoluci&n ~s, como dt:clamos, una simplt: invitaci6n
h~cha a cit:rlos apt:titos para qut: ayudtn a ault:rar un
proc~so qut: dt: todas formas, con t:llos o sin ~/los, ha
dt: darlt:s satis/acci611. P~ro ~sos apetitos ~slarán tatt ca-
rt:ntes o tan llenos dt: iusti/icaci6n racional como los qu~
St! l~s t:n/untan. A su vez, daro t:stá, ~1 simpl~ impulso
desvinculado d~l ruonamí~nto ~con6mico serfa un puro
imperativo ~tico, es dt:cir, vieia Piloso/la tradicional que
dt:sdt: luego Marx no quiso hac~r. O el sistema marcha
por si mismo hacia su dtstrucci6n, y t:l hombrt:, total-
mente privatk dt: libtrtad, no t:J más q11t: un iugut:tt: dt:
/ut:rzas citgas qut:, como los antiguos dious, u valt!n
dt: ~~ pQra át:signios qut: le t:scapan, o la trans!ormaci611
s6lo t:s posiblt: y sit:mprt: t!s posiblt: mt:diantt: t!l simplt:
es/ut:rzo humano, resultado dt: un imperativo cuyo ori-
gen y ;ustificación están en otra partt:.
De csttu dos posibilidtu/es ele drformación, el pensa-
miento de Marx, como ya hemos visto, ha sufrido sobre
todo por parte de la primera, Bn una interpretación que
la priva de su fundamento filosófico, de lo diaUctica en-
tre filoso/la y citmcía, la obra de Marx queda reducida
a una construcci6n dettmninísta en la que el hombre,
carente de libertad, no es más que tm objeto de la His-
toria. No sólo sigue sin saber la Historia que hace, sino
qut: induso dt!ja de hacer Historia. De ser cpudicado
de la Ra%6m• habrá pasado a ser cprt!dtcaáo dt: la Eco-
110m/a•, pero su t:llaienaciÓit pumanect:rá inmutabh:. Ut;
e/1/endimit!nto asf del marxismo, y osf ha sido t!l que ha
tenido vigencia prt:dominante durant~ muchos años, no
tiene lugar para lo acci6n humona libre. cuyo simple pt:n-
samiento es larhado de voluntarismo
Hobiendo recibido de la tkctrina marxislo un simple
esquema que la conuertla en una mera tecnofogla del des-
arrollo tcon6mico, era /6gico que el stalinismo lritmfante
Introducción

transformase la diallctica en un sistema de leyes forma-


les y abstractas (las famosas leyes del famoso Diamat)
a cuya operación l!ran perfectamente ajenos los indwi-
duos, a travls de los cuales, sin embargo, se lkvab11 a
cabo su acció11. La rel11t:i6n que den_tro del sistema st4li-
nista media entre los individuos y 1M /uei'%IZS hist6ricas
que actúan con legalidad propia se ajust11 por entero a
la categorfa marxista de ena;enat:ió11. Y un11 et111jenación,
además, de ttrribles conucuent:ias. Como el sistema, en
efecto, COIIVI!rt/a al socialismo en simple organización, la
cúspide de la misma l!ra, por definici6n, la suprema ins-
tancia inlupretadora de unas leyes que hablan áeiado tk
ser diallcticas en lo que la dialictica li~ne de critica,
pi!ro que conserutlban de la diallctictl la capacidad formi-
dable p4rll profetizar el pasado y racionalivzr a poste-
riori cualquíl!r decisión. El individuo no sólo era juguete
d.: unas /uei'%4S históricas para ll incontrolables, sino
vlctima áe /11 más atro:c en11jenaci6n que quepa imaf!.inar,
la enajenación a un Dios mortal, infalible y onmipotente,
cuya arbitr11riedad quedaba siempre y necesariamente jus-
tificada dentro del sistema. El pecado era castigado con
el campo dtt concentrocíón o la muerte y adtmtás, como
en todo r4gimcn teocrático, era pecado, condenación del
alma. Por eso no bastaba con lo stmtencia prefabricada
y se hacfan tarnbUn necetarios el proceso, la confesión
y el arrepentimiento.
Bl stalinismo y la socialdemocracia, aunque incompa-
rables en sus resultados, coinciden en la reducción del
marxismo a pur11 tecnologfa. económica: a tecnocracia, ol-
vidando por en/ero su mandato de reali:car la Filosofía.
Cierto es que la filoso/la hegeliana ímpone la obligación
de r11cionalivzr el mundo y /11 ordenaci6n del mundo eco-
nómico es parte fundamental de dicha racionalivzción,
pero si el marxismo no fuera más que eso estarl11 obli-
gado a claudicar ante el sistema económico 6ptimo. Una
ve:c i11slaurado 1st~, frentt a las imp~rfecciones de lo r~al
no habrla ya otro recurso que el refugio etr el mundo
interior y toda la crlJic11 marxista a Hegel quedarfa pri-
vada de /rmdamenlo, lo cual no es Jl.rave porque r~con-

F. Rubio Llorcnte

cilie o Marx 'Y Hegel, sino porque suprime úz base de


sustmtaci6n de Marx. Es decir, en uno hipotétic(l, pero
tal vez posib!e, sociedad opulenta del futuro en úz que
se hubiese maximalrordo la producci6n y mimmWulo la
jornada de trabajo, pero en la que el individuo tuviese
que seguu aplicando sus propias «fuerzas esenciales» a
1111 trabajo excl111ivamente encammado a g(lnarse úz vida,
«COIIVtrtiendo asl lo arrima/ en lo humano y lo humano
ert lo animal•, el marxfsmo habría perdido toda razón
de str, rto tendrla yo nada que decir. Por eso el marxis-
mo vulgar se ba/14 totalmente inerme frente al desarroUo
ncocapitalista contemporáneo, cuyos éxitos econ6micos
seria insensato 11egar. Marx acertaba, si se lo acepta, al
afirmar la nuesidad de la transformaci6n del capit4lis-
mo, pt>ro su pensamiento no debe tt>r entendido, si se
quiere preStr1Jt11' m validez, en el sentido de que esa
trans/ormaci6n necesaria baya de llevtJrlo automáticamen-
te hacia formas no basadas en uno u otro modo de ena-
Jenaci6n. Herbert Marcuse, tma de las mentes m.f.s claras
Óf'l pentamiento marxista contemporáneo, hace a este
respecto unas brillrzntet consideraciones conectando las
previsionts marxistas con el concepto hegeliano de nece-
sidad....seria u11a distorsi6n completa de la sigtri/icaci6n
de la tcorla marxista -dlct- el deducir de la i11exorable
necesidad que rige el desarrollo del capitalismp una nece-
sidad simllfir del paso al socialismo. Cua1ttlo se niega el
capitalismo, los procesos sociales ya no caen bajo el ré-
P,imen de leyes natmales cief{as. Esto es precisamente
lo que distingue la naturaleza áe lo nuevo y de lo viejo.
L4 transici6n de la mut>rte inevitable del capitalismo al
socialismo es nect!saria, pt>ro s6lo en el sentido en que
t!S nect!sario el pleno dt:sarrollo del individuo... Es la
realizaci6n dt! la liberttJd y la felicidad l11 que necesita
el establecimiento de un orden en el cual los individuos
asociados dett>rminen la orgt111izaci6n de s111 vidas» (9 ) .
El fundamento del pensamiento todo de Marx lo cons-
tituyt! una idea de la nalllraleza " del hombre, es decir,
una Filoso/fa. Es esta Pilosofúz ltJ que itnpone 1(1 necesi-
dad del cambio, 110 porque de ella brote un imperativo
lnttoducción 27

ético, sino porque pretende conocer el secreto de la feli-


cidad del hombre, que s61o puede buscarse a través del
desarroUo pleno de sus potencialidades. Durante toda la
Historia pasada, lo que Marx llama simplemente Prehis-
toria, este desarrollo se ha ido verificando sin la partici-
paci6n humana consciente, siguiendo un proceso en cier-
to modo semejante a aquel que ha impulsado el cambio
de las especies animales a través del simple ;uego tk
llZM de la evoluci6n. Por esto afirma también que toda
la Historia pasada ha sido la historia natural del hom-
bre. La diferencio radical estriba ;ustamente en que el
animal es, conforme a su esencia, inerte, mera pasivitÚld
naJural, en tanto que el hombre es, tambibr según su
determint1Ci6n natural, radicalmente activo, creador. Su
desarrollo se opero a espaldas suyas como el del animal,
pero como el factor dinámico que impulsa el desorroüo
es precisamentt su propia acci6n, lo que en el onim11l es
natural es en el hombre perversi6n. El hombre simple-
mente natural tr11iciona (no por su t~dpa, claro es) su
humanidad. La lucb11 hum11na por el co11trol de la 174tu-
raleu no es tma resp11est11 insti11tiva a estfmulos inme-
dil1tos, si11o acci6n co11/orme 11 plan. Bn ~~ ininterrtJmpido
proceso, el hombre va haciendo 1111cer /Qrmas sociales
nuevos que a su vez conforman de 11uevo manera a lo¡
itúlivlduos nuevos. El hombre crl!a continuamente 11.t hom-
bre, pero de una manera ciega, como resultado de la
casualidad. St1s propósitos inmediatos no contienttl nunca
los resultados mediatos y el individuo es cada vcz más
estrechamente prisionero de ltM formas qt1e ha contribui-
do a crear con su propia acci6n. La civíliuci6n es cotz/ort
creciente, segurid11d aumentada frente a la natpraleza, al
menos para algunos, pero para nadie ts felicid11d. Tn-
completl1mente realiJ:ado, el hombre experimenta en todos
los siglos y en todos los lr1gares el ansia consciente o
inconsciente de cambiar, de verificar en si mismo la ple-
nitud de sus posibilidades. Cuando no b11sco constRUirlo
en ficticios reinos de la imaginaci6n, ha intentado lograr-
lo en el m4s ac4, o trl1v4s de reool11cionu necesariamente
fracasadas porque olvidaban los limites impuestos por la
28 F. Rubio UorentL

realidad. La Filoso/la, ett la interpretación de Marx, es


una forma m4s de esos intentos de reali%4Ción imaginaria
de la plenitud humana. Una un que su verdadera natu-
ra/na ha sido puesta al dese~~bierlo no cabe ya esa mis-
tificación, no es ya licito buscar en el reino puro del
pensamiento el consuelo de les dolores que provoca la
realidad. La desmitificación de la Piloso/la y la renuncia
a Stl consolació11 no equivalen, sin embargo, a su nega-
ción. Muy al contrario, se le da tma ttueva dignidad Cllan-
do se la trae a ltt tie"a y se la co11vierte en proJ!.rama.
M4s all6 de la raciona/ilación del mundo material, tkl
co11trol sobre la natura/na (de la t:ual es parte el hom-
bre), la PiÜJso/14 exige también y sobre todo una racW-
nalizaci6n dttl mu11do huma110, de la socittdad y sus
instituciontts, para llrribar al fin último de una plena racio-
nalización del hombre. Que esltt /in puttda o no ser al-
canzado es una cUt!stión abierta, al mtnos para algunos
marxistas, que podrlan encontrar por esta vJa una apro·
ximación no mtramcnte t4ctica al pensamie11to cristiano.
Si la uperanr.a es un elemento constitutivo del hombre.
una determinación esencial de m ur, la Utopia es nece-
sariamcnttt parte inttgrantc de su horitollt(l. No es sólo
la nttccsidad rJueva r¡ue mrge de cada necesidad satisfe-
cbtJ y del instrumento para su satisfttcción liz que emp(Jja
al hombre continuamente hacia adelante. Bs cierto que
ya ttse proceso natural le da al hombre una historia de
la que carecen las ovej11s o los ptt" os, ptro si la historia
/ueu solamente eso, su progreso seria puro ar.ar y su
ser1tldo inttscru14ble. Si Marx cree poder prttdecir el cur-
so de los acontttcimientos bumttnos tts prttcisamente por-
qut imllf!.Ína haber calado m4s hondo, h11ber daenna-
ñado el fondo dtt la cuestión merced 11 una Filosofía que
le proporciona una determinada idea del hombre y, a tra-
vés de él, tk la naJuraleta y dtt lo que m4s allá de ella
ttxisttt o no ttxisttt. Con/la ttn que, una uet IJIItt los hom-
brtts hayan asumido como propia esta Filoso/la (y a ello
les tmpu¡a necesariamente en st1 opinión ccittntífú:a. la
socit:daJ en que viven), aceptar4n tibrtmenltt la ntcesi-
dad dtt su dera"oUo y con liberttld y consciencia plena
Introducción 29

construir4n su Historia m:cesaria, la Historia que exige


su autlntica uocaci6n. Esta Filoso/fa es la cconcienci4
posible. del pro/etarüulo, cuya t11rea histdrica tl!r4, pit:n-
sa Marx, la construccí6n del comunismo, IJUI! no es, sin
embargo, sino el inicio tk la realhaci6n de la Filosofía.
cE/ comunismo es la forma necesari4 y el principio enér-
gico del pr6ximo futuro, pero el comunismo como tal
no es la finalidad del desarrollo humano, la forma de la
sociedad humana.• Mh alLi del comunismo, la Histo,;a
.rigue .ru curso, impulsada por la ambici6n permanente
de alcan%11r una Utopfa .riempre presente y siempre tal
uez inaccesible. La gran diferencia frente al pasado estri-
ba e11 que se trata ya tk una Utopút desmitificada que
echa sus ralees en un conocimiento rtJCional (o preten-
didamente tal) del ser del hombre. El milo como forma
tk conocimiento y tJCicale para la acd6n (una forma de
conocimiento que es al mismo tiempo tJCicate para la
acci6n) ha desaparecido, pero no .ru /unci6n, que perte-
nece al su mismo del hombre (10) . La pretensi6n tk
Marx ha sido nada mh y naáa menos que la dt: racW-
naliz.ar el mito sin agostar .ru energla y sobrt: esta pre-
tcnsi6n ha de ser íu:cgada su obra, Ctl'YO nt~cleo estll, por
ta11to, en esa idea del hombre y do su enaícnaci6n qu.e
st: expone en los Manuscritos.

cLa nucua Piloso/la se basa no en la diuinidad de la


raz6n, es decir, t:n la ucrdaá de la raz6n .rola para sE, sino
en la divinidad del hombre, es decir, en la verdad del
hombre total• ( 11), pues s6lo .ti se arranca dt:l hombre,
qut: t:s a la JJI!% naturalt!%11 y pensamiento, naturalt!%11 que
piensa, sensibilidad y raz6n, cabe hablar con .rentido de
la unidaá dt:l pt:nsar y el ser. Mane es en esta lpoca
plt:namente /euerbachi4no y habrla .ruscrito sin titubeos
las afirmaciones del maestro. Para 11, como para Feuer-
btJCh, «verdad, realidad y sen.tibi/idad son tlrminos idétJ-
t icos. S6lo un ser st:nsible t:s un ttr vt:rdaáero, un ser
rt:al• ( 12). El pensamiento sobre lo real es pensamienio
de la naturale%11 humaniud11 sobre si 11~ism11 y sobre el
30 P. Rublo Lloronte
resto de la naturaleza, fuua de la cual nada es, «UII ser
que no tiene su naturak%11 fuera tk sí, y 11bora no es
Fe~rbacb, sino Marx, e.l que habla, no u un ser natu-
ral, no participa del ser de la naturaleza: Un ser que no
tiene ningún obieto fuera de sí no es un ser ob¡etivo .. . ,
es un no-ser, tm absurdo». El humanismo marxista es,
en primer lugar, naturalismo y, por ello, ateEsmo.
Es evidente, sin embargo, que. con esa afirmaci6n s6lo
se ba hecho todavía una negaci6n. Se ha negado a Dios,
pero aún no se ha dicho nada sobre el ser del hombre.
Como parte de la naturaleza, el hombre es ser meneste-
roso; la satis/acci6n de sus necesidades se halla fuera de
él. en •su cuerpo inorgánico», en la naturaln.a, «con la
cual debe encontrarse en relaci6n continua para no mo-
rir» . Como ser natural, el hombre u, por de pronto,
animal, pero su ser no se agota evidentemente ~n ello ...
Frente al animal el bombrc es esencialmet~te un ser ili-
mitado. «El hombre -dice Feuerbach-- no se distingue
del animal únlcamente por el pensar. Antes bien, su ser
total se distingue del animal. Desde luego, quien no
piensa no es hombre, pero no porque el pensar sea la
causa del scr humano, sino únicamente porque el pensar
es una consec:uenciR y una propiedad neces11ria del ser
humano• (13). Pór ello su actividad es tscncialmente
distinta de la actividad animal. Mitntras que el animal,
dict Marx, «produce únicamente lo que necuita inme-
diatamente para sí o para su prole, produce unüateral-
mt!nte, tl hombre produet universalment~... El animal
forma únicamente según la necesidad y la medida de la
especie a que ptrtenece, mientras que el hombre sabe
producir según la mtdida de toús las upecies y sabe
tambUn imponer al obieto la medida que le es inheren-
te,- por eso eJ hombre erea tambi~n según las leyes de
la belleza». La universalidad del hombre no radica s6lo
~n su C(lpac/d(ld Ú6 pen.t(lr, sino también ~n s11 capttt:id4d
de dirt1111cian6 tk la 11rgencia. S11 P411.r11111Í6nto y su ac-
J
ció" son univers#lu y para 11 es oúielo la naturllatz toda.
S
En la valoraci6n de esttz llCiividad, Marx comienu a
desviarse de Fetlerhach. Partiendo de esta afirmacMn de p
lntroducd6o }1

la universalidad humana impltcada en la exprest6n ser


gen6rico que Marx toma de su maestro, todavfa coinci-
den 11mbos, ciertamente, en la afirmacíón de que esa uni-
verstdidad ha sido corrompida y en la necesidad de res-
taurarla. Para Feuerbach, y por eso es aún «filósofo•, la
reconquista de la univtNaliáld es tarea espiritual, UM
empresa de pensamiento y amor. Una vn que se haya
desenmasCJJrado la Religi6n y evidenciado que Dios no
es otra cosa que la hip6stasis del género humano, el
amor de Dios debe transformarse en Qtnor del hombre
y los indiviáuos, fundidos en el amor, re11lizmán inmc-
diatQmente (lqul en 14 tierrQ, a través del espacio y deL
tiempo, lo,s predicados infinitos de la euncia humana. La
nueva Filoso/la «es en verdad religi6m• (14), la iflfini-
tud del hombre es nota de una esencia inmutable q11e
s6lo imaginarúzmente ha tenido conciencia de s-f y que
sólo dtt esta conciencia necesita para manifestars-e s-in
velos.
Para Marx, en c~~mbio, la univers-alidad del hombre no
será una epifanfa, sino una bauíi4 de la libertad.
Pese a su critica a Hegel, dirá Marx en la Ideologfa
alemlllla, Feuerbach ha s-ido demasiado fiel al modelo
hegeliano de la generalidad ética td construir su noci6n
tkl género, y 14 sociedad que propone, funaada en la
desmitificacidn y el amor, es aún un(l soluci6n idealista.
«Efl la medida en que es materialista no gparece en él 14
Historia y en la medida en que toma en considcraci6n
la Historia no es materialisttt.» Es-to es, al .referirse a la
naturaleza humana, al hombre como parte de la natura-
laa, opera con una idea de hombre que s-e mantiene
idéntica a sí misma a travh de los tiempos y los luga·
res; cuando, por el conlrario, toma en cuenta la diver·
sidad, 14 explica en función de variaciones etJ las ideas
(tnl, por ejemplo, las distintas formas religiosas), haden·
do caso omiso de In trans/ormaCÍJ)m~s materiales que el
m1111do ha S'll/rido por obra del hombu )1 btm franr/or·
modo, siempre dMtro tk 1111a:.r coorde111rda.r Iniciales, el -·
ser mismo del homhu. Su materialis.wo es plm11111ente
pasivo,- la esmciiT humana IIJNrrt'U como tl/111 abstracción
F. Rubio Llorente
i11manente en Clláa indiuiduo y oluitú que el bomhre,
como parte de 14 114/urtún~~, ae• continUIImt!flte • 14 na-
turt~leza y se ere• • rl mismo.
Bien que estos reparO! marxistas a l11 obra de Feuer-
bach sean posteriores a los Manuscritos, ya en ellos u
manifiestan c/4ramente los rasgos diferenciales del pen-
samiento de Marx, pate11tes en su elogio de 14 Fenome-
nología del Espirito. cLo grandioso de la fenomenologúz
hegeliana y de S"u resultado final (la dwléctica de la ne-
gatiuidod como principio motor y ge11erorlor) es, pues,
en primer lugar, que Hegel concib11 la autogener11ci6n del
hombre como un proceso, la objetiuacwn como Jesobie·
tivaci6n, como enajenaci6n y superaci6n de esa enajena·
ci6n¡ que capta lo estmcio del uobojo y concibl! al hom-
bre objetivo, vudadero porque real, como ruultado de
su propio trabajo.• [.q esencU1 humana no es u11 dato
inmutable, presente siempre en el individuo humano, aun-
que oculto, sino un proceso en el tiempo. No se trota
de que el hombre sea «en sí» un ter gen/rico no llegado
aún al «para si», de que paáeUJt simplemente tma in-
conscimcia de la universalidad esencioJ que le caracteri·
u: y que desde siempre ha sido suya, th manua que le
baste una toma de conciencia para gozar/4 en ru pleni-
tud. Bl hombre es potencialmente u11 ser gen¿rico, tmi-
versal, está vocado a la universalidad, pero, forzado a
vivir en el mundo, no puede llegar a el/4 sino 11 travé1
de un largo proceso que los buenos deseos y las cLztas
ideas no pueden por si mismos suprimir.
Como primera tarea, la urgencia de mantenerse vivo
obli1,a al hombre 11 en/rentarse con 14 naturaku fuera de
il. Sólo en un caso excepcional, el de 14 rel4ci6n sexual,
es esta naturaleza exterior tambUn naturaleza humana.
De ahl el valor sintomático de tal relaci6n en la que «la
relaci611 del hombre con 14 114/uraleu es inmediatamente
su relaci6n con -el hombre, del mismo modo que la rel4-
ci6n con el hombre es inmedwtamente ru relaci6n ron
la naturaln~~, ru propw determinaci6n natural.. El grado
en que la m ujer aparnca como sim ple objeto de placer
1 no como su\eto bumo.M ~etm\tt \U'l\_O.t a.e\ vM.o a.e
lntroduttlón }3
humaniz.acíón de una sociedad. Salvo en este caso funda-
mental, sin embargo, la natura/na con la que el hombre
se enfre11ta es «tU cuerpo inorgánico.,., el reino ampllsi-
mo de lo no humano y necesitado de humanhtu:ión. So-
bre ella proyecta el hombre su actividad, es decir, la
activitÚzd que corresponde a su propia euncia y que es
por ello activúlad univenal, traba;o. Ya atJtes hemos alu-
dido a la caracterización que, siguimdo a Feucrbacb, hace
Marx de la actividad humana frente a lo acción Uflilate-
ral del animal. En definitiva, y esto es lo que ahora nos
Importo, st trata tk una obietivación en la naturaleza
exterü>r de la propia esencia humana. C1Ulndo el hombre
trobaia para reducir lo naturaleza a alimento, vertido, vi-
vienda o IUlorno humano, esJá humanizando la tJOtura-
leza, no sólo porque la adecúa para la satisfacción de
necesidades propias, sino: a) porque esas 11ecesidodes,
además de ser concretamente individuales, son especlfi-
camente humanas, y b) porque la acción que lleva a cabo
se efecttía o puede ser efectuada mediante eJ concurso
de rma pluralidad de Individuos. La colaboración libre
en un proyecto de acción es un rasgo distintivo del hom-
bre, pues las formas puramente animales de actividad
colectiv11 ( hormif!.as, abeias, etc.) son resultado de la ne-
cesidad instintiva. Es asl, a través de la concurrencia en
la actividad sobre la naturaleza (concurrencia que puede
adoptar la forma de cooperación o de competencia e11
todas sus variedades), como el individuo huma11o se rela-
ciona con el otro. La relación del hombre con el hombre
est4 mediatÚz por la relación del hombre con la natura-
leza ,.. depende de ella. El modo de dicha relación deter-
mina, por. tanto, la idea que el hombre tiene del hombre,
tanto del otro como de .ri mismo, pues en general IOtÚz
relación del hombre consigo mismo se realiza verdade-
ramente, se expresa, en la relación en que el hombre está
con los demás. Merced a este carácter /undante de la re-
lación productiva, el desarroUo del moJe de producción
transforma necesariamente el mundo humano, es decir,
t~A\t~Ato.\, \lOtqu.t co.mb\o. o.\ bombn m\smo. <:.ola. \t'r.tta.-
(\~'\1. ,t&~ ~t ~ ~ttt\~'\\\~ ~'M. ~~~~ ~~~\t.~
.)4 F. Rubio Llorentc

sobre la cual ha de actuar para hacerla IUÍn m4s humana.


Las neetsidades y los instrumentos credos para satisfa-
etrlas van cambiando, enrUjuecUndose, tn el curso de la
Historia, y al.compás dt elws ws hombres van enriqut-
• ciendo s-u propia esencill, humanirJndola, acercándola a
lo que, por su determimzci6n origimtrill, está llamada
a s-er.
Este proceso de humanizaci6n, no obstante, er al mis-
mo tiempo proceso dt desh11moni%i1Ci6n porque la acd6n
del hombre es no por a%1Jr, si110 nectrariamente, acci6n
e11ajenada. 1nmerso en tm mundo de escasez en donde
la simple subsistencia exige un duro es/uerr;o, el hombre
se ve obligado desde los albores de la Historia a ante-
poner a c11alquier otra consideraci6n la necesidad de man-
tenerse vivo. úz satisfacci6n de lu propias necesitÚides
individuales constituye el tínico norte de su acci6n y no
le permite ver en ws dem6s sino rivales en la lucha por
los escasos bienes, al tiempo que instrumentos potencial-
mente eficocísimos de los que por todos los medios in-
tenta valerse. Los individuos humanos quedan i"emedia-
blemente separados asl los unos de los otros por un
egolsmo rllliical, tan hondo y deforma11te que en cada
hombre lo especí/icamenlc humano queda mbordinat/o a
lo gtmüicamentc animal, a lo puramente il¡dividuaz: El
gtnero queda mbordinado al individuo, la esencia a la
existencia y la sociedllli se disuelve en una pluralidad
de lltomos aislados, cuya inevitable acci6n coniugada se
lleva a cabo, o bien mediante la dominaci6n dirtcta de
• unos sobre otros, o bien mediante un mercado que con-
cierta eflmera y casualmente los apetitos diversos y no
es en el fondo sino una forma tambibt de subyugaci6n
de unos por otros, 11unque lndirtetll.
E/ hombre result11 asf escindido. Su Mturllkvt, o m6s
exactamente su determinaci6n univers11l, condicio1111 su
actividad, que entraña necesariamente acci6n común. Pero
como lo que la realidllli ofrece es una suma de indivi-
dtlos aislados, el hombre es efectivamente un individuo
separado de los ácm4s y absolutamente inCIIpacitlllio para
elevarse basta la comtmidaá. Bl esfuerr;o conjtlnto es para
lnlt'Odwx:i6n 35
cada cual OC/Iti6n o medio de medro pertonal y !U! resul-
tado! totalt! ton por entuo incontrolado! e incontrola-
bles. La obra de los hombres, que btos no viven como
obra común, aparece arE con los rasgos de un destino
incognotciblt e indomtfíabie ante el cual están intmtes
lot individuos. El hombre percibe su propia obra como
un ser extrttfio, ajeno, como un ser que lo domina. Por
ello puede decirse con propiedad que tst4 extrañadc o
enajenado de su propio ser.
El tbmino '1 el concepto de cnajenaci611 aparecen en
la literatura alemantt con la importttci6n de las teorúzs
pactistas ang)ofrancesas. AJ real~r el contraJo social los
hombre:r crean un poder que los domina, de tal modo
que si todt1 sociedad es obra humana, las instituciones
soci.aks, polltiCJI.S, etc., se convierten necesariamente tm
poderes 11jenos 11 lor individuos. 'El hombre no pueth
vivir fuera de la sociedad organiZJJáa, pero constituyin-
dola hace ntJCer potenCÍ4.1 que escapan ya a su control;
se trata, pues, de un proceso necesario y la vida humana
ts, necesariamente, vida enajenada.
Hn Hep,el esta cattgorla de la tcoria polltica y social'
sé generaliza para transformarse en una categorla meta-
flsica de la máxima amplitud. La Historia toda es enten-
dida como un proceso de realizaci611 del f!splritu, lt;1 rea-
lidad última, 9,11.e por necesidad interior se ve forzado
a salir fuera de si, a cobrar forma material en la natu-
raleza. La objetivaci6n asl lograda permite él despliegue
en el espacio y el tiempo de lo que originariamente no
es tino pura idea, pero al mismo tiempo, en cuanto esa
objetivaci6n implica una contaminaci6n del Bsplritu por
tu contrario, por la matuia pura, es tambUn cnajenaci&n.
El Brplritu s6/o puede manifestarle en el espacio y en
el tiempo, pero en eta manifettaci6n pierde parte de su
libertad. La mediat:i6n tÚ la naturaleza impide la plena
reasunci6n del Espíritu en sf mismo, y la forma m4s alta
th plenitud espiritual exige la renuncia a la objetivaci6tz
y la vuelta del Htplritu a si mitmo como puro conoci-
miento de si. Com o Plotino, el Bsp!ritu se avergüenza
Je su cuerpo y recupera ru libertad en el reino de lo
F. Rubio L!orcnrc

Absoluto. Si la objetivaciófl u forzosamente enajenación,


la liberaciófl rupecto de ilta, el recuperado ensimisma·
miento, requiue la renuncia a la objetivación. Las diver-
sas formar pollticar qru ilustran la Historia universal
conrtituyett, por eiemplo, realizaciottes cada vez más per-
fectar del Esplritu, pero en ninguna de ellas, ni siquiera
en el Estado monárquico de Derecho que las culmina,
logra el Esplritu alcanur .rt1 pltmitud. 1ncluso en el Ber-
lln de 1820, sott út~icamente las formas desobjetivaús
del Arl~, la Religiótt y la Piloso/fa las que ptrmiten al
Esplritu volver a si mismo y haurse por entero dueño
de si.
Peuerbach da un giro de 180 graJos al conupto tk
et~ajenación precis11111ente para utiliurlo contra Hegel y
cuaflto lste representa. Dios, pimsa Peuerbach, es una
mera creación del hombre, una prO'ftcción ultraterrena
de la ese,u:ia genbica en la que el hombre busca con-
suelo de verse privado de ella en la tie"a. Los predi-
cados de Dios son los predicados del hombre, aquellos
precisamente que le perteneutt y de los que la realidad
mundanal le priva. Por esto cuanto más pobre es el
hombre, cuanto más despojado de riquezas humanas se
eucutmtra, tanto más rico es srt Dios. L4 Filosofía es-
[Jcculatiw, c:r decir, el idealismo nlemdn, y sobre todo
Hegel, }Jan áespoj(Jdo a la imagen dirJ/tta de todos sus
adomos simplementc /ant4sticos reducUndola a su pura
esencia dc idea. Con ello no han hecho, sin embargo, mds
que acentuar, depurá11dola, la e~taie~tat:iófl humana. El
hombre real, sensible, 110 pasa de ser una incorporaci6n
e/fmera e imperfecta de la Idea que lo trasciende y a
cuyo culto se debe. Lo que la nueva Filoso/14 exige,
tanto /rente a la vieia Piloso/la como /rt!ntt a la Reli-
gión, I!S una Jioini'lJici6n del hombre que lo libere tanto
de Dios como áe la Idea, le di conciencia de su rea/idaá
y lo mU<va a realizarla.
El conCt!pto marxista de ena;enación difiere tanto tkl
de Hegel como átl de Peuerbach. Frente a Hegel, Marx
bo de negar cvidenteme11te la identificación áe ena;ena-
ción y obietivaci6n. Si 110 cabt reducir a esplritu la
lntroducci6n )7
ru:rdadua eut~cia del hombre, si «como ur naJural, cor-
p6reo, sensible, obje~111o, es como el anmtal y la plan~a
un ser pacrente, condicionado, limitado•, cuyos impulsos
apuntan hacia «Objetos que est4n friera de ~1.. . indispen-
sables y esenciales para el ejercicio y afirmación de sus
fuenas esenciales•. la objetivación del hombre en la
naturalt%11 exterior no puede ser enttndidfl, a la manera
hegeliana, como enajenación. Esta ha de ser s6lo una
forma, aunque históricamente neusaria, de la objetiva-
ción. Al atribuir al bombre una esencia exclusivamente
espiritual, Hegel salta por encima de la realidad stnsible
y afirma que la conciencia s6lo a sí misma se tiene por
objeto, «esto implica que el hombre autoconsciente, que
ha r«anocido y superado como autoenajenación d mundo
espiritual... lo confirma, sin embargo, nuevamenu en
esta forma enajenfldl1 y la presen/11 como su verdadera
existenci11, la restaura, pretende estar junto 11 si (bei sicb)
~n su Kr otro en cuanto tal.. . Aqui ~sd la rol% del falso
positivismo de Hegel o de su solo oparcnr~ criticismo».
O dicho sea si, l11 jerg11 hegeliana: si toda objetiv11ción es
enajet~ación ')1 lo perfecto s6lo en la it~timidad del mundo
interior puede ser alcanzado, dejemos las cosas como
están y tNJcerrbnonos en nosotros mismos. Bsta es, pien-
sa Marx, la necesaria cortclusión de Hep,el. La critica de
la imperfección exterior se reme/ve e11 definitiva, al afir-
mar la imperfección como necesaria, en Ulta ratificación
de lo imperfecto, que ts lo dado, en positivismo.
Hasta aqut Marx y Feuerbach coi11cid~n. El concepto
marxiua, sin embargo, no se identifica como anlt:J deeúJ-
mos con el /euerbachiano y va a recoger importantes
elementos del pensamiento de Hegel, pues bte, y en
ello reside «lo grandioso de la Fenomenología y de su
resultado final (la dia/lctica de la nega#vid11d como prin-
cipie motor y generador), concibe la autogeneración del
hombre como un proceso, la obietivaciófl como desobje-
tivllci6n, como enajenación y supresió11 de esto enaietta·
ción; capta la esencia del tTabaio y concibe ol hombre
obietívo, verdadero porque real, como resultado de su
propio trabaio•. Bl elogio a Hegel distancia ya a Marx
38 F. Rubio Llo¡:cnte

v Feuerbach. f1sle último, dice el primero, «no consigue


lllltlca concebir el mundo sensible como el conjunto de la
actividad sensible y v1va de los individuos que lo forman»,
«Je detiene en el concepto abstracto del hombre» y en
este sentido su obra significa un retroceso respecto de 14
hege1iana. Para Marx, como señalábamos, el hombre se
va creando a si mismo a lo II1Tf.O de 14 Historia. La esen-
cia humana es, -e" cada momento, resulttUio de un pro-
ceso inlerminable y complejísimo de en/rentamienUJ entre
los hombres y la naturaler.a exterior. En dicho proceso
¿ hombre actúa como hombre, proyecta y realittz unúJer-
salmente o, lo que es lo mismo, en asociación cott los
dem6s. Por el condicionamiento del medio escaso en que
está situtUio, sin embargo, ni 14 aclividml es vivida como
actividad común ni son comunes los resulttUios de la obra.
El hombre mismo, como ¡woducto de su propia acci6n, no
logra romper las barreras de su individualiJIUI natural; su
determinaci6n esencial gen~rica, presente en su acción,
110 llega a actualizarse, y el ser bumano continúa sin
¡¡Jcanzar Stl verdadera esencia. Las obras que ha credo
110 son por eso suyas, si11o aje11M, 1111 poder ajeno y
exterior a 1Jl.
Ltl rmajflnaci6n e.r tm proceso necesario. Sí 110 lo fuese
tos hombres podrlan llegar desde el primer mome11to a
ltl plenitud de .fll est'ltCia y todo el curso de la Historia
carecer/a de sentido, seria 1111 p11ro azar. Es, además, un
proce.ro asct:ndonte. A medida que, generaci6n tras ge-
neraci6n, siglo tras siglo, va acumulándose la acci6n de
Los hombres sobre la 11aturaleza, los poderes de ella naci-
dos van hacidndose mát ingentes y va acentuándose la
distancia que media et~tre lo puramente i11divúiual y lo
humanamente genirico. En tbmi11os econ6micos, el pro-
ceso de la enajenaci6n puede ser aproximadamente der-
crito en la forma siguiente: Aprovechando la capacid4á
humana para producir lo inmediatamente necesi1TÍO, en
la sociedad surge espom4neamente y desde el primer
momenlo una especializaci6n de funcionu, una división
del trabajo, en el seno de la CUI11 cada individuo produce
•Utuello para lo que sus propias capacidmles o los recnr-
:
lnmxlucci6n 39
1 sos de la naturale%11 t¡ue le rodea le dan mayor facilidad.
Exteriormente esa divisi6n del traba¡o constituye una
realwu:i6n especialmente humana que multiplica inmen-
'
1 samente los resultados t¡ue se conseguirúm si cada indi-
viduo hubiese de producir todos y cada uno de los
articulas necesarios para su propia satisfacci6n. No es
este incremento de la producci6n, sin embargo, el resul-
tado t¡ue cada individuo en concreto persigue. Producien·
do en exceso sobre sus propias necesidades, lo que coda
cual inUntl1 es logr11r mediante el intercambio la mayor
ruma de bienes producidos por los demás y aptos para l11
satisfacci6n dt' sus reslafllt'S nt'Ct'sidades. Ctlando no in·
lenta reducirlo directamente a esclavitud, el hombre se
e11frent11 dirt'clamente con el hombre tratando de sojuz-
garlo a traois dt'l tmcque de productos. El hombre es
realmenle tm lobo para ~~ hombre. Las fucrus colosales
logradas mediante esta co14boraci611 torCida y viciosa
aparecen como poderes ajenos al hombre porque la octi·
oidod que las produce es ya e11 rl misma actividad enoje-
lUida, y es esto naturaleza la que permite qur se lar
proyecte como realidad independiente a tm imaginario
más allá, o se las i11corport' en u11 más acá como ilusoria
comtmídad fict.ícia que er, de hecho, lnstrumctrto (!el
poder de u11os pocos sobre los demás. A medida qtte la
Historia progresa, lo t4cnica del i11tcrcamblo va perfec·
cion4ndosc. La introducci6n del di11ero es ya 1111 poso
gigantesco que rompe los limites estrechos del trueque
y permite conservar indefinidamente la fuerza productivo
conquistada a los demás. En el sislcma capitalista, por
tiltimo, en donde t'l dinero triunfa, loda reloci6n humano
ha sido ya reducida a relaci6n de mercado. La dnuinctJlo-
ci6n entre t~ecesidad del productor y producci6n lleJ!.o al
máximo y el valor de 11so q11eda lota/mente eclipsado por
el valor de cambto. La Economfa Política, como velamos,
describe uactamtrnte este mundo, pero su dercripción es
puramente fenomenof6git:a y no olcnlll/l a fa realidad
inferior y verdadera. Como ciencia del mut~do t'najenodo,
es lo ciencia dtt lo tt!rajenaci6n, la de 1111a austeridad t1111
40 . P. Rubio Llorente
honda qu~ invita al hombr~ a r~nunciar a rl mismo. No
J~b~ p~rderse de vista, sin embar¡o, que la entljetUZCión
no ts un fen6m~no ~xdusivo del ct~pitalismo. El h~cho
d~ que en 11 apauzca más acentut~da y de que Marx la
haya refmdo iJ 11 en el célebre PiJSai~ sobre el fetichismo
d~ la mtrcancla incluido en el primer capítulo d~ El
Copila!, sobre ~~ que Lult4cs elt~bor6 el concepto de
reificaci611, han inducido frecuentemente a con/u.swtt.
Toda la Historia humana anterior al comunismo es, a
juicio de Marx, historia tmajenada, historia de la ellaje-
nací6n. Y por suputsto atmque la enajenaci611 arranque
del comportamiento econ6mieo del hombre, no es tam-
poco un fen6meno exclusivamente económico en el sen-
tido estrecho de la paiJJbra, atañedero s6lo a la producci6n.
Todas las relaciones que mantiene el hombre enajenado
de si mismo son fonosamente r~laciones enajenadas, y
cada esfera de ~najenaci6n u comporta además de ma--
ra enajemzda frente a las demás.
No podemos entrar en este tema sin desbordar los
limites de lo que no es ni puede ser otra cosa que una
simple ilztroducción destinada a facilitar la lect11ra de los
textos q11o siguen. Ni en ese temo de la multiplicidad de
la enajenación 11í en el de su supresión. Que esta es
posible para Marx en la realidad ~ 110 sólo en el pellsa-
mie¡lto, es consecuencia necesaria de su rechazo de la
identíficación hegeliana cntr~ tnajenación y objetivación.
Pero m los Manuscritos no se aborda el estudio del
proceso que lleva iJ la liberación, a cuyo estudio y fomen-
to dedtcarfa Marx el resto de su oida. Se la presenta
simplement~ como mela a alcanzar y se la designa con
el nombre de comunismo, que es a/JI.O infiniJamente más
complejo que la s1mple supresión de la propiedad privada.
Esta no es causa, sino resultado de lt~ majenación, y tan
privada es la n~cesulad de un individuo como la de todo
un pueblo si este se relaciona con los dem4s como pro-
pietario t!XCiuye11te. La propiedad privada ciertament~
consuva y m11ltiplica la t'llaj~naciÓII y ha de ser supri·
mida para instaurar al hombre en la ple11itud de su
rnuoducci6n 41
humanidad, p~ro no basta con su abolici6n para conse·
fi.Uirlo, y las considuacion~s de Marx sobre el comunis-
mo grouro son no s6lo una adutrtencia desattndida, sino
también un diagn6stico estremecedor de realidades con-
temporáneas.
Aunque Marx no se propone Interpretar el mundo,
sino transformarlo, es forzoso limitamos aqui a la ex-
posici6n de las razones de la acci6n sb1 apuntar siquiera
el estudio de sus medios y de sus posibilidades o imposi-
bilidades de éxito. Reducido a su valor puramente critico,
el pt!nsamiento marxista result11 'Jil de una increlble fer·
tilidad y bien que triui11lizJula por el abuso que de ella
se hace en la actualidad, la clllegorla de la ertajenaci6n
constituye uno de ws instrumtntos h""'eniuticos már
poderosos de que disponemos para t!l conocimit!nto dtl
preunte Esta catt!gorút ha sido fertilir.Pda y enriquecida
no s6lo por la literatura marxista posterior, sino por
11portacionu procedentes de otros pensamientos muy di-
similes y qui:td más qut! ningún otro t!l de Sígmunt!
Freud. En la Metapsicologút freudiano, t!s también la
escasez la que impone el dominio del pr.incipio de la
realidad sobrt el principio del placer y obliga al hombre
11 e1JCt!rrarse en los limites de su individualidad negándo-
se al impubo asociativo, al Eros. Un esplbtdido libro
de Marcuse, Eros y Civilización, que subraya las co-
nexiones existentes entre enajenaci6n y represi6n, pone
tambiin de manifiesto, tal vez sin quererlo, las dificul-
tades inmensos y quizá insuptrables que se oporttn a la
tronsformact6n de este mundo en hogar del hombre.
Sean ellos CIJa/es /uertn, es claro, sin embargo, que está
más cerc11 del hogar quien lucho por alcanurlo que quien
acepta como 1111 una mor11da indetnente. Si es bárbara y
romántica la actitud de quienes, por el su~lío de un mun-
do mejor, están dispuestos a destruir t!SII! pobre mundo
áe que disponemos, es utiril y miope la de los llp6s-
tofes de una tecnocracia olvidada de qut para el hombre
no hay otra riqueza que serw con plenitud )' t¡lle la lu-
cha por conseguirlo es el único motor rt'al del progreso.
42 P. Rubio l.loren~

Frente a las ilusiones adolescentes y el escepticismo senil


existe por fortuna, como alternativa real, el camino difi-
cil y fecundo de u11 améntico hwnanismo.

Frandsco Rubio Llorence,


Calacas, lnstiruto de Estudios Políticos

Sobre la traducción

La lectura de fos Manuscritos suscita abundantes pro-


blemas debidos a la forma en qt¡e los mismos fueron
escritos (folios divididos por lineas vertiCI11es en tres
columnas iguales en ct~da rma de las cuales se desarrolla
rm tema distinto) y a la poca legib,#idad de {a letra de
Marx. La adecuada ordenació11 de los textos se consiguió
ya en la eáici6n MEGA, pero incluso m esta existen
todavla algunos errores de lectura que han sido co" egi·
dos después gracias a los trabajos de los Institutos de
r estudios marxistas de Berlin y Moscú. Algunas de estas
co"ecciones fueron ya incluidas en las ediciones parciales
hechas por la. Editorial Diek, de Berlfn, a la que aludí· 1

1 mos en el texto y la totalidad de ellas en la primera


edici6n rusa completa. También han sido, incorporadas
en ediciones alemanas posteriores, fundamentalmente las
preparadas por Erich Thier y por Gunther Hillman. Para
tmeslra traducci6n hemos utilizado estas dos ediciones
además de la MEGA. De ellas tomamos algunas de las
notas explicativas. Cuando entre estas edicion~J autori-
zadas ~xiste olguna disparidad lo hemos señalado tam-
bién mediante nota.
La versión castellana plantea también di/icllltades con-
siderables, la más dificil áe las cuales es qt1izá la de
encontrar térmíflos adecuados para tradqcir los alemt,mes
de Entf,~;emduog, Entiiusseruog y Veriiusserung, asl como
los corrupondi~ntes verbos y derivados (entfrcmden.,
entiiussern, veriiusserc, Selbstentftemdung). Marx los uti-
líJ;a /t'ecr1entemente como sin6nimos, pero m algunos
lt~gares señala entre ellos una diferettcia de matiz. Su
lmroducclóo 4>

significado general y comú11 es el de salir tk lo que e~


propio, pero Entiiusserung y Veriiusserung acent1ían mtÍ.r
la idea de entrega a algo ajeno. Por esa ral6n en umt
edici6n anterior de los Manuscritos utilicé Iistemática
mente el castelumo extraiíomiemo para verter Emfrem
dung y enojennción para Entausserung y Veriiusserung,
con lo cual inJentaba :subrayar además la idea de que
majenaci6n 110 significa en modo alguno venta. Este uso
tiene, sin elflb<trgo, el inconveniente de que oblifl.o a
ttliliUJT también td verbo extrañu como traáucci6n de
entfremden y :sobre todo en partú:ipi.o ere verbo se pre·
senta también a equlvocos graves. Por eso e" la presmte
ocasi6r~ he abandonado el sistema y empleo los términor
extrañamiento y enajenación para verter indistintamenu
cuoltJuiera de los alemo11es citados. Con ello se pierde
ciertamente lo diferencia tic matiz que entre los mismor
e;ciste, ptro, de una parte, ésta flO es tonta que no puedo
ser sacrificada o lo claridad, y de lo otro, el sigmficado
preciso no se lograrlo por tl simple empleo de palobr11s
uptJiiol4S diferenlt!s y más o menos descoyuntados y serlo
necesario en todo caso lo utilizaci611 de contin11as notas
aclorotorios, sin raz6n de rer c11 una edici611 de este
carácter.
Los números romanos entre paréntesis co"esponden a
la numeraci6n de los folios tJtilizados por Mar;c.

F. R.
Primer Manuscrito
1
El /of4!1uscrtlo n.• 1 consta de nueve folios ( 18 hojas,
)6 páginas) t¡tte fuuon umdos por Mane formando un
CIUJiiemo. úu p6gmas fueron dioitlülas, tintes de escribir
m ellas, en tres columnas, por medio de dos rayas oerti-
cales. Cada una de las columnas lleva, de izquiada a
daecba, el siguiente titulo: Sal4rio, Beneficio del CapiJ.a.l,
Rmta de Úl tie"a. Aparentemente Mane pensaba des-
arroUar paraleklmente estos tres temas con igU4l exten-
si6n. A¡artir de la p6gina XXII Marx escribi6 sobre la
totalida de las p6ginas, sin respetar la divisi6n en co-
lumnas; esta parte es la t¡utJ, de acuerdo con el contenido,
ha sMo titulada: El trabajo enajenado.
El ManMcrito StJ inttJrrumpt! en la p6gina XXVII.
El pr6logo fue escrito al final y est6 incluido en los
folios corrcspondicntés al Manuscrito tercero.
Prólogo

He anunciado yn en los Anales Franco-Alemanes In


critica de la ciencia del Estado y del Derecho bajq {orma
de uoa critica de lo Piloso/fa hegelitlntf 1 del Darecho.
Al pteJ?atarla para la Impresión se evidenció c¡ue Jn ,mez-
cla de la crltlca dirigida contra In e~;pecut~ción con la
crítica de otras mntcrins resultaba inndeCl.lacla, entorpec!a
el desonollo y difiCl.lltaba la comprensión. Además, In
tiqueza y diven1dad de los asuntos a tratar sólo hubiese
podido ser comprendida en una sola obm de un modo
totalmente aforístico, y a su vez tal exposición aforística
hubiera producido la apariencia de una sistematización
arbitraria. Hm, pues, sucesivamente, en folletos distin-
tos e independientes, la crftica del derecho, de la moral,
de la política, etc., y trawé, por último, de exponer en
un trabajo es¡xciol la conexión del todo, la relación de
las distintos portes entre sf, as{ como lo crfticn de la
elaboración espc:culativa de aquel mareriol. Por esta ra-
zón en el presente escrito sólo se toen lB conexión de In
Economfo Polrtlca con el Estado, el Derecho, la ?v1oml,
1\1
\
48 K.ad Marx
la Vida civil, ere., en la medida en que la Economía
Pol!tie. misma, ex profeso, tOCa estu cuestiones.
No tengo que asegurar al lector familiarizado con la
Ecooomfa Pol!tica que mis resultados han sido alcanza.
dos mediante un ancilisis totalmente emp[cico, fundamen-
tado en un conciet12:udo estudio crftico de la Economía
Polhie11.
(Por el contrario, cl igno111nre crlrico que trata de es-
conder su total igoo111ocia y pobreza de ideas arrojando
o In e.be:ro del cd tico positivo la !rase «frase ut6pictl»
o (rases como cL.a cdúca completamente pura, comple·
lllmeole decisiva, completamente critica•, la «sociedad
no sólo juddica, sino social, totalmente sociah•, la «com-
pacro masa masificada», los «portavoces que llevan la
voz de la masa masificado, ha de suministrar todavía
la primera prueba de que, aparte de sus teológicas cues-
tiones de familia, tambi61 en las cuestiones mundamziet
riene algo que decir] 2 •
Es obvio que, además de los aocialista.s franceses e
ingleses, también he utilizado u:ebajos de socialistas ale-
manes. Los trabajos alemanes densos y originales en esta
ciencia se reducen realmente (nporte de los escritos de
Wcitling) ni ort!C~.•lo de Hess publicado en los 21 plie-
gos a y ¡1! «Bosquejo para la Crítica de la Economia
Polttico», de Engels, en los Anuarios Franco-Alemanes,
en donde yo onundé isunlmente, de manera totalmente
general, los ptimeros elementos del presente trabajo.
Aparte de estos escritores que se han ocupado crítica.
mente de Ia Economía Polltica, la crítica positiva c:o
genetal, y por tanto rambim la critica positiva alemana
de la Ecooom1a Polftica, tiene que agndecc.r su verdade-
ro fundamentllción a los descubrimien tos de FeUt!rbach,
contra cuya «Filoso/la del Futuro• y con tra cuyas cTesis
para la refoana de la Filosofía. en las Anécdotas • (por
más que se las utilice calladamente) la mezquina envidia
de los unos y la cólera real de los otros, parecen haber
tramodo un aut6ltico complot dcl siltncio.
Sólo de Fcuerbach arra.nca Ia crftie.. positiva, bumani.s-
ta y narumlista. Cuanto menos ruidoso, tanro más seguro,
Prólogo 49
profundo, amplio y permanente es el efeao de Jos escri-
tos /euerb«hianos, los únicos, desde la L6gica y la Fe-
nomenología de Hegel, en los que se contenga una
revolución teórica real.
En oposición a los te6logos criticos de nuestro tiempo,
he considerado absolutamente indispensable el capftulo
final del presente escrito, la discusión de la Dialéctico
hegeliano y de la Ftlosoffa hegeliana en general, pues
tal tr11bajo no ho sido nunca realizado, lo cuol constituye
una inevitable /alta de sincerid-t1d, pues incl uso el teólogo
critico continúa siendo te6logo y, por tanto, o bien debe
partir de determinados presupuestos de la Filosofía como
de una autoridad, o bien, si en el proceso de la o:ítica y
merced a descubrimientos ajenos nacen en ~ dudas sobre
los presupuestos filos66ros, los abandona cobarde e in-
justificadamente, prescitule de ellos, se limita a apr=
su servidumbre con respeao a ellos y el disgusto por
esta servidumbre en ÍOJ:1lla negativa y carente de con-
ciencio, y sofistica [sólo lo apresa en formo negativa y
carente: de conciencio, en parte repitiendo continuamente
la seguridad sobre la pureza de su propia crftka, en
parte, o fin de alejar tanto los ojos del observador como
los suyos propios del necesario njustomicnto de cuentas
entre la critico '} s~r cuna -la Diolécticn hegeliana y la
Filosofía alemana en genctol- , de esta indispensnble
elevación de la moderna crítica sobre su propia limita-
ción y tosquedad, tratando de crear lo apariencia de que
la crftica sólo tiene que ha~rselos con una forma limita-
da de la crítica fuera de ella -concretamente con la
crítica del siglo xvm- y con la limitación de la masa.
Finalmente, cuando se hacen descubrimientos -como los
feuerb«hianos- sobre la esencia de sus propios presu-
puestos lilos6ficos, el teólogo crfúco, o bien finge luber-
los realizado él, y lo finge lanzando los resultados de
estos descubrimientos, sin podetlos elaborar, como con·
sig11as conrra los escritores que están aún presos de la
Filosofía, o bien sabeo crearse la conciencia de su supe-
rioridad sobre esos descubrimientos, no colocando o tra-
tando de colocar en su justa relsción los elementOS de 1a
Karl Marx
dialéctica hegeliana, que echo aún de menos en aquella
crítica de la misma, que aún no hao sido cclticamente
ofrecidos a su goce, sino haciéndolos valer misteriosa-
mente, en el modo que le es propio, de forma escondida,
maliciosa y ~úca, contra aquella crftica de la dialéc-
tica bc:geliana. As!._ tal vez, la categorla de la prueba me-
diadora contra la categoda de la verdad positiva que
arranca de si misma, la ... ere. El teólogo crftico encuen-
tra, efectivamente, perfecumente natural que del lado
de la Filosoffa est~ todo por haur, para que 8 pueda
charlar sobre la purc:u, sobre el carácter decisivo de la
crftica perfectamente cr!tica, y se considera como el ver-
dadero su~ador de 14 FiÜ>so/14 cuando siente que falta
en Feuerbocb un momento de Hegel, pues por más que
practique el fetichismo espirituaüsu de la cautoooncien-
cin y del «cspfritu•, el cr!tico no pas:t del sentimiento
de la conciencia) ' .
Considemdo con exllCfitud, la crftica teológica -bien
que, en el comienzo, fuese un momento real del progre-
so-- no es, en úh ima instnncla, otra cosa que la conse-
cuencia y culroinncióo llevadas basta la caricatura teoló-
gica de la vieja t.nJsccndencia filos6fica y, concretamente,
hegelia1ta. E n otrn ocasión most raro! eu detalle esta Né.
mesis blstóricn, est,o int.eresnntc jllsticin de la Historia
que desti na n la Teologl.f), que fue en otro tiempo el l.a do
podrido de la Filosofln, o exponer t.omblén ahora la diso-
Lución negativo de lo IlilosofrA, es decir, su proceso de
putrefacción.
[En qué medidn, por el co.ntrnrio, hocen necesaria los
descubrimientos de Fcuerbach sobre Jo esencia de la Filo-
sofía una discusión critica con la dialéctica filosófica (al
menos pam servirles de prutba) se verá en mi expo-
sición] •.
Primer Manuscrito

Saúzrio

(1) El s(l/arío está determinado por lo lucha obierra


entte capitalista y obrero. Necesariamente triunfa el ca-
pitalista. El cnpítalistll puede vivir más tiempo sin el
obrero que éste sin el capitalista. Ln uni6n entre los
capitaüstas es habitual y eficaz; la de los obreros está
prohibídJI y tiene funestas consecuencias para ellos. Ade-
más el terrateniente y el capitalista pueden agregar a sus
rentas bendicios industriales, el obrero no puede agregar
a su ingreso indusaial ni .-enms de las tierras ni intereses
del capitaJ. Por eso es tan grande la competencia enae
los obreros. Luego s6Jo para el obrero es lo sepornci6n
entre capitaJ, tierra y anbajo una separación necesaria
y nociva. El capital y la tierra no necesitan permanecer
en esa abstrKC:i6n, pero sf el aabajo del obrero.
Para el obrero es, pues, mortal la separaci6n tk capi-
tal, renta áe la lie"a y lraba;o.
El nivel núnimo del salário, y el único necesario, es lo
requerido para mantener al obrero durante el trabajo y
'1
Kad Man:

para que 8 pueda alimentar una familia y no se extinga


la rua de los obreros. El salario habitual es, según
Smith, el mlnimo compatible con la rimpl~ humaniJ~ 1,
es decir, con una existencia animal.
La demanda de hombres regula necesariam~nte la pro-
ducción de hombr~s. como ocurre con cualquier otra
mercancla. Si la oferta es mucho mayor que la demanda,
una parte de los obreros se hunde en la mendicidad o
muere por inanición. La existencia del obrero está redn-
cida, pues, a la condición de existencia de cualquier otra
mercancla. El obrero se ha convertido en una mercancía y
para 8 es una suerte poder llegar hasta el comprador. La
demBOda de la que depende la vida del obrero, depende
n su vez del humor de los ricos y capitalistas. Si la oferta
supera a la demanda, entonces una de las partes constitu-
tivas del precio, beneficio, renta de l11 tierra o salario, es
pagada por debajo del pr~cio; una parte de estas presta-
ciones se sustrae, pues, a este empleo y el precio del
mercado gravita hacia el precio natural como su centro.
Pero, 1) cuando existe una gran división del trabajo le
es sumamente dillciJ al obrero dar al suyo otra dirección;
2) el perjuicio le afecta a él en primer lugar a causa de
su relación de subordioación respecto del capitalista.
C011 la gravitaciórJ del precio de merc1JdO hacia el pre-
cio natural es asE el obrero el t¡ue mfu pierde y el t¡ue
necesariamente pierde. y justamente la capacidad del ca-
pitalista para dar a su capital ·otra dirección es la que, o
priva del pan al obrero, limitado a una rama determinada
ele trabajo, o le obliga a someterse a todas los exigencias
de ese capitalista.
(II) Las ocasionales y súbitas fluctuaciones del precio
de mercodo a.fectan menos a la renta de lo tierra que a
aquellas partes del ptecio que se resuelven en beneficios
y salarios, pero afecton también menos al beneficio que
ol salario. Por cado salario que sube hay, por lo general,
uno que se mBOtiene estacionorio y uno que baja.
El obrero no tiene necesoriomente que ganar con la
ganancia del capitalista, pero necesariamente pierde con
ll. As{ el obrero no gana cuondo el capitalista mBDtiene
Prunu Manutc:riro
el precio dd mercado por encima del natural por obta
de secretos induattiales o comerciales, del monopolio o
del (ovorable emplazamiento de su terreno.
Adem,s: los precios del Jraba¡o son mucho m6s com-
tanles que los precios de los viveres. Frecuentemente se
encuentran en proporción inversa. En un afio de carestla
e:! solario dlsmlnuye a causa de lo disminución de lo de-
mando y se eleva o causa del alza de los víveres. Queda,
pues, equilibrado. En todo caso, uno parte de los obreros
queda sln pan. En años de abundancia, el salario se
elevo merced al aumento de la deínanda, disminuye mer-
ced a los precios de los vfveres. Queda, pues, equili-
brado.
Otr• desventaja del obrero:
Los precios del trabajo de los distintos trpos de obreros
difieren mucho m4s que las gananci4s en l4.s distintas
ramas en liiS que el capiJal se coloca. & el trabajo toda
la diversidad natural, espiritual y social de la actividad
individual se manifiesta y es inversamente retribuida, en
tanto que el cap.ital muerto va siempre al mismo paso y
es indiferente a la real actividad inclivldual. En general
hoy que observar que allí en donde tanto el obrero como
e.l capltollsta sufren, el obrero sufre en su existencja y
el capitalismo en lo ganan.cia de su Inerte Mnmm.6h.
El obrero ba de luchar no sólo por su subsistencia fí-
sica, sino tambi~ por lograr trabajo, es decir, por la
posibilidad, por lo medios, de poder realin r su actividad.
Tomemos laa tres situaciones básicas en que puede en-
contrarse la sociedad y observemos la situación del obre-
ro en ellas.
1) Si lo riqueza de la sociedad esú en descenso, el
obrero sufre mú que nadie, pues aunque la clase ~a
no puede ganar tanto como la de Jos propieurios en una
situación social próspera, ar.u:une ne sou/fre aussi cruel/e-
ment Je son Jlc/in gue la classe des &uvriers (•).
(Ill), 2) Tomemos ahora uno sociedad en la que la
(•) Ninguna •ufre tanto con su d~dcncln como 111 clue obre.
ra (Smhh, II, 162).
riqueza aumenta. Esta situación es La únic11 propicia para
el ohrero. Aqw aparece la competeocla entre capitalistas.
La dcmJlllda de obreros excede a la oferta, pero:
En prim~r lugar, e.l alza de los salados conduce a un
exceso Je trablljo ele los obreros. Cuanto mis quieren
ganar, tanto mú de su tiempo deben uctificar y, enaje-
nándose de toda libertad, han de realizar, en aras de la
codicia, un trabajo de esclavos. Con ello acortan su
vida. Este acortamiento en la duración de su vida es una
circunstancia favorable pam la clase obrera m su con-
junto, porque con ~ se hLice oeccsaria una nueva ofttta.
Esta clase ha de aacri.Licar continuamente a una parte de
s! misma para no perecer por completo.
Ademú, ¿cumdo se encuentra una sociedad en vías
de enriquecimiento progresivo? Con el aummw de los
capitales y las rentas de un paCs. Esto, sin embargo, s6lo
es posible: a) porque se ha acumulado mucho trabajo,
pues el capital es tmbajo acumulado; es decir, porque
se ha ido arrebatando al obrero una cantidad creciente
de su producto, porque su propio trabajo se le enfrenta
en medido creciente como propicdnd ajena, y los me-
dios de su existencia y de su actividad se concentran
cada ve:t m:is en mono do! cnpítalistn; ~,) la acumulación
del capital 11umenta In c;llvisl6n del trabajo y la división
del trabajo cl n(¡,rncro de obreros¡ y viceversa, d núme-
ro de obreros numentn lo división del trabajo, asf como
la división del trabajo aumenta In acumulación de capi-
tales. Con esta división del trabajo, de una parte, y con
la acumuloción de capitales, de la oua, el obrero se hace
cada vez más dependiente exclusivrunente del trabajo, y
de un trabajo muy determinado, unilateral y maquinal.
Y ast, del mismo modo que se ve rebajado en lo espi-
ritual y en lo corporal a la condición de máquina, y de
hombre queda reducido a uoa Ktivid.d abstracta y un
vientre. Se va bacicodo cada vez mú dependiente de
todas las Buctuaciones del predo de mercado, del em-
pleo de los capitales y del humor de los ricos. Igualmen-
te, d c:recimjcnto de la clase de hombECS que no tie-
nen (IV ) mis que su trabajo agudiu la competencia entre
Primer M•ouscrito
los obreros, por tanto, rebaja su precio. En el sistema
fabril esta situación de los obreros alcanza su punto cul-
minante.
.., ) Eo una sociedad cuya prosperidad crece, sólo los
más ricos pueden aún vivir del interés del dinero. Todos
los demás est4n obligados, o bien o emprender un ne-
gocio con su capital, o bien a lanzarlo al comercio. Con
esto se bace tambi61 mayor la competencia entre los
capitales La conccnrración de capitales se hace mayor,
los capitalistas grandes nrruinnn a los pequeños y una
fracción de los antiguos capitalisto.s se hunde en la clase
de los obreros, que por obra de esta aportación padece
de nuevo la depresión del salario y cae en una depen-
dencia aún mayor de los pocos grandes capitalistas; al •
disminuir el número de capitalistas, desaparece casi su
competencia respecto de los obreros, y como el número
de éstos se ba multiplicado, la competencia entte ellos
se hace tanto mayor, más antinarural y mis violenta.
Una parte de la clase obrera cae oon ello en la mendici-
dad o la inanki6n tan necesariamente como una parte de
los capitalistas medios cae en la clase obrera.
As!, pues, incluso en la sirunción social mtfs fnvornblc
para el obrero, la consecuencia necesaria para ~ste es exce-
so de trobojo y muerte prematura, degradación n la condi-
ción de mtlqulno, de esdavo del cnpítnl que se acumula
pellgrosamente frente a ~. renovado com[)etencin, muer-
te por lonnlci6n o mendicidad de una pnrte de los obreros.
(V) El alza de salarios despierta en el obrero el ansia
de enriquecimiento propia del capitalista que ~1. sin em-
bargo, sólo medinnte el sacri6cio de su cuerpo y de su
espíritu puede saciar. El alza de salarios presupone la !'
acumulación de capital y la acarrea; enfrenta, pues, el
producto del u.bajo y el obrero, haci~dolos cada vez
mis extraños el uno al otro. Del mismo modo, la división
del trabajo hace al obrero cada vez más unilateral y
nás dependiente, pues acarrea consigo la competencia
oo sólo de los hombres, sino tambi~ de las máquinas.
Como el obrero ha sido degradado a la condición de
m4quina, la m'quina puede opon~rsele como competidor.
'6
Finalmente, como la acumulación de capitales aumenta
la cantia.d de industria, es decir, de obrero., mediante
esta acumulación la misma cantidad de industria trae
consigo una mayor C4ntidad de obr11 hech11 que se con-
vierte en superproducción y termina, o bien por dejar
sin trabajo a una grao parte de los trabajadores, o bien
por reducir su solario al m:ls lamentable mfnimo. Estas
son las consecuencias de una situación social que es la
más favorable para el obrero, la de rlque2;0 creciente y
progresiva.
Por último, sin embargo, esta situación ascendente ha
de alcanzar alguna vez su punto culminante. ¿Cuál es en-
tonces Jo situación del obrero?
3} «Los salarios y los bendicios del capital serán pro-
bablemente muy bajos en un pafs que haya alcanzado
el último grado posible de su riqueza. La competencia
enrre los obreros para conseguir ocupación seria tan gran-
de que los salarios queclarion reducidos a lo necesario
para el mantenimiento del mismo número de obreros y
si el pofs estuviese ya su1icientemente poblado este nú-
mero no podría aumentarse~> 2 • El exceso deberla morir.
Luego, en una situación declinante de la sociedad, mi-
seria progresivo; en una situación Boreciente, miseria
complicado, y en uno situación en plenlt:ud, miseria esta-
cionaria.
Y como quiero que, según Srolth, no es feli¡¡ una so-
ciedad en donde la mayorfa sufre~. que el más próspero
estado de la sociedad conduce a este sufrimiento de la
mayoría, y como la Economía Polftica (en general la »
cicdad del inte~ privado) conduce a este estado de
suma prosperidad, la finalidad de la Eoooomla Polftica
es, evidentemente, la in/elidd4d de la sociedad.
En lo que respecta a la relación entre obreros y capi-
talistas, hay que observar todavfa que el alza de salarios
está mis que compensada para el capitalista por la dis-
minución en la cantidad del tiempo de trabajo, y que
el alza de salarios y el alza en el in te~ clcl capi tal obran
sobre el precio de la mercanda como el int~ simple
y el lnrer~ compuesto, respectivamente.
Prl=r Manu~rno

Coloqu~monos ahora totalmente en el punto de vista


del economista •, y comparemos, de acuerdo con B, las
pretensiones teóricas y prácticas de los obreros.
Nos dice que, originariamente y de acuerdo con su
con<:t!pto mi¡mo, todo el producto del trabajo pertenece
al obrero. Pero al mi¡mo tiempo nos di<:t! que en rea-
lidad revierte al obrero la parte más pequeña e impres·
cindible del producto; sólo aquella que es nc:CI!saria paca
que él exista no como hombre, sino como obrero,
para que perpetúe no la humanidad, sino la clase esclava
de los obreros.
El economista nos dice que todo se compra con tta·
bajo y que el capitAl no es otta cosa qu~ trabajo acumu-
lado, pero oJ mismo tiempo nos dice que el obrero, muy
lejos de poder comprarlo todo, tiene que venderse a sí
mismo y a su humanidad. ·
En tanto que las rentas del perezoso terrateniente as-
cienden por lo genernl o la tercera parte del producto
de la tierra, y el beneficio del atareado capilJI)jsta llega
incluso al doble dcl inte~ del dinero, lo que el obrero
gana es, en el mejor de los casos, lo necesario para que,
de cuatro hijos, dos se le mueran de des•lutrici6n (VII).
En tanto que, según el economista, el tr.nbnjo es lo ú.nlco
con lo que el hombre aumento el valor de los productos
naturales, su propiedad octiva, según la misma Economia
Polfticn, el rerratenieme y d caplralistfl, que como terra·
teniente y caplrnlistn son simplen1eote dioses privilegiados
y ociosos, estón en todas partes por encima del obre.ro y
le dictan leyes.
En tanto que, según el economista, el trabajo es el
único precio invariable de las cosas, no hay nada má.s
azaroso que el precio del trabAjo, nada estlf sometido a
mayores Buctuociones.
En tanto que la división del trabajo eleva Ja fuerza
productiva del trabajo, n riqueza y el refinamiento de la
sociedad, empobrece al obrero basta teducirlo a máquina.
En tanto que el trabajo suscita la acumulación de capi-
tales y con ello el creciente bienestar de In sociedad, hoce
al obrero cndn vez más dependiente del capitalista, le
Karl Marx

lleva a una mayor competencia, lo empuja al ritmo desen-


frenado de la superproducción, a la que sigue un ma-
rasmo igualmente profundo.
En tanto que, según los economistas, d interés del
obrero no se opone nunca al inter~s de la sociedad, d
interés de la sociedad estli siempre y necesariamente en
oposición al interés del obrero.
Según los economistas, d interés del obrero no está
nunca en oposición al deJa sociedad, 1) porque d alza
del salario está más que compensnda por la disminu-
ción en la cantidad del tiempo de trabajo, adem;b de las
restantes coosecuencinl an tes desarrolladas, y 2) porque,
en relación con la sociedad, el J?I:Oducto bruto total es
producto neto y sólo en relación al particular tiene d
neto significado.
Pero que el uabajo mismo no sólo en las concliciones
actuales, sino eo general, en cuanto su finalidad, es sim-
plemente d incremento de la riqueza; que d trabajo
mismo, digo, es nocivo y funesto, es cosa que se deduce,
sin que el economista lo sepa, de sus propias exposi-
ciones.
De acuerdo coa su concepto, In renta de la tierra y
cl beneficio del caplrnl son dedr1cciones que el snh~rio
padece. En realidad, sin embargo, el salario es una de-
ducción que d capital y la tierra dejan llegar al obrero,
una concesión del producto del trabajo de los trabaja-
dores al trabajo.
El obrero sufre más que nunca en su estado de decli-
nación social. Tiene que agradecer la dureza especlfico
de su opresión a su situación de obrero, pero la opresió11
en general n la situación de la sociedad.
Pero en el estado ascendente de la sociedad, la deca-
dencia y el empobrecimiento del obrero son producto
de su trabajo y de la ciqueza por él producida. La mise-
ria brota, pues, de la esencia del trabajo actual.
El estado de máximA prosperidad social, un ideal, pero
que puede ser alcanudo aproximadamente y que, en todo
caso, constituye la finalidad, tanto de la Ecooomfn Poif-
Primer Manuscrito

ÚCII como de: lo sociedad civil, es, para el obrero, miseria


~stacionaria.
Se comprende fácilmente que en la Economía Política
el proletario, es decir, aquel que, desprovisto de capital
y de rentas de la Úertll, vive sólo de su tn~bajo, de un
trabajo unilateral y abstracto, es considerado únicamente
como obrero. Por esto puede Ja Economía asentar la te- •
sis de que aquél, como un caballo cualquier11, debe ganar
lo suliciente para poder trabajar. No lo considera en sus
momentos de descanso como hombre, sino que deja este
cuidado a lo justicia, a los médicos, 1\ La religión, a los
cuadros estadí~ticos, a la poLicía y al alguacil de pobres.
Elevémonos ahora sobre el nivel de la Economía Polf-
Jir,, v a partir de la exposición hostil ahora hecha, casi
< 1 • mismas palabras de la Econoaún Política, trate·
""'' de responder a dos cuestiones.
1) ¿Qué sentido tiene, en el desarroUo de la huma-
nidad, esta reducción de la mayor parte de la humanidad
al tnlbajo abstracto?
2) ¿Qué falta cometen los refoDDadores en d~tail (b)
que, o bien pretenden elevar los salarios y mejorar con
ello lo sírunci6n de la clase obrera, o bien (como
Proudhon) consideran la igualdad de salarios como fina·
lklad de In revolución social? f
TII trabajo se presenta en la Economla Política únicu-
mente bajo el aspecto de actividad lucrativa.
(VIII) Puede afirmarse que aquellas ocupaciones que

requieren dotes especlficas o una mayor preparación se
han hecho, en conjunto, más lucrativas; en ranto que el
solario medio para la actividad mecánica uniforme, en
la que cualquiera puede ser lácil y rápidamente instrui·
do, a causa de la creciente competencia ha descendido y
t• nla que descender, y precisamente erte tipo de trabajo
es, en el actual estado de organización de éste, el más
abundante con mucha diferencia. Por tanto, si un obreto
de primera categoría gana actualmente siete veces más
que bace cincuenta años y ocro de la segunda lo mismo,
(b) detallisru.
60

los dos ganan, ciertamente:, por tlrmino m~dio, cuatro


veces m& que antes. Sólo que si en un país la primera
categorfa de trabajo ocupa únicamente 1.000 hombres y
la segunda a un miUón, 999.000 no están mejor que
hace cincuenta años y están peor ai, al mismo tiempo,
han subido los precios de los artículos de primen nece-
sidad. Y con estos superfu:iales cálculos J~ tbmino m~-
áto s se pretende engañar sobre la clase más numerosa
de la población. Además, la cuaoúa del salario es sólo
un factor en la apreciación del ingr~so d~l obr~o, pues
para mesurar este último es también esencial tomar en
consideración la duració11 asegurada del trabajo, de la
que no puede bobluse en la aoarqufa de la Uamada libre
l
competencia, con sus siempre repetidas Buctuaciooes e
interrupciones. Por último, hay que tomar en cuenta la
iornaáa de trabajo habitual antes y ahora. Esta ha sido
elevada para los obreros ingleses en la manufactura algo-
donera, desde hace veinticinco años, esto es, exactamente
desde el momento en que se introdujeron las máquinas
paro ahorrar trabajo, a doce o diecisl!is horas diarias por
obra de la codicia empresarial (IX), y la elevación en
un país y en una rama de la industria tuvo que exten·
derse m¡{s o menos a otras portes, dado el derecho, aún
generalmente reconocido, a uoo explotación incondicio-
nada de los pobtcs J;>Or los ricos (Schulz, Bewegtmg der
Produktio11, pág. 6,).
Pero incluso sl fuera tnn cierto, como realmente es
falso, que se hubiese incrementado el ingreso medio de
todas las clnses de la sociedad, podrían haberse hecho
mayores lns diferencias y los intervalos relativos entre 1
los ingresos, y aparecer asl mis agudamente los contras-
res de riqueza y pobreza. Pues justamente porqu~ la pro-
ducción tOtal crece, y en la misma medida en que e$tO
sucede, se aumentan tambi61 las necesjdades, deseos y
pretensiones, y la pobreza rtústiva puede crecer en tanto
que se aminora la absoluta. EJ samoyedo, reducido a su
acdte de pesado y a sus pescados rancios, no es pobre
porque en su cerrado sociedad todos tienen las mismas
necesidades. Pero en un estado qu~ va hacia á~lant~ que,
Primer Manuscrito 61
por ejemplo, en un decenio ho aumentado su producción
total en relación a la sociedad en un terdo, el obrero
que gana ahon lo mismo que hace di~ años oo en' oi
siquiera tan acomodado como antes, sino que se ha em-
pobrecido en una tercera pme (ibiá., pigs. 65-66).
Pero la Ecooomfa Po!Itlca sólo conoce al obrero en
cuanto animal de m bajo, como una bestia reducida a
las más estrictas necesidades vitales.
Para cultivarse espiritualmente con mayor libertad, un
pueblo necesita estar exento de la esclavitud de sus pro-
pias necesidades corporales, no ser ya siervó del cuerpo.
Se necesita, pues, que ante codo le quede li~mpo para
poá~r ttcar y gozar espiritualmente. Los progresos en
el organismo del trabajo gnnan este tiempo. ¿No ejecuta
frecuentemente, en ht aCtullUdad, un solo o brero en las
fábricas algodoneras, gracias a nuevas fuerzas motrices
y a máqui ollS perfeccionadas, el trabajo de 250 a 3.50 de
los antiguos obreros? Consecuencias semejan tes en todas
las ramas de la producción, pues energfas naturales exte.
ríores son obligadas, cRda ve~ en mayor medida, a par-
ticipar (X ) en el trabajo humano. Si notes para cubrir una
determinada cantidad de necesidades materiAles se reque-
ría un gasto de tiempo y energfn humana que m:ls tarde
se ha reducido a la mitad, se ho ampliado en esta misma
medida el mbito pa.ra la creación y el goce espiritual
sin ningún atentado contra el bienestar muerial. Pero
incluso sobre el reparto del bot!n que gannmos al viefo
Cronos en su propio terteno decide aún el juego de dados
del azor ciego e injusto. Se bo calculado en Francia que,
dado el actual nivd de producción, una jornada media
de trabajo de cinco horas para todos los cepaces de m-
bajar bastada a la sat:Ufacción de todO$ los intereses
materiales de la sociedt~d ... Sin tomar en cuenta los aho-·
rros gracillS a la perfección de la maquinaria, la duración
del trabajo escl11vo en las fábricas oo ha hecho sino •
aumentar para un numerosa población (ibiá., 67-68). •
El tránsito del trabajo manual complejo al sistema
fsbn1 presupone una descomposición del mismo en ope-
raciones simples. Pero por ahora sólo una part~ de las
62 Kad Marx
operocionell uniformemente repetidas le conesponde de
momento a las miquinas, otra pane le COttC$ponde a
los hombres. De acuerdo con la naturaleza de las cosas,
y de acuerdo con experiencias concordantes, una rol acti-
vidad continuamente uniforme es tan perjudicial para el
esptritu como para el cuerpo; y as(, pues, en esta unión
del maquinismo con lo simple división del trabajo entre
más numerosas manos humanos tcn{an también que ha-
cerse patentes todos los inconvenientes de esta última.
Estos inconvenientes se muestrllll, entre otras cosas, en
la mayor mortalidad de los obreros (XI) fobriles .. . Esta
gran diferencia de que Jos hombres u abajen mediante
máq\Úna$ o como máquinas no ha sido... observada
( ibid., pág. 69 ).
Para el futuro de l11 vida de los pueblos, las fue=
naturales brutas que obran en las máquinas serán, sin
embargo, nuestros siervos y esclavos (ibid., plig. 74).
En las hilaturas inglesas están actualmente ocupados
sólo 158.818 hombres y 196.818 mujeres. Por cada
100 obreros hay 10' obreras en las fábricas de algodón
del condado de Loncoster y hasta 209 en Escocia. En
las fábricas inglesas de lino, en Leeds, se conrobao
147 obreros por coda 100 obreros; en Druden y en la
costa oriento! de I!sc.:ocia, hnstn 280. En las fcibric:¡s in-
glesas de sedo ... muchns obreras; en las fábricas de lana,
que exigen mayor fuerzo de trabajo •, más hombres ...
También los flibricos de algodón norteamericanas ocupa·
bon, en 1833, junto n 18.593 hombres, no menos de
38.927 mujeres. Mcdionte las transformaciones en el or·
ganismo del trabajo le ha corrcspoodído, pues, al sexo
femenino, un circulo más amplio de actividad lucrativa... ,
lns mujeres uno posición económica más independiente...,
los dos sexos más aproximados en sus relaciones sociales
(ibid., p=lgs. 71-72).
cEn las hilaruru inglesas movidas por vapor y agua
trabojobao en el año 1835 20.558 niños entre ocho y doce
afias, 35.867 entre doce y crece años y, por último,
108.208 entre treec y dieciocho años ... Ciertamente que
los ulteriores progresos de lo mecmuca, al arrancar de
Primer ManuKTi to 63
manos de los hombres, cada vez en mayor medida, todas
las ocupaciones uniformes, actúan en eJ sentido de una
paulatina elimiruci6n (XII) de la anomalfa. Sólo que en
eJ camino de este mismo rápido progreso está precisa-
mente el detalle de que los capitalistas pueden apropiar-
se, del modo m!Ú simple y barato, de las fuerzas de las
clases inferiores, basta en la infancis, para usar y abussr
de ellas en lugar á~ los medios auxiliares de In med·
olea• (Schulz: &w. á. Produkt., ptígs. 70-71 ).
«Llamamiento de lord Brougban a los obreros: ¡Ha·
ceos capitalista.sl , ... esto... lo malo es que miUones sólo
logran gonu su modesto vivir gracias a un fa úgoso rra-
bajo que Jos arruina corporalmente y los deforma men-
tal y moralmente; que incluso úenen que considerar
como una suerte la desgracio de haber encontrado tal
rrabajo• (ibiá., pág. 60).
cPour vivre done, les non-propUtaires sont obliP..h de
se mettr~. áirtcttment ou ináir~ctement, ou service d~s
propiitair~s, c'~st-O..dir~ sous l~ur d~~ndanc~.• Pec-
queur: Thiorie nouvelle d'&onomie social~, etc. (pági-
na 409).
Domertit¡ueS·/I,Oges, ouvriers-salaires; l'm ployb-traite·
ments ou 6molumt!lits (lbid., págs. 409·410).
«Louer sorr travail» , «pr~ler son lravall iJ l'intér8t»,,
«travailler 4 la place d'autrui».
«l.auer la moliere du travail», «prRter la matiere du
travail iJ l'intb~t·' «faire travailler tmtrui a sa place»
(ibid., p!Ígs. 411-12).
( XIII ) «Cettt constitution 6conomique condamrre les
bommes a des mitiers tellemenl abiects, a lln~ J~J!..rada­
tion ullement Jisolante el amb-e, que la sauvagerie appa·
rti1t, en com¡umlison, comm~ une roya/e corrdition• (l. c.,
págs. 417·18). «Úf prostitution de la classe norr propri~
taire sous toutes les formea (•) (pllgs. 421 y sig). Tra-
peros.
(e) cPara vivir, pues, loa no propiewb cstm obl~l(los •
poo«$C diruta o lndltecumente 111 sm~icio de los propiewios,
es decir 1 !>.jo ru d~•·• Pecqucur, Nuw.~ 1eorúl J~ econ~
mla socutl.
64
Os. Loudon, en su trabajo Solution du probleme de
la populatwn, etc., Parls, 1842, dice que en Inglaterra
c:)(isten entre 60.000 y 70.000 .r.rostitutas. El número de:
/emmes d'une vultl douteuse ( ) es clc:l mismo orden (pá-
gina 228).
.!..a moyen11t vit de ces in/ortunics criatures sur le
pavl, apres qu'elles sont entries dam la corriere áu vice,
est d'environ six ou sept ans. De maniere que pour main-
tenir le 110mbre de 60 a 70.000 prostituies, il áoiJ y
avoir, darss let J royaumes, au moim 8 lJ 9.000 femmes
qui se uo11CIIt a cet infame m~tier cbaque annü, ou en-
viro, uingt-quatre nouuelles uictimes par ;our, ce qui
es/ la moyenne á'une par heure; el cons~quemment, si
la mbne proportion a lieu sur toule la sur/ace du globe,
il áoit y auoir constament un mil/ion et demi de ces
malheurtuses• ( ibiá., p,g. 229 ).
1...a population des mu~rables crot/ auec leur muere,
el c'est a la limite extréme áu d~nuement que les étres
humains se prtlssent en plus gra11d nombre pour se dispu-
ter le droit de souffrir ... Br1 1821, la population de /'Ir-
/ande ltait de 6.801.827. En 18)1, elle s'itait ~lev~e
a 7.764.010; c'est 14% d'augmonltllion er1 dix aus. Dans
le Lei11stér, provhtce ou il y a le plus d'aisance, la popu-
lation n'a augme11té que de 8%1 ta11dis que, dans le
Connaught, prouincc la plus misérable, l'augmentalion
s'cst élevée a 21%. (Bxtralt dt~s Bnquetu publUes en
Angleterre sur l' [rlande. Vienne, 1840). Buret, De la mi-
sere, etc., t. I , pág. [36]-.37 (").
Criodol-mcseda, obrc:ros.sah&noe; ernpleadowueldo o dDOlumcn·
LOS (ibid., ~. 409-410).
cAlquilar &u uabejo», cpresrar IU rnbejo a interú•, cuabajar
en lup.r de otro•.
cAJqullar la matcr:ia del uabaio•. cprestar • interú la materia
del mbeio•, cha«r n•bejar a Otro en IU lu¡¡an (ibid., p&s. 4ll).
(Xlll) cElta c:oostlruci6o «<o6mica c:ondena a los hombres a
oficios tan abyec:tOI, a una clcgndaci6n ran aumamenre daoladora
y amar¡a que, en comparxi6n c:on ella, el est!Wio ulvaje ~
una c:ondldón t«J,. (l. c. p(p. 417·18. cLa pr0$tltud6n de la
clase oo propietaria en ,.;Jas SU$ formas• ( p4gs. 421 y aa.).
(") •mujeres de dudou vim•d•.
(•) «Una vez lanzadas a l• Cllrtc:n del vicio, la vida media de
Primee Manuscrito

La Economia Política coosideca el trabajo abstracta-


mente, como una cosa; le travaiJ est une marchandiu ( 1);
si el precio es alto, es que la metcanda es muy deman-
dada; si es bajo, es que es muy ofrecida 1 ; romme mar-
chandise, le lravail doit de plus en plus haisser de
prix (•); en pat'le la competencia entre capitalista y obre-
ro, en parte la competencia e.n tre obreros, obligan a
ello'. e La popullltion ouvri¿.re, marchandi de travaiJ, est
forcémtml rUuite o la plus faible par/ du produil... la
théorie du travaiJ marchandise est-e/le aulre chose qu'une
théorie de strvitudc d~guíséeh• (l. c., pág. 43 ).
cPourt¡uoi done n'avoir vu dans le travail qu'une va-
kur d'lchange?-. (ibid., psfg. 44) (~). Los grandes talleres
compran preferentemente el. ttabajo de mujeres y niños
porque éste cuesta menos que el de los hombres (1. c.).
e~ travailkur n'est poim vis o vis de celui qui l'em-
ploie dans la position d'un libre vendeur... le capitolís-
estas infonunadas criuutu en el arroyo n, eproximadamcnte,
de eei1 o oie1e alloe. De modo que para lllAilrener el número de
60 a 70.000 pro1d1utu, ha de haber en los rr"s rei!IOI al menos
dc: 8 a 9.000 mujeres que se co.osa&ran anualmente a nte infame
menescer, o sea aproltimadl\mente vdnricuotto nuevos vfc:tlmas
por dá, lo que 11gniflca uno mcdl~ de 11na codo horo; r. en
L'Qnsec:ucnda, si c:n toda la ~uper6cle de la rl!'l'ro se do la 11Ü&!t>o
proporción, debe exlulr C<>Ditonremontc mUJóro y medio de estt\R
de$graclodas.. (lbld,, pÁg. 229),
«La pol;lloc16n de los m!Jerubles crcoc con su mlserla y es con la
zona de la m4s extrema penuria en donde !01 hombres se apiñan
en mayor número para disputarse: c:.l derecho a au(rir... En 1821
la población de Irlanda era de 6.801.827. En 18.31 se c:.levaba
a 7.764.010, es decir, un J4 por 100 de 8\UDenro en díe2 años.
En el Ldnner, que es la provincia mú pr6spc111, la poblac:i6o
..
s6lo aumentó en un 8 poc 100, en tanro que en el COnnaughr,
que es la mú miserable, d aumento Ucsó al 2 1 poc 100• (Extr~~r­
to Je 1M mausw som Irlanda p11blít:ildtu nt llfl}#t:rr•, Vio-
na, 1840) (lluret, Ch ltl miJeria, etc., t. 1, pf¡s. J6..37).
(') d ttabejo a WJa mercanc:r..
(') oomo mucanda, d ttabojo debe bejar de: precio cada
vez mú.
(h) La población obrera, vendedora de trabajo, es!Á fo~
mente reducida a la pan e m&s pequeña dd producto... ¿acaso la
ceorla del trabajo.me.randa c:s oua OPSa que uru1 reorla de ser·
vidumbre dlsfrauda? (1. c., pig. 43). ¿Por qu~. P.I:JCI, no haber
vúto en el trabajo mú que un valor de cambio? ( ibid., p4¡¡. 44).
!Yrl Marx, 3
66 Karl Marx
me est toujours libre d'employer le travail, et l'ouvrier
est toujours /ore¿ de le venóre. La valeur dtl travail est
complltement d~truile, s'il n'est pas vendu a chaque ins-
tan/. Le travail n'est susceptible, ni á'accumukztion, ni
méme d'épargne, a la dil/~rc11ee des véritables [marchan-
diJes) . (XIV) Le travail e'est la vk, el si 14 vie ne
s'écbange pas chaque jour contre les aliments, eOe souffre
et périt bicntiJt. Pour que la vie de l'homme soil une
marchandise, iJ faut done admeltre l'esckzvage» ( 1) (plf-
ginllS 49, 50, l. c.). Si el trabajo e.., poes, una merc:ancfa,
es una mercancfa con las m's tristes propiedades. Pero
no lo es, incluso de acuerdo a los fundamentos de la
Econoaúa PoUtica, porque no (es) le libre resultat á'un
libre march~ (') 10. El r~gimen económico actual baja, a
la vez, el precio y In remuneración del trabajo, il perfec-
tionne l'ouvrier el dégrade l'homme (l. c., págs. 52-3 ).
L'ináuttrie est devenue une guerre et le commerce un
;cu (1. c., pág. 62) (k).
ús machines·.¡ travait/er le colon (1 ) (en Inglaterra)
represen ton ellos solas 84.000.000 de artesanos ".
La industrio se encont,ró hnsta el presente en .In situa-
ción de la guerra de conquista «elle a prodigé la vie des
hommes qui composaient son arméc avec autant á'ináiHé-
rencc que les grartds conquérants. Son but était la pos-
sesion de la richesse, ct 11011 le bo11heur des hommes»
(Buret, l. c., pág. 20). «.Ces intérlts (se. économiques),
(') Frente n quien lo emplen, d tntbn)odor no estsl en la posi-
ción de u o libre u~nd~dor... el capitalista es siempn: Ubre de
oompnor d mbajo, y el u-.bajador eslll tiempre obligado a ven-
derlo. El ,;~ruor del tnobajo qucdll totalmente destruido si no se lo
vende: continuamente. A diferencia de las verdm:leros mercan-
das (XIV), el trabajo no es susceptible & acumulad6n y ni
siquiera de abcwro. El u-.bajo es vida y al la vida no te eouqpa
cudo dla a cambio de .Umentot, sufre y no wda en pcrea:r.
Parn q~ue la vida del hombre tea una merconcla bay que admitir,
pues, la esclavitud (pQ,, 49-!10, L e:.).
(1) llbte raultadci de uo merado Ubre.
(") perf«dona al obrero y dc:grada al hombre (p4p . .52-53,
L e.). 'La iodusula ae ho convenido en una guerra y el c:omercio
en un Juqo (1. e., p4a. 62).
(1) tu u*¡uinas p&ra trebaju el alpi6o.
.Pdmer Manuscrito 67

librement abandonnls a eux·m~mes ... doivenl nicessaire-


mmt entrer m conflit¡ íls n'ont d'autre arbitre que la
guerre, el les d~cisions de la gue"e donnent aux uns la
défaite el la mort, pour donner llUX autres la victoire ...
c'est dans le con/lit des forces opposüs que la science
chercbe l'ordrt et l'iquilibre: la guerrc perp~tuelle est
selcn elle le seu/e moyen d'obtenir la paix; cette gue" e
s'appelle la concu"ence» (l. c., ptig. 2)) (m).
Para ser conducida con éxito, la guerra industrial exi-
ge cj~rcitos numerosos que pueda acumular en un mismo
punto y dlezmar generosamente. Y ni por devoción ni
por obUgllción soportlln los soldados de este ej~rdto las
fatigas que se les impone; sólo por escapar a ls dura
necesidad del hombre. No tienen ni fidelidad ni gratitud
para con sus jefes; éstos no estin unidos con sus subor-
dinados por ningún sentimiento de benevolencia; no los
conocen como hombres, sino como instrumentoS de la
producción que deben aportar lo m~ posible y costar lo
menos posible. Estas masas de obreros, cada vez más
apremiadas, ni siquiera tienen La u ooquilidad de estar
siempre empleadas; la industtio que las hn convocado
sólo las hoce vivir cuando las necesita, y ton pronto como
J;lUede ,posarse sin ellas las abandona sin el menor tC:JllOt-
dimiento; y los Lrnbajndorc:s... estón obligado$ a ofrecer
su persona y su fuet?.a por el precio que quiera conce-
dérsc:les. Cuanto más largo, penoso y desagradable sea
el trabajo que se les asigna, tanto menos se les pago; se ••
ven algunos que con un trabajo de diecis~ls boros diarias

(• ) cha prodigado lA vida de los hombres que consrirufan su


e;á'cico con unta indiferencia como loe gnondet cooquiscadores. Su
6nalidad era la posesión de riquezas y no la felicidad de los hom-
b<CP (Burec, l c., 1"13. 20). cEntr~ a al mismos, estoS une-
~ ( es decir, loe ccon6mkos) bln de encrar necesariamente
m ClOilllieto; no tienen mú árbitro que la guerra, y lu dedJ~
de la ¡uccra c1ao a unot1 derrota y muerte J>llnl dar a otroS la
victoria ... la dencia bUica el otdcn y el equilibrio en el conllkro
de lu fuuua opucsw: la guerra pc:rpc:cuo es ~a~n dl•. d
'Ónico mecllo de obtentt la po: em ¡ueno "' Uama la c.ompe-
tmdn (1. c., pola. 23).
68 Karl Marx

de continua fatiga apenas pueden comprar el derecho de


no morir (1. c., págs. 66, 69).
(XV) cNous avons la conviction ... partagl~ ... par les
commissair~s chargis de l'enqu/1~ sur la conáition des
tisseranás a la main, que les grandes villes industrie/les
peráraitmt, ~~~ peu de temps, le11r population á~ travail-
leurs, si elles n~ recevaient, a chaque instant, des cam-
pag,es vownes, des recrues conlinuelles d'hommes sains,
de sang not~veau'11 (l. c., pág. 362) (").

Beneficio del capital

( 1) 1) El capital
1) ¿En q~ se apoya el caphal, es decir, la propiedad
privada sobre los prodUCtos del trabajo ajeno? «Cuando
el capital mismo no es simplemente robo o malversación,
requiere aún el concurso de In legislación para santiúcar
la herencia» (Say, t. I, pág. 136).
¿Cómo se llega a ser propietario de fondos producti-
vos? ¿Cómo se llega a ser propietario de los productos
creados mediante esos fondos?
Median re el derecho positivo (Say, t. II, pág. 4 ).
¿Qué se odquiere con el Cllpital t con lo herencia de un
gran patrimonio, por ejemplo? uno qne 1 por ejemplo,
hereda un g¡an patrlmonlo, no adquiere en verdad con
ello inmediatamente poder polrrico. La clase de poder
que esta posesión le transfiere inmediata y directamente
es el pod~r de comprar; éste es un poder de mando sobre
todo el trabajo de orros o sobre todo producto de este
trabajo que se encuentre de IJloroento en el mercado
(Smith, t. 1, pág. 61 ).
El capital es, pues, el poder áe Gobierno sobre el tr11-
(•) cTcnemos la convicción, que: ... computen Jo. comisarios
encar¡adoc de la investigación sobte la si ruod6o de los tejedc>Rs
manuales, de que las granciC1 civdades industriales P=lerfan en
pOCO tiempo Le poblaci6o de trabajadores si no recibiesen ttmti·
n!Wl\eDte de los campos vecino~ nuevas m:lut.as de hombres
sa1>01, de aan¡re nueva• (P'a. 362, l. c.).
Primer Manu5Crlto
69
bajo y sus productos. El capitalista posee este poder no
merced a sus propiedades penonales o humanas, sino en
unto en cuanto es propietario del capital. El poder ad-
quisitiU() ck su capital, que nada pued.e cOntradecir, es
su poder.
Veremos más tarde, primero, c6mo el capitalista por
medio del capital ejerce su poder de gobierno sobre el
trabajo, y despu~ el poder de gobierno del capital sobre
el capitalista mismo.
¿Qué es el capital?
cUne certaine quantit~ de travall amossé et mis en ré-
:rerve-. (0 ) (Smhh, t. U , pág. Jl2).
El capital es traba;o acumullulo. 2) Fondo, stock, es
todA acumulación de productos de la tierro y de produc-
tos 'lllllllufacrurados. El stock sólo se llnma capital cuan-
do reporta a su propietario una renta o ganonda (Smith,
l. ll, pág. 191).

2) El bmeficio del capital


El beneficio o gonnnda del capital es totlllmente dis·
tinto del salorlo. Esto divc:(sidod se muestra de un doble
modo: en primer Jugor, las gahnnclllll del ct~pltnl se re·
guhn totnlmente de acuel'dO con el valor del capital
emplendo, nu.n(Jue e1 trabajo de dirección e inRpecdón
puede ser el mismo paro diferentes capitales. A esto se
añade· que todo este trllbajo está confiado o uo empleado
principal, el salario del cual no gunrda ningunll relación •
ron el capital (Il) cuyo funcionamiento vigila. Aunque
aquf el trabajo del propietario se reduce casi a nada, re-
clama, s.in emb:ugo, beneficios eo relación a su capital
(Smith, t. I , 97-99). ¿Por qué reclamo el capitalista esta
proporción entre ganancia y capital?
No tendrfa ningún interit en emplear A los obreros
si .no esperase de la venta de su obra más de lo oecesa-
r:io para reponer los fondos adelantados como salario, y
oo tendría ningún interés en emplear más bien una suma
cCicrt"l Cllntldtd d~ lrabajo I1CIImu/4do y puuto en re·
0
( )
=va ...
70
grande que una pequeña si su beneficio oo estuviese en
relación con la cuanúa del capital empleado (t. 1, pági-
nas 96-97).
El capitalista extrae, pues, una ganancia, primuo de
los salarios y despuls de las matetiiiS primas adelantadas.
¿Qui relación tiene la ganancia con el capital?
Si yo es di(fcil determinar la tosa media habitual de
los salarios en un tiempo y lugar determinados, aún más
dificil es determinar la ganando de los capitales. Cam-
bios en el precio de los mercandas con que el capital
opera, buena o mala fortuna de sus rivales y clientes,
tta.eo un cambio de los beneficios de dta en dta y casi de
hora en hora (Smith, t. I , p4gs. l79-80). Ahora bien,
aunque sea imposible determinar con precisión )as ga-
nancias del capital, podemos representá.rnoslas de arou-
do con el interés del dinuo. Si se pueden hacer muchas
ganancias con el d inero, se da mucho por la posibilidad
de servirse de il, si por medio de il se gana poco, se da
poco (Smith, t . J, p:Sg. 181). La proporción que ha de
guardar la tosa habitual de inter¿s con la tasa de ganan-
cia neta v11rfa necesariamente con la elevación o descenso
de lo gononcio. En la Gran Btctnña se calcula como el
doble del .interés lo que los comerciantes llaman un pro-
fit bonnQtc, modül, raisonnablc (P)1 expresiones que no
quieren decir otra cosa que un bentJfjcio habitual y aÚJ$-
wmbrado (Smlth, t. 11 pdg. 198).
¿Culil es In tnsa más baja de lo ganancia? ¿Cuál es
la más alta?
La tasa más ba;a de la ganancia habiruoJ del capital
debe ser siempre algo más de lo que es necesario para
compensar las eventuales pérdidas o que está sujeto todo
empleo del capital. Este acoso es propiamente la ganan-
cia o /~ b~nlfice 11~1 ("). Lo mismo sucede con la rasa
mlis baja del interés (Smith, t . I , P'8· 196).
( 111) La tasa m6s e~vada a que pueden ascender las
g11nencias habituales <:5 2quella que, en la mayor parte
(•) Beneficio ~ro, moder.do, ruonable. '
(4) BenefiCio neto.
Primer ManufC'tito 71
de las mercandos, absorbe la totalidad de las r~nlas de
la tierra y reduce el salsrio de las mercandas suminis-
tradas al precio mlnimo, o lo simple subsistencia dd
ohrero mientras dura el trabajo. De una u otra foJ:IIlJI, d
obzero ha de ser siempre alimentado en tanto que es
empleado en unn tarea; las rentas deJa tierra pueden ser
totalmente suprimidas. Ejemplo, las gentes de In Com·
pañfa de 111$ I ndiAS de Bengala (Sml tb, t . I, pág. 198).
Aparte de todas Iaa ventajas de una competencia re-
ducida, que el Cllpltalista puede <~xplotar en este CIISO,
le es posible ta.mbi<!n mnntcner, de modo honesto, el
precio de mercado por encimo del precio oarural.
En primer lugar, medíame el secreto comercÜJl, cuan·

¡
do el mercado est~ muy alejado de sus proveedores, es
decir, manteniendo en secreto el cambio de precio, su
alza por encima del nivel natural. Este secreto logra que
otros capitalistas no arrojen igualmente su Cllpital en
esta roma.
,., segundo lugar, mediante el secreto de flbrica, cuan-
do el capitalista con menores costos de producción su-
ministra sus merCMdas a urt precio igual o incluso me-

'l
nor que el de sus competidores, pero con mayor bene-
&cio. (¿No es inmoral el engaiio mediante el secreto?
l
l. Com,ercio bu~R~úl.) Aden'"s, c~~ri;ldo lo produccl6n está
1 ligada a uno detetmlondn loca.llond (por ej., vinos de cn-
Jidacl) y In dt!manda efectiva no puede ser nunca satis-
fecha. Finalmente, mediante el monopolio de individvos
y compañ!as. El precio de monopoUo es tan nito como
sea posible (Smith, t. I , págs. 120·!24 ).
Ottas causas ocasionales que pueden elevar la ganan-
cia del Cllpital: la adquisición de nuevos territorios o de
nuevas ramas comerciales multipliCII frecuentemente, in·
cluso en un pafs rico, las ganancias del CllpitaJ, pues sus-
traen a las antiguas ramas comerciales una parte de los
~apitales, aminoran la competeocia, abastecen el mercado
ron menos mCl'C11nclaa, cuyo precio entonces se eleva;
los comerciantes de estos ramos pueden entonces pagar
el dinero prestado con un intcr6 mayor (Smith, t. T, ptl·
gina 190).
72 Karl Man:
Cuanto más elaborada, más manufacturada es una mer-
C8llda, tanto más elevada es la parte del precio que se
resuelve en salario y beneficio en proporción a aquella
otra p1ute que se resuelve en renta. En el progreso que
el trabajo m:tnual hace sobre esta otra mercanda. no
sólo se multiplica el número de las ganancias, sino que
cada fanancia es mayor que las precedentes porque el
espita de que brota (IV) es necesariamente mayor. El
capital que hoce trabajar el tejedor es siempre y nccesa·
riamente mayor que el que utilíz:~ el hilandero, porque
no sólo repone este capital con sus beneficios, sino que
ademú paga los salarios ele los tejedores y es necesario
que ~s ganancias se haUen aiempre en una cierta propor-
ción con el capital ( t. I , págs. 102-.3 ).
El progreso que el trabajo humano hace sobre el pro-
ducto natural, transformándolo en el producto natural
elaborado, no multiplica por tanto el salario, sino, en
parte, el número de capitales gananciosos, y en parte
la proporción de cada capital nuevo sobre los prece-
dentes.
Sobre la ganancia que el capitalista extrae de la dívi·
sióo del trabajo se hablará más tarde.
El gQoa doblemente, primero con la división del tra-
bajo, en segundo lugar, y en general, con la modificación
que el trabajo humnno bnce del producto noturnl. Cuan-
to mayor es la participación humana en una merC8Jlda,
tanto mayor la ganancia del capital muerto.
En una y la misma sociedad está la ta~ media de los
beneficios del capital mucho m4s cerca del mismo nivel
que el salario de los diferentes tipos de trabajo (t . I, pá-
gina 228 ). En los diversos empleos del capital, la tasa
de la ganancia varla de acuerdo con la mayor o menor
certidumbre del reembolso del capital. cLa tasa de la
ganllllcia se eleva con el riesgo, aunque no en proporción
exacta. (íbiá., págs. 226-227).
Se comprende flicilmentc que las po:mcias del capitnl
se elevan tambí~ mediante la facilidad o d menor costo
de los medios de circulación (por ejemplo, papel dinero}.
Prima Manuscrito
73

3) La dominaci6n del capital sobre el trabajo y los mo-


tivos del capitalista
El único motivo que determina al poseedor de un
capital a utilizarlo de preferencia en la agricultura, o en
la manufactura o e.n un ramo especifico del comercio al
por mayor o por menor es lo consideración de su propio
beneficio. Jamás se le viene a las mientes calcular cuánto
trabajo productivo ¡¡>ane en actividad c:ada uno de estos
modos de empleo {V) o qo~ valor afiadir.t al producto
anual de las tierras y del trabajo de su paú {Smith, t . U,
páginas 400-401 ).
Parjl el capitalista, el empleo más útil del capital es
aquel que, con la misma seguridad, le rinde mayor ga·
nancia. Este empleo no es siempre el mlfs útil paro la
sociedad; el más ótiJ es aquel que se empleo para sacar
provecho de las fuerzas productivas de la naturaleza
(Say, t. 11, pág. 131).
Las operaciones más i mportantcs del trabajo están
reguladas y dirigidas de acuerdo con los planes y las
especulaciones de aquellos que emplean los capitales; y
la ~olldod que é$tOs se proponen en todos loa planes y
operaciones es el bellc/icio.- Asl, pues, la tasa del bene-
ficio no sube, como Jos rentos de la tierra y los salarios,
con cl bienestar de la sociedad, ni desciende como aque-
llos, con la baja de ~stc. Por el contrario, esta taso es

naturalmente baja en los paises ricos y alta en los pafses
pobres; y nunca es tan alta como en aquellos paises que
con la mayor celeridad se precipitan o su ruina. El inte-
rés de esta clase no estÁ pues ligado, como el de las otras
dos. con el int~ general de la sociedad ... El interés
eSpecial de quienes ejercen un determinado ramo dcl co-
mercio o de la industria es siempre, en cierto sentido,
distinto del int~ del póblico y con &ecuencia abierta-
mente opuesto a 8. El interés del comerciante es siem-
pre •grandar el mercado y limitar lo competencia de los
vendedores ... E! esta una clase de gente cuyos intereses
74
nunca serán exactamente los mismos que Jos de la socie-
dad, que en general tiene interés en engañar y estafar al
público (Smith, t. TI, págs. 163-16,).

4) La acumuiiiC'i6n dt! capitales y la competencia t!ntre


capitalistas
El aumento dt! capitales, que eleva los salarios, tiende
a disminuir la ganancia de los capitalistas en virtud de la
compt!tellcia entre ellos CSmith, t. I, pig. 179}.
Si, por ejempJo, el capital necesario al comercio de
vlvetes de una ciudad ,;e encuentra dividido entre dos
tenderos distintos, la competencia hará que cada uno de
ellos venda mlfs barato que si el capital se encontrase en
manos de uno 50lo; y si está dividido entre 20 (VI ), la
competencia sed tanto mú activa y tanto menor será
la posibilidad de que puedan entenderse entre si para
elevar el precio de sus mercaocfas (Smith, t. Il, pági·
nas .372-3 ).
Como ytt snbemos que los precios de monopolio son
tan altos como sea posible y que el interés de los capita-
listas, incluso desde el punto de vista de la Economía
Polftica común, se opone abiertamente ol de la sociedad,
puesto qlle el nlzo en los bene[icios del cnpita) obra como
el interés compuesto sobre el precio de las mercancfas
(Smith, t. I , págs: 199-201 ), la único protección frente a
los capitalistas es lo com pcltllcia, la cunl, según la Eco- 1
nomfo Polftica, obrn tan benéficnmentc sobre la elev:tción
del salarJo como sobre el abaratamiento de las mercancías
en favor del público consumidor.
Lo competencia, sin embargo, sólo es posible mediante
la mulciplicación de cnpitales, y esto en muchas manos.
El ~urgimiento de muchos capitalistas sólo es posible
mediante una acumulación multilateral, pues el capital,
en general, sólo mediante la ocumu!Rción surge, y la acu-
mulación multilateral se transforma necesariamente en
acumulación unilateral. Lo acumulación, que bajo el do-
minio de la propiedad privada es conccntraci6n d~l capi·
tal en pocu manos, es una consecuencia necesaria CUBO'
Primer Manuscrito 75
do se deja a los capitales seguir su curso natural, y me-
diante la competencia no hace sino abrirse Hbre camino
esta determinación natural del Cllpital.
H emos ofdo que la ganancia del capital está en pro-
porción a su magnitud. Por de pronto, p rescindiendo de
la competencia intencionada, un gran capital se acumula,
pues, proporcionalmente a su magnitud, mlis clpidomen-
te que uno pequeño.
(VIll) Seg6n esto, y prescindiendo totalmente de la
compereocin, 111 ocumulncióo del gran capital es mucho
más clplda que la del pequeño. Pero sigamos adelante
este proceso. Con la mui Liplieacióo de los capitales dismi-
nuyen, por obra de la competencia, los benefidos d el
capital. Luego padece, en primer lugar , el pequefio ca-
pitalista.
El aumento de los capitales y un grtiJl número de c.
pitales presuponen, adem1b, una progresiva riqueza del
país.
«En un país que haya Uegado a un alto grado de rique-
za, la ta.~o habitual del beneficio es ran pequeño que el •
interés que este bene6cio permite pagar es tao bajo que
s61o los sumamente rícos pueden vlvir de los réditos dd
dinero. Todos lns personas de patrimonios QJcdinnos tie-
nen, vues, que emplear Sll cnpítnl, cn1prende~ algún ne-
gocio o :inrorcsnrse en alg~Sn ramo dd comercio» (Smith.
tomo I , p1lgs. 196-197).
E sto s.itunción es In preferido de la &onomfa .Pol!tka.
«La relación existente entre la suma de capilllles y las ••
rentas determina por rodas partes la proporción en que
se encuentran lo industrio y lo ociosidad; donde prevale-
cen los capitales, reina lo industria; donde lu rentas, la
ociosidad• (Smirh, t . II, ¡)~{¡¡. 325).
¿Qué hay del empleo de los capitales en esta ioc-re-
mentada competencia?
«Con el aumento de los capitales debe hacerse cada
vez mayor la c..ntid ad de los fonár J prlttr 6 int~
rél ('); con el incrcmemo de estos fondos se hace me-

{') Pondos que ae premn • imem.


76
nor el interb, 1) porque baja c.l precio de mercado, de
todas las cosu cuanto mú aumcnta su cantidad, 2) por-
que con el aumento de C11pitflles en un palt se ht~ee más
dificil colocar un nuevo C'llpital de manera ventajosa. Se
suscita una competencia entre los cllstintos capitalistas, al
hacer el poseedor de un capital todos los esfuerzos posi-
bles para apoderarse del negocio que encuentra ocupado
por otro capital. Pero la mayor parre de las veces no
puede esperar arrojar de su puesto a este otro capital si
no es mediante c.l ofrecimiento de mejores condiciones.
No s6lo ha de vender la cosa a mejor precio, sino que
tambi~ con frecuencia ha de comprar mú ca.ro para
rener ocasi6n de vender. Cuantos más fondos se destinan
al mantenimiento del trabajo productivo, tanto mayor
es la demanda de trabajo: los obreros encuentran fácil-
mente ocupaci6o (IX), pero los capitalisw tienen difi-
cultades para encontrar obreros. La competencia entre
capitalistas hace subir los salarios y baja r los bcocfi.
cios• ( t . 11, pl(gs. 358·359).
El pequeño capitalista tiene, pues, la opción: 1) o de
comerse su 01pital, puesto que él no puede vivir ya de
réditos, y, por tanto, dejar de ser capitalista; o 2) em-
prender él mismo un negocio, vender sus mercancías
m~s barntlls y comprar más caro que los capltnlistas m1ís
ricos, pngar sruarlos elevados y, por tanto, como quiera
que el precio de mercado, por ohm de la fuerte compe-
tencia que presuponemos, está ya muy bajo, arruinarse.
Si, por el contrario, ei gran capitalista quiere desplazar
al pequeño, tiene frente a él todas las ventajas que el
capitalista en cuan to capitalista tiene frente al obrero.
La mayor cantidad de su capital le compensa de los me-
nores beneficios e incluso puede soportar pérdidas In().
mentineu basta que el pequeño capitalista se arruina, y
él se ve libre de esta competencia. Asr acumula los bene-
ficios del pequeño capitalista.
Ademlls, el gfilD capital1sta compro siempre mú bara-
to que el pequeflo porque compra en masa. Por tanto
puede sin daño vender mj{s barato.
As!, si bien la baja del interés transfonna a los capi-
Primer Manuscrito n
talistas medianos de rentistas en hombres de negocios,
prodúce, por el contrario, el aumento de los capitales de
negocio y el menor beneficio que es su consecuencia, la
baja del inter~s .
cAJ disminuir el bene6cio que puede extrnene del uso
de un capital, disminuye necesariamente el precio que
por su utilización puede pagarse» (Smith, t . 11, pig. 359).
cCuonto más se acrecienta la riqueza, la industria, la
población, tanto más disminuye el interé$ del dinero, es
decir, el beneficio de los capitalistas; pero los capitales
mismos no dejan de aumentar y aún más rápidamente
que antes, pese a la disminución de los beneficios... Un
gran capital, aunque sea con pequeños beneficios, se acre-
cienta en general mucho mtls rápidamente que un capital
pequeño con grandes beneficios. El dinero hace dinero,
dice el refrán» (t. I , pág. 189).
Por tonto, si o este gran capital se enfrentan 11nica·
mente pequeños capitales con pequeños beneficios, como
sucede en la situación, que presuponemos, de fuerte com-
petencia, los aplasta por oompleto.
La consecuencia necesnria de esta coropetencio es en-
tonces el empeoramiento genero! de las mercuncrns, la
falsificación, la ndulteraclón1 e1 envenenamlen.t o general,
tal como se muestra en los grandes ciudades.
(X) Una c!rcunstaocin ímportaOte en la compete¡lcia
entre capitales grandes y pequeños es, t1demlls, la rela-
ción entre capital fixe y capital circulant ("').
Capital circulant es un capibll empleado en la pro-
ducción de vrveres, en la manufactura, o el comercio. El
capital IISI empleado no rinde a su dueño beneficio ni
ingreso mientras permanezca en su poder o se mantenga
en la misma forma. Continuamente sale de sus manos
en una forma para retomar en otra, y sólo mediante esta
transformación o clrculacióo y cambio continuo rinde
beneficios. Capital /ixe es el cap.ital empleado en la me-
jota de la tier ra, en la adquisición de m6quinas, instru-
('") C.pit&l fijo y apital circulante.
78 Kad Mar~

mentos, útiles de uabajo y rosas semejantes (Smith,


tomo 11 , págs. 197- l 98).
Todo ahorro en el mantenimiento del capital fijo es un
incremento de la ganancia neta. El capital total de cual-
quier empresario de uabnjo se divide necesariamente en
capital fijo y capital circulante. Dada In igualdad de lo
suma, secl uno porte tonto menor cuanto mayor sea la
otra. El capitoJ circulante le proporciona la materia y
los salarios del trabajo y pone en mo11imiento la indus-
tria. As!, toda economía en el capital fijo que no dismi-
nuya la fuen.n producti11a del trabajo aumenta el fondo
(Smith, t . II, pllg. 226).
Se ve, desde el comienzo, que la relación entre capiJal
fiio y capital circulante es mucho más favorable para el
gran capitalista que para el pequeño. Un banquero muy
fuerte sólo necesitn una insignificante cantidad de capital
lijo m!ts que uuo muy pequeño. Su Cllpirnl fijo se reduce
a su oficina. Los instrumentos de un gran terrateniente
no aumentan en proporción a lo magnitud de su lati-
fundio. Igunlmentc, el cr~dito que posee el gran capita-
lista y no el pequeño es un ahorro tonto mayor en el
capital lijo, es decir, en el dinero que habrn de tener
siempre dispuesto. Se compre nde, por último, que allf
en donde el trabajo industrhtl hn alcanzado un alto grado
de desnrrollo y casi todo el trnbajo n mano se ha con-
venido en trob3jo fabril, todo su cnpitnl no le alcanzrr ~~
pequeño capitalista para poseer oi siquiera el capital fijo
necesnrio. On sait que les travttux de la grande culture
11'occupent babiht~llement qu'un pctlt nombre de
bras (•).
En general, en la ncumulación de grandes capitales se
produce tambi~ unn concentmción y unn simplificación
relativas del capital fijo en relación o los capitalistas más
pequeños. JZI gtnn copitnlista introduce para si uno espe-
cie (XI) de organi~.nción de los insttumentos de trabajo.
«<gualmente, en el terreno de la industria, es ya cada

(•) Es sabido que lu labores & la agicultura en aran =ala


no ocupen labitualmenl" mú qu" un~ número de b~
Primer Manuscrito 79

manufactura y cada fábrica una amplia unión de un gran


patrimonio material con numerosas y diversas capacida-
des intelectuales y habilidades técnicas para un fin cornrín
de producción ... Aill en donde la legislación mantiene
la propiedad de la tierra en grandes masas, el exceso de
una población creciente se precipita bncia las industrias
y, como sucede en la Gran Bretaña, es as{ en el campo
de la industria en donde se amontona principalmente la
grao masa de proletarios. AlU, sin embargo, en donde la .-
legislación permite la progresiva división del suelo, se
acrecienta, como en Francia, el número de propietarios
pequeños y endeudados que mediante el progresivo frac·
cionamiento de la tierra son arrojados a la clase de los
menesterosos y descontentos. Si, por último, se lleva
este fraccionamiento a un olto grado, la gran propiedad
devora nuevamente a la pequeña, ast como la gran in·
dustria aniquilA a la pequeña; y como a partir de este
momento se constituyen nuevamente grandes fincas, la
masa de los trebajadores desposetdos, que ya no es nece-
saria paro el cultivo del suelo, es de nuevo impulsada
hacia Jo industria» (Schulz, Bewegtmg dcr Produktion,
páginas 58-59).
«La cnlidnd de roercaodns de un mismo tipo cambia
mecUante las ttnosformnclones en cl rnodo de prodllcci6n
y especialmente mediante el empleo de maquinaria. Sólo
mediante la exclusión de la fuerza humana se ha hecho
posible hilar, a partir de uno libra de algodón, que vnle
.3 chelines y 8 peniques, 350 madejas con uno longitud
total de 167 millas inglesas (36 millos alemanas) y de
un valor comerciol de 25 guinClln ( ibid., pág. 62).
«Por túmino medio.' los precios de los ntúculos de
algodón han disminuido en Inglaterra desde hnce 45 años
en 11/12 y, según los cálculos de MarsbaU, la cantidad
de producto {obricado por lo que todav(a en el año 1814
se pagaban L6 chelines es suministrado hoy por un che-
Un y 10 peniques. Ll mayor baratura de la producción
industrial aumentó el consumo tanto en el interior como
en el merc:~do exterior; y n esto está conectado el hecho
de que, tras la introducción de las máquinas, el número
80

de obreros en eJ algodón no sólo no ha disminuido en


Gran Bretaña, sino que ha subido de 40. 000 a 1 ~ mi-
Uoaes. (XII) Por lo que toca a la ganancia de los em-
prt$arios y obreros industtialt$, a causa de la ereciente
competencia entre los fabrica:ntt$ sus ganancias bao dis-
minuido forzosamente en relación con la cantidad de
mercondas suministradas. De los ai5os 1820 a 1833, la
ganancia bruta de los fabricantes de Monchcster por una
pieza de percal bajó de 4 chelines con 1 l/3 peniques a
1 cheJln 9 peniques. Pero poro compensar esm pérdida,
el conjunto de lo producción hn sido ampliado. La con·
secuencia de esto es que en algunas romos de la industria
aparece en porte una superproducción; que surgen &e-
cuentes quiebras, con lo cual se produce á~ntro de la
clase de los capitalistas y dueños de ttabajo un inquie-
Uinte bambolearse y Qgitarse de lo propiedad, que arroja
oJ proletariado a una parte de los económicamente arrui-
nados; que con frecuencia y súbitamente se boceo nece-
sarias uoa detención o uon disminución dd trabajo, cu-
yos inconvenientes siempre percibe amargamente la clase
de los obreros asalariados» (ibld., pág. 63 ).
«Louer SOtt travail, c'est comme11cer son esclavage;
louer la matiere du travnil, c'est ctmstítuer sn liberté_ ..
Le travail · c'cst l'homme, la mntiere nu contraire n'est
ricn de l'homme» {Pecqueur, Th4or. soc., etc., pági-
nRS 411-412).
«L'IUm~nt matierc, qui ~~~ peut ríen pour la création
de la ricbeue sans l'autre i/lmeftt travail, re,oit la vertu
maglque d'6tre ficond pour eux comme s'ils y avaíent
mis de /eur propre fait, cet indispe~tsable ilément»
(ibid., J. c.). cEn :ruppos11nt que le lravai/ quotidien d'UtJ
ouvr1t:r lui apporte en moyenne 400 fr. par an, 1!1 que
ce/le SOIIlfiJC suffise a choque adu/te pour VÑJre d'une
vie grouiere, toul propriitaire de 2.000 fr. áe rente, de
fermage, de loyer, etc., /orce done i~tdirectement 5 hom-
mes a travailler pour Iui; 100.000 /r. de rente repr~smte
le travail de 250 hommes, el 7.000.000 1~ travail de
2.500 individ11s» {luego 300 millones -Louís Philippe-
eJ trabajo de 750.000 obreros) (ibid., págs. 412-413 ).
Primer Manuscrito 81
«Us propriltatr~s ont '~fU d~ la loi d~s hommu l~
droit d'user ~~ d'11buser, c'~si.J·dir~ d~ /air~ e~ qu'i!s
veul~nl de la m11ti~r~ de tout travaíl ... ils sont nullement
obligls par la loi d~ fournir ¡} propos ~~ loujours du tra-
vail aux non propri~tair~s, ni de l~r PIIY" un salaiu
toujours suf/uant, ~te. (pág. 413, l. c.). Uberll ~nti"~
quant a la nature, a Úl quantitl, a la qualitl, a l'oppor-
tunilé de Ja produclion tl l'11sage, tl la consommalion des
rich~sscs, ti la dirposiliOfl de la mati~re de lout lraoail.
Chacun esl /ibr~ d'lchanger sa cho.re comme iJ entend,
sans autre cortsidération que son propre intb~t d'indioi-
du» (p. 413, l. c.).
«ÚI concu"enc~ n'~rim~ pas autre chose que l'
lchange /acultatif, qui lui-m~me est Úl conséq~~mce pro-
chaine el logique áu droit individu~l d'user el d'sbuser
des instruments de tout~ production. Cu trois moments
lconomiques, lesqu~ls n'e11 font qu'un: le droit d'user
ct d'abuser, la liberté d'lchangu el la concu"~"ce arbi-
troire, ~ntra1n~nt l~s conslquenccs suivantes: chocwt pro-
duit ce qu'il v~ut, comm~ il veut, quand il v~ut, ou il
veut; produit bim 011 produit mal, trop 011 pas assez,
trop ttJt ou trop tard, trop cher ott a trop has prix; chacun
ignore s'il vendra, quand il vendra, comrncnt il vendra,
otl il véndra, a f¡ui il vendra: et 11 en est de m/Jme quant
aux achats. (XIH) Le producteur ignore les hesoins et
les r~ssources, les demandes di les offr~s. ll vend quand
il v~ut, quand 11 p~ut, ou il v~ul, a qui il v~ul, au prix
qu'il veut. B1 il och~te d~ mém~. En tout cela, il esl
toujours 1~ jouet Ju hasard, l'esclav~ de la loi du plus
fort, du moins pr~ssé, du plus riche ... Tandis qu~ sur
un point il y a disett~ d'une richesse, sur l'autr~ il y o
rrop pl~in el gaspillage. T andis qu'un producleur vend
beoucoup ou lr~s cher, ~~ a blnéfice énorme, l'aulre ne
vend ríen ou vend a peru ... L'olfre ignore la demande,
~~ la demande ignore l'ol/r~. Vous /"Oduisez s-ur la /oi
d'un go/Jt, d'w1e mode qui s~ manifesle dans le public
des consommatturs,- mais dé¡4, lorsqu~ vous él~s préts
iJ livrer votrc morchandlsc, lo fantoisie a pass/ el s'esi
fixéc sur un aulre g~nre de proáuit... conséquences in-
82 Ka.d Marx
fai/libles, la permanence el l' universalisation des banque-
routes; les méromptes, kr ruines subites et les forttmes
improvisüs; les crises commerciales, les ch6mages, lts
encombrements ou les disettes périodiques; l'imtabilité
et l'avilisument des salail'es et tks pro/its; la déperdi-
tion ()'U le gaspillage énomte de richesses, de temps et
d'efforts dans l'urene d'une concu" ence acharnée» (pági·
nas 414-416, l. c.) (').

(') Alquilar su ttabajo es comenzar au esclavlrud; Alquilar


J. mneria del ttabajo es asenw au liberud... El uabejo es el
hombre; lo matttia, por el contrmo, DO es oada del hombre
(Pccqueur, Thlor. soc., etc., p<lgs. 4l1-412).
cEI elemento materia, que n..U puede poant la ctellción de
la riqueza aln el OtrO elcnento, el tt"lbejo, recibe la virtud mi·
gica de hacerse ftttmdo para dloa, como al hubieran aportado
con su propio esfocno este elemmto in<litpeosable• ( ibid., L c.).
cSuponlendo que el uabajo c»tidiaoo de un obrero le aporte poc
tbnúno ~io 400 francos al año y que esta rum~ baste a un
adulto para una vida simple, el propietario de 2.000 francot de
remu, aparcctfu o alquilerca, fueru, puea, a cinco hombres a
mabeja.r para 6; 100.000 francos de renta representan el u abajo
de 2SO hombres y un millón el trabajo de 2 ..SOO individoos
(luego )00 miUon,es - Luls Felipe- el trobnjo de 750.000 obr~
roa)• (ibid., pigs. 412-413).
« Lo1 prop1emios han recibido de la ley humana el derecho
de u~nr y ob11~nr, es decir, de bncer Jo que quierlll1 de la mar~
ría de todo 1robojo..., Jo ley no los obiiQll en nb~luro a pro..
perdonar siempre y oporrunamentc trabajo a los no propietarios,
ni a pagarles siempre un salario 1\mclentc, en:.• (~. 41}, l. c.).
«Libertad totMI en cuanto a In nan1rnlcza, l.a cnnndnd, la c:alidnd
y Jo oportunidod de la produc:d6n, al u10 y consumo de las
riqo,zas, a la disposici6o sobre la materia del uabejo. Cada cual
es libre de interambiar su, bienes ('0111() le !'4'I'CZCII, sin otra
coosidenoci6n que su propio intaé! individuAl» (p;lg. 413, l. c.).
cl.a competencia oo apresa n:ti5 que el cambio volunrario,
que a su \'e% es la sonsecuencia di recta y ¡1róximJ del derecho
individuo! de usar y abiJS'lr de los instrumentos ele produc:ci6o.
Esto• tres ~tos ecoocStnicos, que no forman mis que uno:
el derecho de usar y abusar, la libo:Jc!ad de cambio y la com¡»
tencla arbíuaria, enr:rafum las siguientes conaecuendu: cada cual
l'roduce lo q\\e quiere, como gulere y donde quiere; pr:odu<:e
bien o mol, demasiado o DO Jo baJtante, dcmulodo proo1o o
dcmulado 1arde, dcmMioulo caro o den>uiado ba.rato; aoda cual
ignora al vcuderá, cómo vendcrd, cu«ndo vender,, dónde ven.
der<l y a qul.!n vende.rá; y lo mísmo sucede respecto a lAs com-
Primer MaouJa.h o 8)

Ricardo en su libro (Renta de la tierra): Las naciones


son sólo talleres de producción, el hombre es uon máqui-
na de consumir y producir; la vida bumann un capital;
las leyes económicas rigen ciegamente al mundo. Para
Ricardo los hombres no son nada, el producto todo. En
el capítulo 26 de la traducción &ancesa se dice (65):
«ll serait tout-a-fait indilférent potlr une persone t¡ul sur
un capital de 20.000!/erait 2.000{. par tm de profit, que
son capital cmployát cent hommes ou mílle. .. L'intér!l
del d'rme natioJJ n 1est·ll pas le mémtt? Pot1ruu que so11
reucnu net et réel, et que ses fermages et profits soíent
les mémes, qu'importe qu'elle se compose de dix ou de
douze milllons d'índiuidus?• (t. Il, pdgs. 194-195). «En
uérité, dit .M. de Sismondi (t. ll, pág. J31 ), il ne reste
plus qu'a dhirer que le roí, demeuré tout seul dans l'ile,
en tournanl conslammefll une maniuelle, fasse accomplir,
par des automates, tout l'ouurage de l'Anglete"e" 12•
«Le ma1tre qui ach~te le travail de l'ouurier, a un
prix SÍ bas, qu'il suf/it a peine QUX besoins les plus prt:S·
sants, n'est responsable ni de I'insulfisance des so/aires,
ni de la trop lo11gue durée du tratJail: il subit lui-mime
la loi qu'il impose ... ce n'est pas tant des hommes que
pr~s (Xlll). El productor lQnora las necesidades y los rceur3os, lns
demanda.'! y los o{ertas. V ende cuando quiere, cuando putde, don-
de quiere, a quleo quicrt y al precio que quiere. Y compra en
la mimta fomta. En rodo dio es siempre juguete dd u~r; es-
d~vo de lA ley dcl m&s fuerte, dc.l menos apremlodo, del m6s
rico..• Miauras que en un Lugar hay escose::~: de un bien, en ouo
hay ~ y dcspi.lfarro. Mlc:rurss un procluctOt vende mucho o
muy cato y con un bendicio cnotme, otro no votnde n.'ld:t o
vende a ~rdida... Le oferta descoi:I()Ce la demanda y la demandll
i¡¡nono la oferta. Se produce sobre la base de un susto, de una
moda que se manifiesta en~ Jos consumidoru, pero cuando Uega
cl momento de entregar la mercanda, tl capricho ha J;lASAdo y
se ha diri¡ido a otro tipo de productO ... , consecuc:ooa infali-
ble es la ~ e inftlibili<bd de laa quiebru; los dlculoe
falsos, lu ruinas súbitas y Las for1unas improvisAd3s¡ los crisis
comerciales, Jos pa.ros, los abarzotamiento• y escasece• perlódlcos,
la U:M:stabillcLad y el envilecimientO de waJ:ios y benelkios, la
p6rdidn o d dcspllf.uro enorme de riqueus, tiempo y n(ueM'.OI
en lrt nrenn do unn c:net1rnizo.dn competencia~ (ptlgs. 414416, J. c.).
84 .Kul Mane
uient la mis~re, que de la puiuance des choseu (Bu-
ret, l. c., 82) (" ).
cEn Inglaterra hay mucho. lugares cuyos habitantes
carecen de capitalet para un cultivo completo de la tie-
tta. La lana de lllS provincias orientales 13 de Escocia, en
gran parte, ha de hacer un largo camino por tierra, por
malos caminos, para aer elaborada en el condado de York,
porque en el lugar de su producción faltan capitales para
la manufactUra. Hay en Inglaterra mochas ciudades in·
dustriales pequeñas, a cuyos habitantes les falta capital
suficiente para el rransporte de su producción industrial
a mercados alejados en donde 6sta en~mra consumido-
res y demanda. Los comerciantes allf son (XIV) sólo
agentes de otrOs comerciantes más ricos que viven en al-
gunas ciudades comerciales• (Smith, r. U, piigs. 381·
382). «Pour augmenter la valeur áu proáuit annuel de la
terre et du travail, il n'y a pas d'autres moyens que
d'augmmter, quant au nombre, les ouvriers productifs,
ou á'augmenter, qua11t ll la pulssance, la faculté produc-
tive des ouvric:ra pr~cédemment employb. Dam l'un et
áans l'autrt! cas il faut presquc tou;ours un surcroit de
capital» (Smith, t . 11, p . 338) (•).
(") «Pua una persona que JObre un capital de 20.000 f. hi-
cl= un bendic:io anual de 2 .000 f., seda totalmente indiferente
que au capital eropleeae cien hombree o mil... ¿No es el misroo
el inter~ rw de una nación? Con tal de que au ln¡¡reso oeto
ttal y que sus rutas y pnanciu ..,.n las mismas, ¿qu~ importa
que est6 inttgrada por dle7. o por doce millones de indivi·
viduos?» (t. 11, p'&J. 194- 1 ~). cEn realidad ~ce d 6ci'íor
De Sísmondl-, sólo queda desear que c.l rey, c:omplewnente
solo en la bla, dAndo vuchu conatantcmenre a una l)lliDivcla,
baga realizar mediante aurÓINiw todo d trabajo de Jnalatetta.-.
«El dud5o que OCGlpra el trabajo del obrero a un pr<Xio tan
bajo que: apenas baara pan las nccesidadea m&s urgentes 110
es responsable: nl de la insulidCllcia de loe ularioc ni de b largs
dnrac:i6n del trabejo: 8 mismo sufre la ley que impone ... ; no
es tanto de J.,. horobree como de la• fuerzas de lu cosas de
donde p~ la miscrla:o (Buret, l. e:., pota. 82).
(•) cPara aumenw d valor del produao anual de b tieru
y del u:abejo 110 hay otros nJed.iol que aumen111r d nrímero de
lo$ olwl!rOs proáMaiiiOI, o aumenter, en •u porendat, la apadd¡ul
Primer Manwcrito 85
As! como la «umui4ci6n deJ capital, según eJ orden
aarural de las cosas, debe preceder a la división deJ tra-
bajo, de la mlama manera la subdivisióa de ~ste sólo
puede progresar en la medida en que eJ capital haya ido
acumulándose previamente. La cantidlld de m.ateriales que
eJ mlamo número de personas se encuentro en condiciG-
nes de IIUinuJoc:turar aumenta en la misma medido en que
el trobajo se subdivide cada vez más, y como la tarea de
cada tejedor va haci6ldose gradualmente miÚ sencilla, se
inventa un conjuntO de nuevas máquiJlu para facilitar y
abreviar aquellas operaciones. Así, cuanto miÚ adelanta
la división del uobajo, para proporcionar un empleo cons-
tante al mismo número de operarios ha de acumularse
previamente igual provisión de víveres y una cantidad
de msteriales, instrumentos y herramientas mucho mayor
deJ que era menester en una situación menos avanzada.
El número de obreros en cada una de las ramas deJ
trabajo aumenta generalmente con la división del uabajo
en ese sector, o más bien, es ese aumento de número el
que la pone en situación de clasi6car o los obreros de
esta forma (Smith, t. 11, págs. 193-194).
«As! c:omo el trabajo .no puede alcanzar esto gran ex-
tensión de las fuerzAs productivas sin uno· pxevin oc;umu-
lacióo de capitales, de igual suerte dicha ncumuloción
trae consigo tales adelantos. El capitalista desea noturnl-
mente c:olocatlo de tal modo que 6te produzca Ja mayor
cantidad de obro posible. Procura, por tanto, que la
distribución de operaciones entre sus obreros sea la más
conveniente, y les provee, al mi.s mo tiempo, de las me-
jores miquinu que pueda inventar o le sea posible ad-
quirir. Sus medios para triunfar en ambos campos
(XV) guardan proporción con la magnitud de su capitaJ
o coo el número de personas a quienes pueden dar tra-
bajo. Por consiguiente, no sólo aumenta el volumen de
actividad en los patses con el aecimiemo dl!l capital que
en ella se emplea, sino que, como consecuencia de este

prod11ctiull de los obreros ya empl~. En uno y otro caso hace


falta casi siempre un aumento de capitala (Smitb, l . H , polg. 338).
86 Karl M1L1X
aumento, un mismo volumen industrial produce mucha
mayor cantidad de obro (Smith, t. II, págs. 194-19.5).
Luego superproduccil?n.
«Combinaciones m:ú> ampliu de las fuenas producti-
vas ... en la industria y d comercio mediante la unifica-
ción de fuerzas humanas y naturales más abundantes y
diversas para empresas en mayor escalo. También aquf y
alU unión más estrecha de las principales ramas de la
producción entre s!. As(, grandes fabricantes tratarán de
conseguir grandes fincas para no tener que adquirir de
terceras manos al menos una parte de los materias primas
necesarias a su industria; o unirán con sus empresas
industriales un comercio, no sólo para ocuparse de sus
propias manufacturas, sino tambim para la compra de
productos de otro tipo y para su venta a sus obreros. En
Inglaterra, en donde dueños individuales de fábricas es·
tán a veces a la cabeza de 10 ó 12.000 obreros... no son
ya raras toles uniones de distintas ramas de la producción
bajo una intdigeoc:ia directora, de tales pequeños Esta-
dos o provincias en un Estado. Asf, en época reciente,
los propietarios de minas de Dirmíngham asumen todo
el proceso de fabricación del hierro que antes estaba
divldído entre diferentes empresarios y pro.{>ietnrios. Véa·
se 'El distrito minero de Birmlnghom' (Deutsche Vier-
tel¡ahrsschrijt, 3, 1838) 14 • Por último, vemos en las
grandes empresas por acciones, que tan abundantes se
bao hecho, amplias combinaciones del poder monetario
de muchos J?articipanres con los conocimientos y habili-
dades cienrfiicas y técnicas de otros, a los que está con-
nada la ejecución del trabajo. De esta forma les es posible
a los capitalistas emplear sus ahorros de forma más
diversificada e incluso emplearlos simultáneamente en la
producción agr1cola, industrial y comercial, con lo cual
su interés se hace al mismo tiempo más variado (XVI), se
suavizm y se amalgaman las oposiciones entre los inte•
reses de Ja agricultura, la industria y el comercio. Pero
incluso esta más fácil posibilidad de hacer p rovechosos
el ca pi tal de las más diversas foro,1as ho de aume.o tnr la
Primer Manusc:rit.o 87
oposición entre IM clases pudientes y no pudientes•
(Scbulz, 1 c., págs. 40-41 ).
Increfble beneficio que obtienen Los ancodaclores de
viviendAs de La miseria. El alquiler est' en propotción
inversa de la miseria industrial.
Igualmente, ganancias extraídas de los vicios de los
proletarios arruinados 1 (prostitución, embria~uez, preteur
mr f11gts) (w). La acumulación de capitales crece y In
competencia entre ellos disminuye al reunirse en una sola
mano el capital y la propiedad de la tierra, 1gualmenfe al
hacerse el capital, por so magnitud, capaz de combinar
distintas trunas de la producción.
Indiferencia &ente a los hombres. Los 20 billetes de
Lotcrfa de Smith 11• Revenu net tt brut áe Say (•) 16•

Renta de la tie"a
(1) El áerecbo áe los t~att!llientts tiene 5U origen
en el robo (Say, t. 1, pág. 136, nota). Los terratenientes,
como todos Jos hombres, gustan de cosechar donde no
han sembrado y piden una renta incluso por el producto
natural de la tierra (Smitb, t. I, pág. 99),
«Podr!a imaginarse que la renta de la tielTa no es
otra cosa sino el beneficio del capital que d propietario
empleó en mejorar el suelo. Hay casos en que la tel)ta
de la tierra puede, en parte, ser esto... pero el propieta-
rio exige 1) una renta aun por la tierra que no ha expe-
rimentado mejoras, lo que puede considerorse como in·
~m o beneficio de los costos de mejora es, por lo gene·
ral, sólo una edición a esta renta originaria. 2) Por oun
parte esas mejoras no ~empre se hacen con el capital
dd dueño, sino que, en ocasiones, proceden del capital
del colono, pese a lo cual, cuando se trota de renovar el
artendamiento, el propietario pide ordinariamente un
aumento de la renta, como si todas estas mejoras se hu-
bieran hecho por su cuenta. 3) A veces también exige
uo.a rento por terrenos que no son susceptibles de mejo-
('") Prc:tt•m!st• sobre prendas.
(•) Renta neta y bruta.
88 Katl Marx
rar por la mano del bombru (Smith, t. 1, ~gs. 300-301).
Smith cita como ejemplo del (&!timo caso el salicor, un
tipo de alga que, al quemarse, da una aal alcalina con la
que puede hiCCrse jabón, cristal, etc. Q:ece en la Gran
Breta!ia, especialmente en Escocia, en distintos lugares,
pero sólo en rocas que estafo situadas bajo la marea alta
y son cubiertas dos veces al d!a por las olas, y cuyo
producto, por tanto, no ha sido jamú aumentando por
la industria humana. Sin embargo, el propietario de los
terrenos en donde crece este tipo de plantas exige una
renta igual que si fuesen tiernas cultivables. En lu pro-
ximidades de la isla de Sbecland es el mar extraordíoaria-
mente rico. Una gran parte de sus habitantes vive (Il) de
la pesca. Pero para extraer un beneficio de los productos
del mar hay que tener una vivie.oda en la tierra vecina.
«La renta de la tierra est' en proporción no de lo que
el arrendatario puede boeer con la tierra, sino de lo que
puede hacer juntamente con la tierra y el mar» (Smitb,
tomo I, págs. 301-302).
.cLa renta de la rjerra puede considerarse como produc-
to de la fuert.a natural cuyo aprovechamiento arrienda el
propietario al arrendatario. Este producto es mayor o
menor según seo mayor o menor c:l volumen de esta
fuerza, o en otros !6rmlnos, según el volumen de la
fertilidad natural o artificial de la tierra. Es la obra de
la naturaleza la que resta después de haber deducido o
compensado todo cuanto puede considerarse como obra
del hombre• (Smith, r. II, pllgs. 377-378).
«En consecuencia, lo rtr11t11 de la tierra, considerada
como un precio que se paga por su uso, es naturalmente
un precio de monopolio. No guarda proporción con las
mejoras que d propjetario pudien haber bccbo en ella o
con aquello que ha de tomar para no perder, sino mds
bien con lo que el arrendatario puede, de alguna foDDll,
dar sin perder» (Smjth, t. 1, pllg. J02).
«De las tres clases productivAS la de l.os temrtenientes
es la única 11 la que su renta no cuesta trAbajo ni desve·
los, sino qu.e la percibe de una manera por as! decir
Primer Manuscrito 89
espontánea, independientemente de cualquier plan o pro-
yecto al respecto• (Smith, t. II, pág. 161).
Se nos ha dicho ya que la cuanúa de la renta de la
tierra depende de la futilidad proporcional del suelo.
Otro factor de: su dc:tennina.c:ión es la situaC'i6n.
cl.a renta varia de acuerdo con la fertilrdad de la
tierra, cualquiera que sea su producto, y de acuerdo con
la localización, sea cualquiera la fertilidad• (Srnlth, t, I ,
página 306 ).
«Cuando las tieua.s, minas y pesquerías son de igual
fertilidad, su producto será proporcional ol montante de
los capitales en elJas empleados y a la forma (111) más o
menos .habilidosa de este empleo. Cuando los capitales
son iguales e igualmente bien aplicados, el producto es
proporcionado a la fecundidad natural de las tierras y
pesquerias• (t. U, pág. 210).
Estas frases de Smhh soo importantes porque, dados
iguales costOs de producción e igual volumen, reduc:en
las rentas de la tierra a la mayor o menor fertilidad de
la misma. Luego prueban claramente la equivocación de
los conceptos en la Ec:ooom!o Política, que transforma la
fertilidad de la tierra en una propiedad del terrateniente.
Pero observemos nhora la renta de In tierrn, tal eomo
se configura en cl trdfico teal.
La rento de Ja tierra es estáblec:.idn mediante la lucha
entre arrendatario y te"ateniente. En Jn Econom!a Pol!-
tic:a constantemente nos encontramos como fundamento
de la organización social la hostil oposición de intereses;
la lucha, la guerra. Veamos ahora cómo se sitúan, el uno
respecto al otro, terrateniente y arrendatario.
cAl estipularse las cláusulas del arrendamiento, el pro-
pietario trata de oo dejar al colono sino aqueUo que es
necesario para mantener el capital que proporciona la
simiente, paga el trabajo, compra y UIJintieoe el ganado,
conjuntamente con los otros instrumentos de labor, y
además, los beoe.6cios ordinarios del capital destinado
a la labranza en la región. Moni.6estameote esto es lo
menos con que puede contentarse un colono paro no
perder; el propietario, por su parte, raras veces piensa
90
en entregarle algo más. Todo lo que resta del producto,
o de su precio, poc encima de esa porción, cualquiera
que sea su naturalc:2JI, procura resetVúselo el propietario
como renta de su tierra, y es evidentemente la renta más
elevada que el colono se halla en condiciones de pagar,
habida cuenta de las condiciones de la tierra ( 1V). Ese
remanente es lo que ·se puede considerar siempre como
renta natural de la tierra, o la renta a que naturalmente
se suelen arr-endar la mayor parte de las tierras• (Smitb,
tomo I, págs. 299·300).
•Los tcrrntenientes --dice Say- ejercen una especie
de monopolio frente a los colonos. La demanda de su
mercando, la tierra y el suelo, puede extenderse incesan-
temente; pero la cantidad de su mercancfa sólo se ex-
tiende hasta un cierto punto... El trato que se concluye
entre terratenientes y colonos es siempre lo m's venta-
joso posible pan los primeros... además de la ventaja
que sac:a de la naturaleza de las cosas, consigue otra de
su posición, su mayor patrimooio, crédito, consideración;
ya sólo el primero lo capacita para ser el único en bene-
ficiarse de las circunstancias de la tierra y el suelo. La
apertura de un canal, de un camino, el progreso de la
población y del bienestar de un distrito, elevan siempre
c:l precio de los ntrendnmientos. Es cierto que el colono
mismo puede mejorar el terreno a sus expensas, pero él
sólo se aprovecha de este capital durante la duración de
su arrendamiento, a cuya conclusión pasa al propietario;
11 partir de ese momento es 6te quien obtiene los inte-
reSC$, sin haber hecbo los adelantos, pues la renta se
eleva entooces proporcionalmente. (Say, t. ll, pági-
nas 142-143).
cLa renta, considerllda como el precio que se paga
por el uso de la tierra, es, natunlmeote, el precio más
elevado que el colono KC halla en condiciones de pagar
co Jos circunstancias en que la tierra se encueotrn
(Smlth, t. I , pág. 299).
cLa renta de un predio situado en la superficie monta
generalmente a un tercio del producto total, y es, por
lo común, una rent~ fija e independiente de las variado-
Primer Manuterlto 91

nes (V) accidentales de la cosecbu (Smith, t. l. p&g. 35 1).


cRllra vez es menor esta renta a la cuarta parte del pro-
ducto total• ( ibiá., t. n, pág. 378).
No por todas las mercandas puede pagarse renta. Por
ejemplo, en ciertas regione., no se paga por las piedras
renta alguna.
cEn términos generales, únicamente se pueden llevar
al mercndo aquellas partes del producto de la tierra cuyo
precío corriente alcanza para reponer el capital necesa-
rio para el transporte de los bienes, juntamente con s us
bendidos ordinarios. Si el precio corriente sobrepasa
ese nivel, el exc:edente irá a parar naturalmente a Ja tie-
rra. Si no ocurre as(, aun cuando el producto pueda ser
llevado al mercado, no rendirá una renta al propietario.
Depende de la demanda que el precio alcance o no•
1 (Smith, t . l, págs. 302-303 ).
cLa renta entra, pues, en la composición del precio
de I11S mercancúu de una manero totalmellle diferente
a la de los salarios o los beneficios. Los salanos o bene-
1 ficios altos o ba;os son la causa de los precios elevados
o m6dkos; la renta alta o baja es la consecutncra del
precio• (Smith, t . I , pág. 303 ).
Entre los productos que sie.m pre proporcionon uno rm-
to están los oliméntos.
«Corno el hombre, n semejanza de todas los demás
especies animales, se multiplica en proporción n los me-
dios de subsistencia, siempre existe demMdo, mayor o
menor, de productos alimenticios. En todo circunstancia
los alimentos pueden comprar o disponer de una canti-
dad mayor o menor de trabajo (V1) y nunca faltar!Úl
personas dispuestas a hacer lo necesario para conseguir-
Jos. La can tidad de trabajo que se puede comprar con
los alimentos no es siempre igual a la cantidod de traba-
jadores que con ellos podrfan subsistir si se distribuyesen
de la manera más económico; esta des~gualdod derivo de
los salarios devados que a veces es predso pngar a los
tmbojodores. En todo caso, pueden siempre compru tan ta
cantidad de trabajo como puedan sostener, según la tasa
que comúnmente percibo esta especie de trobajo en la
92 Kad Marx
comarca. La tierra, en casi todu las circunstancias, pro-
duce una mayor cantidad de alimentos de la necesaria
para mantene.r el trabajo que se requiere para poner di-
chos alimentos 17 en el mercado. El sobrante es siempre
más de Jo que seda necesario pa_ra reponer el capital
que emplea este trabajo, además de rus hendidos. De tal
suerte, quedo siempre algo en concepto de renta para
el propietario» (Smith, t. I, págs. 305·306). cNo sola-
mente es el ulimento el origen primero de la renta, sino
que si otra porción del próducto de la tlc:tra viniera, en
lo sucesivo, a producir una renta, este incremento de
valor de la renta derivarfa del acrecentamlento de capa-
cidad para producir alimentos que ha alcanudo el trabajo
mediante el cultivo y las mejoras hechn en las tierras•
(Smitb, t. I , pág. 345). cEl alimento de los hombres
alconzn siempre para el pago de la renta.. (t. I, pág. 337).
cLos pa!ses se pueblan no de una manero proporcional
al número de habitantes que pueden vestir y alojar con
sus producciones, sino en proporción al número de los
que puedan alimentan (Smith, t. 1, pág. 342).
.. Después del alimento, las dos (sic) mayores necesi-
dades del hombre son el vestido, la viviencLa y la calefac-
ción. Producen casi siempre una renta, pero no necesn-
riomente» (ibid., t. I, pág. 338). 1 ,
(VIII) Veamos ahora cómo explota el terrateniente to-
das las ventajas de la sociedad.
1) La reora se incrementa con la población (Smith,
tomo I, 3.35).
2) Hemos escuchado ya de Say cómo se eleva la renta
con los feaocarriles, etc., con la mejora, seguridad y mul-
tiplicación de las comunicaciones.
3) Toda mejor(a en el estado de la sociedad tiende,
de uno manero directa e indirecta, a eleva.r la renta de
la tierra, a incrementar la riqueza real del propietario o,
Jo que es lo mismo, su capacidad para comprar el trabajo
de otro pel'$0na o el producto de su esfuerzo... La exten-
sión dcl cultivo y las mejoras ejecutadas contribuyen a
ese aumento de una manera directa, puesto que la parti-
cipación del rc:tratenienre en el producto aumenta nero-
Prímer Manuot:rito
9J
sariamente cuando 6ste crece... El alza en el precio real
de aquellas especies de productos primarios, por ejemplo
el alza en el precio del ganado, tiende tambi~n directa·
mente a aumentar la renta de la tierra y en uno propor-
ción todavfa más alta. Con el valor real del producto
no sólo aumenta necesariamente el valor real de la parte
CO!'respondienre al propietario, es decir, el poder rcol que
esta parte le confiere sobre el Lrabajo ajeno, sino que con
dicho valor aumenta también la proporción de esta parte
en relac:ióo al producto total. Este producto, después de
haber aumentado su precio real, no requiere pnrn su ob-
tención mayor trttbajo que antes. Y tampoco sed nece-
sario un mayor trabajo para reponer el capital empleado
en ese trabajo conjuntamente con los beneficios ordina-
rios del mismo. Por consiguienu:, en relación al producro
total ha de ser ahora mucho mayor que ames la propor-
ción que le corresponderá al duefio de la tie.rra (Smith,
tomo II, págs. 1:$7-159). •
(IX) La mayor demanda de materias primas y, con
ello, el alu del valor, puede proceder parcialmente del
incremento de la población y del incremento de sus ne-
cesidades. Pero cada nuevo incremento, cada nueva apli-
cación que la manufactura hace de la materia prima hasta
entonces poco o onda utilizada, aumenta la rento. Así,
por ejemplo, la renta de los minas de carbón se ha de-
vado enormemente con los ferrocaniles, buques de vapor,
etcétera.
Además de esta ventaja que el terrateniente extrae de
la manufactura, de los descubrimientos, del trabajo, va-
mos o ver en seguida otra.
4) cTodos cuantos addantos se registran en la fuerzo
productiva del trabajo, que tienden directamente a redu-
cir el precio real de la manufacturo, tienden a elevar de
modo indirecto la renta real de la tierra. El propietario
cambia la porte del producto primario que sobrepasa su
propio consumo --o, lo que es lo mismo, el precio co-
rrespondiente a esa parte- por el producto ya manu-
facturado; pero todo lo que reduzca el precio real de
~re eleva el de aqu8. Una cantidad igual del primero
94 Ka.rJ Marx
llegará a convcrtir$e en una mayor proporción deJ últi·
mo, y el señor de Jo tierra se encontrará en concJjciones
de comprar uno mayor cantidad de las cosas que desea
y que contribuyen o su mayor comodidad, ornato o lujo»
(Smith, t. 11, pág. 159).
En este momento, a partir del hecho de que el tetta·
teniente explora todas los ventajas de la sociedad (X),
Smith concluye ( 1. II, pág. 161) que cJ inter6> del tena-
teniente es siempre idéntico al ínter~ de la sociedad, lo
cual es una estupidez. En la Economía P olltica, bajo el
dominio de la propiedad privada, el inter6 que cada
uno tiene en la sociedad esu( justamente en proporción
inversa del Interés que la sociedad tiene en él, del mismo
modo que el inter6 del usurero en el derrochador no
es, en modo alguno, idéntico al interés del derrochador.
Citemos sólo de pasada la codicia monopolista del te·
rrateniente frente a la tierra de países extranjeros, de
donde proceden, por ejemplo, lns Leyes sobre el trigo 18•
Posamos por alto aqu!, igualmente, la scrvidwnbre mecJje-
val, la csdovilud en las colonias, lo miseria de c:runpe-
sinos y jomoleros en ln Gr110 Bretnña. Atengámonos a
los pronunclamientos de la Economfo Polftlco misma.
1) Que el terrntcniente esté interesado en el bien de
lo sociednd quiere: decir, 11egún los fundamentos de la
Economía Política, que está Interesado en su creciente
población y producción orti6ciol, en el aumento de sus
necesidades, en unn pnlobra, en el crecimiento de la ri-
queza; y según la& consideraciones que hasta ahora hemos
hecho, este crecimiento es id~ntico con el crecimiento
de la miserln y de ln esclavitud. La rdación c.reciente de
los alquileres con la miseria es un ejemplo del interés
del tem~tcniente en la sociedad, pues con el alquiler
aumento la renta de In tierra, el interés del suelo sobre
el que la casa se levanta.
2) Según los economista mismos, el int~ dd terra-
teniente es el término opuesto hostil o1 del arrendatario,
es decir, al de una parte importaJlte de la sociedad.
(XI), }) Puesto que el temtteruente puede exigir dd
arrendatario una renta tanto mayor cuanto menos sola·
Primer Manuscrito 95
ríos 6te pague, y co.mo el colono rebaja tanto mds el
salario cuanto mis renta exige el propietario, el interés
del terrateniente es tan hostil al de los mozos de labran-
za como el del patrono manuúcturero al de sus obreros.
Empuja el salario hacia un mínimo, en la misma forma
que aqu6.
4) Puesto que la baja real en el precio de los produc-
tos manufacturados eleva los rentltS, el rerratenienre tie-
ne un interb directo en la reducción del salario de los
obreros manufACtureros, en la competencia entre los ca-
pitalistas, en Jo superproducción, en la miseria total de
la manufactura.
5) Si, por tanto, el inter6 del terrateniente, lejos de
ser id6!tico al inter6 de lo sociedad, está en oposición
hostil con el inter6 de Jos mozos de labranza, de los
obreros manufacrureros y de los capitalistas, ni siquiera
el inter6 de un terrateniente en particular es id~ntico al
de otro a ausa de la competencia, que considcnremos
ahora.
Ya, en general, la grRD propiedad guardo con la peque·
ña la misma relación que el gran capital con el pequeño.
Se dilO, sin embnrgo, clrcunstnnclas especioles que oca·
rrean necesariamente lo ncumu laclón de lo gran p(opie-
dad territorial y la nbsorción por ella de lo pequeño.
(X~I) E n ningún sitio dismilwye tonto con la (11agnl-
rud de los fondo, el número relntivo de obreros e ins-
trumentos como en la propiedad terdtoriol. Igulllmcnte,
en ningún sitio numenta tanto como en la propiedad
territorial, con la magnitud de los fondos, In posibilidad
de explotación total, de ohorro en los costos de produc-
ción y de adecuada divisióo del trnblljo. Por pequeño que
un campo de labranza sen, los aperos que hace necesa-
rios, tales como arado, hoz, etc., alconzan un cierto limi-
te miSs a1U del cual no pueden aminorarse, en tanto que
lo pequeñez de la propil:dad puede ir mucho mis alhí
de estos Umites.
2) El gran latifundio ncumuln 11 su favor los r~itos
·que el cttpit•l del arrendatario be empleaclo en In me-
jora del suc:lo. La pequeña propiedad territorial ha de
96 KadMan:
emplear su propio capital. Se le escapa, pues, toda esta
ganancia.
3) En tanto que toda mejo1'11 social aprovecha al gran
latifundio, pujudica a la pequefia propiedad teuitoñal,
al hacer necesaria para ella cada vez lll8yor cantidad de
dinero contante.
4) Hay que tener en cuenta todavla dos leyes impor-
tantes de esta competencia: a:) la renta de las tierras cu).
tivadas para la producción de alimentos humanos regula
la renta de la mayor parte de las otros tieC1'11s dedica-
das ol cultivo (Sm1th, t. 1 pág. 331).
Alimentos tales como J ganado, ere., s6lo puede pro-
ducirlos, en último r&mino, el grao latifundio. Este re-
gula, pues, la renta de las demú tier1'11s y puede redu-
cirlas a un mfn.imo.
El pequeño propietario territorial que t1'11baja por sí
mismo se encuentra, respecto del gran terrateniente, en
lo misma relación que un anesnno que posee un instru-
mento propio respecto del fabricante. La pequeña pro-
piedad territorial se ha convertido en simple instrumento
de trabajo (XV[). La renta de la ti erro desaparece para
el pc:quello terrateniente¡ sólo le queda, 11 lo sumo, el
inteté5 de su capital y su salario, pues la renta de la
tlerro puede ser llevada por In com~;~etendn basta no ser
mlis que el interés del cllpltnl no Invertido por el pro-
plctntlo mismo.
fJ ) Sabemos ya, por Jo demás, que o igual fcrtiHdad
y o explotación igualmente adecuada de los campos, mi-
nas y pesquerías, el producto esttl en proporción de la
magnitud de los capitales. Por consiguiente, triunfo del
gran latifundista. Del mismo modo, 11 igualdad de capi-.
tales, en proporción a la fertilidad. Por consiguiente, a
capitales iguales, triunfo del propietario del terreno ~
f6-ti.l.
y) «Puede decirse que una mina de cualquier especie
es esr&il o rica según la cantidlld de mineral que se
pueda extraer de ella con una cierta canúdod de trabajo
sea mayor o menor que la que se podda extraer, co.n
la misma cantidad de trabajo, de la mayor parte de las
Prim~r Manwcrito
97
otras minas de igual clase» (Smith, t. 1, piÍgs. 345-346).
. . . El precio de la mina mú rica regula c:J precio dc:J car-
.bcSn " de: todas las otras de: los alrc:dc:dores. Tanto c:J
propietario como el empresario consideran, c:J uno, que:
puc:dc: obtener una rento mayor, y el otro, un bcnc:ficio
más alto, vc:ndjc:ndo a un precio un poco inferior al
que venden sus vecinos. Estos se ven muy pronto obli-
gados a vender al mismo precio, aunque pocos est6J en
condiciones de: hacerlo, y aun cuando c:J continuar ba-
jando c:J precio les prive de: toda su renta y de todos sus
bendicios. AJgunns II!jnas se abandonan por completo, y
otros, al no suministrar renta, úrucameote pueden ser a-
plotadas por c:J propietario (Smith, t . I, .p4g. 3'0). «Las
minas de plata de: Europa se: abandonaron en su mayor
parte despu& que fueron descubiertas los del Perú.
. . . Esto mismo sucedió a las minas de Cuba y Santo D<>.
mingo, y aun a las más a.utiguas del Perú, desde c:J dc:s-
cubrinUemo de las dc:J Potosf» (t. I, p4g. 3'3). Exacta-
mente lo mismo que Smith dice oc¡ul es viÍUdo, en mayor
o menor medido, de la propiedad rerrirorlal en general.
5) «Hoy que notar que c:J precio ordinario de Ja tierra
depende siempre de Jo tas11 corrien.te de interés, .. Si lo
renta de la tíetro descendiera muy por deb~o del inte-
rés del dinero, nndle comprarla mds .6ncos rusticas y és-
tas registrorfan muy pronto un descenso en su precio
corriente. Por el contrario, si In rento de Jn rierro exce-
diese con mucho de In tosa dc:J interés, todo el mundo
comprarla fincas y esto restaurada igualmente con rapi-
dez so precio corriente» (t. II, p4gs. 367-368). De esta
rc:laci6n de la renta de la tierra con c:J interés del dinero
se desprende que las rentas han de descender cada vez
más, de forma que, por úlümo, sólo los mú ricos pue-
dan vivir de eUas. Por consiguiente, competencia cada
vez mayor entre los terrateruentes que no IIITienden sus
tierras. Ruina de una parte de c:Jios, reirerodo actJmulaci6n
deJ gran latifundio.
(XVTJ) Esta competencia tiene, ndem:ls, "como conse-
cuencia que una grao parte de lo propiedad territorial
cae en monos de los capitalistJU y éstos se convierten
ICarl Marx. 4
98 Kad Marx
así, al mismo tiempo, en terratenientes, del mismo modo
que los pequefíos terratenientes no son ya más que cnpi-
ralistRS. I guAlmente una parte del grao latifundio se con-
vierte en propied3d indumi31.
~ con~ecuencia última es, pue.~. la disolución de la
diferencia entre cnpitnlisra y terrateniente, de manero tnl
que, en conjunto, no hay en lo sucesivo más que dos
clases de población, lo clase obrera y la clase capitalista.
Esta comercializAción de la propiedad territorial, la traos-
for:maci6n de la propiedad de la tierra en una mercaoda, 1
es el derrocamiento definitivo de la vieja aristocracia y •
la ddinitiva instauración de la aristOCracia del dinero.
1 ) No compartimos las sentimentales lágrimas que los r
rom{nticos vierten por esto. Estos confunden siempre 1
In abominación que la comtrcializaci6n dt la titmz im- 1
plica, con la consecuencia, totalmente racional, necesaria
dentro del sistema de In propiedad privada y deseable,
que va contenida en la comercializaci6n de la propiedad
privada de la tierra. En primer lugar, In propiedad de
la tierra de tipo feudal es ya, esendalroentc, In tierra
comercinlizodo, la ti erra extrañado para el hombre y que
por eso se le enfrenla bajo la figuro de unos pocos gran-
des señores.
Yo en lo propiednd t<miroriol feudal está impllcho lo
dominación de lo tierra como un poder extl'oño sobre
los hombres. El siervo de la gleba es un occidente de la
tierra. Jgunlmcnte, a la tierra pertenece el mayorazgo,
el hijo primogénito. La rierrn lo hereda. En general, la
dominación de In propiedad privada comienza con la pro-
piedad territorial, ésta es su base. Pero en la propiedad
territorial dcl feudalismo el señor aparece, al menos, como
rey del dominio territorial. Igualmen te existe aún In apa-
riencia de unn relación entre el poseedor y la tierra más
totima que la de la pura rique2:1 material. La linea se
individualiza con su señor, tiene su rango, ~. con él,
barorilit o cond•do, tiene sus privilegios, su jurisdicción,
sus relaciones pollticas, etc. Aparece como cuerpo inor-
gánico de su señor. De aqul el oforismo: Nulk terrt
Primer Manuscrlto 99
sans maítre (1 ) en el que se expresa la conexión del seiio·
rlo y la propiedad territorial. Del mismo modo, la domi·
mtción de la propiedad terríto.cw no &J?>l:rece inmediata·
mente como dominación del capital puro. La relación en
que sus súbditos están con ella es mais la relación con
la prapia paW.. Es un estrecho modo de oa.cionalidad.
(XVIII) As! tamhi61, la propiedAd territorial feudal
da nombre a su señor como un reino a su rey. Su h istO-
ria familiar, le historia de su casa, etc., todo esto iLidi-
vidualiza para B la propiedad territorial y la convierte
formalmente en su casa, en una pcnon11. De igual modo,
los cultivadores de la pl\)picdad territorial no están con
1 ella en relación de iornaleros, siLio que, o bien son ellos
1 mismos su prapjedad, como los siervos de la gleba, o
bien estin con ella en una relación de respeto, sometí·
m;ento y deber. La posición del señor para con ellos es
1 inmedletamcnte polltiea y tiene igualmente una faceta
afectiva. Cosrumbres, ear~er. etc., vufan de una linea
a otra y parecen identi.6earse con la parcela, en tanto
que mis tarde es sólo la bolsa del hombre y no su carác·
ter, su individualidad, lo que lo relaciona con la linea.
Por último, el sefior no busca extraer de su propjedad
el mayor beneficio posible. Por el contrnrio, consume lo
que alJ( hoy y Rbnndonl\ tranquilamente el cuidado de
lo producción o los siervos y colonos. Esta es lo condición
aristocrática de la propiedad territorial que anoja sobre
su señor una rom6nrica gloria.
Es necesario que sea superada estn aparienqa, que la
propiedad territorial, roiz de la propiedad privada, sea
totalmente arrebotoda oJ movimiento de ésto y convertida
en mercancía, que la dominación del propietario, despro-
vista de todo matiz polrtlco, opuezca como dominación
puro de lo propiedad privada, del cnpiral, de~p.t:ovista de
todo tinte polltlco; que lo relación entre propiet;~rio y
obrero sea reducido a la relación económica de explorador
y explotado, que cese toda relación personal del propie-
tario con tu propiedad y la misma 1e reduzce a la rique-
(•) No hay dcrrs a1o ldlot.
100 Karl Matt
za simplemente material, de cosas; que en lugar del
1
matrimonio de honor con la tierra se celebre con ella el
matrimonio de conveniencia, y que la tierra, como el hom- 1
bre, descienda a valor de u:Uico. Es necesario que aque-
llo que es la ra{z de la prupiedad territorial, el sucio
egoísmo, aporezca también en su d nica figuro. Es nece-
sario que el monopolio reposado se cambie en el monopo-
lio movido e introoqullo, en competencia; que se cambie
el inactivo disfrute del sudor y de In anngre ajenos en
el ajetreado comercio de ellos. Es necesario, por último,
que en esto competencia la propiedad de la dert:a, bajo
la figura del capital, muestre su dominación tiiDto so-
bre la clase obrero como sobre los propietarios mismos,
en cuanto que las leyes del movimiento del capital los
arruinan o los elevan. Con esto, en lugar del aforismo
medieval nulle u"e sans seig11eur apllt'CCC! otro refrán:
l'argent , •a pas de Ma1tre ('), en el que se expresa la
dominación total de lo materia muerto sobre los hombres. 1
La divisi611 de la propiedad territorial niega el gran •
monopolio de la propiedad territorial, lo supera, pero 1
sólo por cuanto generaliJ:a este monopolio. No supera el
fundamento del monopolio, In propiedad privada. Ataca
la existencln del monopolio, pero no su esencia. La con· 1

secuencio de e.Uo es que cae vlctimo de las leyes de la


proplcdod privada. La división de la propiedad territorial
cor,rcsponde, en efecto, 1tl movimiento de la competencia
en el dominio industrial. Aparte de las desventajas eco-
nómicas de esta división de aperos y de este aislamiento
del trabajo de unos y ouos (que hay que dlstinguir evi- 1
dentemente de la división del tsabnjo: el tsabnjo no está
dividido entre muchos, sino que cada uno lleva a cabo 1
para s{ el mismo trabajo; es una multiplicación del mis-
mo trabojo), estA división, como aquella competencia, se
cambia necesariamente de nuevo en ocumula.cióo.
AlU, pues, en donde tiene lugar la división de la pro- 1 (
piedad teuitorial, no queda otra salida sino retornar al
monopolio de formo aún m's odiosa, o negar, superar, r
1
(•) El dinero no tiene ldíor.
Primer Manuscrito
1 la divlsión de la misma propiedad territorial Pero esto
101

no es el retomo o la propiedad feudal, sino lo superación


1 de lo propiedad privada de la rierra y el suelo en gene-
ral. La primera superación del monopolio es siempre su
1 generalización, la ampliación de su existencia. La supe-
ración del monopolio que ba alcanzado su existencia más
amplia y comprensiva posible es su aniquilación plena.
La asociación aplicada a b tierra y el suelo participa
de los ventajas del latifundio desde e l punto de vista
económico y realiza, por primera vez, lo tendencia origi-
naria de la división, es decir, la igualdad, al tiempo que
establece lo relación afectiva del hombre con la tierra de
Wlll manera mclona.l y no mediada por la servidumbre
de la gleba, la dominación y una esriJpida mfstica de la
propiedad, al dejar de ser ]o tierra un objeto de tráfico
y convertirse de nuevo, mediante el rmbtljo libre y el
libre goce, en una verdadera y personnJ propiedad del
hombre. Una gran ventgjo de la división es que su masa,
que no puede ya resolverse a caer en la servidumbre,
perece ante la propiedad de manerA distinta que J~ de In
industria.
Por lo que toca nJ gran Jntifundio, sus defensores ha:~
identificado Jc mnnern soffsdca los ventajas económicas
que la ngriculruro en ¡¡r~~n escnl11 qfrece con e l gran lati-
fundio, como $l 110 fuese sólo medlnn le ln ~11peración
de ln propiedad como estas venta)M :~kanznn justamen-
te (XX) su mayor C.'Ctensióo posible, de uno pnrte, y su
utilidad social, de Jo otra. Han arocndo, igualmente, el
esp1ritu mercantil de la pequclia propiedad territorinJ,
1 como si el gmn latifundio en su forma feudal no cooru-
viesé ya el tráfico de modo latente. Por no decir nada
1 de la forma inglesa moderna, en lo que van ligados el
feudnlismo dc:l propietario de la tierra y el trlflico y la
industria dc:J arrendatario. _
1 As! como el gran latifundio puede devolver el repro-
che de monopolio que la división de la propiedad terri-
torinJ le hace, pues tambl~n la división se basa en el
monopolio de la propiedad privndo. asr cnmbién puede
la división de Jo propiedad territorial devolver ni latifun-
102 Karl M•rx

dio el reproche de la división, pues también en el lati-


fundio reina la d ivisión, sólo que en forma rfgida y
anquilosada. En general, In propiedad privada se apoya
siempre sobre la división. Por lo demás, as{ como la
división de la propiedad territorial reconduce al latifundio
como riqueza-capital, os{ también la propiedad territorial
feudal tiene que marchar neccsaria~nte hacia la divi-
sión, o al menos caer en monos de los capitalistas, haga
lo que haga.
Pues d latifundio, como sucede en Inglaterra, ceba a
la inmenso mayorla de la población en brazos de la in·
dustrio y reduce n sus propios obreros a una miseria
total. Engendra y aumenta, pues, el poder de su enemi-
go, dd capital, de lo industria, oJ arrojar oJ otro lado
brazos y toda uno ocúvidad del ~;>a!s. Hoce a la mayoría
dd pats indusuinl, ·esto es, Adversaria dd latifundio. Asf
que la industria ho nlcan:>.ado un geno poder, como ahora
en Ingloterra, arron<:ll poco a poco al latifundio s u mo-
nopolio frente al extranjero y lo Arrojo a la competencia
con la propledad territorial extranjera. Bajo d dominio
de la industria, el latifundio sólo podrla asegurar su mag·
nitud feudal mcdinnte el monopolio frente al extmnjero, 1
para protegerse de las leyes genernles del comercio, que 1
contradicen su e~cncio feudnt. Unn vez arrojado a la com· 1
petencla, sigue sus leyes como cuolquier otra mercancía 1
a ella arrojada. Vo fluctuando, creciendo y disminuyen· 1
do, volando de unas monos a otrns y ninguna ley puede j
mantenerlo ya eo unas pocos manos predestinadas.
(XXI) tu consecuencia inmediata es el íroccionnmien- J
to e n muchas manos, en todo coso calda en el poder de
los capitalistas industriales. j
Fin'\lmcnte, el 1(\tifundio que de esta forma ha sido
mantenido por la fuerzo y ha engendrado junto 9 sf una 1
temible industri o, conduce 11 la crisis aún más rápidrunen- j
te que la división de la propiedad territorinl, junto a la
cual el poder de la industria est4 siempre en segundo 1
rango. J
El latifundio, como vemos en Inglaterra, ba perdido 1
yo su caclcter feudal y tomodo carácter industrial cuando
Primer ManuJCtitO lOJ
quiere hacer tanto dinero como sea posible. Da al pro-
pietario la mayor renta posible, ni nrrendntapo el bene-
ficio del capital mt{s elevado que sen posible. Los traba-
jadotes del campo est4n asl yo reducidos al mlnimo y
la ~ de los arrendatarios representa ya dentro de la
propiedad territorial el poder de la industria y del capi-
tal. Mediante la competencia con el exu~~njero, la mayor
pane de la rento de la tierra deja de poder constituir
un ingreso independiente. Una ¡¡ra.n parte de los propie-
tarios debe ocupar el puesto de los arrendatarios, que
de este modo se hunden parcialmente en el proletariado.
Por otra parte, muchos arrendatarios se apoderan de la
propiedad territorial, pues los grandes propietarios, mer-
ced a sus cómodos ingresos, se han dedicado en su ma-
yoría a la disipación y son, en In mayor parte de los
casos, también incapaces para diri¡¡ir la agricultura en
gran escala; no poseen ni capitnl ni capacidad para ex-
plotar la tierrn y el sucio. Asf, pues, una parte de éstos
se arruina completamente. Finalmente, el salario redu-
cido al mínimo debe ser :tún m~s reducido para resistir
la nueva competencia. Esto conduce entonces necesaria-
¡ mente a la revolución.
1 La propiedad territorial tenia que desnrroUarsc en cada
1 unn de estas do~ formns pntn vivir en una y otrn su
! necesario de:cadencin, del mismo modo que .lo industrio
1 tenfn que arruinarse en lo forma del monopolio y en la
formo de lo competencia p:trn aprender a creer en el
1 hombre.
1
El traba;o ena;enado
1 (XXII) Hemos pnrtido de los presupuestos de !o Eco-
nomía Pollticn. Jlemos nceptodo su rerminologla y sus
leyes. Damos por supuestas la propiedad privada, la se-
1 paración del tnbajo, capital y tierra, y la de sal•rio,
beneficio del capi tal v renta de In tierna; admitamos lo
división del trabajo, l• competenC'ía, el concepto de valor
de cambio, etc. Con la misma Economfa Polftica, con
sus mismas palabra~. hemos demosrrndo que el trabajo-
104 Kad Marx j
dor queda rebajado a mercanda, a In mú miserable de
todas las m.erc:ancfas; que la miseria del obrero está en
razón inversa de la potencia y magnitud de su produc- 1
ción; que el resu ltado necesario de la competencia es la
1
acumulación del capital en pocas manos, es decir, la más ¡

terrible reconstitución de los monopolios; que, por últi-


mo, desaparece In diferencia entre capitalistas y terrate-
nien tes, entre campesino y obrero fabril, y la sociedad
toda ha de quedar dividida en lns dos clases de propieta-
rios y obrtros desposeídos.
La Economía PoUtica parte del hecho de In propiedad
p rivod11, pero no lo explica. Capta el proceso material
de la propiedad privada, que &ta recorre en la realidad,
con fórmulas abstractaS y gcnerrues a los que luego pres-
ta valor de ley. No comprtnál! esras leyes, es decir, no
prueba cómo proceden de la esencia de la propiedad pri·
vada. La Econom1a PoUtica no nos proporciona ninguna
explicación sobre el fundame nto de la división de tra-
bajo y capital, de capital y tierra. Cuando determina, por
ejemplo, lo relación entre beneficio del capital y salado,
nceptn como fundamento último el inter~s del capitalista,
en otras palnbros , parte de oqueUo que deberla explica~:.
Otro rnnto ocurre con la compel'cncia, explicada siem- 1
pre por cil:cun~tnndas t!Xternna. En qu~ medida estas
circunstondas externas y aparentemente cosunles son sólo
expresión de un desartollo necesario, es algo sobre lo
l
1

que lo Economía Política nndn nos dice. Hemos visto


cómo poro ello hasta el intercambio mismo nporcce como 1
un hecho ocasional. Las únicas ruedas 10 que In Econo- •
mfa Polltico pone en movimiento son la codicia y la
guerra tntre los codiciosos, la competmcia. j
Justnmente porque la Economfa Polftjca no compren-
de la coherencia del movimiemo pudo, por ejemplo, opo-
ner la teoría de la competencia a In del monopolio, la
de la libre empresa a la de la corporación, lo de la divi-
sión de lo tierra o la del gran latlfundio, pues compe-
tencia, libertad de empresa y división de lo tierra fueron
comprendidas y estudiadas sólo como consecuencias a~· 1
suales, deliberadas e impuestas por la fuena del monopo- 1
1

~ Primer Manutttito
105
lio, la corporación y la propiedad feudal, y DO como sus
1 resuJtados nttesarios, inevitables y naturales.
Nuestra tarea es ahora, por tantO, la de compr~dex
1 la conexión esencilll entre la propiedad privada, Jo codi-
' cia, la separación de rrabajo, capital y riena, la de inter-
cambio y competencia, volor y de$\lolorización del hom-
1 bre, monopolio y competencia; renen1os que comprender
1
la conexión de roda esta eMjenación éon el sistema tno-
n~tario.

No nos coloquemos, como el economistA cusndo quie-


re explicar algo, eo una imaginaria situación primitiva.
Tal situación primitiva DO explica nado, simplemente. tras-
lada la cuestión a uno lejanía nebulosa y gridcca. Supone
como hecho, como aconrecimiento, lo que deberra dedu-
cir, eno es, la relación necesaria entre dos cosas, por
ejemplo, entre división del trabajo e intercambio. Asf
es rarnbi61 como la teologfa explica el origen del mal
por el pecado original: dando por supuesto como hecho,
como historia, oqueUo que debe explicar.
Nosotros partimos de. un hecho económico, actual.
1 El obrero es mtls pol..rc cuanta más riqueza produce,
1 cuanto mtls crece su producción en potencia y en volu-
men. El 1rubuj11dor se convierte en unn mcrc~~ncla tanto
l
1
más bnratu cunntns mtls mercancfos produce. Ln desvalo-
rización del mundo Ilumano crece en ra?.ón directa de la
1 valorización del mundo de las cosas. El trabajo oo sólo
• orocluce mercaocfos; se produce rambi6n o sf mismo y
~1 obrero como mtrcancla, y jusrameme eo In proporción
l en que produce mercandas en general.
Este hecho, por lo demás, no expce.Sa sino esto: el
objeto que el trabajo produce, su producto, se wrenta
a iJ como un ur txlrllÍÍo, como un pod~ indtptndientt
del productor. El producto del uobojo es el trabajo que
~ ha 6jodo en un objeto, que se ba hecho coso; el pro-
ducto es la objetivación del trabajo. La renlizoci6n del
rrobajo es su objetivación. Esra rcolizocióo del trabajo
aparece en el estadio de la Economfn Polrrico como dts-
rtaliuci6n riel trabajador, la objetivación como pbdida
106 l<nrl Marx
del objeto y servidumbre n él, la apropiación como extra·
1iamiento, como enajenación. 1
!'
H asta taJ punto aparece la reulizadón del trabajo
como desreaJjzacióo del trabajador, que éste es des reali-
zado h:1Sta llegar 11 In muerte por inanición. La objetiva-
ción aparece hastn tnl punto como pérdida del objeto
q ue el t:rohlljador 5e ve privado de los objetos más nece-
s arios no sólo para la vida, sjno incluso para el trabajo.
Es m:ú, el mbajo mismo 5e convierte en un objeto del
1
que el trabajador sólo puede npodernrse con el mayor
csfueno y las más extraordinarias interrupciones. La 1

apropinci6n del objeto aparece en tal medida como cxtra- 1


ñarruento, que cuantos mlls objetos produce el trabajador, ¡
tantos menos alcn02a a poseer y tnnto msis sujeto queda 1
a la dominación de su producto, es decir, del capital.
Todos estos consecuencias estilo d etermmadas por el
hecho de que el tNibajador se rel&eiona con el producto 1
de su trabajo como un objero extraíio. Partiendo de este
su puesto, es evldcóte que cuanto más se vuelca el traba- 1
jador e n su trnbnjo, tonto más poderoso es el mllOdo l
extraño, objetivo que c rea frente a sf y tanto más pobres
son él mismo y su mundo interior, tonto menos dueño
de sJ nUsmo es. Lo n1ismo sucede en la religión. Cuanto
mlls pone el hombre en Diog, tonto menos guarda en s1
nUsmo 21 • El trabajador po ne 5u vid a en el objeto, pero
a partir de en tonces ya no le pertenece n él, sino al ob·
jeto. Cuanto mayor es la nctlvidod, tanto m6s carece de
objetos el trab:tjndor. Lo que es el producto de su tra-
bajo, no lo es él. Cunnto mayor es, pues, este producto,
tanto mlis insignificante es el rrnbajador. La enajenaci6n
del trabajador en w producto sijlnilica no solamente que
su trabajo se convierte en un objeto, en una existencia
exterior, sjno que existe /11cra de él, independiente, extra·
ño, que 5e convierte en un poder independiente frente
a 61; que la vida que ha pres tado al objeto se le enfrenta 1
corno cosa ex t rañll y hostil. 1
( XXIII ) Consider~trcmos ohorn mlls de cerca la objt-
tivaci6fl, la producción del tmbajador, y en ella el extra-
ñamiento, la p~rdid11 del obje to , de su producto.

j
t
Primer Manuscrito 107
\
El trabajador no puede crear nada sin In naturaleZII,
1 sin el mundo extuior sensible. Esto es la materia en
1 que su trabajo se realiza, en la que obra, en la que y
' con la que produce.
Pero asf como lo naturaleza ofrece al trabajo medios
de vida, en el sentido de que el trabajo no puede vivir
sin objetos sobre los que ejercerse, nsr, de otro lado, ofre-
1 ce tambi~n víveres en sentido estricto, es decir, medios
pam la subsistencia del trabajador mismo.
En consecuencia, tulltlto m6s se apropia el trabajador
1
el mundo exterior, la naturale%a sensible, por mecHo de
1 su trabajo, tanto ml(s se priva de ulveres en este doble
1 sentido; en plimer lugar, porque el mundo exterior sen-
l sible eesa de ser, en creciente medida, un objeto perte-
neciente a su trabajo, un medio de vida de su trabajo;
en segundo t~rmino, porque este mismo mundo deja de
1 representar, cada vez más pronunciadnmente, viuues en
sentido inmediato, medios para la subsistencia frsica del
1 trabajador. ·
1 El rrabajodor se convierte en siervo de su objeto en
l un doble sentido: primeramente porque recibe un objeto
de trabaJo, es decir , porque recibe trabajo; en segundo
lugar porque recibe mf!dios de subsisuncia. Es decir, en
primer tétmino porque puede: cxlstlt· como trab~jador,
1 en segundo término poxque puede existir como sujeto

l fJ.rico. E l colmo de estn SQrvidumbrc es que ya sólo en


cunnto traba¡ador puede mantenerse como su;eto físico
y que sólo como sujeto /fsicn es yn trobajador.
(La enajenación del trabajador en su obje10 se expre-
sa, según las leyes económic~s, de In siguieme forma:
cuanto más produce el trabajador, tanto menos ba de
!
l 1 consumir; cuanto mlis valores eren, tanto más sin valor,
tanto mñs indigno es il; cuanto m:b elaborado su pro-
e ducto, tanto mú deforme el tr11bajador; cuanto más
a civilizado su objeto, tanto m1b bnrbaro el trabajador;
cuanto m:b rico espiritun.lmente se hace el trabajo, tanto
ml(s desespiritunliudo y ligado 11 la nnturnlc:za queda el
trabajador.)
La Economla Polltica oculta la tmajenaci6n esencial
108 Korl Marx

ád trabajo porqul! no conridua la rl!lación inmediata en-


tre el trabajador ( l!l trabajo) y la producción.
Ciertamente el trabajo produce mafllvillas pan los ri-
cos, pero produce privaciones para el tfllbajadar. Pro-
duce palacios, pero para el tfllbajador chozas. Produce
belleza, pero deformidades pafll el trabajador. Sustituye
el trabajo por máq uinas, pero arroja una parte de los
trabajadores o un trabajo bárbaro, y convic"e en máqui-
nas a lo otra p~~rte. Produce esp!ritu, pero origina estu·
pidez y cre tinismo parn el trabajador.
Lll rt!laci611 imnt!diat(l del trabajo y su producto es
la relaciótl del /r(lbajador y l!l objeto di! su producción.
La relación del acaudalado con el objeto de lo producción
y con la producción misma es sólo una conucul!ncia de
esto primera relación y la confirma. Con~iderarcmos más
tarde este otro a~pecto.
Cuando rreguntamas, por ranto, cuál es la relación
esencial de trabajo, preguntamos por la relación entre
el trabajador y lu producción.
Hasta nhorn hemos considerndo el extrañamiento, la
enajenación del trabajador, sólo en un aspecto, concre-
tamente en su r~lación ron el producto de s11 trabaio.
Pero el oxtrn.llomlento no se muestro ~ólo en el resul-
tndo, sino en el acto do la producción, ((entro de la adi·
vídad productiva misma. ¿Cómo poJrln el trabajador
enfrentarse con el producto de su nctlvídnd como con
algo extraño si en el acto mismo de la producción no
se hiciese ya ajeno o si mismo? El producto no es más
que el resumen de la actividad. de In producción. P or
tanto, si el producto del trabajo es la enajenación, la
producción misma ha de ser la ennjcnnción activa, la ena·
jenación de la octividod; la actividad de la cnajen:~ci6n .
En el exlfllñamiento del producto del trabajo no hace
más que resumirse el exlfllñamienro, la enajenación en la
Ktividad del tfllbajo mismo.
¿En qu~ consiste, entonces. la enajenación del ll".l·
bajo? ·
Primeramen te en que el trabajo es l!xtemo al trnbaja-
dor, es decir, no pertenece n su ser; en que en su
109
trabajo, el 1rabajador no se afirma, sino que se niega;
no se aiente feliz, sino desgraciado; no des11tt0Ua una
libre energla lJsica y espitirual, sino que mortifica su
cuerpo y arruina22
su espfritu. Por eso el trabajador sólo
se siente en sf fuera del trabajo, y en el trabajo fueJ:a
de sf. Esul en lo suyo 23 cuando no trabaja y cuando
trabaja no tlit&f en lo suyo. Su trabajo no es, as!, volun-
tario, sino forzado, lrabajo /orzado. Por eso no es la sa-
risfncclón de una nec:esi<fad, sino solamen te un lllt!dio
paro satisfacer las necesidades fuero del trabajo. Su ca-
rácter extraño se evidencia claramente en el hec:ho de
que tan pronto como no existe uno coacción f1sico o de
cualquier o1ro tipo se huye del trabajo como de la pcsre.
E l trabajo externo, el trabajo en que t'l hombre se ena-
jena, es un trabajo de autosacrilicio, de ascetismo. En
último t~rmino, paro el trabajador se muestra la exterio-
ridad del trabajo en que 6te no es suyo, sino de otro,
que no le pertenece; en que cuando est:í eo él oo se
pertenece a si mismo, sino a otro. As! como en la reli-
gión lo ocrividnd propia de la funrasla humana, de la
mente y del cornzón humanos, actúa sobre el individuo
indepcndiememento de él, es decir, como una actividad
extraña, divino o dinbóllcn, asf tOI)1hién .la actividad del
trabRjador no es su ptopia octlvidnd. Pertenece a otro,
es Jn p6rdldn de si mismo.
De esto resu lta que el hombre (el trabajador) sólo se
siente libre en sus funciones onimoles, en el comer, be-
ber, engendrar, y todo lo más en aquello que toco a la
habitación y al a1ovlo, y en cambio en sus funciones
humanas se siente como animal. Lo animal se convierte
en lo humano y lo hunaano en lo animal.
Comer, beber y engendrar, e tc., son realmente ramhién
auténticas funciones humanas. Pero en In abstrocdón que
las separa del mbito restante de la ocrivldad humana
y las convierte en 6n único y úlrimo son nnímait!i 14 •
Hemos considerado el acto de In enajenación de la ac-
rividod humann prlfcriea, del tmbajo, en dos aspectos:
1) la relación del trabajador con cl producto dt•l trabajo
como con un objeto ojeno y que lo domina. Estll relación
1111 Knrl Marx

L'S, al mismo tiempo, la ~ •~ción con el mundo exterior 1


sensible, con los objetos naturales, como con un mondo
extraño para ~1 y que se le enfrenta con hostilidad;
2) la relación del trabajo con el acto d~ la producción 1
dentro del trabajo. Esta relación es la relación del traba-
jador con su propia actividad, como con una actividad
exu:oña, que no le pertenece, La occión como pasión, la
fuer1.a como impotencia, 1:~ generación como castración,
lo propia energía física y espiritual del unbajador, su vida
persono! (pues qu~ es la vida sino 11ctividod) como una
actividad que no le pertenece, independien te de él, diri-
gida contra él. La majtmaci6n respecto de sí mismo como,
en el primer caso, la enajenación respecto de la cos11.
(XXIV) Aún hemos de exuac:r de la.s dos anteriores
una tercera determinación del tr11bajo ~najenado.
El hombre es un ser gen~rico no sólo porque en la
teoría y en la práctica toma como objeto suyo el g6!ero,
tanto el suyo propio como el de las demis cosas, sino
tiUJlbi~n, y esto no es más que otra expresión para lo
mismo, porque se relaciona consigo mismo como el gé-
nero actual, vivienle, porque se relacionn consigo mismo
como un ser rmivetsal y por eso Hhre 25 •
Lo vida genc!rica, · ton ro en e1 hombre como en el ani-
mal, consiste ffsicnmente, en primer lu¡¡or, en que el
ho mbro (como el animal) vive ele: In n(lturaloza inorgá-
nica, y cuanto más univers:~l es el hombre que el animal,
tanto más universal es el nmblto de la naturaleza inorgá-
nica de la que vive. Así como las plantas, los animales,
las piedras, el aire, la luz, cte., constlruycn teóricamente
una par te de la conciencia humlllla, e n pa rte como obje-
tos de In ciencia natural, en parte como objetos del arte
(su naturaleza inorgllnica espirirual, los medios de sub-
sistencia e~pititual que él ha de preparar para el goce
y asimilación), as! tambi~n constiruyen prácticamente
unn parte de la vida y de la IICtividad humana. Física-
mente el hombre vive sólo de estos productos naturales,
aparc:zclln en forma de alimentoción, calefacción, vestido,
vivienda, etc. te univet"Solidad del hombre aparece en
la prdcrica justAmente en In universalidad que: hace de la
Prim« Manwcriro lll
naturaleza toda su cuerpo inorglinico, tanto por ser
(1) un medio de subsistencia inmediato, como por
ser (2) la materia, el objeto y el instrumento de su acti-
vidad vital. Lll naturaleza es el cuerpo inorgánico del
hombre; lo naturaleza, en cuanto ella mismo, no es cuer-
po humano. Que el hombre vive ae la naturaleza quiere
l
decir que la naturaleza es su cuerpo, con el cual ha de
mantenerse en proceso conúnuo para no morir. Que la
vida flsica y espiritual del hombre está Lígada con La
naturaleza no úene otro sentido que el de que la natu-
raleza está ligada consigo misma, pues el hombre es una
parte de la naturaleza.
Como quiera que el trabojo enajenado ( 1) conviene
a la naturaleza en algo ajeno al hombre, (2) lo hace
ajeno de s! mismo, de su propia función activa, de su
actividad vital, tambi6J hoce del g¿nero algo ajeno al
hombre; hace que para 8 la vida gen¿nca se convierta
en medio de la vida individual. En primer lugar hace
extrañ.as entre si la vida genérica y la vida individual, en
segundo término convierte a la primero, en nbstracto, en
fin de lo última, igu:úmeme en su formo extrañada y abs·
tracta.
Pue$, en primer término, el trabajo, la actividad vital,
l.o vida prodrJctiva misma, npnrcce flf}tCI el hombte sólo
como un medio para ln satisfacdc:ln de uno necc~idad, de
lo necesidad de mantener la e.xistendn ílsicn. La vida
productiva es, sin emb3rgo, In vida genérlcr~. Es la vida
que crc:u vida. En In forma de In actividad viral reside
el car6cter dado de una especie, su carácter genérico, y
la acdvidnd libre, consciente, es el car:lcter genérico del
hombre. Lo vida mismo apar«e sólo como mdio de vida.
El animal es inmediatamente uno con su actividad
vital. No se distingue de ella. Es dla El hombre hace
de su actividad vital misma objeto de su voluntad y de
su conciencia. Tiene enividod viral consciente. No es
unn determinación con la que el hombre se funda inme-
diatamente. La Pctividad vital consciente distingue inme-
diatamente al hombre de la actividad vital animnl. Jus-
tamente, y a61o por ello, es él un ser genérico. O, dicho
112
Kad Marx
de otra forma, sólo es ser consciente, es decir, sólo es
su propia vida objeto para ~. porque es un ser gené-
rico. Sólo por ello es su actividad libre. El trabajo enaje-
nado invierte la re}.ación, de manera que el hombre, pre-
cisamente por ser un ser consciente, ha.ce de su actividad
viral, de su esenci4, un simple medío para su existeneúl,
La producción priaica de un mundo objetivo, la ela- 1
boración de IJi naturaleza inor¡á.nic:a, es In afirmación del J
hombre como un ser genérico consciente, es decir, la afie-
moción de un ~>er que se relRcionn con el g6lero como 1
con su propia esencia o que se relaciona consigo mismo ¡
como ser genúico. Es cieno que wmbi~n el animal pro-
duce. Se construye un nido, viviendas, como las abejas,
Jos castores, lu hormigas, etc. Pero produce únicamente
lo que necesita inmedi:1tamenre para 5f o para su prole;
¡1
produce unilateralmente, mientras que el hombre produ- 1
ce universalmente; produce únicamente por mandato de
la necesidad ffsica inmedíota, mientras que el hombre
produce incluso libre de la necesidad ífsica y sólo pro-
duce realmente liberado de ella; el animal se produce
sólo o srmismo, mientras que el hombre reproduce la
notu.rolezo entero; el producto del aJJimnl pertenece in-
mediatamente o $ll cuerpo rrslco, mientras que el hombre
se enfrentn llbremente 11 su producto. El Mimál forn111
únicrunente según h1 necesidad y la medida de la especie
a In que pertenece, ~entms que ol hombre sabe pro-
ducir según lo medida de cualquier especie y sabe siem-
pre imponer al objeto la mec!Jdo que le es inherente;
por ello c:J hombre crea tnmbi~n según los leyes de la
beUeza.
Por eso precisamente es sólo en la elaboración del
mundo objetivo en donde el hombre se afirma realmente
como un ser gcnirico. Esta producción es su vida geoé-
ria activa. Medillnte clla aparece la naturaleza como su
ob111 y su re2lidad. El o bjeto del trabajo es por eso la
objetivaci6n át: /11 vid11 ¡t:11érica Jt:/ hombre, pues éste
se desdobla oo sólo intel~ualmente, como en la con-
ciencio, sino activo y realmente, L se contempla a s{
mismo en u.n mundo creado por ~ . Por esto el trabajo
Primer ManuKriro
113
enajenado, al arrancar al hombre el objeto de su produc-
ción, le arranca su vida gmérica, su real objetividad
gen~rica, y transforma su ventaja re$pectO del animal en
desventaja, pues se ve privado de su cuerpo inorgánico,
de la naturaleza. Del mismo modo, al degradar la acti-
vidad propia, la actividad libre, a la condición de medio,
1
hace el trabajo enajenado de la vida genérico del hombre
1 unMedi~nte
medio pRro su existencia físico.
la cnajeooción, la conciencia del hombre que
1 el hombre tiene de su g6lero se transformo, pues, de tal
1 simple
manero que Jo vida genérica se convierte para 19 en
medio.
1 El trabajo enajenado, por tanto:
1 3) Hace del ur genlrico del hombre, tanto de la na-
turaleza como de sus fucultades espirituales gen&icas, uo
ser ojcno para él, un medio de existencia individuaL Hace
e:xtrafios al hombre su propio cuerpo, la naturaleza fuera
de él, su esencia espiritunl, su esencia humana.
4) Una consecuencia inmediata del hecho de estar ena-
jenado el hombre del producto de su trabajo, de su
actividnd vital, de su ser genéi:ico, es la enajenación del
hombre resp11cto del hombre. Sí el hombre se enfrenta
consigo mismo, se enfrenta tombi~n o.!· otro. J_.o que es
válido respecto de Jo fClae.ión del hombre con su traba-
jo, con el producto de su trnbajo y consigo mlsmo, vale
también paro Ju relación deJ hombre con el otro y con
el trabajo y el producto del trabajo del otro.
,
En general, la afumaci6n de que el hombre está ena-
jenado de su ser genérico quiere d~cir que un hombre t 1
está ~najenado dd otro, como cada uno d~ dlos esti
enajenado de la esencia humana.
La enaj~nación del hombre y, en genero!, toda ceJa-
cióo del hombre consiso mismo, sólo encuentra realiza-
ción y expresión v~rdaderas en la relación en que el
hombre está con el otro.
En la relación del trabajo enaj~nndo, cado hombre con-
sidera, pues, n los demds según Jo medida y lo relación
en Ja que él se encuentra consigo mismo en cuanto tra-
bajador.
114 Kacl M=
(XXV) Hemos partido de un hecho económico, el ex-
uafiamiento enue el trabajador y su producción. Hemos
expuesto el concepto de este hecho: el trabajo enajenado,
extrañado. Hemos tlllaliudo este concepto, es decir, he-
mos analizado simplemente un hecho económico.
Veamos ahora cómo ha de exponerse y representarse
en la realidad el concepto del trabajo enajenado, ex-
trañado.
Si el producto del trabajo me es ajeno, se me enfrenta
como un poder extraño, entonces ¿a qui~ pertenece?
Si mi propia actividad no me pertenece; si es una
actividad ajena, Íoi'Zildtl, ¿a quién pertenece entonces?
A un ser otro que yo.
¿Quién es ese ser?
¿Los dioses? Cieno que en los primeros tiempos la
producción principal, por ejemplo, la construcción de tem-
plos, etc , en Egipto, 1ndia, Méjico, aparece al servicio
de los dioses, como también a Jos dioses pertenece el
producto. Pero los dioses por si solos no fueron nunca
Jos due6os del tmbojo. Aú" menos de la naturale:r.a. Qué
contradictorio serlo que cuando más subyuga el hombre
a la noturalezn mediante su tmbnjo, cuando más super-
fluos vienen n resultor los mllogros de los dioses en tazón
de los mUtt¡;ros de Jo industria, tuviese que renunciar
el hombre, por omvr de estos podetes, n lo olegda de la
producclón y al goce del producto.
E l ser extraño ol que pertenecen el trabajo y el pro-
ducto del trabltjo, o cuyo servicio está aquél y para
cuyo placer sirve éste, solamente puede ser cl hombre
mismo.
Si el producto del trabaío no pertenece al trabaja.d or,
si es frente o él un poder extra.6o, esto sólo es posible
porque pertenece u otro hombre que no es el trabajador.
Si su actividad es para ~1 dolor, ha de ser gou y alegria
vital de otro. NI los dioses, ol la naturaleza, sino sólo
el hombre mismo, puede bU este poder extraño sobre los
hombres.
Recu6>dcse la afirmllción antes hecha de que la rela-
Primee Mnnus.:rlto 115

ción del hombre consigo mismo únicamente es para él


obietiva y real a través de su relación con los otros hom-
bres. Si ~. pues, se relaciona con el producto de su
trabajo, con su trabajo objetivado, como c:on un objeto
poderoso, independiente de ~. hostil, extraño, se está
rdaciooando con ll de fonna que otro hombre indepen-
diente de 8, poderoso, hostil, extraño o él, es el dueño
de esre objeto. Si ll se relaciona c:on su actividad como
con una actividad no libre, se esrlt relncionando con ella
como c:on la acrividnd ol servicio de ouo, bajo las órde-
nes, la cumpulsión y el yugo de otro.
Toda enajenación del hombre respecto de si mismo y
de la naturaleza ap1uece en la relación que ll presume
entre él, la naruralC?.a y los otros hombres distintos de
ll. Por eso la outoenajenación rellgiosa aparece necesaria-
mente en la relación del laico con el sacerdote, o tam-
bién, puesto que equf se trata del mundo intdecrual, con
un mediador, etc. En el mu.o do práctico, real, el extraña-
miento de si sólo puede manifestnrse mediante la rda-
ción pr,ctica, real, con los otros hombres. El medio
mismo por el que el extrañamiento se opera es un medio
prllctlco. En consecuencia medlaQte el trabajo enajenado
no sólo produce el hombre su relación con el objeto y
con el acto de la propia proqucción como con pode-
res ( ..) que le son extroiíos y hostiles, sino también la
relación en Jo que Jos otros hombres se encuentran con
su producto y Ia relución en ln que él está con estos
otros hombres. De In mism.a manera que hace de su
propia producdóo su desrcalización, su ca.stigo; de su
propio producto su ~rdida, un producto que no le per-
tenece, y asl tombiln crea el dominio de quien no pro-
duce sobre !11 producción y el producto. Al enajenarse de
su propia actividad poscs.iona ol extraño de 1a actividad
que no le es propio.
Hasta aboro hemos COI)siderado Ia relación sólo desde
(") Sigo aqul el texto ele MEGA, que dice Mikbt~. que es
el 1~nnino que emplea tambi61 la cdlcl6n Dlel%. En la edición
de Hillman ae dice, por ti coolntip, M~nrtbl!n (bnmbres).
116

el .lado del trabajador; la consideraremos mais tarde tam·


biál desde el lado del DO trabajador.
As!, pues, mediante el trabajo ~najn~tzdo crea el traba-
jador la relación de este trabajo con un hombre que está
fuero del trabajo y le es extraño. La relación del traba-
jador con el trabajo engendra la relación de éste con el
del capitalista o como quiera llamarse al patrono del
trabajo. La propiedad privtzda es, pues, cl producto, el
resultado, la consecuencia necesaria del trabajo enajem~­
do, de la .relación externa del uabajador con la naturaleza
y consigo mismo.
Partiendo de la Economfa Polttica hemos llegado, cier-
tamente, al concepto del trabajo ~ntzj~flado (á~ la vida
~najenada) como resultado del movimiento d~ la pro-
piedad privada. Pero el an~sis de este concepto muestra
que aunque la propiedad privada a~rece como funda-
mento, como causa del trabajo enajenado, es mais bien
una consecuencia del mismo, del mismo modo que los
dioses no son originariametzlt! la causa, sino el efecto de
la confusión del entendimiento humano. Esta relación se
transforma después en una interacción reciproca.
Sólo en el último punto culminante de su desarrollo
descubre In prof?icdad privado de nuevo su secreto, es
dec.ir, en prl mcr lugat que es el producto del trabajo
ena¡·enndo, y en segundo término que es el medio por el
cun el trabajo se enajena, ln r~alizaci6n de isla t:naje-
flaci(m.
Este desrmoUo ilumina al mismo tiempo diversas coli-
siones no resueltas basta ahora.
1) La Economla PoUtico pone del trabajo como del
alma verdadera de la producción y, sin embargo, DO le
da nada al trabajo y todo a la propiedad privada. Par-
tiendo de esta contradicción ha fallado Proudbon en favor
del trabajo y contNI la propiedad privada. Nosotros, sin
embargo, comprendemos, que esta aparente contradic-
ción es la contradicción del lroboio ena¡enodo consigo
mismo y que la Economía Polrtica simplemente ha ex-
presado las leyes de este uobajo enajenado.
Comprendemos también por esto que ralario y propie-
Primer Manuscrito 117
dad privada son id6ltlcos, pues el salado que paga el
producto, el objeto del trabajo, el trabajo mismo, es s6lo
una consecuenc1a necesaria de Ja enajenación del trabajo¡
en el salario el trabajo no aparece como un fin en sf,
sino como un ¡ervidor del salario. DetaJJaremos esto
más rarde. Limiulodonos a extraer ahora algunas co~
cuencias (XXVI ).
Un alza /o1711da d~ los salarios, prescindiendo de todas
las dem:ís dificultades (prescindiendo de que, por tratarse
de una anomalla, sólo mediante la fuena podrfa ser
mantenida), no serfa, por tanto, más que una me;or re-
muneraci6n d11 los t!Jclttvos, y no conquistarla, ni para el
trabajador, ni para el trabajo su vococión y su dignidad
humanas.
Incluso la igualdad d11 salarios, como pide Proudhon,
no hace más que transformar lo cclación del ttobajador
actual con su trabajo en la relación de todos los hom-
bres con el trabajo. La sociedad es comprendida enton·
ces como capirruísto abstracto.
El saluio es uno consecuencia inmediata del trabajo
enajenado y el trabajo enajenado es la causa inmediata
de In propiedad privndo. Al desaparecer un término debe
~tunbién, por esto, dosnparece,¡· el otro.
2) De la relación del trabajo enajenado con la propie-
dad privada se sigue, adem:ís, que la emancipación de la
sociedad de la propiedad ptivada, etc., de la servidumbre,
se expresa en lo formo polftica de la ema11cipacwn de los
lrobaiadores, no como si se tratase sólo de la emancipa-
ción de éstos, sino porque su emoncipación entrafia la
emancipación humana general ; y esto es a.sf porque toda
In servidumbre humana está encerrado en la relación del
trabajador con la producción, y todas las relaciones ser-
viles son sólo modificaciones y consecuencias de esta re-
lación.
Asf como mediante el an6Jisis hemos encontrado el
concepto de propí11dad privada pa rtiendo del concepto
de lrabaio enaienado, extraiiado, as{ también podrán des-
arrollarse con ayuda de estos dos fACtores todas las catt!·
gorJas económicas y encontraremos en cada una de estas
ll8 Karl Marx

categorlas, por ejemplo, el u1ifico, la competencia, el


capital, el dinero, solamente una expresi6n delt!rminada,
desarrollada, de aquellos primeros fundamentos.
Antes de considerar esta estructuración, sin embargo,
tratemos de resolver dos cuestiones.
1) Dererminar la·esencia general de la propiedad pri-
vada, evidenciada como resultado del trabajo enajenado,
en su relación con la propiedad verdaderamente hum4na
'Y SOCial.
2) Hemos aceptado cl exJrañllmiento del trabajo, su
enajenaci6n, como un hecho y hemos realizado este he-
cho. Abom nos preguntamos ¿cómo llega el hombre a
enajenar, a extrañar s-u trabajo? ¿Cómo se fundamenta
este extrttñamiento en la esencia de la evolución humana?
Tenemos ya mucho ganado para la solución de este pro-
blema al haber trttnSformado la cuestión del origen de la
propiedad privada en la euesrióo de la relación del traba-
jo enajenado con el proceso evolutivo de la humanidad.
Pues cuando se habla de propiedad privada se cr-ee tener
que ha~rselns con unn cosa fuera del hombre. Cuando
s,. habl11 de trabajo nos lns tenemos que haber inmedia-
tamente con el hombre mísmo. Esta nuevo formulación
de la pregunta es ya incluso su solución.
od. l) Bsmcia general de la propicdetd privada y su
relaci6n co11 la propiedad verdadera111tmte human~~.
El trnbajo enajenado se nos ha resuelto en dos com-
ponentes que se condicionan recfproeomente o que son
sólo dos expresiones distintas de una misma relación.
L:t apropíaci6n aparece como CJUrañamíento, como enaje-
naci6n y In enajenaci6n como apropiaci6n, el extraña-
miento como la verdadera naturaliuci6n.
Hemos considerado un aspecto, d trabajo enajenatkl
en relAción al trabajador mismo, es decir, la relación dd
trabajo enajenado consigo mismo. Como producto, COIJ)()
result•do necesario de esta relación hemos encontrado 1a
relaci6n de propiedad del no-trabajador con el trabajador
y con el trabajo. La propiedad privadtt como expresión
resumidA, material, del trabajo enojenndo abarca ambas
rel~~eiones, la relaci6n del trabajador con el trabajo, con
Primer Manuscrito 119

tl producto tk su traba¡o y con tl no trabajador, y la


rdoción dtl no trabajador con el trabajador y con tl
producto dt su trabajo.
Si beroos visto, pues, que respecto del trabajador, que
roedionte el trabajo se apropia de la naturaleza, la apro-
piación aparece como enajenación, In actividad propiJI
como octividad p11t11 otro y de otro, In vitalidad romo
holocausto de lo vida, la producción del objeto como
pérdida del objeto en favor de un poder t xtraño, consi-
deremos ahora la relación de este hombre extraño al
trabajo y al trabajador con el trabajador, el trabajo y su
objeto.
Por de pronto 10 hay que observar que todo lo que; en el
trabajador aparece como actiuiáad de la enajenací6n,
aparece en el no trabajador como estado de la enajena·
cí6n, del extrañamiento.
En $egundo t6-roino, que el comportamitn/o práctico,
rtal, del trabajador en la producción y respecto del pro-
ducto (en cuanto estado de inimo) aparece en el·no
trabajador a ~ enfrentado como componamiento tt6rico.
(XXVII) T ereero. El no trabajador. hace contra el
trabajador todo lo que éste hace conu:n sf mismo, pero
no hace contra s! lo que hoce contra el trabajador 27 •
Consideremos mñs detenld11mcntc estos treR rclnciones.
1

Segundo Manuscrito
i

'
El Manuscrtto N .• 2 consta dt un folio (2 bo;tJS, 4 pá-
giMS, numeradas del XL al XUJI) . ComitnVIII 111 mittzd
dt una jrtJSe 'Y constituye mt~ni/itstamente s6lo tl frag-
mento finlll dt tm escrito mh amplio
La relaci6n de 14 propiethd privada
(XL) Constituye los intereses de su capital. En el Lra-
bajndor se da, pues, subjetivamente, el hecho de que el
capital es el hombre que se ha perdido totnlmcnte a sf
mismo, de In ooismn formo que en el capital se da, obje-
tivamente, el hecho de que el trabajador es el hombre
que se hn per~ldo t0t11lmente n si mismo. El t,r;~bnjtidor
tiene, sin embn.rgo, ln desgracia de ser un capitnl viviente
y, por tanto, menesll!roso, que en el momento en que
no trabaja pierde sus Intereses y con ello su existencia.
Como capital, el valor dd trabajo aumenta según la
oferta y la demandn, e incluido /isicamente su existencia,
su vida, ha sido y es entendida como una oferta de
mercancla igual a cualquier otra. El trabajador produce
el capital, el capital lo produce a ~; se produce, pues, a
si mismo, y el hombre, en cuanto trabajador, en cuanto
mercancla, es el resultado de todo el movimiento. Pa:ra el
hombre que no es m~ que trabajador, y en cunnto
trabajador, sus propiedades humanas s61o existen en la
medida en que existen para el capital que le es extraño.
123
124 Karl Marx
Pero como ambos son extraños el uno para el otro y se
encuentran en una reloci6n indiferente, exterior y casual,
esto situaci6n de extmñamienro reciproco ha de aparecer
tombiéo como rt:al. Tan pronto, pues, como al capital
se le ocurre --«WTencia arbitraria o ncce.soria- dejar 1
de existir para el trobajador, deja éste de existir para sí; (
no tiene ningún trabajo, por tanto, ningún saJarjo, y dado
e
que él no tiene existencia como hombre, sino c0111o tra-
bajador, puede hacerse sepullar, dejarse morir de ham-
l
bre, etc. El trabajador s61o eldste como trabajador en
S
D
lo medida en que existe para si como capital, y s6lo
exi.,te como capital en cuanto existe para ll un capitol. o
lA existencia del capital es su existencia, su uida; el d
11
capital determina el contenido de su vida en forma para
Cl
él indiferente. En consecuenciA lo Economta PoUtica no
UJ
conoce al trabajador parado, al hombre de trabajo, en
()
la medida en que se encuentro fuero de esta relaci6n
laboral. El pfcaro, el sinvergüenza, el pordiosero, el para- el
Úl
do, el hombre de trabajo hambriento, miserable y delin-
cuente son figuras que no existen para ella, sino sola- re
mente: para otros ojos; paro los ojos del m~ico, del juez, ca
del sepulturero, del alguacil de pobres, etc.¡ son fantas- ri<
mas que quedan !uero de su reino. Por eso pnra ella las la
necesidades del Lrnbnjndor se "reducen solamente a la ne- pr
cesidad de nwntenedo durante c!l trabajo de manera que pit
no se exti11ga la raza de los trabajadores. El solario tiene, pr.
por tanto, el mismo sentido que el mantenimiemo, la la
conurvoción de cualquier otro instrumento productivo. sio
El mismo sentido que el consumo de capital en general. ac1
que éste requiere paro reproducirse con intereses, como vie
el aceite que las ruedos necesitan para mantenerse en y t
movimiento. El salario del trabajador pertenece asf a los cio
costos necesarios del capital y del capitalista, y no puede del
sobrepasar las exigencios de esto necesidad. Es, por tanto, eso
perfectomeote lógico q\re ame el Amenámt:nt Bill lar
1
de 1834 los fabricontes ingleses detrajeran del salario rne:
del trabajador, como parte integrante del mismo, los li- lOI
t!Xf¡
mosnas púbUcas que éste recibe por medio del imouesto
de pobres. · y b
y SI
~
Segundo ManuJ~Crito

La producción produce al hombre no sólo como mer-


t25
,'
cancÚl, mercancla humana, homb~ d~:terrninado como
mert:~~ncla; lo produce, de acuerdo con esta determina-
ción, como un ser dnhumanizmio tonto flsica como espi-
ritualmente. Inmoralidad, deformación, embrutecimiento
de trabajadores y capitalistas. Su producto es la mercap..
da con conciencia y actividad propias ... , la mercancÚl
humana. Grao prog~ de Ricardo, Mili, etc., &ente a
Smith y Say, al declarar la existencia del hombre -la
mayor o menor productividad humana de la mercancia-
como indiferenu e incluso nociva. La verdadera finalidad
de la producción no estwl en cu:inros hombres puede
mantener un capital, sino en cuántos intc:rescs repona,
en la cuantla de las economfas lllluales. Igual.m ente fue
un grande y consecuenre progreso de la reciente
(XLI ) Ecooooúa PoUtica inglesa el explicar con plena
claridad (al mismo tiempo que eleva eltraba¡o a principio
único de la Economfo Polftica) lo relación irwersa exis-
tente entre el salario y el interés del capital y que el
capitalista, por lo regular, sólo c.on la reducción del sala-
rio puede gonor y viceversa. Lo telnci6u normal no seda
la explotación del consumjdor, sino la exploración recl-
proca de capitalista y trabajador. La relocióQ de In pro-
piedad privada contiene latente en sf lo relación de la
J?tOpiedod p.rivnda como lraba;o, usl como la relación de
la misma como capital y la conexión de estas dos expre-
siones entre sf. Es, de uno parte, la producción de la
actividad humana como trabajo, es decir, como una acti-
vidad totalmente extraña a s( misma, extrofia al hombre
y a la naturaleza y por ello totalmente extraña a la con-
ciencia y a la manifestación vital; la existencia abstracta
del hombre como un puro hombr~ de trabajo, que por
eso puede diariamente precipitarse de su plena nada en
la nada absolu ta, en $U inexistencia socW que es su real
inexistencia. Es, por otra parte, la producción del obje-
to de la actividad humana como capítal, en el que se ha
extinguido toda determinación natural y "!Óal del objeto
y ha perdido lo propiedad humana su cualidad narural
y social (es decir, ha perdido toda ilusión política y so-
126 Xarl Mact

cial, no S(! mezcla con ninguna relación 11parenJemente


hum:ma), que también permanece el mismo en los más
diversos modos de existencia naturo1 y social, y es per-
lcci:Jmente indiferente Iespccto de su contenido real. Esta
oposición, llevada a su culminación, es neces:uimnente
la culminación, la cúspide y la decadencia de la relación
todo.
Por eso es también uno gran hAZnfia de lo reciente
Ecouom!a Política inglesa baber denunciado lo .renta de
In tierra como la diferencia entre los inLoreses del peor
suelo dedkado a la agricultura y el mejor suelo cultivado,
hohcr aclnrndo las ilusiones romdnticas del terrateniente
{su presunta importancia socio] y In identidad de sus in-
tereses con los de la sociedad, que todavfa afirma Adam
Smith, siguiendo a los fisiócratas 1 ) y haber anticipado y
preparado el movimiento real que unnsformará al terra-
teniente en un capitalista totalmente ordinario y prosaico,
simplifiCará y agudizará la contradicción y ~~Celerará as{
su solución. La tierra como lie"a, la renta áe la ti~a
como renta de la tie"a, han perdido allt su diferencia
esla!1umtal y se han convertido en capilal e interés que
nadn significan o, más exactnmente, que sólo dinero
significan. La diferencia entte copltol y tiewt, entre ga·
nuncla y renta de 1~ tierra, as! como lo de nmbns con el
sol11rio; lo diferencia corre industria y agricultura, pro-
piedad privada mueble e inmueble, es una diferencia
histórica no fundada en la esencia de los cosas; la fiia·
ción de un momento de la formnción y el nacimiento de
lo oposición entre capital y ttobajo. En lo industria, et·
dtera, en oposición a la propiedad inmobiliaria, sólo $(!
expreso el modo de nacimiento y la oposición en que se
ha formado la industria con relación a )a agricultura.
Esto diferencia sólo subsiste romo uo tipo especial de
trabajo, como una diferencia esettcial, importante, vital,
mientras la industria (la vida urbano) se forma frente
a la propiedad ro1al (la vida &Ilstocraitlca feudal) y lleva
QÚil en s! misma el carácter feudal de su contrario en la
~armo del moooJ?Olio, el gxcmio, lo corporación, etc., den-
tro de cuyos determinaciones cl trnbojo tiene oúb una
~sunclo MenuiCdto 127

apar~te significación social, tiene aún d signi.6cado de la


comunidad real, no ha progresado aún hnsta In indife·
rtmcia respecto del propio contenido, hasta el pleno ser
para sf mismo, es decir, basta la abstracción de todo otro
ser, y por dlo no llegado aún a capi tal liberado.
(XLII) Pero d desarrollo necesario del trabajo es la
industria liberada, eonstituicla como tal para sf, y el
capital liberado. El poder de la industrio sobre su con-
trario se muestra en seguida en el surgimiento de ]1\
agriculttlra como uon verdadera iodustrin, en tanto que
antes ello dejaba el principal trabnjo al suelo y a los
esclavos de este suelo, mediante los cuales ésle se culti·
vabn a si mismo. Con la transformación del esclavo en
un trabajador libre, esto es, en un aslllarilláo, se ha ttans·
formado d terrateniente ~ si en un patrono industrial,
en un cnpitalista; transliorrnación q ue ocurre, en primer
lugar, por intermedio de[ ar:rendatnrio. Pero el a"enda-
tario es el representante, d revelado secreto del tenate-
niente; s6lo mediante 8 existe econ6micamente, como
propietario privado, pues las rentas de sus tierras s61o
existen por la competencia entre los arrendatarios. Esen-
cialmente d tertoteniente se ha convertido, por tanto, ya
en el a"endatario, en un capitalista ordinario. Y esto
tiene 11ún que consumn rse en In rcalldnd: el Ctlpitl!llsta
que se dedico a In agcieultura, el orrenda tatlo, ha de 1 ,
convertirse en terrateniente o viceversa. El tráfico indus-
t rial del arrendatario es el del te"ateniente, pues el ser
del primero pone al del segundo.
Como acordándose de su supuesto nacimiento, de su
origen, el terrateniente ve en el capitalista 11 su petulante,
liberado y enriquecido esclavo de ayer, y se ve a s{
mismo, en cuanto capitalista, amenazado por él. E l capi·
talistB ve en d terrateniente al inútil, cruel y e11of.sta
señor de ayer, sabe que le estorba en cuanto capitalista;
que, sin embargo, le debe a la industria toda s u actual
importancia social; ve en ~una oposición a la industria
libre y al libre capital, independien te de toda determina·
cl6n natural. Este antagonismo es sumamente amnrgo y
se dice rec!pro.camente la verd¡1d. Bosta con leer los ntn-
1
1
128 Karl Man

ques de la propiedad inmueble o lo mueble y viccvexsa


para forjarse una grifica imagen de su recíproca indig-
nidad. El terrateniente hace vo.ler el origen noble de st1
propiedad, los recuerdos feudales, las remioiscencias, la
poc:sfa del recuerdo, ro entusiútica naturaleza, su im-
portancia pol!úca, etc., y cuando habla en economista
dice que s61o la agricultura es productiva. Pinta al mismo
tiempo a su adversario como u n canalla adinerado, astu-
to, vennJ, me-.tquino, tramposo, codicioso, capoz de ven-
derlo todo, rebelde, sin corazón y si n espíritu, exLraño al
ser común que tranquilamente vende por dinero, usure-
ro, alcahuete, servil, intruso, adulador, timador, que en-
gendra, nutre y mima lo competencia y con elJs el
pauperi~mo. el crimen, la disoluci6n de todos los lazos
sociales, sin honor, sin principios, sin poesía, sin nada.
(V61se entre otros, al 6siócnta ·Berguse, a quien ya fus.
tiga úunille Desmoulins en su peri6dico &volutions áe
France eJ de Brabant; v61se v. Vincke, Lancizolle, Haller,
Leo, Kosegarten, y véase también Sismondi) (•). La pro-
piedad mueble, por su pnrte, seiinlo las maraviJias de la
industria y d el movimiento¡ ella es el fruto de la época
moderno y su legftimo lújo unigénito. Compadece a su
udvcrsnrio como o un mentecato no ilustrado sobre su
propio ser (y esto es perfectamente cierto), que qu~siera
colocar en lugnr del mor~l capital y del trabajo libre, la
inmoral fuerza bruto y la servidumbre¡ Jo pinta como
un Don Quijote que bajo lo apariencia de la rectitud, la
hot~orabiUdaá, el interb general, la estabilidad, oculta
la incapacidad de movimiento, la codkiosa búsqueda de
placeres, el egofsmo, el interés particular, el torcido pro-
pósito; lo denuncia como un taimado monopolista; en-
N V~ tambi&l el afectlldo teólo¡o vle~heRcl.iano Funke
quien , q6n el acllor Leo, cootabe con J4rlmos en lo. ojos cómo,
al aboline l• sesvidumbre, un esclavo se ne¡¡6 a dejar de ser
eroPit:dml mobiiÚITU V61~ tambim las Ft~11tiiSÚts J>lllri6tiC4S de
Ju.stu• Mosu, que ac: c:aracttrizan por no abandonar nl un ins-
tllntc el atffi:bo, pcqudio bur¡u61, cc:uero,., bllbllwú y Jimítlldo
bori:wntc del 6lliteo y ser, pese a c.o, puru fanta&ías. Esta ooo-
uadiccl6n a la que las ha hecho tan llrtcdvas pau el esplriru
alemiln. ( NOia d'" Mant.)
1
f
S<:gundo Manulerito l29
sombre~ sus reminiscencias, su poesla y sus ilusiones
con una enumeración histórica y sascástlca de la bajeza,
la crueldad, el envilecimiento, la prostitución, la infamia,
la anarqula y In reb<:ldl11 que tuvieron como talleres los
rommticos castillos.
(XLIII) La propiedad mobiliasia habría dado al pue-
blo la libertad polltica, desatado las trabas de la sociedad
civil, unido entre sf los mundos, establecido el humo.ni-
tario comercio, la moral pura, la amable cultura; en lu-
gar de sus necesidades primasias habrfa dado al pueblo
necesidades civilizadas y los medios de saúsfacerlas, en
Lmto que el terrateniente (ese ocioso y molesto a.capara-
do.r de trigo) encarece paro el pueblo los víveres más ele-
mentales y obliga asf al capitalista a elevas el salario sin
poder elevar lo fuer.~:n productivo; con ello estorba la
renta anual de la nación, la acumulación de capitales,
esto es, Jo posibilidad de poder proporcionas trabajo al
pueblo y riqueza al pols. Finalmente la anula totalmente,
acarrell uno decadencia general y explota avaramente to-
da¡ las ventajas de ln civilización moderna, sin hacer lo
más mfnimo por ella e incluso sin despojarse de sus pre-
juicios feud11les. Basto, por último, con que mire a su
arrendatario (~, para quien la agricultura y In tierra
mismn sólo existen como una fuente de dinero que se Ja
ha regalado) y diga si él oo es un canulla honrado,
far,á.Jíco y astuto que en corazón y en realidad hace
tiempo que pertenece a ln libre industtin y al dulce co-
merdo por más que se oponga a ellos y por más que
charle de recuerdos históricos y de finalidades morales •
o pol!ticas. Todo lo que realmente alega en su favor s6lo
es cierto respecto del cultivador de la tíerra (del capita-
lista y de los mozos de labranza), cuyo enemigo es más
bien el terratenie11te; tesdmooia, pues, contra sf mismo.
Sin capital, la propiedad territorial seda materia muerta
y si.n valor. Su civillzaclo triunfo es precisamente haber
descubierto y situado el trabajo humano en lugar de la
rosa inanimada como fuente de lo riqueza. (V6ase Paul
Louis Cowier, St. Simon, Canilb, rucordo, Mili, Mac •
Culloch, Destutt de Tracy y Micbel Cbevalier.) •

Karl Marx S
1.30 Karl Matx

Del curso r~al del proceso de desal"t'oUo (intercalar


aqut) se deduce el triunfo necesario del capitalismt>, es
decir, de la propiedad privada ilustrada sobre la DO ilus-
trada, bastarda, sobre el tt"attmitntt, de In misma forma
que, en general, ha de vencer el movimiento a la inmo-
vilidad, la vileza abierta y consciente de st misma a la
escondida e incoosciente, la coáid11 a la twidez át plaa-
rts, el egoísmo declarado, incansable y experimentado
de la ilustr«i6n, al egol&lllo loeal, simple, perezoso y
fantútico de la m~rstid6n; como el áintro ba de ven-
cer a todas las otr:u formas de la propiedad privada.
Los Est11dos, que sospechan algo del peligro de la in-
dustria plenamente libre, de la moral plen:uDei~te libre
y del comercio humanitario, tratan de detener (aunque
totalmente en vano ) la capitalización de la propiedad de
la tierra.
La propiedad á~ la li~mz, en su diferencia respecto del
capital, es la propiedad privada, el capital, preso aún de
los prejuiCÍOf Ú>caks y polJticos, que DO na vuel to aún
a st mismo de su vinculación con el mundo, el capital aún
incompleto. Ha de llegnr, en el curso de su configurací6n
mundial, a su forma absn-acta, es decir, pura.
La relación de lo propiedad privada es trabajo, capital
y lo relación en tre ambos.
El movimiento que estos elementos han de recorrer es
el siguiente: ·
Primeramenl~: Unidad itJmcáiata y (b) mediata de
ambos.
Capital y trabajo primero aún unidos, luego separados,
atrañados, pero exigJ~ndose y aumcntl'lndose recfproc:a-
mente como condiciones positivas.
Oposü:i6n át ambos, se excluyen redprocamente; eJ
ttabajodor sabe que el capitalista es la negación de su
existencia y viceversa; cada uno de ellos trata de arreba-
tar su existencia al otro.
Oposición de cada uno de ellos cotuigo mismo. Capi-
&gundo M•nusalto 131
tal = trabajo acumulado= trabajo. Como tal descompo-
ni~ndose en sf mismo y sus int~r~us, a3f como 6tos 11
su vez se descomponen en int~~us y b~11~/ieios. Sacri·
ficio total del capitalista. Cae en lo clase obrera asf como
el obrero -aunque: sólo excc:pdooalmc:ote-- se: hace: ca-
pitalista. Trabajo como momento del capital, sus costos.
EJ salario, pues, sacrilicio del capiral.
Trabajo se: descompone c:n si mismo y d salario. El
trabajador mismo un capital, una mercando. Colisión d~
oposicio11~s r~clproc/IJ.

11
1

f
Tercer Manuscrito
El MaJtUScrito urc~ro está contenido en un cuadtr·
no formado por 17 folros ()4 ho¡as, 68 páginas las últi-
mas 23 no escriJas). La numtrt1t:l6n de Marx salta de
la pág. XXI a la XXIII y d~ la XXN a 14 XXVI.
Comienza ~~ Manuscrito con dos apindices a un texto
perdido que han sido tituútdos, r~spectivam~nte, por
V. AdoraJslty cPropi~dad privada y trabaio•, «Propiedad
privada 'J comunismo•. Sigue la critica de la Filoso/f4
h~geliana 1 el Prólogo, que h~mos colocado al comienw
siguiendo a los editores d~ la Marx Engels Gesamte
Ausgabe.
Figuran igualm~nte tn las páginas finales de estos fo·
líos unas notas tk "lectura dt! la Fenomenologla de Ht!gel,
recogidas en t!l Ap6ndict! al T. J de la Primera St!cci6n
de la Matx Engels Gesamte Ausgobe. Se trattl de rimples
resúmenes qrle no hemos crcido necesario incluir.
.r
• 1¡

PropiedmJ privada y trabaio


1) A la pág. XXXVI. La esencia StJbietiva de la pro·
piedad privada, la propiedad privada como actividad para
sf, como sr¡¡eto, como persona, es eJ trnbajo. Se com-
prende, pues, que sólo la Econqmla Polldco que reco-
noció como su principio 11! trab¡;¡jo - Atlam Smitb-,
que no vio ya en la propiedad privado solatllente una
sitt1ui6n exterior nl hombre, na de ser considerada tan-
to como un producto de la energia y movimientos reales
de la propiedad privada ("), cuanto como un producto
, de la industria moderna; de la misma (orma que !11 Eco-
nomía PoUtica, de otra parte, ha acelerado y enaltecido
la energ{a y el desurollo de esa industria y ha hecho 1/
de ella un poder de la conciencia. Ante esta Economfa
Pol.ú:ic:a ilustrada, que na descubierto la esencra subietiviZ
de le riqueza -<lentro de la propiedad priv•d•-. •pare-
cen como adoradores de Eáolos, como ctll6licos, los par-
(•) Ella [la Econom1a PoUdca1 P. R.l c:t ~1 movimiCIIto inde-
pendiente de t. propled.d pri,_ que ba lkpdo • Kr !Mit'e sf •
o:n la oooc:ieocia, t. industria modem• en penooa. (Nota de 1\lltt'x.)
135
136
udarios dd sistema dinerario '1 mercantilista 1, que s6lo
ven la propled11d privada como una «:$COCÍa obietiva para
el hombre. Por eso Engels ha l.Llmado con razón a ALlam
Smith el Lutero de la Economía 2• Asf como Lutero
reconoció en la religión, en la fe, la esencia del mundo
real y se opuso por ello al paganismo católico; así como
él supero la religiosidlld externa, al hacer de la religiosi-
dad la esencia Intima del hombre; as( como ~ neg6 d
sacerdote exterior al laico; asf tambi61 es superada la
riqueza que se encuenlrtl fuera del hombre y es indepen-
diente de él --que ha de ser, pues, afirmada y mantenida

r
s6lo de un modo exterior-, es decir, es superada ésta
su obietillidad exterior sin pensamiento, al incorporarse
la propiedad privada a hombre mismo y reconocerse el
hombre mlsrno como su esencia; nsf, sin emhllrgo, queda
el hombre determinado por la propiedad privada, como
en Lutero queda determinado por la Religión. Bajo la
apariencia de un reconocimiento del hombre, la Econo-
mfa Pol!tica, cuyo principio es d trabajo, es más bien la
consecuente realiZAción de lo negación dd hombre al no
encontrarse yo él mismo en una tensión exterior con la
esencia exterior de lo propiedad privada, sino haberse
convertido el mismo en lo tensa esencia de la propiedad
privado. Lo que ol)tcs cr.o ser fuera de si, enojcnaci6n real
del hombre, se ha convertido ahora en el acto de la
enajenación, en enajenación de sí. Si esa Economía Poll-
tlca comienza, pues, con un reconocimiento aparente del
hombre, de su independencia, de su libre acúvidad, et~
tera, al trasladar a la esencia misma del bombre la pro-
piedad privada, no puede ya ser condicionada por las
d~terminaciones locales, nacionales, etc., de la propiedtpl
pri11ad1Z como tm ser que exista fuera de ella, es decir, si
esa Economlo Polrtlca desarrolla uno energ(a cosmopolita,
general, que derriba todo Umite y toda atadura, para
situarse a sr misma en su lugar como la única polftica,
la t1nica generalidad, el limite único, la única atadura,
ns{ también ba de arrojar ella en su posterior desarrollo
esta bipocresla y hll de apatecer en su total cinismo.
Y esto lo hace (despreocupada de todas las cotltra,cfic-·
Tercer Manuscrito 137

cienes en que la enreda esta doctrina) al revelar de forma


más U11ilateral y por esto más aguda y más. conseeuénle,
que el tn~bajo es la eseoda ónica de la riqueza, probar
la inhumanidad de las consecuencias de esta docttina, en
oposición a aquella concepción originaria, y dar, por úl-
timo, el golpe de gracia a aquc.IJa último forma de exis-
tencia imJividuaJ, na/ural, independiente del trabajo, de
La propiedad privada y fuente de riqueza: la renta tk la
tierra.., esta exp~ón de la propiec!Bd feudal ya rotal-
mente economificada e incapaz por eso de rebcldfa con-
tra la Economrn Polltica (Escuela de Ricardo). No sólo
aumenta el cinismo de la Economía Polirica relativamen-
te a partir de Smith, puando por Say, basta Ricardo,
Mill, etc., en la medida en que a estos óltimos se les
ponen ante los ojos, de manera más desarrollada y llena
de contradicciones, los consecuencias de la I miustrúz¡
también posltivnmcnte van conscientemente cada vez más
lejos que sus predecesores en el extrañamientO respecto
del hombre, y esto únicamente porque su ciencia se des-
arrolla de forma mis verdadera y consecuente. Al hacer
de la propiedad priv11da en su formo activa sujeto, esto
es, al hncer simultáneamente dcl hombre una esencia, y
dcl hombre como no ser un ser, la contradicción de la
realidad se corresponde plenamente con el ser contradic-
torio han reconocido como principio. La desgarra-
realidad de la industria confirma su principio der-
farraGio en sí mismo lejos de refutarlo. Su principio es
el principio de este desgorramiento.
La teoría fisiocnltica del Dr. Qw~snay representa el
l ttlins:lto del mercantilismo a Adam Smith. Lo fisúx;racia
de forma directa, la disolución econ6mil:o-polltica de
propiedad feudal, pero por esro, de manera igualmente
la lransformaci6n ~con6mico-política, la reposi-
de la misma, con la sola cüfcrencia de que su len-
no es ya feudal, sino económico. Tooa riqueza se
restJel,te en tie"a y agricultura La tierra no es aón
raprtaJ, es todavfa una especial forma de existencia del
nisato que debe valer en su naturalidad, especialidad, y a
de c.IJa; pero la tierra es, ain emlnrgo, un ekm~n-
138 .IWI Maa
to natural general, en tanto que el sistema mercantilista
no conoda otra existencia de la rique:ta que el metal
noble. El ob¡eto de la riqueza, su IDllteria, ha recibido
pues al mismo tiempo, la mayor generalidJid dentro de
los limites de la nlllurakvl en la medida en que, como
natural~a. es trunbién inmediatamente riqut2a objetiva.
Y la tierra solamente es para el hombre mediante el
trabajo, mediante la agric:ultura. La esencia subjetiva de
la riqut:la se traslada, por tanto, al trabajo. Al mismo
tiempo, no obstante, u agric:ultura es el único tr@a¡o
productivo. Todavla el t111bajo no es entendido en su
gcncralidad y abmacción; estli liBado aún como a su
matt!riD, a un t!lemento natural especial; sólo es cono-
cido todavia en una especial forma de exislt!ncia natural-
mente dtJterminada. Por eso no es todavia más que una
enajenación del ho mbre determinad4, especial, lo mismo
que su producto es comprendido aún como una riqueza '
determinada, mas dependiente de la naturaleza del traba- 1
jo mismo. La tierra se reconoce aquí todavfa como una
existencia natural, independiente del hombre, y no como
capital, es decir, no como un momento del trabajo mis·
mo. Más bien apnrec:e el trabajo como momento suyo.
Sin embargo, al reducirse el fetichismo de la antigua
riqueza exterior; que existla sólo como un objeto, a un
elemento naturnl muy simple, y reconocerse su esencia,
aunque sea sólo porcialmente, en su existencia subjetiva
bajo una forma especinl, está ya iniciado necesariamente
el siguiente paso de reconocer la esencia general de la
riqueza y elevar por ello a principio el trabajo en su : ·
forma mtls absoluta, es decir, nbstr11eta. Se le probaría a la
fisiocracia que desde el punto de vista económico, el
único justilia.do, la agrit:ultura no es d.Utinta de cunlquier
otra industria, que la esencia de la riqueza no es, pues,
un trabajo determinado, un trabajo ligado a un elemento
especial, una determinada exteriori7;ación del trabajo, sino
el trabajo en g~neral.
La fisiocracia niegA la riqueza ~~p~cial, exterior, puta•
mente objetiva, n1 declarar que su ~sencia es d trabajo.
Pero de momento el trabajo es para clh únicamente la
Tercer Manuscrito 139
.
esencia subíttiva de la propiedad territorial (parte del
tipo ele propiedad que históricamente aparece como do:
minante y reconocida); solamente a la propiedad territo-
rial le permite convertirse en hombre tfla¡enado. Supera
su carkter feudal al declarar como su esencia la inátlltTÚJ
(agricultura); pero se comporta negativamente con el
mundo de la industria, reconoce la esencia feu<i.l, al de-
clarar que la agrkultura es la tínic4 industria.
Se comprende que tan pronto como se capta la eseneúJ
subietivtt de la mdU$trla que se constituye en oposición
a la propiedad territorial, es decir, como industria, esta
esencia incluye en sí a aquel su contrario. Pues asf como
la industria abarca a la propiedad territorial superada,
uf tambi~ su esencia sub;etiutt abarca, al mismo tiempo,
a la cseocia subjetiva de lsta.
Del mismo modo que la propiedad territorial es la
primera forma de la propiedad privada, del mismo modo
que bistódcamente la industria se le opone inicialmente
sólo como una forma especial de propiedad (o, m's bien,
es el esclavo librado de la propiedad terdtoria l), as(
también se repite este proceso en la comprensión cientí-
fica de la esencia subjetiva de la propiedad privada, en
la comprensión científica del trabajo¡ el trabajo aparece
primero ún.iCIIJDcnte como trabajo agrlcola, para hncerse
después valer como trabajo en general.
(lll) Toda riqueza se ha convertido en riqueza ináus-
trúll, en rit¡lleta del trabajo, y la iná11stria es el trabajo
concluido y pleno dd mismo modo que el sistema fabril
¡ 'es la esencia perfeccionada de In ináuslrio, es decir, dd
uabajo, y el capiJtll industrial es la forma objetiva con-·
clusa de la propiedad privad..
Vemos cómo sólo ahora puede perfeccionar In propie-
dad privada su dominlo sobre el hombre y convertirse,
co su forma mú general, en un poder histórico-universal.

1
140 Karl Man

Propiedad privada -y comunismo


. . . a la p't¡. XXXIX. Pero la oposición cnuc: caren-
cia de propiedml y propied11d es unA oposición todavia
indiferente, no captada aún en su relaci6n aclitJa, en su
conexión inltma, no captada aún como contradicci6n,
mientras no se la comprendo como la oposición de tra-
bajo y capital. I ncluso sin d prog.res.ivo movimiento de"
la propiedAd privada que se da, por ejemplo: en la
an tigua Romo, en Turqufa, etc., puede expresarse esta
oposición en la primeril forma. Asf no aparece aún como
puesta por la propiedad privada misma. Pero d trabajo,
la esencia subjetiva de la propiedad privada como exclu-
sión de la propiedad, y el capital, el trabajo objetivo
como exclusión del trab:ljo, son la propieám1 privada
como una relación desarrollada hasta la contradicción y
por ello una relación enérgica que impulsa a la disolución.
ad. ibidt!m. La superación del extrllfiamieoto de sr mis-
-· mo sigue el mismo camino que éste. En primer lugar la
propit!dad privada es contemplada sólo en su aspecto
objetivo, pero considerando el trabajo como su esencia.
Su forma de existencia es por ello el capital, que ha de
ser superodo «cn cuanto tal• (Proudhon). O se toma
unu forma especi¡:¡l de trabajo (el trabajo nivelado, parce-
lado y, cm consecuencia, no llbre) como fuente de la
nocividad de la propiedad privado y de su existencia
ex traña al hombre (Fourier, quien, de acuerdo con los
Jisi6cratas, considera de nuevo el trabajo agrlcola como
el trabajo por excelencia; Saint Simon, por el contrario,
declara que el trabaio industrial, como tal, es la esencia
y aspira al dominio exclusivo de los industriales y al
mejoramiento de la siruación de los obreros). El comu-
nismo, finalmente, es la expresión posiJiva de la propie-
dad privada supeellda; es, en primer lugar, la propiedad
privllda gmeral. Al tomar esta relación en su t,t!nt!ralidad,
el comunismo es: 1.") En su primera forma solamente
uno f!.Cnt!TalíZIJci6n y conclusi6n de la misma; como tal
se muestra en una doble formn: de uno parte el dominio
141
de la propiedad material es tan grande frente a él, que
él quiere anlqullar todo lo que no es susceptible de ser
poscfdo por todos como propi~dad privada; quiere pres-
cindir de forma viol~nia del talento, etc. La pousi6n
frsica inmediata representa para 8 La fmalidad única de
la vida y de la existeDcia; el destino del obrero no es
superado, sino extendido a todos los hombres; La relaci6n
de la propiedad privada contin6a siendo la relación de
la comunidad con el mundo de: las cosas; finalmente se
expresa este movimiento de oponer a la propiedad pri-
vada la propiedad general en La forma animal que quiere
oponer al matrimonio (que por lo demú es una /bmUZ
de la propiedad privada exclr1sioa) la comunidad de las
mujeres, en que la mujer se convierte en propiedad co-
tnunti/ y común. Puede decirse que esta idea de la comu-
nidad de mujeres es el ucreto a voces de este comunismo
todavfa totalmente grosero e irreflexivo. Asf como la
mujer snle dc:l matrimonio para entrar en la prostitución
general, asf también el mundo todo de la riqueza, es
decir, de la esencia objetiva del hombre, sale de la rela-
ción dc:l matrimonio exclusivo con c:l propietario privado
para entrar en la relación de la prostitución universal
con la comunidad. Este comunismo, al negar por com-
pleto la perscmaliáad del hombre, es jusrnmente la ex-
presión lógica de l11 propiedad privada, que es esta nega- ,..
ción. La envidia genero! y constituida en poder no es
sino la forma escondida en que In codicia se establece
y 1 simplemente, se satisface de otra manera. La idea de
toda propiedad privada en cuanto tal se vuelve, por lo
menos, contra la propiedad privada mú rica como envi-
dia y deseo de nivelad6n, de manera que son estas pa·
siones las que integran el ser de la competencia. El co-
munismo grosero no es mú que el remate de esta codi-
cia y de esta nivelación a partir del oúnimo representado.
Tiene una medida determinada y limitada. Lo poco que
esta supet11ci6n de la propiedad privada tiene de verda-
dera apropiaci6n Jo prueba justamente Ja negaci6n abs-
tracta de todo el mu.oclo de la educación y de la civiliza-
ci6n, el regreso a la antlnaJural (I V) simplicidad del
142 Karl Mane
N

hombre pobrt y sin necesidades, que no sólo no ba


superado la propiedad privada, sino que ni siquiera ha
llegado basta ella.
La comunidad es sólo una comunidad de trabtr;o y de
la igualdad del salario que paga el capital común: la
comunitÚJ como apitalista general. Ambos términos
de la relación son elevados a una generalidad imagi~
ria: el. trabajo como la determinación en que todos se
encuentran situados, el ctrpital como la generalidad y el
poder reconocidos de la comunidad.
En la relación con la mujtT, como presa y sesvidora
de la lujuria comunitaria, se expresa la infinita degrada-
ci6n en la que el bombre existe pan a! mismo, pues el ~
creto de esta relación tiene su expresión inequífJoca, deci·
siva, manifiesta, revelada, en la relación del hombre ron
la mujtT y en la forma de concebir la inmediata y natural
relación gen~rica. La relación inmediata, natural y nece-
saria del hombre con el hombre, es lo relación del hombre
ron la mujer. En esta relación natural de los g6leros,
la relación del hombre ron la naturaleza es inmediata·
mente su relación con el hombre, del mismo modo que
la relación con el hombre es inmediatamente su relación
con la naturole7.a, su propia determinación natural. En
esta reloción u efJidcncia, pues, de manera sensible, re·
ducida a un htdzo visible, en qué medida la esencia
humano se ho convertido para el hombre en naturaleza o
en qué medida ln naturaleza se .ha convertido en esencia
humana del hombre. Con esto relación se puede juzgar el
grado de cultura del hombre en su totalidad. Del carácter
de esta relación se deduce In medida en que el hombre
se ha convertido en ser gtn~rico, en hombre, y se ba
comprendido romo tal; la relación del hombre con la
mujer es la relnción mfls natural del hombre con el hom-
bre. En ella se muestra en qu~ medida la conducta
natural del hombre se ha becbo humma o en qué medida
su naluralezfl bumana se ha becbo f.ara 6 naturali!Zil.
Se muestra tambi6l en esta relacido a .erteosi6n en que
la n~siúd del hombre se ha hecho oecesidad humtr~~~~,
l.
' Tcro:r Manusc:rito 143

en qu~ extensión el otro hombre en cuanto hombre se ha


convertido para 8 en necesidad; en qué medida él,
en su más individual e:.ristencia, es, al mismo tiempo,
ser colectivo.
La primera superación positiva de: la propiedad priva-
da, el comunismo grostro, no es por tanto más que una
forma de mostrarse la vileza de la propiedad privado que
se quiere iostausar como comu11idad positiva.
2.•) El comunamo o) Aún de naturaleza potrtica, de-
mocnhica; fJ) Con su superación del Estado, pero al
mismo tiempo aún con esencia incompleta y 11fectada por
la propiedad privado, es decir, por la enajenación del
hombre. En lllDbas formas el comunismo se conoce ya
como reintegración o vuelta a s{ del hombre, como supe-
r:ación del extrañamiento de s{ del hombre, pero como no
ha captado todavía la esencia positiva de la propiedad
privada, y menos aún ha comprendido la naturaleza hu-
mana de la necesidad, estd oún prisionero e infectado por
c:lla. Ha comprendido su concepto, pero aún no su
esencia.
J.•) El comunismo como supención positiva de la pro-
piedad privada en cuanto aUioexlrañamiento del hombre,
y por c:l1o como 11propiaci6n real de lo esencia humana
por y piU'Il el hombre; por eUo como rotorno del hombre
para sí en cuanto hombre social, es decir, humano; re-
tomo pleno1 consciente y efectu~do dentro de toda la
riqueza de la evolución humana hasta el presente. Este
oomuni5mo es, como completo nnturalismo = humooismo,
como completo humonismo=noturalismo; es la verda-
dera solución del conllicto entre el hombre y lo narurn -
Jeza, entre el hombre y el hombre, la solución definitiva
del liti3io entre existencia y esencia, enrre ohjetivación y
autoafirmación, entre libertad y necesidad, entre individuo
y g6lero. Es el en.igma resuelto de la hisrorua y ube
que es la solución.
(V) El movimiento entero de la historia es, por ello,
tantO su generación ~al --el nacimiento de su existen-
cia empfrica- como, para su conciencia pensante, el mo-
144 Karl Marx

vimiento comprendido y conocido de su devenir. Mien-


tras tanto, aquel comunismo aún incompleto busca en las
figuras hiatórias opuestas a la propiedad privada, en lo
existente, una prueba en su favor, arrancando ll!Qmeotos
particularea del movimiento (Caber, ViUegardclle, etcé-
tera, cabalgan especialmente sobre este caballo) y presen-
tándolos como pruebas de so 6orccimieoto histórico
pleno, con lo que demuestra que la parte inmensamente
mayor de este movimiento contradice sus afirmaciones y
que, si ha sido ya una vez, su ser pasado contradice
precisamente su pretensión a la esencüt.
Es ftkil ver la necesidad de que todo el movimiento
revolucionario encuentre so base, tanto empfcic:a como
teórica, en el movimiento de la propiedml privaáa, en la
Econom!a.
Esta propiedad privada malerütl, inmediatamente sen-
sible, es la expresión material y sensible de la vida
humana enajenada. Su movimiento - lo producción y el
consumo-- es la manifestación sensible del movimiento
de teda la producción pasada, es decir, de la realización
o realldad del hombre. Religión, fa.mllla, Esrado, dere-
cho, moral, ciend11, arte, cte., no son más que formas
especi(llcs de ln produc~ión y caen bajo su ley general.
La superación positiva de !11 propiedad privada como
apropiación de la vida humana ~s por ello la superación
positiva de toda enajenaclón, esto es, la vuelta del hom-
bre de&cle la Religión, la familia, el Estado, etc., a su
emtenda humana, es declJ¡. social. La enajenación reli-
giosa, como tal, transcurre sólo en el dominio de la
conciencia, del fuero interoo del hombre, pero la enaje-
nación ecooórnia pertenece • la vida real; su superación
abarca por ello ambos aspectOS. Se comprende que el
movimiento tome su prim" comienzo en los distintos
puebloc en distinta fotma, según que la verdadera vida
reconocida del pu.eblo transcurra mú en la conciencia
o en el mundo exterior, sea mú la vida ideal o la vida
materia1. El comunismo empieza en seguida con el ateís-
mo (Owen), el atef.smo inicialmente esti aón muy lejos
r creer Manuscrito
14.5
de ser comunismo, porque aquel atelsmo es aún más
bien una abstracción (b) •..
La 61nntrop!o del atclsmo es. por esto, en primer lu-
gar, solamente uno ñlantropfa filos6fica abstracta, la del
comunismo es inmediatamente r~al y directamente ten-
dida hacia la acci6n.
Hemos visto cómo, dado el supuesto de In superación
positiva de Jo propiedad privada, el hombre produce al
hombre, a s! mismo y al otro hombre; cómo c:J objeto,
que es la realización Inmediata de au lndividu.Udad, es
al mismo tiempo su propia existencia para el otro hom-
bre, la existencia de ~ste y la existencia de ~te para &
Pero, igualmente, tanto el matedaJ del trabajo como d
hombre en cuanto sujeto son, al mismo tiempo, resultado
y punto de partid¡¡ del movimiento (en c:J hecho de que
han de ser este punto d~ partida reside justamente la
necesidad histórica de la propiedad pcivada). El carácter
social es, pues, el carácter general de todo el movimien-
to; asf como es In sociedad misma la Qtle produce al
hombre en CUOJltO hombre, asf tambi~ es producida por
él. La actividad y el goce (") soo tnmbién sociales, tanto
en su 7f/Odo de existenci(l (d) como en su contenido;
actividad social y goce (") .rocía/. Lo esencin hulf¡ona de
la oarurolezn no e1<lste más que parn el hombre social,
pues sólo así existe para él como vinculo con el hombre,
como existencia suyo paro cJ otro y cxistcncio del otro
para ~1. como elemento vital de In realidad bumona; sólo
asf existe como fut~damcmo de su propia existencia hu-
mana. Sólo entonces se convierte para ~ su existencia
(b) La prottituci6o a 161o una expresi6o uP«i4/ de la gnt~·
raJ ¡uosdtud6n cid trúw~dor, y como la protdrud6o et una
rdad6o en la que no 161o cmn d ptoatlroido, tino rambl6l d
prostiro~tc -cuya i¡DominJa a aún mayo,_. rambi61 d api-
talista entra en CSII arcaorla ( Notll J~ M/In(.)
("} En MEGA y en las ~cioocs de Landshut y 11úer se dice
Grot (esp1riru}. en tanto que cn la de Dica y en la de IIlllman
se ha lcfdo Gmuss (¡oce), que patCCC mú apropi~Hio.
(d) En MEGA, y en la.s cdicione. de Landshur ~1J:!.cr, E11tst~
hungswdse (modo de aparición) en Dietz y an, Bxis-
tcn:welse (modo de exi.ttcnci1).
146

naturpl en su existencia humana, lu noturalt::~:a en hom-


bre. La sociedad es, pues, la pleno unidad esencial dd
hombre con la naturaleza, la verdadero resurrec:ción de
la naturaleza, d naturalismo realizado dd hombre y d
reallza.dO humanismo de la naruraleza.
(VI ) La actividad social y d goce (~) social no exis-
ten, ni mucho menos, en In formo t'Ínica de una actividad
inm~dialflmente comunitaria y de un goce (•) inmediata-
mente comunitflrUJ, aunque la actividad comunitaria y d
goce (•) comunitflrio, es d«ir, la actividad y d goce (~)
que se exteriorizan y afirman inmediatamente en real st>-
ciedad con otros hombres, se reallzadn dondequiera que
aquella expresión Inmediata de la sociabilidad se funde
en la esencia de ~u ser y se adec:úe a su naturaleza.
Pero incluso CUAndo yo sólo actóo científicamente, etc.,
en una actividad que yo mismo no puedo llevar a cabo
en comunidad in.mediatn con otros, también soy social,
porque actúo en cuanto hombre. No s61o d material de
mi actividad (como el idioma, merced al que opera el
pensa.d or) me es dado como producto social, sino que mi
propia existencia es actividad social, porque lo que yo
bago lo hago para lo sociedad y con conciencia de ser un
ente social.
Ml conciencio general es s6lo Jo forma teórica de aque-
llo cuyo forma vivo es In comunidad real, el ser social,
en tonto que boy en dla la conciencia general es una
abstracción de la vida real y como tal se le enfrenta. De
aqu.! uunbiéo que In actividad de mi conciencia general,
como tal, es mi CJtistencia uórica como ser social.
Háy que evitn~ onte todo el hnccr de nuevo de la
«sociedad• una abstracción frente al individuo. El indi-
viduo es el ser social. Su exteriorizaci6n vital (aunque
no apare2CO en la forma inmediata de una exteríorizaci6n
vital comuoitariG, cumpUda en uni6o de otros) es así
unn cxteriorizoci6.n y afumaci6o de la vida social. La vida
individual y la vidn gen~rica del homb re no son dirtin-
tas, por mlis que, necesariameote, el modo de existencia
de la vida individual sea u.n modo más particular o más
Te«cr Manuscrito 147
general de la vida genérica, o sea la vida genérica una
vida individual mtts parJicular o gentral.
Como conciencia genbica afirma el hombre su real vida
social y no hace mis que repetir en el pensamiento su
existencia real, asf como, a la inversa, el ser genérico
se afirma eo la condenO. genérica y es para sf, en su
generalidad, como ser pensante.
El hombre asf, por m's que sea un ind ividuo particu-
lar (y Justamente es su part.i culoddad In que hace de él
un individuo y un ser social individual real), es, en la
misma medida, la totafídad, la totalidad ideal, la existen-
cia subjetiva de la sociedad pensada y sentida para sf,
del mis.m o modo que también en la realidad existe como
intuición y goce (•) de lo existencia socinl y como una
totalidad de exteriodznción vital humana.
Pensar y ser esu{n, pues. dt/el't!llciados y, al mismo
tiempo,.en unidad el uno con el otro.
lA muerte parece ser una dura victoria del género
sobtt el indNiduo y contradecir la unid11d de ambos;
pero el individuo determinado e$ sólo un ser gmérico
determinado y, en cuanto tal, mortal.
4) Comoquiera que lo propiedad privada es sólo la
expresíón sensible del hecho de que el hombre se hoce
obietivo pnrn d y, ol mi$rnO tiempo, se convierte mÁs
blén en un Qbjeto extrnüo e inhumano, dol hecho ele
que su exteriorización vital es su enajcnnción viral y so
realización su dcsrealizodón, una realidad extrafia, la su-
peración positivo de Ja propieclad privada, es decir, la
apropiación sensible por y para el hombre de la esencia
y de la vida humanas, de las obras humanos, no ha de
ser concebida sólo en el sentido del goce inmediato, ex-
clusivo, en el sentido de la posesi611, del tener. El hom-
bre se apropia su esencia universal de forma universal,
es decir, como hombre total. Cada una de sus relaciones
humanas con el mundo (ver, ofr, oler, gustar, sentir,
pensar, observar, percibir, desear, actuar, ornar), en re-
stmlen, todos los órganos de su individualidad, como
los órganos que son inmediaumenre comunitarios en su
forma (VII), aon, en ru comportamiento obíetivo, en 'u
148 Kad Mnx
comportamiento ht~cia el ob¡eJo, 18 apropiación de éste.
La apropiación de la realidt~d humana, su comportamien-
to hacia el objeto, es la a/irmt~dón de la retliidad huma-
na; es, por esto, tan poliíacética como múlúples soo las
detuminadones uencitlies y las actlrndades del hombre;
es la eficacia humano y el sufrimimto del hombre, pues
el su&imiemo, humanamente entendido, es un goce pro-
pio del hombre.
La propiedad privado nos ha hecho tan estúpidos y
unUoterrues que un objeto sólo es nuestro cuando lo tene-
mos, cuando existe para nosotros como capitAl o cuando
es inmediatamente pose!do, comido, bebido, vestido, ha-
bitado, en resumen, utilir;ado por nosotros. Aunque la
propiedad privada concibe, n su vez, todas esas realiza-
ciones inmediatas de lo posesión sólo como medios de
vida y la vida o In que sirven como medios es la vida
de la propiedad, el u-abajo y la capitalización.
En lugar de todos los sentidos flsicos y espirituales ha
oparec.ido asl la simple enajenación de todos estos senti-
dos, el sentido del tener. El ser hu mano tenia que ser
reducido 11 esta absoluta pobreza para que pudiera alum-
brar su riqueza interior (sobre In cntegorln del tener,
véase Hess, en los Ei,numd:rwamtig Bo¡¡cn) 3 •
;L~ su pe•·ucíón de )o propiedad privado. es por ello lo
emancipoción plenn de todos los seo ti dos y cualidades
humanos; pero es esto emancipación precisamente por-
que todos estos sen tidos y cualidades se han hecho hu-
manos, tanto en sentido objetivo como subjetivo. El ojo
se ha hech.o un ojo humano, asf como su obieto se ha
hecho un objeto socio!, humano, creado ror el hombre
para el hombre. Los sentidos se han hecho asf inmedia-
tamente le6ricos en su práctica. Se relacionan coo la
cosa por amor de Jo. cosa, pero In cosa misma es una
relncióo humana obietiva para si y para el hombre y
viceversa (•). Necesidad y goce h3n perdido con ello su
(•) Sólo puedo relacion•nne ~n la pnictica de un modo bu-
mGno oon la coca culllldo la cosa s~ rdodono hum~nomeme coo
d hombre:. (Nota de Marx.)
T rrcer Manull(mo
149
nnturaleu etolua y la naturaleza ha perdido su pura
mdidaJ, aJ convertirse la utilidad en uúlidad humana.
Igualmente:, los sentidos y c:J goce de Jos Otl:OS hom-
bres se han convertido en mi propia apropiación. Ade-
más de es tos órganos inmediatos ¡e constituyen as( órga-
nos sot:tales, en la forma de lo sociedad; asf, por ejemplo,
la actividad inmediatamente en sociedad con Otros, cte.,
se conviene en un órgano de mi numi/estaci6n vital y
un modo de apropiación de la vida humana.
Es evideme que c:J ojo humano 80'l& de modo distinto
que el ojo bruto, no humano, que el oldo humano goza
de manera distinto que el bruto, etc. •
Como hemos visto, únkamente cuando c:J objeto es
para el hombre objeto hu,llaltO u hombre: objetivo deja
de perderse el hombre en su objeto. Esto sólo es posible
cuando el objeto se conviene para él en objeto social y
él mismo se conviene en ser social y la sociedad, a tra·
v& de este objeto, se convierte para ~1 en ser.
Así, al hacerse para el hombre en sociedad lo realidad
objetiva realldad de las fuerzas humanos esenciales, rea-
Udad humano y, por eUo, reoJidad de sus propias fuerzas
esenciales, se hocc:n paro él todos los objetos objetivación
de sf mismo, ob]e(os que afirman y rta1i:ettl1 su indivi.
dualidod, objetos suyos, esto es, ~~ lnismo se hace ob-
jeto. EJ modo en que se hagan suyos depende de lo natu·
ra(eza del objeto y de la naruroleza de Jn fuerza ese11ciai
a e/Ja corres¡xmdjeme, pues justamente lo t:erteza de est:•
relación configuro el modo determinado, r~al, de In afir-
mación. Un objeto es distioro par11 el ojo que para el
oído y el objetO del ojo es distinto que el del oldo. La
peculiaridad de cada fuerza esencial es predsamente su
ser peculiar, luego tambi~o el modo peculiar de su obje-
tivación, de su ser objettvo real, de su ser vivo. Por esro
el hombre se afirma en el mundo objetivo no sólo en
pensnmiemo (VIII), sino con todos los scnr idos.
be otro modo, y subjetiv11menre considerado, asi como
sólo lo música despiertA el sentido musicnl del hombre,
as( como la más bella músiCJI no tiene sentido Plt,uno
pam el ofdo no musical, no es objeto, porque rni objeto
150 Karl Marx

sólo puede ser la alirmación de una de mis fuerzas esen-


ciales, es decir, sólo es para mf en la medida en que
mi fuerza es pnl'll él como capacidad subjetiva, porque
el sen1ido del objeto para mi (solamente tiene un sentido
a él correspondiente) llega justamente basta donde llega
mi sentido, os! tambi~n son los sentülos del hombre
social distintos de los del no social. S61o a través de la
riqueza objetivamente desarrollada del ser humano es, en
parte culrivoda, en parte creada, la riqueza de la sensi-
bilidad htwtatta subjetivo, un oldo musical, un ojo para
la belle711 de la forma. En resumen, sólo as! se cultivan
o se crean senttdos capaces de goces humanos, sentidos
que se aftrman como fuerzas esenciales humanas. Pues
no sólo los cinco sentidos, sino trunbi~n los llrunados
sentidos espirituales, los sentidos pr6cticos (voluntad,
amor, etc.), en uno palabro, el sentido humano, la huma-
nidad de los sentidos, se consutuyen únicamente median-
te la existencia de su objeto, medillllte la naturaleza
hwna11ivula. La formación de los cinco sentidos es un
trabajo de toda la bis1orin universal hasta nuestros dlns.
El settttdo que es presa de lo grosera necesidad práctica
tiene sólo un sentido limitado. Para el hombre que muere
de hnmbre no existe la formo humana de la comida, sino
únicumel'lte su existencia nbst~octtl tle comido; ésta bien
podrfo prcsent11rse en su formo mds grosero¡ y seda impo-
sible decir entonces en qué se distingue esto actividad para
alimentarse de la octlvidod a11lmal para alimentarse. El
hombre necesitado, cargado de preocupaciones, no tiene
sentido pam el más bello espectáculo. El traficante en mi-
nerales no ve más que su volor comercial, no su belleza o
la naturaleza peculiar del mineral, no tiene sentido mine-
ralógico. La objet i.vocióo de la esencia humana, tanto en
sentido teórico como en sentido práctico, es, pues, nece-
saria t~nto parn hacer humano el sentit!o del hombre
como para crear el sentido humano correspondiente a la
riqueza plena de la esencill humma y natural.
As! como la sociedad en formación encuenrra a través
del mov imiento de la propi~dad privada, de su riqueza
y su miseria -<1 de su riqu~R y su miseria espiritual y
Tercer M•nuscritO 1.51
material- todo el material para esta /ormaci6n, asl la
sociedad constituida produce, c:omo su realidad dorable,
al hombre en esta plena riqueu de su ser, al hombre
rica y profundamente tlotado d~ todor los s~ntitlos.
Se ve, pues, cómo solamente en el estado social subje-
tivismo y objetivismo, espiritualismo y materialismo, ac-
tividad y pasividad, dejan de ser contrarios y pierden
con eUo su existencia como tales contrarios; se ve cómo
la solución de lns mismas oposiciones tt6ricas sólo es
posible de modo r róctico, sólo es pOsible mediante la
energía pr4et.icn de hombre y que, por ello. esto solución
no es, en modo alguno, torea exclusivo del conocimiento, ••
sino una verdadera tarea vital que la Piloso/la no pudo
resolver precisamente porque la entendfa únicamente
como tarea teórica.
Se ve cómo la historia de l11 industria y lo existencia,
que se ha hecho obj~tiva, de la induStria, son el libro
abierto de las /ul!rtat humaJras es~nctalt!s, la psicologia
humana abierta a los sentidos, que no habla sido conce-
bida hasta ahora en su conexión con la euncia del hom-
bre, sino sólo en uno relación externa de utilidad, porque,
movit!ndose dentro del elfttlliiomiento, sólo se sabía
captar como realidad de las fuerzas humanos esenciales y
como· acci61! btJmana gtmérica la e:xls tcmciu genccul del
hombre, Jti Religlón o la Historio en su csenci a general
y absttactn, como Polftlco, Atte1 Litera tura, etc. (IX). En
la industria material ordinaria (que puede concebirse
como parte de aquel movimiento general, del mismo modo
que puede concebirse 11 t!ste como uno parte especial de
b industrio, pues hasta ahora toda actividad humana
eca tmbajo, es decir, industrio, ltt..1ividad extrañada de
s{ mismo) tenemos ante nosotros, bajo lo forma de ob¡e.
tos se,lsibii!S, extratios y títiles, bajo la formn de Ja ena-
jenación, las fu~rus esenciales ob¡etwadas del hombre.
Una psi~ologla par11 la que permanece cerrado este libro,
es decir, justamente la parte más sensiblemente actual y
accesible de la IJistoria, no puede convertirse en una
cienci:~ real con verdadero contenido. ¿Qu~ puede pen·
sarse de una ciencia que orgul/osamenu hoce abstracción
U2
Kacl Marx
de esta srao parte del trnbajo humano y no se siente
inadecuada en tanto que este extenso caudal del obrar
humano no le dice otra cosa que lo que puede, si acaso,
decirse en una sola palabra: cn~c~sidtJJJ,., cuulgar nu~­
sidad•?
Las Ct~ncüu notural~s han desarrollodo una enorme
actividad y se han adueñado de un material que aumen-
ta sin cesar. La fLlosofía, sin embargo, ha permanecido
tan extraña para ellas como ellas para la filosofía. La
momentánea unión fue sólo una fantástica ilusi6n. Exis-
tfa la voluntad, pero faltaban los medios. La misma his-
roriogroíra sólo de pasada se ocupa de las ciencias natu-
mles en cuanto {actor de iJuscración, de utilidad, de
grandes descubrimientos particulares. Pero en la medida
en que, mediante la industria, la Ciencia natural se ha
introducido prklicmn~nt~ en la vida humana, Ja ha trans-
formado y ha preparado la emancipación humana, tenía
que completar inmediatamente la deshumanización. La
industria es Ja relución histórica real de la naturaleza
(y, por ello, de la Ciencia natural) con el hombre¡ por
eso, al concebirlo como desvelnción esotbica de las fuu-
ZtJI humanas euncitJies, se comprende tnmbi6l la esencia
humana de ln narurolezn o In esencia natural del hom-
bre; coo ello pierde la Ciendn nntural su orientación
abstrnc:to, rnnterln(, o mejor ldeolisto, y se convierte en
base de lll ciencia humana, del mismo modo que se ha
convertido ya (aunque en formo enojenodu) en base de
la vida humana real. Dar Ulta base 11 la vida y otra a
la ciencitJ es, pues, de antemano, una mentira. La natu-
raleza que se desarrolla en la historia humana (en eJ
octo de nacimiento de la sociedad humana) es la uerda-
d~ra nanJroleza del hombre; de ahf que la naturaleza,
raJ como, aunque en forma enajenada, se desarrolla en la
industria, sea la verdadero naturaleza ontropol6gica.
La sensibilidad ( v6ise Fcuerbach) debe ser la base de
toda ciencia. Sólo cuando parrc de ella en la doble for-
m• de conciencia unsibl~ y de necesidad unsible!, es de-
cir, sólo cuando pone de la naturaleza, es la ciencia
fJt:rdadt:rtJ ciendo. La mstoria todo es la historia prepa- .
.,
Tcrt'~r Manuscrito
153
ratoria de la conversión del «hombre-. en objeto de la
conciencia sensible y de la necesidad del «hombre en
cuanto hombre. en necesidad. La Hirtoria misma es una
parte real de la Historia natural, de la conversión de la
naturaleza en hombre. 1\lgtín dfa In Ciencia natural se
incorporan{ l11. Ciencia del hombre, del mismo modo que
la Ciencia del hombre se incorporará In Ciencia natural;
habrá una sola Ciencia.
(X) .El hombre es el objeto Inmediato de la Ciencia
natural; pue!l lo naturaleza SI!IISible inmediato para el
hombre es inmcdinramen1e la sen~ibilidod humana (una
expresión id~nrica) en la formo del otro hombre sensi-
blemente presente para t!l; pues su propio sensibilidad
sólo a trav~ del otro cxis1e para él como sensibilidad
humana. Pero la naturakz.¡ es el objeto inmediato de la
Ciencia del hombre. El primee obje1o del hombre -el
hombre-- es naiUraleu, sensibilidad, y las especiales fuer-
zas esenciales sensibles del ser hum:tno sólo en la Cien-
cia del mundo natural pueden encontrar su autoconoci-
miento, del mismo modo que sólo en los objetos natu-
rales pueden encontror su realizadón objetiva. El elemento
del pensar: mismo, el elemento de Jn exteriorización vi tal
del pensnmicnto, el lMguajc, es nnturale:zo sensible. La
.realldod social de l.a unturrilcza y Jn Cicncin natural hu-
mana o Cic11cl(l lltltr¡ral del hombre son eX'prcsiones
idénticas.
Se ve cómo en lugar de la riqueza y la miuria de la
Economfo PoiJtica apnrcce el hombrt1 rico y la rico nece-
sidad humana. El hombre rico es, al mismo tiempo, el
hombre necesitado de una totalidad de exteriorización
vital humana. El hombre en el que su propia realización
existe como necesidad interna, como urgencia. No s6lo
la riqueza, también la pobreza del hombre, recibe igual-
mente en una perspectiva socialisro un significado huma-
no y, por eso, social. La pobreza es el vínculo pasivo
que hace acntir al hombre como necesidad la mayor
riqueza, el otro hombre. La dominación en mí del ser
objetivo, lo explosión sensible de mi acrividad esencial,
Karl Marx
es la pasi6n que, con ello, se convierte aquf en la activi-
dad de mi ser .
.5) Un ser sólo sa considero independiente en cuanto
es dueiio de sf y sólo es duefío de sf en cuanto se debe
a s! mismo su existencia. Un hombre que vive por gracia
de OtrO se considera a sf mismo un ser dependiente. Vivo,
sin embargo, totalmente por grada de otrO cuando le
debo no sólo el mantenimiento dt: mi vida, sino que él
ademú ha crtu1do mi vida, es la fuente de m:i vida; y
mi vida tiene necesariamente fuera de ella el fundamento
cuando no es mi propia crCIIción. La creaci6n es, por
ello, una representación muy diffcilmente eliminable de
la conciencia del pueblo. El ser por s1 mismo de la na-
t.ll.nlleza y del hombre le resulta inconcebible porque con-
tradice todos los hechos tangibles de la vida práctica.
La creaci6n de la tierra ha recibido un potente golpe
por parte de la Geognosia, es decir, de la ciencia que
explica la constitución de la tierra, su desarrollo, como
un proceso, como outog~nesis. Lo generatio aequivoCJZ es
la Línlca refutoclón pr.ictko de la teorfa de la creación.
Ahora bien, es ceolmente f.fcll decirle al individuo ais-
lado lo que ya Aristóteles dice: Has sido engendrado por
tu padre y tu madre, es decir, ha sido el cojto de dos
seres humonos, un acto genérico de los hombres, lo que
en ti ha producido al homb1:e. Ves, pues, que incluso
fiskamente el hombre debe al hombre su existencia. Por
esto no debes 6ja1te tan sólo en un aspeCto, el progreso
infinito,- y preguntar sucesivnmeme: ¿Quién engendró a
mi padre? ¿Quién engendró n su abuelo?, etc. Debes
fijarte también en el mo1Jimie1110 circular, sensiblemente
visible en aquel progreso, en el cual el hombre se repite
a sf mismo en la procreación, es decir, el hombre se
mantiene slempre como sujeto. Tú contesta.rás, sin em-
bargo: le concedo este movimiento circular, concédeme
tú el progreso que me empuja ca.d a vez mú lejos, basta
que pregunto, ¿qu'i~n ha engendrado el primer hombre
y la naturaleza eo general? Sólo puedo responder : tu
pregunta miJma es un produCto de la abstracción. Pre-
gúntate cómo has llegado a esa pre¡¡unta: pregúntate si
Tercer Manuscrlto 155
tu pregunta no proviene de un punto de vista al que no
puedo responder porque e& absurdo. Pregúntate si ese
progreso existe como tal para un pcnsnmieoto racionlll.
Cunndo preguntas por la creAción del hombre y de Ja
naturaleza baces obstrucción del hombre y de la uarura·
leza. Los supones como no ~xisunt~s y quieres que te
los pruebe como ~xist~111~s. Ahorn te dlgo, prescinde de
tu abstracción y uf prcscill<iiru de tu pregunta, o si
quieres aferrarte o tu abstracción, sé consecuente, y
si aunque pensando al hombre y o la naturaleza como
no existente (IX) piensas, pi~snte a tí mismo como no
existente, pues tú umbiht eres naturaleza y hombre. No
pienses, no me preguntes, pues en cuanto piensas y pre-
guntas pierde todo sentido tu abstracci6n del ser de la
naturaleza y el hombre. ¿O eres tan egoísta que supones
rodo como nada y quieres ser sólo tú?
Puedes repliC!Irme: no supongo ln nada de la natura·
leza, etc.: te pregunto por su acto de nacimtento, como
pregunto ol anatomista por la formaéión de Jm hue-
sos, etc.
Sin embargo, como ¡.¡ara el hombre socialista toda la
llamada historia universal no es oun cosn que In produc-
ción del hombre por el t.robnjo humano. el devenir de la
naturaleza para el hombre tiene as! la prueba evidente,
irrefutable, de su m1cimitmto de sf mismo, de su pro-
ce:so d~ orlginacidn. Al haberse hecho eviden te de una
mnnem práctico y sen5ible la esmcialldat! del hombre en
la naturaleza ('); oJ hnlxrsc evidencindo, práctico y sen-
siblemente, el homb.ce paro el hombre como existencia
de la naturaleza y lo naturalezn porn el hombre como
existenclo del hotnbrc, se hn hecho prácticamente impo-
sible la pregunta por un ser ~xtraño, por un ser situado
por encima de Ja noturale-.:11 y del hombre (un11 pregunta
que encierra el reconocimiento de la no esencialidad de
la naturaleza y del hombre). El aufsmo, en cuanto nega-
ción de esta carencia de esencialidad, carece ya rotolmente
(') MEGA, Oiea y Thier dicen d1s N~sclmr unJ d~ N111ur
(del hombre y de la n•turaleu): Hltlm~n. "' '"' N11tt1r, que ts
la versión que ae¡uiiiiO$.
l$6 Karl Man.:
de sentido, pues el atelsmo es una negación de Dios y
afirma, mediante esta negación, la existenci4 del hom-
bre; pero el socialismo, en cuanto socialismo, no nece-
sita ya de tal mediación¡ 8 comienza con la conciencia
sensible, u6rica 'Y práctica, dd hombre y la naturaleza
como esencia. Es autoco11etencia positioa del hombre, no
mediada ya por la superación de la Religión, del mismo
modo que la oida real es la realidad positivo del hombre ,
no mediada ya por la superación de la propiedad pri-
vada, el comunismo. El comu nismo es la posidón como
negación de la negación, y por eso el momento real ne-
cesario, en la evolución histórica inmediata, de la eman-
cipllción y recuperación humana. El comunismo es la
forma necesaria y el principio dinaimico del próximo fu.
turo, pero el comunismo en sf no es la linal.idad del des-
arrollo humano, la forma de In sociedad hwnana.

Neceridad, producci6n 'Y dioisi6n del trabajo


(XIV ), 7) Hemos visto qué signifiCllción tiene, en el
supuesto del socialismo, la riquer.a de las necesidades
humanns, y por ello tambi6n un nuevo modo de produc.
ción y un nuevo ob;eto de la mismo. Nuevo afirmación
de Jo !uerz(l esencial humana y nuevo enriquecimiento de
lo esencia humfma. Dentro de la propiedad p rivada el
signl6codo inverso. Cada lndlviduo especulo sobre el modo
de crear en e l o tro uoa nueva necesidad para obligarlo
a un nuevo sncrüicio, para sumirlo en una nueva depen·
dencia, pua desviarlo h acia una nueva formo d el placer
y con ello de la ruina económica. Cado cual trata de
crear una fuena esencial extraña sob(e el otro, para en-
contr~~r asf satisfacción a su propia necesidad egoísta. Con
la masa de objetos crece, pues, el reino de los seres aje-
nos a los que d hombre esti sometido y cada nuevo
producto es una nueva potencta dd recíproco engaño y
la rec(proca explotac.ión. El hombre, en cuanto hombre,
se h oce mú pobre, necesita más del dinero para adue-
ñarse del ser enemigo, y el poder de su dinero dismlnuye
en relación inversa a la masn de la producción, es decir.

Tercer Manuacrito
157
su menesterosidad crece cuando el poder del dinero au-
menta. lA nece.idad de dinero es asf la verclader. nece-
sidad producida por la Econonúa PoUtica y la ónica
necesidad que ella produce. La C4nlidad de dinero es cada
vez mis su única propiedad impor11znt~. Asf como él
reduce todo ser a su abstracción, liSf se reduce él en su
propio movimiento a ser cuamitátivo. La desmesura y
d exceso es su verdadera medida.
Incluso subjetivamente esto se muestra, en pllrte, eo
d hecho de que el aumen to de la producción y de las
necesidades se convierte en el esclavo i11g~nioso y siem-
pre calculador de caprichos inhumanos, refinados, anti-
naturales e im11ginttríos. La propiedad priveda no sabe
hacer de la necesidad brote necesidad hum11na; su id~a·
lismo es la /1111tasla, la arhitrar~Jad, el antojo. Ningún
eunuco adula mis bajameme a su d6pora o trote con más
infames medios de esrimtt.lar su agotada capacidad de
placer pan granjearse mlb monedas, para hacer salir las
aves de oro del bolsillo de sus prójimos cristianamente
amados. (Cado producto es un reclamo ·con el que se
quiere ganar el ser de los otros, su dinero; toda nece-
sidad real o posible es una debllidad que nrrnstrorá las
moscas o la miel, lo explotación genero! de Jo esenc:Su
comunitario del hombre. Asf como toda imperfección del
hombre es un vfoculo con los cielos, uu &neo por el
que su corazón es accesible al sacerdote, todo opuro es
una ocasión pa111 aparecer del modo m4s nmable nn te el
prójimo y decirle: querido amigo, te doy lo que necesitas,
peto ya conoces la conditio sin~ qua non, ya sabes con
qué tinta te me tienes que obligar; te despojo al tiempo
que te proporciono un placer.) El productor se aviene
a los mis nbyectos caprichos del hombre, hace de celes-
tina entre él y su oecesidad, le despierta apetitos mor-
bosos y acecha toda debilidad para exi.girle después la
propina por estos buenos oficios.
Este enajenación se muestra parcialmente al producir
el refinamiento de las necesidades y de sus medios de
UllJI parte, mientras produce bestial salvajismo, pleno,
brutal y abst.racta simplicidad de las necesidades de la
151! Karl Mar~<

otra; o mejor, simplemente se hace renacer en un sen-


tido opuesto. Incluso la necesidad del aire libre deja
de ser en el obrero una oecesid:ad; d bombre retoma ~
la caverna, eovenenad11 ahorn por la mefítica pestilencia
de lo civilización y que habita sólo en pr«llrio, como un
poder ajeno que puede escapársde cualquier dfa, del que
puede ser arrojado. cualquier dfa s.i no paga (XV). Tiene
que pagtlr por esta casa mortuoria. La luminosa morada
que Prol"leteo sei'iala, según &quilo, como uno de los
grandes ree•los con los que convierte • las fieras en
hombres, deja de exisúr para el obrero. La l112, d aire,
et~tera, la maís simple limpieza tln;m4l, deja de ser una
necoidnd para el hombre. La bt~~t~ra, esta corrupción y
podredumbre del hombre, la cloaca de la civilización (esto
bay que entenderlo literalmente) se convierte para él en
un ekmt!nto VItal. La dejadez totalmente antinatural, la
naturaleza podrida, se convierten en su t!lemroto v;ul.
N'mguno de sus senlidos continóa existiendo, no ya en
su forma humano, pero ni siquiera en forma ;nb1#11ana,
ni s.iquiera en fotma nnimnl. Retornan las más burdas
formas (e Instrumentos ) del trabajo humano como la
calandria de los esclnvos romanos, convertida en modo
dQ producción y de existencia de muchos obreros ingle-
ses. No sólo no tiene el hombre ninguna necesidad bu-
1
mana, es que incluso lns necesidt1dcs animales desapare-
cen. E l idondés no conoce yn otro necesidad que la de
comer, y pnrn ser exactos, Jn de comer patatas, y para
ser mds exactos oún sólo Jn de comer patatas enmohe-
cidas, los de peor cnliclrJd. Pero Inglaterra y Francia tie-
nen en cada ciudod industrial unn pequt!iía Irlanda. E
salvaje, el animal, tienen In necesidad de la caza, del
movimiento, ere., de lo compañia. La simplificación de
la máquina, del t~abajo, se aprovecha para convertir en
obrero al hombre que está oón fonruíndose, al hombre
aón no fonnado, al niño, osl como se ha convertido al
obtero en un ol.i\o to talmente abandonado. La máquina
se acomoda R la dt!b1lidad del hombre para convertir al
hombre dlbil en mlfquinR.
El econorrusta (y el cspitalista; en general hablamos

J
Tercer Manu$Crito 159
siempre de los bombres de negocio empíricos cuando
nos referimos a los economistas, que son su manifesta-
ción y existellCÍll científicas) pru.e ba cómo la multiplica-
ción de las necesidades y de los medios engendra la
carencia de necesidades y de medios: 1.•) Al reducir la
necesidad dd obrero al mú r:niscrable e imprescindible
mantenir:niento de la vida fisi01 y su actividad :U más
abstraCto movimiento meán.ico, d cconomisu afirma que
d hombre no tiene ninguna otra n«esidad, ni tespec:to
de la actividad, ni respectO del placer, pues también pro-
dama esra vida OOIJIO vida y existencia humanas. 2.•) Al
emplear la mú mnt¡uina existencia COIJIO medida (como
1 medida general, porque es viUda para la masa de los
hombres), hace del obrero un ser &in sentidos y sin nece-
sidades, del mismo modo que hace de su activid•d una
pur11 abstracción de roda actividad. Por esto todo lufrJ
dd obrero le resulta censurable y todo lo que excede
de la mú absuacta necesidad (sea como gcx:e pasivo o
como exteriorización vital) le p11Yece un lujo. La Econo-
mía PolJtica, esa ciencia de la riqueza, es asf tambi6n al
mismo tiempo la ciencia de la renuncia, de la privación,
dd ahorro y Uega realmente o ahorrar al hombre la ne·
ctsiáad del aire puro o dd movimiento frsico. Esta cien-
cia de la industria maravillosa es al mismo tiempo la
ciencia del ascetismo, y su verdadero ideal es el avaro
\ ascético, pero usurero, y el esclavo ascltico, pero produc-
tivo. Su ideal moral es el obrt ro que lleva a la caja
de aborro una pane de su salario e incluso ha encoo-
tr:ado un arte servil paro ~ta su idea favorita. Se ha
Uevado esto al teatro en forma sentimental Por esto la
Economía, pese o su mundana y placentera apariencia, es
una verdadera ciencia moral, la m's moral de las cien-
cias. Lo autorrenuocia, lo renuncia a lo vida y a tOda.
bumtna necesidad es su dogma fundamentaL Cuento
menos comas y bebas, cuantos menos licores compres,
CWUlto menos vayas al teatro, al baile, a la taberna, cuan-
! to meJlOS pienses, ames, t~ces, cantes, pintes, esgri-
mas, etc., tanto mú 4borrtU, tanto mayor se hace tu
tesoro al que ni polillas oi herrumbre devoran , tu capital.
160 KuJMa.cc

Cuanto menos eres, cuanto menos exteriorizas tu vida,


tanto mth tienes, tanto mayor es tu vida enajenada y
tanto m's almACenas de tu C$<:ncio . .. Todo (XVI) lo que
el economista te quita en vida y en humanidad te lo
restituyen en dinero y riquna, y todo lo que no puedes
lo puede tu dinero. El puede comer y beber, ir al tea·
tto y 41 baile¡ conoce el arre, la sabiduda, las rarezas
históricas, el poder pol!tico; puede viajar; puede hacer-
te dueiío de todo esto, puede comprat todo esto, es la
verdadero opulencia. Pero siendo todo esto, el dinero
no puede más que crearse a sf mismo, compra.rse a sí
mismo, puc$ todo lo demtb es siervo ~uyo y cuando se
tiene al sel\or se tiene al :siervo y no se le necesita. To-
das Lu pasiones y toda actividad deben, puec, disolverse
en la avaricia. El obrero sólo debe tener lo suficiente
para querer vivir y sólo debe querer vivir pa.ra tener.
Verdqd es que en el campo de la Econonúa Polftica
surge ahora una controversia. Un sector (Lauderdale, MaJ-
thus, etc.) recomienda el lujo y execra el ahorro; el ouo
(Say, Ricardo, etc.) recomienda el ahorro y execra el
lujo. Pero el primero confiesn que quiere el lujo para
producir el traba¡o, es decir, el 11horro absoluto, y el
segundo confiesn que recomiendA el ahorro para produ-
cir )o riqm::r.a, es decir, e) lujo. m primer grupo tiene
lo romlmtica ill1si6n d~ que In nvorido sola no debe dc-
tcrminat el consumo de los deos y controdlce sus propias
leyes nJ presentar d despilfarro inmediotomentc como un
medio de enriquecimjento. Por esto el grupo opuesto
le demuestra de modo muy serio y circunstanciado que
mediante el despilfarro disminuyó y no aumeo ró mi cau-
dal. Este segundo grupo cae en la hipocresla de no
confesar que precisamente d capricho y el humor deter·
minan la producción ; olvida la «necesidad refinadn; ol-
vida que sin consumo no se producirtf¡ olvida que me-
diante la competencia lo producción sólo ha de hacerse
más universal, mtls lujosa: olvida que para 8 el uso
determina el valor de la cosa y que la moda determina
el uso; desea ver producido sólo «lo ú til», pero olvida
que la producción de demasiadas cosas 'Útiles produce
Tecett Manuacriro 161
demasiada población inútil. Ambos grupos olvidan que
despiHarro y ahorro, lujo y abstinencia, riqueza y pobre-
za son iguales.
Y no sólo debes privarte en tus sentidos inmediatos,
como comer, etc.; mmbi61 la participación en intereses
generales (compasión, confianza, etc.), todo esto debes
ahorrairtc:lo si quieres ser económko y no quieres morir
de ilusiones.
Todo lo tuyo tienes que hacerlo ue11aJ, es decir, útil.
Si pregunto al economista, ¿obedezco a las leyes econó-
micas si consigo dinero de la entrega, de la prostitución
de mí cuerpo al placer ajeno? (los obreros fabriles en
Francia llaman • la prostiruci6n de sus hijas y esposas
la enélima hor. de tra.bajo, lo cual es líteralmente cierto.)
¿No actúo de modo económico al vender a mi amigo a
los marroquíes? (y el tráfico de seres ·humanos como co-
mercio de conscriptos, etc., tiene lugar en todos los pai-
ses civilizados), el ecooom.ista me contestam: no operas
en contra de mis leyes, pero mira lo que dicen la señora
Moral y la señora Religión; mi Moral y mi Religión
econ6mica no rieoen nad11 que reprocharte. Pero ¿a quién
tengo que creer ahora, a la Economfa Polidco o a la
moral? La moral de Ja Econoo,úa Política es c:l lucro, el
trabajo y el ahorro, la sobriedad; pero la Economía Po-
lítica me promete satisfacer mls nc:cesidade$. La Eoono-
mfa Política de In moral es la rique-.:a con buena roo-
ciencia, con virtud, etc. Pero ¿cómo puedo ser virtuoso
si no soy? ¿Cómo puedo tener buena conciencia si no
tengo conciencia de nada? El hecho de que cada esfera
me mida con una medida distinta y opuesta a las demás,
cbn uno medida la moral, con otra distinta la Economía
Polflica, se biiSII en la esencia de la enajenaci6n, porque
cada uno de estas esfer.s es una determinada enajenación
del hombre y (XVII) contempla un determinado circulo
de la actividad esencial enajenada; cada una de ellas se
r~aciono de forma enajenada con la otra enajenación. El
señor Mich~ Chevolie.r reprocha asl a Ricardo que hac.e
abstracción de lo moral. Ricardo, sin embargo, dejo a la
Economra Polhica hablar su propio lencuaje; si 6!ta no
Karl Mano. 6
162 Xarl Marx

habla moralmente, lo culpa no es de Riou:do. M. Cheva-


lier hace abstracción de la Econom(a Polltica en cuanto
moraliu, pero real y necesariamente hace abstncción de
la moral en cuanto cultiva la Econouúa PoUtica. La rela-
ción de la Economfn Polltica con la moral cuando no es
arbitraria, ocasional, y por ello trivial y acientf6ca, cuan-
do no es una apariencia engañosa, CUlllldo se la considera
como ~uncüú, no puede ser sino la relación de las leyes
económicas con la moral. ¿~ puede hAcer Ricardo si
esta relación no eXiste o si lo que existe es mlis bien
Jo contrario? Por lo dcmlis, tambi~n la oposición entre
Ecooomfa Pol!tiC1l y mornl 'es sólo una apariencia y no
tal oposición. La Economfa Política se limita a expresar
a w manera las leyes morales.
La ausencia de necesidades como princi.pio de la Eco-
nomía Polltica resplandece sobre todo en su leoría de la
poblaci611. Hay demasiados hombres. Incluso la existen-
cia de los hombres es un puro lujo y si el obrero es
«moral» (Mili propone alabanzas públicas para aquellos
q ue se muestren continentes en las relaciones sexuales
y unn pública reprimenda pnrn quienes pequen contra
esta esterilidad del mntrimooio. ¿No es esta doctrina éti-
ca del asceúsmo?) será ahorrativo en la fecundación. La
producción del hombre aparece como calamidad pública.
El sentido que la producción tiene en lo que respecta
a los ricos se muestra abiertamente en el sentido que
para los pobres tiene; hacia arriba, su exteriorización es
siempre refinada, enc:ubie.cta, ambigua apariencia; hacia
abajo, groseta, directa, franca, esenci;J. La grosera ncce·
sidad dd Lrllbajodor es una fuente de lucro mayor que
lo necesidad refinada del rico. Las viviendas subterrá-
neas de Londres le rinden a sus arrendadores mlis que
los palacios, es decir, en lo que a ellos concierne son
una mayor riqu~a¡ hablando en t~i.oos de Econom.fa
Política son, pues, \I.DB mayor riqueza socüú.
Y uf como la industria especula sobre el refinamiento
de las necesidades, u( tambi~ especula sobre su tosque-
dad, sobre su arri6c:ialmente producida tosquedad. cuyo i
verdadero goce es el auJoaturdimiffllO, esta aparente

j
Terc~r Manuscrito J63

satisfacción de Las necesidades, esta civilización dtmlro


de la grosera barbarie de la necesidad; las tascas ingle-
l sas son por eso representaciones simb6licas de la propie-
dad privado.. Su luio muestra la ve.rdadetn relación del
lujo y lo riqueza Industriales con el hombre. P or esto
1 son, con 1'117-ón, los únicos esparcimientos dominicales del
pueblo que la polida ingl~sa trato aJ menos con sua-
vidad.
l Hemos visto ya c:ómo el economista ' establ~e de di-
versas formas la unidad de trabajo y capital 1 .•) El
capital es trabajo acumu/4do. 2.•) La detetminación del
1 capital dentro de la producción, en parte la reproducción
del aapital con beneficio, en parte el capital como ma-
teria prima (materia del trabajo), en parte como instru·
mento que trabaia por sJ mismo - la máquina es el
capital establecido inmediatamente como id6ntico al obre-
ro- es el trabajo productivo. .3.•) El obrero es un capi·
taJ. 4.•) El salario forma parte de los costos del capital.
5 .•) En lo que aJ obrero respecta, el trabajo e~ la repro-
ducción de 5u capital vital. 6.•) En lo que al capitalista
toca, es un factor de la actividad de su capital.
Fmalmeote, 7 .•) el economista supone la unidad origi·
naJ de ambos como unidad del capitalista y el obrero,
ésta es In parndisfncn situación odglnorin. E l que e$tOs
dos momentos se arrojen el uno contra el otro como dos
\ personas es, para el economista, un acontecimiento ca-
1 sual y que por eso sólo externamente puede explicarse
(véase Mill).
Las onciooes que están ntln cegadas por el brillo de
los metales preciosos, y por ello adoran todllv{a el feti·
che del dinero met.ilico, no soo aún las naciones dine-
rarias perfectas. Oposición de Francia e Inglaterra. En
el fetichismo, por ejemplo, se muestro hasta qué punto
es lo solución de los enigmas teóricos uno tarea de In
púctiaa, una torea mediada por la pnktiaa, basto qué
punto a verdadera pr6criaa es la condición de una teoría
positiva y real. Lo coocienda sensible del fetichista es
distinta de la del gxiego porque su existencia sensible
también es distinta. Lo enem istad abstracta entre sensi-
o 1
164 K.t.rl Morx
bilidad y espíritu es necesaria en tanto que el sentido
humano para la naturaleza, el sentido humano de U. na-
ruraJeza y, por tanto, rambim el sentido natural del
hombre, no ha sido todavla producido por el propio
trabajo del hombre.
La igualdad no es otra cosa que In traducción fran·
cesa, es decir, política, del alemiÚl yo = yo. Ln igualdad
como fundamentO del comunismo es su fundamentación
polltica y es lo mismo que cuando el alemán lo funda
en la concepción del hombre como autoconciencia unirn:r-
sal. Se comprende que la superación de la enajenación
parte sl~npre de la fonna de enajenación que constituye
la potencia dominante: en Alemanio, U. autocom:ieucia;
en Franela, U. igualdad, a causa de la polrdca; en Ingla- 1
terra, lo ne<lesidad pr6ctica, materiAl, real, que a61o se
mide 11 •1 misma. Desde este punto de vista hay que cri- 1
ticar y apreciar a Proudbon.
Si caracterizamos aún el cornumsmo mismo (porque
es oegución de la negación, npropiación de lo esencia
humn.oa que se media 3 si misma 11 trav~s de la negación
de la propiedad privada, por ello todavlla no como la
posición verdadera, que parte de si misma, sino mds bien
como la posición que parte de la propiedad privada) (').
...(exLrnilnmiento de lo vida humano permanece y con-
tinúo siendo tanto maror extrañamiento cuanto más con-
ciencio de él como ro se tiene) puede ser reoliz.ado, asf
sólo medin.ote el comunismo puesto en práctica puede
realizarse. Para superar la propiedad privada basta el
comunismo pensado, paro superar la propiedad privada
real se: requiere UJJa acción comunista real. La hisrocia •
la aporrarli y aquel movimiento, que ya conocemos en
pensamiento como UJl movimiento que se supera a sí
mismo, atravesará en la realidad un proceso muy duro
11
y muy extenso. Debernos considerar, sin embargo, como
un verdadero y real progreso el que nosotros hayamos
CO!Iseguido de antemano conciencio tonto de la llmitación
( •) En cate lugar el manuiCrito aparece roto y sólo son legi-
bles algunas palabras sueltes, restos de Kil lineas cuyo Knddo
ea impotlble reconsuuir.
.1
T c:rcer Manuscrito

como de la finalidud del movimiento histórico; y una


conciencia que lo sobrepasa.
Cu~ndo los obreros comunistas se asocian, su finalidad
es inicialmente la doctrina, la propaganda, etc. Pero al
mismo tiempo adquieren con ello una nueva necesidad,
Ja necesidad de la sociedad, y lo que parecla medio se
ha convertido en fin. Se puede contemplar este movi-
miento prnctico en sus más brillantes resultados cuando
se ven reunidos a los obrer()s socialistas franceses. No
necesitan ya medios de unión o pretextos de reunión
como eJ fumar, el beber, el comer, etc. La sociedad, la
asociación, la charla, que a su vez tienen la sociedad
como 1in, les bastan. Entre ellos la fraternidad de los
hombres no es \lil3 &ase, sino una verdad, y la nobleza
del hombre brilla en los rostros endurecidos por eJ
trabajo.
(XX) Cuando la Economfa PoUtica uftrma que la de·
manda y lo oferta se equilibran mutuamente, está al mis-
mo tiempo olvidando que, aegún su propio afirmación, la
oferta de hombrer ( teorio de la población) excede siem-
pre de la demanda, que, por tanto, en el resultado esen-
cial de toda la producción (la existencia del hombre)
encuentra su más decisiva expresión Ja desproporción en·
tre oferta y demanda. En qué medida es el din:ero, que
aparece como medio, el verdadero poder y d único fin;
en qué medida el medio en general, que me hace ser,
que hace mio d ser objetivo ajeno, es un fin en s1 .. ••
es cosa que puede verse en d hecho de cómo la propie-
dad de la rierrn (allf donde la tierra es Jo fuente de la
vida), el caballo y lo espada (en donde ellos son eJ ver·
dadero medio de vida) son reconocidos como los verda·
deros poderes políticos de la vida. En la Edad Media
se emancipa un estamento tan pronto como tiene derecho
a portar la espada. Entre los pueblos nómadas es eJ ca-
ballo eJ que hoce libre, partfcipe en ln comunidad.
Hemos dicho antes que eJ hombre retorna a la cavtr·
na, etc., pero en una formo enajenada, hostil. El salvaje
en su caverna (este demento natural que se le ofrece
espontáneamente para su goce y protección) no se siente
166 Ka.d Marx

extraño, o, mejor dicho, a<: siente tan a gusto como un


pe;¡; en el agua. Pero la cueva del pobre es una vivienda
hostil que ese resiste como una potencia extraña, que
no se: le en trega hn.Ha que 6 no le =treg¡¡ a ella su
sangre y su sudor», que 8 no puede considerar como un
hogar en donde, GotUtm:nte, pudiera decir: aqnf estoy en
casa-, en doode 8 se encuen~n nús bien en una casa
exJraña, en la easa de otro que continu~re lo acecha
y que lo expuúa si no paga el alquiler. Igualmente, efes-
de el punto de vista de la ca.l.idad, ve su casa como lo
opuesto a la vivienda humana situada en el más ttllá, en
el cielo de la riqu~ .
La enajeruteión aptrecc tanto en el hecho de que mi
medio de vida es· de otro, que mi deseo es la posesión
inaccesible de otro, como en el hecho de que cada cosa
es otra que ella misma, que mi actividad es otra cosa,
que, por último (y esto es vilido también para el capi-
talista ), domi no en general el poder inhumano. La deter-
minación de la riqueza derrochadora, inactiva y entregada
sólo al goce, cuyo beneficiario actúa , de una parte como
un individuo solamente eflmero, vRno, travieso, que con-
sldcra el trubajo de esclnvo ajeno, el sudor y la sangre
de los hombres, como preso de sus apetitos y qu~ por
ello congidera ol hombre •uismo (también a sí mismo)
com.o un ser sacrificado y nulo (el desprecio del hombre
nparece as(, en porte como orrog11ncia, en parte como Ja
infnme Il usión de que su desenfrenada prodigalidad y
su incesante e improductivo consumo condicionan el tra-
bajo y, por e Uo, la subsistencia de los derruís), conoce
la realiznción de las /utrz.as humnnas euncioles sólo como
reali7.ación de su desorden, de sus humores, de sus capri-
chos arbitrarios y bizarros. Sin embargo, es ta riqueza
que, por otro parte, se considera a sí misma como ~
puro medio, una cosa digna s61o de aniquilación, que
es al mismo tiempo esclavo y señor, generosa y mezqui-
na, eaprichos11, vanidosa, petulante, refillllda, culta e inge-
niosa, esta riqueza no ha experimentado aún en si misma
la riqueza como un podtr lotalmtnlt txtraño; no ve en

}
Tcrctt ManiiiCI'Íto 167
un
da ella todavta más que su propio poder, y no la riqueza,
ue s1no el placer (~).
su (XXI) ... y a la brillante ilusión sobre la esencia de
.10 la riqueza ~d. por Ja ap1rienda sensible, se enfrenta
~ el industrid 1r11btljaáor, sobrio, económico, prosaico, bien
ilustndo sobre la esenciA de la riqueza que al crear a
su (del denoc:hador F. R.) ansia de placeres un campo
5- más ancho, al Clllltarle alabanzas con su producx:ión (sus
o productos fOil justamente abyectos rumplidos a los ape-
D titos del denodladot) ube apropiarse de l• única manera
útiJ del poder que a 1qull se le escapa. Si inicialmente
la riqueza industrial parece resultado de la riqueza fan-
D
tút:ica, derrochadora, su dinúnica propia desplaza tam-
11
bi~n de una manera octiva a esta illtima. La bnja del
r, interis del dinero es, en efecto, resultado y necesaria
1-
consecuencia de movimiento lodusttial. Los medios del
rentista den:ocbador disminuyen, en consecuencia, diaria-
-- mente, en proporción inuerra del aumento de los medios
a
y los ardides del placer. Está obligado as1, o bien a
o
devorar su capital, es decir, a perecer, o bien a conver-
·-e tirse 8 mismo en capitalista industrial ... Por otra parte,
la rt!nta dt! la tierra sube, dertamen te, de modo continuo
.
I
)
e
merced a la marcho del movimiento industrial, pero,
como ya hemos visto, llega necesariamente un mon:iento
en el que Jo propiedad de la tíe.ria debe caer, como
a cualquier otra propiedad, en la categor!a del capital que
y se reproduce con beneficio, y esto es, sin duda, el resul-
l-
tado del mismo movimiento industrial. El terrateniente
e cJe:rrocbador cJebe as(, 0 bien devoraT SU capiW, es de-
D cir, perecer, o bien convertirse en arrendatario de su
i- propia tierra, en industrial agricultor.
a La disminución del interb del dinero (que Proudhon
D consldera como la supresión del capital y como tenden-
e cia bacia la socialización del capital) es por ello más
i- bien solamente un afntomo del triunfo del capitd traba-
:- j.dor sobre la rique%8 derrochadora, es decir, de la tran.s-
a

}
'
168

formación de toda propiedad privada en capital indus-


trilll; eJ uiunfo absoluto de Ja propiedad privada sobre
11
todas J¡u cullJicbdcs tzparenttmt~nl~ humanas de la misma
y la subyugación plena del propietario privado a la esen-
cia de la propiedad privada, 111 trabajo. Por lo demás,
tambilfu el capitalista industríllJ goza. El no retoma en
modo alguno a la Mtinarunal simplicidad de Ja necesi-
dad, pero su placer es sólo cosa secundaria, desahogo,
plocer subordinado a la proclucc.ión y, por ello, calculado,
incluso eco116mico, pues el capitalista carga su placer a
los costos del capital y por esto aquél debe costacle sólo
una cantidad tal que sea restituida por la reproducción
del capital con el beneficio. El pJacer queda subordinado
al capital y el individuo que goza subordinado al que
capitaliza, en tanto que ances aucedfa lo contrario. La
disminución de los intereses no es asf un síntoma de
la supresión dd capital sino en la medida en que es un
s(ntoma de su dominación plena, de su enajenación que
se esrli planificando y, por ello, apresurando su supera-
ción. Esta es, en general, la única forma en que lo exis-
tente ofirmn a su contrario.
La querello de Jos economistas en torno al lujo y el
ahorro no e~, por taqto, sino In querella de aquella
po~te de Ja Econom!a Polftlca que ho penetrado la esen-
cia de lo riqueza coo oqueJla otra que está aún lastrada
de rccuetdos romdnticos y ondindustriales. Ninguna de
las dos partes sabe, sin embargo, reducir el objeto de la
dlspu to a su sencillo e.'q)resi6o y, en consecuencia, nunca
acabará la una con la orra.
La r~nta de la tierra ha sido, además, demolida como
renta de la tierra, pues en oposición al argumento de los
f~Ji6crow de que el terrateniente es el único productor
verdadero, la Econom!a Polhíca moderna ha demostrado
que el terrateniente, en cuanto tal, es más bien el único •
ren tista totalmente improductivo. La agricultura seria !
asunto del copitalista, que dada este uso a su capital ¡
cuando pudiese esperar de ella el beneficio acostumbrado. 1
La argumentación de los 6si6cr atas (que la propiedad de 1
la tierra como sola propiedad productivo es la única que 1
j
T erc:cr Man...cri t0 l69

tiene que pagar Impuestos al Estado y, pox Wlto, tam-


bién la única que tiene que acordarlos y que tomar parte
en In ge..ti6n dd Estado) se muda asf en la afirmación
invexsa de que el impuesto sobre In renta de la tierra
es d único impuesto sobre un ingreso improductivo y
por esto d único impuesto que no es nocivo para la
producción nacional. Se comprende que, asf entendido,
eJ privilegio polftico del texrateniente no se deduce ya
de su car:ktex de principal fuente impositiva.
Todo lo que Proudbon capta como movimiento del
trabajo contra d capital no es m" que d movimiento
dd trabajo en su determinación de capital, de capital
industrial, contra el capital que DO se consume como ca-
pital, es decir, industrialmente. Y este movJmiento sigue
su victorioso camino, es decir, c:l camino de la victoria
dc:l copitnl industriul. Se ve tnmbién que: s6lo cuando se
capta el traba¡o como esencia de la propied~td privada
puede penetrarse el movimiento económico como tal en
su determinación real.
Lo sociedad, como aparece paro los economistas, es
la .sociedad civil, en lo que cada individuo es un conjunto
de necesidades y sólo existe pura el otro (XXXV), como
d otro sólo existe paro él, en lo medido en que se
convierten en medio el uno pare el otro. El economista
(del mismo modo que la polftico en sus Derechos del
1-Tombre) reduce todo al hombre, es declr, al individuo,
del que borra toda determinación pAro esquematizarlo
como 01pitalista o como obrero.
La diVtsi6n del traba¡o es la exptesión económica del
carácter social del traba;o dentro de la enajenación.
O bien, puesto que el traba;o no es sino una expresión
de la activi.d ad human11 dentro de la enajenación, de la
exte.tiorización vital como enajenación viral Asf también
la divisidn del lraba¡o DO es otro cosa que el estableci-
miento extrañado, enoienaJo, de lo actividad bumana
como una ~~Ciividad t.enbicll real o como actioidad dtl
hombre en cuanto ser P,enbico.
Sobre la esencia de la diviri6n del 1r11ba¡o (que natu-
mlmente tenfa que ser consideracla como un motor fun.
170 Klll'IMarx
damental e.n la producción de riqueza en cuanto se ceco-
nocla el trabajo como la esencia de la propiedad privada),
es decir, sobre esto forma enajenada y extrañada de la
actiuulad humana como acliuidad genbica, son los eco-
nomistas muy oscuros y contradictorios.
Adam Smlth: •La diuiri6n del trabajo no debe su ori-
gen a lo humana sabiduría. Es la COO$ecuenóa necesaria,
lenta y gradual de la propensión al intercambio y a la
negociación de unos productos por otros. Esta tendencia
.J intercambio es verosfmllmente una consecuenc:üa nece-
saria dd uso de lA razón y de la palabra. Es común a
todos Jos hombres y no se da en ningún animal. En
cuanto se hace adulto, el animal vive de su propio es-
fuerzo. El hombre necesita COD$t&ntemente dd apoyo de
los dem~, que seria vano esperar de su simple bene-
volencia. Es mu~o mlls seguro dirigirse a su interés
personal y convencerlos de que les bendicia a ellos mis-
mos hacer lo que de ellos se espera. Cuando nos dirigi-
mos a los demás no lo hacemos a su humanitúul, sino
a su egoísmo; nuncn les hablamos de nuestras neusida-
des, sino de su cot~ueniencia. Como quiera que es a
través del cambio, d comercio, la negociación, como reci-
bimos la mayor parte de los buenos servicios que recl-
pr<x:amente necesitnmos, es esto propensión a la negocia·
ci6n la que ha dado orígen a la díuisi6n del trabajo. Así,
por ejemplo, en una tribu de cazadores o pastores hay
alguno que hace arcos y flechas con msis rapidez y habi-
lidad que los demds. Frecuentemente cambio a sus com-
pafieros ganado y caza por los insttUil!entos que é1 cons-
truye, y rápidamente se da cuontn de que por este medio
consigue mtb cnntidad de esos productos que cuando es
é1 mismo el que va " cazar. Con un cálculo interesado,
hace, en consecuencia, de la fabricación de arcos, etc.,
su ocupación principal. La diferencia de talentos naturaler
entre los individuos no es tanto la Cllura corno d efecto
de la división del trabajo.
... . . Sin la dirposición de los hombres al comercio y d
intercambio cada cual se verla obligado a satisfacer por
sf mismo todas las necesidades y comodidades de la vida.

1
Ten:u M.nwcrho 171

Cada cual hubiese tenido que realizar la mirma tarea


y oo se hubiese producido esa gi1lll diferet~cia de ocupa-
ciones que es la únic:a que puede engendrar la gran dife-
rencia de talentos. Y as{ como es esa propensión al in·
tercambio la que engendra la diversidad de talentos en·
tte los hombres, es tambim esa propensión la que hace
útil tal diversidad. Muchas taZ8$ animales, aun siendo
todas de la misma especie, han recibido de la naruraleza
una diversidad de c:arac:te.ces mucho más grande y más
evidente que In que puede encontrarse entre l.o s hom-
bres no civil.iudos. .P oc naturaleza no exlste entre un
filósofo y un cargador ni Ll mitad de la diferencia que
bay entre un mastln y un galgo, entre un galgo y un
podenco o entre cualquien de éstos y un perro pastor.
Pese a ello, estas distintas raus, aun perteneciendo to-
das a la misma especie, apenas tienen utilidad las unas
para las otras. El mastln oo puede aprovechar la ventaja
de su fuerza para secvicse de la ligereza del galgo, etc.
Los efectos de ~tos distintos talentos o grados de inteli·
gencia no pueden ser puestos en común porque falta la
capacidad o la propensión al cambio, y no pueden, por
tnnto, ~portar nada n la vent~tfo o comodidad comrín de
la especie... Cnda. animal clel;le alimentarse y protegerse
a sí mismo, con absoluta independencín de los de¡nás;
no puede obtener lo más m{nima ventaja de la dive~sidnd
de talentos que la naturaleza ha distribuido entre sus
semejantes. Por el contrario, entre los hombres los más
diversos talentos se: resultan útiles unos 8 otros porque,
mediante esa propensión general al comercio y el inter-
cambio, los distintos prod~tos de los diversos tipos de
actividad pueden ser puestos, poc ast decir, en una masa
eomú.o a Ll que cada cual puede ir a comprar una parte:
de la industria de los demás de acuerdo con sus nece-
sidades. Como es esa propensión lll intt:rcambio la que
da su origen a Ll divirión dd trabajo, la ~xltnsi6n de esta
división e1tari siempre limitada por la exunrión de la
capadi14d de inlt:rcambiar o, dic:bo en otras palabras, por
la extensión del mMcaáo. Si el mercado es muy pequeño,
nadie se animan( 8 dedicarse por entero a una sola ocu-

1
1
172 Karl Marx
pación ante el temor de no poder intercambiar aquella
parte de su producción que excede de sus necesidades
por el excedente de la producción de otro que él desea- •
rlA adquirir .. ·• En una situación de mayor progresQ:
cTodo hombre vive del cambio y se convierte en una
especie de comtrdanu y la sociedad misma es realmente
una sociedad mt~rcantil. (V61se Destutt de Tracy: La
sociedad es uno serie de intercambios recíprocos, en el
comercio esú la esencia toda de la sociedad... ) La acumu-
lación de capitales crece con la división del trabajo y
viceversa.• Hasta aqul Adam Smith •.
«Si cada familia produjera la tOtalidad de los objetos
de su consumo, podrfa la sociedad marchar asf aunque
no se: hiciese intercambio alguno; sin ur fundamental,
el intercambio es indispensable en el avanzado estadio
de ouestra sociedad; la división del trabajo es un hábil
empleo de los fucnas del hombre que acrece, en conse-
cuencia, los productos de la sociedad, su poder y sus
placeres, pero reduce, aminora In capocidad de cada hom-
bre tomado individualmente. Ln producción no puede
tener lugor sin intercambio.» Asf hnbln J. B. Say 7 •
cLos fuer~os inherentes o\ hombre son su inteligencia
y su 11ptitud fisica para el trabujo; lnR que se derivan
del estado sociaJ consisten en In ca~ucidnd de dividir el
trabajo y de repartir entre los di.ulntos hombres los di-
versos traba;os y en la facultad de intercambiar los ser-
vicios redproco:r y los productos que constituyen este
medio. El motivo por el que un hombre consagra a otro
sus servicios es el egolsmo, el hombre exige una recom-
pensa por los servicios prestados a otro. La existencia
del derecho exclusivo de propiedad es, pues, indispen-
sable para que pueda establecerse el intercambio entre
los hombres. 1nfluencia recíproca de la división de la
industria sobre el intercambio y del intercambio sobre
esta división. 'Intercambio y división del tmbajo se con-
dicioniUl reclprocamc:.nte'.» As! Sha.rbek •.
Mili expone el intercambio desarrollado, el com~rcro,
como conseciU!ncia de la división del trabaio.
cLa actividad del hombre puede reducirse a elemeo-

\
Tcrttr Manuscrito 173

tos muy simples. El no puede, en efecto, hacer otra cosa


que producir movimiento¡ puede mover las cosas para
alejarlas (XXXVII) o aproximadas entre sí; las propi~
dades de la materia hacen el resto. En el empleo del
trabajo y de las mliquinas ocurre con frecuencia que se
pueden aumentar los efectos medíaote una oportuna di-
visión de las ~raciones que se opónen y la unificación
de todas aquellas que, de algún modo, pueden favor~
cerse reclproaunente. Como, en general, los hombres no
pueden ejecutar muchas operac:iooes distintlls con l a mis·
ma habilidad y velocidad, como la cosrumbre les da esa
capacidad para la realización de un pequeño número,
siempre es ventajoso limitar en lo posible el nómero de
operaciones encomendados a cada individuo. Para la di-
visión del trabajo y la repartición de lo fuerza de los
hombres de la manera mlis ventajosa es necesario operar
en una multitud de casos en grao escala o, en otros
términos, produclr lns riquezas en maso. Esto ventaja
es el motivo que origino las grandes manufacruras, un
pequeño núrne.ro de )as cuales, establecidas en condicio-
nes ventajosas, aprovisionan ftecuentemente con los ob.
jetos por ellas producidos no uno solo, sino varios pafses
en las cantidades que ellos requieren.» .A,s{ Mili •.
Toda Ja Econom{o Polftica moderna estd de acuerdo,
sin embargo, en que división del trabajo y riqueza de
la producción, dJvisión del trabajo y acumulación del ca-
pital se condicionan rec{procamente, as{ como en el hecho
de que sólo la l?ropledad privado liberada, entregada a
s( mismo, puede producir la más lltll·y más amplia divi-
sión del trabajo.
La exposición de Adoro Smith se puede resumir asf:
la división deJ trabajo da a éste una infinita capaci-
dad de producción. Se origirul. en la propmsi6n al in-
tercambio y al comercio, una propensión especllicamente
bumena que verosfmllmente no es casual, sino que está
condicionado por eJ uso de la razón y del lenguaje. El
motivo del que cambia no es la bumanühá, sino eJ egol.s-
mo. La diversidad de los talentos humenos es más el
efecto que la causa de la división del trabajo, es decir,

\
174 KuJ Marx
del intercambio. Tambi~n es sólo este último el que hace
útil oquella diversidad. Las propiedades particulares de
las distintas razas de una especie animal son por natu-
raleza mfs distintas que lo diversidad de dones y activi-
dades humanas. Pero como Jos animales no pueden irrter-
cambiar, no le: aprovecha a ningún individuo animal la
diferente propiedad de un animal de la misma especie.
pero de distinta raza. Los animales no pueden adicionar
las diversas propiedades de su especie; no pueden apor-
tar nada al provecho y al bienestar común de su especie_
Otra cosa sucede con el hombre, en el cual los más
dispares talentos y formas de actividad se benefician reci-
procamente porque pueden reunir sus diversos productos
en una masa común de la que todos pueden comprar-
Como la división del trabajo brota de la propensión
al intert:llmbio, crece y estil limltada por 1• exttmsi61f del
intercambio, del mercado. En el estado avanzado todo
hombre es comerciante, la sociedad es una socieállli mer-
cantil. Say considera el intercambio como casual y no
fundamental. La sociednd podrfa subsistir sin él. Se hace
indíspensnble cm el estndo nvnnzodo de la sociedad. No
obstante, sít1 61 no puede tenet )ugac la producci6n. La
división del trabojo es un c6moáo y útil medio, un hábil
empleo de los fuerzas humnnns para el desarrollo de la
sociedad, pero dlsmlnuye ln capacidad de cada hombre
individt~alme,¡te considerado. Ln última observación es
un progreso de Soy.
Skarbek dlstinguc 1ns fuerzas índividuales, inherentes
al hombre (inteligencill y disposición física para el tra-
bajo), de ln5 fuerr.es derivadas de la sociedad ( intercam-
bio y dioisi6n del trabajo) que se condicionan mutua-
mente. Pero el presupuesto necesario del interonnbio es
la propiedad privada. Skarbek expresa aquf en forma
objetiva Jo IDÍ$mo que Srnith, Say, Ricardo, etc., dicen
cuando señalan el egofsmo, el interls privado, como fun-
damento del intercarobio, o el comercio como la forma
esencilll y lllieefl4dll del intercambio.
Mill presenu el comercio como consecuencia de la
Jivísi6n del tr11b11iO. La IIC'dvidad humana se reduce para
Ten:er Manuscrito 175

8 a un movimiento mecánico. División del trabajo y em-


pleo de mdquinas fomentan la riqueza de la producción.
Se debe co~ar a Olda hombre un conjunto de actividades
tan pequeño como sea posible. Por su parte, división
del uabajo y empleo de mliquinas condicionan la produc-
ción de la riqueza en masa y, por tanto, dcl producto.
Este es c1 fundamento de las grandes manufacturas.
(XXXVlll ) El examen de In divisi6n del trabajo y
dcl intercambio es dc1 mayor intcr6 porque son las
apresioncs manifiestamente cnojtmadas de la actividad
-y la fuerza esencial humana en cuanto actividad y fuerza
esencial odecwzdas al g4ncro.
Decir que la divisi6n del trabajo y c1 intercambio
descansan aobre la propicdaá privado no es sino afirmar
que d trabajo es la esencia de la propiedad privada; 11na
afirmación que c1 economista no puede probar y que
nosotros vamos a probar por ~- Justamente aquf, en el
hecho de que divirién del trabajo e intercambio son
co.nfigurildoncs de la propiedad privada, reside la doble
prueba, tan to de que, por una parre, la vida humano
necesitaba de la propiedad privado para su realización,
como de que, de otra parte, ahora necesita la supresión
y superación de la propiedad privnda.
Divisi611 del trabajo e intercambio son Jos dos fenó-
menos que hacen que el economistn presuma del carácter
social de su ciencia y, nl mismo tiempo, exprese incons-
cientemente ln contrndicclón de esta ciencia: !11 funda-
mentación de lo sociedad mediante el i.nterés particulllr
ontisocioJ.
Los momen tos que tenemos que considerar son: en
primer lugar, lo propcnsi6n al intercgmbio (cuyo funda-
mento se encuentra en c1 egofsmo) es considerada como
fundamento o efecto rec!proco de la división del trabajo.
Say considero el intercambio como no fundamental para
la esencia de la sociedad. Lo riqueza, lo producción, se
explican por la división del trabajo y el intercambio. Se
concede el empobrecimiento y la degradación de la acti-
vidad individual por obro de la división del trabajo. Se
reconoce que lo división del uabajo y el intm::ambio
176

son productOres de la gran diversúúd áe los talent(}s


humanos, una diversidad que, a su vez, se luace útil gra-
cias a aqu61ot. Skubek divide las fuerzas de producción
o fuenas productivas del hombre en dot partes: 1) Las
individuales e inherentes a ~. su in teligencia y su espe-
cial disposición o capacidad de rnbajo; 2) las d"ivadas
de la sociedad (no del individuo real), la división del
trabajo y el intettambio. Además, la división del tt11bajo
está limitada por el mercado. El !lobajo humano es sim-
ple movbnielllo mec4nico; lo principal lo boceo las pro-
piedades materiales de los objeros.
A un individuo se le debe atribuir la menor cantidad
posible de funciones. Fraccionamiento del trabajo y con-
centt11ción del capital, la inanidad de la producción indi-
vidual y la producción de la riqueza en masas. Concep-
ción de Jg propiedad privada libre en la división del
trabajo.

Dinero
(XLI) Si las sensaciones, pasiones, etc., del hombre
son no sólo determinaciones ontropológ.icas en sentido
estrlc~o, sino verdaderamente o6tmociones ontológicas del
ser (nnturalezn) y sí sólo se afirman realmeqte ¡;>or el
hecho de que ~u ob;eto es se11sible para ellas, entonces
es cloro:
1) Que el modo de su afirmación no es en absoluto
uno y el mismo, sino que, mlls bien, el diverso modo
de la afirmación constituye la pecuUoridad de su exis-
tencia, de su vida; el modo en que el objeto es para
ellas el modo peculiar de su goce. 2) All1 en donde la
afirmación sensible es supresión dic«ta del objeto en
su forma independiente (comer, bebc:r, elaborar el obje-
to, etc.), es áta la afirmación del objeto. 3) En cuanto
d hombre es hum1111o, en cuanto es humana su sensa-
ción, ere., la alinnaci6n del objeto por otro es igualmente
su propio goce. 4) Sólo mediante la industria desarro-
llada, esto es, por la mediación de la propiedad póvada,
se consti tuye la esencia ontológica de la pasión humana,
1
1
1 Tacer MonU!lCrho l77

tanto en su totalidad como en su humanidad; la misma


ciencia del bombre es, pues, un producto de la aut~
afirmación práctica del hombre. ~) El sentido de la p~
piedad privada -desembal'liZada 'de su enajenación- es
la existencia de los objetos esenciales para el hombre,
tanto como objeto de goce cuanto como objeto de acti-
vidad.
El dinero, en cuan to posee lo propjednd de comprarlo
todo, en cuanto posee la propiedad de apropiarse rodos
los objetos c:s, pues, el objeto por excelencia. Ln univer-
salidad de w cualidad es la omnipotencia de su esencia;
vale, pues, como ser omnipotente ... , el dinero es el alca-
huete entre Lo necesidad y el objeto, entre lo vida y los
1 medios de vida del hombre. Pero lo que me sirve de
mediador para mi vida, me sirve de mediador también
1 para la existencia de los otros hombres para mf. Eso es
para m! el otro hombre.
¡Qué diablo! ¡Claro que manos y p1es,
1 y cabeza 'Y trasero son tuyos!
Pero todo esto que yo tranquilamente gozo,
¿es por eso menos mio?
Si puedo pagar .reis potros,
¿No son ¡us fuerzas 111ias?
l..os conduzco y soy todo un señor
Como J'Í tuviese veinticuatro patas.
(Goethe: Fa1Jsto-A1e/ist6felu) 10•
Shakespeore, en el 'l'im6n de AJenas:
«¡Oro!, ¡oro maravilloso, brillante, precioso! ¡No,
oh dioses, no soy hombre que haga plegarias inconse-
cuentes! (Simples rofces, oh cielos purísimos!) Un poco
de ~1 puede volver lo blanco, negro; lo feo, berlll0$0;
lo falso, verdadero; lo bajo, noble; lo viejo, joven; lo
cobarde, valiente (¡oh dioses! ¿Por qu~i') Esto va a
arrancar de vuestro lado a vuestros sacerdotes y a vues-
tros sirvientes; va a retirnr la almoha.da de debajo de
la cobeza del hombre: más robusto; este amarillo eschlvo
vn a atar y desatar lazos sagrados, bendecir a los maldi-
tos, hacer adorable le lepra blanca, dar plaza a los ladro-
178 Korl Marx
nes y hacerlos 'sentarse entre los senadores, con útulos,
genuflexioDes y olabanzas1 él es el que hoce que se vuelvo
ll cesar la viuda marchita y el que perfumo y embolsaron
romo un cita de abril a aquella que revolverla el estó-
mago al hospital y a las mismas úlceras. Vamos, fango
condenado, puta común de todo el género humano que
siembras la disensión entre la multitud de las naciones,
voy • hacerte ultrajar según tu naturaleu.•
Y después:
«¡Oh, tú, dulce regicida, amable agente de divorcio
entre el hijo y el padre! ¡Brillante corroptor del más
puro lecho de himeneo! ¡Marte valiente! ¡Galán siem·
pre joven, fresco, amado y delicado, cuyo esplendor fun-
de la nieve sagmda q\le descansa sobre el seno de Diana 1
Dios tJisible que sueldas juntas las cosos de lo Natura·
leu absolumrnente contruias y las obligas a que se
abl'9Cefl; tú, que sabes hablar todas las lenguas (XLII)
para todos los designios. ¡Oh, tú, piedra de toque de
los comzones, piensa que el hombre, ru esclavo, se re·
beúa, y por la virtud que en ti reside, haz que nazcan
entre ellos querellas que los destruyan, n fin de que las
bestias puedan tener el imperio del mundo ... ! ,. 11
Sb:skcspeare pinta muy acertadamente la esencia del
dinero. Poro enteóderlo, comencemos primero con la ex·
pllcación del posuje goethinn.o.
Lo que mediante el dinero es para rnl, Jo que puedo
pagar, es decir, lo que el dinero puede coropmr, eso
soy yo, el poseedor del dinero mismo. M.i fuerza es tan
grande como lo sea la fuerza del dinero. Las cualidades
del dinero son mis -de su poseedor- cualidades y
fuerzas esenciales. Lo que soy y lo que puedo no están
determinados en modo alguno por mi individualidad. Soy
feo, pero puedo comprarme la mujer m4s bella. Luego
no soy feo, pues el efecto de la feoldad, su fuenA abu·
yentadora, es aniquilada por el dinero. Según mi indi-
vidualidad soy tullido, pero el dinero me procura veinti·
cuatro pies, luego oo soy tullido; soy un hombre malo,
sin honor, s1o conciencia y sin ingenio, pero se honra
al dinero, Juego tnrobiéo a su poseedor. El dinero es el
1
1

1 Tercu Manuscrito 179

1 bien supremo, luego ea bueno su poseedor; el dinero


me evita, ademlis, la molestia de ser deshonesto, luego
se presume que soy booesto; soy estúpido, pero el dinero
es el verdadero eS"pfritu de todas las cosas, ¿cómo podría
carecer de ingenio su poseedor? El puede, por lo demás,
comprarse gentes ingeniosas, ¿y no es qu ien tiene podet
sobre las personas inteligentes más talen toso que eJ ta-
lentoso? ¿Es que no poseo yo, que median te eJ dinero
puedo todo lo que el corazón humano ansfa, todos los
poderes humanos? ¿Acaso no transformo •ni dir¡eco todos
mis carencias en su contrario?
Sí eJ dinero es el v(nculo que me liga 11 la vida buma-
na, que liga a la sociedad, que me liga con lo no.ruraleza
y con el hombre, ¿no es el dinero el vinculo de todos los
vfnculos7 ¿No puede él atar y desatar todas las atadu-
ras? ¿No es tambi61 por esto eJ medio genenl de se-
paración? Es la verdadera moneda divisoria, asf como el
verdadero medio áe uni6n, la fuerza galvanoquímica de la
sociedad.
Shllkespeare destaca especialmente dos propiedndes en
eJ dlnero:
1.0 ) Es la dlvinidad visible, lo transmutación de todas
las propiedades humanas y naturales en su contrario, la
confusión e invor$i6n unive.rsnl de todas las cosas; her-
mana los imposibilidades;
2.•) Es la putn universal, el universa l alcahuete de los
hombres y de los pueblo.~.
La inversión y confusión de todas las cualidades hu-
manas y naturales, la conjugación de las imposibilidades;
la fueru tlivina del dinero radica en su esencia en tanto
que esencia genúica extrañad:t, enajenante y ou toenaje-
naote del hombre. Es el poder enajenado de In huma-
nidJul.
Lo que como hombre no puedo, lo que oo pueden
mis fuerzas individuales, lo puedo mediante el tlinero. El
dinero convierte asf cada una do estas fuerzas esenci11Jes
en lo que en sf no son, es decir, en su contrario. Si
ansfo un manjar o quiero tomnr la posto porque no soy
suficientemente fuerte para hncer el comino n ple, el dJ.
180 Kad Marx
nero me procura el manjar y la posta, es decir, transus-
tancia o:l.is deseos, que son meras representaciones; los
traduce de su c:xistent:ia pensada, representada, querida,
1 su existencia umibl~. r~(l/¡ de la representación a la
vida, del ser representado al ser real. El dinero es, al
hacer esta mediación, la verátllier(l fuerza cr~adora.
Es cierto que la áem(lm/11 existe también para aquel
que no tiene dinero alguno, pero su demanda es un
puro ente de ficción que no tiene sobre mf, sobre un
tercero, sobre Jos otros (XLUI ), ningdn efecto, ninguna
existencia; que, por tanto, sigue siendo pa.r a m{ mismo
irreal sin ob¡eto. la diferencia emre lo demanda efec.
tiva basada e n el dinero y la demanda sin efecto basada
en mi necesidad, n:ú ¡;>3sión, mi deseo, etc., es la dife-
rencia entre el s~r y el pens(lr, entre la pura representa-
ción qu~ t!Xiste en ml y la representación tal como es
paro ml en tanto que ob;~to r~11l fuera de mí. Si no
tengo dinero alguno para viajar, no tengo ninguna nece--
siállá (esto es, ninguna necesidad real y realizable) de
vlaj11r. Si tengo vocaei6n pnra estudiar, pero no dinero
para ello, no tengo ninguna vocación (esto es, ninguna
vocación efectiva, veráadora) pnra estudiar. Por el con-
trario, sJ realmente no tengo vocación alguna para estu·
dlnr, pero tongo In voluntod y el dinero, tengo para ello
una efectiva vocación. El dinero en cuanto medio y po.
áer universales (exteriores, no derivados del homb.rl! en
cuanto hombre ni de lo sociedad humann en cuanto so-
ciedad) para hace¡ de la rtpr~stntoci6n reaJidtUJ y de la
re(llidad un(l pura reprcsentaci611, transforma igualmente
las rt(l/~s fuenas esenciales huma11as y natural~s en puras
representaciones abstractas y por eUo en imperfecciones,
en dolorosas quimeras, as{ como, por otra parre, trans-
forma las imperfecciones y quimeras uaJes, las fuettas
esenciales realmente impotentes, que sólo exisren en la
imaginación del individuo, en /uenas euneiJJles reales y
poder real. Según esta determinación, es el dinero la in-
versión universal de los individuaJiátllics, que transfolllla
en su contrario, y a cuyas propiedades agrega propieda-
des contradictorias.
tX Tcrcu ManuscritO 181
$-
Como tal potencia inu~sora, el dinero actúa también
)$
eooua el individuo y cooua los vínculos sociales, etc.,
a, que se dicco esenciales. Transforma la fidelidad en infi-
ls delidad, el amor en odio, el odio en amor, la virtod en
il vicio, el vicio en virtud, el siervo en señor, el sefior
en siervo, la estupidez en entendimlento, el enreodimien-
!1 to en esturidez.
o Como e dinero, en cuanto concepto existente y activo
n del valor, coofu.ode y cambia todas las cosas, es la con-
'll
/usi6r~ y el truet¡/14 universal de todo, es decir, el mundo
o invertido, la confusión y el trueque de todas las cuali-
:- dades naturales y humanas.
a Aunque sea cobarde, es valiente quien puede comprar
:-
la valeoda. Como el dinero no se cambU. por una cuali-
1-
dad determinada, ni por una cosa o una fuena esencial
S
humana determinadas, sino por la totalidad del mundo
)
11 objetivo natural y humano, desde el punto de vista de
1 su poseedor puede cambiu cualquier propiedad por cual-
!
)
quier otra propiedad y cualquier otro objeto, incluso los
controdictorios. Es la fraternizacióo de las imposibilida-
1 1 des; obllgo a besarse a aquello que se contradice.
1 Sl suponemos a1 ho111brt:: confo hombre y a su relación
con el l)n•ndo como una ~elncl6n humano, sólo se puede
cambiar amor por amor.• confianza por confianza, etc. Si
se quiere gozar del arte basta ser un hombre artística-
mente educado; si se quiere ejercer inB.ujo sobre otro
hombre, bay que ser un hombre que octúe sobre los otros
de modo realmente estimulante e incitante. Cada una de
las relaciones con el hombre -y con la naturaleza- ha
de ser una exteriorización determinada de ls vida indi-
uiáual re11l que se corresponda con el objeto de la vo-
luntad. Si amas sin despertar amor, esto es, s:i tu amor,
en CUlUito amor, no produce omor redproco, si mediante
una ~xtmorizaci6n vital como hombre amante no te con-
viertes en hombre amado, tu amor es impotente, una
desgracia.
¡
1
182
1
Critica de la diaUctica hegelúma y de la filosofía 1
de Hegel en general_ 1
(VI) Este punto es qui.:á el lugar donde, para ~ren­
dimiento y justincaci6n de Jo dicho, conviene hacer algu-
nas indicaciones, tanto sobre la díal&:tica hegc.l.Uma en
gcnernl como especialmente sobre su exposición en la 1
Fenomenologfn y en la Lógico y, únolmente, sobre la 1
relación con Hegel del moderno movimiento crftico.
Lo preocupación de la moderno crítico alemWlll por el 1
contenido del viejo mundo era tan fuerte, estaba tan
1
absona en su asunto, que mantuvo una actitud totalmen-
te ocr{tica respecto del m~todo de criticar y una plena 1
inconsciencia respecto de la siguiente cuestión parcialmen-
te formal, pero realmente esencial: ¿en q~ situación 1
nos encontramos Ahora frente a In díal&:tica hegeliana?
La inconsciencia sobre la relación de In crftica modema
con la filosofla hegeliana en general y con la dial&:tica
¡
1
en pnrtlculnr era tan grande, que a(ticos como Suauss
y Bruno Dauer (el primero completruTtente, el segundo
en sus Sin6plicos, en los que, frente 11 Sttauss, coloca la
«Rutoconciencio» Oc! hombre abstraCtO en Jugor de la sus-
tanda de la «naturaleza abstracto» 1" e incluso en el Cris-
tianismo descubierto) están, al menos en potencia, total- l
mente presos de la légioa hegeliana. Asf, por ejemplo, 1
se dice en el Cmtianismo descubierto: «Como si la auto- 1
conciencia, al poner el mundo, la diferencia, no se pro-
dujera o sí misma al producir su objeto, pues ella suprime 1
de nuevo la diferencia de lo producido con ella misma,
pues e1h sólo en lll producción y el movimiento es ella
misma; como si no tuviera en este movimiento su fina-
l
lidad,. 11 , etc., o bien: cEnos (los materialistas lrance- l
ses) no han podido ver aún que el movimiento del unÍ-"
verso sólo como movimiento de la autoconciencia se ha
hecho real para sf y ha lleg11do 1 la unidad consigo mis-
mo» 14 • Expresiones que ni siquiera en Jo terminología
muestrnn uno diferencia respecto de la concepción
hegeliana, slno que más bien la repiten literalmente.
1
T~ Manuscrl!o 18)
1
(Xll) Hasta qu~ punto era cSCllsa en el acto de la cd-
tlca (B.auer, Los sin6pticos) In coociencin de su relación
1
con la dialéctica hegeliana, lusta qué punto esta con·
ciencia no aumentó incluso después del neto de la crftica
material, es cosa que prueba B.auer cuando eo su Buena
causa dt! la libt!rtad rechaza Lt indiscreta pregunta del se-
ñor Groppe: «¿Qu~ hay de la lógica?», remiti~odola a
los cr.lticos futuros 15•
Pero incluso ahora, después de que Fcuerbach (tan·
to en sus «Tesis de los Antkdota» como, detalladamen·
te, en la Piloso/ia dt!l futuro) ha demolido el núcleo de
la vieja dialéctica y la vieja 6losoHa¡ después de que, por
el contrario, aquella crltica que no hab!a sido capaz de
realizar el hecho, lo vio consumado y se proclamó ctf·
tico pura, decisiva, absoluta, Uegoda a claridad consigo
misma¡ después de que, en su orgullo espirirualista, re-
dujo el movimiento histórico todo a la relación del mun-
do (que frente a ella cae bajo lo categoda de «masa.)
con ello mismo y hn disuelto todns las contradicciones
dogmáticas en la única rontradlcción dogmática de su
p.ropia ngude1:n con In estupidez del mundo, del Cristo
crítico con la Humanldad como el «montón» 16, despu~s
de haber probado, d!a tras dfa y hora tras hora, su pro-
1 pia excelencia frente a la estupidez de la masa¡ despu~s
1 de que, por 6ltimo, ha anunciado el juicio fimd critico,
1 proclamando que se acerca el dfn en que toda la deca-
dente bumanidod se agruparll ame ella y sem pot ella
dlvidida en grupos, recibiendo cado montón su JesiÍ!flO·
nium paupertatis 11; despu~ de haber hecho imprimir
su supeciorid~d $Obre los sentimientos bumanos y sobre
el mundo, sobre el cual, tronando en su orgullosa sole-
1 dod, sólo deja caer, de tiempo en tiempo, la risa de los
1 dioses ol!mpicos desde sus sarcd~tícos labios; despu<!s
de todas estas divertidas caranto!ias del idealismo (del
1 neohegallanismo) que expira en la forma de la crltica,
éste no ha expresado ni siquiera la sospecha de tener
que explicarse crfticamente con su madre, la diaMctic11
1 hegeliana, así como tanlpoco ba sabido dar una indica-
184 1

Karl Man;
dón crftica sobre lo dial&tica de Feuerboch. Una actitud J
totoltnente acrftico para consigo rnlS11'1o.
1
Feuerbach es d único que tiene respecto de la dial6:.
Lico hegeliana una actitud uria, crftica, y el único que 1
ha hecho verdaderos descubrimientos en este terreno. En 1
general es el verdadero vencedor de la vieja lilosofía.
Lo grande de la aportación y la discreto sencillez con
que Feuerbach la da n1 mundo están en sorprendente
contraste con el comportamiento contrario.
La gran hazaña de Feuerboch es:
l) La prueba de que la Filosofra no es sino la Reli-
gión puesto en ideas y desarrollado discursivamente; que
es, por tonto, tAn conden11ble como aquo!Ua y no repre-
SCllto aino otra forma, otro modo de eKisteoda de la ena-
jenación del ser humano 11•
2) La fundación del vt:rdtldero materialismo y de la
ciencia real, en cuantO que Feuerb•ch hace iguolmenre de
la relación social «del hombre al hombre» el principio
fundamental de lo teodo 1'.
J) En cuaoro contrapuso a la negación de la negación,
que alirmo ser lo positivo absoluto, lo positivo que des-
cansa sobre i i mismo y se fundamenta positivamente a
sf mismo 110•
Feucrbach explica la dialc!cticn hegeliana (fundamen.
tondo con ello el punto de pnrtidn de lo !>Ositivo, de lq
sensiblenlcnto cierto) del slgulenre modo:
Hegel porte de la enajenación ( lót~icnmente de lo in-
finito, de lo universal abstracto) de la sustancio, de
la abstracción absoluta y lijado; es to es, dicho en térmi-
nos populaies, parte de la Religión y de la Teologfa.
Segundo. Supera lo inEniro, pone lo verdadero, lo sen-
sible, lo real, lo finito, lo particular (Filosoffa, supera.
dón de la Religión y de la Teologfa).
TYcero. Supera de nuevo lo positivo, restablece nue-
vamente la abstracción, lo iolioito; restablecimiento de
la religión y de lo Teologfa.
Feuerbach concibe la negación de !:1 neglldón s6/o como
contradicción de lo Filosoffa consigo misma; como la
Filosofen que aErmo la Teologfa (trascendencia, etc.) des-
Tercer Manuscrito
185
pués de haberlo negado; que la alinna en oposición a sf
misma 11 •
La posición o auroaiirmación y autoconúnnación que
esrá implfcira en la negación de la negación es concebida
como una posición no segura aún de sf misma, lastrada
por eUo de su contrario, dudosa de sf misma y por ello
nccesirada de prueba, que no se prueba, pues, a sf misma
mediante su existencia; como una posición inconfesa-
da (XIII) y a lo que, por ello, se le contrapone, direcm
e. inmedlntamenre, la posición sensorlalmente cierta, fun,.
damentada en si misma .(1).
Pero en cun.nto que Hegel ha concebido la negación
de la negación, de acuerdo con el aspecto positivo en ella
implkiro, como lo verdadero y único positivo y, de
IIC.Uerdo con el aspecto negativo tambi6l impl.rcito, como
el único acto verdadero y acto de auroal.irmación de todo
ser, sólo ha encontrado la expresión abstr~ta, l6gica,
especu/4tiva para el movimiento de la Historia, qoe no
es aún hisrorio real del hombre como sujeto presupuesto,
sino sólo acto genlrico del hombre, historia del naci-
miemo del homb1e. ExpJJcaremos ranto In focmo abstrac-
ta como lo difcrendn que este movimiento tiene en Hegd
en oposición a Jo moderna crfticn del mismo proceso en
La Esencia del CristJa,ismo, de Pcucrbach; o más bien,
explkoremos Jo fotma erftlcn de este movim iento que en
H egel es oú.a ocdtico.
Uno ojeado ni sistema hegeliano. Hoy que comenzar
con la Penomenologla hegeliano, fuente verdadera y se-
creto de la Filosof!a hegeliana.

(1) Feuc::rboleh co~ adn lo ncpd6n de: la Dqlleión, d coo-


c:epto ooncrcto, ('()0)0 d s>Cmllmiá!to que te aupera a s! mismo
en d Pá~W~licoto y que, en coaoto J)<!nSamiento, qum rtt irune-
dialamente intuición, naturaleza, t'C11Jidad (NotA d, Altmt.)

1
Korl Marx

fenomenologia

A ) La autoconcitmcia
l . Conciencia a) Ctrtn# sensorial o lo esto y 'lo 11tÍO.
8 )' La ,percepcidn 1 o la cosa con sus propiedades y la
tlusi6n. y) Fuen.a y entendimiento, fenómeno y mundo
suprasensible.
ll. Autoconciencia. La verdad de la c:ttteza de sí mis-
mo. a) Dependencia e independencia de la autoconcien-
cia, señorlo y vasallaje. b) Libertad de la autoconciencia_
Estoicismo, esceplicisroo, la conciencia desventurada.
lll. Raz6n Certeza y verdad de la raz6o. Razón o~
servadora; observación de la naturaleza y de la autocon-
ciencia. b) Realiztción de In autoconciencia racional me-
diante ella misma. El goce y la necesidad. La ley del
corazón y el delirio de lA presunción. La virtud y el
curso del mundo. e) La individualldnd que es real en sí
y pa ra si. El reino onimol del espfrítu y el &aude o la
coso misma. La razón le¡¡isladora. Lo razón examinadora
de leyes.

B) El esplritu
l. El verdadero espfritu : In ~tlcn. II. El esp1citu ena-
jenado de sf, Ja cultura. JIJ. El espfriru seguro de sf
mismo, lo moralidad.

C) La Relígi6t~
Religi611 natmal, religi6n est6tica, religi6n revelada.

O) El saber absoluto
Cómo lo E.itcicfopedia de Hegel comienza con la J6gica,
con el pMsamie11to especullltiVO puro, y termina con el
saber absoluto, con el espfritu autoconsciente, que se
capta a s( mismo, 61os66co, absoluto, es decir, con el
esp1ritu sobrehumano obstmcto, la l!.nciclopeáia toda no
es mú que la esencia desplet.tláa del esphiru filosófico,
Tercer MOJJuscrilo 187

su aotoobjetivnci6n. El espíritu filosófico no es a su vez


sino el enajenado espirito del mundo que piensa dentro
de su autoenajenaci6o, es decir, que se capta 11 s( mismo
en forn~a abstracta. La légtca es el dinero del esp!riw, el
valor pensado, especulativo, del hombre y de la natura-
l~; su esencia que se ha hecho totalmente indiferente
a toda determinación real y es, por tanto, irreal; es el
ensamiento enajenado que por ello hace abstracción de
f.
a naturaleza y del hombre real; el pensamiento abstrae-
l O.La exterioridad de esle pensamiento abstr(lcto... La
naturaleu tnl como es porl\ c:&te pensomienro abstracto;
ella es e11:terior a él, lo pérdida de sf mismo; y él la
capta tambUn aternamente, como pensllmiento abstrac-
to, pero como pensamiento abstracto enajenado; final-
mente, el espfritu, este pensamiento que retoma a su
propia cuna, que como esp!ritu :mt ropol6gico, fenome-
nol6glco, psicológico, moral, arústico-religioso, todavfa
no vale para sf mismo hasta que, por último, como saber
absoluto, se encuentra y relaciona ., consigo mismo en el
esplritu ahora absoluto, es decir, abstracto, y recibe su
existencia consciente, la existencia que le corresponde,
pues su existencia real es In abstracción.

Un doble error en Hegel.


El primero emerge de In manera más dnra en la Fe-
nomenología, como cuna de la Pilosoflo hegeliana. Cuan-
do él concibe, por ejemplo, la riqueza, el poder estatal,
etcétera, como escocias enajenados poro el ser h11mano,
esto sólo se produce en forma especula tivo ... Son enti-
dades ideales y por ello simplemente un extrañamiento
del pensamiento 6los66co puro, es decir, abstracto. Todo
d movimiento termina as{ con el saber absoluto. Es jus-
tamente del pens.a miento abstracto de donde estos objetos
estm atrañados y es justamente al pensamiento abstracto
aJ que se enfrentan con su pretensión de realidad. El
fi16sofo (una forma abst racta, puc:&, del hombre enaje-
nado) se erige en medidiz del mundo enajenado. Toda la
historia de la ena;enación y toda la revocación de la ena-
188
jcnación no es as( sino lo historia á~ la producción del
penumicnto abstracto, es decir, absoluto (Vid. pági-
na XIII) "' (XVII), del pensamiento lógico especulativo. 1
El ~xtra1iamit:nto, que constituye, por tanto, el verdade- /
ro ínter~ de esta enajenación y de la supresión de esta
enajenación, es la oposición de en si y para sí, de coll-
ciencia y autoconciencia, de ob1e1o y sujeto, es decir, la
oposición, dentro del pensamiento mismo, del pensa-
miento abstracto y la realidad sensible o lo sensible
real. Tod11s las demás oposiciones y movimientos de
estas oposiciones son s6lo lo apariencia, la envoltura, la
forma ~sotérica de estas oposiciones, las únkas interesan·
res, que constituyen el sentido de las restantes prolanus
oposiciones. Lo que pasa por esencia esUlblecida del ex-
trañamiento y lo que hay que superar no es el hecho de
que el ser humano se objetive de forma humuna. en opo-
sición a si mismo, sino el que se ob,et¡ve o d1/erencia de y
en oposici6n al p.:nsamiento nbstr~cto.
(XVII 1) La apropiación de lns fuen.1s esenciales hu-
rnanus, convertidas en obje to, en objeto enajcnaJo, es
pues, en primer lugar, uno apropiaci6n que ~e opera st51o
en la conciencia, en el pensatiiÍt!IIIO puro, es decir, en ht
abstracci6n, lo npropi3ción de objetos como pemamien-
tos y movimientos del pemamiemo,- por esto, _ya en In
Fcnotm'flologla (pese 11 su ¡¡specto torn lmentc nega tivo y
critico, y pese a lo critico renl en ello contenida, q ue
con frecuencia se adelanta mucho al desnrrollo posterior)
está Intente como germen, como potencio, está presente
como un misterio, el positivismo acrh ico y el igualmeme
accltico idealismo de las obras posteriores de Hegel, es:'
disolución y restauración filos66cas de lo empirie exis-
tente. En segundo lugar. La reivindiCDci6n del mundo
objetivo para el hombre (por ejemplo, el conocimiento
de la conciencia sensible no es una conciencia sensible
abstracta, sino una conciencia sensible humana,- el cono-
cimiento de que In ReJigión, la riquaJI , etc., son s6lo la
realidad enajenada de In objetivoción humana, de I<~S
fuerzas esenciales humanas nacidos paro la acción y, por
eUo, s61o el camino hocin In verdadera realidad humana).
1
Tercer Manuscrito 189
esta apropiación o !a intellgencia de este proceso se pre-
1
1 aeor. asl en Heeel de raJ modo que Ja semibiliáaá, la
Religi6n, el poder del Estado, etc., son esencias t:tpiritu(l·
¡ lu, pues sólo el esplrilu es la vt:rdadt:rtl esencia del
hombre, y la verdadera forma del espfritu es el espúitu
pensante, el espú:itu lógico, especulativo. La humanidad
de la natutaleza y de la naturaleza producido por la his-
toria, de los productos del hombre, se manifiesta en que
ellos son product(}f del esplritu abstracto y, por tanto y
en esa misma medida, momentos t:spirituaks, esl!fiCÚit
ptntadas. La Fenomenologl4 es la critica oculta, oscuro
aun para sf misma y mistificodora; pero en cuanto retiene
el extrañt~mil!nto del hombre (aunque el hombre aparece
sólo en la forma del esp(dtu) se encuentran oculws en
ella todos los elementos de la crftico y con frecuencia
preparados y elaborados de un modo que supera amplia-
mente el punto de vistA begeliano. La «conciencia desven.
turada•, In «conciencio honrada•, la lucho de la «COn·
ciencia noble y la conciencia vil•, cte., estas secciones
sueltas contienen (pero en forma enajenada) los elemen-
tos crltlcos de esferas enteras como la Religión, el Estado,
la vida civil, etc. As( como la esencia, el objeto, aparece
como esencia pensada, as( el sujeto es siempre conciencia
o autoconciencia¡ o mejor, el objeto aporece sólo como
conciencia abstracta, el hombre sólo como t~utoconckn·
cía; la diversas formas del extrañamiento que alll emer-
gen son, por esto, sólo dlstlntlls formas de la conciencio
y de la autoconciencia. Como la conciencia abstracta en si
(el objeto es concebido como tal) es simplemente un mo-
mento de diferenciación de lo autoconciencia, as{ tam-
bién surge como resultado del movimiento la identidad
de la autocondencia con la conciencia, el saber absoluto,
el movimiento del pensamiento abstracto que no va yo
bocia fuera, sino sólo dentro de sr mismo; es decir, el
resultado es la diaUctico del pensamiento puro.
(XXIII) Lo grandioso de In FenommologÚI beeeliana
y de su resultado final (la dial~co de la negatividad
como princip.i o motor y generador) es, pues, en primer
lugnr, que Hegel concibe la outogeneración del bombre
l90 Kacl Marx

como un proceso, la objetivación como desobjetivación,


como enajenación y como supresión de estn enajenación;
que capta In esencia del trabajo y concibe el hombre
objetivo, verdadero porque real, como resultado de su
propio lraba;o. Lo relación reol, activa, del hombre con-
sigo mismo como ser gen~rico, o su manifestación de sí
como un ser g~rico general, es decir, como ser huma-
no, sólo es posible merced a que ~ realmente exterioriza
rodas SIL~ /uerus gen/ricas (lo cual, a su vez, sólo es
posible por la cooperación de los hombres, como nsul-
tado de lo historia) y se comporta frente a ellas como
frente a objetos (lo que, a su vez, sólo es posible de ·
entrada en lo forma del atral'laaúeoto).
Expondremos ahora detaUadameote la unilateralidad y
los limites de Hegel a la luz del capftu.lo 6nal de la
Fenomenologúz, el saber absoluto: un capítulo que con-
tiene tanto el espfritu condensado de la Fenomenología,
su relación con lo dialéctica especulativa, como la con·
cümcia de Hegel sobre llmbos y sobre su relación recí-
proca.
De momento anticiparemos sólo esto: Hegel se coloca
en el ponto de visrn de lo Bconomfa Pol!tica moderna.
Concibe el trabajo como la estmcia del hombre, que se
pruebo o sf misma; c!l sólo ve el a~pecto positivo del
trabajo, nc;> su aspecto negativo. El trabajo es el devenir
para st del hombre den tro de In ennjennción o como hom-
bre eflajenado. El único ttobojo que Hegel conoce y re-
cohoce es el abstracto eJpiriJual. Lo que, en general,
constituye In esencia de In Filosofía, la ena;enación del
hombre que se conoce, o la ciencia ena;enada que se
piensa, lo copt11 Hegel como c.~encia del trabajo y por
eso puede, frente a In Glosoffn precedente, reunir sus
diversos momentos, presentar su Filosofía como la Filo-
sofía. Lo que los otros filówfos hicieron (captar momen-
tos aislados de la naturaleza y de la vida bumana como
momentos de la autoconcienciB o, para ser precisos, de la
autoconciencia abstracta) lo sttbe Hegel como el baar de
la FilosoHa, por eso su ciencia es absoluta.
Pasemos ahora a nuestro tema.
• 'I'ercer M.nusc1 191

El saber absoluto. Capitulo final de la Fenomenología


1
La cuestlón fundamental es que el objeto de la con·
í ciencia no es otra coso que la llutoconci~cia, o que el
objeto no es sino Jo autoconciencia objetivada, la auto-
conciencia como objeto (poner al hombre = autocon-
ciencia).
Importa, pues, superar el objeto de la conciencia. La
objetividad como tal es una re.lación enajenado del hom-
.. bre, una relación que no corresponde a la es~ huma-
na, a la autoconciencia. La rt!apropiaci611 de la esencia
objetiva del hombre, geot!rada como extraña bajo la de-
terminación del ertrañamiento, no tiene, pues, solamente
la signl6caci6n de suprimir el erttañamiento, sino tam·
biéo la objetiviá.ul; es decir, el hombre pasa por ser no
objetivo, t!Spiritualista.
El movimiento de la supt!raci4n del objeto de la con-
ciencia lo describe Hegel del siguiente modo:
El objeto no se muestra únicamente (esta es, según
Hegel, la concepdóo unila!t!ral --que capta una sola
cnra- de aquel movimiento) como retorna.ndo al sí mis-
mo. El hombre es puesto como igual al s1 mismo. Pero
el s! mismo no es 11ino el hombre abstract(lmente conce-
bido y generado mediante la nbstracdón. El hombre es
mismeidad. Su ojo, su oido, etc., son mismeidad,- cada
unn de sus fuerzas esenciales tiene en él la propiedad de
la mismeidaá '•. Pero por eso es completamente falso
decir: la autoconci~citl tiene ojos, o!dos, fuerzas es-en-
ciales. La autoconciencia es mlts bien una cualidad de la
naturaleza humana, del ojo humano, etc., no la naturaleza
humana de la (XXIV) autoconcienci11.
El sí mismo obstralclo y fijado para sf es ei hombre
como etoltta abstrtiCto, el egolsmo en su puro abstrae·
ción elevado hasta el pensamiento (volveremos mis tarde
sobre esto).
La esenci• humana, el hombre, equivale para Hegel a
autoconciencia. Todo extrañamiento de In esencia humá-
na no es nad4 más que extralúlmiento de la cutoconcien-
192 KuJ Marx
ci11. El extrañamiento de la conciencia no es considerado
como ~xpr~IlÓn (expresión que se reBeja en el saber y d
pensar) del ext:ra5nmiento rul de la human.a esencia. El
extrañamiento v~ráaáuo, que se manük:sta como real,
no es, por el contrario, según su m6s lnlim11 y escondida
esencia (que sólo la Filosofía saca n la luz) otra cosa que
el /en6meno del ext.rnñruniento de la esencia humana
real, de In aut«onciencia. Por eso Jo ciencia que com-
prende esto se llama Fenomenologla. Todo reapropiación
de lo esendn objetiva enajenada apa rece as( como una
incorporación en la autoconciencia; el hombre que se
apodero de su esencia real no es sino lo autoconci~
que se apodera de la esencia objetivo; el retomo dd
objeto oJ si mismo es, por tanto, lo reapropiaci6n dd ob-
jeto. Expresada de forma universal, la superación del
ob1eto de la autoconciencia es:
1) Que el objero en cuanto raJ se presenta a la con-
ciencia como evanescente; 2) Que es la enajenación de la
autoconciencia lo que pone Jo coseidad; 3) Que esta eno·
jenaci6n no sólo tiene significado positivo, sino también
negativo; 4) Que no lo tiene sólo para nosotros o en sí,
sino también pnra ello; 5) Para ella [lo 11utoconciencia]
lo negativo del objeto o su nutosupreslón tiene signifi-
cado positivo, o lo que es lo mismo, ello conoce es~
negatlvldnd del mismo porque ella se enajena a s{ mis-
ma, pues en esta enajenación ella se pone como objeto
o pone al objeto como sf mismo en virtud de la insepa·
rabie unidod del ser para si; 6) De otra parte, está igual-
mente presente este otro momento, a saber: que ella [la
autoconciencia) ha superado y retomado en st misma esta
enajenación y esta objetividad, es decir, en su ser otro
como tal estd ;unto a .rl; 7) Este es el movimiento de la
conciencia y ~ta es, por ella, la totalldad de $US momen-
tos; 8) Ella [lo autoconciencia] tiene que comportarse
con el objeto según la totalidad de sus determinaciones y
tiene que haberlo captado, osf, según cada una de ellas.
Esta totalidad de sus determinaciones lo hace en ri esen-
cia espiritual y para la conciencia se hace esto verdad
por la aprehensión de cada una de ellas [las determina-
Tercer Manuxrilo
193
clones) en particular como el ~1 mümo o por el anres
mencionado componamiemo espirirual bacio ellas.
Ad. 1) El que el objeto como tal se presente ante la
conciencia como evanescente es el antes mencionado r~­
/orno del obieto a/ si mismo.
Ad. 2) La enajen11ción d~ la IIU/oconctencla pone la
couidad. Puesto que el hombre= autoconciencia, su esen-
cia objetiva enajenado, o la couidad (lo que para él es
obieto, y solo es verdaderamente objeto parn él aquello
que le es objeto esencial, es decir, aquello que es su
esencio ob¡etiva. Ahora bien, puesto que no se ha~
sujeto al hombre real como tal y, por tamo, tampoco a
la naturaleza -el hombre es la naturaieu humamz- sino
sólo a la abstracción del hombre, a la autoconciencia, la
CO$cldad sólo puede ser la autoconciencia enajenada),
equivale a la autocondc11cia eoajenllda y la cos~idad es
puesta por esta enajenación. Es completamente natural
que un ser vivo, natural, dotado y provisto de fuerzas
esenciales objetivas, es decir, materinJes, tenga objetos
reales, noturolt'J, de su ser, asf como que su outoenaje-
nación sea el cstobleclmienro de un mundo real, objetivo,
pero bajo la forma de Jn exterioridad, es decir, no P,«·
teneclente n su lie: y dominándolo. No hay nada Incon-
cebible o m!stcdoso en ello. Más bien sería misterioso lo
contrario. Pe(o Igualmente claro es q ue uno olltoconcíen-
cio, es decir, su enajenAción, sólo puede poner lo cosei-
dad, es decir, una cosa abstracto, una cosn de Jo abstrac-
ción y no uno co3a real. Es ndemlis (XXVI) también
claro que lo coseidod, por tanto, no es nada indt!pen-
ditmu, t!St!llciol, Creme a la auroconciencia, sino una sim-
ple creación, algo puesto por ella, y lo puesto, en lugar
de afirmarse a si mismo, es sólo una afirmación del acto
de poner, que por un momento lija su energt. como el
producto y, m apqnenci11 -pero sólo por un momen-
to-- le asigno un ser independiente, real.
Cuando el hombu real, corpóreo, en pie sobre la
tierra firme y aspirando y exhalando todas las fuerzas
nat~rn~les, pone sus fuerzas t!sencioln reales y objetivas
como objetOS extraños mediante su enajenación, el neto
Karl Marll. 7
194 Karl Marx

de poner no es el sujeto; es la subjetividad de fuerzas


esenciales objetivas cuya acción, po.r eUo, ha de se.r ram-
bi~n objetiva. El ser objetivo actúa objetivamente y no
actuarfa objetivamente si lo objerivo no estuviese impll-
cito en su determinación esencial. S6lo crea, s6lo pone
objetos porque él (el ser objetivo] está puesto por obje-
tos, porque es de por s{ naturaleza. En el acto dd poner
no cae, pues, de su «ectividad porn en una creación del
objeto, sino que su prodUCto objetrvo conf.irma simple-
mente su objetrva actividad, su actividad como actividad
de un ser natural y objetivo.
Vemos aqu! cómo el naturalismo rcaliudo, o humanis-
mo, se distin!llle tan Lo del idealismo como del materia-
lismo y es, al mismo tiempo, la verdad unificadora de
ambos. Vemos, tambi~o, cómo sólo el nntu.ralismo es
capaz de comprender cJ acto de la historia universal.
El hombre es inmediatamente ser ttatural. Como ser
natural, y como ser natural vivo, está, de una parte,
dotado de fuenas naturaks, de fuenas vitales, es un ser
natural activo¡ esrns fuerzas existen en ~ como talentos
y capacidades, como impulsos; de otra parte, como ser
natural, corpóreo, sensible, objetivo, es, como el animal
y Jo planto, un ser paciente, condicionado y limitado·
esto es, los objctot de sus impulsos existen fuera de éÍ,
en cuanto objtJtos independientes de ~. pero e.s tos obje-
tos son objetor de su necesidad, indispensables y esen-
ciales para el ejercicio y o1irmaci6n de sus fuerzas esen-
ciales. El que el hombre sea un ser corpóreo, con fue.rzas
naturales, vivo, real, sensible, objetivo, significa que tie-
ne como objeto de s u ser, de su exteriorización Vital,
objetos realu, sensibles, o que sólo en objetos reales,
sensibles, puede exteriorizar su vida. Ser objetivo natu-
ral, sensible, es lo mismo que tener fuera de sC obje-
to, naturaleza, sentido, o que se.r para un tercero objeto,
naturaleza, sentido. El 'hambre es uno nect1sidad natural;
necesirn, pues, una natural~ fuera de af, un objeto
fuera de sf, pani setisfaoersc, para calmarse. El hambre
es la necesidad objedva que un cuerpo tiene de un oh-
ieto que esú fuera de ~ y es indiipeDSable para su
Tero:.r Manutcrito 195

S in teg.roción y exteriorización esencial. El sol es el ob¡eto


· de la planta, un objeto indispensable paro ella, confirma-
dor de su vida, nsf como lo planta es objeto del sol,
- como ~xtt>rlori:aci6n de la fuerza vivilicadont del sol, de
C la fuena esencial obj~tiva del sol zs.
- Un ser que no tiene su naturaleza fuera de sf no es un
r ser natural, no plllticipa del ser de la naturaleza. Un ser
el que no tiene ningún objeto fuera de sf no es un ser
e- objetivo. Un ser que no es, a su vez, objeto para un
CI tercer ser no tiene ningún ser como objeto suyo, e.~ de-
cir, no se comporta objetivamente, su ser no es objetivo.
S· XXVII. Un ser no objetivo es un no ur, un absurdo.
a- Suponed un ser que ni es ~ mismo objeto ni tiene un
le objeto. Tal ser seda, en primer lugar, el úrzico ser, no
:S
existida ningún ser fuera de él, existirfa único y solo.
Pues tan pronto hay objetos fuera de mí, tan pronto no
!:X
estoy solo, soy un otro, otra reolidad que el objeto
e, fuera de mf. Para este tercer objeto yo soy, pues, otra
!T
realidad que él, es decir, soy su objeto. Un ser que no
:>S es objeto de otro ser supone, pues, que no existe ningún
!T
ser objetivo. Ton pronto como yo tengo un objeto, este
:al objeto me tiene o m! como ol)¡eto. Pero un ser no ob;e-
•; tivo es un ser irrnciooal, no sensible:, s61o pensado, es
!1, decir, sólo imaginado, un ente de nbstracción. Ser sensi-
C· ble, es decir, ser real, es ser objeto de los sentidos, ser
O· objeto sensible, eo consecuencia, tener objetos sensibles
O· fuera de si, tener objetos de su sensibilidad. Ser sensible
as es ser pacierzte ,..
e- El hombre corno ser objetivo sensible es por eso un ser
al, paciente, y por ser un ser que siente su pasión un ser
:s, apasionailo. La pasión es la fuerza esencial del hombre
U· que tiende en~rgicnmente hacia su objeto.
e- El hombre, ~~in embargo, no es sólo ser natural, sino
o, ser natural humano, es decir, un ser que es para sí, que
1; por ello es su t~nlrico, que en ClllllltO tal tiene que afir-
to marse y confirmarse tanto en su ser como en su saber.
re Ni los objetos hwmmos son, pues, los objetos naturales
h- tal como se ofrecen lnmedi11tomente, ni el sentido huma.
m no, tal como inmediatamente es, tal como es objetiva-
l96
mente, es sensibilidad humana, objetividad bumaru~. Ni
objetiva ni subjetivamente existe la naturaleza inmediata-
mente ante el ser humano en forma adecuada; y como todo
lo natural tiene que naur, tambi61 el hombre ticoc su
acro de nacimiento, la histori4, que, sin embugo, es para
8 una historia sabida y que, por tanto, como acto de
nacimiento con conciencia, es acto de nacimiento que se
lllpera a 5I mismo. La historia es la verdadera Historia
Natural del hombre (a esto hay que volver).
En tercer lugar, por ser este mismo acto de poner la
coseidod sólo una apariencia, un neto que contradice la
esencia de la pura actividad, ha de ser a su vez superado
y negada la coseidad.
Ad. 3, 4, 5, 6: J.•) Esta enajenación de la conciencia
no tiene solamente signüicado negativo, sino también
positioo y, 4.• este significado positivo oo sólo para nos-
otros o en sf, 5ioo para ella, para la conciencia misma.
5) Para tlúz lo negativo del objeto o la autosupc:raci6n
de ~te tiene un signilicado positivo o, en otros términos,
ello conou esta negatividad del mismo porque ella se
enajeno a s! misma, pues en esta enajenación ella se
conoce como objeto o conoce al objeto, merced a la inse-
parable unidad del ser -para- sf, como~~ misma. 6) De
otra parte, está Rqu! lmplrcito simultáneamente el otro
momento: que elln, igualmente, ha superado y retomado
en sl estn enajenación y objctlvidad, y que as! en su ser-
otro como tal está junto a s!.
Hemos yo visto que la apropiodón del ser objetivo
enajenado o lo superación de la objetividad bajo la deter-
mJnoción de la enajenación (que ha de progresar desde
la extrañeza indife.r eote basta el real extrañamiento hos-
til) tiene para Hegel igualmente, o incluso principalmen-
te, el signilicado de superar In objet i11itUd, porque en el
extrAñamiento lo chocante para la autoconciencia oo es
el carácter determinado del objeto, sino su arácter obje-
tivo. El objeto es por eso un negativo, algo que se supera
1
a sf mismo, 11na negati11úlaá. Esta negatividad del mismo
e
no tiene pora la conciencia un signi.Gcodo negativo sino
positivo, pues esa negatividad del objeto es precisamente
5
TetCa" Manuscrito
J97
la autocon/írm11Ci6n de la DO-Objetividad, de la abrtrac-
ci6n (XXVIII) de 61 mismo. Para la concimcia misma,
la negativid.d del objeto tiene un signilicado positivo
porque ella conoce esta negatividad, el ser objetivo, romo
su auroenajenación; porque sabe que sólo es mediame su
autoenajenacióo ...
El modo en que Ja conciencia es y en que algo es para
ella es el saber. El saber es su único acto. Por esro algo
es para ella en la medida en que ello sabe este algo. Sa-
ber es su único componamienro objetivo. Ahora bien, la
· autoconciencia sabe la negatividad del objeto, es decir,
d no-ser-diferente del objeto respecto de elJa, d no-ser
del objeto para ella, porque sabe al objeto como su llllft>-
enajenaci6n, es decir, ella se sabe (d saber como objeto)
porque d objeto es sólo la aparimcra de un objeto, Ulla
Eantasm~oda mentirosa, pezo en su ser no es otra cosa
que d saber mismo que se ha opuesto a d mismo y por
eso se ha opuesto una negatividad, algo que no tiene
ninguna obje1ívidad fuera del saber; o, dicho de otra
forma , el sober sabe que al relacionarse con un objeto,
simplemente está fuera de si, que se enajena, que !l
mismo sólo apar«e note sl como obje1o, o que aquello
que se le aparece como objeto sólo es 61 mismo.
De olro porte, dice H egel1 aquJ estd implfcito, ni mis-
mo tiempo, este otro momento: que Jo concicncin ha
superado y retomado en sf esta enajenación y esta obje-
tividad y, en consecuencia, en su ser-otro en cuanto tal
está juflto a si
En esto disquisición tenemos juntas todas las ilusiones
de la especu/ocióo.
En primer lugt1T: La conciencia, la autoconciencia, está
en su ser-otro, en cugnfo tal, ;unto 11 si. Por esto la auto-
conciencio (o si hacemos abstra<'ci6n aquf de la abstrac-
ción hegeliana y ponemos la autoconciencia dd hombre
en lugar de la autoconciencia) en su ser-otro t'n cuamo
tal está juntO o sr. Esto implica, primeramente, que la
conciencia (el saber en cuanto saber , el pensar en cuanto
pensar ) pretende ser lo Otro que ello misma, pretende ser
sensibilidad, realidad, vida: el pensamiento que se sobre-
198 Karl Marx
pasa en cl pensamiento (Fcuerbach). Este aspecto está
contenido aqut en la medida en que la conciencia, sólo
como conciencia, no se siente repelida por la objetividad
extrañada, sino por la obietividad como tal.
En segundo lugar, esto implica que el hombre auto-
consciente, que bn reconocido y superado como nutoeno·
jemción el mundo espirinal (o la existencia espiritual
universal de su mundo), Jo confirma, sin embargo, nue-
vamente en esta forma enajenada y la presenta como su
verdadera existencia, la restaura, pretende estar jumo a
si en su ser-otro en cuanto tal. Es decir, tras la supera-
ción, por ejemplo, de la Religión, tras haber reconocido
lo Religión como un producto de la out.oenajenación, se
encuentra, no obslllllte, confirmado en la Religi6n en
cuanto Religi6n. Aqui utfl la raíz del falso positivismo de
Hegel o de su ·solo npnrente criticismo; lo que Feuer-
bacb llama poner, negar y restaurar la Religión o la
Teolog!a, pero que hay que concebir de modo más gene-
ral 71 • La rll7..6n est4, pues, junto a sf en la sinrazón como
sinrazón. El hombre que ha reconocido que en el Dere-
cho, la Po!Itica, etc., llevo una vida enajenada, Ueva en
esta vida enajenada, en cuanto tal, su verdadera vida
humana. La autoofirmnción, la autocoo6rmación en con-
tradícci611 consigo mismo, tanto con cl saber como con el
ser dcl objeto, es el verdadero saber y la vida verda-
dero.
As!, no puede hablarse más que de uno acomodación
de Hegel o lo Religión, Al Estado, etc., pues esta mentira
es lo mentira de su principio 3 .
(XXIX) Si yo s~ que lo Religión es la autoconciencia
enajenada del hombre, sé c:oníirmada en ella no mj auto·
conciencia, 5ino mi Autoconciencia enajenada. Sé, por con-
siguiente, que mi yo mismo, la autoconciencia correspon-
diente a mj esencia, no se confirma en la Religi6n, sino
más bien en la Religión superada, aniquilada.
Asr en Hegel la neg~~eión de la negaci6n no es la con-
6rmación de la esencia verdadera mediante la negación
del ser aparente, aino la confirmación del ser aparente o
del ser extra.iiJido de sf en su negación; o la negación de
Tercer Menuscrlto 199

este ser aparente romo un ser objetivo que mora fuera


del hombre y es independiente de él, y su transformación
en sujeto.
Un papel peculiar juega en eUo el superar, en el qu~
estm anultdas la negación y la preservación, la afirma-
ción 19•
Ast, por ejemplo, en lo Filoso/la del Derecho de Hegel,
el Dert:cho Privado superado es igual a Moral, la moral
superada igual a /amt1ia, la familia supernda igual a so-
cit:dad civil, Jo sociedad civil supernda igual o Estado, el
Estado superado igual a Historia Univcrsal. En la reali-
dad siguen en pie Derecho privado, moral, familia, socie-
dad civil, Estado, etc., sólo que se han convertido en
momentos, en existencias y modos de existir del hombre
que carecen de validez aislados, que se disuelven y se
engendran reclproamente, etc. Momentos Jt!l Movi-
miento.
En su existencia real, esta su esencia móvil esttí oculta.
Sólo en el pensar, en la Filosoffa, se hace patente, se re-
velo, y por eso mi verdadera existencia religiosa es mi
1
existencia filosófica-religiora, mi verdadera existencia po-
l
lftica es mi ex:lstencio /ilosófico-iurldlca, mi verdndem
existencia natuta l es mi existencia filosófico-natural, mJ
verdodern existencia ard~tica ln cxistcncin filosófico-artís-
tica, mi verdadero existencia humana es mi existencia
l
filosófica. Del mismo modo, lo verdudera existencia de
la Religión, el Estado, la naturaleza, el arte, e5 la Filoso·
a
fia de la Religión, de In naturaleza, del Estado, del arce.
a Pero si para m1 la verdadera existencia de la Religión,
t-
et~tert, es únicamente la Filosof1a de la Religión, sólo
soy verdaderamente religioso romo Filósofo de la Reli-
t-

gi6n y niego asf la religiosidad real y el hombre real-
()
mente religioso. No obstante, .I mismo ciempo los con-
firmo, en parte, dentro de mi propiA existencia o de la
)-
existencia ajena que les opongo, pues ésta er simplemente
iD la expresión filoró/iea de aqu~Uos, y en parte en su pe-
·O
culiar forma originada, pues eUos valen para m( romo el
le meramente aparente ser otro, romo •legor!as, romo for-
200 l<arl .M:ux
mas, ocultas bajo envolturas sensibles, de su veidadera
existencia, es decir, de mi existencia filosófica.
Del mismo modo, la CU4Jid4J superada es igual a can·
tidd, la cantidad superada igual a medida, la medida
superada igual 8 esencia, la esencia &upernda igual a
fm6meno, el fe~meno superado igual a realulad, la rea-
lidad superada igual a concepto, el concepto superado
igual a obietívidad, la objetiv idad superada igual a idea
absoluta, lo ideo absoluta superada igual a naturaleza, la
naturaleza superada igual a ttspíritu subjetivo, el espíritu
subjetivo superado igual 8 esplritu objetivo, ~tico, el es-
pfritu ~tico superado igual o arte, el arte superado igual
a Relígi6n, la Religión superada igual a sabttr absoluto 30•
De uo lado, este superar es un superar del ser pensa-
do, y uf la propiedad privada pensada se supera en Lt
idea de la moral. Y como el pensamiento imagina ser
inmediatamente lo ouo que si mismo, ualitUJ sensible,
y como, en consecuencia, tambi~n su acción vale para él
como acción real unstblt:, este: superar pensante, que
deja Intacto su objeto en la realidad, cree haberlo sobre-
pasado realmente. De otro lado, como el obje to es aho~a
para él momento de pensamiento, tambié n en su realidad
vale paro él como cotalirmnción de él mismo, de la auto-
conciencio, do lo abstracción.
(XXX) Por tanto, de una parte, las elC!stencia.s que
Hegel supera en lo Filosoffa no son lo Religión , el Esta-
do o la Naturaleza realu, sino In Religión misma ya como
objeto del saber, es decir, la dogmática, y as! también
la ;urisprudencia, la cimcía dd Estado, la ciencia natural.
De una parte, pues, está en oposición tan to al SeJ" real
como a la ciencia inmediata, no 6Jos66ca o aJ concepto
no 6losó6co de este ser. Contmdice, por tanto, los con·
ceptos usuales de est11s ciencias.
De o tro parte el hombre religioso, etc., puede encon-
trar en Hegel su confirmación final.
H ay que resumir ahora los momentos positivos de la
dialéctica ~geliana, dent ro de la determinación del e..'C- •:
trañamiento.
a) E l superar como movimiento obje tivo que retoma
Terttr MAn\Uc:rito 201
en si la enajenación. Es esta la visión, expresada dentro
del extrañamiento, de la apropiación de la esencia obie·
tiva mediante la superación de su e.xuañam.iemo, la visión
enajenada de la ob;~tivad6n r~al del hombre, de la apro-
piación real de su esenclo objetivo mediontc la aruquila-
cl6n de la determinación enajenada dd mundo objetivo.
mediante su superación de su existenci:l enajenada. Del
mismo modo que el arelsmo, en cuanto superación de
Dios, es el devenir del humanismo teórico, el comunismo,
en cuanto superación de la propiedad privada, es la rcivin-
ruaacióo de la vida humana real como propiedad de si
misma, es el devenir del humanismo prictico, o dicho
de otra forma, el otc!smo es el humanismo conciliado
consigo mismo mediente la superación de la Religión; el
comunismo es el humanismo conciliado consigo mismo
mcruante la superación de la propiedad. privada. Sólo
mediante la superación de esta mediación (que es, sin
embargo, un presupuesto necesario) se llega al humanis·
mo que comienza positivamente o partir de si mismo, al
humanismo poritivo.
Pero ntelsmo y comunismo no son ninguno huida, nin-
guna abstracción, ninguna pérdida del mundo objetivo
engendrado por el hombre, de sus fuerzas esenciales na-
cidas para la objetividad; no son una indigencia que
r etoma a la simplicidad antinatural no desarrollada. Son,
por el contrario y por primera vez, el devenir real, la
rcali2ación, hecha real porn el hombre, de su esencia, y
de su esencia como algo real.
Al captar el sentido positivo de la negación referida u
s1 misma (aunque de nuevo lo boga en forma enajenada)
Hegd enticode d extrañamiento, respeao de sí mismo,
la enajenación esencial, In desobjeúvac:ión y desrealización
del hombre, como un garuane a si mismo, como manifes.
tacióo esencial, como objetivación, como realización. En
resumen, aprehende (dentro de la abstracción) el trabajo
como acto t~uJogm~rador dd hombre, el relacionarse con-
. sigo mismo como un 5er e.xttaiio, y su manifestarse como
un ser e:m:año, como concit!nda genbica y vitÚI gmbica
co devertir.
202

b) En Hegel (a pesar del absurdo ya señalado, o mú


bien a consecuencia de él) este acto aparece, sin embar-
go, en primer lugar, como octo puramente formal pot:que
obstmcto, porque el ser humano mismo sólo tiene valot:
como ser abstracto pensm1te, como autoconciencia; en
segundo lugar, como lo aprehensión es formal y abstracta,
la superoción de la enajenación se conviene en una con-
firmación de la enajenación o, c:ücbo de otra íonna, para.
Hegel ese movimientO de 11utogeneraci6n, de IWt«Jb¡e:ti-
vaci6n como lltlloenaJtnaci6n y IIUtovctrañamiento, es la
manifestaci6n absoluta de la vida humana y por eso la
ddinitiva, la que constituye su propia meta y se satisface
en sr, la que toca a su esencia.
En su forma abstncta (XXXI), como dialéctica, este
movimiento pasa asl por la vúla verdaderamente humana,
pero como esta verdaden vida humana es una abstri!C-
cióo, un extraft•tmiento de la vida humana, esa vida es
ooosideradn como proceso divino, pero como el proceso
divino del hombre; un proceso que recorre la esencia
misma del hombre distinta de él, abstracta, pura, abso-
lutA ".
ll11 tt!rccr lugur: Este proceso ha de tener un portador,
un sujeto; pero el sujeto sólo npnrece en cuanto resul-
tado; osre reAul tndo, el sujeto que se conoce camo auto-
conciencio ubsolutn, es por tonto el Dios, el espíritu abso-
luto, In idea que su COII(ICC y se afimur. El hombre .real ·
y la naturaleza renl se convierten simplemente en predi-
cados, en sfmbolos de este irrenl hombre esconc:üdo y de
estn oaturnlc1.n Irreal. Sujeto y predicado tienen asf el uno
con el otro uno relación de inversión absoluta :n 1ujeto-
objeto mistico o subjetividad que trasciende del objeto,
el sujeto absoluto como un proceso, como sujeto que se
enojena y vuelve o si de la enajenación, pero que, al
mismo tiempo, la retoma en sJ; el sujeto como este pro-
ceso; el puro, incesanu girai dentrO de sr.
P,jm&>ro. Concepción formal y abstracta del acto de
autogenendón o autoobjetivación del hombre.
El objeto enajenado, la reAlidad esencial enajenada del
hombre oo son nad:t m's (puesto que Hegel identi6c:a
Tercet ManlliCI'irO 203

hombre y autoconciencia) que conciencia, simplemente la


idea del extrañamientO, su expresión abstrae/a y por ello
irreal y carente de contenido, la negaci6n. Igualmente,
la superación de la enajenación no es por tamo nada más
que una superación abstracta y curcnre de contenido de
esa vacla abstrac:dón, la 1rtgaci6n dt la ntgaci6n. La
actividad p.lena de contenido, viva, sensible y concreta
de la autoobjetiveeión se convierte as! en su pura abs-
tracción, en flttgatiuidad absoluta,- una abstracción que, a
su vez, es fijada como ta.l y pensada como una actividad
independiente, como la actividad por antonomasia. Como
esta llamada negaúvidad no es otra cosa que la forma
abstracta, carente de contenido, de aquel acto vivo, real,
su contenido sólo puede ser un contenido formal, gene-
rado por la abstracción de todo contenido. Se trata, pues,
de las formas generales y abstractas de la abstracci6n,
propias de todo contenido y, e.n consecuencia, indiferen-
tes respecto de cualquier contenido y vilidas para rua.les-
quiera de ellos; son las formas de pensar, las categorias
lógicas desgarradas del espfriru real y de la real natura-
leza. (Más adelante desarrollaremos el contenido l6gico
de la negatividad absoluta.)
Lo positivo, lo que Ilcgel ha nportndo oquf (en su
lógica especulnHvn) es que, nl ser los conceptos determi-
nados, Jos f'ormas fíias y generales dd pensar, en su inde-
pendencia frente o lo nnturolezo y el esplritu, un resultado
necesario del extrafiamiento univers:tl del ser humano y,
por tnnto, del pensamiento humano, Hegel las hn e'Cpues-
to y resumido como momentos del proceso de abstracción.
Por ejemplo, el ser superado es esencia, la esencia supe-
rada concepto, el concepto superado. . . idea absoluta.
¿Pero qu~ es la idea absoluta? EUa se supera, a su vez, a
si misma si no quiere recorrer de nuevo y desde el
principio todo acto de la abstracción y no quiere con-
tentarse con ser una totalidad de abstracciones o la abs-
tracción que se aprehende o sf misma. Pero Ja abstra.c·
ción que se aprehende como abstracción se conoce como
nado; tiene que abandonarse a si misma, a la abstrac-
ción, y llega asl juntO a un ser que es justamente su
Kul Mux

contrario, junto a la naturalntt. La lógica toda es la


prueba de que el pensamientO al»tracto oo es nada para
sf, de que la idea absoluta de por si no ea nada, qur
únicamente la naturalntt es algo"·
(XXXII) La idea absoluta, la idea abstracta, que ccon-
siduada en su unidad consigo es contemplaci6m• (H egel,
Enciclopedia, J.• cd., pág. 222), que .eco la absoluta
verdad de si misma se resuelve a dejar salir libremente
de si el momento de su p:micularídad o de la pcimera
dererminadóo y ser-otro, la idca inmediata como reflejo
suyo; que se resuelve a hacuse salir dc si mismo como
Naturaltt4» (l. c.), toda esta idea que se comporta de
forma tan extraña y barroca y ha ocasionado a los bege-
lian<l41 increlbles dolores de cabeza, no es, a 6n de cuen-
tas, sino la abstracción, es decir, el pensador abstracto.
Es la al»tnK:ción que, aleccionada por la aperienc:Ul e
ilustrada sobre su verdad, se resuelve, bajo ciertas con-
diciones (falsas y todaviB tambi61 abSiractas) a abantk-
narst! y a poner su ser-orro, lo panicular, lo determinado,
en lugar dc su ~er-junto-a-sl, de su no ser, de su genera-
lidad y su indeterminación. Se resuelve a dt!jar !alir libre-
mente fuera de si la Nawralt!ta, que cscondla en si solo
como obstrocción, como cosn de pensamiento. Es decir,
se resuelve a ubandonar !:1 ohstracc!6n y n con templar
por fin lo naruraleza liberada de ello. La idea abstracta,
que se convierte inmediatamente en conu m plación, no es
en realidad otra cosa que el pensamiento abstracto que
renuncia a sf mismo y se resuelve a lo conumplación.
Todo este trinsito de la Lógica a la Filoso/ftz d~ la Natu-
ralntt no es sino el tránsito (de tan diffcil realización
para el pensador abstracto, que por eso lo describe en
forma tan extravagante) de l• abstracción a la contem-
plación. El sentido mistico que lleva al ft.lósofo del pen-
sar al»tracto al contemplar es el aburrimi~nlo, la nostal-
gia de un contenido.
(El hombre extrañado de sJ mismo es también el pen-
sador a trañado de su cse11cia, es decir, de la =cia
natural y humana. Sus pensamientos son, por ello, esp1-
ritus que viven fuera de lo Naturaleza y del hombre. En
Tercer Manuacrito 205

su Lógica, Hegel ha encerndo juntos todos estos espiri-


tus y h11 comprendido a cada uno de ellos, en primer
lugar, como nqación, es decir, como .majtmaci611 del
pc:nsar huma11o, despu~ como neQllc:ión de la negación,
es decir, como superación de esta enajenación, como ver-
dadera exteriorización del penSJir humano; pero, presa
ella mismo aun en el extrañamiento, C1ita negación de la
negación es, en pane, la resraunción de estos esplritus
en el extrañamiento, en paree la fijación en el último
acto, el relaclonarse<Onsigo-mismos en la enajenación
como existencia verdader11 de estos espfrituJ. (Es decir,
H egel coloca en lu3M de aquella abstracción fija el acto
de la abstracción que gin en torno a si mismo; con esto
tiene ya el m6-ito de haber mostrado la fuente de todos
estos conceptos impertinentes, que de acuerdo con el
momento de su origen pertenecen a distintas filosofías;
de haberlos reunido y de haber creado como objeto de
la crítica, en lugar de un11 abstracción determinad:~, la
abstracción consumada en toda su extensión.) (Mtls tarde
veremos por qué Hegel separa el pensamiento del su;e-
tó; desde ahora estó yo claro, sin embargo, que cu ando
el hombre no es, tampoco su ClCteriorizoción vlt¡¡l puede
ser h\llnano y, por ut¡uo, tamJ?OCO podfa concebirse el
pensuwiento como extoriorlzadóu osenoial del hombre
como un sujeto humnno y noturoJ, con ofdos, ojos, etcé-
tera, que vive en la sociedad, en el mundo y en la natu-
raleza) s., en parte, y en la medida en que esta abstrae·
ción se comprende a sf misma y se aburre infinitamente
de sf mismo, el abandono del pensamiento abstracto que
se mueve sólo en el pensamiemo y no tiene ni ojos, ni
dientes, ni orejas, ni nodo, aparece en Hegel como la
decisión de reconocer o la naturalez¡;¡ como esencia y
dedicarse a la contemplación.
(XXXIII ). Pero también la Naturaltna tomada en
abstracto, pota si, 6jada en lo separación respecto del
hombre, no es nada para el hombre. ·Es E.ícil entender
que el penslldor abstracto que se ha decidido a la COD·
templnción la contempla obstrnctamente. Como la natu-
raleza yacla encerrada por el pens.a dor en la figura, para
206 KorlMor:x

él mismo escondida y misterioso, de ideo absoluta, de


cosa pensada cuando la ha puesto en libertad sólo ha
libelado verdaderamente de sf esta naturaleza abstracta
(pero aho ro con el signi6cado de que ella es el ser-otro
del pensamiento, lo oorura.leza real, con templada, distin-
ta del pensamiento), sólo ha liberado la oatur.Ueza en
cuanto cosa ¡H!nsaJa O paro lublar un lenguaje humano,
el pensador abstracto, en su con temploción de la natura-
leza, aprende que los seres que él quería crear de la
nada, de la pura abstracción, de la divina dialéctica, como
product0<9 puros del trabajo del pensamiento que se mece
en s{ mismo y no se asoma jamás a la realidad, no son
otra cosa que abstracc1om:s de Jeterminacion~s natural~s.
La naturaleza toda le repile, pues, en forma exterior,
sensible, las abstrn<"Ciones lógicas. El analivz de nuevo
unas y otras abstracciones. Su contemplación de la natu-
raleza es únicamen te el acto confirmatorio de su abs-
tracción de la contemplBción de la naturaleza, el acto
genético, conscientemente repetido por él, de su abstrac-
ción. Asf es, por ejemplo: cl tiempo igual a la negativi-
dad que se relaciono consigo misma (pág. 238, l. c.) 35•
Al devenir superndo como existencia corresponde -en
formo noturol- . el movimiento superado oomo materia.
La luz es Jo form11 natural de la reflexión en si. El Cl,let-
po como L11nn y com eto e~ lo forrnn (latural de 1~ oposi-
ción que, según h1 Lóglett) es, de uon parte, lo positivo
que descansa sobre si mismo, de lo otrn, lo negativo que
descansa sobre sr mlsmo. Lo tierra es In forma nafural
del fundam ento lógico como unidad negativa de los
opuestos, e tc.
La Naltlrale:ca como Naturaleza, es decir, eo cuanto
se djstinguc aun sensiblemente de aquel sentido secreto
oculto en eUa, la noturole7.a separada, d istinta de estas J
abstrocciones, es 11aJa, uno nada que se cotr/imla como l
naJa, carece de sc11tiJo o tiene scSio el sentido de una
uterioridad que ha 1ido superada. J
cEo el punto de vistA teleológico-finito se encuentra E
el justo supuesto de que la Naturaleza oo tiene en sí e
misma cl fin absoluto• (p'&· 225) " · e
T creer ManuKrito 207
Su ún es la confirmación de la abstracción. «La Natu·
raleza se ba revelado como la idea en Ja formo del s~
otro. Puesto que la ideo es, as{, lo negativo de s{ misma
o exterior a si misma, 1n naturaleza no es exterior sólo
frente a esta idell, sino que la extuíoridad constituye la
determinación en la cual ella es en cuanto naturaleza•
(página 227) 31 • '
(
No bay que entender aqul la exterioridad como se11si·
biiidad que se exteriOrwi, abierta n la luz y ol hombre
sensible. Esta exterioridad hay que tomarla aquf en el
sentido de Lt enajenación, de una falta, de una imperfec·
ci6n que no debfo ser. Pues lo verdadero es siempre la
idea. La naturaleza es únicamente la formo de su s~·otro.
Y como quiera que el pensamiento abstracto es la esen·
cia, Jo que le es exterior ~. de acuerdo con su esencia,
simplemente un ext~ior. El pensador abstracto recono·
ce, al mismo tiempo, que Jo esencia de lo Naturaleza es la
sensibilidad, la exterioridad en oposición al pensamiento
que se mece en si mismo. Pero, simultáneamente, ex·
presa esta oposición de tal forma que esta exu:rioridad
de la tlaturaleza, su oposició11 al pensamiento, es su
defecto; que en lo medida en que In naturaleza se distin·
gue de Lt abstracción es una esencia defectuosa (XXXIV).
Una esencia que es defectuosa no sólo para mf, note mis
ojos, una esenda que es defectuoso en sí Q') isma1 que
tiene fuera de s{ algo de lo que ello carece. Es decir, su
escocia es algo otro que elln misma. Pnra el pensador
abstrttcto lo naturaleza, por tanto, tiene que superarse a
sf mismn, pues yo hn sido pues111 por él como unn escocia
potencialmente supi!rada.
cEl espíritu tiene para 110sotros, como presupuesto, la
naturaleza de la cual es la vtrdad y, por eUo, lo absoluto
primero. En esto verdad hn desaparecido la naturaleza
y el Espíritu se ha revelado como In Idea Uegada a su
ser·para sf, de la cual es el co11cepto tanto ob¡elo como
sujeto. Esta identidad es absoluta negPiiuidaá, porgue
en la naturaleza tiene el concepto su plena objetividad
exterior, pero esta enajer>acióo suya ha sido superado y
el roocepto se ha hecho co ella idbltico consigo mismo.
208
Kul Marx
As( él es esta identidad sólo como retorno de la natura-
leza» (plfg. 392) •.
•La r~v~úu;i6n, que como idea abstracta es tránsüo
ínmediuo, d~v~nir de la naturaleza, e#, como revelación
del esp(ritu, que es ubre, ~stabl~cüniento de la natura-
leza como mundo suyo; un establecimiento que como
reflexión es al mismo tiempo pusuposici6n del mundo

[ como naturaleza independiente. La revelación en el con-


cepto es creJ~ción de la naturaleza como ser del espírjtu,
en la cual él se da la afirmaci6n y vudad de su libertad...
Lo absolmo es ~~ ~splrilu; esta es la definjcióo suprema
i de lo Absoluto» "·
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nuscrilos, traducida de a versión inglesa d" Milllaao y en la
91Je se advierten alsuno. mores de 11100ra. Mucho llW saris-
ftoctoria ct le P~i»roda por Wenceat.o R~ para la Editoriti
Crijalbo de Méjico, ioduida eo el volumc:o Esm1os «on6micos
wrios y •Piltcdch eo 1962. En 1964 •penxieron otru dos
edidooés C1Utdlaoos de los M~t~tusmlos, auoq"" en ambaJ se
omítlan las part.,. dd Prill)(!t() que anteceden ..r ~gtnento so-
bre d trabejo coaicmdo: una la pubUCllda por el Instituto
de Estudios Polftlcos de la Universidad Ceoual de Veoezud•
c:n volumen 9ue recoge los prioclpolet rrabojos de Marx ame-
rieres al Man;¡;t~sto en uaducci6n directa y con uo estudio pre,1i.
minar de P. Rubio (Obrn tk /~~Vmtud, c.r.c., 1964) y orra
209
210 Bibliognúla

!'_u bU cada en la colección • Breviarion del Fondo de Culrura


Económica de M~jico bajo el rhulo El con~~pto marxista tkJ
hombr~, que es traducción de 1~ obrs inalesa del mismo dtulo
en la que los Manuscritos 1011 prec:Widos por un 6tudio de
Erkh Fromm

Obras y autores ci tndos por Marx


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- Das Bvun¡¡e/itllll cl/lt•s armes Sllnders, 184),
Notas

A la introducción de Francisco Rubio Llorcnre

(J) Karl Morx, 1'tr>tltr ~u Melhodt! uml Praxis, 11, Pariser 1


MOJitiSkrlptt! 1844. Rowohlts Kln$3íker, Munieh 1966. 1
11
(2) DAnllo Pojovic, «Acetto> dcl poder y In Impotencia de la
FllottOilo~, en Ht~fii(IJIÍS;IItJ S!XIalista, cidltado por Erich Fromm,
Ed. Poidos, .Buenos Alrcs 1966, págs, 220-2:12.
(J) A. Schaff, •El mtl'l<ísmo y lo .Filosofla del hwnbre»,
ibid., p6gs. J 6J .J72.
(4) Aal L. Pajltnov, ún /ue111er del cambio revolut:t'onl11'w ~
Filoso/IJI (Moscl 1960). Sólo con~oo de didla obra los &.¡¡meo-
tos publicados en el DIÍmc:to 19 de la revlna Ret:hert:bes intert~JI·
til»fflltrs ~ 111 l11milr~t t/11 mlli'Xisme (Parls 19GO). De ellas se saca
la impcui6n de que uu la condena de los revlsioniJw se e5-
oonde una 1Unplia klmWóo de su. naoncs
(5) Adam Schall, op. ciJ., P'3. 166.
(6) K.lrine oelttmomlsche Sibriftm, c:dit.odoc por el Instituto
M.rx-Engda..Lcrun-Sullo
Bcdfn 195,. del Z. K. del S. E 0 ., Oieu Vttla¡,

195}.Die heilite p.,¡¡lt! und lllldert! phtl01ophisrhc Schri/tm,


Id (7)
(8) a.
IU nota • la edici6o fra11CeS.1 de lot MJinuscritos, pr~
panlda por E. BocdadJi para las Editions Sociales de Poris, 1962,
196,). en su libro Pour Mtmt (Libroirle F. M~Jpeto, París
recogida

213
214 Now
(9) II. Mnrcusc, R.r:6n y rvl)l)/uci6n. H~gd 1 el .surgimiento
de la teorla social (t rad. astellono de J. Fombona, l. E . P ., Ca·
racas 1967), p(J¡S. 30}·30-1.
(~ 0). Sobre c:l concepto de mito y rus implicaciones polftias
e$ tndispcnsoble, en astell•no, 1.1 obra de Gatdn Pebyo Mitos
y simbo/os poi/titos (Taurus, M.drld 19.54). Vid. en especial pá.
gjnu 33 y aiauientet aobre la dlnlnción de mito y uropfa y la
uansform.ación de áta en •qu~l.
( 11) Feuo-blch, cPrlneiplos de la Filosofía del futuro•, pá.
rrafo ~. en Escrilos ~stogltlot, ~e:leoc:ión y tnd. de E. Viz.
quez. U. C. V., Caracas 1964
( U ) 1bid., pilrrafo 51
( 1)) 1btd., púra(o )2
(14) lbid, p(rt'llfo "

A los ManuscritCJS de Korl Marx


Prdlogo
' Probablemente te rd'oere 1qul Marx a la Crltiett de 14 Filo-
so/fa dtl d~rn:/10 d.- Htgd (p(rrlfos 261 a )13), que habla re-
dact:Gdo en el ver~no d~ 180.
1
F.l p4rt"R(o entre corchetes oparctt en el monuscrüo tachado
por Marx con lineas veniCilles. El clgnorante critico" a que
Marx se refiere es, ;In duda, Bruno Bouer, pues a él perten~n
las &oses cltnd~~ .•
• Se rdiorc a lo• V i!I!IIMtr pli•go: dnde Sui'tA ( Einuttdzfctm·
zig IJ(Igtm 11111 tltr SciJwclt), ed itados por Georg Herwegh en
Zu rich y Wíntcrtnur. El titulo de esta revista tiene su origen en
el rc¡¡t.uncnto de censurn del ~elno de ;(>rusin que pormiúa In
en trllcla en el pnfs de lu$ puhllcncionc5 hcch~~ en el extrnnjer<>
slemp1:c que no cxccdiernn de velntitín pliegos. U.o los "'einti6o
plieAOS hnbfn publlcodo M. l'lesR tres ortlc:ulos: ..Socialismo y
comunismo,., «LR libectnd un11 y entera» y «Filosof(a de la ac-
ción•. MO$C~ .Hess es tnmbh!n prob~blemente el autor de la
V parte de la fdtoloala trlemuna. Su ruptwa con Mace, a cuyo
rerrn•miento nportó, entre OINI~ cosas, la cotegotla de Entfumd-
ung, o aJ menos su uso pn.nt lo critico de la ecooomla y la poll-
tica, se: produjo entre \852 v l8~1.
• Lns Anekdot• xur ntllesltn dtllll,btn Pbílosopbit zmd Pu-
hlroslil- comprenden d<ll volúmenes editados por Aroold Ruge.
10mbl~n en Sui.u, en 184}, en Jos que se <«o8Ctt los anfculos
d~tinodos a kit D<111JC~ ]abrb¡¡cber, editados por cl mismo
Ru¡;e, c¡ue la ccnsun prutiono rechoa6.
s El púnafo et~tre corchetes opere« en el Mt~nuscrito tacha·
do por Morx con Uneat ~nialet.
' Id
No eu 215

Prmtu lfiiiiiUSO'tiO
1
Somple humanidad. Marx 1e refiere e un pasaje de 't.t rique-
ZA de "" Tr«IOIII!S que aparece en d vol. r, 114- U8 de la
c:d.ición (noDCC:$8 en 1 volúmenes becha por Garniet (Parb. 1802)
con arreglo a la rual 8 dta. '
' Smith, 1, 193
Smhh, I, 119 y S$.
' Se refiere nacunolmerne • 11. Smuh, quien hace la afirma.
d6n que aiaue en el vol. l. p.g. 129.
' En aus cuadernos de tesúmenea, al comencar In obra de
Me CuUoch, Marx iotine sobre el rema diciendo (MEGA, I, 3,
~· '~) « tOu~ pruebe.n1 ain embargo, cacos prom~dios? Que
ach vez ae preadnde m'• <Id hombre, que cada vez se deja más
de lado la vida r~ y se atiende s6lo al movimiento abstracto
de la propie-dad materiol e inhuman.. Laa ctfrar de promedio son
imulcos formoles, injurian a Jos Wllcos indcviduos ffllles,..
• Verosfmllmente 1e trata de un error de pluma de Marx.
pues d cbrnino '!'!e emplee Schu!z, y d que oiene sentido, es d
de Korperslu•/t (fuerza Hsiea), en tanto que Marx escribe Ar-
bntslmt/t (fueru de rnhajo).
' Polltíco libcrol ingl~ (lnB-1868), que peTtencció al grupo
r-cfor.cnUta y fiaunS entre los fundadores de la famosa Edi~:bur¡.b
Revitw, que enim1ron los disclpulos de lknrham. Su Uruna-
mieoto es puolelo y <.'llsl coerdneo al lllmbi~n fomosn «Enrique-
ecos•, del fraJJcés Guizot.
• Burec, 1, 42.
, lbld., ]¡)dg. 4) .
10
libre».
,0.
lbid., I, Burot dice $61(l: «resuhnclo de 1111 murendo
11
lbid., J?~g. !93, IIOlll.
" Slsonondi, Nouvuux Wini:lpes tl'l!clmomie pol/tiqlle (París,
1819), t.u.
" 11trnr de copin de Marx. Smith habla de las «provincias
merldion:tletlt.
" Se refiere al ettudio de A. von Treskow, Dtr bcrgmannische
Distrllu ~wlscbcn BirmmQJ<Jn tLifá Wolunbtlmpton (El disuito
minero enrn: B y W.), en De,ut#/N Viutel;abrssehrt/1, Srungan-
TübinltCD, Año [ (18)8), Cuaderno ), "'g 47 y n.
" Verosfmilmente ae rdien: tqu! Marx a 1u consideraciones
de Smlth en lib. 1, cap. X (Los warios y bendicioc en los dis-
cincos empleos de la mano de obra y del aoplw), Pane J (Dcs-
iguoldedea que •urgen de la Mrurtlt:ZII de los empleos mismos).
(N. dd B.J
" S.y, Trttlti, vol, 11., eap. V.
" En MEGA se di<:e «dicho trabtio• (diese Arbeit), qu~ C$
Jo que efeedvamente c:scribc Manr. Se trera probablemente, sin
embargo, de un error de ploma por «dichos alimenros• (Jiue
216
Notas
Nabrllf!J), que es d ~pro empicado por Smitb, a quien Maa
rranKnbe.
" Se rdicn: a lu Com Acts ins!esaa ele 18U que establecían
una elevada berrera ara.ocdaria contra las imPClttaáooes de tri8o
• fin de prorqer la J?rodU«ión oadooal. Fueron ~ en
184.1, al"Kias • loo esfuenoa de la Anti.Com-J:..u, Útrzue, que
•sruPllbo los in~erqes indunriales del ~. interesados en Wl2
redua:i6n en d precio del pan que, al pemútir una rebaja de
$alorioo1 hada mú compcdriva intcmeciooalmenre a la producción
industtUtl. La cootieoda en tomo • estu leyes constituye un
ejemplo cl;bíco dd en&enramla~rn de loo lnrereses industtiales y
agrícol~t. ( N. dtl E.)
" En MEGA se dice cele la mln11>, que es lo que efectiva-
mcnre -ribe Marx. Con roda probabilidad 1e Ulta de nuevo de
un error de eopia, pues el r:exto de Smith es in<quhooco.
V1d. Smilh, Ub. l, C.p. X, Pone 2.' (Produetos de la den. que
unaa v~~cs J)CtiDiten pagar renra y Olral no). (N. dd E.)
• A ena alrura ape=en c:n d IIWiwaito, escritas al lllaQleD
y detpu~ taehaclas las palabru «motores, los ~tes del moví·
miento», que: ind;;d.blernente implican mejor que la ele cruedu,.
la idea que Mux quiere expn:aar.
" MArx repirc: aqul el pensamic:nrn ele Fc:uerbacb quien en La
trtltcuz dd CristÍ#JtÚtflo, Cap. 1, alinna «Ülaato IDQ vacía es la
vida, tamo !Ms pleno, Utoto m4s cooeteto ea Dios. El mundo
real 1e vacía c:uando la divinidad ae Uc:na. S61o d bomb"' pob..,
tiene un Dios ric:o ...
n MArx no utUh:a aquí la expresión tm sicb (en sf), que en
la tc:rmlnologla htgdíana 1e opone al ¡¡¡, rich (PliSa sf), sino b~
slcb, que: litcrntmc:nte signJJlca junto a ~ eowigo, en ca~~a, libre:
de toda determinoci6o externa (N. del J .)
" Ztl Ha111tt, litern!J:neme, en caso.
" Cf. Fcucrbach, Principlot dt la FJ/oso/14 dd /llluro, pág. ,3.
" lJ~ idea dd bombte c:omo ser genél'leo que Motx desarrolla
BQul, la tenia de Fc:uerbach, quien le expone principalmente en
la lntrodua:l6n y los doc primero• apltulot de La 6tmcút tkl
Cristhmismo.
" A esta al!UJ'a aparece en d masgen del IIWiusaito la si-
guiente frase que Matt taeb6 del~: Constituye una rauto!ogla
la afumaei6o de que quien 1e apropia de la naturaleza mediante
la narurale:ra misma, oe la enajena.
" Ena frase reproduce c:ui literalmente otra que Hqel es-
cribe "" ru FenQmm()/q,P, tltl Br#riJ11 (ecl. Hoúneiiter, .Pia. 147)
en uo pasaje c:orrc:~pondlentc: a la ÍlunooN •dlal&tica de! idior y
el siervo• que evidentemente Man: siaue equí muy ele ttra.
(N. tld E.)
Notas
217

S~tlllfd() MlllfiiScri/()

' Con el cbmJoo de Am~ndmmt l!tll (lA:y de ~forma) $e ~die­


re aqul Marx a la Nt'lll Poor IJtw o Nueva Lq de Pobres, de 1834,
que modilio6 la de 168J liberando a l., J"eiTOQ'uiu de la obliga.
ción de mantenu a rus ~ y creando las workhouses o «cotsas
de mb.io•,.~. JIOI>UI&J'D>ente U..macJas c8atunas., que Diclrens des-
O'ibi6 en vfiuer Twlst. Comentando la labor de los comisarios
que aplicaron estas leyes1 TreveJyan (Britisb History /11 th~ 19th
Cffllury tmd 11/lt!r, 2.• eG. , 1960, Pi& 250) d1ce que " ··· estllban
decididos a que la suerte del pobre Euent clasameiue pcoc que la
del cu.ldYidor indellCOOienc~ Como, cbsraeladameou:, no pode.,
mejorar
~ ... (N. deo/ 8 .) de ine, tuvieron que hacer ~r la de
la c:oodici6o
' AdeptOs de b llsiocracia, teorfa ecooómiCO«lcia.. que, a
w!erencia del IIICt<>tntilismo, ve en la tierra y b qricuhu,. (y de
ahl JU nombre) la bese funclameocal de la rlquu. de los JIUd>los.
Lo. lisi6cncu vdan en la cierra, no en el tnbejo, d origen del
Yllor, 7 fueron los primeros en elabonr un modelo teórico de
producción, intercambio y consumo. Lo. nombres llllÍs destacados
de es111 escuela, que llorecicS en Francia en el •iaJo xvtn, son los
de Quernay, Batldeau, Merc.ier de la Rivi~rc. Duponr de Némours,
kuosne, Marqu~ de Mlrabeau y Tu'8ot. Solire los fisicScratas
puede vene en o~arellano d trabajo de Cardo Pelayo •La teorfu
de la (N.
socíal1949).
bre d~l B.) en Mo11cda JI Crldito, núm. ) 1 (diciem-
lislocrad.,.,

1't!rur fltttll/lscrlto
1
Con el nombre de mercantili$mo o sisccmn mercantilista
se conoce, no tnnto un sistema eLlbol'lldo de ccorla econcSttüca,
como lo polltlca cconcSmfco domlnance en los E~tQdos europeos
durante los lf,Sior XVt al XVIIJ, cuyu Cllractcrfscia CundaméntaJ
es la de procurar el enrlqueclmiento del pa(J mediante uno balan-
za aterior ~ldva_ que arrojose siempre un Aldo favorable en
mellles preciosos. Sobre el mercanribsmo puede Yerk el exce-
lente ltbro de Hcdacbu, cuya vetPcSn Olltcllana h. sido pubfi.
cada ¡>or d P. C. E.: de M6cico. (N tlrl E.)
' En su •E.bo%o de crfrlca de la l?o:lnomla Políticot.
(U,risse tu ¿,"Kritik tlt!r N•uo~tllloltonomit!), publicado en
1844 en los Dt!ut«IJe..Fr1111;:8Jische f•brbílcht!r. La interpreucicSn
del prcxescanüsroo que sirve de bMe 1 este s!md. que es la que
Maa expone 1 contin~. es obra de Pruerbach. Vrti. por
eiedlp~1 ti 1 JI 2 de la Filorof/4 dd Futuro ( uaducti6n cspaiio)a
(N.E.drlvizqUrt,
de B.) Uoivt'nld.td Central de Venezuela, Caracas, 1964).
• El pesaje de M. Heq a que Mant ~ tc:lierc dice •uJ: •La
propiedad material es el Jer-pera-sf del erpfrítu hecho idea fija.
218 Notas

Como el ho.mbre no capta su exteriorizoción mediante el tnbajo


oomo su acto libt-e, corno su propia vlcb, aino como algo matt·
rialmente diferente, ha de guardarlo tambiál para sf pera no
perderte en la inlinicbd, pera llepr a su eer para sf. La propie-
dad, sin embarao, deja de sc:r para el esplriru lo que dcbc:da sei
si lo que ae capta y se ase con ambaa IDillOS como ser-para-s{
dd C$p{riru no e1 el ICtO de la creación, sino el resultlldo, la
cota creowla; ai lo que se capta como CO()Cq)IO es la sombra, la
rep~ración del espÚitu, CD delinltiva, si lo que se apta como
su ser-para·s! e1 su 3eM)tro. Es juswncote el ansia de =·es
decir, el ansia de subsl5dr como iodlvldualldad determinada, como
yo limitado, como ser finito, t. que conduce lll ansia de tener.
A su vez, 10n la negación de toda determinación, el yo absttacto
y d comunismo ab8t.r1l<:lo, la CODKCUcocia de la •cosa CD W.
vada, del erit.icismo y de la revolución, dd deber inuthfecho, los
que han conducido al ser y al tener• ( Pbllosopht~ tfer T fll, en
lu EitumdzW4m.i& Bot;~n, Enter TeU1 1843, poi¡. 329). Marx
trata n~nre de las auqorl:as oe tener y no tener en
L4 Salf*l• Pamili4, MEGA. 1, ), P4 212
• La tcoria de la semibilidad y de la mediftcicSn que Ma.r:x
deurroUa en csw ~ es la PI"011ia de Feuerbach. V úl. CSP"-
c:ialtnente lA Btmettl Jd CristÜintJitfO, louoducd6n y Capfrulo r.
Tesis prwisionlliet pttra la rt/tmlfll de la Pilosofl•, tesis núm. 66
y Principios de la Filoso//• ílt!l Fut11ro, 11 7 y 14. (N. Jd E.)
• El economista a guieo Mar'C se rdic:re en este p4rrafo y el
sl11uiente es el mismo James Mili que antes dta. (N. Jd E.)
• l.a dta corresponde al lib. r, e11ps. 2, } y 4 de La r iqueZII
de l11s nacionu y en cll~ hAy supresiones, resúmenes, ttállsposi-
dones, etc.
' "fra/14 d'Economie Polltiqu~ (.3.' eJic .. Pnrfs, 1817), r. l. p~-
gions )00 y 76. •
• Thdorlt d~s rlchesscs sociales Slllule d'unt< blbliogrnpbie ile
l'econ01ttie poi/tique (Porta 18.29), 1. f, p4g. 2' y ss.
• Elements J'Economle Po/ítlt¡ue (Parls, 182}), pág. 7 y si-
guientes y II y ss.
,. Fttuslo, pute [, escena IV .
" T imon Je Attn11s, aao l V, uceno ) •. Mane fue desde joven
un aJICI$ionado lecwr de Shakespeare, en cuya lecruno lo inició
el que desp~ habla de ser su rue¡~ro Ota por la tnoducx:i6o
alemana de Sdllcael·Thiedc. (N. Id E.)
u $ÍII6plirxu, TI, 11 42, l
u Cristtt~t~ismo, ¡ñg. JI}.
.. /bid., pola. 114.
" Út buena c•uJJI, etc., ~"&· 193 y a . Eo realidad d pasaje
no se relicre, como Manr dice, a Gruppe, sino al teólogo hege-
liano de derecha Merbeinecke.
" La crltiea dciJlU.da de estu eate¡tOrlas utilizadas por d
grupo en rorno a Baucr y la AJJ,emeine Uuratur Zl!it..,ng la
Notas 219
~
híro M~rx en
(N. del B.)
La S111,r1ttfa Familia o Crlltell tÜ la crltic11 crltil:ll.
" Marx hace teferenciR aqu! a un artlrulo de Hittel aparecido
en la Allgtmtíne Líttrralur Zeilung (c:underno 5, P'B· 11 y sí·
i
guientcs), cuyo p4rnfo final dicr u!: «Cuando finalmente todo se
una frente • ella (y ene momento DO cstl lejos), cuando todo el
mundo decadente la rodee ,.... el úlúmo asalto, mtanees el valor
y la aignificaci6n de la enoca haldn c:nooot.rado su múimo reco-
oocimiento. Y el resuluodo no puede IIUDOI dudo$o. Todo tami-
nanl en que ajusl.lrmiOI cuenms coo Cllda uno de Jos 8JUpoo y
daremos al escuadron enemigo un ttttificedo general de indí-
--
l
I!COcía.•
" Feuerbach, Principios de la Filoso//• del Futuro, t 5: cLa
estnci11 de la Filosolia espc:culaáva DO es otn1 cosa que la uenda
de Dios racicn4huú, rNiiuJII 1 ll&luttliudu• La filosofla ~­
ladva es cla ~í6o wrthtlmz, ctmi«Mtnte y rKÜ»J4i•. VüJ., ~­
mente Fc:utt , Tuu ~idontlles p11r11 16 re/ormll de ltt Filo-
so/111, t~s 20 y 53.
" Filoso/111 del Futllf'O, f 41: cl.a comunidad del hombre eon
el hombre es el principio y criterio primero de !JL verdad y la
unívcrsalid:tcl.; 1 59: cEI hombre /JIITII si oo posee la escocía
del hombre, ,¡ como ser mor11l, ni crmro rtrr pen:rtlnte. La c:sen·
cío del hombre sólo csrl contenida e1.1 la comunidad, m la uníJtuJ
dd bomlm: con el hombre, unidad que sólo repo5a en la rNiid~tJ
de /11 dutinción entre el yo y el t4.•
• lbid., § 38: cLa verdad que se medioti:u es la verdad
11fect11da aun de su contrtJrio. Se: comienza coo el conuorio,
pero se lo suprime en seguida. Mú ai hace falta negarlo y supri-
mí rlo, ¿por qul! comenzar por él en lugnr de comenzar inroedín·
tomentc por su negnclón? ... ¿?or t¡ué no comenzar en seanidn
por lo c<>ncrcta? ¿Por qu6 no serlo SUf>Crlor oquello quel debe su
cerúdumbré y au sarantln n ~~ mismo n aquello otro que debe
su certidumbre • la nulldad de su conuario?~>
" Tbid., 1 21: cEI secreto de la dlalc!c:tíca hegeliana consiSte,
en de6nitiva, en negar la Teología en oomb:re de la Filosof!o
pura negar en seguida de nuevo la Pllotof!a en nombre de la
Tcologfa. La Tcol08fa es principio y fin; en medio esú la Fífoso.
fiA, que niega la primel'll posición , pero la Tcologla es la ne¡¡a·
cíón de la negación •
» MEGA, Oicl:l '! 11lier dicen selbstbnleht (se relaciono).
HíUman en cambio d•ce: telbstbeíllbt (se afirma).
" Mar:x remite aqul al follo en donde apuett el rQWDCn de
le Fenomenolog{a hecho por o9 dumntc la re<beci6n de los Ma.
nuscrilos.
" 1\.ur:x emplea loa t6nninos selbsris~b y Selbstit.k~t de difícil
versión easreUana Rocu los traduce, rupectivamente, por sl·mi:r-
m4tlco y si-mismeitÚd y en la traducción (pncesa de E . Bouigelh
(Editions Soc:Wes, Parla, 1962) te empleA le ex.p resi6o «de la
nll/u'e du sor.. (N. del B.)
220
NotAs
" Fe~rbach, Eund11 tkl CristtllnÍsflfO lntroducx:í6o: cEI ob-
¡cto ron el que un sujeto fe relaciona u~ndM y weusllri4mmt~
no es sino la ese.n do propiA de ese IUjeto, pero objetivada..
(N J~l E.)
.. Feuerbach, T rsis Pro,tsÚHIIÚes /Mrll 4t kfo""" d~ fq FiJo.
so/la, 1 4J: •Sin limitt', tit>mpo, ni su/rimt~nto, no /ny 111111poco
111 CIÚtd11á, 111 ~ntrtúr, nt ~sp/ntu, ni llllflfll, ni llmor. S6Jo el ses
meutstn-oso "' el ses 11Ut!SIJriO Una existencia sin necwáad es
una existencia superflu11 ••• Un ses sin sufrimiento es un ser sin
fundamento. Sólo merece ocistir d que puede sufrir. S61o t!l Sá
doloroso es un ll'r divino Un ser sin IJ{tc/o ~~ un ur sin s~r.»
(N del EJ
" Fcucrbach, Filoso}Út del Fut11ro, 1 21.
• MEGA, Die!% y Thier dicen Provesus (de su progreso).
" Sobre el 1entido del verbo <111/IHbt!n, de donde viene el su..
tantivo Auf~Hbunt, que hcmo. ll'lducido por supenci6o, dice
lleael lo 113uiente. Auf~Hb~~~r tiene en la Icnaua un doble sen-
tido: la palabra significa algo uf eomo CXIMei'Vllr, ' " ' " " -• y al
mismo tiempo algo uf como hacer cesar, poner tbtnino. El becbo
mismo de roruervar implica ya este as¡xcto fllltiJtitlo; pana guardar
13 cosa se la sustr..: a su inm«<iativldad y, en COOsecuencia, a un
esttr ahf aujcto a los in8uencias extcrlora. Asl lo que es ...perac~o
es, al mi5mo tiempo, •180 conservado, que ha perdido su ÍJlm<>.
diatividod, pero no por ello ha &ido anlquílado ( L6gic11. Libro I,
1.• parte, cap. t.•, nou). Las palabraa casteUanas superar y supe-
ci6n que henl!)S utili:zado en la treúucdón vienen ron su.ma lide-
lidod este sentido rompl~jo de los vocal¡los alemanes. Cf. tam-
bii!n sobre d remo, Peutrbnch, Pilosofl,; del Futuro, § 38.
(N. del 8.)
,. Esto C$ el encnúenomieoto de conceptos en la Enciclopedia
de Ilcgcl.
" Vid, Fcucrbach, 1'csls provitlonales, tesis 21. (N. del T.)
» Peucrbach, T~sis provisionalu, 1 ' ' cEn Hegel el pensa-
mitmo es el ur; el pens1mi~nto u el r11j~to ~ s" el p~dicado.
1
La lósioo es el pensamiento en d eleJDenro Gel pensamiento, o el
penumiento que fe piema • t.f n'IÍllDO, el pensamiento oo ruidq
sin predk•do o el pensamiento que u a la vez sujeto y su
PTOJ'io_ p~diaulo.• (N. dt!l E.)
a Feucrbach, Tesis provisiOfUIJes, tesis """ y Filosojúr dt!l
Fut11ro, 11 27 y 28. (N. del E.)
.. Este p.lmfo, CfiCll:n'ldo por Marx en los M~MJm~s mtre
llaves, en l• formo que rtproducimos, deberla C'Omriruir vttOSfmil.
IIK'IIte un• notid. fuera del tato. (N. át!l E.)
" Mont se refiere al siguiente pimtfo: cLa MB•tividad que
~e reiiiCiona con el espacio como punto y en 8 desar:roiJa sus
dererminodones como Unea y superlic:ic, u, sin embargo, en .la
esfera del ser exterior 1 $1, i¡¡ualmente para 11, ponic.odo allí, no
obstante, C'Omo en la esfera del ses exterior a d, ~ detumina-
clon<'l y •pareciendo asl romo indiferente frcnre • la tnrnquiia
No tu
221
sucaión• ( e,:cykJopiidie der pbüosopbucbe,
t V4). (N. J~l E.)
wust:ttschtt/lt!tl,
.. lbitJ., t 24$
" 1btd., • 247
• lbid., 1 381.
,. lbtd • • 384
Cuadro cronológico
Vida y obra Li tcratura/ arte1cultura Historia ~
181J nace ca Trk'erls (5 de mayo) -St, Hlla!R: PlrUoJOphll """'"''uqu; -\l:¡ute de 111 rtilta 1sabtl d< . , . _
Carlos Marx. sqw>lfo de loo Ji:eaiJ: &ulrm-· M. W.Shellq:frOIIl<N' Congreso de Aix-la-O:aptlk ' las 1r0pa0
ocho hi}os que tu~ d abop- lltlf; J~ Austcn ~ Pun.t4SIIt1t, Nor· aliadas u!m de f'rmcta E~ ele
do ReinriC'h t.ton , tlr4nt<r Abbq, Maninn de la a-: tiflb ',. Ea ropa
Afortti,.,
1m onmen de fi11.1l del I>KhiUe- -T~: lA illm«rati• m .Cmhi· -SrtiD tú Bilboo. C..btPJtiC Mmd•:4bo/;
ra<o (Ablrur), cut11do en q'"' Llatn: Coltcd6rt d< utú:Wos dn>-
. Tn!vais. la du.:martk«iórr, St _ , , t1 """
mdlicos, btO'!UiM, pollhcos 1 d.t <OJtum- ello 4 milD '" Espall4. Dküdura de
brts; Duque de RiYlls : Don ,e¡,""" o 1• Rosas en ArgmtiDO. Los Nm>O O<UP<On
fu•rw d.tl sino. Fundadón del Atmco Tripo!itarua.
dc Modrid. St<ndhal comicnu a c:o-
crlblr VI< d.'Hmri Brulord.; B.-nllll:
Pora.cdsw; BlkhMr: OoniC>lU Tod.; Go-
aol: .4lmG.t llllotCIIU; Stnuu: Des Ltbt.n
ltsu; Elpn1oa:d•" Cam:i61t d.tl Pmuo.
Prlm<r C<m>carrll mm. Nurtmber¡ y
Fllrth. Fu""'"'lóo de la .,.,..;. Hnu.
IJl6 ill¡t'OIII tD la Vnlwnlclod de ~- Utb<r d., Wi//m m N•
Bónn para squ.lr nllldloo de -Sul>hw>ddn de los -~os d4 r.
IIU; Elpi'ClClada : El mt'IUIOJO de Gr...¡::; 111 Co.untuddn ú llll. Fnco-
Deredio. Parllc:tP<O oiU en d Mm~ UsU: cuno de l.At<ral""'
llamado •Club de l'ottu• y A d aoJpe c!e Luis N2poic6ft . . &ttu-
drcmAri<'ll Cll d AtctMO de Madrid; btu¡o, es aliJado a Ambica. Tola•.
en a"'C'>donn de loo .., ... ldlltKt Confa<imo d UJt m/Ditl d.M ,¡¿.
diant~ de tu ciu.Ud nat.tl proc:J.una ru ~la de IUliéo
d<; Dkk<GS: l'i&lMc/t Pop<rs; Rente:

~
Se <OIIlP""""It t11 1«1'<10 Di• r/Sm4níschtw Piipsu.
cera Jc:any VOft w..tphalco,
veciaa .uya en T~o y
cuatro alloo rmyor que " ·

-Cmwítucid" de 18J7. Don C•rlor c.rC<t ~


18J7 •e o-uloda o la Unlv•rsldad -Mid!elet: Hutolrt d• lo Rivolcttio11:
de Berlfn para continuar ló•
e<tudl~ de Oen!eho con uno
LameMai.s: L< ll•rr du ptuple; Car-
1,)-to: Tht Fr.t n•h Re•olutlon; Carey,
de Madrid. Muere GuJIIermo IV de In· S
glatc:na. Victoria, reina. l!n Prusia tu- 15:
serie dt mtleth·os Hustrcs.. H. Ch,: Prlrrd~lu of Pollrfcal (-:CO!lD•
<otre los que dCicuollon 011nt t h.. entre la lglesla y el B•t•do; reb.. '&.
y Sovlgny. m y: l!apron<tda: El uturllant• dt Sa-
lamanca.; Hanzenbusc.h : Lot 4mattttl
lión de Papineau en el Canad4. B
de Ttrud. Suitldio de i.o!TII , Georac
- ~ ·- - - ------' -- . ...
S&oct; M...,.tU: Tback:~ : Y clki'WpiUI,.

~a
P•p<ri. Morle. Stdnheil y Wbeolltooe
patentaD •lmultálleamcnte el tel~o
dictrlco. JICilbi IDvana la p!Vano-
~ pla>tiL
~

- W. WcllliDC: La /uoftmfulU tlll ....,¡ u ~meu dd d•q.u u FtV.s. lluOio, ~


~ 183& Marx se iuco1 pon 11 Clu~ ele 1 tAl como ddriera ur; E. A. Poc: irl• d.d <jtrcúo auiUtG. Ero l.JIIIalaft·
;¡ los Doc:ram, cuyo prlnct!*
Artbr GordDn PYnt; Lartwtlne: l.G ·.Yust lrisb l'oor t,aw., c:ot..t. f\m.ciA

00
animaclor es Bruno S...er.
Intoma o.ma llrllei>l ele la tlrwc 4'sm onp. lbD IDvcom el coo- la ,AJ>ti.Com-La...~tc·. 1M Boon f
ci<:r.da ju.rldlc:a y piudo IJ>. "'nw'nr ele wpcrfielt. Numyth 7 derToCan • los JUIOO. '§'
<eré$ por d . De~ho. m\1'0- 8ourdaD. el JD.al1ill<>.pllól1. a.-1 mide
pndc>R apu~te, ID· por ~ - la dlswxia dt .....
tlulO con pei!JI"' para ou aa- nttdla. S<blek'm r..rmuls la leocia de
lud, al t$1Udio de b f&looo- la a!lub ..-qrtal. Primcl' ..meto reau·
({a. Mueno de Ke!nrl<:b Mara. lar de ~ a vapor cnll"' IJIC)at.erra
1 Eouodos Un>doo.
- Fwerbecb: Crltlar de 1• fUosofl# hqo- -e.,...-w dt Vupr• . Prost.u• 14 luclul
1Sl9 IIIIM; l!n&els: CGrfiJS dd Wupputdl: ... I.r.<UJte. Primera problblcldo de U'l·
blojo dtc meot>l'<$ tn Pntlia. 6.1 trataclo
Louls Blanc: De l'orpmis•tion du rr•· de Londre5 c<rablecc el alllrlS lot~­
vail; IWI):.c: Al.,...,.., m 14 época de
1• lt~fomur; Stcnclbal: lA duarrrcuso n.acioll>l dt llól~Í"o ~..... te
do Ponnt.; Loor¡f<\low:/ltpcriO!t: U:r- ~""" ducado lndtp<olll<1rtt, Gue·
,._,.,., ti d<"""""; Gulror : VIo, co- 1'1'11 del opio m China.
rru¡>0114ma <1 krill de \VaJ!uJifl...,
Chopúl : Pre!uduu; Lcub Napok\ID:
ldlu nc110liDJJioula; Fanday: E.tpcri·
••WUAI ifcwuc/u$ 011 Cltctridry. Goo<l-
,..,.,- taliza la vulc:aruudóa ild ca"'
cho. Dalucm! y Fox Talbol ln<re:atan la
CulotnC!a.
- Proudbon : Qu'ut~-quo la pro¡mi ti?; - úy d• A"'ln!omiC>ttOJ. !:.ribo tf• Muto
ISIO K. F. K.oepp<n. el futuro e•· Cabe.t: V"7".P .,, Tcarle; GrUiparur: Dcr Crutiml.. "EspGrtero m d fi(Hiu .· pnmt.-
rudioso clel bud&<mn. d<d~<& "' ...,ci<rl;idrr obrer.:t m C•J•Iullo. M..,..
al )own M:)l"" 'tU t1:1u ,lao so- Trtuom. tm l.cbm¡ U•bl¡: lA qulmico re Fed..;.,o Gulllttmo 111 el& Prusia :
bre f:tdttico d Grnnttr: ~ stn uolicodo o la otrfculrura: EApron«<hl: Federico Gu!Uc:nno IV le aucede. Tru-
od\ltrSDrlos .
tll 2 d< moyo; A. Tbíerry : lticits du Jado .de lss COIII>OS do Napoleón 1 lo< 1:--!
tcmp! mlfovínl(iLrtS 'EuJenio de Ta- Lnválidos. Introducción cltl sello da c:o- e;
pia: 1/Lttoría d• la dvili~acl6• tspo¡lc/4;
Vida y obra literatura/ arte f cultura Historia §1
Salnt•Bcuve: l'ort·Royol; Scllumann: [ROS ... w~u:.m. Conlllrud6o de un
UU.r. !dmdol ClCIDiknza IUS eotperleo. part!do abolkloalsuo oo BE. UU. WtW·
c:iu aobte kyes de ls boon:Dda. En mg l'lul4a la lJifl .t. ID1 1IUlOI.
loo BE. UU. M l'>bricu los prlmctos
ri1la a rcpatd6a. UY1np100e bll<la
.... txplonoolona. Ch. Bamr úúda las
obras de las •HOUJH ol. 'Parllammt>
.. l.ooclrH.
1141 lún rcc!he eo Jcna el lf. -LIIt: Sisi<IM rt4donal .t. Ecor~QmbJ -Cortu .t. 1141. Rqmcúa de E•portuo.
lUlo de doct« con una tesiS Polúlc.; l'éutrbtlch: 14 ueiK:ia 4d Promnt<i4mí<nto do O'Do~t~ttll t" Pdm>-
sobre lu dlftreudu a>ln crilt-.-; BURt: út -~dudas­ plona. Du¡o ú ~ 7 Cooodloo &$IJll.o8
las filooofias de Dc:nclcnlo y su /Uoriauu: Hcffman """ Fallen- Pcl«io. lüprui4rl ~ Cocmoa-
Epkwv, q\IC de<llca a IU fU. kbnl : UtrpoloJIJdrc Utdcr; Emenon: ó6n do los EnredJos : IIJ'aiJIIa colec-
IUl'O IUC¡rO. Or\lno B>uer u Enuyo•; G<o<l Herwuh : Pocnu de ÜY2 turopca de lndepenc!tnda de Tur·
aawdo de alc:Wno y upuJ. Hn vl>'lrnto: Duque de lflvu: ~ qlÚO, Jo. J)ord&ucloo quc4au COi 1 1" " '
sa<~o de ... • ....~n dt T- llistdri<w; Eap¡ónceda : El dloablo """" pan na\ioo de ,_,... p,_.. ley
~opo Cll b Vruvertod.od de do. FUD<bdón de bo rt\'isla •l'lul<h>. pono la protocdOn dd obrero en Frao-
Bónn, con lo qiiC Mara picr· J. M. Joule. .t.ey 'f cfeaos Joule>. cia.
do bo po;slblll<lad do lnJR'S>r Schum>nn: lA ~iii/OHIAI•
..,..., clooxolo en b Vnl~
dad. ED uno cam dlrfo¡fda a
Amold Ru¡c, Mola Hcu ~
rduc a Morx dltltndo que
ve ca él a •Rouneau, Vol·

~
talre, Kolbach. l.euJn¡. K..
e<l y llcine fundldoi en una
$Ola pr_no.na •·
1142 primuos trabtjos do publl·
dm. Entro como colabora·
-Rcnouvlcr: M•nuel de philowphi• ,.,.
dtrnt; S~: Lu my1tir<$ .t. Poris;
-Stoblnudón 7 liomliordeo .t. Borct/Oo<ll.
•Ashley's Act< problbe el trab1Jo ele
§
clor y mú larde redKior en L. mn Steln : Sod•lwno 1 com..,lsmb menores y mujeres bajo l!emo. 'rrato•
la IUIIIUU&am ~1 niHG de Ce). cm '" Franela conttmpordnea: fcue.rJ do de N•pl<ln¡: <lnco puertos ablems ~
lonla, órgano de la bur¡uc•l• b:.ch: Td·b pruvlsftmtdtl ptJrtJ la ~.. a la n1v.¡aclón tnelesa. C.rlón do Hoo· •
rcnana. torm• d• lo filoso~; Wcitlina: C.U411- Koaa • los tnal-•.
tl4 dt lo Vlll011ÑI; MO)'tt: Oht~
n11 actrc:a di las futrt4J dt l~a nG'f'Uflloo
r~
1 - l"""lm44<!; Olinlla: Jtusl.,..,, CMd·
mJU.; Zorri1la: Bl puj¡aJ dél Godo;
T~ : Godi1lf,a; Cc:mla: O>urT de
phllocophC. poliú"H; Macaulay: lA.ys of
McUN flDmL J..awea patalta UD proc<>
dimlcnto pan la &hric:ocl6a de -
l'oofatoe.
1J4l • lrul&Ddu del - NJco. -Feucrtlllch: Prllldpun .U k fiM>st1/lll -Crisis calft6mi<:oa. C.SdJJ dc /Sipartuo
lb t , la ceJISuta pruslaaa dtl futuro; J . S. MiD: Ldtü»; Xlerko- quo huye " lnflmcrro. M"~ dJJ ;iiJ
- - la adhldlcl pcrlodlo. o _,.¡
- o1 lo.,;.aotro; le llllbtl 11. bolldón de la ...:lnimd
lb de Marx. que .,hendoaa
... ndacclóo ele la IIIC.-
...~~
DI::rllltG. Uat1t OC cata COD
., pror~~etlcla. El plaao
panl :
~
lnobcni: lA
de los iWitmo$;
ldacaula!: &sayos ctlli<w • hist6.r kos;
Vlc1« H-: ús 8~ W-~
Dn fliqmcle HoliiRtdu; B. A. l'oe:
CD la ln4ia. J'rlmav CCICJPG"tl..... 10-
clales obreras ( <Pioaeeri ot Rochdlo-
lb). hcto camin:iaJ •qkKbf.oo.,

prusiaDo lo orrec. Uft {>UCIIO El CSCG71lbGjo de oro; Maoaoro: Tipos


de re4ador ... d diario ofi. 't C'VKftrÚ. iUcruiDa de eoaibir de
c!al, que 6 rcclwa. A !!na- ThustJur. Utilluci6c lnciasuia1 de la Jll•
les ele octubre cmii)'O • .,. tapaocba. Mobl ldrntlllca el prolaplasma.
rú, .,. cSeacSe M. llus '1 G. lfér'am, ~ aoOre las ,, k '"1
11..-..egb lo pruent&Q ... las ellptlcas. l.ac:onlalre reforma la orde:u
ooc:leclacla t«ntu -'alis- dJJ a c!omlnlcos en Ftallda. Se fwl4a
tas 1 .............. '1 ... las n.. E - u t. Se injcjaa las .-u del
uoclaclanes cla ob,..ros ... rU1"0Carrll M.odrid-A.ranjue&.
IIWlH, Coacluye la ~
de '"' QlDIJll!f JI.Oil Por ....
l'en:llcdad de A. Ru¡c tkne
que cacatpl'IC cul pOt en-
. _ de la publlctooóft de loo
""•aJes h:aru:o-alem•nes•. E•
dklembre Cfttabla una ut..,..
ella am.isl&d con Hclne y con.
c)uye lo mt'ROOUCMON A L\
tatnc:o .. u l'liAIIlf'IA oa. ....
- . . IIECD..
1144 prq~aroci611 y publlc:od6D dd -$11mu: El llni<c> y su pr~~d; rous- -Rb/Oluci6n d4 Allatltlt. R<trUd Morfi!
wl. 1.• 1 dnlco cla loo •K.<US
fRANCXl-AUIAIANllS, <n c:olobora•
~~Cnol: Los julfs, rois d• 1 t~ue; Cae·
lylc: Posaáo y pr.,entr; DisruU: Co-
Cristina, ¡~b~~~ Narvdct: •la dtcada !j
moderadll>. Rtstrlc<li6tt d•l Jufra¡io.
d6Q coa Amold R .. b
"'"''"'' Reine: O.Uts<lllmtd :Uil1e- PronJbt&iomitnJo d• Z:urbaiiO. F'un~
Vida y obra Literatura¡arte¡cuJrura Historia
dacci6o de loo ~WtWCa~lW.
dJdrtc; l.larDm FulltT: La mMjcr C/1
~
Cabbotad6n ... \'OIIW:Un, el $i,ftl# Jlfil; 1. ..., UcbJc: CJwmis. a.fn de 14 Guud/4 Civil. •Craham '•
órpoo ele los obi'CtOI . _ Faa«y A<:t• ftll1la el hontio labcnl
üro 8riqt; lla!axs: El PTOIWOtttismo
D<S ... .. cmlaroc:i6D. Baua para mnjo:ros '1 - . .. l'tlmc:r siDdJ.
., CCI)IICIO ..... la LID ele t:onrf'tU'IU(I> """ tl catol'r&ismo· Usta:
EIU4'/0S litoocrios 1 alt=-; ~: "ACO ob!'l!n) et1 Alem&o~a. Sublo\-.cfdn
1<>t Iusror lw>dad.t JIOr "\v.,IJ. DDft /UQ< TtnoritJ; Dumas: w r:omle de loo ob"""W ratifts on Sllala 'f
in~. Rtiac16D COO llctne, le• de Mbnte Cristo. ltdler lmoenta el papd llohani2.
rowr. L. s~, _Prvudhaa, ele pulpa de madera. Gal~. el linc>-
Batunin 1 lllll.sLld
perd\lftblo - conde 1!.,..
la teum. 11one ln51ala una llneia &cJcari.
""-'· Nodmtcruo de Imny, tk:a entno Baldmorc 1 IVashJ.aaiOo.
p~ biJa do DnJIC hhrl<a Wl furO q_ue so earp
recibe 1.000 '"erotMarx. l!.sto
de loo .,..
par la CUlata.

~ propfowtoo de
lUSCIIl! umrxo 1 130 como
la - ·
- de lOO dímpJara de
las &!<WII qw ltu¡c, - el
cual I'Oftlpo, le e.otnp -
- ele su rrabajo. - 1!.1 e»
blcmo pnuf.ono orileaa o1 .,..
~IOdeAúa, Rup,
H.W 7 ll<rnaJI par 10 ..,..
labo~ «11 lóc .uwa.
A~ una atauda
de .El>pls na Plrls ""'* ...
lllblc<eD ... clltle ollas oJ plan
...,.,ral 1*8 La S4trlld• , ..
milüt.
1&45 a ~llcl6tl del Goblot110 Pru•
sillno. el francts dleta en
enero ana o!'<kn por la <lue
se tliJ)uha a Marx, Bakunln,
-21>~¡.: lA ~ndkidn. d< lcu chu,. ''"'
bo ildonu '" In lmcrra; A. de Hwn-
bo dt: Cotmos; f:lsraell: 5ybl/; Carly.
-Ejec~ do Zurbano. CDnJtltucldn d1~
1645. Reforma triburorlo di Al• andro
f
Bllr¡ers y l!ornJtedt del to· le: Crt>mwou· w_,nor: Lohtt•trln; Mon. Plan Gil d• Zdrate: Clntra/k••ltJn
tritor lo f!'iln~4s. Mlll'll se ,,. Thltt'f: Hlstotre du •CDIIJU/al 11 do d~ ¡, instmet;J"'' prlbllca. Hnrnbre en
sldenela en Bruselas. Bn co. I'Emplr•: Gulwt: Hlstoir• tdtrüate d• Irlanda. Constftuc1ón srleao. ,
lll\>oraclón eon Et1gc1J nodae· /q. civfUsatiOit ,fn Europt. Howo ~>Crfoc.
OIOIUI la -nliqttlna ele coser. ColOC8c,Jón
Vida y obra Lireratura/artefcultura Historia ~
bllcariA. INdiO que ya Id
... semeJo ~Tll . .1.\tar atl.le
tlloo GUJIDC» IU prop~ J»
lllc:i6n frente a la illooafla
akmaDa dd rlom¡)o. En el>-
<~ na<e Edpr, ~r
lll¡o de Mm<.
llot7 !olanr mra a formar pule de
la Up do lof J UliOS, qoe
ambJa ... D<Jmlln: por el de
=
~eJmhohz ; SDbr• Id .......,...... 4c lo2
Gtmmw : (fi'Ül ktnt6; H.
""-: .$traWdpau: Lfv=btk1 : Bi$-
toirc de- Z. rho!'uritlft /lD!I •u¡ Lamar-
~meiC d• los •,uti4NJS• · - --
ibmbR. cóltl"l '1 crisis CD f!.un)pa, d
okllual produciC lliiiDtiWU ~ . ~
loaia w coc'ñaU .., plO'nDCla 1\li&.
p.,._
....
Llp do Cam!i~Ao~tas '1 cckbra
Sil prial<t" """~ . , Loa-

,.....
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aic:al dd dct'o.'armo. Knlpp fabrica lo<
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Camual.... prlmm>S c:aliocles de acero.
sobre el b'breamlño <elCts·
clo m Bnuelu y a <!calcio
'rico;>raldente de la Asóda-
d6o DemO<ritlar. Redacdón
1 publlc:ad6n de u waan
.. u 1'11.011)fU.

1848 coadolla animando la Aaoc:la· -J. S. Mili : Principios de ...,noml4 poli· -R~pllt:4 ot~IOritor/4 do Not'Ydrt • 14 ,..,
>'Oiuci6n wropu. Rewludóo ·en SldlJa, tf{
cióo demócrata, en una de Jictl; Louif Blanc: Droll "" triMii/; .RO\'Oludón en Franela: proelamoc:IOII de
CU)'ll n:unloael loe el DJ$. Thaekeray: Lcr tt.ri4 de las ...,.¡dad<S; la República. Rnolucl6u e.n lleneela, O
QlUO $011~8 I!L UJIU!C.UilltO. Rart,.,nbnsch: Pd/Ju/llS. Claude Bcmard
!'arma y Mll,n. Cerd<fta declaro la II\IOo é!
Red.aeelón del ,...rmtllltO 1>1!1. deseubn: la función ¡;liengénlet del bl·
¡¡adn. Primor ferrocarrll español Barce- rra o Austria. Plo IX huye a Guta. !i!
PUTTDO CO.IIUittiiTA, cuya pѕ
lona·MaranS. Dc$cubrlmlcnto de oro m Revolución m VIena y BerUn. Rcpro· li:
mem edJelón aptlrcto en Lon·
Callfom.le.
alón de las rebel.l"')e, l)<)lfteu por la. 'C.
dre~ en el me• do feb~ero· Bl rusos. Alr,omlenros en Cltocqslo••<~uia. 8
Cl>blo.mo ......,lucloi\Rrlo frln· El emperador Fernando abdica a tevor
cú Invira o Matl< ~ Q.UO •• Clo su 10brlno l'""'cl•co J01é. Su&o.¡lo

--- 01tobluca en Ptrfl, ol llcmpo


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pulsa de BnueJal. lJlataJ&do
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en f1,ds, .., opooo 111UaJi:a- elegido pte&ldcllta de la lltpO·
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mente a loo pr.paraU-
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que bliea. Tomada de dlu horas pata
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mo rovolllcionulo como dnl-
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Vida y obra
co llledlo .P.lra ll;¡otrar loo
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Historia
doJon.s de llAJ'to de la • ...,..
<ociabd. EQ IAJ ..Olido. ~
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I"U1ici¡ndón •n los distur- Hisron. llfl18t<nv;
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P<to multa absuelro. LA l'rouclbaó: Corrtus~t~tu
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~'Wr llll:liUSQQs Ulr~HG PU· be: A4rl•rm• úcouvr<UT; Zorrilli: . "9nttrd. Ex~icldn militar • C.WL
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blica los charlas diCUidas por Troidur, f"«<ft/uo 1 nsdrtir; J1aU..í ~ Procilama la R.ptjbtJci ca
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Uldos l'ontlfidos, C&rfbAtd¡ anra •
ltarn.o.. Distwbios CCIIIIJtJüstaa a> Pll'ls,
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cuentra en ..,.. aiiUación fi. don. l>isolm:Klñ cid Rdcta111 -~
la Asamblea ~ tP"Id>l .....
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Gobíuoo _le l>T'Ohlbt estable.
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una coletta paro Marx, con
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Jada con su familia a Lon·
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Fl'latia se connlt~en lad linl6n
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yn de5nfliVllmCnto, AlU nooe
Guido~ ti ouor1o d• sus hilo• &
1850 M•nr or~onlz.n · cn Loodra• lo
a yuda a !01 ernl¡rados oloma. - r. B"'.nh11t: t...t.J 11!1tnumin ~co,,omlques,·
H. S SDen«r: SOciGI StGtlcl: Dlc:.t..,.; -Creac;rm dd uUo de corrt.oN .,. II•P<t·
114. l>UIJ.lflUr4d6n tW C«MI do bobo/ //,
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clado d6 lo cau que C>Ciij>a
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Jama. StJ oida u I'DII1 oona,
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la biblioteCa dd mnq wu. -Proudhcm: Tdiu tlntrlll~ IÚ lo ' ' -
t!l!t!ll.. PI'OpU'aAdo UD Ubro cla lutl.., au XlXtt.u slkl•; M~lvllle: Moby -Com;ord4Jo Qtlcc
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&oooin!a que creo poclor ' "" Dk:Jt:: Bawthome: Tilo Hou~e o{ the G@ineü
Sevtn Gablu: Rusldn : LAs pl•dras de prusiano detiene a los miembros de la
minar ... - l!<mpo 1 ,.... V•••c:la: Doa- Con~s: E•u.ro1 ~<>br• •!Jga comunista>. Deropc16n úl •Wltl-
d cual '"'' ' Incluso buSC!ando ;¡ C<JIOI~smo... ; v.,.di: Rlgoltll!>: w.,. dow A<:t> (ley tobre la vivienda) et> lO·
glaterra. En Loadn:s 10 celebra el

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Vida y obra Literatura/ arte f cultura Historia :r
editor. Si¡ue o<:oudo por lu ner: Lohengrin. Prltner cable Sl!bma· •Banquete de los I~Uold• p¡lr\1 <»n·
dificultades eéQll6mlcaj .. 1M rlno bajo ol l'a$0 de Cálais. Exposkl,ón memorar la. revolu<ci6n fn.neesa de fe-
que wlo logra bour frente Internacional de Londres. Primer mmo brero de 1843. !tlUDbre m Rtl513. CoiPI'
merted ,. lo .,uda ele l!n~l$. a btlice y ;ri~ bomo a gas. Fou- de l!stado de Loui.$ Na;olcon. Pl~bbcl·
n ,..,. TOU o.w.r tmiiSJ le cault, expemncias del p6ldulo. "' a ra-or d.. una Jllle\'3 consiltución
e>lt:<á> uaa cGuesponnlla que francesa.
Moa ..:ep~a , ~ es tam·
• b~ En¡d& el que envla al
l>CJiódX:o lot primeros trll·
&;.p. Hmnann Btcler pu,.
bl~a <n Coloola el 101110 pri·
mero 1 W>lco de los ~MSAros
ESClOG~ DE: xux. No<:e Fre""
zhb, quiDta de SU$ bljoS
1852 ~""' tl)vla al pcti6dico Dll -R. C. C."')): AtmoniG 4e los intu_.u -Brtlvo MJuiiJD, 4LrTolo4o m l4s Cortos.
IIÍMILI:mtli<, de "'"'"'" York, 4frlcoltu. manuftiCtUTuos 1 romerd<t· obtibu d d<crt l.o de dlsolud6rt. La
una Kri.e de articulQf :IOl>re /u; H. ~· Siowe : lA caban4 dd constíluC!ón fran<:ua O!Orp IIOderet
el JI de Brumario y en un do Tom; DIIJJ»> (hijo): lA dlmte t:uJ< reales al presidente. La J'Atnllla OrleW
cartA a Weldemeyer, redactor cwnillu; Turguonin: Narracioms d< desterra!la de Fraocla. I!D Colonia se lnl·
del mismo. baCe ~• dlebre "" ~dor; Kuno F'ISCber: Historio 4t da el proccoo de los comunistas. Pri·
n:oumcn de sus trabaj~""cu- lo fl"'sofl4 IIIDdU1!4; Rudolpb von Iber· mer CODgJ"eSO de l:u cCoopcrath., So-
)'05 tres hallaqos pdnel les tn¡: Dtr Gtitt <Úr r07r.iscften Rtchts; cietú:s> en Londres .. Se funda el •~1
SOD1 .a su jukio, el ca.. Spen«r: l'rúu:iples of Psychology. fran- Fon'*"' en l'arls. Napolecln m pro-
nktet blstórlco de la lueba k!and desc;ubre la nociótJ de valencia. clamado emperador.

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de clase5. ·~ dictadura. del OulDtaDa: CllJ'tiU o lt>rd Hollmtd.;
proletariollo CQmo ~ do
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clases. Ro<l3eta también un
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tu. Sí¡uc aaac:l•do por lo~
prob~m.. -~ómlcos. r•rn
.Uviar los ct1al<1 lnlol:> la
coloborad6a ., el Nnw I'OIU fl
.....,. n.. N&. t.lu<ttc: de t.
Franmb, cocid:l •1 ollo .,. o
Iet.
a
liiSl llUUO en el NYDT como .,
d NIIIU'& PUP, 0rpoo del
..,.,.¡miento cartlsuo, Marx
publica u111 abund•nt• klie
-A. Grou-y: Phi/4sopltio de 14 .,.,.,........
e• de ~ Cobiucau: Essai sur riú-
f"lll• du ....,., lriUitlllncs; Jótal: U~<
n•bob lult~roro; 'famayo y Billa: lA
~· S.rtoriw, ~ COIIlrO fl
mi11istro ele FomDtto, Eskbcrlo Coil<lnltl •
úrmotalid#d .,. 14 lldjuc!i<:•cldrt de f•·
rr0Ctlr7flu. Dcrrora d.d Coblorno. O.ro.
f
&
.
de •rtkuloo ICibre cuestiones RJ~.,.I>t~ Uul: RApsodúJ lllllr¡oro; IJ«:idrt di IG.J Cortu, llntltrro 4,. los
de 1ICI\Ialldad, apcc:i&lmcJita Vordi: 11 1 rovc~«r, Wqner: Rbtj du tmualu O'Dcmull, COI'ICM, Scrrno 1
......... ~ de los c!á- Ntb<l- l'•hrir:vú de los rdojes S..n Mipd. Matr!moaio de Napo.
tiniOI o. . lacJacs '1 en Krie. Ce* ..,. Mro de cables subma-- ~ m coa Eu~nla de Moctljo. Ple-
oolm: los ~=!"""$ CIOionla· rinos en el mar c1t1 Norte. biscito en francta a (a,-or de la COftl-
le.o en b · y la China. títucióD Imperial Coocentnd6n de la
esms lftboioo '1 .., mra aota ~ ante loo Dard&Jie.
Wuc! {la lilnm<uloolt que le loo ést. tmr.> m d Mar Nep-o. tur-
- toda w Y!c!o, en par· q;;/a rechou e.l ult!miiUID NJO: d«la.
llcular) le lmplclen la reanu. rac;i6o de l!l<tn: derrota de la !tola
daci6a de lo. estudios - tun:a. En Prusia se prohibe d trabajo
D6mir:os qae .bubo de 111. . • Jos ~ clt doCe allc>t
rrumpir d afto antmor '1 a
los que DO poc!ri COOUP'"I"Je
de nuevo $etiamente bas&a
1157. R=uc!a la relación
eputolor a10 Lassalle

1IS4 ldaix c:ontinúa en la p reno -A. Comtt: Systbrt• do i.. phaltno¡¡lrie -Pront...ci4J>Ii(n{O do O'Donndl m v¡.
los ataques mn1ra .Palmt~.. potirlve: Mommsen: Hut<>ria de l!omD.: cálvaro. Motin<l pol'ularu w Madrid.
10:1 y ai¡W>OS de IUI artltll· Ttnn)'liOn: lA C<IIJ4 d~ hl briza4¡1 ~ Regrua Ssportero. Gdbi11t11 Sspcrttro·
los - dlitrlbulcloo como t<rc; Vlollet-lo-Ouc: Di«iDntzrll , _ O'Domrt/1 (bienio pro¡ruuta). Allanu
bor·• .....
w. Ap....,clc ..p ... ruttlo de la Arquiuctura; Ri..,.nn: So- ~- eon Turqula: las tropa~
6o '1 <Jtudi• la h!nort• de bre I4J. hi~ruu qu• sorv<n de !Hu• a aüadas desembarcan en Crlttloa. Sitio
E•po.llo. n cuyos tl~llcos, e•· ta a~umttri4; Benbclot sient-a lo.s ~rtn• de SebastopoL Aae•inato de Cru-los 111.
pe<:ialnw:ute Cald<rón y Ctr· tlplos do t. tennoqulmlca. Salnte Clai- duque de Parma. Austria ó<U,pa los ~
vauld, que 'fa conocla tn rc llevllle alsl• el aluminio val~dose priD<:Ipacloo del Danubio. lo¡latem VI
Vida y obra Literatura/artefcuJtura
tn.dac:c:lan, vud\·c 1 1«r abo-
Historia ~
del SOdio. Oris !m-atta d ISCc!ts« JU. considera que la doc1rina ~ /d\10-
ni .dlrocwnontc. Publica m
d NYDT anlalloo $01>~ la clr4WICO. B<lr•rlcb ~1 irn'alta la DO es aplica.ble a los p&IJd . . , , _,
revolucióo espallol> barobilll d6:tdca. Conslnlcdón del
,...,., do Sc&m<riii8UC • travá do loo
Alpes. Primer novló metállc:o do la a..
CiiAarcl Primera bllalll!1l de aJ&od6o
tJI Boaabay. Proclamación del docma
ele lo l'nmaculada Co"""pció¡¡.
IISS continúa la eolaboro.:tón <n -L. 8~: y J.
el NYDT y la Inicia en la FUtnJJ rtuii<TIII; -Madot :1 la desonoott~cltht: u TOm{Hft
~ WTVIIG, de DrtJ.
Burcthardl: C!ctron•: Lt Play : Los /4J relacitmu c:mt d V•tlamo. 1M
lau. l!n a~ero o.ee l!lta.aara, obrtros azro~ C. F. Hcbbd: AD<cs Aliados toma,o Stbastopol, Abolición del
su -to hijo, y ce abril Btf"'IIJUU; G. Kefler: Du Gribw lltin· imJ>I2SlO $Obre los Ptri6c1Jcoo c.n ln-
muen. l!dpr. el teruro dt ridr; F. W. Clesebn:dlt: Gucltichtt cler ¡l.arun.
cDos. dtutsdrm K.tz.aerr.dl; Watt Whitman :
~ of GratS; Lon¡fdlow: HiJnl.wlllz;
JClQasl<)': Wts'-'d Bol; Ban.lt: Dlc-
<IIMGrió dt roli&úmos. llen.bolct rullu
la l&tteslo del aleobol. Botadura del
primer - - . l o . ~fá!D llltema-
docal do Pufs.
ISS6 ademú de coollnuar laa co.
la~es qu,c le Jk'rmftlm
vivir, Marx proouoda u.n dlJ.
cuno $01>..., el Pt'Oil"UO tk>
.Dico y la rn<>luci.ÓI\ proleta·
-Emenoa: E1111islt Tr11lu; FII:JUdo : Rls·
tory ot E>t.rlímd.. O..SC..brim!<nto del
!Qnbre ck lileandcrtol. Descubrintlmto
del IUJIODloco. H. W. Peri<Jns fabrica
ti primer colorante a base de anllfDa.
--s~ «pruebe 14 Cmutihii:Mft de IW. J)t.
maidft ele Esptutuo. Goblntte O'Dtm-
ndl; rtpriwu la Jllitlld6n d• la MU/cú
NtJdonaJ y dlsuetve hu CorttJ. ~
f
d a en una llesta orpnl%0da so y Iratodo de Parl$ que pone do a la
Bessmer canst.nJyt! el <on>~nldor de su gucm~ d« Ctimc.a: el Mar Nrrro dccfl.

f:
PQr el PI!OPI.II'I ""• y •• oon- nombr" para la fabricación de acero.
sagrn ol utudlo de lo. hlll<>- l!xpedlcióó de Burton y Spote a Jos rndo neutral, libre n••eaaclón por ~ O
rla y la olvilfnclón de llll ¡randes la¡os africonos. Danubio, Rusia ctde Betarabla. Amnl$· o
pueblo$ ••lavo.. LA oapoao úo tfa· de los rébeldes pol~co• pbr Alejan·
Mllrx recibe 1~ bormcla de clro n. Guerra fronco-lo¡¡Jesn contrn ,
su mndrc y eato alivio m<>- CbJna: bombardeo de Canfón, ,
menn!.ncamente la sltuaelón
económico de 11 famlllo, que
F-- -- - ---
- ~-

i
se uu!Ada a un opartam..,.
10 mayor '1 m4J cOmodo.

1157 com1ema .. ....d ....'6n de ..


c:a.rna.
-F\t.ubtrt: ~ Bew&r~; B•udeJ•ire :
Lu rw.n 4u 1111>1, lboen : m. WJ•·
-1'~ ...aoritario th Horod•:. 114&• d
prlN:ipc .Alft>tw> IX/11. So rtnobl-
Cl,
estacllof
t:e LA ...,.,.,,, IUJTt•
para lo cual ..............
_...i<O" 21 -
tntu: ll'/dbeq: Smpl/4; Buckle: His-
IOf1 of C/1.~ Tbackmry: Vír-
llu rdrK:ionu """ ti V011ic>IM.
lq 4• lrrstn<Cdthl l'llblJC&. Crldl
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go. el ~Jo DOC1Umo.
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.........: llolalla de CultO: Lo flor;
ConM : Cor.ciultJ c:amputrc; WilJet : Uu
r~u; Pasleur: J J - ~ro
don en I:n¡:lawn. c-lt& de DOblel
nnos pon abolkióQ de ¡.,. . , _ ' a6
NYDT con anlcWoo IObi"' la
¡;uerra an¡lodúna '1 I"'dacca
para la K8W -CAII CICLO-
POEIIU """ ocrie de anlculoo
la ~ ldaeo.. Trabejoa ele
IC!
...,..ua~
J. BWIStD sobre d Uilisb
la lux.. Coarlcmo de la
pcñonci6o clcl Moot.Cenls.
f.
biocri&os IObn! Bmwlol...
Bo!Jv.>r, Blikbu, etc. Vud-
vm las aprccuras econ6mlcu
y . . - muuto un nueYO hiJo.
1858 ..._..,. ll.tlkuloa co el NYOT. -e. M. Amdt : WCIIIMr-.mten mil Fhr. ~'Dormtll COJI$tltur« lo Unkllo Ubtral
que deja de publlcar ~­ """" Stdto: Vilchow: l.«<:i<mu ü pa- .E.xpdlcimt upa;iof4 • 1• C.1diiChiNL
de los awtados por Jobrx. tolofla cdubu; Carlvk: F'rt4crld: tlu Eftc:uentro de Napa!cóo y C.\OOUl' para
A U1JV~ de LauaUt, M&nl Gru:: F. úwaUc: Lo fi~ID/11 de Ho- prepanr la unilléad.óD dot ltaiJL At.
Uep a un acuerdo <011 d odJ. Nklilfl: Bicouu: Son lw:>t de los jandro n ;ruda .. enw>e~'p&CIIIa de 1oa
ror Doock<r, ele B<tlln, para R&yu. K.ctuJl descub~ d carl>ooo ..,. sionos.
la publlcacl6n tn forma de tn\'lll<nte. Fuudaclclft dot una acad<mia
fudculos ele •u camc. ~ u t.amuca. •
I!COSlllru. JOl'UTIGl '1 COIICiu)' '1
m\'ia d pn-ro de o:aJa
(áSdculoa. Jol•ra oe <oftSIIJ'I
d\traott alpo h..,.po a lA lec>
wra de b LOCICA da Hqd.
Puslsren las enrermedad.i y
las es~.
1859 aparece en Bulln lA c:smc. -Oarwln: Orit;in flf Spcc:íeJ by MWIS of -comiUWJ fa 1ucrra dt Afr!Cd C.YOUr
.,. u IJCONOI.II4 I'Ct.ITICA. Nu. NtnurQI S<l.ctlt~n; J. S. Mili: O" Ubtr· I"'Chaz:a el ulum41um austrl.aco. 1!1 ~¡.~,..
..,. artículo~ en el NYDT oo- ty; O, Meredfth: Ordeal of Rlch. Feve- cito au.stñaco invade el Piamonte:
bre l.~ ¡uco·ra onrlc:.<hlno. r<l: Ponson du Tem~ll: Rocambolt: Franela 4tclarn la rucrn: derrotu t!
LassoUe publica un ~rito Mlllnt; M!rila: Orfcnbach: Orftt~ tn awtriacas en Ml!ienta y Solrerlno. Tra• ...,
----------------·
Vida y obra Literaturaf artefcuJtura Historia
sobre 1.1 IUC:I'n\ cD halla ~
-.ca de lo cual -~
puDIOS de ruto cllfercnt~ a
loo IUJter.c.c~oc por Man y
1<>1 l~rnt>S; Gounod : Foust; Bkquer:
llimtu· G. L. Maun!r: LG a/dc¡¡ primo.
rñ'<l. ~ l.es.sep• illldo las obru del
O&mtl d.e 5ue%. l'Lmt.! ín•-mta el IIQuDU.
....
llld.o de Vlllafraoca. ArnrusUa en l'rao.

Eactb. Coallnú&D. slll _.


lador. Puforación ~1 P<'itncr po¡o d<
b&Jlo, las n:Jocoon~ entrt petróleo m l'eoDSJ'IYllllia.
... tru 1 Man •• dulce -
ICrit de cat\aJ IJIIÚIOO&$ -
bn ... drama n...>n \'0'( ~
CZXGQ. Col1b e racióa. ca M$
1llU. porl6djoo fwulaclo cr¡
'-'lrñ por Bbaomps 1 cli-
,...... oobre todo canra el
ll'\lpo ele l!.dJár &....-. Mane
- lnc- .. d.lru:cfdG ele
<:Sic periódico que dc:uparece
pn>IIIO IÚI nlllla'¡O, por d.(.
~ fiaaDocru. La Jee.
cura de loo asnwoa - u
.ocrvu. un:<aQ'I . . .. _• • d.e
ICarl Vact. conY<Dee a Mant
de - d OUIOr <JIJ 1 SUtl-
d.o de •• pn>po,pnde '-a-
panlsla 1 c:orolenu IUS Ita-
.._ contra e.l!fttro "" con-
nieto lllualmcute con Bllncl
y con Frelliaroth.
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IUO ~tlnaa los utudlos para d
lc¡undo (o$doulo de lo Cri- -J, S. Mili: Treatiu ort Reprosentot/vo
G<>ventt"<nt; llt:.nhelot: Oulmica or¡.¡J. -Victoria do lo• CtJStillolof. Co~tqwlsta
tn~
tica y lee al tlernpo el oatC.SI< d• T<Judn, tratado d• T<Wdn. Plebl.,.
•• ua BSI'I!cns, de Ch. l)n" 11/CJJ {undadtl sobre 1• >.lnttsis¡ F. Sptel-
hasen: Problematilehe Nat11ren; Durct . chos en Toscano. Pnrmn, MO<Ie.n a y
wtn. Y011 co.nl•n~o uM t;run. hardt : Kultur der Re.nabsAnc~ in Jla· Romotlo ~ fovor do la unlón CO!t Plo- ~
polla do ealumnlns contra
Marx quien fO querello cOJ)· 1/crr: G. l!.líot T/t~ MiU un the Fli>ss; monte. PléblscJto en Nlzo y Saboyn n ,
Ira ~1 ante lo• trt~unaJu de Lableh~: 111 v!ajo d• M. Pcrrlchon. fuvor de lo ur\lón con P'ranclo, Otlribnl·
l..eyu de Bücltner ro psicología. Con. dl tomo Palermo y N~polu. Victol'Brn·
manuel Invade los Bstadoa PontiJklos.
- --
- 1
lkrim y l.onclru y redacta cn:sode quunlea en KMisrulle pan la il<:m>la de los tropu pontiildu. Pie
el paulkto .u wcr. daboradóri de una t.arla molc<:u!M.
lo-loo ele la mllquína •«>mpund•,
del !DQtor a Clll>losión de Lenoir '1 del
biscitos en Nipoles. Slcilla y Umbno
a favor ele la uníllca<:lón. Se reúne el
prlmu po.rlamcniO Italiano en Turln.
r
.,
t<l~o de llu¡bes. c;onstrucdón del 'Intodo de Cobden (comer<ial entre aQ.
metro ele Londres. IMuBUl'leión del Francia e Ins14tern). Se consUtuyc 11
oPollC$-&r&~re> iuuta do las •Tnd.,Unlona• ln¡lesas. 0
Fundaekla d" la •Ali.:lnn Israelita 114•· 0
......... lA Cuolíu del Sur . . r<tin
de la Unl6a. f
"'

1161 enfermo y '"' .......-. Marx -llacbo(en: El deredto IJJ41ri<uc41; Cour· -A>Iuidrr de S..Uo Domt•IO· EJ<,..tu:16rl l'i'
marcha a Holanda .., llande not : Traill de l'mchal"mtml du l4h.J a MI/k<>. Viclor-EmmaJ>u<l proelamado o
su tfo Uoo Phlllph accede a /ondGmenu/u; Oosro!ewsld: L4 ctsG de rey de Italia. Unl6o de Molclto\a y Va·
enlrqarlc oJ¡unoo (ondos a los mutrtos: Hebbel: NíbdunJ01: Mb bqula en prlnciJwlo de Rumanl.a . D•·
cuenta de la hl:rm<la de su - . o: El ""tirw J.la4ri4.. T~ de vl.s, prulclenJo de los l!atadol s=slo.
modre.. rroy.,tta la pobUc:a- 1aa Joalizado..u c:erebr.>lcs de Broca. nlsbS dd Sur. EawK!paclóD ele los
ción de Wl pcrl6dlco y
Berilo para babbr de tilo
"* • Nld.ux fobrlca
dpcdoa.
los primeroo ~ siervos en Rusia. Se l:w>da t1 pa.rtldo
«.Pf'OII'Hlsta» eD AJcrnenb,.
COlA 1 uqtle Allf \'\JCl'ft a
_.,.,... con al¡uoot de
sus "riejoo am\aOJ '1 .,. l:ual·
mente a ~ a visitar 1
ru rna4re. llllenta rocuporar
la oacional!dlcl al<:mal>a, puo
IU solk:itud Cl ,.....huada.
Rqresa a Laodra. r.•rtidpa
m vm aa::I4D en 111'01' ck
BW!Qw. que oe <tiCU<:IItn en
prlsl6n, y retmuclt aus Ira·
bajos cient!ftooo y rus colabo-
raciaocl en el NYDJ' y en o•e
P•I!SSII, do VIena,

1162 Marx trabaja durante todo el -l.asalle: Arbrtl<r·pr<>gramm; V. Hu¡:o: -Prim. al con.o cu las lt1tcnc•onu de Na
allo en "' obra denlifi.ea y Los Alikr4blu¡ Henri Dunanr: Sou-.. po/L6n 111 (coronar " J.f.Wmill~~>to ...,.
celebra una ~rie de entre- nlrs de So/Jbmo: A~: Scl4m!Hl; ~nulor) se wira da J.UiKD, Uneoln
vlstao con I..IUWie, que ha Turauenlev: Padru < hiios. La ~l· decrtu la emancll"'cióo do los esclavos. N
Ido a Londrea l"'ra hAblarle tura lA Da11to de Carpeaux. l'oueaulr llismarek nombrado primer mlnlatrn ~
Vida y obra Literaturaf arte/cuJtura Historia
sus proyectos 2'Jlltkot. En
c:alcWa .. "'locídod de la luz. ~
~
.,.. canas • EJ~p:IJ, Mara de Roc:be apooc la leorfa del cic:lo el<! de l'nlsia.. Ganbaldr ca« . pral-ro dt
desarrolla una a1tlc:o o b
cuatro '->po>. E.\poslcióo ln"macio>- las tropas rnlfi. RnoludQo ~ At.,.u
roorf.l ric:ard~aaa <k la "'"" ""1 de l.wcbu.
el<! la llern. Conhllua eol.o-
borando <11 01a - . pero
el llo'YDT le comuclca c¡ve.
dd>ido • la lltuadón lnt...
rior de Jos lt•udoo Unldoo.
se '"" obll,pdos • pi'<Jelndlr
11e la eolobonlcl4n de Aún.
Con 1a ~rdulo 11e estoe ¡,..
- se hllo! ws •naustlou
atb) la sltUKida CICOI>Cimlca
el<! la fam!llo. .t.lanr ofectW.
tm n......, lio~ • Rolando 1
de&d6 anr a Trtwns pan
pedir nao a_yuda qve tacto au
tio como au madJ'e lt alopo.
A au rqreoo o Loodru r-..
panc . , ww opoaidona
pan ..,. pbD de ttcribim.
•• m loo fem>c:atTilct l.ocJo.
~. ""'" 00 obtlclle • ..Uta
de so mala letra.
1&63 Marx COIItlJIW. aus estudios
en el nmu waavw y ae -J. S. Mili: IJtuítafit:núm, Ra.aa: V~
-O'Donnd/ cesa en ti fHJ~t. IDautT<e·
p
~
d.dica duriiJlte aJrtln llcmpa de lúou; B<'lmbolt<: Troluo tislo/6-
• lu 1!14 tem6tlcu. eomr...u llco d1 músico· J . Vune: Cinco l<tna• ción j)O!Oca: allanu de 'Ru1b y PruJia
pan poner fin a ésta. O;,ITO!ll de las
cf
la red•cctón deftnltiva de 11. mas en globo; Álanu<'l del Pol.acto: Mu-
CAPIT.u:. y parlfcfpa en las oo:. JtO cdm1co: Ma.nét: Dtsayuno sob" la tropas confederadas en C..ttyJbura. OuJ. @
Uermo, prlocipe d.c D!nomarca, r«:ono-
cioJlet en defensa de la In·
dependencia palac•• Lo Fttmr.
üa •• encuentro el borde de
la miseria cuando mue"' 1•
hltrbtt: Wl\lstler : Sympho11y In Wlrlte.
ll<rt.helor logro. sl,ntc!Uar el acctlleoo.
l'rwedlmlcnto Solvay pan la fnbrlca·
elóo de la sosa. Lenolr COMtruye un
vehleulo con motor a petróleo. Primer
cido como ~y de Grecia, PoJonfQ queda
dividida éii diez ¡>rovfncln l'rlmera lcf
francesa sobre socledadcJ de reaponaa-
bilidad limilllda.
f

madre de Manr y '""· que faro elo!ctrico IJtstolado en el C.bb de
viaja coo - motho a Ho- La Hh<e. r~-- de sabios art6lk:os
Janila 1 Alemania, leva al· en Municb:-ü"tir6 lnkia la elobonoc:ión
l\)l10S foudos. Tambltn m-
re m ate mltmo aAo Mary
llurns, campaftua de vida de
Eagels.
ck su dicrkm•rio.
¡o
1564 pese • la ""'"'"'*lt que k -l'io IX: tDC!clica< QuoiWI c..... y ~
114bws. Coc\'mio de GiDd>n pan la
--Cbrotou " ' C4ni11D ,_ ,m.ua - a
g
f
aqueja, Marz cootlml& trabe- nunistro. Tratado fraDco.otallano: 1~
j.LIIdo bumsaroauc .., 1111 proi*Xión de " herido& de ~ rcnunda a Romlo. los fno,..... "' ,...
Obn deuib. Allnq~~e, lrD Newman: AJ10/Dfl<t pro Vtt• SIM; Tobo tiran de ei1a. Mnimtli•oo Kepta b
la lllUCtU t,q!ca de Lau&llc, tal: GUUJ'JJ -, ht; Rux¡.,y: lil puuto conma mejian1. El> !~tetra runcla- •
J. B. Schv.eltur y otrao ..,.. dd ltomltrc ar la natllriÚ«VV: Larousse ckll1 de la •Asodadón lnttmadonal ele
nili<:stan el deseo de qua - lnleb la DUblk:addn del Gr""d Dot> TraboJ-dorel>. Gunn austtO-pruJiu.t
Marx quien lo flUtituya a 1& rloluuurc Úniwrsd du X/Xlmc sUde· """"" DIDamarea : Pu ele VW.no. Hn
cabeD de 1& •LLGMJ,.. •liT·
....., .uuru YfUIIt (Aaocla·
Clauslus: T...,.. mulllttcw dtl c:lllor. Fr&DQa es rec:ooocido el derecho a la
bu<:lp. Oc!avia BiD lnl••• su moviml<n·
dón General de. lo. Obreroo lo pan la mejora de ofricndas ob...,.
Alemanes), el puc<IO es oc:u- nos. Uncoln lfflecido presidente.
p:ulo per B. Boctor. !lo el
WEI!TlNG Ílltcrnodoftol d el
Sairu.Manin's Hall de Lon-
clr6, al que aJis._ Man. como
de~ de Al•mon!a u eJe.
aido miembro del Camut
pro<isio<o1l de ,. Asocla<IOD
lntcnudonal de Trabajado-
res pano la cual rtdada los
EsuNt"' \> Ul't ChJCUno In•·
gura!.
U!4S continúa b ctahorodón de Bl -E. Do.ilmn¡: Coprtal 1 t r•b<llo. l.Gutse -Noc~.e de S4n Don/ti: N•""'-•t ur.J•""
Capiral _ euya prim~ra red1c:~ OUo-Potas funda la ll$0claclón aone.r.ll r~primfr brutalqt&.tt "'"' ma"JftlttJcl6"
cl6n qu«btla concluid• en de mujcrq olem&ruu. Cl>ude BCrnard : estudiantil q~ prorut•b• pQr 1• 4~>11·
este mJsmo "fto. Aunque uta JnlrQdoiCCi<ln al utlld/o llc lo mcdldmt tud6n dt Castclar como atttdrdt(co
tarea absorbe IR mayor p•ne tx/HT!Itt<ntal: Ciar k M•~w.:ll: Truti.te Encuentro de Bismarck y Napoleón en
de $U tltlnpo, Morx diCI3 on Eltclritif.1 and MarnetiJm; Lcwl~ B1attit~ E1 gene-ral L.d:, comandante
tamblón un• $érle de ch.'lrlos Can-oll: A.Uc~a t':lr el pafs dt las ttu~ra .. en jcfo de. L!s trop8S c:onfcdcn>dot del
$Obre •salarlo, p..elo y btnt• villas: W. Buseh: Mili und Motllz; An· Sur. •• rlm~e. Llncoln asoJinadn, C.m· "'
rielo• en el COn<ojo Ocnii'DI léi'O de Quentol: Odlll Modmon.<; Vrn. palia de Cobden en 1nslotl'rro por el .~>
~
Vida y obra Literatura/arte/cultura Historia ....
do la Intemtclonal, quo c;o. tun1 de la Vc:p: l4 rnutrte de Cúar. Ubreeambio. Ea Franela se le da der.to
ltbra .su prln>era COD!ercoc\a Akndcl rormllla las le,oes de bereDeia. lt,pJ al cheque, Se orea la l1oJón Mo-
en IJ:mdtu dunl!ne el _, KekuW lalla la fórmula cid b<liCtiifl oetaria ulll:la CFr&DCLt, stt~. tla!Ja
de ttptiembre. Publlca , ..... C1ausluJ la de la CDtiWfa termOdJDi. '1 Su:in).

=de
blál en el S,:./41-Dtm<>lror,
la A. O. A. V. (So-
«lacia 11tmaoa) un
articulo DOUOlclslco >Obre
mica. Uuer pnctk:a la antiseptla. Mo-
nlor Idea d cemento armado.

~ poro poco dftputs

-ri<ldiro.· Conoce de
I"'ODpe COD d JaualliaM ScJa..
dJcllo
dircclOf'~ Paul
¡ue, que babri> de conwrtlr·
po-
L&far·
ae e .su yvoo.
1166 - • b> el<t!IH -IN"
e l - &...,c;eru 1 la$ n»-
l..tlat de 14 furuoeulotfl.
Man loen ecn.:luir b R<lae.
-1'. A La¡,¡.: HufonJj .W ~ls-.
Huxlc:y : lilerntJUary Phl/6scp!r7; A. YOn
lloxthlliMD · l4 OOrUtituddn agriUÚI m
RusfM¡ u...,kk : Alorfoi!>J{a gUUITGI:
--Conspir11Ci4ft d• 1'~ su•~ de
lol SGTg""ros do S.... Gíl. Guern lt&lo-
auscrúca. Austria cedo Venecia a Ftao·
da. Plebiscito en Ven«LI o (uot de
cMo dc6nitm del prilroer u. Verwae: Pc>Cmu Sd:UT~~U.u; E. Zob: 1~ Gucna ~tiat>a : derroca
bfo de El Copital. ~ Tloú tu RAqiWI; ~:en_.,..,.., cielos~
d primer Con,.._
tambihl d ardc:n cid dla para
de la In·
ternaeloaal 'J las T<tl$ que
aastll"; lbsetl: Br""d; Gil:!er de lo.
I'Jot: 6stwd/e>J IJJu:orlqs; Sme<ana: LA
mMn Wldid4. Nobel elucubre la din,..
d Cooasejo Ccntrill prexntart
al mbmO. Proouncia un ,,..
po!Unte dltouroo sobre la si·
mitA. Coloalclón del primer cable aub-
manoo de Irlanda a Terranon. Sib-
mena ilmota la .su.a-. Se prc>cluc:e r
tuaclón de Polonia.. pnr pl'imeril •n la teche conclcnnda
en Sulz;a, a-
1867 Mdnner publico en Rambur·
IP> d primer U b ro ck Bl C•·
- lbaen : Pttr Gynt; Zorrlll3: Album dt
wt loc:o: Wo~¡ne.r: LDs nu:tstcos anato-
-Lol c~ut!O.J de la Vnid" Ubcral apo- ~
1411 d proJI'tlm4 n volllCÍim4rio. Las o
pltal, pero l:u tstrocbeca e.;o. rts; SlniU$S : El /Janubio A¡ul. Patteur tropat de Garibaldl avanun had o §.
oomlc:as de la fllmllla, la oatudla lz ftrmentocl6n del \ino. lnven- Roma: las ll'Opas franoo:sas llt¡¡an • 'f:!,
furunculosls y el lnJomnlo olón del tre~o Wcsclnahouse. Pren•• ésta: Guriboldl derrouodo en Montana. 8
Impiden • Mal"lt 1> conr.loua- rotaciV.. de Marin.oni. MdquJna o ga• Se croa In ·Confederación AltOXIllna del
c:lóll de m• trabajos. Redacto dA Otto ) I.An¡m. Mllqulna de =ribir Nono cncabeuda por Pru\ia, U.• ero-
--------------------c............""_________________________________________________,.
--- - -
uo CU.\derno de lrutruccloncs de Sholes y Douwo~. 1\penun del pas ft'Mcesas se t:etinn de M6Jico: el
pan \Yílhdm Ueblmcc.bt, que lllnel dtl Bronnero. emperador Mu!mlllano fusilado. 1!1""'
ha tntrade en la Dieta PN· ci4D del primer . socbllsta al Relclutaa
de la ~ Alemua del Norte.
Q
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siana como repramtante 10-
cialdm!óc:rata. Bólab ~ <1 der«bo 1 la ...,..
lld6n y huelgo.. Los l!.stados U<ddos
e-
o
adquieren, mC<IIAnte <Dli\Pfa 1 Rusia, a
Alasb.. Gnndes banlhi'U en Rusia. ó
IW ~to del tSDdo de -B«qucr ccoclu~ <) mennocrilo de las - Rrooo/ud6ft ü sqnimlbt&: 1"*"' 11 ~
salwl de !obn, cu,ras cl1llaLI· RIJMS; 1L BrowtiÍDI: Rut& d!UI th« .....,.,. a Fflttld#. Se ltm1111 d 1abm• ~
l&des <OOtlllmlcu tamblhl .... Book; A. Doudet: C... Pctlt CIIDu; lb- te Prim.Surano. Se inld4 141 Guerra dc g'
liWIDWI J sólo lo¡nn soluclóo ""'' IUtfiiiO 11• Zola; Brabms: Requiem los d~ <lilos en Cub<l. AsutNuo del
CJ"ICias • Eotds. Mant hace Al«mM; UouSOf'Vlc)1: Borls Godlotov. ~ de ScJvl• Expc:dlclón ¡n¡lea COfl·
- ...,.., lu formu pñ- lloocubrimiato de los ~•os de m AhisiJUL Fmnirnda {la 14) a la
IIUIJYU de pn>pio<bcl COIIDI>- Cro-Mopm. ] ....... ' «1 ~ Cooslltutlóc de los Emdos Ualdol -
naJ J ... e>ptdal IlGb"' d brt11 d lidio. St.:.am$ ln•enrll d d!lpla bn! dcrocbol dvllcl. 8úunlo futld4 la
mlr naso. MIU!tlene c:orT<Jpoo· para d kl~fo. Apulc:i6n ele la ti» •AWaooe lnt<mationalc de 1a ~-
dellda eco ti NSO Daolcloon, aen e:D froi>cJL 11$ ooc:laleo. Se adopta <1 slttc:rna pa.rla-
Loa tam~ b• obru de Eu. mauario en Fra.oaa.
pe Dilllrirrf. llabmlo 1C de-
dan clisd¡Nio de ~bnt ••
bien este lo¡ta que el c.,;;.
1<')0 ~ral do lo lntem•
cionll r<dl>ee la dcnwld• de
a&liadóo a la mUma prucn-
tada por b Allan%a de la ....
IDOCniCia -uu.... I'Kim
fund>da - D.úunln y 11«·
ker. ~·tatrlmon ¡o de Loun.
scaunda bija de Mllnt, y P•ul
Lafar¡uc.
1869 l!n¡ds le lija una renla anual -Prim<ru edlcoón ru>:~ del Matrifauto; -conu con.slUU)CJJlCS: Consrilund" •le
que le pooo • cubicno de los J. Dietzaen; f.JJ. esélc4!ia dd lrabnjo te· 116&. Ser1'atW, rc¡tntl. Gabfntte Prl'".
endémicos
ContiDúa los
"""'Q' de para
trab3~s
!linero.
cl
r~brul J.d hom~rc; M. 1\rnold: cuu..,.
and Anatehy; J . S. Moll: :>u¡,jectoon ot
Apenvra dol C.nat de Suex. Sep•r•cl<ln
de l¡IC$b y l!.stado eD lrlan~. Se fli11·
uaunclo Ubro d< El Caplt41. Wornm; ~poamor; El dr411Ul UJU\I'CT· d> el partido Social-Demócrata ~lcm4"
COn un nooro~re r.ho "" • sal¡ Ctoar f'1110Ck: lAs bcatitud<J. Meo- que adopta <1 PI'OIZJ'Iltft8 de Elscaoc.h.
París, en ~ond~ pcrmnnt« deaolov expone >U tabla periódica de Con¡reso de 13 iDtcmaeionol CD Uoullco e"'
Vida y obra
Literatura¡arte/ cultura Historia
dt.ll'&lltc •IIIID
dd ..,.llimOolo
drmpo m casa
w.,.....; ""' 1oo eletnoutoo. Los ~ a,.tt u..
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. . _, YÚ!IA a ltilctJmun namo de canicntt c:oclilnla. Ber¡b
., ihlllloftr. Comlcoio .... ~ la ~ planea 1114roeJ6o.
....n.,. el rwo 1 lo llbtoria lrlc:a ., - Alr-. ~ illlda
de lrlaoda. Mac!lcDe- a . lo &briaoci6o. de la IIIOI'priAa. 111-u-
~...... de Ga!tcm sobre la beroucia.
~
C. -~ c:oc
de Pacpe IIObrt el P -·
clbonbmo y CO-.!e al •!Ddl·
calisla 1~ 1111.11 CJIII'Cv!Jia
sobre b 111\JIOI'W>da do loo
sindicatoe.
uro Mlli'X conunoa ln~.,.....,dooc
por 1• lllllaelón d. Rusia 7 -Newma.o: A GrQlflm4r l1f Aumt:
de •• ftiO'tlmlcllto mor..,.¡¡;. Jf.. Tallle: lh t'btrdUr - .: Dísndi: -Lropoidt>. prlndpe de HOIJ-u,,.
muio. l!n Gi~~ebra &e COilltl- Lol!Wr; F. de Sonctb: Rlstorl4 .U la s~. -pu ,. -...... tsPdiiDltl
""" lo ICC<:IdD , . . do lo lo- lilurztur4 /t4114M. Sdll!anarut laida ,.,..,..do
<> lo g¡u, a los dtq dllu, p,.,_
tamclonaL Dauro do &ca k lb aa"""""- de rro,.. Siematt m. da declaro la .......... !'nula: .Napo.
-lOa lo opcoldcla eDite
Babznill 1 Mm. q\Óto ...
dacu 1 dltttibuyc - c!rQ,.
ft!lla uu bomo el«triCo pan la ro.
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ci6D francesa do El ClltHlal y
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l publlc. 11951: Tolstol l'lllJ)ieU a esai-
dat:Jjsmo: ,., y M~trc.n. Sal"''"'" '
Cast<l<r<. IIISUTT<Crilft amton.d Pro-
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trabajo. do p~ porold•iDa.. Narmuld ams- ~ IU. M...t.t•"'>o, pTUidalle de
tt\1)'0 la 1116qUina de npor a uiple a· to Rcpóhlka l'nDcaa LM tropU ~
paodóD poora boc¡ws. Van ckr Waab - se rttl!u de Frwoc:¡., CrWa
J!redA la leorfa dMdca de los gases. c:o:ooómlct JCOCf'll. Aclopei6n del mono-
Cllldóo • Eplsodl4s n4dortiúu. metalismo oro m Alemania y l!.sl&dot
Unl4os. •Ctuuda bedll d P"ébloo en
Rwb.
1874 Mux S<llldr• la dwbclan!a
lo¡leu, qua le u nqada
-Walru: Elementos do la tCOIIOml4
poma¡ BoultOWI: Do la amt~Mcnda do
-Col,. tú/ ''"'",.1
Pavta. Serrano, pruó-
dmt• tú! l'odtr E{uumo. Strau 14
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rtf1>. Viaja a 1\adabad poora u mbtct; Griq: Peu G'/ftl: Mooef: S4lida ~ Pro11uncú2mi1tt1o do Muñnc:
na cura dé •JILIJ. de Jol o lmpr...VS..; Mana: fA bon C¡¡mpcs " favor dt Alforuo XII. Re.e••· ~
bOCk¡¡· Rmolr: El boltdrt. Invención del ciJJ do C4n"'-.s tltl Castillo. So .dl$ue1Yc
rnut plh:ador Bolldor poon ttl<¡ntfa. el partido Socbl· Demder:u2 en Pnatla.
En Francia se nombran tnspcc~orcs de
fAbricas y te prohibe el tnbajo bajo
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tes•. Milinarlo de la funda(iclo de 1..
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W6n Rocll, IJariaMIII; Ptftda: lJ<m
Gon:ll1o Gont41« de la Co~W~Icra. Da· Lc6o xm. Popa. 1!1 panlclo aoc:lallsla
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Anri-Dllhrlr18 do l!nsoiJ,
Vida y obra
Literatura¡ arte/cultura Historia
1879 Marx Ktlla tOntra el Opattu- ~
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!l!smo de Hocbbftw y la: f tK-
dóD p&rl.\lnmuria de la So-
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Pro1rus en4 P<Nut¡;
Trdliehte: Hu111r~ de ..u.,.,;, DI d
srt~ XIX; VaJera: Do!14 úq; Babcu<r: ~DrL El
c,u,,,.. d• Hüs.
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Hlstor;., de ~ Trowdorrs; Maspen>: llacMaJ>oo dlmlte : Grioy dqfdo pro..
-etctrmo.de KaJMr, Btrustda,
E$hldios <lipcios; ll»ea: c.,. 4t ,..,. sidcau. Anuúst1a para 101 <f'-.
"-s; ~ : El _ , rojo; Mld.s•. 1.eyes c:on~:r~~ 1ot Jao¡ltu <11
r~, E..,...;o OnetJán. la...,. Fancia. ~ proteedonfstU en Ate.
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-H. Taltie: Filos<Jf/4 dd •rtt.
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Cab(iw~ Sosst•. AsoñNto de Ale)..,. !f
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J'OOdeada COD Vtra Z.U.u·
lltcb, Danlelson y NI<IIW<ll· B~ Cub<u; E<)><pray: El rr•n fll]..t<; dto n ~ flwoa: AleJandro u r, ur.
buis. ll«fbe l.a visita do Kaut·
•ky; Enfermedad de 1<aay
MeD<!Dclez y l'el.tyo: Calderdn 1 •u I<D·
tro. F. de Luseps !nieta las obras del Protectondo Cranc.!s ~~~ Tllna. S. l'lln-~
da la F. L. U, C•Pedera~loo ot Labow-
Aün. Los do. etpoeoo van canal do. Pamn:>A. Collltruceida del r.- Uníons•l en B"ados Unldoo y Cal\ld~.
a Ar¡emeull a vlsllar a¡ mo. ITOé*'1'fl ttansandlno. Pasteur oxp<ri- l!oclrmtler funda la Standard 011 Co.
!.rlnlonlo Lo~auet, 1\!uerto do DI<ota la vacuna contn el carbunclo.
1eMy Ma,., Encfcllca Qiuturn.um. '

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sob..., loo problemu op'&tlot rry F•iuc; Galdós : El _,... MOIUO; ocupan E&iPto y el SueüA. LoS ltallaDoi n
eD ll,mla '1 redoctl C0C1 En- w.,.,...: Ponl(oJ., Fau.re: Pl'tiMr '""''" se mablecieu en Eritrea. ED !litados
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muy deJ)I'illlldo monlmcnlo y W, Dilthey: Bút!~Wif. ;,. dl• lcittu- ""'· mol tHX1gidt> m FflrtCI4. lmplanc.·
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IIJ'&\"''ltl>la wlssuuclut/Un; N..,.u : T«>ri4 ,.,.. ci6o ele los segmos •oclala ea Alanonl•
rato rospinnorio. mucnr en t~fco./itio~ 4e la C1101uci4<t; Oiz>e>. Fuod.ad.lo de UD porllllo ft>ltllbta m
I.oodres d dl.l 14 ele mano ... , El SOlitario 1 &U tiOIIpo. Edlson Rusia y de la Sociedad Foblana en 1.,.
Es sepulwlo ea el "mcrlle- de>cuh..., d efecto oJ qur da DOCDbrt. a!atern.. l.o5 l'raDccse$ ~pan Macla.
ño de HilbPt< ICicbi de>cuhre el bocilO de lo difteria. ,.scar.
Se -.ttnl)-r d primer r~Joo <n
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l.o5 sindica:t01 francesa fW>dan la C.
blicaT lol d01 lJbl<)l ftltln · G. T. ( .<:ontMhation ~te du 'fra.
1H ~ El ""Pttal. El Squndo n íl>).
ea 1!13 1 el T<n:cto eft 1194
Lot trabl.)oo plq)VIlorlot
para El c•p•t•l, bajO el ti·
tulo de •Teorfos sob..., lo piUJ•
valúl•. fueron publicad"' por
Kauuky tn Stutt¡an e.ntr.
1905 y 1910.

~
Indice

louoducdón oo oo 00 00 00 oo• 00 00 00 00 0000 00 00 000000 . . 000000 . . OO . . oooo oooooooo 7


M~tnu!ICJ'ho'
Primer Manuscrlto 0
00 oo ooOO 00 • oo 00 oo oo oo . . . oo 00 .00 oo . . . . oo, oo• 00 . . , ' . . . . . 45
Prólogo oo 00 . . 00 oo. 0000 . . . 00 o oooo. 00 o o 00 . . . . . . . . . o 0000.00,.00 . . . , 00 . . . o 00. 47
Scgunt,lo Mnnu!IC:cl1·o .... o . . . . OO . . . . . . . . . 00 . . . . . . . . 00 . . . . . 00 o ,oo.ooo · · • oo 121
Te.rca~• Monusc:rlto ..... oo . . oooooooo o o o o " " " " oooo . . . ooooooooooo . . 00 . . 00 1)}
.BibliOflraf!a .... 0000. 0000 oo• oo• oo• . . . . . . . . 00. 00 . . . . . 0000 o ooo o OO . . oooo• . . 00 . . o 209
Now 00 . . . . . . . . . . . . 00000000 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 00 0000 . . . . . 21J
Cuadro cronol6cico .. o . . . . . . . . . . . . . o . . . . . . . . . . . . . 00 . . 00 . . . . . . . . o . . . 00.00 22}

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